MUJERES
Biografías, Obras y Exposiciones
FRIDA KAHLO
Un
arte con alas para volar
Frida Kahlo pintando “Retrato de la familia de
Frida”. Foto: Juan
Guzmán, 1950-51. En historia.nationalgeographic.com.es
Mucho después de
su fallecimiento, Frida Kahlo ha terminado por trascender su propia realidad.
De pintora revolucionaria, creadora de mundos íntimos y mujer torturada y
engañada (pero también abierta al amor), la imagen de la pintora ha pasado a
convertirse en un auténtico icono. Puede ser que incluso hasta el punto de caer
en una peligrosa banalidad. Pero los millones de imágenes de la artista que se
han convertido en merchandising no anulan en absoluto el enorme poder de sus
obras. El potencial y el talento de Frida Kahlo florecieron a través de la
enfermedad, el sufrimiento y la postración. Suyas son las palabras “todo
puede tener belleza, aún lo más horrible”. Además, fue capaz de convertirse
a sí misma en una obra de arte con entidad propia, siguiendo la estela de otros
artistas como Salvador Dalí.
Enraizada en su
propia cultura y amante de la belleza (propia y ajena), su imagen y su persona
experimentan un auténtico culto en la sociedad mexicana, donde su retrato
incluso preside altares dedicados a los santos. En vida, Frida Kahlo
se enfrentó a una realidad terrible y empleó el arte para mostrar su
sufrimiento: para superarlo y para aprender a vivir con él. Y no tuvo que ir
muy lejos para crear su imaginario personal, admirado por artistas como André
Bretón: en sus propias palabras, “nunca pinto sueños o pesadillas.
Pinto mi propia realidad”.
Infancia,
aprendizaje y tragedia. Los primeros años
Magdalena del
Carmen Frida nació en la célebre Casa Azul de Coyoacán, Ciudad de México, en
1907. Su padre, Guilermo Kahlo, había emigrado a México desde Alemania en 1890,
a los 19 años. La madre de Frida, Matilde Calderón, fue la segunda esposa de
Guillermo; con la primera, fallecida en 1884, tuvo otras dos hijas. Frida fue
la tercera de los cuatro hijos que tuvo con Matilde. En su primera infancia la
futura artista vivió en un ambiente de bonanza económica, fruto del ejercicio
de su padre como joyero de la alta sociedad mexicana de la época y de su labor
como fotógrafo, que emprendería tras su segundo matrimonio. Sin embargo, tras
el fin del gobierno de Porfirio Díaz (conocido como “el porfiriato”), la familia
comenzó a experimentar serios problemas económicos.
La
Casa Azul, actual Museo Frida Kahlo. En wikipedia.
En 1913 y a la
edad de seis años, Frida enferma de poliomelitis y se ve obligada a guardar
cama durante 13 meses; sería el primer contacto de la artista con la
enfermedad, que se convertirá en una sombra permanente durante toda su vida.
Aunque consigue recuperarse, su pierna derecha queda seriamente deformada. Sin
embargo, la artista en ciernes comienza a demostrar su capacidad de superación
desde muy joven y empieza a ayudar a su padre en su trabajo. La pequeña
participa en tareas como el revelado o los retoques, y le asiste en la
captura de imágenes: esta colaboración supone su primer (y fundamental)
contacto con el arte.
En 1922 Frida
Kahlo ingresa en la Escuela Nacional Preparatoria, donde entra en contacto con
las ideas más progresistas de la época. Su inteligencia y su talento fueron su
mejor defensa frente a las burlas ocasionadas por su cojera; su personalidad
arrolladora se impuso y pasó a formar parte del grupo Los cachuchas, donde
conoció a su primera pareja, Alejandro Gómez Arias. En 1925 el autobús en el
que ambos viajan es arrollado por un tranvía: el accidente ocasiona a Frida
múltiples fracturas en todo el cuerpo y agrava considerablemente los problemas
ocasionados por la poliomelitis en su pierna derecha.
La pintura como
salvación y medio de expresión
“Paisaje urbano”, Circa 1925. En arquine.com
Postrada en la
cama, la joven recibe de su padre una caja de pinturas y pinceles. Es el
comienzo de una pasión desenfrenada por el arte, que acompañará a la artista
durante sus incontables épocas de postración y atenuará psicológicamente sus
constantes dolores, que no le abandonarán hasta la muerte. En palabras de la
propia Frida, empezó a pintar la cama “con un corsé de yeso que iba
desde la clavícula a la pelvis”, con la ayuda de “un
dispositivo muy chistoso”: un artilugio ideado por su madre que sostenía
una tabla donde se colocaban los papeles.
En una de sus
primeras obras, Paisaje urbano (circa 1925), es posible
distinguir ya algunas de las constantes de la trayectoria pictórica de la
artista. La pintura no es un fin en sí misma, sino un medio para explorar la
realidad y mostrar una serie de sensaciones. El paisaje, anodino y austero, no
es lo importante: según la escritora y biógrafa Araceli Rico, la obra muestra
un espacio “estrecho, reducido a dimensiones inconcebibles […], un
pequeño teatro donde se pusiera en escena su propia vida”.
La exploración de
la identidad propia. Autorretratos
“Autorretrato” (1930). En westwing.es
La obligada
postración de Frida Kahlo le induce a investigar su propia persona, su cuerpo y
su identidad. Un dispositivo de espejos colocado sobre la cama le permite
comenzar su famosísima serie de autorretratos, realizados a lo largo de toda su
vida. En principio, las obras muestran el retrato austero de una mujer de
intensa mirada; con el tiempo, los autorretratos reflejarían también emociones
descarnadas, sufrimientos, pasiones y deseos. Estas obras convertirían a Frida
Kahlo en un “objeto de deseo” por parte del movimiento surrealista liderado por
André Breton. Sin embargo, ella nunca se vio como una pintora surrealista: en
sus propias palabras, “el Surrealismo no corresponde a mi arte. Yo no
pinto sueños o pesadillas sino mi realidad, mi propia vida”.
“Las dos Fridas” (1939). En inbal.gob.mx
A lo largo de su
vida, la exploración de la identidad propia fue una constante en la obra de
Frida Kahlo. Además de los autorretratos, el tema más habitual en su
trayectoria, la pintora reflejó también su ascendencia familiar y a sus amigos,
parejas y allegados. En todos ellos se combinan los colores potentes y
primarios, característicos de la cultura plástica y estética de México, con la
expresión de sus emociones a través de metáforas visuales: collares de espinas,
animales, sangre, lágrimas, corsés… Su primer autorretrato se lo dedicó a su
pareja, Gómez Arias, quien se distanció de ella tras el accidente. Aunque Frida
sufrió intensamente con la ruptura (mientras el joven abogado quitaba
importancia a su relación), nunca dejó de mantener contacto con él.
Diego Rivera. El
amor y el despecho
“Diego y yo” (1949). En i.pinimig.comm
El accidente que
destruyó el esqueleto de la pintora nunca fue un obstáculo para su actividad
social y cultural. Frida frecuentó desde su juventud los círculos artísticos y
políticos de Ciudad de México; a través de la fotógrafa Tina Modotti entra en
contacto con el pintor muralista Diego Rivera, que sería el amor de su vida y
con quien mantendría una relación caracterizada por la pasión, el desencanto,
los celos y las infidelidades. La artista retrató a su pareja en distintas
ocasiones y escribió sus sentimientos hacia él en su diario. Frases como “Siento
que desde nuestro lugar de origen hemos estado juntos, que somos de la misma
materia, de las mismas ondas, que llevamos dentro el mismo sentido”, dejan
clara la intensidad del amor que Frida sentía por Diego. Un amor poderoso, pero
también destructivo.
“Autorretrato con collar de espinas” (1940). En matadornetwork.com
En 1929 y a la
edad de 22 años, Frida Kahlo se casa con Diego Rivera, que entonces tenía 43.
Fue “la boda entre un elefante y una paloma”, en palabras de la
artista. Durante los años siguientes ambos residen en La Casa Azul y pasan
temporadas en los EEUU. En esta residencia, y más adelante en la actual Casa
Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, la pareja mantiene una intensa vida
cultural y social caracterizada por su compromiso político con los ideales de
izquierdas. De hecho, entre 1937 y 1939 darían asilo a León Trotski y a su
esposa, perseguidos por Stalin. La relación de Frida y Diego pasa por
innumerables altibajos a causa de las infidelidades del muralista, a las que la
artista decide responder con sus propias aventuras. Se divorcian el 1939 para
volver a casarse en 1940, esta vez con el compromiso de mantener vidas sexuales
abiertas.
Últimos años. Una
década de actividad, pasión y sufrimiento
“Sin esperanza” (1945) En es.blastingnews.com
Los años 40 fueron
para Frida Kahlo una década de intensa actividad artística. Durante mucho
tiempo se pensó que su figura había quedado eclipsada en vida por la poderosa
presencia de Diego Rivera; si bien la pintora no alcanzó entonces la fama de su
esposo, lo cierto es que su obra fue reconocida por artistas como André Bretón,
Picasso o Kandinsky, entre otros. En 1938, la Galería Julien Levy de Nueva York
organiza su primera exposición individual y empieza a participar en muestras
colectivas. Su obra se expone en México, París, Nueva York, Boston y otras
capitales norteamericanas. En 1942 entra a formar parte del Seminario de
Cultura Mexicana en calidad de miembra fundadora, y en 1943 se incorpora como
maestra a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La
Esmeralda. En 1953, año previo a su fallecimiento, la Galería Lola
Álvarez Bravo una exposición individual de su obra en Ciudad de México: será la
única que se celebrará en el país en vida de la artista.
“Los ojos de Frida” (1948) En bodegonconteclado.wordpress.com
Los problemas
físicos y de salud de Frida Kahlo la mantienen postrada durante largas
temporadas. La artista sigue su actividad pictórica y crea magníficos retratos,
llenos de simbolismo profundidad y personalidad. Es el caso de Los ojos
de Frida (1948), obra que refleja dos de las constantes de su pintura:
el sufrimiento y la pasión por la tradición mexicana. El dolor y la cercanía de
la muerte, que la artista siente cercana, son temas recurrentes en sus lienzos.
En 1950 su salud empeora, a causa de una intervención en la columna que le
causa importantes problemas; en 1954 la artista intenta suicidarse en dos
ocasiones, incapaz de seguir aguantando el dolor. Ese mismo año, Frida Kahlo
fallece a los 47 años de edad y es velada en el Palacio de Bellas Artes de la
capital por los artistas e intelectuales mexicanos más importantes del momento,
en un ataúd cubierto por la bandera comunista.
El Kunstforum de
Viena organizó en el año 2010 una de las mayores exposiciones retrospectivas de
la obra de la artista mexicana. En total, la muestra incluyó cerca de ciento
cincuenta obras, entre ellas muchos de sus célebres autorretratos.
La conexión de Frida Kahlo con la Unión Soviética se remonta
a su juventud. La artista siempre manifestó su compromiso con el comunismo, el
trabajo social y los sectores más débiles de la sociedad. En 2016, la actual
Rusia organizó una exposición en su honor en el Museo Fabergé de San
Petersburgo: fue la primera vez en la que se mostró su obra en el país. La
muestra incluyó cerca de 34 piezas, entre pinturas, dibujos y fotografías.
Me pinto a mí misma porque es lo que mejor conozco”. Son las palabras con las que la artista justificaba su
obsesión por el autorretrato. La muestra realizada en el Museo Dolores Olmedo
de Ciudad de México reunió 26 obras pertenecientes a la colección del propio
museo, que volvieron a su ciudad de origen aunque por tiempo limitado (ya que
permanecen en constante cesión, formando parte de exposiciones en todo el
mundo).
El estilo
único e inimitable de Frida Kahlo era, sin duda, una parte indisoluble de su
propia identidad. Un estilo que la ha convertido en un icono plástico y
estético omnipresente en el siglo XXI. La artista se definía en sus pinturas y
su persona a través de la enfermedad, el compromiso político y la pertenencia a
su cultura. La muestra organizada en el Museo de Brooklin fue la mayor
inaugurada en los EEUU en los últimos diez años; además de pinturas, la
selección incluía objetos personales, ropas y tesoros íntimos de la pintura,
encontrados en el año 2004.
Libros
Frida Kahlo. Una
biografía (Lumen Gráfica)
Esta
biografía esta profusamente ilustrada con las evocadoras imágenes de María
Hesse, ganadora del Premio de la Fundación Nacional del Libro Infantil y Juvenil
de Brasil. Ha recibido críticas muy positivas y es el número uno en ventas en
Amazon de su categoría.
“El
diario de Frida Kahlo: un íntimo autorretrato”. Ed. La Vaca Independiente.
La vida y
la personalidad de Frida Kahlo, así como su obra, no se pueden comprender en
toda su magnitud sin leer su diario. Escrito durante los últimos diez años de
su vida y encerrado bajo llave durante cerca de 50 años, es un testimonio crudo
de los sentimientos privados de la pintora. Ilustrado por la artista con fantásticas
acuarelas e impregnado de la pasión desenfrenada y destructiva que sentía por
Diego Rivera, el diario está prologado por el escritor Carlos Fuentes y va
acompañado de un ensayo de Sarah M. Lowe. 170 páginas de arte, emoción e
intimidad.
“Frida
Kahlo: detrás del espejo”. Gerry
Souter. Ed. Numen.
Frida
Kahlo se utilizó a sí misma como modelo de excepción para decenas de
autorretratos. Precisamente son estas obras las que esconden y destilan la
esencia de su vida, su historia y sus sentimientos. Son, sin duda, el mejor
testimonio autobiográfico que podemos tener de la artista. La biografía
redactada por Gerry Souter emplea estas obras y otros lienzos de la pintora
mexicana para articular su historia. El escritor escribió posteriormente un
segundo tomo, dedicado al pintor Diego Rivera.
“Frida
Kahlo: fantasía de un cuerpo herido”. Araceli Rico. Ed. Plaza y Valdéss
La
escritora Araceli Rico fue una de las que primero supieron ver la enorme
importancia de la obra de Frida Kahlo en el arte mundial. Laas páginas de este
libro desvelan palabra por palabra la tensión interna que siempre vivió la
artista, la simbiosis que experimentó entre arte y vida; cuerpo y pintura. Un
libro esencial para conocer a la persona y a la pintora, ambas atrapadas en un
mismo cuerpo, amado y torturado.
“Frida
en París, 1939”. Jaime
Moreno Villareal. Ed. Turner
Interesante
y determinante periodo en la trayectoria de la artista definida por André
Bretón como "un listón alrededor de una bomba". Reconsruido a través
de su propio testimonio.
TAMARA DE LEMPICKA
Una artista en constante reinvención
Tamara
de Lempicka pintando “Susana en el baño” (1938). En
crfashionbook.com
Tamara de Lempicka
no siempre fue una artista reconocida. Durante su juventud y parte de su
madurez, sus pinturas alcanzaron un gran reconocimiento; de hecho, fue una de
las pocas mujeres que consiguió vivir de su trabajo como artista. Pero en sus
últimos años, su obra perdió el interés de la crítica frente al auge del
expresionismo abstracto norteamericano, ajeno a cualquier acercamiento a lo
figurativo. Sin embargo, en décadas posteriores la obra de Lempicka ha sido
reivindicada y recuperada, siendo en la actualidad una de las artistas más
cotizadas del siglo XX. Su vida y su personalidad son una incógnita en parte: la
mitomanía inherente a su carácter le empujó a crearse una historia propia, en
la que la realidad convive con la invención.
Pero lo que sí es
real es la potencia, la solidez y la innovación que sus pinturas aportaron a la
escena pictórica de la primera mitad del siglo XX. Sobre todo, sus retratos y
sus desnudos femeninos se han convertido en el paradigma iconográfico del
movimiento Art Déco, siendo hoy día objeto de deseo por parte de celebridades y
coleccionistas. Porque Tamara de Lempicka tenía muy claro quién era. Y sobre
todo, quién aspiraba a ser. “Fui la primera mujer que hizo pinturas
claras y evidentes; y ese fue el secreto del éxito de mi arte. Entre cien
cuadros, es posible distinguir los míos. Y las galerías comenzaron a ponerme en
sus mejores salas, siempre en el centro, porque mi arte atraía al público”. Algo
que sigue siendo cierto: hoy, las obras de Tamara de Lempicka atraen a miles de
visitantes en museos y exposiciones por su sorprendente modernidad, su armonía
y su cualidad atemporal.
Infancia en Rusia:
primer contacto con los clásicos
Es complicado
establecer la fecha concreta del nacimiento de Tamara de Lempicka. Su afán de
reinventarse su propia historia le empujó a difuminar sus datos biográficos,
hasta el extremo de confundir a los expertos. Sin embargo, son muchos los
biógrafos que coinciden en indicar que nació en 1898 en Varsovia, Polonia;
mientras que según la artista, su nacimiento tuvo lugar en Moscú, Rusia en
1907. Lo que sí es cierto es que su padre, un abogado ruso bien situado, se
mudó con su familia a San Petersburgo cuando la artista era aún una niña.
La Sagrada Familia (1527-1528), Agnolo
Bronzino. La Polonaise (1933),Tamara de Lempicka. En artsy.net.
Durante su
infancia, el primer contacto que mantuvo con el arte supuso un fuerte impacto
en la joven personalidad de la pintora en ciernes: su abuela, perteneciente a
la aristocracia, se la llevó de viaje por Italia en 1911, cuando solo tenía 13
años. La artista lo contaba así en años posteriores: “De repente, me
encontré con obras pintadas en el siglo XV por artistas italianos. ¿Por qué me
gustaron tanto? Porque eran tan claras, tan nítidas…”. Las líneas
limpias y las superficies saturadas características de los manieristas
italianos ejercieron una poderosa influencia en su arte. Una influencia que, de
hecho, Tamara de Lempicka nunca dejó atrás.
La huida a París y
los años de formación artística
“Retrato de Irena Kleinman” (1915) y “Retrato
de un jugador de polo” (1922). En widewalls.ch
A pesar de su
evidente pasión por el arte, la futura pintora no dio sus primeros pasos en la
pintura durante su adolescencia. Como era habitual en la época y en la clase
social acomodada a la que pertenecía, con apenas 18 años se casa con el abogado
ruso Tadeusz Lempicki y tiene una hija, Kizette. Es un año de lujo y glamour:
la pareja triunfa en salones y recepciones poco antes de la irrupción de la
Revolución Rusa, en 1917. Entonces, las cosas cambian de manera radical:
Lempicki es encarcelado y consigue su libertad gracias a la insistencia de su
joven esposa, que no duda en recorrer instancia tras instancia, oficina tras
oficina, para conseguir su excarcelación. La familia vuela a Dinamarca y
después a París, donde Tamara de Lempicka se enfrenta con nuevos enemigos: la
falta de ese dinero y esos lujos a los que ambos estaban acostumbrados. Su
hermana Adrienne, que vivía en París por entonces y estaba plenamente integrada
en la modernidad de la ciudad (que abogaba por la liberación de la mujer y su
equiparación con el hombre en derechos y obligaciones) le da el mejor
consejo de su vida: “haz una carrera y no tendrás que depender de tu
marido”.
Posteriormente, de
Lempicka se definiría en varias ocasiones como una artista autodidacta. Sin
embargo, durante su juventud estudió en varias instituciones parisinas, desde
la Académie de la Grande Chaumière (donde se formó con el simbolista Maurice
Denis) hasta la Académie Ranson, fundada por el fauvista Paul Ranson. También
pasó largas jornadas en el Museo del Louvre, empapándose de la obra de los
maestros. Pero sin duda su mayor mentor fue el fauvista André Llhote, de quien
absorbió e interiorizó la habilidad para plasmar volumen solidez en las formas,
al tiempo que aplicaba algunos de los fundamentos del cubismo (sobre todo, la
fractura de los planos y la distorsión de la forma).
En los límites de
la sociedad: los años 20
“El beso” (1922). En Artenea.
“Vivo en los
límites de la sociedad, y las reglas de la sociedad no se aplican a aquellos
que viven en el límite”, comentó
Tamara de Lempicka en una ocasión. Siempre se consideró un ser especial,
privilegiado, y se preocupó de crear y mantener una relación estrecha con los
círculos más aristocráticos de la vanguardia de su época. Es en 1922 cuando
añade el “de” a su nombre, y cuando empieza a modificar y a construir su nueva
biografía. De Lempicka era habitual en los salones literarios, donde la
cocaína, el hachís y el alcohol corrían por doquier. Como comentó en su día
Jean Cocteau, la artista adoraba “el arte y la alta sociedad en igual
medida”. La bisexualidad de la propia artista, ampliamente tolerada en
los círculos en los que se movía, queda fielmente reflejada en muchas de sus
obras. Los cuadros de la artista no dejan lugar a dudas en la celebración del
cuerpo femenino en toda su potencia y su solidez, y en las demostraciones de
amor y atracción sexual entre mujeres.
“La Bella Rafaela” (1927). En
christies.com
Obras como "Grupo
de Cuatro Desnudos" (1925) o "La bella Rafaela" (1927)
muestran superficies totalmente ocupadas por primeros planos de desnudos
femeninos, en posiciones abiertamente sexuales y con ese estilo plano,
geométrico y delineado que ha convertido al arte de Tamara de Lempicka en el
paradigma del Art Déco. La influencia de los maestros del siglo XIX queda
patente en estas obras, claramente relacionadas con la pintura de Ingres o de
Manet: al igual que su "Olympia", Rafaela era una prostituta
de Marsella (que fue también amante de la artista). Pero a diferencia de la
mujer retratada por Manet, en la obra de Lempicka Rafaela se muestra viril y
voluptuosa, totalmente ajena a la mirada masculina y a su juicio. Al mismo
tiempo, la artista realizó un gran número de retratos de personajes de la
aristocracia, gracias a la venta de los cuales pudo mantener su exclusivo nivel
de vida.
Éxito, separación
y guerra: la huida a EEUU
“Autorretrato en un Bugatti verde” (1929) En
grada.es.
En los años 20,
las pinturas de Tamara de Lempicka van haciéndose con el favor de una gran
parte de la aristocracia y la alta sociedad. Pero es a finales de esta década y
a principios de los años 30 cuando alcanza su mayor éxito. En 1929 pinta uno de
sus cuadros más famosos, “Autorretrato en un Bugatti verde”, obra
que se ha convertido en el icono más famoso y reconocible de la pintura Art
Déco. En el lienzo, la pintora mira desafiante a la cámara y se muestra a sí
misma en una posición habitualmente ocupada por hombres. El cuadro fue un
encargo para la portada de la revista de moda alemana Die Dame y
es un compendio del estilo único y personal de la artista: superficie
totalmente cubierta, zonas geométricas y delineadas, reflejos metálicos que
hacen casi imposible distinguir entre el metal y los tejidos, y un desafío
evidente a la mirada masculina. El éxito va seguido de una época oscura para
Tamara de Lempicka: ese mismo año se divorcia de su marido, y en 1933 sus
encargos empiezan a escasear por causa de la crisis económica derivada de la
Depresión.
La sagesse" (1940-41). En artnet
En 1939, de
Lempicka contrae matrimonio con el barón Raoul Kuffner. La pareja se muda a los
Estados Unidos, con la II Guerra Mundial a punto de estallar. La artista escoge
un destino acorde a sus aspiraciones y modo de vida: Hollywood. Sin embargo, la
recepción que los Estados Unidos deparan a la artista no es la que ella
esperaba; en su nuevo hogar se la considera una pintora “de fin de semana”, que
usa el arte como entretenimiento. En 1949 vuelven a mudarse, esta vez a Nueva
York; allí, la artista sigue pintando en un estilo más inspirado en los
antiguos maestros que el que reflejan sus obras de los años 30. También se
dedica al interiorismo, creando proyectos para las casas de algunos personajes
de la alta sociedad.
Últimos años en
México
En 1962, la
galería Lola's Gallery de Nueva York inaugura una exposición con la obra de
Tamara de Lempicka. La crítica acoge la muestra con frialdad, pero la artista
sigue no deja de trabajar. Ese mismo año, su marido fallece repentinamente y
ella se desplaza a Houston para estar más cerca de su hija, que tiene su
residencia en la ciudad. En sus últimos años de Lempicka decide trasladarse a
México, país que se convirtió en su último hogar y que siempre llevó en su
corazón.
En 1972, el Museo
de Luxemburgo de París organiza una exposición con su obra que vuelve a
despertar el interés del público, haciendo que la artista se reconcilie con la
crítica. En 1980, Tamara de Lempicka fallece; y por deseo propio, su cuerpo es
incinerado y las cenizas esparcidas en las faldas del volcán Popocatépetl.
En el año 2015, la ciudad italiana de Turín recibió en
préstamo el célebre retrato "Muchacha
en verde" por parte del Centro Pompidou de París. Fue el
detonante de una gran exposición retrospectiva de la obra de Tamara de
Lempicka, que ocupó los espacios del Polo Reale y el Palazzo Chiablese.
“Los muchos rostros de Tamara de Lempicka” es el nombre que la Kosciusko Foundation de Nueva York
escogió para su retrospectiva sobre la artista. La muestra permitió al público
admirar una amplia selección de pinturas y dibujos, que documentaban la vida de
la artista durante los casi seis años que pasó en la capital estadounidense.
El Palacio de
Gaviria de Madrid organizó en 2019 una gran exposición sobre la “Reina
del Art Déco”, con el objeto de despertar de nuevo el
interés del público de la capital por la pintura de la artista. La
retrospectiva reunió más de 200 obras en total, prestadas por cerca de 40
colecciones públicas y privadas y ambientadas con magníficos objetos de diseño
de la época.
Libros
“De Lempicka”. Giles Néret. Ed. Taschen.
La editorial alemana
Taschen realiza una excelente labor recopilatoria en este imprescindible manual
sobre la obra de Tamara de Lempicka. En él, historiador, periodista y
conservado de arte Gilles Néret enmarca la obra de la pintura en la memoria
colectiva de los años 20 y en la historia general de las mujeres artistas.
“Passion by Design. The art and times of Tamara de Lempicka (Revised)”. Kizette de Lempicka-Foxhall. Ed. Abbeville Press.
Nadie como su
propia hija, Kizette de Lempicka, para hacer un fascinante análisis de la
personalidad de la artista: a día de hoy, este libro sigue siendo la mejor
recopilación de la vida y la obra de Tamara de Lempicka. La nueva edición está
ilustrada con excelentes reproducciones de sus obras más famosas e incluye
documentos excepcionales sobre la artista; entre ellos, fotografías privadas de
los álbumes familiares. La introducción corre a cargo de Marisa de Lempicka,
bisnieta de la pintora.
“Tamara de
Lempicka”. Virginie
Greiner y Daphné Collignon. Ed. Planeta Cómic.
Nada mejor que el
arte para ilustrar (o recrear) parte de la vida de Tamara de Lempicka. En este
caso, es el arte de V. Greiner y D. Collignon, creadoras de una novela gráfica
llena de belleza y pasión. Un libro que refleja el talento, la libertad y la
poderosa personalidad de la artista en forma de ficción.
LOUISE BOURGEOIS
Louise Bourgeois: arte creado desde las entrañas
Louise
Bourgeois como "madre de las arañas". Fotografía de Peter Bellamy en
crystalbridges.com
“El arte es
garantía de cordura. Es lo más importante que puedo decir”. Estas palabras son un fiel reflejo de lo que
la artista Louise Bourgeois (1911-2010) experimentó durante su vida.
Considerada una de las creadoras más influyentes, poderosas y profundas de los
siglos XX y XXI, Bourgeois no dejó de trabajar en su imaginario artístico
particular hasta prácticamente el día de su muerte, a los 98 años de edad.
Fuertemente influenciada por sus experiencias vitales, su infancia y su entorno
familiar, su obra despliega un corpus creativo de altísimo nivel que se divide
en cientos de formatos, materiales e historias. Las obras de Louise Bourgeois
no son mera plástica ni espectáculo vacío: son relatos personales que se
extienden a todo el colectivo de seres humanos, exhibiendo de forma impúdica
sus sentimientos más profundos para llegar al fondo del espectador. Sus
famosísimas arañas, sus perturbadoras celdas y sus poéticos e inquietantes
grabados conforman una trayectoria vasta, única y fascinante, que trasciende
las fronteras de la razón y la cultura para alcanzar el yo íntimo de quien las
contempla y penetra.
Arch of Hysteria (1993).
MoMA, Nueva York. En moma.org
Una infancia tejida alrededor de la familia
Louise
Joséphine Bourgeois nace en París en 1911, en una familia estrechamente
relacionada con el negocio textil: sus padres poseían una galería y un taller
con telares donde se confeccionaban, restauraban y vendían tapices. Esta
circunstancia marca profundamente el trabajo de la creadora, que a lo largo de
su vida incluirá tejidos, cordeles, lanas y redes en gran parte de sus obras.
El entorno familiar que rodea a Louise Bourgeois es acomodado y protector, pero
al mismo tiempo inestable: en 1921, su madre Joséphine contrae la gripe
española y cae gravemente enferma. Tan solo un año después, la familia contrata
a la joven Sadie Gordon Richmond para trabajar como profesora de inglés. Sadie
se convierte en la amante de Louis, el padre, y pasa temporadas viviendo en la
casa familiar. Esta complicada situación afectará al carácter de Louise, que
durante toda su vida experimentará un profundo sentimiento de abandono y un
intenso miedo a la pérdida de sus seres queridos.
Saint Germain (1938). Litografía sobre papel.
En moma.org
Con solo
12 años, su padre le pide que empiece a colaborar con el negocio familiar
creando dibujos para los tapices. La artista en ciernes combina este trabajo
con su educación y con las temporadas que dedica a cuidar de su madre, quien
sufre varias recaídas y fallece en 1932. Ese mismo año, Louise se gradúa con
honores en Filosofía. La muerte de su madre hace que caiga en una fuerte
depresión de la que decide salir a través del arte: deja los estudios y entra
en contacto con los talleres que entonces bullían en Montparnasse y Montmartre.
En 1938 estudia con Fernand Léger; ese mismo año se desvincula del todo del
negocio familiar y abre su propia galería de arte. Es también el año de su
matrimonio con el historiador de arte Robert Goldwater, con quien se muda a
Nueva York.
Sin título (Las cuñas) (1950). En hyperallergic.com
La artista en
Nueva York. El comienzo de la escultura
Una vez en
Norteamérica, Louise Bourgeois se enrola de inmediato en la Art Students League
y se interesa por el grabado, técnica que no abandonará durante toda su vida.
Durante esos años investiga la tridimensionalidad en el arte: a mediados de la
década de los 40 crea su primera serie de esculturas en madera, tótems de
formas estilizadas e inquietantes. En 1945 se inaugura su primera exposición en
solitario, que tiene lugar en la prestigiosa Bertha Schaeffer Gallery de Nueva
York. Son los años del imperio del Expresionismo Abstracto: Bourgeois entra en
contacto con los artistas más representativos del movimiento y expone con
figuras como Rothko, de Kooning o Pollock. Sin embargo, su obra se mantiene
alejada de las encorsetadas propuestas abstraccionistas para mostrar un
universo más carnal e inquietante. Louise Bourgeois desarrolló siempre un
imaginario periférico a escuelas y tendencias, a las que trascendió creando una
trayectoria artística íntima y fascinante.
Tras la repentina
muerte de su padre en 1951, la artista entra en una profunda depresión y
empieza a desarrollar instalaciones envolventes relacionadas con sus recuerdos,
experiencias y traumas. Es entonces cuando empieza a asistir a sesiones de
psicoanálisis, entrando a la vez en un periodo de reclusión. En 1964 sale de su
aislamiento para organizar una exposición en solitario, la primera en 11 años:
en ella muestra su última obra, orgánica y plástica, y por primera vez incluye
el concepto de “guarida” (que más adelante dará lugar a sus
impresionantes Cells – Celdas).
Destrucción y
confrontación: enfrentándose a las vivencias
The destruction of the
father (1974). En historia-arte.com
La trayectoria
artística de Louise Bourgeois parece ensancharse y enriquecerse a partir de
1973. Son los años de sus primeras instalaciones, basadas en el concepto
de “lair” (guarida) y que utiliza como herramienta para
enfrentarse a sus fantasmas personales. Tras la muerte de su marido, decide
utilizar el dolor y el resentimiento enquistado en su interior para crear obras
en las que (literalmente) desnuda su yo interior. Es el caso de The
destruction of the father (1974), una impresionante instalación que
parece reflejar el interior de un órgano vital y que al mismo tiempo reproduce
una siniestra cena. El entorno, revestido de formas orgánicas y teñido de una
luz roja, destila degradación e incluso “digestión”: es un enfrentamiento
directo al recuerdo de su relación con su padre, que obligó a su familia a
convivir con su amante (la tutora Sadie, a la que Louise Bourgeois adoraba) e
incluso intentó emparejarla con uno de sus amigos (acto que derivó en su primer
intento de suicidio).
En el libro Destrucción
del padre/Reconstrucción del padre: escritos y entrevistas (1923-1927), la
artista describe el doloroso proceso de creación de la obra: “Con The
destruction of the father, el recuerdo que evocaba era tan poderoso, y tan duro
el trabajo de proyectarlo hacia fuera, que [… ] sentía como si efectivamente
hubiese sucedido. Realmente me transformó”.
Guaridas, celdas y
arañas. El regreso del subconsciente
Los años de psicoanálisis de Louise Bourgeois se reflejan en muchas de sus obras. Pero es a partir de 1986 cuando empieza a crear ciertas piezas que contienen la esencia de su relación con sus experiencias vitales, el compromiso social y el subconsciente. Son las Cells (Celdas), instalaciones cerradas que cuentan historias en sí mismas y se convierten en experiencias que se filtran en la mente de quien las penetra. Articulated Lair (Guarida articulada, 1986) será la primera de una serie que comprende unas 60 obras creadas con elementos dramáticos, escenográficos y espacios de interacción. Y con la presencia, siempre, de las emociones. Louise Bourgeois empleó estos espacios para conectar su trabajo con determinados traumas vitales, utilizando esos escenarios como liberación: cuando el espectador entra en ellos y experimenta el mundo subc
CELL XXVI (2003).
En champ-magazine.com
A mediados
de los 90, Louise Bourgeois empieza a explorar otra de sus obsesiones: la araña
como madre, depredadora y tejedora. Acudiendo de nuevo a los referentes de su
infancia (los telares, la madre enferma y a la vez protectora) y ya
octogenaria, la artista empieza a diseñar esculturas con forma de araña que son
a la vez terribles y frágiles, destructoras y víctimas. Para ella, la
araña representaba “la inteligencia, la
productividad y la protección”. Crea
esculturas monumentales (como la famosa Maman de 1999, situada junto al Museo Guggenheim Bilbao)
y a escala diminuta: seres casi mitológicos con la misión de reconstruir y
restaurar. “Vengo de una familia de reparadores”, dijo en una ocasión. “La araña es una reparadora. Si rompes su telaraña, no se altera. Teje y
la repara”.
Maman (1.999). En guggenheim-bilbao.eus
Louise
Bourgeois fallece en 2010 a la edad de 98 años, sin dejar de trabajar e
investigar hasta los últimos días de su vida. Su obra, vasta y llena de
matices, es fundamental para comprender el devenir del arte de los siglos XX y
XXI.
Exposiciones
Louise
Bourgeois vio organizar su primera exposición individual en 1945. Desde
entonces, su obra fue recorriendo distintas galerías y museos estadounidenses
hasta la llegada del reconocimiento universal. Durante décadas, las
exposiciones de su obra se han repartido por todo el mundo y arrastran a miles
de visitantes. Hoy siguen despertando un enorme interés, tanto por parte de la
crítica especializada como del público.
En el 2007, la Tate Modern de Londres inaugura una gran
retrospectiva con la obra de Louis Bourgeois en colaboración con el Centro
Pompidou. La muestra viajó después a distintos museos de Estados Unidos.
MAL haya QUIEN mal
piense es el título de un
dibujo de Louise Bourgeois, que dio nombre a la exposición que organizó La Casa
Encendida en 2013. La selección se centró en revisar la obra realizada por la
artista durante los últimos 10 años de su vida.
En colaboración
con la Fundación BBVA, el museo Guggenheim Bilbao organizó en 2016 una gran
exposición de las famosas Cells de la artista (veintiocho
instalaciones en total) y del trabajo previo que le llevó a desarrollar estas
piezas, plenas de imaginario personal.
Libros
He disappeared in complete silence (1947)
Este libro
fundamental recoge el imaginario de una joven Louise Bourgeois, tanto en el
aspecto plástico y artístico como en el literario. La artista lo construyó en
el momento previo a su transición a la escultura, disciplina a la cual llegó a
través de sus primeros tótems de madera. Las ilustraciones del libro reflejan
la investigación que llevó a Bourgeois a la mencionada transición. El texto,
breve e intenso, derivó de un esfuerzo por parte de la artista para difundir su
obra y hacerla más conocida a nivel mundial. Si bien en su momento no fue un
éxito, hoy día se considera una obra de referencia para comprender su trabajo.
La edición no se terminó de completar hasta varias décadas después.
Louis Bourgeois: Destruction of the Father / Reconstruction of the
Father (Writings and Interviews, 1923-1997)
“Cada día, tienes
que dejar atrás el pasado o aceptarlo; si no puedes aceptarlo, te conviertes en
escultora”. Es una de las
muchas reflexiones que aparecen en este libro fascinante, que reúne los
pensamientos y textos recogidos por Louise Bourgeois a lo largo de siete
décadas. En el volumen también se recogen varias entrevistas que reflejan su
concepto del arte, y dan pistas sobre el origen de muchas de sus obras. En sus
páginas encontramos algunos de sus pen-thoughts (pensamientos
de pluma), ilustraciones que combinan textos con dibujos. Es sin duda uno de
los libros imprescindibles para comprender la rica y vasta obra de Bourgeois.
Estructuras de la
existencia: las Celdas. Louise Bourgeois (2016)
El catálogo de la
magnífica exposición que el Museo Guggenheim Bilbao organizó sobre las Celdas de
Louise Bourgeois es también un estudio exhaustivo sobre este corpus de obra,
fundamental en el trabajo de la artista. El estudio incluye la catalogación
completa de cada instalación, así como las claves del proceso creativo que
llevó a Bourgeois a diseñar y completar cada una de ellas. En sus páginas
encontrarnos un análisis exhaustivo de los conceptos que constituyen la
base de su obra: el espacio y la memoria, el pensamiento consciente y el
subconsciente, el cuerpo y la arquitectura.
onsciente de la artista, pasa a compartir
sus pesadillas.