El cristianismo en la Hispania
romana: origen, sociedad e institucionalización
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Sobre los
inicios del cristianismo en Hispania la Historia tiene muchas lagunas acerca de
su llegada, en torno a finales del siglo II e inicios del siglo III,
continuando su evolución en la Península ibérica hasta el siglo V, donde se
transmitió a los nuevos pueblos germánicos procedentes de Europa que pasaron a
asentarse en Hispania, y que convivieron con el mundo romano en sus últimos
momentos de vida. Este periodo de casi tres siglos sentaría las bases de la
religión cristiana, sustituyendo el paganismo romano. El Concilio de Elvira es
una fuente de vital importancia puesto que es la muestra del primer concilio
celebrado en Hispania por la iglesia para restaurar el orden, siendo el
preludio del Edicto de Milán en la Península, y un ejemplo de una comunidad
religiosamente muy diversa.
Introducción
La cuestión
sobre el origen de las grandes religiones siempre ha sido un tema del que se ha
querido obtener enorme cantidad de información por el deseo de descubrir de
dónde venimos, cómo llegó la religión a nuestras fronteras, o quién fue el
primer hombre convertido, que sirvió de difusor de la fe para rendirle culto en
cada uno de los lugares del planeta. El mundo romano no vio el cristianismo
como una amenaza aparente en sus inicios, al considerarlo una secta religiosa,
como tantas que había en el imperio, pasando su convivencia en un principio
totalmente desapercibida, pero cuando los predicadores comenzaron a enseñar que
en el imperio romano solo se debe de seguir a un único Dios se romperá con los
preceptos del paganismo y su multitud de divinidades, tomando los emperadores
romanos cartas en el asunto para intentar frenar a los intransigentes que no
cumplían con la ley romana.
Hispania fue
uno de los territorios más importantes del imperio, y por tanto, también se
nutrió de esta nueva corriente. En ella tendrían lugar acontecimientos
importantes de los que es necesario hablar que pondrán la base del cristianismo
en la Península, como el caso del Concilio
de Elvira1, que nos permite conocer cómo era la sociedad y las leyes que
regían a la comunidad creyente. Trataremos además aspectos sobre la comunidad
hispana, la sociedad en la que se inserta, y testimonios referidos a su origen
casi desconocido.
El origen del cristianismo: su inicio y
cuestiones de planteamiento.
Algunos de los
primeros documentos y testimonios que se tienen del origen del cristianismo son
la Carta LXVII2 de Cipriano y el Concilio de Elvira. Algunos modos de cómo se
fue propagando este cristianismo los tenemos por narraciones del Nuevo
Testamento, siendo transmitido por caminantes que se dedicaron a extender la
“buena palabra” por todos los rincones del imperio. Se conocen diversas vías
por las que pudo entrar el cristianismo a Hispania: una de ellas sería
procedente del norte de África, en la que se encontraba la legio VII Gémina que atravesó el Estrecho de Gibraltar llegando
hasta Astorga y León propagando la idea religiosa por toda la Península ibérica
hasta llegar al norte. Esta teoría es la defendida por Díaz y Díaz.3 Una
segunda, aunque menos compartida, que habla de una posibilidad de entrar por el
norte peninsular a través de los Pirineos de la Europa Central. Y una tercera
vía que podríamos añadir es la procedente del mediterráneo, por el comercio
marítimo con Oriente, siendo trasportada de forma metafórica junto al resto de
las mercancías de los barcos por las gentes orientales que llegaban a Hispania
y se asentaban en la Península. Esta última teoría es la que más se defiende.
Nos falta concretar si bien pudo entrar por el norte peninsular, en el que se
estacionarían los peregrinos cristianos, o en el sur donde procederían de
África.
Las relaciones
que mantuvo Hispania fueron mucho más fuertes con África y con Roma que con
Oriente debido a su proximidad geográfica, lo que pudo facilitar su difusión
cultural y religiosa.
Han surgido
numerosos posos de leyenda sobre los difusores de la fe cristiana. La
consecuencia de ello es que en la época medieval han surgido numerosos orígenes
míticos del cristianismo, pero todos ellos tienen como base al apóstol Pedro,
convertido en el primer Papa de la iglesia católica apostólica romana, según la
palabra de Jesús. Fernández Ubiña establece que la primera leyenda antigua
sobre el cristianismo en Hispania es la referida a Santiago el Mayor,
convertido en el primer evangelizador de Hispania. Siendo su cuerpo
transportado desde Jerusalén hasta Santiago de Compostela, donde fue enterrado
de forma completamente milagrosa, pero que nada aportó a los orígenes del
cristianismo peninsulares4. Otras menciones menos importantes fueron las de los
apóstoles Pedro y Pablo, de los que se tiene muy poca información de su presencia
en Hispania y la de San Cipriano, que en palabras de Ubiña los historiadores
del siglo XX tendieron a negar la carta de San Cipriano por considerarla una
copia falsificada, no aceptando la imagen que se daba de las comunidades
hispanas primitivas5.
La comunidad hispana.
Una de las
fuentes más importantes para conocer la vida de la comunidad hispana es la obra
de San Cipriano, obispo de Cartago y mártir de la iglesia, nacido en el año 200
d.C. Su obra más conocida son sus Cartas. San Cipriano vivió en un momento
convulso y prueba de ellos es la Carta
LXVII6 que habla de la situación de las comunidades de León-Astorga y
Mérida que acudieron a la iglesia africana por el problema con unos obispos
intransigentes, Basílides7 y Marcial, que habían cometido el delito del
sacrificio impuro, que no estaba dentro de las normas de la religión romana. La
carta se convierte en una respuesta a las súplicas de las comunidades por el
obispo africano. San Cipriano aprueba la actitud llevada a cabo por los
destinatarios y acaba lamentándose de que el Papa Esteban no informe a la
población de la verdad de los hechos que ocurren dentro de la iglesia8. También
se convirtió en un defensor del martirio voluntario, que procedía del mundo
judío, y pudo penetrar en el mundo cristiano originario del siglo II.
El
cristianismo va a ir modificando sus pautas evolutivas desde el siglo II hasta
el siglo V, y según las palabras de Lewis: “La evolución del cristianismo pasa
de una situación de subcultura a una de cultura inferior, y posteriormente a
una cultura equivalente, que es la que hoy nos permite comparar sus
presupuestos”. De esta idea se puede obtener el presupuesto de que en el
cristianismo se es muy difícil la comparación en sus primeros momentos, por lo
menos hasta el siglo V, donde evoluciona cada vez más, hasta alcanzar los
niveles que hoy conocemos, y esté mucho más abierto al debate teológico de los
errores cometidos en sus inicios, aproximadamente a finales del siglo I e
inicios del II.
Debemos de
tener en cuenta que el cristianismo convivió con otras creencias religiosas que
tuvieron su importancia, como el judaísmo, el paganismo, el maniqueísmo y el
nestorianismo:
El
priscilianismo es una corriente religiosa cristiana fundada por Prisciliano que
mezclaba ideas de los gnósticos y maniqueos, que se caracterizaba por seguir un
ascetismo religioso. Las mujeres, según aparece explicado en la tesis doctoral
de Ubric Rabaneda tuvieron una gran importancia por su capacidad para realizar
inspiraciones proféticas y ser partícipes en las prácticas religiosas, como el
ayuno en domingo o los retiros temporales en lugares apartados. Contrastando
con la imagen que transmite la iglesia de la figura femenina, que aparece
descrita en los cánones I de Zaragoza y IX de Toledo, donde se subraya de forma
peyorativa la idea de la mujer libertina que se reúne con hombres a dispensas
de estar casada9 .
El
priscilianismo no siempre se ha mantenido siguiendo estas bases ideológicas
porque conforme fue evolucionando fue incorporando nuevos elementos procedentes
de las corrientes heterodoxas que entraron en conflicto con algunos de los
miembros de su jerarquía eclesiástica, abriéndose varias posturas para intentar
mediar en estos enfrentamientos:
A) Una parte
estaba de acuerdo con que los priscilianistas debían de ser castigados de forma
dura, al ser considerados una grave amenaza que atentaba contra los valores de
la iglesia católica.
B) Mientras
que otra postura, más favorable, estaba a favor de aceptarlos como miembros de
la comunidad, siempre y cuando acatasen los preceptos de la religión romana.
Finalmente
acabó imponiéndose la idea de erradicarlos, considerándolos una “secta
religiosa”, y con ella a Prisciliano, su fundador, que fue apresado y
condenado. Además, se requisaron todas las propiedades personales de los
obispos, acusándolos de brujería. En el año 385, en Tréveris, se acusó a
Prisciliano del uso de hierbas mágicas, danzas nocturnas y de astrología cabalística10.
Prisciliano
después de su muerte fue convertido en un mártir, llegando a ser transmitida su
leyenda no solo en Hispania, sino también por toda la Galia. Algunos personajes
posteriores a su muerte fueron Simposio y su hijo Dictino, que alcanzaron la
fama y el recuerdo por ceder frente a la iglesia, al renunciar a sus creencias.
El resto de miembros de la corriente priscilianista fueron aceptados dentro de
la iglesia tras arrepentirse. Pero se mantuvieron las amenazas, pues como
afirma Ubric los clérigos de la Cartaginense y de la Bética se negaron a
comulgar con los de la Gallaecia y amenazaron con crear su propia iglesia, al
ser defensores de un castigo ejemplar a los priscilianistas11. El IV Concilio
de Toledo llegó a convertirse en caótico para la iglesia ante la falta de acuerdo
entre los dos bandos, que defendían la aceptación positiva o la aceptación por
medio del castigo ejemplar. Pero además la iglesia contaba con el problema de
que no solo el priscilianismo era una amenaza para ellos, sino que la iglesia
gala también estaba sufriendo sus problemas internos en relación al modo de
predicar el cristianismo; “más formal”, o “más espiritual”. Aquí surge la
figura de Toribio, mencionado por Hidacio de Chaves en su Crónica, en la que
deja constancia de su labor como obispo de Astorga12. Según Cardelle de
Hartmann, Hidacio de Chaves y Toribio habían coincidido en erradicar el
maniqueísmo apoyando al Papa León Magno, descubriendo algunos herejes
procedentes de Roma y enviándolos a Antonino de Marida. Toribio mandó además a
su diácono Previno a Roma con abundante información sobre el priscilianismo al
Papa.
Siendo León el
encargado de la celebración de un concilio, pero del que Hidacio de Chaves no
menciona en ningún momento en sus crónicas, que habría sido celebrado en
Calcedonia en el año 451.13 En el supuesto Concilio se reunieron las provincias
de Gallaecia, Lusitania, Cartaginense y Tarraconense, y según Hidacio de Chaves
los obispos galaicos a lo único que se dedicaron fue a sancionar sin demasiada
convicción las reglas de fe que habían enviado el obispo León a Hispania.
Toribio se ganó el aprecio del Patriarca de Jerusalén y de las grandes ciudades
a las que acudía. Incluso acabó recibiendo el título de Sacristán Mayor del
Santo Sepulcro. Por su buen trabajo, expone Alonso del Val, que recibió un
trozo cortado del Sagrado Leño después de haber sido hallado por Santa Elena y
certificado por la divina Providencia.
El
priscilianismo si no hubiese sido parado por la iglesia católica se habría
extendido por la masa de población más numerosa del imperio, el grupo de los
pobres, puesto que en el imperio romano los que empezaron a realizar la
práctica de la religión católica eran los miembros de las capas más altas
buscando la unidad y pacificación religiosa. Por lo que la iglesia católica no
estaba dispuesta a dejar que el priscilianismo, que ya contaba con gran
expansión social, siguiese abriéndose camino. Ejemplo de ello se encuentra descrito
en la Carta 1114 a Consencio de San Agustín15 en la que recrimina la actitud de
los cristianos contra los priscilianistas que eran convertidos, obligándolos a
la penitencia como forma de eliminar sus penas para permitirles la entrada en
la Santa iglesia. Las primeras claves que podría enumerar el gran éxito
cristiano fueron: su gran dominio episcopal, como el ejercido por el Papa
Inocencio o León Magno, que consiguieron crear una gran jerarquización
eclesiástica que iba desde obispos a diáconos, y su apoyo externo.
Otra corriente
importante fue el arrianismo, corriente que defendía que Cristo había sido
creado por Dios Padre y no engendrado por él, por tanto, se encontraría en un
escalón inferior a él. Está atribuida a Arrio. Se fundamentan en la idea de que
Cristo no estuvo siempre presente, puesto que aparece en un fragmento del
Evangelio según San Juan en el que Jesús dice: “Voy y vuelvo a ustedes”. Como
si no estuviese siempre presente con ellos. Llegó a extenderse entre el mundo
romano, con la pervivencia entre algunos emperadores como Constantino II o
Valente, que fueron defensores del arrianismo. Arrio ante este punto de vista
fue denunciado ante el Concilio de Nicea en el año 321 por desconfiar de la
relación entre el Padre Creador y Jesús. En Nicea se estableció que Dios Padre
había sido el encargado de mandar a su hijo Jesús a la tierra para salvarla, y
que tanto Cristo como Dios Padre no eran equiparables a la fuerza del Espíritu
Santo que simbolizaba el poder de Dios Padre sobre todo el universo.
Constantino se encargó de exiliar a todos aquellos defensores del arrianismo y
quemó el libro en el que Arrio hizo explicar todas las tesis que le habían
llevado a la toma de estas decisiones, llamado Talia. Finalmente, pudo regresar
a Alejandría de nuevo, tras el Sínodo de Jerusalén, en el que se le devolvió la
comunión. Murió de forma extraña, posiblemente envenenado cuando iba camino del
Constantinopla.
Otra corriente
importante, aunque menor, fue el nestorianismo, que llegó a tener en Hispania,
concretamente en las zonas de la Bética y del Levante, un gran número de
adeptos procedentes de Oriente16. La corriente nestoriana defendía la doble
naturaleza de Cristo, tanto humana como divina, agrupada en una sola persona,
que era Cristo.
La iglesia no
solo tuvo que hacer frente a las sectas religiosas, sino que se estaba
empezando a producir la entrada en la Península ibérica de pueblos germánicos,
como los suevos, vándalos y alanos, con formas religiosas totalmente
particulares. Esta situación provocó que surgiese la necesidad de intentar
cristianizar a estos pueblos, que se puede decir hoy, acabó triunfando más
tarde que pronto, pero que acabarían convirtiéndose la mayoría de ellos al
cristianismo en el momento en el que se asentaron en Hispania. Los suevos
acabarían siendo cristianizados tras una misión arriana encabezada por Ajax,
enviado del rey Teodorico II a Gallaecia en el año 465, adoptando formas
arrianas con cierta rapidez. El cristianismo también acabó tomando forma entre
los vándalos, y a partir del siglo V empezó a relajar sus relaciones con estos
pueblos, llegando incluso a la concesión de grandes libertades, que bien a mi
parecer se pudieron deber a una situación de inestabilidad en la que la
iglesia, veía con cierta necesidad tener como aliados a estos pueblos germanos,
más que como enemigos debido a los temores exteriores, concediéndoles la
libertad en los rituales y en las prácticas de su fe. Sin embargo, los vándalos
seguían siendo todavía un pueblo que iba en busca de sus mejoras particulares,
y cuando pasaron al norte de África, dice Gregorio de Tours, citado en la tesis
de Rabaneda, “obligaron a la conversión de muchos al arrianismo”17.
Lo último por
tratar es la cuestión sobre la iglesia arriana. Realmente se tiene muy poco
conocimiento sobre ella. Eran pueblos que tendían a unir el ámbito religioso
con el puramente militar, estaba controlada de una forma jerárquica por medio
del rey, y tenía una doble función militar y religiosa, en la que la religión
arriana se acabaría uniendo a la nicena.
La sociedad hispana y sus cuestiones
socio-culturales.
Los primeros
momentos en los que se data un diálogo entre los católicos y el resto de
corrientes religiosas en el imperio es de finales del siglo I. El cristianismo
conservó sus formas a pesar de los contactos con el mundo pagano, pero todo
cambió a partir del siglo III, puesto que había grupos religiosos que no
cumplían con la vida recatada que se les exigía, y realizaban todo tipo de
actividades como si no fuesen “hombres de Cristo”. Esta moralidad entra en
conflicto con lo dicho por San Pablo en la Carta a los Romanos, de obedecer a
los poderes de la tierra. Este razonamiento puede llevar a equívocos puesto
que, si los clérigos se dejan llevar por sus sentidos terrenales, dejarían de
lado los espirituales. Según González Blanco el cristianismo en lugares
apartados de la vida urbana puede crear su propia cultura, permitiéndonos
hablar de la oposición entre comunidades urbanas y rurales18.
La iglesia
seguía una jerarquización eclesiástica entre los distintos miembros de la
sociedad cristiana, una labor realizada por hombres, en la que no tenían cabida
las mujeres. Siendo los obispos más antiguos de Hispania Marcial de
León-Astorga y Basílides de Mérida19. Este grupo de episcopados cristianos estaban
en completa relación con las actividades públicas, cumplían órdenes legales y
seguían la vida cotidiana dentro de la organización del imperio romano. Es una
sociedad en la que está presente el sincretismo religioso. La situación no era
tan dispar entre los grupos cristianos y los paganos, puesto que muchos de los
ciudadanos cristianos llegaron a ocupar magistraturas romanas, y los que se
encontraban en un momento final de su vida pedían para que se les liberase de
sus pecados para poder tomar la comunión. Al sincretismo religioso estuvo unido
la llegada de grupos bárbaros al imperio, lo que permitió que se produjese una
ampliación de las creencias religiosas que estaban presentes en Hispania. Tanto
heterodoxos como ortodoxos siguieron sus prácticas de forma independiente,
aunque en algunas ocasiones pudieron entrar en conflictos, como la que aparece
mencionada en la tesis de Rabaneda, en la que los obispos galaicos sancionaron
una serie de normas contra los heterodoxos20.
El Concilio de Elvira y otros testimonios
menores.
La importancia
de este concilio es que fue el primero realizado en la Bética por la iglesia
cristiana. Fue celebrado en la ciudad de Iliberis, cerca de Granada, y se data
entre el año 300 y 324. A él acudieron obispos procedentes de toda Hispania,
católicos y laicos. Fue el primer documento en el que se prohíbe contraer matrimonio con la hermana de la esposa, se habla del
celibato eclesiástico, sobre la segregación de los judíos, la usura, u otro
tipo de actividades relacionadas con la diversión, la moralidad o el juego.
A continuación, comentaré algunos cánones
de los cincuenta y ocho que contiene:
En el canon
XXXIII se prohíbe que en la iglesia haya pinturas. Esta prohibición según el
profesor José María Blázquez21 pudo deberse a la aparición de una nueva
corriente en el cristianismo contraria a la representación de imágenes de
Dios22. Coincide con el canon XLI en el que se prohíbe la tenencia de ídolos.
Se pone solución al conflicto que había tenido lugar entre los partidarios de
la representación de la figura de Cristo y de los santos, como forma de culto y
de veneración por parte de los fieles, frente a los iconódulos que rechazaban
cualquier forma de representar a Cristo puesto que la consideraban un pecado
mortal. Sobre la cuestión del celibato, es considerado el primer documento en
el que aparece la prohibición de que un clérigo no pueda contraer matrimonio.
No se establece ningún requisito de entrada a la comunidad, aunque si se habla
de que el que hubiese cometido un delito su entrada en la comunidad tendría
lugar al final de su vida, como castigo23. Pero no hay un único canon en el que
se muestra que hasta el final de la vida no se permitirá la entrada dentro de
la comunidad. Aquí muestro algunos ejemplos: en el canon I se alude a los
cristianos que sacrifican ídolos, en el canon XII24 sobre aquellas mujeres que
practicasen la prostitución, o el canon XVIII25 ante los sacerdotes y ministros
que cayesen en los pecados sexuales, la pena de éstos últimos sería la de no
recibir la comunión ni cuando muriesen, es decir no alcanzarían el Reino de los
Cielos. Otros delitos que condena el Concilio son a los que se casen con
hermanastras, o a la mujer que le es infiel al marido con su amante, si casara
con el amante, solo recibirían la admisión a la comunidad al final de su vida.
En el caso de las vírgenes26 consagradas a Dios, si se las descubre en pecado,
no recibirían la entrada en la comunidad ni al final de su vida.
En cuanto a la
organización con los diferentes grupos sociales que convivían en el imperio con
el cristianismo, el más afectado fue el de los judíos, con el que se prohibió
el matrimonio y el trato bajo la pena de la excomunión. Se niega cualquier
práctica de ritos religiosos judíos, y se orienta la vida de los creyentes en torno
a la semana y el año litúrgico, como aparece mostrado en los cánones XXI y
XLIII.
La liturgia
era practicada por el grupo de los sacerdotes, que se podía dividir en:
presbíteros y diáconos. La diferencia entre ambos es que los presbíteros
dependen de los obispos, mientras que los diáconos se asocian más con la figura
del clérigo común que puede realizar múltiples funciones dentro de la
comunidad. Todos los sacerdotes deben de realizar un trabajo por el que ninguno
de ellos pueda ser juzgado, según el canon XIX, y no podían verse con ninguna
mujer, puesto que atenta contra el celibato eclesiástico al que debían de dar
fe, ni admitir mujeres extrañas en su casa, según el canon XXVII. Según el
orden la iglesia se encontraba dividida a la hora de la liturgia en una zona
dedicada a los hombres y otra a las mujeres.
De lo que se
benefició el cristianismo fue de la esclavitud, puesto que la iglesia estaba
dirigida por los grupos con poder, que eran una mínima parte frente a la gran
cantidad de campesinos que eran dependientes de las altas clases sociales, que
hicieron que la iglesia no se plantease en ningún momento la abolición de la
esclavitud. Aunque había medidas para evitar que la situación se fuese de las
manos, como la de que el amo no pudiese maltratar al esclavo27.
Un precepto
que surge con el cristianismo es el de la “moral cristiana”, que irá alcanzando
más presencia conforme vaya evolucionando cada vez más la religión católica.
Prohibía la idolatría, para evitar que estuviesen de nuevo presentes los ritos
paganos. Es el momento en el que la fe está en su punto culmen. Pero tuvo como
consecuencia las numerosas persecuciones que tuvieron que sufrir los paganos,
al no convertirse al cristianismo. Sin duda el caso que ha llegado a ser más
sonado fue el de las Santas Justa y Rufina: según las fuentes estas dos santas
se dirigieron a la hostería de la población, cercana al lugar donde se
levantaría posteriormente la capilla de las santas para intercambiar parte del
trigo que tenían por vino. La posadera que regentaba el lugar no confió en la
calidad del grano, por lo que lo hizo cribar, pero las santas pidieron que se
hiciera lo mismo con el vino que se les entregaba. Cuando ambos fueron cribados
fue el momento en el que ocurrió el milagro, siendo convertido el grano en pan
y la uva en vino28. Sin embargo, estas dos santas no se libraron de ser
condenadas, puesto que según una leyenda redactada entre los siglos VI o VII,
una divinidad siria llamada Adonis-Salambó celebraba una procesión en la que se
dedicaban a recoger donativos y Ambas santas niegan el donativo a la divinidad,
por lo que Salambó rompe todas las vasijas que estaban vendiendo Justa y
Rufina, a lo que las mujeres responden empujando al ídolo y rompiéndolo. Lo que
fue consecuencia de que fuesen condenadas a muerte.
Sobre la
situación que vivieron los paganos, en el canon XXXIX se admite a un pagano
honesto que está sufriendo una enfermedad a que pueda formar parte de la
comunidad.
Tras el Edicto
de Milán del año 313 todavía nos seguimos encontrando con algunas prohibiciones
bastante llamativas, que lo único que pretendían era dar respuesta a aquellos
temas en los que la religión no tenía suficiente presencia. Como aparece
mencionada por Sotomayor cuando habla de que se condenará a aquel que mate por
medio de un maleficio a otro, haciendo alusión a la vida en pareja, donde la
mujer podía usar estas vías paganas para librarse del yugo del marido opresor,
por medio del envenenamiento29. La mujer va a verse obligada a sufrir esta
discriminación durante todo el siglo III.
Existen otros
testimonios menores como el de Osio, considerado significativo por ser el
primer cristiano hispano del que se conoce su programa religioso, siendo el que
estableció el orden institucional en la iglesia y consolidó las buenas
relaciones con la iglesia de Roma, siendo el encargado además de establecer una
serie de reglas que hiciesen viables los episcopados para evitar que los grupos
poderosos pudiesen ocupar estos cargos y aglutinar el poder. Según Fernández
Ubiña Osio pudo ser engañado por los consejeros de Constantino, puesto que se
le acusó de haber influido sobre un grupo de obispos hispanos30. A mi parecer,
aunque Osio acabaría convirtiéndose en un personaje cruel cuando su ideario no
alcanzase éxito alguno, no hay que dudar el intento de mediar entre el
arrianismo y el obispo Alejandro de Alejandría. Esa persecución que se le
realizó al final de su vida estaría provocada por la intransigencia de los
obispos que no vieron con buenos ojos que se convirtiese en el consejero y
embajador de Constantino, puesto que fue contra todos los obispos corrompidos
por el poder, lo que le llevaría a ser perseguido por Maximiano.
Conclusión.
Las
resoluciones finales que se pueden obtener a esta exposición de acontecimientos
ocurridos en la Península ibérica durante el periodo comprendido entre finales
del siglo II y que se prolongaron hasta todo el siglo V son que la iglesia
adquiere la fuerza suficiente para dominar todo el imperio romano, que a mi
parecer, se ratificó en el Edicto de Milán, en el que se solucionó un problema
que ya era muy visible en la sociedad romana, tras adquirir un enorme número de
fieles alrededor de todo el imperio que no podían manifestar de forma pública
sus creencias. Los sacerdotes se van a convertir en la nueva aristocracia
romana al acumular gran cantidad de poder político y religioso. El final es
bastante revelador, puesto que cuando Roma caiga, hacia finales del siglo V, el
cristianismo continuará como religión de los pueblos bárbaros que estuvieron en
Hispania y seguirá viva junto con la noción imperialista de Roma.
Historia Digital, XIX, 34, (2019). ISSN
1695-6214
© Mario Lorente Muñoz, 2019
NOTAS
1 Para ampliar véase DÍAZ TOLEDO, Agustín: El Concilio de
Elvira: historia, ciencia e ideología. Universidad de Granada, 1979, Y
SOTOMAYOR MURO, Manuel: Los Cánones 1 y 59 del Concilio de Elvira. Polis:
Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad, 19, 2007, pp. 135-162. 2 CIPRIANO DE CARTAGO: Cartas, (García Sanchidrián trad.).
Madrid, 1998. 3 DÍAZ Y DÍAZ, Manuel: Index Scriplorum Latinorum Medii
Aevi Hispanorum, Madrid, 1959, p.103 4 En FERNÁNDEZ UBIÑA, José: “Los orígenes del cristianismo
hispano. Algunas claves sociológicas”, Hispania Sacra. Granada, 59, 120,
2007, 430-433. 5 En FERNÁNDEZ UBIÑA, José: “Los orígenes del cristianismo
hispano. Algunas claves sociológicas”, Hispania Sacra. Granada, 59, 120,
2007, 430-433. 6 CIPRIANO DE CARTAGO: Cartas, (García Sanchidrián trad.).
Madrid, 1998. 7 Basílides blasfemó sobre Cristo y Marcial habría formado
parte de un colegio funerario dedicado a la celebración de juicios impuros,
como los banquetes o los enterramientos inapropiados en sectas paganas. 8 CIPRIANO DE CARTAGO: Cartas, (García Sanchidrián trad.).
Madrid, 1998, p. 322. 9 UBRIC RABANEDA, Purificación: La iglesia y los estados
bárbaros en la Hispania del siglo V (409-507). Granada, 2003, p. 459. 10 La Cábala es una filosofía de vida que nos ayuda a
descubrir el origen y el destino de nuestra existencia. Por lo que la iglesia
católica veía en ella una amenaza porque rompía con los ideales que habían
intentado transmitir sobre el origen del mundo y la existencia del hombre
desde su fundación 11 UBRIC RABANEDA, Purificación: La iglesia y los estados
bárbaros en la Hispania del siglo V (409-507). Granada, 2003, p. 469. 12 ALONSO DEL VAL, José María: “Santo Toribio, Obispo”. El
Diario Montañés, 2000. Recuperado de http://canales.eldiariomontanes.es/especiales/jubileo/puert03.htm
13 CARDELLE DE HARTMANN, Carmen: “Las lecturas de Hidacio
de Chaves. Notas sobre la recepción literaria en la Gallaecia del siglo V”,
Minerva, Valladolid, 1992, p. 343. 14 SAN. AGUSTÍN: Carta 11, 25: “Con claridad he descubierto
que apoyan a los obscenísimos y sacrílegos priscilianistas con el ejemplo de
vuestra beatitud. Dicen, en efecto: «Los obispos africanos no excluyeron de
la jerarquía episcopal a los donatistas convertidos de cualquier modo, y
Agustín, el noble e ilustre doctor, más aún, la misma gracia del Espíritu
Santo que habla por su boca, creyó que había que sancionar ese proceder,
mientras que entre nosotros existe tanta crueldad que a los sacerdotes
sorprendidos dentro del delito de esa doctrina los expulsamos del sacerdocio
o establecemos un juicio de una severidad tan bárbara que a ninguno de los
hallados en esos sacrilegios se le abren las puertas de la Iglesia, sino
mediante la penitencia». 15 DIVJAK, Jovan, (ed.): Sancti Aurelii Augustini Opera,
Espistulae ex duobus codicibus nuper in lucem repertae, (Pío de Luís
Vizcaíno, trad.), Madrid, 2011. 16 UBRIC RABANEDA, Purificación: La iglesia y los estados
bárbaros en la Hispania del siglo V (409-507). Granada, 2003, pp. 501-502. 17 UBRIC RABANEDA, Purificación: La iglesia y los estados bárbaros
en la Hispania del siglo V (409-507). Granada, 2003, p. 523. 18 GONZÁLEZ BLANCO, Antonino: “El cristianismo en la
Hispania Preconstantina. Ensayo de interpretación sociológico”. Anales de la
Universidad de Murcia, 40, 1983, p. 18. 19 FERNÁNDEZ UBIÑA, José: “Los orígenes del cristianismo
hispano. Algunas claves sociológicas”, Hispania Sacra. Granada, 59, 120,
2007, p. 437. 20 UBRIC RABANEDA, Purificación: La iglesia y los estados
bárbaros en la Hispania del siglo V (409-507). Granada, 2003, p. 535. 21 BLÁZQUEZ, José María: “El cristianismo hispano: su
origen y repercusión en la sociedad hispana y en la iglesia universal”.
Colegio Libre de Eméritos, Madrid, 2010. 22 Blázquez alude en la conferencia sobre “El cristianismo
hispano” en el Colegio de Eméritos a Tertuliano en su obra Idolatría (V),
como el primer documento en el que aparecen representados el uso de imágenes
sagradas, escrito en el año 211. 23 Aparece mencionado en el canon XXXVII y en el LXVIII,
prohibiéndoseles la entrada dentro de la comunidad a los energúmenos en un
plazo de cinco años, y a los catecúmenos que han caído en el adulterio y han
asesinado al fruto de su adulterio solo al final de la vida. 24 Canon XII: “De mulieribus quae lenocinium fecerint”. 25 Canon XVIII: “De sacerdotibus et ministris si
moechaverint”. 26 Canon
XIII: “Edicaverunt, si pactum virginitatis perdiderint, atque eidem libidini
inservierint, non intelligentes quid amiserint, placuit, nec in fine dandam
eis esse communionem. Quod si sibimet persuaserint, quod infirmitate corporis
lapsae fuerint, et toto tempore vitae suae hujusmodi foeminae egerint
poenitentiam, et abstinuerint se a coitu, eoquod lapsae potius videantur,
placuit, eas in fine communionem accipere debere. 27 Canon V. 28 Ha sido un mito que ha corrido de boca en boca, y del
que se han hecho gran multitud de representaciones como el retablo de Lliça
de Munt en la época bajomedieval. En MOLINA FIGUERAS, Joan: “La ilustración
de leyendas autóctonas: el santo y el territorio”. Analecta Sacra Tarraconensis,
Girona, 70, 1997, pp. 5-24. 29 SOTOMAYOR, Manuel: “Cristianismo primitivo y paganismo
romano en Hispania”. Memorias de Historia Antigua, Granada, 5, 1981, pp.
173-186. 30 FERNÁNDEZ UBIÑA, José: “Los orígenes del cristianismo
hispano. Algunas claves sociológicas”, Hispania Sacra. Granada, 59, 120,
2007, p. 453. |
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