El Bhagavad-gītā tal como es
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Descripción de la escena
Aunque
repetidamente publicado y leído por sí mismo, el Bhagavad-gītā aparece
originalmente como un episodio del Mahābhārata, la historia épica
sánscrita del mundo antiguo. El Mahābhārata relata los sucesos
que condujeron a la presente era de Kali. Fue al comienzo de esta era, unos
cincuenta siglos atrás, cuando Śrī Kṛṣṇa explicó el Bhagavad-gītā a
Su amigo y devoto, Arjuna.
Su
conversación, uno de los diálogos filosóficos y religiosos más sobresalientes
que haya conocido el hombre, tuvo lugar inmediatamente antes del comienzo de
una guerra, un gran conflicto fratricida entre los cien hijos de Dhṛtarāṣṭra y,
en el lado oponente, sus primos, los Pāṇḍavas, los hijos de Pāṇḍu.
Dhṛtarāṣṭra
y Pāṇḍu eran dos hermanos pertenecientes a la dinastía Kuru, que descendía del
rey Bharata, un antiguo gobernante de la Tierra de cuyo nombre proviene la
palabra Mahābhārata. Puesto que Dhṛtarāṣṭra, el hermano mayor,
nació ciego, el trono, que de otro modo hubiera sido suyo, pasó a su hermano
menor, Pāṇḍu.
Cuando
murió Pāṇḍu, joven aún, sus cinco hijos, Yudhiṣṭhira, Bhīma, Arjuna, Nakula y
Sahadeva, quedaron al cuidado de Dhṛtarāṣṭra, quien por el momento tomó en
realidad el puesto de rey. Así pues, los hijos de Dhṛtarāṣṭra y los de Pāṇḍu
crecieron en la misma casa real. Unos y otros recibieron entrenamiento en las
artes militares con el experto Droṇa, y consejo del venerado «abuelo» del clan,
Bhīṣma.
Pero los
hijos de Dhṛtarāṣṭra, sobre todo el mayor, Duryodhana, odiaban y envidiaban a
los Pāṇḍavas. Y el ciego y malintencionado Dhṛtarāṣṭra quería que heredasen el
reino sus propios hijos, y no los de Pāṇḍu.
De modo
que Duryodhana, con el consentimiento de Dhṛtarāṣṭra, planeó matar a los
jóvenes hijos de Pāṇḍu, y solamente gracias a la cuidadosa protección de su tío
Vidura y de su primo Śrī Kṛṣṇa pudieron, los Pāṇḍavas, escapar a los muchos
atentados que realizó contra su vida.
Ahora
bien, Śrī Kṛṣṇa no era un hombre corriente sino el mismo Dios Supremo, que
había descendido a la Tierra y estaba representando el papel de príncipe de una
dinastía contemporánea. En ese papel, Él era también el sobrino de la esposa de
Pāṇḍu, de nombre Kuntī, o Pṛthā, la madre de los Pāṇḍavas. De modo que, tanto
en el papel de pariente como en el de defensor eterno de la religión, Kṛṣṇa
favorecía a los rectos hijos de Pāṇḍu, y los protegía.
Al
final, sin embargo, el astuto Duryodhana desafió a los Pāṇḍavas en el juego. En
el curso de aquella fatídica partida, Duryodhana y sus hermanos se apoderaron
de Draupadī, la casta y consagrada esposa de los Pāṇḍavas, y, de manera
insultante, trataron de desnudarla ante toda la asamblea de príncipes y reyes.
La divina intervención de Kṛṣṇa la salvó, pero el juego, que estaba manipulado,
privó a los Pāṇḍavas de su reino, y les impuso un exilio de trece años.
Al
regresar del exilio, los Pāṇḍavas reclamaron con derecho su reino a Duryodhana,
el cual se negó rotundamente a entregarlo. Comprometidos por su deber de
príncipes a servir en la administración pública, los Pāṇḍavas redujeron su
petición a solamente cinco aldeas. Pero Duryodhana respondió con arrogancia que
no les concedería terreno suficiente ni para clavar un alfiler.
Hasta
entonces, los Pāṇḍavas habían sido tolerantes. Pero ahora la guerra parecía
inevitable.
No
obstante, mientras los príncipes del mundo se dividían, poniéndose unos al lado
de los hijos de Dhṛtarāṣṭra y otros al lado de los Pāṇḍavas, Kṛṣṇa aceptó
personalmente el papel de mensajero de los hijos de Pāṇḍu, y fue a la corte de
Duryodhana a pedir la paz. Al ser rechazadas Sus súplicas, la guerra fue
irremediable.
Los
Pāṇḍavas, hombres de la más elevada estatura moral, reconocían a Kṛṣṇa como
Suprema Personalidad de Dios, pero no los impíos hijos de Dhṛtarāṣṭra. Con
todo, Kṛṣṇa se ofreció a participar en la guerra según el deseo de los
contrincantes. Como era Dios, no lucharía personalmente; pero el que lo desease
podía disponer del ejército de Kṛṣṇa, mientras que los adversarios tendrían al
propio Kṛṣṇa como consejero y ayudante. Duryodhana, el genio político, se hizo
con las fuerzas armadas de Kṛṣṇa, mientras que los Pāṇḍavas se sentían
igualmente de satisfechos de tener a Kṛṣṇa.
De este
modo, Kṛṣṇa fue el auriga de Arjuna, encargándose personalmente de conducir la
cuadriga del legendario arquero. Esto nos lleva al punto en el que comienza
el Bhagavad-gītā, con los dos ejércitos formados, listos para el
combate, y Dhṛtarāṣṭra preguntando ansiosamente a su secretario, Sañjaya: «¿Qué
hicieron?».
La
escena está descrita, a falta solamente de una breve nota referente a esta
traducción y comentario.
La línea
general que han seguido los traductores al verter al inglés el Bhagavad-gītā ha
consistido en dejar a un lado a la persona de Kṛṣṇa para dar lugar a sus
propios conceptos y filosofías. Se considera la historia del Mahābhārata mitología
fantástica, y Kṛṣṇa se convierte en un elemento poético para presentar las
ideas de algún genio anónimo, o, en el mejor de los casos, en un personaje
histórico secundario.
Pero la
persona de Kṛṣṇa es tanto la finalidad como la sustancia del Bhagavad-gītā,
según se explica en el Gītā mismo.
Esta
traducción, por lo tanto, y el comentario que la acompaña tienen como propósito
dirigir al lector hacia Kṛṣṇa, en lugar de alejarle de Él.
El Bhagavad-gītā se vuelve totalmente consistente y
comprensible. Puesto que Kṛṣṇa es quien explica el Gītā y a
la vez es el objetivo final del mismo, el Bhagavad-gītā tal como es presenta
esta gran Escritura en sus verdaderos términos.
Prefacio
En un
principio, escribí el Bhagavad-gītā tal como es en la forma
en la que se está presentando ahora; pero, desafortunadamente, cuando este
libro se publicó por primera vez, el manuscrito original fue recortado a menos
de cuatrocientas páginas, sin ilustraciones y sin explicaciones para la mayoría
de los versos originales del Śrīmad Bhagavad-gītā. En todos mis
otros libros —el Śrīmad-Bhāgavatam, el Śrī
Īśopaniṣad, etc. —, el sistema que sigo es el de dar el verso
original, su transliteración, los equivalentes en inglés de cada palabra
sánscrita, la traducción del verso y los significados. Esto hace que el libro
sea muy auténtico y académico, y que el significado sea evidente por sí solo.
Así que yo no quedé muy satisfecho cuando tuve que reducir al mínimo mi
manuscrito original. Pero luego, cuando la demanda por el Bhagavad-gītā
tal como es aumentó considerablemente, muchos estudiosos y devotos me
pidieron que presentara el libro en su forma original, y los señores de la
compañía Macmillan convinieron en editar la edición completa. Así pues, el
presente esfuerzo tiene por objeto ofrecer el manuscrito original de este gran
libro de conocimiento, con la completa explicación paramparā, a
fin de establecer el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa de una manera más firme
y progresiva.
Debido a
que nuestro movimiento de conciencia de Kṛṣṇa está basado en el Bhagavad-gītā
tal como es, es genuino, históricamente autorizado, natural y
trascendental. El movimiento se está convirtiendo poco a poco en el más popular
del mundo entero, especialmente entre la juventud. Y también se está volviendo
cada vez más interesante para la gente adulta, hasta el punto en que los padres
y abuelos de mis discípulos nos están animando al hacerse miembros vitalicios
de nuestra gran sociedad, la Asociación Internacional para la Conciencia de
Krishna. En Los Ángeles, muchos padres y madres solían venir a verme para
expresarme sus sentimientos de gratitud por el hecho de que yo estuviera
dirigiendo el movimiento de conciencia de Kṛṣṇa y llevándolo a todas partes del
mundo. Algunos de ellos manifestaban que era una gran fortuna para los
estadounidenses el que yo hubiera comenzado el movimiento de conciencia de
Kṛṣṇa en Estados Unidos. Pero, en realidad, el padre original de este
movimiento es el propio Señor Kṛṣṇa, quien lo inició hace mucho tiempo, y el
mismo desciende hacia la sociedad humana mediante la sucesión discipular. Si
existe algún mérito en relación con esto, no es a mí personalmente a quien
pertenece, sino a mi maestro espiritual eterno, Su Divina Gracia Oṁ Viṣṇupāda
Paramahaṁsa Parivrājakācārya 108 Śrī Śrīmad Bhaktisiddhānta Sarasvatī Gosvāmī
Prabhupāda.
Si en lo
personal me corresponde algún mérito a este respecto, es únicamente el de haber
tratado de presentar el Bhagavad-gītā tal como es, sin
ninguna adulteración. Antes de que yo presentara el Bhagavad-gītā tal
como es, casi todas las ediciones del Bhagavad-gītā se
habían publicado para satisfacer la ambición personal de alguien. Pero nuestra
intención al presentar el Bhagavad-gītā tal como es es la de
presentar la misión de la Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa. Nuestra tarea es
presentar la voluntad de Kṛṣṇa, y no la de algún especulador mundano, como el
político, el filósofo o el científico, pues ellos tienen muy poco conocimiento
acerca de Kṛṣṇa, pese a todo su otro conocimiento. Cuando Kṛṣṇa dice man-manā
bhava mad-bhakto mad-yājī māṁ namaskuru, etc., nosotros, a diferencia de
los supuestos eruditos, no decimos que Kṛṣṇa y Su espíritu interno son
diferentes. Kṛṣṇa es absoluto, y no hay diferencia alguna entre el nombre de
Kṛṣṇa, la forma de Kṛṣṇa, la calidad de Kṛṣṇa, los pasatiempos de Kṛṣṇa, etc.
Esa posición absoluta de Kṛṣṇa es difícil que la comprenda cualquier persona
que no sea devota de Kṛṣṇa dentro del sistema paramparā (de
sucesión discipular). Por lo general, cuando los supuestos eruditos, políticos,
filósofos y svāmīs, sin tener conocimiento perfecto acerca de
Kṛṣṇa, le escriben un comentario al Bhagavad-gītā, tratan de
desterrar a Kṛṣṇa o de matarlo. Esa clase de comentarios desautorizados acerca
del Bhagavad-gītā se conocen con el nombre de māyāvāda-bhāṣya,
y el Señor Caitanya nos ha hecho una advertencia acerca de esos hombres
desautorizados. El Señor Caitanya dice claramente que todo aquel que trate de
entender el Bhagavad-gītā desde el punto de vista māyāvādī,
comete una gran torpeza. El resultado de ello será que el estudiante del Bhagavad-gītā,
desencaminado de ese modo, sin duda que se habrá de confundir en la senda del
aprendizaje espiritual, y no podrá ir de vuelta al hogar, de vuelta a Dios.
Nuestra
única intención es presentar el Bhagavad-gītā tal como es,
con miras a guiar al estudiante condicionado hacia el mismo fin por el cual
Kṛṣṇa desciende a este planeta una vez en un día de Brahmā, o cada
8.600.000.000 de años. Ese fin se expresa en el Bhagavad-gītā, y
tenemos que aceptarlo tal como es; de lo contrario, tratar de entender el Bhagavad-gītā y
a su orador, el Señor Kṛṣṇa, no tiene sentido. El Señor Kṛṣṇa le expuso primero
el Bhagavad-gītā al dios del Sol unos cientos de millones de
años atrás. Tenemos que aceptar este hecho y, sobre la base de la autoridad de
Kṛṣṇa, entender así la importancia histórica del Bhagavad-gītā,
sin interpretaciones erróneas. Interpretar el Bhagavad-gītā sin
referirse para nada a la voluntad de Kṛṣṇa, es la mayor de las ofensas. Para no
incurrir en esa ofensa, uno tiene que entender que el Señor es la Suprema
Personalidad de Dios, tal como Arjuna, el primer discípulo del Señor Kṛṣṇa, lo
entendió directamente. Entender así el Bhagavad-gītā es
verdaderamente autorizado y provechoso para el bienestar de la sociedad humana,
en lo que se refiere al cumplimiento de la misión de la vida.
El
movimiento de conciencia de Kṛṣṇa es esencial en la sociedad humana, pues ofrece
la manera de alcanzar la máxima perfección de la vida. Ello se demuestra a
plenitud en el Bhagavad-gītā. Desgraciadamente, algunos
pendencieros mundanos se han aprovechado del Bhagavad-gītā para
dar rienda suelta a sus propensiones demoníacas, y para desencaminar a la gente
respecto a la comprensión correcta de los principios sencillos de la vida. Todo
el mundo debe conocer de qué manera Dios, o Kṛṣṇa, es grande, y todo el mundo
debe conocer la posición real de las entidades vivientes. Todos deben saber que
la entidad viviente es eternamente un sirviente, y que a menos de que uno sirva
a Kṛṣṇa, tiene que servir a la ilusión en diferentes variedades de las tres
modalidades de la naturaleza material, teniendo así que errar perpetuamente
dentro del ciclo del nacimiento y la muerte; incluso el especulador māyāvādī,
supuestamente liberado, tiene que someterse a ese proceso. Este conocimiento
constituye una gran ciencia, y todos y cada uno de los seres vivientes tiene
que oírlo por su propio bien.
La
generalidad de las personas, especialmente en esta era de Kali, están seducidas
por la energía externa de Kṛṣṇa, y creen erróneamente que mediante el adelanto
de las comodidades materiales todos los hombres serán felices. Dicha gente no
sabe que la naturaleza material o externa es muy poderosa, pues todo el mundo
está muy bien atado por las estrictas leyes de la naturaleza material. Por
fortuna, la entidad viviente es parte integral del Señor, y, en consecuencia,
su función natural es la de prestarle al Señor un servicio directo. Debido al
hechizo de la ilusión, uno trata de ser feliz mediante el hecho de servir a su
propia complacencia de los sentidos de diferentes maneras que nunca lo harán
feliz. En vez de tratar de satisfacer sus propios sentidos materiales, uno tiene
que satisfacer los sentidos del Señor. Eso constituye la máxima perfección de
la vida. El Señor quiere eso y lo exige. Uno tiene que entender este punto
fundamental del Bhagavad-gītā. Nuestro movimiento de conciencia
de Kṛṣṇa se lo está enseñando al mundo entero, y como no estamos contaminando
el tema del Bhagavad-gītā tal como es, cualquiera que esté
sinceramente interesado en beneficiarse con el estudio del Bhagavad-gītā,
debe buscar la ayuda del movimiento de conciencia de Kṛṣṇa, para poder entender
en la práctica el Bhagavad-gītā bajo la guía directa del
Señor. Esperamos, pues, que la gente obtenga el beneficio más grande de todos a
través del estudio del Bhagavad-gītā tal como es de la forma
en que lo hemos presentado aquí, y si tan solo un hombre se vuelve devoto puro
del Señor, consideraremos que nuestro esfuerzo ha sido un éxito.
Introducción
oṁ ajñāna-timirāndhasya
jñānāñjana-śalākayā
cakṣur unmīlitaṁ yena
tasmai śrī-gurave namaḥ
śrī-caitanya-mano-’bhīṣṭaṁ
sthāpitaṁ yena bhū-tale
svayaṁ rūpaḥ kadā mahyaṁ
dadāti sva-padāntikam
Yo nací
en la más oscura ignorancia, y mi maestro espiritual me abrió los ojos con la
antorcha del conocimiento. A él le ofrezco mis respetuosas reverencias.
¿Cuándo
me pondrá al resguardo de sus pies de loto Śrīla Rūpa Gosvāmī Prabhupāda, quien
estableció en este mundo material la misión de cumplir el deseo del Señor
Caitanya?
vande ’haṁ śrī-guroḥ śrī-yuta-pada-
kamalaṁ śrī-gurūn vaiṣṇavāṁś ca
śrī-rūpaṁ sāgrajātaṁ saha-gaṇa-
raghunāthānvitaṁ taṁ sa-jīvam
sādvaitaṁ sāvadhūtaṁ parijana-
sahitaṁ kṛṣṇa-caitanya-devaṁ
śrī-rādhā-kṛṣṇa-pādān saha-gaṇa-
lalitā-śrī-viśākhānvitāṁś ca
Ofrezco
mis respetuosas reverencias a los pies de loto de mi maestro espiritual y a los
pies de todos los vaiṣṇavas. Ofrezco mis respetuosas reverencias
a los pies de loto de Śrīla Rūpa Gosvāmī y de su hermano mayor, Sanātana
Gosvāmī, así como también de Raghunātha Dāsa, Raghunātha Bhaṭṭa, Gopāla Bhaṭṭa
y Śrīla Jīva Gosvāmī. Les ofrezco mis respetuosas reverencias al Señor Kṛṣṇa
Caitanya y al Señor Nityānanada, así como a Advaita Ācārya, Gadādhara, Śrīvāsa
y demás asociados. Les ofrezco mis respetuosas reverencias a Śrīmati Rādhārāṇī
y a Śrī Kṛṣṇa, así como a Sus asociadas Śrī Lalitā y Viśākhā.
he kṛṣṇa karuṇā-sindho
dīna-bandho jagat-pate
gopeśa gopikā-kānta
rādhā-kānta namo ’stu te
¡Oh, mi
querido Kṛṣṇa!, Tú eres el amigo de los afligidos y la fuente de la creación.
Tú eres el amo de las gopīs y el amante de Rādhārāṇī. A Ti
Te ofrezco mis respetuosas reverencias.
tapta-kāñcana-gaurāṅgi
rādhe vṛndāvaneśvari
vṛṣabhānu-sute devi
praṇamāmi hari-priye
Le
ofrezco mis respetos a Rādhārāṇī, cuya tez es como el oro fundido y quien es la
reina de Vṛndāvana. Tú eres la hija del rey Vṛṣabhānu, y eres muy querida por
el Señor Kṛṣṇa.
vāñchā-kalpa-tarubhyaś ca
kṛpā-sindhubhya eva ca
patitānāṁ pāvanebhyo
vaiṣṇavebhyo namo namaḥ
Les
ofrezco mis respetuosas reverencias a todos los devotos vaiṣṇavas del
Señor. Ellos pueden complacer los deseos de todos, tal como árboles de los
deseos, y están llenos de compasión por las almas caídas.
śrī-kṛṣṇa-caitanya prabhu-nityānanda
śrī-advaita gadādhara śrīvāsādi-gaura-bhakta-vṛnda
Les
ofrezco mis reverencias a Śrī Kṛṣṇa Caitanya, Prabhu Nityānanda, Śrī Advaita,
Gadādhara, Śrīvāsa, y a todos los demás que forman parte de la línea devocional.
hare kṛṣṇa
hare kṛṣṇa kṛṣṇa kṛṣṇa hare hare
hare rāma hare rāma rāma rāma hare hare
El Bhagavad-gītā se
conoce también con el nombre del Gītopaniṣad. Esta obra es la
esencia del conocimiento védico y uno de los Upaniṣads más
importantes de la literatura védica. Desde luego, existen muchas traducciones
del Bhagavad-gītā con comentarios, y uno podría cuestionar
la necesidad de otra. Esta presente edición se puede explicar de la siguiente
manera. Hace poco, una señora norteamericana me pidió que le recomendara una
traducción inglesa del Bhagavad-gītā. En Norteamérica hay, por
supuesto, muchas ediciones del Bhagavad-gītā disponibles en
inglés, pero de ninguna de las que he visto —no solo en Norteamérica, sino
también en la India— se puede decir con propiedad que sea autoritativa, porque
prácticamente en todas y cada una de ellas el comentarista ha expresado sus
propias opiniones, sin tocar el espíritu del Bhagavad-gītā tal
como es.
El
espíritu del Bhagavad-gītā se menciona en el propio Bhagavad-gītā.
Es como si, por ejemplo, quisiéramos tomar cierta medicina. Tendríamos,
entonces, que seguir las indicaciones de la etiqueta. No podemos tomarnos la
medicina según nuestros propios caprichos o según las indicaciones de algún
amigo. La medicina se debe tomar siguiendo las indicaciones de la etiqueta o
las indicaciones de un médico. De modo similar, el Bhagavad-gītā debe
tomarse o aceptarse tal como el propio orador lo indica. El orador del Bhagavad-gītā es
el Señor Śrī Kṛṣṇa. A Él se lo menciona en cada página del Bhagavad-gītā como
la Suprema Personalidad de Dios, Bhagavān. Claro que, la palabra bhagavān se
refiere a veces a cualquier persona o semidiós que sea poderoso, e,
indudablemente, la palabra bhagavān designa aquí al Señor
Śrī Kṛṣṇa como una gran personalidad, pero al mismo tiempo hemos de saber que
el Señor Śrī Kṛṣṇa es la Suprema Personalidad de Dios, como lo confirman todos
los grandes ācāryas (maestros espirituales), tales como
Śaṅkarācārya, Rāmānujācārya, Madhvācārya, Nimbārka Svāmī, Śrī Caitanya
Mahāprabhu, y muchas otras autoridades de la India en el conocimiento védico.
En el Bhagavad-gītā, el mismo Señor establece también que Él es
la Suprema Personalidad de Dios, y la Brahma-saṁhitā y todos
los Purāṇas lo aceptan como tal, especialmente el Śrīmad-Bhāgavatam,
conocido como el Bhāgavata Purāṇa (kṛṣṇas tu bhagavān svayam).
Por consiguiente, debemos tomar el Bhagavad-gītā tal como lo
indica la propia Personalidad de Dios. En el capítulo cuatro del Gītā (4.1–3),
el Señor dice:
imaṁ vivasvate yogaṁ
proktavān aham avyayam
vivasvān manave prāha
manur ikṣvākave ’bravīt
evaṁ paramparā-prāptam
imaṁ rājarṣayo viduḥ
sa kāleneha mahatā
yogo naṣṭaḥ paran-tapa
sa evāyaṁ mayā te ’dya
yogaḥ proktaḥ purātanaḥ
bhakto ’si me sakhā ceti
rahasyaṁ hy etad uttamam
Aquí, el
Señor le informa a Arjuna que este sistema de yoga, el Bhagavad-gītā,
primero le fue expuesto al dios del Sol, este se lo explicó a Manu, Manu se lo
explicó a Ikṣvāku, y de ese modo, por sucesión discipular y de un orador a
otro, ese sistema de yoga fue descendiendo. Pero, con el
transcurso del tiempo, el sistema se perdió. En consecuencia, el Señor tiene
que exponerlo de nuevo, esta vez a Arjuna en el campo de batalla de Kurukṣetra.
Él le
dice a Arjuna que le está refiriendo este secreto supremo por Arjuna ser Su
devoto y amigo. Esto significa que el Bhagavad-gītā es un
tratado que está dirigido especialmente al devoto del Señor. Hay tres clases de
trascendentalistas, a saber, el jñānī, el yogī y
el bhakta, o, el impersonalista, el meditador y el devoto. Aquí,
el Señor le dice a Arjuna claramente que lo está convirtiendo en el primer
receptor de un nuevo paramparā (sucesión discipular), porque
la antigua sucesión se había roto. Era, pues, el deseo del Señor establecer
otro paramparā que siguiera la misma línea de pensamiento
que descendía del dios del Sol a otros, y era Su deseo también que Arjuna
distribuyera de nuevo Sus enseñanzas. Él quería que Arjuna se volviera la
autoridad en la manera de entender el Bhagavad-gītā. Así pues,
vemos que el Bhagavad-gītā se le instruyó a Arjuna
especialmente por él ser un devoto del Señor, un alumno directo de Kṛṣṇa y un
amigo íntimo de Él. Por lo tanto, quien mejor entiende el Bhagavad-gītā es
la persona que tenga cualidades similares a las de Arjuna. Es decir, dicha
persona debe ser un devoto que tenga una relación directa con el Señor. En
cuanto uno se vuelve devoto del Señor, tiene también una relación directa con
Él. Este es un tema muy complejo, pero, en pocas palabras, puede decirse que un
devoto tiene una relación con la Suprema Personalidad de Dios de una de estas
cinco diferentes maneras:
1. Se
puede ser devoto en un estado pasivo.
2. Se
puede ser devoto en un estado activo.
3. Se
puede ser devoto como amigo.
4. Se
puede ser devoto como padre o madre.
5. Se
puede ser devoto como amante conyugal.
Arjuna
tenía con el Señor una relación de amigo. Desde luego, hay un abismo entre esta
amistad y aquella que encontramos en el mundo material. La primera es una
amistad trascendental que no todos pueden tener. Claro que todo el mundo tiene
una relación específica con el Señor, y esa relación se evoca mediante el perfeccionamiento
del servicio devocional. Pero nosotros, en la condición actual de nuestra vida,
no solo hemos olvidado al Señor Supremo, sino que también hemos olvidado la
relación eterna que tenemos con Él. Cada uno de los muchos y muchos billones y
trillones de seres vivientes que existen, tiene eternamente una relación
específica con el Señor. Eso se denomina svarūpa. Mediante el
proceso del servicio devocional uno puede revivir ese svarūpa, y
esa etapa se denomina svarūpa-siddhi —la perfección de la posición
constitucional de uno—. De modo que, Arjuna era un devoto, y estaba en contacto
con el Señor Supremo a través de la amistad.
Debe
notarse la manera en que Arjuna aceptó este Bhagavad-gītā. Ello
se indica en el capítulo diez (10.12–14):
arjuna uvāca
paraṁ brahma paraṁ dhāma
pavitraṁ paramaṁ bhavān
puruṣaṁ śāśvataṁ divyam
ādi-devam ajaṁ vibhum
āhus tvām ṛṣayaḥ sarve
devarṣir nāradas tathā
asito devalo vyāsaḥ
svayaṁ caiva bravīṣi me
sarvam etad ṛtaṁ manye
yan māṁ vadasi keśava
na hi te bhagavan vyaktiṁ
vidur devā na dānavāḥ
«Arjuna
dijo: Tú eres la Suprema Personalidad de Dios, la morada suprema, lo más puro
que existe, la Verdad Absoluta. Tú eres la persona original, trascendental y
eterna, el innaciente, el más grande de todos. Todos los grandes sabios, tales
como Nārada, Asita, Devala y Vyāsa, confirman esta verdad acerca de Ti, y ahora
Tú mismo me lo estás expresando. ¡Oh, Kṛṣṇa!, yo acepto totalmente como cierto
todo lo que me has dicho. Ni los semidioses ni los demonios, ¡oh, Señor!,
pueden entender Tu personalidad».
Después
de oír a la Suprema Personalidad de Dios exponer el Bhagavad-gītā,
Arjuna aceptó a Kṛṣṇa como paraṁ brahma, el Brahman Supremo. Todo
ser viviente es Brahman, pero el ser viviente supremo, o la Suprema
Personalidad de Dios, es el Brahman Supremo. Paraṁ dhāma significa
que Él es el reposo o morada de todo; pavitram significa que
Él es puro, que no lo toca la contaminación material; puruṣam significa
que Él es el disfrutador supremo; śāśvatam, original; divyam,
trascendental; ādi-devam, la Suprema Personalidad de Dios; ajam,
el innaciente; y vibhum, el más grande de todos.
Ahora
bien, se pudiera pensar que como Kṛṣṇa era el amigo de Arjuna, este último le
estaba diciendo todo eso a modo de adulación; pero Arjuna, tan solo para
eliminar esa clase de dudas de la mente de los lectores del Bhagavad-gītā,
respalda esas alabanzas en el siguiente verso, cuando dice que no solo él
acepta a Kṛṣṇa como la Suprema Personalidad de Dios, sino también autoridades
tales como Nārada, Asita, Devala y Vyāsadeva. Estas son grandes personalidades
que distribuyen el conocimiento védico tal como lo aceptan todos los ācāryas.
Por lo tanto, Arjuna le dice a Kṛṣṇa que acepta como completamente perfecto
todo lo que Kṛṣṇa dice. Sarvam etad ṛtaṁ manye: «Acepto como
cierto todo lo que dices». Arjuna también dice que la personalidad del Señor es
muy difícil de entender, y que ni siquiera los grandes semidioses pueden
conocerlo. Esto significa que ni siquiera personalidades superiores a los seres
humanos pueden conocer al Señor. Entonces, ¿cómo puede un ser humano entender a
Śrī Kṛṣṇa sin convertirse en devoto de Él?
Por
consiguiente, el Bhagavad-gītā debe recibirse con un
espíritu de devoción. Uno no debe creerse igual a Kṛṣṇa, ni creer que Kṛṣṇa es
una personalidad ordinaria, o, ni siquiera, que es una personalidad muy
destacada. El Señor Śrī Kṛṣṇa es la Suprema Personalidad de Dios. Así que,
según los postulados del Bhagavad-gītā o los postulados de
Arjuna, que es la persona que está tratando de entender el Bhagavad-gītā,
aunque sea teóricamente debemos aceptar a Śrī Kṛṣṇa como la Suprema
Personalidad de Dios, y con ese espíritu sumiso podremos entender el Bhagavad-gītā.
A menos que uno lea el Bhagavad-gītā con un espíritu sumiso,
es muy difícil entenderlo, ya que constituye un gran misterio.
Y, ¿qué
es en sí el Bhagavad-gītā? El Bhagavad-gītā tiene
el propósito de liberar a la humanidad de la nesciencia de la existencia
material. Todos los hombres se hallan en dificultades de muchísimas maneras,
tal como Arjuna también se hallaba en dificultades por el hecho de tener que
librar la batalla de Kurukṣetra. Arjuna se entregó a Śrī Kṛṣṇa, y como
consecuencia de ello se expuso este Bhagavad-gītā. No solo
Arjuna: cada uno de nosotros está lleno de ansiedades a causa de esta existencia
material. Nuestra misma existencia se encuentra en la atmósfera de la no
existencia. En realidad, que la no existencia nos amenace no es propio de
nuestra naturaleza. Nuestra existencia es eterna. Pero de una forma u otra se
nos pone en el seno de lo asat. Asat se
refiere a aquello que no existe.
De entre
muchísimos seres humanos que están sufriendo, hay unos cuantos que de hecho
indagan acerca de su posición y que se preguntan quiénes son, por qué se los
pone en esta situación difícil, etc. A uno no se lo puede considerar que es un
ser humano perfecto, a menos de que despierte y llegue a esa posición de
hacerse preguntas acerca de su sufrimiento, a menos que se dé cuenta de que no
quiere sufrir, sino que, por el contrario, quiere buscarles una solución a
todos los sufrimientos. Lo humano empieza cuando esta clase de indagación se
despierta en la mente de uno. En el Brahma-sūtra, esa indagación
se denomina brahma-jijñāsā. Athātho brahma-jijñāsā.
Todas las actividades del ser humano deben considerarse un fracaso, a menos que
este indague cuál es la naturaleza del Absoluto. Por lo tanto, aquellos que
comienzan a preguntarse por qué están sufriendo o de dónde vienen y a dónde
irán después de morir, son estudiantes idóneos del Bhagavad-gītā que
pueden entenderlo. El estudiante sincero también debe tener un firme respeto
por la Suprema Personalidad de Dios. Arjuna era un estudiante de esa índole.
El Señor
Kṛṣṇa desciende específicamente para restablecer el verdadero propósito de la
vida, cuando el hombre olvida ese propósito. Incluso entonces, de entre
muchísimos seres humanos que despiertan, puede que haya uno que verdaderamente
adopte el espíritu de entender su posición, y para él se habla este Bhagavad-gītā.
En verdad, a todos nos ha tragado el tigre de la nesciencia, pero el Señor es
muy misericordioso con las entidades vivientes, en especial con los seres
humanos. Con ese fin habló el Bhagavad-gītā, convirtiendo en Su
alumno a Su amigo Arjuna.
Siendo
un asociado del Señor Kṛṣṇa, Arjuna estaba por encima de toda ignorancia, pero
a él se lo sumió en la ignorancia en el campo de batalla de Kurukṣetra, tan
solo para que le hiciera preguntas al Señor Kṛṣṇa acerca de los problemas de la
vida, de manera que el Señor pudiera explicarlos para beneficio de las
generaciones futuras de seres humanos y trazar así el plan de la vida. El
hombre podría entonces actuar de conformidad con ello y perfeccionar la misión
de la vida humana.
La
materia de que trata el Bhagavad-gītā entraña la comprensión
de cinco verdades básicas. En primer lugar, se explica la ciencia de Dios, y
luego, la posición constitucional de las entidades vivientes, las jīvas.
Existe el īśvara, que significa el controlador, y existen
las jīvas, las entidades vivientes a quienes se controla. Si una
entidad viviente dice que a ella no la controlan, sino que es libre, entonces
está demente. El ser viviente está controlado en todo aspecto, al menos en su
vida condicionada. Así que la materia que se estudia en el Bhagavad-gītā trata
del īśvara, el supremo controlador, y las jīvas,
las entidades vivientes controladas. También se discuten prakṛti (la
naturaleza material), el tiempo (la duración de la existencia de todo el
universo o de la manifestación de la naturaleza material) y karma (la
actividad). La manifestación cósmica está llena de diferentes actividades.
Todas las entidades vivientes están dedicadas a diferentes actividades. Con el Bhagavad-gītā debemos
aprender qué es Dios, qué son las entidades vivientes, qué es prakṛti,
qué es la manifestación cósmica, cómo el tiempo la controla y cuáles son las
actividades de las entidades vivientes.
De estos
cinco temas básicos, en el Bhagavad-gītā se establece que la
Divinidad Suprema, o Kṛṣṇa, o Brahman, o el supremo controlador, o Paramātmā
—se puede emplear el nombre que se desee—, es el más importante de todos. Los
seres vivientes son semejantes al controlador supremo desde el punto de vista
cualitativo. Por ejemplo, el Señor tiene el control de los asuntos universales
de la naturaleza material, como se explicará en los capítulos finales del Bhagavad-gītā.
La naturaleza material no es independiente. Ella actúa bajo la dirección del
Señor Supremo. Como dice el Señor Kṛṣṇa: mayādhyakṣeṇa prākṛtiḥ sūyate
sa-carācaram, «Esta naturaleza material está actuando bajo mi dirección».
Cuando vemos que en la naturaleza cósmica ocurren cosas maravillosas, hemos de
saber que tras esa manifestación cósmica hay un controlador. Nada podría
manifestarse sin estar controlado. Es pueril no tener en cuenta al controlador.
Por ejemplo, un niño puede que piense que el automóvil es algo muy maravilloso,
por ser capaz de desplazarse sin ser tirado por un caballo u otro animal, pero
un hombre cuerdo conoce la naturaleza del funcionamiento mecánico del
automóvil. Él siempre sabe que tras la maquinaria hay un hombre, un conductor.
De modo similar, el Señor Supremo es el conductor bajo cuya dirección todo está
funcionando. Ahora bien, como notaremos en los capítulos finales, el Señor ha
aceptado que las jīvas, o las entidades vivientes, son Sus partes
integrales. Una partícula de oro también es oro, una gota de agua del océano
también es salada, y, de igual manera, nosotros, las entidades vivientes,
siendo parte integral del supremo controlador, īśvara, o
Bhagavān, el Señor Kṛṣṇa, tenemos todas las cualidades del Señor Supremo en una
diminuta cantidad, porque somos īśvaras diminutos, īśvaras subordinados.
Nosotros estamos tratando de controlar la naturaleza, tal como actualmente
estamos tratando de controlar el espacio o los planetas, y esa tendencia a
controlar existe porque se halla en Kṛṣṇa. Pero aunque tenemos la tendencia a
enseñorearnos de la naturaleza material, debemos saber que no somos el
controlador supremo. Ello se explica en el Bhagavad-gītā.
¿Qué es
la naturaleza material? Eso también se explica en el Gītā,
diciendo que es prakṛti inferior, naturaleza inferior. A la
entidad viviente se la explica como la prakṛti superior. Ya
sea superior o inferior, prakṛti siempre se halla bajo
control. Prakṛti es femenina, y el Señor la controla tal
como el esposo controla las actividades de la esposa. Prakṛti siempre
está subordinada, predominada por el Señor, quien es el predominador. Tanto las
entidades vivientes como la naturaleza material están predominadas,
controladas, por el Señor Supremo. De acuerdo con el Gītā, aunque
las entidades vivientes son partes integrales del Señor Supremo, se las debe
considerar prakṛti. Eso se menciona claramente en el capítulo
siete del Bhagavad-gītā. Apareyam itas tv anyāṁ prakṛtiṁ
viddhi me parāṁ/ jīva-bhūtām: «Esta naturaleza material es Mi prakṛti inferior,
pero más allá de ella hay otra prakṛti: jīva-bhūtām,
la entidad viviente».
La propia
naturaleza material está constituida por tres cualidades: la modalidad de la
bondad, la modalidad de la pasión y la modalidad de la ignorancia. Por encima
de estas modalidades se halla el tiempo eterno, y mediante una combinación de
esas modalidades de la naturaleza, y bajo el control y la supervisión del
tiempo eterno, aparecen las actividades, las cuales se denominan karma.
Estas actividades se están realizando desde tiempo inmemorial, y nosotros
estamos sufriendo o disfrutando de los frutos de nuestras actividades. Por
ejemplo, supóngase que yo soy un hombre de negocios que ha trabajado muy duro y
con inteligencia, y que ha amasado una gran fortuna. Entonces, soy un
disfrutador. Pero, supóngase que luego pierdo todo mi dinero en los negocios.
Entonces, me embarga el sufrimiento. De la misma manera, en cada aspecto de la
vida disfrutamos de los resultados de nuestro trabajo o sufrimos con los
resultados de él. Eso se denomina karma.
En el Bhagavad-gītā se
explican todos esos temas: īśvara (el Señor Supremo), jīva (la
entidad viviente), prakṛti (la naturaleza), kāla (el
tiempo eterno) y karma (la actividad). De estos cinco, el
Señor, las entidades vivientes, la naturaleza material y el tiempo son eternos.
La manifestación de prakṛti puede que sea temporal, pero no
es falsa. Algunos filósofos dicen que la manifestación de la naturaleza
material es falsa, pero, según la filosofía del Bhagavad-gītā o
según la filosofía de los vaiṣṇavas, no es así. La manifestación
del mundo no se acepta como falsa; se acepta como real, pero temporal. Se dice
que se asemeja a una nube que se desplaza por el cielo, o a la llegada de la
estación lluviosa que nutre los granos. En cuanto la estación lluviosa se acaba
y la nube desaparece, se secan todos los cultivos que la lluvia nutría. De la
misma manera, esta manifestación material aparece en un cierto momento,
permanece por un tiempo y luego desaparece. Así es el funcionamiento de prakṛti.
Pero ese ciclo existe eternamente. Por lo tanto, prakṛti es
eterna; no es falsa. El Señor se refiere a ella como «Mi prakṛti».
Esta naturaleza material es la energía separada del Señor Supremo, y, de igual
manera, las entidades vivientes también son la energía del Señor Supremo,
aunque no están separadas, sino, más bien, relacionadas eternamente. Así que,
el Señor, la entidad viviente, la naturaleza material y el tiempo están todos
interrelacionados y son todos eternos. Sin embargo, el otro factor, karma,
no es eterno. Los efectos del karma puede que sean de hecho
muy antiguos. Estamos padeciendo o disfrutando de los resultados de nuestras
actividades desde tiempos inmemoriales, pero podemos cambiar los resultados de
nuestro karma, o actividad, y ese cambio depende del
perfeccionamiento de nuestro conocimiento. Estamos dedicados a diversas
actividades, e, indudablemente, no sabemos qué clase de actividades deberíamos
adoptar para lograr liberarnos de las acciones y reacciones de todas ellas,
pero esto también se explica en el Bhagavad-gītā.
La
posición de īśvara, el Señor Supremo, es la de ser la conciencia
suprema. Las jīvas, o las entidades vivientes, siendo partes
integrales del Señor Supremo, también están conscientes. Tanto a la entidad
viviente como a la naturaleza material se las explica como prakṛti,
energía del Señor Supremo, pero una de las dos, la jīva, está
consciente; la otra prakṛti no lo está. He ahí la
diferencia. Por consiguiente, la jīva-prakṛti se denomina
superior, debido a que la jīva tiene una conciencia que es
similar a la del Señor. Sin embargo, la del Señor es la conciencia suprema, y
uno no debe creer que la jīva, la entidad viviente, también es
supremamente consciente. El ser viviente no puede ser supremamente consciente
en ninguna etapa de su perfeccionamiento, y la teoría de que puede serlo es una
teoría engañosa. Consciente sí puede ser, pero no perfecta o supremamente
consciente.
La
diferencia que hay entre la jīva y el īśvara se
explicará en el capítulo trece del Bhagavad-gītā. El Señor
es kṣetra-jña, está consciente, tal como lo está el ser viviente,
pero el ser viviente está consciente de su cuerpo en particular, mientras que
el Señor está consciente de todos los cuerpos. Como Él vive en el corazón de
todo ser viviente, está consciente de los movimientos psíquicos de cada jīva en
particular. No debemos olvidar esto. También se explica que el Paramātmā, la
Suprema Personalidad de Dios, vive en el corazón de todos como īśvara,
como el controlador, y que le da indicaciones a la entidad viviente para que
actúe como lo desee. La entidad viviente se olvida de lo que hay que hacer.
Primero decide actuar de una cierta manera, y luego se enreda en las acciones y
reacciones de su propio karma. Después de abandonar un tipo de
cuerpo, entra en otro tipo de cuerpo, tal como uno se pone y se quita la ropa.
Mientras el alma transmigra de ese modo, sufre las acciones y reacciones de sus
actividades pasadas. Esas actividades pueden cambiarse cuando el ser viviente
se halla bajo el control de la modalidad de la bondad, cuando está cuerdo y entiende
qué clase de actividades debe adoptar. Si así lo hace, se puede entonces hacer
que cambien todas las acciones y reacciones de sus actividades pasadas. En
consecuencia, el karma no es eterno. Por lo tanto, dijimos
que de los cinco factores (īśvara, jīva, prakṛti, el tiempo y el karma),
cuatro son eternos, mientras que el karma no lo es.
El
supremo īśvara consciente es semejante a la entidad viviente
en esto: tanto la conciencia del Señor como la de la entidad viviente son
trascendentales. La conciencia no la genera la asociación con la materia. Esa
es una idea equivocada. En el Bhagavad-gītā no se acepta la
teoría de que la conciencia se desarrolla bajo ciertas circunstancias producto
de la combinación material. La cobertura de las circunstancias materiales puede
hacer que la conciencia se refleje de un modo desvirtuado, de la misma manera
en que la luz que se refleja a través de un vidrio teñido puede que parezca ser
de un cierto color; pero a la conciencia del Señor no la afecta lo material. El
Señor Kṛṣṇa dice: mayādhyakṣeṇa prakṛtiḥ. Cuando Él desciende al
universo material, Su conciencia no es afectada por lo material. Si ello lo
afectara, Él no sería apto para hablar de asuntos trascendentales, tal como lo
hace en el Bhagavad-gītā. Uno no puede decir nada acerca del
mundo trascendental, si no está libre de la conciencia contaminada por lo
material. Así que al Señor no lo contamina lo material, pero en los actuales
momentos nuestra conciencia sí se halla contaminada por lo
material. El Bhagavad-gītā enseña que tenemos que purificar
esa conciencia contaminada por lo material. Al encontrarnos en el estado de
conciencia pura, nuestras acciones se acoplarán con la voluntad del īśvara,
y eso nos hará felices. No ha de creerse que tenemos que cesar todas las
actividades, sino que nuestras actividades deben ser purificadas, y, una vez
purificadas, se denominan bhakti. Las actividades en estado
de bhakti parecen ser actividades ordinarias, pero no están
contaminadas. Una persona ignorante puede que vea que el devoto está obrando o
trabajando como un hombre ordinario, pero dicha persona de escaso acopio de
conocimiento no sabe que a las actividades del devoto o del Señor no las
contamina la conciencia impura o la materia. Ellos son trascendentales a las
tres modalidades de la naturaleza. Hemos de saber, sin embargo, que en este
momento nuestra conciencia está contaminada.
Cuando
estamos contaminados por lo material, se nos llama condicionados. La conciencia
falsa se exhibe bajo la impresión de que «yo soy un producto de la naturaleza
material». Eso se denomina ego falso. Aquel que está absorto en pensar en
concepciones corporales, no puede entender su situación. El Bhagavad-gītā se
presentó para liberarlo a uno de la concepción corporal de la vida, y Arjuna se
puso en esa posición para recibir esa información de labios del Señor. Uno
tiene que liberarse de la concepción corporal de la vida; eso constituye la
actividad preliminar del trascendentalista. Aquel que quiere ser libre, que
quiere liberarse, debe primero que todo aprender que no es este cuerpo
material. Mukti, o liberación, significa estar libre de la
conciencia material. También en el Śrīmad-Bhāgavatam se da
la definición de liberación. Muktir hitvānyathā-rūpaṁ svarūpeṇa
vyavasthitiḥ: mukti significa liberarse de la
conciencia contaminada de este mundo material, y situarse en el estado de
conciencia pura. Todas las instrucciones del Bhagavad-gītā tienen
la finalidad de despertar esa conciencia pura, y, por consiguiente, encontramos
que en la última etapa de las instrucciones del Gītā, Kṛṣṇa le
pregunta a Arjuna si ya se encuentra en el estado de conciencia purificada.
Conciencia purificada significa actuar de conformidad con las instrucciones del
Señor. Esta es toda la esencia de la conciencia purificada. Como somos partes
integrales del Señor, la conciencia ya está allí, pero en nuestro caso existe
la propensión a ser afectados por las modalidades inferiores. Mas, el Señor,
siendo el Supremo, nunca se ve afectado. Esa es la diferencia entre el Señor
Supremo y las pequeñas almas individuales.
¿Qué es
esa conciencia? Esa conciencia es «yo soy». Y, ¿qué soy? Cuando la conciencia
está contaminada, «yo soy» significa «yo soy el señor de todo lo que veo. Yo
soy el disfrutador». El mundo gira porque cada ser vivo cree que es el señor y
creador del mundo material. La conciencia material tiene dos divisiones
psíquicas. Una de ellas es que «yo soy el creador» y la otra es que «yo soy el
disfrutador». Pero, en realidad, el Señor Supremo es tanto el creador como el
disfrutador, y la entidad viviente, siendo parte integral del Señor Supremo, no
es ni el creador ni el disfrutador, sino un cooperador. Ella es lo creado y lo disfrutado.
Por ejemplo, una parte de una máquina coopera con toda la máquina; una parte
del cuerpo coopera con todo el cuerpo. Las manos, las piernas, los ojos, etc.,
son todos partes del cuerpo, pero no son realmente los disfrutadores. El
estómago es el disfrutador. Las piernas transportan, las manos suministran
comida, los dientes mastican, y todas las partes del cuerpo se ocupan de
satisfacer al estómago, porque este es el principal factor que nutre el
funcionamiento del cuerpo. Por lo tanto, al estómago se le da todo. Uno nutre
el árbol regando su raíz, y uno nutre el cuerpo alimentando al estómago, pues
para que el cuerpo se mantenga sano, las partes del cuerpo deben cooperar en
alimentar al estómago. De igual manera, el Señor Supremo es el disfrutador y el
creador, y nosotros, como seres vivientes subordinados que somos, tenemos la
función de cooperar para satisfacerlo. Esa cooperación de hecho nos ayudará,
tal como la comida que recibe el estómago ayuda a todas las demás partes del
cuerpo. Si los dedos de la mano creen que ellos deben tomar la comida en vez de
proporcionársela al estómago, se frustrarán. La figura central de la creación y
del disfrute es el Señor Supremo, y las entidades vivientes son cooperadoras.
Ellas disfrutan mediante la cooperación. La relación es también como la que hay
entre el amo y el sirviente. Si el amo está plenamente satisfecho, entonces el
sirviente también lo estará. Así mismo, se debe satisfacer al Señor Supremo,
aunque la tendencia a volverse el creador y la tendencia a disfrutar el mundo
material también se encuentran en las entidades vivientes, porque esas
tendencias se hallan en el Señor Supremo, el cual creó el mundo cósmico
manifestado.
Encontraremos,
pues, en este Bhagavad-gītā, que el todo completo comprende al
controlador supremo, las entidades vivientes controladas, la manifestación
cósmica, el tiempo eterno y karma, o las actividades, y todo ello
se explica en este texto. Todo ello tomado en conjunto forma el todo completo,
y a este se lo denomina la Suprema Verdad Absoluta. El todo completo y la
Verdad Absoluta completa constituyen la Suprema Personalidad de Dios completa,
Śrī Kṛṣṇa. Todas las manifestaciones se deben a Sus diferentes energías.
Él es el todo completo.
En
el Gītā se explica además que el Brahman impersonal también
está subordinado a la Suprema Persona completa (brahmaṇo hi pratiṣṭhāham).
En el Brahma-sūtra, el Brahman se explica de un modo más
explícito, diciendo que es como los rayos de la luz del Sol. El Brahman
impersonal constituye los luminosos rayos de la Suprema Personalidad de Dios.
El Brahman impersonal es la comprensión incompleta del todo absoluto, tal como
lo es también la concepción de Paramātmā. En el capítulo quince se verá que la
Suprema Personalidad de Dios, Puruṣottama, está más allá tanto del Brahman
impersonal como de la parcial comprensión de Paramātmā. La Suprema Personalidad
de Dios se dice que es sac-cid-ānanda-vigraha. La Brahma-saṁhitā empieza
de la siguiente manera: īśvaraḥ paramaḥ kṛṣṇaḥ
sac-cid-ānanda-vigrahaḥ/ anādir ādir govindaḥ sarva-kāraṇa-kāraṇam. «Govinda,
Kṛṣṇa, es la causa de todas las causas. Él es la causa original y la propia
forma de la eternidad, el conocimiento y la bienaventuranza». La comprensión
del Brahman impersonal es la comprensión de Su característica sat (eternidad).
La comprensión Paramātmā es la comprensión del sat, cit (conocimiento
eterno). Pero la comprensión de la Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, es la
comprensión de todas las características trascendentales —sat, cit y ānanda (eternidad,
conocimiento y bienaventuranza)—, en vigraha (forma)
completa.
Cierta
gente con poca inteligencia considera que la Verdad Suprema es impersonal. Pero
Él es una persona trascendental, y esto lo confirman todas las Escrituras
védicas. Nityo nityānāṁ cetanaś cetanānām (Kaṭha
Upaniṣad 2.2.13). Así como nosotros somos seres vivientes
individuales y tenemos nuestra individualidad, la Suprema Verdad Absoluta
también es, en fin de cuentas, una persona, y la comprensión de la Personalidad
de Dios es la comprensión de todas las características trascendentales, en Su
forma completa. El todo completo no carece de forma. Si Él fuera informe o si
fuera menos que cualquier otra cosa, entonces no podría ser el todo completo.
El todo completo debe poseer todo lo que se halle dentro del marco de nuestra
experiencia y más allá de ella, pues, de lo contrario, no podría ser completo.
El todo
completo, la Personalidad de Dios, tiene inmensas potencias (parāsya śaktir
vividhaiva śrūyate). En el Bhagavad-gītā también se
explica cómo Kṛṣṇa actúa con diferentes potencias. Este mundo de fenómenos, o
mundo material, en el que se nos ha puesto, también es completo en sí mismo,
porque los veinticuatro elementos de los que, según la filosofía sāṅkhya,
este universo material es una manifestación temporal, están completamente
adaptados para producir recursos completos, que se requieren para el
mantenimiento y subsistencia de este universo. No hay nada que sea ajeno; ni
tampoco se requiere de nada. Esta manifestación tiene su propio tiempo, fijado
por la energía del todo supremo, y cuando su tiempo se complete, estas
manifestaciones temporales serán aniquiladas por la disposición completa del
completo. Existen facilidades completas para que las pequeñas unidades
completas, es decir, las entidades vivientes, lleguen a comprender al completo,
y todas las clases de estados incompletos se experimentan a causa del
conocimiento incompleto acerca del completo. De manera que, el Bhagavad-gītā contiene
el conocimiento completo de la sabiduría védica.
Todo el
conocimiento védico es infalible, y los hindúes aceptan el conocimiento védico
como completo e infalible. Por ejemplo, el estiércol de la vaca es el
excremento de un animal, y, según el smṛti, o el mandamiento
védico, si uno toca el excremento de un animal, tiene que bañarse para
purificarse. Pero en las Escrituras védicas se considera que el estiércol de
vaca es un agente purificador. Uno pudiera considerar que esto es contradictorio,
pero se acepta por ser un mandamiento védico, y, en efecto, uno no comete
ningún error al aceptarlo. Posteriormente, la ciencia moderna ha comprobado que
el estiércol de vaca contiene toda clase de propiedades antisépticas. Así que
el conocimiento védico es completo, debido a que está más allá de toda duda y
error, y el Bhagavad-gītā es la esencia de todo el
conocimiento védico.
El
conocimiento védico no es una cuestión de investigación. Nuestra labor de
investigación es imperfecta, porque estamos investigando las cosas con sentidos
imperfectos. Tenemos que adquirir conocimiento perfecto, que, como se declara
en el Bhagavad-gītā, desciende mediante el paramparā (la
sucesión discipular). Tenemos que recibir el conocimiento de labios de la
fuente indicada que forme parte de la sucesión discipular que comienza con el
maestro espiritual supremo, el propio Señor, y del que se le ha hecho entrega a
una sucesión de maestros espirituales. Arjuna, quien fue el alumno del Señor
Śrī Kṛṣṇa, acepta todo lo que Él dice, sin contradecirlo. No se permite que uno
acepte una porción del Bhagavad-gītā y otra no. De ninguna
manera. Debemos aceptar el Bhagavad-gītā sin interpretarlo,
sin omisiones y sin una participación caprichosa en la materia. Se debe tomar
el Gītā como la presentación más perfecta del conocimiento
védico. El conocimiento védico se recibe proveniente de fuentes
trascendentales, y las primeras palabras las habló el propio Señor. Las
palabras que habla el Señor se denominan apauruṣeya, lo cual
significa que son diferentes de las palabras que habla una persona mundana, la
cual adolece de cuatro defectos. Una persona mundana (1) es seguro que comete
errores, (2) siempre está engañada, (3) tiene la tendencia a engañar a los
demás, y (4) se halla limitada por unos sentidos imperfectos. Con estas cuatro
imperfecciones, uno no puede proporcionar información perfecta acerca del
conocimiento omnipresente.
El
conocimiento védico no lo imparte esa clase de entidades vivientes defectuosas.
Se le impartió en el corazón a Brahmā, el primer ser viviente que fue creado, y
Brahmā a su vez diseminó ese conocimiento entre sus hijos y discípulos, tal
como él lo recibió originalmente de labios del Señor. El Señor es pūrṇam,
omniperfecto, y no hay ninguna posibilidad de que Él llegue a estar supeditado
a las leyes de la naturaleza material. En consecuencia, uno debe ser lo
suficientemente inteligente como para saber que el Señor es el único
propietario de todo lo que hay en el universo, y que Él es el creador original,
el creador de Brahmā. En el capítulo once, al Señor se lo nombra como prapitāmaha,
porque a Brahmā se lo nombra como pitāmaha, el abuelo, y Él es el
creador del abuelo. Así pues, uno no debe creer que es el propietario de nada.
Uno debe aceptar únicamente las cosas que el Señor le ha asignado para su
manutención.
Hay
muchos ejemplos de cómo hemos de utilizar esas cosas que el Señor nos ha
asignado. Ello también se explica en el Bhagavad-gītā. Al
principio, Arjuna decidió que no pelearía en la batalla de Kurukṣetra. Esa era
su propia decisión. Arjuna le dijo al Señor que, después de matar a sus propios
parientes, no iba a poder disfrutar del reino. Esta decisión se basaba en el cuerpo,
porque Arjuna creía que él era el cuerpo, y que sus parientes o expansiones
corporales eran sus hermanos, sobrinos, cuñados, abuelos, etc. Por consiguente,
él quería satisfacer las exigencias de su cuerpo. El Señor habló el Bhagavad-gītā precisamente
para cambiar ese punto de vista, y al final Arjuna decide pelear siguiendo las
indicaciones del Señor, cuando dice: kariṣye vacanaṁ tava,
«actuaré conforme a Tu palabra».
En este
mundo, los hombres no fueron creados para reñir como los perros y los gatos.
Los hombres deben ser inteligentes, para percatarse de la importancia de la
vida humana y negarse a actuar como animales ordinarios. El ser humano debe
darse cuenta de cuál es el objetivo de su vida; esa información se da en todas
las Escrituras védicas, y la esencia de ella se da en el Bhagavad-gītā.
La literatura védica está hecha para los seres humanos, no para los animales.
Los animales pueden matar a otros animales y no hay posibilidad alguna de que
incurran en pecado; pero si un hombre mata a un animal en aras de la
satisfacción de su paladar descontrolado, se le culpará de romper las leyes de
la naturaleza. En el Bhagavad-gītā se explica claramente que
hay tres clases de actividades según las diferentes modalidades de la
naturaleza: las actividades de la bondad, las de la pasión y las de la
ignorancia. De modo similar, también hay tres clases de comestibles:
comestibles influidos por la bondad, por la pasión y por la ignorancia. Todo
esto se halla claramente descrito, y si utilizamos bien las instrucciones
del Bhagavad-gītā, toda nuestra vida se purificará, y al final
podremos llegar al destino que se encuentra más allá de este cielo material.
Ese
destino se denomina el cielo sanātana, el eterno cielo
espiritual (yad gatvā na nivartante tad dhāma paramaṁ mama). En
este mundo material observamos que todo es temporal. Todo aparece, permanece
por algún tiempo, produce algunos subproductos, mengua y luego desaparece. Esa
es la ley del mundo material, ya sea que usemos como ejemplo este cuerpo, un
pedazo de fruta o cualquier otra cosa. Pero más allá de este mundo temporal,
hay otro mundo del cual tenemos información. Ese mundo está hecho de otra
naturaleza, la cual es sanātana, eterna. A la jīva también
se la describe como sanātana, eterna, y en el capítulo once al
Señor también se lo describe de esa manera. Nosotros tenemos una relación
íntima con el Señor, y como todos somos uno desde el punto de vista cualitativo
—el sanātana-dhama, o el cielo, la suprema personalidad sanātana y
las entidades vivientes sanātana—, todo el propósito del Bhagavad-gītā es
el de revivir nuestra ocupación sanātana, o el sanātana-dharma,
que es la ocupación eterna de la entidad viviente. Nosotros nos hallamos
dedicados temporalmente a diferentes actividades, pero todas ellas pueden
purificarse, cuando las dejemos y emprendamos las actividades que prescribe el
Señor Supremo. Eso se denomina nuestra vida pura.
El Señor
Supremo y Su morada trascendental son ambos sanātana, tal como lo
son también las entidades vivientes, y la asociación conjunta del Señor Supremo
y las entidades vivientes en la morada sanātana constituye
la perfección de la vida humana. El Señor es muy bondadoso con las entidades
vivientes, porque estas son Sus hijas. El Señor Kṛṣṇa declara en el Bhagavad-gītā: sarva-yoniṣu...
ahaṁ bīja-pradaḥ pitā, «Yo soy el padre de todos». Desde luego, existen
toda clase de entidades vivientes según sus diversos karmas, pero
aquí el Señor declara que es el padre de todas ellas. Por consiguiente, el
Señor desciende a redimir a todas esas almas caídas y condicionadas, y a
hacerles un llamado para que regresen al eterno cielo sanātana,
de modo que las entidades vivientes sanātana puedan recobrar
sus eternas posiciones sanātana, en asociación eterna con el
Señor. Para redimir a las almas condicionadas, el propio Señor viene en
diferentes encarnaciones, o envía a Sus sirvientes íntimos como hijos o a Sus
asociados o ācāryas.
Por lo
tanto, el sanātana-dharma no se refiere a ningún proceso
sectario de religión. Es la función eterna de las entidades vivientes eternas,
en relación con el eterno Señor Supremo. Como ya se dijo antes, el sanātana-dharma se
refiere a la ocupación eterna de la entidad viviente. Śrīpāda Rāmānujācārya ha
explicado la palabra sanātana como «aquello que no tiene
principio ni fin». De modo que, cuando hablamos de sanātana-dharma,
debemos dar por sentado, sobre la base de la autoridad de Śrīpāda
Rāmanujācārya, que dicho sanātana-dharma no tiene ni principio
ni fin.
La
palabra religión es un poco diferente a la palabra sanātana-dharma. Religión lleva
consigo la idea de fe, y la fe puede cambiar. Uno puede tener fe en un proceso
en particular, y puede cambiar de fe y adoptar otra. Pero el sanātana-dharma se
refiere a aquella actividad que no se puede cambiar. Por ejemplo, al agua no se
le puede quitar la liquidez, ni al fuego se le puede quitar el calor. De igual
manera, a la eterna entidad viviente no se le puede quitar su función eterna.
El sanātana-dharma es eternamente parte integral de la
entidad viviente. Así pues, cuando hablamos de sanātana-dharma,
debemos dar por sentado, sobre la base de la autoridad de Śrīpāda
Rāmanujācārya, que dicho sanātana-dharma no tiene ni
principio ni fin. Aquello que no tiene principio ni fin no puede ser sectario,
pues ninguna clase de límites puede coartarlo. Aquellos que pertenecen a alguna
fe sectaria habrán de considerar equivocadamente que el sanātana-dharma también
es sectario. Pero si profundizamos en el asunto y lo consideramos a la luz de
la ciencia moderna, podremos ver que el sanātana-dharma es
la ocupación de toda la gente del mundo, y, más aún, de todas las entidades
vivientes del universo.
Una fe
religiosa no sanātana puede que tenga algún comienzo en los
anales de la historia humana, pero no existe comienzo de la historia del sanātana-dharma,
porque este último permanece eternamente con las entidades vivientes. En lo que
respecta a la entidad viviente, los śāstras autoritativos
determinan que para ella no hay nacimiento ni muerte. En el Gītā se
establece que la entidad viviente nunca nace y nunca muere. La entidad viviente
es eterna e indestructible, y continúa viviendo después de la destrucción de
este cuerpo material temporal. En relación con el concepto de sanātana-dharma,
debemos tratar de entender el concepto de religión a partir del significado de
la raíz sánscrita de la palabra. Dharma se refiere a aquello
que existe constantemente con un objeto en particular. Nosotros concluimos que
junto con el fuego hay luz y calor; sin luz y calor, la palabra fuego no tiene
sentido. De modo similar, debemos descubrir la parte esencial del ser viviente,
aquella parte que es su compañera constante. Esa compañera constante es su
cualidad eterna, y esa cualidad eterna es su religión eterna.
Cuando
Sanātana Gosvāmī le preguntó a Śrī Caitanya Mahāprabhu que cuál era el svarūpa de
todo ser viviente, el Señor respondió que el svarūpa, o la
posición constitucional del ser viviente, es la de prestarle servicio a la
Suprema Personalidad de Dios. Si analizamos esta declaración del Señor
Caitanya, podremos ver con facilidad que todo ser viviente siempre está
dedicado a prestarle servicio a otro ser viviente. Un ser viviente sirve a
otros seres vivientes de diversas maneras. Al hacerlo, la entidad viviente
disfruta de la vida. Los animales inferiores sirven a los seres humanos tal
como los sirvientes sirven a su amo. A sirve al amo B, B sirve al amo C, C
sirve al amo D, y así sucesivamente. Sobre la base de esto, podemos ver que un
amigo sirve a otro, la madre sirve al hijo, la esposa sirve al esposo, el
esposo sirve a la esposa, etc. Si seguimos investigando con este espíritu, se
verá que en la sociedad de los seres vivos no hay ninguna excepción a la
actividad de servir. El político le presenta a la gente su manifiesto, para
convencerla de la capacidad que él tiene de servir. En consecuencia, los
electores le dan al político sus valiosos votos, considerando que él le
prestará a la sociedad un valioso servicio. El vendedor sirve al cliente, y el
artesano sirve al capitalista. El capitalista sirve a la familia, y la familia
sirve al Estado en términos de la capacidad eterna del eterno ser viviente. De
esa manera podemos ver que ningún ser viviente está exento de prestarles
servicio a otros seres vivientes, y, por lo tanto, podemos concluir con toda
seguridad que el servicio es el compañero constante del ser viviente, y que el
prestar servicio es la religión eterna del ser viviente.
Sin
embargo, el hombre dice pertenecer a un tipo de fe en particular en relación
con un tiempo y una circunstancia en particular, y en virtud de ello dice ser
hindú, musulmán, cristiano, buddhista, o adepto de alguna otra secta. Tales
designaciones son no sanātana-dharma. Puede que un hindú cambie
de fe y se vuelva musulmán, o que un musulmán cambie de fe y se vuelva hindú, o
que un cristiano cambie de fe, etc. Pero en todas las circunstancias, el cambio
de fe religiosa no afecta la ocupación eterna de prestarle servicio a los
demás. El hindú, musulmán o cristiano es sirviente de alguien, pese a
cualesquiera circunstancias. De manera que, profesar un tipo particular de fe
no es profesar el sanātana-dharma de uno. Prestar servicio
es el sanātana-dharma.
De
hecho, estamos relacionados con el Señor Supremo a través del servicio. El
Señor Supremo es el disfrutador supremo, y nosotros, las entidades vivientes,
somos Sus servidores. Nosotros hemos sido creados para el disfrute de Él, y si
participamos con la Suprema Personalidad de Dios en ese goce eterno, seremos
felices. No podemos llegar a ser felices de ninguna otra manera. No es posible
ser feliz independientemente, de la misma manera en que ninguna parte del
cuerpo puede ser feliz sin cooperar con el estómago. La entidad viviente no
puede ser feliz sin prestarle al Señor Supremo un amoroso servicio
trascendental.
En el Bhagavad-gītā no
se aprueba la adoración de los diferentes semidioses ni el prestarles servicio
a ellos. En el capítulo siete, verso veinte, se afirma:
kāmais tais tair hṛta-jñānāḥ
prapadyante ’nya-devatāḥ
taṁ taṁ niyamam āsthāya
prakṛtyā niyatāḥ svayā
«Aquellos
a quienes los deseos materiales les han robado la inteligencia, se entregan a
los semidioses y siguen las reglas y regulaciones específicas de adoración que
corresponden a sus propias naturalezas». Aquí se dice claramente que aquellos a
quienes los guía la lujuria, adoran a los semidioses y no al Supremo Señor
Kṛṣṇa. Cuando hacemos mención del nombre Kṛṣṇa, no nos referimos a ningún
nombre sectario. Kṛṣṇa significa el placer máximo, y se ha
confirmado que el Señor Supremo es la fuente o el depósito de todo placer.
Todos anhelamos placer. Ānanda-mayo ’bhyāsāt (Vedānta-sūtra 1.1.12).
Las entidades vivientes, al igual que el Señor, están colmadas de conciencia y
se hallan en busca de la felicidad. El Señor es feliz perpetuamente, y si las
entidades vivientes se relacionan con el Señor, cooperan con Él y participan de
Su asociación, entonces ellas también se vuelven felices.
El Señor
desciende a este mundo mortal para exhibir Sus pasatiempos en Vṛndāvana, los
cuales están colmados de felicidad. Cuando el Señor Śrī Kṛṣṇa se encontraba en
Vṛndāvana, todas Sus actividades con Sus amigos pastorcillos, con Sus amigas
las doncellas, con los demás habitantes de Vṛndāvana y con las vacas, estaban
colmadas de felicidad. Toda la población de Vṛndāvana no conocía nada fuera de
Kṛṣṇa. Pero el Señor Kṛṣṇa desalentó incluso a Su padre, Nanda Mahārāja, en lo
referente a la adoración del semidiós Indra, porque quería establecer el hecho
de que la gente no necesita adorar a ningún semidiós. La gente únicamente tiene
que adorar al Señor Supremo, pues su meta final es la de regresar a la morada
de Él.
La
morada del Señor Kṛṣṇa se describe en el Bhagavad-gītā, capítulo
quince, verso seis:
na tad bhāsayate sūryo
na śaśāṅko na pāvakaḥ
yad gatvā na nivartante
tad dhāma paramaṁ mama
«Esa
suprema morada Mía no está iluminada por el Sol ni la Luna, ni por el fuego, ni
por la electricidad. Aquellos que llegan a ella, nunca regresan a este mundo
material».
Este
verso da una descripción de ese cielo eterno. Tenemos, desde luego, una concepción
material de lo que es el cielo, y pensamos en él en relación con el Sol, la
Luna, las estrellas, etc. Pero en este verso el Señor declara que en el cielo
eterno no hay necesidad de Sol, Luna, electricidad o fuego de ninguna clase,
porque el cielo espiritual está de por sí iluminado por el brahma-jyotir,
los rayos que emanan del Señor Supremo. Estamos tratando con dificultad de
llegar a otros planetas, pero no es difícil entender la morada del Señor
Supremo. A esa morada se le refiere como Goloka. En la Brahma-saṁhitā (5.37)
se la describe de una manera hermosa: goloka eva nivasaty
akhilātma-bhūtaḥ. El Señor reside eternamente en Goloka, Su morada, y, sin
embargo, es accesible desde este mundo, y con ese fin viene a manifestar Su
verdadera forma sac-cid-ānanda-vigraha. Como Él manifiesta esa
forma, no hay necesidad alguna de que imaginemos cómo es Él. Para desalentar
esa clase de especulación imaginativa, Él desciende y se muestra tal como es,
como Śyāmasundara. Desgraciadamente, los poco inteligentes lo menosprecian,
porque Él viene como uno de nosotros y juega con nosotros como un ser humano.
Pero debido a ello, no debemos tomar al Señor por uno de nosotros. Mediante Su
omnipotencia, Él se presenta ante nosotros en Su verdadera forma y exhibe Sus
pasatiempos, que son réplicas de los pasatiempos que hay en Su morada.
En los
refulgentes rayos del cielo espiritual flotan una infinidad de planetas.
El brahma-jyotir emana de la morada suprema, Kṛṣṇaloka, y
los planetas ānanda-maya-cinmaya, que no son materiales, flotan
en esos rayos. El Señor dice: na tad bhāsayate sūryo na śaśāṅko na
pāvakaḥ/ yad gatvā na nivartante tad dhāma paramaṁ mama. Aquel que puede
acercarse a ese cielo espiritual, no tiene que descender de nuevo al cielo
material. En el cielo material, incluso si nos acercamos al planeta más elevado
de todos (Brahmaloka), ni qué hablar de la Luna, encontraremos las mismas
condiciones de la vida, es decir, el nacimiento, la muerte, las enfermedades y
la vejez. Ningún planeta del universo material está libre de estos cuatro
principios de la existencia material.
Las
entidades vivientes viajan de un planeta a otro, pero eso no significa que
podemos ir a cualquier planeta que queramos solo mediante un dispositivo
mecánico. Si deseamos ir a otros planetas, existe un proceso para hacerlo.
También eso se menciona: yānti deva-vratā devāṇ pitṝn yānti
pitṛ-vratāḥ. Si queremos viajes interplanetarios, no se necesita ningún
dispositivo mecánico. El Gītā instruye: yānti
deva-vratā devān. La Luna, el Sol y los planetas superiores se denominan
Svargaloka. Hay tres categorías distintas de planetas: los sistemas planetarios
superiores, medios e inferiores. La Tierra pertenece al sistema planetario
medio. El Bhagavad-gītā nos informa cómo viajar a los
sistemas planetarios superiores (Devaloka) con una fórmula muy sencilla: yānti
deva-vratā devān. Uno solo tiene que adorar al semidiós específico de ese
planeta en particular, y de esa forma ir a la Luna, al Sol o a cualquiera de
los sistemas planetarios superiores.
Sin
embargo, el Bhagavad-gītā no nos aconseja ir a ninguno de
los planetas de este mundo material, porque incluso si fuéramos a Brahmaloka
—el planeta más elevado de todos— por medio de algún dispositivo mecánico y
viajando quizás durante cuarenta mil años (¿y quién viviría tanto?), aún
encontraríamos los inconvenientes materiales del nacimiento, la muerte, las
enfermedades y la vejez. Pero aquel que quiere ir al planeta supremo,
Kṛṣṇaloka, o a cualquiera de los demás planetas del cielo espiritual, no se
encontrará con esos inconvenientes materiales. Entre todos los planetas del
cielo espiritual hay un planeta supremo, llamado Goloka Vṛndāvana, que, en la
morada de Śrī Kṛṣṇa, la Personalidad de Dios original, es el planeta original.
Toda esta información se da en el Bhagavad-gītā, y a través de
sus instrucciones se nos explica cómo abandonar el mundo material y comenzar
una verdadera vida dichosa en el cielo espiritual.
En el capítulo
quince del Bhagavad-gītā se da la verdadera descripción del
mundo material. En él se dice:
ūrdhva-mūlam adhaḥ-śākham
aśvatthaṁ prāhur avyayam
chandāṁsi yasya parṇāni
yas taṁ veda sa veda-vit
Ahí, al
mundo material se lo describe como un árbol cuyas raíces están hacia arriba y
cuyas ramas están hacia abajo. Nosotros tenemos experiencia de un árbol cuyas
raíces están hacia arriba. Si uno se para en la orilla de un río o de cualquier
depósito de agua, puede ver que los árboles que se reflejan en el agua están al
revés. Las ramas van hacia abajo y las raíces hacia arriba. De forma similar,
este mundo material es un reflejo del mundo espiritual. El mundo material no es
más que una sombra de la realidad. En la sombra no hay realidad o sustancia,
pero por la sombra llegamos a saber que hay sustancia y realidad. En el
desierto no hay agua, pero el espejismo indica que sí existe una cosa tal. En
el mundo material no hay agua, no hay felicidad; el agua auténtica de la
felicidad verdadera se encuentra en el mundo espiritual.
El Señor
aconseja que alcancemos el mundo espiritual de la siguiente manera (Bg.
15.5):
nirmāna-mohā jita-saṅga-doṣā
adhyātma-nityā vinivṛtta-kāmāḥ
dvandvair vimuktāḥ sukha-duḥkha-saṁjñair
gacchanty amūḍhāḥ padam avyayaṁ tat
Ese padam
avyayam, o reino eterno, puede alcanzarlo aquel que sea nirmāna-moha. ¿Qué
significa eso? Andamos en busca de designaciones. Unos quieren ser señor, otros
quieren ser Dios, otros quieren ser presidente, o un hombre rico, o un rey, o
alguna otra cosa. Mientras estemos apegados a esas designaciones, estaremos
apegados al cuerpo, porque las designaciones le pertenecen al cuerpo. Pero
nosotros no somos estos cuerpos, y percatarnos de esto constituye la primera
etapa de la comprensión espiritual. Nosotros estamos asociados con las tres
modalidades de la naturaleza material, pero debemos desapegarnos a través del
servicio devocional que se le presta al Señor. Si no estamos apegados a
prestarle servicio devocional al Señor, no podemos entonces desapegarnos de las
modalidades de la naturaleza material. Las designaciones y los apegos se deben
a nuestra lujuria y deseo, a querer enseñorearnos de la naturaleza material.
Mientras no dejemos esa propensión a enseñorearnos de la naturaleza material,
no hay ninguna posibilidad de regresar al reino del Supremo, el sanātana-dhāma.
Ese reino eterno nunca se destruye, le resulta accesible a aquel que no lo
confunden las atracciones de los falsos placeres materiales, a aquel que está
dedicado al servicio del Señor Supremo. Todo aquel que se encuentre en esa
posición, puede acercarse fácilmente a esa morada suprema.
En otra
parte del Gītā (8.21) se declara:
avyakto ’kṣara ity uktas
tam āhuḥ paramāṁ gatim
yaṁ prāpya na nivartante
tad dhāma paramaṁ mama
Avyakta significa no manifestado. Ni
siquiera el mundo material se manifiesta por entero ante nosotros. Nuestros
sentidos son tan imperfectos, que ni siquiera podemos ver todas las estrellas
que hay en este universo material. Con la literatura védica podemos adquirir
mucha información acerca de todos los planetas, y podemos creerla o no. Todos
los planetas importantes se describen en las Escrituras védicas, especialmente
en el Śrīmad-Bhāgavatam, y al mundo espiritual que se encuentra
más allá de este cielo material se lo describe como avyakta, no
manifestado. Uno debe desear y anhelar ir a ese reino supremo, pues cuando uno
lo alcanza, no tiene que regresar a este mundo material.
A
continuación, se podría preguntar qué debe hacer uno para ir a esa morada del
Señor Supremo. En el capítulo ocho se da información al respecto. Ahí se dice:
anta-kāle ca mām eva
smaran muktvā kalevaram
yaḥ prayāti sa mad-bhāvaṁ
yāti nāsty atra saṁśayaḥ
«Y
quienquiera que al final de la vida abandone el cuerpo recordándome únicamente
a Mí, de inmediato alcanza Mi naturaleza. De esto no hay ninguna duda» (Bhagavad-gītā 8.5).
Aquel que piensa en Kṛṣṇa a la hora de la muerte, va a Kṛṣṇa. Uno debe recordar
la forma de Kṛṣṇa; si uno abandona el cuerpo pensando en esa forma, es seguro
que va al reino espiritual. Mad-bhāvam se refiere a la
naturaleza suprema del Ser Supremo. El Ser Supremo es sac-cid-ānanda-vigraha,
es decir, Su forma es eterna y está colmada de conocimiento y bienaventuranza.
Nuestro cuerpo actual no es sac-cid-ānanda. Es asat,
no sat. No es eterno, sino perecedero. No es cit, no
está colmado de conocimiento, sino que está colmado de ignorancia. No tenemos
conocimiento acerca del reino espiritual; ni siquiera tenemos conocimiento
perfecto acerca de este mundo material, en el que hay muchísimas cosas que
desconocemos. El cuerpo es, además, nirānanda: en vez de estar
colmado de bienaventuranza, está colmado de sufrimiento. Todos los sufrimientos
que experimentamos en el mundo material tienen su origen en el cuerpo, pero
aquel que abandona este cuerpo pensando en el Señor Kṛṣṇa, la Suprema
Personalidad de Dios, de inmediato obtiene un cuerpo sac-cid-ānanda.
El
proceso de abandono de este cuerpo y de obtención de otro cuerpo en el mundo
material, también está organizado. El hombre muere después de que se ha
decidido qué clase de cuerpo tendrá en la vida siguiente. La decisión la toman
autoridades superiores, y no la propia entidad viviente. De acuerdo con
nuestras actividades en esta vida, o bien ascendemos, o bien nos hundimos. Esta
vida es una preparación para la siguiente. De manera que, si podemos
prepararnos en esta vida para ser promovidos al Reino de Dios, entonces,
después de dejar este cuerpo material, es seguro que obtendremos un cuerpo
espiritual tal como el del Señor.
Como se
explicó anteriormente, hay diferentes clases de trascendentalistas: el brahma-vādī,
el paramātma-vādī y el devoto, y, como ya se dijo, en
el brahma-jyotir (el cielo espiritual) existen innumerables
planetas espirituales. El número de esos planetas es muy, muy superior al de
los planetas de este mundo material. Este mundo material se ha calculado que es
únicamente una cuarta parte de la creación (ekaṁśena sthito jagat). En
este segmento material hay millones y billones de universos, con trillones de
planetas y soles, estrellas y lunas. Pero esta creación material por entero es
únicamente un fragmento de la creación total. La mayor parte de la creación se
encuentra en el cielo espiritual. Aquel que desee fundirse en la existencia del
Brahman Supremo, es de inmediato trasladado al brahma-jyotir del
Señor Supremo, y alcanza así el cielo espiritual. El devoto, el cual quiere
disfrutar de la compañía del Señor, entra en los planetas Vaikuṇṭha, que son
innumerables, y el Señor Supremo se asocia allí con él mediante Sus expansiones
plenarias, tales como Nārāyaṇa de cuatro manos y con diferentes nombres, tales
como Pradyumna, Aniruddha y Govinda. Por consiguiente, al final de la vida los
trascendentalistas piensan ya sea en el brahma-jyotir, en el
Paramātmā o en la Suprema Personalidad de Dios, Śrī Kṛṣṇa. En todos los casos
ellos entran en el cielo espiritual, pero solo el devoto, o aquel que está
personalmente en contacto con el Señor Supremo, entra en los planetas Vaikuṇṭha
o en el planeta Goloka Vṛndāvana. El Señor agrega además que, de ello «no hay
ninguna duda». Esto se debe creer firmemente. No debemos rechazar aquello que
no se acomode a nuestra imaginación; nuestra actitud debe ser la de Arjuna:
«Creo todo lo que me has dicho». Así pues, cuando el Señor dice que a la hora
de la muerte todo aquel que piense en Él como Brahman, como Paramātmā o como la
Personalidad de Dios, entra sin falta en el cielo espiritual, no hay duda de ello.
No hay posibilidad de no creerlo.
El Bhagavad-gītā (8.6)
también explica el principio general que hace que sea posible entrar en el
reino espiritual simplemente por el hecho de pensar en el Supremo a la hora de
la muerte.
yaṁ yaṁ vāpi smaran bhāvaṁ
tyajaty ante kalevaram
taṁ tam evaiti kaunteya
sadā tad-bhāva-bhāvitaḥ
«Cualquier
estado de existencia que uno recuerde cuando abandone el cuerpo, ese estado
alcanzará sin falta en la siguiente vida». Ahora bien, primero que todo debemos
entender que la naturaleza material es la manifestación de una de las energías
del Señor Supremo. En el Viṣṇu Purāṇa (6.7.61) se describen
las energías totales del Señor Supremo:
viṣṇu-śaktiḥ parā proktā
kṣetra-jñākhyā tathā parā
avidyā-karma-saṁjñānyā
tṛtīyā śaktir iṣyate
El Señor
Supremo tiene diversas e innumerables energías, las cuales se encuentran más
allá de nuestra concepción. Sin embargo, grandes y eruditos sabios o almas
liberadas han estudiado esas energías, y las han clasificado en tres partes.
Todas las energías son de viṣṇu-śakti, es decir, son diferentes
potencias del Señor Viṣṇu. La primera energía es parā, trascendental.
Las entidades vivientes también pertenecen a la energía superior tal como ya se
ha explicado. Las otras energías, o energías materiales, están influidas por la
modalidad de la ignorancia. En el momento de la muerte podemos, o bien
permanecer en el seno de la energía inferior de este mundo material, o bien
trasladarnos al ámbito de la energía del mundo espiritual. Por eso el Bhagavad-gītā (8.6)
dice:
yaṁ yaṁ vāpi smaran bhāvaṁ
tyajaty ante kalevaram
taṁ tam evaiti kaunteya
sadā tad-bhāva-bhāvitaḥ
«Cualquier
estado de existencia que uno recuerde cuando abandone el cuerpo, ese estado
alcanzará sin falta en la siguiente vida».
En la
vida estamos acostumbrados a pensar ya sea en la energía material o en la
espiritual. Ahora bien, ¿cómo podemos trasladar nuestro pensamiento de la
energía material a la energía espiritual? Hay muchísima literatura que llena
nuestros pensamientos con energía material: periódicos, revistas, novelas, etc.
Nuestro pensamiento, que ahora está absorto en esa literatura, debe ser
trasladado a la literatura védica. Por consiguiente, los grandes sabios han
escrito muchísimos libros védicos, tales como los Purāṇas. En
el Caitanya-caritāmṛta (Madhya 20.122) se
encuentra el siguiente verso:
māyā-mugdha jīvera nāhi svataḥ
kṛṣṇa-jñāna
jīvere kṛpāya kailā kṛṣṇa veda-purāṇa
Las
entidades vivientes olvidadizas, o almas condicionadas, han olvidado su
relación con el Señor Supremo, y están absortas en pensamientos acerca de las
actividades materiales. Solo para trasladar al cielo espiritual su capacidad de
pensar, Kṛṣṇa-dvaipāyana Vyāsa ha proporcionado un gran número de Escrituras
védicas. Primero, Él dividió los Vedas en cuatro, luego los
explicó en los Purāṇas, y, para la gente menos capacitada,
escribió el Mahābhārata. En el Mahābhārata se
presenta el Bhagavad-gītā. Además, toda la literatura védica se
resume en el Vedānta-sūtra, denominado el Śrīmad-Bhāgavatam. Siempre
debemos ocupar la mente en la lectura de esas Escrituras védicas. Así como los
materialistas ocupan la mente en la lectura de periódicos, revistas y tanta
literatura materialista como hay, así mismo debemos encauzar nuestra lectura
hacia esas Escrituras que nos dio Vyāsadeva; de esa manera resultará posible
recordar al Señor Supremo en el momento de la muerte. Esa es la única manera
que sugirió el Señor, y Él garantiza el resultado. «No hay duda de ello».
tasmāt sarveṣu kāleṣu
mām anusmara yudhya ca
mayy arpita-mano-buddhir
mām evaiṣyasy asaṁśayaḥ
«Por lo
tanto, Arjuna, siempre debes pensar en Mí en la forma de Kṛṣṇa, y al mismo
tiempo desempeñar tu deber prescrito de pelear. Con tus actividades dedicadas a
Mí y con la mente y la inteligencia fijas en Mí, llegarás a Mí sin duda alguna»
(Bg. 8.7).
Él no le
aconseja a Arjuna que simplemente lo recuerde y abandone su ocupación. No. El
Señor no sugiere nada que sea impráctico. En este mundo material, uno tiene que
trabajar para mantener el cuerpo. Conforme al trabajo, la sociedad humana está
dividida en cuatro órdenes sociales: brāhmaṇa‚ kṣatriya, vaiśya y śūdra. La
clase brāhmaṇa, o la clase inteligente, trabaja de una manera; la
clase kṣatriya o administradora trabaja de otra manera; y la
clase mercantil y los obreros atienden sus deberes específicos. En la sociedad
humana, todo el mundo tiene que trabajar para mantener su existencia, ya sea el
obrero, comerciante, administrador o agricultor, o incluso si uno pertenece a
la clase más alta y es un hombre de letras, un científico o un teólogo. Por lo
tanto, el Señor le dice a Arjuna que no tiene que abandonar su ocupación,
pero que, mientras esté dedicado a ella, debe recordar a Kṛṣṇa (mām
anusmara). Si él no practica el proceso de recordar a Kṛṣṇa mientras está
luchando por la existencia, entonces no le será posible recordar a Kṛṣṇa a la
hora de la muerte. El Señor Caitanya también aconseja lo mismo. Él dice: kīrtanīyaḥ
sadā hariḥ, uno siempre debe practicar el canto de los santos nombres del
Señor. Los nombres del Señor y el Señor no son diferentes el uno del otro. Así
que, la instrucción que el Señor Kṛṣṇa le dio a Arjuna «recuérdame», y el
mandamiento del Señor Caitanya de, «canta siempre los nombres del Señor Kṛṣṇa»,
es la misma instrucción. No hay diferencia entre las dos cosas, porque Kṛṣṇa y
el nombre de Kṛṣṇa no son diferentes entre sí. En el plano absoluto no hay
diferencia entre la referencia y lo referido. Por consiguiente, tenemos que
practicar el proceso de recordar siempre al Señor, las veinticuatro horas del
día, mediante el canto de Sus santos nombres y amoldando las actividades de
nuestra vida de forma tal que siempre podamos recordarlo a Él.
¿Cómo es
posible hacer esto? Los ācāryas dan el siguiente ejemplo. Si
una mujer casada está apegada a otro hombre, o si un hombre tiene un apego por
una mujer que no es su esposa, entonces dicho apego se debe considerar que es
muy fuerte. Aquel que tiene un apego tal, siempre está pensando en el ser
amado. La mujer casada que piensa en su amante, siempre piensa en reunirse con
él, incluso mientras desempeña sus quehaceres domésticos. A decir verdad, ella
realiza sus labores domésticas aún más cuidadosamente, para que su esposo no
sospeche de su apego. De forma similar, debemos recordar siempre al amante
supremo, Śrī Kṛṣṇa, y al mismo tiempo desempeñar muy bien nuestros deberes
materiales. Para ello se requiere de un fuerte sentimiento de amor. Si tenemos
un fuerte sentimiento de amor por el Señor Supremo, podremos entonces
desempeñar nuestro deber y al mismo tiempo recordarlo a Él. Pero tenemos que
cultivar ese sentimiento de amor. Arjuna, por ejemplo, siempre estaba pensando
en Kṛṣṇa; él era el compañero constante de Kṛṣṇa y al mismo tiempo era un
guerrero. Kṛṣṇa no le aconsejó que abandonara a la pelea y se fuera al bosque a
meditar. Cuando el Señor Kṛṣṇa le describe a Arjuna el sistema de yoga, Arjuna
dice que no le es posible practicar ese sistema.
arjuna uvāca
yo ’yaṁ yogas tvayā proktaḥ
sāmyena madhusūdana
etasyāhaṁ na paśyāmi
cañcalatvāt sthitiṁ sthirām
«Arjuna
dijo: ¡Oh, Madhusūdana!, el sistema de yoga que has resumido
me parece impráctico e intolerable, ya que la mente es inquieta e inestable» (Bg. 6.33).
Pero el
Señor dice:
yoginām api sarveṣāṁ
mad-gatenāntar-ātmanā
śraddhāvān bhajate yo māṁ
sa me yukta-tamo mataḥ
«De
todos los yogīs, aquel que tiene una gran fe y que siempre mora
en Mí, piensa en Mí y Me presta un amoroso servicio trascendental, es el que
está más íntimamente unido a Mí por medio del yoga, y es el
más elevado de todos. Esa es Mi opinión» (Bg. 6.47). Así que, aquel
que piensa siempre en el Señor Supremo, es el yogī más
grande de todos, el máximo jñanī y el más grande de todos
los devotos, al mismo tiempo. El Señor le dice además a Arjuna que, como kṣatriya que
es, no puede abandonar la pelea, pero que si Arjuna lucha recordando a Kṛṣṇa,
podrá entonces recordar a Kṛṣṇa a la hora de la muerte. Mas, uno debe estar
completamente entregado al amoroso servicio trascendental del Señor.
Nosotros
en realidad no trabajamos con el cuerpo, sino con la mente y la inteligencia.
De manera que, si la inteligencia y la mente siempre se dedican a pensar en el
Señor Supremo, entonces, naturalmente, los sentidos también se dedicarán al
servicio de Él. De modo superficial, al menos, las actividades de los sentidos
siguen siendo las mismas, pero la conciencia cambia. El Bhagavad-gītā nos
enseña a absorber la mente y la inteligencia en el pensamiento acerca del
Señor. Esa clase de absorción le permitirá a uno trasladarse al reino del
Señor. Si la mente se dedica al servicio de Kṛṣṇa, los sentidos se dedicarán al
servicio de Él automáticamente. Ese es el arte, y ese también es el secreto
del Bhagavad-gītā: la absorción total en el pensamiento acerca de
Śrī Kṛṣṇa.
El
hombre moderno ha luchado mucho por llegar a la luna, pero no se ha esforzado
mucho por elevarse en lo espiritual. Si uno tiene ante sí unos cincuenta años
de vida, debe ocupar ese corto tiempo en cultivar esta práctica de recordar a
la Suprema Personalidad de Dios. Dicha práctica constituye el proceso
devocional:
śravaṇaṁ kīrtanaṁ viṣṇoḥ
smaraṇaṁ pāda-sevanam
arcanaṁ vandanaṁ dāsyaṁ
sakhyam ātma-nivedanam
(Śrīmad-Bhāgavatam 7.5.23)
Estos
nueve procesos, de los cuales el más sencillo es śravaṇaṁ, oír el Bhagavad-gītā de
labios de la persona iluminada, harán que uno dirija el pensamiento hacia el
Ser Supremo. Esto llevará a recordar al Señor Supremo, y permitirá que al uno
abandonar el cuerpo obtenga un cuerpo espiritual, que es justamente el idóneo
para asociarse con el Señor Supremo.
El Señor
dice además:
abhyāsa-yoga-yuktena
cetasā nānya-gāminā
paramaṁ puruṣaṁ divyaṁ
yāti pārthānucintayan
«Aquel
que medita en Mí como Suprema Personalidad de Dios, con la mente constantemente
dedicada a recordarme a Mí, y que no se aparta del sendero, él, ¡oh, Pārtha
[Arjuna]!, es seguro que llegará a Mí» (Bg. 8.8).
Este no
es un proceso muy difícil. No obstante, uno debe aprenderlo con una persona
experimentada. Tad-vijñānārtham sa gurum evābhigacchet: uno debe
acudir a una persona que ya haya logrado la práctica. La mente siempre está
volando de un lado a otro, pero uno debe practicar el proceso de concentrarla
siempre en la forma del Señor Supremo, Śrī Kṛṣṇa, o en el sonido de Su nombre.
La mente es inquieta por naturaleza: siempre anda de aquí para allá; pero ella
puede reposar en la vibración sonora de Kṛṣṇa. Uno debe meditar, pues, en paramaṁ
puruṣam, y así llegar a Él. Los medios y arbitrios para conseguir la
comprensión máxima, el máximo logro, se exponen en el Bhagavad-gītā, y
las puertas de este conocimiento están abiertas a todo el mundo. No se excluye
a nadie. Todas las clases de hombres pueden acercarse al Señor Kṛṣṇa mediante
el proceso de pensar en Él, pues a todo el mundo le es posible oír hablar de Él
y pensar en Él.
El Señor
añade (Bg. 9.32-33):
māṁ hi pārtha vyapāśritya
ye ’pi syuḥ pāpa-yonayaḥ
striyo vaiśyās tathā śūdrās
te ’pi yānti parāṁ gatim
kiṁ punar brāhmaṇāḥ puṇyā
bhaktā rājarṣayas tathā
anityam asukhaṁ lokam
imaṁ prāpya bhajasva mām
Así
pues, el Señor dice que incluso un comerciante, una mujer baja o un obrero, o
incluso los seres humanos que estén en los niveles de vida más baja que
existen, pueden llegar al Supremo. No se necesita una inteligencia sumamente
desarrollada. Lo cierto es que cualquiera que acepte el principio del bhakti-yoga y
que acepte al Señor Supremo como summum bonum de la vida,
como el objetivo máximo, la meta última, puede acercarse al Señor en el cielo
espiritual. Si uno adopta los principios que se enuncian en el Bhagavad-gītā,
puede hacer que su vida se vuelva perfecta, y puede encontrarles una solución
permanente a todos los problemas de la vida. Esa es la esencia de todo el Bhagavad-gītā.
En
conclusión, el Bhagavad-gītā es una obra literaria
trascendental que uno debe leer muy cuidadosamente. Gītā-śāstram idaṁ
puṇyaṁ yaḥ paṭhet prayataḥ pumān: si uno sigue las instrucciones del Bhagavad-gītā como
es debido, puede liberarse de todos los sufrimientos y ansiedades de la
vida. Bhaya-śokādi-vivarjitaḥ. En esta vida, uno se librará de
todos los temores, y su siguiente vida será espiritual (Gītā-māhātmya 1).
Además,
hay una ventaja adicional:
gītādhyāyana-śīlasya
prāṇāyāma-parasya ca
naiva santi hi pāpāni
pūrva-janma-kṛtāni ca
«Si una
persona lee el Bhagavad-gītā de un modo muy sincero y con
toda seriedad, entonces, por la gracia del Señor, las reacciones de sus
fechorías pasadas no actuarán sobre ella» (Gītā-māhātmya 2). En
la última porción del Bhagavad-gītā (18.66), el Señor dice
en voz muy alta:
sarva-dharmān parityajya
mām ekaṁ śaraṇaṁ vraja
ahaṁ tvāṁ sarva-pāpebhyo
mokṣayiṣyāmi mā śucaḥ
«Abandona
todas las variedades de religión y tan solo entrégate a Mí. Yo te libraré de
todas las reacciones pecaminosas. No temas». Así pues, el Señor asume toda la
responsabilidad de aquel que se entrega a Él, y lo protege de todas las
reacciones de los pecados.
mala-nirmocanaṁ puṁsāṁ
jala-snānaṁ dine dine
sakṛd gītāmṛta-snānaṁ
saṁsāra-mala-nāśanam
«Uno
puede limpiarse diariamente dándose un baño con agua, pero si alguien se da un
baño siquiera una vez en la sagrada agua del Ganges del Bhagavad-gītā,
para él la suciedad de la vida material se elimina por completo» (Gītā-māhātmya 3).
gītā su-gītā kartavyā
kim anyaiḥ śāstra-vistaraiḥ
yā svayaṁ padmanābhasya
mukha-padmād viniḥsṛtā
Como el Bhagavad-gītā lo
habla la Suprema Personalidad de Dios, no es necesario leer ninguna otra
Escritura védica. Uno solo tiene que oír y leer atenta y regularmente el Bhagavad-gītā. En
la era actual, la gente está tan absorta en las actividades mundanas, que no le
es posible leer todas las Escrituras védicas. Pero ello no es necesario. Este
único libro, el Bhagavad-gītā, será suficiente, porque es la
esencia de todas las Escrituras védicas, y, en especial, porque lo expone la
Suprema Personalidad de Dios (Gītā-māhātmya 4).
Como se
dice:
bhāratāmṛta-sarvasvaṁ
viṣṇu-vaktrād viniḥsṛtam
gītā-gaṅgodakaṁ pītvā
punar janma na vidyate
«Aquel
que bebe el agua del Ganges, logra la salvación; entonces, ¿qué puede decirse
de aquel que bebe el néctar del Bhagavad-gītā? El Bhagavad-gītā es
el néctar especial del Mahābhārata, y lo expuso el propio Señor
Kṛṣṇa, el Viṣṇu original» (Gītā-māhātmya 5). El Bhagavad-gītā emana
de la boca de la Suprema Personalidad de Dios, y el Ganges se dice que emana de
los pies de loto del Señor Supremo, pero al hacer un estudio imparcial, podemos
apreciar que el Bhagavad-gītā es aún más importante que el
agua del Ganges.
sarvopaniṣado gāvo
dogdhā gopāla-nandanaḥ
pārtho vatsaḥ su-dhīr bhoktā
dugdhaṁ gītāmṛtaṁ mahat
«Este Gītopaniṣad, el Bhagavad-gītā, la
esencia de todos los Upaniṣads, es como una vaca, y el Señor
Kṛṣṇa, quien es famoso como pastorcillo de vacas, la está ordeñando. Arjuna es
como un ternero, y los eruditos entendidos y devotos puros han de beber la
nectárea leche del Bhagavad-gītā» (Gītā-māhātmya 6).
ekaṁ śāstraṁ devakī-putra-gītam
eko devo devakī-putra eva
eko mantras tasya nāmāni yāni
karmāpy ekaṁ tasya devasya sevā
(Gītā-māhātmya 7)
En los
tiempos actuales, la gente está sumamente ansiosa de tener una sola Escritura,
un solo Dios, una sola religión y una sola ocupación. Por consiguiente, ekaṁ
śātraṁ devakī-putra-gītam, que solo haya una Escritura, una Escritura
común para el mundo entero: el Bhagavad-gītā. Eko devo devakī-pūtra
eva, que solo haya un Dios para el mundo entero: Śrī Kṛṣṇa. Eko
mantra tasya nāmani, y un solo himno, un mantra, una
oración: el canto de Su nombre, Hare Kṛṣṇa, Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare/
Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare. Karmāpy ekaṁ tasya devasya
sevā, y que solo haya una ocupación: el prestarle servicio a la
Suprema Personalidad de Dios.
La
sucesión discipular
Evaṁ
paramparā-prāptam imaṁ rājarṣayo viduḥ (Bhagavad-gītā 4.2). El Bhagavad-gītā tal
como es se recibe a través de la siguiente sucesión discipular:
1. Kṛṣṇa
2. Brahmā
3. Nārada
4. Vyāsa
5. Madhva
6. Padmanābha
7. Nṛhari
8. Mādhava
9. Akṣobhya
10. Jaya Tīrtha
11. Jñānasindhu
12. Dayānidhi
13. Vidyānidhi
14. Rājendra
15. Jayadharma
16. Puruṣottama
17. Brahmaṇya Tīrtha
18. Vyāsa Tīrtha
19. Lakṣmīpati
20. Mādhavendra Purī
21. Īśvara Purī, (Nityānanda, Advaita)
22. Lord Caitanya
23. Rūpa, (Svarūpa, Sanātana)
24. Raghunātha, Jīva
25. Kṛṣṇadāsa
26. Narottama
27. Viśvanātha
28. (Baladeva), Jagannātha
29. Bhaktivinoda
30. Gaurakiśora
31. Bhaktisiddhānta Sarasvatī
32. A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda
CAPÍTULO 1
Observando los
ejércitos en el campo de batalla de Kurukṣetra
Dhṛtarāṣṭra dijo: ¡Oh, Sañjaya!, ¿qué hicieron mis hijos
y los hijos de Pāṇḍu después de reunirse en el lugar de peregrinaje de
Kurukṣetra con deseos de pelear?
Sañjaya dijo: ¡Oh, rey!, después de ver el ejército
dispuesto en formación militar por los hijos de Pāṇḍu, el rey Duryodhana fue a
donde se encontraba su maestro y se dirigió a él con las siguientes palabras.
¡Oh, maestro mío!, he ahí el gran ejército de los hijos
de Pāṇḍu, dispuesto de manera tan experta por tu inteligente discípulo el hijo
de Drupada.
Aquí en este ejército hay muchos arqueros heroicos de la
talla de Bhīma y Arjuna: grandes guerreros tales como Yuyudhāna, Virāṭa y
Drupada.
También hay grandes, heroicos y poderosos guerreros,
tales como Dhṛṣṭaketu, Cekitāna, Kāśirāja, Purujit, Kuntibhoja y Śaibhya.
Están el magnífico Yudhāmanyu, el muy poderoso Uttamaujā,
el hijo de Subhadrā y los hijos de Draupadī. Todos estos guerreros son grandes
combatientes de cuadriga.
Mas, para tu información, ¡oh, el mejor de los brāhmaṇas!,
permíteme hablarte de los capitanes que están especialmente capacitados para
dirigir mi fuerza militar.
Hay personalidades tales como tú, Bhīṣma, Karṇa, Kṛpa,
Aśvatthāmā, Vikarṇa y el hijo de Somadatta llamado Bhūriśravā, todos los cuales
triunfan siempre en la batalla.
Hay muchos otros héroes que están dispuestos a dar la
vida por mí. Todos ellos están bien equipados con diversas clases de armas, y
todos tienen experiencia en la ciencia militar.
Nuestro poderío es inconmensurable y estamos
perfectamente protegidos por el abuelo Bhīṣma, mientras que la fuerza de los
Pāṇḍavas, cuidadosamente protegida por Bhīma, es limitada.
Todos ustedes, desde sus respectivos puntos estratégicos
de entrada a la falange del ejército, deben ahora darle todo su apoyo al abuelo
Bhīṣma.
Entonces, Bhīṣma, el magno y valiente patriarca de la
dinastía Kuru, el abuelo de los guerreros, hizo sonar su caracola muy
estruendosamente, produciendo un sonido como el del rugido de un león y
causándole placer a Duryodhana.
Después de eso, súbitamente sonaron todas las caracolas,
los tambores, los clarines, las trompetas y los cuernos, y el sonido conjunto
fue tumultuoso.
En el bando opuesto, tanto el Señor Kṛṣṇa como Arjuna,
que se encontraban en una gran cuadriga tirada por caballos blancos, hicieron
sonar sus caracolas trascendentales.
El Señor Kṛṣṇa hizo sonar su caracola, llamada
Pāñcajanya; Arjuna hizo sonar la suya, la Devadatta; y Bhīma, el que come
vorazmente y realiza tareas hercúleas, hizo sonar su aterradora caracola,
llamada Pauṇḍra.
El rey Yudhiṣṭhira, el hijo de Kuntī, hizo sonar su
caracola, la Anantavijaya, y Nakula y Sahadeva hicieron sonar la Sughoṣa y la
Maṇipuṣpaka. Ese gran arquero, el rey de Kāśī, el gran guerrero Śikhaṇḍī,
Dhṛṣṭadyumna, Virāṭa, el inconquistable Sātyaki, Drupada, los hijos de
Draupadī, y otros, ¡oh, rey!, tales como el hijo de Subhadrā, el de los
poderosos brazos, hicieron sonar sus respectivas caracolas.
El sonido de esas caracolas se volvió tumultuoso.
Vibrando tanto en el cielo como en la Tierra, destrozó los corazones de los
hijos de Dhṛtarāṣṭra.
En ese momento, Arjuna, el hijo de Pāṇḍu, sentado en la
cuadriga que ostentaba el estandarte con la efigie de Hanumān, levantó su arco
y se aprestó a disparar sus flechas. ¡Oh, rey!, después de mirar a los hijos de
Dhṛtarāṣṭra dispuestos en formación militar, Arjuna se dirigió al Señor Kṛṣṇa
con las siguientes palabras.
Arjuna dijo: ¡Oh, Tú, el infalible!, por favor, pon mi
cuadriga entre los dos ejércitos, de modo que pueda ver a aquellos que están
aquí presentes con deseos de pelear, y con quienes debo enfrentarme en esta
gran contienda armada.
Déjame ver a los que han venido aquí a pelear, deseando
complacer al malvado hijo de Dhṛtarāṣṭra.
Sañjaya dijo: ¡Oh, descendiente de Bharata!, el Señor
Kṛṣṇa, después de que Arjuna le dijo eso, condujo la excelente cuadriga hasta
que estuvo en medio de los ejércitos de ambos bandos.
En presencia de Bhīṣma, Droṇa y todos los demás caudillos
del mundo, el Señor dijo: «Tan solo mira, ¡oh, Pārtha!, a todos los Kurus aquí
reunidos».
Ahí, Arjuna pudo ver en el seno de los ejércitos de ambos
bandos, a sus padres, abuelos, maestros, tíos maternos, hermanos, hijos, nietos
y amigos, y también a sus suegros y bienquerientes.
Cuando el hijo de Kuntī, Arjuna, vio a todas esas
diversas clases de parientes y amigos, se llenó de compasión y dijo lo
siguiente.
Arjuna dijo: Mi querido Kṛṣṇa, al ver a mis amigos y familiares
presentes ante mí con tantos ánimos de pelear, siento que los miembros del
cuerpo me tiemblan y que la boca se me está secando.
Todo el cuerpo me tiembla y tengo el vello erizado. Mi
arco Gāṇḍīva se me está resbalando de la mano, y la piel me arde.
Ahora me siento incapaz de permanecer aquí por más
tiempo. La razón se me está ofuscando y la mente me da vueltas. Solo veo cosas
que serán causa de infortunio, ¡oh, Kṛṣṇa, destructor del demonio Keśī!
No veo cómo puede resultar nada bueno del hecho de matar
a mis propios parientes en esta batalla, ni puedo desear, mi querido Kṛṣṇa,
ninguna victoria, reino ni felicidad subsecuentes.
¡Oh, Govinda!, ¿de qué nos sirve un reino, la felicidad,
o incluso la propia vida, cuando todos aquellos para quienes los deseamos se
encuentran ahora formados en este campo de batalla? ¡Oh, Madhusūdana!, cuando
maestros, padres, hijos, abuelos, tíos maternos, suegros, nietos, cuñados y
demás familiares están dispuestos a perder la vida y sus propiedades y se encuentran
ante mí, ¿por qué habría yo de desear matarlos, aun a pesar de que si no lo
hago, ellos me maten a mí? ¡Oh, sustentador de todas las entidades vivientes!,
no estoy dispuesto a pelear con ellos ni siquiera a cambio de los tres mundos,
mucho menos por esta Tierra. ¿Qué placer vamos a obtener de matar a los hijos
de Dhṛtarāṣṭra?
Si matamos a esos agresores, el pecado se apoderará de
nosotros. Por lo tanto, no está bien que matemos a los hijos de Dhṛtarāṣṭra y a
nuestros amigos. ¡Oh, Kṛṣṇa, esposo de la diosa de la fortuna!, ¿qué ganaríamos
y cómo podríamos ser felices si matamos a nuestros propios parientes?
¡Oh, Janārdana!, aunque estos hombres, con sus corazones
dominados por la codicia, no ven mal alguno en matar a su propia familia ni en
reñir con amigos, ¿por qué nosotros, que podemos ver el crimen en el que se
incurre al destruir una familia, habríamos de cometer esos pecados?
Con la destrucción de la dinastía, se destruye la
tradición familiar eterna, y, con ello, el resto de la familia se entrega a la
irreligión.
¡Oh, Kṛṣṇa!, cuando la irreligión prevalece en la
familia, las mujeres de esta se contaminan, y de la degradación de la mujer,
¡oh, descendiente de Vṛṣṇi!, surgen los hijos no deseados.
Un aumento de la población no deseada es causa segura de
una vida infernal, tanto para la familia como para aquellos que destruyen la
tradición familiar. Los antepasados de esas familias corruptas caen, porque las
celebraciones para ofrecerles comida y agua son detenidas por completo.
Debido a las maldades de aquellos que destruyen la
tradición familiar, causando con ello la aparición de hijos no deseados, toda
clase de proyectos de la comunidad y actividades de bienestar para la familia
quedan devastados.
¡Oh, Kṛṣṇa, sustentador de las gentes!, he oído a través
de la sucesión discipular, que aquellos cuyas tradiciones familiares fueron
destruídas moran siempre en el infierno.
¡Ay de mí!, ¡cuán extraño es que nos estemos disponiendo
a cometer grandes actos pecaminosos! Llevados por el deseo de disfrutar de
felicidad imperial, estamos decididos a matar a nuestros propios parientes.
Para mí sería mejor que los hijos de Dhṛtarāṣṭra, armas
en mano, me mataran en el campo de batalla, desarmado y sin ofrecer
resistencia.
Sañjaya dijo: Arjuna, habiendo hablado así en el campo de
batalla, echó a un lado su arco y sus flechas, y, con la mente presa de dolor,
se sentó en la cuadriga.
CAPÍTULO 2
Resumen del contenido
del Gītā
Sañjaya dijo: Al ver a Arjuna lleno de compasión, con el
ánimo decaído y los ojos colmados de lágrimas, Madhusūdana, Kṛṣṇa, se dirigió a
él con las siguientes palabras.
La Suprema Personalidad de Dios dijo: Mi querido Arjuna,
¿cómo te han aparecido estas impurezas? No son propias en absoluto de un hombre
que conoce el valor de la vida, y no conducen a los planetas superiores, sino a
la infamia.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, no cedas a esta impotencia
degradante. No es digna de ti. Abandona esa mezquina flaqueza del corazón y
levántate, ¡oh, castigador del enemigo!
Arjuna dijo: ¡Oh, destructor de los enemigos!, ¡oh,
destructor de Madhu!, ¿cómo voy a contraatacar con flechas en una batalla a
hombres tales como Bhīṣma y Droṇa, que son dignos de mi veneración?
Sería mejor vivir en este mundo mendigando, que vivir a
costa de la vida de grandes almas que son mis maestros. Aunque ellos busquen un
provecho mundano, son mis superiores. Si ellos son matados, todo de lo que
disfrutemos estará manchado de sangre.
No sabemos qué es mejor para nosotros: si conquistarlos o
ser conquistados por ellos. Si matáramos a los hijos de Dhṛtarāṣṭra no nos
importaría seguir viviendo, pero ahora ellos están ante nosotros en este campo
de batalla.
Ahora estoy confundido en cuanto a mi deber, y he perdido
toda compostura a causa de una mezquina flaqueza. En esta condición, Te pido
que me digas claramente qué es lo mejor para mí. Ahora soy Tu discípulo y un
alma entregada a Ti. Por favor, instrúyeme.
No encuentro ninguna forma de apartar este pesar que me
está secando los sentidos. No podré disiparlo ni siquiera si obtengo en la
Tierra un reino próspero y sin igual, con una soberanía tal como la de los
semidioses en el cielo.
Sañjaya dijo: Habiendo hablado así, Arjuna, el castigador
de los enemigos, le dijo a Kṛṣṇa «Govinda, no pelearé», y enmudeció.
¡Oh, descendiente de Bharata!, en ese momento, Kṛṣṇa,
sonriendo en medio de ambos ejércitos, se dirigió al acongojado Arjuna con las
siguientes palabras.
La Suprema Personalidad de Dios dijo: Mientras hablas con
palabras cultas, te lamentas por lo que no es digno de lamentarse. Aquellos que
son sabios no se lamentan ni por los vivos ni por los muertos.
Nunca hubo un tiempo en el que Yo no existiera, ni tú, ni
todos estos reyes; y en el futuro, ninguno de nosotros dejará de existir.
Así como en este cuerpo el alma encarnada pasa
continuamente de la niñez a la juventud y luego a la vejez, de la misma manera
el alma pasa a otro cuerpo en el momento de la muerte. A la persona sensata no
la confunde ese cambio.
¡Oh, hijo de Kuntī!, la aparición temporal de la
felicidad y la aflicción, y su desaparición a su debido tiempo, es como la
aparición y desaparición de las estaciones del invierno y el verano. Todo ello
tiene su origen en la percepción de los sentidos, ¡oh, vástago de Bharata!, y
uno debe aprender a tolerarlo sin perturbarse.
¡Oh, tú, el mejor entre los hombres [Arjuna]!, la persona
que no se perturba ante la felicidad y la aflicción, y que permanece estable en
medio de ambas, es sin duda merecedora de la liberación.
Los videntes de la verdad han concluido que, de lo no
existente [el cuerpo material] no hay permanencia, y de lo eterno [el alma] no
hay cambio. Esto lo han concluido del estudio de la naturaleza de ambos.
Has de saber que aquello que se difunde por todo el
cuerpo es indestructible. Nadie puede destruir a esa alma imperecedera.
El cuerpo material de la entidad viviente eterna,
indestructible e inconmensurable, tiene un final con toda certeza; por lo
tanto, pelea, ¡oh, descendiente de Bharata!
Tanto el que cree que la entidad viviente es la que mata
como el que cree que esta es matada, carecen de conocimiento, pues el ser ni
mata ni es matado.
Para el alma no existe el nacimiento ni la muerte en
ningún momento. Ella no ha llegado a ser, no llega a ser y no llegará a ser. El
alma es innaciente, eterna, permanente y primordial. No se la mata cuando se
mata el cuerpo.
¡Oh, Pārtha!, una persona que sabe que el alma es
indestructible, eterna, innaciente e inmutable, ¿cómo puede matar a alguien o
hacer que alguien mate?
Así como una persona se pone ropa nueva y desecha la
vieja, así mismo el alma acepta nuevos cuerpos materiales, desechando los
viejos e inservibles.
Al alma nunca puede cortarla en pedazos ningún arma, ni
puede el fuego quemarla, ni el agua humedecerla, ni el viento marchitarla.
Esta alma individual es irrompible e insoluble, y no se
la puede quemar ni secar. El alma está en todas partes, y es sempiterna, inmutable,
inmóvil y eternamente la misma.
Se dice que el alma es invisible, inconcebible e
inmutable. Sabiendo esto, no debes afligirte por el cuerpo.
Sin embargo, si crees que el alma [o el conjunto de las
señales de vida] nace siempre y muere para siempre, aun así no tienes por qué
lamentarte, ¡oh, tú, el de los poderosos brazos!
Aquel que ha nacido, es seguro que va a morir, y, después
de morir, es seguro que uno volverá a nacer. Por consiguiente, en el ineludible
desempeño de tu deber, no debes lamentarte.
Todos los seres creados son no manifiestos en el
comienzo, manifiestos en el ínterin, y de nuevo no manifiestos cuando son
aniquilados. Entonces, ¿qué necesidad hay de lamentarse?
Algunos consideran que el alma es asombrosa, otros la
describen como asombrosa, y otros más oyen hablar de ella como algo asombroso,
mientras que hay otros que, incluso después de oír hablar de ella, no logran
comprenderla en absoluto.
¡Oh, descendiente de Bharata!, aquel que mora en el
cuerpo nunca puede ser matado. Por lo tanto, no tienes que afligirte por ningún
ser viviente.
Considerando tu deber específico como kṣatriya,
debes saber que no hay mejor ocupación para ti que la de pelear sobre la base
de los principios religiosos; así que, no tienes por qué titubear.
¡Oh Pārtha!, dichosos los kṣatriyas a
quienes se les presentan semejantes oportunidades de pelea sin buscarlas,
abriéndoles las puertas de los planetas celestiales.
Sin embargo, si no cumples con tu deber religioso de
pelear, entonces ciertamente que incurrirás en pecado por desatender tus
deberes, y, en consecuencia, perderás tu buena reputación como guerrero.
La gente siempre hablará de tu infamia, y para una
persona respetable la deshonra es peor que la muerte.
Los grandes generales que han tenido tu nombre y fama en
alta estima, pensarán que abandonaste el campo de batalla solo por temor, y,
así pues, te considerarán insignificante.
Tus enemigos se referirán a ti con muchas palabras
ásperas y desdeñarán tu habilidad. ¿Qué podría ser más doloroso para ti?
¡Oh, hijo de Kuntī!, o bien eres matado en el campo de
batalla y vas a los planetas celestiales, o bien triunfas y disfrutas del reino
terrenal. Levántate, pues, con determinación, y pelea.
Pelea por pelear, sin tomar en cuenta la felicidad ni la
aflicción, la pérdida ni la ganancia, la victoria ni la derrota, y, por actuar
así, nunca incurrirás en pecado.
Hasta aquí te he descrito este conocimiento a través del
estudio analítico. Ahora escucha la explicación que voy a dar de ello en
términos del trabajo que se realiza sin resultados fruitivos. ¡Oh, hijo de
Pṛthā!, cuando actúes con esa clase de conocimiento, podrás liberarte del
cautiverio de las obras.
En este esfuerzo no hay pérdida ni disminución alguna, y
un pequeño adelanto en esta senda puede protegerlo a uno del peligro más
temible de todos.
Aquellos que están en este sendero son muy resueltos, y
su objetivo es uno. ¡Oh, amado hijo de los Kurus!, la inteligencia de los
irresolutos tiene innumerables ramificaciones.
Hombres de escaso conocimiento se apegan mucho a las
floridas palabras de los Vedas, que recomiendan diversas
actividades fruitivas en aras de la elevación a los planetas celestiales, la
consiguiente buena cuna, poder, etc. Como ellos están deseosos de disfrutar de
los sentidos y de tener una vida opulenta, dicen que eso es todo lo que hay.
En la mente de aquellos que están demasiado apegados al
goce de los sentidos y a la opulencia material, y que están confundidos por
esas cosas, no se presenta la determinación resuelta de prestarle servicio
devocional al Señor Supremo.
Los Vedas tratan principalmente de las
tres modalidades de la naturaleza material. ¡Oh, Arjuna!, vuélvete
trascendental a todas ellas. Libérate de todas las dualidades y de todas las
ansiedades que proceden del anhelo de ganancia y seguridad, y establécete en el
Ser.
Todos los propósitos que cumple un pequeño pozo, puede
cumplirlos de inmediato un gran depósito de agua. De igual modo, todos los
propósitos de los Vedas pueden ser cumplidos por aquel que
conoce el propósito que hay detrás de ellos.
Tú tienes derecho a desempeñar tu deber prescrito, mas no
a los frutos de la acción. Nunca consideres que eres la causa de los resultados
de tus actividades, y jamás te apegues a no cumplir con tu deber.
Desempeña tu deber de un modo equilibrado, ¡oh, Arjuna!,
abandonando todo apego al éxito o al fracaso. Esa clase de ecuanimidad se
denomina yoga.
¡Oh, Dhanañjaya!, mediante el servicio devocional, mantén
muy lejos todas las actividades abominables, y en ese estado de conciencia
entrégate al Señor. Aquellos que quieren disfrutar de los frutos de su trabajo,
son avaros.
Incluso en esta vida, el hombre que está dedicado al
servicio devocional se libra tanto de las reacciones buenas como de las malas.
Por consiguiente, esfuérzate por el yoga, que es el arte de todo
trabajo.
Por dedicarse de ese modo a prestarle servicio devocional
al Señor, grandes sabios o devotos se liberan de los resultados del trabajo en
el mundo material. De esa manera, quedan libres del ciclo del nacimiento y la
muerte, y alcanzan el estado que se encuentra más allá de todos los
sufrimientos [al ir de vuelta a Dios].
Cuando tu inteligencia haya salido del espeso bosque de
la ilusión, te volverás indiferente a todo lo que se ha oído y a todo lo que
habrá de oírse.
Cuando tu mente ya no se perturbe con el florido lenguaje
de los Vedas, y cuando permanezca fija en el trance de la
autorrealización, habrás llegado entonces a la conciencia divina.
Arjuna dijo: ¡Oh, Kṛṣṇa!, ¿cuáles son las señas de aquel
cuya conciencia está absorta así en la trascendencia? ¿Cómo habla y qué
lenguaje usa? ¿Cómo se sienta y cómo camina?
La Suprema Personalidad de Dios dijo: ¡Oh, Pārtha!, se
dice que un hombre se halla en estado de conciencia trascendental pura, cuando
abandona todas las variedades de deseos de complacer los sentidos, deseos que
surgen de la invención mental, y cuando su mente, purificada de ese modo,
encuentra satisfacción únicamente en el ser.
Aquel cuya mente no se perturba ni siquiera en medio de
las tres clases de sufrimientos, ni se alboroza en los momentos de felicidad, y
que está libre de apego, temor e ira, se dice que es un sabio de mente estable.
En el mundo material, aquel a quien no lo afecta ningún
bien o mal que pueda obtener, y que ni lo alaba ni lo desprecia, tiene firmemente
en su posesión el conocimiento perfecto.
Aquel que es capaz de apartar los sentidos de los objetos
de los sentidos, tal como la tortuga guarda las extremidades dentro del
caparazón, tiene firmemente en su posesión el conocimiento perfecto.
Al alma encarnada se la puede alejar del disfrute de los
sentidos, aunque el gusto por los objetos de los sentidos aún quede en ella.
Pero, al experimentar un gusto superior y dejar por ello semejantes
ocupaciones, su conciencia queda fija.
¡Oh, Arjuna!, los sentidos son tan fuertes e impetuosos,
que incluso arrastran a la fuerza la mente del hombre de buen juicio que se
esfuerza por controlarlos.
Aquel que restringe los sentidos, manteniéndolos
totalmente bajo control, y fija su conciencia en Mí, es conocido como un hombre
de inteligencia estable.
Al contemplar los objetos de los sentidos, en la persona
se desarrolla el apego a ellos, de ese apego nace la lujuria, y de la lujuria
surge la ira.
De la ira surge la ilusión completa, y de la ilusión, la
confusión de la memoria. Cuando la memoria se confunde, se pierde la
inteligencia, y al perder la inteligencia, uno cae de nuevo al charco material.
Pero una persona que está libre de todo apego y aversión,
y que es capaz de controlar los sentidos por medio de principios que regulan la
libertad, puede conseguir toda la misericordia del Señor.
Para aquel que se encuentra satisfecho de ese modo [en el
estado de conciencia de Kṛṣṇa], dejan de existir las tres clases de
sufrimientos de la existencia material; con la conciencia así de satisfecha, la
inteligencia de uno pronto queda bien establecida.
Aquel que no está relacionado con el Supremo [mediante el
estado de conciencia de Kṛṣṇa], no puede tener ni inteligencia trascendental ni
una mente estable, sin lo cual no hay posibilidad de encontrar la paz. Y ¿cómo
puede haber felicidad alguna sin paz?
Así como un fuerte viento arrastra un bote que se
encuentre en el agua, así mismo uno solo de los errantes sentidos en el que se
concentre la mente, puede arrastrar la inteligencia del hombre.
Por lo tanto, ¡oh, tú, el de los poderosos brazos!, todo
aquel cuyos sentidos están apartados de sus objetos, tiene sin duda una
inteligencia firmemente establecida.
Lo que es la noche para todos los seres, es el período en
que el autocontrolado se despierta; y el período en que todos los seres se
despiertan, es la noche para el sabio introspectivo.
La persona que no se perturba por el incesante fluir de
los deseos —que entran en ella como los ríos en el océano, el cual, aunque
siempre se está llenando, permanece calmado—, es la única que puede encontrar
la paz, y no el hombre que se esfuerza por satisfacer dichos deseos.
Solo puede encontrar la verdadera paz la persona que ha
renunciado a todos los deseos de complacer los sentidos, que vive libre de
deseos, que ha renunciado a todo sentido de posesión y que está desprovista de
ego falso.
Ese es el camino de la vida espiritual y divina. Después
de llegar a ella, el hombre no se confunde. Si incluso a la hora de la muerte
uno se encuentra en ese estado, puede entrar en el Reino de Dios.
CAPÍTULO 3
Karma-yoga
Arjuna dijo: ¡Oh, Janārdana!, ¡oh, Keśava!, si consideras
que la inteligencia es mejor que el trabajo fruitivo, ¿por qué quieres hacerme
participar en esta horrible guerra?
Mi inteligencia se ha confundido con Tus ambiguas
instrucciones, así que, por favor, dime en definitiva qué es lo más provechoso
para mí.
La Suprema Personalidad de Dios dijo: ¡Oh, inmaculado
Arjuna!, ya he explicado que hay dos clases de hombres que tratan de comprender
el ser. Algunos se inclinan a entenderlo mediante la comprensión filosófica
empírica, y otros se inclinan a entenderlo mediante el servicio devocional.
Uno no puede liberarse de la reacción por el simple hecho
de abstenerse de trabajar, ni puede uno lograr la perfección únicamente por
medio de la renunciación.
Todo el mundo está forzado a actuar irremediablemente
conforme a las cualidades que ha adquirido de las modalidades de la naturaleza
material. Por lo tanto, nadie puede dejar de hacer algo, ni siquiera por un
momento.
Aquel que restringe los sentidos de la acción pero cuya
mente mora en los objetos de los sentidos, sin duda que se engaña a sí mismo, y
se lo conoce como un farsante.
En cambio, la persona sincera que trata de controlar con
la mente los sentidos activos y comienza el karma-yoga [con
conciencia de Kṛṣṇa] sin apego es muy superior.
Desempeña tu deber prescrito, pues hacerlo es mejor que
no trabajar. Sin trabajar, uno no puede ni siquiera mantener el cuerpo físico.
El trabajo que se hace como un sacrificio en honor de
Viṣṇu debe realizarse, pues, de lo contrario, el trabajo lo ata a uno a este
mundo material. Así que, ¡oh, hijo de Kuntī!, desempeña tus deberes prescritos
para la satisfacción de Él, y, de ese modo, siempre permanecerás libre del
cautiverio.
Al comienzo de la creación, el Señor de todas las
criaturas produjo generaciones de hombres y semidioses, junto con sacrificios
en honor de Viṣṇu, y los bendijo, diciendo: «Sean felices mediante este yajña [sacrificio],
porque su ejecución les concederá todo lo que puede desearse para vivir feliz y
lograr la liberación».
Los semidioses, complacidos con los sacrificios, también
los complacerán a ustedes, y de ese modo, mediante la cooperación entre los
hombres y los semidioses, reinará la prosperidad para todos.
Al ser complacidos mediante la ejecución de yajñas [sacrificios],
los semidioses, que están a cargo de satisfacer las diversas necesidades de la
vida, les proveerán a ustedes de todo lo que necesiten. Pero aquel que disfruta
de esos regalos sin ofrecérselos a su vez a los semidioses es sin duda un
ladrón.
Los devotos del Señor se liberan de toda clase de
pecados, porque ingieren comida que primero se ha ofrecido en sacrificio. Los
demás, que preparan comidas solo para el disfrute personal de los sentidos, en
verdad comen únicamente pecados.
Todos los cuerpos vivos subsisten de granos alimenticios,
los cuales se producen como resultado de las lluvias. Las lluvias se producen
como resultado de yajña [sacrificio], y el yajña nace
de los deberes prescritos.
Las actividades reguladas se prescriben en los Vedas,
y los Vedas proceden directamente de la Suprema Personalidad
de Dios. Por lo tanto, la trascendencia omnipresente se encuentra situada
eternamente en los actos de sacrificio.
Mi querido Arjuna, aquel que en la vida humana no sigue
el ciclo de sacrificios establecidos así por los Vedas, lleva
ciertamente una vida llena de pecado. Dicha persona vive en vano, porque solo
vive para la satisfacción de los sentidos.
Pero para aquel cuyo disfrute proviene del Ser, cuya vida
humana está dedicada a la comprensión del Ser y a quien únicamente lo satisface
el Ser —saciado plenamente—, para él no hay ningún deber.
Un hombre autorrealizado no tienen ningún propósito que
cumplir con el desempeño de sus deberes prescritos, ni tiene ninguna razón para
no realizar dicho trabajo. Ni tampoco tiene él ninguna necesidad de depender de
ningún otro ser viviente.
Por lo tanto, sin estar apegado a los frutos de las
actividades, uno debe actuar como una cuestión de deber, pues, por trabajar sin
apego, uno llega al Supremo.
Los reyes tales como Janaka lograron la perfección
únicamente mediante la ejecución de los deberes prescritos. Por consiguiente,
debes realizar tu trabajo solo para educar a la gente en general.
Los hombres comunes siguen los pasos de un gran hombre,
sea cual fuere la acción que éste ejecute. Y cualesquiera que sean las pautas
que él establezca mediante actos ejemplares, el mundo entero las sigue.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, en todos los tres sistemas
planetarios no hay ningún trabajo prescrito para Mí, ni estoy necesitado de
nada, ni tengo que obtener nada, y aun así realizo deberes prescritos.
Pues si yo dejara de desempeñar cuidadosamente los
deberes prescritos, ¡oh, Pārtha!, sin duda que todos los hombres seguirían mi
sendero.
Si yo no ejecutara deberes prescritos, todos estos mundos
se irían a la ruina. Yo sería la causa de la creación de una población no
deseada, y con ello destruiría la paz de todos los seres vivientes.
Los ignorantes realizan sus deberes con apego a los
resultados, así mismo deben actuar los sabios, pero sin apego, a fin de llevar
a la gente por el buen camino.
Así que, para no perturbarles la mente a hombres
ignorantes que están apegados a los resultados fruitivos de los deberes
prescritos, el sabio no debe inducirlos a dejar de trabajar. Más bien,
trabajando con espíritu de devoción, debe ocuparlos en toda clase de
actividades [para el desarrollo gradual de su conciencia de Kṛṣṇa].
El alma espiritual que está confundida por la influencia
del ego falso se cree la autora de actividades que en realidad son ejecutadas
por las tres modalidades de la naturaleza material.
¡Oh, tú, el de los poderosos brazos!, aquel que posee
conocimiento acerca de la Verdad Absoluta no se ocupa de los sentidos ni de la
complacencia de éstos, pues conoce bien las diferencias que hay entre el
trabajo con devoción y el trabajo por resultados fruitivos.
Confundidos por las modalidades de la naturaleza
material, los ignorantes se dedican enteramente a las actividades materiales y
se apegan. Pero los sabios no deben perturbarlos, aunque esos deberes son
inferiores por la falta de conocimiento de que adolecen los ejecutores.
Por consiguiente, pelea, ¡oh, Arjuna!, entregándome a Mí
todas tus obras, con pleno conocimiento de Mí, sin deseos de ganancia, sin sentido
de posesión y libre de letargo.
Aquellas personas que ejecutan sus deberes de acuerdo con
mis mandatos y que siguen estas enseñanzas fielmente, sin envidia, se liberan
del cautiverio de las acciones fruitivas.
Pero ha de saberse que aquellos que, por envidia, no
hacen caso de estas enseñanzas y no las siguen habitualmente están engañados y
desprovistos de todo conocimiento, y han arruinado sus esfuerzos por lograr la
perfección.
Incluso el hombre que posee conocimiento actúa conforme a
su propia naturaleza, pues todo el mundo sigue la naturaleza que ha adquirido
de las tres modalidades. ¿Qué puede lograrse con la represión?
Existen principios para regular el apego y la aversión
relacionados con los sentidos y sus objetos. Uno no debe quedar bajo el control
de ese apego y esa aversión, pues ambos son obstáculos en el sendero de la
autorrealización.
Es muchísimo mejor desempeñar los deberes de uno, aunque
tengan sus imperfecciones, que desempeñar los deberes de otro a la perfección.
Es preferible encontrar la destrucción mientras uno ejecuta su propio deber,
que el dedicarse a los deberes ajenos, ya que es peligroso seguir el sendero de
otro.
Arjuna dijo: ¡Oh, descendiente de Vṛṣṇi!, ¿qué es lo que
lo impele a uno a los actos pecaminosos, aun involuntariamente, como si se lo
obligara a la fuerza?
La Suprema Personalidad de Dios dijo: Es únicamente la
lujuria, Arjuna, que nace del contacto con la modalidad material de la pasión y
luego se transforma en ira, y que es el pecador enemigo de este mundo, enemigo
que lo devora todo.
Así como al fuego lo cubre el humo, o como a un espejo lo
cubre el polvo, o como al embrión lo cubre el vientre, así mismo a la entidad
viviente la cubren distintos grados de esa lujuria.
Así pues, la conciencia pura de la sabia entidad viviente
es cubierta por su enemigo eterno en forma de la lujuria, que nunca se
satisface y arde como el fuego.
Los sentidos, la mente y la inteligencia son los lugares
de asiento de esa lujuria, a través de los cuales ella cubre el verdadero
conocimiento de la entidad viviente y la confunde.
Por lo tanto, ¡oh, Arjuna, el mejor de los Bhāratas!,
desde el mismo principio domina este gran símbolo del pecado [la lujuria]
mediante la regulación de los sentidos, y mata a esta destructora del
conocimiento y la autorrealización.
Los sentidos de trabajo son superiores a la materia
burda; la mente es más elevada que los sentidos; la inteligencia es aún más
elevada que la mente; y ella [el alma] es incluso más elevada que la inteligencia.
En consecuencia, sabiendo que uno es trascendental a los
sentidos, la mente y la inteligencia materiales, ¡oh, Arjuna, el de los
poderosos brazos!, se debe estabilizar la mente mediante una inteligencia
espiritual deliberada [el proceso de conciencia de Kṛṣṇa], y así, mediante la
fuerza espiritual, conquistar a ese insaciable enemigo conocido como la
lujuria.
CAPÍTULO 4
El conocimiento
trascendental
La Personalidad de Dios, el Señor Śrī
Kṛṣṇa, dijo: Yo le enseñé esta imperecedera ciencia del yoga a
Vivasvān, el dios del Sol, y Vivasvān se la enseñó a Manu, el padre de la
humanidad, y Manu a su vez se la enseñó a Ikṣvāku.
Esta ciencia suprema se recibió así a
través de la cadena de sucesión discipular, y los reyes santos la entendieron
de ese modo. Pero en el transcurso del tiempo la sucesión se rompió, y, por
ello, la ciencia tal como es parece estar perdida.
Esta antiquísima ciencia de la
relación con el Supremo te la expongo hoy a ti, porque tú eres Mi devoto así
como también Mi amigo, y puedes por ello entender el misterio trascendental de
la misma.
Arjuna dijo: Vivasvān, el dios del
Sol, nació antes que Tú, por lo cual es mayor que Tú. ¿Cómo puedo entender que
en el principio Tú le hayas enseñado esta ciencia a él?
La Personalidad de Dios dijo: Tanto tú
como Yo hemos pasado por muchísimos nacimientos. Yo los puedo recordar todos,
pero tú no, ¡oh, subyugador del enemigo!
Aunque soy innaciente y Mi cuerpo
trascendental nunca se deteriora, y aunque soy el Señor de todas las entidades
vivientes, aun así aparezco en cada milenio en Mi trascendental forma original.
Cuando quiera y dondequiera que haya
una declinación en la práctica religiosa, ¡oh, descendiente de Bharata!, y un
aumento predominante de la irreligión, en ese entonces, Yo mismo desciendo.
Para redimir a los piadosos y
aniquilar a los infieles, así como para restablecer los principios de la
religión, Yo mismo aparezco milenio tras milenio.
¡Oh, Arjuna!, aquel que conoce la
naturaleza trascendental de Mi aparición y actividades, al abandonar este
cuerpo no vuelve a nacer de nuevo en este mundo material, sino que alcanza Mi
morada eterna.
Estando liberadas del apego, el temor
y la ira, estando totalmente absortas en Mí y refugiándose en Mí, muchísimas
personas se purificaron en el pasado mediante el conocimiento acerca de Mí, y
de ese modo todas ellas alcanzaron el estado de amor trascendental por Mí.
En la medida en que todos ellos se
entregan a Mí, Yo los recompenso. Todo el mundo sigue Mi sendero en todos los
aspectos, ¡oh, hijo de Pṛthā!
Los hombres de este mundo desean tener
éxito en las actividades fruitivas, y para ello adoran a los semidioses.
Prontamente, por supuesto, los hombres obtienen resultados del trabajo fruitivo
en este mundo.
Según las tres modalidades de la
naturaleza material y el trabajo asociado con ellas, Yo creo las cuatro
divisiones de la sociedad humana. Y aunque Yo soy el creador de ese sistema,
debes saber que no hago nada, pues soy inmutable.
No hay ningún trabajo que Me afecte,
ni ambiciono los frutos de la acción. Aquel que entiende esta verdad acerca de
Mí, tampoco se enreda en las reacciones fruitivas del trabajo.
En la antigüedad, todas las almas
liberadas actuaron con esa comprensión acerca de Mi naturaleza trascendental.
Así pues, debes cumplir con tu deber, siguiendo sus pasos.
Incluso los inteligentes se confunden
al tener que determinar lo que es la acción y lo que es la inacción. Ahora te
explicaré lo que es la acción, sabiendo lo cual te liberarás de todo
infortunio.
Las complejidades de la acción son muy
difíciles de entender. Por consiguiente, uno debe saber bien lo que es la
acción, lo que es la acción prohibida y lo que es la inacción.
Aquel que ve la inacción en la acción,
y la acción en la inacción, es inteligente entre los hombres y se halla en la
posición trascendental, aunque esté dedicado a toda clase de actividades.
Se entiende que alguien tiene pleno
conocimiento, cuando cada uno de sus esfuerzos está desprovisto del deseo de
complacer los sentidos. Los sabios dicen que él es un trabajador cuyas
reacciones del trabajo han sido quemadas por el fuego del conocimiento
perfecto.
Abandonando todo apego a los
resultados de sus actividades, siempre satisfecho e independiente, él no
ejecuta ninguna acción fruitiva, aunque está dedicado a toda clase de
actividades.
El hombre que posee una comprensión
tal, actúa con la mente y la inteligencia perfectamente controladas, abandona
todo sentido de propiedad de sus posesiones y actúa únicamente para satisfacer
las necesidades básicas de la vida. Obrando así, no es afectado por reacciones
pecaminosas.
Él se satisface con ganancias que
vienen por sí mismas, ha superado la dualidad, está libre de toda envidia y es
estable tanto en el éxito como en el fracaso. Por eso, él nunca se enreda
aunque ejecute acciones.
El trabajo de un hombre que está
desapegado de las modalidades de la naturaleza material y que tiene plenamente
en su posesión el conocimiento trascendental se funde enteramente en la
trascendencia.
Una persona que está plenamente
absorta en el estado de conciencia de Kṛṣṇa es seguro que llegará al reino
espiritual, en virtud de su total contribución a las actividades espirituales,
en las que la consumación es absoluta y lo que se ofrece es de la misma
naturaleza espiritual.
Algunos yogīs adoran
perfectamente a los semidioses ofreciéndoles diferentes sacrificios, y otros
ofrecen sacrificios en el fuego del Brahman Supremo.
Unos [los brahmacārīs puros]
sacrifican el proceso de oír y los sentidos en el fuego del control de la
mente, y otros [los casados regulados] sacrifican los objetos de los sentidos
en el fuego de los sentidos.
Otros, que están interesados en lograr
la autorrealización a través del control de la mente y los sentidos, ofrecen a
manera de oblaciones las funciones de todos los sentidos y del aire vital, en
el fuego de la mente controlada.
Algunos, habiendo aceptado estrictos
votos, llegan a iluminarse mediante el sacrificio de sus posesiones, y otros,
mediante la ejecución de severas austeridades, mediante la práctica del yoga del
misticismo óctuple o mediante el estudio de los Vedas para
avanzar en el cultivo de conocimiento trascendental.
Aun otros, que se inclinan por el
proceso de restringir la respiración para permanecer en trance, lo practican
ofreciendo el movimiento del aire que sale en el aire que entra, y el aire que
entra en el que sale, y, de esa manera, al final permanecen en trance,
suspendiendo la respiración por completo. Otros, reduciendo el comer, ofrecen
en sí mismo el aire que sale, como un sacrificio.
Todos estos ejecutores que conocen el
significado del sacrificio se limpian de las reacciones pecaminosas, y, como
han probado el néctar de los resultados de los sacrificios, avanzan hacia la
eterna atmósfera suprema.
¡Oh, tú, el mejor de la dinastía
Kuru!, sin sacrificio, jamás se puede ser feliz en este planeta ni en esta
vida, ¿qué puede decirse, entonces, de la siguiente?
Los Vedas aprueban todos
estos diferentes tipos de sacrificios, y todos ellos nacen de diferentes tipos
de trabajo. Conociéndolos de ese modo, tú lograrás liberarte.
¡Oh, castigador del enemigo!, el
sacrificio que se hace con conocimiento es mejor que el sacrificio de las
posesiones materiales. Al fin y al cabo, ¡oh, hijo de Pṛthā!, todos los
sacrificios del trabajo culminan en el conocimiento trascendental.
Tan solo trata de aprender la verdad
acudiendo a un maestro espiritual. Hazle preguntas de un modo sumiso y préstale
servicio. Las almas autorrealizadas pueden impartirte conocimiento, porque han
visto la verdad.
Habiendo obtenido verdadero
conocimiento proveniente de un alma autorrealizada, nunca volverás a ser
víctima de semejante ilusión, pues, por medio de ese conocimiento, verás que
todos los seres vivientes no son más que parte del Supremo, o, en otras
palabras, que son Míos.
Aun cuando se te considere el más
pecador de todos los pecadores, cuando te sitúes en el bote del conocimiento
trascendental serás capaz de cruzar el océano de los sufrimientos.
Así como un fuego ardiente convierte
la leña en cenizas, ¡oh, Arjuna!, así mismo el fuego del conocimiento reduce a
cenizas todas las reacciones de las actividades materiales.
En este mundo no hay nada tan sublime
y puro como el conocimiento trascendental. Dicho conocimiento es el fruto
maduro de todo misticismo, y aquel que se ha vuelto experto en la práctica del
servicio devocional disfruta de ese conocimiento internamente, a su debido
tiempo.
Un hombre fiel que se consagra al
conocimiento trascendental y que subyuga los sentidos es merecedor de obtener
ese conocimiento, y al adquirirlo, encuentra rápidamente la suprema paz
espiritual.
Pero las personas ignorantes e
infieles que dudan de las Escrituras reveladas, no adquieren conciencia de Dios
sino que caen. Para el alma que duda no hay felicidad ni en este mundo ni en el
otro.
Aquel que realiza servicio devocional
y renuncia a los frutos de sus acciones, y cuyas dudas han sido destruidas por
el conocimiento trascendental, está verdaderamente situado en el ser. Así pues,
a él no lo atan las reacciones del trabajo, ¡oh, conquistador de riquezas!
Por lo tanto, las dudas que te han
surgido en el corazón debido a la ignorancia, deben ser cortadas con el arma
del conocimiento. Armado con el yoga, ¡oh, Bhārata!, levántate y
pelea.
CAPÍTULO 5
Karma-yoga: acción con conciencia de Kṛṣṇa
Arjuna dijo: ¡Oh, Kṛṣṇa!, primero me
pides que renuncie al trabajo, y después me recomiendas de nuevo que trabaje
con devoción. ¿Tendrías ahora la bondad de decirme definitivamente cuál de esas
dos cosas es más beneficiosa?
La Personalidad de Dios respondió: La
renuncia al trabajo y el trabajo con devoción son ambos buenos para la
liberación. Pero, de los dos, el trabajo que se realiza a modo de servicio
devocional es mejor que la renuncia a los trabajos.
Aquel que ni odia ni desea los frutos
de sus actividades, es conocido como alguien que siempre es renunciado. Esa
persona, liberada de toda clase de dualidades, supera fácilmente el cautiverio
material y se libera por completo, ¡oh, Arjuna, el de los poderosos brazos!
Solo los ignorantes hablan del
servicio devocional [karma-yoga] como algo diferente del
estudio analítico del mundo material [sāṅkhya]. Aquellos que
verdaderamente son eruditos dicen que aquel que se consagra bien a uno de estos
senderos obtiene los resultados de ambos.
Aquel que sabe que la posición que se
alcanza por medio del estudio analítico también se puede conseguir por medio
del servicio devocional, y quien, en consecuencia, ve que el estudio analítico
y el servicio devocional se hallan en el mismo nivel, ve las cosas tal como
son.
La mera renuncia a todas las
actividades, sin dedicarse al servicio devocional del Señor, no puede hacer que
uno se sienta feliz. Pero una persona sensata que esté dedicada al servicio
devocional, puede llegar al Supremo sin demora.
Aquel que trabaja con devoción, que es
un alma pura y que controla la mente y los sentidos es querido por todos, y
todos son queridos por él. Aunque esa persona siempre trabaja, jamás se enreda.
Una persona con conciencia divina,
aunque se dedique a ver, oír, tocar, oler, comer, desplazarse, dormir y
respirar, siempre sabe para sí que de hecho no hace nada en absoluto, pues
mientras habla, evacua, recibe, y abre o cierra los ojos, siempre sabe que solo
los sentidos materiales están ocupados con sus objetos, y que ella está
apartada de ellos.
A aquel que ejecuta su deber sin
apego, entregándole los resultados al Señor Supremo, no lo afecta la acción
pecaminosa, tal como a la hoja del loto no la toca el agua.
Los yogīs, abandonando
el apego, actúan con el cuerpo, la mente, la inteligencia, e incluso con los
sentidos, únicamente con el fin de purificarse.
El alma firmemente consagrada logra
una paz inmaculada, porque Me ofrece los resultados de todas las actividades;
mientras que una persona que no está unida a lo Divino, que codicia los frutos
de su labor, se enreda.
Cuando el ser viviente encarnado
controla su naturaleza y renuncia mentalmente a todas las acciones, reside
feliz en la ciudad de las nueve puertas [el cuerpo material], sin trabajar ni
hacer que se trabaje.
El espíritu encarnado, amo de la
ciudad de su cuerpo, no crea actividades, ni induce a la gente a actuar, ni
crea los frutos de la acción. Todo esto lo efectúan las modalidades de la
naturaleza material.
Y el Señor Supremo tampoco asume la
responsabilidad de las actividades pecaminosas o piadosas de nadie. Sin
embargo, los seres encarnados están confundidos a causa de la ignorancia que
cubre su verdadero conocimiento.
Sin embargo, cuando uno se ilumina con
el conocimiento mediante el cual se destruye la nesciencia, entonces su
conocimiento lo revela todo, tal como el Sol ilumina todo durante el día.
Cuando la inteligencia, la mente, la
fe y el refugio de uno están todos fijos en el Supremo, uno se limpia por
entero de los recelos a través del conocimiento completo, y prosigue así por el
sendero de la liberación, sin desviarse.
Los sabios humildes, en virtud del
conocimiento verdadero, ven con la misma visión a un manso y erudito brāhmaṇa,
a una vaca, a un elefante, a un perro y a un comeperros [un paria].
Aquellos que tienen la mente
establecida en la igualdad y en la ecuanimidad, ya han conquistado las
condiciones del nacimiento y la muerte. Ellos son intachables como el Brahman,
y por eso ya están situados en el Brahman.
Una persona que ni se regocija al
conseguir algo agradable ni se lamenta al obtener algo desagradable, que es
inteligente en relación con el ser, que no se confunde y que conoce la ciencia
de Dios ya está situada en la trascendencia.
Una persona así de liberada no se ve
atraída al placer material de los sentidos, sino que, más bien, siempre está en
trance, disfrutando del placer interno. De ese modo, la persona autorrealizada
disfruta de una felicidad ilimitada, ya que se concentra en el Supremo.
Una persona inteligente no participa
de cosas que son fuentes de desdicha y las cuales se deben al contacto con los
sentidos materiales. ¡Oh, hijo de Kuntī!, esa clase de placeres tienen un
comienzo y un final, y por eso el hombre sabio no se deleita con ellos.
Si antes de abandonar este cuerpo
actual uno es capaz de tolerar los impulsos de los sentidos materiales y
contener la fuerza del deseo y la ira, uno se halla bien situado y es feliz en
este mundo.
Aquel cuya felicidad es interna, que
es activo y se regocija internamente, y cuya meta es interna, es en verdad el
místico perfecto. Él está liberado en el Supremo, y al final llega al Supremo.
Aquellos que se encuentran más allá de
las dualidades que surgen de las dudas, que tienen la mente ocupada
internamente, que siempre están muy ocupados en trabajar por el bienestar de
todos los seres vivientes, y que están libres de toda clase de pecados, logran
la liberación en el Supremo.
Aquellos que están libres de la ira y
de todos los deseos materiales, que están autorrealizados, que son
autodisciplinados y que se están esforzando constantemente por la perfección,
tienen asegurada la liberación en el Supremo en un futuro muy cercano.
Evitando todos los objetos externos de
los sentidos, manteniendo los ojos y la visión concentrados en el entrecejo,
suspendiendo en las fosas nasales la inhalación y la exhalación —controlando
así la mente, los sentidos y la inteligencia—, el trascendentalista que busca la
liberación se libra del deseo, el temor y la ira. Aquel que siempre se
encuentra en ese estado, sin duda que está liberado.
Una persona que tiene plena conciencia
de Mí, que Me conoce como el beneficiario último de todos los sacrificios y
austeridades, como el Señor Supremo de todos los planetas y semidioses, y como
el benefactor y bienqueriente de todas las entidades vivientes, se libra de los
tormentos de los sufrimientos materiales y encuentra la paz.
CAPÍTULO 6
Dhyāna-yoga
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Aquel que no está apegado a los frutos de su trabajo y que trabaja tal como
está obligado a hacerlo, se encuentra en la orden de vida de renuncia y es el
verdadero místico, y no aquel que no enciende ningún fuego ni ejecuta ningún
deber.
Lo que se denomina renunciación, debes
saber que es lo mismo que el yoga, o el vincularse con el
Supremo, ¡oh, hijo de Pāṇḍu!, porque jamás puede alguien convertirse en yogī,
a menos que renuncie al deseo de complacer los sentidos.
Para aquel que es un neófito en el
sistema óctuple del yoga, se dice que el trabajo es el medio; y
para aquel que ya se encuentra elevado en el yoga, se dice que el
cese de todas las actividades materiales es el medio.
Se dice que una persona está elevada
en el yoga, cuando, habiendo renunciado a todos los deseos
materiales, ni actúa para complacer los sentidos, ni se ocupa en actividades
fruitivas.
Uno debe liberarse con la ayuda de la
mente, y no degradarse. La mente es la amiga del alma condicionada, así como
también su enemiga.
Para aquel que ha conquistado la
mente, esta es el mejor de los amigos; pero para aquel que no lo ha hecho, la
mente permanecerá como su peor enemigo.
Aquel que ha conquistado la mente, ya
ha llegado a la Superalma, porque ha conseguido la tranquilidad. Para ese
hombre, la felicidad y la aflicción, el calor y el frío, y la honra y la
deshonra, son todos lo mismo.
Se dice que una persona está
establecida en la comprensión del ser y se le da el nombre de yogī [o
místico], cuando ella se encuentra plenamente satisfecha en virtud del
conocimiento y la comprensión que ha adquirido. Esa persona está situada en la
trascendencia y es autocontrolada. Ella ve todo igual, ya sean guijarros,
piedras u oro.
Se dice que una persona está aún más
adelantada cuando ve a todo el mundo con igualdad de ánimo, es decir, a los
honestos bienquerientes, a los afectuosos benefactores, a las personas
neutrales, a los mediadores, a los envidiosos, a los amigos y a los enemigos, y
a los piadosos y a los pecadores.
El trascendentalista siempre debe
ocupar el cuerpo, la mente y el yo en relación con el Supremo; él debe vivir a
solas en un lugar apartado, y siempre debe controlar la mente con cautela. Él
debe estar libre de deseos y de sentimientos de posesión.
Para practicar yoga, uno
debe irse a un lugar apartado, poner hierba kuśa en el
suelo, y luego cubrirla con una piel de venado y una tela suave. El asiento no
debe ser ni demasiado alto ni demasiado bajo, y debe encontrarse en un lugar
sagrado. El yogī debe entonces sentarse en él muy firmemente
y practicar yoga, para purificar el corazón mediante el control
de la mente, de los sentidos y de las actividades, y fijando la mente en un
punto.
Uno debe mantener el cuerpo, el cuello
y la cabeza erguidos en línea recta, y mirar fijamente la punta de la nariz. De
ese modo, con la mente tranquila y sometida, libre de temor y completamente
libre de vida sexual, se debe meditar en Mí en el corazón y convertirme en la
meta última de la vida.
Practicando así un control constante
del cuerpo, la mente y las actividades, el místico trascendentalista, con la
mente regulada, llega al Reino de Dios [o la morada de Kṛṣṇa] mediante el cese
de la existencia material.
No hay ninguna posibilidad de
convertirse en yogī, ¡oh, Arjuna!, si se come demasiado o se come
muy poco, ni si se duerme demasiado o no se duerme lo suficiente.
Aquel que es regulado en sus hábitos
de comer, dormir, recrearse y trabajar, puede mitigar todos los sufrimientos
materiales mediante la práctica del sistema de yoga.
Cuando el yogī disciplina
sus actividades mentales mediante la práctica del yoga y se
sitúa en la trascendencia —libre de todos los deseos materiales—, se dice que
él está bien establecido en el yoga.
Así como una lámpara no tiembla en un
lugar en el que no hay viento, así mismo el trascendentalista, cuya mente está
controlada, siempre permanece fijo en su meditación en el Ser trascendente.
En la etapa de la perfección
denominada trance, o samādhi, la mente de uno se abstiene por
completo de las actividades mentales materiales, mediante la práctica del yoga.
Esa perfección se caracteriza por la habilidad que tiene uno de ver el Ser
mediante la mente pura, y de disfrutar y regocijarse en el Ser. En ese estado
jubiloso, uno se sitúa en medio de una felicidad trascendental ilimitada, que
se llega a experimentar a través de los sentidos trascendentales. Establecido
así, uno nunca se aparta de la verdad, y al conseguir esto, piensa que no hay
nada mejor. Al uno situarse en esa posición nunca se desconcierta, ni siquiera
en medio de la mayor de las dificultades. Esto es en verdad estar libre de
hecho de todos los sufrimientos que surgen del contacto material.
Uno debe dedicarse a la práctica
del yoga con determinación y fe, y no dejarse apartar de la
senda. Uno debe abandonar, sin excepción, todos los deseos materiales nacidos
de especulaciones mentales, y de ese modo controlar con la mente todos los
sentidos, por todas partes.
Gradualmente, paso a paso, uno debe
ponerse en trance mediante la inteligencia sostenida por una convicción total,
y, de ese modo, la mente debe estar fija solo en el Ser, y no debe pensar en
nada más.
De lo que sea y de dondequiera en que
la mente deambule debido a su naturaleza vacilante e inestable, uno debe sin
duda apartarla y ponerla de nuevo bajo el control del yo.
El yogī cuya mente
está fija en Mí, logra en verdad la máxima perfección de la felicidad
trascendental. Él está más allá de la modalidad de la pasión, comprende su
identidad cualitativa con el Supremo, y, en consecuencia, está libre de todas
las reacciones de las acciones pasadas.
De ese modo, el yogī autocontrolado,
dedicado constantemente a la práctica del yoga, se libra de toda
contaminación material y alcanza la máxima etapa de la felicidad perfecta, en
el servicio amoroso y trascendental que le presta al Señor.
Un verdadero yogī Me
observa a Mí en todos los seres, y también ve a todo ser en Mí. En verdad, la
persona autorrealizada Me ve a Mí, el mismo Señor Supremo, en todas partes.
Aquel que Me ve en todas partes y que
ve todo en Mí, Yo nunca lo pierdo a él, y él nunca Me pierde a Mí.
Un yogī como ese,
que se dedica al venerable servicio de la Superalma sabiendo que Yo y la
Superalma somos uno, permanece siempre en Mí en todas las circunstancias.
¡Oh, Arjuna!, aquel que, mediante la
comparación con su propio ser, ve la verdadera igualdad de todos los seres
tanto en su felicidad como en su aflicción, es un yogī perfecto.
Arjuna dijo: ¡Oh, Madhusūdana!, el
sistema de yoga que has resumido me parece impráctico e
intolerable, ya que la mente es inquieta e inestable.
La mente es inquieta, turbulenta,
obstinada y muy fuerte, ¡oh, Kṛṣṇa!, y someterla, creo yo, es más difícil que
controlar el viento.
El Señor Śrī Kṛṣṇa dijo: ¡Oh, tú, hijo
de Kuntī, el de los poderosos brazos!, contener la inquieta mente es sin duda
algo muy difícil de hacer, pero ello es posible mediante la práctica adecuada y
el desapego.
Para aquel que tiene la mente
desenfrenada, la autorrealización es una labor difícil. Pero aquel que tiene la
mente controlada y que se esfuerza por los medios adecuados, tiene asegurado el
éxito. Esa es Mi opinión.
Arjuna dijo: ¡Oh, Kṛṣṇa!, ¿cuál es el
destino del trascendentalista que fracasa, quien al principio emprende el
proceso de la autorrealización con fe, pero que luego desiste debido a una
mentalidad mundana, y que por ello no logra la perfección en el misticismo?
¡Oh, Kṛṣṇa, el de los poderosos
brazos!, ¿no es cierto que ese hombre, que se encuentra confundido en el
sendero de la trascendencia, se aleja tanto del éxito espiritual como del material,
y perece como una nube que se dispersa, sin ninguna posición en ninguna esfera?
Esta es mi duda, ¡oh, Kṛṣṇa!, y te
pido que la despejes por completo. Aparte de Ti, no hay nadie que pueda
destruir esta duda.
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
¡Oh, hijo de Pṛthā!, un trascendentalista dedicado a actividades auspiciosas no
es destruido ni en este mundo ni en el mundo espiritual; amigo Mío, aquel que
hace el bien, nunca es vencido por el mal.
Después de muchísimos años de disfrute
en los planetas de las entidades vivientes piadosas, el yogī que
fracasa nace en una familia de personas virtuosas o en una familia de la rica
aristocracia.
O [si ha fracasado después de una
larga práctica de yoga] nace en una familia de trascendentalistas
que es seguro que tienen una gran sabiduría. Claro que, semejante nacimiento es
raro en este mundo.
¡Oh, hijo de Kuru!, al obtener esa
clase de nacimiento, él revive de nuevo la conciencia divina de su vida
anterior, y trata de progresar más a fin de lograr el éxito completo.
En virtud de la conciencia divina de
su vida anterior, él se siente atraído automáticamente a los principios
yóguicos, aun sin buscarlos. Ese trascendentalista indagador siempre está por
encima de los principios rituales de las Escrituras.
Y cuando el yogī se
esfuerza sinceramente por progresar más y se limpia de todas las
contaminaciones, entonces, finalmente, logrando la perfección después de
muchísimos nacimientos dedicados a la práctica, llega a la meta suprema.
El yogī es superior
al asceta, superior al empírico y superior al trabajador fruitivo. Por lo
tanto, ¡oh, Arjuna!, en todas las circunstancias, sé un yogī.
Y de todos los yogīs,
aquel que tiene una gran fe y que siempre se refugia en Mí, piensa en Mí y Me
presta un amoroso servicio trascendental, es el que está más íntimamente unido
a Mí por medio del yoga, y es el más elevado de todos. Esa es Mi
opinión.
CAPÍTULO 7
El conocimiento del
Absoluto
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Ahora oye, ¡oh, hijo de Pṛthā!, cómo mediante la práctica del yoga con
plena conciencia de Mí, con la mente apegada a Mí, podrás conocerme por
completo, libre de dudas.
Ahora te voy a exponer por completo
este conocimiento, que es tanto material como espiritual. Al conocer esto no te
quedará nada más por conocer.
De muchos miles de hombres, puede que
uno se esfuerze por la perfección, y de aquellos que han logrado la perfección,
difícilmente uno Me conoce en verdad.
La tierra, el agua, el fuego, el aire,
el éter, la mente, la inteligencia y el ego falso, estos ocho elementos en
conjunto constituyen Mis energías materiales separadas.
Además de todo ello, ¡oh, Arjuna, el
de los poderosos brazos!, hay una energía Mía que es superior, la cual consiste
en las entidades vivientes que están explotando los recursos de esa naturaleza
material inferior.
Todos los seres creados tienen su
origen en estas dos naturalezas. De todo lo que es material y de todo lo que es
espiritual en este mundo, has de saber con toda certeza que Yo soy tanto el
origen como la disolución.
¡Oh, conquistador de riquezas!, no hay
verdad superior a Mí. Todo descansa en Mí, tal como perlas ensartadas en un
hilo.
¡Oh, hijo de Kuntī!, Yo soy el sabor
del agua, la luz del Sol y de la Luna, la sílaba oṁ de los mantras védicos; Yo
soy el sonido del éter y la habilidad del hombre.
Yo soy la fragancia original de la
tierra, y Yo soy el calor del fuego. Yo soy la vida de todo lo que vive, y Yo
soy las penitencias de todos los ascetas.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, has de saber que
Yo soy la semilla original de todo lo que existe, la inteligencia de los
inteligentes y el poder de todos los hombres poderosos.
Yo soy la fuerza de los fuertes,
desprovista de pasión y deseo. Yo soy la vida sexual que no va en contra de los
principios religiosos, ¡oh, señor de los Bhāratas [Arjuna]!
Has de saber que todos los estados de
existencia —ya sean de la bondad, de la pasión o de la ignorancia— los
manifiesta Mí energía. En un sentido, Yo lo soy todo, pero soy independiente.
Yo no me encuentro bajo la jurisdicción de las modalidades de la naturaleza
material, ya que, por el contrario, ellas se encuentran dentro de Mí.
Engañado por las tres modalidades
[bondad, pasión e ignorancia], el mundo entero no Me conoce a Mí, que estoy por
encima de las modalidades y que soy inagotable.
Esta energía divina Mía, integrada por
las tres modalidades de la naturaleza material, es difícil de superar. Pero
aquellos que se han entregado a Mí, pueden atravesarla fácilmente.
Esos herejes que son sumamente necios,
que son lo más bajo de la humanidad, a quienes la ilusión les ha robado el
conocimiento y que participan de la naturaleza atea de los demonios, no se
entregan a Mí.
¡Oh, tú, el mejor de los Bhāratas
[Arjuna]!, cuatro clases de hombres piadosos comienzan a prestarme servicio
devocional: el afligido, el que desea riquezas, el indagador y aquel que busca
conocimiento acerca del Absoluto.
De estos, el mejor es aquel que tiene
pleno conocimiento y que siempre está dedicado al servicio devocional puro,
pues Yo le soy muy querido a él y él Me es muy querido a Mí.
Todos estos devotos son indudablemente
almas magnánimas, pero aquel que está situado en el plano del conocimiento
acerca de Mí, Yo considero que es tal como Mi propio ser. Como él está dedicado
a Mi trascendental servicio, es seguro que llegará a Mí, lo cual es la meta más
elevada y perfecta de todas.
Después de muchos nacimientos y
muertes, aquel que verdaderamente tiene conocimiento se entrega a Mí, sabiendo
que Yo soy la causa de todas las causas y de todo lo que existe. Un alma así de
grande es muy difícil de encontrar.
Aquellos a quienes los deseos
materiales les han robado la inteligencia, se entregan a los semidioses y
siguen las reglas y regulaciones específicas de adoración que corresponden a
sus propias naturalezas.
Yo estoy en el corazón de todos en
forma de la Superalma. En cuanto alguien desea adorar a algún semidiós, Yo hago
que su fe se vuelva firme para que pueda consagrarse a esa deidad en
particular.
Dotado de esa fe, él se esfuerza por adorar
a un determinado semidiós, y obtiene lo que desea. Pero, en realidad, esos
beneficios únicamente los otorgo Yo.
Los hombres de poca inteligencia
adoran a los semidioses, y sus frutos son limitados y temporales. Aquellos que
adoran a los semidioses van a los planetas de los semidioses, pero Mis devotos
llegan al final a Mi planeta supremo.
Los hombres que carecen de inteligencia
y que no Me conocen perfectamente, creen que Yo, la Suprema Personalidad de
Dios, Kṛṣṇa, era impersonal antes, y que ahora he adoptado esta personalidad.
Debido a su poco conocimiento no conocen Mi naturaleza superior, la cual es
imperecedera y suprema.
Yo nunca Me les manifiesto a los
necios y poco inteligentes. Para ellos estoy cubierto por Mi potencia interna,
y, por lo tanto, ellos no saben que soy innaciente e infalible.
¡Oh, Arjuna!, en Mi carácter de
Suprema Personalidad de Dios, Yo sé todo lo que ha ocurrido en el pasado, todo
lo que está ocurriendo en el presente y todas las cosas que aún están por
ocurrir. Además, Yo conozco a todas las entidades vivientes; pero a Mí nadie Me
conoce.
¡Oh, vástago de Bharata!, ¡oh,
conquistador del enemigo!, todas las entidades vivientes nacen en el seno de la
ilusión, confundidas por las dualidades que surgen del deseo y el odio.
Las personas que han actuado
piadosamente en esta vida y en vidas anteriores, y cuyas acciones pecaminosas
se han erradicado por completo, se libran de la dualidad de la ilusión y se
ocupan en Mi servicio con determinación.
Las personas inteligentes que se están
esforzando por liberarse de la vejez y de la muerte, se refugian en Mí mediante
el servicio devocional. Ellas son de hecho Brahman, porque saben absolutamente
todo acerca de las actividades trascendentales.
Aquellos que tienen plena conciencia
de Mí, que saben que Yo, el Señor Supremo, soy el principio que gobierna la
manifestación material, que gobierna a los semidioses y que gobierna todos los
métodos de sacrificio, pueden entenderme y conocerme a Mí, la Suprema
Personalidad de Dios, incluso a la hora de la muerte.
CAPÍTULO 8
Alcanzando al Supremo
Arjuna preguntó: ¡Oh, mi Señor!, ¡oh,
Persona Suprema!, ¿qué es Brahman? ¿Qué es el ser? ¿Qué son las actividades
fruitivas? ¿Qué es esta manifestación material? Y, ¿qué son los semidioses? Por
favor explícame eso.
¡Oh, Madhusūdana!, ¿quién es el Señor
del sacrificio y cómo vive en el cuerpo? Y, ¿cómo pueden conocerte a la hora de
la muerte aquellos que están dedicados al servicio devocional?
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
La indestructible y trascendental entidad viviente recibe el nombre de Brahman,
y su naturaleza eterna se llama adhyātma, el ser. La
acción que está relacionada con el desarrollo de estos cuerpos materiales se
denomina karma, o actividad fruitiva.
¡Oh, tú, el mejor de los seres
encarnados!, la naturaleza física, que está cambiando constantemente, se
denomina adhibhūtam [la manifestación material]. La forma universal del Señor,
que incluye a todos los semidioses, como los del Sol y de la Luna, se denomina
adhidaivam. Y Yo, el Señor Supremo, representado como la Superalma en el
corazón de cada ser encarnado, Me llamo adhiyajña [el Señor del sacrificio].
Y quienquiera que al final de la vida
abandone el cuerpo recordándome únicamente a Mí, de inmediato alcanza Mi
naturaleza. De esto no hay ninguna duda.
Cualquier estado de existencia que uno
recuerde cuando abandone el cuerpo, ese estado alcanzará sin falta.
Por lo tanto, Arjuna, siempre debes
pensar en Mí en la forma de Kṛṣṇa, y al mismo tiempo desempeñar tu deber
prescrito de pelear. Con tus actividades dedicadas a Mí y con la mente y la
inteligencia fijas en Mí, llegarás a Mí sin duda alguna.
Aquel que medita en Mí como Suprema
Personalidad de Dios, con la mente constantemente dedicada a recordarme a Mí, y
que no se aparta del sendero, él, ¡oh, Pārtha!, es seguro que llega a Mí.
Se debe meditar en la Persona Suprema
como aquel que lo sabe todo, que es el más antiguo de todos, que es el
controlador, que es más pequeño que lo más pequeño, que es el sustentador de
todo, que está más allá de toda concepción material, que es inconcebible y que
siempre es una persona. Él es luminoso como el Sol, y es trascendental, más
allá de esta naturaleza material.
Aquel que, en el momento de la muerte,
fije su aire vital entre las cejas y, por la fuerza del yoga, con una mente
recta, se dedique a recordar al Señor Supremo con toda devoción, ciertamente
que llegará a la Suprema Personalidad de Dios.
Las personas que están versadas en
los Vedas, que profieren el oṁkāra y que son grandes sabios de la
orden de renuncia, entran en el Brahman. Al desear esa perfección, uno practica
celibato. Ahora te explicaré brevemente ese proceso, mediante el cual se puede
lograr la salvación.
La situación yóguica es la de estar
desapegado de todas las ocupaciones de los sentidos. Cerrando todas las puertas
de los sentidos y fijando la mente en el corazón y el aire vital en la parte
superior de la cabeza, uno se establece en el yoga.
Si después de situarse en esa práctica
del yoga y de proferir la sagrada sílaba oṁ, la suprema combinación de letras,
uno piensa en la Suprema Personalidad de Dios y abandona su cuerpo, es seguro
que llegará a los planetas espirituales.
Para aquel que siempre Me recuerda sin
desviación, Yo soy fácil de obtener, ¡oh, hijo de Pṛthā!, debido a su constante
ocupación en el servicio devocional.
Después de llegar a Mí, las grandes
almas, que son yogīs en estado de devoción, jamás regresan a
este mundo temporal, el cual está lleno de sufrimientos, ya que han logrado la
máxima perfección.
Desde el planeta más elevado del mundo
material hasta el más bajo de ellos, todos son lugares de sufrimiento en los
que ocurre el reiterado proceso del nacimiento y la muerte. Pero aquel que
llega a Mi morada, ¡oh, hijo de Kuntī!, nunca vuelve a nacer.
En función de los cálculos humanos, el
conjunto de mil eras constituye la duración de un día de Brahmā. Y esa es
también la duración de su noche.
Al comienzo del día de Brahmā, todas
las entidades vivientes se manifiestan del estado no manifiesto, y luego,
cuando cae la noche, se funden de nuevo en lo no manifiesto.
Una y otra vez, cuando llega el día de
Brahmā, todas las entidades vivientes pasan a existir, y con la llegada de la
noche de Brahmā son aniquiladas irremediablemente.
Mas, existe otra naturaleza no manifiesta,
que es eterna y trascendental a esta materia manifestada y no manifestada. Esa
naturaleza es suprema y nunca es aniquilada. Cuando todo en este mundo es
aniquilado, esa parte permanece tal como es.
Aquello que los vedantistas describen
como no manifiesto e infalible, aquello que se conoce como el destino supremo,
ese lugar del que, después de llegar a él, nunca se regresa, esa es Mi morada
suprema.
A la Suprema Personalidad de Dios,
quien es más grande que todos, se lo consigue mediante la devoción pura. Aunque
Él se encuentra en Su morada, es omnipresente, y todo está situado dentro de
Él.
¡Oh, tú, el mejor de los Bhāratas!,
ahora te voy a explicar los diferentes momentos en los que, cuando el yogī se
va de este mundo, regresa a él o no regresa.
Aquellos que conocen al Brahman
Supremo llegan a ese Supremo yéndose del mundo durante la influencia del dios
del fuego, durante la luz, en un momento auspicioso del día, durante la
quincena de la Luna creciente o durante los seis meses en que el Sol viaja por
el norte.
El místico que se va de este mundo
durante el humo, durante la noche, durante la quincena de la Luna menguante o
durante los seis meses en que el Sol pasa al sur, llega al planeta Luna, pero
regresa de nuevo.
De acuerdo con la opinión védica, hay
dos maneras de irse de este mundo: una en la luz y la otra en la oscuridad.
Cuando uno se va en la luz, no regresa; pero cuando se va en la oscuridad, sí
lo hace.
Aunque los devotos conocen esos dos
senderos, ¡oh, Arjuna!, nunca se confunden. Por lo tanto, siempre mantente fijo
en la devoción.
La persona que acepta el sendero del
servicio devocional no está desprovista de los resultados que se obtienen del
estudio de los Vedas, de la ejecución de sacrificios del sometimiento a
austeridades la caridad o de la ejecución de actividades filosóficas y
fruitivas. Por el simple hecho de realizar servicio devocional, ella consigue
todo eso, y al final llega a la eterna morada suprema.
CAPÍTULO 9
El conocimiento más
confidencial
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Mi querido Arjuna, como tú nunca Me envidias, te he de impartir ese
conocimiento y esa comprensión que son de lo más confidenciales, con lo cual te
verás liberado de los sufrimientos de la existencia material.
Este conocimiento es el rey de la
educación y el más secreto de todos los secretos. Es el conocimiento más puro
de todos, y como brinda una percepción directa del ser mediante la iluminación,
es la perfección de la religión. Además, es eterno, y se practica con alegría.
Aquellos que no son fieles en este
servicio devocional no pueden alcanzarme, ¡oh, conquistador de los enemigos!
Por lo tanto, ellos regresan al sendero del nacimiento y la muerte de este
mundo material.
Yo, en Mi forma no manifestada, Me
encuentro omnipresente en todo este universo. Todos los seres están en Mí, pero
Yo no estoy en ellos.
Y, sin embargo, todo lo creado no
descansa en Mí. ¡He ahí mi opulencia mística! Aunque Yo soy el que mantiene a
todas las entidades vivientes y aunque estoy en todas partes, Yo no soy parte
de esta manifestación cósmica, pues Mi Ser es la fuente en sí de la creación.
Has de saber que así como el poderoso
viento, que sopla por doquier, siempre descansa en el cielo, así mismo todos
los seres creados descansan en Mí.
¡Oh, hijo de Kuntī!, al final del
milenio, todas las manifestaciones materiales entran en Mi naturaleza, y al
comienzo de otro milenio, mediante Mi potencia, Yo las creo de nuevo.
Todo el orden cósmico está supeditado
a Mí. Por Mi voluntad, se manifiesta automáticamente una y otra vez, y por Mi
voluntad, al final es aniquilado.
¡Oh, Dhanañjaya!, todo este trabajo no
puede atarme. Yo siempre estoy desapegado, situado como si fuera neutral.
Esta naturaleza material, que es una
de Mis energías, funciona bajo Mi dirección, ¡oh, hijo de Kuntī!, y produce a
todos los seres móviles e inmóviles. Por orden suya, esta manifestación es
creada y aniquilada una y otra vez.
Los necios se burlan de Mí cuando
desciendo con forma humana. Ellos no conocen Mi naturaleza trascendental como
Señor Supremo de todo lo que existe.
Aquellos que están confundidos de ese
modo son atraídos por opiniones ateas y demoníacas. En esa condición engañada,
sus esperanzas de liberarse, sus actividades fruitivas y su cultivo de
conocimiento se ven todos frustrados.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, aquellos que no
están engañados, las grandes almas, se hallan bajo la protección de la
naturaleza divina. Ellos están plenamente dedicados al servicio devocional,
porque saben que Yo soy la Suprema Personalidad de Dios, original e inagotable.
Siempre cantando Mis glorias,
esforzándose con gran determinación y postrándose ante Mí, estas grandes almas
Me adoran perpetuamente con devoción.
Otros, que hacen sacrificio mediante
el cultivo de conocimiento, adoran al Señor Supremo como aquel que no tiene
igual, como aquel que se ha diversificado en muchos, y como la forma universal.
Mas, Yo soy el ritual, el sacrificio,
la ofrenda a los antepasados, la hierba medicinal y el canto trascendental. Yo
soy la mantequilla, el fuego y la ofrenda.
Yo soy el padre de este universo, la
madre, el sostén y el abuelo. Yo soy el objeto del conocimiento, el purificador
y la sílaba oṁ. Yo también soy los Vedas Ṛg, Sāma y Yajur.
Yo soy la meta, el sustentador, el
amo, el testigo, la morada, el refugio y el amigo más querido. Yo soy la
creación y la aniquilación, la base de todo, el lugar de descanso y la simiente
eterna.
¡Oh, Arjuna!, Yo doy calor, y retengo
o envío la lluvia. Yo soy la inmortalidad, y también soy la personificación de
la muerte. Tanto el espíritu como la materia están en Mí.
Aquellos que estudian los Vedas y
beben el jugo soma, buscando los planetas celestiales, Me adoran
indirectamente. Al purificarse de las reacciones pecaminosas, ellos nacen en el
piadoso y celestial planeta de Indra, donde disfrutan de deleites divinos.
Después de que han disfrutado así de
un inmenso placer celestial de los sentidos y los resultados de sus actividades
piadosas se agotan, ellos regresan de nuevo a este planeta mortal. Así pues,
aquellos que buscan el disfrute de los sentidos adhiriéndose para ello a los
principios de los tres Vedas, consiguen únicamente el reiterado ciclo del
nacimiento y la muerte.
Pero a aquellos que siempre Me adoran
con una devoción exclusiva, meditando en Mi forma trascendental, Yo les llevo
lo que les falta y les preservo lo que tienen.
Aquellos que son devotos de otros
dioses y que los adoran con fe, en realidad Me adoran únicamente a Mí, ¡oh,
hijo de Kuntī!, pero lo hacen de un modo equivocado.
Yo soy el único disfrutador y amo de
todos los sacrificios. Por consiguiente, aquellos que no reconocen Mi verdadera
naturaleza trascendental, caen.
Aquellos que adoran a los semidioses,
nacerán entre los semidioses; aquellos que adoran a los antepasados, irán a los
antepasados; aquellos que adoran a los fantasmas y espíritus, nacerán entre
esos seres; y aquellos que Me adoran a Mí, vivirán conmigo.
Si alguien Me ofrece con amor y
devoción una hoja, una flor, una fruta o agua, Yo la aceptaré.
Todo lo que hagas, todo lo que comas,
todo lo que ofrezcas o regales, y todas las austeridades que realizes, hazlo,
¡oh, hijo de Kuntī!, como una ofrenda a Mí.
De ese modo te librarás del cautiverio
del trabajo y sus resultados auspiciosos y desfavorables. Con la mente fija en
Mí y siguiendo ese principio de renunciación, te liberarás y vendrás a Mí.
Yo no envidio a nadie, ni soy parcial
con nadie. Yo tengo la misma disposición para con todos. Pero todo el que Me presta
servicio con devoción es un amigo y está en Mí, y Yo también soy un amigo para
él.
Incluso si alguien comete las acciones
más abominables de todas, si está dedicado al servicio devocional se debe
considerar que es un santo, porque está debidamente situado en su
determinación.
Prontamente él se vuelve virtuoso y
consigue una paz perdurable. ¡Oh, hijo de Kuntī!, declara osadamente que Mi
devoto nunca perece.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, aquellos que se
refugian en Mí, aunque sean de baja estirpe —las mujeres, los vaiśyas [los
comerciantes] y los śūdras [los trabajadores]—, pueden
dirigirse hacia el destino supremo.
¡Cuánto más cierto no es esto en el
caso de los virtuosos brāhmaṇas, de los devotos y también de los reyes santos!
Así que, habiendo venido a este temporal y desolador mundo, dedícate a Mi
amoroso servicio.
Siempre ocupa la mente en pensar en
Mí, vuélvete devoto Mío, ofréceme reverencias y adórame a Mí. Estando
completamente absorto en Mí, es seguro que vendrás a Mí.
CAPÍTULO 10
La opulencia del
Absoluto
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Vuelve a escuchar, ¡oh, Arjuna, el de los poderosos brazos! Como tú eres Mi
amigo querido, para beneficio tuyo voy a seguir hablando, y voy a impartir un
conocimiento que es mejor que lo que ya he explicado.
Ni las legiones de semidioses ni los
grandes sabios conocen Mi origen ni Mis opulencias, ya que, en todos los
aspectos, Yo soy la fuente de los semidioses y de los sabios.
Aquel que Me conoce como el
innaciente, como el que no tiene principio, como el Supremo Señor de todos los
mundos, solo él, que entre los hombres está libre de engaño, se libera de las
reacciones de los pecados.
La inteligencia, el conocimiento, la
ausencia de duda y engaño, la indulgencia, la veracidad, el control de los
sentidos, el control de la mente, la felicidad, la aflicción, el nacimiento, la
muerte, el temor, la valentía, la no violencia, la ecuanimidad, la
satisfacción, la austeridad, la caridad, la fama y la infamia, todas estas
diversas cualidades de los seres vivos solo son creadas por Mí.
Los siete grandes sabios, y antes que
ellos los otros cuatro grandes sabios y los manus [los
progenitores de la humanidad], provienen de Mí, nacidos de Mi mente, y todos
los seres vivos que pueblan los diversos planetas descienden de ellos.
Aquel que está verdaderamente
convencido de esta opulencia y poder místico Míos, se dedica al servicio
devocional puro; de esto no hay ninguna duda.
Yo soy la fuente de todos los mundos
materiales y espirituales. Todo emana de Mí. Los sabios que saben esto
perfectamente, se dedican a Mi servicio devocional y Me adoran con todo su
corazón.
Los pensamientos de Mis devotos puros
moran en Mí, sus vidas están plenamente consagradas a Mi servicio, y ellos
sienten gran satisfacción y dicha en iluminarse siempre entre sí y en conversar
siempre acerca de Mí.
A aquellos que están constantemente
consagrados a servirme con amor, Yo les doy la inteligencia mediante la cual
pueden venir a Mí.
Para otorgarles una misericordia
especial, Yo, morando en sus corazones, destruyo con la deslumbrante lámpara
del conocimiento la oscuridad que nace de la ignorancia.
Arjuna dijo: Tú eres la Suprema
Personalidad de Dios, la morada suprema, lo más puro que existe, la Verdad
Absoluta. Tú eres la persona original, trascendental y eterna, el innaciente,
el más grande de todos. Todos los grandes sabios, tales como Nārada, Asita,
Devala y Vyāsa, confirman esta verdad acerca de Ti, y ahora Tú mismo me lo
estás expresando.
¡Oh, Kṛṣṇa!, yo acepto totalmente como
cierto todo lo que me has dicho. Ni los semidioses ni los demonios, ¡oh,
Señor!, pueden entender Tu personalidad.
En verdad, solo Tú Te conoces a Ti
mismo mediante Tu propia potencia interna, ¡oh, Persona Suprema, origen de
todo, Señor de todos los seres, Dios de los dioses, Señor del universo!
Por favor, háblame en detalle de Tus
poderes divinos, mediante los cuales estás omnipresente en todos estos mundos.
¡Oh, Kṛṣṇa!, ¡oh, místico supremo!,
¿cómo he de meditar constantemente en Ti y cómo habré de conocerte? ¡Oh,
Suprema Personalidad de Dios!, ¿en qué diversas formas debes ser recordado?
¡Oh, Janārdana!, por favor describe de
nuevo detalladamente el poder místico de Tus opulencias. Yo nunca me sacio de
oír hablar de Ti, pues cuanto más oigo, más quiero saborear el néctar de Tus
palabras.
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Sí, te hablaré de Mis esplendorosas manifestaciones, pero solo de aquellas que
son resaltantes, ¡oh, Arjuna!, pues Mi opulencia es ilimitada.
Yo soy la Superalma, ¡oh, Arjuna!, que
se encuentra situada en los corazones de todas las entidades vivientes. Yo soy
el principio, el medio y el fin de todos los seres.
De los ādityas, Yo soy Viṣṇu;
de las luces, Yo soy el radiante Sol; de los maruts, Yo soy
Marīci; y entre las estrellas, Yo soy la Luna.
De los Vedas, Yo soy el Sāma Veda;
de los semidioses, Yo soy Indra, el rey del cielo; de los sentidos, Yo soy la
mente; y de los seres vivos, Yo soy la fuerza viviente [la conciencia].
De todos los Rudras, Yo soy el Señor
Śiva; de los yakṣas y rākṣasas, Yo soy el Señor de la riqueza [Kuvera]; de los
Vasus, Yo soy el fuego [Agni]; y de las montañas, Yo soy Meru.
De los sacerdotes, ¡oh, Arjuna!, has
de saber que soy el principal, Bṛhaspati. De los generales, Yo soy Kārtikeya, y
de las extensiones de agua, Yo soy el océano.
De los grandes sabios, Yo soy Bhṛgu;
de las vibraciones, Yo soy el trascendental oṁ; de los sacrificios,
Yo soy el canto de los santos nombres [japa]; y de las cosas
inmóviles, Yo soy los Himālayas.
De todos los árboles, Yo soy el árbol
baniano; y de los sabios entre los semidioses, Yo soy Nārada. De los gandharvas,
Yo soy Citraratha; y entre los seres perfectos, Yo soy el sabio Kapila.
De los caballos, has de saber que Yo
soy Uccaiḥśravā, que se produjo mientras se batía el océano para obtener
néctar. De los elefantes señoriales, Yo soy Airāvata; y entre los hombres, Yo
soy el monarca.
De las armas, soy el rayo; entre las
vacas, soy la surabhi; de las causas de la procreación, soy
Kandarpa, el dios del amor; y de las serpientes, soy Vāsuki.
De las nāgas de
muchas cabezas, Yo soy Ananta; y entre los seres acuáticos, Yo soy el semidiós Varuṇa.
De los antepasados difuntos, Yo soy Aryamā; y entre los agentes de la ley, Yo
soy Yama, el señor de la muerte.
Entre los demonios daityas,
Yo soy el devoto Prahlāda; entre los subyugadores, Yo soy el tiempo; entre las
bestias, Yo soy el león; y entre las aves, Yo soy Garuḍa.
De los purificadores, Yo soy el
viento; de los esgrimidores de armas, Yo soy Rāma; de los peces, Yo soy el
tiburón; y de los fluyentes ríos, Yo soy el Ganges.
De todas las creaciones, ¡oh, Arjuna!
Yo soy el principio y el fin, y también el medio. De todas las ciencias, Yo soy
la ciencia espiritual del ser, y entre los lógicos, Yo soy la verdad
concluyente.
De las letras, Yo soy la A; y entre
las palabras compuestas, Yo soy el compuesto dual. Yo soy, además, el tiempo
inagotable, y de los creadores, Yo soy Brahmā.
Yo soy la muerte que todo lo devora, y
soy el principio generador de todo lo que está por existir. Entre las mujeres,
Yo soy la fama, la fortuna, la manera fina de hablar, la memoria, la
inteligencia, la constancia y la paciencia.
De los himnos del Sāma Veda,
Yo soy el Bṛhat-sāma, y de la poesía, Yo soy el gāyatrī.
De los meses, Yo soy mārgaśīrsa [noviembre-diciembre], y de
las estaciones, Yo soy la florida primavera.
Yo soy también la apuesta de los
tramposos, y de lo espléndido soy el esplendor. Yo soy la victoria, Yo soy la
aventura y Yo soy la fuerza de los fuertes.
De los descendientes de Vṛṣṇi, Yo soy
Vāsudeva, y de los Pāṇḍavas soy Arjuna. De los sabios, Yo soy Vyāsa, y entre
los grandes pensadores soy Uśanā.
Entre todos los medios para suprimir
lo ilícito, Yo soy el castigo; y entre aquellos que buscan la victoria, Yo soy
la moral. De las cosas secretas, Yo soy el silencio, y Yo soy la sabiduría de
los sabios.
Además, ¡oh, Arjuna!, Yo soy la
semilla generadora de todas las existencias. No hay ningún ser —móvil o
inmóvil— que pueda existir sin Mí.
¡Oh, poderoso conquistador de los
enemigos!, Mis manifestaciones divinas no tienen fin. Lo que te he dicho no es
más que un simple indicio de Mis infinitas opulencias.
Has de saber que todas las creaciones
opulentas, hermosas y gloriosas brotan tan solo de una chispa de Mi esplendor.
Pero, ¿qué necesidad hay, Arjuna, de
todo este conocimiento detallado? Con un solo fragmento de Mí mismo, Yo estoy
omnipresente en todo este universo y lo sostengo.
CAPÍTULO 11
La forma universal
Arjuna dijo: Por haber oído las
instrucciones que has tenido a bien darme acerca de estos asuntos espirituales
que son de lo más confidenciales, ahora mi ilusión se ha disipado.
¡Oh, Tú, el de los ojos de loto!, Te
he oído hablar en detalle acerca de la aparición y desaparición de cada entidad
viviente, y he comprendido por completo Tus inagotables glorias.
¡Oh, Tú, la más grande de todas las
personalidades!, ¡oh, forma suprema!, aunque Te estoy viendo aquí ante mí en Tu
verdadera posición, tal como Tú mismo Te has descrito, deseo ver cómo has
entrado en esta manifestación cósmica. Yo quiero ver esa forma Tuya.
Si Tú crees que soy capaz de ver Tu
forma cósmica, ¡oh, mi Señor!, ¡oh, amo de todo poder místico!, entonces ten la
bondad de mostrarme ese ilimitado Ser universal.
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Mi querido Arjuna, ¡oh, hijo de Pṛthā!, mira ahora Mis opulencias: cientos de
miles de formas divinas y multicolores.
¡Oh, tú, el mejor de los Bhāratas!,
observa aquí las diferentes manifestaciones de ādityas, Vasus,
Rudras, Aśvinī-kumāras y todos los demás semidioses. He aquí las muchas cosas
maravillosas que nunca antes nadie había visto u oído.
¡Oh, Arjuna!, todo lo que quieras ver,
¡obsérvalo de inmediato en este cuerpo Mío! Esta forma universal puede
mostrarte todo lo que deseas ver y todo lo que vayas a querer ver en el futuro.
Todo —lo móvil e inmóvil— está aquí por completo, en un solo lugar.
Pero tú no puedes verme con tus ojos
actuales. Por lo tanto, te doy ojos divinos. ¡Mira Mi opulencia mística!
Sañjaya dijo: ¡Oh, rey!, habiendo
dicho eso, el Supremo Señor de todo poder místico, la Personalidad de Dios, le
mostró a Arjuna Su forma universal.
Arjuna vio en esa forma universal infinidad
de bocas, infinidad de ojos, infinidad de visiones maravillosas. La forma
estaba adornada con muchos ornamentos celestiales, y llevaba en alto muchas
armas divinas. Él llevaba guirnaldas y prendas celestiales, y por todo el
cuerpo tenía untadas esencias divinas. Todo era maravilloso, brillante,
ilimitado, supremamente expansivo.
Si cientos de miles de soles
aparecieran en el cielo al mismo tiempo, su brillo podría semejarse al de la
refulgencia de la Persona Suprema en esa forma universal.
En esos momentos, Arjuna pudo ver en
la forma universal del Señor las expansiones ilimitadas del universo, situadas
en un solo lugar aunque divididas en muchísimos miles.
Luego, confundido y asombrado, y con
el vello erizado, Arjuna bajó la cabeza para ofrecer reverencias, y con las
manos juntas comenzó a orarle al Señor Supremo.
Arjuna dijo: Mi querido Señor Kṛṣṇa,
veo reunidos en Tu cuerpo a todos los semidioses y a diversas otras entidades
vivientes. Veo a Brahmā sentado en la flor de loto, así como también al Señor
Śiva, a todos los sabios y a todas las serpientes divinas.
¡Oh, Señor del universo!, ¡oh, forma
universal!, veo en Tu cuerpo muchísimos brazos, barrigas, bocas y ojos,
expandidos por doquier, sin límites. No veo en Ti ningún final, ningún medio ni
ningún principio.
Tu forma es difícil de ver debido a su
deslumbrante refulgencia, la cual se difunde por todas partes, tal como un
fuego ardiente o como el inconmensurable fulgor del Sol. Y, sin embargo, veo
esa deslumbrante forma en todas partes, adornada con diversas coronas, mazas y
discos.
Tú eres el objetivo supremo primario,
el supremo lugar de soporte de todo este universo. Tú eres inagotable y lo más
antiguo que existe. Tú eres el sustentador de la religión eterna, la
Personalidad de Dios. Esa es mi opinión.
Tú no tienes origen, intermedio ni
fin. Tu gloria es ilimitada. Tú tienes innumerables brazos, y el Sol y la Luna
son Tus ojos. Te veo con un fuego ardiente que Te sale de la boca, quemando
todo este universo con Tu propio resplandor.
Aunque Tú eres uno, Te difundes por
todas partes del cielo y de los planetas, y por todo el espacio que hay entre
ellos. ¡Oh, Tú, el grandioso!, al ver esta forma maravillosa y terrible, todos
los sistemas planetarios se perturban.
Todas las huestes de semidioses se
están entregando a Tí y entrando dentro de Tí. Algunos de ellos, llenos de
miedo, están ofreciendo oraciones con las manos juntas. Las huestes de grandes
sabios y seres perfectos, exclamando «¡que todo sea paz!», Te están orando
mediante el canto de los himnos védicos.
Todas las diversas manifestaciones del
Señor Śiva, así como también los ādityas, los Vasus, los sādhyas,
los viśvedevas, los dos Aśvinīs, los maruts, los
antepasados, los gandharvas, los yakśas,
los asuras y los semidioses perfectos, Te están mirando con
asombro.
¡Oh, Tú, el de los poderosos brazos!,
todos los planetas junto con sus semidioses están perturbados mientras ven Tu
gran forma, con sus muchas caras, ojos, brazos, muslos, piernas, barrigas y Tus
muchos y terribles dientes; y así como ellos están perturbados, así lo estoy
yo.
¡Oh, Viṣṇu omnipresente!, al verte con
Tus múltiples colores radiantes que tocan el cielo, Tus bocas abiertas y Tus
grandes y deslumbrantes ojos, la mente se me perturba por el temor. Soy incapaz
de mantener mi estabilidad y mi equilibrio mental.
¡Oh, Señor de todos los señores!, ¡oh,
refugio de los mundos!, por favor sé misericordioso conmigo. Al ver Tus
ardientes rostros semejantes a la muerte y Tus espantosos dientes, no puedo
mantener mi equilibrio. Estoy confundido en todas las direcciones.
Todos los hijos de Dhṛtarāṣṭra, junto
con sus reyes aliados, así como también Bhīṣma, Droṇa, Karṇa y también nuestros
principales soldados, se precipitan hacia Tus temibles bocas. Y a algunos de
ellos los veo atrapados entre Tus dientes con la cabeza aplastada.
Así como las muchas olas de los ríos
fluyen hasta el océano, así mismo todos estos grandes guerreros entran en Tus
bocas envueltos en llamas.
Veo a toda la gente precipitándose a
toda velocidad hacia Tus bocas, como polillas que se lanzan a un fuego ardiente
para ser destruidas.
¡Oh, Viṣṇu!, te veo devorar a toda la
gente por todas partes con Tus flameantes bocas. Cubriendo todo el universo con
Tu refulgencia, Tú te manifiestas con terribles y abrasadores rayos.
¡Oh, Señor de los señores!, ¡oh, Tú,
el de esta forma tan feroz!, por favor dime quién eres. Te ofrezco mis
reverencias; por favor, sé misericordioso conmigo. Tú eres el Señor original.
Yo quiero saber acerca de Ti, pues no sé cuál es Tu misión.
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Yo soy el tiempo, el gran destructor de los mundos, y he venido aquí a destruir
a toda la gente. Con excepción de ustedes [los Pāṇdavas], todos los soldados
que se encuentran aquí en ambos lados serán matados.
Por lo tanto, levántate. Prepárate a
pelear y gánate la gloria. Conquista a tus enemigos y disfruta de un reino
floreciente. Ellos ya han sido destinados a morir por disposición Mía, y tú,
¡oh, Savyasācī!, no puedes sino ser un instrumento en la contienda.
Drona, Bhīṣma, Jayadratha, Karṇa y los
demás grandes guerreros ya han sido destruidos por Mí. De modo que, mátalos y
no te perturbes. Simplemente lucha, y habrás de derrotar a tus enemigos en la
batalla.
Sañjaya le dijo a Dhṛtarāṣṭra: ¡Oh,
rey!, después de oír esas palabras de labios de la Suprema Personalidad de Dios,
el tembloroso Arjuna le ofreció reverencias una y otra vez con las manos
juntas, y, temerosamente y con una voz quebrada, le habló al Señor Kṛṣṇa de la
siguiente manera.
Arjuna dijo: ¡Oh, amo de los
sentidos!, el mundo se regocija al oír Tu nombre, y con ello todos se apegan a
Ti. Aunque los seres perfectos te ofrecen su respetuoso homenaje, los demonios
tienen miedo y huyen en todas las direcciones. Todo eso es como debe ser.
¡Oh, Tú, el grande, más grande incluso
que Brahmā!, Tú eres el creador original. ¿Por qué, entonces, no habrían ellos
de ofrecerte sus respetuosas reverencias? ¡Oh, Tú, el ilimitado, Dios de los
dioses, refugio del universo!, Tú eres la fuente invencible, la causa de todas
las causas, trascendental a esta manifestación material.
Tú eres la Personalidad de Dios
original, el más antiguo de todos, el supremo santuario de este mundo cósmico
manifestado. Tú eres el conocedor de todo, y Tú eres todo lo conocible. Tú eres
el refugio supremo, por encima de las modalidades materiales. ¡Oh, forma
ilimitada!, ¡Tú estás omnipresente en toda esta manifestación cósmica!
¡Tú eres el aire y Tú eres el
controlador supremo! ¡Tú eres el fuego, Tú eres el agua y Tú eres la Luna! Tú
eres Brahmā, la primera criatura viviente, y Tú eres el bisabuelo. Por lo
tanto, ¡te ofrezco mis respetuosas reverencias mil veces, y otra vez, y aún
otra vez más!
¡Mis reverencias a Ti por delante, por
detrás y por todas partes! ¡Oh, poder infinito!, ¡Tú eres el amo de una fuerza
ilimitada! ¡Tú eres omnipresente, y, en consecuencia, lo eres todo!
Considerándote mi amigo y sin conocer
Tus glorias, Te he llamado irreflexivamente «¡oh, Kṛṣṇa!», «¡oh, Yādava!»,
«¡oh, amigo mío!». Por favor, perdona todo lo que haya hecho por locura o por
amor. Te he faltado el respeto muchas veces, bromeando mientras descansábamos,
acostándome en la misma cama, sentándome contigo o comiendo contigo, a veces a
solas y a veces frente a muchos amigos. ¡Oh, Tú, el infalible!, por favor
perdóname por todas esas ofensas.
Tú eres el padre de toda esta
manifestación cósmica, de lo móvil y lo inmóvil. Tú eres su venerable jefe, el
maestro espiritual supremo. Nadie es más grande que Tú, ni nadie puede ser uno
contigo. ¡Oh, Señor de un poder inconmensurable!, ¿cómo, entonces, puede haber
alguien superior a Ti dentro de los tres mundos?
Tú eres el Señor Supremo, quien ha de
ser adorado por todo ser viviente. Debido a ello, caigo a ofrecerte mis respetuosas
reverencias y a pedir Tu misericordia. Así como un padre tolera la impudencia
de un hijo, un amigo tolera la impertinencia de otro o así como el esposo
tolera la familiaridad de su esposa, por favor tolera los agravios que pueda
haber cometido contra Ti.
Después de ver esta forma universal,
que nunca antes había visto, me siento contento, pero al mismo tiempo tengo la
mente perturbada por el temor. En consecuencia, por favor confiéreme Tu gracia
y revélame de nuevo Tu forma como la Personalidad de Dios, ¡oh, Señor de los
señores!, ¡oh, morada del universo!
¡Oh, forma universal!, ¡oh, Señor de
los mil brazos!, deseo verte en Tu forma de cuatro brazos, con un yelmo en la
cabeza, y la maza, la rueda, la caracola y la flor de loto en las manos. Ansío
verte en esa forma.
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Mi querido Arjuna, he tenido el agrado de mostrarte dentro del mundo material y
por medio de Mi potencia interna, esta forma universal suprema. Nunca antes
alguién había visto esta forma original, ilimitada y llena de una refulgencia
deslumbrante.
¡Oh, tú, el mejor de los guerreros
Kurus!, nadie había visto esta forma universal Mía antes que tú, ya que ni con
el estudio de los Vedas, ni con la ejecución de sacrificios, ni
mediante caridades, ni mediante actividades piadosas, ni por medio de severas
penitencias, se Me puede ver en esta forma en el mundo material.
Tú te has perturbado y confundido al
ver este horrible aspecto Mío. Que ahora se acabe. Devoto Mío, queda libre de
nuevo de toda perturbación. Con la mente tranquila puedes ver ahora la forma
que deseas.
Sañjaya le dijo a Dhṛtarāṣṭra: La
Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, después de hablarle así a Arjuna, mostró
Su verdadera forma de cuatro brazos, y finalmente mostró Su forma de dos
brazos, animando con ello al temeroso Arjuna.
Cuando Arjuna vio de ese modo a Kṛṣṇa
en Su forma original, dijo: ¡Oh, Janārdana!, por ver esta forma semejante a la
humana, sumamente hermosa, tengo ahora la mente serena y me he reintegrado a mi
naturaleza original.
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Mi querido Arjuna, esta forma Mía que estás viendo ahora es muy difícil de ver.
Hasta los semidioses están buscando siempre la oportunidad de ver esta forma,
la cual es muy querida.
La forma que estás viendo con tus ojos
trascendentales no se puede entender simplemente mediante el estudio de los
Vedas, ni por el hecho de someterse a severas penitencias, dar caridad o
adorar. Esos no son los medios por los que alguien Me puede ver tal como soy.
Mi querido Arjuna, a Mí se me puede
entender tal como soy, tal como estoy ante ti, únicamente por medio del
servicio devocional íntegro, y de ese modo se me puede ver directamente. Solo
así podrás penetrar los misterios de Mi comprensión, ¡oh, conquistador de los
enemigos!
Mi querido Arjuna, aquel que se dedica
a Mi servicio devocional puro, libre de la contaminación de las actividades
fruitivas y de la especulación mental, y que trabaja para Mí, que Me convierte
en la meta suprema de su vida y que es amigo de todo ser viviente, sin duda que
viene a Mí.
CAPÍTULO 12
El servicio devocional
Arjuna preguntó: Entre aquellos que
siempre están debidamente dedicados a Tu servicio devocional y aquellos que
adoran el Brahman impersonal, lo no manifestado, ¿a quiénes se considera que
son más perfectos?
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Aquellos que fijan la mente en Mi forma personal y siempre se dedican a
adorarme con una gran fe trascendental, Yo considero que son de lo más
perfectos.
Pero aquellos que, mediante el control
de los diversos sentidos y mostrando una misma disposición para con todos,
adoran por completo a lo no manifestado, aquello que se encuentra más allá de
la percepción de los sentidos, lo omnipresente, inconcebible, inmutable, fijo e
inmóvil —la concepción impersonal de la Verdad Absoluta—, esas personas, que
están dedicadas al bienestar de todos, al final llegan a Mí.
Para aquellos que tienen la mente
apegada al aspecto no manifestado e impersonal del Supremo, el adelanto es muy
penoso. Progresar en esa disciplina siempre es difícil para aquellos que están
encarnados.
Pero para aquellos que Me adoran a Mí
entregándome todas sus actividades y consagrándose a Mí sin desviarse,
dedicados al servicio devocional y meditando siempre en Mí, habiendo fijado la
mente en Mí, ¡oh, hijo de Pṛthā!, para ellos, Yo soy el que los salva
prontamente del océano del nacimiento y la muerte.
Tan solo fija la mente en Mí, la
Suprema Personalidad de Dios, y ocupa toda tu inteligencia en Mí. Así, siempre
vivirás conmigo, sin ninguna duda.
Mi querido Arjuna, ¡oh, conquistador
de riquezas!, si no puedes fijar la mente en Mí sin desviación, entonces sigue
los principios regulativos del bhakti-yoga. De ese modo, cultiva
el deseo de llegar a Mí.
Si no puedes practicar las
regulaciones del bhakti-yoga, entonces solo trata de trabajar
para Mí, porque al hacerlo llegarás a la etapa perfecta.
Sin embargo, si eres incapaz de
trabajar con esa conciencia de Mí, trata entonces de actuar renunciando a todos
los resultados de tu trabajo y trata de situarte en el ser.
Si no puedes emprender esa práctica,
entonces dedícate al cultivo de conocimiento. Mejor que el conocimiento, sin
embargo, es la meditación, y mejor que la meditación es la renuncia a los
frutos de la acción, ya que por medio de esa renunciación uno puede conseguir
la paz de la mente.
Aquel que no es envidioso sino que,
más bien, es un buen amigo de todas las entidades vivientes, que no se cree
propietario de nada y que está libre del ego falso, que mantiene la ecuanimidad
tanto en la felicidad como en la aflicción, que es tolerante, que siempre está
satisfecho, que es autocontrolado, y que está dedicado al servicio devocional
con determinación, con la mente e inteligencia fijas en Mí, esa clase de devoto
Mío es muy querido por Mí.
Aquel por quien nadie es puesto en
dificultades y a quien no lo perturba nadie, que mantiene el equilibrio en la
felicidad y en la aflicción, en el temor y en la ansiedad, es muy querido por
Mí.
Ese devoto Mío que no depende del
curso ordinario de las actividades, que es puro, que es experto, que no tiene
preocupaciones, que está libre de todos los sufrimientos y que no ansía obtener
un resultado, es muy querido por Mí.
Aquel que ni se regocija ni se aflige,
que ni se lamenta ni desea, y que renuncia tanto a las cosas favorables como a
las desfavorables, un devoto de esa clase es muy querido por Mí.
Aquel que es igual con amigos y
enemigos, que mantiene la ecuanimidad en medio del honor y el deshonor, el
calor y el frío, la felicidad y la aflicción, la fama y la infamia, que siempre
está libre de relaciones contaminantes, que siempre es callado y se satisface
con cualquier cosa, a quien no lo preocupa ninguna residencia, que está fijo en
el plano del conocimiento y que está dedicado al servicio devocional, esa clase
de persona es muy querida por Mí.
Aquellos que siguen este imperecedero
sendero del servicio devocional y que con fe se dedican a él por entero,
teniéndome a Mí como la meta suprema, son muy, muy queridos por Mí.
CAPÍTULO 13
La naturaleza, el
disfrutador y la conciencia
Arjuna dijo: ¡Oh, mi
querido Kṛṣṇa!, deseo saber de prakṛti [la naturaleza],
de puruṣa [el disfrutador], y del campo y el conocedor del
campo, así como también del conocimiento y el objeto del conocimiento. La
Suprema Personalidad de Dios dijo: Este cuerpo, ¡oh, hijo de Kuntī!, se
denomina el campo, y aquel que conoce este cuerpo se denomina el conocedor del
campo.
¡Oh, vástago de
Bharata!, debes saber que Yo también soy el conocedor que está en todos los
cuerpos, y que entender el cuerpo y a su propietario se denomina conocimiento.
Esa es Mi opinión.
Ahora oye, por favor, Mi
breve descripción de este campo de la actividad, y cómo el mismo está
constituido, cuáles son sus cambios y de dónde se produce, y quién es ese
conocedor del campo de las actividades y cuáles son sus influencias.
Ese conocimiento acerca
del campo de las actividades y del conocedor de las actividades lo describen
diversos sabios en diversos escritos védicos. Dicho conocimiento se presenta
especialmente en el Vedānta-sūtra, con todo el razonamiento
necesario respecto a la causa y el efecto.
Los cinco grandes
elementos, el ego falso, la inteligencia, lo no manifestado, los diez sentidos
y la mente, los cinco objetos de los sentidos, el deseo, el odio, la felicidad,
la aflicción, el conjunto, las señales de vida y las convicciones, a todos
estos se los considera, en resumen, que son el campo de las actividades y sus
interacciones.
La humildad; la ausencia
de orgullo; la no violencia; la tolerancia; la sencillez; el acudir a un
maestro espiritual genuino; la limpieza; la constancia; el autocontrol; el
renunciar a los objetos del goce de los sentidos; la ausencia de ego falso; la
percepción de lo malo del nacimiento, la muerte, la vejez y las enfermedades;
el estar libre del enredo de los hijos, la esposa, el hogar y lo demás; la
ecuanimidad en medio de eventos agradables y desagradables; la devoción
constante y pura por Mí; el ambicionar vivir en un lugar solitario; el estar
desapegado de las masas; el aceptar la importancia de la autorrealización; y la
búsqueda filosófica de la Verdad Absoluta: todo eso Yo declaro que es
conocimiento, y cualquier otra cosa que haya aparte de eso es ignorancia.
Ahora te he de explicar
lo conocible, con lo cual probarás lo eterno. El Brahman, el espíritu, el cual
no tiene principio y está subordinado a Mí, yace más allá de la causa y el
efecto de este mundo material.
Por doquier están Sus
manos y Sus piernas, y Sus ojos, Sus cabezas y Sus caras, y Él tiene oídos por
todas partes. De ese modo existe la Superalma, omnipresente en todo.
La Superalma es la
fuente original de todos los sentidos, y, sin embargo, no tiene sentidos. Él es
libre, aunque es el sustentador de todos los seres vivientes. Él trasciende las
modalidades de la naturaleza, y al mismo tiempo es el amo de todas las
modalidades de la naturaleza material.
La Verdad Suprema existe
dentro y fuera de todos los seres vivientes, los móviles y los inmóviles. Como
Él es sutil, se encuentra más allá de la capacidad que tienen los sentidos
materiales de ver o conocer. Aunque está sumamente lejos, también está cerca de
todo.
Aunque la Superalma
parece estar dividida entre todos los seres, nunca está dividida. Él existe
como una unidad. Aunque Él es el sustentador de cada entidad viviente, debe
entenderse que Él las devora y las produce a todas.
Él es la fuente de luz
de todos los objetos luminosos. Él está más allá de la oscuridad de la materia
y no está manifestado. Él es el conocimiento, Él es el objeto del conocimiento,
y Él es la meta del conocimiento. Él está situado en el corazón de todos.
Así pues, Yo he descrito
de un modo resumido el campo de las actividades [el cuerpo], el conocimiento y
lo conocible. Solo Mis devotos pueden entender esto perfectamente y llegar así
a Mi naturaleza.
Se debe saber que la
naturaleza material y las entidades vivientes no tienen principio. Sus
transformaciones y las modalidades de la materia son productos de la naturaleza
material.
Se dice que la
naturaleza es la causa de todas las causas y efectos materiales, mientras que
la entidad viviente es la causa de los diversos sufrimientos y disfrutes que
hay en este mundo.
La entidad viviente que
se halla en el seno de la naturaleza material sigue así los caminos de la vida,
disfrutando de las tres modalidades de la naturaleza. Ello se debe a su contacto
con esa naturaleza material. De ese modo se encuentra con el bien y el mal
entre las diversas especies.
Sin embargo, en este
cuerpo hay otro disfrutador, uno trascendental, quien es el Señor, el
propietario supremo, quien existe como supervisor y sancionador, y a quien se
conoce como la Superalma.
Aquel que entienda esta
filosofía relativa a la naturaleza material, la entidad viviente y la
interacción de las modalidades de la naturaleza, es seguro que logra la
liberación. Él no nacerá aquí de nuevo, sea cual fuere su posición actual.
Algunos perciben a través
de la meditación a la Superalma que se encuentra dentro de ellos, otros a
través del cultivo de conocimiento, y aun otros a través del trabajo sin deseos
fruitivos.
Además, existen aquellos
que, aunque no están versados en el conocimiento espiritual, comienzan a adorar
a la Persona Suprema al oír a otros hablar de Él. Debido a su tendencia a oír a
las autoridades, ellos también trascienden la senda del nacimiento y la muerte.
¡Oh, tú, el principal de
los Bhāratas!, has de saber que todo lo que veas que existe, tanto lo móvil
como lo inmóvil, es únicamente una combinación del campo de las actividades y
el conocedor del campo.
Aquel que ve que la
Superalma acompaña al alma individual en todos los cuerpos, y que entiende que
ni el alma ni la Superalma que están dentro del cuerpo destruible son
destruidas jamás, realmente ve.
Aquel que ve que la
Superalma está presente de la misma manera en todas partes, en cada ser
viviente, no se degrada por la mente. De ese modo, él se dirige al destino
trascendental.
Aquel que puede ver que
todas las actividades las realiza el cuerpo, el cual está hecho de naturaleza
material, y que ve que el ser no hace nada, realmente ve.
Cuando un hombre sensato
deja de ver diferentes identidades que se deben a diferentes cuerpos
materiales, y ve cómo se manifiestan los seres por todas partes, llega a la
concepción Brahman.
Aquellos que tienen la
visión de la eternidad pueden ver que el alma imperecedera es trascendental y
eterna, y que se encuentra más allá de las modalidades de la naturaleza. Pese
al contacto con el cuerpo material, ¡oh, Arjuna!, el alma ni hace nada, ni se enreda.
El cielo, debido a su
naturaleza sutil, no se mezcla con nada, aunque es omnipresente. De igual modo,
el alma que posee la visión Brahman no se mezcla con el cuerpo, pese a
encontrarse en ese cuerpo.
¡Oh, hijo de Bhārata!,
así como solo el Sol ilumina todo este universo, así mismo la entidad viviente,
que es una dentro del cuerpo, ilumina todo el cuerpo mediante la conciencia.
Aquellos que ven con los
ojos del conocimiento la diferencia que hay entre el cuerpo y el conocedor del
cuerpo, y que además pueden entender el proceso por el cual se logra la liberación
del cautiverio de la naturaleza material, llegan a la meta suprema.
CAPÍTULO 14
Las tres modalidades de
la naturaleza material
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Te voy a exponer de nuevo esa sabiduría suprema, lo mejor de todo el
conocimiento, con la cual todos los sabios han alcanzado la perfección suprema.
Al quedar fijo en el plano de este
conocimiento, se puede adquirir una naturaleza trascendental como la Mía.
Establecido así, uno no nace en el momento de la creación, ni se perturba en el
momento de la disolución.
La sustancia material total, llamada
Brahman, es la fuente del nacimiento, y es ese Brahman lo que Yo fecundo,
haciendo posible el nacimiento de todos los seres vivientes, ¡oh, hijo de
Bharata!
Ha de saberse, ¡oh, hijo de Kuntī!,
que todas las especies de vida aparecen mediante su nacimiento en esta
naturaleza material, y que Yo soy el padre que aporta la simiente.
La naturaleza material consta de tres
modalidades: bondad, pasión e ignorancia. Cuando la eterna entidad viviente se
pone en contacto con la naturaleza, ¡oh, Arjuna, el de los poderosos brazos!,
queda condicionada por esas modalidades.
¡Oh, tú, el inmaculado!, la modalidad
de la bondad, siendo más pura que las otras, es iluminadora, y lo libera a uno
de todas las reacciones pecaminosas. Aquellos que se encuentran influidos por
esa modalidad, quedan condicionados por una sensación de felicidad y
conocimiento.
La modalidad de la pasión nace de
ilimitados deseos y anhelos, ¡oh, hijo de Kuntī!, y, debido a ello, la entidad
viviente encarnada queda atada a las acciones materiales fruitivas.
¡Oh, hijo de Bharata!, has de saber
que la modalidad de la oscuridad, nacida de la ignorancia, causa el engaño de
todas las entidades vivientes encarnadas. Los resultados de esa modalidad son
la locura, la indolencia y el sueño, los cuales atan al alma condicionada.
¡Oh, hijo de Bharata!, la modalidad de
la bondad lo condiciona a uno a la felicidad; la pasión lo condiciona a uno a
la acción fruitiva; y la ignorancia, que cubre el conocimiento de uno, lo ata a
uno a la locura.
A veces, la modalidad de la bondad se
vuelve resaltante, venciendo a las modalidades de la pasión y la ignorancia,
¡oh, hijo de Bharata! A veces, la modalidad de la pasión vence a la bondad y la
ignorancia, y, en otras ocasiones, la ignorancia vence a la bondad y la pasión.
De ese modo, siempre hay una competencia por la supremacía.
Las manifestaciones de la modalidad de
la bondad se pueden experimentar cuando todas las puertas del cuerpo están
iluminadas por el conocimiento.
¡Oh, líder de los Bhāratas!, cuando
hay un aumento de la modalidad de la pasión, se manifiestan los signos de gran
apego, actividad fruitiva, intenso esfuerzo, y un anhelo y deseo
incontrolables.
Cuando hay un aumento de la modalidad
de la ignorancia, ¡oh, hijo de Kuru!, se manifiestan la oscuridad, la inercia,
la locura y la ilusión.
Cuando uno muere en el estado de la
modalidad de la bondad, va a los planetas superiores y puros de los grandes
sabios.
Cuando uno muere en el plano de la
modalidad de la pasión, nace entre aquellos que se dedican a las actividades
fruitivas; y cuando uno muere en el plano de la modalidad de la ignorancia,
nace en el reino animal.
El resultado de la acción piadosa es
puro y se dice que está en el plano de la modalidad de la bondad. Pero la
acción que se hace en el plano de la modalidad de la pasión termina en el
sufrimiento, y la acción que se ejecuta en el plano de la modalidad de la
ignorancia termina en la necedad.
De la modalidad de la bondad se
desarrolla el verdadero conocimiento; de la modalidad de la pasión se
desarrolla la codicia; y de la modalidad de la ignorancia se desarrollan la
necedad, la locura y la ilusión.
Aquellos que se encuentran en el plano
de la modalidad de la bondad, gradualmente ascienden a los planetas superiores;
aquellos que están en el plano de la modalidad de la pasión, viven en los
planetas terrenales; y aquellos que están en el plano de la abominable
modalidad de la ignorancia, descienden a los mundos infernales.
Cuando alguien ve como es debido que,
aparte de estas modalidades de la naturaleza, en todas las actividades no hay
ningún otro ejecutor que esté actuando, y conoce al Señor Supremo, quien es
trascendental a todas esas modalidades, esa persona llega a Mi naturaleza
espiritual.
Cuando el ser encarnado es capaz de
trascender estas tres modalidades asociadas con el cuerpo material, puede
liberarse del nacimiento, la muerte, la vejez y sus aflicciones, y puede
disfrutar de néctar incluso en esta vida.
Arjuna preguntó: ¡Oh, querido Señor
mío!, ¿cuáles son los signos por los que se conoce a aquel que es trascendental
a esas tres modalidades? ¿Cómo se comporta? Y, ¿de qué manera trasciende él las
modalidades de la naturaleza?
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
¡Oh, hijo de Pāṇḍu!, aquel que no odia la iluminación, el apego ni la ilusión
cuando están presentes, ni los añora cuando desaparecen; que se mantiene firme
e imperturbable a través de todas esas reacciones de las cualidades materiales,
y que permanece neutral y trascendental, sabiendo que solo las modalidades
están activas; que está situado en el ser y que considera que la felicidad y la
aflicción son iguales; que mira con la misma visión un poco de tierra, una
piedra y un pedazo de oro; que tiene la misma disposición hacia lo deseable y
lo indeseable; que es constante, encontrándose igual de bien en la alabanza y
en la censura, en el honor y en el deshonor; que trata igual al amigo y al
enemigo; y que ha renunciado a todas las actividades materiales: una persona
que es así, se dice que ha trascendido las modalidades de la naturaleza.
Aquel que se dedica por entero al
servicio devocional, firme en todas las circunstancias, trasciende de inmediato
las modalidades de la naturaleza material y llega así al plano del Brahman.
Y Yo soy el fundamento del Brahman
impersonal, que es inmortal, imperecedero y eterno, y que es la posición
constitucional de la felicidad suprema.
CAPÍTULO 15
El yoga de
la Persona Suprema
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Se dice que hay un árbol baniano imperecedero que tiene sus raíces hacia arriba
y sus ramas hacia abajo, y cuyas hojas son los himnos védicos. Aquel que conoce
ese árbol es el conocedor de los Vedas.
Las ramas de ese árbol se extienden
hacia abajo y hacia arriba, alimentadas por las tres modalidades de la
naturaleza material. Las ramitas son los objetos de los sentidos. Ese árbol
también tiene raíces que van hacia abajo, y estas están vinculadas con las
acciones fruitivas de la sociedad humana.
La verdadera forma de ese árbol no se
puede percibir en este mundo. Nadie puede entender dónde termina, dónde
comienza, ni dónde está su base. Pero, de un modo decidido, uno debe cortar con
el arma del desapego ese árbol fuertemente enraizado. Después, uno debe buscar
aquel lugar del cual, una vez que se ha ido a él, nunca se regresa, y
entregarse ahí a esa Suprema Personalidad de Dios a partir de quien todo
comenzó y todo se ha extendido desde tiempo inmemorial.
Aquellos que están libres del prestigio
falso, de la ilusión y de la falsa compañía, que entienden lo eterno, que han
terminado con la lujuria material, que están libres de las dualidades de la
felicidad y la tristeza, y que, sin ninguna confusión, saben cómo entregarse a
la Persona Suprema, llegan a ese reino eterno.
Esa suprema morada Mía no está
iluminada por el Sol ni la Luna, ni por el fuego, ni por la electricidad.
Aquellos que llegan a ella, nunca regresan a este mundo material.
Las entidades vivientes de este mundo
condicionado son Mis partes fragmentarias eternas. Debido a la vida
condicionada, están luchando muy afanosamente con los seis sentidos, entre los
que se incluye la mente.
La entidad viviente que se halla en el
mundo material lleva de un cuerpo a otro sus diferentes concepciones de la
vida, tal como el aire transporta los aromas. Así pues, ella adopta un tipo de
cuerpo, y de nuevo lo deja para adoptar otro.
La entidad viviente, tomando así otro
cuerpo físico, obtiene un cierto tipo de oído, ojo, lengua, nariz y sentido del
tacto, los cuales se agrupan alrededor de la mente. De esa manera, ella
disfruta de un determinado conjunto de objetos de los sentidos.
Los necios no pueden entender cómo una
entidad viviente puede abandonar su cuerpo, ni pueden entender de qué clase de
cuerpo disfruta bajo el hechizo de las modalidades de la naturaleza. Pero aquel
cuyos ojos están adiestrados en lo referente al conocimiento, puede ver todo
eso.
Los trascendentalistas que se
esfuerzan y que están situados en el plano de la autorrealización pueden ver
todo esto claramente. Pero aquellos cuya mente no se ha desarrollado y que no
están situados en el plano de la autorrealización, no pueden ver lo que está
ocurriendo, aunque lo intenten.
El esplendor del Sol, que disipa la
oscuridad de todo este mundo, viene de Mí. Y el esplendor de la Luna y el
esplendor del fuego también proceden de Mí.
Yo entro en cada planeta, y gracias a
Mi energía ellos permanecen en órbita. Yo Me convierto en la Luna, y con ello
les proveo del zumo vital a todos los vegetales.
Yo soy el fuego de la digestión que se
encuentra en el cuerpo de todas las entidades vivientes, y Yo me uno con el
aire de la vida, saliente y entrante, para digerir las cuatro clases de
alimentos que hay.
Yo me encuentro en el corazón de
todos, y de Mí proceden el recuerdo, el conocimiento y el olvido. Es a Mí a
quien hay que conocer a través de todos los Vedas. En verdad, Yo
soy el compilador del Vedānta y el conocedor de los Vedas.
Hay dos clases de seres: los falibles
y los infalibles. En el mundo material toda entidad viviente es falible, y en
el mundo espiritual toda entidad viviente se llama infalible.
Además de esas dos clases de seres,
existe la más grande de todas las personalidades vivientes, el Alma Suprema, el
propio e imperecedero Señor, el cual ha entrado en los tres mundos y los está
manteniendo.
Debido a que Yo soy trascendental y
estoy más allá tanto de los seres falibles como de los infalibles, y debido a
que soy el más grande de todos, soy célebre tanto en el mundo como en los Vedas como
esa Persona Suprema.
Todo aquel que, sin dudar, Me conoce
como la Suprema Personalidad de Dios, es el conocedor de todo. En consecuencia,
él se dedica por entero a prestarme servicio devocional, ¡oh, hijo de Bharata!
Esa es la parte más confidencial de
las Escrituras védicas, ¡oh, tú, el inmaculado!, y ahora Yo la he revelado.
Quienquiera que entienda esto se volverá sabio, y sus esfuerzos conocerán la
perfección.
CAPÍTULO 16
La naturaleza divina y
la demoníaca
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
La valentía; la purificación de la existencia propia; el cultivo del
conocimiento espiritual; la caridad; el autocontrol; la ejecución de
sacrificios; el estudio de los Vedas; la austeridad; la sencillez;
la no violencia; la veracidad; el estar libre de ira; la renunciación; la
tranquilidad; la aversión a buscarles defectos a los demás; la compasión; el
estar libre de codicia; la mansedumbre; la modestia; la firme determinación; el
vigor; el perdón; la fortaleza; la limpieza; y el estar libre de envidia y del
ansia de honor: estas cualidades trascendentales, ¡oh, hijo de Bharata!, les
pertenecen a hombres piadosos que están dotados de naturaleza divina.
El orgullo, la arrogancia, el
engreimiento, la ira, la aspereza y la ignorancia: esas cualidades les
pertenecen a aquellos que son de naturaleza demoníaca, ¡oh, hijo de Pṛthā!
Las cualidades trascendentales llevan
a la liberación, mientras que las cualidades demoníacas conducen al cautiverio.
No te preocupes, ¡oh, hijo de Pāṇḍu!, pues tú has nacido con las cualidades
divinas.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, en este mundo hay
dos clases de seres creados. A unos se los llama divinos, y a los otros,
demoníacos. Ya te he explicado con todo detalle las cualidades divinas. Ahora
óyeme hablar de las demoníacas.
Aquellos que son demoníacos no saben
lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. En ellos no se encuentra
limpieza, buen comportamiento ni veracidad.
Ellos dicen que este mundo es irreal,
y que no tiene ningún fundamento, ningún Dios que lo controle. Ellos dicen que
se produce del deseo sexual, y que no tiene otra causa más que la lujuria.
Siguiendo esas conclusiones, la gente
demoníaca, que está perdida y que no tiene inteligencia, se dedica a obras
perjudiciales y horribles destinadas a destruir el mundo.
Refugiándose en una lujuria insaciable
y absortos en la vanidad del orgullo y el prestigio falso, la gente demoníaca,
engañada de ese modo, siempre está entregada a trabajos sucios, atraída por lo
temporal.
Ellos creen que satisfacer los
sentidos es la necesidad fundamental de la civilización humana. Así pues, hasta
el final de la vida, su ansiedad es inconmensurable. Atados por una red de
cientos de miles de deseos y absortos en la lujuria y la ira, ellos consiguen
dinero por medios ilícitos, para complacer los sentidos.
La persona demoníaca piensa: «Hoy
tengo toda esta riqueza, y ganaré más siguiendo mis ardides. Todo esto es mío
ahora, y en el futuro irá aumentando cada vez más. Aquél era mi enemigo y lo he
matado, y mis otros enemigos también serán matados. Yo soy el señor de todo. Yo
soy el disfrutador. Yo soy perfecto, poderoso y feliz. Yo soy el hombre más rico
que existe, y estoy rodeado de parientes aristócratas. No hay nadie que sea tan
poderoso y feliz como yo. Voy a celebrar algunos sacrificios, dar algo de
caridad, y así me regocijaré». De esa manera, a esa clase de personas las
engaña la ignorancia.
Perplejos así por diversas ansiedades
y atados por una red de ilusiones, ellos se apegan demasiado al disfrute de los
sentidos y caen en el infierno.
Creídos de sí mismos y siempre
impudentes, engañados por la riqueza y el prestigio falso, a veces ellos
ejecutan sacrificios orgullosamente y solo de nombre, sin seguir ninguna regla
ni regulación.
Confundidos por el ego falso, la
fuerza, el orgullo, la lujuria y la ira, los demonios se vuelven envidiosos de
la Suprema Personalidad de Dios, quien está situado en el cuerpo de ellos y en
los cuerpos de los demás, y blasfeman contra la religión verdadera.
A aquellos que son envidiosos y
malvados, que son los hombres más bajos de todos, Yo los lanzo perpetuamente al
océano de la existencia material, en varias especies de vida demoníaca.
Naciendo repetidamente entre las
especies de vida demoníaca, ¡oh, hijo de Kuntī!, esas personas nunca pueden
acercarse a Mí. Gradualmente, ellas se van sumergiendo en los tipos de
existencia más abominables que existen.
Hay tres puertas que conducen a ese
infierno: la lujuria, la ira y la codicia. Todo hombre cuerdo debe
abandonarlas, pues ellas llevan a la degradación del alma.
El hombre que se ha escapado de esas
tres puertas del infierno, ¡oh, hijo de Kuntī!, ejecuta actos que conducen
hacia la autorrealización, y de ese modo alcanza gradualmente el destino
supremo.
Aquel que hace a un lado las
disposiciones de las Escrituras y actúa según sus propios caprichos, no
consigue ni la perfección, ni la felicidad, ni el destino supremo.
Así pues, mediante las regulaciones de
las Escrituras, se debe entender lo que es el deber y lo que no lo es. Después
de conocer esas reglas y regulaciones, se debe actuar de una manera en que uno
se vaya elevando gradualmente.
CAPÍTULO 17
Las divisiones de la fe
Arjuna preguntó: ¡Oh, Kṛṣṇa!, ¿cuál es
la situación de aquellos que no siguen los principios de las Escrituras, sino
que adoran según lo que les dicta su propia imaginación? ¿Están ellos en el
plano de la bondad, de la pasión o de la ignorancia?
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
Según las modalidades de la naturaleza que el alma encarnada ha adquirido, su
fe puede ser de tres clases: en el plano de la bondad, en el plano de la pasión
o en el plano de la ignorancia. Oye ahora lo que se va a decir de eso.
¡Oh, hijo de Bharata!, según las
diversas modalidades de la naturaleza bajo las cuales uno exista, en uno se
desarrolla un determinado tipo de fe. Se dice que el ser viviente es de una fe
en particular, de acuerdo con las modalidades que haya adquirido.
Los hombres que se hallan en el plano
de la modalidad de la bondad, adoran a los semidioses; aquellos que están en el
plano de la modalidad de la pasión, adoran a los demonios; y aquellos que están
en el plano de la modalidad de la ignorancia, adoran a los fantasmas y
espíritus.
A aquellos que se someten a severas
austeridades y penitencias que no se recomiendan en las Escrituras, y que las
realizan por orgullo y egoísmo, a quienes los mueven la lujuria y el apego,
quienes son necios y quienes torturan los elementos materiales del cuerpo así
como también a la Superalma que mora dentro, se los ha de conocer como
demonios.
Incluso la comida que cada persona
prefiere es de tres clases, en función de las tres modalidades de la naturaleza
material. Lo mismo es cierto de los sacrificios, las austeridades y la caridad.
Ahora oye cuáles son las diferencias que hay entre ellos.
Las comidas que les gustan a aquellos
que están en el plano de la modalidad de la bondad, aumentan la duración de la
vida, purifican la existencia de uno, y dan fuerza, salud, felicidad y
satisfacción. Esas comidas son jugosas, grasosas, sanas y agradables al
corazón.
Las comidas que son demasiado amargas,
demasiado agrias, saladas, calientes, picantes, secas y que queman, les gustan
a aquellos que están en el plano de la modalidad de la pasión. Esas comidas
causan aflicción, sufrimiento y enfermedades.
La comida que se prepara más de tres
horas antes de ser ingerida, la comida desabrida, descompuesta y podrida, y la
comida hecha de sobras y cosas impuras, les gustan a aquellos que están en el
plano de la modalidad de la oscuridad.
De los sacrificios, aquel que se
ejecuta de acuerdo con las indicaciones de las Escrituras, como una cuestión de
deber, y que lo ejecutan aquellos que no desean ninguna recompensa, ese
sacrificio es de la naturaleza de la bondad.
Pero el sacrificio que se realiza en
aras de algún beneficio material, o por orgullo, ¡oh, tú, jefe de los
Bhāratas!, has de saber que está en el plano de la modalidad de la pasión.
Cualquier sacrificio que se celebra
sin considerar las indicaciones de las Escrituras, sin distribución de prasādam [comida
espiritual], sin el canto de himnos védicos, sin darles remuneraciones a los
sacerdotes y sin fe, se considera que está en el plano de la modalidad de la
ignorancia.
La austeridad del cuerpo consiste en
adorar al Señor Supremo, a los brāhmaṇas, al maestro espiritual y
a superiores tales como el padre y la madre, y consiste también en la limpieza,
la sencillez, el celibato y la no violencia.
La austeridad del habla consiste en
proferir palabras que sean ciertas, agradables, beneficiosas y que no agiten a
los demás, y también en recitar regularmente las Escrituras védicas.
Y la satisfacción, la sencillez, la
gravedad, el autocontrol y la purificación de la existencia propia son las
austeridades de la mente.
Esa austeridad triple, realizada con
fe trascendental por hombres que no esperan beneficios materiales sino que lo
hacen únicamente por el Supremo, se denomina austeridad en el plano de la
bondad.
La penitencia que se realiza por
orgullo y con el fin de obtener respeto, honor y adoración, se dice que está en
el plano de la modalidad de la pasión. Esa penitencia no es estable ni
permanente.
La penitencia que se realiza por
necedad, con la tortura de uno mismo o para destruir o hacerles daño a otros,
se dice que está en el plano de la modalidad de la ignorancia.
La caridad que se da como una cuestión
de deber, sin esperar retribución, en el momento y el lugar adecuados, y a una
persona que lo merezca, se considera que está en el plano de la modalidad de la
bondad.
Pero la obra de caridad que se hace
con la esperanza de obtener alguna retribución, o con un deseo de obtener
resultados fruitivos, o de mala gana, se dice que es caridad en el plano de la
modalidad de la pasión.
Y la caridad que se da en un lugar
impuro, en un momento inapropiado, a personas que no son dignas de ella, o sin
la debida atención y respeto, se dice que está en el plano de la modalidad de
la ignorancia.
Desde el comienzo de la creación, las
tres palabras oṁ tat sat se han empleado para señalar a la
Suprema Verdad Absoluta. Esas tres representaciones simbólicas las usaban
los brāhmaṇas mientras cantaban los himnos de los Vedas y
durante los sacrificios que se hacían para la satisfacción del Supremo.
Por lo tanto, los trascendentalistas
que emprenden las ejecuciones de sacrificios, obras de caridad y penitencias de
conformidad con las regulaciones de las Escrituras, siempre comienzan con oṁ para
llegar al Supremo.
Sin desear resultados fruitivos, uno
debe ejecutar con la palabra ‘tat’ diversas clases de
sacrificios, penitencias y obras de caridad. El propósito de esa clase de
actividades trascendentales es el de librarlo a uno del enredo material.
La Verdad Absoluta es el objetivo del
sacrificio devocional, y ello se indica con la palabra ‘sat’. El
ejecutor de esa clase de sacrificio también se denomina ‘sat’,
así como también todas las obras de sacrificio, penitencia y caridad que,
fieles a la naturaleza absoluta, se llevan a cabo para complacer a la Persona
Suprema, ¡oh, hijo de Pṛthā!
Todo lo que se haga a modo de
sacrificio, caridad o penitencia, sin fe en el Supremo, ¡oh, hijo de Pṛthā!, no
es permanente. Ello se denomina ‘asat’, y es inútil tanto en esta
vida como en la próxima.
CAPÍTULO 18
Conclusión: La
perfección de la renunciación
Arjuna dijo: ¡Oh, Tú, el de los
poderosos brazos!, deseo entender el propósito de la renunciación [tyāga] y
de la orden de vida de renuncia [sannyāsa], ¡oh, destructor del
demonio Keśī, amo de los sentidos!
La Suprema Personalidad de Dios dijo:
El abandono de las actividades que están basadas en el deseo material, es lo
que los grandes hombres de saber llaman la orden de vida de renuncia [sannyāsa].
Y el abandono de los resultados de todas las actividades, es lo que los sabios
llaman renunciación [tyāga].
Algunos eruditos declaran que todas
las clases de actividades fruitivas se deben abandonar como algo malo, mientras
que otros sabios sostienen que los actos de sacrificio, caridad y penitencia
nunca se deben abandonar.
¡Oh, tú, el mejor de los Bhāratas!,
oye ahora Mi juicio sobre la renunciación. ¡Oh, tigre entre los hombres!, en
las Escrituras se declara que la renunciación es de tres clases.
Los actos de sacrificio, caridad y
penitencia no se deben abandonar; dichos actos se deben llevar a cabo. En
verdad, el sacrificio, la caridad y la penitencia purifican incluso a las
grandes almas.
Todas esas actividades se deben
ejecutar sin apego y sin esperar ningún resultado. ¡Oh, hijo de Pṛthā!, se las
debe ejecutar como una cuestión de deber. Esa es Mi opinión final.
Nunca se debe renunciar a los deberes
prescritos. Si por ilusión uno abandona los suyos, esa clase de renunciación se
dice que está en el plano de la modalidad de la ignorancia.
Todo aquel que abandona los deberes
prescritos considerándolos dificultosos o por temor a las incomodidades
físicas, se dice que ha renunciado en el plano de la modalidad de la pasión.
Con ese acto nunca se obtienen los resultados de la renunciación.
¡Oh, Arjuna!, cuando uno ejecuta su deber
prescrito únicamente porque tiene que hacerse, y renuncia a toda relación
material y a todo apego al fruto, se dice que su renunciación está en el plano
de la modalidad de la bondad.
El renunciante inteligente que está
situado en el plano de la modalidad de la bondad y que ni odia el trabajo
desfavorable ni está apegado al trabajo favorable, no tiene ninguna duda acerca
del trabajo.
Es en verdad imposible que un ser
encarnado abandone todas las actividades. Pero aquel que renuncia a los frutos
de la acción, se dice que es alguien que verdaderamente ha renunciado.
Para aquel que no es renunciado, las
tres clases de frutos de la acción —lo deseable, lo indeseable y lo mixto— se
devengan después de la muerte. Pero aquellos que están en la orden de vida de
renuncia, no tienen esa clase de resultados que padecer o disfrutar.
¡Oh, Arjuna, el de los poderosos
brazos!, según el Vedānta, hay cinco factores que intervienen en
el cumplimiento de toda acción. Ahora voy a informarte de ellos.
El lugar de la acción [el cuerpo], el
ejecutor, los diversos sentidos, las muchas clases de esfuerzos y, por último,
la Superalma, esos son los cinco factores de la acción.
Toda acción correcta o incorrecta que
el hombre ejecute con el cuerpo, la mente o las palabras, es causada por esos
cinco factores.
Por lo tanto, aquel que cree que es el
único autor, haciendo caso omiso de los cinco factores, sin duda que no es muy
inteligente y no puede ver las cosas tal como son.
Aquel que no es movido por el ego
falso, cuya inteligencia no está enredada, aunque mate hombres en este mundo,
no mata. Y a él tampoco lo atan sus acciones.
El conocimiento, el objeto del
conocimiento y el conocedor son los tres factores que motivan la acción; los
sentidos, el trabajo y el autor son los tres componentes de la acción.
En función de las tres diferentes
modalidades de la naturaleza material, hay tres clases de conocimiento, de
acción y de ejecutores de la acción. Ahora óyeme hablar de ellos.
El conocimiento mediante el cual uno
ve en todas las entidades vivientes una naturaleza espiritual indivisible,
aunque ellas están divididas en infinidad de formas, has de saber que está en
el plano de la modalidad de la bondad.
El conocimiento por el cual uno ve que
en cada cuerpo diferente hay un tipo diferente de entidad viviente, has de
saber que está en el plano de la modalidad de la pasión.
Y el conocimiento por el cual uno está
apegado a una clase de trabajo como si lo fuera todo, sin conocimiento de la
verdad, y que es muy escaso, se dice que está en el plano de la modalidad de la
oscuridad.
La acción que es regulada y que se
realiza sin apego, sin amor ni odio, y sin el deseo de obtener resultados
fruitivos, se dice que está en el plano de la modalidad de la bondad.
Pero la acción que realiza con gran
esfuerzo aquel que busca complacer sus deseos, y la cual se ejecuta por un
sentido de ego falso, se denomina acción en el plano de la modalidad de la
pasión.
La acción que se ejecuta en medio de
la ilusión, haciendo caso omiso de las disposiciones de las Escrituras y sin
preocuparse por cosas futuras tales como el cautiverio, la violencia o la
aflicción que se les cause a otros, se dice que está en el plano de la
modalidad de la ignorancia.
Aquel que cumple con su deber sin
asociarse con las modalidades de la naturaleza material, sin ego falso, con
gran determinación y entusiasmo, y sin vacilar ante el éxito o el fracaso, se
dice que es un trabajador que está en el plano de la modalidad de la bondad.
El trabajador que está apegado al
trabajo y a los frutos del trabajo, deseando disfrutar de esos frutos, y que es
codicioso, siempre está envidioso, es impuro, y lo mueven la alegría y la
tristeza, se dice que está en el plano de la modalidad de la pasión.
Y el trabajador que siempre está
dedicado a un trabajo que va en contra de las disposiciones de las Escrituras,
que es materialista, obstinado, engañador y experto en insultar a los demás,
que es perezoso, siempre está malhumorado y es moroso, se dice que está en el
plano de la modalidad de la ignorancia.
Ahora, ¡oh, conquistador de riquezas!,
escucha, por favor, mientras te hablo en detalle de las diferentes clases de
comprensión y determinación que hay según las tres modalidades de la naturaleza.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, la comprensión
por la cual uno sabe lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, lo que se
debe temer y lo que no se debe temer, lo que es esclavizante y lo que es
liberador, está en el plano de la modalidad de la bondad.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, la comprensión
que no puede distinguir entre la religión y la irreligión, entre la acción que
se debe hacer y la que no debe hacerse, está en el plano de la modalidad de la
pasión.
La comprensión que considera que la
irreligión es religión y que la religión es irreligión, bajo el hechizo de la
ilusión y la oscuridad, y que se esfuerza siempre en la dirección equivocada,
¡oh, Pārtha!, está en el plano de la modalidad de la ignorancia.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, la determinación
que es inquebrantable, que se sostiene con constancia mediante la práctica del yoga,
y que, de ese modo, controla las actividades de la mente, de la vida y de los
sentidos, es determinación en el plano de la modalidad de la bondad.
Pero la determinación por la cual uno
se aferra a obtener un resultado fruitivo de la religión, el desarrollo
económico y la complacencia de los sentidos, es de la naturaleza de la pasión,
¡oh, Arjuna!
Y aquella determinación que no puede
ir más allá del sueño, el temor, la lamentación, el mal humor y la ilusión, esa
determinación poco inteligente, ¡oh, hijo de Pṛthā!, está en el plano de la
modalidad de la oscuridad.
¡Oh, tú, el mejor de los Bhāratas!,
por favor, óyeme hablar ahora de las tres clases de felicidad con las que el
alma condicionada disfruta, y con las que a veces llega al final de todas las
congojas.
Aquello que al principio puede que sea
como un veneno pero que al final es como un néctar, y que lo despierta a uno en
la autorrealización, se dice que es felicidad en el plano de la modalidad de la
bondad.
La felicidad que procede del contacto
de los sentidos con sus objetos, y que al principio parece ser un néctar pero
al final parece ser veneno, se dice que es de la naturaleza de la pasión.
Y la felicidad que hace caso omiso de
la autorrealización, que es un engaño de principio a fin, y que procede del
sueño, la pereza y la ilusión, se dice que es de la naturaleza de la
ignorancia.
No existe ningún ser, ni aquí ni entre
los semidioses de los sistemas planetarios superiores, que esté libre de esas
tres modalidades nacidas de la naturaleza material.
Los brāhmaṇas, kṣatriyas, vaiśyas y śūdras se
distinguen por las cualidades nacidas de sus propias naturalezas, de
conformidad con las modalidades materiales, ¡oh, castigador del enemigo!
La serenidad, el dominio de sí mismo,
la austeridad, la pureza, la tolerancia, la honestidad, el conocimiento, la
sabiduría y la religiosidad; esas son las cualidades naturales con las que
trabajan los brāhmaṇas.
El heroísmo, el poder, la
determinación, la destreza, el valor en la batalla, la generosidad y el
liderazgo son las cualidades naturales de trabajo que tienen los kṣatriyas.
La agricultura, la protección de las
vacas, y el comercio, constituyen el trabajo natural de los vaiśyas,
y para los śūdras están el trabajo físico y el servicio a
los demás.
Todo hombre puede volverse perfecto si
sigue sus cualidades de trabajo. Por favor, ahora óyeme decir cómo se puede
hacer eso.
Por medio de la adoración del Señor,
quien es la fuente de todos los seres y quien es omnipresente, el hombre puede
lograr la perfección a través de la ejecución de su propio trabajo.
Es mejor que uno se dedique a su
propia ocupación, aunque lo haga imperfectamente, que aceptar la ocupación de
otro y hacerlo a la perfección. Los deberes que se prescriben de acuerdo con la
naturaleza de cada cual, nunca son afectados por las reacciones pecaminosas.
A todo esfuerzo lo cubre algún tipo de
defecto, tal como al fuego lo cubre el humo. Por consiguiente, uno no debe
abandonar el trabajo que nace de su naturaleza, ¡oh, hijo de Kuntī!, ni
siquiera si el mismo está plagado de defectos.
Aquel que es autocontrolado, que está
desapegado y que hace caso omiso de todos los disfrutes materiales, puede
alcanzar por medio de la práctica de la renunciación la etapa más elevada y
perfecta, en la que se está libre de las reacciones.
¡Oh, hijo de Kuntī!, voy a informarte
cómo alguien que ha logrado esa perfección, puede llegar a la suprema etapa
perfecta, el Brahman, la etapa del conocimiento supremo, si actúa de la manera
que ahora voy a resumir.
Habiéndose purificado por medio de la
inteligencia y controlando la mente con determinación, renunciando a los
objetos que complacen los sentidos, estando libre de apego y odio, aquel que
vive en un lugar recluido, que come poco, que controla el cuerpo, la mente y la
facultad de hablar, que siempre está en trance y que está desapegado, que está
libre del ego falso, de la fuerza falsa, del orgullo falso, de la lujuria, de
la ira y de la aceptación de cosas materiales, que está libre del sentido falso
de posesión y que es apacible: una persona como esa sin duda que es elevada
hasta la posición de la autorrealización.
Aquel que se sitúa así en el plano
trascendental, llega a comprender de inmediato el Brahman Supremo y se vuelve
plenamente dichoso. Él nunca se lamenta por nada ni desea poseer nada. Él tiene
la misma disposición para con todas las entidades vivientes. En ese estado, él
llega a prestarme a Mí un servicio devocional puro.
A Mí se Me puede entender tal como
soy, como la Suprema Personalidad de Dios, únicamente por medio del servicio
devocional. Y cuando alguien tiene plena conciencia de Mí mediante esa
devoción, puede entrar en el Reino de Dios.
Aunque Mi devoto puro esté dedicado a
toda clase de actividades, bajo Mi protección y por Mi gracia, él llega a la
morada eterna e imperecedera.
En todas las actividades, tan solo
depende de Mí y trabaja siempre bajo Mi protección. En medio de ese servicio
devocional, permanece plenamente consciente de Mí.
Si te vuelves consciente de Mí, por Mi
gracia pasarás por sobre todos los obstáculos de la vida condicionada. Sin
embargo, si no trabajas con ese estado de conciencia sino que actúas a través
del ego falso, sin oírme, estarás perdido.
Si no actúas siguiendo Mi indicación y
no peleas, entonces te vas a dirigir por un camino falso. Debido a tu naturaleza,
te tendrás que dedicar a la guerra.
Por ilusión, ahora estás rehusando
actuar conforme a Mis indicaciones. Pero, llevado por el trabajo nacido de tu
propia naturaleza, ¡oh, hijo de Kuntī!, tendrás que actuar de todos modos.
El Señor Supremo se encuentra en el
corazón de todos, ¡oh, Arjuna!, y está dirigiendo los movimientos de todas las
entidades vivientes, las cuales están sentadas como si estuvieran en una
máquina hecha de energía material.
¡Oh, vástago de Bharata!, entrégate a
Él totalmente. Por Su gracia conseguirás la paz trascendental y llegarás a la
morada suprema y eterna.
Así pues, te he explicado un
conocimiento aún más confidencial. Delibera bien acerca de esto, y luego haz lo
que desees.
Como tú eres Mi muy querido amigo, te
estoy exponiendo Mi instrucción suprema, el conocimiento más confidencial de
todos. Óyeme hablar de ello, pues es por tu bien.
Siempre piensa en Mí, conviértete en
devoto Mío, adórame a Mí y ofréceme a Mí tu homenaje. De ese modo, vendrás a Mí
sin falta. Yo te prometo eso, porque tú eres Mi muy querido amigo.
Abandona todas las variedades de
religiones y tan solo entrégate a Mí. Yo te liberaré de todas las reacciones
pecaminosas. No temas.
Este conocimiento confidencial nunca
se les debe explicar a aquellos que no son austeros, o devotos, o que no están
dedicados al servicio devocional, ni a alguien que está envidioso de Mí.
Aquel que les explica a los devotos
este secreto supremo, tiene garantizado el servicio devocional puro, y al final
vendrá de vuelta a Mí.
En este mundo no hay ningún sirviente
que sea más querido por Mí que él, ni nunca lo habrá.
Y Yo declaro que aquel que estudia
esta sagrada conversación nuestra, Me adora con su inteligencia.
Y aquel que escucha con fe y sin
envidia, se libra de las reacciones pecaminosas y llega a los auspiciosos
planetas en los que moran los piadosos.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, ¡oh, conquistador
de riquezas!, ¿has oído esto con atención? Y, ¿se disiparon ya tu ignorancia e
ilusiones?
Arjuna dijo: Mi querido Kṛṣṇa, ¡oh,
Tú, el Infalible!, ahora mi ilusión se ha disipado. Por Tu misericordia he
recobrado la memoria. Ahora estoy firme y libre de dudas, y estoy dispuesto a
actuar de conformidad con Tus instrucciones.
Sañjaya dijo: He oído así la
conversación de dos grandes almas, Kṛṣṇa y Arjuna. Y ese mensaje es tan
maravilloso, que tengo el vello erizado.
Por la misericordia de Vyāsa, he oído
estas conversaciones muy confidenciales directamente de labios del amo de todo
misticismo, Kṛṣṇa, quien le estaba hablando personalmente a Arjuna.
¡Oh, rey!, mientras recuerdo
reiteradamente ese maravilloso y sagrado diálogo que hubo entre Kṛṣṇa y Arjuna,
siento placer, y me estremezco a cada momento.
¡Oh, rey!, cuando recuerdo la
maravillosa forma del Señor Kṛṣṇa, me asombro cada vez más, y me regocijo una y
otra vez.
Dondequiera que esté Kṛṣṇa, el amo de
todos los místicos, y dondequiera que esté Arjuna, el arquero supremo, es
seguro que estarán también la opulencia, la victoria, el poder extraordinario y
la moralidad. Esa es mi opinión.
¿QUIÉN ES KRISHNA?
Gita significa "canto" y Bhagavad se refiere a
Bhagavan, palabra sánscrita que significa "Dios", el "Poseedor
(val) de todas las opulencias (Bhaga)" .
Parasara Muni, el padre de Vyasadeva, enumera las
opulencias de Dios en seis para nuestra comprensión: belleza, riqueza, poder,
fama, conocimiento y renunciación ilimitados. Por eso, el Bhagavad–gita es el
Canto del Todo Opulento, el Canto del Poseedor de Todas las Opulencias; Dios
Mismo.
En el Gita, la posición de Krishna es definida
claramente: "Yo soy la fuente de todo, de Mí emana toda la creación",
(10.8). "No hay verdad superior a Mi", (7.7). "A través de todos
los Vedas, Yo soy lo que ha de ser conocido", (15.15). Arjuna ora así:
" ... Tú eres el Brahman Supremo, lo último... la Verdad Absoluta y la
Eterna Persona Divina. Tú eres el Dios Primordial, Transcendental y
Original" (10.12).
Es importante anotar que en esta relación, la aparente
forma humana de Krishna (manusam-rupam), vista por Arjuna en el campo de
batalla de Kuruksetra, no es una forma material ni camal asumida o manifiesta
para la percepción de los hombres. De acuerdo al texto, la forma de dos brazos
vista por Arjuna es la forma propia y original de Krishna, puramente espiritual
y transcendental. Pero aunque Krishna fue visto por todos los presentes, sólo
aquellos que tenían los ojos "con el ungüento de la devoción"
pudieron y pueden entender que Él Mismo es la "Persona Suprema", el
Dios Supremo. Para aclarar un poco más, se dice que la forma humana es la más parecida
a la Forma Espiritual Personal del Señor.
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