Sus obras pertenecen a diversos
géneros, lírica, auto sacramental, teatro y prosa. La mitad de las cuales
son de poesía. A continuación te ofrecemos 5 poemas de Sor Juana Inés de
la Cruz.
Amor empieza por
desasosiego
Amor empieza por
desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego.
Doctrínanle
tibiezas y despego,
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.
Su principio, su
medio y fin es éste:
¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia, que otro tiempo bien te quiso?
¿Qué razón hay de
que dolor te cueste?
Pues no te engañó amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso.
Con el dolor de la
mortal herida
Con el dolor de la
mortal herida,
de un agravio de amor me lamentaba,
y por ver si la muerte se llegaba
procuraba que fuese más crecida.
Toda en el mal el
alma divertida,
pena por pena su dolor sumaba,
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil muertes a una vida.
Y cuando, al golpe
de uno y otro tiro
rendido el corazón, daba penoso
señas de dar el último suspiro,
No sé con qué
destino prodigioso
volví a mi acuerdo y dije: qué me admiro?
Quién en amor ha sido más dichoso?
En perseguirme,
Mundo, ¿qué interesas?
En perseguirme,
Mundo, ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo
tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.
Y no estimo
hermosura que, vencida,
es despojo civil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor,
en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
Éste que ves,
engaño colorido
Éste que ves,
engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la
lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano
artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia
diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
Esta tarde, mi
bien, cuando te hablaba
Esta tarde, mi
bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis
intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de
rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias,
con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
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