Bajo Imperio Romano
Crisis
del Siglo III (235 – 285)
Antecedentes
Tras la muerte de Alejandro Severo en el año
235, el Alto Imperio Romano se sumió en una profunda crisis, la
denominada Crisis del siglo
III que duró 50
años. Durante la misma el Senado había perdido el poder en favor del Ejército
cuyos generales pugnaban por hacerse emperadores, comenzó una etapa de anarquía
militar. Entre en los años 235 y 285 hubo 26 emperadores y solo uno de ellos
murió de muerte natural. Se divide en dos etapas: la Anarquía militar (238-268)
y los Emperadores Ilirios (268-285).
La
Anarquía militar (235-285)
Máximo el Tracio (235-238)
Máximo el Tracio estaba al mando de la legión
IV Italica, compuesta de reclutas de Panonia que estaban molestos por los pagos
del emperador Alejandro Severo a los alamanes y por el hecho de que evitara la
guerra. Las tropas, entre las que se encontraba la legión XXII Primigenia,
eligieron al adusto Maximino el Tracio y asesinaron al joven emperador y a su madre
en Moguntiacum (actual Maguncia). La guardia pretoriana lo aclamó Emperador el
20 de marzo de 235. El Senado confirmó la elección de mala gana, pues estaban
descontentos por tener a un campesino como Emperador.
Maximino revisa la política complaciente de
Alejandro Severo hacia los cristianos y los declara de nuevo enemigos del
pueblo. Les perseguía y los obispos de Roma Pontiano además de su sucesor
Antero mueren probablemente como mártires durante su mandato.
En 236 nombró a su hijo Máximo, César y sucesor,
con la esperanza de fundar así una nueva dinastía y mandó deificar a su esposa
muerta Paulina. Se dirigió a Panonia para empezar la guerra contra los dacios y
los sármatas. Para financiar el ejército y las guerras, incrementó los
impuestos de la nobleza.
El año de los
seis emperadores (238)
A principios de 238, en la provincia de
África, las extorsiones de un funcionario del tesoro a través de sentencias
falsas emitidas por tribunales corruptos contra terratenientes locales
desencadenaron una revuelta a gran escala en la provincia. Los terratenientes
nombraron al procónsul en África Semproniano Gordiano, como emperador con el
nombre de Gordiano I (enero a abril). El Senado ratificó el nombramiento del
nuevo emperador rápidamente y declaró a Maximino como enemigo de Roma. En su
marcha, sin embargo, encontró una creciente resistencia en la población de
Italia que no estaba dispuesta a alimentar al ejército, que estaba hambriento y
exhausto.
Auxiliares romanos mitad siglo III: 1
tribuno; 2 vexilario; 3 centurión. Autor Graham Sumner
Al oeste de la provincia de África se encontraba la provincia de
Numidia, cuyo gobernador, Capeliano, guardaba rencor desde hacía tiempo hacia
Gordiano y controlaba la única legión, la III Augusta. Marchó sobre Cartago, el
12 de abril del año 238, hubo una batalla entre las tropas romanas de Capeliano
leales a Maximino el Tracio y las fuerzas del emperador Gordiano I, este fue
fácilmente arrollado por las milicias locales que defendían la ciudad. El hijo
de Gordiano murió durante la lucha y, al escuchar esto, Gordiano se ahorcó con
su propio cinturón.
A pesar de la derrota de Gordiano, la situación de este empeoró
rápidamente. El Senado en Roma nombró incluso dos emperadores para frenar su
avance, Pupieno (abril a junio) y Balbino. Así Maximino se encontró con sus
tropas mal alimentadas y asediando la ciudad de Aquilea, que le había denegado
el paso, mientras que Pupieno estaba levantando tropas en su contra en Ravena.
En esta situación algunos de sus propios soldados se amotinaron y asesinaron a
Maximino y a su hijo, después mandaron las cabezas cortadas a Roma.
Después Pupieno, a quien los historiadores describieron como siempre de
mal humor, se dedicó al liderazgo de la lucha contra Maximino mientras que
Balbino se dedicaba a la administración del estado. Aún antes de poder
conseguir las tropas necesarias para la guerra le llegó la noticia que Maximino
había sido asesinado por sus propios soldados. Después se dirigió rápidamente a
Ravena, el lugar de los hechos, y terminó la guerra disolviendo simplemente los
dos ejércitos.
Entró en marcha triunfal en Roma. Estas ovaciones llevaron a la ruptura
entre los dos emperadores.
El hecho de haberse equipado durante su estancia como gobernador en la
Germanía de una guardia de germanos tuvo un desenlace fatal para Pupieno y su
compañero Balbino. Los pretorianos se sentían relegados por este hecho. Así que
irrumpieron en el palacio durante una discusión entre los dos emperadores y
mataron a ambos. Como nuevo emperador fue proclamado Gordiano III (238-244) de
13 años de edad, nieto de Gordiano I, que había sido adoptado anteriormente por
los dos emperadores.
Aprovechando el desconcierto, los sasánidas atacaron las provincias
romanas, los godos se establecieron al norte del mar Negro, y los dacios y
carpos atacaron las limes.
Soldados romanos mediados del siglo III con
yelmo tipo Niederbieber, escudos ovalados y spatha, uno con lorica hamata y el
otro con lorica squamata. Autor Johnny Shumate
Gordiano III
(238-244)
Gordiano proclamó
casi enseguida a su tutor y mentor Timesteo, prefecto del pretorio y este se
ocupó también de una buena parte del gobierno del estado. En 241 Gordiano se
casó con Furia Sabina Tranquilina, hija de Timesteo.
En esta época
empezaron casi simultáneamente ataques de los germanos sobre las fronteras del
Rin y del Danubio y los persas bajo Sapor I invadieron Mesopotamia pasando las
fronteras del río Éufrates. Gordiano abrió las puertas del templo de Jano por
última vez en la historia y se puso en marcha hacia Oriente Próximo con su
ejército.
Consiguió una
victoria sobre los sasánidas en la batalla de Resaina (243), los cuales fueron expulsados a la otra
orilla del Éufrates. Cuando estaba planificando
conjuntamente con Timesteo la campaña militar en territorio enemigo, Gordiano III
murió en oscuras circunstancias, posiblemente por una conjura inspirada por el
prefecto del pretorio, Filipo el Árabe.
Filipo el
Árabe (244-249)
Aunque el nuevo emperador consiguió celebrar
el milenario de Roma (248), pronto surgió la rebelión, y los soldados
proclamaron emperador a Pacatiano. Envió a un tal Decio para suprimir la
rebelión, el motín fue aplastado y Filipo nombró a Decio como nuevo gobernador
de la provincia. Decio (249-251) fue proclamado emperador por las tropas del
Danubio y se puso en marcha hacia Roma y ambos ejércitos se encontraron cerca
de Verona ese mismo verano. Decio ganó la batalla y Filipo perdió la vida, su
hijo de Filipo, de 11 años, murió junto con su padre.
Trajano Decio
(249-251)
Decio realizó una nueva persecución contra
los cristianos y durante su reinado se padeció un segundo brote de la peste Antonina del 251 al
266, que se llevó las vidas de 5000 personas diarias en Roma. Tuvo que hacer
frente a los godos de Cniva, muriendo junto a su hijo en la batalla de Abrito en el 253.
Treboniano
Galo (251-253)
Galo fue aclamado emperador por las legiones,
tubo constante conflictos en las fronteras del Imperio. En el este, el rey
sasánida Sapor I conquistó la provincia de Siria casi sin encontrar
resistencia. En la región del Danubio los godos volvieron a invadir el
territorio romano a pesar del tratado suscrito en el 251. Emiliano el
gobernador de Mesia y Panonia fue proclamado emperador por las legiones, y el
emperador y su hijo fueron asesinados por sus propias tropas.
Emiliano
(252-253)
Marco Emilio Emiliano tuvo un corto reinado,
Galo había pedido auxilio al comandante de las tropas de la frontera del Rin,
Valeriano. Tras conocerse la muerte de Galo, Valeriano fue proclamado emperador
por sus tropas y cruzó los Alpes en dirección a Roma en otoño de 253. Cuando
llegaron a la capital las noticias de estos hechos y, dada la superioridad de
las fuerzas enemigas, las tropas de Emiliano mataron a su emperador, y se
entregaron a Valeriano.
Centuriones romanos durante la Anarquia
Militar. Autor Giuseppe Rava
Valeriano
(253-260)
Valeriano cuando subió al poder nombró
coemperador a su hijo Galieno. Al principio de su reinado las cosas en Europa
iban de mal en peor, y todo el Occidente entró en un auténtico caos. En
Oriente, Antioquía cayó en manos de los persas y Armenia fue ocupada por Sapor
I. Valeriano y Galieno encararon los problemas del imperio entre los dos,
ocupándose el hijo de Occidente y el padre se dirigió a Oriente para solucionar
el conflicto con los sasánidas.
En el año 253, sucedió la primera gran
invasión de bárbaros en la Galia, región que no pudo ser bien defendida debido
a que Valeriano se había llevado los ejércitos apostados ahí a Italia para
proteger su recién adquirido trono. Trasladó entonces tropas de los ríos Rin y
Danubio, siendo aprovechado por la tribu de los alamanes que
atravesaron el primer río, cerca de Mannheim y llegaron hasta el Palatinado y
Renania. Los francos por su parte también entraron a territorio romano y
alcanzaron Metz, Reims y París. Galieno consiguió expulsar a los bárbaros.
Pero en el 259, se presentó una nueva
invasión de los alamanes y los francos. El nieto del emperador, Salonino, que
era el comandante que defendía ahora el Rin. Esta vez los bárbaros llegaron
hasta Hispania y saquearon Tarragona. Por esas fechas, un general romano de
origen galo, Póstumo, sitió al ejército de Salonino derrotándolo y capturando
al general, a quien después dio muerte. Póstumo estableció un estado
independiente, el Imperio Galo que comprendía las provincias romanas de Galia,
Britania e Hispania, y que duró hasta el 274, año en que el emperador Aureliano
lo reconquistó.
En la parte Oriental, en 257 Valeriano
recuperó Antioquía y la provincia de Siria, pero al año siguiente los godos
saquearon Asia Menor. Al final de 259 se trasladó a Edesa, pero una epidemia
diezmó sus tropas, debilitando las posiciones romanas. Fue hecho prisionero por
los persas, al parecer cuando iba a firmar la paz con Sapor I. Tras la captura
de Valeriano Siria, Cilicia y Capadocia fueron ocupadas y devastadas por los
sasánidas.
Galieno
(260-268)
Galieno asumió el poder en la más completa
anarquía, hubo ataques en las fronteras y en las costas por los piratas,
terremotos y pestes que diezmaron la población, aprovechando el Senado estas
circunstancias para fortalecer su poder.
En Oriente, se levantó un tal Quieto en
Edesa, el gobernador de Palmira Odenato, se puso de parte de Galieno y derrotó
al insurgente, fue nombrado totius Orientis imperator, es decir líder
independiente de todo el Oriente. A su muerte su viuda Zenobia sublevó al reino
de Palmira y creó su propio Imperio, que comprendía las provincias romanas de
Siria, Palestina y Egipto.
Septimio Odenato
gobernador de Palmira y su esposa Zenobia siglo III. Sería nombrado totius
Orientis imperator. Autor Angus McBride
En occidente, una invasión de godos en la provincia de Panonia se
aventuraba desastrosa e incluso amenazante para la capital, mientras que al
mismo tiempo los alamanes arrasaban el norte de Italia. Galieno detuvo el
avance godo derrotándoles en la batalla de abril de 268. Luego se dirigió el
norte y obtuvo varias victorias contra los alamanes. Cuando estos fueron
vencidos se volvió de nuevo contra los godos y en septiembre de ese año.
Galieno debió afrontar la rebelión de Aureolo, un general con tropas
acantonadas en Iliria. Aureolo invadió Italia y tomó Milán. Galieno marchó a
combatirle y puso sitio a la ciudad, pero en medio de estas acciones militares,
murió asesinado.
Los
Emperadores ilirios (268-285)
Se conoce por emperadores ilirios a la serie
de emperadores que gobernaron el Imperio romano entre 268 y 285. La mayoría los
emperadores (7 de 9) provenían de la región de Iliria, que tenía buena
reputación por sus excelentes soldados. La ascensión de estos soldados ilirios
es una consecuencia de las medidas del emperador Galieno (260-268) que abrió la
puerta de los puestos más valiosos a los altos mandos militares, hasta entonces
solo reservados a los de rango senatorial.
Los ilirios son quienes ponen fin a la Anarquía
militar que, tras la muerte de Alejandro Severo, multiplica el número de
emperadores y usurpadores. La segunda característica de estos emperadores es su
origen: todos son soldados experimentados. Esto procede de la misma naturaleza
del puesto de emperador, evolucionada desde Augusto. El emperador no es ya un
magistrado sino más bien un jefe de guerra. Se espera de él que conduzca al
ejército a donde los bárbaros amenacen. Como consecuencia de los problemas y
las invasiones, el trono solamente sería ocupado por militares de carrera,
haciendo así de la púrpura imperial no una magistratura sino el puesto más alto
en la carrera de las armas.
División del Imperio Romano a la muerte del
emperador Galieno en 270
Claudio II
(268-275)
Fue aclamado emperador a la muerte de
Galieno, nada más hacerse cargo, los alamanes cruzaron los Alpes y devastaron
el norte de Italia. Claudio respondió rápidamente, derrotándolos en la batalla del lago Benaco (hoy lago de Garda). Por esta victoria
se le concedió el título de Germánico
Máximo. A principios del 269 Claudio tuvo que hacer frente al enorme
ejército de los godos que había invadido Ilírico y Panonia. Claudio dejó a su
hermano Quintilo al frente de los ejércitos de la región occidental del Imperio
y se dirigió hacia los Balcanes. En la batalla de
Naissus, las legiones
romanas dirigidas por Claudio, junto con su general de caballería, el futuro
emperador Aureliano, obtuvieron una histórica victoria sobre los godos.
Después se dirigió contra el imperio Galo, que gobernado desde hacía 15 años por el usurpador Póstumo y sus
sucesores, Claudio II obtuvo varias victorias, y recuperó el control de
Hispania y el valle del Ródano, en Galia. Esto sentó las bases para la
destrucción final del imperio Galo durante el reinado de Aureliano.
A principios de 270 Claudio se encontraba en
el Bajo Danubio haciendo frente a una nueva invasión de los vándalos, cuando se
produjo una invasión de las provincias de Retia y Nórico por los jutingos.
Claudio dejó a Aureliano al frente de las operaciones en los Balcanes y se
dirigió rápidamente a Sirmium, estableciendo su cuartel general (verano de
270), ya que desde allí podía coordinar mejor la defensa contra los bárbaros.
Sin embargo, poco después enfermó durante una epidemia (posiblemente de peste o
de viruela) que asoló las provincias del Imperio y murió en julio o agosto de
270.
Legionario romano mitad siglo III de la
legión Herculiana, representa uno de los soldados ilirios que componían las
legiones. Lleva una lorica squamata en vez de la lorica segmentata, lleva una
lancea y una espada larga en vez de gladius, y un yelmo tipo spandemhelm en vez
de galea: 1 escudo mostrado oval mostrando dardos, tiene unas dimensiones de
110 x 90 cm; 2 sección transversal del escudo que sigue teniendo curvatura con
un umbo circular central, 3 spiculum era el sustituto de la pilum, tenía una
longitud de 190 cm con 30 cm de hierro. Autor Gerry Embleton. A la dercha lleva
yelmo tipo berkasovo, lorica hamata, y escudo redondo de 90 x 90 cm.
Aureliano
(270-275)
Nada más subir al trono, Aureliano tuvo que
continuar con los conflictos bélicos que comenzaron en la época de Claudio II.
Terminó en un plazo breve la guerra contra los godos y, a finales del 270,
lanzó una campaña en el norte de Italia contra los jutingos, sármatas y
vándalos que constantemente intentaban cruzar el Danubio.
En 271, los alamanes se
desplazaron en dirección a Italia, entrando en la llanura del Po y saqueando
los pueblos de la región. Cruzaron el río Po, ocuparon Plasencia (la actual
Piacenza) y marcharon hacia Fano. Los bárbaros fueron derrotados en las batallas de Fano y Pavia. Como consecuencia
comenzó la reconstrucción de las murallas de Roma, que serían conocidas como la
muralla Aureliana.
En el año 272, el emperador Aureliano dirigió
su atención a las provincias orientales del Imperio, gobernadas por el
denominado Imperio de Palmira, en aquel tiempo estaba gobernado por la
reina Septimia Zenobia, viuda de Odonato. Esta había construido su propio
imperio, llegando a controlar desde Egipto hasta Asia Menor,
abarcando Siria-Palestina, Egipto y amplios territorios
en Asia Menor. En nombre de su hijo Vabalato primero trató de forzar a
Roma a concederle a su hijo los mismos poderes que había ostentado su padre y
finalmente acabó rompiendo abiertamente con el Emperador.
Zenobia pidió ayuda a los persas gobernados
por Bharam I (273-276) pero no parece que recibiera ayuda efectiva más allá de
promesas sin concretar. Además, Aureliano incitó a las tribus caucásicas a
atacar a los sasánidas y decidió invadir las provincias orientales en cuanto se
sintió lo suficientemente fuerte para hacerlo, empezó la campaña palmirana.
A los ojos de Aureliano la toma de Egipto,
que todavía se considera una provincia estrictamente personal del Emperador,
era nada menos que una declaración de guerra. A pesar de esto Aureliano habían
podido responder directamente sus acciones debido a la constante invasión de
las tribus germánicas. Finalmente, después de las devastadoras victorias sobre
los alamanes, fortaleciendo la región amurallando las
ciudades, y el abandono de Dacia, sintió que Roma estaba lo suficientemente
segura como para comenzar una campaña en Oriente.
Al darse cuenta de su ejército estaba
demasiado lejos y era engorroso para invadir Egipto con eficacia, Aureliano
envió al general Probus con una flota para ver si podía expulsar a la
guarnición de Palmira estacionada allí. Mientras que Aureliano avanzó con el
grueso de su ejército a Asia Menor con el fin de dirigirse a Siria.
Batalla
de Immae (272)
Aureliano casi no encontró resistencia
en Asia Menor; todas las ciudades
salvo Bizancio y Tiana se rindieron oponiendo escasa
resistencia. La caída de Tiana dio lugar a una leyenda: Aureliano hasta
entonces había destruido cada ciudad que se le había resistido, no hizo lo
mismo con Tiana después de haber tenido una visión del gran filósofo del siglo
I Apolonio de Tiana, a quien respetaba muchísimo, en un sueño. Apolonio le
rogó no destruirla. Esta acción dio buenos resultados a su causa, dado que
muchas más ciudades se sometieron al ver que el emperador no buscaría ningún
tipo de venganza.
Ambos ejércitos que se enfrentaron cerca de
Antioquía en Immae en formaciones de batalla tradicionales con la infantería en
el centro y la caballería a los flancos. Los romanos disponían entre 30.000 y
50.000 hombres, El ejército de Palmira estaba mandado por Zabdas, que disponía
de menos fuerzas, pero era superior en caballería. Tenía dos grandes ventajas a
su disposición: primero fue la superioridad de sus catafractos, y segundo era
el calor extremo al que los romanos aún no se habían adaptado. Aureliano
comprendió la situación, así que planeó usar una táctica implementada por
Claudio el Gotico contra los godos, volviendo ambas desventajas en ventajas
decisivas.
Después de algunas escaramuzas, Zabdas quiso
ganar rápidamente la iniciativa y ordenó una carga de caballería que a su vez
obligó a Aureliano a ordenar una carga con su propia caballería para
contrarrestar. Cuando las dos fuerzas estaban cerca de empeñarse, la caballería
ligera romana de repente rompió filas, y abandonó el campo de batalla. Zabdas,
oliendo sangre y una victoria segura, ordenó a sus catafractos mucho más
pesados que les dieran caza.
Batalla de Immae
(272 ), entre las fuerzas romanas dirigidas por el emperador Aureliano y las
fuerzas palmiranas dirigidas por la reina Zenobia. La batalla resultó en una
victoria romana y la conquista de Antioquía. Autor José Morán para Ancient
Warfare
Tras una larga persecución y el caluroso sol empezó a hacer mella en los
caballos y jinetes fuertemente armados de Palmira, pero su confianza
aparentemente inquebrantable en la superioridad de su caballería les obligó a
continuar. En un momento determinado los jinetes romanos dieron la vuelta y de
repente atacaron a la caballería exhausta y sorprendida. La trampa fue
devastadora, y muy pocos de la caballería palmeriana volvieron con vida.
Después de enterarse de la destrucción de su caballería, Zabdas se dio
cuenta de que el día estaba perdido. Su infantería no era rival para los
legionarios endurecidos por las guerras con los germánicos, y de inmediato
ordenó la retirada completa a Antioquía. Comprendiendo la inevitabilidad de la
caída de Antioquía, la reina Zenobia y Zabdas reabastecieron sus fuerzas y se
movieron bajo el amparo de la oscuridad a Emesa.
Por la mañana, los habitantes de Antioquía descubrieron que habían sido
abandonados y la reputación de Aureliano con sus salvajes represalias, les
paralizó de miedo. No tenían más remedio que abrir sus puertas a Aureliano y
prepararse para lo peor. Para su sorpresa, Aureliano no mató a nadie ni
permitió que sus tropas saqueasen la ciudad, sino que concedió una amnistía
general. Esta muestra de misericordia tuvo un efecto dominó en todo la zona,
cayendo una ciudad tras otra, ya no temiendo represalias, aceptaron la
reincorporación pacífica al imperio romano.
Batalla
de Emesa (272)
Aureliano, persiguió a Zenobia hasta la
ciudad de Emesa (actual Homs, Siria), allí llegó con su ejército reforzado con
fuerzas locales, unos 60.000 de los cuales 5.000 eran jinetes. Zabdas debía
tener unas fuerzas similares. Se enfrentaron en una llanura a las afueras de la
ciudad, y las formaciones volvieron a ser las mismas, la infantería en el
centro y la caballería en las alas.
La caballería pesada de Palmira, los
catafractas que eran superiores a los jinetes romanos, iniciaron la batalla con
una carga, los romanos los volvieron a poner en fuga, los catafractas
regresaron pronto para no repetir el mismo error, pero lo hicieron dispersos y
fueron masacrados por la infantería romana. Según Zósimo, las unidades de
Judea, con sus garrotes, masacraron a los caballeros acorazados de Palmira.
Zabdas volvió a refugiarse en los muros de la
ciudad, más tarde Zenobia huyó a Palmira, pero no pudo llevarse el tesoro
consigo. Aureliano puso sitio a la ciudad que se rindió más tarde.
Asedio de Palmira
(272 – 273)
El asedio de Palmira parece haber sido una
prueba difícil para los romanos debido a las defensas vigorosas y a las murallas
de Palmira. Zenobia intentó en vano obtener la alianza del monarca persa, así
como sus aliados armenios pero fue en vano, y Aureliano pidió a Zenobia que
rindiese y salvar a su ciudad. Ella se negó y el asedio continuó, a pesar del
acoso de las incursiones de la caballería árabe y las fuertes defensas.
Aureliano fue reforzado con la llegada de Probus en el 273. Con el tiempo se
hizo evidente para Zenobia que la causa estaba perdida y decidió huir de la
ciudad, se las arregló para salir de la ciudad a lomos de un camello, pero fue
capturada por la caballería romana y llevada a presencia de Aureliano.
Poco después de esto la ciudad se rindió y se salvó. Aureliano procedió a regresar. Zenobia y su hijo fueron obligados a caminar en las calles de Roma durante su triunfo.
La reina Zenobia
de palmira encadenada desfilando por las calles de roma en 274. Detrás el
emperador Aureliano en su carro triunfal tirado por ciervos. Autor Angus
McBride
En los meses posteriores hubo varios levantamientos en los territorios
ocupados que fueron sofocados por Aureliano sin piedad. Después de un breve
choque con los persas y otro en Egipto contra el usurpador Firmo, se vio
obligado a regresar a Palmira en 273 cuando la ciudad se rebeló de nuevo. Esta
vez, Aureliano permitió a sus soldados saquear la ciudad y Palmira nunca
llegaría a recuperarse del desastre.
La leyenda dice que Aureliano quedó tan prendado del porte y la belleza
de la reina depuesta que le concedió un exilio digno, liberándola y asignándole
una lujosa villa en Tibur (Tívoli, Italia).
En 274, se preparó para recuperar el Imperio Galo-Romano,
que ya había perdido varios territorios a manos de Claudio II. El
enfrentamiento decisivo en la batalla Châlons-sur-Marne, en la que
el ejército de Tétrico fue aplastado por el de Aureliano en marzo de 274, tanto
Tétrico como su hijo se habían rendido a Aureliano, el Imperio Romano estaba
reunificado del todo, y las tropas fronterizas volvieron a sus puestos. Más de
un siglo transcurriría antes de que Roma perdiera otra vez el control sobre las
amenazas externas.
En 275, Aureliano marchó hacia Asia Menor, preparando otra campaña
contra el Imperio sasánida, la muerte en rápida sucesión de los reyes Sapor I
(272) y Ormuz I (273), y la subida al poder de un rey débil (Bahram I), suscitó
la posibilidad de atacar al imperio Sasánida. Sin embargo, Aureliano nunca
llegaría a Persia, pues fue apuñalado mientras esperaba en Tracia para pasar a
Asia Menor, por un secretario corrupto.
Jinete legionario lanciarius en 284. Se denominaban
así por usar la lancia que era una jabalina ligera. Eran jinetes ligeros
junto con los equites (jinetes regulares) y los promoti. Su equipo era: (1) la
silla de cuernos. (2) lanciarius con protección acolchada llamada thoracomochus
y un yelmo concesti. (3) yelmo tipo concesti y spangemhelm tipo Deir
el-Medinah. (4) yelmo tipo niederbieber. (5) espatha y espada corta llamada
semiespathium, pugio y cuchillo. Autor Sean O’brogain
Crisis
económica
Se produjo una crisis económica porque al no
llegar esclavos a Roma (no había expansión) el precio de estos se multiplicó,
eran el motor de la economía, se produjo así una subida espectacular de los
precios. De la misma forma, la inseguridad política y social produjo un colapso
comercial; las rutas no eran seguras, ya no llegan productos a Roma, ni a las
ciudades; y la economía se transformó en autárquica (economía de
autoabastecimiento). Al no llegar metales preciosos a Roma se modifica la
moneda (o se cambia el valor nominal o se incorpora menos oro y más cobre),
produciendo una hiperinflación causada por años de devaluación de la moneda, lo
que contribuyó también a la espectacular subida de los precios.
Por otro lado, los habitantes de las ciudades
al perder capacidad adquisitiva, dejan de comprar y las fábricas tuvieron que
cerrar.
Crisis
política
En lo político era una etapa de gran
inestabilidad, los emperadores duraban poco en el cargo, casi todos murieron de
forma violenta. La guardia pretoriana nombraba emperadores, a veces también las
legiones proclaman su candidato al trono, enfrentándose a otras que hacen lo
mismo, es el periodo conocido como de anarquía militar. La manifestación más
importante de todo esto es el desarrollo de sucesivas guerras civiles que
arrasaron el Imperio y un ejército romano ineficaz y corrupto.
Crisis
social
La población libre de las ciudades, mientras
tanto, empezó a desplazarse a zonas rurales en búsqueda de comida y protección
debido a que el aumento de precios hacía cada vez más difícil obtener alimentos
en las urbes para quienes no fuesen comerciantes, burócratas o soldados.
Desesperados por la necesidad de sobrevivir, muchos de estos plebeyos de las
ciudades, así como muchos pequeños agricultores, se vieron forzados a renunciar
a derechos básicos de ciudadanía para recibir protección de los grandes
aristócratas convertidos en terratenientes. Roma y las grandes ciudades
perdieron habitantes, también numerosos aristócratas romanos abandonaban las
ciudades de provincias para refugiarse en sus grandes propiedades rurales donde
se hicieron económicamente autosuficientes y podían mantener una autoridad
efectiva sobre masas de campesinos, creando el embrión de los señores feudales
de siglos posteriores.
Por otro lado, los ataques de los bárbaros
hizo que los territorios de los limes fueran abandonados, empezando a ser
ocupados por los bárbaros.
En los aspectos religioso y cultural se
desconfía de los dioses y la religión tradicionales que ya no dan respuestas a
un mundo convulso y encuentran consuelo en otras religiones como el cristianismo
que promete un mundo mejor en el más allá. También la prolongada crisis tiene
su reflejo en las artes que supone una decadencia con respecto a la etapa
anterior.
Reforma
militar de Galieno (253 -268)
Galieno se dio cuenta de la ineficacia de los
limes frente a las invasiones bárbaras. Por un lado, buscó dar más movilidad a
las legiones, por medio de las vexilationes (viene de vexilum, estandarte en
latín) destacamentos de las legiones o de caballería autónomos al mando de
un dux (en plural, duces), origen del
título medieval de duque.
Galieno creó cuerpos especializados de
caballería en el interior, que estacionados en campamentos fortificados podían
moverse con rapidez de un sitio a otro en caso de invasión.
Creó tres fuerzas centralizadas de caballería
llamada los comitatus en Mediolanum (actual Milán) al norte
de Italia, en Grecia y en los Balcanes al mando de un magister equitum. Estas fuerzas incluía los equites promoti (contingentes
de caballería procedentes de las legiones), más la caballería ligera de Iliria
(equites dalmatarum), caballería ligera del norte de África (equites mauri) y caballería
bárbara aliada (equites foederati).
Caballería iliria
siglo III tambien llamado equites dalmatorum. (1) jinete ligero con spangenhelm
tipo Deir el-Medinah, lorica hamata y escudo oval de 110 x 90 cm, se ve
llevando las riendas con la misma mano que el escudo; (1a) sección del escudo
con tablas de madera cubiertas con cuero; (2) lancias o jabalinas ligeras; (3)
estandarte draco; (4) anillas de los lorica hamata; (5) adornos de la túnica.
(6) yelmo tipo hiedernbieber. Autora Christa Hook
Desaparecieron los equites singulares y en su lugar se
nombraron los protectores domestici, que eran jinetes que
escoltaban a las autoridades, desde un legado de la legión hasta el propio
Emperador.
La artillería desembarazó a las legiones de artillería para hacerlas más
móviles y se formó en unidades autónomas llamadas los ballestarii.
La infantería seguía siendo la unidad más numerosa y estaba compuesta de
legiones y auxiliares. Para dar mayor movilidad a las legiones aumentó de 120
jinetes a 726, que junto con una vexilatión creó una unidad que situó a
retaguardia para luchar contra las incursiones enemigas.
En cuanto al mando, separó la carrera militar de la civil, los senadores
ya no podían tener mandos militares.
Los cambios en el armamento del ejército romano tienen su máxima
representación en el abandono, desde el siglo III, de gladius y
pilum en favor de spatha y lancea,
así como el gradual abandono de la lorica segmentata. Estos cambios
se reflejan en una importante transformación de las tácticas de combate de la
legión, que se desarrollaron hacia formaciones más compactas tipo falange, si
bien se conservó la flexibilidad táctica.
Se constata el abandono en las legiones de los modelos de scutum de
épocas precedentes, principalmente del scutum semicilindrico, en favor de los
modelos de forma oval, más o menos amplios y cada vez más planos. Es posible
que esto se deba al auge en el siglo III de las tácticas de escudos
entrelazados (synaspismós), a las que los escudos ovales planos se
adaptarían mejor. Los escudos romanos, no obstante, estaban provistos de un
umbo circular de metal en el centro; por lo que estaban pensados para la lucha
individual cuerpo a cuerpo, y no eran aptos para acometer una táctica de
falange de estilo griego, es decir, no servían para empujar unas filas sobre
otras.
A partir del reinado de Galieno el aumento de los problemas en las
fronteras y la fuerte inestabilidad interna del Imperio dieron lugar a la
obstaculización de las vías de distribución del equipo militar desde las fabricae imperiales
hasta los lugares donde se encontraban las tropas. Lo que se refleja en una
falta de uniformidad en equipamiento. De estas fabricae, tres se
encontraban en Oriente (Nicomedia, Cesarea y Antioquía) y solamente una en
Occidente (Augustodonum). Conforme pasó el tiempo los talleres de Augustodonum
fueron a menos, como el Imperio de Occidente en su conjunto, y en el siglo V
apenas quedaban rastros de producción.
Caballería romana siglo
III-IV. Se observa catafractos posiblemente sármatas con lanza larga o contos
pero sin escudo, arqueros o sagitarii y équites con escudo. Autor Igor Dzis
Diocleciano y la Tetrarquia
Ascenso
al poder
La muerte del emperador Caro (282-283) en
plena campaña contra el Imperio sasánida supuso la llegada al poder de sus
impopulares hijos, Numeriano y Carino. Carino avanzó directamente hacia Roma
desde la Galia, llegando en enero de 284. Numeriano, sin embargo, permaneció al
mando del ejército en la parte oriental del imperio, en donde se encontraba
también en campaña junto a su padre. En marzo de 284 Numeriano estaba Emesa
(Homs), en Siria vivo y con buena salud, pero tras dejar la ciudad sus
oficiales, dijeron que sufría una inflamación ocular y, desde ese momento,
viajó en un carromato cerrado. Cuando el ejército llegó a Bitinia, algunos de
los soldados percibieron un olor a putrefacción que emanaba del carro. Abrieron
las cortinas y encontraron el cadáver de Numeriano.
El 20 de noviembre de 284 el ejército de
Oriente se reunió en una colina situada a unos 8 kilómetros de Nicomedia, y
aclamó unánimemente a Diocles que cambiaría su nombre a Diocleciano, como su
nuevo augusto, que aceptó formalmente.
Tras su ascensión al trono Diocleciano, un
usurpador Sabino Juliano, que era corrector Venetia de Carino, se hizo con el
control del norte de Italia y de Panonia y se proclamó emperador. Sus fuerzas
eran débiles, y fueron dispersadas fácilmente cuanto los ejércitos de Carino
fueron trasladados desde Britania al norte de Italia.
Batalla
del río Margus (285)
Durante el invierno de 284/5, Diocleciano
hizo avanzar a sus tropas por los Balcanes. En el valle del río Margus
(actualmente el río Morava) en Moesia, en la actual Serbia. Carino se
encontraba al frente del ejército más fuerte, pero la lealtad de sus soldados
era cuestionable. Supuestamente, Carino había alienado a hombres como
componentes del Senado que había maltratado o que había seducido a sus esposas.
No se tienen datos de las circunstancias
exactas de la batalla, pero al parecer, en un principio la batalla se habría
inclinado a favor de Carino, cambiando de signo cuando el prefecto del pretorio
de Carino, Aristóbulo se pasó a Diocleciano. Carino murió en el curso de la misma,
y probablemente a manos de uno de sus propios oficiales. Algunos dicen que fue
Aristóbulo el oficial responsable del asesinato de Carino, posibilidad que gana
credibilidad por el hecho de que Diocleciano le recompensase, manteniéndole en
el cargo de prefecto del pretorio y nombrándole cónsul durante el resto del
año. Con su victoria, Diocleciano se hizo con el control sobre la totalidad del
Imperio romano.
Diocleciano en la Frontera Oriental a finales del siglo III, llevan
gorro tipo panonio. Ángel García Pinto
Diarquia
(285-293)
En algún momento de 285, en Milán,
Diocleciano ascendió a su compañero y oficial Maximiano al cargo de césar,
haciéndole coemperador. Para dejar claro que Diocleciano era la autoridad más
importante, asumió el título de Jovius, similar al padre de los dioses Júpiter;
y Maximiano el de Herculius, similar a Hércules, hijo de aquel, marcando la
superioridad de uno por encima del otro, del padre por encima del hijo.
Tras su nombramiento, Maximiano fue enviado a
someter la rebelión de los baugadas en la Galia. Diocleciano, por su parte,
volvió a Oriente.
Las baugadas eran
numerosas bandas principalmente de campesinos o colonos evadidos de sus
obligaciones fiscales, esclavos huidos o indigentes que asolaban las regiones e
incluso participaron en una larga serie de rebeliones, conocidas como las
revueltas baugadas.
Un oficial de Maximiano llamado Carausio,
destinado a la protección de las costas del Canal de la Mancha contra la
piratería, se alzó como emperador en parte de las Galias y en Britania e
intentó ser reconocido por Diocleciano y Maximiano.
Constancio Cloro, prefecto del pretorio, se
preparó para marchar contra Carausio, cuando se encontraba a punto de cruzar a
Britania, Carausio fue asesinado por un oficial suyo llamado Alecto, que se
proclamó Emperador.
La invasión se lanzó en 296. Constancio
preparó dos flotas una en Gesicarum bajo su mando y la otra en la boca del Sena
bajo Asclepiodoto. Constancio tomó parte de su flota navegando frente a la
costa de Kent en espera de una entrada segura a Londres. Su comandante
pretoriano, Asclepiodoto, navegó desde la desembocadura del Sena y esquivó la
flota de Allectus, estacionado frente a la Isla de Wight, en la niebla,
desembarcó cerca de Clausentum (cerca de Winchester) y marchó hacia el norte.
Allecto marchó desde Londres para enfrentarse
con él, pero en una batalla cerca de Silchester (al sur de la actual Reading),
fue derrotado y muerto en la batalla.
La otra fuerza naval bajo Constancio desembarco
cerca de Londinium (Londres), entrando en la ciudad y devolviendo a Britania al
Imperio.
Tetrarquia
En 293, se formó la Tetraquia por la cual los
dos Augustos nombrarían respectivamente dos Césares. Diocleciano eligió a
Galerio y Maximiano a Constancio Cloro. Los dos Augustos adoptaron a sus
respectivos Césares como hijos y para estrechar aún más la alianza entre los
cuatro gobernantes, cada César se casó con una hija de su respectivo Augusto.
Así, Galerio se casó con Valeria y Constancio con Teodora (para ello tuvieron
que repudiar a sus anteriores mujeres. En el caso de Constancio, repudió a
Helena, la madre del futuro emperador Constantino). Cada 20 años los augustos
serían sustituidos por los césares, que con el cargo ya de Augustos, nombrarían
nuevos césares.
Tetrarquía miltar
de Diocleciano. Territorios de los dos augustos y los dos césares
Cada gobernante tenía una parcela del Imperio donde actuaba. Así
Diocleciano se encargó de Egipto, Siria y Asia; Galerio las provincias al sur
del Danubio; Maximiano Italia, el norte de África e Hispania; y por último
Constancio las Galias y Britania. En este proceso, Roma perdería importancia,
quedando como un mero símbolo.
Los gobernantes establecerían sus residencias cerca de los focos de
problemas. Así, Diocleciano se solía establecer en Nicomedia (actual Izmit) o
en Antioquía; Galerio en Sirmio (Sofía) o en Tesalónica; Maximiano prefirió
Mediolanum (Milán); y Constancio Tréveris. No existía una residencia fija y
sería equívoco llamar a estas ciudades capitales. La capital se encontraba allá
donde iba los emperadores. Pero este aspecto marcaría la faz en el devenir del
Imperio. Roma pasa a ser un foco secundario y perdería su influencia política,
permitiendo a Diocleciano desarrollar sus reformas políticas.
Cada uno hizo frente a diferentes problemas internos y externos con
éxito. Así, Maximiano tuvo que hacer frente a las incursiones bereberes y
mauros, como la usurpación de Juliano en Cartago.
Diocleciano la usurpación de Domiciano y Aquileo en Alejandría y los
enfrentamientos contra los blemmios al sur de Egipto.
Las fronteras del Rin y del Danubio fueron protegidas por Constancio y
Galerio, respectivamente.
Yelmos romanos usados durante el Bajo Imperio
Romano
Tras la derrota de la primera campaña persa de
Galerio contra los persas, Diocleciano le hizo andar detrás de su carro en un
acto humillante. Posteriormente, obtuvo una gran victoria en su segunda campaña
contra Narsés, que se saldó con el traslado de la frontera a la orilla del
Tigris; la recuperación de Nísibis; el saqueo de la capital persa Ctesifonte ;
la firma de un tratado de paz que duraría unos 40 años, en el que se confirmaba
las conquistas romanas; y el traspaso del control de los estados vasallos de
Armenia y los del Cáucaso a la órbita romana (297 o 298).
Los emperadores por aquel entonces eran
Diocleciano y Maximiano, que estuvieron en el poder hasta el año 305 cuando
abdicaron; su lugar lo ocuparon Galerio y Constancio I. Sin embargo, la
sucesión se tradujo en una serie de guerras civiles, hasta que Constantino I
hijo de Constancio I logró convertirse en el 324 único gobernante del Imperio
romano.
Reformas
militares de Diocleciano (284 – 305)
La institución de
la Tetrarquía dividió el territorio y la propia autoridad imperial
entre dos augustos y dos césares, con el propósito de poner fin
a las revueltas por la sucesión, a través de la cooptación al cargo imperial.
Se delegaban algunas competencias civiles del emperador en el vicarius a consiliis sacris, mientras que las militares se ejercían a
través de los jefes de la milicia, ayudantes directos de los tetrarcas.
Jinete romano o roman equites siglo IV: (1a)
spatha; (1b) sección de la spatha; (2) sandalia con espuela; (3) calcetín de
lana; (4) túnica; (4a) adorno; (5) yelmo tipo concesti; (6) yelmo spanhenhelm
tipo Deir el Medinah. La izquierda autora Christa Hook, la derecha es de Marek
Szyszko
Las provincias se agruparon en diócesis, a cargo de
un vicario, seis en Oriente (Oriente, Ponto, Asia,
Tracia, Mesia y Panonia) y seis en Occidente (Britania, Italia, Galia,
Hispania, Vienense y África). Los vicarios, de rango
ecuestre, controlaban a los gobernadores provinciales, pero no a los
procónsules ni al prefecto de Roma. Sus poderes eran exclusivamente civiles, no
militares.
El ejército estaba mandado por los magister peditium y el magister equitum, que eran las cabezas del ejército, de ellos
dependían los duces que mandaban las fuerzas limitanei. En el año 305 se
crearon las prefecturas, administradas por dos prefectos del pretorio uno para Oriente y otro para Occidente
(no confundir con la guardia pretoriana), que posteriormente se duplicaron. Sus
competencias eran tanto civiles como militares.
Las provincias no podían tener más de dos
legiones y dos formaciones ecuestres.
La guardia pretoriana fue disminuida a unos 10.000 efectivos y quedó solo en Roma. En su
lugar se creó con las legiones de Iliria la V Jovia y la VI Herculea los herculanos (seniors y juniors) para Oriente, y
los jovianos (seniors y juniors) para Occidente,
los seníors debían protección a los augustos y los juniors a los
césares. Cada una de estas unidades tenían 3.000 hombres, divididas en unidades
de 375, en total 12.000 efectivos.
Los soldados de esa época eran de un nuevo
tipo, mucho menos disciplinados que en las épocas anteriores; pero mucho más
flexibles. Había muy pocas batallas campales en las que unidades de 5.000
efectivos combatían en orden cerrado y normalmente se imponían los más
disciplinados. Entonces la mayoría eran combates de hostigamiento en la frontera,
en la que pocas veces se llegaba al cuerpo a cuerpo. Lo que obligaba al soldado
a manejar diferentes tipos de armas como los arcos, los dardos (plumbatae o martiobarbuli), jabalina (veruta o spiculum), lanzas (lancea), y spathas que eran más largas que la gladius para
combatir mejor en órdenes más abiertos.
Además, el ejército fue dividido en comitatenses o unidades de los ejércitos de campo y limitanei o fuerzas
estáticas.
Fuerzas
limitanei
Tropas limitanei
Bajo Imperio Romano. A la izquierda burgarii que guarnecen torres de
vigilancia con escudo ovalado, yelmo intercisa, a la derecha castellani
que guarneces los fuertes con escudo redondo, llevan solo una lancea y no
llevan espada, el yelmo es de tipo intercisa crestado que y corresponde a un
centurión. Autor de la derecha Johnny Shumate
Los limitanei (tropas de limes) concentraban la
mayor parte de las tropas. Estaban asignadas a la guarnición de una zona
determinada, habitualmente fronteras. Este tipo de tropa de frontera procedería
de un reclutamiento eminentemente local, y estaría bajo el mando de oficiales
ecuestres, duces de cada región o praepositi limitis, cuyo mando
no siempre coincidía territorialmente con los límites de las provincias. Había
cuatro tipos de limitanei:
- Los castellani que
guarnecían los fuertes.
- Los burgarii que
guarnecían torres de vigilancia y pequeños fuertes.
- Los ripenses que
eran tropas fluviales que guarnecían el río Rin.
- Los riparienses que
eran tropas fluviales que guarnecían el río Danubio.
·
Las tropas limitanei estaban
compuestas por soldados fronterizos mitad soldados y mitad agricultores, y
aparte del manejo de la lanza y escudo, solían especializarse en otras armas,
así estaban los sagittarii (arqueros), los funditores (honderos), los solenarii (ballesteros),
los exculcatores (jabalineros), y los ballestarii (artilleros).
·
Los limitanei vivían
normalmente en fuertes. Algunos de ellos construidos en épocas anteriores, como
los de Housesteads y Great Chester en el muro de Adriano, muestran evidencias
de grandes transformaciones en el diseño de los barracones hacia finales del
siglo III. Un conjunto de habitaciones pareadas de contubernium fue
acondicionado para convertirse en seis estancias individuales, cada una de
ellas con sus propios muros exteriores y tejados, y separadas por estrechas
callejuelas. En Housesteads, estas estancias individuales varían en tamaño
entre los ocho y los cinco metros, se les conoce con el nombre de “barracones chalé”. Siempre hay menos de estos edificios respecto al número de
habitaciones de contubernium que había en los antiguos bloques de barracones
comunales. En la mayoría de estos chalés se han encontrado hogares. Una
posibilidad es que estas estancias fueran las casas de uno o dos soldados y sus
familias, indicando en tamaño decreciente de las unidades militares en época
bajo imperial. No hay pruebas que apoyen esta teoría, cuya interpretación es
aún más dudosa teniendo en cuenta que se han hallado barracones-chalé parecidos
y datados a comienzos del siglo III.
·
La estrategia era,
que las tropas fronterizas no intentarían rechazar una gran incursión, sino que
se refugiarían en las fortificaciones y esperaría a que los ejércitos móviles (comitatenses) llegaran e
interceptaran a los invasores. Las tropas fronterizas eran sustancialmente más
débiles que en épocas anteriores, pero su inferioridad numérica (y de calidad)
quedaría compensada por la existencia de fortificaciones mucho más fuertes para
protegerse. Los limitanei lidiaban con ataques a pequeña escala.
Las incursiones grandes, las que llevaban a cabo varios cientos de guerreros o
más, no podían ser obstaculizadas por ellos, de modo que se buscaba refugio en
fuertes o pueblos fortificados, para esperar apoyos armados o para acosar al
enemigo en su posterior retirada. Las batallas eran tan escasas en estas
fronteras como en Oriente. El objetivo romano era moverse con rapidez y golpear
por sorpresa. Siempre que fuese posible, se emboscaba o tomaba por sorpresa a
las incursiones bárbaras, de modo que su derrota fuese relativamente segura y
se redujesen las bajas romanas al mínimo.
·
De las 68 legiones
que había en tiempos de Diocleciano, 46 eran limitanei y estaban en las
fronteras, mientras que 16 eran comitatenses o reservas regionales y 6 eran reservas
estratégicas.
·
Fuerzas
comitatenses
·
Los comitatenses, unidades
pertenecientes a uno de los ejércitos de campo o comitatus, estaban sujetos
a las órdenes inmediatas de uno de los emperadores o sus directos subordinados.
Era un ejército selecto, de élite, formado para la realización de ofensivas,
campañas en el extranjero. En él primaba la caballería. Estaban situadas en las
cuatro capitales del imperio para asistir a los conflictos que puedan surgir
por los alrededores. Así pues, estas tropas también estaban destinadas a velar
por la seguridad de cada capital.
Infantes romanos siglo IV. A la izquierda
pesado con yelmo tipo concesti, lorica squamata y lancea; a la derecha ligero
con gorro panonio de piel, lancea y spuculum. Autor Igor Dzis
Las tropas comitatenses no tenían campamentos
fijos, sino que vivían la mayor parte del tiempo acantonados en pueblos y
ciudades, junto a la población. Cuando no estaban en campaña; se establecían en
campamentos temporales. Ello provocaba desórdenes, y frecuentemente los civiles
acusaban a los soldados de valerse de su fuerza para tomar más de lo que
legalmente les correspondía. Las evidencias jurídicas parecen indicar que los
soldados eran obligatoriamente alojados en casas particulares (hospitalitas).
Reclutamiento
Antes de Diocleciano, los soldados eran
voluntarios y recibían una paga, pero la mayoría eran bárbaros, al decaer la
paga, cada vez había menos voluntarios, y los que venían eran de poca calidad
como pobres y esclavos liberados. Para asegurar que el ejército recibiera
suficientes reclutas, Diocleciano parece que volvió a instituir el
reclutamiento sistemático anual de ciudadanos romanos por primera vez desde los
días de la República romana.
Los reclutas no fueron elegidos como se había
hecho en tiempos republicanos, sino enviados por propietarios latifundistas de
acuerdo con la cuota definida por las llamadas capitula que era en
función de la tierra cultivable, y cada unidad tenía que proveer para un cierto
número de reclutas. Se puede suponer que los terratenientes enviaban a los
menos valiosos para servir en el ejército. También podían optar por dar una
cantidad de dinero aurum tyronum en vez de reclutas.
Diocleciano fue probablemente el responsable
del decreto, registrado por primera vez en 313, obligando a los hijos de
soldados veteranos a alistarse. Los reclutas estaban entre los 19 y los 25
años, una vez reclutado se le daba un disco de identificación y un certificado
de reclutamiento. Según Vagetio entre un cuarto y un tercio de los reclutas se
instruía como sagittarii (arqueros) o solenarii (ballesteros),
estos manejaban un solenarium que era una especie de ballesta que
lanzaba flechas en vez de virotes.
Diocleciano aumentó el
número de legiones a 68 (otros autores dicen 58) pero sus efectivos se
redujeron a unos 3.000 hombres. Había un número similar de vexilationes de
caballería (a partir de este periodo cuando se habla de vexilationes se refiere
solo a caballería) que contaban con una fuerza de 500 jinetes, pero no existía
dependencia alguna con las legiones. El número total de efectivos en ese tiempo
alcanzaba los 500.000 hombres. La proporción de la población masculina adulta
dedicada al servicio en el ejército se incrementó aproximadamente de 1 de cada
25 hombres hasta 1 de cada 15, incremento considerado excesivo por algunos
comentaristas modernos. La proporción de caballería con infantería fue de uno a
tres.
Legión
comitatense en formación de cunei o cuña. Autor Pawel Kaczmarczyk
La principal preocupación de Diocleciano era asegurar la provisión de
alimentos al ejército sobre una base racional y sostenible. Con este fin, el
emperador puso fin a la imposición arbitraria de los gravámenes alimenticios
para el ejército, cuya carga recaía principalmente en las provincias
fronterizas y que las había arruinado económicamente. Instituyó un sistema de
pagos anuales regulares con el impuesto exigido fijado por adelantado durante 5
años y relacionado con la cantidad de tierra cultivada en cada provincia,
respaldada por un completo censo de tierras, campesinos y ganado.
Para hacer frente al problema de la despoblación rural (y consiguiente
pérdida de la producción de alimentos), decretó que los campesinos, que siempre
habían sido libres de abandonar sus tierras durante el Principado, nunca
deberían abandonar la localidad en que estuvieron registrados por el censo.
Esta medida tuvo el efecto de vincular legalmente a los agricultores
arrendatarios (coloni) y a sus descendientes a las propiedades de sus
terratenientes.
Guerra civil entre los Tetrarcas (306-324)
Antecedentes
El año 305 marcó el final de la Primera
Tetrarquía con la renuncia de los dos augustos Diocleciano y Maximiano. De esta
forma los dos césares accedieron a la categoría de augusto y dos oficiales
ilirios fueron nombrados nuevos césares. La segunda Tetrarquía quedaba así
formada: Constancio Cloro y Severo II, como augusto y césar respectivamente, de
la parte occidental del Imperio y Galerio y Maximino Daya en la parte oriental
del Imperio.
El augusto Constancio Cloro cayó enfermo y
murió en Caledonia el 25 de julio del 306, en una campaña contra la tribu
escocesa de los pictos en Britania, actual Escocia. Su hijo Constantino que lo
acompañaba fue proclamado emperador augusto en Eburacum (actual York,
Inglaterra), por el ejército de su padre.
El resto de la Tetrarquía, Diocleciano,
Maximiano y Galerio se reunieron y desposeyeron del título de augusto a
Constantino y en su lugar nombraron como augusto a Severo II. Constantino tuvo
que aceptar el título de césar y ejercerlo bajo la autoridad de Severo II. Sin
embargo, a Constantino se le permitió administrar las provincias asignadas a su
padre Constancio: Galia, Britania e Hispania.
Constantino hijo de Constancio, y Majencio
hijo de Maximiano, habían sido dejados de lado en la sucesión de Diocleciano,
lo que ofendió a los padres y provocó el enojo de los hijos. En el año 307,
Constantino repudió a su esposa Minervina y contrajo matrimonio con Fausta hija
del nuevamente augusto Maximiano. Su segunda esposa Flavia Máxima Fausta, sería
madre de tres futuros emperadores Flavio Claudio Constantino II, Flavio Julio
Constancio II y Flavio Julio Constante, y de dos hijas llamadas Constantina y
Elena.
De este primer grupo de contendientes el
primero en caer fue Severo traicionado por sus tropas, el anciano emperador
Maximiano ocupó su lugar, concertando una alianza con Constantino que también
fue ascendido, con lo cual al final del 307 había 4 augustos: Constantino,
Majencio, Maximiano y Galerio, y un solo césar, Maximino Daya.
A finales del 308, Diocleciano, Maximiano y
Galerio se reunieron en la Conferencia de
Carnuntum, con la intención
de poner en orden el caos político en el que estaba envuelto el Imperio. En ese
momento había cinco augustos (los legítimos Galerio y Severo, y los usurpadores
Constantino, Majencio y Maximiano) y un solo césar, Maximino Daya. Se acordó
que Maximiano y Galerio renunciaban a su título de augusto y se retirasen, y
Constantino debía volver a ser césar. Con lo cual quedaban en occidente Licinio
como augusto y Constantino como cesar, en oriente Majencio como augusto y
Maximino Daya como césar.
El plan de Galerio fracasó. Las noticias de
la promoción de Licinio no solo alienaron a Majencio y a Constantino (que nunca
dejó de usar el título de augusto); sino que el propio Maximino, que gobernaba
las provincias de Egipto y de Siria, rechazó su posición de mero césar y
reclamó también el título de augusto, a pesar de los ruegos y argumentos de
Galerio.
Jinete romano
300-350. Yelmos de arriba son del tipo spangenhelm Deir el-Medinah, los de
abajo son del tipo Hedderhein con máscara facial total o parcial. Autor Seán
Ó’Brógáin
Galerio intentó derrocar a Majencio en dos ocasiones, pero no tuvo
éxito, en la última con un ejército más grande que el de Majencio, pero muchos
soldados de Galerio desertaron y se vio forzado a retirarse. Durante su primera
campaña contra Majencio, Severo II, augusto de occidente fue capturado,
encarcelado y ejecutado.
A finales del 308, Domicio Alejandro fue proclamado emperador en
Cartago, y las provincias africanas se segregaron del dominio de Majencio. Esto
produjo una situación peligrosa para Majencio, pues África era crítica para el
suministro de alimentos de Roma.
En el 310, la situación era aún más confusa con 7 augustos: Constantino,
Majencio, Maximiano, Galerio, Maximino, Licinio y Domicio Alejandro.
Majencio envió al prefecto pretoriano, Rufio Volusiano, con un pequeño
ejército a África para derrocar al augusto Domicio Alejandro. Llegó allí y le
derrotó y ejecutó en el 310/1, Majencio aprovechó la oportunidad de capturar los
bienes de los partidarios de Alejandro, y de llevar cantidades grandes de grano
a Roma, consolidó su posición en Italia y en África.
En el año 310, Maximiano se rebeló contra Constantino, mientras este se
encontraba de campaña contra los francos. En Arles anunció que Constantino
estaba muerto y tomó la púrpura imperial, pero, a pesar de prometer sobornos a
cualquiera que lo apoyara como emperador, la mayor parte de los soldados se
mantuvieron leales a Constantino y Maximiano tuvo que huir. Tras ser advertido
de la insurrección, el césar abandonó la campaña y se trasladó inmediatamente a
Masilia (Marsella), donde Maximiano y sus hombres se habían refugiado. Aunque
la ciudad estaba en condiciones para resistir un asedio, los ciudadanos
decidieron abrir las puertas traseras a las tropas de Constantino, que
capturaron a Maximiano. El antiguo augusto ese mismo verano se ahorcó, pues el
césar le había condenado a muerte.
Galerio falleció en mayo del 311 en la actual Serbia de una enfermedad
terminal, posiblemente cáncer. Tras su muerte, Licinio compartió el imperio
Oriental con Maximino Daya. Los Dardanelos y el Bósforo formaban la frontera,
tomando Licinio la parte europea, y Maximino la asiática.
Campañas de Constantino I el Grande (306 –
324 )
Al quedar solo 4 pretendientes, Majencio
(Italia y África) Maximino Daya (oriente) se aliaron, por lo tanto, Constantino
(Hispania, Galia y Britania) tuvo que aliarse con y Licinio (Tracia e Iliria),
que se vieron obligados a unir sus fuerzas.
Batalla
de Turin (311)
Mientras Majencio se había fortificado en
Roma con 100.000 soldados, Constantino había movido una parte de su ejército y
cruzó los Alpes con menos de 40.000 veteranos por el paso del Mont Cenis.
Constantino encontró una primera resistencia en Segusium (Susa, Italia). Ordenó
a sus hombres que prendieran fuego a sus puertas y escalaran sus muros.
Constantino tomó la ciudad rápidamente, ordenó a sus tropas no saquear la
ciudad, y avanzó con ellos en el norte de Italia.
En su aproximación, desde el oeste, a la importante
ciudad de Augusta Taurinorum (actualTurín), Constantino se encontró con un
ejército de Majencio que incluía una impresionante fuerza de caballería
fuertemente pesada bien clibanarios o catafractos, en la ciudad de Arelate muy
cerca de Turin. En la subsiguiente batalla, Constantino extendió el frente de
su línea de batalla, permitiendo que la caballería de Majencio cargara contra
el centro.
Ataque de los
clibanarios del Bajo Imperio Romano siglo IV. Autor Pavel Spitsyn
Su ejército superaba los flancos del enemigo,
la caballería más ligera y móvil de Constantino pudo cargar contra los flancos
expuestos de los catafractos enemigos. La infantería de Constantino estaba
equipada con porras con puntas de hierro, las armas ideales para lidiar con
enemigos fuertemente blindados. Algunos jinetes fueron desmontados, mientras
que muchos otros fueron incapacitados por los golpes de las porras. Constantino
entonces ordenó a sus soldados de pie avanzar contra la infantería de Majencio,
cortándoles la retirada a los que huían.
La victoria fue fácil. La ciudad de Turín se
negó a dar refugio a las fuerzas en retirada de Majencio, y cerró las puertas.
Según los informes, los ciudadanos jalearon a las tropas de Constantino
mientras mataban a los soldados de Majencio atrapados en las murallas de la
ciudad. Después de la batalla Constantino entró en la ciudad bajo las
aclamaciones de su población. Otras ciudades de la llanura italiana del norte,
reconociendo el genio militar de Constantino y su trato favorable a la población
civil, le enviaron embajadas para felicitarlo por su victoria.
La victoria en Turín abrió Italia a
Constantino. Se trasladó a Milán, donde fue recibido con las puertas abiertas y
regocijo jubiloso. Residió allí hasta mitad del verano de 312 antes ponerse en
movimiento.
Batalla
de Verona (verano 312)
Tras la deserción de Milán, la ciudad de
Verona se convirtió en el punto fuerte militar más importante de Majencio en el
norte de Italia. Verona era naturalmente fuerte pues se asentaba en un codo del
río Adige, también sus fortificaciones formaban una barrera formidable frente a
un ataque. La defensa de la ciudad estaba a cargo del prefecto pretoriano
Ruricio Pompeyano, que había reunido un numeroso ejército con fuerzas de la
región de Venecia y de Verona.
Guerra civil entre Constantino y Majencio
siglo IV. Oficiales de ambos ejércitos negociando. De izquierda a derecha:
centurión del ejército de Constantino, Aurelio Vitalo de la legión IV Flavia,
Aurelio Procesano de la VI cohorte pretoriana, Valerio Aulucentio de la legión
XI Claudia. Autor Giuseppe Rava
Constantino se dirigió a Verona, pero en el
camino se encontró con una fuerza de caballería enemiga acampada cerca de
Brescia, a la que derrotó e hizo huir. Cuando llegó a Verona dispuso sus tropas
para iniciar un asedio formal de la ciudad. Sin embargo, Pompeyano sacó su
ejército para presentar batalla, Constantino con sus tropas les derrotó y les
obligó a volver a la ciudad. Constantino después continuó con el asedio de
Verona. Pompeyano logró escapar de la ciudad antes de que fuera finalizado y se
dirigió al este para reunir refuerzos.
Pronto regresó con un ejército considerable y
puso a Constantino en la difícil posición de luchar en dos frentes. Constantino
respondió tomando la ofensiva, dejó parte de su ejército para contener la
guarnición de la ciudad, y con el resto atacó los refuerzos de Pompeyano.
Constantino encabezó personalmente este ataque y su intrépido ejemplo inspiró a
sus soldados. Pompeyano fue muerto en el enfrentamiento resultante y sus
fuerzas fueron rápidamente puestas en fuga. Las tropas de la ciudad se
desmoralizaron al ver el destino del ejército de socorro y pronto capitularon.
Después de la rendición de Verona toda la
oposición en el norte de Italia se derrumbó. Además, las ciudades de Etruria y
Umbría se declararon a favor de Constantino permitiéndole marchar directamente
sobre la misma Roma.
Batalla
del Puente Milvio (28 de octubre de 312)
Constantino llegó a la capital a través de la
Vía Flaminia a finales de octubre de ese mismo año. Sus hombres acamparon en la
localidad de Malborghetto a unos 15 km de las murallas de Roma, en ese lugar se
localizan los restos de un monumento construido durante el reinado de
Constantino en honor a su victoria.
Constantino esperaba que su enemigo
permaneciera en la capital y se dispusiera a resistir un asedio, una estrategia
que ese Emperador había empleado ya en dos ocasiones durante las invasiones de
Flavio Valerio Severo (307) y Galerio (308); asimismo, la ciudad contaba con
una considerable reserva de alimentos, por lo que rendirla por hambre supondría
prolongar el asedio demasiado tiempo, poniendo a Constantino en una difícil
situación.
En Roma ese día, Majencio llevó a cabo una
carrera de carros en el circo Maximus. Las tensiones en el Imperio, y la
impopularidad de Majencio le llevó a realizar los juegos. Durante los mismos la
gente se burló del Emperador y le gritaban que el avance de Constantino no
podía ser detenido. Hecho una furia, hizo consultar los libros Sibilinos, que
determinaron que al día siguiente, 28 de octubre, «un enemigo de Roma morirá«. Tomando esta profecía como la predicción
de la muerte de Constantino, Majencio, que originalmente había planeado
permanecer dentro de las murallas de la ciudad y evitar la batalla, decidió unirse
a su ejército y marchar para enfrentarse a Constantino fuera de las murallas
Aurelianas.
Mientras tanto en el otro bando, Constantino
tuvo una visión. Hay dos versiones del relato. En uno se afirma que Constantino
tuvo un sueño en el que se le aparecieron las letras griegas Chi (X) y Ro (P)
(las dos primeras letras de la palabra Cristo) superpuestas. En la otra versión
registrada por el antiguo historiador cristiano Eusebio, se afirma que
Constantino vio una cruz aparecer a la luz del sol, con estas palabras: »Εν
Τούτῳ Νίκα», cuya traducción al latín es »in hoc signo
vinces», »con este signo, vencerás». En cualquier sentido, Constantino,
convencido de que había sido elegido como un instrumento de los dioses, ordenó
a sus tropas, que marcaran en pintura blanca las letras griegas Chi y Ro en sus
escudos redondos del siglo IV.
Majencio ordenó sacar las tropas de la ciudad
y levantar su campamento en frente del puente Milvio, un puente de piedra que
cruzaba el río Tíber conectando la vía Flaminia con la capital imperial. La
defensa de esta zona era imprescindible si Majencio pretendía mantener a su
rival alejado de Roma, donde el Senado se apresuraba a votar sobre entregar la
ciudad a su adversario. Majencio había mandado destruir parte de la estructura
del puente mientras se preparaba para resistir un asedio en la capital, el
emperador se vio forzado a reparar el puente y a construir otro de barcazas a
fin de trasladar sus tropas al otro lado del Tíber.
Batalla del puente
Milvio 312. Despliegue de fuerzas
Al amanecer del 28 de octubre de 312, que coincidía con el día del
nombramiento de Majencio como emperador, lo que se consideraba un buen augurio;
Majencio cruzó el río Tíber por el reparado puente Milvio y el puente de
barcazas, ambos se encontraban a unos 3 km de las murallas de Roma y desplegó
su inmenso ejército de 70.000 a 100.000 efectivos. La mayoría eran novatos y no
habían sido probados en combate, en un lugar cerca de la localidad de Saxa
Rubra al norte del río, con el río a sus espaldas. El paso del río, que fue una
operación lenta y laboriosa, dio tiempo suficiente a que Constantino contaba
con unos 45.000 efectivos la mayoría veteranos, pudiese acudir a su encuentro.
Ambos ejércitos desplegaron a la manera tradicional, con la caballería en
las alas y la infantería en el centro. El frente era estrecho, ya que había
bosques y laderas de montaña a ambos lados. Con lo que la superioridad numérica
de Majencio que era casi de 2 a 1, se vio reducida a condiciones de
hacinamiento, Majencio no pudo desplegar en frente amplio y el centro tenía
mucha profundidad; sin embargo, era inferior en caballería.
La batalla se inició con el choque de las caballerías en las alas,
Constantino que luchaba en primera línea con su caballería, consiguió derrotar
a la caballería de Majencio que se dio a la fuga y huyó al Tíber, donde muchos
intentaron cruzar el río a nado.
Mientras las
infanterías en el centro. La batalla estuvo inconclusa hasta que, regresó la
caballería de Constantino que los atacó por el flanco y por la retaguardia, en
el centro la infantería de Majencio comenzó a retroceder y se originó un éxodo
masivo hacia el puente de barcas. Entre los primeros en huir del propio
Majencio que estaba abrumado por la multitud y cayó al río, donde el peso de su
armadura lo arrastró hasta el fondo, seguido por muchos de sus hombres en la
misma condición: el puente de pontones no podía soportar el peso de los
fugitivos y se desplomó, mientras que otros fueron empujados hacia el agua por
la presión de las tropas de Constantino. La misma suerte corrió la guardia
pretoriana, la última en ceder, que fueron masacrados hasta el último hombre.
Posteriormente Constantino la disolvió.
Batalla del puente
Milvio 312. La caballería de Constantino cargando contra la infantería de
Majencio. Después de perseguir a la enemiga, regresó y cargó contra la
infantería. Autor Seán O’brogáin
cuando se encontró el cuerpo de Majencio,
Constantino ordenó que le precediera en su entrada triunfal a la capital como
prueba de que él era el único soberano de Occidente.
Batalla
de Tzirallum o Campus Ergenus (abril del 313)
En oriente pronto se desató la lucha por la
supremacía entre Licinio y Maximino Daya. Maximino había cruzado el Bósforo en
el 313, con un ejército de unos 70.000 efectivos y tomó Bizancio. Después
procedió a poner sitio a la ciudad de Heraclea Perinto, que capturó después de
8 días de asedio. Maximino se adelantó a la «primera estación», a 25 km más
allá de Heraclea. Al llegar allí, le llegaron noticias de que Licinio, venía de
Adrianópolis y había acampado con su fuerza, que eran unos 30.000 efectivos, en
la segunda estación, a 25 más adelante. Después de un período de negociaciones
infructuosas, en que ambos augustos intentaron ganarse la lealtad de los
ejércitos del otro, los emperadores se enfrentaron en una batalla el 30 de
abril en Tzirallum, se identifica con la ciudad contemporánea de Tzouroulon
(actual ciudad turca de Çorfu), al sur de Adrianópolis.
Maximino tenía las provincias asiáticas.
Licinio, por otro lado, había reunido un ejército de 30.000 de las provincias
de Iliria. A medida que la batalla comenzó, Licinio inicialmente se vio
abrumado por la superioridad numérica de Maximino. Sin embargo, su habilidad
militar y la firmeza de sus tropas pronto cambiaron las tornas a su favor. Al
final del día las fuerzas de Maximino fueron derrotadas y puestas en fuga,
obteniendo una victoria decisiva.
Maximino no perdió el tiempo tras su derrota.
24 horas después se le vio pálido, temblando, y sin sus ornamentos imperiales
en Nicomedia, a 300 km del lugar de su derrota. Licinio se tomó su tiempo y
pronto siguió a Maximino por las provincias asiáticas. Licinio se dirigió
después a Tarso, donde murió meses después, probablemente por envenenamiento en
el mes de agosto. Tras su muerte, Licinio se quedó como único augusto de
Oriente. Era cuestión de tiempo su enfrentamiento con Constantino.
Batalla
de Cibalae (octubre del 316)
Hostilidad que Licinio adoptó hacia la
Iglesia en sus últimos tiempos y aumentó las diferencias entre los dos augustos,
pero las hostilidades fueron motivadas por el nombramiento de Constantino de su
cuñado, Basiano, como césar por ambos augustos, y le destinaron los territorios
limítrofes entre ambas partes del Imperio. Se descubrió que Basiano había
preparado un complot para asesinar a Constantino, tal vez forzado por su propio
hermano Senecio, un estrecho colaborador de Licinio. Cuando Constantino exigió
que Licinio entregara Senecio, este se negó.
Constatino reunió 20.000 soldados de las
provincias del sur y, con extrema rapidez, entró en el territorio de su
oponente, en Panonia.
Campaña de Constantino contra Licinio 316/7.
Autor Roger M. Kean
Licinio había situado su cuartel general en
la ciudad de Panonia de Cibalae (actual Vinkovci, Croacia) a 350 km de distancia
de los territorios de Constantino, acababa de finalizar una campaña contra los
godos. El camino de acceso era accidentado y estrecho. La mayor parte de este
camino era a través de un pantano profundo, y el resto al borde de una montaña,
en la que se encuentra la ciudad. Debajo se extiende una llanura espaciosa,
entre los ríos Save y Drave, allí fijó su campamento bajo la colina, para tener
sus flancos protegidos, disponía de 35.000 hombres.
Licinio desplegó apoyando un flanco en la
montaña para compensar su debilidad en caballería. Constantino llegó y desplegó
sus hombres frente al enemigo, cerca de la montaña, colocando a la caballería
delante, pensando que era la mejor disposición para hostigar a la infantería
enemiga que se movía lentamente y así obstaculizaba su avance.
Una vez desplegado dió la orden de atacar, la
batalla duró todo el día. Después de un período de escaramuzas y lanzarse
proyectiles a distancia, los cuerpos principales de los ejércitos encontraron
en combate cuerpo a cuerpo. Siguió una feroz lucha cuerpo a cuerpo. Esta
batalla de desgaste terminó tarde, cuando casi se hizo de noche, en que
Constantine llevó personalmente una carga de caballería del ala derecha de su
ejército. La carga fue decisiva, las filas de Licinio se rompieron. Hasta
20.000 de las tropas de Licinio murieron en la dura batalla. La caballería
sobreviviente del ejército derrotado acompañó a Licinio cuando huyó del campo
bajo la cubierta de la oscuridad a Sirmio (actual Sremska Mitrovica, Servia).
Al pasar esta ciudad destruyó el puente sobre el río Saba, y marchó a reclutar
tropas a toda prisa en Tracia.
Batalla
de Mardia (diciembre 316)
Constantino, habiendo tomado las ciudades de
Cibalae y Sirmio, y todos los pueblos que Licinio había abandonado, envió 5.000
hombres en su persecución. Pero como estos ignoraban el rumbo que había tomado,
no pudieron alcanzarlo. Constantino, sin embargo, habiendo reconstruido el
puente sobre el río Saba, que Licinio había destruido, marchó con su ejército
casi pisándole los talones.
Licinio más al sur, en Adrianópolis reunió un
segundo ejército, bajo el mando de un oficial llamado Valerio Valente, a quien
elevó al rango de cesar. Al mismo tiempo, trató de negociar con Constantino,
pero este último, molesto por el nombramiento de Valente y confiado en su
reciente victoria, rechazó la oferta de paz.
Mientras tanto, Constantino se había movido a
través de las montañas de los Balcanes y había estableció su base en
Filipópolis. Después condujo a su ejército contra Licinio, que se encontraba en
la llanura de Mardia a pocos kilómetros al suroeste de Adrianópolis (actual
Edirne), en la cuenca del río Harpessos (actual Ardas), un afluente del río
Maritsa.
Constantino llegó de noche e hizo desplegar
tropas y ordenó que estuvieran preparados para luchar al amanecer. Cuando
Licinio vio que Constantino había desplegado, sacó su ejército del campamento y
también desplegó.
Durante el primer ataque ambos ejércitos se
mantuvieron a una distancia, hicieron uso primero de los arqueros, a
continuación se lanzaron los espiculum y los dardos y finalmente llegaron al
cuerpo a cuerpo con lanzas y espadas.
En la feroz batalla que siguió, ambos
ejércitos sufrieron fuertes perdidas y la lucha fue indecisa hasta el
anochecer. Constatino había enviado un cuerpo de 5.000 efectivos para que
envolviese las fuerzas adversarias y ocupase una colina a retaguardia de
Licinio. En el momento apropiado, estos hombres atacaron por retaguardia a
Licinio, que se encontró luchando en dos frentes. Las tropas de Licinio,
conscientes del peligro, resistieron valientemente contra todos, de modo que
muchos miles fueron muertos de ambos lados. Finalmente ya de noche, dio la
señal para que se retiraran al campamento. Constatino también dio la orden de
retirada.
Al día siguiente acordaron una tregua, y
entraron en una alianza con el otro, a condición de que Constantino obtuviese
Illyricum (Iliria) y los territorios al oeste, mientras que Licinio conservaba
Tracia y los territorios al este. Pero Valente, a quien Licinio había nombrado
césar, tenía que ser ejecutado, ya que se decía que era el autor de todos los
males que habían sucedido. Habiendo hecho esto, y ambas partes juraron observar
las condiciones, Constantino confirió el título de césar a su hijo Crispo, que
había tenido con una concubina llamada Minervina, que era aún joven. Al mismo
tiempo Licinio, hijo de Licinio, que tenía veinte meses de edad, fue declarado
César. Así terminó la guerra. La paz duraría siete años hasta el 324.
Batalla
de Adrianópolis (3 de julio del 324)
En el 323, una invasión de godos y sármatas
conducidos por el rey godo Rausimodo, cruzaron el río Istro (Danubio) en botes,
e invadieron Moesia y Tracia, que estaban en la esfera de influencia de
Licinio, Constantino reunió su ejército y marchó contra ellos.
Rausimodo estaba asediando una ciudad que
albergaba suficiente guarnición y cuyas murallas estaban hechas de piedra en la
parte inferior y de madera en la parte superior. Creyeron que tomarían muy
fácilmente la ciudad si hacían arder la parte del muro construido en madera, y
a tal efecto se dedicaron a aplicar fuego y a lanzar flechas contra los
situados sobre la muralla. Los defensores arrojaron dardos y piedras sobre los
bárbaros, y mataron a muchos de ellos. Constantino llegó y les atacó por
retaguardia, cogiéndoles por sorpresa. Mató a muchos de ellos y a la mayoría
los hizo prisioneros, de suerte que el resto se dio a la fuga. Rausimodo,
perdidas la mayor parte de sus fuerzas, subió a los barcos para cruzar de nuevo
el Danubio, pensando en volver más adelante para saquear el territorio romano.
Constanino cruzó también el Danubio y
persiguió a los bárbaros, los alcanzó en colina cubierta de espesa arboleda;
mató a muchos, entre ellos al propio Rausimodo y apresó a otros muchos, tras lo
cual regresó con muchos prisioneros, que fueron distribuidos entre las ciudades
y, a continuación, se dirigió a Tesalónica con su ejército.
En Tesalónica mandó construir un puerto (esta
ciudad no tenía uno antes), y empezó nuevos preparativos para la guerra contra
Licinio. Para este propósito, equipó 200 galeras de guerra; cada una con 30
remos, además de 2.000 buques de transporte, y reunió una fuerza de 120.000
infantes y 10.000 jinetes y marineros.
Licinio, al enterarse de que Constantino
hacía preparativos, envió mensajeros por sus provincias para ordenar que
pusiesen a su disposición barcos de guerra y contingentes de infantería y de
caballería. A toda prisa enviaron 80 trirremes los egipcios, el mismo número
los fenicios, 60 los jonios y dorios de Asia, 30 los chipriotas y 20 los canos,
30 los bitinios y 50 los libios. Reunió 150 infantes y 15.000 jinetes
principalmente de Frigia y Capadocia. Las naves de Constantino estaban ancladas
en el Pireo, y las de Licinio en el Helesponto.
Licinio reunió sus tropas en Adrianópolis en
Tracia, mientras que Constantino hizo llamar a sus barcos, mayoritariamente
griegos, después avanzó con sus fuerzas terrestres desde Tesalónica hasta la
orilla del río Hebro, que corre a la izquierda de Adrianópolis, y acampó.
Al día siguiente 3 de julio, Licinio, por su
parte, desplegó sus fuerzas a partir de la montaña que domina la ciudad, en una
línea de doscientos estadios (unos 3,5 km) que llegaba a donde el río Tonzo
desemboca en el Hebro; durante muchos días, las fuerzas permanecieron acampadas
frente a frente, hasta que Constantino, tras haber observado el lugar en donde
el río alcanza su mayor angostura, ideó lo siguiente: mandó a las tropas que
bajaran troncos de madera de la montaña, y los unió a modo de balsas como si
tuviera la intención cruzar el río con ellas y pasar de esta manera con su
ejército. Dejando a las fuerzas contrarias pendientes de ello, subió a una
colina cubierta de tupida arboleda, capaz de ocultar a quienes se metiesen en
ella, y allí apostó 5.000 arqueros a pie
y 800 jinetes.
Batalla de
Adrianópolis (3 de julio del 324). Entre Constantino I y Licinio. Despliegue de
fuerzas
Tomó después a sus jinetes con los que cruzó el río Hebro por la parte
más estrecha, donde el río era franqueable con mayor facilidad; para caer inopinadamente
sobre el enemigo, de suerte que algunos sucumbieron, muchos huyeron en
desbandada y los demás, llenos de estupefacción por lo súbito de su aparición,
permanecieron boquiabiertos ante tan inesperado cruce. Ya en seguridad, hizo
atravesar también al resto del ejército, produciéndose gran mortandad, pues las
bajas fueron unos 34.000. Al caer la tarde Constantino capturó el campamento
enemigo, mientras que Licinio, tomando cuantos pudo de los suyos, emprendió el
camino a través de Tracia para unirse a su flota.
Batalla
naval del Helesponto (julio 324)
Cuando se hizo de día, las fuerzas de Licinio
que se encontraban dispersadas por los montes y valles buscando refugio, se
entregaron junto con las fuerzas que Licinio había dejado atrás al huir de Constantino.
Licinio había huido a Bizancio, y Constantino marchó tras él y asedió de
Bizancio.
La flota del Pireo, que estaba anclada en
Macedonia, Constantino dio órdenes a sus almirantes de llevar los barcos a la
entrada del Helesponto. Cuando, conforme a lo ordenado, los generales de
Constantino decidieron presentar batalla solo con 80 triacónteras que eran
pequeñas y manejables y dada la estrechez del paso no cabían más barcos. En
cambio, Abanto, el almirante de Licinio, que navegaba hacia ellos con 200
barcos, despreció el escaso número de naves contrarias y pensó que las
derrotaría fácilmente.
Ambas partes dieron las señales de ataque, y
ambas flotas se dirigieron una contra la otra. Las naves de Constantino lo
hicieron en orden, mientras que las de Abanto lo hicieron en desorden,
empezando a chocar entre sí. Muchas naves se hundieron y otras quedaron
dañadas, después de todo el día de lucha, al llegar la noche ambas flotas se
retiraron, unos lo hicieron a Eleúnte en Tracia, y Abanto puso rumbo a Eantio.
Final de Licinio 324. Batallas de
Adranópolis, Helesponto y Crisópolis. Autor Roger M. Kean
Al día siguiente, en medio de un fuerte
viento del norte, Abanto salió del puerto de Eantio y se dispuso para el
combate. Esperaba encontrarse con las triacónteras, pero cuando vio los barcos
de 50 remos que salían de Eléunte, había sido reforzado con la flota del mar
Egeo, y se llenó de pavor ante las numerosas naves y comenzó a dudar sobre si
acometer o no al adversario.
La lucha tuvo lugar frente a la península de
Galipoli. A mediodía decayó el viento del norte, y se levantó un fuerte viento
del sur que empujó la flota de Licinio contra la costa de Asia, e hizo que
muchos barcos encallaran, mientras que otros se estrellaron contra los
acantilados. Con el viento a favor, la flota de Constantino atacó, hundiendo
130 barcos utilizados por Licinio para pasar parte de su ejército de Tracia a
Asia, que debido a la estrechez de la ciudad y al gran número de tropas
cercadas con Licinio en Bizancio, muriendo los 5.000 soldados que
transportaban. El barco del propio Abanto se hundió y tuvo que nadar hasta la
orilla.
Abanto huyó a Asia con solo cuatro barcos.
Cuando llegaron al Helesponto, encontraron los barcos de transporte con toda
clase de mercancías, los generales de Constantino se vieron abastecidos en
abundancia. Mientras que la flota bloqueaba la ciudad de Bizancio también. Las
fuerzas de Licinio alarmados por la vista de los contingentes navales, se
embarcaron en lo que pudieron y partieron a Eleunte.
Batalla
de Crisópolis (septiembre del 324)
Constantino se dedicó al asedio de Bizancio,
para ello construyó un terraplén de igual altura que la muralla, y sobre el
terraplén erigió unas torres de madera, más altas que la muralla. Desde allí
dominaban a los defensores de la muralla y los arqueros disparaban, acercando
sin temor los arietes y otros ingenios de guerra, con los que pensaba tomar la
ciudad. No sabiendo cómo salir del trance, Licinio decidió abandonar Bizancio
y, al mismo tiempo que dejaba allí a los menos capaces de su ejército, con los
más leales y adictos se dirigió a Calcedonia en Bitinia. Pues tenían confianza
en que podría reclutar en esas tierras un nuevo ejército con el que volver de
nuevo al combate.
Cuando llegó a Calcedonia, nombró cesar a
Martiniano, que era intendente de los servicios de palacio (magister officciorum). Le envió con un ejército a Lámpsaco para impedir que el enemigo
pasase de Tracia al Helesponto. Él, por su parte, dispuso sus fuerzas en las
colinas y desfiladeros que estaban en los alrededores de Calcedonia.
Mientras tanto Constantino, que contaba con
gran número de barcos tanto de transporte como de guerra, decidió ocupar la
costa de enfrente; pero temiendo que la costa de Bitinia resultase, poco
accesible para los barcos de transporte, mandó construir navíos ligeros y
rápidos con los que remontar el llamado Promontorio Sagrado, situado en la boca
del Ponto y distante 200 estadios (3,5 km) al norte de Calcedonia.
Tras desembarcar allí a las tropas subió a
unas colinas donde desplegó su ejército. Licinio, viendo Bitinia ocupada por el
enemigo y sintiéndose acosado; mandó llamar a Martiniano que estaba en Lámpsaco
y, después de infundir valor a sus soldados prometiéndoles que él en persona
marcharía a la cabeza, sacó el ejército de la ciudad y se dirigió al encuentro
de los enemigos, que ya estaban desplegados, ambas fuerzas contaban con unos
130.000 efectivos.
Hubo una recia batalla en los campos entre
Calcedonia y el Promontorio Sagrado, y en ella las veteranas fuerzas de
Constantino se lanzaron con ímpetu sobre el enemigo causando una gran
mortandad. Constantino no hizo uso de maniobras especiales en la batalla, sino
un asalto frontal masivo. Del ejército de Licinio apenas 30.000 consiguieron
escapar. Tan pronto como tuvieron noticias de la derrota, los habitantes de
Bizancio abrieron sus puertas para acoger a Constantino, y también los
calcedonios procedieron de la misma manera. Licinio, tras su derrota, marchó a
Nicomedia con lo que le quedaba de caballería y con unos pocos miles de infantes.
Licinio en Nicomedia, pronto se vio acosado
por las fuerzas de Constantino. Perdidas las esperanzas y en la certeza de que
no contaba con fuerzas suficientes para el combate, salió de la ciudad y se
presentó ante Constantino en actitud de suplicante, haciéndole entrega de la
púrpura, llamándole emperador y soberano y pidiéndole perdón por lo cometido.
Pues confiaba en que viviría, ya que su mujer había obtenido promesas en este
sentido de Constantino. Constantino entregó a Martiniano a su guardia para ser
ejecutado, y en cuanto a Licinio, lo envió a Tesalónica con objeto de que
viviese allí como un ciudadano normal. Poco tiempo después, cuando trató de
reclutar a algunos bárbaros para formar un ejército, Constantino ordenó la
ejecución de Licinio, que fue ahorcado en el año 325.
Reinado
de Constantino
Al año siguiente se inició la construcción,
sobre la antigua Bizancio, de la ciudad de Constantinopla, que pasaría a ocupar
un lugar de privilegio en el Imperio. Un año después, el Emperador concedió el
título de augusta a Elena, su madre. En el 326 se desarrolló un drama familiar
que al parecer estuvo en el origen del viaje de Elena a Tierra Santa, donde se
le atribuye el descubrimiento del Santo Sepulcro y la invención de la Vera
Cruz. Fausta, la esposa de Constantino, consiguió que su marido mandara ejecutar
a Crispo, primogénito del Emperador habido de su anterior matrimonio con
Minervina; poco después, Fausta fue acusada de adulterio y Constantino la hizo
ejecutar. Tales condenas fueron acompañadas del asesinato de varios miembros de
la corte, lo que produjo una profunda ola de indignación entre la población de
Roma.
El 11 de mayo del año 330 inauguró la nueva
capital del Imperio, Constantinopla. La ciudad, que fue engalanada con
monumentales edificios y obras públicas, ofrecía la ventaja de su situación
excepcional, en la unión entre Asia y Europa. La mayor parte de las ciudades
griegas fueron privadas de sus principales obras de arte para ser llevadas a la
nueva capital; su Senado pronto sustituiría al de Roma. Entre el 332 y el 334
sostuvo una exitosa campaña contra los godos, a los que consiguió expulsar más
allá del Danubio. En el 333 nombró césar a su hijo Constante, y, en el 335, a
Dalmacio, uno de sus sobrinos.
Pese a su defensa pública del cristianismo y
a su intervención en los debates teológicos (probablemente su interés era
fundamentalmente político), Constantino nunca había recibido el bautismo. En su
lecho de muerte cambió sus ropajes imperiales por la vestidura blanca y fue
bautizado por Eusebio, obispo de Constantinopla. Murió el 22 de mayo de 337, y
fue enterrado en su iglesia de los Apóstoles en Constantinopla.
Dejó el Imperio repartido entre sus tres
hijos, Constantino II el Joven, Constante I y Constancio II, y sus dos
sobrinos, Dalmacio y Anibaliano, pero los conflictos entre ellos obligaron a
que, después de su muerte, Constantino siguiera reinando nominalmente durante
varios meses. Dalmacio se hizo con el control del área de Constantinopla y los
Balcanes; Constantino II, el mayor de los hermanos, controlaba la parte
occidental del Imperio, hasta Treveris; Constancio II era el dueño de la parte
oriental hasta Antioquía, mientras que Constante se encargaba del gobierno de
Iliria, Italia y África y finalmente otro sobrino, Anibaliano, gobernaba con el
título de rey la parte oriental de Asia Menor.
Reformas
militares de Constantino (306 – 337)
Constantino reorganizó el territorio romano
de una manera más sistemática, se basó en la división de Diocleciano, pero fue
mucho más completa. Todo el Imperio se dividió primero en cuatro grandes partes,
llamadas «prefeturas» que estaban mandadas por un prefecto
pretoriano, estas se dividían en diócesis (13 en total) y estas a su vez en
provincias (117 en total):
- La prefatura
del Este comprendía 5 diócesis (la del Este con 15
provincias, Egipto 6 provincias, Asia 11 provincias, Ponto 11 provincias,
y Tracia 6 provincias) en total 49 provincias.
- La prefatura
de Iliaria con 2 diócesis (Dacia con 5 provincias y
Macedonia con 6 provincias) en total 11 provincias.
- La prefatura
de Italia con 3 diócesis (Italia con 17 provincias,
Iliria con 7, y África con 6), total 30 provincias.
- La prefatura
de Galia con 3 diócesis (Hispania 7 provincias, Galia con
17 y Britania con 5), en total 29 provincias.
Cada diócesis estaba mandada por un vicario sujeto
al prefecto
pretoriano. Cada provincia
estaba mandada por un gobernador provincial, y estaba formada por ciudades y
pueblos, bajo sus propios gobiernos municipales. Las ciudades estaban
gobernadas generalmente por un consejo de la ciudad (curia) presidido por
dos o cuatro magistrados (duumviri,
quattuorviri). También hubo un
defensor del pueblo (defensor populi), que, como el antiguo tribuno republicano,
protegía al pueblo en sus derechos.
Constantino separó la autoridad militar de la
autoridad civil, mantuvo los dos ejércitos anteriores, los comitatenses y los limitanei; pero creó
los palatini tras licenciar y disolver a
la Guardia Pretoriana en el 312. Los palatini originalmente
estuvieron compuestos por los antiguos pretorianos, estaba mandada por el magister officiorum y dependía directamente del Emperador, entre sus misiones estaba
controlar los servicios de información, la guardia imperial (y la fabricación
de las armas para dichas unidades) y el servicio postal romano. Se encargaba
igualmente de organizar las recepciones y audiencias del emperador, del
conjunto del personal de palacio adscrito directamente a atender a este y
gestionaba todas las cuestiones internas.
A los regimientos de
caballería palatini (de unos 500 hombres) se
les dio el nombre de escuelas palatinas o scholae
palatinae, eran cuerpos de élite principalmente de origen
germánico, en un principio había solo tres: schola scutariorum
prima, schola scutariorum secunda y schola
scutariorum clibanariorum, a esta última estaba compuesta de
catafractas a los que se denominaron clibanierii (que viene del griego
horno, debido al calor que debían pasar). Cobraban una paga elevada (annonae
civicae) y tenían muchas posibilidades de promocionar en su carrera
militar, también tuvieron el privilegio estar exentos del pago de impuestos (privilegiis
scholarum). Solían ser físicamente corpulentos, guapos y de talla
alta, y sus armaduras y armas era de la mejor calidad y muy finamente
decoradas, ya que en las paradas militares no debían desentonar con el
Emperador. Los regimientos
de infantería de élite pasaron a llamarse legiones o auxilia palatina. Las legiones palatinas eran cinco en un principio y tenían
1.500 efectivos cada una. Las auxilia palatina o eran 10 y contaban con 500 efectivos.
En total las unidades palatinas tenían 1.500 jinetes, 7.500 legionarios y 5.000
auxiliares.
Por otra parte, el tamaño de la legión limitanei era de 2.000 a 4.000 efectivos y las legiones comitatenses se redujeron a 1.000 soldados.
Se crearon dos legiones de ballestarii los seniores
y los juniores que debían tener unos 1.000 efectivos y 50 piezas, aunque
también había unidades ballestarii en los fuertes de las legiones
limitanei.
Creó el magister militum que manda todas las fuerzas, magister equitum para el mando de caballería y magister peditum para el mando de la infantería.
Las legiones comitatenses estaban mandadas por un prefecto, se componían de dos cohortes
cada una mandada por un tribuno. La cohorte constaba de 6 centurias mandadas
por un centurión y un optio, cada una con 80 hombres en total 480 combatientes;
a los que hay que sumar un vicario que era el segundo jefe, un primicerio o jefe de
personal, un adjutor o ayudante, un intendente, heraldos, portaestandartes
y músicos hacían un total de 501 efectivos, mientras que la legión alcanzaba
los 1.023 en total.
Las legiones
limitanei no tenían
composición fija, tenían entre 2.000 y 4.000 hombres dependiendo de la misión,
y entre 3 y 5 cohortes.
Las fuerzas auxiliares tenían como mandos el circitor que era como
el inspector de centinelas y en caballería era un hijo de jinete con dos
caballos y un esclavo. El biarco que era el equivalente al decano mandaba un
contubernio de 10 hombres. El ordinario que debía mandar 50. El centenario que mandaba
100 y ducenario que mandaba 200.
Constantino modificó el antiguo sistema de
frontera fortificada en un sistema de defensa elástica en profundidad con la
formación de una gran reserva central en desventaja de las tropas de frontera y
el fortalecimiento de la caballería. Constituyó una segunda línea defensiva más
allá del Danubio en Hungría/Rumanía, en dónde emplazó una guarnición mixta de
romanos y tropas nativas con idea de proteger las tribus dacias y sármatas de
las incursiones godas.
Auxiliares
palatinos o auxilia palatina siglo IV. (1) Con equipo pesado, con escudo oval,
yelmo intercisa, lorica hamata y lancea. (2) Con equipo ligero con gorro
panonio de piel y spiculum, ambos llevan spatha. Autor Gerry Embleton
En cuanto a las tácticas, los arqueros a caballo y los honderos que se
ubicaban en frente de las líneas lanzarían sus proyectiles al enemigo antes del
enfrentamiento entre las infanterías, retirándose rápidamente a la retaguardia
de su propia línea de infantería. Desde allí la totalidad de los hostigadores
lanzarían una lluvia de proyectiles continua sobre los enemigos, disparando por
encima de las cabezas de su propia infantería. La labor de la caballería
de cada ala era poner en fuga a la caballería enemiga y luego, si era posible,
rodear a la infantería enemiga para atacarles desde los flancos y la
retaguardia.
Mientras que el rol de los arqueros y la caballería permanecía similar,
las tácticas de infantería se hicieron menos agresivas, utilizando menos la
carga y a menudo esperando la carga enemiga en su lugar. Durante la batalla, la
línea romana ejercía una presión constante en formación cerrada. Por otro lado,
el pilum había sido sustituido por la lancea, una
lanza de mano empleada para ensartar, de unos 2,5 metros de largo. El
alcance más largo de la lanza y la adopción de escudos redondos permitían un
despliegue de batalla en la que los escudos se unían para formar un muro de
escudos, y las lanzas sobresalían por los huecos en ‘V’ que formaban los
escudos entrelazados. El ejército tardío también daba más importancia a
los proyectiles, reemplazando la antigua pila de un solo uso por una
descarga prolongada de jabalinas y dardos.
Auxiliar romano siglo IV: (1) Yelmo
intercisa. (2) Yelmo spangenhel. (3) Spathas. (4) Spiculum. (5) Plumbatae. (6) Lancea. (7) Armadura lamelar. (8)
Armadura de escamas. (9) Cota de malla. (10) Draco. Autor
Richard Hook.
https://arrecaballo.es/edad-antigua/bajo-imperio-romano/crisis-del-siglo-iii-235-285/
https://arrecaballo.es/edad-antigua/bajo-imperio-romano/diocleciano-y-la-tetrarquia/
https://arrecaballo.es/edad-antigua/bajo-imperio-romano/guerra-civil-entre-los-tetrarcas-306-324/
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