jueves, 19 de octubre de 2023

 

CAMPANAS. LA VINÍCOLA NAVARRA


Fundada en 1858 por los hermanos labortanos Mihura, la Sociedad Mercantil Vinícola de Campanas fue la primera gran sociedad productora y comercializadora de vinos y licores de Navarra. Con una trayectoria histórica de casi ciento sesenta años y tras varios cambios en su titularidad, es una de las empresas en activo más antiguas de nuestra comunidad.


La Vinícola a principios del siglo XX. En primer término la destilería, detrás la bodega Foto cedida.

A finales del siglo XVIII Navarra era uno de los mayores productores de vino y aguardientes de la península con una tasa cercana al 12% de la producción total. En ese tiempo la producción vinícola era fundamentalmente artesanal, con una estructura comercial muy tradicional y la venta de los caldos se hacía de forma minorista por los propios cosecheros en tabernas improvisadas o a través de servicios municipalizados. Era habitual en la época que ayuntamientos o concejos, adjudicaran a un determinado productor el suministro anual de vino a las tabernas públicas. Solamente algunos establecimientos eclesiásticos como los monasterios Iratxe, o La Oliva contaban con bodegas de cierta entidad. A lo largo del siglo XIX algunos de estos cosecheros fueron incrementando su producción hasta constituirse en pequeñas empresas familiares como es el caso de los Ochoa, Chivite o Castilla. Esta estructura minorista se mantuvo, en gran medida, hasta la aparición en la segunda mitad de siglo de la primera gran sociedad productora y comercializadora de vinos en Navarra, la Sociedad Mercantil Vinícola de la que contaremos algunos retazos de su historia.

Alambique, hoy  de adorno

La historia del desarrollo de la vitivinicultura en Navarra en aquellos años, como en otros lugares, tiene mucho que ver con las grandes enfermedades o plagas que afectaron a las vides. En 1852 llegó a Navarra la terrible epidemia de Oidium que, importada de América y con punto de partida en Londres unos años atrás, había arrasado las cosechas de toda Francia y de las zonas costeras de la península, cálidas y húmedas. Las zonas del interior, más frías y secas, como es el caso de la zona media de Navarra y toda la ribera del alto Ebro sufrieron dicha epidemia con menor intensidad. Además, el hongo no afectaba tanto a la uva garnacha, variedad que rápidamente se impuso en la zona. Las consecuencias inmediatas fueron la escasez de uva en las zonas más afectadas con el consiguiente aumento del precio del vino tanto en origen como al consumo. Cosecheros de allende los pirineos que habían perdido sus cosechas para los prestigiosos vinos tintos bordeleses se dedicaron a recorrer Navarra y Rioja comprando mostos que luego podían envejecer en sus bodegas con resultados parecidos a los propios. De esta forma, la exportación de vinos hacia Aquitania y otras zonas europeas se incrementó en gran medida.

En este contexto los hermanos labortanos Federico y Julio Mihura, bodegueros comisionistas, llegaron a Navarra en donde pronto se dieron cuenta que el verdadero negocio iba estar en la producción en origen para después comercializarlo. Con este objeto fundaron en 1858 junto con otros dos paisanos, José Bourrousse y Pedro Frinquet, la sociedad La Beneficiadora de Vinos. El lugar para instalar una bodega, la venta de Las Campanas, fue bien elegido, en las cercanías de los grandes cultivos de Valdizarbe y sobre todo junto a la línea de ferrocarril Castejón-Iruñea-Altsasu que ya entonces estaba en fase de construcción. En 1864 la compañía Julio Mihura, Hermano y Cía compró la citada venta a su último propietario Antonio Cadena por un precio de 84.000 reales de vellón que pagó en efectivo en monedas de oro aunque, es sabido que en la operación financiera tuvo participación también el recién creado Crédito Navarro en Pamplona. La venta estaba situada en el lugar de Arrizabalaga, término de Muruarte de Reta (nombre degenerado del primitivo Muru Artederreta como demuestran los estudios de toponimia del prestigioso autor Jimeno Jurío). Junto con una pequeña ermita formaba parte desde siglos atrás del pequeño núcleo de apoyo a los peregrinos jacobeos, propiedad de la cofradía San Nicolás de Bari. Dicen que el continuo sonar de las campanas de dicha capilla había dado su nombre a la venta. En situación de ruina, pocos años antes había sido desamortizada a la orden religiosa y comprada después en subasta por Francisco Ballarín y Antonio Cadena.

En sus casi cuatro mil metros cuadrados la finca, además de la propia venta tenía una gran bodega con su tejavana, cuadras, pocilgas, taller de tonelería, y almacenes para aguardiente, paja y granero. De la ermita apenas quedaban algunos muros. En pocos años el negocio, cuyo objeto era el perfeccionamiento y venta de vinos, la elaboración de alcoholes y cualesquiera otras operaciones análogas que ofrezcan lucro… iba viento en popa con Julio, ya en solitario como verdadero motor. La necesaria ampliación de capital se encontró en la naciente burguesía pamplonesa, deseosa de invertir en cualquier negocio y con la que Mihura tenía muchos contactos ya que participaba activamente en la vida social de la capital. De esta forma el 26 de agosto de 1880 se escrituró la nueva Sociedad Mercantil Vinícola Navarra a la que conocidos propietarios, como Norberto Goizueta que asumió la presidencia, Pedro José Arraiza o el prestigioso abogado Estanislao de Aranzadi, entre otros, aportaron su dinero.

Sin embargo, Julio Salvador Mihura y Deyheralde el principal promotor, quedó como propietario de casi el 90% de las acciones asumiendo, además, la gerencia de la sociedad. Nacido en Behobia en 1824, era de religión judía y adoptó como logotipo de la empresa la estrella de David con las iniciales S.M.V.N. como así se observa en los membretes de sus facturas, grabada en algunos botellines de licor o como decoración de la hermosa chimenea de ladrillo de sus instalaciones destiladoras de alcoholes que aún se puede observar. Un pequeño problema de forma en la redacción de la escritura, al poner una coma tras la palabra sociedad, hizo que la misma durante muchos años fuera conocida como “La Mercantil” en lugar de “Vinícola Navarra” como así se pretendía.

 

 

La bodega contó desde el principio con envases de madera grandes y pequeños, para el almacenamiento o envejecimiento de los vinos, foudres de hasta 22 hectolitros, cubas, bocoyes, barricas bordelesas o pipas. Una vía auxiliar del cercano ferrocarril acercaba los vagones cisterna hasta un muelle junto a la misma bodega con la consiguiente facilidad para el posterior transporte de los vinos hacia el comercio. Los primeros diez años fueron de gran prosperidad con importante exportación hacia Aquitania, que apenas recuperada de la plaga del oidio había comenzado a perder casi todas sus viñas afectadas por la, aún más terrible, enfermedad de la filoxera. En cada uno de aquellos primeros ejercicios se repartían beneficios entre los accionistas y algún año al llegar la vendimia en otoño, la bodega estaba vacía pues se había dado salida a todo el producto de años anteriores.

Con la última década del siglo llegaron los problemas. En primer lugar el alma mater de la empresa Julio Mihura, empezaba a chocar con el resto de los accionarios que preferían repartir dividendos a seguir invirtiendo con las ganancias como deseaba él. Aduciendo cansancio y problemas de salud terminó vendiendo todas sus acciones y renunciando a su cargo en 1887. Retirado a su localidad de nacimiento finalmente murió en Paris en 1903. Aunque le sucedió un hombre que ya había trabajado con él en la gerencia de la empresa, Saturnino Ocón, el cambio en la gestión se hizo notar. Ya controlado el oidio y la segunda gran enfermedad el mildew con la fórmula a base de sulfato de cobre que la propia empresa vendía a los cosecheros, llegó la filoxera. A diferencia de las otras dos enfermedades criptogámicas, la filoxera, de origen animal, terminaba destruyendo por completo la propia planta de la vid. Sólo quedaba sustituir todas las plantas por pies americanos, resistentes a la oruga. Navarra declarada como zona filoxerizada, luchó de forma intensa y ejemplar contra la plaga a través de sus servicios oficiales dirigidos por el gran ingeniero agrónomo Nicolás García de los Salmones. Finalmente las dificultades en la exportación, por incremento de tasas aduaneras e incluso cierre de fronteras terminaron por poner en entredicho la viabilidad de la empresa que pasó por la mayor crisis de su historia, planteándose su cierre tras el ejercicio de 1905.

 

Para intentar dar aire al negocio se había decidido la instalación en 1894 de una fábrica para rectificar alcoholes, en un edificio de nueva planta en las cercanías de la bodega dotado de una moderna rectificadora traída desde Alemania. Una gran máquina de vapor tubular con su correspondiente chimenea de extracción de humos, chimenea que subsiste inhiesta en la actualidad, completaba la maquinaria. En varias naves anexas se instalaron grandes depósitos metálicos para conservar los alcoholes. Partiendo de un alcohol de 50 grados, la rectificadora le aumentaba la graduación hasta los 97º. Otros aparatos de destilación pertenecientes a otras empresas o particulares obtenían alcoholes de 90-92 grados, pero el de Vinícola, de 97, lograba en el mercado un sobreprecio de unas diez pesetas por hectólitro. La capacidad de producción en 24 horas era  de unos 50 hectólitros de alcohol de 97, partiendo de 96 hectólitros del no rectificado, es decir un rendimiento en cantidad del 50%. Este gran consumo requirió a la empresa la utilización de fábricas destiladoras auxiliares, primero en Sangüesa y Puente al Reina y poco después en Allo, Dicastillo y los Arcos. Además, la sociedad, contaba con dos destiladoras móviles que iban recorriendo todos los pueblos en donde la materia prima era abundante.


La destilería de alcoholes

Además de la producción de alcohol etílico puro, contaba con dos calderas para la extracción de aguardiente de orujo con 2.000 litros de capacidad cada una y un taller de tonelería. El alcohol de origen vitivinícola puede obtenerse del propio mosto, del orujo o de uvas secas fermentadas y forma parte de la composición de determinadas bebidas espirituosas y vinos especiales. Por ejemplo, además de vino y otros licores, la bodega de Campanas comercializó con gran éxito de ventas un magnifico brandi o cognac. El orujo es un aguardiente obtenido por destilación de orujos de uva, es decir las partes sólidas de la vendimia, no aprovechables para la elaboración del vino, perteneciendo al mismo tipo de bebida que los marc franceses o las grappas italianas. En aquellos años de penurias económicas era práctica habitual, y no sólo entre las clases más pobres, iniciar la casi siempre dura jornada de trabajo con un buen trago de aguardiente de orujo que mitigara el hambre y el frio. Por esta razón era un producto con una fácil salida al mercado y la Vinícola no sólo lo comercializaba al por mayor sino que contaba con venta de aguardiente y licores al por menor, en establecimientos como el conocido café Torino de la Plaza del Castillo. Estos malos años en la producción de vinos fueron, pues, superados por la Vinícola fundamentalmente con la planta destiladora y sus productos.

 

Muy poco a poco pero de forma continuada la producción de vinos en Navarra fue recuperándose en el primer tercio del siglo XX. La intensa y eficaz lucha contra la filoxera, el naciente y brillante movimiento cooperativista —la Bodega Cooperativa de Olite creada en 1911 fue la primera de la península, pero llegaron a rozar el centenar en Navarra —, la creación de la Asociación Vinícola Navarra o los importantes estudios científicos reflejados en la celebración del Congreso Nacional Vitivinícola en Pamplona en 1912 fueron factores fundamentales en este desarrollo del que por supuesto también se hizo eco la S.M.V.N. No debemos olvidar que, además, desde muchos años antes Navarra era puntera en el proceso de mecanización de la agricultura incluyendo por supuesto también las distintas máquinas y materiales de la industria vitivinicultora. Pío Baroja relataba en uno de sus viajes por Navarra que en todas partes se notaba el reinado de Baco reflejando la importancia del sector en la época. Durante la guerra del 36 la Vinícola, bajo la presidencia de Pedro García-Tuñón fue una de las principales suministradoras de vino al ejército sublevado, aunque se decía que los precios eran muy bajos. La planta de producción de alcoholes que estaba inactiva desde 1924, como consecuencia de los cambios en las ordenanzas específicas por el gobierno de Primo de Rivera, se obligó a desmantelar en 1937 vendiéndose su maquinaria por treinta mil pesetas.


Obreros, técnico y directivos en los años 40-50 del siglo XX

Ya en los años de la postguerra la Sociedad Mercantil Vinícola Navarra tuvo una importante expansión, incluyendo nuevamente la fabricación de alcoholes. La comercialización del primer vino rosado en la península tuvo mucho que ver en ese desarrollo. El entonces enólogo de la sociedad, el riojano Luis Estefanía, con formación en Burdeos, desarrolló la fórmula adecuada para la posterior comercialización de muchas marcas de vino, entre ellas como decíamos de los rosados que hicieron famosa a la bodega.

Otra nueva y gran expansión en los años ochenta terminó suponiendo la compra de la bodega en 1984 por el grupo Savin del banco Bilbao Vizcaya. Posteriormente en 2001 fue vendida a la multinacional Alled Domecq SA, después al grupo Pernod-Ricard en 2006 y muy recientemente sus marcas e instalaciones han sido compradas por el grupo Bodegas Manzanos de Azagra.

https://manzanosenterprises.com/es/guia_penin_2017_manzanoswines-2/














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