El origen e inicios de la Talavera Poblana
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La Ciudad Madre.
Talavera
de la Reina es una ciudad de España perteneciente a la provincia de Toledo,
localizada en las márgenes del río Tajo. El rey Alfonso XI de Castilla
(1311-1350), apodado El Justiciero, cuando se casó con María de Portugal
(1313-1357) primogénita de los reyes, a muy temprana edad, diecisiete años, le
regaló la ciudad de Talavera, a la que se le agregó “de la reina”. Este
hecho aconteció allá por al año de 1328. En esta ciudad de Talavera de la
Reina, se ha elaborado, por más de cinco siglos, una hermosa cerámica que tiene
origen musulmán. Para hacerla se emplean barros del río Tajo, caolín y
esmaltes. Dicha cerámica adquirió fama durante el siglo XVI. Al ser
fabricada en España, la cerámica mora se modificó, y adquirió características
cristianas, en lo relativo a su decoración: por ejemplo, se agregó la figura
humana, prohibida en el arte musulmán. En el año 712, la ciudad se llamaba
Talabira, y es en este momento cuando la alfarería cobra importancia en manos
de alfareros judíos, que conviven con moros y cristianos. La influencia mudéjar
en la talavera se dejó sentir desde el siglo XII, cuando ya existían alfareros
moros asentados en Toledo, entre los que González Palencia menciona a Ayub Ben
Jobat y Ben Said, en su obra Los
Mozárabes Toledanos.
Más adelante, durante el Renacimiento,
la cerámica se dejó influenciar por artesanos flamencos llegados de Flandes, y
por técnicas de las lozas elaboradas en Delf en Holanda. Este hecho originó un
talavera más fino con la cual se fabricó la vajilla que el rey Felipe II
utilizaba en su palacio de El Escorial.
Clasificación de la cerámica de Talavera de la Reina.
La cerámica de talavera española se ha
clasificado en 24 series que van desde 1460, hasta 1900, en atención a los
colores y sus diseños decorativos. Así tenemos: Palma, Roleos, Espiral, Jarros
Santiago, Punteada Azul, Punteada Polícroma, Blancas, Jaspeadas, Recortes.
Mariposas, Rayada Naranja, Rayada Azul, Chinas, Heráldicas, Encaje, Escena
Polícromas, Escenas Azules, Figuras Modeladas, Adormidera (Rosa), Puntilla,
Ramos, Pétalos Orientales, Ramos Polícromos, y Series del XIX.
La Talavera de Puebla.
La talavera mexicana poblana es una mayólica;
es decir, loza decorada con esmalte de plomo pacificado con estaño, de
acabado vítreo que tiene como base el color blanco marfileño. Las primeras
talaveras fueron hechas en Atlixco y Cholula, debido a sus barros muy adecuados
para tal cerámica. La cerámica de talavera llegó a México con los españoles
conquistadores en el siglo XVI, y ya para 1550, existían talleres en la ciudad
donde se fabricaban loza y azulejos. Los ceramistas que la introdujeron
procedían de Talavera de la Reina y de Sevilla, donde se apreciaba la gran
influencia mudéjar de la loza. Para 1580, Puebla contaba con muchos loceros,
por lo cual el virrey creó un gremio para reglamentar el oficio. Se trata de la
cerámica más antigua de la Colonia y que ha perdurado por muchos siglos.
Los primeros loceros de Puebla.
A la
Ciudad de Puebla llegaron, procedentes de Talavera de la Reina unos loceros
llamados Encinas, Gaytán, Bautista Salomón y Bautista Conrado. Según la
investigadora Emma Yanes, Gaspar de Encinas se asentó en Puebla. Su esposa
también descendía de una familia dedicada a la fabricación de loza; tuvieron
varios hijos que, asimismo, siguieron con el oficio del padre. Asienta la
estudiosa: Gracias al documento de
embarque de la familia en 1597, en el Archivo General de Indias de Sevilla,
conocemos quiénes eran los Encinas-Gaytán. Los testigos, vecinos de Talavera de
la Reina, afirman que en efecto Gaspar de Encinas el viejo y María Gaytán están
casados y son: “cristianos viejos, limpios de toda raza de moros ni judíos, y
ellos ni sus padres ni abuelos no han sido castigados ni penitenciados por el
Santo Oficio de la Inquisición”. María Gaytán tiene para entonces más de 50
años, es “blanca y con los ojos saltados”. Gaspar de Encinas hijo,
también locero, tiene 25 años, es “zurdo y algo lampiño”. Gabriel Gaytán tiene
14 años, es “blanco de rostro y ojos grandes”. Salvador de Encinas es un
niño de 9 años, “delgado de rostro y ojos saltados”. Cecilia Gaytán tiene
“cerca de 22 años, es de buen cuerpo, fresca de rostro e colorada y con
ojos grandes”. En 1580, el maestro Gaspar de Encinas contaba
con un taller localizado en la Calle de Herreros en la ciudad de Puebla.
El gremio de los loceros y sus ordenanzas.
Los
talleres de cerámica proliferaron en Puebla a partir de la segunda mitad del
siglo XVI, estaban dirigidos por maestros españoles –aun cuando existían alguno
que otro maestro mestizo y castizo, como consta en ciertos documentos. Además
de los maestros estaban los oficiales y aprendices que eran indígenas, y
unos cuantos esclavos negros y mulatos. Los aprendices entraban a trabajar a
los talleres entre los nueve y dieciocho años de edad. Los maestros debían
proporcionar a los aprendices un lugar donde dormir, comida, atención médica, y
ropa, la cual consistía en Vestido
de paño de la tierra diesiochera, calsón, ropilla, capa, dos camisas con sus
valonas, medias, zapatos y sombrero, todo fecho y acabado a costa del
maestro. A fin de pasar a ser oficial, el aprendiz debía ser
sometido a examen por los correspondientes veedores. Después, podía pasar a ser
maestro locero, lo cual no sucedía con frecuencia debido a que se debía contar
el suficiente dinero para montar un taller, y a que los maestros establecidos
no veían con buenos ojos que hubiese más maestros loceros que les hiciesen la
competencia.
En un principio, los maestros no estaban
agremiados, no fue sino hasta 1652 cuando, por conducto de Diego Salvador
Carreto, los loceros solicitaron al virrey Luis Enríquez de Guzmán que se
reglamentara el oficio. Así, reunidos los maestros eligieron un veedor y dos
diputados con el propósito de que redactasen las ordenanzas. Como veedores
quedaron Diego Salvador Carreto y como diputados Damián Hernández y Andrés de
Haro. Las ordenanzas fueron aprobadas por el nuevo virrey Francisco Fernández
de la Cueva, que sucedió a Luis Enríquez. Para 1653, el gremio de los loceros
de Puebla quedó constituido. Las ordenanzas constaban de diez artículos, en los
que quedaba asentado que solamente podían ser oficiales los españoles, nunca
negros o mulatos ni indios; nadie que no hubiese sido oficialmente examinado
podía tener obrador ni tienda, entre otras normas más, como el hecho de
determinar que los tipos de loza que se produjeran debían ser loza fina, loza
amarilla vidriada, y loza común; cada locero solamente podía producir el tipo
de loza por la que había sido examinado. Las ordenanzas determinaban que a la
muerte de un locero, su viuda podía heredar el oficio, pero pasados tres meses
en el cargo, debía someterse a examen. Era obligatorio que todos los maestros
loceros tuviesen en su taller una copia de las ordenanzas. El más importante de
los artículos era el referente a la fabricación de la loza, en el que se
determinaba la calidad del barro usado, la calidad del vidriado de la loza fina
y de la blanca, los tamaños de los platos de uso diario y su grosor; asimismo,
el artículo tenía en cuenta las dimensiones de las escudillas, tanto finas como
comunes.
Toda
la loza que se fabricara en el taller debía llevar la marca del dueño, la cual
estaba registrada en un libro que llevaban el alcalde y los veedores. Nadie
debía plagiar la marca de otro artesano, so pena de ser sometido a castigos,
multados con veinte pesos la primera vez, la segunda con cuarenta y la tercera
debía presentarse ante un juez que tenía facultades para condenarle a ser
ejecutado por fraude. Al respecto, un documento de la época nos informa
que: Para evitar los inconvenientes
que se puedan recrecer de saber con claridad la obra de cada maestro por causar
fraude aia de traer cada uno su marca y señal para echarla todo el género de
obra que hiziera y esta se ponga a cada uno en una carta de examen para que no
pueda variar, y los alcaldes y veedores tengan particular cuidado con las que
se an dado, para que no se enquentren, y para que aian de tener un libro donde
se poga la rrazon de la marca que se dio a cada uno dejándola estampada, y este
libro se entregue de unos veedores a otros qyuandi fueran electos… Las
marcas de las lozas eran hechas en colores azul fuerte, azul delgado y negro.
A los regatones les estaba prohibido vender
loza para revenderla, la venta de la cerámica solamente podían efectuarla los
maestros en sus correspondientes tiendas y talleres; o bien, en las plazas y
calles de la ciudad. Concluían las ordenanzas asentado que los aprendices, una
vez que habían aprendido el oficio, podrían ir con el alcalde y los veedores a
fin de demostrar lo que habían aprendido con sus maestros loceros. Si las
autoridades consideraban que no estaba apto, el aprendiz podía optar por
ingresar al taller de otro maestro para continuar con su aprendizaje.
En 1682, se agregaron a las ordenanzas cuatro
artículos más referentes a la decoración pintura y uso de los colores de la
loza fina, que debía cocerse en cajas de barro, sin emplear separadores a los
que se llamaba “caballitos”, tricoles o vicoles. La pintura debía ser en azul
fuerte realzado, llevando puntos negros y de colores. Además, el cuarto
artículo hacía referencia a las multas a que se sometería a los maestros en
caso de desobediencia.
La cofradía de los loceros.
Además del gremio, los maestros alfareros de
Puebla contaban, en el siglo XVII, con una cofradía de fines piadosos. Se
encontraba en la ermita de San Antonio Abad, aunque este no fue el único
patrono, ya que fueron cambiando a través del tiempo. Se cuenta con el dato de
que en 1770, los maestros loceros debían entregar dos reales de cada horneada
de loza, para entregar a las viudas de los loceros que muriesen, los reales
obtenidos se empleaban para el entierro, las ceras y las misas para
Nuestra Señora de las Lágrimas, patrona en ese momento, misma que era venerada
en la iglesia de San Marcos. La cuota subió poco después por ser escasa para
los gastos. Las cofradías se formaron con el fin de salvaguardar la moralidad
de los agremiados y pedir a Dios por el bienestar y el descanso de los muertos;
asimismo, la cofradía fomentaba la religión cristiana y debía honrar a los
santos patrones en las ceremonias religiosas correspondientes. Por otra parte,
la cofradía velaba por los compañeros, los menesterosos, los enfermos, los
ancianos y los incapacitados.
Tipos y objetos de la Talavera Poblana.
Los objetos a la loza poblana se utilizaban
para uso civil y religioso. El azulejo se empleó para adornar las fachadas de
las iglesias, las fachadas de las casas o el interior de las cocinas o
comedores, principalmente. Los tipos de cerámica que se elaboraron fueron la
amarilla, la entrefina y la fina. Según Manuel Romero de Terreros correspondían
a tres modalidades: la morisca (1575-1700) con predominio del azul oscuro brillante;
la española (1800), con decoraciones de animales, aves, flores y figuras
antropomorfas con predominio del color azul con fondo blanco; y la china
(1650.1800), con motivos en azul y blanco y amarillo y diseños orientales
antropomorfos. Otra modalidad fue la llamada por Edwin Atle Barber hispano
mexicana (1800-1860) con características muy propias debido a la influencia
indígena. Las cocinas se adornaban con azulejos y se empleaba en ellas la
vajilla amarilla y blanca. Los objetos elaborados eran cazuelas, ollas, y
vajillas. En las farmacias se utilizaba loza blanca con las inscripciones de
las sustancias que contenían. Las iglesias, aparte de sus fachadas, empleaban
muchos objetos cotidianos de talavera, así como los conventos.
La evolución de la Talavera Poblana siguió su
marcha a través del tiempo. Nuevos motivos decorativos se fueron agregando, así
como nuevos lugares en los que se la empezó a fabricar como Tlaxcala y
Michoacán. Actualmente, la talavera constituye una de las más bellas y antiguas
muestras del arte popular que tenemos la dicha de poseer los mexicanos.
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