TESOROS HISPÁNICOS
DE LA
LITURGIA MEDIEVAL
MANUSCRITOS LITÚRGICOS
Antifonario de León
Archivo Capitular de la
Catedral de León
Liber antiphonarium
Ms. 8, Archivo Capitular de León
Copistas: Totmundo y Arias.
Procedente del Monasterio de San Cipriano de las Riberas del Porma.
s. X., aunque varios folios añadidos del s. XI.
Pergamino, 306 f., 330 x 240 mm.
Realizado entre
los siglos X y XII, el Antifonario de León es un libro litúrgico musical que
contiene más de una centena de oficios del rito hispánico, con sus
correspondientes cantos particulares variables en cada fiesta y solemnidad
atendiendo tanto a las horas canónicas como a las partes cantadas de la misa.
El manuscrito, conservado actualmente en el Archivo Capitular de la Catedral de
León, se atribuye al copista Totmundo del Monasterio de San Cipriano de las
Riberas del Porma, gracias a una dedicatoria al comienzo del libro. El
calendario de las primeras páginas, así como la ordenación interna de los
oficios son un rico ejemplo del santoral hispano-visigodo de la época. La
notación que acompaña a los textos, llamada visigótoca, ha despertado gran
interés entre los musicólogos medievalistas, aunque no puede leerse en la
actualidad por la ausencia de referentes en la altura de los sonidos. El
manuscrito es el mejor ejemplo conservado de los antifonarios de la liturgia
hispánica y una de las fuentes que más información nos aporta en la actualidad
para comprender esta forma ritual, que fue sustituida por el rito romano desde
el siglo XII y que era fruto de la riqueza cultural hispana en la Antigüedad
Tardía y Alta Edad Media.
Ángel Pazos-López (2018)
El Antifonario de
León es uno de los manuscritos litúrgicos más relevantes del rito hispánico que
se conservan en la actualidad. Realizado hacia mediados del siglo X, a
excepción de unos folios añadidos en el siglo XI, contiene diversos cantos para
las celebraciones litúrgicas a lo largo de las fiestas del ciclo temporal y
santoral hispánicos. En el folio 1r, una ilustración con dedicatoria nos indica
cómo el copista Totmundo le presenta el Antiphonarium al Abad
Ikila del monasterio de San Cipriano del Condado, dando a entender que existía
en dicho monasterio un importante scriptorium.
El manuscrito
incorpora los cantos propios de la misa y del oficio divino organizados de
acuerdo a un calendario litúrgico mixto entre el propio del tiempo y el propio
de los santos. En sus composiciones no solo se recogen los textos atribuidos a
San Braulio de Zaragoza, San Isidoro de Sevilla o San Leandro, sino también las
melodías de antífonas y cantos escritos con notación visigoda, que es neumática
(escrita a partir de combinaciones de grafemas musicales de diferente
significado) y adiastemática (sin líneas de referencia como el pentagrama).
El manuscrito
sigue la estructura del calendario litúrgico previsto en sus primeras páginas.
Tras el oficio de letanía y el epigrama de dedicación (ff. 1r-v), se combinan
diferentes textos iniciales con anuncios de las festividades móviles (ff.
2v-5r). Sigue una ilustración de la Cruz de Oviedo junto con el título del
libro (ff. 5v-6r) y un calendario ricamente ilustrado donde se representan las
festividades propias del rito hispánico en esta época (f. 6v - 19v).
Seguidamente se presentan los prolegómenos, añadidos un siglo más tarde al
resto del manuscrito, que finalizan con en íncipit del libro (ff. 20r -28v). A
partir de aquí, el antifonario mantiene el esquema nuclear de libro litúrgico
al presentar los oficios ordenados según el correspondiente calendario
hispánico. Dentro de cada uno de los días se suceden cantos propios del oficio
en sus distintas horas (matutinum, vespertinum, nocturnos) como el responsorium,
el himnus, el benedictiones o el psallendum.
Por otra parte, también ofrece cantos propios para la misa como la antífona del
prelegendum, los clamores, el ad pacem, la
antífona ad confractionem panis, el Sancta
Sanctis, el ad accedentes o el repletum, entre
otros. El primero oficio del Antiphonarium es el Ordo psallendi in diem
sancti Aciscli (f. 29r) y el ultimo es el formulario de quotidiano
Dominicale (f. 281v).
Algunas de sus
páginas están ricamente ornamentadas tanto por capitales de entrelazada nórdica
y extraordinaria riqueza cromática, como por elementos figurativos que
acompañan la historia de la vida de Jesús junto a representaciones de algunos
santos con estilo muy similar a los beatos iluminados en idéntica cronología.
El Antiphonarium es
un libro de gran volumen, especialmente diseñado para el seguimiento de los
cantos por parte del coro y no solamente de un monje o clérigo. Así, el libro
servía a monjes y religiosos para entonar las diferentes partes variables del
oficio de cada día, así como los cantos específicos de la misa que variaban
según la temática de la celebración. Debido a la variabilidad y ausencia de
uniformidad de los neumas y a la falta de relación tonal que permita
identificar la altura de los sonidos, la música no puede ser leída con un
sistema regular en la actualidad. A causa de esto, sin desdeñar el valor que
puedan tener, todas las interpretaciones musicales que se han hecho de las
piezas de este manuscrito son parciales y propias del criterio de cada
musicólogo. No se descarta que la escritura musical del antifonario de León
estuviese diseñada como un mero apoyo para melodías transmitidas a partir de la
tradición oral y cuya escritura musical solo suponía un recorrido del dibujo sonoro
que debía emitir la voz, sin una pretensión de reproductibilidad universalista.
La liturgia
hispánica se fundamenta en un sustrato litúrgico procedente de dos vías: el
norte de África, transmitido por la dispersión evangelizadora, y la escuela
eucológica romana, que aportó diversidad a los textos. Las principales
características de esta liturgia son unas oraciones muy desarrolladas
-generalmente dirigidas a Cristo- y la variabilidad de los fragmentos de la
plegaria eucarística. El oficio divino estaba dividido en dos horas claves: las
horas ad matutinum y las horas ad vesperum.
Analizando las fuentes litúrgicas del rito hispánico se encuentran dos focos
geográficos principales: la escuela toledana, con la participación de los
obispos Eugenio II, Ildefonso o Julián; y la escuela sevillana en la que
destacan las figuras de Leandro de Sevilla o San Isidoro.
Entre los
principales libros litúrgicos podemos destacar el Manuale (con
los textos ordinarios para la celebración de la Eucaristía durante todo el año
litúrgico) y el Liber orationum festivus (que ofrece los
textos de los días de fiesta), aunque sin duda eran más comunes en los primeros
siglos los llamados libelli (especie de fascículos que pasarán
a componer los verdaderos libros litúrgicos). Por su parte, el Antifonario contiene
la música de las principales celebraciones del calendario litúrgico, el Liber
commicus actúa como un leccionario romano ofreciendo las lecturas por
el orden del calendario litúrgico, en el Liber sermonorum se
aglutinaban las homilías patrísticas para su lectura en misa, el Liber
misticus ofrecía la misa completa día a día y en el Liber
horarum se nos recoge el oficio monástico.
En el siglo XI la
liturgia hispánica fue suprimida en el marco de la reforma gregoriana, al ser
acusada de adopcionismo, flaqueza en las tradiciones litúrgicas y desviaciones
trascendentales con respecto al rito romano. Sin bien es cierto que el rito
romano bajomedieval tiene como fuente la liturgia galicana, la carolingia y la
hispánica. Se continuó celebrando hasta la actualidad en parroquias toledanas
gracias a una dispensa del año 1085.
El Antifonario de
León es el libro litúrgico musical del rito hispánico que mejor se conserva en
la actualidad, junto a otros ejemplares de este como los de Santiago de
Compostela (BXU, ms. 609, res. 1), Salamanca (BGU, ms. 2668), Zaragoza (BGU,
M-418) o Madrid (RAH, cód. 30), que son de menor extensión o su calidad de
notación e ilustración es inferior.
GLOSARIO
Libro litúrgico
que contiene las antífonas que se cantan durante todo el año, dispuestas de
forma ordenada, junto a otros cantos que se intercalan en las solemnidades y
las fiestas. Se utiliza por el coro tanto en la misa como en el rezo del
oficio.
Forma ritual que
adopta la liturgia celebrada por los cristianos en la Península Ibérica en la
Tardía Antigüedad y la Alta Edad Media, que comprende desde la creación de los
primeros libros litúrgicos (s. IV) hasta su sustitución por la liturgia romana
(s. XI) en el marco de la reforma gregoriana. Desde ese momento se restringió
su uso a algunas iglesias, especialmente en Toledo, como un privilegio especial.
Dependencia del
monasterio medieval dedicada a la copia e ilustración de manuscritos, a modo de
obrador o taller monástico. Generalmente, estaba articulado anexo a la biblioteca
y poseía diversos pupitres para la copia de los manuscritos, junto con los
materiales necesarios. Los monasterios más importantes poseían mejores scriptoria,
produciendo un mayor número de libros que eran exportados más allá del propio
convento.
BIBLIOGRAFÍA
Allgeier, Arthur. «Die Psalmen in der mozarabischen
Liturgie und das Psalterium von Saint Germain-des-Pres». Spanische Forschungen
Görresgesellschaft 3 Band
(1931): 179-236.
Bango Torviso,
Isidro Gonzalo. «El Arte Mozárabe». Actas del I Congreso Nacional de
Cultura Mozárabe. Córdoba: Obra Social y Cultural Cajasur, 1996.
Brou, Louis.
«Liturgie mozarabe ou liturgie hispanique». Ephemerides
Liturgicae 63 (1949): 66-70.
Brou, Louis. «Le
joyau des antiphonaires latins: le manuscrit 8 des Archives de la Cathédrale de
León», Archivos Leoneses 8, no. 5 (1954): 7-114.
Brou, Louis. Notes
de paléographie musicale mozárabe. Barcelona: Instituto Español de
Musicología, 1955.
Brou, Louis y José
Vives. Antifonario visigótico mozárabe de la Catedral de León.
Barcelona: CSIC, 1959.
Díaz y Díaz,
Manuel Cecilio. «Textos litúrgicos mozárabes». Actas del I Congreso
Nacional de Cultura Mozárabe. Córdoba: Obra Social y Cultural Cajasur,
1996.
Díaz y Díaz,
Manuel Cecilio. Códices visigóticos en la Monarquía leonesa. León:
Centro de Estudios e Investigación San Isidoro - CSIC, 1983.
Fernández de la
Cuesta, Ismael, Rosario Álvarez Martínez y Ana Llorens Martín eds. El
canto mozárabe y su entorno: estudios sobre la música de la liturgia viejo
hispánica. Madrid: Sociedad Española de Musicología, 2013.
Gómez Pallarés,
Joan. «El Computus Cottonianus en los mss. Londres, B. M.,
Cotton Caligula A XV; París, B. N., N AL 2169 y León, Archivo de la Catedral,
N. 8». En Actas del VII Congreso Español de Estudios Clásicos, vol.
3, 501-506. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1989.
González
Barrionuevo, Herminio. «Presencia de signos adicionales de tipo melódico en la
notación “mozárabe” del norte de España». Revista de Musicología 9,
no. 1 (1986): 11-27.
González
Barrionuevo, Herminio. «Relación entre la notación “mozárabe” de tipo vertical
y otras escrituras neumáticas». Studi gregoriani 11 (1995):
5-112.
Gutiérrez
González, Carmen Julia. «Librum de auratum conspice pinctum. Sobre la
datación y la procedencia del Antifonario de León». Revista de
Musicología 43, no. 1 (2020): 19-75.
Las edades del
hombre. La música en la Iglesia de Castilla y León. Catálogo de la exposición,
87-89. Valladolid: Junta de Castilla y León, 1991.
Levy, Kenneth. «Old Hispanic chant in its European
context». En España
en la Música de Occidente: Actas del Congreso Internacional, editado
por Emilio Casares, Ismael Fernández de la Cuesta y José
López-Calo, 2-14. Madrid: Instituto Nacional de las Artes Escénicas y
de la Música, Ministerio de Cultura, 1987.
Messenger, Ruth Ellis. «Mozarabic hymns in relation
to contemporary culture in Spain». Traditio 4 (1946): 149-177.
Millares Carlo,
Agustín. Manuscritos visigóticos: notas bibliográficas. Madrid:
CSIC, 1963.
Pazos-López, Ángel
e Ignacio Rodulfo Hazen. «Aproximaciones contextuales al Antifonario de León».
En Temporalidad y Contextos. La interdisciplinariedad a partir de la
historia, el arte y la lingüística, editado por Israel Sanmartín y
Sonia Gómez-Jordana, 605-616. Santiago de Compostela: Universidad de Santiago
de Compostela, 2015.
Pérez de Urbel,
Justo. «Antifonario de León. El escritor y la época». Archivos
Leonenses 8 (1954): 115-144.
Pinell, Jordi. «El
oficio hispano-visigótico». Hispania Sacra 10 (1957): 385-427.
Pinell,
Jordi. Liturgia hispánica. Barcelona: Centro de Pastoral Litúrgica,
1998.
Prado, Germán. «Mozarabic Melodics». Speculum 3,
no. 2 (1928): 218-38.
Rivera Recio, Juan
Francisco. Estudios sobre la Liturgia Mozárabe. Toledo:
Publicaciones del Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos,
1965.
Rodríguez
Fernández, Celso. El Antifonario Visigótico de León: aspectos
literarios de sus fórmulas. Santiago de Compostela: Universidad de Santiago
de Compostela, 1977.
Zapke, Susana
ed. Hispania Vetus: manuscritos litúrgico-musicales. De los orígenes
visigóticos a la transición francorromana: siglos IX-XII. Bilbao: Fundación
BBVA, 2007.
Pazos-López, Ángel, "Antifonario de León",
en Tesoros Hispánicos de la Liturgia Medieval (catálogo de la
exposición virtual), ed. Ángel Pazos-López (Madrid: Universidad Complutense
de Madrid, 2018),
https://www.ucm.es/tesoros/antifonario-leon
Liber Canticorum et
Horarum
Biblioteca
General Histórica de la Universidad de Salamanca
Liber Canticorum et Horarum
Ms. 2668, Biblioteca General
Histórica de la Universidad de Salamanca.
Copista: Cristophorus.
Procedente de Santa María de Aniago (Valladolid).
Año 1059.
Pergamino, 187 ff., 214 x 145 mm.
El Liber
Canticorum et Horarum (Salamanca, BGU, ms. 2668) (1059) es un
manuscrito musical litúrgico de vital importancia para el estudio de los
últimos años del rito hispano antes de su sustitución definitiva por el rito
franco-romano en 1080. Se ha visto en la composición de este manuscrito un intento
de unificación político-religiosa por parte de los reyes de León, Fernando I y
Sancha ante las pretensiones de dominación del papado. Para tal fin, se empleó
este códice junto con el Libro de Horas de Fernando I (BXU,
ms. 609), con el que nuestro manuscrito está estrechamente relacionado. En
cuanto a su notación musical, el Liber Canticorum et Horarum es
un documento único para conocer la historia de la notación musical visigoda del
norte antes de la introducción de la notación Aquitania en el territorio
peninsular. En ella se observa un intento temprano de diastema poco común y
propio de la notación aquitana que quizá revele la influencia del ámbito
carolino. El Liber Canticorum et Horarum incluye casi una
centena de cánticos procedentes del Libro de Isaías que se
entonaban durante la celebración del Oficio religioso, así como las Horas
nocturnas del antiguo rito hispano. Se observan en él dos sectores,
probablemente de distinta procedencia, que dan pie a no pocas especulaciones
sobre la función de este manuscrito. Es, además, una de las principales fuentes
para estudiar el viejo rito hispano y, en última instancia, nuestra propia
identidad cultural.
Se trata de un
códice litúrgico musicado. En él se incluyen numerosos cánticos que se entonaban
en la celebración de la misa. Incluye también las horas nocturnas. Este códice
servía para seguir los cantos durante la liturgia y la notación ayudaba a los
monjes a recordar la melodía, ya que no se trata de una notación tan exacta
como la actual, sino que era más bien un recurso mnemotécnico.
El manuscrito está
incompleto, puesto que solo contiene el Libro de Cantos y el Libro de Horas. El
libro de cantos solía ir precedido del Salterio que a veces se encontraba en un
volumen adicional, como puede ser el caso del ms. 2668 dado que no se ha
conservado.
Formalmente, el
códice presenta dos sectores. El primero, sector A, comprende los folios 1-175
y en él el texto se detiene de forma abrupta. El segundo sector, el B,
comprende los folios 176-187 y posiblemente fuera parte de otro manuscrito o se
compuso de forma independiente debido a que la calidad del pergamino es
diferente, difieren también la forma de las letras, las abreviaturas empleadas,
las capitales no están terminadas y, además, en la caja de escritura hay 15
líneas en lugar de las 14 del sector A. En esta sección se encuentra la
confesión de doña Sancha sobre cuyo nombre más tarde se suscribió el de doña
Urraca. La unión de ambos sectores se produciría, posiblemente, cuando el
volumen pasó a ser un devocionario privado.
- El llamado sector A (ff. 1-175) contiene parte del Oficio monástico
isidoriano en la que se incluyen noventa y nueve cánticos del libro
profético de Isaías. Después de estos, se sitúan las Horas nocturnas del
antiguo rito hispano.
- En el sector B (ff. 176-187) se observan tres partes. La primera de
ellas (ff. 176r-179r) es una profesión de fe, la Oratio Sancta
Trinitate, que también se encuentra en el Libro de horas de
Fernando I (ms. 607, f. 196r). Después se encuentra la Confessio de
doña Sancha y de doña Urraca (ff. 179r-180r). Por último, se sitúan unas
letanías que se deberían de encontrar después de la Oratio de
Sancta Trinitate (ff. 180v-187). En ellas se ha identificado unos
santos pertenecientes al santoral cluniacense. Es posible que este sector
sea un añadido posterior procedente de otro manuscrito. Quizá este sector,
en el que se incluye la Confessio, se compuso entre 1059 y
1067, momento en que falleció doña Sancha y en el que se pudo querer
cambiar el contenido del manuscrito adaptándolo al universo de los monjes
benedictinos.
En el antiguo rito
hispano, tanto el Psalterium como el Liber canticorum eran
empleados en el Oficio monástico. Por otro lado, las horas del Oficio de los
monjes se incluyen en el Liber horarum que contenía los
elementos necesarios para el rezo diario de los monjes, a excepción de los
cantos que se recogían en Liber canticorum.
Estos libros eran
empleados en la oración y en la entonación de los cantos de la liturgia por
parte de los monjes de los monasterios. Los cantos se conocían de memoria, así
como los rezos, de manera que estos libros no eran más que una guía o recurso
de apoyo. En este punto es necesario recordar que la notación musical de este
momento no era tan exacta como la actual, los neumas indicaban los movimientos
de la voz, pero no una altura tonal exacta
Aunque no hay
noticias concretas sobre la utilización de este códice, dado que pertenece al
viejo rito hispano, podemos pensar que se utilizó hasta la sustitución oficial
del rito hispano por el franco-romano que en el reino de León tuvo lugar en
mayo de 1080 con Concilio de Burgos que abolió el viejo rito hispano.
Tras el cambio de
rito, este y otros muchos códices quedaron obsoletos y se importaron con
urgencia códices de Francia, con letra carolina y notación aquitana, que
desplazaron la letra y notación autóctonas.
El Liber
canticorum et horarum estuvo seguramente en el monasterio regio de San
Pelayo, por ello se puede creer que lo emplearon los monjes de dicho monasterio
para la celebración del Oficio monástico isidoriano y de las Horas nocturnas
del antiguo rito hispano
Este manuscrito
pertenece a un momento histórico muy determinado: cuando el territorio hispano
se encontraba fragmentado políticamente y desde Roma se trató de unificar y
ponerlo al servicio del papado mediante el cambio del rito hispano-mozárabe por
el rito franco-romano.
Durante el reinado
de don Fernando I y doña Sancha se compusieron cuatro libros fundamentales:
el Beato de 1047; unas Etimologías de San Isidoro,
del mismo año; el Diurno de don Fernando I, conocido también
como Libro de Horas de Fernando I de 1055; y el Liber
canticorum et horarum de 1059. Los dos últimos presentan coincidencias
formales, tanto en el contenido textual como en el musical. El primero es, no
obstante, de mayor calidad.
Los reyes Fernando
I y Sancha fueron defensores del viejo rito hispano con respecto a las
pretensiones del papado de instaurar el rito franco-romano. Vieron en el rito
hispano un mecanismo de unificación territorial a través de la religión. Se
tienen noticias de que doña Sancha ofreció el Libro de horas de
Fernando I (Santiago de Compostela, BXU, ms. 609), de origen leonés, a
su marido Fernando I para consagrarlo como dominus de la
Iglesia hispánica. Por su parte, el Liber canticorum tendría
la función de afirmar a Sacha como Domina de la red monástica
en cuya formación había participado.
El Liber
canticorum se vinculó al monasterio regio de San Pelayo de León y a
la Domina del momento, doña Sancha que, junto con su hija
Urraca, serán las pioneras del movimiento de resistencia contra el papado y su
pretensión de imponer el rito franco-romano, que acabó haciéndolo en el 1080.
Este códice es una
importante muestra de la labor de unificación política a través de la
renovación de la Iglesia hispánica como mecanismo de unificación. La producción
de este libro litúrgico es, por tanto, un acto religioso y a la vez político.
En cuanto a lo
musical, este códice es una de las principales fuentes para estudiar la música
del viejo rito hispano que acabó por extinguirse, aunque se mantuvo en Toledo.
Este manuscrito permite, además, estudiar las relaciones entre el mundo hispano
visigodo y el carolino a través del estudio de la notación musical y el
principio de notación de la diastemia a través de un supuesto contacto con el
mundo carolino.
Elvira Rodríguez
Martín
Libro litúrgico propio del rito hispánico que
contiene los cánticos del antiguo testamento preparados para comenzar las
respectivas horas del oficio divino. Suele incluir elementos
de notación musical que permiten una referencia a los intervalos de
los sonidos.
Libro que contiene los rezos de cada una de las
horas del oficio divino. Dentro de la liturgia hispánica, existían dos
tradiciones en las horas del oficio: el Ordo Cathedralis y
el Ordo Monasticus, según se refiriesen al culto en monasterios o en
catedrales respectivamente. Suele contener, de forma ordenada, la sucesión de
antífonas que anteceden a los salmos para cada hora del oficio, con
indicaciones de sus correspondencias.
◊ Neumas
Serie de signos gráficos que se escribían por
encima de un texto y que representaban uno o varios sonidos, sin especificar el
ritmo. Constituye uno de los primeros intentos sistemáticos de notación
musical. Este tipo de escritura musical está más cerca de ser una ayuda
mnemotécnica, que un sistema musical propiamente dicho, puesto que gran parte
de los textos de neumas no podían ser descifrados si no se conocía la melodía previamente.
BIBLIOGRAFÍA
Asensio,
Juan Carlos. El canto gregoriano. Historia, liturgia, forma.
Madrid: Alianza, 2008.
Asensio,
Juan Carlos. «Liturgia y música en la Hispania de la Alta Edad Media: el canto
visigótico, hispánico o mozárabe». En Calahorra Martínez, Pedro y Prensa
Villegas, Luis. IX Jornadas de Canto Gregoriano. X Jornadas de Canto
Gregoriano. Zaragoza: Institución «Fernando El Católico» - CSIC, 2006.
Díaz y
Díaz, Manuel Cecilio. Códices visigóticos en la Monarquía leonesa.
León: Centro de Estudios e Investigación San Isidoro - CSIC, 1980.
Fernández
de la Cuesta, Ismael. Manuscritos y fuentes musicales en España. Edad
Media. Madrid: Editorial Alpuerto, 1980.
Galván
Freile, Fernando, "El 'Liber Canticorum et Horarum' de Sancha (B.G.U.S.,
ms. 2668): entre la tradición prerrománica y la modernidad". En Imágenes
del poder en la Edad Media, 451-467, 2011.
Gómez
Muntané, Maria del Carmen. La música medieval en España. Kassel:
Edition Reichenberg, 2001.
Hoppin,
Richard H. La música medieval, traducido por Pilar Ramos López.
Madrid: Akal, 1978.
Klinka,
Emanuelle. «Ego misera et peccatrix…: El Liber mozarabicus
canticorum et horarum (Salamanca, ms. 2668)», E-Spania.
Acceso el 22 octubre de 2019. https://journals.openedition.org/e-spania/21044
Millares
Carlo, Agustín. Manuscritos visigóticos. Barcelona-Madrid: CSIC,
1963.
Rubio
Sadia, Juan Pablo. "La introducción del canto gregoriano en Aragón: etapas
y vicisitudes de un proceso de asimilación (siglos IX-XII)". En Jornadas
de Canto Gregoriano: XV. El libro litúrgico: del scriptorium a la imprenta.
XVI. La implantación en Aragón, en el siglo XII, del rito romano y del canto
gregoriano, coordinador por Luis Prensa y Pedro Calahorra. Zaragoza: Institución
«Fernando El Católico» - CSIC, 2012.
Ruiz
García, Elisa. “Arma regis: los libros de Fernando I y doña Sancha”. Lemir 18
(2014), 137-176.
Zapke,
Susana ed. Hispania Vetus. Manuscritos litúrgico-musicales: de los
orígenes visigóticos a la transición francorromana (siglos IX-XII). Bilbao:
Fundación BBVA, 2007.
https://www.ucm.es/tesoros/liber-canticorum-horarum
Misal de Toledo
Biblioteca
Nacional de España
Misal de Toledo
Ms. Vitr. 4-4, olim 35.12.
Procedente de la Biblioteca Capitular de Toledo.
Finales s. XV.
Pergamino, 174 ff. 266 x 202 mm.
Los misales son los libros litúrgicos que contienen las
oraciones y plegarias de la misa. El Misal de Toledo contiene los textos preparados
para ser proclamados por el sacerdote desde el altar, y se complementaba a la
perfección con el leccionario y el evangeliario –para las lecturas– y con el
Pontifical y el Ritual –para las celebraciones específicas de sacramentos–.
El Misal de Toledo debe su nombre al lugar de creación del
manuscrito que muy seguramente coincidió con el de su uso. El manuscrito es de
gran importancia por ser un libro litúrgico romano que contiene
particularidades locales de la diócesis de Toledo, que en paralelo mantenía un
proyecto de conservación del rito hispánico propio de la Península Ibérica en
la Alta Edad Media. Más allá de su valor como punto clave para el estudio del
rito y la liturgia cristiana del siglo XV, la pieza es de una factura
impecable. Las letras están trazadas con elegancia y pulcritud, de tal forma
que no se encuentran glosas marginales ni correcciones posteriores que
enturbien la lectura del Misal. A esto se suman las iniciales miniadas, a
menudo con marcos repletos de flores y motivos geométricos bien labrados, fruto
de una labor minuciosa de decoración con una amplia gama de colores.
Finalmente, las ilustraciones a página completa rematan una obra magnífica con
las representaciones bíblicas de la Natividad y la Última Cena, donde de nuevo
las tonalidades brillantes de los pigmentos destacan y deslumbran al lector.
PARA SABER MÁS
El códice conocido
como Misal de Toledo (BNE, signatura Vitr. 4-4) debe su nombre
al lugar de creación del manuscrito que, posiblemente, coincidió con el de su
uso. Un misal es un libro litúrgico con las ceremonias, oraciones y rúbricas
pertinentes para la celebración de la misa. En este caso, se trata de un misal
que recoge las ceremonias y oraciones típicas del rito romano. Este rito es
aquel tradicionalmente empleado por la Iglesia latina y su uso es el más
extendido desde el siglo XI, con la Reforma Gregoriana, gracias a la que se
impuso esta forma de celebrar la liturgia por encima de otros ritos como la
liturgia hispánica.
El Misal, además,
reúne todas las oraciones que se utilizan para la celebración de la misa con un
riguroso orden preestablecido, que diferencia los textos propios que cambian en
cada día de las oraciones generales de la liturgia eucarística. Este tipo de
libros a lo largo de la Edad Media fueron suplantando progresivamente a los
sacramentarios de épocas precedentes, hasta llegar a normalizarse desde el
siglo XII en adelante, siendo desde entonces los libros litúrgicos mejor
conservados, junto a los pontificales.
El manuscrito
consta de 174 folios a los que se suman un total de 8 hojas de guarda. En estos
folios el escriba fue copiando el texto en una caja de escritura de 160 x 125
mm compuesta por 17 líneas. Las decoraciones son abundantes, las iniciales a
menudo están decoradas con motivos vegetales, animales, geométricos y figuras
antropomórficas.
Respecto al
contenido, se pueden diferenciar cuatro partes dentro del códice:
·
Calendario
de Toledo (ff. 1r-6v)
·
Selección de misas
del tempo ordinario (ff. 8r-27r)
·
Selección del
santoral comenzando por la Beata Maria Virgine (ff. 27v-66r)
·
Misas votivas,
misas de difuntos y por diversas necesidades (ff. 66v-169r)
Como es habitual
en los misales romanos, el manuscrito presenta las tres partes típicas en las
que se dividen estos libros litúrgicos: el ordinario de la misa, el propio de
los santos y las misas votivas y de difuntos. A esto se añade en los primeros
folios un útil calendario del propio de Toledo con los días festivos de su
arzobispado.
Además, en los
folios 7v y 91v hay dos magníficas ilustraciones a página entera con dorados y
colores brillantes, la primera representando la Natividad con el Anuncio a los
pastores al fondo y la segunda, con la escena de la Última Cena.
El misal es el
libro del altar. Como guía de la celebración, contiene las oraciones que ha de
proclamar el sacerdote, junto a los textos litúrgicos destinados a rezarse
desde el altar. El empleo del misal está restringido al clero, concretamente al
toledano, durante la celebración de la eucaristía. Al ser un libro de altar, su
uso se restringe al sacerdote que preside la celebración, que en algunos casos
puede ser el obispo. Su rica factura y las iluminaciones que acompañan al texto
son características que elevan al códice a una posición jerárquica.
Esta obra fue
compuesta a finales del siglo XV y es esperable que se empleara en la ciudad de
Toledo durante un espacio de tiempo relativamente largo desde su creación, pues
los misales tenían un uso abundante y diario en esta época además de que el
Concilio de Trento no trajo modificaciones sustanciales del misal, a pesar de
lo que se cree popularmente.
Este misal
presenta una serie de características propias que hacen de él una pieza única,
con un contenido que aporta una valiosa información sobre cómo se celebraba la
misa en Toledo a finales del siglo XV, especialmente con las particularidades
concretas que el rito romano permitía en esa época a las tradiciones locales.
A modo de
conclusión, se puede afirmar que el Misal de Toledo es una
pieza única dentro de la amplia tradición de misales; un libro litúrgico con
una función eminentemente práctica, pero de una importancia capital tanto para
el estudio del culto religioso como para el análisis artístico de las
miniaturas.
Sara
López-Maroto Quiñones
GLOSARIO
◊ Altar
(lat., ara) Construcción
en forma de mesa elevada que se consagra ceremonialmente y donde el sacerdote
realiza los ritos eucarísticos. En el centro del altar se inserta un núcleo o
piedra consagrada que contiene reliquias de los mártires y santos. En los
comienzos del rito cristiano se utilizaban mesas de madera más
o menos trabajada que se podían desplazar para los oficios. Fue a
partir del siglo IV cuando los altares empezaron a colocarse en el ábside
del templo. Más tarde, en el siglo XII, el altar permanecía fijo, y para
su confección se usaba tanto la piedra como otros materiales nobles.
Generalmente, el altar cubría un sepulcro sellado que contenía las
reliquias de los mártires.
Es una nota
escrita en los márgenes o entre las líneas de un libro, en la cual se
explica el significado del texto en su idioma original, a veces en
otro idioma. Estas glosas realizadas en los márgenes pueden variar en
su complejidad y elaboración, desde simples notas al margen de algunas
palabras que un lector puede encontrar oscuras o difíciles, hasta
traducciones completas del texto original y referencias a
párrafos similares.
Concilio ecuménico
de la Iglesia católica desarrollado en periodos discontinuos
durante veinticinco sesiones entre los años 1545 y 1563. Se adoptaron
acuerdos como la aceptación de los Libros Sagrados y la Tradición
Apostólica, cánones sobre los sacramentos del autismo y la
confirmación o la Eucaristía.
BIBLIOGRAFÍA
De Laurentiis,
Elena y Emilia Anna Talamo. Códices de la Capilla Sixtina. Manuscritos
miniados en colecciones españolas. Madrid: Biblioteca Nacional de España;
Toledo: Catedral Primada de Toledo, 2010.
Diringer, David. The illuminated book: Its
history and production. London:
Faber & Faber, 1958.
Domínguez Bordona,
Jesús. Exposición de códices miniados españoles: Catálogo. Madrid:
Sociedad Española de Amigos del Arte, 1929.
Domínguez Bordona,
Jesús. La miniatura española. Tomo 2. Firenze: Pantheon, Casa
Editrice, 1929.
Domínguez Bordona,
Jesús. Manuscritos con pinturas. Notas para un inventario de los
conservados en colecciones públicas y particulares de España. Tomo I: Ávila -
Madrid. Madrid: Presses de Blass, 1933.
Domínguez
Bordona, Jesús. Unión internacional de Editores. XVI Congreso. Catálogo
de la exposición de códices miniados. Barcelona: Instituto Nacional del
Libro Español, 1962.
Exposición
Bibliográfica Mariana, catálogo. Volumen I: Manuscritos, incunables, estampas y
dibujos. Madrid:
Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1954.
Ferreres, Juan
Bautista. Historia del Misal Romano. Barcelona: Eugenio Subirana
Editor, 1929.
Fink-Errera, Guy intr. Exposition des
manuscrits a peintures. L'Heritage de Bourgogne dans l'art international. Madrid: Presses de Blass,
1955.
Janini, José y
José Serrano. Manuscritos litúrgicos de la Biblioteca Nacional:
catálogo. Madrid: Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1969.
Loewes, Gustav y
Wilhelm Von Hartel. Bibliotheca Patrum
Latinorum Hispaniensis. I Band. Wien: Carl Gerold's sohn,
1887.
López de Toro,
José dir. Miniatures espagnoles et flamandes dans les collections
d’Espagne. Brussel: Bibliothèque Royale de Belgique, 1964.
Paz y Meliá,
Antonio. «Códices más notables de la Biblioteca Nacional, IX. Misal toledano
del siglo XV». Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos 8
(1903): 36-37.
Sierra López, Juan
Manuel. El Misal Toledano de 1499. Toledo: Instituto Teológico San
Ildefonso, 2005.
López-Maroto
Quiñones, Sara, "Misal de Toledo", en Tesoros Hispánicos de
la Liturgia Medieval (catálogo de la exposición virtual), ed. Ángel
Pazos-López (Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2019),
<https://www.ucm.es/tesoros/misal-toledo>.
https://www.ucm.es/tesoros/misal-toledo
Libro I del Codex Calixtinus
Archivo
Capitular de la Catedral de Santiago de Compostela
Libro I del Codex Calixtinus
Aymerico Picaud y Papa Calixto?
Archivo Capitular de la Catedral de Santiago de Compostela
Segunda mitad del siglo XII
Pergamino, ff. 2v-139v, 295 x 215 mm.
Realizado aproximadamente en la segunda mitad del siglo
XII, cronología que sigue en plena discusión, el Libro I del Códice
Calixtino es la parte del manuscrito que contiene la liturgia propia
de las celebraciones de la Catedral Santiago de Compostela. Aunque el Códice
completo se estructura en cinco libros, el primero y más extenso es el más
relevante desde el punto de vista litúrgico. Con treinta y un capítulos, se organizan
las diferentes misas específicas y textos propios de las festividades de
Santiago, así como textos homiliéticos de diferentes autores que recalcan la
importancia del Hijo del Zebedeo. Además, el manuscrito se acompaña por una
profusa decoración miniada, tanto en letras capitales y adornos, como en orlas
específicas y motivos figurativos, formando todo una obra relativamente
unitaria y coherente. La escritura es minúscula francesa y las numerosas
abreviaturas presentes en el texto son las normales en la escritura de este
tipo y época. El texto original que conforma el manuscrito conservado en la
actualidad en el Archivo Capitular de la Catedral de Santiago de Compostela se
atribuye a los diferentes recopiladores de textos y copistas que componen el
Códice en su totalidad, siendo su autoría también ampliamente discutida.
Alejandro Morán Barrio (2018)
PARA SABER MÁS
El Libro I
del Códice Calixtino es la muestra más antigua de una recopilación de
textos anónimos litúrgicos cuyo hilo conductor principal es la glorificación
del Apóstol Santiago a través de diferentes tipos de narraciones en las que se
busca dar respuesta a las necesidades cultuales compostelanas, incluyendo en
ellas el fenómeno de la peregrinación. Fue compuesto mayormente en los años finales
del episcopado de Diego Gelmírez. En treinta y un capítulos, recoge un
amplísimo conjunto de textos relacionados con la liturgia para el culto del
Apóstol. La mayoría de ellos son de gran valor argumental y ofrecen una imagen
de gran eficacia y opulencia de las principales celebraciones litúrgicas
compostelanas. Muestra también en su totalidad una peculiar interpretación del
hecho jacobeo y de sus consecuencias de carácter religioso, culturales e
iconográficas. La compilación busca dar satisfactorias respuestas a las
necesidades del culto y la peregrinación compostelanas en su tiempo.
El Códice
Calixtino se estructura en cinco libros de distinta extensión, siendo
el Libro I, de carácter litúrgico, el más importante de todos
ellos. Además de abarcar más de la mitad del Códice, está compuesto casi en su
totalidad por piezas litúrgicas. Comprende desde el folio 2v al 139v, aunque
habría que añadir los folios 214 al 225, que conforman el apéndice, dada la
naturaleza litúrgica de sus fragmentos. A su vez, este primer libro está
subdividido en tres partes, con un orden relativamente confuso: primeramente
encontramos un Leccionario y Homiliario, que posee
las lecturas y homilías para los maitines o los oficios nocturnos de las
diversas fiestas; una segunda parte que consta de un Antifonario,
con las antífonas, capítulos, responsorios e himnos para el Oficio Divino,
tanto los diurnos como nocturnos; y, finalmente, contiene un Misal con
los elementos propios de la Misa de las dos grandes solemnidades jacobeas: el 25
de julio con su vigilia y octava y la del 30 de diciembre con su octava.
Contiene, también, aunque añadido con posterioridad, la Misa de los Milagros de
Santiago y, en cada formulario, varias oraciones más para las distintas horas
del Oficio.
El Libro I
del Códice Calixtino es un compendio litúrgico de gran volumen cuyos
textos litúrgicos responden a las necesidades de un culto que ya había
alcanzado una clara dimensión europea y que reclamaba la solemnidad adecuada.
De esta forma, el Libro I servía para estructurar de manera ordenada y lógica
las misas y sermones de los religiosos, que, mayormente eran las personas que
solían tener acceso al objeto litúrgico y con el que realizaban las misas más
importantes del culto jacobeo en torno a la figura del Apóstol Santiago.
El Libro I
del Códice Calixtino contiene la compilación de textos litúrgicos
específicos de Santiago más importantes y completos de la época. Ha de
destacarse la clara intención propagandística detrás de su elaboración, unida a
un claro propósito de notar la universalidad y amplitud del patrocinio del
Apóstol, además de servir de guía litúrgica para la celebración de los Oficios
y la Misa de las fiestas del Apóstol Santiago.
GLOSARIO
Libro litúrgico
que contiene los extractos de textos bíblicos para las lecturas, el salmo y el
evangelio dentro de la misa.
Libro que compila
homilías de autores antiguos para servir de guía de predicación y modelo. La
homilía es el comentario de los textos de la Sagrada Escritura que se proclaman
en una determinada misa. No debe confundirse con el sermón doctrinal.
Conjunto de
oraciones que la Iglesia ha organizado para santificar las horas del día,
estructuradas en mayores (laudes y vísperas) y menores (maitines, prima,
tercia, sexta, nona, completas o nocturnos). Es de obligado cumplimiento para
el clero regular y algunas de las horas para el secular. Dentro de cada hora se
alternan oraciones, salmos y antífonas que dependen de la solemnidad o
conmemoración que se esté celebrando en ese día.
BIBLIOGRAFÍA
Asensio Palacios,
Juan Carlos ed. El Codex Calixtinus en la Europa del siglo XII. Música,
Arte, Codicología y Liturgia. León: INAEM, 2011.
Díaz y Díaz,
Manuel Cecilio. El Códice Calixtino de la Catedral de Santiago. Estudio
codicológico y de contenido. Santiago de Compostela: Centro de
Estudios Jacobeos, 1988.
Liber Sancti
Iacobi. Codex Calixtinus,
traducido por Abelardo Moralejo, Casimiro Torres y Julio Feo. Santiago de
Compostela: Instituto Padre Sarmiento de Estudios Gallegos, 1951.
López Alsina,
Fernando. «Diego Gelmírez, las raíces del Liber Sancti Jacobi y
el Códice Calixtino». En O século de Xelmírez. Santiago de
Compostela: Consello da Cultura Galega, 2013.
López Ferreiro,
Antonio. Historia de la Santa A. M. Iglesia de Santiago de Compostela,
vol. 1. Santiago de Compostela: Impr. del Seminario Conciliar Central, 1908.
Stones, Alison.
«Ilustración en el Códice Calixtino». En Compostela y Europa: la
historia de Diego Gelmírez [Catálogo de exposición], coordinado
por Manuel Castiñeiras, 142-157. A Coruña: Skira Editore, 2010.
Temperán
Villaverde, Elisardo. La liturgia propia de Santiago en el Códice
Calixtino. Galicia: Xunta de Galicia, 1997.
Villanueva
Abelairas, Carlos. «Música y liturgia en Compostela a partir del Calixtino: el
Oficio de Maitines y la Misa de la Vigilia del Apóstol». En El Códice
Calixtino y la música de su tiempo, 20-23 de septiembre de 1999, coordinado
por José López-Calo, 331-386. A Coruña: Fundación Barrié, 2001.
Yzquierdo Peiró,
Ramón ed. Ceremonial, fiesta y liturgia en la Catedral de Santiago.
Santiago de Compostela: Consorcio de Santiago, 2011.
Morán Barrio, Alejandro, "Libro I del Codex
Calixtinus", en Tesoros
Hispánicos de la Liturgia Medieval (catálogo de la exposición virtual),
ed. Ángel Pazos-López (Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2018),
<https://www.ucm.es/tesoros/codex-calixtinus>.
https://www.ucm.es/tesoros/codex-calixtinus
Sacramentarium hispánico
INFORMACIÓN BÁSICA
Sacramentarium
Cod. 35, Biblioteca de la Real Academia de la Historia.
Procedente de Limoges.
Posteriormente trasladado al Monasterio de San Millán de la Cogolla.
S. XI
Pergamino iluminado, 166 ff., 330 x 210 mm
El Cod. 35 de la Biblioteca de la Real Academia de la
Historia, en Madrid, conserva un Sacramentarium con los
textos eucarísticos. Proviene del Monasterio de San Millán de la Cogolla,
aunque fue redactado en Limoges y se cree que, en principio, fuese realizado
para alguna abadía benedictina de aquella región, probablemente San Marcial de
Limoges. Se fecha en el siglo XI y está hecho en pergamino. Su escritura es
carolingia, aunque pueden encontrarse algunas adiciones posteriores, tanto en
escritura gótica como cortesana. Es probable, según algunos autores, que
este liber sacramentorum fuese uno de los responsables de la
introducción del rito romano en la Península Ibérica. Se encuentra
incompleto y la calidad de su factura y materiales no es extraordinaria, pero
supone un claro ejemplo de lo que era un Sacramentarium,
incluyendo las fórmulas litúrgicas del Canon, santoral, misas votivas, etc. El
códice comienza con el Te igitur, palabras que dan inicio al
Canon o Plegaria Eucarística. Incluye una imagen de la Crucifixión, con María y
san Juan a los pies de la cruz; aparecen también el sol y la luna
personificados, acompañados de las palabras sol merens y luna
plorans. En este sentido, se vincula el sacrificio de Cristo en la cruz
con el sacrificio del altar en la Eucaristía.
Sofía Gómez Robisco (2019)
El
sacramentario es una obra litúrgica que contiene las fórmulas de las distintas
oraciones y plegarias de la Eucaristía. Este libro litúrgico es uno de los
antecedentes del Misal, cuyo origen se data a finales del siglo VI. A finales
del siglo IX comienzan a aparecer los primeros misales, conviviendo con los
sacramentarios durante varios años hasta su completa sustitución. Las fórmulas
que contiene son del tipo gregoriano-gelasiano, por lo que responde al rito
romano de la Plena Edad Media.
Este sacramentario, conservado en la Real Academia de la Historia, está
redactado en escritura carolingia y pueden distinguirse la mano de varios
copistas. También son reseñables algunos añadidos posteriores con escrituras
carolingias de un estadio más avanzado, así como en escritura gótica e incluso
cortesana del siglo XV.
El Canon
Romano está precedido de la representación iconográfica de la Crucifixión. De
este modo, la imagen trata de dar un mayor esplendor al momento más importante
de la liturgia: la Plegaria Eucarística. Cristo aparece con los ojos abiertos,
es decir, es un Cristo vivo; es a la vez vencido y vencedor. Esta
representación es habitual en el mundo carolingio. En la parte superior de la
cruz aparecen, a derecha e izquierda, el sol y la luna personificados. La
dualidad representada por estos dos elementos hace referencia tanto al duelo de
la naturaleza ante el sacrificio de Cristo, la doble dimensión entre la noche y
el día, la muerte y la vida; como a la salvación, cuya luz se representa en la
antorcha que ambos llevan encendida y que es universal. A esta totalidad se
alude también mediante el alfa y la omega que penden de la cruz: el principio y
el fin, un Cristo que es todo y un todo que es salvado por su sacrificio. A
ambos lados de la cruz, aparecen otros dos personajes: María y Juan.
En el
folio anterior se distinguen restos de una imagen de Cristo en majestad.
Seguramente iría rodeado de los Cuatro Vivientes del Apocalipsis. Es probable
que a esta imagen le precediese un prefacio que se ha perdido.
El
sacramentario está dividido en tres libros:
Libro I
- Propio
del tiempo (de la vigilia de navidad a pentecostés), más los textos para
algunos ritos, como las ordenaciones, el catecumenado y el bautismo, la
penitencia, la dedicación de la iglesia, la consagración de vírgenes.
Libro II
- Propio
de los santos y el tiempo de adviento.
Libro III
- Domingos
ordinarios, con el canon, y celebraciones varias.
En este
en particular podemos encontrar la siguiente estructura:
- Canon
(f. 1-4)
- Temporal
y Santoral (f. 4-111)
- Común
de Santos (f. 111-112)
- Hasta
el domingo 27 después de Pentecostés (f. 112-126)
- Domingos
de Adviento (f. 127-130)
- Series
de oraciones (f. 130-142)
- Misas
votivas de la semana (f. 143-146)
- Misas
votivas (f. 147-166)
- Incipit
ordo defunctorum (f. 166)
El
Sacramentario recoge las fórmulas que debían leerse en las celebraciones
litúrgicas, de modo especial aquellas de la Plegaria Eucarística o Canon.
También incluía aquellas oraciones propias de determinados ciclos litúrgicos
(en este caso el tiempo ordinario después de Pentecostés y Adviento) o
celebraciones (santos, misas votivas, etc.). Se emplearía en las celebraciones
del monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja. No se sabe a ciencia
cierta cómo llegó allí, pues algunos investigadores consideran la posibilidad
de que fuese compuesto para la abadía de San Marcial de Limoges, región en la
que fue redactado. Sea como fuere, y aun desconociendo la fecha exacta de su
llegada a San Millán, sabemos que en el siglo XII aún estaba en uso en la zona
de Limoges y que en el siglo XV los monjes emilianenses ya contaban con este
liber sacramentorum, pues en el f. 56r puede leerse un añadido en escritura
cortesana que dice lo siguiente: “Señor yo Pero Sánchez de Villarracionero en
San Millán de la Cogolla”.
Pese a
encontrarse incompleto y que su calidad y lujo no son destacables, este Liber
Sacramentorum resulta interesante por ser testigo de un contexto
complejo. Se redactó en un momento histórico en el que proliferaron las
reformas litúrgicas. Se distinguían numerosos ritos, con sus respectivas
variantes en las fórmulas litúrgicas, pero fue el rito romano el que,
finalmente, se prefirió y permaneció. Dicho rito llegó a la Península Ibérica
desde los territorios galos a través de la Marca Hispánica. Al ser este
Sacramentario oriundo de la región de Limoges, hay quien considera que es uno
de los ejemplos ilustrativos de la introducción del rito romano a la Península.
Gómez Robisco, Sofía, "Sacramentarium
Hispánico", en Tesoros
Hispánicos de la Liturgia Medieval (catálogo de la exposición virtual),
ed. Ángel Pazos-López (Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2019),
<https://www.ucm.es/tesoros/sacramentarium-hispanico>.
https://www.ucm.es/tesoros/sacramentarium-hispanico
Liber Commicus
Biblioteca
de la Real Academia de la Historia
Liber commicus
Cód. 22, Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Madrid.
Escriba: Pedro, abad de San Millán de la Cogolla.
Procedente de San Millán de la Cogolla (La Rioja).
s. XI, concluido hacia 1073.
Pergamino, 195 ff., 395 x 270 mm.
Las lecturas de los profetas, las lecturas apostólicas y el
texto de los evangelios que se leían dentro de la liturgia en cada festividad,
se transcribían en un volumen específico, en lugar de utilizar un ejemplar de
la Biblia. Con el nombre de Liber commicus se conoce el
libro litúrgico típicamente hispánico que recoge tales lecturas bíblicas,
organizadas conforme al calendario de los oficios religiosos. Han llegado hasta
nosotros varios ejemplares del Liber commicus, procedentes de
Toledo, León o Silos: el más completo de ellos es, sin embargo, el códice 22 de
la Biblioteca de Real Academia de la Historia, adonde recaló tras la
desamortización del monasterio de San Millán de la Cogolla, lugar en el que fue
transcrito y donde ser conservaba. Su escriba, Pedro, llegó a ser abad y dedicó
parte del final de su vida al trabajo erudito; concluyó en el año 1073 la copia
de este códice, escrito en minúscula visigoda (la escritura tradicional de la
Península Ibérica). La producción de este códice por parte de un religioso del
s. XI debe ponerse en relación con el proceso de sustitución que se produce en
este período del tradicional rito hispánico y de su escritura, la visigótica,
por el rito romano y la minúscula carolina y pregótica, impulsadas por el
papado, algunas élites monárquicas y la influyente orden de Cluny. La copia de
este libro es una reivindicación de la liturgia, escritura y tradiciones
hispánicas, que en el s. XI se veían suplantadas y uniformizadas conforme a los
modelos europeos.
Álvaro Cancela Cilleruelo (2019)
PARA SABER MÁS
El códice 22 de la
Biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid es un Liber
commicus. Con este curioso nombre se conoce un tipo muy específico de libro
empleado para la liturgia, equivalente al «leccionario» en el rito romano. Los
leccionarios (del latín lectio, la «lectura» del oficio religioso)
son libros en los que se extractan y copian las lecturas bíblicas para su uso
en los oficios religiosos. La denominación de Liber commicus es
empleada únicamente en la tradicional iglesia hispánica de la Antigüedad Tardía
y la Alta Edad Media, hasta fines del s. XI. Era, por tanto, un libro
típicamente peninsular, que cumplía la función de ser empleado para proclamar
las lecturas.
Aunque el grueso
de copias con toda probabilidad se han perdido, se conservan varios ejemplares
y fragmentos del Liber commicus: una copia, transcrita en
Monasterio de Silos a mediados del s. XI, se conserva actualmente en París
(Bibliothèque National de France, NAL 2171); otra copia, escrita en torno a los
ss. IX-X, se ejecutó en Toledo, donde actualmente se guarda (Biblioteca
Capitular, 35.8); un fragmento de un Liber commicus leonés,
copiado a mitad del s. XI, se conserva actualmente en la Biblioteca Capitular
de León (cód. 2). El códice 22 de la Biblioteca de la Real Academia de la
Historia, es un Libercommicuscopiado en el monasterio de San Millán
de la Cogolla, en la Rioja, por escriba, Petrus, que en las líneas
que con las que quiso concluir su trabajo –el llamado colofón– se define como
abad y que concluye su copia en el año 1073.
El nombre de esta
clase de libros, que cuenta con numerosas variantes (comicus, commicum, comitium, commatos, comes o comitis,
entre otras) no tiene nada que ver con la comedia y, de hecho, constituye todo
un misterio. El origen de esta denominación ya era problemático para los
visigodos. Por un lado, se ha puesto en relación con el término comes,
«acompañante», como si se tratase de vademécum; por otro, San
Julián de Toledo, en s. VII, lo relaciona con el término commata,
empleado para referirse a los períodos o secciones en los que se dividía el
texto bíblico, y defiende una denominación de Liber commatus. En
fechas recientes commicum se ha vinculado con cum
mecum, «conmigo», ofreciendo una explicación que retorna a la idea de
un vademécum de lecturas bíblicas.
El códice actual
viste una encuadernación moderna en piel, datada en 1962. Consta de 195 folios
en pergamino de 390/95 mm de longitud y 270 mm de anchura, protegidos por
sendas hojas de guarda anteriores y posteriores. Se trata de un formato de
folios amplio, que –para obtener una idea orientativa– podemos acercar al
actual formato A3. El texto está escrito a dos columnas por un único copista,
con una escritura cuidada, elegante, que al concluir la copia revela su
nombre, Petrus (Pedro), su cargo de abad y el año en el que
concluye su labor: 1073. El códice cuenta con un riquísimo aparato decorativo.
Los títulos aparecen rubricados. En casi cada página hay iniciales ejecutadas
mediante lacerías, rellenado, formas antropomórficas y zoomórficas (aves,
peces, lobos, serpientes); las miniaturas, ejecutadas en los márgenes del texto
en una policromía de tonos morado, amarillo, verde o rojo, representan escenas
bíblicas, como el sacrificio de Abraham o a Cristo y sus discípulos, y
programas iconográficos, como la Cruz de Oviedo. Varios investigadores han
insistido en la idea de que el programa iconográfico podría retomar modelos
antiguos, aunque las conclusiones precisas al respecto son poco seguras.
El Liber
commicus recopila precisamente las lecturas de tres clases de libros
bíblicos: los profetas, las lecturas apostólicas y el texto de los evangelios,
ordenadas según el calendario para su uso y organizadas de acuerdo con la
estructura de la misa. En primer lugar, se identifica el día o la festividad
del día de la lectura; a continuación, siguen una a una las tres lecturas para
tal día, precedidas de sendos títulos. Por ejemplo, las primeras lecturas
comienzan en el en el f. 12r: Legendum in primo dominico de aduentu
Domini («Lecturas para el primer domingo de Adviento»), seguido del
título de la primera lectura: Lectio libri Esaie prophete («Lectura
del libro del Profeta Isaías»), y, a continuación, el pasaje preciso de Isaías.
Al texto de Isaías sigue una lectura de la Epístola de San Pablo a los Romanos
y otra del Evangelio según San Mateo. Tras la conclusión del texto de esta
lectura, se pasa a las lecturas de la misa siguiente, hasta ofrecer la más
completa colección de lecturas de la liturgia hispánica.
El códice está
concebido para su ser empleado en los oficios religiosos del mismo centro en el
que se transcribió: el Monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja, hacia
las últimas décadas del s. XI. Sus destinatarios y usuarios, son, pues, una
comunidad monástica. Su escriba, el abad Pedro (Petrus), es una
personalidad conocida en la segunda mitad s. XI, un período marcado por los
enfrentamientos entre Castilla y Navarra, que afectaron al monasterio y en los
que se vio implicado el propio Pedro. Desde 1067 el abad se retira para
dedicarse a los libros y a la biblioteca; fruto de este recogimiento,
consagrado al trabajo y al estudio, es precisamente la copia de su puño y letra
de este célebre manuscrito.
Esta copia
del Liber Commicus, actualmente conservada en la Real Academia de
la Historia, no solo es, para varios investigadores, el ejemplar más perfecto
de esta clase de libros, sino que constituye una pieza históricamente
relevante, casi icónica, como símbolo del último intento por conservar, en uno
de los núcleos monásticos más relevantes de la Península, el rito hispánico en
un momento en el que ya se avanzaba su sustitución por la liturgia romana.
Tradicionalmente, las ceremonias cristianas de la Península se llevaban a cabo
de acuerdo con un rito particular, conocido como rito hispánico, visigótico o
mozárabe, que se había conformado durante el Reino visigodo y que se mantenía
en los territorios y colectivos cristianos peninsulares. El rito visigodo, que
contaba con características particulares, diferentes del resto de la
cristiandad latina, empleaba varios libros litúrgicos propios, entre ellos,
el Liber commicus, ejecutados en la escritura tradicional de esta
área: la minúscula visigoda. En el s. XI la liturgia hispánica vivía una
transición clave. A lo largo de esta centuria, y a instancias de procesos como
la llamada «Reforma gregoriana», este rito hispánico se ve progresivamente
sustituido por el rito romano, que unificaba toda la cristiandad romano-latina;
en el año 1080 el monarca Alfonso VI, el conquistador de Toledo, convocó un
concilio general en Burgos y declaró oficialmente abolida la liturgia hispana y
su sustitución por la romana, que se fue progresivamente imponiendo. Dado que
los libros litúrgicos son objetos eminentemente prácticos –se copian y
conservan, porque se leen y se utilizan–, el abandono del rito hispánico
conllevó el abandono de estos objetos y a la interrupción de su copia: hoy son,
para nosotros, un fósil vivo de un culto pasado, que solo sobrevive, de manera
testimonial y simbólica, en algunos centros.
Este proceso de
imposición del rito romano, que contó con el impulso del papado, con el apoyo
de la influyente Orden Cluniacense y de ciertas élites monárquicas hispanas, se
enfrentó, sin embargo, a no pocos opositores. Es en este ambiente de oposición
al cambio de rito y, para ello, de reivindicación de la tradición cultural,
religiosa y litúrgica hispánicas, en el que se encuadra la copia de este Liber
commicus en San Millán, un ejemplar con forma y función
reivindicativas: la escritura visigótica y el rito hispano. Este carácter
beligerante y conservador es explícito además en el texto que cierra el
manuscrito en el f. 195r, un sermón en defensa del ritual hispánico.
El abandono del
rito hispánico forma parte de un amplio proceso cultural en el que el medievo
hispánico abandona otros elementos culturales típicamente peninsulares: de
manera pareja a la liturgia, se abandonará también la escritura visigoda
(progresivamente sustituida por la carolina y sus descendientes, pregótica y
gótica); en los siglos posteriores se impuso el sistema de fechas actuales, que
sustituye el cómputo hispánico de años, la llamada «era hispánica», que partía
del año 38 a. C. y para cuya conversión es preciso, por tanto, sustraer 38 años
al año fechado mediante la era hispánica. Con el abandono del rito hispano, de
la escritura visigoda y de la era hispana, la Península vivía una unificación
cultural en el que perdía tres características únicas, heredadas desde la
Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media.
Cancela Cilleruelo, Álvaro, "Liber
Commicus", en Tesoros
Hispánicos de la Liturgia Medieval (catálogo de la exposición virtual),
ed. Ángel Pazos-López (Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2019),
<https://www.ucm.es/tesoros/liber-commicus>.
https://www.ucm.es/tesoros/liber-commicus
Obras
Piezas de
la exposición
Las piezas que forman parte de esta exposición
han sido seleccionadas como objetos singulares de la cultura ritual que nos
permiten entender los ritos cristianos de la Edad Media en la actualidad.
Puedes pinchar en las imágenes para acceder a los objetos, o bien localizarlos
a través del mapa interactivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario