MEXICO ANTIGUO
OAXACA
Panorama arqueológico
El acercamiento a una cultura indígena con unos doce mil años de
evolución presupone un esfuerzo científico que supera el campo arqueológico. Si
bien lo zapoteco y lo mixteco constituyen el carácter principal de la cultura
prehispánica de Oaxaca, su conjugación histórica con grupos étnicos de la
región, en donde aparecen, entre otros, chinantecos, mixes, zoques, mazatecos y
cuicatecos, obliga a tener una visión más completa de este mundo complejo,
diverso e inagotable.
Oaxaca se destaca por su pluralidad. Su riqueza cultural y lingüística,
reflejada en los dieciséis grupos indígenas que habitan la entidad, es producto
de 12.000 años de evolución cultural y de la creatividad de sus habitantes.
Principalmente a través de la cultura
zapoteca del Clásico y la mixteca del Posclásico, en sus respectivos apogeos,
conocemos la historia prehispánica de Oaxaca. Una visión más completa tendría
que tomar en cuenta no sólo a estas dos culturas sino también el desarrollo
paulatino y a veces no espectacular de todos los grupos oaxaqueños.
PRIMEROS POBLADORES:
10 000 – 2 000 A.C.
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Hace unos 12 000 años, grupos de seres humanos llegaron al Nuevo Mundo
procedentes de Asia, estableciéndose en América del Norte. Su expansión
subsiguiente los llevó hacía el sur del continente, dejando, en Oaxaca, como
evidencia más antigua, una punta de lanza de piedra lasqueada similar en
estilo a los implementos utilizados durante la cultura Clovis para cazar
animales ahora extintos.
Con la desaparición
de la megafauna (mamuts, bisontes, mastodontes), quizá debido al exceso de
cacería, los grupos de cazadores-recolectores de Oaxaca y otras áreas tuvieron
que reajustar sus prácticas de subsistencia apoyándose en la recolección de
plantas silvestres y la caza de venados, conejos, palomas y otros animales.
Durante el largo periodo conocido como Arcaico (8000 – 20000 a.C.), la
gente vivía en pequeños grupos nómadas compuestos por una o varias familias que
hacían sus campamentos temporales en lugares abiertos o en abrigos naturales,
según los productos disponibles en las diferentes estaciones del año. Con el
paso del tiempo, algunas de las plantas recolectadas, como el teosinte
(ancestro de maíz) y variedades silvestres del frijol, la calabaza y el chile,
fueron seleccionadas, sembradas y cuidadas, llegando a su domesticación, lo que
significó un paso importante hacia las sociedades agrícolas y sedentarias.
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ALDEAS:
1600-500 A.C.
En 1600 a.C., Oaxaca se encontraba en la etapa de
las primeras aldeas sedentarias, un período donde las poblaciones humanas
dejaron de ser nómadas y se establecieron en comunidades agrícolas
permanentes. En particular en los sitios del Valle de Etla (San José
Mogote, Hacienda Blanca y Tierras Largas). Esta transición se caracterizó por
el desarrollo de la agricultura como principal fuente de sustento y la
construcción de las primeras aldeas, marcando el fin de un estilo de vida
basado en la caza y la recolección.
Desarrollo de las
aldeas sedentarias en Oaxaca:
- Establecimiento de comunidades agrícolas:
Las poblaciones se asentaron en
aldeas cerca de los campos de cultivo, aprovechando tierras fértiles como las
planicies aluviales de los ríos o las orillas de los lagos.
- Organización social:
Las aldeas estaban compuestas
por familias extensas y la arquitectura de las viviendas variaba según la
región, aunque generalmente eran casas rectangulares hechas de bajareque con
techos de palma.
- Desarrollo de la cerámica:
La cerámica comenzó a
utilizarse para la preparación y consumo de alimentos, así como para la
creación de objetos decorativos como figurillas e instrumentos musicales.
- Evidencias arqueomusicológicas:
Investigaciones arqueológicas
han revelado evidencias de instrumentos musicales como maracas y flautas de
cerámica en sitios como Hacienda Blanca y Tierras Largas, fechados para la fase
Tierras Largas (1400-1200 a.C.).
- Diferenciación social:
Hacia el final de esta etapa,
se observó una diferenciación en el tamaño de las aldeas, con algunas
convirtiéndose en centros mayores rodeados de aldeas más pequeñas.
- Aparición de construcciones no residenciales:
En las aldeas mayores, se
empezaron a construir estructuras que no eran viviendas, lo que sugiere una
complejización de la organización social y posiblemente funciones
especializadas dentro de la comunidad.
En 1400-1200 a.C., se formaron numerosas aldeas en
el Valle de Oaxaca y en el de Nochixtlán. Eran comunidades de quizá cinco o
diez familias que vivían en casas de bajareque (palos y lodo), hacían cerámica
de forma sencilla, cultivaban sobre el aluvión de los ríos y almacenaban grano
en pozos subterráneos. A los muertos los enterraban en fosas cercanas a sus
casas, y se establecieron redes de intercambio de obsidiana, concha, cerámica y
materiales perecederos.
Algunas
comunidades, como San José Mogote, contaron con cientos de habitantes y
funcionaban como centros de mayor importancia en cuanto a las relaciones
políticas y las actividades económicas y religiosas.
Durante
los mil o más años de la etapa aldeana hubo muchos cambios. Por ejemplo, entre
1 200-800 a.C., aparecieron en los Altos de Oaxaca manifestaciones de la
cultura olmeca de la Costa del Golfo. Especialmente notable es la cerámica
decorada con figurillas de hombres con deformación craneal que parecen jefes olmecas,
localidades en San José Mogote, en el Valle de Etla y Etlatongo, en el Valle de
Nochixtlán. Algunos arqueólogos consideran que los oaxaqueños tomaron prestadas
las características foráneas para aumentar su poder, mientras que otros opinan
que se trata, más bien, de la apropiación de los sitios por los olmecas.
Hacia
fines de la etapa aldeana 800-500 a.C., surgió en el Valle de Oaxaca una
cultura distinta, caracterizada por la presencia de la cerámica gris (material
propio de las culturas zapotecas posteriores), el desarrollo de conocimientos
calendáricos y el surgimiento de estratificación social, antecedentes, todos
ellos, del gran cambio que se inició con la siguiente etapa.
CIUDADES TEMPRANAS: 500 a.c.-250 d.C.
La fundación, en 500 a.C., de Monte Albán,
posiblemente la primera ciudad del Nuevo Mundo, marcó el inicio de una etapa
que se caracteriza por comunidades con varios miles de habitantes, la
construcción de monumentales edificios de piedra, el uso del calendario y la
escritura, así como la diferenciación entre grupos sociales. Monte Albán creció
rápidamente a 15 000 habitantes y dominó a las demás comunidades del Valle de
Oaxaca, convirtiéndose por más de mil años, en el centro más importante de la
cultura zapoteca. Pero no era simplemente un centro ceremonial sino una ciudad
con mercados, palacios, templos, sistemas de almacenamiento de agua y drenaje,
y habitado por agricultores y artesanos.
Historia
La capital zapoteca de Monte Albán es una de
las ciudades prehispánicas más fascinantes del área mesoamericana. Lo es, no sólo
por sus monumentales dimensiones sino por su estratégica ubicación sobre
montes, en pleno corazón de los Valles Centrales de Oaxaca. Al pie de esos
cerros también se enseñorea la Verde Antequera, ciudad colonial que es hoy
capital del estado, la Oaxaca de Juárez. En ésta confluyen tres grandes ríos
que le han dado vida a esas tierras durante siglos. En vista de todo esto, el
recorrido por esta región, incluidos los valles Etla, al norte, Grande o Zimatlán,
al sur, y Tlacolula, al este, constituye un verdadero viaje por los extensos
territorios originalmente zapotecos.
Es probable que Monte Albán se fundara en el
siglo V a.C., a iniciativa de uno de los grupos que habitaban en las aldeas de
las tierras bajas. La capacidad de esta comunidad —seguramente San José Mogote—
para controlar los asuntos de orden social, político y económico, permitió
desarrollar un proyecto urbanístico tan perfecto como ambicioso, lo que llevó a
la población a asentarse sobre la cima de los cerros mencionados. Esta
movilidad, además de dar a sus habitantes preeminencia sobre los pueblos de los
valles, les brindó la protección estratégica y de dominio que seguramente
buscaban. Lo interesante es que se mudaron junto con sus muertos, los cuales
fueron vueltos a inhumar en las tumbas de Monte Albán, es decir, la nueva
ciudad se cimentó sobre sus difuntos, con lo que adquirió el rango de necrópolis.
A pesar de los momentos de inestabilidad que
al parecer padeció la ciudad, su construcción duró más de 1 000 años, lo que
invita a reflexionar sobre la cantidad de trabajo que esto implicó, sobre todo
en sus inicios. Modificar la topografía natural del cerro con terrazas y
murallas; nivelar espacios para plataformas y plazas, con drenajes y tumbas;
acarrear materiales de construcción y agua desde las tierras bajas, al mismo
tiempo que bastimentos y mano de obra, fue una labor titánica que se dice fácil.
Allí quedan las huellas de diversas estructuras superpuestas, mudos testigos de
las distintas modificaciones de la ciudad, siempre acordes con los intereses y
deseos de gobernantes de diferentes dinastías zapotecas.
A la fecha [2020] sólo se ha explorado un
pequeño porcentaje de los casi 7 km2 (Blanton, 1978) que tiene
la ciudad, área que durante su máximo esplendor (500-750 d.C.) llegó a albergar
a cerca de 30 000 habitantes, sin considerar a la población que permaneció en
los valles, supeditada al poderío urbano. La parte que ahora puede visitarse se
encuentra en el Cerro del Tigre o Monte Albán, aunque en el centro (Cerro del
Gallo) y en el norte (Cerro del Bonete o de Atzompa) hay numerosas estructuras,
como el juego de pelota, que aún conserva sus aplanados de estuco. Las
evidencias arqueológicas de la ciudad se extienden en un área de poco más de 2
000 ha, de las cuales quizá sólo se ha explorado un 20 por ciento.
En su época de mayor auge, Monte Albán
mantuvo fuertes nexos comerciales y políticos con metrópolis lejanas, como
Teotihuacan. El intercambio de mercaderías preciadas y exóticas agilizó el ir y
venir de comerciantes, lo que llevó a organizar corresponsalías diplomáticas
con sede en ambas ciudades. Hace algunos años se localizó en Teotihuacan un
barrio zapoteca con tumbas y ofrendas según sus costumbres. Asimismo, en Monte
Albán perduran vestigios de la presencia de Teotihuacan.
Hacia el siglo VIII d.C., la privilegiada
situación de esa noble aristocracia decayó. La dispersión de su poderío terminó
por debilitar su fuerza principal, apoyada en lazos consanguíneos y religiosos.
A partir de entonces, numerosos centros de poder, al mando de nuevas alianzas
sociales, económicas y tal vez religiosas, se multiplicaron a lo largo y ancho
de los valles. Cuando esos centros dejaron de contribuir al mantenimiento de
Monte Albán, ésta murió en el aislamiento.
Se desconoce el nombre original de la ciudad,
pues a la llegada de los europeos estaba abandonada y sólo era una leyenda. Sin
embargo, Danibáan, palabra zapoteca que significa “monte sagrado”, se refiere
al sitio. De igual manera, los mixtecos que arribaron a los valles tras el
colapso de la metrópoli la llamaban Sahandevui, “al pie del cielo”. Los mexicas
la conocían con el vocablo náhuatl Ocelotépec, que significa “Cerro del Jaguar
o del Tigre”. Estos tres nombres nos hablan del respeto que se tenía hacia el
lugar. Sin embargo, el nombre de Monte Albán se refiere más bien al español que
llegó a ser propietario de estas tierras, de apellido Montalván. En diciembre
de 1987 la ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad.
Cronología
de Monte Albán
Época prehispánica
500-100 a.C. Preclásico
Tardío (fase Monte Albán-I: MA-I). Se acondiciona
el cerro y se construyen terrazas, la Plaza Central y los edificios alrededor
de ésta, así como las primeras tumbas y redes de drenaje. Se utilizan los
glifos como elementos de escritura. Se elaboran los relieves de la llamada
Galería de los Danzantes.
100 a.C.-200 d.C. Clásico
Temprano (MA-II). Se construyen los edificios y conjuntos
mayores, las tumbas techadas con lápidas monolíticas y el Observatorio, el cual
es recubierto con lápidas alusivas a pueblos conquistados.
200-500 d.C. Clásico
Medio (MA-IIIA). Auge económico, intercambio comercial
interno y externo con ciudades importantes, como Teotihuacan. Se adoptan
estilos arquitectónicos de esta urbe. Notorio progreso de la escritura.
500-800 d.C. Clásico
Tardío (MA-IIIB-IV). Crecimiento máximo de la ciudad y del número
de sus habitantes. Incremento de zonas residenciales y de tumbas decoradas con
pintura mural.
800-950 d.C. Posclásico
Temprano (MA-V). Decadencia del grupo hegemónico local. Abandono
de la ciudad.
950-1521 d.C. Posclásico
Tardío (MA-V). Ocupación temporal por parte de grupos
autónomos de diferentes etnias. Arribo de los mexicas. Pese a su abandono, la
ciudad permanece como lugar sagrado. Los mixtecos, grupo que para entonces
dominaba paulatinamente los Valles Centrales, acuden a las ruinas de la capital
zapoteca a enterrar a sus gobernantes. Es el caso de la Tumba 7, estructura del
Clásico en la que durante el Posclásico se sepultó a un importante gobernante
mixteco.
Época colonial
Siglos XVII a XVIII. Se
funda la antigua Antequera. Abundante construcción civil y religiosa. Aparecen
referencias a Monte Albán sólo en las tradiciones indígenas.
Siglo XIX
Principios del siglo
XIX. En 1806, Guillaume Dupaix explora y describe Monte Albán
por encargo del rey de España. Luciano Castañeda realiza los primeros dibujos
de la Galería de los Danzantes.
Mediados del siglo
XIX. Monte Albán es visitado por ilustres viajeros, como
Marshall Saville, Adolphus Bandelier, Désiré Charnay y William Holmes. Se
elaboran planos y nuevos dibujos.
Finales del siglo XIX. Apoyados
por el presidente Porfirio Díaz, los oaxaqueños Belmar y Sologuren continúan
las pesquisas de Dupaix.
Siglo XX. Las exploraciones
1901-1902. Leopoldo
Batres continúa la exploración de la Galería de los Danzantes.
1928. Alfonso
Caso publica el primer catálogo formal de glifos, estelas y relieves.
1931-1949. Caso,
Ignacio Bernal y Jorge R. Acosta, al frente de otros investigadores mexicanos,
llevan a cabo diversos proyectos sistemáticos de investigación. Se reconstruye
gran parte de la zona hoy abierta al público.
1970-1994. Arqueólogos
estadunidenses y mexicanos realizan exploraciones, trabajos de conservación y
difusión no sólo en Monte Albán, sino en los valles que lo circundan.
El gran hallazgo del Siglo XX en Monte Albán
El descubrimiento del tesoro de la Tumba 7
es, sin duda, el acontecimiento más notable en la historia moderna de Monte Albán;
gracias a la exploración de Alfonso Caso, en 1932, se volvió un asunto
internacional. Es una ofrenda formada por una asombrosa colección de objetos de
diversos materiales: cristal de roca, hueso, ámbar, concha; metales preciosos
como oro o plata; sin faltar jade, turquesa, ónix u obsidiana, perlas, coral y
azabache. A pesar de que la tumba es zapoteca, del Clásico Tardío, su decoración
y la metalurgia le adjudican un origen mixteco. Se cree que los mixtecos
profanaron el recinto para inhumar a un miembro de la nobleza. De haber sido así,
se refuerza la imagen de Monte Albán como lugar sagrado para cuidar y honrar a
los difuntos.
Uno de los documentos más antiguos de la época colonial
que nos da el nombre de Monte Albán lo menciona Alfonso Caso en su libro El
Tesoro de Monte Albán, en el que cita el Diario curioso de Juan Antonio de
Rivera: “… Año de 1678… murió el Obispo Mantecoso de Oajaca, célebre por haber
hecho una fuente de agua muy delgada que destila el (cerro de) Monte Albán, inmediato al sur de la ciudad.” (Caso
1969: 15) Y que se corrobora cien años después por Eugenio de Ybarra, en 1777.
Explica que: «Al sur y a la distancia de un cuarto de legua de esta cabecera se
ubica (el cerro) que llaman Chapultepec donde
en una de sus cañadas se halla una fuente de agua que llaman de Monterroso, de
que beben muchos vecinos de la ciudad de Antequera, por ser mejor que la de las
pilas de ésta. Junto a este cerro se halla otro más elevado que nombran Montalbán, este y aquel se van uniendo con la hacienda
de Montoya… por haber allí un pueblo antiguamente». (Ybarra 1777: 245)
Joseph Whitecotton atribuye a Leopoldo Batres, quien
estuvo en Monte Albán en 1905, la versión de que “Una interpretación más
probable es que Monte Albán fue bautizada por el conquistador español del
valle, Francisco de Orozco, quien previamente había servido en Italia. Hay
muchos lugares similares en la península italiana, incluyendo las colinas
albanas cerca de Roma, Monte Albano en
Toscana.” (Whitecotton 1985:51)
El escritor zapoteco Wilfrido Cruz coincide con esta
apreciación que le atribuye “comparaciones geográficas e históricas”, pues hay
“lugares de igual o análoga comparaciones en otras partes del
mundo, especialmente con el famoso Albo de Lacio, en cuyas cercanías elevó sus
muros Alba Longa, la antigua rival de Roma”. (Cruz 1946: 158) El
historiador Maarten Jansen, ve probable que “Monte Albán pertenece
a la categoría de topónimos americanos establecidos en la época colonial
temprana que fueron tomados de los llamados libros de caballerías medievales.”
(Jansen 1998: 67)
En torno a la hipótesis de un antiguo
propietario con el apellido Monte Albán, Alfonso Caso señala “No se tiene
seguridad de dónde le viene a Monte Albán su nombre. Lo que me parece más
probable es que el cerro, en el siglo XVI, halla pertenecido a un español llamado
Monte Albán, pues hubo varios de ese nombre.” (Caso 1969: 14)
El investigador oaxaqueño Javier Castro Mantecón,
en su escrito “El nombre de Oaxaca y su origen” publicado en 1982, declara en
una entrevista “Llegó un individuo y sentó sus reales en Sta. María
Atzompa de apellido Montealbán… y como
este señor tenía amplios dominios, tal vez le correspondía lo que actualmente
está considerado como Monte Albán. Eso fue en los años de 1600. Según esta
versión, de allí parte el origen de su nombre.” (Bustamante 1992:16) El texto
es una cita que rescata el Dr. Juan I. Bustamante, en su acuciosa investigación
“Sobre el nombre de Monte Albán” publicado en 1992.
El nombre de Monte Albán para los zapotecas
Respecto a los nombres en lengua zapoteca que han
prevalecido, el historiador Manuel Martínez Gracida, publica en 1888 su novela
histórica «El rey Cicijoeza y su familia», donde le da a Monte Albán el nombre
zapoteco de Danni Dipaa: Cerro Fortificado (Martínez 1888: 102). El Prof.
Abraham Castellanos narra sus impresiones de una excursión a Monte Albán a
finales de 1895, en compañía de sus amigos el Dr. Sologuren y el Lic. Belmar,
convirtiéndose en un importante testimonio histórico titulando su ensayo
como Danni Dipaa: Cerro de la Fortaleza. (Castellanos
1989: 7). El insigne escritor zapoteco Wilfrido Cruz, escribe un breve y
sustancioso ensayo titulado “El nombre de Monte Albán” en el libro “Oaxaca
recóndita”, aportando los nombres de: Danibéeje: Cerro del Jaguar o Danibáan: Cerro Sagrado. (Cruz
1946: 163)
En 1990 el cronista José María Bradomín, que fue el
seudónimo del escritor Guillermo Villa Castañeda, nos relata en su leyenda de
cosmogonía “El sacrificio de Cocijo”, en el que trata de un mito sobre el
origen del fuego, lo que ocurre en Danni Guí, (Cerro del fuego) o Danibán (Cerro santo y funerario),
es decir en Monte Albán. (Bradomín 1990: 14). Whittaker, citado por Jansen,
menciona que un habitante de Zaachila da el nombre de Dhanya’gach, Cerro de la Piedra preciosa (Jansen
1998: 74) o Taniquiecache según el
vocabulario de Córdova de 1578.
Averiguando este punto le pregunte a mi amigo Javier
Castellanos, notable lingüista y escritor en su lengua materna, xtillabe o zapoteco, si en su comunidad le
daban un nombre a Monte Albán. respondiéndome que no había escuchado que se le
nombrara de algún modo. Sin embargo, comentó haberse encontrado a un paisano
que lleva muchos años viviendo en la ciudad de Oaxaca, dedicado a vender
paletas en el Centro Histórico, a quien preguntó si había escuchado en el
pueblo algún nombre para Monte Albán. El entrevistado le respondió que de qué
cerro se trataba, y después de explicarle que era donde estaba la zona
arqueológica, su paisano se quedó pensando un momento, luego le respondió: ¡Ah!
¿Te refieres a shia’a
turists, donde suben camiones con turistas? Pues, shia’a es la manera de decir cerro en
Yojovi, comunidad de la Sierra Juárez. Así había surgido un nuevo nombre dado
por la actividad turística de Monte Albán. (Castellanos 1995:153) En Yojovi se reconoce
el término Monte Sagrado: ya’dao.
Nuestro buen amigo Eloy Ramírez Rodríguez,
originario de Laxopa comunidad zapoteca de la Sierra Juárez, tuvo la
generosidad de proporcionarnos otro nombre que le dan a Monte Albán en aquella
región, denominándole: Ya’iban o
Cerro de la Vida.
Es muy probable que en muchos pueblos de Oaxaca y
Mesoamérica hayan preservado la memoria de esta gran acrópolis y quizá tengan
algún nombre en sus lenguas vernáculas para evocarla, pero con el pasar del
tiempo se han venido quedando en el olvido. No descartemos la probabilidad de
que aún se preserven otras versiones con el que siguen nombrando a Monte Albán.
El nombre de Monte Albán para los mixtecas
El pueblo mixteco o Ñuu sabi se asentó en los valles Centrales
quizá un poco antes del año 1,000 de nuestra Era. En Monte Albán habían cesado
sus actividades cotidianas de la época de auge, pues se ha constatado que desde
el año 700 no se construía edificio alguno, su población disminuyó hasta casi
desaparecer y unos años antes de la entrada de los españoles a Valles
Centrales, los mixtecos se habían apoderado de Monte Albán y varios pueblos
zapotecos, entre ellos Zaachila, su capital y sede política.
Alfonso Caso, tenía su propia versión para Monte
Albán, llamándolo en mixteco Yucucui, Monte
Verde(Caso 1969: 14). Wilfrido Cruz, en su escrito sobre los nombres de Monte
Albán aporta un nombre en mixteco con que se conoció el lugar, como Yucu Oco-Ñaña: Cerro de los Veinte Tigres.
(Cruz 1964: 159) Aunque algunos hablantes de esta lengua interpretan el termino
como Cerro de los Veinte Coyotes o fieras.
Al respecto, Jansen hace las siguientes observaciones:
“Esta referencia ha sido la base para que muchos afirmen que Yucu Ocoñaña sea el nombre original
de Monte Albán. Ocoñaña parece ser el nombre
de un rey mixteco prehispánico de Teozacualco en la Relación Geográfica de ese
lugar (Acuña 1984) Alfonso Caso identificó a dos reyes con tal nombre ‘Veinte
Jaguares’ en los códices mixtecos… de la dinastía Teozacualco, que ha de ser al
que se refiere la relación Geográfica. (Jansen 1998: 70)
Zona
Arqueológica de Monte Albán. Fotografía: Miguel Ángel Victoria
https://www.mimexico360.com/zonas-arqueologicas-de-monte-alban-y-mitla/
Algunos investigadores en la búsqueda de las
ciudades míticas del antiguo México, suponen la posibilidad que la misteriosa
ciudad, Tamoanchan, “Se desciende a su
hogar”, (López 1994: 87), ciudad origen de muchas naciones mesoamericanas, se
trata del propio Monte Albán, por su antigüedad previa a Teotihuacan. Al igual
que hay quienes suponen que la temida ciudad maya del inframundo: Xibalbá (donde reposan los muertos),
mencionada en el popol wuh, haya sido un gran reino cuya capital estuviese
asentada en Monte Albán (antes del surgimiento de Mitla – Liobaa, Lugar de descanso), a donde acudieron
los gemelos Hunahpú y Xbalamceh, convocados por los señores de Xibalbá;
lugar en el que fueron sometidos a peligrosas pruebas en las 6 casas y a
sostener con sus anfitriones un juego de pelota, pruebas de las que salieron
vencedores. Incluso, se ha sugerido que Monte Albán se trate de la
antigua ciudad quiché de Mukinsahchan.
(Jansen 1998: 67)
De lo que si estamos seguros es que aún no existe
la última palabra, respecto al nombre o nombres de Monte Albán, pues algunos de
ellos los debió tener en ciertos períodos o quizá sólo correspondieron a algún
“barrio” o “Casa” por lo que todas los nombres, son igualmente válidos, pues
nos ayudan a mirar la importancia de esta primigenia acrópolis a través de casi
1,500 años de ocupación humana y un poco más de mil años de abandono, hasta
nuestro presente.
Un extraordinario
conjunto de artefactos de oro y de otros materiales preciosos fue encontrado en
la Tumba 7 de Monte Albán, uno de los hallazgos más espectaculares de la
arqueología mexicana. El doctor Alfonso Caso, quien excavó la tumba en 1932,
publicó ese tesoro en una detallada monografía (1969). Nuevas investigaciones e
interpretaciones continúan su labor.
La Tumba 7 fue
construida en el Clásico Temprano, pero el estilo de los artefactos depositados
en su interior indica que son del Posclásico, cuando la ciudad de Monte Albán
ya había sido abandonada.
En la tumba también se
encontraron restos óseos humanos, que investigadores de la Universidad de
Harvard, en un estudio reciente, han fechado entre 1200 y 1400 d.C. Se trata de
muchos huesos sueltos, que no constituyen esqueletos completos ni entierros
primarios y probablemente formaron parte de envoltorios sagrados. La tumba del
Clásico parece haber sido reutilizada en el Posclásico como un santuario
subterráneo para el culto a los ancestros.
Un indicio de los
actos de veneración religiosa es, por ejemplo, un bule (tecomate) de oro, ya
que ese objeto servía como contenedor de tabaco molido, que era (y sigue
siendo) un ingrediente importante en los rituales mesoamericanos. Es probable
que hubiera un orden cosmológico en la forma en que los artefactos y restos
fueron depositados. No debe ser casualidad que en el mero centro de la tumba se
encontró un disco de oro con la representación de un corazón. Es una ofrenda
que, a la vez, le da a la tumba la calidad de un ser vivo.
Entre los objetos de
oro hay anillos, collares, pectorales y otros adornos –campanitas y
representaciones de aves y mariposas, así como dioses de luz y alegría– que evocan
el ambiente de la corte real, así como de la Casa del Sol, la morada de quienes
después de su muerte iban a acompañar al dios Sol.
Contexto
histórico de la Tumba 7
En el Posclásico
el mayor centro político del área fue Zaachila, capital de un reino zapoteca,
situada en los Valles Centrales y muy cercana a Monte Albán. Un adorno de oro
en la Tumba 7 muestra la cabeza del dios Xipe Tótec, el patrón divino de la
familia real de Zaachila. Existe además una gran similitud estilística y técnica
de los objetos de oro de la Tumba 7 con los encontrados en las tumbas 1 y 2 del
palacio principal de Zaachila (Gallegos, 1978). En la Tumba 1 de Zaachila
estuvieron enterrados dos individuos. Los relieves de estuco en las paredes de
esta tumba los identifican como el señor 5 Flor y el señor 9 Flor. Es probable
que el primero de ellos sea el mismo señor 5 Flor de la dinastía de Zaachila,
quien aparece representado en el Códice Tonindeye (Códice Nuttall ),
p. 33.
Por otra parte, el
tesoro de la Tumba 7 incluye una serie de textos pictóricos grabados sobre
huesos de jaguar y águila, cuyos aspectos estilísticos e iconográficos son
similares a los manuscritos pictográficos (códices) que relatan la historia de ñuu savi
(el pueblo mixteco). Encontramos, por ejemplo, referencias sobre un árbol del
que nacen personajes y sobre un conflicto con hombres que tienen en su cabeza
el signo de “piedra”. Evidentemente se trata de la narrativa mixteca sobre un
gran árbol (en el pueblo de Apoala) del que nacieron los fundadores de las
dinastías mixtecas, quienes luego vencieron a los habitantes primordiales de la
región que se convirtieron en piedras (“hombres de piedra”) cuando salió el Sol
por primera vez. Esta narrativa ocupa un lugar importante en los códices
mixtecos Yuta Tnoho (Códice Vindobonensis ) y Tonindeye
(Códice Nuttall ).
La presencia de estos
elementos mixtecos se explica por el matrimonio del mencionado señor 5 Flor, de
la dinastía de Zaachila, con una princesa mixteca de la dinastía del vecino reino
de Teozacualco, la señora 4 Conejo “Quetzal”. En una fuente colonial (la Relación
geográfica de Teozapotlan ) se dice que este matrimonio se celebró
alrededor de 1280 d.C. Tomando en cuenta el tiempo que vivió después de su
matrimonio, suponemos que el señor 5 Flor habría muerto en la primera mitad del
siglo XIV, probablemente alrededor de 1330 d.C. Esto nos da una fecha
aproximada para la Tumba 1 de Zaachila y, por la gran similitud estilística,
para los objetos depositados en la Tumba 7 de Monte Albán. Esta fecha se ubica
dentro del periodo establecido por los estudios de antropología física.
Creemos que la señora
4 Conejo “Quetzal” ocupó la Tumba 7 como un santuario subterráneo para el culto
a sus ancestros (en forma de envoltorios sagrados). Es probable que la Tumba 7
más tarde se convirtiera en un sitio de conmemoración, veneración y consulta
del envoltorio de la señora 4 Conejo “Quetzal” (que puede haber correspondido
al llamado esqueleto A).
CENTROS
URBANOS TARDÍOS: 280-800 D.C.
Monte Albán siguió creciendo
hasta alcanzar una población de 25 000-30 000 habitantes distribuidos en un
área de más de seis kilómetros cuadrados. La construcción de edificios
monumentales continuó y se establecieron otros centros de segundo rango en el Valle
de Oaxaca, como, por ejemplo, Lambityeco, Cerro de las campanas (Huijazoo),
Mitla y Yagul eran, en esta época, comunidades de tercer rango, creándose así
una jerarquía de asentamientos y poder.
El nombre de Yagul
proviene de la lengua zapoteca, se forma a partir de ya (árbol) y gul (edad),
por lo tanto, “viejo árbol. Yagul fue ocupada en el momento de la conquista
española, con una población de más de 6.000 personas. Después de la conquista
la población se trasladó a la moderna ciudad de Tlacolula, donde sus
descendientes aún viven.
Yagul fue ocupada
por primera vez alrededor de 500-100 a. C. Alrededor de 500-700 d. C., las
estructuras residenciales, civiles, ceremoniales fueron construidas en el
sitio. Sin embargo, la mayor parte de los restos visibles datan de 1250-1521
d.C., cuando el sitio funcionó como la capital de una ciudad-estado del
Posclásico.
Yagul es uno de los sitios arqueológicos más
estudiados en el valle de Oaxaca. El sitio está construido alrededor de una
colina, y se puede dividir en tres áreas principales: la fortaleza, el centro
ceremonial y las zonas residenciales. Zonas residenciales sin
excavar se encuentran en terrazas al sur, al este y al oeste de la colina. La
piedra de construcción en Yagul es principalmente guijarros de río formados a
partir de rocas volcánicas como el basalto. Los vestigios de
presencia humana en la zona, a sable petroglifos en Caballito Blanco, fecha
hasta al menos 3000 antes de Cristo.
El centro ceremonial consta de una serie de
grandes patios bordeados de arquitectura monumental, y también incluye un juego
de pelota y un complejo residencial de élite. La cancha de
pelota restaurada es la más grande en el valle de Oaxaca. Tiene una longitud
total de 47 metros y una longitud de campo central de 30 metros, y se encuentra
a 6 metros de ancho.
El complejo residencial conocido como el
palacio de los seis patios es una estructura laberíntica formada por tres
complejos de élite, cada uno con dos patios rodeados de habitaciones. Una
entrada de la tumba se encuentra en cada patio. Las paredes se enfrentan con
piedras labradas y estuco sobre un núcleo de piedra y arcilla. Los suelos eran
de estuco rojo.
El patio 4 se encuentra al sureste de la cancha de pelota y es parte
de un complejo de templos-patio-altar formado a partir de cuatro montículos
alrededor de un altar central. Una escultura de un
jaguar-efigie se encuentra en la base del montículo oriental. Es posible entrar
en la tumba 30 debajo del patio 4. Está formado de tres cámaras con paneles
decorados. La cámara principal tiene una fachada decorada con dos cabezas
humanas talladas en piedra. La puerta de la tumba es una losa de piedra con
inscripciones jeroglíficas en ambos lados. Unas 30 tumbas se han encontrado en
Yagul. Usted puede subir una colina desde donde se puede
obtener una buena visión general de Yagul.
La etapa
urbana tardía se caracteriza por la formalización de relaciones de estatus.
Así, en Monte Albán hubo por lo menos tres clases sociales, manifestadas en las
residencias que muestran diferentes tamaños y lujo, sin que ello provocara
conflictos entre jefes rivales, ya que el poder de las familias de la élite
estaba bien establecido. Como reafirmación de su poder, los juegos de pelota y
los templos estaban integrados a sus palacios. Además, las costumbres
funerarias entre los zapotecos eran sumamente importantes. En sus elegantes
tumbas, plasmaban en murales, esculturas y piedras grabadas las imágenes de sus
gobernantes y parientes cercanos, como una manifestación clara de la
institucionalización de un grupo en el poder.
En esta etapa, la región mixteca
fue gobernada por la cultura Ñuiñe (“tierra caliente”, nombre de
la Mixteca Baja). Durante las exploraciones realizadas en Cerro de las Minas, Huajuapan
de León, se han encontrado materiales arqueológicos de un estilo distintivo:
urnas de bases cuadradas y pintadas en varios colores, un sistema glífico, figurillas
y silbatos hechos en molde, todos ellos elementos de la cultura Ñuiñe que, si
bien deriva de los zapotecos, es una manifestación distinta. [El término "Ñuiñe" se refiere a
un estilo cultural y artístico particular que se desarrolló en la región Mixteca
de Oaxaca, México, específicamente en el área de Huajuapan de León. Fue
definido por el arqueólogo John Paddock en la década de 1960. El nombre
"Ñuiñe" proviene de la lengua mixteca y
significa "tierra caliente".
Características principales del estilo Ñuiñe:
·
Ubicación:
Se desarrolló en
la Mixteca
Baja, al noroeste de Oaxaca.
·
Arte:
Se caracteriza por
un estilo artístico distintivo, con elementos como la representación de
animales, figuras humanas con tocados elaborados, y una iconografía particular.
·
Escritura:
Se ha encontrado
escritura en piedras labradas, lo que ha permitido a los investigadores
estudiar más a fondo este estilo.
·
Influencia:
Aunque se
desarrolló en una región de influencia mixteca, el estilo Ñuiñe muestra características
propias y se desarrolló en un área donde también se encontraban influencias de
Teotihuacan y otras culturas.
·
Investigación:
El estilo Ñuiñe ha
sido objeto de estudio por parte de arqueólogos como John Paddock, Michael
Winter y otros, quienes han contribuido a definir y comprender mejor este
estilo.
Importancia cultural:
El estilo Ñuiñe es una parte importante de la
historia y la cultura de la región Mixteca, mostrando la diversidad y
complejidad de las culturas prehispánicas de Oaxaca. El estudio de este
estilo proporciona información valiosa sobre las creencias, la organización
social y las expresiones artísticas de los antiguos habitantes de la región.]
Mientras que en
Huamelulpan y Yucuita seguían ocupados, otros centros de la Mixteca Alta
llegaron a ser grandes e importantes, como, por ejemplo, Yucuñudahui, situado
encima de una montaña y, por tanto, en una posición de fácil defensa. Aunque
los datos de las unidades domésticas indican clara diferenciación social, estas
comunidades exhiben pocas manifestaciones de escritura y ritual.
Señor 1 Terremoto
(a la izquierda) y Señora 10 Caña. Tumba 6, Estructura 195, Lambityeco;
Oaxaca 650-750 d.C.
Durante la etapa urbana, las
poblaciones de otras regiones de Oaxaca habían crecido paulatinamente. Hacia el
año 300 d.C., se formaron en muchas regiones pequeños centros urbanos, como
Saltillo, en el Istmo, Río Viejo y Río Verde, en la Costa, y Quiotepec, en la
Cañada que no han sido estudiados en detalle, aunque presentan elementos
distintivos en cerámica, arquitectura, escritura y escultura.
Alrededor del año 800 d.C., los
grandes centros urbanos dejaron de funcionar y fueron abandonados, no se sabe
si debido a cambios ambientales (sequía), enfermedades que afectaron a la gente
o a las plantas de cultivo, o cambios sociopolíticos, tales como la incapacidad
de las familias de alto estatus para mantener en vigor su sistema político
basado en la explotación de los comuneros.
CIUDADES – ESTADO
1200-1521 D.C.
A partir de 1200
d.C., se inició en Oaxaca, como en otras áreas mesoamericanas, un gran
florecimiento cultural (el Posclásico o etapa de ciudades-Estado) caracterizado
por una nueva forma del calendario, símbolos mesoamericanos en la escritura y
el uso por la élite de códices, objetos de metal, adornos de turquesa y otras
piedras preciosas, y cerámica polícroma.
Documentos
escritos en el periodo colonial describen estas sociedades tardías compuestas
por una clase gobernante de caciques y nobles y una clase gobernada de
macehuales y quizá esclavos. Los nobles mantuvieron su poder mediante el cobro
de tributos y la formación de alianzas con otras familias de alto estatus.
Mitla, Yagul y
Zaachila, son ejemplos de ciudades-Estado del Valle de Oaxaca. Son distintas a
los centros urbanos de la etapa previa: más pequeñas en extensión y población,
carecen de grandes plazas y templos y, a veces, demuestran el lujo restringido
a los gobernantes, por ejemplo, en los palacios de Mitla y Yagul y en los
objetos de las tumbas de Zaachila y la tumba 7 de Monte Albán.
Los doce mil años de evolución cultural en la región oaxaqueña dejaron
como evidencia un enorme conjunto de vestigios culturales, que lo mismo abarcan
desde simples campamentos para grupos nómadas de cazadores-recolectores hasta
auténticas ciudades como Monte Albán y Mitla. Con el paso del tiempo no sólo
aumentó el número de habitantes y poblados; la manera en que estos se disponían
e interrelacionaban unos con otros alcanzó cada vez mayor complejidad. Durante
el Clásico, Monte Albán dominó la escena política y cultural de los valles
centrales para el momento de la conquista, aunque el grupo zapoteco conservaba
mucha de su vitalidad, los mixtecos habían logrado una fuerte presencia a lo
largo de toda el área oaxaqueña, sobrepasando por mucho sus límites de influencia
tradicional.
En ese periodo,
los mixtecos son muy conocidos por la alta calidad de sus artesanías: cerámica
polícroma, orfebrería y códices pintados en piel de venado.
Achiutla, Apoala,
Chachoapan,Chalcatongo, Tilantongo, Yanhuitlan y muchos lugares más era sedes
de ciudades-Estado, cuyos orígenes no están muy claros. Según las leyendas y
los códices, los reyes mixtecos llegaron de otros lugares, pero esto no ha sido
comprobado arqueológicamente y, como ya se mencionó, los centros urbanos
demuestran un alto grado de complejidad social en la Mixteca antes del periodo
de las ciudades-Estado.
La población mixteca, ahora
centrada en la Mixteca Alta, creció y se extendió por el Valle de Oaxaca,
estableciendo asentamientos en lo que ahora son Cuilapan, Xoxocotlán y otras
partes del centro del valle. También llegaron hasta la costa, fundando una sede
en Tututepec, controlada por el famoso líder 8-Venado “Garra de Tigre”. Los
zapotecas, a su vez, se extendieron hacia el Istmo y establecieron comunidades
en Tehuantepec y Guiengola.
En esta etapa, la población de
Oaxaca creció a 1.5-3.0 millones de personas, encontrándose sitios
arqueológicos en todas partes del estado, como el de la Inguitería, cerca de
Coixtlahuaca, que fue, probablemente, sede de una ciudad Estado chocho
en el norte de la Mixteca Alta. Sitios como la Iglesia Vieja, Cuicatlán,
Tecomavaca y Tonaltepec funcionaron como sedes de los cuicatecos. Los mazatecos,
a su vez, establecieron un centro en lo que ahora es Teotitlán de Flores Magón.
Tuxtepec y Ayotzintepec eran sedes importantes de los chinantecos.
Oaxaca destaca por sus
incógnitas arqueológicas y sólo gracias a los esfuerzos de muchos investigadores
ha sido posible armar un esbozo de la secuencia cultural general y hablar de
varias regiones. Queda mucho trabajo para el futuro, y próximas investigaciones
en regiones no documentadas enriquecerán, todavía más, el conocimiento de una
región de diversidad inimaginable.
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ALFREDO LÓPEZ AUSTIN. Tamoanchan y Tlalocan. FCE.
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https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/monte-alban-oaxaca-la-ciudad-de-la-gente-de-las-nubes
https://arrecaballo.es/edad-moderna/conquistadores-espanoles/hernan-cortes/
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