La
Guerra Civil Española: el frente junto al
Manzanares
y el Jarama
Desde noviembre de 1936,
en plena Batalla de Madrid, hasta el final de la Guerra Civil Española en
marzo de 1939, el Parque Lineal del Manzanares fue escenario privilegiado del
conflicto bélico que marcaría al pueblo español desde entonces hasta nuestros
días. Desgranaremos una parte importante de la Guerra Civil en Madrid, con
el papel que desempeño el río Manzanares y todo el entorno que hoy denominamos
“Parque Lineal”.
BREVE CRONOLOGÍA DE
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
17 julio
36
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Golpe militar en Marruecos
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14
agosto 36
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Yagüe toma Badajoz. El ejército de Yagüe contacta con
el de Mola.
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28
septiembre 36
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Varela toma el Alcázar de Toledo. Moscardó resiste el asedio
republicano.
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10
octubre 36
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El Gobierno republicano crea
las 6 primeras Brigadas Mixtas para defender Madrid,
a partir de las primeras milicias y Batallones de Acero.
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29
octubre 36
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Ataque republicano sobre Seseña. Líster y Arman rompen el frente e
irrumpen en campo enemigo durante una jornada
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2-3-4
noviembre 36
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Toma de Pinto y Fuenlabrada, Móstoles
y Villaviciosa, Alcorcón, Leganés y Getafe, por los sublevados
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6
noviembre 36
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Toma de Carabanchel y Villaverde Alto. La 1ª Brigada Mixta de Líster
se retira a Villaverde Bajo
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7
noviembre 36
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Ataque de Líster sobre Villaverde
Bajo
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23
noviembre 36
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Fracasa el intento de asalto
directo a Madrid.
Franco decreta el fin del ataque directo y prepara nuevas maniobras
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27
diciembre 36
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Ataque republicano sobre el Vértice
Basurero (Usera). El
frente no sufre variaciones.
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4 enero
37
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Líster avanza posiciones en
Villaverde Bajo. El
municipio de Villaverde queda dividido hasta el final de la guerra siempre
entre las dos fuerzas en conflicto
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19-20
enero 37
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Breve conquista del Cerro de los
Ángeles por Líster. A
las pocas horas es recuperado por fuerzas nacionalistas
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6-27
febrero 37
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Batalla del Jarama, iniciada desde Pinto y Valdemoro,
línea de la Carretera de Andalucía. Los rebeldes no consiguen alcanzar
sus objetivos finales marcados
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8-23
marzo 37
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Batalla de Guadalajara. Gracias a la poca
operatividad de la aviación italiana por el temporal reinante, la aviación
republicana proporciona una victoria aplastante sobre las tropas
italianas. Franco destierra su plan de toma directa de Madrid y traslada la
nueva ofensiva al Frente del Norte.
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6-25
julio 37
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Batalla de Brunete. Las tropas leales maniobran
para aliviar el cerco de Madrid y quitar presión al Frente del Norte. No
se consiguen los objetivos planteados.
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24 ago –
6 sep 37
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Batalla del Belchite. Ataque republicano hacia Zaragoza
para quitar presión al Frente del Norte.
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21
octubre 37
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Hundimiento del Frente del Norte. Cae Gijón
y otros territorios republicanos, aislados casi desde el comienzo
de la guerra. desaparecen tras el Cinturón de Hierro.
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15-dic-37
/ 8-ene-38
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Batalla de Teruel. El ejército republicano toma
Teruel tras violentos combates
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8-ene
22-feb 38
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Cae Teruel. Las tropas republicanas son
incapaces de hacerse fuertes en la ciudad y finalmente se
retiran tras un duro contraataque nacionalista.
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7-mar
19-abr 38
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Ofensiva nacionalista de Aragón. Las tropas republicanas más
batidas, desgastadas fuertemente en Teruel, pasan a retaguardia y el frente
se hunde estrepitosamente, sostenido por unidades bisoñas de escasa o nula
experiencia que en muchos casos desertan. La superioridad militar y armamentística
rebelde es aplastante. El 15 de abril los rebeldes alcanzan Vinaroz y el
Mediterráneo.
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25-jul
16-nov 38
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Batalla del Ebro. Las fuerzas republicanas se
recomponen tras el hundimiento del Frente del Este y atacan a las
nacionalistas en la margen derecha del Ebro. Se cruza el río y se alcanzan
importantes posiciones, pero la ya insuperable superioridad militar del
enemigo hace retroceder a las tropas leales de nuevo a la margen
izquierda, tras una ardua resistencia.
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26-ene
5-feb 39
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Caen Barcelona y Gerona. El colapso del EPR es ya total.
La resistencia de algunas unidades es dura pero demasiado puntual. Las
ciudades catalanas apenas resisten.
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4-mar 39
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Golpe de Estado de Segismundo Casado en el interior de la
República. Creación de la Junta de Defensa.
Intenta negociar con Franco, que se niega a cualquier tipo de
acuerdo que no sea la rendición incondicional.
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28-mar
39
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Casado ordena al coronel Adolfo
Prada la entrega simbólica de Madrid en
la Clínica de Santa Cristina, junto al
Hospital Clínico.
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1 abril
de 1939
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Franco ordena leer el
último parte de Guerra. La
Guerra Civil Española acababa de terminar.
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Frente al Parque Lineal se
libraron combates decisivos que forman ya parte de nuestra memoria, batallas
que nunca deberían ser olvidadas para honrar así a quienes lucharon por la
democracia, a quienes nos recuerdan desde el más reciente pasado de España lo
que jamás deberíamos volver a repetir.
Dos visones de España radicalmente distintas, dos ejércitos españoles
enfrentados hasta sus últimas consecuencias.
Combates de
Villaverde, del cerro de los Ángeles, de Getafe, de Usera, de La Marañosa, del
Jarama.
Huella de las tropas del
Monasterio de Tella, del ejército alzado contra el pueblo, del pueblo alzado en
armas contra el golpe militar, de Líster, de Modesto, de la 1ª Brigada Mixta,
de la 4ª División, de los tabores de moros corriendo en tropel hacía Madrid, de
las Banderas de Legionarios, de la población huyendo de las mobas.
España se desangró durante tres años de guerra y
murió durante cuarenta años de derrota. L inicio de esta historia está aún
escrita en el Parque Lineal del Manzanares, para que pueda ser leída.
Decía un eminente filósofo español: “Han muerto en estos meses tantos
compatriotas, que los supervivientes sentimos como una extraña vergüenza de no
habernos muerto también.” (José Ortega y Gasset)
El Parque Lineal
Lo que hoy llamamos Parque
Lineal del Manzanares es la franja de los terrenos adyacentes a ambos lados del
río Manzanares, que abarca desde los límites urbanos de la ciudad de Madrid,
hasta la desembocadura de este río en el Jarama.
La guerra de Madrid dejó una clara importancia en los
terrenos del Parque Lineal. Las tropas nacionalistas nunca dirigieron un ataque
directo contra este sector, en el ala derecha de su frente de ataque para tomar
Madrid cruzando la Casa de Campo. Sin embargo, las tropas republicanas si
castigaron con ataques constantes y distinta suerte este flanco: Villaverde
bajo, Cerro de los Ángeles, La Marañosa, o el espolón de VaciaMadrid, son sólo
algunos ejemplos, primero durante la Batalla de Madrid y luego durante la
Batalla del Jarama, en el que el tramo final del Parque Lineal vuelve a ser el
ala derecha del ataque.
“Una hilera de
despachos, todas las puertas están abiertas de par en par, brillan las lámparas
que cuelgan del techo, sobre las mesas, mapas abandonados, documentos,
comunicados, lápices, blocs llenos de notas. Ni un alma. He vuelto al portal.
Delante, más allá del jardín, en la calle de Alcalá, la oscuridad es absoluta.
Se oyen unos disparos, el espantoso alarido de una persona y luego risas. El
chófer se ha alarmado, es el chófer de turno, hoy no ha sido relevado, no ha
comido, me pregunta si no se puede retirar, desearía buscar algo de comer. Las
agujas del reloj de pulsera brillan, señalan las diez y cuarenta y cinco
minutos. Dentro de hora y cuarto será el siete de noviembre. No, esta noche,
querido Madrid, no es posible abandonarte.” (M. Koltsov)
“Madrid, afligido
por tanta prueba dolorosa, se divierte cada vez que, por descontarse su
rendición, Burgos engalana balcones o Sevilla hace preparativos para una misa
solemne en la Puerta del Sol, facilitando, a bajo precio, billetes ferroviarios
a cuantos deseen asistir a tan histórico sacrificio cristiano [---] Las
victorias tienen una víspera, pero no es conocida hasta un día después.” (J.
Zugazagoitia)
Mapa de trincheras
a ambos lados del río Manzanares
El Parque Lineal fue escenario
parcial de dos grandes batallas de la Guerra Civil Española: la Batalla de
Madrid y la Batalla del Jarama. En ese escenario quedaron reflejadas las
huellas de ambos bandos, el republicano en la margen izquierda del río y el flanco
del nacionalista, posicionado en la margen derecha. Los estilos de
fortificación fueron evolucionando. Los republicanos anclados en la idea de
resistencia, excavaban kilómetros de trincheras a lo largo de los cerros,
creando una línea continua aparentemente invulnerable, pero demasiado rígida y
necesitada de fuerzas de sostén. Los nacionalistas, más dinámicos, fortificaban
islotes de resistencia en puntos estratégicos elevados, y conseguían controlar
territorios amplios con menor inversión de recursos.
“Ninguna
política se puede fundar en la decisión de exterminar al adversario; no sólo y
ya es mucho porque moralmente es una abominación, sino porque, además, es
materialmente irrealizable; y la sangre injustamente vertida por el odio
renace, no sobre los que la derramaron, desgraciadamente,, sino sobre el propio
país que la ha absorbido para colmo de su desventura.
Yo me opondré con
el peso de mi autoridad y con todo el poder que tenga, a que nuestro país, el
día de la paz, pueda entrar nunca en un rapto de enajenación por las vías del
odio, de la venganza, del sangriento desquite. Tenemos que habituarnos otra vez
unos y otros a la idea de que veinticuatro millones de españoles, por mucho que
se maten unos a otros, tienen la necesidad y obligación de seguir viviendo
juntos para que la nación no perezca.” (Manuel Azaña, Presidente de
la República, 17 de julio de 1937)
I.
El avance nacionalista a Madrid y la Batalla de
Seseña
Comandante
Francisco Gil Díaz (centro), jefe de la 21ª Brigada Mixta con 3 oficiales y 2
asesores soviéticos en la carretera de San Martín de la Vega (hoy Avda de los
Rosales) un poco después de su cruce con la carretera de Andalucía (hoy Avda de
Córdoba) Fuente: La Mirada del Tiempo. El País.
El ejército de Varela encara
el asalto a Madrid, la capital de la República por el sureste. Vienen de
liberar el Alcázar de Toledo y cubrirse de gloria. A Franco en retraso pude
venirle incluso bien, pero el tiempo da alas a los republicanos, que comienzan
a organizar un ejército de mínimos. El caos organizativo de los leales es, no
obstante casi completo
En el pueblo de
Seseña surge la sorpresa y los primeros tanques T-26 soviéticos son lanzados al
frente sin tiempo. La marcha militar hacia Madrid sufre un primer parón sin
grandes consecuencias, pero que adelantaba el fracaso nacionalista en la toma
directa de Madrid.
Todos
los frentes en dicha zona, así como en la mayor parte de Madrid, permanecieron
prácticamente invariables desde su formación, en las postrimerías del fatídico
año de 1936, hasta el final de la guerra. Esto simplifica enormemente su
estudio ya que las tropas rebeldes llegaron a posiciones concretas donde fueron
taponados por los republicanos durante años. No obstante, en esos primeros
meses de conflicto no hubo líneas de frente reales, hasta que poco a poco y a
fuerza de durísimos combates, las posiciones se fortificaron y se hicieron más conservadoras.
Toda la zona permaneció
siempre bajo dominio del Gobierno de la República, por lo que parece lógico que
nos hayamos centrado más en los acontecimientos que fueron sucediendo del lado
del bando leal. No obstante, por pura sensatez, también hacemos marcada
referencia a lo ocurrido en el bando nacionalista, puesto que tales acciones
marcaron las reacciones republicanas.
Se ha tratado de no
nombrar a los bandos por nombres que los menospreciaban o que lo hacían con el
contrario, salvo que se tratara de citas bibliográficas, siempre muy
excepcionales. Así, hemos evitado apelativos como “rojos” o “fachas“,
así como otro muy usado, a nuestro juicio erróneamente, el término “nacional“.
Nacionales eran, sin duda, todos, como se desprende de la consulta a cualquier
medio de la época, ya que todos defendían con coraje su nación: España.
Por lo tanto, usaremos
nombres que referencien el modo de gobierno propuesto por cada bando: nacionalistas,
con un gobierno autoritario de exaltación nacional y republicanos,
con un gobierno federal y democrático.
Es cierto que el término
nacionalista puede entrar en confusión con los nacionalistas vascos y
catalanes, si bien en el entorno histórico que tratamos no se produce tal
malentendido. En cualquier caso, para nombrar a los nacionalistas incluiríamos
el término vasco o catalán para diferenciarlos de los sublevados.
Otra forma de nombrar a ambos bandos es el de “leal”
o “gubernamental” frente al de “sublevado“. Aunque pareciera
denostar cierto demérito a este último, no debe ser así, ya que ese mismo bando
se autoproclamó como el del “alzamiento“. Tales denominaciones parecen,
por lo tanto, interpretaciones objetivas de lo ocurrido en julio de 1.936.
En los relatos de este trabajo se nombra frecuentemente
las posiciones de VillaVerde, guardando este municipio un peso específico mayor
que el de otros. Es así primero porque fue el cuartel general de las tropas que
ocupaban buena parte del Parque Lineal, así como de las tropas nacionalistas en
la parte alta del pueblo. Y segundo porque los límites del entonces municipio
eran considerablemente mayores que las del ahora distrito, extendiéndose casi
hasta el puente de Toledo y más allá de la orilla izquierda del Manzanares.
Nacimiento del
frente y situación general: Octubre 1.936 – Febrero 1.937
Sólo desde una perspectiva temporal y ordenada podemos
ser capaces de entender el papel que jugó la cuenca baja del Manzanares en el
transcurso de la Guerra Civil Española. Una visión más o menos pormenorizada de
los acontecimientos que rodearon la vega del Manzanares puede ayudar a entender
que el sector que llamaban “de VillaVerde” tuvo una importancia vital en el
transcurso y desarrollo del conflicto español.
En el ámbito estrictamente temporal la zona
queda principalmente encuadrada en las postrimerías del año 1.936 y los
comienzos del 1.937. En esa época se libra la Batalla por Madrid y es
en VillaVerde, Cerro de los Ángeles, Perales, el Parque Lineal y una pequeña
zona del Parque Regional del Sureste donde se establece el ala derecha del
ataque nacionalista. En el bando republicano, por el contrario, se establece el
ala izquierda de la defensa de Madrid.
Dos grandes puntos de fricción se generaron al sureste de
la capital: el pueblo de VillaVerde y el Cerro Rojo, nombre que tuvo en la
guerra el Cerro de los Ángeles. En ambos lugares el combate fue muy intenso,
sangriento en extremo, al contrario de lo que se suele pensar. En VillaVerde
Bajo combatientes de ambos bandos se aniquilaban en un mismo edificio “a
bayoneta” o con bombas de mano.
Más al sur del Manzanares, tras el periodo sucintamente
resumido, comenzaba la Batalla del Jarama, desplazando el eje bélico fuera del
sector de VillaVerde.
Tras la Batalla del Jarama, la acción guerrera se
continúa desplazando, esta vez ya a Guadalajara y Brunete, para abandonar
después definitivamente Madrid como teatro decisivo de operaciones: Madrid
nunca podrá ser tomado por las armas. Por lo tanto, después de febrero de 1.937
el sector entra en una intensa calma que será interrumpida por el derrumbe del
Ejército Popular Republicano en marzo de 1.939, cuando el ejército nacionalista
ejecuta formalmente la rendición republicana y entra en la Ciudad Universitaria.
La Batalla de Madrid tuvo una importancia central y marca
un antes y un después de la guerra. Tan importante resulta defender la capital
de España, que el Gobierno y los mandos militares se esfuerzan en crear por
primera vez un ejército regular ordenado y disciplinado, sin el cual hubiera
sido imposible defender Madrid del empuje de las experimentadas tropas
indígenas y legionarias. La génesis de ese ejército es el 5º Regimiento, cuyo
comandante en jefe estaba destinado precisamente en el sector de VillaVerde:
Enrique Líster. Podemos concluir por lo tanto, que la zona que trata este
trabajo fue parte importantísima en la creación del Ejército Popular
Republicano, más conocido por sus siglas EPR.
No menos importante es la personalidad del mencionado
dirigente comunista Enrique Líster. Persona controvertida y de arrolladora
personalidad y dotes de mando, marcó, con su forma de entablar batalla, la
historia que hoy llega casi intacta a nuestras manos. Sin entrar en debates
sobre lo correcto de sus actuaciones, parece claro que gracias a su dirección,
el enemigo quedó perfectamente fijado en sus posiciones al llegar a Madrid, no
pasando nunca de lo ocupado en los primeros días de noviembre de 1.936 y
recuperando a veces importantes puntos estratégicos para el Gobierno de la
República.
Índice e introducción a los acontecimientos
El ejército que dirige Varela a las órdenes
directas de Franco encara Madrid por el suroeste. Las tropas acaban de levantar
el asedio republicano contra el Alcázar de Toledo, defendido hasta las últimas
consecuencias por Moscardó. El retraso del ataque a Madrid no parece casual y
Franco atacó una plaza más asequible para ganar un tiempo que le permitiría
entrar en Madrid como “Generalísimo”
y ganar la guerra.
El ejército sublevado sigue imparable su avance y las
tropas republicanas, superiores en número, son muy inferiores en orden militar
y en material bélico, lo que sigue produciendo desmoronamientos casi diarios
del frente. El Gobierno republicano trata por todos los medios de cambiar esta
situación y ordena la creación de las primeras Brigadas Mixtas, germen del que
será el Ejército Popular de la República (EPR).
El avance contra Madrid encuentra su primer obstáculo en
un hecho inesperado. La ayuda soviética se materializa en los primeros tanques
T-26 montados a toda prisa en Archena. Se trata del mejor vehículo blindado de
su clase en el mundo, y tiene su bautismo de fuego en Seseña.
Aunque Seseña no fuera recuperado supuso un
punto y aparte en la Guerra Civil, y en especial en la Batalla por Madrid. El
retraso de las tropas rebeldes al liberal el Alcázar tiene como coste no
previsto que los republicanos se organicen, monten los tanques y tengan las
primeras unidades militares capaces de combatir contra un enemigo muy
experimentado y profesional. A la postre significará la resistencia de Madrid y
el triunfo del “No
Pasarán“, llevando el final de la Guerra Civil muchas batallas más
en el futuro.
- 10 de octubre de 1.936: se
crea el EPR frente a tabores y legionarios
- 23 de octubre de 1.936:
Bombardeo de Getafe y al grito de “copo“
- 29 de octubre de 1.936:
Seseña y los T-26
10 de octubre de 1.936: se crea el EPR frente a tabores y legionarios
El
Gobierno publica el Decreto por el cual se crean las seis primeras Brigadas
Mixtas y sus jefes, así como su composición y funcionamiento. Estas Brigadas
deberán convivir con el resto de fuerzas no regulares que operan en Madrid, para
después hacerlo, lentamente, al resto de la República de España.
Es un hecho este de extraordinaria importancia, puesto
que demuestra la existencia de un Gobierno democrático e independiente del
poder militar, al cual crea y maneja de acuerdo a la legalidad vigente. Por
otro lado muestra también el importantísimo caos organizativo y de control en
las lineas republicanas, el intento desesperado por parte del poder político
por controlar ese desorden, y las terribles dificultades que encontrará el
Gobierno a lo largo de la guerra para imponer la Ley y la sólida defensa que
podía ofrecer un ejército regular y disciplinado.
Frente a él, el bando nacionalista, el bando franquista,
como la otra cara de la misma moneda. Sin ninguna clase que ostentara el poder
político, ya que el poder militar lo ocupaba todo y quedaba enteramente
encarnado en la figura y personalidad del general Francisco Franco. Los hombres
del general no eran milicianos, tanto requetés como falangistas y voluntarios
de toda clase eran apartados de la primera línea, reservada en exclusiva para
los Tabores de marroquíes y legionarios, es decir, para los cuerpos más y mejor
entrenados para la guerra. Junto a ellos los hombres y material enviados por
Alemania nazi y por la Italia de Mussolini. Profesionales de la guerra frente a
milicias desorganizadas.
Las seis
Brigadas Mixtas y sus jefes quedaron de la siguiente manera:
- 1
BM. Enrique Líster Forján.
- 2
BM. Jesús Martínez de Aragón.
- 3
BM. Jose María Galán.
- 4
BM. Arturo Arellano.
- 5
BM. Fernando Sabio.
- 6
BM. Miguel Gallo.
Estas Brigadas serían la columna vertebral
del EPR y se denominan “Mixtas” porque están compuestas por infantería,
caballería, artillería y servicios.
Parece acertado en este punto hacer mención a la palabra
“Tabor“, que no es sino el concepto de “batallón” pero dentro del
cuerpo de Regulares creado en el año 1.911 en el interior del Protectorado
español de Marruecos. Los regulares se nutrieron principalmente de personal
indígena. Los nativos eran más conocedores del terreno y, por otro lado,
evitaban la difícil papeleta política de tener que justificar muertos españoles
en la inestable región, con violentas ansias independentistas. Batallas como las
de Annual, Rif y el desembarco de Alhucemas curtieron a las tropas en duros y
sangrientos combates. Las tropas marroquíes actuaron de mercenarios, tanto en
su propia tierra como después en la Guerra Civil, traídos directamente de
África por el general Franco. En España, los Tabores de marroquíes fueron
conocidos por su efectividad y su crueldad en el campo de batalla haciendo lo
que quizá siempre quisieron: matar al opresor español, en este caso españoles
republicanos.
Por otro lado, en el año 1.920 se crea el Tercio de
Extranjeros – también llamado Legión o Legión Extranjera – por petición de
Millán-Astray, para sustituir a las tropas de reemplazo que combatían en el
Protectorado, con bajísima moral y grandes bajas. Los únicos requisitos
era estar sano, fuerte y apto para el uso de un arma. Serían
admitidos tanto españoles como extranjeros.
Ambos cuerpos, tabores y legionarios fueron vanguardia en
los enfrentamientos del norte de África durante los primeros años del siglo XX,
constituyendo los mejores y más experimentados cuerpos del Ejército Español.
Fue precisamente Franco quien los comanda durante toda la Guerra Civil y los
que obtienen la mayor parte de victorias de los sublevados. Sin ellos el
triunfo final del ejército que protagoniza el golpe de Estado de julio del 36,
hubiera sido seguramente imposible, habida cuenta de la fuerte oposición
popular encontrada.
Tanto los tabores de regulares como los tercios de
legionarios siguen existiendo en la actualidad. Las unidades del EPR, al
contrario, no subsistieron en ninguna forma tras la Guerra Civil.
23 de octubre de 1.936:
Bombardeo de Getafe y al grito de “copo“
Franco
estrena los aviones alemanes Junker 52 de la Legión Cóndor contra el pueblo
desarmado de Getafe. Setenta niños perecen al ser bombardeada la escuela del
pueblo. Es el inicio de los bombardeos masivos a la población civil que luego
volverá a practicarse durante la Segunda Guerra Mundial. Se busca con ellos
desmoralizar a la población para que dé la espalda al Gobierno de la República.
Esa misma política de terror
la practican las columnas de Franco, las del “ejército del Tajo”
en su avance contra Madrid, con sus elementos marroquíes. La fama de desmanes
les precede desde Extremadura. La impresión juega a favor de las tropas
rebeldes que tan sólo con el pánico que provocan en las desordenadas milicias
pseudomilitares, consiguen doblegarlas sin apenas presentar batalla. Mientras,
en Madrid, las checas se toman la justicia por su mano ante las noticias del
frente, el Gobierno poco o nada puede hacer para garantizar en esos días la
seguridad de los ciudadanos madrileños.
En todo el camino a Madrid el ejército de milicias
de la República sufrió la misma táctica. El movimiento consistió una y otra vez
en acercamiento a las líneas leales por los flancos, provocando entre los
milicianos el grito “¡Qué nos copan!“, tras lo cual se solía producir
una desbandada y la caída completa del frente. El temor a tener un enemigo
cruel en la espalda, era superior incluso al miedo a la muerte en batalla. En
la huida descontrolada, desaparece toda defensa y los republicanos solían ser
masacrados o hechos prisioneros en grandes cantidades.
“Las
balas silbaban sobre nuestras cabezas con mucha frecuencia. La fila daba
muestras de intranquilidad, el número de combatientes iba disminuyendo. Se iban
a beber agua, a hacer sus necesidades […] No quieren combatir – dijo Líster
frunciendo el ceño -. Hoy el camino a Madrid está completamente abierto […] –
Hay que quitar los autobuses a las unidades – dice Líster -. Les da pereza
andar, sólo van en coche […] Subidos en un solo tanque, los fascistas podrían
haber entrado hoy en la capital.”
Mijail Koltsov – Enviado especial de Pravda
En Navalcarnero, por ejemplo, una triple línea de
trincheras con alambradas electrificadas, cae ante la enésima voz de “copo” el
día el 21 de octubre. Las duras estructuras defensivas del coronel Francisco
Ardid nada pueden hacer ante el pánico incontrolado de las tropas leales,
carentes todavía de experiencia alguna en combate, mal equipadas y sin mandos
que hagan respetar su autoridad. El frente está a merced de las tropas de
Franco.
Enrique Líster nos cuenta una anécdota de la
Batalla de Brunete que reviste más importancia de la que en un primer momento
pudiera aparentar. La estrategia del terror montada por Franco era evidente.
[…]
un día me llama por teléfono el jefe de la 100 Brigada informándome que dos
batallones de moros inician un ataque por su sector y pide que la artillería
tire sobre ellos […] Nuestras fuerzas han contraatacado y han cogido en una
vaguada a unos 50 prisioneros moros, que me envía […] Eran, del primero al
último, paisanos míos vestidos de moros. Franco, al que le escaseaban los moros
auténticos, había vestido de moros a los gallegos para impresionar a nuestros
soldados.
Enrique Líster
Forján – Jefe de la 1ª Brigada Mixta
El pueblo de Seseña fue quizá la gran foto de toda
una guerra. Largo Caballero anuncia en su discurso del día 28 de octubre, en un
acto de incompetencia militar sin límites, el contraataque del ejército republicano
contra las tropas marroquíes que avanzaban imparables contra Madrid. En un
minuto de mensaje describe con pelos y señales la acción de las milicias
republicanas, aún en plena formación.
¡Escuchadme,
camaradas! Mañana […] nuestra artillería y nuestros trenes blindados abrirán
fuego contra ellos. Enseguida, aparecerá nuestra aviación, lanzando bombas
contra el enemigo y desencadenando el fuego de sus ametralladoras […] nuestros
tanques van a lanzarse sobre el enemigo por el lado más vulnerable, sembrando
el pánico en sus filas… ¡Ahora tenemos tanques y aviones [..]! ¡La victoria es
nuestra!
(Discurso radiado
del presidente de la República Largo Caballero)
29 de octubre de 1.936: Seseña y los T-26
Tanque T-26B en el ataque republicano de
Seseña Fuente: La Batalla de Seseña
Largo Caballero daba buena cuenta de los nuevos tanques
T-26 soviéticos que vienen de Archena, recién montados, como primerísima ayuda
a los escasos medios materiales con que cuenta la República. Los nacionalistas
no sabían nada hasta la fecha, por lo que el factor sorpresa desaparece. No
obstante el soviético Pavel Arman, ante la escasez de milicianos españoles
capaces de manejar un tanque en tiempo record, toma el mando de la columna de
blindados recién formada y se presenta en la entrada de Seseña pensando que
está en poder republicano. Arman saca la cabeza por la torreta y pide en
francés que despejen el camino a los tanques. El soldado responde “¿Italiano?”
y de inmediato Arman ordena estrenar los nuevos ingenios militares al darse
cuenta del error.
En unos pocos minutos el pueblo queda reducido ante un
absoluto poder de las nuevas armas de la República. Nada se resiste al cañón
del T-26. Es un paseo militar, los moros y los legionarios nada pueden hacer
ante el avance de los tanques de la República, que cortan el frente como un
cuchillo caliente la mantequilla, profundizando varios kilómetros en dirección
a Esquivias. Allí se encontraba concentrada la caballería mora de Monasterio,
que va cayendo hombre a hombre contra los tanques. La escena se repetiría
trágicamente en la segunda Guerra Mundial, cuando los tanques alemanes aplastaron
a la caballería polaca en un enfrentamiento desigual.
Tal es la euforia, que los tanquistas olvidan que su
misión es abrir el frente para que pase la 1ª Brigada Mixta que conduce Enrique
Líster con base en Valdemoro, tras ellos, ya muy retrasada, incapaz de seguir
el rápido avance blindado. La aviación ni siquiera ha hecho acto de presencia.
El propio Líster contará después que esta total descoordinación se debe a que
los propios mandos republicanos nunca creyeron de lo que sería capaz de hacer
su propio ejército. Es más, los hechos apuntan a que la ofensiva de Seseña pudo
ser un acto de pura propaganda política, en un lugar con escaso interés
estratégico, quizá para mostrar al pueblo el nuevo poderío militar republicano.
Así quedarían justificadas las palabras de Largo Caballero, palabras que de no
ser el Presidente de la República, jefe máximo de las fuerzas armadas, y de
tratarse posiblemente de otro bando, le habría costado un consejo de guerra.
La brecha abierta por el propio Arman en el frente
enemigo, la tiene ahora a su espalda. La vuelta atrás es muchísimo más dura.
Los moros aprenden que con una botella de gasolina y un trapo, lanzado a las
ruedas, se funden los rodillos de goma que arrastran las cadenas. Después
abrasan a sus ocupantes lanzando las botellas al interior de los tanques e
impidiendo que nadie salga al exterior. Lister dirá que la técnica la tenían
bien aprendida desde antes del primer cañonazo, pues fue Largo Caballero quien
se la mostró un día antes. Según él “Este acto de fanfarronería explica que
las unidades del Ejército del Tajo recibieran a los tanques con botellas de
gasolina“.
La infantería de Lister, al perder de vista los tanques,
debe batirse casi cuerpo a cuerpo en Seseña, en unas lineas recompuestas
disciplinadamente por el ejército nacionalista. El resultado fue que se perdió
el veinte por ciento de los T-26 y que el objetivo principal, Seseña, no fue
tomado. No obstante se descubrió el potencial de unas armas que cambiarían
justo en ese momento el curso de la guerra y de la toma de Madrid. Con muchos
más efectivos materiales y mucho mejor entrenados, las unidades nacionalistas
detendrían en ese momento el avance contra la capital de la España leal.
Tras el combate, la 1ª Brigada Mixta de Lister sigue
dando batalla al flanco derecho de las divisiones de Varela en su furioso
camino a Madrid. Se producirían enfrentamientos entre Seseña y Valdemoro para
finalmente retroceder y ocupar la linea de la carretera de Madrid a Cadiz (en
el Cerro Rojo o Cerro de los Ángeles) hasta Perales del Río. El empuje
nacionalista no moverá ya las fuerzas de Lister en ningún momento, quedando
estas relativamente aisladas por su flanco derecho cuando el enemigo ocupa
Parla, Carabanchel y VillaVerde (6 de noviembre). En estos ocho días, la
1ª Brigada de Lister defiende el valle del Manzanares desde la acción parcial
de Seseña, resistiendo las envestidas del flanco derecho de los rebeldes
dirigidas por Varela: la caballería mora de Monasterio.
Referencias y bibliografía
Líster, 1.966
Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores (S.B.H.A.C.)
Luis Suárez Fernández, Octavio Ruiz Manjón-Cabeza, 1.981
Modesto, 1.969
J.M. Reverte, 2.004
J.M. Reverte. El autor nos relata con cierto
detalle la visita del poeta Rafael Alberti a VillaVerde, sin embargo no hemos
encontrado otra referencia que lo acredite.
J.M. Reverte. Entrevista del autor con quien probablemente lo vivió, Lázaro Somaza (p. 163)
J.M. Reverte. Cita pag 296.
La Batalla del Jarama
En febrero del año 1.937 se
libró la más cruenta de las batallas que hasta la fecha había tenido lugar
en la Guerra Civil Española: La
Batalla del Jarama; debido a la inusitada violencia de sus
combates y la gran cantidad de efectivos puestos en liza por ambos bandos.
El 23 de noviembre de 1.936, las tropas profesionales del
general Franco, notoriamente superiores en preparación técnica y
organización, habían fracasado en su intento de toma directa de la capital
republicana, a través de la Casa de Campo y del Hospital Clínico,
transcurridos apenas cuatro meses de su levantamiento armado en el Protectorado
de Marruecos. Frente a ellos, combatientes sin apenas formación, milicianos de
las más heterogéneas procedencias, superiores en número pero con baja
cualificación militar, salvan Madrid en el último instante. Son los primeros
compases de la Batalla de Madrid, y la Batalla del Jarama
será uno de sus actos, magnificado a lo largo de la historia por la
inusitada violencia de su sangrienta puesta en escena.
La República se esfuerza en
reclutar, partiendo de cero, unas fuerzas armadas que sean capaces de
contener el frenético avance de las Columnas de las tropas rebeldes, y
sofocar la rebelión contra el orden republicano legítimo. Durante la
Batalla del Jarama, el nuevo ejército español –Ejército Popular de la República (EPR)– compuesto de Brigadas Mixtas,
recibirá paulatinamente el apoyo de nuevos batallones de voluntarios
procedentes de Albacete, base de las Brigadas Internacionales, junto a los
ya existentes, además de material soviético más moderno: aviones
Polikarpov I-15 e I-16, carros de combate T-26b, etc. que tendrán una
actuación primordial en esta batalla.
Las Brigadas Internacionales, estuvieron formadas por
varios miles de voluntarios (unos 35.000, a lo largo de una guerra civil
internacionalizada) llegados de todos los rincones del mundo en auxilio de la
República Española. Británicos, franceses, belgas, estadounidenses,
canadienses, cubanos, italianos, alemanes, austriacos, balcánicos y un buen
número de otras nacionalidades, acudieron desde su lugar de origen a pelear
junto a los soldados españoles, y a dejar su vida en un altísimo porcentaje,
pues se conceptuaban como fuerzas de choque.
Tanto el nuevo material recibido como los recién
llegados voluntarios internacionales, tendrán un peso decisivo en esta batalla,
con un destacado protagonismo en todos los combates que pasará a la
Historia por su marcado carácter épico.
Fracasado el primer
intento de toma frontal de Madrid, Franco
pretende un segundo ataque por el norte, la
llamada Batalla de la Carretera de la Coruña (Batalla de la Niebla),
ampliando la línea del frente pero sin efectos prácticos, al no
conseguir romper las líneas hacia el Monte del Pardo desde Las Rozas, para
bordear nuevamente la capital.
El ataque del Jarama será el tercer intento de rodear y cortar las líneas de
abastecimiento de la ciudad de Madrid.
El inicio de la Batalla del Jarama
Veinte mil soldados,
compuestos por moros, legionarios, falangistas y requetés; agrupados en torno a
cinco brigadas, se concentran en Pinto y Valdemoro. Al mando del general Varela, bajo la supervisión del general Orgaz, tenían marcado como objetivo estratégico
aislar la capital, tras un rápido avance por la altiplanicie extendida
entre los pueblos de Arganda y Morata, para cortar la carretera de
Valencia a la altura del Vértice Valdesemorial.
Esta maniobra, unida a la ofensiva combinada de las
tres Divisiones italianas acantonadas al norte de Guadalajara, hubiera dado
como resultado el colapso de la capital de la República. Pero por discordancias
con el mando de estas fuerzas, tal ofensiva no se produjo hasta un mes después,
a primeros de marzo; cuando la lucha en el Jarama se había estancado, lo que
permitió a la República desplazar fuerzas al nuevo frente alcarreño, con el
victorioso resultado de todos, conocido.
Antes del inicio de la batalla
en el Jarama, los republicanos planeaban una ofensiva para aislar a las fuerzas
enemigas, de la División Reforzada de Madrid. Pero la mejor organización
del ejército nacionalista se les anticipó, asestando un imprevisto y duro
golpe a las vanguardias gubernamentales que estaban siendo
desplegadas en el teatro de operaciones. Tras sufrir varias demoras, debido al
temporal de lluvias, el día 6 de febrero de 1.937 se
dió comienzo a la Batalla y la mayoría de unidades republicanas
desplegadas entre La Marañosa y Ciempozuelos sucumbieron, desbordadas por un
incesante diluvio de sangre y fuego.
Los nacionalistas llegan al Jarama y al Manzanares
Durante las primeras jornadas de la
Batalla del Jarama los rebeldes alcanzan en una primera fase la
línea de los ríos, y tras una detención de dos días debido al mal tiempo,
disponen su cruce entre los días 11 y 12 de febrero, abriendo una segunda fase que
concluirá el día 14 de febrero, abortándose el plan final por falta de unidades
de reemplazo. La batalla se da por concluida el 27 de febrero.
Al alcanzar la confluencia de los
ríos Manzanares y Jarama, el ejército rebelde ya tiene a tiro de fusil la
carretera de Valencia desde las estratégicas cumbres del Espolón de Vaciamadrid.
La República tiene que replantear las vías de abastecimiento de Madrid por
carreteras secundarias e inclusive dar marcha al proyecto ferroviario de
la Vía Negrín, por
la pérdida de la línea férrea entre Aranjuez y Villaverde Bajo.
De cualquier modo, los republicanos, aún conocedores de
los preparativos del ataque, desconocen la dirección exacta del mismo. Por lo
mismo, refuerzan con la XII BI (Batallones Dombrovski y Garibaldi) el ámbito
que rodea el Puente de Arganda y la línea de fortificaciones a lo largo de las
crestas y cantiles de la orilla izquierda del Manzanares, imaginando que el
ataque va dirigido hacia Vallecas y Vicálvaro. Restos que aún perduran al día
de hoy y constituyen un conjunto histórico patrimonial destacado, que se
debería conservar.
Los cerrojos del Jarama: Puentes del Pindoque y San Martín
Durante las noches de los días 11 y 12 de febrero,
las tropas indígenas africanas rompen los cerrojos del Jarama, dejando a
las claras que el esfuerzo principal de las tropas rebeldes se encamina mucho
más al sur del Puente
de Arganda. Con la toma de los puentes del Pindoque y de San
Martín sobre este río, la Batalla del Jarama adquiere su
nombre en plenitud.
El inicio de la Batalla del Jarama
Veinte mil
soldados, compuestos por moros, legionarios, falangistas y requetés; agrupados
en torno a cinco brigadas, se concentran en Pinto y Valdemoro. Al mando del
general Varela,
bajo la supervisión del general Orgaz,
tenían marcado como objetivo estratégico aislar la capital, tras un
rápido avance por la altiplanicie extendida entre los pueblos de Arganda y
Morata, para cortar la carretera de Valencia a la altura del Vértice
Valdesemorial.
Esta maniobra, unida a la ofensiva combinada de las tres
Divisiones italianas acantonadas al norte de Guadalajara, hubiera dado como
resultado el colapso de la capital de la República. Pero por discordancias con
el mando de estas fuerzas, tal ofensiva no se produjo hasta un mes después, a
primeros de marzo; cuando la lucha en el Jarama se había estancado, lo que
permitió a la República desplazar fuerzas al nuevo frente alcarreño,
con el victorioso resultado de todos conocidos.
Antes del
inicio de la batalla en el Jarama, los republicanos planeaban una ofensiva para
aislar a las fuerzas enemigas, de la División Reforzada de Madrid. Pero la
mejor organización del ejército nacionalista se les anticipó, asestando un
imprevisto y duro golpe a las vanguardias gubernamentales que estaban
siendo desplegadas en el teatro de operaciones. Tras sufrir varias demoras,
debido al temporal de lluvias, el día 6 de febrero de 1.937 se
dió comienzo a la Batalla y la mayoría de unidades republicanas
desplegadas entre La Marañosa y Ciempozuelos sucumbieron, desbordadas por un
incesante diluvio de sangre y fuego.
Los nacionalistas llegan al Jarama y al Manzanares
Durante las
primeras jornadas de la Batalla del Jarama los rebeldes alcanzan en
una primera fase la
línea de los ríos, y tras una detención de dos días debido al mal tiempo,
disponen su cruce entre los días 11 y 12 de febrero, abriendo una segunda fase que
concluirá el día 14 de febrero, abortándose el plan final por falta de unidades
de reemplazo. La batalla se da por concluida el 27 de febrero.
Al
alcanzar la confluencia de los ríos Manzanares y Jarama, el
ejército rebelde ya tiene a tiro de fusil la carretera de Valencia desde las
estratégicas cumbres del Espolón de Vaciamadrid.
La República tiene que replantear las vías de abastecimiento de Madrid por
carreteras secundarias e inclusive dar marcha al proyecto ferroviario de
la Vía Negrín, por la pérdida de la línea férrea entre
Aranjuez y Villaverde Bajo.
De cualquier modo, los republicanos, aún
conocedores de los preparativos del ataque, desconocen la dirección exacta del
mismo. Por lo mismo, refuerzan con la XII BI (Batallones Dombrovski y
Garibaldi) el ámbito que rodea el Puente de Arganda y la línea de fortificaciones
a lo largo de las crestas y cantiles de la orilla izquierda del Manzanares,
imaginando que el ataque va dirigido hacia Vallecas y Vicálvaro. Restos que aún
perduran al día de hoy y constituyen un conjunto histórico patrimonial
destacado, que se debería conservar.
Los cerrojos del Jarama: Puentes del Pindoque y San Martín
Durante
las noches de los días 11
y 12 de febrero, las tropas indígenas africanas rompen los
cerrojos del Jarama, dejando a las claras que el esfuerzo principal de las tropas
rebeldes se encamina mucho más al sur del Puente de Arganda.
Con la toma de los puentes
del Pindoque y de San Martín sobre este río, la Batalla
del Jarama adquiere su nombre en plenitud.
Una vez
atravesado el Jarama, tropas de Regulares y de La Legión se
esfuerzan por ascender rápidamente a la altiplanicie entre Arganda y
Morata que les conducirá al punto táctico señalado para la maniobra. Se
sucederán épicos y luctuosos episodios como el que protagoniza el batallón
inglés, British, en
la Colina del Suicidio.
Los
rebeldes son entonces detenidos en la maraña de olivares desparramados por
la meseta, cual paradójico o absurdo obstáculo insalvable, claudicando de
su objetivo el día 14, ya sin
reservas, y dispuestos a afrontar el contraataque enemigo que se desencadena
fundamentalmente a partir del día 17. Chatos y
Moscas frenan sobre el cielo del Jarama a los aparatos de bombardeo
enemigos, Ju-52 y Savoia, mientras los carros blindados
rusos irrumpen audazmente entre las filas enemigas de modo constante, hasta
el agotamiento; solo frenados por los temidos Pak 36-37 anticarro del enemigo.
El día 14, el “día triste del Jarama”, tras celebrar un
consejo militar en la Casa de Gózquez,
donde Orgaz tiene instalado su Cuartel General, se
decide poner fin a la ofensiva y pasar a la defensa fortificando las
posiciones alcanzadas. La carencia de unidades de reserva en esos momentos
era ya absoluta.
El contraataque republicano: La Marañosa, Espolón de Vaciamadrid y
Vértice Pingarrón
Fuertemente desgastadas, las tropas de Orgaz y
Varela se deben limitar a defender encarnizadamente la cabeza de puente
conseguida al otro lado del Jarama. El ataque ha sido un fracaso en orden a los
fines perseguidos, un tremendo desgaste de recursos humanos y
materiales. Los republicanos pretenden al menos, arrebatar al enemigo las
posiciones más estratégicas y se marcan como objetivos en primer término,
los cerros de La Marañosa y el Espolón de Vaciamadrid, a fin
de cortar el avituallamiento a la vanguardias enemigas de Valparaíso, Casa
de la Radio y el Pingarrón, cubriéndose de nuevo el valle del Manzanares de
metralla y muerte, las jornadas del 16 y el 17.
Los restos de estos contraataques pueden igualmente
contemplarse impertérritos, en esas “cabezas de playa”, esparcidos por la
orilla derecha del río Manzanares.
En ningún otro lugar como en el Pingarrón se
derramaría tanta sangre inútilmente. Las mejores unidades de uno y otro bando
lo asaltarán, ganarán, defenderán y perderán, un montón de veces; sin el menor
gesto de piedad, una y otra vez, asalto tras asalto. Centenares de defensores y
atacantes caen destrozados a morterazos, o trizados por las balas, sobre
este insignificante promontorio, que la Historia sitúa en el corazón de
esta batalla.
El 27 de febrero amanece un
espléndido día. Nadie duda ya, que la Guerra Civil Española no será ni corta ni
fácil para ningún bando. El día 27 de
febrero de 1.937, la República, tras los pobres resultados
alcanzados a lo largo de diez días de ofensiva desde La Marañosa
al Pingarrón, decide lanzar un golpe final que también supondrá
una sangría, antes de claudicar.
Bibliografía
Nuestra
principal fuente de información es, aparte de las fuentes escritas consultadas,
la visita sobre el terreno de los distintos escenarios en los que se vivió y
padeció la Batalla del Jarama. Sentir el calor o el frío en la misma trinchera
en la que lo hicieron los combatientes de ambos bandos es una experiencia que
no debe menospreciarse. Contemplar el mismo horizonte, los mismos
paisajes, ayuda a interpretar unos hechos históricos
que conviene no olvidar.
Junto a
esa experiencia de campo, estos son sólo algunos de los libros que hablan sobre
la Batalla del Jarama y de los que se ha sacado parte de la información de los
artículos que aquí comienzan.
- “Soy
del Quinto Regimiento”. Juan Modesto.
- “Mil
días de fuego”. J.Mª. Gárate Córdoba.
- “Las
Brigadas Internacionales”. Jacques Delpierre De Bayac.
- “El
asedio de Madrid”. Robert Garland Colodny.
- “La
Batalla de Madrid”. Gregorio López Muñiz.
- “La
lucha en torno a Madrid”. Servicio Histórico Militar.
- “La
Batalla del Jarama”. José Manuel García Ramírez.
Aquí se cierra formalmente la batalla, si bien
nunca cesarán los ataques y combates esporádicos en la zona, como acciones de
alivio para otros frentes o como rectificaciones con golpes de mano en las
líneas.
El
final de la Batalla del Jarama: Resumen y consecuencias
Pasada la Batalla del Jarama, tras
los últimos intentos infructuosos de asalto al Vértice Pingarrón del 27 de
febrero, el Ejército republicano claudica definitivamente y pasa a
consolidar sus posiciones.
El ejército de Franco, desde
el día 15 de febrero, ha desplegado
sus últimas maniobras ofensiva, y se prepara para la fase defensiva
de atrincheramiento y defensa a ultranza de
las posiciones alcanzadas.
La absoluta falta de reservas y el hecho de no
poder prosperar en los ataques, merced a la resistencia numantina demostrada
por los voluntarios internacionales de las Brigadas Internacionales, en
combinación con las Brigadas Mixtas españolas, obliga a Franco a
adoptar tal decisión.
La ofensiva italiana
desencadenada en Guadalajara a primeros de marzo
de 1937, a fin de avanzar en línea recta hacia Madrid, llega demasiado
tarde como para desviar fuerzas republicanas del frente del Jarama.
Tras la estabilización del frente, comienza una
particular “guerra de trincheras”, consistente en reforzar las
posiciones con el enmascaramiento y blindaje con nidos de hormigón
adecuados y en dar golpes de mano a fin de rectificar las líneas del
frente más desfavorables. Nunca se establecerá la paz completa y siempre habrá
oportunidad de sacudir al enemigo en el momento más insospechado o cuando se
requiera aliviar la presión del enemigo en otros frentes.
La guerra de propaganda, mediante altavoces
gigantes montados sobre camiones y otros medios es una constante. Se ha dado
durante la batalla y ha continuado después, exasperando al contrario.
En las trincheras pululan los mensajes lanzados con
altavoces y panfletos con los más diversos textos, que exhalan patriotismo de ambos
lados, y que son lanzados contra el adversario. Se busca la deserción que, a
veces, se producirá por diferentes razones. Los militares profesionales del
ejército nacionalista jamás lo harán, forma parte de su profesión. Sí se
logrará la defección desde uno u otro bando, entre los enrolados a la
fuerza o aquellos que tenían alguna causa pendiente en sus filas. No obstante
la cifra no será muy elevada; unos 200 soldados nacionalistas y unos 42
voluntarios de las Brigadas Internacionales.
Uno de estos panfletos reza lo siguiente, por si
hubiera dudas sobre que el término “nacional” no fuera también
republicano:
“El Ejército
Nacional Republicano, compuesto por los mejores hijos de la gran España, avanza
irresistiblemente hacia la victoria.”
¡Viva la España Republicana!
¡Viva la España Republicana!
Pero para los voluntarios internacionales, la
Batalla del Jarama no acaba con el silencio de sus frentes. Extranjeros de sí
mismos, cuando llega el ansiado y breve descanso, no hay hogar al que
acudir, no hay esposa, no hay padre ni madre que les acoja tras la dura
batalla, lejos de la húmeda trinchera. Algunos, los más, ni siquiera
tendrán patria adonde regresar tras defender los ideales democráticos de
Libertad e Igualdad en otra tierra que no era la suya, de la que apenas conocían
su nombre y que terminará desapareciendo tras sus propios pasos, cuando
abandonen España y tras de ellos se derrumben esperanzas e ideales.
Muchos de ellos descansan en un olvidado
cementerio, sin lápida ni texto alguno, cerca de Morata, a escasos metros del
frente que defendieron durante la batalla.
La Batalla del Jarama ¿un error estratégico de ambos bandos?
Lejos de
afirmar quién ganó o perdió la Batalla del Jarama, podría decirse que
estratégicamente no estuvo bien planteada. A la poca previsión nacionalista en
cuanto a las reservas necesarias para tan ambicioso plan, se unió el
hecho de que obviaron la capacidad de resistencia y contraataque del
enemigo además de las durísimas dificultades encontradas al verse peleando
sobre una meseta sembrada de olivares que desdibujaba la ubicación de las
fuerzas propias y contrarias; que hacía pasar inadvertidos los ataques de
carros blindados hasta que no estaban encima; que favorecía a los tiradores
aislados; que hacía perder las referencias y equivocar las direcciones de
ataque encomendadas; “como luchar en un laberinto”.
Pero aún
más allá, la concepción de la Batalla del Jarama, ideada desde un punto de
vista rudo, elemental, sangriento, “un choque de carneros”, se limitaba a
enfrentar hasta la extenuación, a las dos masas de maniobra enfrentadas. Hasta
la inusitada victoria o hasta el más absoluto y recíproco aniquilamiento.
Resistencias y ataques desesperados que aniquilaban hombres y reservas con la
única bandera de los ideales y del patriotismo. Muy escasa o ninguna
brillantez estratégica tuvieron tales planteamientos.
“Dos frentes chocando, en una brutal fricción, sin ningún
resultado. Sólo grietas, pequeños objetivos que se alcanzan y se pierden en un
espacio limitado y, en fin, relevo incesante de unidades desgastadas, sin otro
fruto que ganar unos metros de terreno”
Vicente Rojo, Jefe del Estado
Mayor republicano
Pero los republicanos pecaron del mismo
defecto. Los ataques del Pingarrón o de La Marañosa están cortados por los
mismos patrones de choque frontal, ilógico,
tácticamente desastroso.
El día 12
de febrero el general Vicente Rojo propone un plan para rentabilizar el hecho
de que las mejores unidades rebeldes, Legión y Regulares, están aparentemente
en una ratonera, con los republicanos delante de ellos y con el río Jarama a
sus espaldas, extenuados por un avance incesante y sin descanso.
Rojo propone mover las reservas y pasarlas al flanco
derecho del frente de Madrid, iniciando el ataque que tenían preparado y nunca
ejecutaron. Rojo quería atacar con dirección Navalcarnero, ahora que la mayor
parte de reservas rebeldes estaban en el Jarama, y profundizar hasta
cerrar una pinza que dejara a lo mejor del ejército franquista, aislado entre
dos fuegos. Una maniobra que de haber tenido éxito habría puesto un punto y
aparte en la Guerra Civil Española.
El mando republicano, vacilante, con poca fe en sus
recursos y capacidades, desiste de esta idea y prefiere invertir sus reservas
en el Jarama, arriesgando lo mínimo. Se recurre de nuevo al ataque frontal,
extenuante, esperando que el enemigo abandone sus posiciones
cuando vean venir las masas enemigas o cuando las bajas propias sean
alarmantes.
Nada más alejado de la realidad. La Guerra Civil Española
sería dura y muy larga, como ya vaticinaba lo acontecido en esta batalla.
Junkers Ju-52. Este fue el avión de
transporte alemán reconvertido por los sublevados para bombardear Madrid. Museo
de Cuatro Vientos.
El
ataque de la XII Brigada Internacional al Cerro de los Ángeles
Dewoitine D-37 francés, usado por los
republicanos al principio del conflicto, derribado frente al Cerro de los
Ángeles. Sobre el cerro, vemos en primer plano la hospedería; a la izda., aparece la
ermita, y a la dcha. en segundo plano, el convento. Los restos del monumento
dinamitado el 7 de agosto aparecen en el borde derecho de la
fotografía.
Los planes de Rojo siguen siendo explotados en las
siguientes jornadas. El ataque a las columnas nacionalistas se hará por los
flancos, mientras que en el centro se deberá resistir a cualquier precio, sin
ceder un palmo de tierra. Madrid no podía caer, costara lo que costara.
Los primeros combatientes de las Brigadas
Internacionales ya han tenido su bautismo de fuego en el Parque del Oeste,
soportado con enorme valentía y arrojo. Ahora le toca el turno a la XII BI,
que recibe la orden de atacar el Cerro de los Ángeles y castigar al
enemigo por su flanco derecho.
Con una absoluta falta de coordinación, se lanzan
al ataque los batallones llegados un día antes de Albacete, con nula
experiencia de combate, tras una marcha campo a través a plena luz del día,
desde La Marañosa.
Los nuevos planes del TOCE (Teatro de Operaciones
del Centro de España) eran pasar al contraataque por los flancos, para
debilitar al enemigo en el centro, donde presionaba a Madrid. Por la
derecha Barceló y Galán, por la izquierda Líster y Bueno. Vicente Rojo ultima
el plan y comienza a distribuir las tropas por el vasto frente que
defienden. Se trata de hacerlas pivotar a los extremos sin que se note en el
centro y sin que el enemigo lo advierta.
La orden del ataque al Cerro de los Ángeles y de su
eventual toma, llega a los internacionales en su base de Albacete el
día 9 de noviembre. Allí la recibe el general Lukacs, jefe de la XII Brigada
Internacional, sin casi tiempo para componer sus batallones. La
forman en este momento los batallones Garibaldi, Thälmann y André Marty.
“Todo
se improvisa aún con mayor rapidez y confusión que la vez anterior. Madrid nos
llama. Las noticias que llegan de la capital son electrizantes. Nicoletti
telefonea para decirnos que la XI Brigada se cubre de gloria en la Ciudad Universitaria,
al lado de las Brigadas, de las milicias y del pueblo español. Naturalmente
nadie quiere ser menos que los compañeros que ya combaten.”
Luigi Longo
Los voluntarios internacionales que llegan el día
9, partirán con la XII BI al día siguiente. Apenas hay tiempo ni de entregarles
el material, mucho menos para entrenarles en el manejo de un arma. En
tren son desplazados hasta la localidad de Villacañas, en Toledo, para
después ir en camiones hasta Chinchón, donde se reagrupan todas las unidades y
fuerzas que efectuarán el ataque. Se establece finalmente en esta localidad el
Estado Mayor.
El desorden es importante. Las unidades no están
integradas y los mandos no tienen el control sobre las mismas. Se habla
francés, italiano, alemán y polaco, y normalmente nadie entiende de las otras
lenguas que no son la propia. La situación, ya antes de empezar, parece
caótica. No obstante, y con el obligado retraso debido al fenomenal
desorden, llega la orden de ataque para el día siguiente. Junto a la XII BI
partirán también las Brigadas Mixtas españolas 2ª y 5ª.
El plan de ataque consiste en penetrar en las
líneas enemigas hacia su retaguardia y cortar su red de suministros. De
entrada, la toma del Cerro de los Ángeles es una maniobra táctica de
inicio, para usarlo como punto de apoyo de los ataques posteriores.
El primer ataque al Cerro de
los Ángeles
La XII BI estaba comandada por el general Lukács, un húngaro de amplio historial combativo, y compuesta
por el batallón André Marty (franco-belga),
el Garibaldi (italiano) y el Thälmann (alemán). La composición de la Brigada se ha
realizado a marchas forzadas, como todo en Madrid en aquellos días de locura,
en el que nadie sabía ni siquiera si sobreviviría a la metralla unas horas más.
Los hombres llevan un armamento acorde a sus “uniformes”, variopinto, de
circunstancias… a veces ni siquiera es posible un entendimiento básico verbal,
dadas las distintas nacionalidades e incluso las distintas ideologías de los
hombres que allí se disponían a atacar el Cerro. Los mandos, muchos de ellos,
acaban de ser elegidos casi por aclamación.
La noche del día 13 parten en camiones desde Chinchón las
fuerzas que efectuarán el ataque. Con los faros apagados y en un territorio muy
cerca del frente, es necesario dar rodeos y complicar un trayecto en teoría
corto. Una decena de camiones se pierde y el ataque, que debía haberse
producido con las primeras luces del día, se retrasa una vez más.
Al amanecer, henchidos de coraje, los voluntarios
extranjeros inician a pie, desde La Marañosa, el avance hacia el Cerro de los
Ángeles. Se trata de ganar la posición mediante un ataque envolvente que
llevarían a cabo las brigadas españolas por la izquierda, y las internacionales
por la derecha.
El avance por las ondulaciones de La Marañosa se
produce a plena luz del día y los defensores del Cerro de Los Ángeles siguen
perfectamente la maniobra de los republicanos. Los internacionales llegan a la
pedanía semi abandonada de Perales del Río. Alguien les señala un camino
hacia el Cerro, cuya silueta aparece a lo lejos como si se tratara de
un castillo o fortaleza medieval.
Viendo el avance progresivo del enemigo, los
soldados rebeldes abandonan las trincheras de vanguardia y se repliegan a
la cima y edificaciones fortificadas.
El Bon. Garibaldi se pierde en el
apasionamiento de su bautismo de fuego y ataca el cerro de frente, cuando
debería haberlo hecho por el flanco derecho. Al pie de la colina queda patente
la poca preparación del asalto. Llegan hasta el pie del muro perimetral sin
escaleras ni recursos para asaltarlo. Desde arriba, los defensores dejan caer
las bombas de mano a placer sobre ellos, masacrándolos.
Los republicanos siguen avanzando por la izquierda,
apoyados por tres carros T-26b, venidos ex profeso para apoyar la acción.
Desde las estribaciones de La Marañosa, truena una batería apoyando el ataque,
cuya respuesta no se deja esperar. Los atacantes deben tirarse al suelo sobre
una llanura dominada por las armas automáticas nacionalistas, donde cada hueco
del terreno es aprovechado para no morir ametrallado.
El combate se alarga todo el día y es
suspendido por la noche, cuando los tanques deben retirarse ante un firme
incierto. El resultado para las fuerzas republicanas es
desastroso, sufriendo enormes bajas. La urgencia y falta de preparación
del ataque ha sido clave, la inexperiencia de los hombres ha hecho el resto.
Demasiada improvisación en un Madrid al borde del colapso. El comisario político
Luigi Longo reprende a los voluntarios italianos, cobijados entre los muros de
la iglesia de Perales, ya de madrugada. Otros han hecho el camino de regreso al
poblado de La Marañosa. En el campo de batalla quedan los muertos.
Para colmo de males, el ejército nacionalista
parece averiguar las intenciones de Rojo y ese mismo día relanza el ataque
con las columnas de Barrón, Alonso y Tella, quien tiene su base de
operaciones en Villaverde Alto y a quien apenas inquieta el frustrado
ataque de la XII BI. Consiguen importantes avances y se viven momentos de
pánico en las líneas republicanas al grito fatídico de “¡Qué nos copan!”
Los
nacionalistas, mientras tanto, parecen organizarse a todos los niveles,
incluyendo el del culto religioso:
Al comienzo de la guerra civil se encontraba la Imagen de
la Santísima Virgen en el altar de su Ermita y aunque el Cerro fue escenario de
terribles violencias, la imagen fue respetada no sufriendo daño alguno […] El
Jefe de las fuerzas nacionales avisó al Sr. Alcalde de Getafe, Don Juan Gómez
de Francisco, del peligro que corría la Imagen permaneciendo en su Ermita y
aunque los soldados la habían bajado de su Altar y llevado a la Hospedería,
recomendó se la viniera a recoger para dejarla en un lugar de Getafe. Al día
siguiente fue colocada en su Carroza y trasladada a Getafe por un grupo de
jóvenes de la localidad.
Efecto de los bombardeos nacionalistas
sobre la estación de Villaverde Bajo, en poder republicano
En estas fechas, el empuje nacionalista en el frente de
la Casa de Campo es terrible. Las fuerzas de Varela están decididas a tomar
Madrid y la estrategia de Rojo atacando los flacos de las columnas rebeldes, no
ha dado todo el resultado esperado. Moros y legionarios cruzan por primera y
única vez el Manzanares en Ciudad Universitaria. Como una astilla envenenada
que se clava en el corazón de la República, el Puente de los Franceses se eleva
como símbolo de toda la resistencia de Madrid. Las escenas de heroísmo son
brutales en los dos bandos.
Las tropas nacionalistas quedan presas en la bolsa de
Ciudad Universitaria, siendo más que aconsejable su retirada. Franco las deja
allí, como bandera de un hecho que dice lo contrario: el 23 de noviembre
finaliza el ataque directo a Madrid, la toma de la capital ha fracasado.
Franco decide intentarlo ahora estrangulando la capital
por el norte, se inicia la ofensiva de la carretera de La Coruña. El castigo
aéreo a la población civil madrileña no cesará en toda la guerra, es la
venganza de los atacantes a los obstinados defensores.
Mientras todo esto sucede, el Ejército Popular
Republicano sigue su organización atenazado por la necesidad. Los combates en
la zona de Villaverde se recrudecen y apuntan más profesionalidad a las
victorias de los de Líster. VillaVerde Bajo es conquistado casi por completo y
se fija a las tropas nacionalistas en Villaverde Alto. Nadie se moverá ya de
allí. Por el norte del pueblo, en el Vértice Basurero, se producen también
violentos combates, entre ellos no figurará nunca la toma de Líster de
Villaverde Alto, ya que la niebla suspendió precisamente esta acción.
- 15 de noviembre de 1.936:
Madrid a punto de caer.
- 26 de noviembre de 1.936:
La defensa se organiza
- 26 de noviembre de 1.936:
primera ofensiva de la carretera de La Coruña
- 27 de noviembre de 1.936:
El EPR se desarrolla.
- 4 de diciembre de 1.936:
el caos de la retaguardia republicana.
- 14-24 de diciembre de
1.936: segunda ofensiva de la carretera de La Coruña
- 23 de diciembre de 1.936:
La Casa Blanca de Villaverde
- 27 de diciembre de 1.936:
El Vértice Basurero, la batalla de Villaverde suspendida
- 3-16 de enero de 1.936:
tercera ofensiva de la carretera de la Coruña
- 4 de enero de 1.937:
rectificación del frente de Villaverde
- 6 de enero de 1.937:
Rafael Alberti y José Alcalá Castillo en Villaverde
Fuente: madrid1936.es
Milicianos en las trincheras de las afueras
de Madrid. Revista gráfica Estampa, 05/12/1936. Al pie de la foto el siguiente
texto: “CADA HOMBRE, UN HOYO. En las afueras de Madrid, donde se construyen las
fortificaciones, podéis encontrar a un viejo que no se mueve de allí en todo el
día. Llegan grupos de obreros, se marchan brigadas enteras, y él se queda allí
cavando con su azadón de lata. A veces, medio endereza el esternon y repite su
estribillo: – Esas trincheras son un disparate. Cada hombre debe hacerse un
hoyo, como yo me hago el mío. Uno sólo se entiende mejor. La fila de trincheras
se alarga en un linea de kilómetros. Pero el hoyo del viejo trapero está allí
solo y distinto. Y el viejo guardándolo, perfilándolo, retocándolo con su
azadón mellado…”
Tropas del Ejército Popular de la República
desfilan en el Cerro de los Ángeles. Fuente: Archivo Rojo, Ministerio de
Cultura.
La ofensiva del Jarama estaba a punto de producirse, la
única incógnita era de quien la realizaría primero. La debilidad de las tropas
republicanas en la zona hacía pensar que los nacionalistas se adelantarían, como
finalmente así fue. Mientras tanto, Líster recibe la orden de tomar el Cerro de
los Ángeles, de nuevo un intento de castigar el flanco derecho de los rebeldes,
que a esas alturas habían abandonado la toma frontal de la capital. Líster se
niega a seguir las directrices de su Estado Mayor y se impone a las decisiones
del propio Modesto, elaborando un plan simple que tenía como principal ventaja
el factor sorpresa.
En unas horas, lo que tanta sangre le costó a la XII
Brigada Internacional, cae rendido a los pies de la 1ª Brigada Mixta. Sin
embargo la Hospedería del Cerro queda aún en poder de los nacionalistas. Lo
mismo que tardó la posición en ser tomada, tarda en ser perdida. En un
fulgurante ataque de tábores de tropa indígena, Tiradores de Ifni-Sáhara y
Regulares de Larache, que aprovechan una incomprensible suma de errores del
dispositivo defensivo republicano, cae el Cerro haciendo numerosas bajas en la
1ª Brigada Mixta.
Pero el Cerro ya no volvería a ser el mismo
Cerro. La captura de más de cuatrocientos prisioneros por las tropas del
Gobierno, la mayoría militares de reemplazo reclutados en la zona nacionalista,
será una baza mediática que será utilizada con amplitud de medios. La prensa
del bando leal renombra al Cerro como el “Cerro
Rojo” y no parece querer dar la noticia de su pérdida. Estamos en
la batalla de la retaguardia, en la necesidad de mantener viva la moral del
pueblo y de la tropa, donde la mentira se vuelve verdad y la verdad se
convierte en mentira.
- 18 al 20 de enero de
1.937: El Cerro de los Ángeles (Cerro Rojo)
- 20 de enero de 1.937: la
propaganda del Cerro de los Ángeles
El
Cerro de los Ángeles (Cerro Rojo
A mediados
de enero de 1.937, tormentas de guerra amenazaban el Jarama. La
República estudiaba un plan de ataque cortando las líneas de aprovisionamiento
del frente nacionalista de Madrid, mientras éstos planificaban a su vez una
nueva intentona de asalto a la ciudad mediante un rodeo por el sureste.
La IV División de Modesto, en la que se encuadrada la 1ª Brigada Mixta de
Líster, reconoció la zona y elevó un informe sobre el plan de ataque en
estudio. El azar hizo que el día 6 de febrero se adelantarán los
nacionalistas y diera comienzo la sangrienta Batalla del Jarama.
Días antes de que esto suceda, Líster ha
elaborado un nuevo plan de ataque al Cerro Rojo para asentar una posición de
avanzada. El ataque tenía más posibilidades de éxito que la caótica
intentona llevada a cabo dos meses antes, 12 de noviembre, por parte de
los voluntarios internacionales de la XII BI. En este caso se trataba de un golpe
de mano nocturno, por sorpresa, que contaba con el conocimiento que tenían de
la zona varios miembros de la 1ª BM y del sistema de defensa filtrado por
varios desertores horas antes. Líster acantona sus batallones en la
iglesia abandonada de Perales del Río.
Líster se niega a atacar a la manera clásica, es
decir, bombardeo de las defensas con intenso fuego artillero, ataque de
aviación, empleo de tanques y por último, asalto de la infantería. Esto
hubiera alertado al enemigo y hubiera arruinado el factor sorpresa, por lo que
se procedió finalmente a la manera de Líster.
Franco no confiaba en
los soldados de reemplazo para
el asalto de las posiciones decisivas, como tampoco fue muy aficionado a
ofrecer puestos de vanguardia en sus ataques a las milicias de voluntarios, falangistas y requetés. Al fin y al cabo tenían
las mismas cualidades guerreras que el miliciano republicano
que intentaba batir y ya habían sido derrotados por estos en diversos frentes.
Este jefe militar, prefería a las curtidas tropas africanas, con las que inició
el golpe en Marruecos, para las labores de asalto y defensa de puestos
decisivos en el orden de batalla. No obstante, en aquel momento, el Cerro de
los Ángeles estaba custodiado por fuerzas de reemplazo; el 1er. Bón. del
Rgto. Argel nº27, alojado en el convento, y el 8º Bón. del mismo
Regimiento, en la hospedería.
Sin duda este
hecho contribuyó a la rápida toma del Cerro por los republicanos unido al
factor sorpresa. La cifra de prisioneros que allí se tomaron fue escandalosa;
más de cuatrocientos.
El éxito fue rotundo. En poco tiempo, tras una
marcha nocturna de aproximación, en el más absoluto silencio, los milicianos
entran en las trincheras enemigas, conocedores del santo y seña, sin grandes
combates. La sorpresa fue tan mayúscula que el propio jefe del sector, el
comandante Ricardo Belda López es sorprendido en el dormitorio. La escena que
narra Líster es extrañamente humana para aquellos tiempos tan descarnados.
Los soldados del Gobierno traen preso a Belda y éste
intenta cuadrarse ante el comandante que acababa de capturar el Cerro de los
Ángeles, lo que le deja en ropa interior al caer la manta que le cubría. Belda
debió aguantar el tipo y el rubor de la situación, por lo que Líster ordenó que
se le devolviera al cuarto dormitorio para que terminara de vestirse.
Ricardo Belda, tras su apresamiento, fue enviado a
las cárceles de Madrid. Parece que fue obligado a leer un mensaje
radiofónico a los soldados nacionalistas para que no continuaran apoyando la
rebelión militar. Luego fue trasladado a una prisión de
Valencia. Tras de la guerra, tras un proceso de depuración de
responsabilidades, fue readmitido en el Ejército, llegando al grado
de general. Incorporamos aquí un testimonio del nieto de Belda, un halo de
limpia sencillez en el drama nauseabundo de una guerra atroz.
Según me comentaban mis tías, fue arrestado y encarcelado
en una checa de Madrid, parece ser que fue obligado a realizar una locución
radiofónica a los pocos días del arresto – supongo que con ocho hijos a la espalda
le debió pesar más eso que su “patriotismo” – en la que mostraba la
“indecencia” de la sublevación. Fue trasladado a Valencia y permaneció allí
encarcelado hasta el final de la guerra. Luego fue depurado por el ejército
vencedor y tras volver todo a su cauce, supongo lo considerarían “inocente”,
prosiguió su carrera militar. Finalmente se licenció como general y gobernador
militar de Huelva, y falleció a los 99 años.
Belda rinde el Cerro ante una acción de las
fuerzas republicanas, con un número escaso de bajas, por unos momentos la
guerra no parece tan salvaje. Pero sólo es una situación momentánea. La
sorpresa en la acción de los soldados leales llega incluso a los propios jefes
del Ejército Republicano. La posición debía asegurarse después de la toma
con más efectivos, pues era necesario que tras la sorpresa
se consolidara la conquista. Sin embargo, José Miaja, jefe del
Ejército de Defensa de Madrid, y Sebastián Pozas, general del Ejército del
Centro con base en Tarancón, no se ponen de acuerdo en quien debe enviar
los refuerzos. De hecho el error en este caso se le debería achacar a Miaja,
puesto que de él dependía la unidad que acababa de tomar el Cerro Rojo.
El ejército nacionalista, mientras
tanto, reacciona rápidamente. En la hospedería resiste una compañía que
por medio de un transmisor de radio ha estado informando a Getafe de la
situación durante el ataque. Los atacantes se transformarán en unas horas
en desesperados defensores. Por la carretera que viene de Getafe bordeando el
campo de aviación, avanza el contingente enemigo enviado a la reconquista del
cerro. De frente ataca el Tábor de Regulares de la Mehal-la de Larache,
y por la derecha, en maniobra envolvente, el Tábor de Tiradores de Ifni-Sáhara.
Cuando estos llegan a lo más alto “se oyen salmos en árabe y un ulular que
pone los pelos de punta para anunciar el asalto definitivo“. Las bajas
producidas en la 1ª BM son considerables. Al mediodía todo ha acabado.
La rápida reacción de los nacionalistas,
comandados por el coronel Rada, ha sido clave. Parece que no han dado tiempo a
los de Líster a emplazar correctamente las ametralladoras y hay zonas
desenfiladas. Algunas de ellas están tan altas que no pueden batir las
faldas del cerro, y tampoco evitar que las tropas indígenas se
aproximen sin grandes dificultades.
Cuando quieren reaccionar los republicanos, enviando
carros blindados T-26b y aviones a sobrevolar la zona, ya es demasiado
tarde. El Cerro Rojo ya no volverá a manos de la República. Desde allí se
bombardeará incesantemente el sur de Madrid hasta el final de la guerra.
La
propaganda del Cerro de los Ángeles
Al día siguiente de la
toma infructuosa del Cerro de los Ángeles, los periódicos y comunicados
oficiales hablan de la batalla como éxito propio y derrota del contrario.
Realmente todos mienten, unos por haber mostrado una grave debilidad en el
punto más importante de su flanco derecho y otros por no haber culminado la
brillante acción en el punto que hubiera sido más sencillo.
Los partes de guerra narran como el enemigo ha sido
rechazado en su ataque o, en el otro bando, como ha sido la conquista del que
desde entonces llamarán el “Cerro Rojo”.
En la prensa republicana se
publica rápidamente la noticia y se le cambia el nombre al cerro, aunque ya
nadie sepa que haya retornado a los rebeldes. Sin embargo la toma del
cerro tiene la doble importancia de demostrar que el ejército de milicias puede
atacar además de defender y que el enemigo no es tan fiero como lo pintan. La
captura de más de cuatrocientos soldados así lo atestigua. Los presos son
llevados a Madrid donde son juzgados de inmediato en un ambiente victorioso,
siendo absueltos en su mayor parte. El propio Miaja se dirije a ellos y muchos
se pasan al ejército leal a la República; el resto son finalmente encarcelados.
Los del Argel se nutrían de quintas de Cáceres, de León y de Pontevedra. Franco
no volverá a confiar en ellos y Belda no goza ya de simpatía en el bando
sublevado. Son un arma publicitaria incluso más importante que el propio cerro,
ya en adelante “Cerro Rojo”, incluso
tras su pérdida.
La publicación del
5º Regimiento – Milicia Popular 21/01/1937 – dirá que son “hermanos”, “campesinos
y obreros, enrolados bajo amenaza de muerte” y que “ven renacer su vida
al verse rescatados por sus hermanos, a cuya lucha se unen”. Todo un
símbolo.
Los prisioneros tomados en el asalto al Cerro Rojo muestran
su alegría entre vítores a la República al ser absueltos. Son simples soldados de
reemplazo. Fuente: Archivo Rojo (Ministerio de Cultura)
Bibliografía
Líster
Forján, E. (1966). Nuestra Guerra. Memorias de un luchador. Madrid: Silente
Memoria Histórica.
Martínez
Reverte, J. (2004). La Batalla de Madrid. Barcelona: Booket
Koltsov,
M. (1963). Diario de la guerra de España. Paris: Ruedo Ibérico
Castellano,
R. (2007). Los restos de la defensa. Madrid: Almena
Castellano,
R. (2004). Los restos del asedio. Madrid: Almena
Zugazagoitia,
J. (1940/1977). Guerra y Visicitudes de los Españoles. Barcelona: Éxito
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