lunes, 12 de noviembre de 2018


La Guerra Civil Española: el frente junto al

Manzanares y el Jarama

Desde noviembre de 1936, en plena Batalla de Madrid, hasta el final de la Guerra Civil Española en marzo de 1939, el Parque Lineal del Manzanares fue escenario privilegiado del conflicto bélico que marcaría al pueblo español desde entonces hasta nuestros días. Desgranaremos una parte importante de la Guerra Civil en Madrid, con el papel que desempeño el río Manzanares y todo el entorno que hoy denominamos “Parque Lineal”.


BREVE CRONOLOGÍA DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

17 julio 36
Golpe militar en Marruecos
14 agosto 36
Yagüe toma Badajoz. El ejército de Yagüe contacta con el de Mola.
28 septiembre 36
Varela toma el Alcázar de Toledo. Moscardó resiste el asedio republicano.
10 octubre 36
El Gobierno republicano crea las 6 primeras Brigadas Mixtas para defender Madrid, a partir de las primeras milicias y Batallones de Acero.
29 octubre 36
Ataque republicano sobre Seseña. Líster y Arman rompen el frente e irrumpen en campo enemigo durante una jornada
2-3-4 noviembre 36
Toma de Pinto y Fuenlabrada, Móstoles y Villaviciosa, Alcorcón, Leganés y Getafe, por los sublevados
6 noviembre 36
Toma de Carabanchel y Villaverde Alto. La 1ª Brigada Mixta de Líster se retira a Villaverde Bajo
7 noviembre 36
Ataque de Líster sobre Villaverde Bajo
23 noviembre 36
Fracasa el intento de asalto directo a Madrid. Franco decreta el fin del ataque directo y prepara nuevas maniobras
27 diciembre 36
Ataque republicano sobre el Vértice Basurero (Usera). El frente no sufre variaciones.
4 enero 37
Líster avanza posiciones en Villaverde Bajo. El municipio de Villaverde queda dividido hasta el final de la guerra siempre entre las dos fuerzas en conflicto
19-20 enero 37
Breve conquista del Cerro de los Ángeles por Líster. A las pocas horas es recuperado por fuerzas nacionalistas
6-27 febrero 37
Batalla del Jarama, iniciada desde Pinto y Valdemoro, línea de la Carretera de Andalucía. Los rebeldes no consiguen alcanzar sus objetivos finales marcados
8-23 marzo 37
Batalla de Guadalajara. Gracias a la poca operatividad de la aviación italiana por el temporal reinante, la aviación republicana proporciona una victoria aplastante sobre las tropas italianas. Franco destierra su plan de toma directa de Madrid y traslada la nueva ofensiva al Frente del Norte.
6-25 julio 37
Batalla de Brunete. Las tropas leales maniobran para aliviar el cerco de Madrid y quitar presión al Frente del Norte. No se consiguen los objetivos planteados.
24 ago – 6 sep 37
Batalla del Belchite. Ataque republicano hacia Zaragoza para quitar presión al Frente del Norte.
21 octubre 37
Hundimiento del Frente del Norte. Cae Gijón y otros territorios republicanos, aislados casi desde el comienzo de la guerra. desaparecen tras el Cinturón de Hierro.
15-dic-37 / 8-ene-38
Batalla de Teruel. El ejército republicano toma Teruel tras violentos combates
8-ene 22-feb 38
Cae Teruel. Las tropas republicanas son incapaces de hacerse fuertes en la ciudad y finalmente se retiran tras un duro contraataque nacionalista.
7-mar 19-abr 38
Ofensiva nacionalista de Aragón. Las tropas republicanas más batidas, desgastadas fuertemente en Teruel, pasan a retaguardia y el frente se hunde estrepitosamente, sostenido por unidades bisoñas de escasa o nula experiencia que en muchos casos desertan. La superioridad militar y armamentística rebelde es aplastante. El 15 de abril los rebeldes alcanzan Vinaroz y el Mediterráneo.
25-jul 16-nov 38
Batalla del Ebro. Las fuerzas republicanas se recomponen tras el hundimiento del Frente del Este y atacan a las nacionalistas en la margen derecha del Ebro. Se cruza el río y se alcanzan importantes posiciones, pero la ya insuperable superioridad militar del enemigo hace retroceder a las tropas leales de nuevo a la margen izquierda, tras una ardua resistencia.
26-ene 5-feb 39
Caen Barcelona y Gerona. El colapso del EPR es ya total. La resistencia de algunas unidades es dura pero demasiado puntual. Las ciudades catalanas apenas resisten.
4-mar 39
Golpe de Estado de Segismundo Casado en el interior de la República. Creación de la Junta de Defensa. Intenta negociar con Franco, que se niega a cualquier tipo de acuerdo que no sea la rendición incondicional.
28-mar 39
Casado ordena al coronel Adolfo Prada la entrega simbólica de Madrid en la Clínica de Santa Cristina, junto al Hospital Clínico.
1 abril de 1939
Franco ordena leer el último parte de Guerra. La Guerra Civil Española acababa de terminar.

Frente al Parque Lineal se libraron combates decisivos que forman ya parte de nuestra memoria, batallas que nunca deberían ser olvidadas para honrar así a quienes lucharon por la democracia, a quienes nos recuerdan desde el más reciente pasado de España lo que jamás deberíamos volver  a repetir. Dos visones de España radicalmente distintas, dos ejércitos españoles enfrentados hasta sus últimas consecuencias.
                Combates de Villaverde, del cerro de los Ángeles, de Getafe, de Usera, de La Marañosa, del Jarama.
Huella de las tropas del Monasterio de Tella, del ejército alzado contra el pueblo, del pueblo alzado en armas contra el golpe militar, de Líster, de Modesto, de la 1ª Brigada Mixta, de la 4ª División, de los tabores de moros corriendo en tropel hacía Madrid, de las Banderas de Legionarios, de la población huyendo de las mobas.
                España se desangró durante tres años de guerra y murió durante cuarenta años de derrota. L inicio de esta historia está aún escrita en el Parque Lineal del Manzanares, para que pueda ser leída.

                Decía un eminente filósofo español: “Han muerto en estos meses tantos compatriotas, que los supervivientes sentimos como una extraña vergüenza de no habernos muerto también.” (José Ortega y Gasset)

El Parque Lineal

Lo que hoy llamamos Parque Lineal del Manzanares es la franja de los terrenos adyacentes a ambos lados del río Manzanares, que abarca desde los límites urbanos de la ciudad de Madrid, hasta la desembocadura de este río en el Jarama.
                La guerra de Madrid dejó una clara importancia en los terrenos del Parque Lineal. Las tropas nacionalistas nunca dirigieron un ataque directo contra este sector, en el ala derecha de su frente de ataque para tomar Madrid cruzando la Casa de Campo. Sin embargo, las tropas republicanas si castigaron con ataques constantes y distinta suerte este flanco: Villaverde bajo, Cerro de los Ángeles, La Marañosa, o el espolón de VaciaMadrid, son sólo algunos ejemplos, primero durante la Batalla de Madrid y luego durante la Batalla del Jarama, en el que el tramo final del Parque Lineal vuelve a ser el ala derecha del ataque.

                “Una hilera de despachos, todas las puertas están abiertas de par en par, brillan las lámparas que cuelgan del techo, sobre las mesas, mapas abandonados, documentos, comunicados, lápices, blocs llenos de notas. Ni un alma. He vuelto al portal. Delante, más allá del jardín, en la calle de Alcalá, la oscuridad es absoluta. Se oyen unos disparos, el espantoso alarido de una persona y luego risas. El chófer se ha alarmado, es el chófer de turno, hoy no ha sido relevado, no ha comido, me pregunta si no se puede retirar, desearía buscar algo de comer. Las agujas del reloj de pulsera brillan, señalan las diez y cuarenta y cinco minutos. Dentro de hora y cuarto será el siete de noviembre. No, esta noche, querido Madrid, no es posible abandonarte.” (M. Koltsov)

                “Madrid, afligido por tanta prueba dolorosa, se divierte cada vez que, por descontarse su rendición, Burgos engalana balcones o Sevilla hace preparativos para una misa solemne en la Puerta del Sol, facilitando, a bajo precio, billetes ferroviarios a cuantos deseen asistir a tan histórico sacrificio cristiano [---] Las victorias tienen una víspera, pero no es conocida hasta un día después.” (J. Zugazagoitia)


Mapa de trincheras a ambos lados del río Manzanares

El Parque Lineal fue escenario parcial de dos grandes batallas de la Guerra Civil Española: la Batalla de Madrid y la Batalla del Jarama. En ese escenario quedaron reflejadas las huellas de ambos bandos, el republicano en la margen izquierda del río y el flanco del nacionalista, posicionado en la margen derecha. Los estilos de fortificación fueron evolucionando. Los republicanos anclados en la idea de resistencia, excavaban kilómetros de trincheras a lo largo de los cerros, creando una línea continua aparentemente invulnerable, pero demasiado rígida y necesitada de fuerzas de sostén. Los nacionalistas, más dinámicos, fortificaban islotes de resistencia en puntos estratégicos elevados, y conseguían controlar territorios amplios con menor inversión de recursos.

                “Ninguna política se puede fundar en la decisión de exterminar al adversario; no sólo y ya es mucho porque moralmente es una abominación, sino porque, además, es materialmente irrealizable; y la sangre injustamente vertida por el odio renace, no sobre los que la derramaron, desgraciadamente,, sino sobre el propio país que la ha absorbido para colmo de su desventura.
            Yo me opondré con el peso de mi autoridad y con todo el poder que tenga, a que nuestro país, el día de la paz, pueda entrar nunca en un rapto de enajenación por las vías del odio, de la venganza, del sangriento desquite. Tenemos que habituarnos otra vez unos y otros a la idea de que veinticuatro millones de españoles, por mucho que se maten unos a otros, tienen la necesidad y obligación de seguir viviendo juntos para que la nación no perezca.” (Manuel Azaña, Presidente de la República, 17 de julio de 1937)

I.                  El avance nacionalista a Madrid y la Batalla de Seseña

Comandante Francisco Gil Díaz (centro), jefe de la 21ª Brigada Mixta con 3 oficiales y 2 asesores soviéticos en la carretera de San Martín de la Vega (hoy Avda de los Rosales) un poco después de su cruce con la carretera de Andalucía (hoy Avda de Córdoba) Fuente: La Mirada del Tiempo. El País.

El ejército de Varela encara el asalto a Madrid, la capital de la República por el sureste. Vienen de liberar el Alcázar de Toledo y cubrirse de gloria. A Franco en retraso pude venirle incluso bien, pero el tiempo da alas a los republicanos, que comienzan a organizar un ejército de mínimos. El caos organizativo de los leales es, no obstante casi completo
En el pueblo de Seseña surge la sorpresa y los primeros tanques T-26 soviéticos son lanzados al frente sin tiempo. La marcha militar hacia Madrid sufre un primer parón sin grandes consecuencias, pero que adelantaba el fracaso nacionalista en la toma directa de Madrid.
                Todos los frentes en dicha zona, así como en la mayor parte de Madrid, permanecieron prácticamente invariables desde su formación, en las postrimerías del fatídico año de 1936, hasta el final de la guerra. Esto simplifica enormemente su estudio ya que las tropas rebeldes llegaron a posiciones concretas donde fueron taponados por los republicanos durante años. No obstante, en esos primeros meses de conflicto no hubo líneas de frente reales, hasta que poco a poco y a fuerza de durísimos combates, las posiciones se fortificaron y se hicieron más conservadoras.

Toda la zona permaneció siempre bajo dominio del Gobierno de la República, por lo que parece lógico que nos hayamos centrado más en los acontecimientos que fueron sucediendo del lado del bando leal. No obstante, por pura sensatez, también hacemos marcada referencia a lo ocurrido en el bando nacionalista, puesto que tales acciones marcaron las reacciones republicanas.
Se ha tratado de no nombrar a los bandos por nombres que los menospreciaban o que lo hacían con el contrario, salvo que se tratara de citas bibliográficas, siempre muy excepcionales. Así, hemos evitado apelativos como “rojos” o “fachas“, así como otro muy usado, a nuestro juicio erróneamente, el término “nacional“. Nacionales eran, sin duda, todos, como se desprende de la consulta a cualquier medio de la época, ya que todos defendían con coraje su nación: España.
Por lo tanto, usaremos nombres que referencien el modo de gobierno propuesto por cada bando: nacionalistas, con un gobierno autoritario de exaltación nacional y republicanos, con un gobierno federal y democrático.
Es cierto que el término nacionalista puede entrar en confusión con los nacionalistas vascos y catalanes, si bien en el entorno histórico que tratamos no se produce tal malentendido. En cualquier caso, para nombrar a los nacionalistas incluiríamos el término vasco o catalán para diferenciarlos de los sublevados.
Otra forma de nombrar a ambos bandos es el de “leal” o “gubernamental” frente al de “sublevado“. Aunque pareciera denostar cierto demérito a este último, no debe ser así, ya que ese mismo bando se autoproclamó como el del “alzamiento“. Tales denominaciones parecen, por lo tanto, interpretaciones objetivas de lo ocurrido en julio de 1.936.
En los relatos de este trabajo se nombra frecuentemente las posiciones de VillaVerde, guardando este municipio un peso específico mayor que el de otros. Es así primero porque fue el cuartel general de las tropas que ocupaban buena parte del Parque Lineal, así como de las tropas nacionalistas en la parte alta del pueblo. Y segundo porque los límites del entonces municipio eran considerablemente mayores que las del ahora distrito, extendiéndose casi hasta el puente de Toledo y más allá de la orilla izquierda del Manzanares.
Nacimiento del frente y situación general: Octubre 1.936 – Febrero 1.937

Sólo desde una perspectiva temporal y ordenada podemos ser capaces de entender el papel que jugó la cuenca baja del Manzanares en el transcurso de la Guerra Civil Española. Una visión más o menos pormenorizada de los acontecimientos que rodearon la vega del Manzanares puede ayudar a entender que el sector que llamaban “de VillaVerde” tuvo una importancia vital en el transcurso y desarrollo del conflicto español.
En el ámbito estrictamente temporal la zona queda principalmente encuadrada en las postrimerías del año 1.936 y los comienzos del 1.937. En esa época se libra la Batalla por Madrid y es en VillaVerde, Cerro de los Ángeles, Perales, el Parque Lineal y una pequeña zona del Parque Regional del Sureste donde se establece el ala derecha del ataque nacionalista. En el bando republicano, por el contrario, se establece el ala izquierda de la defensa de Madrid.

Dos grandes puntos de fricción se generaron al sureste de la capital: el pueblo de VillaVerde y el Cerro Rojo, nombre que tuvo en la guerra el Cerro de los Ángeles. En ambos lugares el combate fue muy intenso, sangriento en extremo, al contrario de lo que se suele pensar. En VillaVerde Bajo combatientes de ambos bandos se aniquilaban en un mismo edificio “a bayoneta” o con bombas de mano.
Más al sur del Manzanares, tras el periodo sucintamente resumido, comenzaba la Batalla del Jarama, desplazando el eje bélico fuera del sector de VillaVerde.
Tras la Batalla del Jarama, la acción guerrera se continúa desplazando, esta vez ya a Guadalajara y Brunete, para abandonar después definitivamente Madrid como teatro decisivo de operaciones: Madrid nunca podrá ser tomado por las armas. Por lo tanto, después de febrero de 1.937 el sector entra en una intensa calma que será interrumpida por el derrumbe del Ejército Popular Republicano en marzo de 1.939, cuando el ejército nacionalista ejecuta formalmente la rendición republicana y entra en la Ciudad Universitaria.
La Batalla de Madrid tuvo una importancia central y marca un antes y un después de la guerra. Tan importante resulta defender la capital de España, que el Gobierno y los mandos militares se esfuerzan en crear por primera vez un ejército regular ordenado y disciplinado, sin el cual hubiera sido imposible defender Madrid del empuje de las experimentadas tropas indígenas y legionarias. La génesis de ese ejército es el 5º Regimiento, cuyo comandante en jefe estaba destinado precisamente en el sector de VillaVerde: Enrique Líster. Podemos concluir por lo tanto, que la zona que trata este trabajo fue parte importantísima en la creación del Ejército Popular Republicano, más conocido por sus siglas EPR.
No menos importante es la personalidad del mencionado dirigente comunista Enrique Líster. Persona controvertida y de arrolladora personalidad y dotes de mando, marcó, con su forma de entablar batalla, la historia que hoy llega casi intacta a nuestras manos. Sin entrar en debates sobre lo correcto de sus actuaciones, parece claro que gracias a su dirección, el enemigo quedó perfectamente fijado en sus posiciones al llegar a Madrid, no pasando nunca de lo ocupado en los primeros días de noviembre de 1.936 y recuperando a veces importantes puntos estratégicos para el Gobierno de la República.

Índice e introducción a los acontecimientos

El ejército que dirige Varela a las órdenes directas de Franco encara Madrid por el suroeste. Las tropas acaban de levantar el asedio republicano contra el Alcázar de Toledo, defendido hasta las últimas consecuencias por Moscardó. El retraso del ataque a Madrid no parece casual y Franco atacó una plaza más asequible para ganar un tiempo que le permitiría entrar en Madrid como “Generalísimo” y ganar la guerra.

El ejército sublevado sigue imparable su avance y las tropas republicanas, superiores en número, son muy inferiores en orden militar y en material bélico, lo que sigue produciendo desmoronamientos casi diarios del frente. El Gobierno republicano trata por todos los medios de cambiar esta situación y ordena la creación de las primeras Brigadas Mixtas, germen del que será el Ejército Popular de la República (EPR).
El avance contra Madrid encuentra su primer obstáculo en un hecho inesperado. La ayuda soviética se materializa en los primeros tanques T-26 montados a toda prisa en Archena. Se trata del mejor vehículo blindado de su clase en el mundo, y tiene su bautismo de fuego en Seseña.
Aunque Seseña no fuera recuperado supuso un punto y aparte en la Guerra Civil, y en especial en la Batalla por Madrid. El retraso de las tropas rebeldes al liberal el Alcázar tiene como coste no previsto que los republicanos se organicen, monten los tanques y tengan las primeras unidades militares capaces de combatir contra un enemigo muy experimentado y profesional. A la postre significará la resistencia de Madrid y el triunfo del “No Pasarán“, llevando el final de la Guerra Civil muchas batallas más en el futuro.

10 de octubre de 1.936: se crea el EPR frente a tabores y legionarios

El Gobierno publica el Decreto por el cual se crean las seis primeras Brigadas Mixtas y sus jefes, así como su composición y funcionamiento. Estas Brigadas deberán convivir con el resto de fuerzas no regulares que operan en Madrid, para después hacerlo, lentamente, al resto de la República de España.
Es un hecho este de extraordinaria importancia, puesto que demuestra la existencia de un Gobierno democrático e independiente del poder militar, al cual crea y maneja de acuerdo a la legalidad vigente. Por otro lado muestra también el importantísimo caos organizativo y de control en las lineas republicanas, el intento desesperado por parte del poder político por controlar ese desorden, y las terribles dificultades que encontrará el Gobierno a lo largo de la guerra para imponer la Ley y la sólida defensa que podía ofrecer un ejército regular y disciplinado.
Frente a él, el bando nacionalista, el bando franquista, como la otra cara de la misma moneda. Sin ninguna clase que ostentara el poder político, ya que el poder militar lo ocupaba todo y quedaba enteramente encarnado en la figura y personalidad del general Francisco Franco. Los hombres del general no eran milicianos, tanto requetés como falangistas y voluntarios de toda clase eran apartados de la primera línea, reservada en exclusiva para los Tabores de marroquíes y legionarios, es decir, para los cuerpos más y mejor entrenados para la guerra. Junto a ellos los hombres y material enviados por Alemania nazi y por la Italia de Mussolini. Profesionales de la guerra frente a milicias desorganizadas.
Las seis Brigadas Mixtas y sus jefes quedaron de la siguiente manera:
  • 1 BM. Enrique Líster Forján.
  • 2 BM. Jesús Martínez de Aragón.
  • 3 BM. Jose María Galán.
  • 4 BM. Arturo Arellano.
  • 5 BM. Fernando Sabio.
  • 6 BM. Miguel Gallo.

Estas Brigadas serían la columna vertebral del EPR y se denominan “Mixtas” porque están compuestas por infantería, caballería, artillería y servicios. 

Parece acertado en este punto hacer mención a la palabra “Tabor“, que no es sino el concepto de “batallón” pero dentro del cuerpo de Regulares creado en el año 1.911 en el interior del Protectorado español de Marruecos. Los regulares se nutrieron principalmente de personal indígena. Los nativos eran más conocedores del terreno y, por otro lado, evitaban la difícil papeleta política de tener que justificar muertos españoles en la inestable región, con violentas ansias independentistas. Batallas como las de Annual, Rif y el desembarco de Alhucemas curtieron a las tropas en duros y sangrientos combates. Las tropas marroquíes actuaron de mercenarios, tanto en su propia tierra como después en la Guerra Civil, traídos directamente de África por el general Franco. En España, los Tabores de marroquíes fueron conocidos por su efectividad y su crueldad en el campo de batalla haciendo lo que quizá siempre quisieron: matar al opresor español, en este caso españoles republicanos.
Por otro lado, en el año 1.920 se crea el Tercio de Extranjeros – también llamado Legión o Legión Extranjera – por petición de Millán-Astray, para sustituir a las tropas de reemplazo que combatían en el Protectorado, con bajísima moral y grandes bajas. Los únicos requisitos era estar sano, fuerte y apto para el uso de un arma. Serían admitidos tanto españoles como extranjeros.
Ambos cuerpos, tabores y legionarios fueron vanguardia en los enfrentamientos del norte de África durante los primeros años del siglo XX, constituyendo los mejores y más experimentados cuerpos del Ejército Español. Fue precisamente Franco quien los comanda durante toda la Guerra Civil y los que obtienen la mayor parte de victorias de los sublevados. Sin ellos el triunfo final del ejército que protagoniza el golpe de Estado de julio del 36, hubiera sido seguramente imposible, habida cuenta de la fuerte oposición popular encontrada.
Tanto los tabores de regulares como los tercios de legionarios siguen existiendo en la actualidad. Las unidades del EPR, al contrario, no subsistieron en ninguna forma tras la Guerra Civil.

23 de octubre de 1.936: Bombardeo de Getafe y al grito de “copo

Franco estrena los aviones alemanes Junker 52 de la Legión Cóndor contra el pueblo desarmado de Getafe. Setenta niños perecen al ser bombardeada la escuela del pueblo. Es el inicio de los bombardeos masivos a la población civil que luego volverá a practicarse durante la Segunda Guerra Mundial. Se busca con ellos desmoralizar a la población para que dé la espalda al Gobierno de la República.

 Esa misma política de terror la practican las columnas de Franco, las del “ejército del Tajo” en su avance contra Madrid, con sus elementos marroquíes. La fama de desmanes les precede desde Extremadura. La impresión juega a favor de las tropas rebeldes que tan sólo con el pánico que provocan en las desordenadas milicias pseudomilitares, consiguen doblegarlas sin apenas presentar batalla. Mientras, en Madrid, las checas se toman la justicia por su mano ante las noticias del frente, el Gobierno poco o nada puede hacer para garantizar en esos días la seguridad de los ciudadanos madrileños.

En todo el camino a Madrid el ejército de milicias de la República sufrió la misma táctica. El movimiento consistió una y otra vez en acercamiento a las líneas leales por los flancos, provocando entre los milicianos el grito “¡Qué nos copan!“, tras lo cual se solía producir una desbandada y la caída completa del frente. El temor a tener un enemigo cruel en la espalda, era superior incluso al miedo a la muerte en batalla. En la huida descontrolada, desaparece toda defensa y los republicanos solían ser masacrados o hechos prisioneros en grandes cantidades.
“Las balas silbaban sobre nuestras cabezas con mucha frecuencia. La fila daba muestras de intranquilidad, el número de combatientes iba disminuyendo. Se iban a beber agua, a hacer sus necesidades […] No quieren combatir – dijo Líster frunciendo el ceño -. Hoy el camino a Madrid está completamente abierto […] – Hay que quitar los autobuses a las unidades – dice Líster -. Les da pereza andar, sólo van en coche […] Subidos en un solo tanque, los fascistas podrían haber entrado hoy en la capital.”
Mijail Koltsov – Enviado especial de Pravda

En Navalcarnero, por ejemplo, una triple línea de trincheras con alambradas electrificadas, cae ante la enésima voz de “copo” el día el 21 de octubre. Las duras estructuras defensivas del coronel Francisco Ardid nada pueden hacer ante el pánico incontrolado de las tropas leales, carentes todavía de experiencia alguna en combate, mal equipadas y sin mandos que hagan respetar su autoridad. El frente está a merced de las tropas de Franco.
Enrique Líster nos cuenta una anécdota de la Batalla de Brunete que reviste más importancia de la que en un primer momento pudiera aparentar. La estrategia del terror montada por Franco era evidente.
[…] un día me llama por teléfono el jefe de la 100 Brigada informándome que dos batallones de moros inician un ataque por su sector y pide que la artillería tire sobre ellos […] Nuestras fuerzas han contraatacado y han cogido en una vaguada a unos 50 prisioneros moros, que me envía […] Eran, del primero al último, paisanos míos vestidos de moros. Franco, al que le escaseaban los moros auténticos, había vestido de moros a los gallegos para impresionar a nuestros soldados.
Enrique Líster Forján – Jefe de la 1ª Brigada Mixta

El pueblo de Seseña fue quizá la gran foto de toda una guerra. Largo Caballero anuncia en su discurso del día 28 de octubre, en un acto de incompetencia militar sin límites, el contraataque del ejército republicano contra las tropas marroquíes que avanzaban imparables contra Madrid. En un minuto de mensaje describe con pelos y señales la acción de las milicias republicanas, aún en plena formación.
¡Escuchadme, camaradas! Mañana […] nuestra artillería y nuestros trenes blindados abrirán fuego contra ellos. Enseguida, aparecerá nuestra aviación, lanzando bombas contra el enemigo y desencadenando el fuego de sus ametralladoras […] nuestros tanques van a lanzarse sobre el enemigo por el lado más vulnerable, sembrando el pánico en sus filas… ¡Ahora tenemos tanques y aviones [..]! ¡La victoria es nuestra!
(Discurso radiado del presidente de la República Largo Caballero)

29 de octubre de 1.936: Seseña y los T-26


Tanque T-26B en el ataque republicano de Seseña Fuente: La Batalla de Seseña

Largo Caballero daba buena cuenta de los nuevos tanques T-26 soviéticos que vienen de Archena, recién montados, como primerísima ayuda a los escasos medios materiales con que cuenta la República. Los nacionalistas no sabían nada hasta la fecha, por lo que el factor sorpresa desaparece. No obstante el soviético Pavel Arman, ante la escasez de milicianos españoles capaces de manejar un tanque en tiempo record, toma el mando de la columna de blindados recién formada y se presenta en la entrada de Seseña pensando que está en poder republicano. Arman saca la cabeza por la torreta y pide en francés que despejen el camino a los tanques. El soldado responde “¿Italiano?” y de inmediato Arman ordena estrenar los nuevos ingenios militares al darse cuenta del error.
En unos pocos minutos el pueblo queda reducido ante un absoluto poder de las nuevas armas de la República. Nada se resiste al cañón del T-26. Es un paseo militar, los moros y los legionarios nada pueden hacer ante el avance de los tanques de la República, que cortan el frente como un cuchillo caliente la mantequilla, profundizando varios kilómetros en dirección a Esquivias. Allí se encontraba concentrada la caballería mora de Monasterio, que va cayendo hombre a hombre contra los tanques. La escena se repetiría trágicamente en la segunda Guerra Mundial, cuando los tanques alemanes aplastaron a la caballería polaca en un enfrentamiento desigual.
Tal es la euforia, que los tanquistas olvidan que su misión es abrir el frente para que pase la 1ª Brigada Mixta que conduce Enrique Líster con base en Valdemoro, tras ellos, ya muy retrasada, incapaz de seguir el rápido avance blindado. La aviación ni siquiera ha hecho acto de presencia. El propio Líster contará después que esta total descoordinación se debe a que los propios mandos republicanos nunca creyeron de lo que sería capaz de hacer su propio ejército. Es más, los hechos apuntan a que la ofensiva de Seseña pudo ser un acto de pura propaganda política, en un lugar con escaso interés estratégico, quizá para mostrar al pueblo el nuevo poderío militar republicano. Así quedarían justificadas las palabras de Largo Caballero, palabras que de no ser el Presidente de la República, jefe máximo de las fuerzas armadas, y de tratarse posiblemente de otro bando, le habría costado un consejo de guerra.
La brecha abierta por el propio Arman en el frente enemigo, la tiene ahora a su espalda. La vuelta atrás es muchísimo más dura. Los moros aprenden que con una botella de gasolina y un trapo, lanzado a las ruedas, se funden los rodillos de goma que arrastran las cadenas. Después abrasan a sus ocupantes lanzando las botellas al interior de los tanques e impidiendo que nadie salga al exterior. Lister dirá que la técnica la tenían bien aprendida desde antes del primer cañonazo, pues fue Largo Caballero quien se la mostró un día antes. Según él “Este acto de fanfarronería explica que las unidades del Ejército del Tajo recibieran a los tanques con botellas de gasolina“.
La infantería de Lister, al perder de vista los tanques, debe batirse casi cuerpo a cuerpo en Seseña, en unas lineas recompuestas disciplinadamente por el ejército nacionalista. El resultado fue que se perdió el veinte por ciento de los T-26 y que el objetivo principal, Seseña, no fue tomado. No obstante se descubrió el potencial de unas armas que cambiarían justo en ese momento el curso de la guerra y de la toma de Madrid. Con muchos más efectivos materiales y mucho mejor entrenados, las unidades nacionalistas detendrían en ese momento el avance contra la capital de la España leal.
Tras el combate, la 1ª Brigada Mixta de Lister sigue dando batalla al flanco derecho de las divisiones de Varela en su furioso camino a Madrid. Se producirían enfrentamientos entre Seseña y Valdemoro para finalmente retroceder y ocupar la linea de la carretera de Madrid a Cadiz (en el Cerro Rojo o Cerro de los Ángeles) hasta Perales del Río. El empuje nacionalista no moverá ya las fuerzas de Lister en ningún momento, quedando estas relativamente aisladas por su flanco derecho cuando el enemigo ocupa Parla, Carabanchel y VillaVerde (6 de noviembre). En estos ocho días, la 1ª Brigada de Lister defiende el valle del Manzanares desde la acción parcial de Seseña, resistiendo las envestidas del flanco derecho de los rebeldes dirigidas por Varela: la caballería mora de Monasterio.

Referencias y bibliografía

 Líster, 1.966

Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores (S.B.H.A.C.)

Luis Suárez Fernández, Octavio Ruiz Manjón-Cabeza, 1.981

Modesto, 1.969

J.M. Reverte, 2.004

J.M. Reverte. El autor nos relata con cierto detalle la visita del poeta Rafael Alberti a VillaVerde, sin embargo no hemos encontrado otra referencia que lo acredite.

J.M. Reverte. Entrevista del autor con quien probablemente lo vivió, Lázaro Somaza (p. 163)
J.M. Reverte. Cita pag 296.



La Batalla del Jarama

En febrero del año 1.937 se libró la más cruenta de las batallas que hasta la fecha había tenido lugar en la Guerra Civil Española: La Batalla del Jarama; debido a la inusitada violencia de sus combates y la gran cantidad de efectivos puestos en liza por ambos bandos.

El 23 de noviembre de 1.936, las tropas profesionales del general Franco, notoriamente superiores en preparación técnica y organización, habían fracasado en su intento de toma directa de la capital republicana, a través de la Casa de Campo y del Hospital Clínico, transcurridos apenas cuatro meses de su levantamiento armado en el Protectorado de Marruecos. Frente a ellos, combatientes sin apenas formación, milicianos de las más heterogéneas procedencias, superiores en número pero con baja cualificación militar, salvan Madrid en el último instante. Son los primeros compases de la Batalla de Madrid, y la Batalla del Jarama será uno de sus actos, magnificado a lo largo de la historia por la inusitada violencia de su sangrienta puesta en escena.
La República se esfuerza en reclutar, partiendo de cero, unas fuerzas armadas que sean capaces de contener el frenético avance de las Columnas de las tropas rebeldes, y sofocar la rebelión contra el orden republicano legítimo. Durante la Batalla del Jarama, el nuevo ejército español –Ejército Popular de la República (EPR)– compuesto de Brigadas Mixtas, recibirá paulatinamente el apoyo de nuevos batallones de voluntarios procedentes de Albacete, base de las Brigadas Internacionales, junto a los ya existentes,  además de material soviético más moderno: aviones Polikarpov I-15 e I-16, carros de combate T-26b, etc. que tendrán una actuación primordial en esta batalla.




Las Brigadas Internacionales, estuvieron formadas por varios miles de voluntarios (unos 35.000, a lo largo de una guerra civil internacionalizada) llegados de todos los rincones del mundo en auxilio de la República Española. Británicos, franceses, belgas, estadounidenses, canadienses, cubanos, italianos, alemanes, austriacos, balcánicos y un buen número de otras nacionalidades, acudieron desde su lugar de origen a pelear junto a los soldados españoles, y a dejar su vida en un altísimo porcentaje, pues se conceptuaban como fuerzas de choque.

Tanto el nuevo material recibido como los recién llegados voluntarios internacionales, tendrán un peso decisivo en esta batalla, con un destacado protagonismo en todos los combates que pasará a la Historia por su marcado carácter épico.
Fracasado el  primer intento de toma frontal de Madrid, Franco pretende un segundo ataque por el norte, la llamada Batalla de la Carretera de la Coruña (Batalla de la Niebla), ampliando la línea del frente pero sin efectos prácticos, al no conseguir romper las líneas hacia el Monte del Pardo desde Las Rozas, para bordear nuevamente la capital.

El ataque del Jarama será el tercer intento de rodear y cortar las líneas de abastecimiento de la ciudad de Madrid.

El inicio de la Batalla del Jarama

Veinte mil soldados, compuestos por moros, legionarios, falangistas y requetés; agrupados en torno a cinco brigadas, se concentran en Pinto y Valdemoro. Al mando del general Varela, bajo la supervisión del general Orgaz, tenían marcado como objetivo estratégico aislar la capital, tras un rápido avance por la altiplanicie extendida entre los pueblos de Arganda y Morata, para cortar la carretera de Valencia a la altura del Vértice Valdesemorial.

Esta maniobra, unida a la ofensiva combinada de las tres Divisiones italianas acantonadas al norte de Guadalajara, hubiera dado como resultado el colapso de la capital de la República. Pero por discordancias con el mando de estas fuerzas, tal ofensiva no se produjo hasta un mes después, a primeros de marzo; cuando la lucha en el Jarama se había estancado, lo que permitió a la República desplazar fuerzas al nuevo frente alcarreño, con el victorioso resultado de todos, conocido.
Antes del inicio de la batalla en el Jarama, los republicanos planeaban una ofensiva para aislar a las fuerzas enemigas, de la División Reforzada de Madrid. Pero la mejor organización del ejército nacionalista se les anticipó, asestando un imprevisto y duro golpe a las vanguardias gubernamentales que estaban siendo desplegadas en el teatro de operaciones. Tras sufrir varias demoras, debido al temporal de lluvias, el día 6 de febrero de 1.937 se dió comienzo a la Batalla y la mayoría de unidades republicanas desplegadas entre La Marañosa y Ciempozuelos sucumbieron, desbordadas por un incesante diluvio de sangre y fuego.

Los nacionalistas llegan al Jarama y al Manzanares

Durante las primeras jornadas de la Batalla del Jarama los rebeldes alcanzan en una primera fase la línea de los ríos, y tras una detención de dos días debido al mal tiempo, disponen su cruce entre los días 11 y 12 de febrero, abriendo una segunda fase que concluirá el día 14 de febrero, abortándose el plan final por falta de unidades de reemplazo. La batalla se da por concluida el 27 de febrero.

Al alcanzar la confluencia de los ríos Manzanares y Jarama, el ejército rebelde ya tiene a tiro de fusil la carretera de Valencia desde las estratégicas cumbres del Espolón de Vaciamadrid.  La República tiene que replantear las vías de abastecimiento de Madrid por carreteras secundarias e inclusive dar marcha al proyecto ferroviario de la Vía Negrín, por la pérdida de la línea férrea entre Aranjuez y Villaverde Bajo.

De cualquier modo, los republicanos, aún conocedores de los preparativos del ataque, desconocen la dirección exacta del mismo. Por lo mismo, refuerzan con la XII BI (Batallones Dombrovski y Garibaldi) el ámbito que rodea el Puente de Arganda y la línea de fortificaciones a lo largo de las crestas y cantiles de la orilla izquierda del Manzanares, imaginando que el ataque va dirigido hacia Vallecas y Vicálvaro. Restos que aún perduran al día de hoy y constituyen un conjunto histórico patrimonial destacado, que se debería conservar.

Los cerrojos del Jarama: Puentes del Pindoque y San Martín

Durante las noches de los días 11 y 12 de febrero, las tropas indígenas africanas rompen los cerrojos del Jarama, dejando a las claras que el esfuerzo principal de las tropas rebeldes se encamina mucho más al sur del Puente de Arganda. Con la toma de los puentes del Pindoque y de San Martín sobre este río, la Batalla del Jarama adquiere su nombre en plenitud.

El inicio de la Batalla del Jarama

Veinte mil soldados, compuestos por moros, legionarios, falangistas y requetés; agrupados en torno a cinco brigadas, se concentran en Pinto y Valdemoro. Al mando del general Varela, bajo la supervisión del general Orgaz, tenían marcado como objetivo estratégico aislar la capital, tras un rápido avance por la altiplanicie extendida entre los pueblos de Arganda y Morata, para cortar la carretera de Valencia a la altura del Vértice Valdesemorial.
Esta maniobra, unida a la ofensiva combinada de las tres Divisiones italianas acantonadas al norte de Guadalajara, hubiera dado como resultado el colapso de la capital de la República. Pero por discordancias con el mando de estas fuerzas, tal ofensiva no se produjo hasta un mes después, a primeros de marzo; cuando la lucha en el Jarama se había estancado, lo que permitió a la República desplazar fuerzas al nuevo frente alcarreño, con el victorioso resultado de todos conocidos.
Antes del inicio de la batalla en el Jarama, los republicanos planeaban una ofensiva para aislar a las fuerzas enemigas, de la División Reforzada de Madrid. Pero la mejor organización del ejército nacionalista se les anticipó, asestando un imprevisto y duro golpe a las vanguardias gubernamentales que estaban siendo desplegadas en el teatro de operaciones. Tras sufrir varias demoras, debido al temporal de lluvias, el día 6 de febrero de 1.937 se dió comienzo a la Batalla y la mayoría de unidades republicanas desplegadas entre La Marañosa y Ciempozuelos sucumbieron, desbordadas por un incesante diluvio de sangre y fuego.

Los nacionalistas llegan al Jarama y al Manzanares

Durante las primeras jornadas de la Batalla del Jarama los rebeldes alcanzan en una primera fase la línea de los ríos, y tras una detención de dos días debido al mal tiempo, disponen su cruce entre los días 11 y 12 de febrero, abriendo una segunda fase que concluirá el día 14 de febrero, abortándose el plan final por falta de unidades de reemplazo. La batalla se da por concluida el 27 de febrero.

Al alcanzar la confluencia de los ríos Manzanares y Jarama, el ejército rebelde ya tiene a tiro de fusil la carretera de Valencia desde las estratégicas cumbres del Espolón de Vaciamadrid.  La República tiene que replantear las vías de abastecimiento de Madrid por carreteras secundarias e inclusive dar marcha al proyecto ferroviario de la Vía Negrín, por la pérdida de la línea férrea entre Aranjuez y Villaverde Bajo.

De cualquier modo, los republicanos, aún conocedores de los preparativos del ataque, desconocen la dirección exacta del mismo. Por lo mismo, refuerzan con la XII BI (Batallones Dombrovski y Garibaldi) el ámbito que rodea el Puente de Arganda y la línea de fortificaciones a lo largo de las crestas y cantiles de la orilla izquierda del Manzanares, imaginando que el ataque va dirigido hacia Vallecas y Vicálvaro. Restos que aún perduran al día de hoy y constituyen un conjunto histórico patrimonial destacado, que se debería conservar.

Los cerrojos del Jarama: Puentes del Pindoque y San Martín

Durante las noches de los días 11 y 12 de febrero, las tropas indígenas africanas rompen los cerrojos del Jarama, dejando a las claras que el esfuerzo principal de las tropas rebeldes se encamina mucho más al sur del Puente de Arganda. Con la toma de los puentes del Pindoque y de San Martín sobre este río, la Batalla del Jarama adquiere su nombre en plenitud.

Una vez atravesado el Jarama, tropas de Regulares y de La Legión se esfuerzan por ascender rápidamente a la altiplanicie entre Arganda y Morata que les conducirá al punto táctico señalado para la maniobra. Se sucederán épicos y luctuosos episodios como el que protagoniza el batallón inglés, British, en la Colina del Suicidio.

Los rebeldes son entonces detenidos en la maraña de olivares desparramados por la meseta, cual paradójico o absurdo obstáculo insalvable, claudicando de su objetivo el día 14, ya sin reservas, y dispuestos a afrontar el contraataque enemigo que se desencadena fundamentalmente a partir del día 17. Chatos y Moscas frenan sobre el cielo del Jarama a los aparatos de bombardeo enemigos, Ju-52 y Savoia, mientras los carros blindados rusos irrumpen audazmente entre las filas enemigas de modo constante, hasta el agotamiento; solo frenados por los temidos Pak 36-37 anticarro del enemigo.

El día 14, el “día triste del Jarama”, tras celebrar un consejo militar en la Casa de Gózquez, donde Orgaz tiene instalado su Cuartel General, se decide poner fin a la ofensiva y pasar a la defensa fortificando las posiciones alcanzadas. La carencia de unidades de reserva en esos momentos era ya absoluta.

El contraataque republicano: La Marañosa, Espolón de Vaciamadrid y Vértice Pingarrón

Fuertemente desgastadas, las tropas de Orgaz y Varela se deben limitar a defender encarnizadamente la cabeza de puente conseguida al otro lado del Jarama. El ataque ha sido un fracaso en orden a los fines perseguidos,  un tremendo desgaste de recursos humanos y materiales. Los republicanos pretenden al menos, arrebatar al enemigo las posiciones más estratégicas y se marcan como objetivos en primer término, los cerros de La Marañosa y el Espolón de Vaciamadrid, a fin de cortar el avituallamiento a la vanguardias enemigas de Valparaíso, Casa de la Radio y el Pingarrón, cubriéndose de nuevo el valle del Manzanares de metralla y muerte, las jornadas del 16 y el 17.
Los restos de estos contraataques pueden igualmente contemplarse impertérritos, en esas “cabezas de playa”, esparcidos por la orilla derecha del río Manzanares.
En ningún otro lugar como en el Pingarrón se derramaría tanta sangre inútilmente. Las mejores unidades de uno y otro bando lo asaltarán, ganarán, defenderán y perderán, un montón de veces; sin el menor gesto de piedad, una y otra vez, asalto tras asalto. Centenares de defensores y atacantes caen destrozados a morterazos, o trizados por las balas, sobre este insignificante promontorio, que la Historia sitúa en el corazón de esta batalla.
El 27 de febrero amanece un espléndido día. Nadie duda ya, que la Guerra Civil Española no será ni corta ni fácil para ningún bando. El día 27 de febrero de 1.937, la República, tras los pobres resultados alcanzados a lo largo de diez días de ofensiva  desde La Marañosa al Pingarrón, decide lanzar un golpe final que también supondrá una sangría, antes de claudicar.

Bibliografía

Nuestra principal fuente de información es, aparte de las fuentes escritas consultadas, la visita sobre el terreno de los distintos escenarios en los que se vivió y padeció la Batalla del Jarama. Sentir el calor o el frío en la misma trinchera en la que lo hicieron los combatientes de ambos bandos es una experiencia que no debe menospreciarse. Contemplar el mismo horizonte, los mismos paisajes, ayuda a interpretar unos hechos históricos  que conviene no olvidar.
Junto a esa experiencia de campo, estos son sólo algunos de los libros que hablan sobre la Batalla del Jarama y de los que se ha sacado parte de la información de los artículos que aquí comienzan.
  • “Soy del Quinto Regimiento”. Juan Modesto.
  • “Mil días de fuego”. J.Mª. Gárate Córdoba.
  • “Las Brigadas Internacionales”. Jacques Delpierre De Bayac.
  • “El asedio de Madrid”. Robert Garland Colodny.
  • “La Batalla de Madrid”. Gregorio López Muñiz.
  • “La lucha en torno a Madrid”. Servicio Histórico Militar.
  • “La Batalla del Jarama”. José Manuel García Ramírez.

Aquí se cierra formalmente la batalla, si bien nunca cesarán los ataques y combates esporádicos en la zona, como acciones de alivio para otros frentes o como rectificaciones con golpes de mano en las líneas.

El final de la Batalla del Jarama: Resumen y consecuencias

Pasada la Batalla del Jarama, tras los últimos intentos infructuosos de asalto al  Vértice Pingarrón del 27 de febrero, el Ejército republicano claudica definitivamente y pasa a consolidar sus posiciones.

El ejército de Franco, desde el día 15 de febrero, ha desplegado sus últimas maniobras ofensiva, y se prepara para la fase defensiva de atrincheramiento y defensa a ultranza de las posiciones alcanzadas.

La absoluta falta de reservas y el hecho de no poder prosperar en los ataques, merced a la resistencia numantina demostrada por los voluntarios internacionales de las Brigadas Internacionales, en combinación con   las Brigadas Mixtas españolas, obliga a Franco a adoptar tal decisión.
La ofensiva italiana desencadenada en Guadalajara a primeros de marzo de 1937, a fin de avanzar en línea recta hacia Madrid, llega demasiado tarde como para desviar fuerzas republicanas del frente del Jarama.

Tras la estabilización del frente, comienza una particular “guerra de trincheras”, consistente en reforzar las posiciones con el enmascaramiento y blindaje con nidos de hormigón adecuados y en dar golpes de mano a fin de rectificar las líneas del frente más desfavorables. Nunca se establecerá la paz completa y siempre habrá oportunidad de sacudir al enemigo en el momento más insospechado o cuando se requiera aliviar la presión del enemigo en otros frentes.
La guerra de propaganda, mediante altavoces gigantes montados sobre camiones y otros medios es una constante. Se ha dado durante la batalla y ha continuado después, exasperando al contrario.
En las trincheras pululan los mensajes lanzados con altavoces y panfletos con los más diversos textos, que exhalan patriotismo de ambos lados, y que son lanzados contra el adversario. Se busca la deserción que, a veces, se producirá por diferentes razones. Los militares profesionales del ejército nacionalista jamás lo harán, forma parte de su profesión. Sí se logrará la defección desde uno u otro bando, entre los enrolados a la fuerza o aquellos que tenían alguna causa pendiente en sus filas. No obstante la cifra no será muy elevada; unos 200  soldados nacionalistas y unos 42 voluntarios de las Brigadas Internacionales.
Uno de estos panfletos reza lo siguiente, por si hubiera dudas sobre que el término “nacional” no fuera también republicano:
“El Ejército Nacional Republicano, compuesto por los mejores hijos de la gran España, avanza irresistiblemente hacia la victoria.”
¡Viva la España Republicana! 
Pero para los voluntarios internacionales, la Batalla del Jarama no acaba con el silencio de sus frentes. Extranjeros de sí mismos, cuando llega el ansiado y breve descanso, no hay hogar al que acudir, no hay esposa, no hay padre ni madre que les acoja tras la dura batalla, lejos de la húmeda trinchera. Algunos, los más, ni siquiera tendrán patria adonde regresar tras defender los ideales democráticos de Libertad e Igualdad en otra tierra que no era la suya, de la que apenas conocían su nombre y que terminará desapareciendo tras sus propios pasos, cuando abandonen España y tras de ellos se derrumben esperanzas e ideales.
Muchos de ellos descansan en un olvidado cementerio, sin lápida ni texto alguno, cerca de Morata, a escasos metros del frente que defendieron durante la batalla.

La Batalla del Jarama ¿un error estratégico de ambos bandos?

Lejos de afirmar quién ganó o perdió la Batalla del Jarama, podría decirse que estratégicamente no estuvo bien planteada. A la poca previsión nacionalista en cuanto a las reservas necesarias para tan ambicioso plan, se unió el hecho de que obviaron la capacidad de resistencia y contraataque del enemigo además de las durísimas dificultades encontradas al verse peleando sobre una meseta sembrada de olivares que desdibujaba la ubicación de las fuerzas propias y contrarias; que hacía pasar inadvertidos los ataques de carros blindados hasta que no estaban encima; que favorecía a los tiradores aislados; que hacía perder las referencias y equivocar las direcciones de ataque encomendadas; “como luchar en un laberinto”.
Pero aún más allá, la concepción de la Batalla del Jarama, ideada desde un punto de vista rudo, elemental, sangriento, “un choque de carneros”, se limitaba a enfrentar hasta la extenuación, a las dos masas de maniobra enfrentadas. Hasta la inusitada victoria o hasta el más absoluto y recíproco aniquilamiento. Resistencias y ataques desesperados que aniquilaban hombres y reservas con la única bandera de los ideales  y del patriotismo. Muy escasa o ninguna brillantez estratégica tuvieron tales planteamientos.
“Dos frentes chocando, en una brutal fricción, sin ningún resultado. Sólo grietas, pequeños objetivos que se alcanzan y se pierden en un espacio limitado y, en fin, relevo incesante de unidades desgastadas, sin otro fruto que ganar unos metros de terreno”
Vicente Rojo, Jefe del Estado Mayor republicano

Pero los republicanos pecaron del mismo defecto. Los ataques del Pingarrón o de La Marañosa están cortados por los mismos patrones de choque frontal, ilógico, tácticamente desastroso.
El día 12 de febrero el general Vicente Rojo propone un plan para rentabilizar el hecho de que las mejores unidades rebeldes, Legión y Regulares, están aparentemente en una ratonera, con los republicanos delante de ellos y con el río Jarama a sus espaldas, extenuados por un avance incesante y sin descanso.
Rojo propone mover las reservas y pasarlas al flanco derecho del frente de Madrid, iniciando el ataque que tenían preparado y nunca ejecutaron. Rojo quería atacar con dirección Navalcarnero, ahora que la mayor parte de reservas rebeldes estaban en el Jarama, y profundizar hasta cerrar una pinza que dejara a lo mejor del ejército franquista, aislado entre dos fuegos. Una maniobra que de haber tenido éxito habría puesto un punto y aparte en la Guerra Civil Española.
El mando republicano, vacilante, con poca fe en sus recursos y capacidades, desiste de esta idea y prefiere invertir sus reservas en el Jarama, arriesgando lo mínimo. Se recurre de nuevo al ataque frontal, extenuante, esperando que el enemigo abandone sus posiciones cuando vean venir las masas enemigas o cuando las bajas propias sean alarmantes.
Nada más alejado de la realidad. La Guerra Civil Española sería dura y muy larga, como ya vaticinaba lo acontecido en esta batalla.



Junkers Ju-52. Este fue el avión de transporte alemán reconvertido por los sublevados para bombardear Madrid. Museo de Cuatro Vientos.

El ataque de la XII Brigada Internacional al Cerro de los Ángeles



Dewoitine D-37 francés, usado por los republicanos al principio del conflicto, derribado frente al Cerro de los Ángeles. Sobre el cerro, vemos en primer plano la hospedería; a la izda., aparece la ermita, y a la dcha. en segundo plano, el convento. Los restos del monumento dinamitado el 7 de agosto aparecen en el borde derecho de la fotografía.


Los planes de Rojo siguen siendo explotados en las siguientes jornadas. El ataque a las columnas nacionalistas se hará por los flancos, mientras que en el centro se deberá resistir a cualquier precio, sin ceder un palmo de tierra. Madrid no podía caer, costara lo que costara.
Los primeros combatientes de las Brigadas Internacionales ya han tenido su bautismo de fuego en el Parque del Oeste, soportado con enorme valentía y arrojo. Ahora le toca el turno a la XII BI, que recibe la orden de atacar el Cerro de los Ángeles y castigar al enemigo por su flanco derecho.
Con una absoluta falta de coordinación, se lanzan al ataque los batallones llegados un día antes de Albacete, con nula experiencia de combate, tras una marcha campo a través a plena luz del día, desde La Marañosa.
Los nuevos planes del TOCE (Teatro de Operaciones del Centro de España) eran pasar al contraataque por los flancos, para debilitar al enemigo en el centro, donde presionaba a Madrid. Por la derecha Barceló y Galán, por la izquierda Líster y Bueno. Vicente Rojo ultima el plan y comienza a distribuir las tropas por el vasto frente que defienden. Se trata de hacerlas pivotar a los extremos sin que se note en el centro y sin que el enemigo lo advierta.
La orden del ataque al Cerro de los Ángeles y de su eventual toma, llega a los internacionales en su base de Albacete el día 9 de noviembre. Allí la recibe el general Lukacs, jefe de la XII Brigada Internacional, sin casi tiempo para componer sus batallones. La forman en este momento los batallones Garibaldi, Thälmann y André Marty.
“Todo se improvisa aún con mayor rapidez y confusión que la vez anterior. Madrid nos llama. Las noticias que llegan de la capital son electrizantes. Nicoletti telefonea para decirnos que la XI Brigada se cubre de gloria en la Ciudad Universitaria, al lado de las Brigadas, de las milicias y del pueblo español. Naturalmente nadie quiere ser menos que los compañeros que ya combaten.”
Luigi Longo
Los voluntarios internacionales que llegan el día 9, partirán con la XII BI al día siguiente. Apenas hay tiempo ni de entregarles el material, mucho menos para entrenarles en el manejo de un arma. En tren son desplazados hasta la localidad de Villacañas, en Toledo, para después ir en camiones hasta Chinchón, donde se reagrupan todas las unidades y fuerzas que efectuarán el ataque. Se establece finalmente en esta localidad el Estado Mayor.
El desorden es importante. Las unidades no están integradas y los mandos no tienen el control sobre las mismas. Se habla francés, italiano, alemán y polaco, y normalmente nadie entiende de las otras lenguas que no son la propia. La situación, ya antes de empezar, parece caótica. No obstante, y con el obligado retraso debido al fenomenal desorden, llega la orden de ataque para el día siguiente. Junto a la XII BI partirán también las Brigadas Mixtas españolas 2ª y 5ª.
El plan de ataque consiste en penetrar en las líneas enemigas hacia su retaguardia y cortar su red de suministros. De entrada, la toma del Cerro de los Ángeles es una maniobra táctica de inicio, para usarlo como punto de apoyo de los ataques posteriores.

El primer ataque al Cerro de los Ángeles


La XII BI estaba comandada por el general Lukács, un húngaro de amplio historial combativo, y compuesta por el batallón André Marty (franco-belga), el Garibaldi (italiano) y el Thälmann (alemán). La composición de la Brigada se ha realizado a marchas forzadas, como todo en Madrid en aquellos días de locura, en el que nadie sabía ni siquiera si sobreviviría a la metralla unas horas más. Los hombres llevan un armamento acorde a sus “uniformes”, variopinto, de circunstancias… a veces ni siquiera es posible un entendimiento básico verbal, dadas las distintas nacionalidades e incluso las distintas ideologías de los hombres que allí se disponían a atacar el Cerro. Los mandos, muchos de ellos, acaban de ser elegidos casi por aclamación.

La noche del día 13 parten en camiones desde Chinchón las fuerzas que efectuarán el ataque. Con los faros apagados y en un territorio muy cerca del frente, es necesario dar rodeos y complicar un trayecto en teoría corto. Una decena de camiones se pierde y el ataque, que debía haberse producido con las primeras luces del día, se retrasa una vez más.
Al amanecer, henchidos de coraje, los voluntarios extranjeros inician a pie, desde La Marañosa, el avance hacia el Cerro de los Ángeles. Se trata de ganar la posición mediante un ataque envolvente que llevarían a cabo las brigadas españolas por la izquierda, y las internacionales por la derecha.
El avance por las ondulaciones de La Marañosa se produce a plena luz del día y los defensores del Cerro de Los Ángeles siguen perfectamente la maniobra de los republicanos. Los internacionales llegan a la pedanía semi abandonada de Perales del Río. Alguien les señala un camino hacia el Cerro, cuya silueta aparece a lo lejos como si se tratara de un castillo o fortaleza medieval.
Viendo el avance progresivo del enemigo, los soldados rebeldes abandonan las trincheras de vanguardia y se repliegan a la cima y edificaciones fortificadas.
El Bon. Garibaldi se pierde en el apasionamiento de su bautismo de fuego y ataca el cerro de frente, cuando debería haberlo hecho por el flanco derecho. Al pie de la colina queda patente la poca preparación del asalto. Llegan hasta el pie del muro perimetral sin escaleras ni recursos para asaltarlo. Desde arriba, los defensores dejan caer las bombas de mano a placer sobre ellos, masacrándolos.
Los republicanos siguen avanzando por la izquierda, apoyados por tres carros T-26b, venidos ex profeso para apoyar la acción. Desde las estribaciones de La Marañosa, truena una batería apoyando el ataque, cuya respuesta no se deja esperar. Los atacantes deben tirarse al suelo sobre una llanura dominada por las armas automáticas nacionalistas, donde cada hueco del terreno es aprovechado para no morir ametrallado.
El combate se alarga todo el día y es suspendido por la noche, cuando los tanques deben retirarse ante un firme incierto. El resultado para las fuerzas republicanas es desastroso, sufriendo enormes bajas. La urgencia y falta de preparación del ataque ha sido clave, la inexperiencia de los hombres ha hecho el resto. Demasiada improvisación en un Madrid al borde del colapso. El comisario político Luigi Longo reprende a los voluntarios italianos, cobijados entre los muros de la iglesia de Perales, ya de madrugada. Otros han hecho el camino de regreso al poblado de La Marañosa. En el campo de batalla quedan los muertos.
Para colmo de males, el ejército nacionalista parece averiguar las intenciones de Rojo y ese mismo día relanza el ataque con las columnas de Barrón, Alonso y Tella, quien tiene su base de operaciones en Villaverde Alto y a quien apenas inquieta el frustrado ataque de la XII BI. Consiguen importantes avances y se viven momentos de pánico en las líneas republicanas al grito fatídico de “¡Qué nos copan!”
Los nacionalistas, mientras tanto, parecen organizarse a todos los niveles, incluyendo el del culto religioso:
Al comienzo de la guerra civil se encontraba la Imagen de la Santísima Virgen en el altar de su Ermita y aunque el Cerro fue escenario de terribles violencias, la imagen fue respetada no sufriendo daño alguno […] El Jefe de las fuerzas nacionales avisó al Sr. Alcalde de Getafe, Don Juan Gómez de Francisco, del peligro que corría la Imagen permaneciendo en su Ermita y aunque los soldados la habían bajado de su Altar y llevado a la Hospedería, recomendó se la viniera a recoger para dejarla en un lugar de Getafe. Al día siguiente fue colocada en su Carroza y trasladada a Getafe por un grupo de jóvenes de la localidad.





Efecto de los bombardeos nacionalistas sobre la estación de Villaverde Bajo, en poder republicano



En estas fechas, el empuje nacionalista en el frente de la Casa de Campo es terrible. Las fuerzas de Varela están decididas a tomar Madrid y la estrategia de Rojo atacando los flacos de las columnas rebeldes, no ha dado todo el resultado esperado. Moros y legionarios cruzan por primera y única vez el Manzanares en Ciudad Universitaria. Como una astilla envenenada que se clava en el corazón de la República, el Puente de los Franceses se eleva como símbolo de toda la resistencia de Madrid. Las escenas de heroísmo son brutales en los dos bandos.
Las tropas nacionalistas quedan presas en la bolsa de Ciudad Universitaria, siendo más que aconsejable su retirada. Franco las deja allí, como bandera de un hecho que dice lo contrario: el 23 de noviembre finaliza el ataque directo a Madrid, la toma de la capital ha fracasado.
Franco decide intentarlo ahora estrangulando la capital por el norte, se inicia la ofensiva de la carretera de La Coruña. El castigo aéreo a la población civil madrileña no cesará en toda la guerra, es la venganza de los atacantes a los obstinados defensores.
Mientras todo esto sucede, el Ejército Popular Republicano sigue su organización atenazado por la necesidad. Los combates en la zona de Villaverde se recrudecen y apuntan más profesionalidad a las victorias de los de Líster. VillaVerde Bajo es conquistado casi por completo y se fija a las tropas nacionalistas en Villaverde Alto. Nadie se moverá ya de allí. Por el norte del pueblo, en el Vértice Basurero, se producen también violentos combates, entre ellos no figurará nunca la toma de Líster de Villaverde Alto, ya que la niebla suspendió precisamente esta acción.

Fuente: madrid1936.es


Milicianos en las trincheras de las afueras de Madrid. Revista gráfica Estampa, 05/12/1936. Al pie de la foto el siguiente texto: “CADA HOMBRE, UN HOYO. En las afueras de Madrid, donde se construyen las fortificaciones, podéis encontrar a un viejo que no se mueve de allí en todo el día. Llegan grupos de obreros, se marchan brigadas enteras, y él se queda allí cavando con su azadón de lata. A veces, medio endereza el esternon y repite su estribillo: – Esas trincheras son un disparate. Cada hombre debe hacerse un hoyo, como yo me hago el mío. Uno sólo se entiende mejor. La fila de trincheras se alarga en un linea de kilómetros. Pero el hoyo del viejo trapero está allí solo y distinto. Y el viejo guardándolo, perfilándolo, retocándolo con su azadón mellado…”




Tropas del Ejército Popular de la República desfilan en el Cerro de los Ángeles. Fuente: Archivo Rojo, Ministerio de Cultura.






La ofensiva del Jarama estaba a punto de producirse, la única incógnita era de quien la realizaría primero. La debilidad de las tropas republicanas en la zona hacía pensar que los nacionalistas se adelantarían, como finalmente así fue. Mientras tanto, Líster recibe la orden de tomar el Cerro de los Ángeles, de nuevo un intento de castigar el flanco derecho de los rebeldes, que a esas alturas habían abandonado la toma frontal de la capital. Líster se niega a seguir las directrices de su Estado Mayor y se impone a las decisiones del propio Modesto, elaborando un plan simple que tenía como principal ventaja el factor sorpresa.
En unas horas, lo que tanta sangre le costó a la XII Brigada Internacional, cae rendido a los pies de la 1ª Brigada Mixta. Sin embargo la Hospedería del Cerro queda aún en poder de los nacionalistas. Lo mismo que tardó la posición en ser tomada, tarda en ser perdida. En un fulgurante ataque de tábores de tropa indígena, Tiradores de Ifni-Sáhara y Regulares de Larache, que aprovechan una incomprensible suma de errores del dispositivo defensivo republicano, cae el Cerro haciendo numerosas bajas en la 1ª Brigada Mixta.
Pero el Cerro ya no volvería a ser el mismo Cerro. La captura de más de cuatrocientos prisioneros por las tropas del Gobierno, la mayoría militares de reemplazo reclutados en la zona nacionalista, será una baza mediática que será utilizada con amplitud de medios. La prensa del bando leal renombra al Cerro como el “Cerro Rojo” y no parece querer dar la noticia de su pérdida. Estamos en la batalla de la retaguardia, en la necesidad de mantener viva la moral del pueblo y de la tropa, donde la mentira se vuelve verdad y la verdad se convierte en mentira.

El Cerro de los Ángeles (Cerro Rojo

A mediados de enero de 1.937, tormentas de guerra amenazaban el Jarama. La República estudiaba un plan de ataque cortando las líneas de aprovisionamiento del frente nacionalista de Madrid, mientras éstos planificaban a su vez una nueva intentona de asalto a la ciudad mediante un rodeo por el sureste. La IV División de Modesto, en la que se encuadrada la 1ª Brigada Mixta de Líster, reconoció la zona y elevó un informe sobre el plan de ataque en estudio. El azar hizo que el día 6 de febrero se adelantarán los nacionalistas y diera comienzo la sangrienta Batalla del Jarama.
Días antes de que esto suceda, Líster ha elaborado un nuevo plan de ataque al Cerro Rojo para asentar una posición de avanzada. El ataque tenía más posibilidades de éxito que la caótica intentona llevada a cabo dos meses antes, 12 de noviembre, por parte de los voluntarios internacionales de la XII BI. En este caso se trataba de un golpe de mano nocturno, por sorpresa, que contaba con el conocimiento que tenían de la zona varios miembros de la 1ª BM y del sistema de defensa filtrado por varios desertores horas antes. Líster acantona sus batallones en la iglesia abandonada de Perales del Río.
Líster se niega a atacar a la manera clásica, es decir, bombardeo de las defensas con intenso fuego artillero, ataque de aviación,  empleo de tanques y por último, asalto de la infantería. Esto hubiera alertado al enemigo y hubiera arruinado el factor sorpresa, por lo que se procedió finalmente a la manera de Líster.
Franco no confiaba en los soldados de reemplazo para el asalto de las posiciones decisivas, como tampoco fue muy aficionado a ofrecer puestos de vanguardia en sus ataques a las milicias de voluntarios, falangistas y requetés. Al fin y al cabo tenían las mismas cualidades guerreras que el miliciano republicano que intentaba batir y ya habían sido derrotados por estos en diversos frentes. Este jefe militar, prefería a las curtidas tropas africanas, con las que inició el golpe en Marruecos, para las labores de asalto y defensa de puestos decisivos en el orden de batalla. No obstante, en aquel momento, el Cerro de los Ángeles estaba custodiado por fuerzas de reemplazo; el  1er. Bón. del Rgto. Argel nº27, alojado en el convento, y el 8º Bón. del mismo Regimiento, en la hospedería.
Sin duda este hecho contribuyó a la rápida toma del Cerro por los republicanos unido al factor sorpresa. La cifra de prisioneros que allí se tomaron fue escandalosa; más de cuatrocientos.
El éxito fue rotundo. En poco tiempo, tras una marcha nocturna de aproximación, en el más absoluto silencio, los milicianos entran en las trincheras enemigas, conocedores del santo y seña, sin grandes combates. La sorpresa fue tan mayúscula que el propio jefe del sector, el comandante Ricardo Belda López es sorprendido en el dormitorio. La escena que narra Líster es extrañamente humana para aquellos tiempos tan descarnados.
Los soldados del Gobierno traen preso a Belda y éste intenta cuadrarse ante el comandante que acababa de capturar el Cerro de los Ángeles, lo que le deja en ropa interior al caer la manta que le cubría. Belda debió aguantar el tipo y el rubor de la situación, por lo que Líster ordenó que se le devolviera al cuarto dormitorio para que terminara de vestirse.
Ricardo Belda, tras su apresamiento, fue enviado a las cárceles de Madrid. Parece que fue obligado a leer un mensaje radiofónico a los soldados nacionalistas para que no continuaran apoyando la rebelión militar. Luego  fue trasladado a una prisión de Valencia. Tras de la guerra, tras un proceso de depuración de responsabilidades, fue readmitido en el Ejército, llegando al grado de general. Incorporamos aquí un testimonio del nieto de Belda, un halo de limpia sencillez en el drama nauseabundo de una guerra atroz.
Según me comentaban mis tías, fue arrestado y encarcelado en una checa de Madrid, parece ser que fue obligado a realizar una locución radiofónica a los pocos días del arresto – supongo que con ocho hijos a la espalda le debió pesar más eso que su “patriotismo” – en la que mostraba la “indecencia” de la sublevación. Fue trasladado a Valencia y permaneció allí encarcelado hasta el final de la guerra. Luego fue depurado por el ejército vencedor y tras volver todo a su cauce, supongo lo considerarían “inocente”, prosiguió su carrera militar. Finalmente se licenció como general y gobernador militar de Huelva, y falleció a los 99 años.

Belda rinde el Cerro ante una acción de las fuerzas republicanas, con un número escaso de bajas, por unos momentos la guerra no parece tan salvaje. Pero sólo es una situación momentánea. La sorpresa en la acción de los soldados leales llega incluso a los propios jefes del Ejército Republicano. La posición debía asegurarse después de la toma con más efectivos,  pues era necesario que  tras la sorpresa se consolidara la conquista. Sin embargo, José Miaja, jefe del Ejército de Defensa de Madrid, y Sebastián Pozas, general del Ejército del Centro con base en Tarancón, no se ponen de acuerdo en quien debe enviar los refuerzos. De hecho el error en este caso se le debería achacar a Miaja, puesto que de él dependía la unidad que acababa de tomar el Cerro Rojo. 

El ejército nacionalista, mientras tanto, reacciona rápidamente. En la hospedería resiste una compañía que por medio de un transmisor de radio ha estado informando a Getafe de la situación durante el ataque. Los atacantes se transformarán en unas horas en desesperados defensores. Por la carretera que viene de Getafe bordeando el campo de aviación, avanza el contingente enemigo enviado a la reconquista del cerro. De frente ataca el Tábor de Regulares de la Mehal-la de Larache, y por la derecha, en maniobra envolvente, el Tábor de Tiradores de Ifni-Sáhara. Cuando estos llegan a lo más alto “se oyen salmos en árabe y un ulular que pone los pelos de punta para anunciar el asalto definitivo“. Las bajas producidas en la 1ª BM son considerables. Al mediodía todo ha acabado.

La rápida reacción de los nacionalistas, comandados por el coronel Rada, ha sido clave. Parece que no han dado tiempo a los de Líster a emplazar correctamente las ametralladoras y hay zonas desenfiladas. Algunas de ellas están tan altas que no pueden batir las faldas del cerro, y tampoco evitar que las tropas indígenas se aproximen sin grandes dificultades.

Cuando quieren reaccionar los republicanos, enviando carros blindados T-26b y aviones a sobrevolar la zona, ya es demasiado tarde. El Cerro Rojo ya no volverá a manos de la República. Desde allí se bombardeará incesantemente el sur de Madrid hasta el final de la guerra.

La propaganda del Cerro de los Ángeles

Al día siguiente de la toma infructuosa del Cerro de los Ángeles, los periódicos y comunicados oficiales hablan de la batalla como éxito propio y derrota del contrario. Realmente todos mienten, unos por haber mostrado una grave debilidad en el punto más importante de su flanco derecho y otros por no haber culminado la brillante acción en el punto que hubiera sido más sencillo.
Los partes de guerra narran como el enemigo ha sido rechazado en su ataque o, en el otro bando, como ha sido la conquista del que desde entonces llamarán el “Cerro Rojo”.
En la prensa republicana se publica rápidamente la noticia y se le cambia el nombre al cerro, aunque ya nadie sepa que haya retornado a los rebeldes. Sin embargo la toma del cerro tiene la doble importancia de demostrar que el ejército de milicias puede atacar además de defender y que el enemigo no es tan fiero como lo pintan. La captura de más de cuatrocientos soldados así lo atestigua. Los presos son llevados a Madrid donde son juzgados de inmediato en un ambiente victorioso, siendo absueltos en su mayor parte. El propio Miaja se dirije a ellos y muchos se pasan al ejército leal a la República; el resto son finalmente encarcelados. Los del Argel se nutrían de quintas de Cáceres, de León y de Pontevedra. Franco no volverá a confiar en ellos y Belda no goza ya de simpatía en el bando sublevado. Son un arma publicitaria incluso más importante que el propio cerro, ya en adelante “Cerro Rojo”, incluso tras su pérdida.
La publicación del 5º Regimiento – Milicia Popular 21/01/1937 – dirá que son “hermanos”, “campesinos y obreros, enrolados bajo amenaza de muerte” y que “ven renacer su vida al verse rescatados por sus hermanos, a cuya lucha se unen”. Todo un símbolo.
Los prisioneros tomados en el asalto al Cerro Rojo muestran su alegría entre vítores a la República al ser absueltos. Son simples soldados de reemplazo. Fuente: Archivo Rojo (Ministerio de Cultura)

Bibliografía


Líster Forján, E. (1966). Nuestra Guerra. Memorias de un luchador. Madrid: Silente Memoria Histórica.

Martínez Reverte, J. (2004). La Batalla de Madrid. Barcelona: Booket
Koltsov, M. (1963). Diario de la guerra de España. Paris: Ruedo Ibérico
Castellano, R. (2007). Los restos de la defensa. Madrid: Almena
Castellano, R. (2004). Los restos del asedio. Madrid: Almena
Zugazagoitia, J. (1940/1977). Guerra y Visicitudes de los Españoles. Barcelona: Éxito

---------------------------------------------------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  Las Cosmogonías Mesoamericanas y la Creación del Espacio, el Tiempo y la Memoria     Estoy convencido de qu hay un siste...