EL
CRISTIANISMO EN LA EUROPA DEL RENACIMIENTO
Queridos lectores,
siguiendo con los temas sobre el Barroco, para comprenderlo hace falta cual fue
su causa. Esa causa se llama Renacimiento.
Con Justiniano y sus reformas, contribuyó para que en
siglos posteriores, la prosperidad y bienestar material fueran las bases del
humanismo introducido en la Europa del siglo XVI. Justiniano fue el gran
ideólogo y promotor de una labor unificadora que concluiría después de más de
nueve siglos, con la constitución de una unión de los pueblos de Europa.
La autora nos habla de la Fundación de las Universidades
como fuente de saber y como una d las principales causas de la creación de las
mismas, para la conservación de valiosos manuscritos de autores griegos y
romanos.
Introducción
Un análisis de la
situación actual de Europa parte de una inquietud que frecuentemente se instala
en el mundo académico, político y cultural, partiendo de la base de que es
necesaria y conveniente una relación más estrecha entre sus Estados para
recuperar la identidad de cada uno de ellos a la vez que se consolida una
fuerte y estrecha unión de los fines que les han llevado a constituir una
Europa unida.
Europa
significa la aspiración a reencontrarnos con la historia, con sus
características, defectos y virtudes, resueltos a participar todos en la forja
de un futuro común. A lo largo de la historia hemos tenido testimonios de una
estrecha colaboración en todos los órdenes de la vida política, social y
económica de los diferentes países europeos, sin olvidar la importante relación
cultural de todos ellos. Creo que este es el momento más oportuno para seguir
el consejo expresado por Ortega y Gasset “… hacer un alto en el camino para
vislumbrar hacia donde debemos dirigirnos”.
Dicho
planteamiento necesita de la reflexión y el debate en un momento en que uno y
otro son particularmente necesarios. Los grandes temas que preocupan a todos
aquellos que desde diferentes responsabilidades se ocupan de los asuntos
internacionales han de partir de unas firmes convicciones asentadas en el
humanismo y con vocación de servicio a los demás. Es decir, se ha de partir de
una idea fundamental consistente en la creencia de que una acción política debe
enraizarse en sentimientos profundamente cristianos y desechar la idea de que
todo vale para lograr determinados fines.
El
legado que nos dejó el mundo antiguo, la cultura, el arte y las instituciones
más importantes en el orden legislativo, forman parte de las características
esenciales de este movimiento que hizo resurgir al mundo de occidente del
letargo en que había estado sumido a lo largo de casi diez siglos. Las
invasiones bárbaras formaron parte de un período de migración de los pueblos a
la vista de la gran debilidad del Imperio Romano de Occidente y del Imperio
Romano de Oriente. El resultado fue la desaparición del primero y su reemplazo
por reinos germánicos. Sin embargo los emperadores de oriente consiguieron la
pacificación a base de comprar voluntades para asegurar la supervivencia del
imperio. De esta forma los ejércitos romanos fueron desapareciendo al irse
apoderando de ellos las huestes bárbaras al mando de poderosos estrategas que
fueron fundando una especie de pequeños reinos a lo largo y ancho de las
tierras que habían formado gran parte del Imperio Romano de Occidente.
Los
emperadores de Oriente en su mayoría manifestaron un gran respeto por Roma y
sus tradiciones. Bien es cierto que Justiniano mantuvo permanente la idea de
reconquistar los antiguos territorios del Imperio de Occidente y unificarlos en
torno al Mediterráneo, dotarlos de un sistema jurídico moderno que permitiera a
la vez la convivencia de las diferentes culturas que fueron aportando los
distintos pueblos que conformaron el extenso Imperio de Oriente. Este imperio
estaba compuesto por centros urbanos de más de novecientas ciudades que
llegaron a formar un conjunto de pueblos unidos por una misma historia y
cultura.
El
hecho más importante fue comenzar por una campaña para reconquistar Italia,
donde el Papa le facilitó la entrada y posteriormente dirigió sus tropas hacia
España aprovechando la situación un tanto inestable de la península ibérica
gobernada por reyes visigodos que, lejos de mantener una estabilidad
conciliadora entre sus habitantes, provocaron continuas luchas internas que
contribuyeron a la decadencia y posterior invasión de los pueblos árabes del
norte de África.
Es
de justicia reconocer que al emperador Justiniano se le debe en gran parte la
recuperación de los vastos territorios que conformaron el antiguo imperio, no
solo porque proyectó reconquistarlos sino porque estimó necesario llevar a cabo
una labor legislativa unificadora, partiendo de un proyecto de reforma del
Derecho Romano. Esta magna obra consistía en la unificación de las cuatro
partes de que consta el Corpus Iuris Civilis, dando lugar a la llamada
Compilación Justinianea. Fue una obra innovadora necesaria para regular la vida
del Estado, la de sus habitantes, sus familias y las relaciones entre las
diversas instituciones. En definitiva se trataba de que el antiguo Derecho Romano se adecuara a los principios de
los habitantes de los nuevos pueblos que conformaban el Imperio.
Justiniano
no permitió la separación entre la Iglesia y el Estado. Gobernó aunando ambos
poderes en una época en que las cuestiones políticas y teológicas no podían ser
disociadas. Es importante dejar patente el hecho de que los cánones de los
cinco primeros Concilios de la Iglesia católica fueran considerados como
instrumentos creadores de un ordenamiento jurídico y sus disposiciones tuvieran
fuerza de ley.
En
conclusión, hablar de la magna obra que comenzara Justiniano es dejar
constancia de que fue el gran ideólogo y promotor de una labor unificadora que
concluiría, después de más de nueve siglos de los más variados movimientos
políticos y sociológicos, con la constitución de una unión en los pueblos de
Europa.
No
cabe la menor duda de que es fácil comprender que el Consejo de la Unión
Europea en la actualidad constituye el mejor exponente de que la Europa unida
no solo es la Europa del éxito, sino también de la prosperidad y bienestar
material que fueron las bases del humanismo introducido en la Europa del siglo
XVI. Esta fue la piedra fundamental en la que se sostuvo el movimiento
renacentista que logró sacarla de una larga y adormecida etapa de decadencia a
la vez que de inestabilidad social, religiosa y cultural.
El
Renacimiento en Europa
Durante
un periodo de dos siglos, entre 1350 y 1550, la sociedad europea occidental
conoció y vivió una auténtica revolución espiritual, una crisis de perfiles muy
nítidos en todos los órdenes de la vida. Una profunda transformación del
conjunto de los valores económicos, políticos, sociales, filosóficos,
religiosos y estéticos que habían constituido la vieja civilización medieval
definida con un cierto desprecio como la “edad de las tinieblas”, llevó a la
conclusión de que el Renacimiento fuera considerado como una época en la que la
transformación y la renovación fueran la base que sustentó la sociedad y el
ambiente cultural de la época.
Es
uno de los grandes momentos de la historia universal que marcó el paso del
mundo medieval al mundo moderno. Se considera como un fenómeno muy complejo que
impregnó todos los ámbitos yendo por tanto más allá de lo puramente artístico.
Es ante todo un espíritu que transforma no solo las artes, sino también las
ciencias, las letras y por encima de todo, las formas de pensamiento. Además,
el desarrollo normal de la cultura renacentista se ve afectada por el hecho
simultáneo de las luchas religiosas derivadas de la revolución protestante, el
credo de los nuevos evangelios suprimió la ocasión de ejercitar el mecenazgo
eclesiástico y, en la pintura y la escultura, se suprimió la temática abundante
de los motivos iconográficos, salvo determinados temas bíblicos.
El
Renacimiento dio lugar al comienzo de un periodo de transición en la Europa un
tanto inestable a partir la caída del Imperio Romano de Occidente y la invasión
de los pueblos bárbaros y extranjeros. Marcó el paso de la Edad Media a la Edad
Moderna y dio lugar a que la actividad económica, social y cultural fuera en
conjunto el denominador común. El intercambio económico y comercial supuso una
expansión hacia el extranjero entre los siglos XV y XVI y respecto al ámbito de
la política se produjo la centralización del poder, dando lugar a la formación
del Estado moderno. Por otro lado la sociedad estaba compuesta por una clase
burguesa que a su vez desarrollaba principalmente la actividad económica y
comercial.
Sin
embargo, el cambio más notable se produjo en el orden cultural, que, a partir
de la caída del Imperio romano en el siglo V, la civilización de Grecia y Roma,
componentes de la cultura de la antigüedad clásica, quedó reducida o recluida
en los conventos y monasterios que se constituyeron en guardianes y custodios
de los legados culturales. El renacimiento rompió el monopolio cultural
establecido por el orden eclesiástico y la cultura pasó a estar considerada
como una cultura secular burguesa, más racional y científica. Sin embargo hay
que tener en cuenta que la reanudación de los estudios de obras clásicas fue
posible gracias a la protección ejercida por los monjes y estudiosos que
habitaban los monasterios medievales y conservaron muchas obras que hubieran
sido objeto de destrucción por las invasiones bárbaras.
Ahondando
en antecedentes históricos, la aparición del Renacimiento se debe en gran
medida a la decadencia del mundo medieval, el declive del Sacro Imperio Romano
Germánico, el debilitamiento de la Iglesia católica a causa de los cismas y la
revolución que supuso la Reforma protestante, sin olvidar la profunda crisis
económica derivada del sistema feudal, la decadencia de las artes y las
ciencias y una teología escolástica que llegó a rayar en el escepticismo.
Frente
a esta decadencia, los principales centros académicos europeos estimaron
conveniente cambiar los métodos docentes y de investigación, volviendo a
considerar los valores de la cultura clásica de Grecia y Roma que tanto
esplendor produjo en el mundo cultural de la época y que solamente la Iglesia
Cristiana puedo llevar a cabo. La cultura dejó de ser pública en la Edad Media,
siendo recluida en los monasterios y conventos de las órdenes religiosas que
fueron los encargados de mantener y custodiar los escritos y las obras de los
grandes eruditos, por tanto se comprende que las disciplinas filosóficas que
gozaron de mayor importancia en la Edad Media fueran la teología y la
metafísica.
En
este momento histórico los filósofos importantes dejaron de ser clérigos y sus
enseñanzas ya no estaban respaldadas por la Iglesia, pero dieron paso a una
filosofía moderna de gran influencia cristiana que no abandonan totalmente. Las
disciplinas filosóficas de la Edad Media tenían fundamento en el dogma y la
verdad revelada por la fe. Es importante destacar, en la primera etapa del
siglo V, el teólogo cristiano San Agustín, que en su juventud había adoptado el
Maniqueísmo y posteriormente se convirtió al cristianismo bajo la influencia de
San Ambrosio, quien le nombró obispo de Hipona, cargo que desempeñó hasta su
muerte. Y es sorprendente admitir que sus visiones sobre la predestinación
influyeron en teólogos posteriores, particularmente en Juan Calvino. Sin
embargo, las tesis de Lutero fueron totalmente distintas y contrapuestas.
Es
decir, que aún a pesar de que las corrientes filosóficas que gozaron de mayor
relevancia en la Edad Media eran la teología y la metafísica, los filósofos de
la Edad Moderna no prescindieron totalmente de ellas. Es más, fueron las que
sentaron las primeras bases de la filosofía moderna. Tanto San Agustín, como
Tomás de Aquino o San Isidoro, desarrollaron en su labor docente e
investigadora las teorías de Sócrates, Platón, Aristóteles o Cicerón partiendo
de su ejemplo. Incluso Averroes, filósofo, médico y matemático de origen
islámico, conocido en Europa como “el Comentador” de la obra de Aristóteles,
contribuyó a que sus escritos influyeran no solo en el pensamiento cristiano de
la Edad Media sino en el del Renacimiento en toda Europa.
La
introducción del humanismo aparece como corriente modificadora de ideas que en
la antigüedad fueron el fundamento de las disciplinas grecolatinas como el
derecho, el arte o la retórica, y constituyó un concepto de cultura general
cuyo contenido fue el conjunto de las ramas del conocimiento. Es decir, el
humanismo tuvo como protagonista al propio hombre que comenzó a ser tratado
como ser racional y centro del universo.
Por
otra parte, el Renacimiento también se caracterizó por importantes
descubrimientos científicos, especialmente en los campos de la astronomía, la
física, la medicina y las matemáticas. Fue la época de los grandes
descubrimientos geográficos ya que, a partir del descubrimiento del continente
americano por Cristóbal Colón en 1492, continuaron las expediciones a ese nuevo
mundo por parte de todos los estados europeos atraídos por las fantasías
descritas. Además profundizaron en el desarrollo de las tesis de los geógrafos
más relevantes de la antigüedad que alimentaron el ansia de saber de los
estudiosos renacentistas. Es decir, Eratóstenes, Estrabón, Ptolomeo y Herodoto
aportaron a la Edad Moderna conocimientos tan sumamente importantes como para
impulsar los sucesivos descubrimientos en aquel nuevo mundo.
En
conclusión, el Renacimiento era el nombre dado al auge cultural acaecido
durante los siglos XIV, XV, XVI y XVII en Europa, que promovió y desarrolló
nuevos proyectos elaborados por hombres insignes que dieron a la época y a
todos los países del continente europeo un esplendor inusitado.
La
introducción del humanismo en Europa de la mano de Erasmo de Rotterdam y Tomás
Moro, junto con Juan Luis Vives, fue uno de los acontecimientos más importantes
de la Europa del Renacimiento. Hombres de firmes convicciones que constituyeron
un ejemplo en un crucial momento de cambios en todos los órdenes, elevando la
condición humana y sus valores por encima de cualquier otra consideración.
En
conclusión, el pensamiento de los filósofos de la Edad Moderna se caracteriza
por ser un pensamiento humanista, con plena autonomía en el planteamiento de
sus tesis y amplia libertad de razonar con una formulación científica. El
pensamiento moderno acabó convirtiendo la filosofía en colaboradora de la
ciencia al darse en la misma persona las mismas condiciones y aptitudes
científico-filosóficas.
En
esta época el espíritu humano se dedicó a observar la naturaleza y a buscar su
lugar en ella. Ante él se abrió un mundo lleno de enigmas y secretos, un cosmos
de belleza extraordinaria en el que se intuía un orden sublime. El punto
central del pensamiento se trasladó de lo sobrenatural a lo natural. Aunque
explicar la palabra de Dios era competencia de los teólogos y examinar su obra
incumbía a los estudiosos de los fenómenos naturales, los humanistas
dignificaron su labor investigadora con planteamientos establecidos por encima
de la razón del hombre.
Fundación
de las universidades
La conservación por las
universidades y conventos medievales de valiosos manuscritos de autores griegos
y romanos fue una de las principales causas de la creación de las Universidades
en toda Europa.
El
uso del latín como lengua culta, que hacía posible la lectura de las obras
clásicas, la presencia en Italia de importantes ruinas del Imperio al igual que
en Grecia, despertó el deseo de conocer la civilización autora de tan magnas
obras. Por otro lado, las órdenes religiosas alcanzaron un gran prestigio
llegando a tener como lema, en sus planteamientos sobre la necesidad de crear
centros de enseñanza, que era “de suma urgencia crear centros de saber para
enseñar a ejercitar el poder y la cultura”.
Las
Universidades y las escuelas del siglo XV fueron las que contribuyeron en gran
medida a la expansión del Humanismo por toda la Europa del Renacimiento. Las
escuelas de los monasterios dan paso a las escuelas catedralicias, es decir, la
enseñanza impartida por los monjes es sustituida por el clero secular lo que
dio origen a la institución cultural más importante: las Universidades.
Las
universidades europeas se multiplicaron debido a que algunos grupos dedicados a
la enseñanza creyeron conveniente independizarse de los centros universitarios
que iniciaron la actividad docente e investigadora, estimando que de esta forma
promovían sus propios ideales. El término “universitas” aludía a cualquier
comunidad organizada con cualquier fin, pero a partir del siglo XII los
profesores empiezan a agruparse en defensa de la disciplina escolar preocupados
por el grado y nivel de la enseñanza. Por otro lado los alumnos también
comienzan a crear comunidades para protegerse del profesorado de forma que el
sistema va evolucionando originando la creación de las Universidades.
Este
sistema de enseñanza y estructura de las primeras clases universitarias
consistían en que un maestro leía los textos y comentaba las lecturas. Por otro
lado, los estudiantes también aprendían al enseñar a otros estudiantes y los
maestros, a su vez, establecían cuestiones polémicas en las clases para enseñar
bajo un sistema que estimaron altamente didáctico como fue el coloquio y la
discusión. Sin embargo, en los comienzos del siglo XVIII, el sistema cambió
sustancialmente, los profesores abandonaron sus técnicas de enseñanza de forma
que se produjo una decadencia notable en los centros. Se estimó que era más
positivo “formar mentes de élites” que nada tenía que ver con la formación
académica simple, dada la aparición de sociedades grandes y complejas. Entre
1200 y 1400 fueron fundadas en Europa 52 universidades, y 29 de ellas fueron
erigidas por Papas.
Las
primeras universidades de Europa fueron fundadas en Italia, España, Francia e
Inglaterra, especializándose en el estudio del derecho, la medicina y la
teología. El trívium, cuyo contenido era la gramática, la retórica y la lógica,
y el cuatrivium, en el que formaban parte de los estudios aritmética,
geometría, música y astronomía.
La
primera Universidad la fundó en Bolonia en el año 1088 el jurista Irnerio,
glosador que pertenecía a la Orden del Carmen. Se la denominó como Alma mater
studiorum y los orígenes fueron escuelas municipales y agrupaciones de
estudiantes que, dada la importancia de los debates y enseñanzas, adquirieron
el grado de Universidad siendo considerada como la más importante del mundo
occidental. Irnerio creó además la Escuela de Bolonia, conocida como Escuela de
los Glosadores o de los Jurisconsultos Boloñeses, dedicada a estudiar el
Derecho Romano Justinianeo. Fue la primera en tener estudios reconocidos
universalmente y estatutos propios redactados en 1317. Estatutos y privilegios
que fueron otorgados por el poder civil y ampliados por el papado, resaltando
el hecho singular de que el Rector fuera elegido de entre los estudiantes del
centro, lo que acrecentaba el nivel de formación intelectual y académica. El
sistema universitario de la época se basaba principalmente en la creación de
los Colegios Mayores donde residían los estudiantes que acudían a recibir las
enseñanzas que se impartían en la Universidad. Uno de los más importantes fue
el Real Colegio Mayor de San Clemente de España, fundado por el Cardenal Gil de
Albornoz, cuyo Patronato sigue presidido en la actualidad por los descendientes
del Cardenal en la personalidad del Duque del Infantado.
La
siguiente Universidad en Europa fue la de París, fundada en 1257 por Robert de
Sorbonne y reformada posteriormente por el Cardenal Richelieu. La unión de las
escuelas de Notre Dame, de la Abadía de San Víctor y de la Abadía de Santa
Genoveva fueron los cimientos de la Universidad de París. Robert de Sorbonne
era un clérigo de la corte de San Luis IX Rey de Francia. Culto y sabio, según
consta en las crónicas de la época, fundó una especie de asociación de seglares
dedicados al estudio y la enseñanza gratuita. Quedó constituida como “La
Congregación de los muy pobres maestros de La Sorbona”, siendo ratificada por
carta del Rey en 1255, bula del Papa Alejandro IV en 1259 y Estatutos de la
Casa de la Sorbona redactados por el propio Robert de Sorbonne.
La
fundación de la Universidad de París se llevó a cabo con el beneplácito de la
Reina Regente de Francia, la infanta Blanca de Castilla, hija de Alfonso VIII
“el de las Navas” y Leonor de Plantagenet. Blanca de Castilla se casó con Luis
VIII, de la dinastía Capeto, que murió cuando su hijo Luis tenía tan solo doce
años, por lo que su madre hubo de asumir la regencia, aunque fuera coronado Rey
de Francia en la Catedral de Reims a la muerte de su padre. Se dio la
circunstancia un tanto anecdótica de que la firma del contrato de la compra de
los terrenos donde se había de construir la actual Universidad de París se llevó
a cabo en la ciudad de Segovia, donde se encontraba en aquel momento,
establecida la Corte del Reino de Castilla y donde la reina regente se hallaba
temporalmente. El principal motivo de la celeridad de este hecho fue la
consecuencia de las luchas entre las autoridades políticas y religiosas que se
disputaban el sistema de enseñanza, por lo que la Universidad buscó protección
del Rey y del Papa quienes conjuntamente contribuyeron a consolidar el
prestigio y la autonomía de la institución.
La
fama de la Universidad de París promovió la fundación de muchas universidades
en el norte de Europa, siendo Inglaterra uno de los países que continuó
inmediatamente con la instauración de las universidades, debido principalmente
al elevado coste económico que suponía para las familias de los estudiantes el
desplazamiento a París y la larga estancia a lo largo del curso académico en el
país vecino. A tal efecto se promueve la Universidad de Oxford, emplazada en la
ciudad homónima del Reino Unido. Se desconoce la exactitud de la fecha de su
fundación pero en 1096 ya existían centros de enseñanza impartida por seglares
y religiosos. Los primeros estudios superiores estuvieron dirigidos por
funcionarios de la corte de Enrique II, quien impulsó el desarrollo del derecho
común y reorganizó la administración real –no obstante y debido en gran parte a
los numerosos conflictos habidos durante su reinado– de la Universidad de
Oxford. Ya en sus comienzos Oxford fue considerado un centro de grandes
controversias originadas principalmente por estudiantes involucrados en
disputas religiosas y políticas.
Instauró
la centralización del poder que reforzaba la jurisdicción real en detrimento de
los tribunales eclesiásticos, lo que llevó a crear un ambiente hostil y
antagónico entre la Iglesia y el estado, entrando en conflicto con el Papa y su
propio canciller, el arzobispo de Canterbury Thomas Becket a quien, a pesar de
la buena relación hubo entre ambos, el rey le mandó asesinar en la propia
Catedral en 1170, acto del que se arrepintió públicamente contribuyendo a
promover la canonización de Tomás Becket un año después de su muerte.
No
cabe la menor duda de que todos estos incidentes fueron los detonantes de que
no se aprobaran los estatutos de la Universidad de Oxford hasta un siglo después
de su fundación. Aun así, la inestabilidad en el ambiente universitario de
Oxford era claramente perceptible en todos los aspectos y la disparidad de
criterios entre los diferentes grupos de profesores de la Universidad de Oxford,
crearon, desavenencias que condujeron a la creación de la Universidad de
Cambridge.
En
España la más antigua documentada es la de Palencia, fundada entre 1218 y 1219
y conocida como el Estudio General de Palencia. Posteriormente pasó a
Valladolid donde el Cardenal Mendoza funda el Colegio de Santa Cruz en 1481. En
1292 el rey Sancho IV otorga al Estudio de Valladolid las tercias de Valladolid
y fue precisamente Sancho IV quien además crea, mediante Carta Real, el Estudio
de Escuelas Generales de Alcalá, que daría lugar dos siglos después a la
Universidad Complutense fundada por el Cardenal Cisneros. La Universidad
Complutense de Alcalá de Henares, debe su nombre por estar ubicada en la
antigua Complutum.
La
Universidad de Salamanca fue la primera de Europa que ostentó el título de
Universidad por edicto de Alfonso X el Sabio en 1253 y bula del Papa Alejandro
IV en 1255. Fue referente en toda Europa por ser la primera que creó una
biblioteca pública y la bula otorgada por el Papa concedió la licencia bajo la
que se reconocía la validez de los grados otorgados por la Universidad de
Salamanca en todo el mundo.
En
otro orden de cosas, en el siglo XVI Alcalá de Henares había alcanzado un gran
prestigio debido al auge extendido en toda Europa sobre el estudio de las
Humanidades lo que la convirtió en una importante ciudad universitaria. La
magna obra del Cardenal Cisneros fue la creación de su Universidad mediante
bula concedida en abril de 1499 por el Papa Alejandro VI para “[…] que se funde
en Alcalá (lugar de aire saludable y abastecido de mantenimiento) un Colegio y
Cátedras donde enseñen las Artes Liberales, la Teología y Sagrados Cánones
[...]”. La bula fue confirmada posteriormente por los papas Julio II, León X, y
Clemente VIII, dando origen al nacimiento del primer Colegio Mayor para
estudiantes, el Colegio de San Ildefonso, “[…] en el que principalmente se
estudie la religión y las humanidades”.
Además
de ser un referente cultural y educativo para toda Europa, fue atrayendo no
solo a estudiantes y profesores sino también a diversos personajes y órdenes
religiosas que fundaron en Alcalá de Henares una serie de colegios
universitarios que supusieron la construcción de edificios emblemáticos por
toda la ciudad con el consiguiente crecimiento de la villa, así como la llegada
de estudiantes de otras zonas lejanas, principalmente de los territorios de
ultramar y de novicios de casi todas las órdenes existentes en el momento. Cada
colegio tenía su propia idiosincrasia, origen y normativa para regirse, pero
todos estaban unidos por su sumisión a la Universidad, representada en el
Colegio Mayor.
En
España, la Universidad de Alcalá junto a la de Salamanca, Valladolid y
Valencia, constituyeron lo que se denominó Studium Generale iniciado en la
ciudad de Bolonia. La introducción del humanismo en Europa fue el detonante de
que muchas fundaciones universitarias fueran instituidas como consecuencia del
cisma religioso con el fin de contrarrestar sus efectos devastadores y el
objeto primordial se trataba de que las diferentes confesiones lucharan por
asegurarse el control de lo que ellas consideraban como “centros del saber”. La
Universidad de Alcalá, al ser referente de un riguroso método de enseñanzas,
fue considerada como la mejor y la que ofrecía la más importante aportación a
la cultura europea. En 1492, las consecuencias sociopolíticas del
descubrimiento del Nuevo Mundo ampliaron los estudios universitarios para
incluir los Derechos Humanos y el Derecho Internacional, que pasaron a
convertirse en temas de especial relevancia en la docencia universitaria.
MARÍA BERNAL
SANZ Abogado. Asesor Jurídico del Patrimonio Histórico y Cultural CECEL/CSIC
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Fondos diversos del
Archivo Municipal de Alcalá de Henares
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