HISTORIA
DEL RASTRO DE MADRID
Ropavejeros, mataderos y tenerías del siglo XV y
XVI
El Barrio del Rastro*,
que no se conocía con este nombre hasta el final del siglo XV y principios del
XVI, ya tenía la gran actividad comercial de los “ropavejeros”,
vendedores de ropa vieja y usada, afincados desde el siglo XIV en la Calle de
los Estudios y en torno a una manzana triangular de casas al pie de esta calle.
Esta manzana ocupaba la parte alta de la actual Plaza de Cascorro y fue
conocida más tarde por el nombre del “tapón del Rastro” que será derruido a
principios del siglo XX.
El Manuscrito Mss.5.918
El manuscrito (Mss.5.918) conservado en la
Biblioteca Nacional “Libros de los
nombres y calles de Madrid, sobre que se paga yncómodas y tercias partes. Con
Abezedario.” Es un documento elaborado durante varios años en una visita
muy extensa en la villa que empezó en Diciembre de 1625 para tasar a las casas
que realmente no podían admitir hue´sped de la corte y a cuyos dueños se exigía
a cambio la tercera parte de su alquiler anual. También se registraban las
llamadas “casas a la malicia” que escondían espacio tras su fachada. Este
documento muestra repetidamente el nombre del Rastro y los tres mataderos que allí estuvieron.
Este documento
nombra el Matadero viejo desaparecido que deja los
suelos que ocupaba en el inmueble 31 de la manzana 72. El manuscrito anota
otros dos mataderos: el Matadero abajo y Tenerías (probablemente
el que ocupaba un cerrillo a la derecha de las Tenerías bajando desde la Plaza
del Matadero Viejo y que será mejor construido en 1650) y el Matadero situado
al pie de la calle de Toledo y de la calle Arganzuela.
También vemos que
el Manuscrito distingue la Plazuela del Rastro y la Plaza
del Matadero Viejo. La Plazuela del Rastro corresponde a la
parte más baja y más ancha de la actual Plaza de Cascorro.Las manzanas 88 y 89
(futura Calle de las Amazonas) y también las manzanas de la parte alta de la
Calle del Piñón (hoy Calle de Carlos Arniches) se llaman En
frente del Rastro. Enmarcaban con la Plazuela el “matadero
abajo” situado en el cerrillo.
La Visita se
realizó hasta el año 1632 y el Libro original se acabó de escribir para su
entrega el 14 de septiembre de 1652 en la Junta de Aposento. La copia
conservada en la Biblioteca Nacional se dio por terminada el 1 de Enero de
1658.
Miguel Molina
Campuzano en su obra Planos de Madrid de los siglos XVII y XVIII hace un
estudio extenso y muy interesante de este manuscrito.
Plano De Wit
El plano más
antiguo de Madrid que refleja la zona del Rastro es el de De Wit. Su fecha conocida, hoy puesta en duda,
es de “hacia 1635” y fue muy imitado por otros cartógrafos en
estas fechas.
Miguel Molina
Campuzano, sin afirmar nada, reconoce que posiblemente haya sido elaborado en
fechas anteriores a 1635, diciendo en su magnífica obra Planos de Madrid de los
Siglos XVII y XVIII: “Cabe desde luego suponer sería dibujado algunos años
antes de estamparse”.
Isabel Gea
Ortigas, escritora de muchas obras sobre Madrid, aporta recientemente esta
información importante: El Sr. Luis Miguel Aparisi Laporta, Tesorero del
Instituto de Estudios Madrileños, le regaló una lámina del Plano llamado de De
Wit con nuevos datos al dorso:
“Plano
hacia 1622, el más antiguo que se conoce de Madrid, de 41,9 x
72,5 centímetro, en escala “Pitipie de Quinientas Varas Castellanas”, “Pitipies
de Mil pies de Atercia de Vara”, grabado sobre dos planchas en Amberes por F.
De Witt. Coloreado por Antonio Marcelli. Detallados estudios del Profesor Sanz
García atribuyen su autoría a Juan Gómez de Mora, o persona muy cercana al
estudio del arquitecto”.
Don José del
Corral está a punto de publicar en los Anales del Instituto de Estudios
Madrileños una fecha más exacta para el Plano grabado por De Wit: habría
sido dibujado en 1623, en el estudio del arquitecto Juan Gómez
de Mora, como lo asegura el Profesor Sanz García. Por ser anterior al
Manuscrito Mss. 5.918, sería entonces no solamente el plano más antiguo
conocido sino también el primer documento topográfico de la
Villa de Madrid y del Barrio del Rastro que nos interesa.
En el Cerrillo del
Rastro aparece la palabra “El Rastra” (errata) con una
construcción rectangular en dos partes y una caseta similares a las que representa
el plano de Texeira. El trazado de la Ribera de Curtidores aparece sin nombre.
El Plano indica un
matadero al pie de San Lorenzo de Gallera que es la parte baja de la calle de
Toledo. Este matadero debió ser el que se llamaría más tarde el Matadero de la
Puerta de Toledo, ampliado en 1669 y con nuevas construcciones en la segunda
mitad del siglo XIX según Mesonero Romanos.
Plano De Wit
hacía 1635 (posiblemente 1623)
Plano de Texeira
El famoso Plano de
Texeira de 1656, muestra claramente la situación del segundo matadero
del Rastro en la parte norte de Cerrillo. Anota Rastro y Carnicería Mayor (30 y 30).
Este matadero posiblemente sustituyó al Matadero Viejo en el siglo XVI y
principios del XVII para ser reconstruido en 1650 (comparar con el plano de De
Wit). El plano de Texeira señala “Lass Tenarías” (en
lugar de Las Tenerías) en la Ribera de Curtidores. En la zona sin urbanizar del
Cerrillo al sur del matadero, vemos la Fuente del Rastro
y una cruz que pudo ser un humilladero. También señala el Matadero (31 y 31) de
la Puerta de Toledo. Por error, el Plano de Texeira indica la Calle de la
Pasión en lugar de la Calle de las Maldonadas porque en su esquina con la Calle
de Toledo estaba el Convento de la Pasión, derribado en 1809 por orden de José
Bonaparte. Este error se recogerá en muchas copias hechas por otros cartógrafos
extranjeros y a veces poco escrupulosos en el siglo XVIII.
Plano de Chalmandrier
El
Plano de Chalmandrier de 1761, grabado
por el francés N. Chalmandrier señala La Plazuela del Rastro, el
Zer(r)illo del Rastro, la Fuente del Cerrillo del Rastro, la Carnicería Mayor y
el Matadero del Rastro, la Ribera de Curtidores (sic), así como el Matadero de la Puerta de
Toledo. Es el primer plano que señala la
Ribera de Curtidores con su nombre.
Plano de Antonio Espinosa
En el Plano de Antonio
Espinosa de los Monteros de 1769 se
anota la Plazuela del Rastro, el Cerrillo del Rastro con
la Calle de las Amazonas. Desaparece la cruz que estaba en el
plano de Texeira y sigue la Fuente del Cerrillo del Rastro.
La Rivera de Curtidores aparece con su nombre actual, y,
en El Cerrillo del Rastro, el Matadero figura en el plano en frente de la Calle
de las Amazonas, manzana 89 IV sin relacionar en la Tabla.
A finales del siglo XV empezaron a
instalarse en esta zona los mataderos y las tenerías con
los curtidores de pieles.
Conviene saber que el Rastro pertenecía a los
Barrios bajos, no tanto por su sociedad de bajo nivel económico sino porque,
desde la Villa, su pendiente hacia el río Manzanares era y sigue siendo muy
pronunciada.
El primer matadero municipal de
Madrid fue abierto aproximadamente en 1497 en
el barrio. El espacio ocupado es difícil de determinar.
Origen
de la palabra Rastro
La
palabra Rastro, con toda
probabilidad. Se refiere al hecho de que las reses dejaban un “rastro de
sangre” después de ser degolladas y vendidas al por mayor. Lo confirman muchos
autores como Cervantes y Covarrubias. Tanto Mesonero Romanos en El Antiguo Madrid como Hilario Peñasco y
Carlos Cambronero en su libro Las calles
de Madrid, sin negar el sentido tradicional de la palabra, señalan que este
término también significaba “las
afueras” donde alcanzaba la jurisdicción de los alcaldes de la corte.
Sin embargo, sigue vigente en la
tradición popular que el Rastro debe su nombre al viejo matadero y a la marca
de sangre de las reses. De hecho, Cervantes se alojó un tiempo en Valladolid en
la Calle del Rastro de los Carneros, situada al lado de un matadero y así
llamada por la misma razón. Actualmente, es imposible saber cuál de los mataderos dio origen a la palabra
Rastro, porque, como vemos, era costumbre emplearla para los lugares de matanza
de ganado. No importa demasiado. La
Plazuela del Rastro, y el matadero
del Cerrillo simplemente guardaron el nombre. Y el barrio y su mercado lo
recibieron en herencia.
En 1669, otro matadero antiguo cercano a la
Puerta de Toledo se
reconstruyó y amplió para degüello de carneros, vacas, cabras, incluso toros
lidiados y matados en las corridas. El matadero del Cerrillo del Rastro empezó
a dedicarse a la matanza exclusiva de cerdos. Curiosamente, los dos
mataderos repetidamente remodelados o ampliados subsistieron hasta el año 1928,
fecha en la cual fueron trasladados al Barrio de Legazpi donde se inauguró otro
nuevo.
Por lo cual en la mitad del siglo XVII,
de punta a punta del barrio, se juntaban los negocios de la carnicería
y curtidos de pieles con fábrica de zapatos, correajes, bastos y monturas,
además de otros comercios de ropa, fábricas de productos derivados del sebo (velas,
cirios y candelas).
Al final del siglo XVIII, empezaron a instalarse también vendedores
de productos comestibles, tahonas, enseres y trastos de todo tipo,
herramientas, quincalla e incluso objetos robados. Los nuevos puestos invadían
la Plazuela del Rastro y la Ribera de Curtidores; luego vino una orden del Concejo que
alejó las tenerías de la zona para evitar la contaminación del agua del río.
Es justamente cuando ellos empiezan a desaparecer que el nombre de Ribera de
Curtidores aparece en el Plano de Chalmandrier (Ribera de Courtidores)
en 1761 y en el Plano de Espinosa realizado en 1769.
En el siglo XIX, llegaron los chamarileros, las almonedas,
los anticuarios, las tiendas de compra-venta de muebles y objetos de valor,
prendas y alhajas, los comercios de libros antiguos. También se organizaron los
Bazares y las Galerías. Poco a poco, el Rastro se separó del matadero y
adquirió un aspecto diferente al de sus orígenes. Durante la semana, el
matadero siguió activo, rodeado de todo tipo de venta. El domingo por la mañana, los
puestos desmontables se instalaron cada vez más numerosos, lo
que atrajo a muchos madrileños y viajeros. Este mercado espontáneo y
desordenado de cosas de valor en medio de enseres de todo tipo provocaba entre
sus visitantes una búsqueda del tesoro. En 1861, Mesonero Romanos lo describe
en su obra El antiguo Madrid en 1861. En
1876, Fernández de los Ríos en la Guía de Madrid habla del Rastro de
los domingos por la mañana donde se venden cosas antiguas “de mérito” en medio
de desperdicios.
En varias ocasiones (1854,
1885 y 1933), se trató de trasladar el Rastro de los puestos
desmontables a otra parte. Pero nunca fue posible. El mercado siguió en su
sitio.
En el siglo XX hasta los años 70, el Rastro
de los domingos y festivos se parece
mucho a la descripción del mercado diario hecha por Mesonero Romanos. También
se parece a lo que cuenta Fernández de los Ríos del mercado de domingo y a las
fotografías y grabados de la época con puestos desmontables en la Plaza de
Cascorro y Ribera de Curtidores. La venta se extendió rápidamente alrededor de
los mataderos del Rastro y de la Puerta de Toledo, tanto en la Plaza del
Campillo del Mundo Nuevo como en el suelo de las aceras de las calles de todo
el barrio. Durante
los días laborables siguieron colocándose muchos puestos permanentes.
En 1902, el soldado Eloy Gonzalo, hijo de la Inclusa
de Madrid, fue declarado héroe por su lucha en las casas de Cascorro en Cuba y
el Rey Alfonso XIII erigió una estatua en su honor en la Plazuela del Rastro a
la altura de la salida de la Calle de la Ruda. A pesar de que la plaza tomó
unos años después el nombre de Nicolás Salmerón, esto no lo quiso saber nadie.
La Plaza se llamó Cascorro y ... ¡su héroe también! Se aceptó oficialmente este
nombre en 1941 con la placa correspondiente. La plaza de Cascorro con su
estatua así como la Ribera de Curtidores son ahora el lugar más emblemático del
Rastro.
En 1905, se derribó el “tapón del Rastro”. La manzana triangular de estas viejas
casas, con la estatua tan cercana, molestaba el paso de la gente. Con esta
operación desaparecieron la calle San Dámaso y la calle del Cuervo que la
rodeaban y la Plaza quedó ampliada hasta la Calle de San Millán y la Calle del
Duque de Alba.
En 1928, los dos mataderos de la zona fueron
trasladados al barrio de Legazpi y en el
solar del Cerrillo se construyó la Tenencia de Alcaldía de la Arganzuela
separando así la Plaza de Cascorro de la Plaza del General Vara del Rey. Este
edificio bastante grande será inaugurado por el Ayuntamiento como Escuela Mayor
de Danza a principios del siglo XXI.
A partir de los años 70, muchos artesanos se acomodaron en la plaza
de Cascorro y atrajeron a bastante público.
En 1984, el Ayuntamiento de Madrid empezó un
plan de reducción drástica del Rastro que continuará los años siguientes. Se prohibieron puestos en
muchas calles el domingo y los que tenían todavía un carácter permanente
durante la semana se quedaron confinados en un tramo de la Ribera de Curtidores
entre la calle de la Ruda y la Calle Mira el Sol de martes a sábado (Boletín
del Ayuntamiento de Madrid del 27 de diciembre de 1984).
En 1988 y 1989, el Ayuntamiento de Madrid
remodeló el Rastro reduciendo
otra vez en gran manera los puestos e imponiendo contribución anual a los
vendedores que obtuvieron un permiso, siempre provisional y a renovar. Quedaron
un poco más de 1.700 puestos.
En los años 90, se eliminaron definitivamente
los puestos permanentes que se montaban de martes a sábado. Esta acción se hizo a petición de muchos
comerciantes de tiendas.
En el año 2000, una Ordenanza actualmente en vigor sometió a todos
los vendedores llamados “ambulantes” de puestos desmontables en el Rastro de
domingos y festivos.
El Rastro desde el siglo XVII hasta nuestros días fue un barrio de gran actividad y comercio que los madrileños así como los forasteros de muchas partes frecuentaban asiduamente a pesar de los inconvenientes derivados del ruido, del desorden, de los olores, de los pícaros y ladrones, incluso de la falta de higiene. Y durante siglos, el Rastro guardará esta contradicción que le pertenece.
El Rastro desde el siglo XVII hasta nuestros días fue un barrio de gran actividad y comercio que los madrileños así como los forasteros de muchas partes frecuentaban asiduamente a pesar de los inconvenientes derivados del ruido, del desorden, de los olores, de los pícaros y ladrones, incluso de la falta de higiene. Y durante siglos, el Rastro guardará esta contradicción que le pertenece.
Eloy Gonzalo “Cascorro”
Mucho ha
llovido desde que El Rastro era reino de los pícaros y
truhanes, y mucho han cambiado y se han diversificado la infinidad de
objetos que pueden hallarse. Hoy ofrece cualquier cosa inimaginable:
desde ropa de primera y segunda mano, bisutería y antigüedades hasta
los artículos más insospechados.
El Rastro es
el lugar ideal para pasear teniendo cuidado de llevar la cartera
siempre bien protegida. Por muy difícil que parezca, por muy extraño
que sea, lo más probable es que el viajero acabe encontrando, en uno de
los cientos de tenderetes de El Rastro, esa pieza que con
tanto ahínco e interés ha buscado durante largo tiempo.
Cada
calle acoge los tenderetes dedicados a un tipo de productos: hay un
vial para la artesanía, otra para el coleccionismo,… Existen
también calles temáticas como la de San Cayetano (o
de los Pintores), abarrotada de óleos, acuarelas y reproducciones varias. El
Rastro está considerado Patrimonio Cultural del Pueblo de Madrid. Según
datos del Ayuntamiento, más de cien mil personas lo visitan los días que se
instala.
El Rastro de Madrid
El Rastro
de Madrid (o simplemente El Rastro) es un mercado al aire libre, originalmente de objetos de segunda mano,
que se monta todas las mañanas de domingos y festivos en un barrio castizo del centro histórico de la capital de España.1 Nació hacia 1740 en
torno al «Matadero de la Villa»,2 ocupando las
aceras de la cuesta de Ribera de
Curtidores del barrio de Lavapiés, como un mercadillo semi-clandestino de venta de objetos usados (baratillos).3
El Rastro, con más
de un cuarto de milenio de existencia, ha ido reglamentando su existencia y
actividad comercial.4 Su fama
internacional (que le hace estar presente en las guías de viaje sobre
Madrid como un atractivo singular), le emparenta con otros mercadillos
existentes en diversas ciudades de Europa: Los Encantes en Barcelona, el Waterlooplein de
Ámsterdam, Portobello en Londres y el mercado del Porta Portese en Roma. El madrileño superaba los 3500
puestos en el año 2000.5
Su creación es
contemporánea de la de los Cinco Gremios
Mayores en Madrid, y
fue creciendo a lo largo de los siglos, hasta los 3500 puestos —máximo
permitido por las últimas leyes municipales— que tenía en el umbral del
siglo xxi.6
El Rastro
madrileño está documentado desde 1740 como un lugar de encuentro para la venta,
cambio y trapicheo de ropas de segunda mano,4 alternativo al
negocio de la venta ambulante.7 Se formaba
alrededor del antiguo matadero, origen de su insospechado nombre.8 «Rastro» era en el
siglo xvi sinónimo de
carnicería o desolladero.2 9
Antecedentes
Cuando Felipe II estableció su Corte en
Madrid, en el año 1561, la villa no alcanzaba los cien
mil habitantes. Desde finales de aquel siglo xvi, las principales calles y plazas de Madrid se vieron
invadidas por baratillos (mercados públicos) donde los ropavejeros vendían
ropa usada, siendo la Plaza Mayor y la Puerta del Sol los lugares favoritos.
La proliferación era tal, que en 29 de marzo de 1599 se prohibió la realización
de juntas y baratillos, así como la de vender cosa suya ni
ajena, nueva ni vieja, grande ni pequeña, de día y de noche, en ninguna plaza
ni calle de toda esta Corte. La prohibición desplazó estos mercados fuera
del área metropolitana.10
La persecución
de las autoridades a los baratillos, buhoneros y mujeres
encargadas de venta ambulante ("barateras"), se extendió hasta bien
entrado el siglo xviii. En
1624 y 1626 está documentada la prisión a los barateros de
la Puerta del Sol, ordenada desde la Sala de
Alcaldes de la Villa. Sin embargo, en la Plaza de Herradores se permitía la
existencia de almonedas especializadas
en la venta de cosas viejas.
Orígenes del
lugar y el nombre
Las mencionadas
prohibiciones y otros bandos municipales (Ordenanzas de Policía de la Villa)
fueron debilitándose con el paso del tiempo. La población de la
capital de España en 1787 era
de 164 000 madrileños según el censo de Floridablanca.
De todos los
barrios, el de Lavapiés, era el más poblado y con mayor industria.
Conocemos el lugar que ocupó el Rastro del siglo xvii por la descripción del Plano de Teixeira.11 Se sabe que era
zona de mataderos12 y en sus aledaños se realizaban
tareas relacionadas con el curtido de las pieles de los animales sacrificados;
actividades que han quedado reflejadas en el callejero madrileño: calles del
Carnero, Cabestreros, Ribera de Curtidores (denominada por
entonces calle de Tenerías)13 El nombre se
origina11 porque al
transportar arrastrando las reses, ya muertas y aún sin desollar, desde el matadero, cercano al río Manzanares, hasta las curtidurías, se dejaba un rastro de
sangre aumentado por el desnivel de Ribera de Curtidores.1 4 2
La proliferación
de estas pequeñas industrias de cuero, atrajeron otras de curtidores, tejedores,
zapateros, sastres, etc. La zona, además del matadero, albergaba dos fábricas, una de salitre y otra de tabaco. La aglomeración de personas atrajo la venta
ambulante a estos barrios meridionales. La Plaza denominada del Rastro aparece
ya rotulada así en la cartografía de Tomás López en 1757. En 1761 se menciona en los documentos como "Matadero
de Carneros del Rastro". Existen sainetes de 1760 que indican la existencia de mercadillos en las cercanías
de la "Plaza del Rastro". El Rastro por la Mañana, de
Don Ramón de la Cruz describe un conjunto de puestos
ambulantes, con cajones de madera en el que se venden
productos alimenticios, callos, salchichas y demás casquería, entre los habituales cajones de ropavejeros y
vendores de botones. En 1811 el Ayuntamiento, con el objeto de controlar el
número de puestos callejeros decide ofrecer licencias a los vendedores del
Rastro. Esta situación permitió que algunos vendedores comenzaran a alquilar
sus puestos a otros. En 1875 se inauguró el Mercado de la
Cebada en los aledaños del rastro, como
el mercado cerrado de mayor volumen en Madrid.
Las referencias
históricas continúan a lo largo del siglo xix.
Así, en la magna obra de Pascual Madoz,15 o en los escritos
costumbristas de Mesonero Romanos.1617 Otro autor del
siglo xic que describió
el Rastro —como mercado de objetos viejos— fue Fernández de los
Ríos en su Guía de Madrid de
1876.
El último capítulo
de su pasado truculento, la tradicional matanza del cerdo (en los meses de invierno), continuó
realizándose junto al Rastro18 hasta comienzos
del siglo xx, cuando se
inauguró el nuevo matadero del paseo de la
Chopera junto al río Manzanares en el año 1928. A pesar de la eclosión
a lo largo del siglo xx de
las tiendas comerciales y de los Grandes Almacenes, el Rastro continuó
creciendo aportando nuevas mercancías y atracciones: músicos callejeros, organilleros y pianos ambulantes, titiritero o prestidigitadores.
Las Américas del
Rastro y los bazares
A finales del
siglo xix algunos
'gremios' empezaron a agruparse en bazares. Uno de los primeros en establecerse fue el
"Bazar del Médico" o de las "Primitivas Américas",19 en el que se
instalaron barracones especializados para la venta de chatarra: puertas,
ventanas, fumistería, etc. Este Bazar tenía dos puntos de acceso,
uno por la Ronda de Toledo y otro por Ribera de Curtidores, con su horario de
apertura y cierre, y un guarda en horarios no-comerciales.19 La renovación de la vieja
maquinaria a vapor, la posterior construcción de la Gran Vía y la remodelación de los cementerios
madrileños, abastecieron de viejas mercancías y chatarra a este Bazar en lo que
fue su edad de oro.
Al otro lado de
Ribera de Curtidores, en un corralón, estuvo el "Bazar de la
Casiana", al parecer más antiguo que el del Médico.20 Ubicado entre las
calles de Mira el Sol y de Peña de Francia, el de la Casiana
era un solar cuadrado, en forma de plazuela, que restaba espacio al que fue
el Casino de la Reina (que a finales del siglo xix era ya un solar). El 7 de
agosto de 1943, a causa de un cohete de las fiestas de San Cayetano, se produjo
un incendio que acabó con él. En la década de 1960 se construyó en su lugar un
bloque de viviendas.
El tercer gran
bazar, llamado indistintamente de Las Grandiosas, "de Las
Nuevas Américas" o "Bazar del Federal", se encontraba al otro lado
de la Ronda de Toledo, a la misma altura que el de las Primitivas Américas, y
se prolongaba hacia el Paseo de las Acacias hasta los solares de la fábrica de gas de Madrid. Está documentado que se construyó hacia el
año 1889,21 comenzando a
desaparecer en los años 1970. Se vendían los mismos
utensilios y chatarrería que en "La Casiana" y "Las
Primitivas Américas", aunque poco a poco se fue
especializando en diversos elementos de desguace de automóviles y motores.22
El Rastro del
siglo XX
En
las tres primeras décadas del siglo xx,
el Rastro se extendió por diversas calles adyacentes y atrajo la mirada de
intelectuales, artistas y escritores. La Ley del Descanso Dominical de 1905 le reconoce, por primera
vez, como un mercado madrileño en el que podía venderse "de forma
ambulante" el último día de cada semana.23 Ese mismo año se derribó el denominado "tapón del Rastro"
facilitando su expansión.
El escritor valenciano Blasco
Ibáñez, en esa época
diputado en Madrid, describe El Rastro de aquellos días en "La
Horda"; en sus páginas aparecen las corralas de la Ribera de
Curtidores, el Bazar de las Américas, el Bazar de la
Casiana, el Federal...24 Tanto Blasco Ibáñez como luego Ramón
Gómez de la Serna,
insisten en la abundancia de zapateros.
El
Rastro en 1935
En 1902, el
soldado Eloy Gonzalo fue declarado héroe del asedio de Cascorro en Cuba. La monarquía
de Alfonso XIII levanta una estatua en su honor en
la Plaza del Rastro, que a partir de entonces adopta el nombre
popular de Plaza de Cascorro y que se haría oficial en 1941. En
1928, los dos mataderos de la zona fueron trasladados al nuevo Matadero
Municipal de Madrid, en el barrio de Legazpi. Lo que se ganó en
salubridad se perdió en casticismo.
El escritor
vanguardista Ramón Gómez de la
Serna le dedica una obra monográfica al
mercadillo, El Rastro, escrita entre 1912 y 1914.22 En ella describe
escenas innovadoras como las rifas de pavos.
El mercado de ropa
vieja, zapatos, muebles, quincalla, o menudencias como botones, se amplía, a
comienzos de siglo xx, con
productos del desguace de automóviles, herramientas diversas, e incluso
pornografía, en algunas librerías de viejo.25 La construcción de la Gran Vía propició la aparición de Grandes
Almacenes como Madrid-París o la casa Matesanz, que afectaron al comercio madrileño y al
Rastro mismo. La llegada de la segunda república hizo que se revindicaran derechos sobre
la venta ambulante en Madrid, creándose la Sociedad de
Vendedores de la Vía Pública y la Sociedad de Vendedores en General (establecida en el domicilio del
Círculo Socialista del Sur). Esta situación creó un ambiente favorable para la
erradicación del Rastro, apoyada por vendedores estables y vecinos.
Durante la Guerra Civil, la cercanía del Rastro al frente de Madrid (a menos de un kilómetro) no supuso sin
embargo un cese real de actividades. Tampoco el periodo posterior de la
dictadura franquista. En la década de 1970 se incrementan y estimulan sus
actividades. Hasta que, en 1998, el Ayuntamiento madrileño empieza a reducir y
controlar su expansión por las calles adyacentes.26 Pocos años antes se habían suprimido los
puestos fijos que se encontraban funcionando a lo largo de la semana.
La apertura de
las Galerías Piquer en los años cincuenta favoreció la
aparición de otras galerías de antigüedades. Se institucionalizó el mercado
callejero del Rastro, y lo hizo más popular. Este éxito llevó a que en 1952 se
inauguraran las Nuevas Galerías en el número 13 de la Ribera de Curtidores; y
en el año 1964 las Galerías Ribera, en el número 15, iniciaron su actividad.
Estas galerías se hicieron muy populares en las guías turísticas de 1970.
Actualidad
El Rastro en el
siglo xxi posee una regulación
municipal establecida en el año 2000.27 Esta regulación permite al
Ayuntamiento de Madrid controlar el número de puestos, el tamaño de los
tinglados, lo que puede venderse, y las calles donde puede celebrarse. Está
prohibida la venta de animales vivos y alimentos en puestos callejeros.
Las tabernas y las tascas
rodean el Rastro, proporcionando sus servicios a los visitantes.
Características del Mercado
Según
la normativa municipal madrileña que regula la actividad de puestos de carácter
desmontable situados en la vía pública,27
el Rastro tiene lugar todos los domingos y días
festivos del año
entre las 9:00 y las 15:00 en el barrio de Embajadores, en el distrito Centro.
Un máximo de 3500 puestos de venta se extienden en torno a la plaza de Cascorro y
su monumento dedicado a Eloy Gonzalo en
el extremo norte, el eje de la calle de Ribera de
Curtidores y
calles aledañas, la calle Embajadores al este, y la Ronda de Toledo y
la plaza del Campillo del
Mundo Nuevo al
sur.
Transporte
También se puede acceder desde las líneas de autobuses de la Empresa
Municipal de Transportes de Madrid, EMT, en sus recorridos cercanos a algunas de las calles del Rastro:
Actividad
comercial
Imagen típica de la antigua "ribera del gremio de curtidores
Tradicionalmente, la actividad comercial se centra
en artículos que no se comercializan en los mercados y establecimientos
clásicos, como mercancías viejas y extrañas, rarezas y objetos diversos.28 De la misma forma desde finales del siglo xx no se permite la venta de productos de alimentación destinados al
consumo humano, así la de aquellos otros que por sus especiales
características, y a juicio de las autoridades competentes, conlleven riesgo
sanitario. No se permite igualmente la venta de animales, excepto en aquellos
establecimientos declarados núcleos zoológicos, conforme a la legislación de
protección de animales de la Comunidad de Madrid. Los puestos deben ser de
carácter desmontable (estructura tubular desmontable); el propietario o
responsable debe ser una persona (física o jurídica), y no puede poseer más de
un puesto. Cada puesto debe ser ubicado en las zonas pintadas y numeradas en la
calzada. Por ser algo intrínseco en la población de la capital, los domingos
son el día de mayor afluencia de gente en donde se puede encontrar todo tipo de
cosa e incluso conseguirla al precio que los castizos denominan
"chollo".
En la época de la Edad de oro del software
español, algunos
videojuegos comenzaban distribuyéndose en el Rastro de Madrid, como es el caso
de MapGame, primera creación en 1986 de los posteriores
fundadores de Topo Soft. El Rastro, por otra parte, también constituyó un importante punto de
piratería informática en la época.
Calles del
Rastro
Existen calles y
plazas que por tradición, o por la congregación de puestos especializados, se
centran en ofrecer un tipo de producto en particular:25
·
La calle
Fray Ceferino González es conocida por la calle de los Pájaros debido
a la venta antiguamente ambulante de animales de compañía y de aves o de
artículos para su cuidado. Esta calle congregaba la venta de animales, pero
desde la disposición municipal del año 2000 sólo se pueden vender animales en
las tiendas de la calle.
·
La calle
de San Cayetano, conocida también por la calle de los Pintores por
sus locales no ambulantes destinados a la venta de óleos e ilustraciones o
artículos para la práctica del dibujo y la pintura
·
La calle
de Rodas y las plazas del General Vara del Rey (antigua del escritor Antonio Zozaya) y de Campillo del Mundo Nuevo: todas
ellas especializadas en la compra venta de revistas, cromos, estampas y juegos
de cartas coleccionables, donde es frecuente ver a niños intercambiándolos.
·
La plaza del
General Vara del Rey, además, ofrece gran cantidad de puestos de ropa de
segunda mano.
·
La calle
del Carnero y la de Carlos Arniches, donde los bouquinistas ofrecen
libros de viejo, de ocasión o de colección. Puestos temporales de libros
(nuevos, de ocasión o para coleccionistas) se instalan también en el amplio
Campillo del Mundo Nuevo.
·
La Ronda de Toledo, a lo largo de ella y desde mediados
del siglo xx se suele
vender música y diverso material.
Ritmo del
mercado
Quincallería fina y
«antigüedades».
Ambiente
Para el escritor alemán Hans Magnus Enzensberger, el Rastro es la última frontera de Europa con
África,29 constatando la gran diversidad de personas de
diferentes países y etnias que afluyen en busca de curiosidades y
gangas. El regateo era posible antiguamente, poco a poco la costumbre va
disminuyendo. Antes existían los regatones (denominados
también regateros), eran vendedores que compraban 'al por mayor' y
vendían 'al por menor'. Antiguamente todo se podía regatear, excepto los
alimentos que estaban tasados por las autoridades. En muchos casos los
visitantes simplemente pasean por las calles observando el ambiente.30
En muchas de las tascas y tabernas de las calles
vecinas es posible degustar algunas de las especialidades de la gastronomía de Madrid que en forma de tapa se sirven, por ejemplo, acompañados en la mayoría de las ocasiones
de un chato de
vino o una caña de
cerveza.31 Es frecuente que se vean tiendas en las que sirvan
diversos bocadillos económicos, algunos ejemplos son los de calamares, de chorizo, de tortilla española, queso, etc. Y tostas diversas. Las tapas más habituales pueden
consistir en los tradicionales encurtidos de variadas disposiciones como pueden ser
las berenjenas de Almagro, los pepinillos, las banderillas. Algunos de los platos servidos en pequeñas
raciones tienen gran popularidad como es el caso de los caracoles a la madrileña, las manitas de
cerdo, callos.32
El Rastro en la cultura
La cultura popular y las artes se han
centrado en diversos aspectos de este mercado madrileño. En la mayoría de los
casos buscando una imagen costumbrista, o un aire popular. De esta forma son
diversas las obras que de una forma u otra incluyen referencias a él.
Cinematografía
·
Domingo de Carnaval (1945) del cineasta Edgar Neville tiene una trama policíaca
ambientada en el Rastro de Madrid.
·
En Día
tras día (1951), dirigida por José María Forqué, aparecen un par de escenas
ambientadas en el Rastro.
·
Buenos días, condesita (1967), comedia musical protagonizada por Rocío Dúrcal y Gracita Morales; ambas tienen un puesto en el Rastro.
· Bajarse al moro (1989) de Fernando Colomo, se desarrolla en parte en Lavapiés y tiene una escena cómica
ambientada en el Rastro.
· La fría luz del
día (2012)
de Mabrouk
El Mechri, aparece una escena de acción ambientada en el Rastro.
Pintura y
escultura
·
Han sido muchos
los pintores de este mercadillo popular, desde José Gutiérrez
Solana,33 hasta el también
madrileño Francisco San José, pintor de la segunda Escuela de Vallecas.
Literatura
·
Además de los
escritores costumbristas de los siglos xviii y xix, Ramón de la Cruz, Mesonero Romanos y Fernández de los Ríos, pueden añadirse en este pequeño índice:
·
Ramón Gómez de la
Serna, que en su
monografía titulada El Rastro consigue que los objetos
infortunados y abandonados sean salvados por su evocación lírica.22
·
En La
horda, escrita en 1925 por Blasco Ibáñez, se describe el Rastro a través de los
protagonistas: Isidro Maltrana y Feliciana, la Feli, vecinos del
barrio.
·
Serían incontables
las citas al barrio y sus vecinos en la obra de Galdós, tanto en la serie de los Episodios
Nacionales como en sus
novelas.
·
Arturo Barea, que residió durante su infancia y
juventud en Lavapiés, retrató el barrio y su mercadillo en su trilogía de
1951 La forja de un rebelde.25
Música
·
El cantante Patxi Andión hizo
famosa una canción en la década de 1970 sobre el Rastro de Madrid, con el
estribillo Una dos y tres / una dos y tres / lo que usted no quiera /
para el Rastro es.
·
Los Hombres G lo mencionan en la canción
«Indiana» (Voy al Rastro a cambiar los cromos, de tu colección del álbum,
del álbum de Indiana Jones).
·
Joaquín Sabina menciona el Rastro en sus
canciones «Con la frente marchita» (Iba cada domingo a tu puesto del Rastro
a comprarte / carricoches de miga de pan, soldaditos de lata) y «Dieguitos
y Mafaldas».
·
También en sus
inicios, la cantante Alaska frecuentaba y congregaba gente en
el Rastro, en lo que se llamaba «el rollo» (y más tarde se rebautizaría como «la Movida»).
·
El cantaor
flamenco Diego Ramón Jiménez Salazar, conocido como Diego «El Cigala», cantaba en los bares del Rastro
cuando era un niño.
NOTAS
|
Aquí se puso
a la venta en mayo de 1931, tras proclamarse la República, una
preciosa berlina de la infanta Isabel por 500 pesetas de la época. La calle
de los Embajadores, por su parte, recibe su nombre de los numerosos
diplomáticos que se refugiaron en este lugar, a las afueras de Madrid, durante
la epidemia de peste en tiempos del monarca Juan II.
La historia
de El Rastro se pierde literalmente en la nebulosa del tiempo, aunque sí se
sabe a ciencia cierta que siempre se ha celebrado en el mismo lugar. En
cuanto al origen del nombre, existen dos posibilidades: la más noble indica que
se llama así por los artículos de deshecho que en El Rastro se
venden.
La otra
explicación deriva de los antiguos alguaciles de la ciudad que podían hallar en
los tenderetes ‘el rastro’ de los objetos que se robaban en la villa. Miguel
de Cervantes se alojó un tiempo en la Calle del Rastro de los Carneros, junto
al matadero y bautizada sí por la misma razón.
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