miércoles, 15 de enero de 2020


HISTORIA DEL RASTRO DE MADRID





Ropavejeros, mataderos y tenerías del siglo XV y XVI

El Barrio del Rastro*, que no se conocía con este nombre hasta el final del siglo XV y principios del XVI, ya tenía la gran actividad comercial de los “ropavejeros”, vendedores de ropa vieja y usada, afincados desde el siglo XIV en la Calle de los Estudios y en torno a una manzana triangular de casas al pie de esta calle. Esta manzana ocupaba la parte alta de la actual Plaza de Cascorro y fue conocida más tarde por el nombre del “tapón del Rastro” que será derruido a principios del siglo XX.


El Manuscrito Mss.5.918


El manuscrito (Mss.5.918) conservado en la Biblioteca Nacional “Libros de los nombres y calles de Madrid, sobre que se paga yncómodas y tercias partes. Con Abezedario.” Es un documento elaborado durante varios años en una visita muy extensa en la villa que empezó en Diciembre de 1625 para tasar a las casas que realmente no podían admitir hue´sped de la corte y a cuyos dueños se exigía a cambio la tercera parte de su alquiler anual. También se registraban las llamadas “casas a la malicia” que escondían espacio tras su fachada. Este documento muestra repetidamente el nombre del Rastro y los tres mataderos que allí estuvieron.
Este documento nombra el Matadero viejo desaparecido que deja los suelos que ocupaba en el inmueble 31 de la manzana 72. El manuscrito anota otros dos mataderos: el Matadero abajo y Tenerías (probablemente el que ocupaba un cerrillo a la derecha de las Tenerías bajando desde la Plaza del Matadero Viejo y que será mejor construido en 1650) y el Matadero situado al pie de la calle de Toledo y de la calle Arganzuela.
También vemos que el Manuscrito distingue la Plazuela del Rastro y la Plaza del Matadero Viejo. La Plazuela del Rastro corresponde a la parte más baja y más ancha de la actual Plaza de Cascorro.Las manzanas 88 y 89 (futura Calle de las Amazonas) y también las manzanas de la parte alta de la Calle del Piñón (hoy Calle de Carlos Arniches) se llaman En frente del Rastro. Enmarcaban con la Plazuela el “matadero abajo” situado en el cerrillo.
La Visita se realizó hasta el año 1632 y el Libro original se acabó de escribir para su entrega el 14 de septiembre de 1652 en la Junta de Aposento. La copia conservada en la Biblioteca Nacional se dio por terminada el 1 de Enero de 1658.
Miguel Molina Campuzano en su obra Planos de Madrid de los siglos XVII y XVIII hace un estudio extenso y muy interesante de este manuscrito.

Plano De Wit

El plano más antiguo de Madrid que refleja la zona del Rastro es el de De Wit. Su fecha conocida, hoy puesta en duda, es de “hacia 1635” y fue muy imitado por otros cartógrafos en estas fechas.
Miguel Molina Campuzano, sin afirmar nada, reconoce que posiblemente haya sido elaborado en fechas anteriores a 1635, diciendo en su magnífica obra Planos de Madrid de los Siglos XVII y XVIII: “Cabe desde luego suponer sería dibujado algunos años antes de estamparse”.
Isabel Gea Ortigas, escritora de muchas obras sobre Madrid, aporta recientemente esta información importante: El Sr. Luis Miguel Aparisi Laporta, Tesorero del Instituto de Estudios Madrileños, le regaló una lámina del Plano llamado de De Wit con nuevos datos al dorso:
Plano hacia 1622, el más antiguo que se conoce de Madrid, de 41,9 x 72,5 centímetro, en escala “Pitipie de Quinientas Varas Castellanas”, “Pitipies de Mil pies de Atercia de Vara”, grabado sobre dos planchas en Amberes por F. De Witt. Coloreado por Antonio Marcelli. Detallados estudios del Profesor Sanz García atribuyen su autoría a Juan Gómez de Mora, o persona muy cercana al estudio del arquitecto”.
Don José del Corral está a punto de publicar en los Anales del Instituto de Estudios Madrileños una fecha más exacta para el Plano grabado por De Wit: habría sido dibujado en 1623, en el estudio del arquitecto Juan Gómez de Mora, como lo asegura el Profesor Sanz García. Por ser anterior al Manuscrito Mss. 5.918, sería entonces no solamente el plano más antiguo conocido sino también el primer documento topográfico de la Villa de Madrid y del Barrio del Rastro que nos interesa.
En el Cerrillo del Rastro aparece la palabra “El Rastra” (errata) con una construcción rectangular en dos partes y una caseta similares a las que representa el plano de Texeira. El trazado de la Ribera de Curtidores aparece sin nombre.
El Plano indica un matadero al pie de San Lorenzo de Gallera que es la parte baja de la calle de Toledo. Este matadero debió ser el que se llamaría más tarde el Matadero de la Puerta de Toledo, ampliado en 1669 y con nuevas construcciones en la segunda mitad del siglo XIX según Mesonero Romanos.

Plano De Wit hacía 1635 (posiblemente 1623)


Plano de Texeira

El famoso Plano de Texeira de 1656, muestra claramente la situación del segundo matadero del Rastro en la parte norte de Cerrillo. Anota Rastro y Carnicería Mayor (30 y 30). Este matadero posiblemente sustituyó al Matadero Viejo en el siglo XVI y principios del XVII para ser reconstruido en 1650 (comparar con el plano de De Wit). El plano de Texeira señala “Lass Tenarías” (en lugar de Las Tenerías) en la Ribera de Curtidores. En la zona sin urbanizar del Cerrillo al sur del matadero, vemos la Fuente del Rastro y una cruz que pudo ser un humilladero. También señala el Matadero (31 y 31) de la Puerta de Toledo. Por error, el Plano de Texeira indica la Calle de la Pasión en lugar de la Calle de las Maldonadas porque en su esquina con la Calle de Toledo estaba el Convento de la Pasión, derribado en 1809 por orden de José Bonaparte. Este error se recogerá en muchas copias hechas por otros cartógrafos extranjeros y a veces poco escrupulosos en el siglo XVIII.




Plano de Chalmandrier

El Plano de Chalmandrier de 1761, grabado por el francés N. Chalmandrier señala La Plazuela del Rastro, el Zer(r)illo del Rastro, la Fuente del Cerrillo del Rastro, la Carnicería Mayor y el Matadero del Rastro, la Ribera de Curtidores (sic), así como el Matadero de la Puerta de Toledo. Es el primer plano que señala la Ribera de Curtidores con su nombre.




Plano de Antonio Espinosa

En el Plano de Antonio Espinosa de los Monteros de 1769 se anota la Plazuela del Rastro, el Cerrillo del Rastro con la Calle de las Amazonas. Desaparece la cruz que estaba en el plano de Texeira y sigue la Fuente del Cerrillo del Rastro. La Rivera de Curtidores aparece con su nombre actual, y, en El Cerrillo del Rastro, el Matadero figura en el plano en frente de la Calle de las Amazonas, manzana 89 IV sin relacionar en la Tabla.


A finales del siglo XV empezaron a instalarse en esta zona los mataderos y las tenerías con los curtidores de pieles.
Conviene saber que el Rastro pertenecía a los Barrios bajos, no tanto por su sociedad de bajo nivel económico sino porque, desde la Villa, su pendiente hacia el río Manzanares era y sigue siendo muy pronunciada.
El primer matadero municipal de Madrid fue abierto aproximadamente en 1497 en el barrio. El espacio ocupado es difícil de determinar.









Origen de la palabra Rastro

La palabra Rastro, con toda probabilidad. Se refiere al hecho de que las reses dejaban un “rastro de sangre” después de ser degolladas y vendidas al por mayor. Lo confirman muchos autores como Cervantes y Covarrubias. Tanto Mesonero Romanos en El Antiguo Madrid como Hilario Peñasco y Carlos Cambronero en su libro Las calles de Madrid, sin negar el sentido tradicional de la palabra, señalan que este término también significaba “las afueras” donde alcanzaba la jurisdicción de los alcaldes de la corte.
                Sin embargo, sigue vigente en la tradición popular que el Rastro debe su nombre al viejo matadero y a la marca de sangre de las reses. De hecho, Cervantes se alojó un tiempo en Valladolid en la Calle del Rastro de los Carneros, situada al lado de un matadero y así llamada por la misma razón. Actualmente, es imposible saber cuál  de los mataderos dio origen a la palabra Rastro, porque, como vemos, era costumbre emplearla para los lugares de matanza de ganado. No importa demasiado. La Plazuela del Rastro, y el matadero del Cerrillo simplemente guardaron el nombre. Y el barrio y su mercado lo recibieron en herencia.

En 1669, otro matadero antiguo cercano a la Puerta de Toledo se reconstruyó y amplió para degüello de carneros, vacas, cabras, incluso toros lidiados y matados en las corridas. El matadero del Cerrillo del Rastro empezó a dedicarse a la matanza exclusiva de cerdos. Curiosamente, los dos mataderos repetidamente remodelados o ampliados subsistieron hasta el año 1928, fecha en la cual fueron trasladados al Barrio de Legazpi donde se inauguró otro nuevo.
                Por lo cual en la mitad del siglo XVII, de punta a punta del barrio, se juntaban los negocios de la carnicería y curtidos de pieles con fábrica de zapatos, correajes, bastos y monturas, además de otros comercios de ropa, fábricas de productos derivados del sebo (velas, cirios y candelas).
                Al final del siglo XVIII, empezaron a instalarse también vendedores de productos comestibles, tahonas, enseres y trastos de todo tipo, herramientas, quincalla e incluso objetos robados. Los nuevos puestos invadían la Plazuela del Rastro y la Ribera de Curtidores; luego vino una orden del Concejo que alejó las tenerías de la zona para evitar la contaminación del agua del río. Es justamente cuando ellos empiezan a desaparecer que el nombre de Ribera de Curtidores aparece en el Plano de Chalmandrier (Ribera de Courtidores) en 1761 y en el Plano de Espinosa realizado en 1769.
                En el siglo XIX, llegaron los chamarileros, las almonedas, los anticuarios, las tiendas de compra-venta de muebles y objetos de valor, prendas y alhajas, los comercios de libros antiguos. También se organizaron los Bazares y las Galerías. Poco a poco, el Rastro se separó del matadero y adquirió un aspecto diferente al de sus orígenes. Durante la semana, el matadero siguió activo, rodeado de todo tipo de venta. El domingo por la mañana, los puestos desmontables se instalaron cada vez más numerosos, lo que atrajo a muchos madrileños y viajeros. Este mercado espontáneo y desordenado de cosas de valor en medio de enseres de todo tipo provocaba entre sus visitantes una búsqueda del tesoro. En 1861, Mesonero Romanos lo describe en su obra El antiguo Madrid en 1861. En 1876, Fernández de los Ríos en la Guía de Madrid habla del Rastro de los domingos por la mañana donde se venden cosas antiguas “de mérito” en medio de desperdicios.
                En varias ocasiones (1854, 1885 y 1933), se trató de trasladar el Rastro de los puestos desmontables a otra parte. Pero nunca fue posible. El mercado siguió en su sitio.
                En el siglo XX hasta los años 70, el Rastro de los domingos y festivos se parece mucho a la descripción del mercado diario hecha por Mesonero Romanos. También se parece a lo que cuenta Fernández de los Ríos del mercado de domingo y a las fotografías y grabados de la época con puestos desmontables en la Plaza de Cascorro y Ribera de Curtidores. La venta se extendió rápidamente alrededor de los mataderos del Rastro y de la Puerta de Toledo, tanto en la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo como en el suelo de las aceras de las calles de todo el barrio. Durante los días laborables siguieron colocándose muchos puestos permanentes.
                En 1902, el soldado Eloy Gonzalo, hijo de la Inclusa de Madrid, fue declarado héroe por su lucha en las casas de Cascorro en Cuba y el Rey Alfonso XIII erigió una estatua en su honor en la Plazuela del Rastro a la altura de la salida de la Calle de la Ruda. A pesar de que la plaza tomó unos años después el nombre de Nicolás Salmerón, esto no lo quiso saber nadie. La Plaza se llamó Cascorro y ... ¡su héroe también! Se aceptó oficialmente este nombre en 1941 con la placa correspondiente. La plaza de Cascorro con su estatua así como la Ribera de Curtidores son ahora el lugar más emblemático del Rastro.
                En 1905, se derribó el “tapón del Rastro”. La manzana triangular de estas viejas casas, con la estatua tan cercana, molestaba el paso de la gente. Con esta operación desaparecieron la calle San Dámaso y la calle del Cuervo que la rodeaban y la Plaza quedó ampliada hasta la Calle de San Millán y la Calle del Duque de Alba.
                En 1928, los dos mataderos de la zona fueron trasladados al barrio de Legazpi y en el solar del Cerrillo se construyó la Tenencia de Alcaldía de la Arganzuela separando así la Plaza de Cascorro de la Plaza del General Vara del Rey. Este edificio bastante grande será inaugurado por el Ayuntamiento como Escuela Mayor de Danza a principios del siglo XXI.
                A partir de los años 70, muchos artesanos se acomodaron en la plaza de Cascorro y atrajeron a bastante público.
                En 1984, el Ayuntamiento de Madrid empezó un plan de reducción drástica del Rastro que continuará los años siguientes. Se prohibieron puestos en muchas calles el domingo y los que tenían todavía un carácter permanente durante la semana se quedaron confinados en un tramo de la Ribera de Curtidores entre la calle de la Ruda y la Calle Mira el Sol de martes a sábado (Boletín del Ayuntamiento de Madrid del 27 de diciembre de 1984).
                En 1988 y 1989, el Ayuntamiento de Madrid remodeló el Rastro reduciendo otra vez en gran manera los puestos e imponiendo contribución anual a los vendedores que obtuvieron un permiso, siempre provisional y a renovar. Quedaron un poco más de 1.700 puestos.
                En los años 90, se eliminaron definitivamente los puestos permanentes que se montaban de martes a sábado. Esta acción se hizo a petición de muchos comerciantes de tiendas.
                En el año 2000, una Ordenanza actualmente en vigor sometió a todos los vendedores llamados “ambulantes” de puestos desmontables en el Rastro de domingos y festivos.
El Rastro desde el siglo XVII hasta nuestros días fue un barrio de gran actividad y comercio que los madrileños así como los forasteros de muchas partes frecuentaban asiduamente a pesar de los inconvenientes derivados del ruido, del desorden, de los olores, de los pícaros y ladrones, incluso de la falta de higiene. Y durante siglos, el Rastro guardará esta contradicción que le pertenece.


Eloy Gonzalo “Cascorro”
Mucho ha llovido desde que El Rastro era reino de los pícaros y truhanes, y mucho han cambiado y se han diversificado la infinidad de objetos que pueden hallarse. Hoy ofrece cualquier cosa inimaginable: desde ropa de primera y segunda mano, bisutería y antigüedades hasta los artículos más insospechados.
El Rastro es el lugar ideal para pasear teniendo cuidado de llevar la cartera siempre bien protegida. Por muy difícil que parezca, por muy extraño que sea, lo más probable es que el viajero acabe encontrando, en uno de los cientos de tenderetes de El Rastro, esa pieza que con tanto ahínco e interés ha buscado durante largo tiempo.





Cada calle acoge los tenderetes dedicados a un tipo de productos: hay un vial para la artesanía, otra para el coleccionismo,… Existen también calles temáticas como la de San Cayetano (o de los Pintores), abarrotada de óleos, acuarelas y reproducciones varias. El Rastro está considerado Patrimonio Cultural del Pueblo de Madrid. Según datos del Ayuntamiento, más de cien mil personas lo visitan los días que se instala.





El Rastro de Madrid

El Rastro de Madrid (o simplemente El Rastro) es un mercado al aire libre, originalmente de objetos de segunda mano, que se monta todas las mañanas de domingos y festivos en un barrio castizo del centro histórico de la capital de España.1 Nació hacia 1740 en torno al «Matadero de la Villa»,2 ocupando las aceras de la cuesta de Ribera de Curtidores del barrio de Lavapiés, como un mercadillo semi-clandestino de venta de objetos usados (baratillos).3
El Rastro, con más de un cuarto de milenio de existencia, ha ido reglamentando su existencia y actividad comercial.4 Su fama internacional (que le hace estar presente en las guías de viaje sobre Madrid como un atractivo singular), le emparenta con otros mercadillos existentes en diversas ciudades de Europa: Los Encantes en Barcelona, el Waterlooplein de Ámsterdam, Portobello en Londres y el mercado del Porta Portese en Roma. El madrileño superaba los 3500 puestos en el año 2000.5

Su creación es contemporánea de la de los Cinco Gremios Mayores en Madrid, y fue creciendo a lo largo de los siglos, hasta los 3500 puestos —máximo permitido por las últimas leyes municipales— que tenía en el umbral del siglo xxi.6
El Rastro madrileño está documentado desde 1740 como un lugar de encuentro para la venta, cambio y trapicheo de ropas de segunda mano,4 alternativo al negocio de la venta ambulante.7 Se formaba alrededor del antiguo matadero, origen de su insospechado nombre.8 «Rastro» era en el siglo xvi sinónimo de carnicería o desolladero.2 9

Antecedentes


Cuando Felipe II estableció su Corte en Madrid, en el año 1561, la villa no alcanzaba los cien mil habitantes. Desde finales de aquel siglo xvi, las principales calles y plazas de Madrid se vieron invadidas por baratillos (mercados públicos) donde los ropavejeros vendían ropa usada, siendo la Plaza Mayor y la Puerta del Sol los lugares favoritos. La proliferación era tal, que en 29 de marzo de 1599 se prohibió la realización de juntas y baratillos, así como la de vender cosa suya ni ajena, nueva ni vieja, grande ni pequeña, de día y de noche, en ninguna plaza ni calle de toda esta Corte. La prohibición desplazó estos mercados fuera del área metropolitana.10 La persecución de las autoridades a los baratillos, buhoneros y mujeres encargadas de venta ambulante ("barateras"), se extendió hasta bien entrado el siglo xviii. En 1624 y 1626 está documentada la prisión a los barateros de la Puerta del Sol, ordenada desde la Sala de Alcaldes de la Villa. Sin embargo, en la Plaza de Herradores se permitía la existencia de almonedas especializadas en la venta de cosas viejas.

Orígenes del lugar y el nombre



Dibujo de Doré, para L'Espagne, libro de viajes del Baron Davillier (1874).

Las mencionadas prohibiciones y otros bandos municipales (Ordenanzas de Policía de la Villa) fueron debilitándose con el paso del tiempo. La población de la capital de España en 1787 era de 164 000 madrileños según el censo de Floridablanca.
De todos los barrios, el de Lavapiés, era el más poblado y con mayor industria. Conocemos el lugar que ocupó el Rastro del siglo xvii por la descripción del Plano de Teixeira.11 Se sabe que era zona de mataderos12 y en sus aledaños se realizaban tareas relacionadas con el curtido de las pieles de los animales sacrificados; actividades que han quedado reflejadas en el callejero madrileño: calles del Carnero, Cabestreros, Ribera de Curtidores (denominada por entonces calle de Tenerías)13 El nombre se origina11 porque al transportar arrastrando las reses, ya muertas y aún sin desollar, desde el matadero, cercano al río Manzanares, hasta las curtidurías, se dejaba un rastro de sangre aumentado por el desnivel de Ribera de Curtidores.1 42
La proliferación de estas pequeñas industrias de cuero, atrajeron otras de curtidores, tejedores, zapateros, sastres, etc. La zona, además del matadero, albergaba dos fábricas, una de salitre y otra de tabaco. La aglomeración de personas atrajo la venta ambulante a estos barrios meridionales. La Plaza denominada del Rastro aparece ya rotulada así en la cartografía de Tomás López en 1757. En 1761 se menciona en los documentos como "Matadero de Carneros del Rastro". Existen sainetes de 1760 que indican la existencia de mercadillos en las cercanías de la "Plaza del Rastro". El Rastro por la Mañana, de Don Ramón de la Cruz describe un conjunto de puestos ambulantes, con cajones de madera en el que se venden productos alimenticios, callos, salchichas y demás casquería, entre los habituales cajones de ropavejeros y vendores de botones. En 1811 el Ayuntamiento, con el objeto de controlar el número de puestos callejeros decide ofrecer licencias a los vendedores del Rastro. Esta situación permitió que algunos vendedores comenzaran a alquilar sus puestos a otros. En 1875 se inauguró el Mercado de la Cebada en los aledaños del rastro, como el mercado cerrado de mayor volumen en Madrid.
Las referencias históricas continúan a lo largo del siglo xix. Así, en la magna obra de Pascual Madoz,15 o en los escritos costumbristas de Mesonero Romanos.1617 Otro autor del siglo xic que describió el Rastro —como mercado de objetos viejos— fue Fernández de los Ríos en su Guía de Madrid de 1876.
El último capítulo de su pasado truculento, la tradicional matanza del cerdo (en los meses de invierno), continuó realizándose junto al Rastro18 hasta comienzos del siglo xx, cuando se inauguró el nuevo matadero del paseo de la Chopera junto al río Manzanares en el año 1928. A pesar de la eclosión a lo largo del siglo xx de las tiendas comerciales y de los Grandes Almacenes, el Rastro continuó creciendo aportando nuevas mercancías y atracciones: músicos callejeros, organilleros y pianos ambulantes, titiritero o prestidigitadores.

Las Américas del Rastro y los bazares

A finales del siglo xix algunos 'gremios' empezaron a agruparse en bazares. Uno de los primeros en establecerse fue el "Bazar del Médico" o de las "Primitivas Américas",19 en el que se instalaron barracones especializados para la venta de chatarra: puertas, ventanas, fumistería, etc. Este Bazar tenía dos puntos de acceso, uno por la Ronda de Toledo y otro por Ribera de Curtidores, con su horario de apertura y cierre, y un guarda en horarios no-comerciales.19 La renovación de la vieja maquinaria a vapor, la posterior construcción de la Gran Vía y la remodelación de los cementerios madrileños, abastecieron de viejas mercancías y chatarra a este Bazar en lo que fue su edad de oro.
Al otro lado de Ribera de Curtidores, en un corralón, estuvo el "Bazar de la Casiana", al parecer más antiguo que el del Médico.20 Ubicado entre las calles de Mira el Sol y de Peña de Francia, el de la Casiana era un solar cuadrado, en forma de plazuela, que restaba espacio al que fue el Casino de la Reina (que a finales del siglo xix era ya un solar). El 7 de agosto de 1943, a causa de un cohete de las fiestas de San Cayetano, se produjo un incendio que acabó con él. En la década de 1960 se construyó en su lugar un bloque de viviendas.
El tercer gran bazar, llamado indistintamente de Las Grandiosas, "de Las Nuevas Américas" o "Bazar del Federal", se encontraba al otro lado de la Ronda de Toledo, a la misma altura que el de las Primitivas Américas, y se prolongaba hacia el Paseo de las Acacias hasta los solares de la fábrica de gas de Madrid. Está documentado que se construyó hacia el año 1889,21 comenzando a desaparecer en los años 1970. Se vendían los mismos utensilios y chatarrería que en "La Casiana" y "Las Primitivas Américas", aunque poco a poco se fue especializando en diversos elementos de desguace de automóviles y motores.22

El Rastro del siglo XX

En las tres primeras décadas del siglo xx, el Rastro se extendió por diversas calles adyacentes y atrajo la mirada de intelectuales, artistas y escritores. La Ley del Descanso Dominical de 1905 le reconoce, por primera vez, como un mercado madrileño en el que podía venderse "de forma ambulante" el último día de cada semana.23 Ese mismo año se derribó el denominado "tapón del Rastro" facilitando su expansión. El escritor valenciano Blasco Ibáñez, en esa época diputado en Madrid, describe El Rastro de aquellos días en "La Horda"; en sus páginas aparecen las corralas de la Ribera de Curtidores, el Bazar de las Américas, el Bazar de la Casiana, el Federal...24 Tanto Blasco Ibáñez como luego Ramón Gómez de la Serna, insisten en la abundancia de zapateros.


El Rastro en 1935

En 1902, el soldado Eloy Gonzalo fue declarado héroe del asedio de Cascorro en Cuba. La monarquía de Alfonso XIII levanta una estatua en su honor en la Plaza del Rastro, que a partir de entonces adopta el nombre popular de Plaza de Cascorro y que se haría oficial en 1941. En 1928, los dos mataderos de la zona fueron trasladados al nuevo Matadero Municipal de Madrid, en el barrio de Legazpi. Lo que se ganó en salubridad se perdió en casticismo.
El escritor vanguardista Ramón Gómez de la Serna le dedica una obra monográfica al mercadillo, El Rastro, escrita entre 1912 y 1914.22 En ella describe escenas innovadoras como las rifas de pavos.
El mercado de ropa vieja, zapatos, muebles, quincalla, o menudencias como botones, se amplía, a comienzos de siglo xx, con productos del desguace de automóviles, herramientas diversas, e incluso pornografía, en algunas librerías de viejo.25 La construcción de la Gran Vía propició la aparición de Grandes Almacenes como Madrid-París o la casa Matesanz, que afectaron al comercio madrileño y al Rastro mismo. La llegada de la segunda república hizo que se revindicaran derechos sobre la venta ambulante en Madrid, creándose la Sociedad de Vendedores de la Vía Pública y la Sociedad de Vendedores en General (establecida en el domicilio del Círculo Socialista del Sur). Esta situación creó un ambiente favorable para la erradicación del Rastro, apoyada por vendedores estables y vecinos.
Durante la Guerra Civil, la cercanía del Rastro al frente de Madrid (a menos de un kilómetro) no supuso sin embargo un cese real de actividades. Tampoco el periodo posterior de la dictadura franquista. En la década de 1970 se incrementan y estimulan sus actividades. Hasta que, en 1998, el Ayuntamiento madrileño empieza a reducir y controlar su expansión por las calles adyacentes.26 Pocos años antes se habían suprimido los puestos fijos que se encontraban funcionando a lo largo de la semana.
La apertura de las Galerías Piquer en los años cincuenta favoreció la aparición de otras galerías de antigüedades. Se institucionalizó el mercado callejero del Rastro, y lo hizo más popular. Este éxito llevó a que en 1952 se inauguraran las Nuevas Galerías en el número 13 de la Ribera de Curtidores; y en el año 1964 las Galerías Ribera, en el número 15, iniciaron su actividad. Estas galerías se hicieron muy populares en las guías turísticas de 1970.

Actualidad

El Rastro en el siglo xxi posee una regulación municipal establecida en el año 2000.27 Esta regulación permite al Ayuntamiento de Madrid controlar el número de puestos, el tamaño de los tinglados, lo que puede venderse, y las calles donde puede celebrarse. Está prohibida la venta de animales vivos y alimentos en puestos callejeros.


Las tabernas y las tascas rodean el Rastro, proporcionando sus servicios a los visitantes.

Características del Mercado

Según la normativa municipal madrileña que regula la actividad de puestos de carácter desmontable situados en la vía pública,27 el Rastro tiene lugar todos los domingos y días festivos del año entre las 9:00 y las 15:00 en el barrio de Embajadores, en el distrito Centro. Un máximo de 3500 puestos de venta se extienden en torno a la plaza de Cascorro y su monumento dedicado a Eloy Gonzalo en el extremo norte, el eje de la calle de Ribera de Curtidores y calles aledañas, la calle Embajadores al este, y la Ronda de Toledo y la plaza del Campillo del Mundo Nuevo al sur.

Transporte

La red del Metro de Madrid permite el mejor y más cómodo acceso al rastro desde las líneas:
·         Línea 1 Línea 1 en sus estaciones de Tirso de Molina y Sol.
·         Línea 2 Línea 2 en sus estaciones de Sol y Ópera.
·         Línea 3 Línea 3 en sus estaciones de EmbajadoresLavapiés y Sol.
·         Línea 5 Línea 5 en sus estaciones de ÓperaLa LatinaPuerta de ToledoAcacias.
También se puede acceder desde las líneas de autobuses de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid, EMT, en sus recorridos cercanos a algunas de las calles del Rastro:
Y a través de Cercanías Renfe:
·         Línea C3 Sol.
·         Línea C4 Sol.
·         Línea C5 Embajadores.


Actividad comercial



Imagen típica de la antigua "ribera del gremio de curtidores

Tradicionalmente, la actividad comercial se centra en artículos que no se comercializan en los mercados y establecimientos clásicos, como mercancías viejas y extrañas, rarezas y objetos diversos.28 De la misma forma desde finales del siglo xx no se permite la venta de productos de alimentación destinados al consumo humano, así la de aquellos otros que por sus especiales características, y a juicio de las autoridades competentes, conlleven riesgo sanitario. No se permite igualmente la venta de animales, excepto en aquellos establecimientos declarados núcleos zoológicos, conforme a la legislación de protección de animales de la Comunidad de Madrid. Los puestos deben ser de carácter desmontable (estructura tubular desmontable); el propietario o responsable debe ser una persona (física o jurídica), y no puede poseer más de un puesto. Cada puesto debe ser ubicado en las zonas pintadas y numeradas en la calzada. Por ser algo intrínseco en la población de la capital, los domingos son el día de mayor afluencia de gente en donde se puede encontrar todo tipo de cosa e incluso conseguirla al precio que los castizos denominan "chollo".
En la época de la Edad de oro del software español, algunos videojuegos comenzaban distribuyéndose en el Rastro de Madrid, como es el caso de MapGame, primera creación en 1986 de los posteriores fundadores de Topo Soft. El Rastro, por otra parte, también constituyó un importante punto de piratería informática en la época.

Calles del Rastro

Existen calles y plazas que por tradición, o por la congregación de puestos especializados, se centran en ofrecer un tipo de producto en particular:25
·         La calle Fray Ceferino González es conocida por la calle de los Pájaros debido a la venta antiguamente ambulante de animales de compañía y de aves o de artículos para su cuidado. Esta calle congregaba la venta de animales, pero desde la disposición municipal del año 2000 sólo se pueden vender animales en las tiendas de la calle.
·         La calle de San Cayetano, conocida también por la calle de los Pintores por sus locales no ambulantes destinados a la venta de óleos e ilustraciones o artículos para la práctica del dibujo y la pintura
·         La calle de Rodas y las plazas del General Vara del Rey (antigua del escritor Antonio Zozaya) y de Campillo del Mundo Nuevo: todas ellas especializadas en la compra venta de revistas, cromos, estampas y juegos de cartas coleccionables, donde es frecuente ver a niños intercambiándolos.
·         La plaza del General Vara del Rey, además, ofrece gran cantidad de puestos de ropa de segunda mano.
·         La calle del Carnero y la de Carlos Arniches, donde los bouquinistas ofrecen libros de viejo, de ocasión o de colección. Puestos temporales de libros (nuevos, de ocasión o para coleccionistas) se instalan también en el amplio Campillo del Mundo Nuevo.
·         La Plaza de Cascorro está especializada en la venta de ropa underground y accesorios.
·         La Ronda de Toledo, a lo largo de ella y desde mediados del siglo xx se suele vender música y diverso material.

Ritmo del mercado



Quincallería fina y «antigüedades».

Ambiente

Para el escritor alemán Hans Magnus Enzensberger, el Rastro es la última frontera de Europa con África,29 constatando la gran diversidad de personas de diferentes países y etnias que afluyen en busca de curiosidades y gangas. El regateo era posible antiguamente, poco a poco la costumbre va disminuyendo. Antes existían los regatones (denominados también regateros), eran vendedores que compraban 'al por mayor' y vendían 'al por menor'. Antiguamente todo se podía regatear, excepto los alimentos que estaban tasados por las autoridades. En muchos casos los visitantes simplemente pasean por las calles observando el ambiente.30
En muchas de las tascas y tabernas de las calles vecinas es posible degustar algunas de las especialidades de la gastronomía de Madrid que en forma de tapa se sirven, por ejemplo, acompañados en la mayoría de las ocasiones de un chato de vino o una caña de cerveza.31 Es frecuente que se vean tiendas en las que sirvan diversos bocadillos económicos, algunos ejemplos son los de calamares, de chorizo, de tortilla españolaqueso, etc. Y tostas diversas. Las tapas más habituales pueden consistir en los tradicionales encurtidos de variadas disposiciones como pueden ser las berenjenas de Almagro, los pepinillos, las banderillas. Algunos de los platos servidos en pequeñas raciones tienen gran popularidad como es el caso de los caracoles a la madrileña, las manitas de cerdo,  callos.32


Estampa típica de un chulapo vendiendo barquillos en el Rastro de Madrid.

El Rastro en la cultura
La cultura popular y las artes se han centrado en diversos aspectos de este mercado madrileño. En la mayoría de los casos buscando una imagen costumbrista, o un aire popular. De esta forma son diversas las obras que de una forma u otra incluyen referencias a él.

Cinematografía

·         Domingo de Carnaval (1945) del cineasta Edgar Neville tiene una trama policíaca ambientada en el Rastro de Madrid.
·         En Día tras día (1951), dirigida por José María Forqué, aparecen un par de escenas ambientadas en el Rastro.
·         Buenos días, condesita (1967), comedia musical protagonizada por Rocío Dúrcal y Gracita Morales; ambas tienen un puesto en el Rastro.
·         Laberinto de pasiones (1982) de Pedro Almodóvar está ambientada en el Rastro.
·         El pico 2 (1984) de Eloy de la Iglesia, aparece una escena ambientada en el Rastro.
·       Bajarse al moro (1989) de Fernando Colomo, se desarrolla en parte en Lavapiés y tiene una escena cómica ambientada en el Rastro.
·       La fría luz del día (2012) de Mabrouk El Mechri, aparece una escena de acción ambientada en el Rastro.

Pintura y escultura

·         Han sido muchos los pintores de este mercadillo popular, desde José Gutiérrez Solana,33 hasta el también madrileño Francisco San José, pintor de la segunda Escuela de Vallecas.

Literatura

·         Además de los escritores costumbristas de los siglos xviii y xixRamón de la CruzMesonero Romanos y Fernández de los Ríos, pueden añadirse en este pequeño índice:
·         Ramón Gómez de la Serna, que en su monografía titulada El Rastro consigue que los objetos infortunados y abandonados sean salvados por su evocación lírica.22
·         Andrés Carranque de Ríos, periodista, actor y vecino del barrio.
·         En La horda, escrita en 1925 por Blasco Ibáñez, se describe el Rastro a través de los protagonistas: Isidro Maltrana y Feliciana, la Feli, vecinos del barrio.
·         Azorín lo menciona en La voluntad.
·         Serían incontables las citas al barrio y sus vecinos en la obra de Galdós, tanto en la serie de los Episodios Nacionales como en sus novelas.
·         El modernista Pedro de Répide firmó en 1907 Del Rastro a Maravillas.
·         Arturo Barea, que residió durante su infancia y juventud en Lavapiés, retrató el barrio y su mercadillo en su trilogía de 1951 La forja de un rebelde.25

Música

·         El Gran Kiki en la década de 1940 triunfó con su canción dedicada al Rastro.
·         El cantante Patxi Andión hizo famosa una canción en la década de 1970 sobre el Rastro de Madrid, con el estribillo Una dos y tres / una dos y tres / lo que usted no quiera / para el Rastro es.
·         Los Hombres G lo mencionan en la canción «Indiana» (Voy al Rastro a cambiar los cromos, de tu colección del álbum, del álbum de Indiana Jones).
·         Joaquín Sabina menciona el Rastro en sus canciones «Con la frente marchita» (Iba cada domingo a tu puesto del Rastro a comprarte / carricoches de miga de pan, soldaditos de lata) y «Dieguitos y Mafaldas».
·         En sus inicios, el coplista El Fary vendía sus propios discos en el Rastro.
·         También en sus inicios, la cantante Alaska frecuentaba y congregaba gente en el Rastro, en lo que se llamaba «el rollo» (y más tarde se rebautizaría como «la Movida»).
·         El cantaor flamenco Diego Ramón Jiménez Salazar, conocido como Diego «El Cigala», cantaba en los bares del Rastro cuando era un niño.


NOTAS
  1. «Rastro de Madrid»web del Rastro. Consultado el 6 de junio de 2016.
  2. Saltar a:a b c De Terreros y Pando, Esteban (1788). Viuda de Ibarra, ed. Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes III (primera edición). Madrid. p. 286. «Rastro: Carnicería en la que se deshuellan las reses.»
  3.  Nieto Sánchez, 2004, p. 17 y 49.
  4.  Saltar a:a b Nieto Sánchez, José A. (2004). Historia del Rastro. Madrid: Vision Net. ISBN 84-9770-705-2.
  5.  Gema (17 de junio de 2015). «El rastro de Madrid»Weekmen. Archivado desde el original el 24 de septiembre de 2016. Consultado el 6 de junio de 2016.
  6. Nieto Sánchez, 2004, p. 145.
  7.  Miguel Molina Campuzano, (1960), Planos de Madrid de los siglos XVII y XVIII, Madrid
  8.  López Gómez, Antonio (1976). «Notas sobre el origen del Rastro y los mataderos de Madrid». Estudios geográficos (Madrid) 37 (144): 267-286. ISSN 0014-1496.
  9.  Santana Rodríguez, Rafael (1997). Las Palmas de Gran Canaria : Sanro, ed. Historia del Rastro de Madrid (primera edición). ISBN 84-88743-07-6.
  10.  Archivo Histórico Nacional (AHN), Consejos lib. 1197, f. 247 y lib. 1200, ff. 612r-617v Saltar a:a b López Gómez, Antonio (1999). Madrid: estudios de geografía histórica (Real Academia de la Historia edición). p. 231.
  11.  En 1565, en textos sobre las limpiezas municipales se hace mención a la "Plaza del Rastro" junto a la Puerta de Toledo.
  12.  Manuscrito (1625). «Biblioteca Nacional». Libro de los nombres y calles de Madrid(Madrid).
  13.  La Puerta de Toledo se encuentra en una cota de 613 metros, mientras que la Plaza de Cascorro, más alta, está a 648 metros. Las primeras denominaciones del Rastro hacen referencia al «cerrillo del Rastro» o «plazuela del matadero», que podría coincidir aproximadamente con la actual Plaza de Cascorro. Existían dos mataderos, el «Viejo» se encontraba junto a la actual Cascorro, y el «Nuevo» en las cercanías de la Puerta de Toledo
  14.  Madoz, Pascual (1830). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. P. y Sagasti Madoz (primera edición). Madrid: La Ilustración.
  15.  Mesonero Romanos, Ramón (1861). El Antiguo Madrid, Paseos Históricos-Anecdóticos por las calles y casas de esta Villa (primera edición). Madrid.
  16.  Mesonero, en la primera edición de su Manual de Madrid (1831), no cita el mercado de las caballerías celebrado en la Plaza del Rastro los jueves de cada semana (en la tercera edición de 1840 sitúa este mercado en la calle de Valencia). Para este escritor, el Rastro es una solución al escaso abastecimiento de ropas de Madrid.
  17. Peñasco de la Puente, Hilario (1889). Administración, ed. Las calles de Madrid: noticias, tradiciones y curiosidades (primera edición). p. 432.
  18. Peñasco de la Puente, Hilario (1889). Administración, ed. Las calles de Madrid: noticias, tradiciones y curiosidades (primera edición). p. 432.
  19.  Saltar a:a b Hormigos García, Mariano (2011). La Librería, ed. El Rastro: Del Portillo a la Arganzuela (primera edición). Madrid. ISBN 978-849873.
  20. Gea Ortigas, María Isabel (1996). La Librería, ed. El Rastro (primera edición). Madrid. ISBN 978-84-87290-95-4.
  21. Peñasco, Hilario (2009). Las Calles de Madrid. Carlos Cambronero (primer. (reimpr) edición). Madrid. ISBN 9788498623772.
  22. Saltar a:a b c Gómez de la Serna, Ramón (2001). El Rastro (ed. reimpresa de 1914 edición). Madrid.
  23. Ley de 1904 (Ley del Descanso Dominical), prohibía el trabajo en domingo, salvo en el caso de actividades imprescindibles.
  24. Chueca Goitia, Fernando (1951). Revista de Occidente, ed. El semblante de Madrid (primera edición). Madrid. p. 196.
  25. Saltar a:a b c Nieto Sánchez, José A. (2005). Historia Del Rastro. II. la Forja de Un SÍmbolo de Madrid, 1905-1936 (primera edición). Madrid: Editorial Visión Libros.
  26. Boletín del Ayuntamiento de Madrid del 27 de diciembre de 1984
  27. Saltar a:a b Ordenanzas municipales, Ayuntamiento de Madrid (julio de 2000). «Ordenanza Reguladora de la Venta en el Rastro de Madrid» (PDF). Madrid. Consultado el 7 de febrero de 2011.
  28. Ayuntamiento de Madrid, Ordenanza reguladora de la venta en el Rastro de Madrid, art. 4
  29. ¡Europa, Europa!Hans Magnus Enzensberger, (1989).
  30. Corral Fernández, Antonio (1984). El Rastro (primera edición).
  31. De Entrambasaguas, Joaquín (1971). Gastronomía madrileña. Segunda edición, corregida y muy aumentada. Colección “Plaza de la Villa” (2). Madrid: Instituto de Estudios Madrileños. OCLC 560133377.
  32. Del Corral, José (2000). Ayer y hoy de la gastronomía madrileña. Madrid: Ediciones La Librería. ISBN 9788489411678.
  33. Aguafuerte de Gutiérrez Solana en Ciudad de la Pintura.

Nieto Sánchez, José A. (2004). Historia del Rastro. Madrid: Vision Net. ISBN 8497707052.








Aquí se puso a la venta en mayo de 1931, tras proclamarse la República, una preciosa berlina de la infanta Isabel por 500 pesetas de la época. La calle de los Embajadores, por su parte, recibe su nombre de los numerosos diplomáticos que se refugiaron en este lugar, a las afueras de Madrid, durante la epidemia de peste en tiempos del monarca Juan II.
La historia de El Rastro se pierde literalmente en la nebulosa del tiempo, aunque sí se sabe a ciencia cierta que siempre se ha celebrado en el mismo lugar. En cuanto al origen del nombre, existen dos posibilidades: la más noble indica que se llama así por los artículos de deshecho que en El Rastro se venden.
La otra explicación deriva de los antiguos alguaciles de la ciudad que podían hallar en los tenderetes ‘el rastro’ de los objetos que se robaban en la villa. Miguel de Cervantes se alojó un tiempo en la Calle del Rastro de los Carneros, junto al matadero y bautizada sí por la misma razón.













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