1. NOTAS HISTÓRICAS
1.1 Conquista y repoblación de La Rioja
El reino
astur-leonés, a finales del siglo IX y comienzos del X, había ido avanzando sus
fronteras de forma insensible frente a los musulmanes. Alrededor del año 900,
los cristianos están asentados en la línea del Duero y se disponen a colonizar
las tierras que han quedado en la retaguardia. En 912 diversos condes
castellanos se establecen en Roa, Osma, Aza, Clunia y San Esteban de Gormaz,
con un único temor: las audaces incursiones que efectuaban los Banu Qasi
(Muhammad y su hijo Lubb ibn Mohammad) desde La Rioja, región que dominaban,
con sede en Tudela. El cerrar este acceso era fundamental para la tranquilidad
de los condes castellanos l. Además, no hay que descartar la hipótesis de que
el reino pamplonés necesitase el territorio de La Rioja para su población y,
sobre todo, para el desarrollo de su ganadería 2.
Mientras tanto, en
Pamplona, Sancho Garcés I (905-925), aprovechando la muerte de Lubb (907),
avanza por la tierra de Estella y ocupa todas las fortalezas de la región hasta
el Ebro, e incluso se instala en algunas plazas más lejanas, como Calahorra.
Esta tarea la lleva a cabo en colaboración con Alfonso III, rey de Asturias, y
sus hijos, como consecuencia de una política continuada de apoyo y colaboración
entre ambas monarquías3.
Aliados
estrechamente, Sancho Garcés I y Ordoño II (914-924), en su deseo de dominar La
Rioja, se dirigen hacia Nájera, que no pueden conquistar (comienzos de junio de
918); de aquí parten hacia Tudela. En el trayecto debieron de tomar Calahorra
(vuelta a perder posteriormente), Arnedo y Viguera, en lo que fue un paseo
militar.
El emir Abd
al-Rahman III, después de su victoria frente a los cristianos en
Valdejunquera (25 de julio de 920), conquistó de nuevo La Rioja, pero no
aseguró lo ganado y rápidamente volvió a caer bajo la presión del leonés y del
pamplonés.
En 923, tras la
nueva ofensiva de Ordoño II y Sancho Garcés I sobre Nájera y Viguera, La Rioja
Alta puede considerarse definitivamente ganada para los cristianos. Tanto
Ordoño II como Sancho Garcés I se aplicaron a restaurar y fortalecer la vida
cristiana sobre un territorio que, si no había sido densamente arabizado, las
continuas luchas habían desarticulado todo lo que supusiera organización
religiosa. La base de ésta eran los monasterios. Ordoño II restaura, en el año
923, el antiguo cenobio de Santa Coloma, cerca de Tricio, mientras que Sancho
Garcés I funda el monasterio de San Martín de Albelda 5.
Por lo tanto, este
acelerado establecimiento de población a lo largo de La Rioja -con una densidad
demográfica muy débil6- se debe al interés que tenía el monarca pamplonés en
evitar una nueva -y nada improbable- conquista musulmana, porque los peligros
de que se llevara a efecto eran constantes. Pero esta instalación cristiana no
se produjo de forma uniforme ni en el espacio ni en el tiempo.
Tras la conquista
de La Rioja, se pueden distinguir tres etapas de ocupación del suelo claramente
definidas. La primera, que había comenzado con anterioridad a la conquista
definitiva del territorio, y que comprende el límite occidental de la región
(tierras entre la Bureba y La Rioja y cuenca del río Tirón), alcanza su empuje
definitivo tras la ocupación por leoneses y pamploneses de dos áreas de gran
interés estratégico y económico: la comarca de Nájera y el valle del Iregua,
con la plaza fuerte de Viguera 7.
La segunda etapa
comprende los años 926 al 975, en la que se ocupan las tierras localizadas
entre los ríos Oja y Cárdenas y el área boscosa del curso alto del Tirón. En
esta política repobladora destaca la labor realizada por los monasterios de San
Miguel de Pedroso y San Millán de la Cogolla, que cuentan con el favor del
conde de Castilla y del rey pamplonés, respectivamente, como elementos
importantes de sus estrategias sobre esta zona, fronteriza entre las áreas de
su respectivo dominio político.
La tercera y
última fase abarca los años 976 a 1035. En ella se pretende, primero, ocupar
los espacios vacíos entre los núcleos más antiguos; después, intensificar la
presencia de pobladores cristianos en el tramo entre el Oja y el Tirón; y: por
último, remontar el curso del Najerilla, tal vez en busca de pastos que la
creciente densidad humana de la zona llana estaba haciendo desaparecer 8.
En este ambiente
de repoblación y de reorganización de espacios va a surgir el monasterio de
Valvanera y su posterior dominio territorial.
1.2 Establecimiento de la vida conventual
La comunidad
monástica no nace como célula organizada de forma espontánea; pequeños grupos
de eremitas aislados se van convirtiendo lentamente en otros cenobíticos más
estructurados. Pero será necesaria una coyuntura propicia y la ayuda real y
señorial para que todos estos creyentes se agrupen y formen un centro religioso
regulado y orgánico.
1.2.1 Primitivos asentamientos eremíticos
La cuenca del río
Najerilla presenta un gran número de leyendas y tradiciones, en la mayor parte
de los casos no corroboradas por testimonios arqueológicos, sobre la existencia
de un poblamiento eremítico rupestre durante la Alta Edad Media.
La ausencia de
estudios de campo y de pruebas documentales nos obliga a recurrir a la Historia
Latina, para determinar la presencia de eremitorios en la comarca
cercana al monasterio de Valvanera. Este texto encierra una serie de datos de
gran interés. En él consta que «Muño Honne», natural de Montenegro, huye del
mundo y se instala en una cueva natural cercana a Anguiano. En un principio
aparece acompañado de un hijo; más tarde, de otro personaje, Domingo,
originario de Brieva. La divulgación por los pueblos de alrededor de sus
virtudes y perfección de vida provocó la formación de un pequeño grupo de
eremitas, en busca de la salvación de sus almas.
Muño y Domingo
tienen la revelación de que la imagen de la Virgen María se encontraba en el
interior de un gran roble. Una vez descubierta, construyen un oratorio, que
pasado el tiempo se convertirá en monasterio 9.
De esta leyenda se
concluye que Anguiano era un centro de reunión de anacoretas, provenientes
incluso de otras zonas cercanas, y que el vivir en compañía supondría un cierto
tipo de vida en común 10, como se desprende de los oficios que allí
presumiblemente se celebraban.
Cuando Muño
considera que ya ha cumplido el mandato divino, abandona a sus «numerosos»
discípulos y se propone llevar una vida eremítica en una cueva cercana al
monasterio recién levantado. Remonta el río Valvanera y en su margen derecha
encuentra, a media ladera, una concavidad denominada «alambre» (en clara
referencia a una antigua explotación minera), en donde pasa los últimos tres
años de su vida II.
A partir de esta
ambientación legendaria, resulta clara la evolución del fenómeno del eremitismo
hacia un lento cenobitismo, una vez que se concentran los solitarios que viven
por los montes en chozas y cuevas y pasan a formar pequeñas células provistas de
una cierta organización.
1.2.2 Fundación de la abadía: falta de testimonios
Al contrario de lo
que sucede en el monasterio de Santa María la Real de Nájera o en el de San
Salvador de Oña, no se conserva el acta fundacional del monasterio de Nuestra
Señora de Valvanera ni otro instrumento que lo mencione, lo que hace
prácticamente imposible determinar el año de su instauración. No obstante esta
limitación, el desarrollo del presente trabajo no se ve menoscabado, ya que los
objetivos que se persiguen son independientes de sus orígenes.
1.2.3 Preocupación historiográfica por el tema
De cualquier modo,
antes de disponerme a estudiar el desarrollo del dominio monasterial, siento la
obligación de desvelar -consciente de las limitaciones que impone dicha
carencia documental- la época, siempre aproximada, del nacimiento del
monasterio de Valvanera.
Como punto de
partida, es interesante dar a conocer las opiniones que sobre este tema
aportaron los diferentes historiadores de la abadía. La mayoría de ellos,
dejándose llevar más por un espíritu devocional que científico, han vertido
afirmaciones gratuitas, basadas en testimonios indudablemente inseguros, sin
acudir a la información veraz que podrían reportarles los fondos documentales;
e incluso, llegado este extremo, su utilización ha sido interesada y parcial,
en su intento por proporcionar al centro espiritual un pasado más remoto.
Un numeroso grupo
de estos estudiosos llevan el nacimiento de la advocación a la Virgen de
Valvanera y el primer asentamiento religioso en estas tierras a los primeros
siglos de nuestra era. Para G. Argaiz 12, la incipiente congregación, desde la
llegada de San Hyerotea, estuvo formada por monjes ermitaños; y,
posteriormente, a partir del año 336, éstos fueron sustituidos por monjes
cenobitas, de la orden de San Antonio. J. de Villafañe 13, por su
parte, adelanta la aparición en 6 años. Entre 320 y 330 sitúa B. Rubio 14 el
hallazgo de la imagen de María. G. Bravo de Sotomayor 15 afirma que el
monasterio estaba ya habitado por religiosos hacia 535; este año, según el
mismo cronista, el papa Bonifacio II concedió al cenobio una bula con varias
gracias e indulgencias. En parecidos términos se expresa Garibay y Zamallóa 16.
A. de Yepes afirma
que «en aquellos siglos muy antiguos, en los Montes Distercios, hubo una imagen
muy estimada, no sólo en tiempos de los godos (. .. ) sino aun en tiempos de
los romanos». Pero, en un alarde de coherencia, concluye diciendo que «es la
casa más antigua que los tiempos de los reyes D. Fernando y D. García» 17. Según
C. Albors Albors 18, el culto a la Virgen se puede atrasar a los siglos IX o X,
época en que los musulmanes comienzan a abandonar «el país, y en los
que es fácil se fuesen encontrando las imágenes que se ocultaron al tiempo de
la irrupción».
Con A. Urcey Prado
la historiografía del monasterio de Valvanera adquiere notas de mayor
objetividad y crítica. Apoyándose en parte de la documentación y abandonando,
casi totalmente, el tono emocional que caracteriza a la totalidad de las
historias precedentes, concluye que ningún testimonio documental puede
corroborar las deducciones de que Valvanera existiera antes de la invasión
agarena. Por el contrario, los fondos textuales le persuaden de que la historia
de la abadía comenzó en el siglo X o, cuando más, en los últimos años
del IX 19. El último estudioso en el tiempo, A. Pérez Alonso, sitúa los
principios del monasterio en el siglo VIII 20.
Finalmente, me
queda citar las opiniones de dos grandes investigadores del medievo riojano.
Para M. C. Díaz y Díaz 21 este monasterio parece haber iniciado ya su vida en
el siglo X; según J. A. García de Cortázar22, Valvanera nace a
comienzos del siglo XI.
1.2.4 Hipótesis de trabajo
La falta de
apoyatura documental que supondría la posesión de la carta fundacional del
monasterio nos obliga a exponer una serie de reflexiones que tratan de aproximarmos,
aun con riesgo de equivocación, a su origen. Estas conjeturas se sustentan, en
primer término, en las pautas generales que sigue la repoblación del área
geográfica correspondiente al valle del Najerilla y en el papel que adoptan los
monasterios como células repobladoras; posteriormente, en la ausencia de
noticias sobre la abadía de Valvanera, en relación a ciertos hechos que
tuvieron gran trascendencia en unos momentos clave para el desarrollo político
de La Rioja Alta; y, por último, en la aparción de los primeros vestigios
escritos sobre el cenobio.
Siguiendo con este
esquema, he de reseñar que los límites cronológicos aportados por J. A. García
de Cortázar para la repoblación, que vimos con anterioridad, coinciden con la
hipótesis propuesta para el origen de Valvanera.
En un intento de
aproximación al nacimiento del monasterio de Valvanera, ¿sería lícito utilizar,
no las menciones del cenobio -en este caso inexistentes-, sino la ausencia de
ellas como una demostración de que éste no existía por lo menos a partir de un
momento determinado? Este punto lo he concretado en la figura de Almanzor.
El 1 de octubre de
976 moría el califa al-Hakan II y le sucede su hijo Hishan II, menor
de edad. A su lado, pronto se alza la absorbente personalidad de Almanzor, su
primer ministro, quien se encarga de todo el aparato del estado. En este
momento, la guerra contra los reinos cristianos va a cobrar una especial
dureza. Hasta su muerte, en 1002, mandará contra éstos dos o tres expediciones
por año 23. Precisamente será en la última, dirigida contra los dominios del
rey de Pamplona, cuando Almanzor saquee el monasterio de San Millán de la
Cogolla. Para ello «atravesó primero la zona castellana del Duero, y por la
villa de Canales entró en La Rioja. No llegó a Nájera, situada a unos cincuenta
kms. Más al Norte, pero la gran casa (...) quedó saqueada y abrasada. En su
retirada, aquejado de una grave enfermedad y para que no diese la impresión de
que ocurría algo anormal, escogió un camino más difícil, que bordea el Urbión
para entrar en la provincia de Soria, tal vez por el puerto de Piqueras, acaso
por Santa Inés» 24.
Ante lo expuesto,
surge la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que las tropas musulmanas,
descendiendo los Cameros hacia La Rioja por la vía natural que supone el curso
del Najerilla, en dirección al cenobio emilianense, no se percatasen de la
presencia del monasterio de Valvanera, si pasaron a 5 kms., escasos del mismo?
Dos son las respuestas que admite esta incógnita. O bien los grupos eremíticos
residentes en la zona no habían constituido todavía el cenobio al final del
milenio; o si realmente existía, se trataba lógicamente de una congregación muy
pequeña, quizá recién surgida, y, por lo tanto, de nula importancia económica
para las pretensiones del caudillo. De lo contrario, las fuentes musulmanas
habrían dado fe de lo sucedido.
Por último, como
material más firme de trabajo, recurro a la documentación. La Historia
Latina señala a Sancho como el primer abad que rigió los destinos de
Valvanera: «Primus namque fuit Sancius probitate fultus», pero sin indicar las
fechas aproximadas en que lo hizo 25. Le sucede Domingo, educado en la misma
casa. El tercer abad, Nuño, aparece en los instrumentos jurídicos a partir
de 1035. Ahora bien, si con antelación a esta fecha sólo tenemos
noticias de la existencia de dos abades, no es descabellado pensar que el
nacimiento del monasterio tuvo lugar a finales del siglo X o comienzos del Xl.
Soy consciente de
los peligros que se corren al utilizar un texto de las características del que
nos ocupa; pero, a pesar de los errores que contiene y de las informaciones
fundamentales de las que, a mi entender, adolece, sus asertos sobre el primer
asentamiento conventual se ven ratificados por la siguiente circunstancia: el
rey García Sánchez II de Pamplona(994-1004) hace entrega al monasterio de
Valvanera, según recoge la misma Historia, de una parte de la
cercana localidad de Villanueva, de donde emanan los primeros medios de
subsistencia 26, aunque, según el Becerro Visigótico, en
confirmación posterior, la donación la efectuó el rey Sancho III el
Mayor 27.
El monasterio, al
estar localizado en un área montañosa, poco propicia para llevar a cabo una
explotación de carácter agrícola, y al verse obligado a conseguir un
determinado volumen de alimentos que aseguraran su desarrollo, tendría que
contar desde el mismo momento de su fundación con unos bienes patrimoniales
necesarios. La donación de Villanueva, ¿no podría ser o formar parte de la dote
que los reyes pamploneses entregaron al monasterio para su inicial
funcionamiento?
El fondo
documental que va a servir de base al estudio del señorío en sus primeros
siglos, el Becerro Visigótico, no hace ninguna alusión al
origen del cenobio. Al estudiar cuál es la finalidad intrínseca de este tipo de
documentación, nos percatamos de que los monjes intentan, ante todo, recoger la
globalidad de los bienes que pasan a engrosar el dominio durante una larga
etapa. Entonces, ¿Por qué el Becerro Visigótico, una vez que
el convento ha recibido ciertas donaciones fundacionales, no puede hacermos
partícipes de las primeras aportaciones. Que recibe en su inicial andadura? De
este modo, no sería extraño que las cartas jurídicas que aparecen a partir de
1035 en la documentación se correspondan con la primera expansión del dominio
monástico, fruto lógico de aquellas primeras donaciones.
En conclusión,
después de los datos analizados, puede fijarse el nacimiento del monasterio de
Valvanera (que no el origen de la advocación a la Virgen en estas tierras) a
finales del siglo X o primeros años del siglo Xl.
2. CONSTITUCIÓN DEL
PATRIMONIO MONÁSTICO (1035-1264)
2.1 Asentamiento de los monjes
Una vez
reconquistado el territorio a los musulmanes, las comunidades cristianas
peninsulares aspiran a conseguir el dominio real de aquél (administración
efectiva y sistema defensivo seguro) mediante su adecuada colonización y su
organización social y política. La repoblación se extiende entre los siglos
VIII y XI. Y ha sido llamada sencillamente monacal, ya que
para efectuar esta tarea repobladora se utilizó, entre otros, el recurso
clásico, los monjes28.La alta densidad monástica 29 venía determinada por la
necesidad de atender a los pequeños grupos de población existentes 30.
Si concluimos que
el monasterio de Valvanera nace a finales del siglo X o principios del XI, aun
sabedores de que con anterioridad habían poblado sus alrededores células
eremitas, cabe preguntarse: ¿Qué metas perseguía la monarquía pamplonesa con la
proyección del cenobio?
En primer lugar,
una vez estabilizada la repoblación en la zona llana del Somontano, entre la
ribera y la Sierra Camerana, los textos permiten seguir los pasos de la
reorganización de los territorios más meridionales, de mayor altitud y humedad,
y que ya se encontraban poblados, tal como reflejan las cartas a comienzos del
siglo XI. Así como el monasterio de San Millán de la Cogolla participa de este
movimiento reordenador de los habitantes del alto Najerilla (en 1010, en la localidad
de Bobadilla; y en 1014, en las villas de Ledesma y Colia y en los monasterios
de San Cristóbal de Tobía y de San Pedro de Villanueva), la abadía de Valvanera
entrará en acción, muy posiblemente, en fechas próximas a las citadas.
Comenzando por el
valle donde está instalado el monasterio, una vez que una fracción de la
localidad de Villanueva forme parte de su patrimonio, los monjes emprenden la
tarea de ordenar la región partiendo de dicha dependencia.
Ésta, entre otras,
sería una de las causas que impulsaría el nacimiento del monasterio. Además, la
creciente densidad de población en la zona llana podría haber provocado el
interés de los monarcas pamploneses hacia esta región montañosa y húmeda en
busca de pastos para el ganado, como queda reflejado en áreas limítrofes.
Consta que el 24 de junio de 1014, Sancho III el Mayor, rey de
Pamplona, da al monasterio de San Millán de la Cogolla la villa de Ledesma con
sus términos y concede a sus habitantes el derecho de que sus ganados pasten en
cualquier parte, a condición de que vuelvan a dormir a la villa 31.
Valvanera, al
recibir de la monarquía pamplonesa las iglesias filiales o dependencias de San
Quirico de Nájera y San Martín de Cañas, ampliaba su radio reordenador por el
Somontano. Este suceso, favorable al monasterio, hay que vincularlo con una
corriente que facilitaba el paso de los primitivos centros religiosos a
entidades más sólidas, como respuesta de la negación del derecho de los laicos
a controlar las iglesias y por la exigencia de someterlas a la jurisdicción del
obispo.
El establecimiento
de una nueva población en estas áreas meridionales pudo contribuir a delimitar
las barreras fronterizas entre el reino de Pamplona y el condado de Castilla,
muy confusas a finales del siglo X, si bien la corriente inferior del río
Oja hasta su desembocadura en el Ebro constituyó el punto fronterizo del Este.
Sancho III el Mayor, a su llegada al trono, va a dedicarse a fortificar y
delimitar sus fronteras con el Islam y con Castilla, como paso a futuras expansiones
32, para lo que reivindica de este condado la revisión de los límites comunes,
muy desfavorables para el conde castellano Sancho Garcés l 33.
La línea divisoria
entre ambos territorios (que fue confirmada, en 1016, por el gobernador en
Viguera, Fortún Oxoiz de Pamplona, y, en nombre del conde castellano, Nuño
Alvarez) parte de summa cuculla ad rivo Valle Venarie, ad Gramneto, ibi
est molione sito et acollato Monnio, et a Biciercas et a Penna Nigra; deinde ad
flumen Razon, ubi nascit; deinde per medium monte de Calcanio, per summo lumbo
et media Galaza, et ibi molione est sito; et usque ad flumen Tera, ibi est
Garrahe antiqua civitate deserta, et ad flumen Duero 34. Por lo
tanto, toda la sierra de Valvanera hasta la Poveda y Almarza, por donde corre
el Tera hacia el Duero, pasó a Castilla, mientras que el monasterio de San
Millán quedó para Pamplona 35. Igualmente, aunque el texto antedicho no lo
clarifica, la abadía de Valvanera tuvo que caer dentro del ámbito político
pamplonés, por lo que pudo servir de valladar defensivo del valle que lleva su
mismo nombre y que conduce directamente al Somontano.
En resumen, la
política de los monarcas favorable al monasterio confirma tanto los supuestos
de su labor colonizadora como defensora.
Los clérigos y los
monjes eran a menudo solicitados para repoblar un área determinada, porque
solían poseer fuertes reservas de bienes muebles o porque, gracias a la red de
congregaciones y monasterios filiales de las comunidades religiosas, podían
fácilmente organizar una publicidad lejana, en regiones superpobladas, para
atraer a los emigrantes 36.
En ocasiones, los
monasterios inician la ocupación de un territorio y llevan allí pobladores
nuevos; otras veces, como puede advertirse a través del estudio de la
documentación valvanerense, cuando la familia monástica se inserta en el
movimiento repoblador, existían ya, en las proximidades del territorio que se
les asigna u ocupan, otros pobladores anteriores, que deben adaptarse a esa
nueva población. Este último será el caso de Valvanera. El cenobio surge en las
cercanías de un lugar previamente roturado y poblado por aprisionadores laicos,
que ya formaban agrupaciones humanas concentradas, y se limita a comprar o
recibir en donación ciertas propiedades, generalmente en explotación. Muy
probablemente, los monjes no desarrollaron ninguna actividad roturadora, e
incluso pondrían mucho interés en proteger el desierto que les
aislaba de las poblaciones próximas. Por ello, algunas personas de la nueva
abadía contribuyeron, en parte, a preservar ciertos islotes forestales que
habrían desaparecido de no ser por ellas.
2.2 Formas adquisitivas clásicas
Las constantes
referencias documentales a compraventas, recepción de donaciones e intercambios
me llevan a reflexionar sobre los objetivos perseguidos por el monasterio a
través de la realización de estas operaciones. Como paso previo a una
aproximación real al problema, es necesario aludir a la economía que define a
estas instituciones medievales, una economía de gasto. El monasterio no constituye,
por tanto, una empresa capitalista. Los encargados de organizrla perseguían
únicamente satisfacer las necesidades diarias de la comunidad y el desempeño de
los deberes caritativos y hospitalarios a que su regla obligaba, sin ánimo
reinversor. De ahí que los monjes, lejos de constituirse en trabajadores o
empresarios, y teniendo como objetivo fundamental el servicio de Dios
(cumplirán mejor su oficio cuanto más se desentiendan de las preocupaciones de
carácter temporal), se vean en la obligación de asegurarse el abastecimiento
continuo de aquellos bienes imprescindibles para la subsistencia y
funcionamiento de la abadía 37.
La producción no
siempre es la misma. El monasterio debe aumentarla con el fin de atender las
necesidades crecientes de la comunidad. Para conseguirlo, a lo largo de toda la
Edad Media Valvanera procura llevar a cabo, de forma creciente, una política
que favorezca las adquisiciones.
Con motivo de la
fundación del monasterio, la monarquía pamplonesa le proporcionará unos
determinados bienes, vitales para su funcionamiento y desarrollo: agua, molino,
huerta, panadería y otras artes diversas. En caso de privación, los
administradores querrán contar inmediatamente con los bienes necesarios para su
consumo.
Como formas
adquisitivas clásicas se recogen todas aquellas adquisiciones a través
de las cuales se engrandece el señorío monástico y que suponen el caudal más
importante de la documentación (compras, do naciones y cambios). Estos
documentos de carácter jurídico acostumbran a reproducir de forma invariable
las fórmulas de los modelos; únicamente señalan con precisión las personas y
bienes concretos de que se trata en cada caso, sin aportar otras noticias
sobre la evolución de la propiedad rústica. Esta carencia se debe a que en las
relaciones que se establecían entre los monjes y los campesinos se fiaban de su
memoria, periódicamente refrescada por las asambleas y reconocimientos. Los
derechos y deberes de cada uno eran establecidos y conservados con flexibilidad
por la costumbre, por el conjunto de usanzas antiguas que la comunidad aldeana,
los terrazgueros y los campesinos independientes recordaban colectivamente 38.
Además de las
formas de adquisición citadas, la documentación recoge las confirmaciones.
Éstas tienen la función de asegurar la permanencia de ciertos bienes que en
algún momento se han visto en peligro de ser enajenados, pero nunca posibilitan
una ampliación patrimonial.
2.2.1 Compras
Al contrario de lo
que sucede en la casi totalidad de los monasterios peninsulares -San Millán de
la Cogolla 39 y San Martín de Albelda 40 (ambos en el área riojana),
Santa María de Valpuesta41, San Pedro de Cardeña 42, los cenobio s
gallegos 43, etc.- y en algunas villas -como la riojana de Santo Domingo de la
Calzada 44-, en el dominio valvanerense se realiza una mayor cantidad de
compras que de donaciones, circunstancia que creo importante hacer resaltar por
su singularidad.
El total de cartas
relativas a adquisiciones durante los siglos XI al XIII es de 219, de las que
151 corresponden a compras, 61 a donaciones y 7 a intercambios. La
parte más considerable del primer grupo, el 80%, fue realizada de forma directa
por el monasterio, frente a un 20%, que fueron las compras llevadas a cabo por
las iglesias filiales.
¿A qué puede
responder este alto porcentaje de compras? ¿Por qué el resto de las
instituciones regulares completa sus dominios por otros sistemas, como el de
las donaciones? Los fondos documentales conocidos no permiten responder a estas
cuestiones, pero, en mi opinión, el monasterio de Valvanera, que ya desde sus
orígenes se encontraba determinado por su ubicación (tierras altas, húmedas y
poco indicadas para la explotación agraria) y por la escasa devoción que su
patrona todavía podría inspirar en los potenciales donantes, se vio en la
imperiosa obligación de adquirir los medios suficientes de subsistencia por el
único método posible, la compraventa.
Esta empresa
adquisitiva no resulta en modo alguno improvisada. A partir de sus
pequeñas dependencias, repartidas por una amplia demarcación territorial, y
sólo mediante la existencia de un cierto grado de planificación, puede
entenderse la política de adquisiciones llevada a cabo por el cenobio. La cada
vez mayor madurez institucional del abadengo va a permitir a la casa central marcar
unas directrices en orden a posibles adquisiciones: concentración de
propiedades en áreas cercanas a ella (caso de la localidad de Villanueva) o a
las iglesias dependientes (como sucede con San Quirce o Quirico de Nájera y San
Martín de Cañas), redondeamiento del dominio e instalación en otros
territorios, en los que, de no ser por este procedimiento, no se podría
efectuar.
Esta gestión
persigue la compra de tierras de cereal en las proximidades de Villanueva,
mientras que, en la zona Norte de La Rioja, se impulsa más la adquisición de
viñas, especialmente en un primer momento, situación que no anulaba la
posibilidad (y de hecho se hizo con frecuencia) de que Valvanera acaparase este
producto en los alrededores de Villanueva.
Frente a las
donaciones, eminentemente ocasionales, las compraventas son un medio de
racionalizar el dominio al concentrar los bienes especialmente alrededor de
áreas donde el monasterio ya estaba asentado, al ampliar sus derechos o los de
su propiedad sobre determinadas explotaciones y al fijar los definitivos
términos jurisdiccionales.
2.2.1.1 Localización (Véase M. 1)
En general, se
observa una acumulación de bienes adquiridos por compra en las zonas en las
que, con anterioridad, el monasterio poseía alguna hacienda, como sucede en las
inmediaciones del lugar de Villanueva y en los alrededores de las iglesias de
San Martín de Cañas y San Quirico de Nájera. En la primera, se adquieren 67,5
tierras de cereal, una de ellas con su novalio ('tierra
nuevamente abierta con el arado'), 24 viñas y una sorte ('parte o
porción de un terreno') en una viña, 1 era, 1 fogea ('hoya'),
1 ripera, 1 solar (para la construcción de un molino) con su
presa, 1 vice o vez de molino, 6 nogueras y 1 vía.
Las localidades
cercanas a Villanueva tienen escasa relevancia. El número de compras que aquí
efectúan los monjes es muy limitado (en Anguiano se adquieren un total de 4
tierras de cereal y 2 viñas; en Matute, 14 tierras, y en Pedroso, 1), quizá por
el dominio que sobre ellos ejercen sus correspondientes señores, que no ven con
buenos ojos que Valvanera irrumpa dentro de sus términos dominicales.
Por el contrario,
en los núcleos situados en el Somontano, al norte del monasterio, se efectúa un
gran número de operaciones de compraventa, gestión impulsada directamente desde
las dependencias e iglesias filiales (Santa María de Cañas y San Quirico de
Nájera) que Valvanera poseía en esta región. He aquí su especificación: en
Cañas, 8 tierras de cereal y 19 viñas; en Alesanco, 2 viñas; en Cordovín, 2
viñas; en Badarán, 1 tierra de cereal; en Nájera, 3 tierras de cereal, 3 viñas,
1 solar (para la construcción de un molino), 3 vices de molino
y 1 huerto; en Villarejo, 1 tierra de cereal; y en Manzanares, 1 viña.
En los núcleos
situados al oeste de La Rioja, de mínima importancia para la evolución del
señorío, la abadía adquiere en la población de Ibrillos 3 tierras de cereal y 1
viña de 30 cepas; en Grañón, 1 tierra de cereal; y en Viloria de Rioja, otra
tierra.
Sin determinar su ubicación, recojo una heredad.
En su expansión
hacia el Norte, Valvanera tropieza con las propiedades de varios señoríos,
tanto de abadengo como laicos, pero especialmente con las del monasterio de San
Millán de la Cogolla, suceso que se repetirá a lo largo de toda la Edad Media
(1, 18, 33, 60 Y otros) 45, sin que, por ello, se constaten
agravios serios entre ambas casas.
2.2.1.2 Compras
realizadas por parte del monasterio y de sus iglesias filiales
Las compras de
bienes patrimoniales son ejecutadas no sólo por la casa madre, sino también por
las dependencias monásticas: San Quirico de Nájera y San Martín de Cañas.
A pesar de los
pocos datos que nos proporciona la documentación, se aprecia el posible grado
de autonomía que las iglesias filiales detentaban con relación a Valvanera. Su
prior o deán tiene facultades para efectuar compras, como se constata en
múltiples casos. Esta autonomía resultará más amplia cuanto mayor sea el
crecimiento y desarrollo del dominio. Ahora bien, incluso entonces, las
dependencias sienten sobre sí el peso del máximo responsable del cenobio, el
abad, puesto que actúan bajo las órdenes directas de su superior: domno
Sancio, presbiter de Sancti Quirici et Iulite, sub iussione domno Albaro
abba (1,45 y 15 casos más). En total se efectúan 30 compras, de las
que 5 se realizan entre 1035 y 1050; 20, entre 1051 y 1075; y 5, entre 1076 y
1085. Cifras éstas, por lo demás, aproximativas, ya que en varias ocasiones la
carta de compra no hace alusión alguna ni a la abadía ni a la decanía, sino que
el escribano denomina al adquiriente como domno, hecho que
induce a pensar que se trataba del deán o prior de las iglesias filiales.
A partir del año
1068, aproximadamente, los centros dependientes no se ocuparán ya más que de la
propia explotación de los bienes adquiridos con anterioridad a esta fecha en
sus alrededores.
Son varias las
iglesias filiales que componen el patrimonio de Valvanera. No obstante, sólo
dos, las ya citadas de San Martín de Cañas y San Quirico de Nájera, poseen
cierta prosperidad económica.
La localidad de
Cañas contaba en el sigloXI con tres monasterios: el de Santa María, iuxta
vicum qui dicitur Cannis, in superiori parte positum; el de San
Miguel, junto al pueblo, entre dos riachuelos 46; y el de San Martín, que
estaba situado in via de Balles (I, 12).
Este último
aparece anexionado al monasterio de Valvanera antes de 1035, año del
primer testimonio documental sobre el dominio monástico, sin que, en ninguna
carta, se haga constar la identidad de su donante. Muy posiblemente, Sancho III
el Mayor de Pamplona, con el fin de proporcionar a la abadía un mayor desahogo
económico, fuese el benefactor 47.
El prior de San
Martín realiza una serie de compras, en su mayoría viñas, con el fin de
suministrar a la casa central la cantidad suficiente de vino, tan necesario para
su consumo diario y para las necesidades litúrgicas. Precisamente, uno de los
papeles que acabó desempeñando consistía en la adquisición de ese producto,
quizá como respuesta a las necesidades marcadas por la casa central. Gracias a
esta coyuntura favorable, durante la primera parte del siglo XI, San Martín
gozó de una situación económica bastante desahogada. Según A. Urcey Prado, su
prior ayudó mucho a Santo Domingo de Silos en su empeño por restaurar el
priorato de Santa María, en Cañas, filiación de San Millán 48.
Por el contrario,
a finales del siglo XI la explotación de la iglesia no debía de resultar muy
rentable. A partir de 1089 no hallamos noticias sobre dicha decanía.
Es muy probable que los monjes de Valvanera arrendaran a un particular los bienes
que antes ostentaba la dependencia, quedando aquél encargado de realizar las
tareas propias del prior. Así, a partir de la fecha indicada, será un laico,
acompañado de su esposa, el que gestione las compras de bienes en favor del
monasterio (1, 188 y 191).
San Quirico y
Santa ]ulita, qui est /undato in urbe Naiera, in barrio qui dicitur
Balquerna(1, 13), también decanía de Valvanera (I, 186), aparece
citado en la documentación a partir de 1047, por lo que es muy
posible que formase parte del patrimonio monasterial desde sus comienzos (1,
13) 49 o bien fuese donación del monarca García el de Nájera. Este rey hizo al
monasterio varias donaciones y, aunque no se especifican, una de ellas pudo ser
San Quirico de Nájera 50.
La iglesia
najerense entra en acción más tarde que la de San Martín de Cañas y en un menor
número de ocasiones (6 compras). A pesar del escaso protagonismo, hay un. hecho
a resaltar: el interés del monasterio central en adquirir en los alrededores de
Nájera los servicios de un equipamiento molinar, circunstancia que demuestra
que en esta área el dominio poseía tierras de cereal suficientes para el
requerimiento de este útil (1, 45 y 46). Más tarde, y quizá como respuesta a un
cambio en la política económica del monasterio, que ve más rentable la
propiedad y explotación de su propio molino que el alquiler de otro ajeno, el
encargado de la iglesia compra un solare de molino deserto, in loco que
dicitur Speragrano (l, 47) para su construcción.
La compra de dos tierras y una viña completan
la tarea que se llevó a cabo desde Nájera en el intento de formar el dominio.
A la vista del Gráfico de
adquisiciones por compra (Véase G. 1), se puede observar lo
siguiente:
- 1035-1050: etapa de expansión exigua,
propia de los primeros tanteos en la creación y desarrollo del patrimonio, con
escasas compras (el 4% del total), realizadas por parte de la casa central.
- 1051-1075: mayor empeño adquisitivo,
que afecta por igual a las iglesias filiales y al monasterio (el 20% del
total), aunque las operaciones realizadas por las dependencias doblan en
cantidad a las realizadas por el cenobio.
- 1076-1100: es en este período cuando
se realizan el 63% de las compras. Ya a partir del año 1068, y como resultado
de la llegada a la abadía de Valvanera de Álvaro, verdadero protagonista del
engrandecimiento del dominio, el monasterio pasa a ser el artífice de la
política expansionista, relegando a los centros dependientes a un segundo
plano.
- A partir de 1101 va decayendo este
afán expansivo (se desciende al 13% del total), y desde 1117 ya no se efectúa
ninguna compra (al menos no tenemos documentación que lo acredite).
En conclusión, el punto culminante de
la expansión de los centros filiales no se corresponde con el de la casa madre,
sino que aquél es anterior, como anterior será, lógicamente, la reordenación de
sus territorios. Esta situación se produce tan lejos del monasterio porque, en
sus alrededores, las tierras potencialmente adquiribles estaban bajo la férula
de otros poderes señoriales. Habrá que esperar a que la localidad de Villanueva
-una parte de la cual pertenece al monasterio-- sufra graves alteraciones (como
la emigración mayoritaria de sus habitantes hacia la Extremadura castellana en
la segunda mitad del siglo XI, que provocará su casi total desaparición), para
que los monjes de Valvanera puedan pensar en ampliar su radio de acción tanto
en su demarcación como en las de los territorios vecinos.
Mientras que el monasterio realiza
compras allí donde las condiciones son favorables, las iglesias dependientes lo
hacen dentro de un marco geográfico más restringido: San Martín, en el término
de Cañas (19 ocasiones) y en los de Alesanco, Badarán, Cordovín y
Villagonzalo (1 sola vez); y San Quirico, en los alrededores de Nájera (6
testimonios).
Las compras realizadas por estas dos
decanías sirven de complemento a las necesidades de Valvanera, que, al
incorporar tierras de cereal y, especialmente, viñas, así como otros bienes de
más difícil obtención en las proximidades del monasterio, colaboran con la
línea adquisitiva marcada por esta comunidad. Por estas compras (23 viñas, 10
tierras de cereal, 3 vices de molino y 1 solar -para la
construcción de un molino--) se desembolsaron 328 sueldos, 23 argentos y 1 buey
(valorado éste en 10 sueldos).
2.2.1.3 Condición social del vendedor
Según el cuadro de compras relativo a
la condición social del vendedor (véase G. 2), los propietarios son los que se
encuentran, mayoritariamente, en disposición de vender; no así los señores, que
efectúan un número muy reducido de ventas, y ninguna los reyes. Los primeros
realizan 143 transacciones y 8 los señores.
NOTAS
1 J. M. LACARRA, Historia
política del reino de Navarra, desde sus orígenes hasta su incorporación a
Castilla, 1, Pamplona 1972, p. 110.
2 J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR, «La Rioja Alta en
el siglo X. Un análisis cartográfico sobre los comienzos de la ocupación y
explotación cristiana del territorio», Príncipe de Viana, 132-133
(1973), pp. 309-310.
3 J. PÉREZ DE URBEL, «Los primeros siglos de
la Reconquista (Años 711-1038),>, Separata de la Historia de
España dir. por Menéndez Pidal, IV (1956), p. 111.
4 J. E. URANGA GALDIANO y F. ÍÑIGUEZ ALMECH, Arte
Medieval Navarro, I,Pamplona 1971, pp. 20, 40 Y ss.
5 J. M.
LACARRA, Historia política, pp. 112-119.
6 J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR, «Introducción al estudio de
la sociedad altorriojana en los siglos x al XIV", Berceo, 88
(1975), pp. 12 Y 13.
7 De forma simultánea, en el año 912, y rodeando La
Rioja, los condes de la comarca castellana y alavesa hacen un esfuerzo por
llevar la zona defensiva del país de los castillos al Duero. El conde Gonzalo
Téllez desciende con pobladores alaveses por las riberas del Tirón, bordeando
las estribaciones de la Demanda, y se detiene en la histórica ciudad episcopal
de Uxama (Osma); favorece la fundación de San Pedro de Arlanza y, bajo su
protección, comienza a organizarse la villa de Covarrubias. Así queda repoblada
la línea occidental de nuestra región (L. GARCIA DE VALDEAVELLANO, Historia
de España, I, De los orígenes a la baja Edad Media, Segunda
Parte, Madrid 1973, p. 11; y J. PÉREZ DE URBEL, «La reconquista de
CastilIa y León», en La reconquista española y la repoblación del
país, Zaragoza 1951, p. 143).
8 J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR, «La Rioja Alta», p. 316.
9 Historia Latina, fols. 1 v. y ss
10 L. A. MONREAL JIMENO, Eremitorios rupestres
altomedievales (El alto valle del Ebro),Deusto 1989, pp. 175 Y 176.
11 Historia Latina,fols. 12 V. y 13 r.
12 La Perla de Cataluña. Historia de Nuestra
Señora de Monserrate, Madrid 1677, p.382.
13 Compendio Histórico en que se da
noticia de las milagrosas y devotas imagen es de la Reyna de los cielos y
tierra, María Santíssima, que se veneran en los mas celebres Santuarios de
Hespaña, Salamanca 1776, p. 547.
14 Historia del venerable y antiquíssimo
Santuario de Nuestra Señora de Valvanera, en la provincia de La Rioja, Logroño
1761, p. 61.
15 Historia del Santuario de Nuestra Señora de
Valvanera, Logroño 1610, p. 55.
16 Los XL libros del Compendio Historial de las
Chronicas y Universal Historia de todos los Reynos de España, Mondragón
1571, vol. 1, 8, cap. 21, pp. 321-324.
17 Corónica General de la Orden de San
Benito, Madrid 1607-1616; ed. parcial en la (Biblioteca de Autores
Españoles», 1959-1960, a cargo de J. Pérez de Urbe!, pp. 94-95.
18 Nuestra Señora de Valvanera, Valencia
1895, p. 51.
19 A. URCEY PRADO, Historia, pp. 107 Y
108; también en esta línea, J. PÉREZ DE URBEL, Las grandes Abadías
Benedictinas,Madrid, sin año, p. 387.
20 Historia, p. 28.
21 Libros y librerías en La Rioja Altomedieval,Logroño
1979, p. 87.
22 «Introducción al estudio», p. 17.
23 J. M. LACARRA, Historia política, p.
152.
24 J. PÉREZ DE URBEL, «Primeros siglos de la
reconquista», p. 319.
25 Fol. 21 V.
26 «qui helemosinas pie gentis nullos alios reditus
habentes preter Villam Novam a piissimo rege Garsia eis donatam vivebant satis
cum labore" (Historia Latina, fol. 19 r.).
27 Alfonso VI, rey de León y Castilla,
al confirmar la donación de la parte correspondiente al monasterio de
Villanueva, dice que antequam ego acciperem Nagera, fui! data et
confirmata a Sancione rege, sci/icet propinquo meo (1, 84).
28 C. SÁNCHEZ ALBORNOZ, «Serie de
documentos inéditos del reino de Asturias», Cuadernos de Historia de
España, 1·2 (1944), núms. 4 y 5; y A. LINAGE CONDE, «En torno a la benedictinización. La recepción de la regla de San Benito en el
monacato de la Península Ibérica a través de Leyre y aledaños», Príncipe
de Viana, 46 (1985), p. 76.
29 A. LINAGE
CONDE, Los orígenes del monacato benedictino, p. 345.
30 C. SÁNCHEZ ALBORNOZ, Orígenes de la nación
española. El reino de Asturias, II,Oviedo 1972, pp. 659 y ss.
31 A. UBIETO ARTETA, Cartulario de San Millán de
la Cogolla (759-1076), Valencia 1976, núms. 140 y 151-153.
32 J. M. LACARRA,Historia política, I,
pp. 165-184.
33 A. UBIETO ARTETA, «Las fronteras de Navarra», Príncipe
de Viana, 14 (1953), p.67.
34 A. UBIETO ARTETA, Cartulario de San
Millán, núm. 166.
35 J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR, El
dominio. p.141.
36 G. DUBY, Economía rural y vida campesina en el
Occidente medieval, Barcelona 1973, p. 111.
37 G. DUBY, Guerreros y campesinos. Desarrollo
inicial de la economía europea (500-1200), Madrid 1983, p. 270.
38 G. DUBY, Economía rural, p. 87.
39 J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR, El dominio, p.
51.
40 S. ANDRES VALERO y C. JIMÉNEZ MARTÍNEZ, «El dominio de
San Martín de Albelda (siglos X-XI)», Segundo Coloquio sobre Historia
de La Rioja, 1, Logroño 1985, p. 345.
41 S. RUIZ DE LOIZAGA, Monasterios altomedievales
del occidente de Alava: Valdegovía. Cómo nacen los pueblos, Vitoria
1982, p. 96.
42 S. MORETA VELAYOS, El monasterio de San Pedro
de Cardena. Historia de un dominio monástico castellano (902-1338), Salamanca
1971, p. 100.
43 Para D. MARIÑO VEIRAS (Señorío de Santa María
de Meira [s. XIl-XVI], La Coruña 1983, p. 56), las donaciones se
revelan como las principales activadoras de la formación y expansión
monásticas.
44 A. UBIETO ARTETA, Notas sobre el patrimonio
calceatense (siglos XIl y XIII), Logroño 1978, p. 28.
45 Para J. A. GARCÍA DE CORTÁZAR (El
dominio, p. 199), sólo inicialmente.
46 A. UBIETO ARTETA, Cartulario de San Millán, núm.
73 y 246.
47 A. PÉREZ ALONSO, Historia, pp. 77 Y
110.
48 Historia, p. 289.
49 En contra de esta afirmación, B. RUBIO (Archivo de
Valvanera. Resumen y compendio y su Dietario desde su «fontal origen» hasta el
día de hoy. Obra manuscrita, sin año, p. 131) expone que fue donada
por Sancho Garcés IV de Navarra en 1074.
50 A. PÉREZ ALONSO, Historia, p. 110.
No hay comentarios:
Publicar un comentario