REINAS Y PATROCINIO
ARTÍSTICO
EN
LA
MONARQUÍA
ASTURLEONESA (siglos IX y X)
MEMORIA
DEL PASADO
1
El tema que abordaremos en esta ponencia abarcará, esencialmente, los siglos IX
y X. No obstante, en ocasiones, dilataremos el arco temporal adelantándolo, a
modo de prólogo, en algún aspecto puntual y rebasaremos la etapa elegida para
reflexionar sobre cuestiones específicas que nos muestran las imágenes miniadas
del Liber Testamentorum de la catedral de Oviedo.
2
Tendremos en cuenta las escuetas noticias aportadas por las fuentes
documentales, algunos textos cronísticos, las inscripciones e incluso ciertas
tradiciones legendarias. Y, por supuesto veremos, desde el punto de vista
artístico, lo que nos aporte la propia obra objeto de tal patrocinio. Esas
obras que llegaron hasta nuestros días y ocupan un papel singular en la
Historia del Arte del medievo están ligadas, fundamentalmente, al ámbito
religioso, con significados, materiales y usos muy diversos.
3
Cuando se analizan esos testimonios se advierte que las piezas más importantes
y notorias, fueron hechas por encargo regio1; por unos monarcas que también
“disponían de patrimonio propio, diferente al del dominio de la corona”2 .
Ellos también solían encargarse de captar a los artífices. Las reinas,
igualmente, contaban con pertenencias personales heredadas y que se
incrementaban con los ajuares recibidos, como dote, con ocasión de sus enlaces
matrimoniales. Con estos bienes de todos los órdenes que poseían, fundaban,
dotaban, donaban y podían ser magnánimas, a título individual, pues su mayor
virtud, junto con el recato, como cristianas y esposas, debía ser la
generosidad3. En ese contexto, también podíamos recordar algunas damas de noble
estirpe. Nos sirve de referente, en el ámbito gallego, a comienzos del siglo X,
Ilduara, la madre de san Rosendo4.
4
En la tradición astur parece que las reinas poseían bastante poder en estas y
otras actuaciones y que su consideración no era poca. Se explicaba, con buen criterio,
en que la transmisión de la corona, desde los primeros tiempos del reino, se
heredaba por vía femenina5. A estas opiniones Amancio Isla Frez añadió nuevas
aportaciones que le permitieron remarcar, otros varios aspectos novedosos
respecto a las damas reales del período visigodo precedente6.
5
Además, donaban junto a su esposo el rey, lo hacían también como reina madre y
como reina viuda. En otras ocasiones dichas acciones se llevaban a cabo con su
consentimiento o beneplácito explícito7.
6
Esas acciones, esa llamada presencia, de la soberana o de la pareja real, se
nos muestran mediante fórmulas diferentes que nominaremos como imago, cuando
hagamos referencia, en sentido amplio, a la presencia o actividad de las
nombradas personalidades en relación con la obra artística sin que, en ella,
aparezca su efigie real; y utilizaremos el vocablo “retrato” cuando el
personaje aludido se haya figurado plásticamente8.
7
En el ámbito de los bienes donados, de los que nos ocuparemos, hemos
seleccionado un conjunto de obras teniendo en cuenta no sólo aquellas que
llegaron hasta nuestros días sino también otras que, por alguna razón especial,
nos pueden aportar, al conjunto, una visión más amplia del momento y del
significado artístico o simbólico de otras. Ambos miembros de la pareja real o
de manera individualizada se ocuparon igualmente de la arquitectura civil;
donaban templos y monasterios y dotaban las casas religiosas con un amplio
repertorio de objetos para usos litúrgicos, entre los que no podían faltar los
libros y, además, monedas de oro9 y plata. Sobre la arquitectura
8
De Froiliuba, esposa de Favila (737-739), sabemos que con su consorte
levantaron, cerca de Cangas de Onís10, un templo dedicado a la Santa Cruz.
Quizá fue el primero edificado por la monarquía asturiana, “inaugurando con
ello un culto de clara raigambre visigoda” 11. En la lápida fundacional, hoy
perdida, se leía: […] Tu siervo Favila con fe viva así la construyó, con
Froiluba, su esposa, y las prendas de su estirpe, sus hijos […]. Por el obispo
Asterio, fueron consagrados a Cristo aquí estos altares […], el día 27 de
octubre del 737 12.
9
A esta ermita nos volveremos a referir más tarde.
10
El rey Silo y su esposa Adosinda (774-783), nieta de Pelayo, se consideran los
fundadores del antiguo templo de Santianes o San Juan de Pravia 13, donde más
tarde fueron enterrados en el pórtico, siguiendo la disposición de los viejos
cánones conciliares14 .
11
De aquel momento se conserva un fragmento de la lápida fundacional en la que,
de forma laberíntica, se puede leer: SILO PRINCEPS FECIT “lo hizo el príncipe
Silo” y de la que ya habló Ambrosio de Morales15. Es el tipo de página agmina o
página tapiz con laberinto que fue conocida en la ornamentación miniada de
manuscritos del siglo X16, como sucede en el códice Vigilano (fol. 19a) y que
tuvimos ocasión de analizar en su momento17.
12
Parece que ese edificio fue la capilla real de una residencia regia edificada
por los soberanos junto al río Nalón. Después de la muerte de Silo (783), el
conjunto se convirtió en un centro monástico al que se retiró la reina viuda el
26 de noviembre del año 785 18. Adosinda tomó el velo monástico del obispo
Fidel19 y en presencia de Beato de Liébana, quien estuvo en la corte como
preceptor y maestro de la soberana para prepararla para su retiro espiritual20.
Con este acto se refrendaba el carácter piadoso de Adosinda y se cumplía con
las disposiciones conciliares de Toledo sobre las reinas viudas21.
13
Si nos atenemos al discutido documento del año 905, la reina Jimena y Alfonso
III fueron quienes donaron el referido monasterio a San Salvador de Oviedo22.
14
El reinado de Paterna y Ramiro I (842-850) fue un período breve pero fecundo
para las artes asturianas, especialmente por la actividad artística que desarrollaron
en las proximidades de Oviedo, en la falda del monte Naranco. Las crónicas
alfonsinas se hacen eco de tales fábricas ramirenses23. Aunque no se sabe con
exactitud a que templo perteneció, es el momento de hablar de una pieza del
mobiliario litúrgico, del Ara del Naranco en el que se cita a Paterna al lado
de su esposo. Se trata de un bloque en forma de paralelepípedo con las caras
estriadas sobre el que se apoya el ara propiamente dicha. Se adorna con una
franja vegetal que recuerda las hojas de yedra24. Los cuatro bordes laterales
rematan los perfiles con un sogueado doble que enmarca una larga inscripción
fundacional. De ella nos interesa el siguiente texto que alude a la pareja
real: […] Tú que por tu siervo el glorioso Príncipe Ramiro junto a la reina
Paterna, su esposa, reconstruiste esta mansión derruida por su vetustez
excesiva y que levantaste por ellos esta ara de bendición, en este lugar suyo,
a la gloriosa Santa María, escúchalos desde tu morada de los cielos y
perdónalos de sus pecados […], 23 de junio del año 848 25.
15
Si prestamos atención al relato del Liber Testamentorum, Mumadonna y su esposo
Ordoño I (850-866), hijo del antedicho Ramiro, fueron muy generosos con la
catedral de Oviedo, confirmando el 20 de abril del 857, los privilegios
otorgados por Alfonso II, añadiendo diversas propiedades, entre ellas, bienes
en el monte Naranco, como la villa llamada Liño y las iglesias de San Miguel y
Santa María de aquel lugar26. A estos bienes hay que sumar distinto tipo de
ornamentos litúrgicos27.
16
La etapa de Jimena y Alfonso III (866-910) fue una de las más largas y
prolíficas de los reinados que nos ocupan. Probablemente en ello influyó la
personalidad del monarca en cuyo retrato moral, según anota el Silense28, se
alude a tres rasgos esenciales diciendo que era profundamente religioso, apto
para la guerra y severo en el gobierno. Además, era un hombre de letras, de
sciencia clarus29. La reina se cree oriunda de tierras navarras e hija de
García Íñiguez30.
17
Sus intervenciones arquitectónicas en Oviedo, la capital del Reino ya
consolidado, debieron ser relevantes y embellecieron la urbe. En una lápida,
empotrada en la actualidad, en la catedral de Oviedo se habla de las defensas
de la ciudad en estos términos: En el nombre del Señor Dios y Salvador nuestro,
Jesucristo, de la gloriosa Santa María Virgen, timbre de gloria para todos, de
los doce apóstoles y demás santos mártires, en cuyo honor fue edificado en este
lugar de Ovetao este templo por el entonces piadoso Príncipe Alfonso: sucediéndole
pues en el reino, desde su muerte hasta hoy, el cuarto de su estirpe, con
similar nombre, Príncipe Alfonso, hijo del rey Ordoño de santa memoria, aprobó
con su esposa Jimena y la joya de sus dos hijos, construir estas defensas, para
mantener incólume la protección y defensa del tesoro de la mansión de esta
santa iglesia, evitando se dé que, puesto que suelen arribar por mar los
gentiles con su ejército de piratas, veamos que aquellas sufran algún daño.
Esta misma obra la hemos ofrecido y sea concedida a la iglesia con derechos
para siempre31.
18
Nuevamente encontramos la “imago reginae” junto al soberano en otra inscripción
que debió estar empotrada en el viejo palacio real, para ser vista públicamente
y, tras diversos avatares, a lo largo del tiempo, pasó al Museo Provincial. Nos
interesa no sólo por el texto que la cubre sino también por la cruz anicónica,
con sentido apotropaico, con el A y la Ω pendientes y con las tradicionales
llamas en los brazos horizontales de la misma. Es una cruz con vástago para
enmangar, visible en muchas construcciones de la época de los referidos
monarcas y que tendrá su máxima expresión en la Cruz de la Victoria que
analizaremos posteriormente. El texto, sumamente expresivo al respecto, dice
así: † Pon Señor, el signo de la salvación en esta casa, para que no permitas
la entrada del ángel exterminador. † En el nombre de Cristo, el príncipe
Alfonso con su esposa Jimena, ordenaron construir esta morada, en la era
DCCCCXIIIa, (año 875 de Cristo)32.
19
También por escrito fueron dadivosos con la sede ovetense, como se advierte,
entre otros, en el documento de 5 de septiembre del año 896 33.
20
La reina y su esposo fundaron y dotaron ricamente, el 24 de enero del año
89134, el monasterio rural de San Adriano de Tuñón35. La iglesia fue consagrada
por los obispos de Oviedo, Iria, Coimbra y Astorga36; hoy cumple función de
templo parroquial. Este ofrece una disposición tradicional acorde los modelos
asturianos de la época37. Posee tres naves y cabecera tripartita, cuadrada por
dentro y fuera. En los paramentos laterales de la capilla central se abrieron
dos pequeños huecos, rematados en arco de medio punto que debían servir para
ayuda del culto.
21
Tuvo, además, las dos dependencias laterales, habituales, a modo de sacristías
y un recinto a los pies flanqueado por dos cámaras penitenciales. Es probable
que haya tenido tribuna adosada al muro del imafronte. Aún conserva las
columnas del arco triunfal en las que no se aprecia la rosca de la nombrada
estructura. Los capiteles se adornan con sencillos motivos vegetales38.
22
Como los edificios de épocas anteriores, el templo estaba policromado. Aún se
conservan fragmentos decorativos en el interior de la capilla central39. En el
muro testero la ornamentación pictórica se ubica en la zona semicircular del
mismo. En la cuerda del arco se dispuso una greca ornada con hojas enmarcadas
por motivos vegetales estilizados a modo de eses muy abiertas. Sobre ella se
colocó un friso de merlones escalonados. Tales motivos discurren, así mismo,
por los muros laterales hasta el arco de triunfo. Sobre las almenas se aprecian
cruces enmangadas que recuerdan el lábaro y se asemejan a modelos que
adquirieron fortuna en la miniatura de la décima centuria. La pequeña ventana
se enmarca por una orla de discos concéntricos y enfilados separados por
trifolias dobles. Los fragmentos deteriorados que se conservan sobre el vano
permiten observar sendas visiones astrales. En opinión del profesor Isidro
Bango, flanquearían una cruz; de tal modo que, dicha composición en su
conjunto, trataría de mostrar una visión de la Jerusalén celeste, como una
fortaleza de la fe frente al Islam40. También se prestó atención a los enmarques
de las hornacinas laterales.
23
La mencionada dotación regia fue abundante, tanto en ricas posesiones de toda
índole como de un numeroso ajuar ex novo para poner en funcionamiento el
cenobio recién fundado. En ella se especifica, detalladamente, el número y
calidad de las piezas, se enumera un buen lote de libros para el culto y se
ofrecen, además, aquellos que eran necesarios para los clérigos41.
24
Continuando con la política de protección de la Iglesia y expansión del reino,
los monarcas fueron generosos con Compostela. Sabemos que allí dignificaron el
templo del Apóstol con una nueva fábrica y un baptisterio42. La solemne
consagración de la basílica tuvo lugar el domingo 6 de mayo del año 89943. En
ella estuvieron presentes toda la familia real, varios prelados, magnates y el
pueblo y otorgaron, como solía ser preceptivo, en tales ceremonias, un diploma
ratificando las donaciones de sus antepasados44.
25
El prestigio de los restos santos de Facundo y Primitivo impulsó al monarca y a
la reina Jimena a efectuar una nueva restauración en el monasterio de Sahagún
que tanto significado espiritual y cultural alcanzó a lo largo de toda la Edad
Media; pues según se relata en la Crónica Albeldense, en el año 88345, los
musulmanes habían destruido, ad fundamenta, el cenobio allí existente46. En
varias ocasiones le otorgaron bienes de toda índole47.
26
Aunque no se conserva en la actualidad, por razones que veremos más tarde,
debemos mencionar, por último, la edificación del castillo de Gozón,
probablemente en el cerro de Raíces, en la ría de Avilés, para defender el
territorio de posibles incursiones marinas48.
27
No menos interés despierta, la presencia de la reina Mumadonna junto a su
esposo don García en el texto de una desaparecida lápida del templo de San
Miguel de Escalada49. No es ella la comitente. Sin embargo, la importancia que
debió tener tal fábrica, en su momento, hace que se consigne, en este texto
sincrónico, su presencia en los siguientes términos: […] Como aumentara el
número de los monjes, por fin construyen el presente templo, desde los
cimientos; estas obras fueron realizadas durante doce meses, en el reinado de
García con su esposa Mumadonna, no por mandato real o valiéndose del sudor del
pueblo sino por la atenta tenacidad del abad Alfonso y sus monjes, en la Era
novecientos cincuenta y uno. Fue consagrado el templo por el obispo Genadio el
20 de Noviembre50.
28
Desde los tiempos del II Concilio de Braga (ca. 572) era imprescindible para
que el obispo consagrase un templo que éste, antes de la ceremonia, por
escritura de donación, dispusiese de los bienes propios necesarios para su
iluminación y para la sustentación de quienes en ella iban a prestar sus
servicios51. A través de la documentación y de algunas piezas que llegaron
hasta nuestros días conocemos la diversidad de obras que componían los tesoros
de la iglesia, esos ajuares litúrgicos que servían para las funciones sacras o
para la ornamentación del santuario52. Considerados como rex sacra eran objeto
de las oportunas bendiciones.
29
La problemática que suscitan los escasos documentos, del período que nos ocupa
y que aluden a donaciones de este tipo, puestos en tela de juicio por los
expertos en la materia sobre su originalidad, no dejan de ser interesantes,
pues tienen valor como testimonio. Es el caso del documento otorgado por
Ermesinda, hija de Pelayo y esposa de Alfonso I, a la iglesia de Santa María de
Covadonga en el año 74053. No menos problemas suscita la generosa dádiva de
ornamentos eclesiásticos y libros ofrecida a la Iglesia de San Salvador de
Oviedo por Mumadonna54 y Ordoño I en el año 857. A la figura de la reina
volveremos de nuevo.
30
La generosidad de la reina Jimena y Alfonso III no fue menor en este campo.
Siguieron las pautas ya descritas en los períodos anteriores. A ellos se debe
la Cruz de Santiago donada en el año 874, ob honorem Sancti Iacobi55, antes de
acometer la fábrica del templo consagrado en el 899. La pieza, que fue robada,
tuvo por modelo la Cruz de los Ángeles (808), ofrecida a la Iglesia de Oviedo
por Alfonso II en Casto56. Se componía de un alma de madera, de brazos iguales,
ensanchados en los extremos y unidos a un medallón central. Estaba revestida de
placas de oro y adornada con motivos de filigrana. En el anverso se dispuso
también, sobre el metal, abundante pedrería fijada mediante el sistema de
cabujón y perlas. Perece que, hacia el siglo XVII, en el disco central se
colocó una cruz. Bajo ella estaba el loculi con la reliquia del Lignum Crucis.
En el reverso, esta zona se ornó con una placa cuadrangular de esmalte
cloisonné. En ella se ubicaron dos palomas picoteando algún objeto que podía
ser una fruta. La gama cromática se reducía al blanco, rojo, azul y verde.
Enmarcaban el recuadro una fila de perlas y otra de bullones dorados. El resto
del espacio del medallón central se cubría con labor de filigrana y, en
tiempos, tuvo ocho chatones engastados. En los extremos de los brazos hubo un
medallón ovalado con una piedra engarzada.
31
En el reverso de la cruz se dispuso, repujada, la inscripción con el nombre de
los comitentes, el destinatario, la fecha y el recuerdo del lema constantiniano:
† En honor del santo apóstol Santiago / la ofrecen los siervos de Dios el
príncipe Alfonso y la reina Jimena / Esta obra se concluyó en la era 912 (año
874). Con este signo se vence al enemigo. Con este signo se defiende al
piadoso57.
32
Las anillas del extremo inferior de los brazos horizontales son el recuerdo del
A y la Ω pendientes.
33
En el año 908, los referidos monarcas ofrecieron una cruz a la Iglesia de San
Salvador de Oviedo58. Se conoce como Cruz de la Victoria, emblema de la
monarquía asturiana. Desde entonces forma parte del tesoro catedralicio59. El
texto de la inscripción, soldada en el reverso de los cuatro brazos, dice así:
† Consérvese con favorable acogida esto que, en honor de Dios, ofrecen los
siervos de Cristo, el Príncipe Alfonso y la reina Jimena. Quienquiera que se
atreva a robar este nuestro donativo, que perezca bajo el rayo divino. Esta
pieza fue hecha y cedida a San Salvador de la sede de Oviedo. Con este signo se
defiende al justo, con este signo se vence al enemigo; y fue realizado en el
castillo de Gozón, en el año cuarenta y dos de nuestro reinado, corriendo la
era del DCCCCXLVI, (año 908 de Cristo)60 .
34
Es una cruz latina, anicónica, estauroteca, apotropaica, patada y con brazos
trebolados unidos en un disco central, modelo de tradición temprana oriental y
fuerte simbolismo61. Posee un alma de madera de roble y está recubierta con
placas de oro, labor de filigrana del mismo metal, piedras preciosas y
semipreciosas y una serie de interesantes esmaltes cloisonné62 que se disponen
en el rosetón, en el inicio de los brazos y en algún otro punto más de la
Cruz63.
Foto: Cortesía del Cabildo
Catedralicio.
35
En el anverso de la pieza los referidos esmaltes se ubican en parte de los
anillos centrales, entre los cabujones que fijan y sostienen las piedras y los
adornos de filigrana. Predominan en ellos los colores verde, blanco, granate y
algún toque de rojo y su factura es fina y cuidada. En la decoración destacan
los cuadrúpedos con aspecto de liebre, peces y varios tipos de aves, entre las
que se pueden diferenciar pavos reales y águilas que se asemejan a las fíbulas
aquiliformes visigodas64. Partiendo del disco central, los primeros tramos
cuadrados de los brazos de la cruz también se revistieron con esmalte y con los
motivos descritos. El resto de la superficie de la pieza se envuelve en plancha
de oro. El ornato de los brazos de la Cruz es muy curioso. Se divide en tres
bandas; la central es más ancha que las laterales y se eleva sobre ellas. Esa
fórmula dispositiva no es frecuente en la orfebrería contemporánea a la obra
que estudiamos, aunque si es parangonable con la llamada cruz de Berengario, de
comienzos del siglo X y que se custodia en la catedral de Monza65. El
tratamiento del reverso de la Cruz de la Victoria, si se prescinde del rosetón
que es más sencillo que el de la cara opuesta, el mayor interés se observa
sobre los cuatro brazos de la pieza. Como sucede en la Cruz de los Ángeles se
dispone sobre ellos el texto de la inscripción ya aludido66.
36
Por el momento nada podemos decir de la posibilidad de que esta Cruz tuviese
algún adorno pendiente de los brazos, o el Alfa y la Omega de las que ya habla
Aurelio Prudencio 67 y que se contemplan en otras imágenes cruciformes
altomedievales. La filiación de la obra se ha establecido con otras ligadas a
la tradición carolingia y también se le atribuyeron ciertos parentescos con el
Norte de Italia, con piezas esmaltadas como el frontal del altar de San
Ambrosio de Milán o a la corona de Hierro de Monza68 así como con la cultura
hispano-goda69 .
37
Nada sabemos sobre el artífice de la cruz que nos ocupa. No obstante, si
tenemos en cuenta la alusión al castillo de Gozón, ya mencionado y nombrado en
la inscripción, se podría apuntar la hipótesis de un artifex o de un taller
itinerante, conocedor del pasado peninsular, de la tradición carolingia y de lo
que se estaba haciendo en el Norte de Italia. Es decir: acorde con las
tradiciones bizantinas y germanas del momento.
38
Como estamos viendo, la devoción a la cruz está muy unida y desde épocas
tempranas a la tradición asturiana70. Ya se ha hecho referencia a las primeras
advocaciones conocidas a lo que habría que sumar, además de las ricas piezas de
orfebrería, en las que está presente la imago reginae, las pinturas murales de
la iglesia de Santullano, de época de Alfonso II y que parece remedan a la Vera
Cruz71; las del templo de San Salvador de Valdediós, obra de Alfonso III o la
reiterada reproducción de la misma en las placas, empotradas en diversos
edificios72, durante el reinado del referido monarca y de su esposa la reina
Jimena, así como en sepulcros, piezas de orfebrería, las ya citadas pinturas de
San Pedro de Nora y miniaturas desde la décima centuria.
39
Según la tradición legendaria es la cruz que enarboló Pelayo en Covadonga. Sin
embargo, no tenemos noticias escritas, sobre el asunto, hasta el siglo XVI73.
Según esto, todo parece apuntar a un conocimiento temprano de la leyenda
constantiniana74. De ella se tomaría el texto, más amplio en el contexto astur
e incorporado a la inscripción: HOC SIGNO TUETUR PIUS, HOC SIGNO VINCITUR
INIMICUS y que, un siglo antes, en el 808, ya se había incorporado a la Cruz de
los Ángeles.
40
Ambrosio de Morales lo relata de este modo: Los Asturianos cuentan como cosa
muy cierta entre ellos, que al Rey Don Pelayo se le apareció el día de la
batalla una cruz en el Cielo; y así con el esfuerzo de tal empresa, tomando una
cruz no pequeña de roble por estandarte, siguió la victoria que del Cielo se le
mostraba; y de la misma cruz usó después por bandera en toda la guerra con los
Moros75.
41
Según los viejos relatos se guardó en el ya mencionado templo de la Santa Cruz,
cercano a Cangas de Onís. De allí, vuelve a relatar Ambrosio de Morales: “Los
de Cangas me lamentaban á mí como les llevó el Magno de la Iglesia de la Santa
Cruz, que esta cabe su pueblo, aquella cruz, que reverenciaban como gran
reliquia”76. Sería entonces, después de este hecho, cuando la pareja real
revistió la referida enseña, con el rico envoltorio de orfebrería que hoy,
conocida como Cruz de la Victoria y que, pese a los avatares de los tiempos,
contemplamos en la Cámara Santa.
42 No obstante, aunque parece que la tradición
escrita sobre el referido relato legendario se remonta al siglo XVI, tal
recuerdo debió estar vigente en algunas etapas de la Edad Media. Así parece
confirmarlo el hecho de que tal escena haya sido miniada en el Corpus
Pelagianum de finales del siglo XII77. En esa miniatura vemos a Pelayo
enarbolando la cruz en una P de Primum. Para que no haya opción a duda el texto
lo explica con claridad en estos términos: Primvm in Asturias Pelagius regnauit
in Canonicas78.
43
En la catedral de Astorga se custodia la arqueta conocida como de Alfonso III o
de San Genadio. Fue regalada por el monarca y su esposa la reina Jimena a
Genadio, abad del monasterio de San Pedro de Montes y, más tarde, obispo de la
sede astorgana entre los años 909 y 91979. Augusto Quintana Prieto considera
que la obra puede corresponder a la primera década del siglo X, en el breve tiempo
que coincidieron ambos personajes y siendo ya obispo este último; tal vez,
entre abril del 909 fecha de consagración del prelado y el 20 de diciembre del
910, en que falleció el monarca80. Posiblemente la entrega del regalo pudo
coincidir con el acto propiamente dicho de la consagración de Genadio o poco
tiempo más tarde81.
44
La arqueta tiene un diseño troncopiramidal rectangular y tapa también con la
misma estructura. El alma de madera se reviste con planchas de plata y plata
dorada y las aristas se adornan con un cordoncillo muy fino. La estructura baja
de la cista propiamente dicha y la parte inferior de la tapas son prismáticas;
se cubren con ornamentación muy similar, a base de una serie de arquillos de
medio punto rebajados, enfilados y perfilados con cordoncillo. Tanto las roscas
como los apeos y las enjutas se cubren con vidrios coloreados que conforman
motivos geométricos y vegetales esquematizados. Las arquerías de la tapa
enmarcan ángeles de perfil o frontales que elevan una mano en gesto de oración82.
45
En la parte baja de la tapa, el revestimiento metálico ofrece el modelo de
arquillos ya visto y que, en esta ocasión, enmarcan un repertorio de árboles,
de hojas simétricas muy simplificadas83. Podrían simbolizar el Árbol de la
Vida84. Es plausible que el artífice, para ambos pisos de arquerías, haya
jugado con dos modelos de plantillas con las que ha alternado el orden para
conseguir así ambos frisos envolventes.
46
De las dos caras trapezoidales largas, de la parte superior de la tapa, en la del
frente se han repujado las imágenes de los evangelistas Lucas y Juan. Están
efigiados mediante sus animales simbólicos y acompañados de las
correspondientes inscripciones: LVCAS, junto al toro y el águila con el nombre
de IOHAN85. Lucas porta el libro como símbolo del evangelio. Delante de su
figura se han situado dos ruedas de radios curvos. Son las dos ruedas de fuego
que describe Ezequiel (1, 15-21); tocaban la tierra, estaban ante cada uno de
los vivientes y giraban en las cuatro direcciones 86. El águila de Juan es
mucho más naturalista en su factura. En la placa de la cara opuesta, hoy
desaparecida, estarían Mateo y Marcos, completando así la visión del
Tetramorfos87.
47
Los paneles laterales de la tapa se ilustran con las figuras del arcángel san
Gabriel y un ángel con las alas explayadas. Se identifican con las
inscripciones: GABRIHEL y ANGELVS. En la placa que recubre el rectángulo
superior de la cubierta se ubica la imagen del Cordero Místico, portando la
cruz y acompañado de la inscripción: AGNVS DEI. Flanquean dicha figura las
inscripciones de la pareja real donante: ADEFONSUS REX y SCEMENA REGINA.
48
Toda esa placa va enmarcada por una crestería de triángulos enfilados que
albergaban vidrios. Buena parte de tal cornisa ha desaparecido.
49
El solero de esta arqueta, de plata repujada, presenta una cruz semejante a la
Cruz de la Victoria. Sobre los brazos horizontales se dispusieron las flammae o
candelabros y bajo ellas el alfa y la omega correspondientes, como era habitual
en este tipo de cruces de cronología próxima88. Su carácter apotropaico es
evidente89. Además, en las esquinas de la solería se perciben los testigos de
los cuatro bullones semiesféricos sobre los que descansaba la arqueta, protegiendo
así el relieve repujado90.
50
En el año 910, Nunilo y su esposo, el futuro Fruela II (924-925)91, donaron a
la iglesia de San Salvador de Oviedo la Caja de las Ágatas que hoy se custodia
en la Cámara Santa92. Tanto por el diseño formal, como por la disposición
ornamental se ha puesto siempre en relación con la arqueta de la catedral de
Astorga93. La pieza que nos ocupa posee un alma de madera recubierta de láminas
de oro repujado, en las que se insertan un buen número de placas de calcedonias
listadas y pulidas, piedras preciosas y semipreciosas fijadas mediante
cabujones, perlas y esmaltes94
Foto: Cortesía del Cabildo
Catedralicio.
51
Muy significativa es la placa de plata repujada que cubre la solería, similar a
la de la Arqueta de San Genadio pero mucho más compleja desde el punto de vista
compositivo y con mayor perfección formal. El centro está presidido por una
cruz ornada con motivos geométricos y los cuatro bustos simbólicos de los
evangelistas, con la cabeza vuelta y afrontados hacia el centro de la misma. A
esto hay que sumar las cuatro ruedas de fuego de la visión de Ezequiel ya
nombradas.
52
Todo el diseño perimetral de esta plancha está recorrido por la inscripción con
el siguiente texto: † Consérvese con favorable acogida esto que, en honor de
Dios ofrecen los siervos de Cristo, Fruela y Nunilo, por sobrenombre Jimena:
esta pieza fue hecha y cedida a San Salvador de la (sede) de Oviedo.
Quienquiera que se atreva a robar esta nuestra donación, que perezca bajo el
rayo divino. Fue ejecutada en la era del DCCCCLVIIIa, (año 910 de Cristo)95.
53
La tapa de la arqueta se remata con una pieza cuadrangular reutilizada. La
profesora Isabel Ruiz de la Peña González apunta, con buen criterio, que pudo
proceder del tesoro real y de datación temprana (¿750-800?). Fue “acaso
producto de los intercambios entre Alfonso II y Carlomagno, regalada por Fruela
II para enriquecer la donación”96. La referida placa de oro, rectangular y de
remate ondulante está enmarcada por una banda de fragmentos irregulares de
cristales de granates. Este motivo se dispone, armónica y simétricamente, en el
interior de la placa, generando en el centro, una cruz y doce espacios más.
Sobre la banda vidriada se dispusieron cabujones que fijan piedras pulidas y
perlas. En los referidos doce espacios se advierten esmaltes, de rico colorido,
que representan diversas especies animales: cuadrúpedos, aves, peces y
reptiles97. Víctor Heinrich Elbern ha establecido conexiones plásticas e
iconográficas entre aquella y modelos europeos anteriores al año 800 98.
54
Por otro lado, el citado autor germano apuntaba, además, la hipótesis de que la
cuestionada placa podría haber formado parte de un relicario o incluso que,
ella misma, lo hubiese sido. La restauración reciente de la obra, después del
robo de la Cámara Santa en el año 1977, ha permitido observar en el reverso de
la misma las huellas de un corchete, por lo que es probable que, en su origen,
haya sido un broche de un manto real99. En todo caso, desde el punto de vista
funcional, la Caja de las Ágatas pudo haber servido tanto de relicario como de
receptor de la reserva eucarística.
55
Como ya escribimos en otro momento, la importancia que se da a los suelos de
ambas arquetas con la representación de la Cruz y el hecho de que en la Caja de
las Ágatas se disponga, en este lugar, la inscripción con el anatema y el
nombre de los regios comitentes, nos hace pensar que, probablemente, ambas
piezas se pudieron concebir, para estar colgadas100. Además, en ambos
relicarios, se ha tenido especial cuidado de colocar los cuatro bullones, a
modo de patas, para apoyarlas sobre una superficie, mostrando el aprecio por su
ornato y evitando así que el peso de las cajas pudiese dañar los motivos
repujados101.
56
Sobre artífices, talleres y disponibilidad económica desconocemos la autoría de
los artífices de estas piezas suntuarias en las que intervino la “imago reginae”.
No obstante, dadas las circunstancias sociopolíticas del Reino asturiano, no
sería fácil asegurar la existencia de talleres áulicos permanentes, de talleres
que trabajarían en torno a un artifex, como parece debió haber en Toledo102.
Cabría también la posibilidad de la existencia de algún taller de tales
características con el que se pudiese comerciar y obtener ese tipo de obras o
que a él se hiciesen los encargos regios pertinentes103. Si esto fue así, no
sabríamos en qué punto geográfico ubicarlos. Incluso, si tenemos en cuenta la
noticia que aporta la inscripción de la Cruz de la Victoria, se podría sugerir
la presencia de un taller itinerante instalado, al menos para tal ocasión y, a
petición de los monarcas, en el castillo de Gozón.
57
Se han hecho muchas conjeturas sobre la disponibilidad económica de la
monarquía astur para poder llevar a cabo las ricas joyas que estamos
analizando. Por lo que se refiere a las de la época de la reina Jimena y
Alfonso III se ha supuesto que se generaría mediante el botín conseguido de los
musulmanes. Posiblemente se obtendría la riqueza de los 100.000 sueldos que, en
los últimos lustros del siglo IX, pagó por su rescate Hasim ibn ´Abd alAziz, valido
del rey Mohamed I, prisionero en Oviedo del nombrado monarca astur104.
Probablemente también alcanzó aquella rica fortuna para sufragar los gastos de
la Arqueta de San Genadio pues consta que, al final de sus días, el soberano
aún disponía de un buen tesoro, como parece atestiguarlo el hecho de que
entregase, al obispo de Astorga, 500 monedas de oro para la Iglesia de
Compostela. El deseo no pudo ser cumplido por Genadio; se lo apropiaron sus
hijos. Solo en el 914, después de la muerte de don García, parece que la
Iglesia del Apóstol recibió el legado105.
A
propósito de los libros 58 Recordemos por último que, entre el conjunto de
objetos, para uso litúrgico, mencionados en los documentos aludidos en los que
las reinas figuran como donantes, debemos traer a colación los libros, tanto en
la dotación fundacional como a posteriori. Eran imprescindibles para el
servicio religioso106 en templos y centros monásticos, así como para la
formación de los clérigos. También hubo alguna biblioteca particular de las que
se sirvieron ciertas damas para su instrucción general107 y, más concretamente,
para la preparación previa y necesaria para quienes buscaban el retiro
espiritual108.
59
En el contexto regio que nos ocupa, el período de la reina Jimena y Alfonso III
resultó propicio para ello109. El rey fue un “gran bibliófilo y devoto
isidoriano”110 y dinamizó la actividad cronística en el Reino111. Sirvan de
ejemplo la ya citada fundación y rica dotación de San Adriano de Tuñón (891),
en la que se especifican los volúmenes otorgados et alios libros quantosque ad
clericos pertinet112; la donación del año 905 a la Iglesia de Oviedo, en la que
se hace mención de libros etiam diuina pagina plurimos113 o la del año 908 en
la que también se anota una abultada nómina114.
60
Cualquier momento era bueno para este gesto de generosidad regia. Lo habitual,
era que se efectuase coincidiendo con circunstancias especiales y que se
llevase a cabo en espacios sacros o en recintos áulicos, como veremos más
tarde.
Sobre
los retratos de las reinas 61 No conocemos imágenes regias, “retratos”, de
estas soberanas, contemporáneos a su época115. Hay que esperar bastante tiempo,
para encontrar una serie verdaderamente interesante de miniaturas con sus
efigies116. Nos referimos a las ilustraciones del gran cartulario, de
principios del siglo XII, al Liber Testamentorum de la catedral de Oviedo117.
Todo parece apuntar que se realizó durante el episcopado de don Pelayo
(1101-1130)118.
62
Se trata de un liber magnus, de un códice diplomático que, por su importancia
para la sede ovetense, por los documentos que contenía se custodió, en la
Cámara Santa, como una pieza más del tesoro, y no con los libros119. La
preparación del códice se hizo siguiendo los hábitos altomedievales,
disponiendo las miniaturas, a toda página, en el vuelto de cada folio120. La
escena miniada daba inicio a los documentos relacionados con los personajes en
ellas representados. Según su contenido vemos a la pareja real, al prelado
receptor de los bienes y a sus acompañantes civiles o religiosos 121. Además,
como ya señalamos en otro momento: estas imágenes reales aportan un gran efecto
administrativo y propagandístico obtenido mediante los recursos propios de la
época: los regalía, las cartelas, los gestos y las actitudes, refrendando
además el valor histórico del documento que acompañan 122 .
63
Uno de los aspectos más notorios del liber es el protagonismo que adquieren las
reinas. Sin embargo, no a todas se les da el mismo tratamiento, ya que mientras
a unas se las coloca al lado del rey, en otros casos se efigian en un espacio
inferior123. Además, debemos considerar igualmente que, las reinas no llevan
algunos de los regalia, es decir, los objetos propios de su condición, los
atributos simbólicos específicos de los soberanos y de la monarquía124. Así,
las reinas no portan corona. Se cubren con el maphorion y su dignidad se realza
con nimbos de oro y plata. “Solamente en los retratos de Mummadonna y de Jimena
se atisban, sobre la toca, lo que pudiera recordar un hilo de perlas
ensartadas”125. Los mantos de las reinas son bastante suntuosos y de variado
colorido. Se disponen sobre los hombros y se cierran en la parte delantera. En
algunas imágenes, tanto estas prendas como las túnicas parecen confeccionadas
en ricos tejidos126.
La reina Jimena y Alfonso
III. Liber Testamentorum,
catedral de Oviedo.
Foto: Cortesía del
Cabildo Catedralicio.
64
El trono, como es sabido, junto con la corona son los símbolos más
representativos del soberano127. Es interesante el trono de la reina Elvira
(fol. 49vº), similar al de Ordoño I (fol. 8vº). Se trata de un mueble, tipo
butaca, diseñado de perfil, con alto respaldo; se completa con un sencillo
escabel128. En el caso de la reina Mummadonna (fol. 8vº) el trono es un rico
asiento tipo kurul, modelo habitual en el mundo clásico. Remata los extremos en
prótomos de felino muy bien diseñados. Se engalana con almohadones y
faldistorio de vistosos tejidos rayados129. En otros casos, los protagonistas
de la escena se sientan en un banco corrido. En ese caso el rey preside la
composición y está flanqueado por la reina y por el prelado que recibe el
testamentum. Estos últimos modelos de muebles son sencillos, sin respaldo y con
brazos altos. El asiento se cubre con el correspondiente almohadón. Así son los
de Jimena, Alfonso III y Gomelius (fol. 18vº) y el de Alfonso V, su madre la
reina Elvira y Gudesteo130 (fol. 53vº). Este último es de factura más torpe.
65
Además de los mencionados símbolos, algunas soberanas portan, o se ponen en
relación con ellas, otros tres atributos específicos. A las reinas Jimena y
Nunilo (fol. 32vº) su cubicularia respectiva les ofrece una rama florida, con
siete tallos; la sostienen con el dedo pulgar y corazón. Tanto por el citado
gesto, como por el pomo inferior que las remata es evidente que no se trata de
un elemento o de una actitud cualquiera. Esa rama, a lo largo del tiempo, tuvo
complejos significados y fue símbolo de santidad y esperanza en la vida futura;
aspectos que eran inseparables de la vida piadosa y de la generosidad de tales
reinas asturianas131. Y para que no haya duda al respecto sobre estas
cuestiones, la reina Nunilo lleva en su mano izquierda una moneda de oro,
expresión plástica de sus dádivas con la Iglesia de Oviedo. La pedisecua de
Jimena y de Elvira (fol. 53vº) sostienen en su mano una palmeta. No obstante,
aunque la palma es un signo de victoria, en el contexto ceremonial en el que
aparece, es probable que se trate de un flabelum132. El tercer elemento que
debemos destacar es el Libro de los Salmos, lo que es fácilmente comprensible,
ya que la Iglesia quiso hacer de este libro veterotestamentario el contenido
fundamental de la oración. En el que Mummadonna muestra a sus damas, abierto,
lo hace por el Salmo 50 conocido por el vocablo inicial, como Miserere133. El
libro de Elvira (fol. 49vº) se abre por el Salmo 142. En él se suplica la
misericordia divina para poder cumplir su voluntad. En ambos casos se trata de
salmos penitenciales, muy populares en el ámbito hispano de la época que nos
ocupa. Por la actitud gestual de los personajes se puede colegir que están en
plena salmodia134.
66
El objeto visible de la donatio en estas miniaturas se materializa, de manera
figurada, en la representación de la cartela con el epígrafe Testamentum que
debemos entender como documentum.
La donatio y los
espacios ceremoniales
67
La celebración de tales actos solemnes solía acontecer en el templo o en
espacios áulicos convenientemente engalanados. En el primer caso y, a modo de
ilustración, recordemos la celebración litúrgica en la que está presente Ordoño
II y la reina (fol. 26vº), ante el altar y en un plano inferior, portando en
sus manos la tantas veces nombrada cartela y lo que parecen monedas de oro135,
similares a la pieza dorada que sostenía Nunilo.
68
La recreación de la ceremonia, presidida por Jimena y Alfonso III, tiene lugar
en un ámbito de apariencia civil. La línea y el colorido del fondo sugieren la
disposición de un estrado, con un banco corrido en el que toman asiento los
monarcas y el prelado. En un escalón inferior que bordea tres lados de dicha
plataforma y, algo adelantados, se colocaron la pedisecua y el acólito del
obispo. En el frente, a modo de friso, y en los extremos del mismo, vemos otra
dama de la reina y un segundo acólito; en medio de ambos se situaron tres
miembros de la guardia real con sus respectivas armas. Un gran arco adornado
con ricas telas protege y dignifica a los protagonistas de la ceremonia como si
de una apparitio regia se tratase 136. Un recuerdo áulico, pero más simplificado
sugiere el recinto en el que se ubican los “retratos” de Mummadonna137 (fol.
8vº), Nunilo (fol. 32vº)138 y Elvira (fol. 49vº), esposa de Vermudo II139 .
Memoria del pasado
69
Dado el protagonismo que alcanzaron las reinas en las miniaturas del Liber Testamentorum,
algunos especialistas en la materia han tratado de buscar una explicación al
asunto. Mientras que para algunos podría deberse a que la obra se realizó
pensando en la reina Urraca140, para María Josefa Sanz Fuentes el libro se hizo
como homenaje a Alfonso VI y no para esa soberana141, ya que el rey fue amigo
del obispo Pelayo, hacia 1075 visitó Oviedo, en su presencia se abrió el Arca
de las Reliquias y, él mismo, efectuó una rica donación. Con tal dádiva parece
que se engalanó con el recubrimiento argénteo, la estructura de madera del Arca
Santa que hoy preside la Cámara Santa142. Por otro lado, la referida autora
señala, pensamos que muy certeramente, que el protagonismo que parece asignarse
a las reinas en el códice se haría pensando en Sancha, su madre, que heredó el
trono a la muerte de su hermano Vermudo III, ya que “gracias a una reina,
Sancha, es Alfonso, su hijo, rey de León y de Asturias”143. También gracias a
ella, como venía siendo habitual en el reino, Fernando su esposo, hijo de Sancho
el Mayor de Navarra, se convirtió en rey de León. Ella era hija de Alfonso V y
nieta de la reina Elvira que está efigiada en el referido códice dos veces,
como esposa de Vermudo II (fol. 49vº) y como madre del nombrado Alfonso V (fol.
53vº)144. Se ensalzó a Sancha al lado del rey en el Liber Testamentorum (fol.
59vº). Su retrato, se dispuso antes del documento concerniente a las actas del
Concilio de Coyanza, de donde fue arrancado145.
70
En todo caso, parece evidente que después del traslado de la corte a León los
tiempos fueron duros para el Reino. Hay que esperar a la época de Fernando I y
Sancha (1035-1065) para encontrar un período relevante. En esa etapa se
advierte la pervivencia de la tradición anterior asturiana representada por la
herencia familiar de la reina y la apertura hacia las nuevas formas imperantes
en otras zonas ultrapirenaicas y que provenían del ámbito navarro del que
descendía el monarca146. A la vista de las obras artísticas que son los
aspectos que más nos interesan, se percibe una clara sintonía entre ambos
personajes, si bien en las fuentes documentales o en otras, prevalece más
acusado el protagonismo del rey, de acuerdo con la mentalidad del momento147.
71
Es evidente que los tiempos y las formas cambiaron, pero los ideales profundos
se mantuvieron; su generosidad con la Iglesia leonesa y su patrocinio artístico
no parecen distar demasiado de los de sus antepasados Jimena y Alfonso III148.
Como punto de partida a esta labor debemos considerar la decisión, por parte de
la pareja real, de enterrarse en León y de construir un panteón regio149. Para
ello se comienza a reedificar, en piedra, la vieja iglesia de San Juan de la
que ya, Alfonso V se había ocupado150. En 1063, por acuerdo con Almotamid de
Sevilla se determina “la entrega de un cuerpo santo, y esta es la razón de la
llegada de San Isidoro a León”151. Después de la arribada del Arca Santa desde
el Monsacro a San Salvador de Oviedo, en época de Alfonso II, fue éste, el
segundo gran traslado de reliquias en el Reino152.
72
Diciembre de 1063, fue un año memorable en el reinado de estos monarcas. En él
llegaron a León las mencionadas reliquias del Santo hispalense, se consagró la
nueva iglesia en su honor y los soberanos le ofrecieron una rica dotación
litúrgica y profana y a ella se trasladaron sus reliquias153. En la lectura de
tal documento parece que se intuyen algunas de las piezas que llegaron hasta
nuestros días154. Entre tales obras debemos recordar la arqueta de marfil
conocida como de San Juan y San Pelayo155. Parece que fue encargada por la
pareja real, en 1059, según figuraba en una inscripción, desaparecida, que leyó
Ambrosio de Morales en el siglo XVI156. En ella, el nombre de Sancha figuraba
junto al de su esposo157. Es una estructura de madera con tapa en forma de artesa.
Estaba revestida con ricas labores de metal, hoy perdido y placas de marfil con
el apostolado.
73
En el diseño de la tapa se combinan cuatro superficies trapezoidales y, la
superior rectangular. En ésta se dispuso el Cordero apocalíptico. En las dos
frontales la imagen de San Miguel alanceando al dragón y dos ángeles, en las
laterales jerarquías angélicas y, en los espacios angulares, de las caras
frontales, las representaciones figuradas de los cuatro ríos del Paraíso158.
Como vemos, la estructura y el ideario de esta obra nos remiten a la arqueta
que Jimena y Alfonso III donaron a San Genadio.
74
Desde su llegada a León, como era habitual en estos casos, las reliquias de San
Isidoro se dispusieron en un arca de plata, con rica decoración, que se guardó
dentro de otra muy suntuosa. Durante la invasión francesa, la urna exterior fue
despojada del rico envoltorio y la de plata sufrió grandes desperfectos por lo
que debió ser restaurada a mediados del siglo XIX159. El arca tiene forma de
paralelepípedo y se eleva sobre un zócalo. La cista se organiza en seis paneles
cuadrangulares en las superficies largas y dos en los tramos cortos. Están
separados por pilastras. La cubierta, reconstruida, tiene forma de artesa poco
pronunciada. Está configurada por un alma de madera recubierta de planchas de
plata y plata dorada, ornada con grecas florales, cordoncillos, lacerías y
pequeños elementos arquitectónicos repujados y grabados. El programa
iconográfico está inspirado en el Génesis; algunas se han perdido en los
destrozos mencionados y se alteró el orden de otras.
75
La estructura actual de la tapa se cubre hoy con otros tantos personajes
intercalados con motivos vegetales. La imagen central es una figura regia como
se puede constatar por el manto y la corona, con el gesto de dar una orden.
Recuerda viejas fórmulas de los monarcas carolingios160. Parece que en el siglo
XVIII había otras cinco figuras más que, probablemente, corresponderían a la
reina y sus acompañantes. De ser así, podríamos estar ante el séquito de la
pareja real y se trataría, muy posiblemente, de Fernando I Sancha, como
monarcas comitentes de la obra y a la manera del cortejo imperial musivario de
Ravena161. En tal caso, tendríamos un primer “retrato” de la reina Sancha
corroborando, con su efigie, su generosidad ante la Iglesia.
76
Sobre la pieza se ha dicho que podría tratarse de una obra de importación. No
obstante, teniendo en cuenta que hay otros trabajos coetáneos con rasgos
similares, ya hemos propuesto, en otra ocasión que, sería factible considerarla
como una labor de factura leonesa, pero realizada por un artífice foráneo; un
artífice que conocería bien lo que se estaba haciendo en aquel momento,
especialmente en la escuela renana, en el entorno de Hildesheim y de las piezas
encargadas por el obispo Bernward (ca. 1015) como las puertas de bronce de la
catedral de dicha localidad germana162 .
77
La cista se tapizó con un rico tejido musulmán decorado con diaspros y la tapa
se revistió con un bordado163.
78
Otra pieza excepcional es la Cruz de marfil con el Crucificado que hoy se
guarda en el Museo Arqueológico Nacional. Es probable que sea la que se
menciona en el documento de 1063 como aliam eburneam in similitudinem nostri
Redemptoris Crucifixi164. Es una cruz latina que, tal vez, por las dimensiones
que ofrece y por la espiga que presenta en el brazo inferior, pudo servir de
cruz de altar o de cruz procesional. La referida pieza ebúrnea estuvo dorada.
Cristo se representó vivo, con incrustaciones de azabaches en los ojos, barbado
y sin corona. Detrás de su figura se conserva el loculi para la reliquia, pues
se trata de una estauroteca165. Una compleja y magnífica ornamentación
simbólica cubre los bordes. A esto hay que sumar la figura de Cristo
triunfante, sosteniendo el lábaro y rescatando del Hades a los bienaventurados.
A los pies de Cristo está Adán. También el reverso ofrece una abundante
ornamentación junto con las imágenes del Cordero y los cuatro evangelistas. En
sendas inscripciones, en el brazo vertical de la cruz, sobre la cabeza y bajo
los pies de la figura del Crucificado se nombra a los regios comitentes: HIC
NAZARENVS REX IVDEORVM y FREDINANDVS REX. SANCIA REGINA166.
79
En torno a 1060 se ha fechado el Cristo conocido como Crucificado de Ordoño
II167. Es una estauroteca de madera, recubierta de una plancha de oro, sobre la
que se colocó la imagen sagrada, repujada y con la cabeza exenta. Sobre ella se
ve la cartela IHS168. Por el tipo de relieve Serafín Moralejo puso de
manifiesto que la pieza no tenía nada que ver con la época de Ordoño;
establecidos varios análisis comparativos con la arqueta relicario de San
Isidoro, le ha encontrado reminiscencias otonianas especialmente con la cruz de
la condesa Matilde y con la cubierta del Evangeliario de Teófanu. Además, opina
que Fernando I y Sancha pudieron haberla donado a Compostela169.
80
A todo lo expuesto, debemos añadir que la pareja real que nos ocupa, eran
amantes de los libros, al igual que lo fueron sus predecesores Jimena y Alfonso
III170. Entre los códices relacionados con ellos nos atañe, en esta ocasión, el
Diurno171. No fue un manuscrito concebido para la Iglesia, nos interesa,
especialmente, por una de sus miniaturas.
81
El referido manuscrito es una obra compleja. En el (fol. 6vº) se dispone un ex
libris en el que se puede leer: FREDINANDI REGIS SUM LIBER y FREDINANDI REGIS
NECNON ET SANCIA REGINA SUM LIBER. Este Libro de Horas fue encargado por Sancha
en 1055 para obsequiárselo, con toda probabilidad, a Fernando I172. En el folio
208vº, a modo de colofón, se da cuenta del hecho y de quienes fueron el copista
y el miniaturista: Sancia ceu uoluit / quod sum Regina paregit / era millena
nouies / dena quoque terna / Petrus erat scriptor / Fructuosus denique
pictor173.
82 De la riqueza ornamental del manuscrito174
nos interesa la miniatura del folio 6vº. En ella se representa a la pareja
real175, en un ambiente palatino, flanqueando a un tercer personaje sobre el
que se han hecho diferentes interpretaciones176. Las dos figuras se efigian
parejas, lo que nos vuelve a recordar que Sancha era la heredera de la estirpe
y que por ella Fernando adquiere el rango de rey. No obstante y como ya hemos
señalado con anterioridad los regalia específicos los porta el monarca. Además,
es curioso remarcar que, en un afán de mostrarlos al mismo nivel, la reina se
ha elevado sobre un diminuto suppedaneum. En su visión de conjunto advertimos
que estamos ya ante una iluminación plenamente románica17.
83
La reina sobrevivió a su esposo hasta 1071, concluyó las obras de la iglesia de
San Isidoro y dejó constancia de ello en una roboratio suya situada en el muro
occidental del templo178.
84
Este hábito de otorgar grandes dádivas a la Iglesia no se acaba con la reina
Sancha. Sabemos que las damas y religiosas asturianas, al menos hasta finales
del siglo XI, fueron sumamente generosas con San Salvador de Oviedo179.
85
Recordemos, por último, en el recinto isidoriano, ya a principios del siglo
XII, la imagen plástica, post mortem que transmite, a modo de colofón, la
devoción y piedad de la pareja real. Nos referimos al panel de la Crucifixión
de las pinturas del Panteón Real, donde los monarcas aparecen “retratados” en
gesto de oración y ofrenda180. Junto a ellos una inscripción, en parte
desaparecida permite leer dos palabras: FREDINANDO REX181.
La reina Sancha y Fernando
I. Pintura mural, Panteón Real, Colegiata de San Isidoro de León.
Foto: Cortesía del
Cabildo Isidoriano.
86
Pensemos, además, en la visita que el obispo Pelayo de Oviedo, el artífice del
Liber Testamentorum, giró a León a finales de junio de 1109, a la basílica
isidoriana, donde acontecieron hechos maravillosos que presagiaron la muerte de
Alfonso VI, que le sobrevino en Toledo el 1 de julio. Con motivo de tales
acontecimientos se celebró una solemne misa en San Isidoro, precedida de una
procesión desde la catedral al templo isidoriano. En aquella eucaristía Pelayo
fue el encargado de la predicación. En esa visita al referido lugar, sin duda,
ya habría podido estar concluido el citado fresco y el prelado conocería, de
visu, las obras mencionadas y la especial relación que la reina Sancha había
tenido con el nombrado centro espiritual182.
87
A la vista de todos los aspectos enunciados reiteramos nuestro planteamiento de
que, el ideario de gobierno y las dádivas que la reina Sancha y su esposo
habían focalizado hacia la basílica de San Isidoro de León, continuaban siendo
los de sus antepasados los monarcas asturianos, pero muy especialmente, los de
Jimena y Alfonso III.
88
Opinamos que los argumentos expuestos pueden ser una base sólida para
justificar el planteamiento que habíamos hecho de que, tal vez, el papel
relevante de las reinas en las miniaturas del Liber Testamentorum se debe y se
planificó pensando en Sancha. No podía ser en honor de Urraca, pues esta reina
ni se minió en sus páginas ni estaba previsto espacio para introducir su
figura183. Sin embargo, el “retrato” de doña Sancha y Fernando I si lo estuvo
en el desaparecido (fol. 59vº).
89
Es curioso señalar, ya para concluir, el interés que, siglos más tarde, la figura
de esta reina despertó en personalidades relevantes, precisamente ella y no la
pareja real. Pensamos en este retrato literario que, sobre la soberana, a
comienzos del siglo XVII, escribió fray Prudencio de Sandoval184 en estos
términos:
Encarecen, y con razón, las
historias antiguas el gran valor y virtud de la Reyna Doña Sancha, que de más
de ser muy hermosa como dicen y parece por un retrato suyo hecho en sus
tiempos, que yo tengo; dicen que amó mucho al Rey su marido, que le aconsejaba
con grandísima prudencia lo que le convenía. Y miraba por el bien y honra del
Reyno. Y fue reparadora y bienhechora de los Monasterios y Iglesias; que
instigaba al Rey que hiciese jornadas contra los Moros que tenian al reyno de
Murcia y Toledo. Por ser ya el Rey viejo, y verse cansado y enfermo, no hacia
caso de ellos. La Reyna dio todas sus joyas, y recogió quanto dinero pudo, y
hizo juntar un gran exército, y tanto dixo el Rey, que le hizo hacer esta
jornada, y rendir y sujetar los rebeldes. Que quiso siempre á su marido con
amor verdadero, como lo manda Dios. Que fue amparo y socorro de los afligidos,
viudas y enfermos. Que fue finalmente espejo de mujeres de sus Reynos, y siendo
así es creible que goza de Dios en el eterno descanso y vida perdurable185.
90
Después de esta lectura nos preguntamos: ¿sería este “retrato” de la reina
Sancha la miniatura del desaparecido (fol. 59vº) del Liber Testamentorum?
BIBLIOGRAFÍA
Fondos
de Archivos consultados ASIL,
Archivo
San Isidoro de León.
NOTAS
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SCHLUNK, “El arte asturiano en torno al 800”, en Grupo de Estudios Beato de
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“Comentario al Apocalipsis” de Beato de Liébana, 3 t., Madrid: Joyas
Bibliográficas, 1980, 2, p. 136-164 y Dominique IOGNA PRAT, La
Maison Dieu. Une histoire monumentale de l´Église au Moyen Âge, Paris: Le
Seuil, 2006, p. 129-130. Sobre el complejo papel de la monarquía en estas
épocas remitimos a la abundante bibliografía de Amancio Isla Frez.
2 Juan
Ignacio RUIZ DE LA PEÑA, “El rey y el reino en la monarquía
asturiana (718-910)”, en José María FERNÁNDEZ CATÓN (dir.), Monarquía y
sociedad en el Reino de León. De Alfonso III a Alfonso VII, en Fuentes
y estudios de historia leonesa, 133 t., León: Centro de Estudios
Históricos San Isidoro, Caja España de Inversiones y Archivo Histórico
Provincial, 117 (1), 2007, p. 37-84, p. 60.
3 Suzanne
FONAY WEMPLE, “Las mujeres entre finales del siglo V y finales del
siglo X”, en George DUBY y Michelle PERROT
(dir.), Historia de las mujeres, 3 t., Madrid: Taurus
Minor, 2000, 2, p. 223-261, p. 242 y Wendy DAVIES,
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4 Carmen
PALLARES MÉNDEZ, Ilduara, una aristócrata del siglo X, La
Coruña: Seminario de Estudios Gallegos, 1998. A propósito de la donación a
Celanova en el 938, véase: p. 98-123 e id., “Grandes
señoras de los siglos IX y X”, en Isabel MORANT (dir.), Historia
de las mujeres en España y en la América Latina. De la Prehistoria
a la Edad Media, 4 t., Madrid: Cátedra, 2006, 1, p. 423-442. Esta
dama, Ilduara, era prima de Alfonso III. Así se pone de manifiesto en
Manuel DÍAZ y DÍAZ, María Virtudes PARDO GÓMEZ y Daría VIÑARIÑO PINTOS (dir.,
trad. y estudio), Ordoño de Celanova. Vida y milagros de San Rosendo,
La Coruña: Fundación Barrié de la Maza, 1990, p. 27. Para mayor
información sobre las reinas de las tierras el Norte, consúltese: Amancio ISLA
FREZ, “Reinas hispanas en la Alta Edad Media”, en Isabel MORANT (dir.), Historia
de las mujeres en España y en la América Latina. De la Prehistoria
a la Edad Media, 4 t., Madrid: Cátedra, 2006, 1, p. 399-422.
5 J. I. RUIZ
DE LA PEÑA, “El rey y el reino…”, p. 48-50.
6 A. ISLA
FREZ, art cit,. p. 399-421.
7 Así
se pone de manifiesto en un documento en el que Ramiro III (978) da a la
Iglesia de Oviedo el monasterio de Cartavio en estos términos: “Ego
Ranemirus nutu Dei rex una cum consensu genetricis mee regine domne Xemene
simul cum uxore mea domna Urraca facimus kartulam testamenti […]”,
Santos GARCÍA LARRAGUETA, Colección de documentos de la catedral de
Oviedo, Oviedo: Instituto de Estudios Asturianos, 1962, p. 118-120.
8 Etelvina
FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “La imago regis y de la jerarquía
eclesiástica a través de las artes plásticas (siglos IX al XII)”, en
José María FERNÁNDEZ CATÓN (dir.), 133 t., en el Reino de León. De
Alfonso III a Alfonso VII, en Fuentes y estudios de
historia leonesa, León: Centro de Estudios Históricos San Isidoro, Caja
España de Inversiones y Archivo Histórico Provincial, 118 (2), 2007,
p. 46-96, p. 45-46.
9 Aunque
se citarán según los casos, en momentos precisos, sirvan a título ilustrativo
los D solidos auri purissimi que Jimena y Alfonso III
donaron el 25 de enero del 894 al monasterio de San Adriano de Tuñón o las “mille
libras purissimi auri” que los referidos monarcas dieron a la Iglesia
de Oviedo el 5 de septiembre del 896, S. GARCÍA LARRAGUETA, op. cit., p. 54-55
y p. 57-59. A pesar de ciertas dudas surgidas sobre la autenticidad de
algunos documentos de estas fechas, asunto que se aleja de la línea básica de
nuestro trabajo, lo que está claro es que recogen la práctica habitual de que
los reyes altomedievales dotaban a sus fundaciones con objetos suntuosos.
10 Parece
que la primitiva capilla ya era una fábrica de época visigoda y que ahora fue
reconstruida por este, hijo de Pelayo y su esposa. Existió hasta 1936.
Francisco DIEGO SANTOS, Inscripciones medievales de Asturias, Oviedo:
Principado de Asturias, Servicio de Publicaciones, 1993, p. 226-227.
11 J. I. RUIZ
DE LA PEÑA, “El rey y el reino…”, p. 63 y Thomas DESWARTES, De la
destruction à la restauration. L´idéologie du royaume d´Oviedo-León
(VIIIe-XIe siècles), Turnhout: Brepols, 2003, p. 60-63.
12 F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 226 y Ciriaco MIGUEL
VIGIL, Asturias Monumental, epigráfica y diplomática. Datos para
la Historia de la provincia, Oviedo: Principado de Asturias. Consejería de
Educación Cultura y Deportes, 1987, p. 304-306.
13 José
MENÉNDEZ PIDAL, “La Basílica de Santianes de Pravia (Oviedo)”, en GRUPO DE
ESTUDIOS BEATO DE LIÉBANA, Actas del Simposio para el estudio de los
códices del “Comentario al Apocalipsis” de Beato de Liébana, 3 t.,
Madrid: Joyas Bibliográficas, 1980, 2, p. 281-297; Achim ARBEITER y Sabine
NOACK-HALEY, Christliche Denkmäler des frühen Mittelalters, vom 8. Bis
ins 11. Jahrhundert, Hispania Antiqua (Deutsches Archäologisches
Institut, Madrid), Mainz am Rhein: Verlag Philipp von Zabern, 1999,
p. 99-110; César GARCÍA DE CASTRO, Arqueología cristiana de la
Alta Edad Media en Asturias, Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos,
1995, p. 447-451.
14 “Concilio
de Braga I (ca. 561), Canon XVIII”, en José VIVES, Tomás MARÍN
MARTÍNEZ y Gonzalo MATÍNEZ DÍEZ (ed.), Concilios visigóticos e
hispano-romanos, Barcelona-Madrid: Consejo Superior de Investigaciones
Científicas. Instituto Enrique Flórez, 1963, p. 65-77, p. 75.
15 F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 172-174; Ambrosio de
MORALES, Viage a los Reinos de León, Galicia, y Principado de Asturias
en 1572, (1ª éd. 1765), ed. facsímil, Oviedo: Biblioteca Popular
Asturiana, 1977, p. 109 e id., Crónica general de
España (1ª éd. 1574), 2ª ed., Madrid: Oficina de don Benito Cano,
1791, crónica XIII, cap. 12, quien considera que es la más antigua
inscripción de España escrita de forma laberíntica.
16 F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 172.
17 Etelvina
FERNÁNDEZ GONZÁLEZ y Fernando GALVÁN FREILE, “Iconografia, ornamentación y
valor simbólico de la imagen”, en Códice Albeldense 976, original
conservado en la Biblioteca del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial,
(d. I. 2), Madrid: Testimonio Compañía Editorial, 2002,
p. 203-277, p. 235-237. En ambas caras del (fol. 19ro)
y, a toda página, se dispusieron sendas inscripciones. En la primera leemos: OB
HONOREM SANCTI MARTINI y, en el vuelto, del referido folio: MAURELLI ABBATIS
LIBRUM. Se refieren al monasterio de San Martín de Albelda y al abad del mismo.
18 J. MENÉNDEZ
PIDAL, art. cit., p. 281-283 y Luis VÁZQUEZ DE PARGA, “Beato y el ambiente
cultural de la época”, en GRUPO DE ESTUDIOS BEATO DE LIÉBANA, Actas del
Simposio para el estudio de los códices del “Comentario al Apocalipsis” de
Beato de Liébana, 3 t., Madrid: Joyas Bibliográficas, 1980, 1,
p. 35-51, p. 42.
19 Ibid.,
p. 282 y Luis GARCÍA de VALDEAVELLANO, “La época del rey astur Silo y el
documento del año 775”, en El Diploma del rey Silo. Textos
singulares de la España medieval, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1971,
p. 13-29.
20 En
la anónima Vita sancti Beati, abbatis hispanici, en Patrologia
Latina, Paris: éd. personal de Jacques Paul Migne, 96, lib. 1, 8,
col. 894, 1962, leemos al respecto: “[...] Pasado el concilio y arregladas
las cosas en Hispania [...], el santo hombre Beato se convirtió, pensando en la
salvación de su alma, en preceptor de Adosinda, esposa del rey Silo, la cual, a
causa de la tiranía de Mauregato, había tomado el hábito sagrado. Finalmente se
retiró al monasterio de Valcabado (Zamora), donde, continuando con oraciones,
ayunos y estudio de las Sagradas Escrituras, redactó un libro admirable sobre
los misterios del Apocalipsis, y, finalmente, entre célebres milagros, entregó
su espíritu a Dios, al que había servido siempre, 11 días antes del 1 de
marzo del año del Señor de 798 [...]”. Véanse además: J. MENÉNDEZ
PIDAL, art. cit., p. 282; L. VÁZQUEZ DE PARGA, art. cit.,
p. 35-51 y Vicente GARCÍA LOBO y John WILLIAMS, Beato de Tábara:
original conservado en el Archivo Histórico Nacional, Madrid: Testimonio,
2005, p. 27.
21 “Concilio
de Toledo XIII (a. 683), Canon V”, en José VIVES, Tomás MARÍN
MARTÍNEZ y Gonzalo MATÍNEZ DÍEZ (ed.), Concilios visigóticos e
hispano-romanos, Barcelona-Madrid: Consejo Superior de Investigaciones
Científicas. Instituto Enrique Flórez, 1963, p. 411-440, p. 421-422 y
Fray Justo PÉREZ
URBEL, Semblanzas benedictinas, 2 t., Madrid: Voluntad, 1926,
2, p. 15-16, al ocuparse de Beato de Liébana como campeón del adopcionismo
relata, con pluma ágil, cómo debió ser aquella ceremonia: “[...] La reina
Adosinda se consagraba a Dios en el monasterio de San Juan de Pravia. Era
el 26 de noviembre del año 785. Los hombres más insignes del reino,
condes, obispos, abades, habían acudido para despedirse de aquella mujer varonil
y de gran consejo que, heredera del valor de su padre, Alfonso el
Católico, había dirigido largos días el naciente Estado de Pelayo. La ceremonia
fue corta. Adosinda se arrodilló en las gradas del altar, un obispo le puso el
velo en la cabeza, rezó sobre ella una oración, la bendijo y terminó dándole a
besar el pie. Después, mientras los guerreros se reunían para tratar asuntos de
guerra y comentar las noticias que llegaban de Córdoba, los hombres de la
Iglesia se disponían a ventilar los negocios de la religión [...]”.
22 Antonio
Cristino FLORIANO CUMBREÑO, Diplomática española del
período astur (718-910). Cartulario crítico, 2 t., Oviedo:
Instituto de Estudios Asturianos, 1951, 2, p. 296-308; S. GARCÍA
LARRAGUETA, art. cit., p. 59-69 y el estudio diplomático en
Francisco Javier FERNÁNDEZ CONDE, El Libro de los Testamentos de la
Catedral de Oviedo, Roma: Iglesia Nacional Española, 1971,
p. 159-164. Según J. MENÉNDEZ PIDAL, art. cit., p. 282, hacia el
siglo XII, la comunidad pasó al monasterio ovetense de San Pelayo y el
oratorio se convirtió en templo parroquial.
23 “[...]
El rey fundó una iglesia, en la falda del Monte Naranco, distante de Oviedo dos
millas, de admirable belleza y hermosura perfecta y, para no referirme a otras
de sus hermosuras, tiene una bóveda apoyada en varios arcos, y está construida
solamente en cal y piedra; si alguien quisiera ver un edificio similar a ese,
no lo hallaría en España. Además, edificó no lejos de la dicha iglesia palacios
y bellos y hermosos baños [...]”: José Luis MORALEJO, Crónica de
Alfonso III. Versión “A Sebastián”, en Juan GIL FERNÁNDEZ, José
Luis MORALEJO y Juan Ignacio RUIZ DE LA PEÑA, Crónicas
Asturianas, Oviedo: Universidad de Oviedo, 1985, p. 195-261,
p. 217. El texto se refiere a la mal llamada iglesia de Santa María que,
inicialmente, fue aula regia. A poca distancia de esta
estructura se elevó la iglesia de San Miguel, parcialmente derruida y
reconstruida: Emilio CAMPS CAZORLA, “Revisión de algunos problemas de los
monumentos ramirenses”, Oviedo: Boletín del Instituto de Estudios
Asturianos, 5, 1948, p. 95-126; Magín BERENGUER, “Puntualizaciones
sobre los edificios ramirenses del Naranco” (Oviedo, Anuario de
Estudios medievales, 8, 1972-1973, p. 395-403 e Isidro Gonzalo BANGO
TORVISO, Arte prerrománico Hispano. Arte en la España cristiana de los
siglos VI al XI, en Summa Artis, 8 (2),
Madrid: Espasa Calpe, 2001, p. 261-267.
24 F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 101-103 y Achim ARBEITER y Sabine
NOACK-HALEY, Christliche Denkmäler..., p. 156-158.
25 F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 101-103, donde además se recoge
abundante bibliografía sobre la pieza. ¿Se haría para este recinto cuando al
aula regia se le dio uso de templo? Es imposible poder afirmarlo. Desconocemos
la fecha de factura al igual que el momento en el que la próxima iglesia
consagrada a San Miguel pudo, en parte, ser derruida.
26 No
hay duda que los edificios del Naranco son los que aquí se nombran
(fol. 8vo – 9roa) del Liber
Testamentorum. Tomamos el dato de María Josefa SANZ FUENTES,
“Transcripción”, en Elena RODRÍGUEZ DÍAZ, María Josefa SANZ FUENTES, Joaquín
YARZA LUACES y Emiliano FERNÁNDEZ VALLINA, Liber Testamentorum
Ecclesiae Ovetensis, Barcelona: Moleiro, 1995, p. 453-684,
p. 472-473.
28 Fray
Justo PÉREZ DE URBEL. Sampiro, su Crónica y la monarquía leonesa en el
siglo X, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
1952, p. 375.
29 Juan
Ignacio, RUIZ DE LA PEÑA, “La monarquía asturiana (718-910)”, en José María
FERNÁNDEZ CATÓN (dir.), El reino de León en la Alta Edad
Media III. De Pelayo a Alfonso VI (718-1109), en Fuentes
y estudios de historia leonesa, 133 t., León: Centro de Estudios
Históricos San Isidoro, Caja España de Inversiones y Archivo Histórico Provincial,
50, 1995, p. 11-130, p. 115.
30 Claudio
SÁNCHEZ ALBORNOZ, Orígenes de la nación española. El reino de Asturias,
3 t., Oviedo: Instituto de Estudios Asturianos, 1975, 1, p. 631-649.
31 F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 38. Es posible que la referida lápida
estuviese empotrada en el paramento de la fortificación que incluía, al menos,
la basílica del Salvador y el palacio real. Se ha dado como fecha
de redacción de la misma el año 872 o el 873.
33 En
él también ofrecieron al templo de San Salvador mille libras
purissimi auri: S. GARCÍA LARRAGUETA, op. cit.,
p. 57-59.
34 Ibid.,
p. 48-53 y A. C. FLORIANO CUMBREÑO, op. cit., 2,
p. 181-192.
35 Está
situado a unos 24 kms. de Oviedo, próximo a la localidad de Trubia.
36 Parece
que en el referido año 891 fue consagrada la iglesia con la asistencia de
varios obispos. Enrique FLÓREZ, Historia del Reino de Asturias. España
Sagrada, Madrid: Blas Román, 56 (37), 1789, p. 218. La iglesia,
restaurada en el siglo XII, fue donada a la iglesia de Oviedo
en 1075; E. FLÓREZ, Memorias de la Iglesia Exenta de Oviedo.
España Sagrada, Madrid: Marín, 56 (38), 1793, p. 333.
El obispo Pelayo, según consta en una inscripción conservada en el templo,
dedicó sus altares el 11 de agosto de 1108; F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 179-181.
37 I. G. BANGO
TORVISO, op. cit. p. 274-276.
38 En
una restauración de mediados del siglo pasado salieron a la luz unos fragmentos
escultóricos que, posiblemente, pertenecieron a una placa de cancel. Joaquín
MANZANARES RODRÍGUEZ, Arte prerrománico asturiano. Síntesis
de su arquitectura, Oviedo: Tabularium Artis Asturiensis, 1964,
fig. 17 y A. ARBEITER y S. NOACK-HALEY, op. cit., p. 204
y fig. 134.
39 I. G. BANGO
TORVISO, op. cit., p. 287.
40 Ibid.,
p. 287.
41 S. GARCÍA
LARRAGUETA, op. cit., p. 48-53. Poco más tarde se
reitera la generosidad por parte de la pareja real y, en donación del 25
de enero del año 894, se ofrece además D. solidos auri purisimi; ibid.,
p. 54-55.
42 Manuel
NÚÑEZ, La arquitectura prerrománica, Madrid: Colegio de
Arquitectos de Galicia, 1978, p. 140-152; Fernando LÓPEZ ALSINA, “Chronicon
Iriense (finales del siglo XI) sobre la construcción de la
basílica de Santiago por Alfonso III y su solemne consagración por el
obispo Sisnando el 6 de mayo del 899. Tumbo de Santiago”, Santiago
Camino de Europa. Culto y Cultura en la Peregrinación a Compostela,
Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1993, p. 258-259; José GUERRA
CAMPOS, Exploraciones arqueológicas en torno al sepulcro del Apóstol
Santiago, Santiago de Compostela: Cabildo de Santa Apostólica Metropolitana
Iglesia de Santiago, 1982, p. 337-411; I. G. BANGO
TORVISO, op. cit., p. 274 y E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “La imago regis…”, p. 45-96, p. 52.
43 Antonio
LÓPEZ FERREIRO, Historia de la Santa Apostólica Metropolitana Iglesia
de Santiago de Compostela, 11 t., Santiago de Compostela: Imprenta y
Encuadernación del Seminario Conciliar, 1898, 2, Apénd. XXV,
p. 50-53.
44 Ibid.,
p. 46-50; Fernando LÓPEZ ALSINA, La ciudad de Santiago de
Compostela en la Alta Edad Media, Santiago de Compostela: Universidad de
Santiago, 1988, p. 145 y Ramón YZQUIERDO PERRÍN, Las catedrales de
Galicia, León: Edilesa, 2005, p. 59-61.
45 C. SÁNCHEZ
ALBORNOZ, Orígenes…, 3, p. 852 y Fray Romualdo ESCALONA, Historia
del Real Monasterio de Sahagún, Madrid: Joaquín Ibarra, 1782, Ap. III,
nº XX, p. 393.
46 J. GIL
FERNÁNDEZ, J. L. MORALEJO y J. I. RUIZ DE LA PEÑA, Crónicas…,
p. 180 y 254 y María Victoria HERRÁEZ, María Concepción COSMEN, Etelvina
FERNÁNDEZ y Manuel VALDÉS, “La formación de un monasterio románico”, en María
Victoria HERRÁEZ (cord.), Esplendor y decadencia de un monasterio
Artístico de san Benito de Sahagún, León: Universidad de León y
Ayuntamiento de Sahagún, 2000, p. 24-25, p. 26.
47 Ibid., p. 26.
48 C. SÁNCHEZ
ALBORNOZ, Orígenes…, 3, p. 845-846 y Juan URÍA RÍU, “El
emplazamiento del castillo de Gazón en el Cerro de Raíces”, Oviedo: Valdediós,
1967, p. 91-108 y E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “El castillo y la
iconografía en la Edad Media”, en Juan Antonio BARRIO BARRIO y José Vicente
CABEZUELO PLIEGO (dir.), La Fortaleza Medieval: Realidad y Símbolo,
Murcia: Compobell, 1998, p. 215-142 y p. 228-229.
49 José
María QUADRADO, Recuerdos y bellezas de España. Asturias y León, (1a éd. 1865),
2a éd., León: Ámbito, 1989, p. 137, da como fecha el
año 913; Vicente GARCÍA LOBO, Las inscripciones de San
Miguel de Escalada. Estudio crítico, Barcelona: El Albir, 1982,
p. 35-36 y p. 64-65. La lápida estaba situada sobre una de las
puertas de ingreso al templo y Artemio Manuel MARTÍNEZ TEJERA, El
templo del Monasterium de San Miguel de Escalada: “arquitectura de fusión” en
el reino de León (siglos X-XI), Madrid: AEDATME, 2005, p.17-19.
50 Ibid.,
p. 61-64.
51 Hasta
tal punto la cuestión de la iluminación para el templo era importante que, en
el referido sínodo bracarense, se estipula que la tercera parte de cualquier
ofrenda del pueblo será destinada al alumbrado de la iglesia y a su
restauración. “Concilio de Braga II (a. 572), Canon V”,
en J. VIVES, T. MARÍN MARTÍNEZ y G. MARTÍNEZ DÍEZ (éd.), op. cit., p. 83. Muy significativa al respecto
es la mención que se hace, a estos asuntos, en la donación que la reina Jimena
y Alfonso III otorgaron a la Iglesia de San Salvador de Oviedo en el
año 908: “[...] Además, entregamos las rentas del balneario que mandamos
construir en la ciudad de Zamora, que cada mes se cifran en 20 sueldos y
cada año hacen 240 sueldos, para luminaria de la casa, para lo necesario
para los cereros, y para estipendios de las Misas, de manera que en adelante
nunca falte la luz en dicha casa. Ordenamos que los tenga quien fuese prelado
en la catedral de San Salvador de Oviedo, y que tenga cuidado de solicitar cada
mes 20 sueldos a quien estuviese al cargo de dichos baños, de manera que
cada mes se adquiera la cera necesaria para las candelas, los cirios y las
luminarias [...]”; S. GARCÍA LARRAGUETA, op. cit.,
p. 73-79.
52 Isidro
BANGO TORVISO, “El tesoro de la Iglesia”, en Isidro BANGO TORVISO (dir.), Maravillas
de la España Medieval. Tesoro sagrado y monarquía, 2 t., Madrid:
El Viso, 2000, 1, p. 155-188.
53 Se
estudia, detalladamente en A. C. FLORIANO CUMBREÑO, t. 1,
p. 34-38.
54 Antonio
Cristino Floriano realiza la transcripción del documento a partir de dos
ejemplares, de los que dice que “[...] en realidad no se trata de dos
documentos distintos, sino de dos versiones ficticias de un dispositivo
elaboradas sobre un mismo modelo de solemnidades protocolarias, versiones que,
por otra parte son unánimes en una parte de su contenido [...]” Los problemas
que encuentra los achaca a las fantasías eruditas del códice pelagiano.
A. C. FLORIANO CUMBREÑO, op. cit., t. I,
p. 272-278 y en el documento 65, p. 279-290. Véanse en el Liber
Testamentorum (fol. 8vo y fol. 12voa)
y Mª J. SANZ FUENTES, art. cit., p. 472-478
y p. 481-484.
55 Parece
que en ese año la pareja real estuvo en Santiago para ofrecer personalmente al
Apóstol la cruz símbolo de la monarquía astur. Antonio LÓPEZ FERREIRO,
Lecciones de arqueología sagrada, Santiago: Imprenta y Encuadernación del
Seminario Conciliar, 1894, p. 315-322; ibid., p. 169-173;
Antonio GONZÁLEZ MILLÁN, “La Cruz de Santiago: una donación del rey
Alfonso III al Apóstol y a su Sede de Compostela en el año 874”,
en Compostellanum, 38 (3-4), 1993, p. 303-335; Francisco
SINGUL LORENZO, “Réplica de la perdida cruz de Santiago de Compostela”, Signum
Salvtis. Cruces de la orfebrería de los siglos V al XII, Oviedo:
KRK Ediciones-Principado de Asturias, 2008, p. 147-151; Ramón YZQUIERDO
PEIRÓ, “Alfonso III y Santiago: facsímil de la cruz donada a la iglesia de
Santiago”, Alfonso IX e a súa época. Pro utilitate Regni Mei,
La Coruña: Concello da Coruña, 2008, p. 44-46; Helmunt. SCHLUNK, “La cruz
de Santiago”, en Helmunt SCHLUNK y Víctor Heinrich ELBERN (dir.), Estudios
sobre la orfebrería del Reino de Asturias, Oviedo: KRK
Ediciones-Principado de Asturias, 2008, p. 69-75 y E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “La imago regis…”, p. 52.
56 Entre
los años 2003-2004 se hizo una reconstrucción de la misma.
57 H.
SCHLUNK, “La cruz de Santiago”, p. 71, da esta lectura apoyándose en las
letras que se reconocen con seguridad y que, según él, difiere ligeramente de
la de López Ferreiro.
58 Probablemente
es la que se menciona en el documento de 10 de agosto, del mencionado año,
como: “crucem principalem totam ex puríssimo cocto auro fabregactam diversis
gemmarum uiridum generibus ornatam a preciosis lapillis insutam”;
S. GARCÍA LARRAGUETA, op. cit., p. 73-79.
59 Isabel
RUIZ DE LA PEÑA GONZÁLEZ, “Cruz de la Victoria, año 908”, en Isidro BANGO
TORVISO (dir.), Maravillas de la España Medieval. Tesoro sagrado y
monarquía, 2 t., Madrid: El Viso, 2000, 1, p. 219-220;
E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “La imago regis…”, p. 50-53; id.,
“Reflexiones sobre la evolución hacia el Románico de las fórmulas artísticas
altomedievales, en el ámbito astur-leonés, de la undécima centuria”, en Achim
ARBEITER, Cristine KOTHE y Bettina MARTEN (dir.,), Hispaniens Norden im
11. Jahrhundert. Christliche Kunst im Umbruch. El Norte hispánico en el
siglo XI. Un cambio radical en el arte cristiano, Petersberg: Michael
Imhof, 2009, p. 48-72, p. 57-58; id., “Sobre simbolismo y
técnicas artísticas de las Cruces asturianas en la Alta Edad Media”, en Homenaje
al profesor Eloy Benito Ruano, Sociedad Española de Estudios Medievales,
Madrid: Servicio Publicaciones, Universidad de Murcia, 1, 2010,
p. 229-250; Pilar GARCÍA CUETOS, “Los Reyes de Asturias. La Cámara Santa
de la Catedral de Oviedo”, en Isidro BANGO TORVISO (dir.), Maravillas
de la España Medieval. Tesoro sagrado y monarquía, 2 t., Madrid:
El Viso, 2000, 1, p. 205-214, p. 212-213; Helmunt SCHLUNK, “Cruz de
la Victoria”, en Helmunt SCHLUNK y Víctor Heinrich, ELBERN (dir.), Estudios
sobre la orfebrería del Reino de Asturias, Oviedo: KRK
Ediciones-Principado de Asturias, 2008, p. 77-109 y César GARCÍA DE CASTRO
VALDÉS, “La Cruz de la Victoria, Oviedo”, Signum Salvtis. Cruces de la
orfebrería de los siglos V al XII, Oviedo: KRK
Ediciones-Principado de Asturias, p. 157-165.
60 F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 58-60.
61 A
propósito del posible origen y simbolismo del diseño véase: E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Sobre simbolismo …”, p. 233-234.
62 Sobre
el oro, gemas, perlas y esmalte desde el punto de vista simbólico nos ocupamos
en E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “Sobre simbolismo…”, p. 234-238.
63 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Reflexiones sobre la evolución…”, p. 57-58.
64 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Sobre simbolismo…”, p. 246-248, donde establecemos relaciones
pertinentes entre el diseño de dichas figuras zoomórficas y modelos otonianos.
65 Ibid., p. 246
y 247, donde se ofrecen más detalles técnicos y conexiones plásticas.
66 Ibid.,
p. 247-248.
67 Alfonso
ORTEGA e Isidoro RODRÍGUEZ (edic. bilingüe), Obras completas de Aurelio
Prudencio, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1981, Himno IX,
p. 117.
68 También
son sugestivas las similitudes con la Cruz de las Ardenas, hoy en el Museo
Germánico de Berlín, el relicario de la “Gran A”, de la abadía francesa de
Conques y con las tapas de la encuadernación de los Salterios de Sankt
Emmeram y de Carlos el Calvo. E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Reflexiones sobre la evolución…”, p 58.
69 I. RUIZ
DE LA PEÑA GONZÁLEZ, “Cruz de la Victoria…”, p. 219-220, donde se anotan
diferentes hipótesis.
70 H. SCHLUNK,
“Las cruces de Oviedo. El culto de la Vera Cruz en el reino asturiano”, en
Helmunt SCHLUNK y Víctor Heinrich ELBERN (dir.), Estudios sobre la
orfebrería del Reino de Asturias, Oviedo: KRK Ediciones-Principado de
Asturias, 2008, p. 118-175 y Helmunt SCHLUNK y Magín BERENGUER, La
pintura mural asturiana de los siglos IX y X, San Sebastián:
Valverde, 1957, p. 64-67.
71 Carlos
CID PRIEGO, “Las narraciones en torno a las dos cruces prerrománicas
asturianas”, Príncipe de Viana, 52, 1991, p. 57-84,
p. 58.
72 F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 103-105.
73 A. de
MORALES, Viage a los Reinos…, p. 77-78 y E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Reflexiones sobre la evolución…”, p. 58.
74 Son
varios los relatos de diversos autores que aluden al hecho. Sirva de ejemplo el
texto de Eusebio de CESAREA, Vida de Constantino, en Martín
CHURRUCA (int., trad. y not.), Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos,
lib. 1, 28, 1994, p. 170-173, p. 399-411. Se trataba de un magno
prodigio ocurrido la noche antes de la batalla de Puente Milvio (312). Fue la
visión que tuvo el soberano la noche antes del combate, contempló una cruz
luminosa en el cielo, acompañada de las palabras: IN HOC SIGNO VINCIS. Con tal
ayuda divina, el emperador Constantino venció a Majencio. Así pasó el lábaro,
como símbolo, a ornar el vexillum regis.
75 Continúa
el relato: “[...] Esta cruz está ahora en la Cámara santa de la Iglesia de
Oviedo, cubierta riquísimamente de oro y piedras preciosas. I aunque la adornó
así con tan gran riqueza el Rey Don Alonso Tercero, llamado el Magno, como se
dirá mas cumplidamente en su lugar, la Cruz se llamó siempre del Rey Don Pelayo
[...]”; A. de MORALES, Crónica…, lib. 13,
p. 20-22; id., Viage a los reinos…, p. 68 y
p. 77; Juan de la PORTILLA DUQUE, España restaurada por la Cruz,
Madrid: Domingo García Morrás, 1661, p. 55-58 y C. CID PRIEGO, “Las
narraciones…”, p. 57-66.
76 A. de
MORALES, Crónica…, lib. 13, p. 20-21.
77 Corpus
Pelagianum et alias cripta minora, Madrid, Biblioteca
Nacional, Ms. 2805, fol. 23ro. Fernando GALVÁN FREILE, La
decoración de manuscritos en León en torno al año 1200, León:
Universidad de León, 1997, p. 467 y Ramón RODRÍGUEZ ÁLVAREZ, “Corpus
Pelagianum et alias scripta minora”, en María Cruz MORALES SARO y
Francisco Javier FERNÁNDEZ CONDE (dir.), Orígenes. Arte y cultura en
Asturias. Siglos VII-XV, Madrid: Lunwerg, 1993, p. 546-549.
78 Se
efigió al monarca con el lábaro en la mano izquierda, mientras con la derecha
señala dando órdenes. En la parte baja los soldados atacan al enemigo
simbolizado como un gran dragón. E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “Reflexiones sobre
la evolución…”, p. 58.
79 I. RUIZ
DE LA PEÑA GONZÁLEZ, “Arqueta de Alfonso III o de San Genadio”, en Isidro
BANGO TORVISO (dir.), Medieval. Tesoro sagrado y monarquía, 2 t.,
Madrid: El Viso, 2000, 1, p. 390; Etelvina FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, Artes suntuarias en la catedral de Astorga: culto y reliquias
hasta los inicios del gótico, Astorga: Centro de Estudios Astorganos, 2004,
p. 29-37; Isidro Gonzalo BANGO TORVISO, op. cit.,
p. 299-300; Armando COTARELO VALLEDOR, Alfonso III el Magno,
último rey de Asturias, Madrid: Victoriano Suárez, 1933,
p. 387-390; Manuel GÓMEZ MORENO, Iglesias mozárabes. Arte español
de los siglos IX a XI, (1ª ed. 1919), 2ª ed.,
Granada: Universidad de Granada, 1975, p. 379-380 e id., Catálogo
monumental de la provincia de León, (1ª ed. 1906-1908),
2ª ed. León: Nebrija, 1980, vol. de texto, p. 148-149; Augusto
QUINTANA PRIETO, El Obispado de Astorga en los siglos IX y X,
Astorga: Archivo Diocesano, 1968, p. 115 y Javier PÉREZ GIL,
“Arqueta-relicario de San Genadio”, en Fundación Las Edades del Hombre (edic.),
en Encrucijadas. Las Edades del Hombre. Catedral de Astorga 2000,
Salamanca: Varona, 2000, p. 236-237.
80 A. QUINTANA
PRIETO, op. cit., p. 67-216 y p. 115.
81 Ibid., p. 114.
Para este autor, parte de la pieza puede tener una cronología algo anterior.
82 Tal
vez el gesto se dirija hacia la figura del Cordero Apocalíptico de la parte
superior de la tapa. Para un análisis más detallado véase: E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, Artes suntuarias en la catedral de Astorga…,
p. 31-32.
83 Son
modelos de amplia tradición plástica, con reminiscencias tempranas en Oriente y
muy presentes en la península en épocas diversas. María CRUZ VILLALÓN,
“Quintanilla de las Viñas en el contexto del arte altomedieval. Una revisión de
su escultura”, Sacralidad y Arqueología, Antigüedad
Cristiana, 21, 2004, p. 101-135, p. 116-117 y p. 133.
84 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, Artes suntuarias en la catedral de Astorga…,
p. 32-33.
85 Ibid.,
p. 33.
86 Ibid.,
p. 33-34. Con el mismo significado se han reproducido en la solería de la
Arqueta de las Ágatas a la que nos referiremos más tarde. Tales fórmulas fueron
muy comunes en la decoración miniada posterior.
87 En
su lugar, en el siglo XVIII, se dispuso otra chapa con el texto: “S. Mrs.
Diodoro y Deodato”, aludiendo a las reliquias de estos mártires que, en ese
tiempo, se debieron custodiar en la arqueta. E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Artes
suntuarias en la catedral de Astorga…, p. 33.
88 Aunque
no hay muchos precedentes para el modelo, si se conserva la representación de
una cruz similar en las pinturas de la catacumba romana de Ponciano;
E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Artes suntuarias en la catedral de Astorga…,
p. 36.
89 Ibid.,
p. 36.
90 Ibid,
p. 36-37.
91 F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 61. Recuérdese que, desde la
muerte de su padre Alfonso III (910), Fruela tuvo el cargo de gobernador
de Asturias con el título de rey, aunque subordinado a su hermano Ordoño II,
rey de León.
92 I. RUIZ
DE LA PEÑA GONZÁLEZ, “Caja de las Ágatas”, en Isidro BANGO TORVISO
(dir.), Maravillas de la España Medieval. Tesoro sagrado y monarquía, 2 t.,
Madrid: El Viso, 2000, 1, p. 221; Sabine NOACK-HALEY,
“Agate Casket”, The Art of Medieval Spain, 500-1200, Nueva York:
The Mettropolitan Museum of Art, 1993, p. 143-145; Agustín HEVIA BALLINA y
Ramón PLATERO FERNÁNDEZ-CANDAOSA, “Caja de las ágatas”, Orígenes. Arte
y Cultura en Asturias, siglos VII-XV, Madrid: Lunwerg, 1993,
p. 247-249 y César GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, “La Arqueta de las Ágatas de
la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo”, Anales de Historia del Arte,
24, 2014, p. 173-226.
93 También
guarda relación con la pequeña Caja de las Ágatas de San Isidoro de León,
fechada en el siglo XI, que se custodia en el Museo Arqueológico Nacional;
I. RUIZ DE LA PEÑA GONZÁLEZ, “Caja de las…”, p. 221 y Marta POZA
YAGÜE, “Caja de Ágatas”, en Isidro BANGO TORVISO (dir.), Maravillas de
la España Medieval. Tesoro sagrado y monarquía, 2 t., Madrid: El
Viso, 1, p. 116.
94 A
propósito de los materiales empleados en la factura de estas piezas y su
simbolismo véase: E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “Sobre simbolismo y técnicas
artísticas…”, p. 234-238.
95 F. DIEGO
SANTOS, op. cit., p. 60-61.
96 I. RUIZ
DE LA PEÑA GONZÁLEZ, “Caja de las…”, p. 221.
97 Ibid.,
p. 221.
98 El
referido autor establece las semejanzas entre la cubierta del evangeliario de
Lindau (Suiza, ca. 800) y las cajas relicarios francas de Engers (último
cuarto del siglo VIII) y Essen-Werden, considerando que “tiene que ser un
producto de la época franca o de principios de la época carolingia”. Se señala
además que con los tres animales genéricos de la iconografía de la Cruz se
combina la significación cosmológica con la idea de la creación animada de
los genera animalium. Víctor Heinrich, ELBERN, “Die fraenkische
emailplatte von der Caja de las Ágatas in der Cámara zu Oviedo”, Simposium
sobre cultura asturiana en la Alta Edad Media, Oviedo: Ayuntamiento de
Oviedo, 1964, p. 125-142 e I. RUIZ DE LA PEÑA GONZÁLEZ, “Caja de
las…”, p. 221.
99 Ibid., p. 221
y AUTORES VARIOS, Restauración de las Joyas Históricas de la Cámara
Santa 1977-1997, (edic. Arzobispado de Oviedo y Catedral de Oviedo:
Gijón, Mercantil Asturias, 2002, 2.
100 En
el tesoro asturiano se tiene documentado un ejemplo de relicario colgado.
Parece que Alfonso II el Casto había llevado a “San Salvador de Oviedo,
una arqueta que contenía las reliquias de Santa Eulalia de Mérida para
depositarla en el tesoro del arcángel san Miguel, el piso superior de la Cámara
Santa”. I. RUIZ DE LA PEÑA GONZÁLEZ, “Arquetas musulmanas para mártires
cristianos: la traslación de Santa Eulalia de Mérida al relicario
ovetense”, 14º Congreso Internacional de Historia del Arte. III,
Málaga 18 al 21 de septiembre de 2002, Málaga, 2006,
p. 151-168, p. 157.
101 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “La imago regis…”, p. 54-55.
102 Gisela
RIPOLL, “El tesoro de Guarrazar. La tradición de la orfebrería durante la
Antigüedad tardía”, en Isidro BANGO TORVISO (dir.), Medieval. Tesoro
sagrado y monarquía, 2 t., Madrid: El Viso, 2000, 1, p. 215.
103 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Sobre simbolismo y técnicas artísticas…”, p. 248-249.
104 Para
un detallado estudio sobre estos hechos políticos véase: Claudio SÁNCHEZ
ALBORNOZ, Orígenes de la Nación…, 1975, 3, p. 685-701 y Carlos
CID PRIEGO, “Las narraciones…”, p. 66.
105 C. SÁNCHEZ
ALBORNOZ, Orígenes…, p. 955.
106 “Concilio
de Braga II (ca. 572), Canon V”, en José VIVES, Tomás MARÍN
MARTÍNEZ y Gonzalo MATÍNEZ DÍEZ (éd.), Concilios visigóticos e
hispano-romanos, Barcelona-Madrid: Consejo Superior de Investigaciones
Científicas. Instituto Enrique Flórez, 1963, p. 83 y Manuel Cecilio DÍAZ Y
DÍAZ, Códices visigóticos en la monarquía leonesa, en José
María FERNÁNDEZ CATÓN (dir.), Fuentes y estudios de historia leonesa,
133 t., León: Centro de Estudios Históricos San Isidoro, Caja España de
Inversiones y Archivo Histórico Provincial, 31, León, 1983.
107 Ponemos
como ejemplo la figura de Ilduara. C. PALLARES MÉNDEZ, op. cit., p. 117-123.
108 Recordemos
la figura, ya mencionada, de Adosinda, que tuvo como preceptor y maestro a
Beato de Liébana, quien preparó a la soberana para su entrada al monasterio.
M. C. DÍAZ Y DÍAZ, Códices visigóticos…, p. 149-240.
Sobre la importancia del Apocalipsis, desde tiempos tempranos en la
Iglesia hispana consúltese: “Concilio de Toledo IV (ca. 633),
Canon IV”, en José VIVES, Tomás MARÍN MARTÍNEZ y Gonzalo MATÍNEZ
DÍEZ (edi.), Concilios visigóticos e hispano-romanos, Barcelona-Madrid:
Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto Enrique Flórez,
1963, p. 198.
109 Mummadonna
y Ordoño I también fueron, en cuestión de libros, generosos con la Iglesia
de Oviedo. Al ajuar litúrgico referido se añade: cum libris de toto
anno circulo; S. GARCÍA LARRAGUETA, op. cit., doc. 7,
p. 27-34.
110 M. C. DÍAZ
Y DÍAZ, Códices visigóticos…, p. 205.
111 J. GIL
FERNÁNDEZ, J. L. MORALEJO Y J. I. RUIZ DE LA PEÑA, Crónica…,
p. 26-30.
112 S. GARCÍA
LARRAGUETA, op. cit., p. 48-53 y M. C. DÍAZ Y
DÍAZ, Códices visigóticos…, p. 222.
115 Son
pocas las representaciones miniadas que conocemos, hasta principios del
siglo XI, en los territorios norteños de la Península. Sirvan no obstante
como testimonio la imagen de la reina Urraca: Etelvina FERNÁNDEZ GONZÁLEZ y
Fernando GALVÁN FREILE, “Iconografía, ornamentación y valor simbólico…”,
p. 270-273 o el “retrato” de la reina Sancha y su esposo Fernando I,
en el famoso Diurno: Santiago de Compostela, Biblioteca de la Universidad,
Ms. 609 (Res. 1), (fol. 6ro) y Amancio ISLA FREZ,
“Reinas hispanas de la Alta…”, p. 399-422.
116 No
se trata, evidentemente, de imágenes con los rasgos fisiognómico de la dama,
sino figuras de rasgos expresionistas a la manera de la plástica del momento.
117 A.C.O.
Ms. nº 1. Francisco Javier FERNÁNDEZ CONDE, op. cit;
María Elena RODRÍGUEZ DÍAZ, “Estudio codicológico”, en Ma E. RODRÍGUEZ
DÍAZ, Ma J. SANZ FUENTES, J. YARZA LUACES y
E. FERNÁNDEZ VALLINA, Liber Testamentorum Ecclesiae Ovetensis,
Estudios que acompañan a la edic. Fasímil, Barcelona: Moleiro, 1995,
p. 13-92, p. 80-92.
118 La
cronología del códice se considera problemática y no anterior a 1109 y la
factura de las miniaturas parece se hicieron más tarde. E. RODRÍGUEZ DÍAZ,
art. cit., p. 77-78 y Emiliano FERNÁNDEZ VALLINA, “El Obispo
Pelayo de Oviedo: su vida y su obra”, en Ma E. RODRÍGUEZ
DÍAZ, Ma J. SANZ FUENTES, J. YARZA LUACES y
E. FERNÁNDEZ VALLINA, Liber Testamentorum Ecclesiae Ovetensis.
Estudios que acompañan a la edic. Fasímil, Barcelona: Moleiro, 1995,
p. 233-401.
119 Así
constaba en la documentación catedralicia de la primera mitad del
siglo XIV; E. RODRÍGUEZ DÍAZ, art. cit., p. 67.
120 Joaquín
YARZA LUACES, “Las miniaturas del Libro de los Testamentos”, en Ma E. RODRÍGUEZ
DÍAZ, Ma J. SANZ FUENTES, J. YARZA LUACES y
E. FERNÁNDEZ VALLINA, Liber Testamentorum Ecclesiae Ovetensis.
Estudios que acompañan a la edic. Fasímil, Barcelona: Moleiro, 1995,
p. 147-230 y Lucy K. PICK, “Sacred Queens and Warrior Kings in the
Royal Portraits of the Liber Testamentorum of Oviedo”, Viator 42,
(2), 2011, p. 49-82.
121 En
otras miniaturas de menores proporciones se han efigiado pontífices que, por
alguna razón, han tenido que ver con la sede ovetense.
122 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “El retrato regio en los Tumbos de los tesoros catedralicios”, en
Isidro BANGO TORVISO (dir.), Maravillas de la España Medieval. Tesoro
sagrado y monarquía, 2 t., Madrid: El Viso, 2000, 1,
p. 41-54 e id., “Reyes y Obispos de la segunda mitad del
siglo XII y principios del XIII. Reflexiones sobre el patrimonio
artístico en el espacio astur-leonés: la Campana Wamba de la
catedral de Oviedo”, en Dolores TEIJEIRA, Victoria HERRÁEZ y Concepción COSMEN
(ed.), Reyes y prelados. La creación artística en los Reinos de León y
Castilla (1050-1500), Madrid, Sílex, 2014, p. 127-156.
123 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Regalia, símbolos episcopales y el ajuar litúrgico en
el Liber Testamentorum de la catedral de Oviedo”, en Etelvina
FERNÁNDEZ GONZÁLEZ (coord..), Imágenes del poder en la Edad
Media. Estudios in memoriam del Prof. Dr. Fernando
Galván Freile, León: Universidad de León, 2011, 2, p. 163-181. Se insinúa
dicho asunto en E. RODRÍGUEZ DÍAZ, art. cit., p. 79-80.
124 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Regalia, símbolos episcopales…”, p. 163-181.
127 F. GALVÁN
FREILE, La decoración miniada en el Libro de las Estampas de la
catedral de León, León, Universidad de León, 1997, p. 62-70; Ramón
YZQUIERDO PERRÍN, “Cátedras en iglesias medievales”, en Patrimonio de
Galicia y otros estudios, Homenaje a Serafín Moralejo Álvarez, 3 t.,
Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 2004, 3, p. 303-313 y
E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “Regalia símbolos episcopales…”,
p. 169-170. Dicho término alude al mueble regio y, al mismo tiempo, al
ejercicio de la soberanía. Por ello también se emplea unido a tales conceptos
la expresión: “heredero del trono”. En el propio Liber Testamentorum,
(fol. 22voa), se escribe a propósito de Alfonso II el
Casto: “fue el primero en asentar el solio del reino de Oviedo”,
E. FERNÁNDEZ VALLINA, “El Obispo Pelayo…”, p. 412.
128 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Regalia, símbolos episcopales…”, p. 169, donde se anotan
algunos ejemplos similares en la miniatura hispana.
129 Ibid.,
p. 169-170.
130 Ibid.,
p. 170 y notas 38, 39 y 40.
131 Ibid.,
p. 170.
132 Ibid.,
p. 170. Es probable que, un objeto similar, sea el que porta la reina
Urraca, esposa de Sancho II Abarca en la página de retratos de reyes y
escribas del Códice Albeldense (fol. 428r):
E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ y F. GALVÁN FREILE, “Iconografia, ornamentación
y…”, p. 270-275, p. 272.
133 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Regalia, símbolos episcopales…”, p. 172.
134 Ibid.,
p. 172-173.
135 La
donación de monedas de oro ante el altar era práctica hispana habitual desde el
siglo VII. E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “Regalia, símbolos
episcopales…”, p. 177-178. En este trabajo, fig. 3b, intentamos
reconstruir, de manera hipotética, el espacio arquitectónico que, de manera
convencional, se quiere mostrar en la imagen miniada. Además, tomamos nota del
texto del Codex Calixtinus donde se recoge una ceremonia
similar practicada por Alfonso VI el día 30 de diciembre, festividad
de la traslación y elección de Santiago. Una ceremonia similar debía ser la
que, por los años 60 del siglo pasado, se celebraba en la catedral de
Zamora.
136 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Regalia, símbolos episcopales…”, p. 178-179
y fig. 2b.
137 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “El castillo y la iconografía…”, p. 222.
138 Ibid.,
p. 222.
139 Ibid.,
p. 222.
140 E.
RODRÍGUEZ DÍAZ, “Estudio codicológico”, p. 78-80.
141 María
Josefa SANZ FUENTES, “Estudio paleográfico”, en Liber Testamentorum
Ecclesiae Ovetensis, Estudios que acompañan a la edic. facsímil, Barcelona:
Moleiro, 1995, p. 95-142, p. 139-140.
142 Etelvina
FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “El Arca Santa de Oviedo y sus precedentes. De
Alfonso II a Alfonso VI”, en Carlos ESTEPA DÍEZ, Etelvina FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ y Javier RIVERA BLANCO (dir.), Actas del Congreso Internacional,
Sahagún, 29 de octubre al 1 de noviembre de 2009. IX centenario de
Alfonso VI (1109-2009), León: Diputación Provincial de León.
Instituto Leonés de Cultura, 2012, p. 311-343.
143 Mª J. SANZ
FUENTES, “Estudio paleográfico”, p. 139.
144 Isabel
RUIZ DE LA PEÑA GONZÁLEZ, “El atlante en el arte románico. La reinterpretación
de una imagen mitológica del poder en la Edad Media” en Etelvina FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ (coord..), Imágenes del poder en la Edad Media. Estudios in
memoriam del Profesor Dr. Fernando Galván Freile, 2 t., León:
Universidad de León, 2011, 2, p. 457-474, p. 465.
145 Miguel
CALLEJA PUERTA y María Josefa SANZ FUENTES, “Un folio recuperado del Liber
Testamentorum de la Catedral de Oviedo”, en Etelvina FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ (coord.), Imágenes del poder en la Edad Media. Estudios in
memoriam del Profesor Dr. Fernando Galván Freile, 2 t., León,
Universidad de León, 2011, 2, p. 51-63. En opinión de ambos autores:
“[...] lo más probable es que el folio 59 del Liber
Testamentorum no haya sido arrancado por interés en el texto que editamos
sino por la miniatura de los reyes Fernando I y doña Sancha, que, como es
norma en el cartulario, debía situarse en el vuelto [...]”, María Josefa SANZ
FUENTES, La reestructura del pasado. El “Liber Testamentorum” de la
Catedral de Oviedo. Lección inaugural del Curso
Académico 2014/2015 de la Universidad de Oviedo, Oviedo, Universidad de
Oviedo, 2014, p. 19 y E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “El retrato regio en los
Tumbos…”, p. 54.
146 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “La imago regis…”, p. 56.
147 Isidro
BANGO TORVISO, “La piedad de los reyes Fernando I y Sancha. Un tesoro
sagrado que testimonia el proceso de la renovación de la cultura hispana del
siglo XI”, en Isidro BANGO TORVISO (dir.), Maravillas de la España
Medieval. Tesoro sagrado y monarquía, 2 t., Madrid: El Viso,
2000, 1, p. 223-227.
148 Etelvina
FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “Imagen, devoción y suntuosidad en las aportaciones de
Fernando I y Sancha al tesoro de San Isidoro de León”, en José Ángel GARCÍA DE CORTÁZAR y Ramón
TEJA (ed.), Monasterios y monarcas: fundación, presencia y memoria
regia en los monasterios hispanos, Aguilar de Campoo: Fundación Santa
María la Real-Ayuntamiento, 2012, p. 163-197, p. 163-168.
152 Ibid.,
p. 172-174.
153 Archivo
San Isidoro de León (ASIL), doc. núm. 125. Pilar BLANCO LOZANO, Diplomática
de Fernando I el Magno (1037-1065), León: Centro de
Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1987, doc. 8, p. 59-60 y
doc. 66, p. 169-172; Encarnación MARTÍN LÓPEZ, “Un
documento de Fernando I de 1063: ¿falso diplomático?”, en José María
FERNÁNDEZ CATÓN (dir.), 133 t., El Reino de León. De
Alfonso III a Alfonso VII, Fuentes y estudios de historia
leonesa, León: Centro de Estudios Históricos San Isidoro, Caja España de
Inversiones y Archivo Histórico Provincial, 118 (2), 2007, p. 513-539;
Antonio VIÑAYO GONZÁLEZ, “La llegada de San Isidoro a León. Datos para el
traslado del Cuerpo del Doctor de las Españas desde Sevilla a León
(1063)”, Archivos Leoneses, León: Archivo Histórico Diocesano de
León, 1963, p. 65-112; id., “La llegada de San Isidoro a León”, Archivos
leoneses, León, Archivo Histórico Diocesano de León, 1964,
p. 135-175; id., Femando I el
Magno 1035-1065, Burgos: La Olmeda, 1999 y E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ,
“Imagen, devoción y suntuosidad…”, p. 174-187.
154 Ibid.,
p. 177.
155 Ibid.,
p. 181-183 e id., “La imago
regis…”, p. 58.
156 El
texto decía así: Arcula sanctorum micat haec sub honore duorum
Baptistae Sancti Johannis, sive Pelagii. Ceu Rex Fernandus Reginaque Sanctia
fieri iussit, Era millena septena seu nonagenta, A. de MORALES, Viage…,
p. 47; Concepción COSMEN ALONSO, “Arca de San Pelayo”, en Isidro BANGO
TORVISO (dir.), Maravillas de la España Medieval. Tesoro sagrado y
monarquía, 2 t., Madrid: El Viso, 2000, 1, p. 229.
157 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “La imago regis…”, p. 58 e id., “Imagen,
devoción y suntuosidad …”, p. 181.
158 El
interior se ha tapizado con un rico tejido musulmán. E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Imagen, devoción y suntuosidad…”, p. 183.
159 Ibid.,
p. 177-181.
160 Ibid.,
p. 179 e id., “Reflexiones sobre la evolución…”,
p. 54-55.
161 Ibid.,
p. 55.
162 Ibid.,
p. 180 e id., “Relicario de San Isidoro”, en Isidro BANGO
TORVISO (dir.), Sancho el Mayor y sus herederos. El linaje que
europeizó los reinos hispanos, 2 t., ficha catalográfica
nº 22, Madrid: Fundación para la Conservación del Patrimonio, 2006, 1,
p. 136-141.
163 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Imagen, devoción y suntuosidad…”, p. 180-181.
164 Ibid.,
p. 183-187. También el reverso de la pieza ofrece una abundante
ornamentación.
165 Ibid.,
p. 185.
166 Es
probable que dicha cruz haya presidido la consagración del templo isidoriano,
la llegada de los restos del santo y los solemnes actos con los que se celebró
la llegada de los mismos, las exequias y las ceremonias penitenciales previas
al óbito del soberano, de acuerdo con los ritos previstos para el caso, vigente
en ese momento, en la litúrgica Hispana. E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “Imagen,
devoción y suntuosidad…”, p. 191-193.
168 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Reflexiones sobre la evolución…”, p. 60. En el reverso se había
dispuesto una inscripción y unos clípeos con las imágenes del Cordero y los
cuatro evangelistas.
169 Serafín
MORALEJO ÁLVAREZ, “Cruz de Ordoño II”, Santiago Camino de Europa.
Culto y cultura en la peregrinación a Compostela, Santiago de Compostela:
Fundación Caja Madrid, Xunta de Galicia y Arzobispado de Santiago de
Compostela, 1993, p. 269-270. A partir de entonces se ha admitido, de
forma unánime, que se trata de una dádiva de tales monarcas. Alejandro BARRAL
IGLESIAS, “Crucifijo de Ordoño II”, en Isidro BANGO TORVISO (dir.), Maravillas
de la España Medieval. Tesoro sagrado y monarquía, 2 t., Madrid:
El Viso, 2000, 1, p. 385-386 y Francisco SINGUL
LORENZO, “Crucifijo de Ordoño II”, Luces de peregrinación. Sede
real y sede apostólica, Oviedo: Gobierno del Principado de Asturias,
2004, p. 69-70.
170 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Imagen, devoción y suntuosidad…”, p. 188-191.
171 Santiago
de Compostela, Biblioteca de la Universidad, Ms. 609 (res. 1).
172 F. GALVÁN
FREILE, “Manuscritos iluminados y monarquía en los siglos X y XI”, en
Etelvina FERNÁNDEZ GONZÁLEZ y Javier PÉREZ GIL (dir. ), Alfonso VI
y su época. Los precedentes del reinado (966-1065), León,
Universidad de León, 2006, p. 209-231, p. 226-227 y Manuel Cecilio
DÍAZ y DÍAZ, “El códice de Compostela. Tradición y modernidad”, en Manuel
Cecilio DÍAZ Y DÍAZ y Serafín MORALEJO ÁLVAREZ, Libro de Horas de
Fernando I de León, edición facsímil del manuscrito 609
(res. 1) de la Biblioteca Universitaria de Santiago de Compostela,
2 t., Santiago de Compostela: Consellería de Educación e Ordenación
Universitaria, 1995, 2, p. 9-51, p. 50.
173 F. GALVÁN
FREILE, “Manuscritos iluminados…”, p. 381 y Elisa RUIZ GARCÍA, “Arma
regis: Los libros de Fernando I y doña Sancha”, Lemir (Revista
de Literatura Española Medieval y del Renacimiento, 18, 2014,
p. 137-176, p. 149.
174 En
él se advierte el uso de ricos materiales, como la púrpura; Serafín MORALEJO
ÁLVAREZ, “Notas a la ilustración del Libro de Horas de Fernando I”, en
Manuel Cecilio DÍAZ Y DÍAZ y Serafín MORALEJO ÁLVAREZ, Libro de Horas
de Fernando I de León, edición facsímil del manuscrito 609
(res. 1) de la Biblioteca Universitaria de Santiago de Compostela,
2 t., Santiago de Compostela: Consellería de Educación e Ordenación
Universitaria, 1995, 2, p. 55-63, p. 56.
175 Recuérdese
que, en el ámbito hispano, los ejemplos anteriores con representaciones de este
tipo son muy escasos. Nos sirve de ejemplo la reina Urraca en la página miniada
del códice Albeldense, (fol. 428ro):
E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ y F. GALVÁN FREILE, “Iconografia, ornamentación
y valor...”, en Códice Albeldense 976 …, p. 203-277,
p. 270-275 y la imagen de la reina Estefanía, esposa del rey
García III de Navarra, en el documento fundacional del monasterio de Santa
María de Nájera; Fernando GALVÁN FREILE, “Documento de la fundación del
monasterio de Santa María de Nájera”, en Isidro BANGO TORVISO (dir.), Sancho
el Mayor y sus herederos. El linaje que europeizó los reinos hispanos, 2 t.,
ficha catalográfica nº 114*, Madrid: Fundación para la Conservación del
Patrimonio, 2006, 1, p. 287-290.
176 Se
ha considerado, entre otros, como el profeta David o el copista entregando el
libro a los soberanos. F. GALVÁN FREILE, “Manuscritos iluminados…”,
p. 381; E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “La imago regis…”,
p. 56-58. Manuel Antonio CASTIÑEIRAS, “Libro de Horas de Fernando I y
Sancha”, en Isidro BANGO TORVISO (dir.), Maravillas de la España
Medieval. Tesoro sagrado y monarquía, 2 t., Madrid: El Viso, 2000,
1, p. 232-234. Amancio ISLA FREZ, Realezas hispánicas del año mil, La
Coruña: Seminario de Estudos Galegos, 6, 1998, p. 185-193;
Francisco PARDO VILAR, “Lacrimae rerum: San Isidoro de León y la memoria
del padre”, Goya. Revista de arte, 328, 2008, p. 195-221,
p. 203-205 y Sandra SÁENZ-LÓPEZ PÉREZ, “El mundo para una reina. Los mappaemundi de
Sancha de León (1013-1067)”, Nuevas investigaciones en Historia del
Arte, vol. extra de Anales de Historia del Arte, 2010, nº
extra 2, p. 317-334.
177 Ángel
SICART GIMÉNEZ, Pintura medieval. La miniatura, Santiago de
Compostela: Fundación Sánchez Cantón, 1981, p. 22-44.
178 Por
la abundancia de datos que aporta el texto, algunos especialistas la han
calificado como Crónica. De su lectura parece intuirse que
Sancha pudo haberse retirado a un centro espiritual, con toda probabilidad en
San Isidoro: “La Reina Sancha, consagrada a Dios, terminó esta obra”. Copiamos
el texto completo en E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “Imagen, devoción y
suntuosidad…”, p. 196 y V. GARCÍA LOBO, “La escritura publicitaria en
la Península Ibérica. Siglos X-XIII”, Inschrift und Material
Inchrift und Buchschrift Fachtagung für mittelalterlichee und neuzeitliche
Epigraphik Ingolstadt 1977, München: Verlag der Bayerischen
Akademie der Wissenschaften, 1999, p. 151-190, p. 185-186.
179 A
ello se refiere la doctora Concepción Cosmen con estas palabras: “[...] También
recibió don Martín el apoyo de los propietarios asturianos para seguir
incrementando el patrimonio de su Iglesia. En la documentación conservada se
citan donaciones abundantes, entre los años 1095 y 1097, de
monasterios e iglesias, bien completos, bien las proporciones correspondientes,
y es preciso destacar que, sobre todo, fueron dádivas hechas por las damas o
religiosas, más que por caballeros [...]”, Concepción COSMEN ALONSO,
“Alfonso VI y sus obispos. El patrocinio artístico de las diócesis
astur-leonesas”, en Dolores TEIJEIRA, Victoria HERRÁEZ y Concepción COSMEN
(eds.), Reyes y prelados. La creación artística en los Reinos de León y
Castilla (1050-1500), Madrid: Sílex, 2014, p. 69-97,
p. 95.
180 E. FERNÁNDEZ
GONZÁLEZ, “Imagen, devoción y suntuosidad…”, p. 196.
181 Opinamos
que, “ambos personajes regios, junto a sus tumbas, refrendan la piadosa
trayectoria que habían iniciado en el solar leonés con la llegada de las
reliquias de San Isidoro”: E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “La imago regis…”,
p. 61 e id., “Reflexiones sobre la evolución…”, p. 61-62.
182 Benito
SÁNCHEZ ALONSO (ed.), Crónica del Obispo Pelayo, Madrid: Sucesores
de Hernando, 1924, p. 84-85 y E. FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, “El Arca Santa
de Oviedo…”, p. 339.
183 Así
se explica, convincentemente, en Mª. J. SANZ FUENTES, “Estudio
paleográfico”, p. 139.
184 José
GOÑI GAZTAMBIDE, Historia de los obispos de Pamplona,
siglo XVII, 11 t., Pamplona, EUNSA, 1987, 5,
p. 178-286, donde se refiere a la personalidad del personaje y a sus
múltiples viajes que realizó a distintos lugares, y, entre ellos, a Asturias y
Ludwig PFANDL, “Studien zu Prudencio de Sandoval”, en: Zeitschrift für
Romanische Philologie, 54, 1934, p. 385-394.
185 Fray
Prudencio DE SANDOVAL, Historia de los Reyes de Castilla y de León, Don
Fernando el Magno, primero de este nombre, infante de Navarra: Don Sancho, que
murió sobre Zamora: Don Alonso, sexto de este nombre, Madrid: Oficina de
don Benito Cano, 1792. Epitafio de Sancha en p. 61-62.
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Referencia
electrónica
Autora
Etelvina FERNÁNDEZ GONZÁLEZ,
« Reinas y patrocinio artístico en la monarquía
asturleonesa (siglos IX y X). Memoria del pasado », e-Spania [En
línea], 24 | juin 2016, Publicado el 15 junio 2016, consultado el 28
abril 2020. URL :
http://journals.openedition.org/e-spania/25499 ; DOI :
https://doi.org/10.4000/e-spania.25499
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