COMARCAS
ESPAÑOLAS (10)
LA POLA DE
GORDON
Los
Pueblos del Municipio
Los Barrios de Gordon
https://www.verpueblos.com/castilla+y+leon/leon/los+barrios+de+gordon/foto/349244/
Iglesia de La Coladilla
https://www.foro-ciudad.com/leon/los-barrios-de-gordon/fotos/15609-la-iglesia-de-la-coladilla.html
Al lugar de los Barrios se accede desde
la capital del concejo, La Pola. Está separado de por una distancia de 2,7 km.,
cuya carretera concluye con la población, en esta localidad divididas sus casas
en dos barrios, como ya puntualizase Madoz en su Diccionario, a corta distancia
las unas de las otras, y denominados como “Barrio de arriba” y “Barrio de
abajo”. Sus lindes quedan establecidos por el N.y NE. con los de Beberino y La
Pola; por el S. y SE. con los de Olleros, los puertos de Portilla y de Santiago
de las Villas; por el E. con los de La Pola, y finalmente, por el O. y NO. con
los de Mirantes de Luna y Cabornera
Etimología
Etimológicamente el topónimo, según GARCÍA en Significado pueblos, “Los
Barrios” deriva para Corominas del árabe “Barr”, afueras (de una ciudad) o
quizás del árabe “Barri”, exterior que parece estar unido siempre a la historia
o a la existencia del castillo roquero de Gordón, así puede observarse en la
provincia de León la existencia de dos topónimos formados en torno a sus
castillos, Los Barrios de Gordón y Los Barrios de Luna.
Historia
En sus proximidades se encuentra la peña sobre la cual se situó el ancestral
castillo de Gordón.
La historia y antigüedad de esta población no se puede entender sin la
evolución histórica del castillo. Su iglesia parroquial, destruida en el siglo
XVII, provoca que se celebrasen los cultos en la ermita del Barrio de Abajo,
posiblemente del s. XIV, de la que destacan sus pinturas murales conservadas en
parte.
Fuentes Documentales
La primera noticia documental que hemos encontrado de esta localidad
corresponde al año 1440 donde se cita como “Varrios de Gordón”. En dicho
documento, (Pergamino original de 340 x 110 mm. Datado el jueves 8 de abril de
1440. En: RODRÍGUEZ, R, Catálogo Otero de las Dueñas, p. 173, nº. 755), se
recoje una venta en la que María Alfonso de Ryo, de Verredo en el Concejo de
Fenar, transmite a Gonzalo Alfonso de Ryo y su mujer, que compran, los
heredamientos en los Varrios de Gordón y en todos sus términos por un monto de
70 mrs.
Etimológicamente el topónimo, según GARCÍA en Significado pueblos, “Los Barrios” deriva para Corominas del árabe “Barr”, afueras (de una ciudad) o quizás del árabe “Barri”, exterior que parece estar unido siempre a la historia o a la existencia del castillo roquero de Gordón, así puede observarse en la provincia de León la existencia de dos topónimos formados en torno a sus castillos, Los Barrios de Gordón y Los Barrios de Luna.
Historia
En sus proximidades se encuentra la peña sobre la cual se situó el ancestral castillo de Gordón.
La historia y antigüedad de esta población no se puede entender sin la evolución histórica del castillo. Su iglesia parroquial, destruida en el siglo XVII, provoca que se celebrasen los cultos en la ermita del Barrio de Abajo, posiblemente del s. XIV, de la que destacan sus pinturas murales conservadas en parte.
Fuentes Documentales
La primera noticia documental que hemos encontrado de esta localidad corresponde al año 1440 donde se cita como “Varrios de Gordón”. En dicho documento, (Pergamino original de 340 x 110 mm. Datado el jueves 8 de abril de 1440. En: RODRÍGUEZ, R, Catálogo Otero de las Dueñas, p. 173, nº. 755), se recoje una venta en la que María Alfonso de Ryo, de Verredo en el Concejo de Fenar, transmite a Gonzalo Alfonso de Ryo y su mujer, que compran, los heredamientos en los Varrios de Gordón y en todos sus términos por un monto de 70 mrs.
Beberino
http://comarcadegordon.net/beberino/
Beberino
está situado próximo a las confluencias de los ríos Casares y Bernesga, dista
de La Pola un par de kilómetros, sus términos concluyen por el N. y NO. con los
de Buiza y Vega, por el S. y SE. con los Barrios y Pola, por el E. con Pola y
Vega y por el O. con los de Cabornera.
> Etimología
El topónimo es de difícil afiliación filológica, bien pudiera provenir morfológicamente de BARBRINO y también de BEBRINO, como así queda documentado en el Becerro del Monasterio de San Pelayo de Oviedo en escritura de 1490.
> Historia
Son varios los aspectos historiográficos que inducen a determinar que estos resulten de interés. La existencia de dos necrópilis en laderas cercanas a la población, una con restos de caballos y otra con esqueletos humanos, no sería extraño, dada la existencia otras varias en el concejo, lo interesante es, la circunstancia de haber encontrado un esqueleto humano en posición vertical, que hace pensar en la evidencia de una cultura prerromana, aspecto que también es común a otras poblaciones del concejo. No olvidemos que la peña conocida como “el Castro” situado al N.E., cerca de la ribera del Bernesga apunta la existencia de culturas prerromanas.
Otro elemento patrimonial es el Puente Tornero, –entre Beberino y La Pola de Gordón-, es indudable que existió desde la dominación romana y probable que los únicos restos que queden de la época sean las dos bóvedas más orientales, las más pequeñas, hoy alejadas unos 30 metros del cauce, quedando constancia de la importancia de este paso desde el siglo XII, lo que confirma la superposición de fábricas hasta la remodelación del siglo XVIII, que le da la imagen actual, consistente en dos bóvedas separadas en dos tramos.
La iglesia parroquial de simple y hermosa planta con bella portada, pertenece al s. XVIII, y denota su encanto a pesar de haber perdido el retablo original expoliado, pareceser, durante la guerra civil. El edificio se construye dedicado a la advocación de San Pedro, y se hace a expensas de don Bartolomé Álvarez Rabanal, su mujer Isabel González de Quiñones y su hijo don Pedro Álvarez Rabanal, al cual dejaron por fundador y patrón de la iglesia. Los sacerdotes de la localidad regían igualmente la parroquia hijuela cercana de la localidad de Vega de Gordón, aquella, bajo la advocación de Nuestra Señora.
Jovellanos da noticia en sus Diarios que: “En Beberino está lo que llaman Ropería de Guadalupe, (las roperías eran las casas donde los pastores trashumantes guardaban y preparaban los hatos, sirviendo incluso de enfermerías), y un monje con sus criados que cuidan de la gran cabaña del monasterio repartida por estas montañas”.
De los edificios propiedad del Monasterio de Guadalupe apenas queda nada perceptible, excepto un mosaico en una fachada que representa a la Virgen extremeña y en cuya leyenda se puede leer NIGRA SUM DE GUADLUPE y un escudo de armas que está situado en una casa de reciente construcción, lo que es indicativo de no ser este el emplazamiento originario y cuya descripción es: Escudo de carácter eclesiástico, realizado en un único bloque pétreo de pequeñas dimensiones, se conserva en buen estado y aparece con inscripción y fecha en el siglo XVIII. El campo es el clásico español con la punta redondeada y en él se dan cita dos alianzas. Estas dos alianzas están partidas por una cruz abacial. En el primer cuartel trae un búcaro con jacintos. En el segundo cuartel se talla un león rampante a la diestra que está coronado y lenguado. Por timbre trae un capelo del que penden cordones laterales, lleva una cruz doblemente trebolada. En la parte de la punta trae leyenda de la que solo se lee: EECESA 1716. Son estas las armas del "Monasterio de Guadalupe".
http://www.aytolapoladegordon.es/los-pueblos/beberino.html
Buiza
http://comarcadegordon.net/buiza/
Ermita de la Virgen del Valle
Separan esta
localidad de Buiza de la capital municipal unos 6 km. y sus lindes están
establecidos al N. y NO. por los términos de Folledo y Villasimpliz, por el S.
con los de Cabornera y Beberino, por el E. con los de La Vid, Santa Lucia y
Vega y por el O. con los Cabornera y Folledo. Su altura sobre el nivel del mar
es de unos 1130 metros, con un desnivel, dentro de la propia población, de unos
30 metros entre la parte más baja y llana, al sur, y la más alta y empinada, al
norte.
>
Historia.
El pueblo de
Buiza aparece documentado desde el año 1188, y ya es citado con anterioridad en
el año 1036 en el testamento otorgado por Fernando I, en el cual se otorga esta
localidad a la iglesia ovetense. La presencia de la “calzada romana” en la
localidad que se testimonia con los escasos y deteriorados restos existentes en
las inmediaciones de la Collada de San Antón, al igual que la existencia a un
cuarto de kilómetro del alto de la collada de San Antón, bajando hacía
Villasimpliz de un “miliario anapigráfico” tallado toscamente en forma
cilíndrica, que bien pudiera ser romano, son elementos que posibilitan la tesis
de un asentamiento más remoto.
Fue esta ruta, durante siglos el principal paso
con Asturias contribuyendo claramente, por este motivo, a la presencia del
toponimo de esta población en las fuentes documentales. Rehizo el Obispo de
Oviedo, Fray Diego de Muros, en la primera mitad del siglo XVI, la calzada y
podemos decir que Buiza fue parada obligada en el paso en un sentido u otro
como así lo testifica en sus Diarios Gaspar Melchor de Jovellanos a finales del
s. XVIII quien pernoctó en esta localidad, denostando la gran subida a la
Collada de San Antón, en cuyo alto existió un monasterio u hospedería.
En esta localidad nos encontramos con cuatro
escudos de armas, que están situados en otras tantas construcciones; desde
ellas sus moradores desarrollan su proyección histórica y humana entre los
muchos ilustres, entre los que citamos a Francisco Martínez Espinosa, natural
de la localidad, quien presenta las pruebas de ingreso en la Orden de los
Caballeros de Santiago en el año de 1657.
Respecto a las casas que están blasonadas, la
primera de ellas se encuentra a la misma entrada del pueblo, a la mano
izquierda, una casa de una sola planta que tiene incrustado el escudo que
describimos seguidamente. El escudo de esta construcción no se atiene a las
normas heráldicas en su totalidad, así el campo no es posible identificarlo con
ninguno de los establecidos en la parte general. En un único bloque pétreo
aparece tan solo el campo del escudo y parte de los lambrequines, si bien no
aparece el timbre, ni se conoce. El campo no es el clásico español, su forma es
desigual y en él se observa un cuarteado en cruz, que nos viene dado por el
dibujo de la cruz de la Orden de Calatrava. Cuatro son sus alianzas ya que
todos los cuarteles aparecen con figuras desiguales. En el primer cuartel, trae
una cruz tipo paté, y a sus lados seis tortillos, colocados tres a cada lado,
uno en la parte del jefe y dos a la parte de la punta. En el segundo, en la
parte del jefe, trae un águila explayada, es decir con las alas extendidas y
representada con dos cabezas, y bajo ella la presencia de los leones simétricos
y opuestos, en posición pasantes. En el tercero, que se encuentra partido a su
vez; en la primera partición trae un águila mirando a la siniestra del escudo;
en segunda partición en la parte del jefe una estrella de seis puntas y bajo
ella tercias, es decir fajas disminuidas a un sexto de su ancho ordinario, que
se colocan en el escudo repitiéndose tres veces. En el cuarto trae la figura de
una cara (femenina) redondeada que ocupa la totalidad del cuartel. Sus
lambrequines son de gran sencillez y se reduce a finas telas retorcidas. Bajo
él aparece otra piedra, colocada horizontal, en la que se observa una leyenda
con un anagramado en letra uncial en la que se lee: “ESTAS ARMAS Y BLASON DE
LOS ALFONSO VILLAFAÑE SON”. Corresponden estas armas a los "ALFONSO
VILLAFAÑE".
Otra piedra armera con el mismo escudo de armas
y datada en 1796 para la que sirve la descripción anterior en su totalidad
salvo que esta labre lleva un timbre de singulares características también con
leyenda en la que además de la fecha se añade: AVE MARIA PURISIMA recolocada ya
que pudiera ser originariamente un dintel de una entrada.
El tercero de los escudos de armas está situado
en el centro de la localidad, a la altura de la "plazoleta", y la
casa que lo alberga está actualmente dedicada a cantina. La construcción es de
dos plantas y la labra se coloca sobre la puerta principal de entrada, en la
segunda planta o piso. Escudo de armas: Este escudo heráldico, en lo que
respecta a su realización, hemos de indicar que se confecciona en un único
bloque pétreo. Con respecto a su estado de conservación, vemos que está
bastante deteriorado, ya en el momento que estuvimos viéndolo, se hacía la
lectura de los distintos cuarteles con grandes dificultades, sin duda por la
falta de claridad en sus detalles, debido al deterioro de la piedra. Campo: Sus
características son ovaladas y se encuentra cuarteado en cruz, y en él se dan
cita cuatro alianzas. Primer cuartel: Trae un ajedrezado de escaques con veros.
Corresponden estas armas a los "Quiñones". Segundo: Está ocupado por
un brazo que empuña una espada cuya punta se dirige a la siniestra por
encontrarse esgrimida y el brazo diestrado por contraposición. Tercer: Está
partido a su vez, en la primera partición una torre almenada, y en segunda
partición, en la parte superior, una flor de lis y bajo ella un armiño. Cuarto:
Trae una torre con un homenaje almenado en la primera partición y en la segunda
una cruz de paté. Timbra este campo yelmo de hidalgo sin jurisdicción por estar
totalmente diestrado, su visera se encuentra cerrada por rejilla y por airón
lleva un penacho de plumas. Lambrequines: Todo el adorno rocal que lleva este
escudo es una sencilla cartela con filacterias retorcidas.
El cuarto y ultimo escudo que hemos encontrado
en las fachadas de las casas de este pueblo está situado en una construcción
que se encuentra ya saliendo del mismo hacia el de Folledo. Escudo de armas: Está
pegado a una casa moderna, en la que se hace un hueco en su impecable revoque
blanco para colocar la labra heráldica y una piedra anagramada que se ve
inmediatamente bajo él. Campo: Es el clásico español, cuadrilongo y con la
punta redondeada, esta cuarteado en cruz y se repitan los cuarteles dos a dos,
primero y cuarto y segundo y tercero. Primer y cuarto cuartel: Trae en él un
castillo donjonado. Segundo y tercero: Está ocupado por un león rampante que
está diestrado, coronado y lenguado. Timbre: Timbra el campo un yelmo de
hidalgo, diestrado, y de la cogotera porta un penacho del que sala un manojo de
plumas. Lambrequines: Los adornos de estilo rocal son austeros a modo de
cartela con filacterias retorcidas. Leyenda: Bajo el escudo de armas, en una piedra
cuadrada, que está anagramada con una inscripción en letra uncial en la que se
lee el siguiente texto: “ESTAS ARMAS Y BLASON DE LOS ALVAREZ QUIÑONES SON”.
Corresponden estas armas a los "Álvarez Quiñones".
Buiza disponía según Madoz, a mediados del s.
XIX de iglesia parroquial que dedican a san Juan de Buiza, y dos ermitas,
propiedad del vecindario. En el s. XX, sobre el solar de su iglesia se erige
una de nueva planta con una nave de cinco tramos y cabecera más estrecha con un
tramo recto y ábside. La nave lleva contrafuertes exteriores y su puerta de
acceso abre a los pies junto con la torre del campanario, de tres cuerpos,
dando todo al sur. El conjunto se realiza al gusto del estilo neoromántico y
parece ser del arquitecto Torbado advocada, ahora, a los santos Justo y Pastor.
Sin embargo, la patrona secular de Buiza, debido a la devoción que por ella
sienten sus paisanos, es la Virgen del Valle, cuyo culto está profundamente
arraigado. Y la ermita que la cobija es una construcción del siglo XVI y posteriores,
cuyo estilo más relevante es el renacentista apareciendo también elementos
barrocos. La construcción, de una nave dividida en tres tramos lleva cabecera
con cúpula del s. XVII y arco toral, un tramo con cañón algo apuntado, un arco
perpiaño y un tramo techado; el pórtico y la puerta de acceso aparece a los
pies y sobre ella una hermosa espadaña de sillería que alberga una única
campana. Lleva contrafuertes en los arcos y aleros con paso de paloma. Es
tradicional en la festividad de Nuestra Señora, los 15 de agosto, que al
mediodía una procesión recorra el trayecto que va desde el pueblo hasta la
ermita, situada a la entrada de la localidad a poco más de un kilómetro del
pueblo.
>
Personaje.
José Díez García, (n.1915-), profesor de
filosofía, nacido en Buiza de Gordón (León) el 11 de septiembre de 1915.
Realizó los estudios del Magisterio, y ejerciendo como Maestro Nacional culminó
la Licenciatura en la sección de Filosofía de la Facultad de Filosofía y
Letras. El 1º de diciembre de 1944 se incorpora, como Catedrático de Filosofía,
al Cuerpo de Catedráticos Numerarios de Institutos Nacionales de Enseñanza
Media de España, desempeñando su cometido como funcionario en el Instituto
«Aguilar y Eslava» de Cabra (Córdoba). Fue Concejal del Ayuntamiento de Cabra y
colaborador habitual de los periódicos locales El Popular y La Opinión.
http://www.aytolapoladegordon.es/los-pueblos/buiza.html
Carbonera
El lugar de
Cabornera está separado de la capital del concejo por una distancia de 5,5 km.
Se sitúa en el valle del Casares y limitan sus términos al N. con Paradilla, al
S. con Los Barrios, al E. con Beberino y al O. con Geras.
> Etimología
Etimológicamente el topónimo
“Cabornera” recuerda a don Javier García, según afirma en Significado pueblos,
a las voces asturianas “Caborno”, “Cabornia”, “Cabornin”, “Cabuerna”. El
asturiano Caborniu alude al tronco hueco y añejo del castaño remontándose
probablemente al latín Cavurnam, variante de Cavernam. Cabornera parece aludir
a un lugar abundante en cabornios, o quizás mejor en cavernas o cuevas, como
indica el sufijo –ERA.
> Historia
La primera referencia documental
respecto al topónimo “Cabornera”, de la cual tengo noticia, está datada en el año
1152, se trata de una carta de venta de una heredad en Cabornera, territorio de
Gordón, junto con una tierra en Trascolada y otra en La Foz del Aguila de la
Muria, dicha carta es otorgada por Domingo Álvarez y su mujer a favor de don
Juan, abad de Arbas, (Archivo Histórico Nacional: Consejos, leg. 16.022, III-5,
4º cuaderno, visita temporal, fol. 12v.). Y otro documento de principios del
siglo XIV (a. 1304), biene a confirmar como evidencia la existencia de esta
población al determinar su localización; se trata de una compra-venta otorgada
por Juana Martínez, con sus hijos, y de P.º Ysirez, de Cabornera, venden a
Alfonso Martínez y su mujer María Pérez cuanto heredamiento les cupo de su
madre Marina Rodríguez de Viñayo, por 100 mrs de la moneda del Rey don
Fernando, (Archivo de Santa María de Otero de las Dueñas: Perg. orig. 225 x 147
mm.).
De la laboriosidad de las gentes de este localidad ha quedado constancia
documental a través de un protocolo notarial del escribano Juan García Zurita
de mediados del siglo XVII, (a. 1658), por el cual dos vecinos, Alonso Díez y
Bartolomé Candanedo adquieren tres guadañas largas con sus piedras, por valor
de setenta y dos reales, (Archivo de la Catedral de León: 287, fol. 356).
La iglesia parroquial consta de una nave con cabecera. Dos tramos de la nave
llevan imposta plana al igual que el asiento de la bóveda de cañón en la
cabecera. El arcos toral y perpiaño también con imposta plana. Presentando
bóveda de cañón en estos dos tramos de nave. La puerta de acceso es simple con
arco de medio punto. La espadaña se levanta a los pies y lleva aleros
igualmente de imposta plana. El siglo constructivo más representativo es el XVI
y su estilo más relevante es el renacentista.
Ya a mediados del s. XIX aprecia Madoz en su Diccionario, la existencia en esta
localidad de una fuente de aguas minerales ferruginosas indicando que fueron
analizadas en el año 1818, en cuyos resultados puede apreciarse como contienen
abundante magnesia, aseverado que es potable. Es ésta fuente conocida como
“Fuente del Fraile” y por sus características es uno de los lugares más
visitados para tomas sus aguas, que son altamente beneficiosas por obtenerse de
ellas saludables efectos.
Ciñera
La localidad
de Ciñera se encuentra a una distancia de unos 6 km. de la capital del Concejo
en dirección a Asturias. Sus términos limitan por el N. La Vid, por el S. Santa
Lucía, por el E. con Valle y Villar del Ayuntamiento de Vegacervera y por el O.
con Buiza.
> Etimología
Varios son los significados
etimológicos para el topónimo “Ciñera”, aquí traeremos tres a colación. El
primero sería su derivación de CINIS -ceniza-, más el sufijo ARIA –era-, que no
sería descartable debido a la explotación en la época del hierro, de Hallstad o
de la Téne, por los Astures Lancienses, una veta de mineral de hierro próxima a
la localidad. O que tales cenizas pudieran provenir de la mina de cobre
conocida como “La Profunda”, explotada en época romana en las proximidades de
Villamanin. Tal vez sea este significado el que cuente con más adeptos. Sin
duda, menos coherente, seria pensar que el topónimo se debe a los restos de las
hogueras que dejaban los aquelarres que celebraban las brujas locales en los
montes próximos, allá por el siglo XVII, como las leyendas glosan puesto que el
topónimo aparece documentado mucho antes.
Una segunda variación sobre el significado del topónimo que la voz proviene del
árabe SANIYA -molino harinero-, y de éste el castellano AZEÑA, AZEÑERO, ACEÑA,
el Diccionario de la Real Academia Española define “aceña”, como molino
harinero dentro del cauce de un río. Dicha tesis se corrobora con la existencia
documentada de molinos en la zona en el “Fuero de La Vid”.
Y por último una tercera significación relaciona la voz Ciñera con CINGULARIA,
del latín CÍNGULUM –cintura-, CINGERE –ceñir-, justificada por la ristra de
riscos y peñas que rodean el alargado valle de Ciñera.
> Historia
Ciñera es la localidad más joven del Concejo. Tal extremo se constata en todas
las fuentes documentales conocidas, en las que aparece citada dicha población.
Desde “ab initio” perteneció y se la nombro como anejo - (poblado poco
relevante )- de la próxima localidad de La Vid y de ello, en la historia más
reciente, nos deja constancia documental Madoz en su Diccionario, (a. 1850),
pues para acceder a lo dicho para Ciñera hemos de buscar La Vid. Ambas, Ciñera
y La Vid, eran considera como una sola entidad de población dividida en dos
barrios entre los que tercia una distancia de un cuarto de hora. Este extremo
se ratifica años más tarde, en 1877, por el Nomenclator de la Dirección General
del Instituto Geográfico y Estadístico, que además indica que dicho barrio o
anejo está formado por siete edificios.
La historia, debido a la vinculación poblacional que Ciñera siguió durante
siglos con La Vid, siguen una única trayectoria en los avatares cuyos
acontecimientos les son comunes. Y ambas poblaciones, hasta la cédula real de
Carlos IV, en 1805, junto con Villasimpliz, no pasan a integrarse política y
administrativamente al Concejo de Gordón, pues hasta entonces ejercitaba sobre
ellas señorío eclesiástico el Abad de San Isidoro de León.
Esta localidad, que destaca por el enorme y rápido crecimiento poblacional, se
va dotando al tiempo de nuevos servicios comunitarios acordes con su masa de
población, entre ellos se pueden citar, los cines, el campo de fútbol o los
religiosos, pues se construye sobre la planta de la insuficiente ermita de
dedicada a San Miguel, lo que hoy vemos como iglesia que continua con la
advocación de San Miguel Arcángel, convertido ya en patrono de la localidad, la
construcción religiosa, de buena traza, que deja al fin cubiertas las necesidades
religiosas del espacio común que demandaba el vecindario, sus obras concluyen
en el año 1956.
Además Ciñera y sus moradores son afortunados por aportar uno de los más
sugerentes y singulares bosques de la zona conocido como “El Faedo”, al que
encontraremos ubicado al nordeste de la localidad, siguiendo el camino que
conduce a las “Cuevas de Valporquero”.
Es difícil buscar una imagen que extrapolada simbolice tal belleza, sus
predominantes hayas retorcidas y talladas por el tiempo silencian tanto a los
robles como a las encinas que las acompañan y todo conforma un espacio idílico,
mágico y su voz se ve impregnada del murmullo sordo de las hojas, matizada por
las notas del agua al paso por sus cristalinos arroyos y acompañadas del
melódico trinar de variados pájaros. Cada día, cada estación, podemos
sorprendernos al encontrar un nuevo faedo, un desconocido faedo que siempre
será el mismo, que siempre será eterno.
Folledo
La localidad
de Folledo se localiza a una distancia de 9,7 km. de la capital del municipio.
Limitan sus términos territoriales por el N. con los de San Martín, Pobladura y
Rodiezmo de la Tercia, por el S. con Paradilla y Cabornera, por el E. y SE. con
los de Buiza y por el O. y NO. con los de Geras, Cubillas y Casares.
Concluye en esta localidad la carretera escindiendose en dos calles. Fue el
Comandante Nicanor Rodríguez, natural de esta localidad, quien gestionó en
1.912 la construcción del actual trazado desde el puente de San Pedro, pasando
por Buiza para concluir en Folledo, que agradecido lo rememora con la placa
correspondiente
Historia
La estructura urbana de Folledo rompe
con la tónica de asentamiento lineal claramente observable en otras localidades
gordonesas y justificable, en todo caso, por la estrechez de sus valles. Aquí
el agrupamiento urbano se nos muestra circular, emplazado en una leve pendiente
y orientado al mediodía.
Es uno de los asentamientos más remotamente documentados, su topónimo se cita
en una donación realizada por Alfonso III en el año 905.
Sus hijos compran su emancipación jurisdiccional en el año 1.532 reinando
Felipe II para posteriormente caer en una nueva dependencia bajo la casa de
Luna. Este transito histórico es común junto a otras localidades del concejo
con las que participa, también en 1652, en el repartimiento del donativo
concedido al rey en Cortes para los gastos de las campañas de Cataluña,
Portugal, Italia y Flandes.
Ya en 1940, debido a sus peculiaridades lingüísticas es tomada esta localidad
de Folledo como punto de referencia para la encuesta realizada a sus habitantes
por Aurelio M. Espinosa (hijo) sobre una muestreo que contiene 75 voces y que
forman parte del primer tomo del Atlas lingüístico de la península ibérica
dedicado a la fonética.
En esta localidad se conserva el renombrado archivo de Folledo, que es común
haberle oído citar como el “archivo de las siete llaves”, parece ser que lo
exiguo de sus fondos documentales son tan evidentes, que nuestro paisano don
Alfonso García, quien tuvo la oportunidad de verlo en compañía de don Francisco
Escobar, lo desmitifica y valora en su justa medida, afirmando dichos extremos
en articulo publicado en 1984 en la revista Hornaguera bajo el título “Folledo:
símbolo y leyenda”. Parece ser que entre otros documentos contiene dos bulas
pontificias por las cuales se concede privilegio a los cofrades de la Cofradía
del Santísimo Corpus Christi.
Cuenta esta localidad con una recoleta iglesia parroquial, del siglo XVI, que
denota un estilo predominantemente renacentista, su construcción se levanta
sobre la base de una sola nave, que fue techada modernamente con escayola y que
podría esconder su antigua bóveda de cañón, como de cañón es su cabecera. Las
paredes maestras llevan contrafuertes al exterior y su puerta de acceso es de
medio punto. Presenta su espadaña a los pies, formada por tres cuerpos,
ocupando el último dos campanas.
Geras
Río truchero de Geras
Se encuentra
la localidad de Geras en la parte más occidental del municipio a unos 11 km. de
la capital del concejo. Limitan territorialmente sus términos por el N. con los
de Casares y Cubillas, por el S. con los de Mirantes de Luna, por el E. con los
Folledo, Paradilla y Cabornera y por el O. con los de Aralla.
El valle donde se asienta la localidad está rodeado de montañas que configuran
la denominada sierra de Los Grajos. Todo está regado por el río Casares,
afluente del Bernesga con el que se encuentra en las proximidades de La Pola.
El pueblo aparece alineado a ambos lados de la carretera, que lo cruza, y
conserva, sin grandes variaciones, su tipología rural y popular.
La carretera por la que se accede a la localidad, de alta montaña, comunica las
cuencas de los ríos Bernesga y Luna tras superar la collada de Aralla,
conservando en su trazado el aspecto de la reconversión que se produjo en 1907
sobre los antiguos caminos para hacerlos más transitables y cuyo transito
sosegado desde La Pola hasta el inundado San Pedro de Luna permite disfrutar de
la belleza de una maraña de peñas, montes y rocas calizas, formando todas
caprichosas quebradas, imposibles estratos verticales o innumerables oquedades
que concluyen con un paisaje de apreciado encanto.
Pero si la “fama” de esta localidad ha trascendido tras los limites del
concejo, no sólo es debido a sus encantos paisajísticos, o, a la hospitalidad o
cordialidad de sus gentes, es también y en parte, porque se ha puesto sobre la
mesa y hemos compartido mantel con los más selectos y mejores manjares que
tradicionalmente han cocinado nuestras gentes para nuestro sustento, tal es el
caso de los embutidos, calderetas o el cocido gordonés, que han conseguido que
esta localidad sea un referente.
Historia
Los restos arqueológicos localizados en
las proximidades de la localidad de Geras posibilitan que esta zona estuviera
poblada desde tiempos ancestrales, así pues y localizados en “La Cueva
Feliciana”, junto al “Arroyo Meleros” se hallaron sobre el año 1920 varios
utensilios de hierro y fragmentos de cerámica pertenecientes a la II Edad de
Hierro que se conservan en el Museo de León y que fueran en él depositados por
don José Sánchez Cañón. Piezas, que el Sr. Luengo describe como un cuchillo,
una mohara o punta de lanza, un cincel o cortafríos, una reja de arado y una
anilla. Con posterioridad el Sr. Gutiérrez, retoma el estudio de estas piezas y
estima que pueda tratarse de un escondrijo de época altomedieval.
No deja de ser igualmente de interesante la localización de una lápida
sepulcral que apunta una datación altomedieval y que se localiza, actualmente,
en el pórtico de la iglesia de esta localidad adosada a uno de sus
parámetros. La lápida con forma rectangular y bordes irregulares alcanza el
metro ochenta de larga y lleva como grafía una leyenda cuya traducción podría
ser: “En la era mil noventa y seis, ya próximo el 16 de las calendas de enero,
¿Menéndez? Murió”.
El mismo interés hay que mostrar por una pila bautismal, localizada en
el interior de la iglesia, presenta una copa con forma cilíndrica de casi un
metro de diámetro. Su talla se resuelve sin grandes alardes artísticos y no
presenta más adornos que un cordón, bajo el cual, se sitúa la talla de dos
cruces patadas.
La presencia de estos motivos, así como la pervivencia de varios tramos de
caminos debidamente empedrados sugieren la presencia remota de pobladores en
esta localidad o sus proximidades.
A la entrada
de Geras se encuentra situada la ermita del Santo Cristo que data del siglo
XVIII, lugar muy frecuentado en especial el 14 de septiembre, día de la fiesta.
Pero lo más claramente visible del patrimonio de esta localidad son sin duda
las dos construcciones religiosas de que dispone, una que se localiza antes de
entrar en Geras y es conocida como la ermita del Santo Cristo,
construcción destacable del siglo XVIII en cuyos parámetros exteriores se
encuentra una cartela o placa en la que aparece tallado un Cristo
crucificado y una dolorosa a sus pies, todo bastante deteriorado, y que se
acompaña de una leyenda resuelta en letra uncial que contiene la concesión de
indulgencias dadas por el Obispo de Oviedo a la sazón don Juan de Abello en el
año 1743.
Y otra, la iglesia parroquial, advocada a San Pedro, se levanta
sobre un promontorio, prácticamente, en el centro de la localidad. Su planta
comprende dos cuerpos de grandes dimensiones, que se corresponden con la nave y
con la capilla de forma rectangular. Un amplio porche, orientado al mediodía,
aparece sustentado por tres columnas que arrancan de un podio corrido que está
abierto frente a la puerta de acceso, de sencilla construcción, que se abre
bajo un arco de medio punto con paso directo a la nave. A los pies se levanta
una robusta espadaña que lleva tres cuerpos rematada con frontón y alberga en
el último de los tramos las campanas.
Huergas
de Gordón
Santuario del Buen Suceso
La localidad
de Huergas se encuentra a una distancia de la capital del concejo de unos 2 km.
Limitan sus términos territoriales por el N. con los de La Pola y Peredilla,
por el S. Peredilla y Puente de Alba, por el E. con Llombera y por el O. con
Nocedo.
Historia
Huergas o “Guergas”, como Madoz la
nomina al referirse a esta localidad en la voz que da entrada a la descripción
que de ella hace en su “Diccionario”, o nombrada también como “Huelgas” por
Jovellanos en sus “Diarios”. Tiene esta localidad un barrio o anejo conocido
como El Millar, formando juntas una misma unidad administrativa desde el año
1582.
El actual asentamiento poblacional es el resultado, posiblemente, la suma de
otros hoy despoblados, entre ellos, San Frechoso, Conforceo o Samés, de los que
aún perviven, como restos arqueológicos, algunos enterramientos.
Perteneció Huergas en señorío al obispo de Oviedo, posiblemente, desde tiempos
de Alfonso III, allá en los comienzos del s. X, pasando más tarde, en tiempos
de Felipe II a ser de realengo, para concluir en manos del condado de Luna.
Situado en el término territorial de Huergas se encuentra el primer monumento
del concejo, el Santuario de Nuestra Señora del Buen Suceso.
Dentro del caso urbano la iglesia parroquial, sin duda, es el edificio más
relevante, se levanta en el centro de la localidad y su estilo arquitectónico
más relevante está sometido al barroco, siendo el s. XVIII el de su
construcción formal, apreciándose de forma evidente, en algunas de sus partes,
aditamentos contemporáneos. Bajo la advocación de San Martín estaba servida a
mediados del s. XIX, como indica Madoz, por un cura de ingreso y patronato
real. Este edificio religioso cuenta con una sola nave y cabecera, unidas por
un arco de triunfo de medio punto que se realiza en piedra sobre una imposta
resaltada del mismo material. La cabecera está cubierta por una bóveda de
cañón, y la nave, que en otro tiempo debió de llevar armadura de madera, está
remozada y arreglada recientemente. En la actualidad la nave es más elevada que
la cabecera y presenta, a los pies, su correspondiente espadaña que se eleva
con dos cuerpos y remate en forma de frontón.
En el Millar se localiza una pequeña ermita, cuya fortuna ha resistido al
tiempo perdurando para común complacencia y que dedican al apóstol San Mateo.
La localidad cuenta con renombrado “Archivo”, de cuyo contenido, sin catalogar,
no conocemos más que algunos documentos que no se remontan más allá de
principios del siglo XVI. Al decir de Escobar en “Apuntes... ”, está compuesto
por varios legajos correspondientes unos a aperos, ejecutorias de nobleza,
actas de visita y residencia, ordenanzas, etc.
Llombera
San Pedro Apóstol, iglesia parroquial
Se sitúa
esta localidad, superando en altura a todas las del concejo con 1250 m., y su
casco urbano se yergue sobre un terreno montuoso y escabroso que Madoz califica
de mala calidad, sin embargo, resalta la buena calidad de sus aguas. Llombera
la separan de la capital del concejo unos 7 km. tomando el desvío en Huergas y
limitan sus términos por N. con los de Santa Lucía, por el O. con los de La
Pola y Huergas, por el S. con los de Rabanal y Brugos de Fenar y por el E. con
los de Orzonaga.
Etimología
El origen etimológico del topónimo “Llombera”, pudiera ser, si se tiene presente
la voz expresada en las primeras citas documentales conocidas, como “Plombera”,
que derivase de plumbum (plomo), y que pudiera quedar justificado por la
existencia de unas minas de éste mineral que al parecer hubo remotamente en la
zona. Otra posibilidad es que este toponímico se enclave entre los comprendidos
en el grupo de nombres de lugar con significado o mención de alturas y por
tanto derive del latín lumbus (loma), más el sufijo colectivo aria (era), por
lo cual Llombera tendría significado de “altura del suelo”, “loma”,
justificado, en todo caso, puesto que emplazado de la localidad, en el extremo
oriental del concejo, lo hace sobre lo alto de una collada y las aguas de sus
arroyuelos vierten hacia dos cuencas distintas, parte a la del río Bernesga y
parte a la del Torio.
Historia
Llombera se cita como Plombera en el
“Libro Gótico” del Archivo de la Catedral de Oviedo, en hitación referida al
año 361 de nuestra era, con motivo de señalarse los límites de la diócesis de
Oviedo, “Per illa Uite. Per uillar de Frates. Per Plombera”. La existencia en
sus proximidades del lugar denominado como el castro donde, parece ser, que se
han encontrado restos, o del lugar llamado Vega honda o Vegafonda, hace todo
suponer que Llombera debe de incluirse en la nómina de los pueblos más remotos
de Gordón.
Y entre la exigua población de esta localidad allá a mediados del s. XVIII (año
1761), se funda, al igual que en otras poblaciones del concejo, una cofradía
aquí denominada de “Nuestra Señora de la Encarnación”, cuyo último fin
consistía en el auxilio de los enfermos.
De entre los aspectos monumentales a destacar, deben de reseñarse como sus
edificios más relevantes son, sin duda, los de carácter religioso, así la
recoleta iglesia parroquial dedicada a San Pedro es sin duda el primero de sus
monumentos, seguida de la pequeña ermita del Santo Cristo de los Remedios.
Pero esta población aún no había despegado como agrupamiento poblacional
relevante a mediados del s. XIX, pues así se desprende cuando al describirla Madoz
en su “Diccionario”, asevera que disponía de diecisiete “chozas”, término
escasamente empleado por este autor y que posiblemente lo trajera aquí a
colación para describir de manera más gráfica las construcciones de esta
localidad, que debían tener todas sus casas cubiertas con tejados de paja.
Sin duda Llombera, al igual que otras localidades del concejo, deben su
crecimiento poblacional a las explotaciones de carbón, que se produce a finales
del s. XIX, en un principio aportando, tanto los territorios donde se efectúan
dichos trabajos, como las primeras personas que se dedicaron al laboreo minero
y después integrando en sus poblaciones a los distintos grupos humanos que
recalaban aquí en busca de un mejor modo de vida.
Esta población, como otras del concejo, no está exenta de leyendas y entre los
de este lugar se encuentra arraigada la del “Tesoro”, que se repite de viva voz
siguiendo los trazos generacionales con el dicho: “Entre Tamba, Tambica y
Tambicón, hay un tesoro que vale más que la ciudad de León”. En términos de
Llombera, maticemos, se localiza un paraje cuyo topónimo responde a la voz
Tamba. De la intensidad de la leyenda dice bastante el refuerzo que suscita
otra que trata del mismo contenido pero, ahora, con distinta expresión: “El
tesoro de la Portilla ha de salir a punta de reja o a resbalón de oveja”.
Nocedo
de Gordón
La localidad
de Nocedo se encuentra a una distancia de unos 5 km. de la capital del concejo,
La Pola. Su asentamiento urbano se levanta en las estribaciones de la peña de
Fontañán, en su falda, y lo hacen ya en suave declive orientándose al saliente.
Recibe Nocedo, por su ubicación, las sombras vespertinas de Fontañán que
alivian los calores de las tardes del estío y convierten el paseo por la
localidad en una agradable fresquera. Y es que esta peña es un referente, pues,
además de enviarle sus cristalinas aguas, le permite, a su cobijo, la
existencia de una exuberante y variada vegetación que rodea todo el entorno.
A los pies de la localidad se abre su “vega”, en otros tiempos labrada, y por
su centro discurren las aguas del río Bernesga que más tarde, y paralelamente,
acompañaron la carretera y la vía ferroviaria que dan paso a Asturias. Y es en
las proximidades del Santuario de la Virgen del Buen Suceso, patrona de Gordón,
donde hemos de desviarnos para llegar a Nocedo, pues esta población se esconde
detrás de una cortina de árboles que cuando están cargados de hojas disimulan
su existencia.
Iglesia del Buen Suceso
> Etimología.
Etimológicamente el topónimo “Nocedo”
deriva de “Nocetum”, cuyo significado es “lugar de nogales” o “abundantes
nogales.
> Historia.
De lo remoto del asentamiento de esta
localidad en el espacio que hoy ocupa, dice mucho la espadaña de la antigua
iglesia, a cuyos pies se encuentra ahora el “Campo Santo”, en la parte más baja
de la localidad. Espadaña que bien pudiera datarse, sin gran error, como del s.
XIV, lo que la lleva a glosar la relación de las construcciones eclesiásticas
más antiguas del concejo.
La iglesia parroquial es otro de los monumentos más relevantes de Nocedo y
Escobar la califica como “iglesia de graciosas líneas”. Se levanta sobre una
nave con dos cuerpos, siendo el más elevado el del presbiterio rematado por
bóveda de crucería, y separando ambos, un arco toral de medio punto realizado
en sillería. A los pies lleva espadaña de tres cuerpos. Es evidente su datación
que se nos muestra en un medallón donde en letra uncial se lee: SE HIZO ESTA
OBRA SIENDO CURA DON FRANCISCO GARCIA ARIAS. Año 1855.
La desaparición de una ermita en el paraje conocido como “Los Vallinos” y
dedicada a San Bartolomé, no se remonta más atrás de mediados del siglo XIX,
conservándose la imagen del santo a buen recaudo en la iglesia parroquial.
El espacio urbano se somete, por lo general, a la arquitectura popular,
resaltando las construcciones tradicionales de esta zona, edificación en
piedra, usando la del país una caliza gris perla, cubiertas con armantes de
madera que vierten a dos aguas y teja árabe y en algunos casos, aún se
conservan los corredores o galerías de madera.
Pero es de destacar por lo que tiene de excepcional, pues es único caso
conocido en el concejo, a un hijo de esta localidad que nació en ella en el s.
XVII (año 1623), se trata de Santiago Llanos Juárez, hijo que fuera de Juan de
Llanos y María Juárez, siendo sus abuelos paternos Diego de Llanos y Leonor
Gutiérrez y sus abuelos maternos Pedro Juárez Mediavilla e Isabel Juárez, de
este hijo de Nocedo se conserva en el Archivo de la Catedral de León su
expediente de Limpieza de Sangre, en el que actúa como juez instructor Alonso
Gregorio de Iglesias y como notario Francisco García Vozmediano y los lugares
de la instrucción son Nocedo, La Pola de Gordón y Huergas, pretendiéndose con
dicho expediente, previo a integrarse en el cabildo catedralicio, su condición
de canónigo de la catedral de León.
Paradilla
Ermita de Paradilla
La localidad
de Paradilla se localiza aproximadamente a una distancia de 8 km. de la capital
del Concejo. Limitan sus términos por el N. y NE. con los de Folledo, por el E.
con los Buiza y Beberino, por el O. con los Geras y por el S. con los
Cabornera.
Se asienta esta pequeña y singular localidad sobre una peña, en una especie de
collada o de imperfecto rellano, prácticamente colgada a una altura de 1.230
metros, y sin ser la cota más alta de las localidades del Concejo, que ostenta
Llombera, si hemos de atribuirle, en justicia, el calificativo de “mirador”.
Al dirigirnos a Geras y una vez pasada Cabornera, hemos de andarnos con cuidado
para no saltarnos el acceso, hoy en buen estado, que nos subirá zigzagueando a
Paradilla a través de una ristra de peñas de caliza, donde podemos ver, como
entre sus grietas se arraigan matas de sardón y alguna que otra sabina.
Y cuando llegamos a la población, si aún nos empinamos hasta su iglesia, que
ocupa lo más alto de la peña por la que hemos accedido, al reposar la vista al
suroeste, nos confundirá, sin duda, la sorpresa del extraordinario
encantamiento que produce este paisaje gordonés, sembrado, a diestro y
siniestro, de agrestes picachos y roquedos que superan cualquier fantasía en su
afán de angostar el curso del río Casares.
Historia.
Destacamos su iglesia parroquial, de
estilo románico, que Madoz, a mediados del s. XIX, declara que está dedicada a
la advocación de San Juan y que depende de la aneja de Cabornera. Con planta de
una sola nave trae un arco triunfal y está cubierta por bóveda de cañón. En su
cabecera, cuadrada, se aprecian canecillos, que resueltos con sencillez, son
visibles en su fachada septentrional.
Peredilla
Vista desde el campanario
La localidad
de Peredilla “Situada en el camino que de León se dirige a Asturias por el
puerto de Pajares”, como escribiera Madoz, se encuentra a una distancia de la
capital del concejo de 5 km. y limitan sus términos por el N. con los de
Huergas, por el S. con los de Llanos y Sorribos, por el E. con los de Puente de
Alba y por el O. con los de Nocedo.
Historia.
Pudiera haber surgido este asentamiento
poblacional con ocasión o motivo del “descanso” previo a introducirse de pleno
en el macizo Cantábrico en los tránsitos hacia Asturias. Así lo hizo Jovellanos
a finales del s. XVIII, como lo bien lo ha dejado narrado en sus “Diarios”, y
debió de ser algún mesón o posada de esta localidad donde recibió cobijo y al
describir tal hecho nombra la localidad como “La Peredilla”, ó “Peredilla del
Camino”.
La primera noticia documental, de la que tenemos noticia, referente a este
topónimo, es del s. XIII (año 1203), se trata de una Carta de venta de las
heredades que poseían en Peredilla, territorio de Gordón. Dicho documento es
otorgado por Suero Pérez y su mujer Aldonza Rodríguez a favor de don Fontún,
(abad) de Arbas.
Sí parece acreditarse documentalmente la consolidación del núcleo de población
en Peredilla a mediados del s. XVII, en un protocolo notarial se transcribe una
escritura de obligación de Bartolomé Álvarez, presbítero, residente en Huergas
y Peredilla, a favor de María García, vecina de León, de ocho ducados que le
debía como salario del tiempo que le había servido. Y por supuesto, con
posterioridad, en 1787, se encuentra esta localidad debidamente censada en el
“Censo de Floridablanca”, al extremo de ser adoptada esta localidad como
residencia, así consta en el expediente de un pleito de hidalguía de 1802
promovido por Nicolás García de Luna, vecino y hacendado del lugar de
Peredilla, comisario de guerra y nacido de Palencia y casado con María Antonia
Ortega en Badajoz en día 1 de mayo de 1777.
Esta localidad, como es común a otras del concejo, también cuenta con su
tradicional leyenda, aquí la conocida como “las tejedoras” se transmite de
generación a generación buscando su inmortalidad. Algunos autores, interesados
en estos temas, han tenido a bien recrear y publicar la misma para general
conocimiento.
La
Pola de Gordón
Ayuntamiento
Iglesia Nuestra Señora de la Asunción de la Pola de
Gordón
La Pola de Gordón
Se encuentra
asentada esta población, orientada al mediodía, en un valle de relativa
amplitud. En ella radica la sede administrativa del Ayuntamiento
desconociéndose tanto el tiempo como el título oficial de cuando se implanto
definitivamente esta entidad institucional, largo tracto, de arranque ignoto.
Actualmente integran el Concejo de Gordón en el orden político y administrativo
diecisiete entidades locales, la villa de Huergas, los lugares de Los Barrios,
Beberino, Buiza, Cabornera, Ciñera, Folledo, Geras, Llombera, Nocedo,
Paradilla, Peredilla, Santa Lucía, Vega, La Vid y Villasimpliz y la villa de La
Pola.
La Pola, capital del Concejo, se encuentra a 33 km. de León, la capital
provincial, desde donde hemos de salir marchando en dirección norte, hacia
Asturias.
Limitan los términos territoriales de esta población por el N. con los de Vega
y Santa Lucía, por el S. con los de Los Barrios, Sorribos, Olleros y Nocedo y
por el O. con los de Los Barrios y Beberino.
Etimología.
El topónimo por el cual se designa y
conoce a esta población La Pola tiene una raíz de ascendencia claramente latina
“populus”, aquí con variante femenina “puebla”, que con frecuencia se encuentra
en la toponimia leonesa, asturiana o galaica, su significado sería “pueblo”.
Historia.
En el valle donde se asienta esta
localidad perviven evidencias arqueológicas, tal es el caso del castro de “La
Moita”, se trata de un montículo situado al suroeste de La Pola de Gordón que
domina el valle. Allí el poblado se asentó sobre una base fortificada con la
estructura propia de los castros prerromanos. Dicho recinto tenía unos 100 x 50
metros y se hallaba rodeado por muralla que ocupaba la parte alta, un terraplén
de unos 12 metros bajo la muralla por el noroeste y una cerca de piedra por el
suroeste que continua por el sur y suroeste de unos 400 metros y unos 2 metros
de grosor que es el lado de menor pendiente. Estos aspectos arqueológicos nos
remiten a la presencia en esta zona de la cultura castreña y a épocas
prerromana o romana.
En las proximidades de este asentamiento se observan restos de lo que debió de
ser, según Escobar, la ermita de San Marciel, justo en el camino de La Pola de
Gordón a Los Barrios, en una loma próxima a “La Cuesta la Moita”, aún se pueden
observar los restos de una construcción cuadrada, cuyo testero, al este, la
califica como una edificación religiosa y cuya cita documental se data en el
año 1036.
Con la planificación territorial que realizara Ramiro II arbitrando nuevos
espacios o centros administrativos, fue La Pola la cabecera del centro
político-administrativo de las tierras del Bernesga. Por ello no causa
extrañeza que esta localidad contara ya en el primer cuarto de siglo XIII con
un agrupamiento poblacional importante, o al menos de cierto relieve, sólo así
se explicaría como es en esta localidad cuando el día 29 de septiembre del año
1228 el cardenal obispo de Santa Sabina y legado del papa Gregorio IX en
Hispania, Juan Halgrin de Abbevilla, da una Litterae por la cual dicta una
resolución, desde la localidad de La Pola de Gordón, que pone fin a las
diferencias surgidas entre el maestre y frailes de la Orden de Santiago y el
prior y frailes canónigos del convento de Ucles, comprometiéndose ambas partes a
acatar dicha resolución.
A partir de mediados del siglo XIII se evidencia documentalmente la existencia
del portazgo de La Pola, si bien ya existía con anterioridad, esta constatación
queda expresa en varias “reales células” dadas por Fernando III, la más remota
desde en Sevilla en el año 1248 mandando que en La Pola no tomasen portazgo ni
exigieran gabelas a los vecinos de Oviedo.
Los aspectos administrativos, como centro de producción, se ponen de manifiesto
igualmente a principios del siglo XIV cuando en 1310 se realiza un Traslado a
petición de doña Leonor Pérez, abadesa de Otero, de una carta, hecha ante
Alfonso Martínez, notario de La Pola de Gordón, en razón de una contienda con
Suer Álvarez sobre el haber que tomara al Convento para el pago de cierta
deuda.
Esta actividad como centro administrativo se ve confirmada ya en el nuevo
régimen por la Orden de división provisional de partidos de la provincia de
León que fuera aprobada por las Cortes ordinarias el 7 de mayo de 1814. En
aquella ocasión la provincia de León queda dividida en once partidos judiciales
que son: León, Gordón, Villafranca del Bierzo, Astorga, Valderas, Sahagún,
Valdeburón, Ponferrada, La Bañeza, Omaña y Toreno. Así consta en la “Colección
de los Decretos y Ordenes Generales de la primera legislatura de las Cortes
Ordinarias de 1820 y 1821”. Pero lo cierto es que tal provisionalidad nunca se
vio confirmada, si bien es cierto, que durante algún tiempo debió de ser una
realidad cierta, tal vez con ciertas peticiones reivindicativas, como se
desprende y lo justifica una noticia extraída de fuentes hemerográficas fechada
el 10 de octubre de 1906 cuando se dice que “En el correo de ayer salió para
Madrid una comisión del partido judicial de La Vecilla, para manifestar al Sr.
Merino, su disgusto si llega a realizarse la traslación del Juzgado de primera
Instancia a Pola de Gordón, entregando al propio tiempo al Ministro de Gracia y
Justicia, las propuestas firmadas por la mayoría de los Ayuntamientos.”
Conserva La Pola una estructura urbanística cuyo eje principal es la antigua
carretera, ahora con tareas de calle mayor y en ella se aglutinan los aspectos
más fundamentales de la vida de la localidad y de su alfoz, en ella están
presentes la sede municipal, la iglesia parroquial, la ermita de San Antonio,
casi todo su comercio, etc. El conjunto de sus edificaciones mantiene una traza
tradicional, no exenta de excepciones, y están realizadas fundamentalmente en
cantería de caliza gris denotando y manteniendo cierto encanto urbano siempre
exento de agobios.
Es en esta calle donde se pueden observar las únicas muestras heráldicas con
que cuenta la localidad sin que las casas-solares que las sustentan sean
especialmente relevantes, pues más bien denotan su modesto y recio aspecto ya
que tanto en esta localidad como en otras del concejo residían miembros de la
conocida como “baja nobleza”, es decir “la hidalguía”.
Santa
Lucía
Separan la
localidad de Santa Lucía de la capital del Concejo unos 5 km. y sus lindes
están establecidos al N. con Ciñera, por el S. con los de La Pola y Vega, por
el E. con los de Llombera y por el O. con los de Vega. Su altura sobre el nivel
del mar es de unos 1060 metros, pero dentro de la propia población pueden
superarse otros cien metros a mayores en altura, desnivel entre el cuenco
–parte más baja– donde se ubica el centro urbano, y el barrio de San Roque, al
oeste, posiblemente la parte más alta y empinada de la localidad.
Historia.
El que este asentamiento adquiera
relevancia en un exiguo valle, lugar de imposible planeamiento urbanístico, ya
que el encajonado que producen las inmediatas peñas que conforman esta hoz no
se amedrentan a expresar sin rubor en ocasiones sus terminaciones en el cuenco
despojadas de sus faldas y se dejan caer cortadas mostrando sus vertiginosos
lisos como es el caso de la peña del Castro. Este agrupamiento urbano podría
deberse a la confluencia paulatina de pobladores de otros caseríos o pequeñas
entidades de población próximas, ahora desaparecidas, y que posiblemente
encuentran en esta ubicación de Santa Lucia una mayor benignidad climática o
una mayor proximidad al Bernesga en comparación con la que disfrutaban.
De los caseríos o pequeñas localidades, hoy despobladas, que contribuyen con su
desaparición al asentamiento definitivo de Santa Lucía se pueden citar la de
“Faya Abajo” que estaba limitando con Vega, la de “Faya de Arriba” que lo hacia
con Llombera, o la de “San Juan de la Casa” , así como el caserío conocido por
“San Miguel”, donde se hallaba una ermita, todo próximo al actual cementerio.
Pero el gran auge y apogeo que experimenta la población se produce a partir del
último cuarto del siglo XIX. De los fundamentos que debieron de ser decisivos,
caben destacarse las comunicaciones, primero el trazado de la carretera
nacional y más tarde, la construcción del ferrocarril al igual que la
existencia de minas de carbón en explotación ya desde el año 1874. Son
posiblemente estos tres factores los que han tenido, tienen y posiblemente
tendrán una consideración fundamental para el desarrollo poblacional de Santa
Lucía.
Santa Lucía es un pueblo que mira a la minería y donde ésta más se ha dejado
sentir sobre su desarrollo urbano. Es en la historia más reciente, considerando
como tal el último siglo y medio, donde resulta fácil comparar esta evolución
poblacional si tomamos como base lo dicho por Pascual Madoz en su “Diccionario
Geográfico”, publicado en 1850, en ella describe los caracteres básicos de
nuestra población, y nos indica que la estructura urbana esta compuesta por ”26
casas; escuela de primeras letras; iglesia parroquial a la advocación de santa
Lucía y servida por un cura de ingreso y patronato laical; una ermita propiedad
del vecindario, con un total de unas 90 almas”.
Comparando lo dicho por Madoz con el “Censo de Población de 1991”, las cifras
son evidentes refiriéndose a la estructura urbana, aw dice que está constituida
por la agrupación de 511 viviendas, y contamos con una población de derecho de
1.146 almas, datos que denotan a la vez una deflación sobre las cifras que son
claramente negativas en comparación con las mismas fuentes del año 1973 donde
su población era superior.
Los valores tradicionales siempre son susceptibles de conservarse en si mismos,
ya que determinan una forma concreta de ser y sentir, que pueden acabar
traduciéndose en una peculiaridad o tal vez concretándose en una muestra de
identidad, o simplemente en un hecho diferencial.
De entre aquellos valores que Santa Lucía aporta a todo el Concejo, cabe
destacar, entre otros, la celebración de la Semana Santa, la única que se
realizara durante mucho tiempo desde la ciudad de León a Asturias y cuya
tradición se remonta a la década de los años mil novecientos cincuenta, sus
procesiones son patrocinadas por dos cofradías, la “Hermandad del Santísimo
Cristo de la Victoria” y la “Cofradía del Encuentro de la Pasión”.
Sus procesiones no son en ningún caso una simple manifestación pública para
recreo y complacencia, sino que en ellas predomina, y es claramente observable,
su contenido íntegramente religioso, siendo los actos litúrgicos y
procesionales por excelencia el punto central de la conmemoración de los actos
que se realizan durante el tiempo que va desde el domingo de Ramos hasta el
domingo de Resurrección en las recoletas calles de esta localidad.
Etimológicamente el topónimo “Cabornera” recuerda a don Javier García, según afirma en Significado pueblos, a las voces asturianas “Caborno”, “Cabornia”, “Cabornin”, “Cabuerna”. El asturiano Caborniu alude al tronco hueco y añejo del castaño remontándose probablemente al latín Cavurnam, variante de Cavernam. Cabornera parece aludir a un lugar abundante en cabornios, o quizás mejor en cavernas o cuevas, como indica el sufijo –ERA.
La primera referencia documental respecto al topónimo “Cabornera”, de la cual tengo noticia, está datada en el año 1152, se trata de una carta de venta de una heredad en Cabornera, territorio de Gordón, junto con una tierra en Trascolada y otra en La Foz del Aguila de la Muria, dicha carta es otorgada por Domingo Álvarez y su mujer a favor de don Juan, abad de Arbas, (Archivo Histórico Nacional: Consejos, leg. 16.022, III-5, 4º cuaderno, visita temporal, fol. 12v.). Y otro documento de principios del siglo XIV (a. 1304), biene a confirmar como evidencia la existencia de esta población al determinar su localización; se trata de una compra-venta otorgada por Juana Martínez, con sus hijos, y de P.º Ysirez, de Cabornera, venden a Alfonso Martínez y su mujer María Pérez cuanto heredamiento les cupo de su madre Marina Rodríguez de Viñayo, por 100 mrs de la moneda del Rey don Fernando, (Archivo de Santa María de Otero de las Dueñas: Perg. orig. 225 x 147 mm.).
De la laboriosidad de las gentes de este localidad ha quedado constancia documental a través de un protocolo notarial del escribano Juan García Zurita de mediados del siglo XVII, (a. 1658), por el cual dos vecinos, Alonso Díez y Bartolomé Candanedo adquieren tres guadañas largas con sus piedras, por valor de setenta y dos reales, (Archivo de la Catedral de León: 287, fol. 356).
La iglesia parroquial consta de una nave con cabecera. Dos tramos de la nave llevan imposta plana al igual que el asiento de la bóveda de cañón en la cabecera. El arcos toral y perpiaño también con imposta plana. Presentando bóveda de cañón en estos dos tramos de nave. La puerta de acceso es simple con arco de medio punto. La espadaña se levanta a los pies y lleva aleros igualmente de imposta plana. El siglo constructivo más representativo es el XVI y su estilo más relevante es el renacentista.
Ya a mediados del s. XIX aprecia Madoz en su Diccionario, la existencia en esta localidad de una fuente de aguas minerales ferruginosas indicando que fueron analizadas en el año 1818, en cuyos resultados puede apreciarse como contienen abundante magnesia, aseverado que es potable. Es ésta fuente conocida como “Fuente del Fraile” y por sus características es uno de los lugares más visitados para tomas sus aguas, que son altamente beneficiosas por obtenerse de ellas saludables efectos.
Varios son los significados etimológicos para el topónimo “Ciñera”, aquí traeremos tres a colación. El primero sería su derivación de CINIS -ceniza-, más el sufijo ARIA –era-, que no sería descartable debido a la explotación en la época del hierro, de Hallstad o de la Téne, por los Astures Lancienses, una veta de mineral de hierro próxima a la localidad. O que tales cenizas pudieran provenir de la mina de cobre conocida como “La Profunda”, explotada en época romana en las proximidades de Villamanin. Tal vez sea este significado el que cuente con más adeptos. Sin duda, menos coherente, seria pensar que el topónimo se debe a los restos de las hogueras que dejaban los aquelarres que celebraban las brujas locales en los montes próximos, allá por el siglo XVII, como las leyendas glosan puesto que el topónimo aparece documentado mucho antes.
Una segunda variación sobre el significado del topónimo que la voz proviene del árabe SANIYA -molino harinero-, y de éste el castellano AZEÑA, AZEÑERO, ACEÑA, el Diccionario de la Real Academia Española define “aceña”, como molino harinero dentro del cauce de un río. Dicha tesis se corrobora con la existencia documentada de molinos en la zona en el “Fuero de La Vid”.
Y por último una tercera significación relaciona la voz Ciñera con CINGULARIA, del latín CÍNGULUM –cintura-, CINGERE –ceñir-, justificada por la ristra de riscos y peñas que rodean el alargado valle de Ciñera.
> Historia
Ciñera es la localidad más joven del Concejo. Tal extremo se constata en todas las fuentes documentales conocidas, en las que aparece citada dicha población. Desde “ab initio” perteneció y se la nombro como anejo - (poblado poco relevante )- de la próxima localidad de La Vid y de ello, en la historia más reciente, nos deja constancia documental Madoz en su Diccionario, (a. 1850), pues para acceder a lo dicho para Ciñera hemos de buscar La Vid. Ambas, Ciñera y La Vid, eran considera como una sola entidad de población dividida en dos barrios entre los que tercia una distancia de un cuarto de hora. Este extremo se ratifica años más tarde, en 1877, por el Nomenclator de la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico, que además indica que dicho barrio o anejo está formado por siete edificios.
La historia, debido a la vinculación poblacional que Ciñera siguió durante siglos con La Vid, siguen una única trayectoria en los avatares cuyos acontecimientos les son comunes. Y ambas poblaciones, hasta la cédula real de Carlos IV, en 1805, junto con Villasimpliz, no pasan a integrarse política y administrativamente al Concejo de Gordón, pues hasta entonces ejercitaba sobre ellas señorío eclesiástico el Abad de San Isidoro de León.
Esta localidad, que destaca por el enorme y rápido crecimiento poblacional, se va dotando al tiempo de nuevos servicios comunitarios acordes con su masa de población, entre ellos se pueden citar, los cines, el campo de fútbol o los religiosos, pues se construye sobre la planta de la insuficiente ermita de dedicada a San Miguel, lo que hoy vemos como iglesia que continua con la advocación de San Miguel Arcángel, convertido ya en patrono de la localidad, la construcción religiosa, de buena traza, que deja al fin cubiertas las necesidades religiosas del espacio común que demandaba el vecindario, sus obras concluyen en el año 1956.
Además Ciñera y sus moradores son afortunados por aportar uno de los más sugerentes y singulares bosques de la zona conocido como “El Faedo”, al que encontraremos ubicado al nordeste de la localidad, siguiendo el camino que conduce a las “Cuevas de Valporquero”.
Es difícil buscar una imagen que extrapolada simbolice tal belleza, sus predominantes hayas retorcidas y talladas por el tiempo silencian tanto a los robles como a las encinas que las acompañan y todo conforma un espacio idílico, mágico y su voz se ve impregnada del murmullo sordo de las hojas, matizada por las notas del agua al paso por sus cristalinos arroyos y acompañadas del melódico trinar de variados pájaros. Cada día, cada estación, podemos sorprendernos al encontrar un nuevo faedo, un desconocido faedo que siempre será el mismo, que siempre será eterno.
Concluye en esta localidad la carretera escindiendose en dos calles. Fue el Comandante Nicanor Rodríguez, natural de esta localidad, quien gestionó en 1.912 la construcción del actual trazado desde el puente de San Pedro, pasando por Buiza para concluir en Folledo, que agradecido lo rememora con la placa correspondiente
La estructura urbana de Folledo rompe con la tónica de asentamiento lineal claramente observable en otras localidades gordonesas y justificable, en todo caso, por la estrechez de sus valles. Aquí el agrupamiento urbano se nos muestra circular, emplazado en una leve pendiente y orientado al mediodía.
Es uno de los asentamientos más remotamente documentados, su topónimo se cita en una donación realizada por Alfonso III en el año 905.
Sus hijos compran su emancipación jurisdiccional en el año 1.532 reinando Felipe II para posteriormente caer en una nueva dependencia bajo la casa de Luna. Este transito histórico es común junto a otras localidades del concejo con las que participa, también en 1652, en el repartimiento del donativo concedido al rey en Cortes para los gastos de las campañas de Cataluña, Portugal, Italia y Flandes.
Ya en 1940, debido a sus peculiaridades lingüísticas es tomada esta localidad de Folledo como punto de referencia para la encuesta realizada a sus habitantes por Aurelio M. Espinosa (hijo) sobre una muestreo que contiene 75 voces y que forman parte del primer tomo del Atlas lingüístico de la península ibérica dedicado a la fonética.
En esta localidad se conserva el renombrado archivo de Folledo, que es común haberle oído citar como el “archivo de las siete llaves”, parece ser que lo exiguo de sus fondos documentales son tan evidentes, que nuestro paisano don Alfonso García, quien tuvo la oportunidad de verlo en compañía de don Francisco Escobar, lo desmitifica y valora en su justa medida, afirmando dichos extremos en articulo publicado en 1984 en la revista Hornaguera bajo el título “Folledo: símbolo y leyenda”. Parece ser que entre otros documentos contiene dos bulas pontificias por las cuales se concede privilegio a los cofrades de la Cofradía del Santísimo Corpus Christi.
Cuenta esta localidad con una recoleta iglesia parroquial, del siglo XVI, que denota un estilo predominantemente renacentista, su construcción se levanta sobre la base de una sola nave, que fue techada modernamente con escayola y que podría esconder su antigua bóveda de cañón, como de cañón es su cabecera. Las paredes maestras llevan contrafuertes al exterior y su puerta de acceso es de medio punto. Presenta su espadaña a los pies, formada por tres cuerpos, ocupando el último dos campanas.
El valle donde se asienta la localidad está rodeado de montañas que configuran la denominada sierra de Los Grajos. Todo está regado por el río Casares, afluente del Bernesga con el que se encuentra en las proximidades de La Pola. El pueblo aparece alineado a ambos lados de la carretera, que lo cruza, y conserva, sin grandes variaciones, su tipología rural y popular.
La carretera por la que se accede a la localidad, de alta montaña, comunica las cuencas de los ríos Bernesga y Luna tras superar la collada de Aralla, conservando en su trazado el aspecto de la reconversión que se produjo en 1907 sobre los antiguos caminos para hacerlos más transitables y cuyo transito sosegado desde La Pola hasta el inundado San Pedro de Luna permite disfrutar de la belleza de una maraña de peñas, montes y rocas calizas, formando todas caprichosas quebradas, imposibles estratos verticales o innumerables oquedades que concluyen con un paisaje de apreciado encanto.
Pero si la “fama” de esta localidad ha trascendido tras los limites del concejo, no sólo es debido a sus encantos paisajísticos, o, a la hospitalidad o cordialidad de sus gentes, es también y en parte, porque se ha puesto sobre la mesa y hemos compartido mantel con los más selectos y mejores manjares que tradicionalmente han cocinado nuestras gentes para nuestro sustento, tal es el caso de los embutidos, calderetas o el cocido gordonés, que han conseguido que esta localidad sea un referente.
Los restos arqueológicos localizados en las proximidades de la localidad de Geras posibilitan que esta zona estuviera poblada desde tiempos ancestrales, así pues y localizados en “La Cueva Feliciana”, junto al “Arroyo Meleros” se hallaron sobre el año 1920 varios utensilios de hierro y fragmentos de cerámica pertenecientes a la II Edad de Hierro que se conservan en el Museo de León y que fueran en él depositados por don José Sánchez Cañón. Piezas, que el Sr. Luengo describe como un cuchillo, una mohara o punta de lanza, un cincel o cortafríos, una reja de arado y una anilla. Con posterioridad el Sr. Gutiérrez, retoma el estudio de estas piezas y estima que pueda tratarse de un escondrijo de época altomedieval.
No deja de ser igualmente de interesante la localización de una lápida sepulcral que apunta una datación altomedieval y que se localiza, actualmente, en el pórtico de la iglesia de esta localidad adosada a uno de sus parámetros. La lápida con forma rectangular y bordes irregulares alcanza el metro ochenta de larga y lleva como grafía una leyenda cuya traducción podría ser: “En la era mil noventa y seis, ya próximo el 16 de las calendas de enero, ¿Menéndez? Murió”.
El mismo interés hay que mostrar por una pila bautismal, localizada en el interior de la iglesia, presenta una copa con forma cilíndrica de casi un metro de diámetro. Su talla se resuelve sin grandes alardes artísticos y no presenta más adornos que un cordón, bajo el cual, se sitúa la talla de dos cruces patadas.
La presencia de estos motivos, así como la pervivencia de varios tramos de caminos debidamente empedrados sugieren la presencia remota de pobladores en esta localidad o sus proximidades.
Pero lo más claramente visible del patrimonio de esta localidad son sin duda las dos construcciones religiosas de que dispone, una que se localiza antes de entrar en Geras y es conocida como la ermita del Santo Cristo, construcción destacable del siglo XVIII en cuyos parámetros exteriores se encuentra una cartela o placa en la que aparece tallado un Cristo crucificado y una dolorosa a sus pies, todo bastante deteriorado, y que se acompaña de una leyenda resuelta en letra uncial que contiene la concesión de indulgencias dadas por el Obispo de Oviedo a la sazón don Juan de Abello en el año 1743.
Y otra, la iglesia parroquial, advocada a San Pedro, se levanta sobre un promontorio, prácticamente, en el centro de la localidad. Su planta comprende dos cuerpos de grandes dimensiones, que se corresponden con la nave y con la capilla de forma rectangular. Un amplio porche, orientado al mediodía, aparece sustentado por tres columnas que arrancan de un podio corrido que está abierto frente a la puerta de acceso, de sencilla construcción, que se abre bajo un arco de medio punto con paso directo a la nave. A los pies se levanta una robusta espadaña que lleva tres cuerpos rematada con frontón y alberga en el último de los tramos las campanas.
Huergas o “Guergas”, como Madoz la nomina al referirse a esta localidad en la voz que da entrada a la descripción que de ella hace en su “Diccionario”, o nombrada también como “Huelgas” por Jovellanos en sus “Diarios”. Tiene esta localidad un barrio o anejo conocido como El Millar, formando juntas una misma unidad administrativa desde el año 1582.
El actual asentamiento poblacional es el resultado, posiblemente, la suma de otros hoy despoblados, entre ellos, San Frechoso, Conforceo o Samés, de los que aún perviven, como restos arqueológicos, algunos enterramientos.
Perteneció Huergas en señorío al obispo de Oviedo, posiblemente, desde tiempos de Alfonso III, allá en los comienzos del s. X, pasando más tarde, en tiempos de Felipe II a ser de realengo, para concluir en manos del condado de Luna.
Situado en el término territorial de Huergas se encuentra el primer monumento del concejo, el Santuario de Nuestra Señora del Buen Suceso.
Dentro del caso urbano la iglesia parroquial, sin duda, es el edificio más relevante, se levanta en el centro de la localidad y su estilo arquitectónico más relevante está sometido al barroco, siendo el s. XVIII el de su construcción formal, apreciándose de forma evidente, en algunas de sus partes, aditamentos contemporáneos. Bajo la advocación de San Martín estaba servida a mediados del s. XIX, como indica Madoz, por un cura de ingreso y patronato real. Este edificio religioso cuenta con una sola nave y cabecera, unidas por un arco de triunfo de medio punto que se realiza en piedra sobre una imposta resaltada del mismo material. La cabecera está cubierta por una bóveda de cañón, y la nave, que en otro tiempo debió de llevar armadura de madera, está remozada y arreglada recientemente. En la actualidad la nave es más elevada que la cabecera y presenta, a los pies, su correspondiente espadaña que se eleva con dos cuerpos y remate en forma de frontón.
En el Millar se localiza una pequeña ermita, cuya fortuna ha resistido al tiempo perdurando para común complacencia y que dedican al apóstol San Mateo.
La localidad cuenta con renombrado “Archivo”, de cuyo contenido, sin catalogar, no conocemos más que algunos documentos que no se remontan más allá de principios del siglo XVI. Al decir de Escobar en “Apuntes... ”, está compuesto por varios legajos correspondientes unos a aperos, ejecutorias de nobleza, actas de visita y residencia, ordenanzas, etc.
El origen etimológico del topónimo “Llombera”, pudiera ser, si se tiene presente la voz expresada en las primeras citas documentales conocidas, como “Plombera”, que derivase de plumbum (plomo), y que pudiera quedar justificado por la existencia de unas minas de éste mineral que al parecer hubo remotamente en la zona. Otra posibilidad es que este toponímico se enclave entre los comprendidos en el grupo de nombres de lugar con significado o mención de alturas y por tanto derive del latín lumbus (loma), más el sufijo colectivo aria (era), por lo cual Llombera tendría significado de “altura del suelo”, “loma”, justificado, en todo caso, puesto que emplazado de la localidad, en el extremo oriental del concejo, lo hace sobre lo alto de una collada y las aguas de sus arroyuelos vierten hacia dos cuencas distintas, parte a la del río Bernesga y parte a la del Torio.
Llombera se cita como Plombera en el “Libro Gótico” del Archivo de la Catedral de Oviedo, en hitación referida al año 361 de nuestra era, con motivo de señalarse los límites de la diócesis de Oviedo, “Per illa Uite. Per uillar de Frates. Per Plombera”. La existencia en sus proximidades del lugar denominado como el castro donde, parece ser, que se han encontrado restos, o del lugar llamado Vega honda o Vegafonda, hace todo suponer que Llombera debe de incluirse en la nómina de los pueblos más remotos de Gordón.
Y entre la exigua población de esta localidad allá a mediados del s. XVIII (año 1761), se funda, al igual que en otras poblaciones del concejo, una cofradía aquí denominada de “Nuestra Señora de la Encarnación”, cuyo último fin consistía en el auxilio de los enfermos.
De entre los aspectos monumentales a destacar, deben de reseñarse como sus edificios más relevantes son, sin duda, los de carácter religioso, así la recoleta iglesia parroquial dedicada a San Pedro es sin duda el primero de sus monumentos, seguida de la pequeña ermita del Santo Cristo de los Remedios.
Pero esta población aún no había despegado como agrupamiento poblacional relevante a mediados del s. XIX, pues así se desprende cuando al describirla Madoz en su “Diccionario”, asevera que disponía de diecisiete “chozas”, término escasamente empleado por este autor y que posiblemente lo trajera aquí a colación para describir de manera más gráfica las construcciones de esta localidad, que debían tener todas sus casas cubiertas con tejados de paja.
Sin duda Llombera, al igual que otras localidades del concejo, deben su crecimiento poblacional a las explotaciones de carbón, que se produce a finales del s. XIX, en un principio aportando, tanto los territorios donde se efectúan dichos trabajos, como las primeras personas que se dedicaron al laboreo minero y después integrando en sus poblaciones a los distintos grupos humanos que recalaban aquí en busca de un mejor modo de vida.
Esta población, como otras del concejo, no está exenta de leyendas y entre los de este lugar se encuentra arraigada la del “Tesoro”, que se repite de viva voz siguiendo los trazos generacionales con el dicho: “Entre Tamba, Tambica y Tambicón, hay un tesoro que vale más que la ciudad de León”. En términos de Llombera, maticemos, se localiza un paraje cuyo topónimo responde a la voz Tamba. De la intensidad de la leyenda dice bastante el refuerzo que suscita otra que trata del mismo contenido pero, ahora, con distinta expresión: “El tesoro de la Portilla ha de salir a punta de reja o a resbalón de oveja”.
Recibe Nocedo, por su ubicación, las sombras vespertinas de Fontañán que alivian los calores de las tardes del estío y convierten el paseo por la localidad en una agradable fresquera. Y es que esta peña es un referente, pues, además de enviarle sus cristalinas aguas, le permite, a su cobijo, la existencia de una exuberante y variada vegetación que rodea todo el entorno.
A los pies de la localidad se abre su “vega”, en otros tiempos labrada, y por su centro discurren las aguas del río Bernesga que más tarde, y paralelamente, acompañaron la carretera y la vía ferroviaria que dan paso a Asturias. Y es en las proximidades del Santuario de la Virgen del Buen Suceso, patrona de Gordón, donde hemos de desviarnos para llegar a Nocedo, pues esta población se esconde detrás de una cortina de árboles que cuando están cargados de hojas disimulan su existencia.
Etimológicamente el topónimo “Nocedo” deriva de “Nocetum”, cuyo significado es “lugar de nogales” o “abundantes nogales.
> Historia.
De lo remoto del asentamiento de esta localidad en el espacio que hoy ocupa, dice mucho la espadaña de la antigua iglesia, a cuyos pies se encuentra ahora el “Campo Santo”, en la parte más baja de la localidad. Espadaña que bien pudiera datarse, sin gran error, como del s. XIV, lo que la lleva a glosar la relación de las construcciones eclesiásticas más antiguas del concejo.
La iglesia parroquial es otro de los monumentos más relevantes de Nocedo y Escobar la califica como “iglesia de graciosas líneas”. Se levanta sobre una nave con dos cuerpos, siendo el más elevado el del presbiterio rematado por bóveda de crucería, y separando ambos, un arco toral de medio punto realizado en sillería. A los pies lleva espadaña de tres cuerpos. Es evidente su datación que se nos muestra en un medallón donde en letra uncial se lee: SE HIZO ESTA OBRA SIENDO CURA DON FRANCISCO GARCIA ARIAS. Año 1855.
La desaparición de una ermita en el paraje conocido como “Los Vallinos” y dedicada a San Bartolomé, no se remonta más atrás de mediados del siglo XIX, conservándose la imagen del santo a buen recaudo en la iglesia parroquial.
El espacio urbano se somete, por lo general, a la arquitectura popular, resaltando las construcciones tradicionales de esta zona, edificación en piedra, usando la del país una caliza gris perla, cubiertas con armantes de madera que vierten a dos aguas y teja árabe y en algunos casos, aún se conservan los corredores o galerías de madera.
Pero es de destacar por lo que tiene de excepcional, pues es único caso conocido en el concejo, a un hijo de esta localidad que nació en ella en el s. XVII (año 1623), se trata de Santiago Llanos Juárez, hijo que fuera de Juan de Llanos y María Juárez, siendo sus abuelos paternos Diego de Llanos y Leonor Gutiérrez y sus abuelos maternos Pedro Juárez Mediavilla e Isabel Juárez, de este hijo de Nocedo se conserva en el Archivo de la Catedral de León su expediente de Limpieza de Sangre, en el que actúa como juez instructor Alonso Gregorio de Iglesias y como notario Francisco García Vozmediano y los lugares de la instrucción son Nocedo, La Pola de Gordón y Huergas, pretendiéndose con dicho expediente, previo a integrarse en el cabildo catedralicio, su condición de canónigo de la catedral de León.
Se asienta esta pequeña y singular localidad sobre una peña, en una especie de collada o de imperfecto rellano, prácticamente colgada a una altura de 1.230 metros, y sin ser la cota más alta de las localidades del Concejo, que ostenta Llombera, si hemos de atribuirle, en justicia, el calificativo de “mirador”.
Al dirigirnos a Geras y una vez pasada Cabornera, hemos de andarnos con cuidado para no saltarnos el acceso, hoy en buen estado, que nos subirá zigzagueando a Paradilla a través de una ristra de peñas de caliza, donde podemos ver, como entre sus grietas se arraigan matas de sardón y alguna que otra sabina.
Y cuando llegamos a la población, si aún nos empinamos hasta su iglesia, que ocupa lo más alto de la peña por la que hemos accedido, al reposar la vista al suroeste, nos confundirá, sin duda, la sorpresa del extraordinario encantamiento que produce este paisaje gordonés, sembrado, a diestro y siniestro, de agrestes picachos y roquedos que superan cualquier fantasía en su afán de angostar el curso del río Casares.
Destacamos su iglesia parroquial, de estilo románico, que Madoz, a mediados del s. XIX, declara que está dedicada a la advocación de San Juan y que depende de la aneja de Cabornera. Con planta de una sola nave trae un arco triunfal y está cubierta por bóveda de cañón. En su cabecera, cuadrada, se aprecian canecillos, que resueltos con sencillez, son visibles en su fachada septentrional.
Pudiera haber surgido este asentamiento poblacional con ocasión o motivo del “descanso” previo a introducirse de pleno en el macizo Cantábrico en los tránsitos hacia Asturias. Así lo hizo Jovellanos a finales del s. XVIII, como lo bien lo ha dejado narrado en sus “Diarios”, y debió de ser algún mesón o posada de esta localidad donde recibió cobijo y al describir tal hecho nombra la localidad como “La Peredilla”, ó “Peredilla del Camino”.
La primera noticia documental, de la que tenemos noticia, referente a este topónimo, es del s. XIII (año 1203), se trata de una Carta de venta de las heredades que poseían en Peredilla, territorio de Gordón. Dicho documento es otorgado por Suero Pérez y su mujer Aldonza Rodríguez a favor de don Fontún, (abad) de Arbas.
Sí parece acreditarse documentalmente la consolidación del núcleo de población en Peredilla a mediados del s. XVII, en un protocolo notarial se transcribe una escritura de obligación de Bartolomé Álvarez, presbítero, residente en Huergas y Peredilla, a favor de María García, vecina de León, de ocho ducados que le debía como salario del tiempo que le había servido. Y por supuesto, con posterioridad, en 1787, se encuentra esta localidad debidamente censada en el “Censo de Floridablanca”, al extremo de ser adoptada esta localidad como residencia, así consta en el expediente de un pleito de hidalguía de 1802 promovido por Nicolás García de Luna, vecino y hacendado del lugar de Peredilla, comisario de guerra y nacido de Palencia y casado con María Antonia Ortega en Badajoz en día 1 de mayo de 1777.
Esta localidad, como es común a otras del concejo, también cuenta con su tradicional leyenda, aquí la conocida como “las tejedoras” se transmite de generación a generación buscando su inmortalidad. Algunos autores, interesados en estos temas, han tenido a bien recrear y publicar la misma para general conocimiento.
La Pola, capital del Concejo, se encuentra a 33 km. de León, la capital provincial, desde donde hemos de salir marchando en dirección norte, hacia Asturias.
Limitan los términos territoriales de esta población por el N. con los de Vega y Santa Lucía, por el S. con los de Los Barrios, Sorribos, Olleros y Nocedo y por el O. con los de Los Barrios y Beberino.
El topónimo por el cual se designa y conoce a esta población La Pola tiene una raíz de ascendencia claramente latina “populus”, aquí con variante femenina “puebla”, que con frecuencia se encuentra en la toponimia leonesa, asturiana o galaica, su significado sería “pueblo”.
En el valle donde se asienta esta localidad perviven evidencias arqueológicas, tal es el caso del castro de “La Moita”, se trata de un montículo situado al suroeste de La Pola de Gordón que domina el valle. Allí el poblado se asentó sobre una base fortificada con la estructura propia de los castros prerromanos. Dicho recinto tenía unos 100 x 50 metros y se hallaba rodeado por muralla que ocupaba la parte alta, un terraplén de unos 12 metros bajo la muralla por el noroeste y una cerca de piedra por el suroeste que continua por el sur y suroeste de unos 400 metros y unos 2 metros de grosor que es el lado de menor pendiente. Estos aspectos arqueológicos nos remiten a la presencia en esta zona de la cultura castreña y a épocas prerromana o romana.
En las proximidades de este asentamiento se observan restos de lo que debió de ser, según Escobar, la ermita de San Marciel, justo en el camino de La Pola de Gordón a Los Barrios, en una loma próxima a “La Cuesta la Moita”, aún se pueden observar los restos de una construcción cuadrada, cuyo testero, al este, la califica como una edificación religiosa y cuya cita documental se data en el año 1036.
Con la planificación territorial que realizara Ramiro II arbitrando nuevos espacios o centros administrativos, fue La Pola la cabecera del centro político-administrativo de las tierras del Bernesga. Por ello no causa extrañeza que esta localidad contara ya en el primer cuarto de siglo XIII con un agrupamiento poblacional importante, o al menos de cierto relieve, sólo así se explicaría como es en esta localidad cuando el día 29 de septiembre del año 1228 el cardenal obispo de Santa Sabina y legado del papa Gregorio IX en Hispania, Juan Halgrin de Abbevilla, da una Litterae por la cual dicta una resolución, desde la localidad de La Pola de Gordón, que pone fin a las diferencias surgidas entre el maestre y frailes de la Orden de Santiago y el prior y frailes canónigos del convento de Ucles, comprometiéndose ambas partes a acatar dicha resolución.
A partir de mediados del siglo XIII se evidencia documentalmente la existencia del portazgo de La Pola, si bien ya existía con anterioridad, esta constatación queda expresa en varias “reales células” dadas por Fernando III, la más remota desde en Sevilla en el año 1248 mandando que en La Pola no tomasen portazgo ni exigieran gabelas a los vecinos de Oviedo.
Los aspectos administrativos, como centro de producción, se ponen de manifiesto igualmente a principios del siglo XIV cuando en 1310 se realiza un Traslado a petición de doña Leonor Pérez, abadesa de Otero, de una carta, hecha ante Alfonso Martínez, notario de La Pola de Gordón, en razón de una contienda con Suer Álvarez sobre el haber que tomara al Convento para el pago de cierta deuda.
Esta actividad como centro administrativo se ve confirmada ya en el nuevo régimen por la Orden de división provisional de partidos de la provincia de León que fuera aprobada por las Cortes ordinarias el 7 de mayo de 1814. En aquella ocasión la provincia de León queda dividida en once partidos judiciales que son: León, Gordón, Villafranca del Bierzo, Astorga, Valderas, Sahagún, Valdeburón, Ponferrada, La Bañeza, Omaña y Toreno. Así consta en la “Colección de los Decretos y Ordenes Generales de la primera legislatura de las Cortes Ordinarias de 1820 y 1821”. Pero lo cierto es que tal provisionalidad nunca se vio confirmada, si bien es cierto, que durante algún tiempo debió de ser una realidad cierta, tal vez con ciertas peticiones reivindicativas, como se desprende y lo justifica una noticia extraída de fuentes hemerográficas fechada el 10 de octubre de 1906 cuando se dice que “En el correo de ayer salió para Madrid una comisión del partido judicial de La Vecilla, para manifestar al Sr. Merino, su disgusto si llega a realizarse la traslación del Juzgado de primera Instancia a Pola de Gordón, entregando al propio tiempo al Ministro de Gracia y Justicia, las propuestas firmadas por la mayoría de los Ayuntamientos.”
Conserva La Pola una estructura urbanística cuyo eje principal es la antigua carretera, ahora con tareas de calle mayor y en ella se aglutinan los aspectos más fundamentales de la vida de la localidad y de su alfoz, en ella están presentes la sede municipal, la iglesia parroquial, la ermita de San Antonio, casi todo su comercio, etc. El conjunto de sus edificaciones mantiene una traza tradicional, no exenta de excepciones, y están realizadas fundamentalmente en cantería de caliza gris denotando y manteniendo cierto encanto urbano siempre exento de agobios.
Es en esta calle donde se pueden observar las únicas muestras heráldicas con que cuenta la localidad sin que las casas-solares que las sustentan sean especialmente relevantes, pues más bien denotan su modesto y recio aspecto ya que tanto en esta localidad como en otras del concejo residían miembros de la conocida como “baja nobleza”, es decir “la hidalguía”.
El que este asentamiento adquiera relevancia en un exiguo valle, lugar de imposible planeamiento urbanístico, ya que el encajonado que producen las inmediatas peñas que conforman esta hoz no se amedrentan a expresar sin rubor en ocasiones sus terminaciones en el cuenco despojadas de sus faldas y se dejan caer cortadas mostrando sus vertiginosos lisos como es el caso de la peña del Castro. Este agrupamiento urbano podría deberse a la confluencia paulatina de pobladores de otros caseríos o pequeñas entidades de población próximas, ahora desaparecidas, y que posiblemente encuentran en esta ubicación de Santa Lucia una mayor benignidad climática o una mayor proximidad al Bernesga en comparación con la que disfrutaban.
De los caseríos o pequeñas localidades, hoy despobladas, que contribuyen con su desaparición al asentamiento definitivo de Santa Lucía se pueden citar la de “Faya Abajo” que estaba limitando con Vega, la de “Faya de Arriba” que lo hacia con Llombera, o la de “San Juan de la Casa” , así como el caserío conocido por “San Miguel”, donde se hallaba una ermita, todo próximo al actual cementerio.
Pero el gran auge y apogeo que experimenta la población se produce a partir del último cuarto del siglo XIX. De los fundamentos que debieron de ser decisivos, caben destacarse las comunicaciones, primero el trazado de la carretera nacional y más tarde, la construcción del ferrocarril al igual que la existencia de minas de carbón en explotación ya desde el año 1874. Son posiblemente estos tres factores los que han tenido, tienen y posiblemente tendrán una consideración fundamental para el desarrollo poblacional de Santa Lucía.
Santa Lucía es un pueblo que mira a la minería y donde ésta más se ha dejado sentir sobre su desarrollo urbano. Es en la historia más reciente, considerando como tal el último siglo y medio, donde resulta fácil comparar esta evolución poblacional si tomamos como base lo dicho por Pascual Madoz en su “Diccionario Geográfico”, publicado en 1850, en ella describe los caracteres básicos de nuestra población, y nos indica que la estructura urbana esta compuesta por ”26 casas; escuela de primeras letras; iglesia parroquial a la advocación de santa Lucía y servida por un cura de ingreso y patronato laical; una ermita propiedad del vecindario, con un total de unas 90 almas”.
Comparando lo dicho por Madoz con el “Censo de Población de 1991”, las cifras son evidentes refiriéndose a la estructura urbana, aw dice que está constituida por la agrupación de 511 viviendas, y contamos con una población de derecho de 1.146 almas, datos que denotan a la vez una deflación sobre las cifras que son claramente negativas en comparación con las mismas fuentes del año 1973 donde su población era superior.
Los valores tradicionales siempre son susceptibles de conservarse en si mismos, ya que determinan una forma concreta de ser y sentir, que pueden acabar traduciéndose en una peculiaridad o tal vez concretándose en una muestra de identidad, o simplemente en un hecho diferencial.
De entre aquellos valores que Santa Lucía aporta a todo el Concejo, cabe destacar, entre otros, la celebración de la Semana Santa, la única que se realizara durante mucho tiempo desde la ciudad de León a Asturias y cuya tradición se remonta a la década de los años mil novecientos cincuenta, sus procesiones son patrocinadas por dos cofradías, la “Hermandad del Santísimo Cristo de la Victoria” y la “Cofradía del Encuentro de la Pasión”.
Sus procesiones no son en ningún caso una simple manifestación pública para recreo y complacencia, sino que en ellas predomina, y es claramente observable, su contenido íntegramente religioso, siendo los actos litúrgicos y procesionales por excelencia el punto central de la conmemoración de los actos que se realizan durante el tiempo que va desde el domingo de Ramos hasta el domingo de Resurrección en las recoletas calles de esta localidad.
Vega de Gordón
Localidad del municipio de La Pola de Gordón, dentro
de la Reserva de la Biosfera Alto Bernesga. Al fondo se aprecia la Mina a cielo
abierto de Santa Lucia de Gordón.
Fotina desde Peña La Forcada en la localidad de
Cabornera, también en el mismo municipio y Comarca.
La localidad
de Vega se encuentra a unos 2,5 Kms. de la capital del Concejo, La Pola. Limita
sus terminos por el N. y por el E. con Santa Lucía, por el S. con La Pola y por
el O. con Buiza.
Pero para los límites de su casco urbano, sus fronteras naturales están vigiladas por gigantes orográficos: al norte, un macizo de cinco peñas, en perfecta formación, que del este a oeste son: la de La Cruz, los Recuencanos, el Sordo, la Fuente y San Juan, resguardando la población de los fríos del norte; y al sur, con la misma ordenación, las peñas se convierten en escabrosos paredones, citándose entre ellas el Sardonal, Pilacente, las Viescas o el Castro. Y en el cuenco, entre los límites descritos que todas las peñas forman, se levanta, en las faldas meridionales de las peñas la Fuente y del Sordo, el poblado, con su mirada al mediodía, siguiendo el paso de la carretera que se atreve a separar la vega, regada por el ancestral Bernesga, cuya fertilidad fue dádiva que mantuvo a este pueblo en otros tiempos.
Destaca como peculiaridad más significativa su trazado urbano, a espaldas de la carretera, sus recoletas y estrechas calles con vericuetos trazados van flanqueadas por construcciones en piedra vista fundamentalmente de dos plantas, conformando un entorno ambiental histórico que nos traslada a tiempos remotos, aspectos que deben decuidarse y mantenerse, pues, a mi entender, deben de formar parte del patrimonio cultural de Gordón.
Etimología.
La etimología de la voz “Vega”, topónimo de esta localidad, está relacionado con el medio físico y contiene claros valores célticos, anteriores al cristianismo. Su significado no sería otro que “sitio ribereño” o “ribera”.
Historia.
Sus primeros pobladores, probablemente, se asentaron aquí movidos tanto por la proximidad de los terrenos más fértiles del concejo, “la vega”, como por las aguas potables que fluían magnánimamente de su “fuente”. Pero el verdadero impulso como población le sobreviene cuando el camino se convierte en carretera entre León y Asturias. A partir de entonces recalan aquí, por ejemplo, los habitantes de la desaparecida población ubicada en el paraje conocido como “Canto de San Juan”, de cuyo poblado aún existen restos arqueológicos evidentes, tanto de su iglesia, como de las casas de sus moradores, o, también, de una necrópolis cuyo carácter es claramente medieval.
La pequeña iglesia de aquel poblado se mantuvo erguida hasta bien entrado el siglo XX, advocada, en sus últimos tiempos, a san Juan Degollado y que era acompañado en la devoción por santa Sabina y santo Toribio, su arcaica construcción, conocida como “ermita de San Juan”, se levantaba en piedra caliza y estaba trabada con mampuesto de cal y arena sobre un rectángulo de unos 11 x 6 metros, disponía de una sola nave de medio cañón y cubría a dos aguas con teja árabe llevando su espadaña una ojiva para albergar la campana. Fue destruida, según la tradición oral, por un incendio, y albergó la cofradía de esta localidad cuyo mayordomo era elegido entre los vecinos del pueblo. Dicho mayordomo, además de administrar las fincas que aquella institución poseía, patrocinaba la celebración de una romería anual en los prados del entorno, tradición actualmente en desuso.
Pero su construcción más emblemática, sin duda, es su iglesia parroquial, en otro tiempo aneja a la de Beberino, cuya advocación se dedica a “Nuestra señora de la Vega”. Su edificio, levantado a finales del siglo XVII, si bien no presenta relevantes signos arquitectónicos, no está exenta de interés. En su construcción se emplea piedra caliza trabada con mampuesto y se alza en una sola nave que va dividida en tres tramos, con un pseudo crucero, donde se alojan los brazos y la cabecera. Toda la nave se cubre con bóvedas de cañón reforzada con arcos, pilastras e impostas de sillería. Su espadaña, a los pies, es de tres cuerpos, ocupando los últimos las campanas cuyo sonido ha volado y doblado a generación tras generación. Su vista exterior nos muestra, claramente, su estructura interna a la que hemos de sumar el pórtico.
Al rastrear en los archivos sobre Vega aparecen una serie de documentos, que revelan, en parte, la idiosincrasia de sus moradores. Entre ellos algunos de los producidos en el siglo XVII, cuyos originales forman parte del Archivo del Condado de Luna. De su contenido se desprende como los habitantes de esta localidad, en dos ocasiones, pleitean defendiendo, en una de ellas, su economía y, en la otra, su dignidad.
El primero es un pleito que se plantea contra el “Condado de Luna”, en aquella época subordinado al título de conde-ducado de Benavente, demandando el sobreseimiento de las contribuciones anuales que pagaban a dicho condado y que se denominaban del “pan del pedido” y de la “yecha”. Que se sustancia en contra de los vecinos de Vega y de los pecheros de Gordón.
El segundo de los pleitos de Vega se plantea contra el “Concejo General de Gordón”, ante la exigencia de éste de restarle los privilegios adquiridos remotamente. En él se intenta dirimir sobre los privilegios que amparaban a los vecinos de esta localidad de estar exentos y libres para servir como “aguaciles”, “alcaldes de cáñamas” o “andadores del concejo de Gordón”, el documento que lo acredita data de 1628 y se expresa en un legajo que contiene 120 hojas en las que se recogen los pormenores de este asunto.
Habíamos dicho que el trazado urbano de Vega estaba de espaldas a la carretera, y lo mantenemos, pero, lo que hoy y en el siglo XX es un importante eje de comunicación con Asturias, en siglos pasados no era más que un camino de acceso a las localidades insertas a orillas arriba del Bernesga, puesto que la ruta principal no pasaba a los pies de esta localidad. Desde La Pola, lugar donde ancestralmente el condado de Luna cobraba su “portazgo”, la carretera se bifurcaba y en vez de seguir por su trazado actual, a orillas arriba del Bernesga, se encaminaba –la principal– al noroeste, pasando por Beberino y Buiza, lugar donde tradicionalmente los viajeros paraban a hacer noche desde el principio de los tiempos hasta mediados del siglo XIX, para continuar más tarde hacia Asturias.
La modificación del trazado es favorable a seguir el cauce del Bernesga, y se debe, principalmente, a las reformas de arreglo y mejora que se producen en los años 1831 y 1843, con ellas, definitivamente, la carretera a Asturias abandona su paso por Buiza para continuar desde La Pola de Gordón, por Vega y Santa Lucía a Villasimpliz.
Estos cambios en el trazado de la carretera, adoptan, en un primer momento, el siguiente recorrido: después de abandonar La Pola continuaba su ascenso por la margen derecha del Bernesga introduciéndose en el cuenco por la estrecha hoz que producen el Castro y las Biescas y, allí mismo, cambiaba de orilla por el puente de “Las Baleas”, de fábrica barroca que lamentablemente hoy vemos arruinado, puente de dos ojos realizado en sillería muy cuidadosa, que aún mantiene en buen estado la pila central y los estribos; este paso estuvo en uso hasta la guerra del 36 cuando fue volado. Pasado el mismo la carretera seguía recta por “la vega” hasta llegar al pago de los Adiles y allí, antes de tropezarse con la peña del Castro, ya en las proximidades de Santa Lucía, otro puente, también en sillería con apariencia medieval, que es el que hoy nos conduce a Faya, nos cambiaba de orilla para obviar los lisos que la peña de la Cruz tiene a los pies de lo que fuera cuartel de la Guardia Civil, el puente mantiene también la pila central y los estribos, pero, como en el caso anterior, ha perdido las bóvedas, manteniendo, a diferencia, el paso sobre un tablero.
Es de destacar el uso del forcao por los habitantes de esta localidad, pues no olvidemos que una parte importante de sus fincas lo están a sus espaldas en cotas de altura superiores al poblado. Lo empinado de sus montañas, la estrechez de sus caminos al pasar por las hoces que comunican los valles concluyen con el uso predominante de “el forcao”, aún se perpetúa su existencia por los desgastes que sus “calzaduras” ocasionaron en su paso reiterado por los caminos empedrados que cruzan aquellas hoces entre el pueblo y los prados de Quintanar o Villarín.
http://www.aytolapoladegordon.es/los-pueblos/vega.html
La Vid
El lugar de
La Vid está separada de la capital del concejo por una distancia de 6,9 km. Sus
límites se enmarcan por el N con Villasimpliz, por el S. con Ciñera, al E. con
Valle y al O. con Buiza.
Etimología
Etimológicamente el topónimo “La Vid”,
estudiado por Escobar , quien mantiene que el significado del mismo atiende al
toponímico agrícola VITIS (Vid), probablemente por algún caserío con emparrado,
sin embargo para Javier García no cree que proceda del latin VITEM (Vid), la
localidad no está situada en terrenos de los que se puede sospechar la
existencia de viñedos pues sus terrenos son demasiado escabrosos, si bien,
antiguamente se cultivaban viñedos en zonas que hoy sería increíble que pudiera
hacerse. Para este autor, en todo caso, cabría esperar un plural o un término
colectivo. Apunta la posibilidad de que La Vid pudiera relacionarse con la raíz
oronímica, (estudio de los nombres de montañas), *BIT- / BET-, como señalara
Rivas Quintas.
Historia
Es La Vid, probablemente, uno de los
pueblos de Gordón más documentado durante el medievo y resulta de interés el
estudio y desarrollo de sus distintas vinculaciones jurisdicionales. Estos
aspectos, ya tratados, gracias a la existencia de varios y relevantes
documentos, que han servido no sólo para clarificar la cronología de aquellas
vinculaciones, sino, que en alguno de ellos, queda también manifiesta las
disputas e intereses que sobre esta población se ejercitaba para que ahora
perteneciera a una u otra jurisdicción o que todos la quisieran para sí,
apareciendo en estos asuntos involucrados tanto los Concejos de Gordón, o de
Los Argüellos, como la Colegiata de San Isidoro de León.
El primero de estos documentos (Archivo de San Isidoro), que hace referencia a
esta localidad, confirma la pertenencia de La Vid a iglesia de Santa Marina de
León y está dado en León en el año de 1094 por Alfonso VI, en él se dona al
sagrado altar de San Juan Bautista y San Isidoro, hoy San Isidoro de León, un
monasterio en el mismo León, de nombre “Santa Marina” -dentro de los muros de
León y no lejos de la “baselica” del mismo San Isidoro, y se dice que Santa
Marina había pertenecido a Sol Rodríguez-, al concretar los bienes que
acompañaban a la donación de Santa Marina, se determina, que la misma afecta a
todas las villas e iglesias, heredades, posesiones y pertenencias de que
gozaba, y en la descripción de ellas, se determinación: ...en Argüellos,
Fontún, Ventosilla, San Pedro, Villanueva, Villamanín y “La Vid”.
El segundo documento, del siglo XII (Archivo de San Isidoro), se determina la
vinculación de La Vid a San Isidoro de León, se conserva en el Archivo de San
Isidoro y se cita en él a La Vid. El documento es dado en Anagnie por el papa
Alejandro III el año 1176 a propósito de la confirmación de la especial
jurisdicción, posesiones y privilegios que el monasterio de San Isidoro tenía
sobre determinados territorios, y en el mismo se puede leer lo siguiente:
“...vilam Vide cum hereditatibus suis et cum duabus ecclesiis, unam in eadem
villa et alteram in monte ubi iacet corpus eiusdem santi Vicenti cum
hereditatibus suis...”.
Otro curioso documento, también del siglo XII (Archivo de San Isidoro),
clarificador sobre este asunto de las jurisdiciones a las que perteneciera esta
localidad está datado en el año 1197 y se conserva en el Archivo de San Isidoro
de León. Regesta certeramente el mismo Pérez Llamazares cuando dice que es un
pleito promovido por Rodrigo Ordoñez quien pretendía la villa de La Vid so
pretexto de su pertenecía a Alfoz de Gordón. La causa la examinan y juzgan los
jueces de la Cámara del Abad, donde concurren los vicarios de ambas partes y
testigos de Gordón, Cervera y La Vid, conviniendo estos que La Vid nunca fue
del alfoz de Gordón, ni del de Cervera, ni del de Argüello, sino que La Vid
tenia sus leyes particulares por las cuales arreglaban sus discordias.
El medievalista don Justiniano Rodríguez, a nuestro entender, compila de forma
diáfana los aspectos forales a los que está sometida La Vid, expresando que la
normativa foral propia se contiene en el breve texto fechado el 7 de febrero de
1210 y concedido a sus moradores por Alfonso IX estando en León. Por el citado
documento La Vid se adscribe a la comarca de Los Argüellos y a través del mismo
se hace extensivo aquel texto foral al lugar de La Vid y a sus moradores, en
dicho documento se limita el monarca a establecer que los hombres de la Vid
queden igualados a los de Los Argüellos en las exacciones de toda índole y que
el merino real no entre en la villa, confirmándoles la posesión de todos los
cotos que tenían desde el tiempo del Emperador. En la carta donde se establece
la penalización de su incumplimiento con la ira de Dios y la del rey, además de
la multa de mil maravedís está escrita por Gonzalo y solemnizada con la mención
del arzobispo compostelano Pedro, el obispo Juan de Oviedo, Rodrigo de León y
Pedro de Astorga, etc.
Si se tiene clara referencia de lo dispuesto, más tarde, con conceptos
reglamentistas cuando esta localidad aparece bajo el señorío isidoriano, al menos
desde la fecha en la que se produce tal reglamento años 1313-1324, hasta
comienzos del siglo XIX que pasa a integrarse política y administrativamente al
Concejo de Gordón.
Patrimonio
Otro elemento patrimonial, de
indiscutible valor, en esta localidad de La Vid es sin duda su ermita, ahora
advocada a San Lorenzo y ancestralmente conocida como San Vicente de la Gotera.
Se levantada con una sola nave, llevando arco fajón y su puerta de acceso
muestra un arco todo realizado en un románico rural. Destaca para comenzar no
solo el primer documento que acredita ya su existencia en el año 1176 dado en
Anagnie por el papa Alejandro, sino también la peculiaridad de su enclave,
arriba sobre los riscos, ubicada en la misma cresta de la peña, cuyo enclave y
su vista panorámica describe la pluma sutil y certera del gordonés Alfonso
García cuando dice: “Praderío y roca agreste configuran el escenario del
entorno. Buscando diversos puntos de mira, el denominador común incita a la paz
y la contemplación. De frente –mirando hacia el camino hecho-, La Vid,
recoleto, íntimo, se extiende a los pies. Más allá, Ciñera, sólo en parte, y,
al fondo, el Cueto San Mateo, que se alza robusto y firme, como vigía de la
comarca. Abajo, a su izquierda, bajo las montañas rasgadas y tajantes, el paso
de “La Gotera” que, contemplado desde aquí hace comprensible la leyenda sobre
el dragón de este paso.”
Plaza con la
Iglesia
En su interior un ara romana realizada sobre piedra caliza cuya parte superior
se resuelve de forma trapezoidal a modo de frontón separada de la central por
una moldura donde aparece el campo epigráfico y en la parte inferior otras dos
molduras. En el texto se lee: DEIS .E // QVEV.NV_R(is?) // IVLIVS // REBVRRVS
// V(otum).S(olvit).L(ibens).M(erito).// Cuya traducción viene a ser: Julio
Reburro cumplió gustosamente el voto a los dioses Equeunuros. Cuenta La Vid con
una torre señorial defensiva, posiblemente del s. XIV, ubicada en su centro
urbano, junto a la iglesia, su descripción responde a una construcción
realizada sobre una base cuadrada de unos 8 x 8 metros con dos plantas de
altura, sus muros de 1,20 metros de grosor se realizan en mampostería trabada
con argamasa de cal y arena, la puerta de acceso presenta grandes sillares que
forman un arco de medio punto. En una ventana del este, resuelta con un arco
conopial monolítico donde se encuentra un grabado discoideo. Aparecen también
saeteros propios de la Edad Media tardía.
Y una breve cita a otro de los monumentos de esta localidad, su iglesia
parroquial, cuyo siglo constructivo más relevante es el XVII y XVIII. Levanta
en caliza del país bajo sometimiento barroco y está dedicada a la advocación de
san Juan Bautista. Elevada sobre una planta en cruz latina, la nave aparece
dividida en tres tramos y está cubierta por bóvedas de arista al igual que lo
está la cabecera. Lleva una cúpula en el crucero y bóvedas de lunetos en los
tramos. La puerta de acceso aparece abierta al sur y se expresa con arco de
medio punto, llevando la torre espadaña a los pies. Hasta mediado el siglo XIX
estuvo servida por un cura de ingreso y presentación de San Isidoro a nombre de
Su Majestad.
Leyenda
De todas las leyendas que aún perduran en la memoria de los gordoneses,
posiblemente la más arraigada, sea la que cuenta el mito del dragón (o
cuélebre) y nadie mejor que las gentes de esta localidad para narrarla.
Villasimpliz
Se encuentra
la localidad de Villasimpliz a unos 8 Kilómetros de la capital municipal en
dirección norte. Ponen fin a sus términos por el N. Villamanín, por el Sur La
Vid, por el E. los territorios del Ayuntamiento de Vegacervera y por el O. los
de Buiza, Folledo y Rodiezmo.
Etimologí
El topónimo de la voz “Villasimpliz”,
tiene un claro origen latino.
Historia
Atendiendo al topónimo de la localidad,
Villasimpliz, no carecería de sentido afirmar que éste, delata claramente el
posible origen romano de la población. Pero lo cierto es que la primera noticia
documental relacionada con el mismo no aparece hasta el año 932 cuando el rey
Ramiro II dona al abad Severo el Vilar de Simplicio (Villasimpliz), y delimita
sus términos. Años más tarde, ya en 1076, en otra escritura se vuelve a citar
esta localidad, en ella María Froila dona al monasterio de Santa Eulalia varias
pertenencias, entre ellas, Villasimpliz situada entre Arbolio, Gordón y La Vid.
En 1178 se pueden observar los intereses que Santa María de Arbas tiene en la
localidad, así se desprende de la Carta de donación de unas heredades que tenía
en Villasimpliz, territorio de Argüello, Pedro de Areis que la otorga a favor
de un particular, con la obligación de pagar un canon anual al hospital de
Santa María de Arbas. La existencia de portazgo en esta localidad se constata
debido al documento de 1499 en el cual se determina que Lope González,
portazguero de Villasimpliz, se obliga a guardar los privilegios de la ciudad
de Oviedo, sobre el portazgo, y que allí no se les cobraría más.
Posiblemente dicho portazgo estuviera ubicado en las proximidades del puente
“Tuero” –justo en el acceso norte a la localidad de Villasimpliz-, Por allí la
travesía del río por el desfiladero es obligada y muy antigua, pero la primera
noticia documentada de la construcción del mismo se data en 1628 quedando
constatado por un despacho del Corregidor de León que contiene las diligencias
y costas de pago a favor de la ciudad de Oviedo del repartimiento que se
realizó con motivo de la construcción, entre otros, de este puente “Tuero”. Más
tarde, en la segunda mitad del siglo XVIII, se realiza sobre él una reparación
y ampliación. Hoy, el puente Tuero, no cumple ningún servicio por estar fuera
de uso. La historiografía de esta población no se debe entenderse en sí misma
sin conocer la de la próxima localidad de La Vid, pues juntas se encuentran no
sólo por proximidad territorial, sino también, por su participación en una
trayectoria que en muchos aspectos les es común.
Etimológicamente el topónimo “La Vid”, estudiado por Escobar , quien mantiene que el significado del mismo atiende al toponímico agrícola VITIS (Vid), probablemente por algún caserío con emparrado, sin embargo para Javier García no cree que proceda del latin VITEM (Vid), la localidad no está situada en terrenos de los que se puede sospechar la existencia de viñedos pues sus terrenos son demasiado escabrosos, si bien, antiguamente se cultivaban viñedos en zonas que hoy sería increíble que pudiera hacerse. Para este autor, en todo caso, cabría esperar un plural o un término colectivo. Apunta la posibilidad de que La Vid pudiera relacionarse con la raíz oronímica, (estudio de los nombres de montañas), *BIT- / BET-, como señalara Rivas Quintas.
Es La Vid, probablemente, uno de los pueblos de Gordón más documentado durante el medievo y resulta de interés el estudio y desarrollo de sus distintas vinculaciones jurisdicionales. Estos aspectos, ya tratados, gracias a la existencia de varios y relevantes documentos, que han servido no sólo para clarificar la cronología de aquellas vinculaciones, sino, que en alguno de ellos, queda también manifiesta las disputas e intereses que sobre esta población se ejercitaba para que ahora perteneciera a una u otra jurisdicción o que todos la quisieran para sí, apareciendo en estos asuntos involucrados tanto los Concejos de Gordón, o de Los Argüellos, como la Colegiata de San Isidoro de León.
El primero de estos documentos (Archivo de San Isidoro), que hace referencia a esta localidad, confirma la pertenencia de La Vid a iglesia de Santa Marina de León y está dado en León en el año de 1094 por Alfonso VI, en él se dona al sagrado altar de San Juan Bautista y San Isidoro, hoy San Isidoro de León, un monasterio en el mismo León, de nombre “Santa Marina” -dentro de los muros de León y no lejos de la “baselica” del mismo San Isidoro, y se dice que Santa Marina había pertenecido a Sol Rodríguez-, al concretar los bienes que acompañaban a la donación de Santa Marina, se determina, que la misma afecta a todas las villas e iglesias, heredades, posesiones y pertenencias de que gozaba, y en la descripción de ellas, se determinación: ...en Argüellos, Fontún, Ventosilla, San Pedro, Villanueva, Villamanín y “La Vid”.
El segundo documento, del siglo XII (Archivo de San Isidoro), se determina la vinculación de La Vid a San Isidoro de León, se conserva en el Archivo de San Isidoro y se cita en él a La Vid. El documento es dado en Anagnie por el papa Alejandro III el año 1176 a propósito de la confirmación de la especial jurisdicción, posesiones y privilegios que el monasterio de San Isidoro tenía sobre determinados territorios, y en el mismo se puede leer lo siguiente: “...vilam Vide cum hereditatibus suis et cum duabus ecclesiis, unam in eadem villa et alteram in monte ubi iacet corpus eiusdem santi Vicenti cum hereditatibus suis...”.
Otro curioso documento, también del siglo XII (Archivo de San Isidoro), clarificador sobre este asunto de las jurisdiciones a las que perteneciera esta localidad está datado en el año 1197 y se conserva en el Archivo de San Isidoro de León. Regesta certeramente el mismo Pérez Llamazares cuando dice que es un pleito promovido por Rodrigo Ordoñez quien pretendía la villa de La Vid so pretexto de su pertenecía a Alfoz de Gordón. La causa la examinan y juzgan los jueces de la Cámara del Abad, donde concurren los vicarios de ambas partes y testigos de Gordón, Cervera y La Vid, conviniendo estos que La Vid nunca fue del alfoz de Gordón, ni del de Cervera, ni del de Argüello, sino que La Vid tenia sus leyes particulares por las cuales arreglaban sus discordias.
El medievalista don Justiniano Rodríguez, a nuestro entender, compila de forma diáfana los aspectos forales a los que está sometida La Vid, expresando que la normativa foral propia se contiene en el breve texto fechado el 7 de febrero de 1210 y concedido a sus moradores por Alfonso IX estando en León. Por el citado documento La Vid se adscribe a la comarca de Los Argüellos y a través del mismo se hace extensivo aquel texto foral al lugar de La Vid y a sus moradores, en dicho documento se limita el monarca a establecer que los hombres de la Vid queden igualados a los de Los Argüellos en las exacciones de toda índole y que el merino real no entre en la villa, confirmándoles la posesión de todos los cotos que tenían desde el tiempo del Emperador. En la carta donde se establece la penalización de su incumplimiento con la ira de Dios y la del rey, además de la multa de mil maravedís está escrita por Gonzalo y solemnizada con la mención del arzobispo compostelano Pedro, el obispo Juan de Oviedo, Rodrigo de León y Pedro de Astorga, etc.
Si se tiene clara referencia de lo dispuesto, más tarde, con conceptos reglamentistas cuando esta localidad aparece bajo el señorío isidoriano, al menos desde la fecha en la que se produce tal reglamento años 1313-1324, hasta comienzos del siglo XIX que pasa a integrarse política y administrativamente al Concejo de Gordón.
Otro elemento patrimonial, de indiscutible valor, en esta localidad de La Vid es sin duda su ermita, ahora advocada a San Lorenzo y ancestralmente conocida como San Vicente de la Gotera. Se levantada con una sola nave, llevando arco fajón y su puerta de acceso muestra un arco todo realizado en un románico rural. Destaca para comenzar no solo el primer documento que acredita ya su existencia en el año 1176 dado en Anagnie por el papa Alejandro, sino también la peculiaridad de su enclave, arriba sobre los riscos, ubicada en la misma cresta de la peña, cuyo enclave y su vista panorámica describe la pluma sutil y certera del gordonés Alfonso García cuando dice: “Praderío y roca agreste configuran el escenario del entorno. Buscando diversos puntos de mira, el denominador común incita a la paz y la contemplación. De frente –mirando hacia el camino hecho-, La Vid, recoleto, íntimo, se extiende a los pies. Más allá, Ciñera, sólo en parte, y, al fondo, el Cueto San Mateo, que se alza robusto y firme, como vigía de la comarca. Abajo, a su izquierda, bajo las montañas rasgadas y tajantes, el paso de “La Gotera” que, contemplado desde aquí hace comprensible la leyenda sobre el dragón de este paso.”
En su interior un ara romana realizada sobre piedra caliza cuya parte superior se resuelve de forma trapezoidal a modo de frontón separada de la central por una moldura donde aparece el campo epigráfico y en la parte inferior otras dos molduras. En el texto se lee: DEIS .E // QVEV.NV_R(is?) // IVLIVS // REBVRRVS // V(otum).S(olvit).L(ibens).M(erito).// Cuya traducción viene a ser: Julio Reburro cumplió gustosamente el voto a los dioses Equeunuros. Cuenta La Vid con una torre señorial defensiva, posiblemente del s. XIV, ubicada en su centro urbano, junto a la iglesia, su descripción responde a una construcción realizada sobre una base cuadrada de unos 8 x 8 metros con dos plantas de altura, sus muros de 1,20 metros de grosor se realizan en mampostería trabada con argamasa de cal y arena, la puerta de acceso presenta grandes sillares que forman un arco de medio punto. En una ventana del este, resuelta con un arco conopial monolítico donde se encuentra un grabado discoideo. Aparecen también saeteros propios de la Edad Media tardía.
Y una breve cita a otro de los monumentos de esta localidad, su iglesia parroquial, cuyo siglo constructivo más relevante es el XVII y XVIII. Levanta en caliza del país bajo sometimiento barroco y está dedicada a la advocación de san Juan Bautista. Elevada sobre una planta en cruz latina, la nave aparece dividida en tres tramos y está cubierta por bóvedas de arista al igual que lo está la cabecera. Lleva una cúpula en el crucero y bóvedas de lunetos en los tramos. La puerta de acceso aparece abierta al sur y se expresa con arco de medio punto, llevando la torre espadaña a los pies. Hasta mediado el siglo XIX estuvo servida por un cura de ingreso y presentación de San Isidoro a nombre de Su Majestad.
De todas las leyendas que aún perduran en la memoria de los gordoneses, posiblemente la más arraigada, sea la que cuenta el mito del dragón (o cuélebre) y nadie mejor que las gentes de esta localidad para narrarla.
Etimologí
El topónimo de la voz “Villasimpliz”, tiene un claro origen latino.
Atendiendo al topónimo de la localidad, Villasimpliz, no carecería de sentido afirmar que éste, delata claramente el posible origen romano de la población. Pero lo cierto es que la primera noticia documental relacionada con el mismo no aparece hasta el año 932 cuando el rey Ramiro II dona al abad Severo el Vilar de Simplicio (Villasimpliz), y delimita sus términos. Años más tarde, ya en 1076, en otra escritura se vuelve a citar esta localidad, en ella María Froila dona al monasterio de Santa Eulalia varias pertenencias, entre ellas, Villasimpliz situada entre Arbolio, Gordón y La Vid.
En 1178 se pueden observar los intereses que Santa María de Arbas tiene en la localidad, así se desprende de la Carta de donación de unas heredades que tenía en Villasimpliz, territorio de Argüello, Pedro de Areis que la otorga a favor de un particular, con la obligación de pagar un canon anual al hospital de Santa María de Arbas. La existencia de portazgo en esta localidad se constata debido al documento de 1499 en el cual se determina que Lope González, portazguero de Villasimpliz, se obliga a guardar los privilegios de la ciudad de Oviedo, sobre el portazgo, y que allí no se les cobraría más.
Posiblemente dicho portazgo estuviera ubicado en las proximidades del puente “Tuero” –justo en el acceso norte a la localidad de Villasimpliz-, Por allí la travesía del río por el desfiladero es obligada y muy antigua, pero la primera noticia documentada de la construcción del mismo se data en 1628 quedando constatado por un despacho del Corregidor de León que contiene las diligencias y costas de pago a favor de la ciudad de Oviedo del repartimiento que se realizó con motivo de la construcción, entre otros, de este puente “Tuero”. Más tarde, en la segunda mitad del siglo XVIII, se realiza sobre él una reparación y ampliación. Hoy, el puente Tuero, no cumple ningún servicio por estar fuera de uso. La historiografía de esta población no se debe entenderse en sí misma sin conocer la de la próxima localidad de La Vid, pues juntas se encuentran no sólo por proximidad territorial, sino también, por su participación en una trayectoria que en muchos aspectos les es común.
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