Banderas
e insignias en los buques de guerra españoles del siglo XIX
Banderas
Sobre
la bandera de guerra que
debía llevar todo aquel buque
de S.M., es decir, del Rey, se dice:
La bandera de mis bajeles de guerra, como
la de mis Plazas marítimas, sus castillos y otros cualesquiera de las costas,
será de tres listas, la de en medio amarilla, ocupando una mitad, y la alta y
baja encarnadas, iguales, esto es, del cuarto de la anchura con mis Armas
Reales de solos los escudos de Castilla y León, con la Corona Imperial en la
lista de en medio
Esa descripción corresponde a la actual bandera de España, exceptuando la
descripción del escudo.
Bandera de guerra española a la izquierda y mercante a la derecha
según los nuevos modelos de 1785.
Los
buques que no eran de guerra pero también eran del Rey, como las de Rentas de la Real Hacienda usaban
la descrita anteriormente de guerra pero con la diferencia que en el escudo
estaban repetidos y cruzados los escudos de Castilla y León en medio de los
caracteres H.
N. de color azul, con corona encima de cada una de las
letras.
Bandera utilizada por los buques de Rentas de
la Real Hacienda
Los otros únicos buques que podían llevar el diseño de
bandera de guerra eran los buques
mercantes pertenecientes a las Compañías comerciales privadas,
aunque con la salvedad de tener un distintivo
único en cada una de las diferentes Compañías que hacía
también distinguirlos de un buque de guerra. Normalmente este distintivo era
un escudo de armas debajo
del nacional, en la parte de la franja roja inferior.
Bandera de la Compañía
de Filipinas.
Los buques
corsarios particulares cuando sólo estaban armados como
tales podían llevar también la bandera de guerra. Si estaban armados en corso y mercancía entonces
estaban obligados a portar la bandera con distintivo al igual que los buques de
Compañías.
Todos los buques
mercantes españoles debían llevar una bandera de listas de
los mismos colores amarillo y encarnado que los de guerra, formada de cinco
fajas, la de en medio amarilla, ocupando un tercio, la de los extremos también
amarillas, de un sexto cada una y encarnadas las intermedias.
Bandera
mercante española.
Pero sin
escudo, aunque fueran con valijas de Correos o fletadas por la
Real Hacienda. Esto era muy importante, un buque mercante jamás podía llevar la de guerra ni cuando
estuviera mandado por un oficial de guerra. Solamente había una
excepción, cuando fueran fletados
para servir al Rey para convoyes u otros objetos a su
cuenta, pero sólo durante esa comisión.
Si un comandante de un buque de guerra observara que se
incumple alguna de estas normas en cualquier buque, ya sea en puerto o en el
mar, podía embargar dicha bandera y
obligar a enarbolar la que correspondiera, dando cuenta del
hecho a las autoridades en puerto.
Y eso incluía a aquellos barcos que navegaran con banderas de otros países,
algo muy corriente cuando se quería despistar al enemigo.
Lo que si estaba permitido, y se hacía constantemente por
todas las marinas del mundo, era arbolar una bandera extranjera para reconocer o engañar al enemigo hasta
el acto de parlamentar o combatir.
Eso sí, antes de empezar las hostilidades había que enarbolar la bandera
correspondiente. Porque combatir bajo bandera enemiga
estaba penado.
Insignias
Pasamos a
indicar las diferentes insignias de mayor a menor graduación:
El mando
más alto de la Armada era el Generalísimo, que
era un cargo que se creó expresamente para Godoy. Por encima de este sólo estaba el Rey. En
el caso, que creo que nunca se dio, de que se embarcara en algún buque su
insignia debía arbolarse en
el tope del palo mayor.
Esta insignia era una bandera cuadra de color rojo con
un cuadro blanco en el interior con las Reales Armas (sólo los escudos de
Castilla y León con Corona Imperial y ancla en pie, sobresaliendo el cepo por
la unión de la Corona con el escudo, y por su parte inferior las uñas).
Para los diferentes generales la insignia consistía en
una bandera cuadra con los
colores de la bandera de guerra, pero con la diferencia que en
el interior estaban los escudos reales al completo. Como ya sabemos la
disposición de esta insignia en los diferentes palos de los navíos nos daba la
graduación del general.
Así un capitán
general o el Director de la Armada la llevaba al tope del
palo mayor. El teniente
general en el de trinquete y el jefe de escuadra en
el de mesana.
Si se diera el caso de que un teniente general ejerciera
las funciones de
capitán general de un departamento marítimo y mandase escuadra arbolaría la
insignia al tope de mayor.
Así mismo, si por nombramiento real un teniente general o
un jefe de escuadra tenían la llamada insignia
de preferencia haría lo mismo.
Gravina, siendo teniente general, en la batalla de Finisterre y
en Trafalgar al
tener esta insignia
de preferencia llevaba en el Argonauta y en el Príncipe de Asturias arbolada
al tope de mayor su insignia respectivamente en aquellas batallas.
Los brigadieres
y capitanes de navío que no estaban subordinados a un mando
superior llevaban en el tope del palo mayor un gallardetón de
dos puntas con las propias listas y Armas que la bandera de guerra. En el caso
de estar subordinados en una escuadra además debían llevar una grímpola
amarilla encima del gallardetón.
Gallardetón
de brigadier o capitán de navío con mando en una división.
Si por algún casual un brigadier o capitán de navío eran
graduados con la insignia
de preferencia debían llevar la bandera cuadra al tope de mesana,
pero debían arriarla siempre
a la vista de la de cualquier oficial general.
Ahora bien, todas estas insignias sólo podían arbolarse si
el general u oficial correspondiente tenía mando. Es decir, si
iba a bordo de un buque, en calidad de pasajero o transporte, un general de la
Armada o del Ejército, o incluso un Virrey no podían izar insignia alguna.
Si un comandante general de una escuadra pasaba de su
navío a otro, para revistarlo u otro motivo que le ocupase gran parte del día,
podía mandar izar su insignia, arriándose entre tanto en su navío, a fin de
manifestar al resto de la escuadra dónde
se hallaba su jefe. Si en ese nuevo navío había ya otro general
no hacía falta arriar su insignia.
El principal motivo de todas estas insignias era que en
el resto de buques supieran
siempre donde estaban los generales. Y era algo común a todas
las marinas, cambiando lógicamente el color de las insignias.
Todas las insignias, incluidos gallardetones y
gallardetes, tenían que arriarse, sin dejar de mantenerlas tremoladas, al saludar a otra insignia
superior, volviéndolas a izar terminado el correspondiente
saludo.
Las demás insignias de cualquier otra clase, como
distintivos de cargo de escuadras o sus divisiones en una armada, se mantenían
sólo mientras estuvieran incorporados con ella, lo mismo los grimpolones indicativos de las
divisiones.
Siempre había que arriar las insignias
inmediatamente, si
faltase por cualquier circunstancia su general, excepto en
combate que podían dejarse izadas hasta que dispusiera lo conveniente el
comandante general de la escuadra.
Entre los buques de la Armada, como hemos visto, había que saludarse entre ellos
arriándose las diferentes insignias ante oficiales superiores.
Pero jamás, supongo que por cuestión de imagen u orgullo, se podía arriar una
insignia, aunque fuera el gallardete, ante buques extranjeros, ni en el mar ni en los
puertos, ni aun saludando con el cañón.
El gallardete era una insignia exclusiva de los buques de la Real Armada. Estaba totalmente prohibido que los buques ajenos a esta lo llevasen, y eso incluía a los buques de las Reales Rentas que no fueran del Rey, a los corsarios, los armados en corso y mercancía y los de las Compañías comerciales, siempre y cuando estuvieran fuera de la vista de los bajeles de guerra.
Gallardete
de los buques de guerra españoles.
Supongo que les estaba permitido si querían hacerse pasar
por buque de guerra cuando navegasen en solitario para despistar al enemigo.
Aun así los mercantes particulares sólo lo tenían
permitido en esas condiciones bajo una grímpola, y sólo en puertos extranjeros en los que no hubiera buques de la
Armada, u otros buques particulares mandados por oficiales de
guerra.
Ocasiones
especiales
Había ocasiones especiales en los que los buques
debían largar
todas sus banderas. Así el Jueves Santo, tras terminar los
oficios religiosos a bordo, todos los buques, aun en puerto, debían poner sus insignias y banderas
arriadas a media asta, embicando las vergas. Quedando de esta
forma hasta la hora de la Aleluya del
sábado inmediato.
Ese día se engalanaban los
buques con todas
las banderas y gallardetes. Esto era válido también para los
días del Corpus,
Inmaculada Concepción y Santiago, patrón de España. También en
el del cumpleaños del Rey, de la
Reina y los Príncipes de Asturias, que además debían celebrarse
con salvas.
Navío
español San Eugenio, empavesado con banderas e insignia de teniente general.
Grabado de Berlinguero, Museo Naval de Madrid.
Esos saludos se daban en el navío insignia,
los demás buques de la escuadra, que no debían saludar, tenían que largar solo
sus banderas de popa y proa, coronando las bordas de pavesadas.
Relacionado con saludos:
Un insólito combate naval entre
franceses y españoles en 1688
Este engalanamiento también era contemplado en el caso
del embarque o desembarque del Rey
y otras Personas Reales. Incluso por el embarque de la imagen
de la Virgen o Santiago por
patronato especial de alguna expedición.
Vemos que en aquella época la religión era algo muy
importante en todos los órdenes de la vida, incluido el
militar.
Se dejaba a libre
albedrío este engalanamiento general si los comandantes de
escuadras y bajeles sueltos lo veían necesario para celebrar alguna ocasión
extraordinaria, como bien pudiera ser celebrar la noticia de
alguna victoria, el embarco de algún visitante ilustre, etc.
Sólo por mal tiempo, de viento y mar, se dispensaba o
atrasaba el llevar a cabo estos actos
Era importante conservar el estado de las banderas. Por
eso nunca se debían largar en
tiempos tempestuosos sin una absoluta necesidad, como en
caso de combate.
En navegación nunca
se largaban sino se encontraban
con otros buques por la misma razón, y en puerto sólo se izaba la bandera larga
de popa los domingos y fiestas, como también al entrar o salir
de puerto.
En los demás momentos sólo se permitía izar la bandera de proa,
más pequeña, ya que se consideraba suficiente, para el conocimiento de los
buques del Rey, el tremolar de las insignias de distinción y los gallardetes,
que se debían mantener
siempre de día.
Fuente:
·
“Real Ordenanza Naval para el servicio de los
baxeles de S.M.” de 1802
https://www.todoababor.es/historia/banderas-e-insignias-buques-guerra-espanoles-siglo-xix/
No hay comentarios:
Publicar un comentario