LA GRAN NEVADA DE MADRID
en 1904
Entre los días 27 y 30 de noviembre de
1904 se produjo la mayor nevada de la que se tiene registro sobre Madrid tanto
por su duración como por su volumen, paralizando la ciudad por completo.
El por entonces Instituto Central
Meteorológico (ICM) [actual AEMET], situado en el edificio de la antigua torre
del telégrafo óptico (“El castillo”) del Parque del Retiro, aparte de tomar los
registros pertinentes, vio alterada su normal actividad por motivo de la
copiosa nevada. Se produjeron numerosas caídas de líneas de telégrafos en
Madrid y eso ralentizó la recepción de los datos.
Durante estos días nevó de manera ininterrumpida
(con algunas lluvias). Al nevar durante más de 32 horas intensamente se
llegaron a registrar espesores de entre 70 y 150 cm. Los relatos de la prensa
de la época son el mejor reflejo posible que se puede dar.
La edición vespertina del miércoles 30 de noviembre
de 1904 de “El Gráfico”:
“Amaneció lloviendo, y á las
diez de la mañana la lluvia se convirtió en nevada, más abundante que la del
domingo [día 27] y más molesta por el viento que hacía. Se han producido nuevos
destrozos en las líneas telegráficas y en los cables de los tranvías. Han
venido a tierra todos los postes del teléfono desde la Puerta de Toledo hasta
Carabanchel Alto. Los hilos cayeron sobre los del tranvía. La circulación
de tranvías continúa interrumpida en muchos sitios.”
Panorámica de la ciudad de Madrid durante
la gran nevada de 1904. Tomada desde la torre de la Iglesia de Santa Cruz.
La edición del jueves 1 de diciembre de 1904 del
diario “El Imparcial”:
“No se recuerda en Madrid
nevada tan abundante ni tan larga como esta que ahora sufrimos. Por efecto de ella
se ha interrumpido la vida en Madrid. No circulan trenes, tranvías ni coches;
las calles y paseos están cubiertos por una capa de nieve de medio metro de
espesor y la marcha á pie es peligrosa y lenta. El abastecimiento de los
mercados se hace con dificultad, y ni el ferrocarril ni los carros que aportan
vituallas de los pueblos inmediatos pueden prestar su servicio de conducir
víveres. Todas las obras que se ejecutan al aire libre se han suspendido y
millares de obreros carecen de trabajo. El aspecto de la población es
triste y desolado. Casi solitarias las vías, cerradas muchas tiendas, poco
concurridos los cafés, suspendidas ayer las funciones teatrales, interrumpida
la comunicación telefónica, encerrados en sus casas la mayor parte de los
vecinos… Madrid comienza el último mes del año como un pueblo muerto y
enterrado bajo inmensos bloques de mármol.”
Es paradójico escribir estas líneas tras
vivir de primera mano esta gran nevada de enero de 2021, la mayor que se
recuerda desde 1971 y compararla con la mayor que se conoce.
https://gatopormadrid.com/2021/01/10/la-gran-nevada-de-madrid-en-1904/
CURIOSIDAD:
GATOS Y GATAS DE MADRID
Todos ya conocereis que a los madrileños les hacen
llamar “gatos y gatas”, pero puede que no conozcais de donde viene.
Tenemos que remontarnos a la época de Alfonso VI y
la reconquista de Madrid. En uno de los asedios a la ciudad, un soldado de la
tropa del monarca, con cuchillo en mano, se aventuró a trepar la muralla,
haciendolo con una habilidad y destreza que desde fuera las tropas decian que
parecía un gato. Debido a esta hazaña de tanto prestigio, posteriormente,
muchas familias de alto linaje adoptaron el apelativo de Gato. De hecho se
llegó a un punto de que no eras importante en Madrid si no tenías descendencia
de este primer linaje de gatos.
El que recogió esta leyenda, entre otras
muchas, fue Jerónimo de Quintana, bien conocido entre los historiadores
madrileños y a todos los que ponemos nuestro granito de arena para difundir la
historia de Madrid. Este hecho del asalto a la muralla, tuvo que realizarse en
1071, ya que en 1085, que es cuando se retomó el control de la ciudad por parte
de los cristianos, es seguro que no hubo ninguna batalla, sino que los propios
árabes se rindieron, ya que poco tiempo antes habían perdido el control de
Toledo, y veían absurdo el defenderse.
Uno de los primeros gatos descendientes
fue un personaje célebre, Juan Álvarez Gato, poeta de gran prestigio de las
cortes de Juan II y Enrique IV (Siglo XIV), además de escribano de cámara y
mayordomo de la reina Católica, Isabel. En épocas modernas, al redescubrirse la
obra de este poeta, se le dedicó una calle, una de mis favoritas, y
probablemente de muchos de los que leeis mis artículos. Me refiero al Callejón
del Gato, entre la calle de la Cruz y la de Núñez de Arce, que posee unos
espejos en un famoso local de patatas y pulpo, donde Max Estrella realizaba sus
esperpentos en Luces de Bohemia, una de las novelas más notables de
Valle-Inclán.
https://gatopormadrid.com/2016/10/12/curiosidad-gatos-y-gatas-de-madrid/
PALACIO
DE PARQUE FLORIDO
ACTUAL
MUSEO
LÁZARO
GALDIANO
A finales de 1903 José Lázaro encargó al arquitecto
José Urioste el proyecto de su nueva residencia familiar, el palacio de “Parque
Florido”, así denominado en homenaje a su esposa Paula Florido.
Urioste firmó los planos en mayo de 1904 pero ciertas
desavenencias llevaron a Lázaro a poner la ejecución de la obra en manos de
Joaquín Kramer, quien dirigió los trabajos hasta 1906. Durante estos años el
nuevo arquitecto introdujo numerosas modificaciones en el proyecto original,
siguiendo las indicaciones del propietario. La obra sería finalizada en 1908
por el arquitecto Francisco Borrás, con resultado según el propio Lázaro, de
“estilo Renacimiento muy sobrio”.
En cuanto a la ornamentación interior, el escultor
Manuel Castaños se ocupó de la decoración de las cornisas y sobrepuertas de los
salones, Juan Vancell llevó a cabo el encasetonado clásico del pórtico de la
fachada principal y Eugenio Lucas Villamil decoró con pinturas los techos de
las estancias más importantes.
Al fallecer José Lázaro Galdiano en 1947 cedió
todos sus bienes al Estado, creándose la Fundación que lleva sus apellidos, a
la cual dotó con tan generoso legado.
En 1951 el edificio fue inaugurado como Museo,
adaptado a sus nuevas funciones por Fernando Chueca Goitia. Tres de las cuatro
plantas del edificio fueron modificadas para conferirles una ordenación
propiamente museística, conservando la rica decoración original de la planta
noble y de algunas estancias de los pisos segundo y tercero con el fin de
lograr en ellas una puesta en escena que evocara el ambiente “vivido” de la
residencia del coleccionista.
El jardín de Parque Florido debe entenderse como
una repetición formal de los principios expuestos en los tratados de jardinería
de finales del siglo XIX, derivados del estilo paisajista que se impuso en la
centuria anterior, adaptando lo que los franceses llamaban estilo “hôtel de
ville” al clima madrileño y al gusto isabelino. El parque representa una pieza
esencial no sólo por su trazado sino también por ser uno de los pocos conjuntos
madrileños de palacete y jardín que han sobrevivido a nuestros días.
Acerca de su realización, la documentación sólo
menciona a Alfonso Spalla, un ilustre paisajista que llegaría a España
procedente de Italia, el cual utilizó un curioso estilo mixto aprendido durante
su estancia en París, combinando la rigidez de los trazados formales con la
sinuosidad del estilo naturalista. Este jardín, con su suave trazado, es un
claro exponente de este movimiento que también se caracterizará por la introducción
de una gran riqueza de especies arbóreas, que incluyen palmeras, coníferas y
frondosas, entre las que destaca un gran almez y el tan característico plátano
podado en candelabro.
El recorrido por el jardín lo amenizaba la
colección de arte, que no se limitaba al interior del palacete sino que
continuaba en el exterior, tal y como testimonian los bustos de los emperadores
o la estatua de Galatea que permanecen en él tras el proyecto de recuperación
acometido en el año 2004 por el estudio de paisajismo Citerea..
https://gatopormadrid.com/2021/01/01/palacio-de-parque-florido-actual-museo-lazaro-galdiano/
PALACIO DE BUENAVISTA,
HOGAR DE GENERALES,
ALBA Y BORBONES
El Palacio de Buenavista, actual Cuartel General
del Ejército, está situado en la calle de Alcalá 51 con vuelta al paseo de
Recoletos, en un emplazamiento elevado con vistas a la Plaza de Cibeles y el
paseo del Prado, de donde viene su nombre.
Palacio de
Buenavista, jardines y huertas de su entorno. Plano de Texeira, 1656
En 1580, María de Austria, hermana de Felipe II,
decide volver a España con su hija Margarita y se alojan en el palacio de
Buenavista. El rey comenzó a adquirir terrenos colindantes para poder alojar al
séquito de su hermana y ya de paso, aumentar las dimensiones de los jardines y
huertas, que se encontraban rodeando el palacio.
En 1598 fallece Felipe II y hereda el trono su hijo
Felipe III. Éste ocupó el palacio de Buenavista el 13 de octubre de 1599. Once
días después hace su entrada solemne en Madrid alojándose en el Alcázar, ya que
el palacio de Buenavista lo considera “su casa de campo”. Incluso en el periodo
en el que la corte se sitúa en Valladolid, el monarca realiza viajes a Madrid
alojándose en el palacio de Buenavista, principalmente para evitar cruzar la
villa, camino al Alcázar, donde los madrileños podrían manifestar sus
aversiones al traslado de la corte.
Alcázar de Madrid
A pesar de la predilección por este palacio, la
proliferación de viviendas entorno al mismo y las constantes obras en el
Alcázar, influyeron en los reyes el deseo de pasar largas temporadas en
Aranjuez o en San Lorenzo del Escorial, provocando el deterioro del edificio y
finalmente su venta.
Los siguientes propietarios del palacio fueron
Diego de Silva y Mendoza, duque de Francavilla, casado con Ana de Mendoza y de
la Cerda, princesa de Mélito y de Éboli, adquiriendo el palacio por siete
millones y medio de maravedíes, el 2 de agosto de 1609. Sus herederos
conservaron el edificio hasta 1652, cuando una sentencia judicial obliga a su
subasta por unas deudas no pagadas por los antepasados de los titulares. La
subasta la ganó la Real Congregación de San Ignacio de Loyola, situada en el
convento de San Felipe el Real de Madrid (localizado en la Puerta del Sol), el
23 de agosto de 1738.
Ana de Mendoza de
la Cerda, la princesa de Éboli
Esta congregación edifica cocheras y caballerizas y
construye una nueva entrada por la calle de Alcalá. Pero el excesivo coste de
todas estas obras llevaron a la congregación a una situación insostenible, lo
que obligó a dividir en dos la posesión, una la situada en el ángulo de la
calle de Barquillo con la de Alcalá, que se mantuvo en manos de la
congregación, y el resto de la finca donde se situaba el palacio, se vendió, el
23 de diciembre de 1753, a Zenón de Somodevilla y Bengoechea, I marqués de la
Ensenada.
En 1759 el rey Fernando VI muere y su madrastra,
Isabel de Farnesio, que residía en la Granja de San Ildefonso, se traslada a
Madrid y se interesa por la compra del Palacio de Buenavista. La venta se
produce el 5 de noviembre de ese año, y la reina madre continúa con las mejoras
del palacio, convirtiéndolo en un paraíso, debido a los numerosos cuadros y
objetos de arte que había adquirido a lo largo de su vida. Tenía 69 años y sólo
pudo disfrutar seis años del lugar, pues falleció el 10 de julio de 1766.
Isabel de Farnesio
Los siguientes propietarios y posiblemente los más
conocidos fueron los duques de Alba, que cambiaron para siempre el destino del
lugar.
Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, XII duque de
Alba, había decidido construir una mansión digna de su alcurnia, que
sustituyera a su viejo palacio, situado en la calle del Duque de Alba, cerca
del Rastro y dentro del Madrid castizo. Por ello, se decidió a la compra del
palacio de Buenavista, que se encontraba en subasta tras la muerte de Isabel de
Farnesio. La compró por 1.700.000 reales. La superficie le pareció pequeña para
sus deseos y comenzó a adquirir casas y solares contiguos. Fallecería el 15 de
noviembre de 1776.
El hijo del duque de Alba, el duque de Huéscar
había muerto en 1770, por lo cual la heredera fue su nieta, María del Pilar
Teresa Cayetana. La nueva duquesa cumplió con los deseos de su abuelo, la
demolición del viejo palacio de Buenavista y encargó la construcción de uno
nuevo al arquitecto Juan Pedro Arnal.
1930, Palacio de
Buenavista
En 1777 comenzaron las obras, sin embargo, se
produjo un incendio en 1795 cuando se estaban terminando las obras, provocando
grandes daños y otro incendio más el año siguiente.
Debido a los incendios se preparó otro proyecto en
el que se daba mayor importancia a la fachada de la calle Alcalá,
convirtiéndose en la principal. Los duques nunca llegarían a habitar el palacio
ya que el duque falleció el 9 de junio de 1795 y la duquesa el 23 de julio de
1802.
El testamento de la duquesa era tan amplio que los
beneficiarios decidieron vender el palacio y los terrenos, lo que resultó un
dolor de cabeza, debido a su elevado precio. En 1807 el alcalde de Madrid,
Santiago Guzmán y Villoria propone la compra del inmueble para ofrecerlo al
príncipe de la Paz, Manuel Godoy Álvarez de Faria. La propuesta sería aceptada
por Carlos IV.
Manuel Godoy
Las obras de finalización se retoman, ya que
quedaron paralizadas a la muerte de la duquesa, ya que Godoy que vivía en su
palacio de la calle de Bailén, quería mudarse cuanto antes. Sin embargo, nunca
lo pudo habitar ya que tras el Motín de Aranjuez, el 17 de marzo de 1808, Godoy
perdió todos sus cargos, desterrado a Granada y confiscados todos sus bienes.
En 1816, tras un intento de convertirlo en museo de
pinturas por parte de la Real Academia de San Fernando, se trasladó aquí el
Real Museo de Artillería e Ingenieros y del Parque de Artillería. Después de
unos años el palacio y su entorno precisaban de una restauración. Se construyó
la gran escalera de piedra hasta el piso principal y se cambió el cerramiento
de la calle Alcalá a uno de piedra con enrejado de hierro.
Cuando se nombra en 1840 al general Baldomero
Espartero como regente del Reino, se dispone a fijar su residencia aquí, por lo
que el museo es trasladado al edificio de los Secretos de Estado, en la calle
de Bailén, donde se alojaba el Ministerio de Marina. Espartero lo ocupó hasta
1843, cuando se trasladó a Inglaterra.
General Baldomero
Espartero
En 1847 se decide otorgarle nuevamente un uso
público, estableciendo la sede del Ministerio de la Guerra. Para ello se
agrandó el edificio, encargando las obras al arquitecto José María Aparici las
reformas necesarias para que el palacio, sin perder su carácter residencial,
tenga un uso militar. Para ello se construyeron dos alas al edificio,
otorgándole de su actual forma rectangular de 135 metros de fondo por 75 de
fachada, con dos patios.
Entre los ocupantes más ilustres del nuevo Palacio
de Buenavista cabe citar al general Prim, principal impulsor del rey Amadeo de
Saboya. Desgraciadamente su estancia no fue prolongada ya que en la noche del
27 de noviembre de 1870 se produjo un atentado contra él, entonces Presidente
del Consejo de Ministros.
1872, Vista del
Palacio de Buenavista y su entorno
El 12 de diciembre de 1882 se produjo un incendio
en la crujía que separaba los dos patios y en donde se encontraba la
biblioteca, que desapareció por completo.
Otros ocupantes ilustres fueron el general Primo de
Rivera y Manuel Azaña.
La última reforma del palacio se realizó en 1939,
añadiendo un piso más. Además se colocó un nuevo frontis en la fachada
principal de la calle de Alcalá. En 1977 el palacio de Buenavista quedó como
sede del Cuartel General del Ejército de Tierra.
https://gatopormadrid.com/2020/10/23/palacio-de-buenavista-hogar-de-generales-alba-y-borbones/
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