LOS
FRAILES DE LA DEZCALCEZ FRANCISCANA Y SU ESTABLECIMIENTO EN TRUJILLO EN EL
CONVENTO DE LA FINCA DE LOS ARCABUCES
Entre los frailes extremeños
más importantes que llevaron a cabo la Reforma, el más representativo de todos
es sin duda fray Juan de Guadalupe (nació en Guadalupe en 1450), que profesó en
el Real Monasterio de Guadalupe como religioso jerónimo y a los pocos años pasó
a la Orden Franciscana, donde se distinguió como reformador, lo que le llevó a
Roma para proponer al Papa una profunda transformación de su orden [1]. El
no quería estar sujeto al Provincial de Castilla. Tal dependencia, a su modo de
ver, los llevaba fatalmente de la mano al más absoluto anquilosamiento.
Mientras permanezca sometidos a un Provincial, todo les será supervisado y
fácilmente con criterios opuestos, cualquier Superior poco amigo de novedades
puede impedirles aquellos rigores y estrecheces y, los Conventos de Castilla a
los frailes reformistas, mezclándolos con los otros y deshaciendo de un golpe
la naciente obra.
Desde el convento de Ntra. Sra.
de los Ángeles en Robledillo de Gata emprendió camino a Roma. El 25 de
Septiembre de 1496, se presentó ante el Santo Padre. Mediante la
Bula Sacrosanctae Militantis Ecclesiae [2], por la que Alejandro VI
accedía a casi todas sus peticiones, podía edificar una casa en absoluta
pobreza, vivir en ella con seis compañeros, y admitir novicios con tal que
prometieran observar la Regla de San Francisco en su mayor rigor y aspereza,
pudiendo usar hábito vil y despreciable, con capucho acuminado, tal como lo
llevo el Serafín de la Verna. Y sobre todo -esto era lo más importantes –
quedaban exentos de los Prelados de la Orden, tanto Conventuales como
Observantes, sujetos tan solo al Ministro General de Roma.
El 27 de Febrero de 1497
consiguen los Prelados de la Orden un decreto del Pontífice [3],
prohibiendo bajo pena de excomunión a los frailes de la Observancia al paso al
movimiento secesionista del religioso extremeño. Equivalía esto a cegar de un
golpe el manantial de donde iba a brotar la corriente más abundante de frailes
con que nutrir la reforma. Pero, no se paró fray Juan de Guadalupe y conseguido
el permiso pontificio se trasladó al reino de Granada, donde fundaría varios
eremitorios regulados por una regla estricta que le enfrentaría con los frailes
observantes de su propia orden. En 1497, el Arzobispo de Granada, fray Hernando
de Talavera, también franciscano, viendo en peligro la unidad interna de la
orden, prohibió a fray Juan de Guadalupe fundar más conventos, por lo que éste
se marcharía a Guadalupe para seguir su obra reformadora con nuevas fundaciones
franciscanas.
Pero, no se paró ahí, tras
muchos esfuerzos y tentativas, logra por su mediación la Bula Super
familiam domus [4], fechada en Roma a 25 de Julio de 1499, en virtud de la
cual queda facultado para recibir, no ya seis, sino cuantos religiosos precise
-tanto de la Conventualidad como de la Observancia- los cuales deben pedir
licencia a sus Superiores en señal de respeto, pero podrán pasarse a los
Guadalupenses aunque les negaran dicho permiso (petita licentia, licet non
obtenta ). Se le concede, además, el título de Custodio a Fray Juan de
Guadalupe, confirmándolo en la sola sujeción al Ministro General, y quedando la
reforma perpetuamente garantizada por el derecho que se otorga a sus frailes de
elegir sucesor, con idénticos privilegios, al fallecimiento de aquel.
Aquel era, sin duda, el más
importante documento dado por el Papa en muchos años a la Orden Franciscana. En
la Bula no se menciona ningún lugar determinado al que deba adscribirse la
fundación, sino que deja libertad para escoger sitio y ocasión propicios.
Fray Juan de Guadalupe deseoso
de abrir conventos en Extremadura, se pone en contacto con el prelado diocesano
en Plasencia, este le informa que otro franciscano natural de Valencia de
Alcántara -llamado fray Pedro de Melgar y Bobadilla- quiere fundar un convento en
Trujillo, y fray Juan de Guadalupe se pone en contacto con él [5].
Fray Pedro de Melgar estuvo
primero algún tiempo en la Provincia franciscana de Santiago, pero añorando su
patria chica, marcho a Plasencia donde contaba con buenos amigos que le ayudaría
a realizar su intento. En efecto, Don Gómez Fernández de Solís, Don Juan de
Chaves y Don Álvaro de Hinojosa, sus valedores, se dirigen en Febrero de 1498
al Romano Pontífice suplicando facultad para edificar un convento franciscano
en las proximidades de Trujillo, que se deseaba poner en manos de religiosos
dispuestos a vivir la Regla de San Francisco con toda su pureza, sin usar de
privilegios y mitigaciones [6].
La Provincia, sin embargo, los
protege, pendiente el asunto de Roma, es cuando llega Fray Juan de Guadalupe a
Trujillo y se instala con la reducida comunidad en dicho Convento el día 24 de
Marzo de 1500, festividad de la Anunciación y le dieron por título el de
Nuestra Señora de la Luz [7]. Los primeros religiosos que acuden son Fray
Juan Pascal, el célebre predicador Fray Ángel de Valladolid, Fray Sebastián de
Paris, Fray Miguel de Córdoba y Fray Francisco de Fregenal, de los primeros
como columnas fundamentales de la Descalcez. Fray Juan Pascual será el hábil
diplomático, valedor de San Pedro de Alcántara.
De momento no creen oportuno
redactar unas Constituciones minuciosas. En todos alientan una misma idea y es
su espíritu el que conviene vivir, condicionado a experiencias subsiguientes la
redacción definitiva de Estatutos. Eso sí, por unanimidad se comprometen a
guardar la regla franciscana en su más estricta interpretación . Vestirán, como
autentico pobres, un simple saco con remiendos por todo habito, Irán totalmente
descalzos, y resucitaran el capucho angulado que llevo San Francisco y que
abandono la Orden en tiempos ya de San Buenaventura [8].
Y así nacieron en la Alta
Extremadura estos frailes del Capucho a quienes podemos admirar como
propulsores de las cuatro grandes reformas en que se asienta el Renacimiento
franciscano del siglo XVI.
El 24 de Marzo de 1500 quedó
instalada la Comunidad en el Convento de Nuestra Señora de la Luz junto a
Trujillo, autoridades y pueblo habían acudido al Romano Pontífice con una
petición engañosa para atentar contra ellos, movidos sin duda por la fuerte
presión de la Provincia de Observantes de Santiago. La Bula “Piis fidelium
votis” [9], fechada en Roma a 31 de Octubre del mismo año, accedía
generosamente a las peticiones cursadas y, aunque el Papa estaba bien ajeno de
que con ella pudiera perjudicar a la naciente reforma, lo cierto es que los
Observantes de Santiago tomaran pie de la misma para gestionar la expulsión de
los frailes del Capucho y adueñarse del Convento.
Se inicia un duro
enfrentamiento entre ambas partes, Fray Juan de Guadalupe y los suyos disponen
resistir en el Convento trujillano cuanto sea posible, pero es preciso ver la
manera de erigir otros Conventos para el caso de que fuesen arrojados de la
casa madre[10], tales como los conventos de Villanueva del Fresno, al que llamó
Convento del Santo Evangelio, otro en Salvaleon; el de Nuestra Señora de la Luz
de Moncarche junto a Alconchel, y el de Arroyo de Mérida con título de la Madre
de Dios .
El propio fray Francisco
Jiménez de Cisneros, confesor entonces de la reina católica, y la misma Isabel
de Castilla vieron con desconfianza la división entre los franciscanos
provocada por el fraile extremeño, escribiendo al Cardenal de Santa Cruz, el
también extremeño natural de Plasencia Bernardino de Carvajal, para que instara
al Papa que revocara los permisos de fundación y reforma de la Orden de Fray
Juan, que llegó a ser procesado por Cisneros en el año 1505 por su contumacia.
En septiembre de dicho año moría en Roma cuando esperaba obtener de nuevo el
beneplácito papal [11].
La descalcez franciscana se
inició en Extremadura en 1500. Pretendía -tal y como hemos estudiado- el
retorno al espíritu y la letra de la Regla de la Orden tal como la escribió el
Seráfico padre San Francisco y mandó observarla en su Testamento, sin dispensas
pontificias. La orden franciscana, desde su aparición en Extremadura hasta el
siglo XVI, dependía de la Provincia de Santiago de Compostela. Sólo a finales
del siglo XV se empiezan a levantar algunos conventos de la Custodia de los
Ángeles, fundada en 1489 y elevada a provincia en 1517, en tierras extremeñas
que dan su obediencia al provincial de Castilla y después al ministro de la
Provincia de los Ángeles.
Los franciscanos proyectaran
las dos tendencias de concebir la espiritualidad que marcarían en la Orden: la
conventualidad y la observancia, que en 1517, por disposición del papa León X,
solicitada por la Orden, quedaron admitidas como dos órdenes distintas: de los
frailes menores conventuales y Orden de los frailes menores de la observancia
de San Francisco.
Dentro de la Observancia surge
la reforma más importante de la orden: la descalcez franciscana promovida por
fray Juan de Guadalupe en 1500 y que será continuada por San Pedro de Alcántara
en 1557. Surgiendo eremitorios en los descampados (viene de eremus, desierto).
Extremadura será el centro de la descalcez, siendo sus principales conventos el
de Ntra. Sra. de la Luz en Trujillo, Ntra. Sra. de la Luz en Moncarche
-Alconchel- y Montesión en Salvaleón. Considero que el convento que vamos a
describir situado en la finca de los Arcabuces de Trujillo es un convento
franciscano descalzo por sus características arquitectónicas, elementos
constructivos, ubicación, período de construcción y porque su estructura cumple
con las disposiciones de las ordenanzas provinciales para los
descalzos [12]. Además, un dato importante, en los mojanos cercanos se
conservan restos de molduras con el típico cordón franciscano.
Los frailes edifican el
conventito en la misma tierra de Trujillo a escasos kilómetros del de Ntra.
Sra. de la Luz, en la finca pública de los Arcabuces, próximo a un riachuelo y
en la encrucijada de dos cañadas. He estudiado las investigaciones llevadas a
cabo por Juan Bautista Moles, fraile que nació en Nápoles en 1542 y vino a
España en 1557, llegó a Coria con la familia del Duque de Alba, que fue su gran
valedor. En los conventos de San Miguel de Plasencia, Coria y Belvis, tuvo
acceso a la documentación franciscana de los siglos XV y XVI, dejándonos
su Memorial de la Provincia de San Gabriel que editó en
1592 [13].
En Trujillo se había fundado el
convento de descalzos en 1500 aprovechando una ermita existente como capilla
conventual bajo la advocación de Nuestra Señora de la Luz (en la iglesia de San
Francisco se conserva la talla románica de la Virgen con el Niño), cuando la
provincia de San Gabriel era solo la custodia del Santo Evangelio. Pero este convento
fue destruido por los padres de la familia de la Observancia durante las luchas
contra los Descalzos y no se había intentado reedificar después [14]. Los
descalzos sí intentarían hacer una nueva fundación dentro del casco urbano.
Para conseguir más fácilmente la autorización se intentaba disfrazar la
fundación de simple traslado del convento cercano de San Juan Bautista de la
Viciosa a Trujillo, pero tropezó con la negativa del Ayuntamiento, según las
Actas Capitulares [15], hecho que no se consiguió hasta 1603. Cuando doce
principales de la ciudad de Trujillo se dirigieron al padre General provincial
reunidos en Capítulo Provincial de Las Brozas, ofreciéndoles su apoyo y con
beneplácito del obispo de Plasencia D. Pedro González de Acevedo, que les cedió
la ermita de Santa María Magdalena, extramuros, pero junto a la ciudad para la
fundación del convento. El día 26 de enero de 1603 tomaban los frailes posesión
de la dicha ermita de manos del obispo y en nombre de la Provincia Fr. Andrés
de Plasencia, antiguo Provincial y actual Definidor, los moradores de esta casa
fueron los frailes del convento de la Viciosa que vinieron, clausurándose
entonces el otro convento[16]. Pero, qué lugar ocupa el convento de nuestro
estudio situado en la finca de los Arcabuces. Si en 1506 abandonan el convento
de la Luz. En el capítulo 2, pp. 16 vº nos refiere lo siguiente tras la visita
que realizó fray Pedro de Melgar a Roma ante el Papa para solicitarle licencia
para construir conventos: “El Papa concibió en su ánimo deseo de
favorecerlos, teniendolos como verdaderos hijos del glorioso padre nuestro san
Francisco, de quiera era devotisimo, y asi mismo de toda la orden, les dio
nuevas letras y Breve para que de nuevo edificasen casas y fuese custodia como
de antes, haciendo della prelado al religioso varon fray Pedro de Melgar,
autorizando todo lo que el ministro general avia hecho y confirmando en
custodio al sobredicho. El qual contentisimo se volvio con sus compañeros a
España y llegados a sus casas (conventos) hallaron que los padres observantes
les avian derribado las casas de junto a Truxillo, Villanueva y Salvaleon. Por
lo qual se recogieron en nuestra Señora de la Luz, y la de Trujillo no osaron
reedificarla por aver en la dicha ciudad convento de la orden (se refiere al de
la Luz)”.
Este dato es crucial, dado que
el convento de la Luz se funda en 1500 y se destruye en 1506, que el convento
de la Magdalena no se funda hasta 1603 -tal y como hemos estudiado-. ¿Dónde
habían vivido fray Juan de Guadalupe y fray Pedro de Melgar con los otros
frailes descalzos en los años finales del siglo XV y principios del siguiente?
El convento está situado en la
vertiente de un pequeño cerro que rebaja en su descenso hacia un riachuelo,
lugar agreste. El convento no tiene grandes dimensiones, está construido con
gruesas paredes de mampostería, utilizando escasamente la piedra sillar en los
dinteles y jambas de las puertas de acceso al mismo y a la huerta, las columnas
del claustro y las escasas ventanas y rosetón que aún se conservan.
Se accedía por una puerta en el
lado Sur que aún conserva el hueco de la tranca, se encontraba en el interior
la portería, seguidamente en el lado Oeste estaban las celdas que aún conservan
las ventanas pequeñas, estrechas hacia el exterior -son en forma de aspillera,
sin rejas ni puertas y su estrechamiento servía para evitar que penetraran las
distintas alimañas del campo-, y al otro lado, el de profundis y el refectorio.
De frente al pasillo de la entrada principal (porque existió otra entrada
Norte) estaba el claustro formando un cuadrado que tenía -a disposición de las
basas que aún se conservan como testigos- tres columnas por cada lado, los
arcos debían ser de medio punto. Próxima al claustro en dirección Oeste estaba
la sacristía pequeña y la capilla, conservando aún un sencillo rosetón, de magnífica
factura. En dirección Este al claustro estaba la cocina -existe un pozo cegado-
y otras dependencias. En el huerto existen dos piezas de granito que pudieran
haber sido fregaderos primitivos con su desagüe. Frente al convento se
encontraba el huerto del convento, que aún conserva su magnífica entrada. Todo
con la máxima sencillez y materiales pobres para que “en nuestros edificios
resplandezca toda pobreza, aspereza y vileza” [18]. En estos conventos
franciscanos el arte grandioso brilla por su ausencia, la grandiosidad hay que
buscarla en la sencillez. La legislación de Villacreces y de los Descalzos era
clara a ese respecto “ninguna pared de las casas, aunque sean fuertes, sean de
cantería labradas, y toda madera de la casa sea tosca y no labrada a
cepillo”[19]. Otras de las ordenanzas hacían referencia a las medidas que
debían tener las dependencias, que en este convento trujillano se cumplen
totalmente, recogemos de fray Martín de San José las siguientes ordenanzas para
los descalzos del siglo XVI: “Ordenamos que las casas que de aquí en
adelante se tomasen, sean pobres y pequeñas, queremos que las iglesias sean
pequeñas, que no tengan de ancho más de ocho pies y de largo tres tantos, y no
se tenga respecto a los que puedan venir a ellas para que por eso se hagan
mayores, salvo si sus moradores tuviesen cerca nuestras casas y no tuvieran
iglesia… El cuarto a donde ha de estar el refectorio y los demás de la casa,
tenga ocho pies a lo menos de ancho y nueve a lo más. Y en ellos se reparta la
sacristía, portería y una enfermería…Los tránsitos de toda la casa, bajos y
altos de las celdas, tengan tres pies y medio de ancho. ..En los altos de estos
cuartos se hagan celdas y sean de siete palmos de vara y las camas de siete
pies…, los atajos y tabiques sean de ladrillo o adobes (aún se conservan entre
las piezas de mampostería múltiples ladrillos). Tengan todas las piezas
alacenas con puertas (en los muros existen los vanos de las alacenas,
concretamente en la dependencia que hemos considerado como cocina y en las
celdas).. Ninguna casa tenga más de ocho celdas y las puertas tengan dos pies
de hueco y seis de alto y los cuartos desde el suelo hasta el maderamen pies y
medio, y siete a lo más. La iglesia tenga de alto lo mismo que la casa, porque
sea toda cuadrada y de un alto”.[20]
NOTAS:
[1] Hipólito
Amez Prieto: Los Descalzos de San Francisco en Extremadura desde fray Juan de
Guadalupe a San Pedro de Alcántara, en “San Pedro de Alcántara, hombre
universal”. Congreso de Guadalupe, 1997, pp. 113-222.
[2] Bullarium Fratrum Ordinis Minorum Sancti Francisci strictioris
Observantiae Discalceatorum (Madrid, 1744), tomo I, part. I, pág. 13-15.
[3] Op. Cit., p. 15-18.
[4] Ibidem, tomo I, part. I, págs. 20-25.
[5] Fr. Juan
Baptista Moles: Memorial de la Provincia de San Gabriel (Madrid, 1592), cap. X,
fol. 42 v.
[6] Waddingo:
Annales Minorum. Tomo XV, año 1498, pá. 167.
[7] Fundado en
1500 y destruido en 1503. Ramos Rubio, José A.: “Aportaciones documentales del
convento de Ntra. Sra. de la Luz de Trujillo”. XXI
Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo entre los días 22
al 27 de septiembre de 1992.
Ramos Rubio, José A.: “Ntra. Sra. de la Luz en Trujillo. Orígenes y proyección
del franciscanismo en Extremadura”. GUADALUPE, año 1991, núm. 709, pp. 24-27.
[8] Zacharias
Boverio: Annales Fratrum Minorum Capuccinorum (Lugduni, 1632), tomo I, p. 34. Waddingo, op. Cit, tomo I, pág. 47 y tomo VII, pág. 95.
[9] Bullarium Discalceatorum. Op. Cit., tomo I, part. I, pp. 26 ss.
[10] Fray Juan
de Santa María en su Chronica de la Provincia de San Joseph (Madrid, 1615) y a
Fray Juan de San Bernardo: Chronica de la vida admirable del s. Padre Pedro de
Alcántara (Nápoles, 1667).
[11] Gonzaga:
Crónica General Latina. Part. I. pág. 62. y Waddingo, op. cit., tomo V, pág.
257.
[12] Véase
Francisco de Madrid: Bullarium Fratrum Minorum Sancti Francisci strictioris
Observantiae Discalceatorum. Madrid, 1744, t. I, p. 7. Juan de Trinidad:
Crónica de la provincia de San Gabriel de frailes descalzos de la apostólica
orden de los menores y Regular Observancia, de nuestro Seráfico padre San
Francisco. Sevilla, 1652, cap. XLIX, lib. 2, p. 450. Angel Uribe:
“Espiritualidad de la descalcez franciscana”, en ARCHIVO IBEROAMERICANO, 85-86,
1962, p. 148. Martín de San José: Primera parte de la historia de los padres descalzos
franciscanos, Arévalo, 1644, libr. I, cap. 6, pp. 36-39.
[13] Juan
Bautista Moles: Memorial de la Provincia de San Gabriel, 1592. Reproducción
facsimilar por Publicaciones de Archivo Ibero-Americano, colecciónCrónicas
Franciscanas de España. Madrid, editorial Cisneros, 1984.
[14] Trinidad,
en su Crónica de la Provincia de San Gabriel, op. cit., I. c. 735.
[15] Barrado
Manzano, A: Algunas Actas Capitulares, A.I.A., 79 (1960), pp. 350-354.
[16] J. Trinidad, op. cit.,tomo I, c. 737
[17] Archivo
Municipal de Trujillo. 1-2-70-1.
[18] Uribe,
Angel: “Espiritualidad de la descalcez”, op. cit., p. 148.
[19] Uribe, op.
cit., p. 148. Juan de Santa María: Crónica de la provincia de San José. I
parte, libr. I, cap. VIII, fol. 45.
[20] Martín de
San José: Primera parte de la Historia de los padres descalzos franciscanos.
Arévalo, 1644, libro I, cap. 6, pp. 36-39.
https://digitalextremadura.com/P72733/
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