MAESTRO
DE CAPILLA
Antonio
Salieri (1750-1825) fue
maestro de capilla
El maestro de capilla (en francés maître de
chapelle, en italiano maestro
di cappella y en alemán Kapellmeister)
es un músico de experiencia
y prestigio, siempre compositor, que forma, gestiona y dirige al grupo de
cantores e instrumentistas responsable de la música sacra en los oficios de las
iglesias, o de la música profana en las fiestas cortesanas. Tanto al grupo
musical mismo como al lugar donde el grupo ensayaba y recibía clase del
maestro, se le denominaba en siglos pasados, sobre todo durante el Renacimiento y
el Barroco, capilla
de música, tanto si el grupo era religioso como si era
cortesano, aunque lo primero fue mucho más frecuente, particularmente en el
Renacimiento. En algunas catedrales y palacios, la capilla de cantores podía
diferenciarse de la de ministriles.
Esta última, la capilla de ministriles, llegaba en ocasiones a tener su
propio maestro.
Durante la Edad Media y el Renacimiento, la
organización gremial del
trabajo artístico y su posición en la sociedad (que era la de artesano) determinaban la
vida de los músicos: ingresaban de niños como cantorcicos (llamados seises en España, por ser ese un
número frecuente de cantores infantiles), quedando desde entonces a disposición
del maestro, con el que vivían. De él aprendían canto llano, contrapunto, a tañer
un instrumento (frecuentemente órgano) y quizá composición. De adultos, su carrera era de
cantores si no perdían la voz, de organistas o ministriles (músicos de viento)
si habían adquirido dominio de instrumentos, y de maestros de capilla si eran
los más dotados, capaces de ganar los concursos que convocaban las iglesias
cuando había vacantes, o de tener suficiente prestigio como para ser reclamados
por catedrales y capillas cortesanas.
Gracias a los reglamentos escritos de algunas catedrales,
sabemos que las obligaciones del maestro de capilla eran entre otras las de
custodia de la capilla física (lugar de los ensayos y las
clases), de la que tenía la llave; impartir lecciones de las disciplinas ya
citadas no solo a los cantorcicos, sino también a otras personas ligadas a la
iglesia que las quisieran aprender; reclutar a cantores y músicos para
garantizar el funcionamiento permanente de la capilla musical; frecuentemente
alojar en su casa a los niños cantores y ocuparse de su educación general y
manutención; componer, en fin, las piezas destinadas a fiestas especiales,
como Navidad o Corpus Christi. El
incumplimiento de las normas se castigaba con sanciones
económicas, e incluso con la expulsión.
Por supuesto, las funciones y obligaciones de los maestros
de capilla fueron cambiando hasta el siglo XVIII, siendo las descritas las que
conocemos para el siglo XVI en España. También fueron aumentando las
oportunidades de hacer carrera como músico sin una vinculación tan directa a
las capillas musicales de las iglesias.
Los ejemplos de maestros de capilla son muy abundantes:
prácticamente todos los músicos importantes del Renacimiento y Barroco ocuparon ese
cargo, a menudo tras recorrer el camino empezando como niño cantor: desde Palestrina, que fue maestro de capilla de San Giuliano
de Roma, hasta Johann
Sebastian Bach, que lo fue de la capilla cortesana del
príncipe Leopoldo
de Anhalt, es frecuente encontrar músicos notables de los siglos XVI
al XVIII que ocuparon una o varias veces ese cargo.
Maestros de capilla españoles (lista no exhaustiva)
·
Cristóbal de Morales (1500-1553),
maestro de capilla de la catedral de
Ávila (de 1526 a 1529) y de la catedral de
Plasencia (de 1529 a 1532).
·
Melchor Robledo (1510-1586), primeramente
maestro de capilla de la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza y
posteriormente, y hasta su muerte, de la catedral
del Salvador de Zaragoza.
·
Francisco Guerrero (1528-1599),
maestro de capilla en la catedral de
Jaén (de 1546 a 1549) y en la catedral
de Sevilla (de 1574 hasta su muerte).
·
Hernando Franco (1532-1585),
sucesivamente maestro de capilla de las catedrales de Santiago
de Guatemala (de 1570 a 1573) y de Ciudad
de México (de 1575 a 1585).
·
Pau Villalonga (fallecido en 1609),
sucesivamente maestro de capilla en la basílica de
Santa María del Mar (Barcelona) y en la catedral
de Santa María de Palma de Mallorca.
·
Tomás Luis de
Victoria (1548-1611), maestro de capilla en Roma, en la iglesia de Santa María de Montserrat de los Españoles (en
italiano Chiesa di Santa Maria in Monserrato degli Spagnoli).
·
Joan Pau Pujol (1570-1626), maestro de
capilla en la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de
1595 hasta su muerte.
·
Josep Reig (1584-1674), maestro de
capilla en la basílica de
Santa María del Mar (en Barcelona) de 1618 hasta su muerte.
·
Juan Gutiérrez de
Padilla (1590-1664), maestro de capilla de 1617 a 1622 en
España y, de 1622 hasta su muerte, en el virreinato de
Nueva España (en las Américas). En lo referente al período
peninsular (1617-1622) primero fue maestro de capilla en la colegiata de Jerez de la Frontera antes
de ser maestro de capilla de la que en aquella época era todavía la catedral de
Cádiz, hoy en día « iglesia de
Santa Cruz » (la construcción de la actual
catedral de Cádiz fue comenzada hacia 1722). En América, en el
virreinato de Nueva España, fue el maestro de capilla de la catedral de Puebla de
1622 hasta su muerte.
·
Miquel Rosquelles (fallecido en 1684),
maestro de capilla de la basílica de
Santa María del Mar (Barcelona) de 1674 hasta su muerte.
·
Juan Pérez Roldán (1604-1672),
maestro de capilla en el Real
Monasterio de la Encarnación (en Madrid) y en el Monasterio
de las Descalzas Reales (también en Madrid).
·
Urbán de Vargas (1606-1656),
sucesivamente maestro de capilla en diferentes colegiatas y catedrales.
·
Pablo Bruna (1611-1679), maestro de capilla
de la Colegiata de Santa María la Mayor y de los Corporales de Daroca de 1631
hasta su muerte en 1679 (Daroca era su ciudad
natal).
·
Gracián Babán (fallecido
en Valencia en 1676), maestro de capilla
primeramente en Zaragoza y
posteriormente en Valencia.
·
Cristóbal Galán (1615-1684)
fue maestro de capilla a mediados de la década de 1650 en Cagliari, en Cerdeña, y de 1656 a 1659 en Morella (ya en España). A partir del año
1680, y hasta su fallecimiento, fue maestro de capilla en la corte, en la prestigiosa Capilla Real de
Madrid.
·
Sebastián Alfonso (1616-1692),
maestro de capilla en la Catedral de Jaca, Catedral
del Salvador de Albarracín, Catedral
de Santa María y San Julián de Cuenca y Catedral
del Salvador de Zaragoza.
·
Juan Cererols (1618-1680), maestro de
capilla del monasterio de
Montserrat de 1648 a 1678.
·
Diego de Cáseda (1638-1694),
maestro de capilla en Tudela, Viana y Logroño y, finalmente, de 1673 hasta su
muerte en 1694, en la catedral
de Zaragoza. Era el padre de Blas de Cáseda y de José de Cáseda,
quienes, al igual que él, se convirtieron también en reputados maestros de
capilla.
·
Blas de Cáseda (fallecido en 1748), hijo
de Diego de Cáseda y hermano de José de Cáseda. Blas fue primero maestro de capilla
de la colegiata de Vitoria y,
finalmente, de la catedral
de Santo Domingo de la Calzada de 1704 hasta su muerte, en
1748.
·
José de Cáseda (siglos XVII y XVIII, fechas desconocidas de nacimiento y de
muerte), fue hijo de Diego de Cáseda y hermano de Blas de Cáseda. José fue,
sucesivamente, maestro de capilla de las catedrales de Calahorra, Pamplona, Zaragoza y Sigüenza.
·
Pedro de Ardanaz (1638-1706) fue maestro
de capilla de la catedral
de Pamplona y más tarde, y hasta el final de su vida, de la de
Toledo.
·
Alonso Xuárez (1640-1696), sucesivamente
maestro de capilla en la catedral
de Cuenca (de 1664 a 1675), en la catedral
de Sevilla (de 1675 a 1684) y de nuevo en la catedral de Cuenca
(de 1684 a 1696).
·
Tomás de
Torrejón y Velasco (1644-1728), maestro de capilla en la catedral de Lima (virreinato del Perú)
desde 1676 hasta su muerte.
·
Juan Barter (1648-1706), maestro de
capilla primeramente en la catedral
antigua de Lérida y seguidamente, de 1682 a 1696, en la catedral
de Barcelona.
·
Clemente Barrachina (siglo XVIII, fechas desconocidas de nacimiento
y de muerte), maestro de capilla de la catedral
de Albarracín de 1675 hasta su muerte, acaecida en 1727 o, tal
vez, 1728.
·
Francesc Espelt (fallecido en 1712) fue
maestro de capilla de 1690 a 1699 en la basílica de
Santa María del Mar (Barcelona) y de 1700 a 1702 en la Colegiata Basílica de Santa María de la Aurora (Manresa).
·
Josep Gaz (1656-1713), maestro de capilla
en la basílica
de Santa María de Mataró de 1675 a 1685, en la basílica de
Santa María del Mar (en Barcelona) de 1685 a 1690 y en la catedral
de Santa María de Gerona de 1690 a 1711.
·
Sebastián Durón (1660-1716),
sucesivamente maestro de capilla en las catedrales del Burgo
de Osma y de Palencia y,
durante diez años, en la prestigiosa Capilla Real de
Madrid.
·
Miguel de Ambiela (1666-1733), maestro de
capilla en diferentes iglesias y colegiatas, entre ellas la Catedral de Jaca, la colegiata de Santa María
de los Sagrados Corporales de Daroca, la catedral
de la Seu Vella de Lérida y la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.
·
Francisco
Valls (1671-1747), maestro de capilla de 1696 a 1726 en
la catedral
de Barcelona.
·
Joaquín
Martínez de la Roca y Bolea (1676-1747), maestro de capilla en
la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de
1699 hasta su muerte.
·
Pau Llinás (1680-1749), maestro de capilla
en la basílica de
Santa María del Pino (en Barcelona) de 1711 hasta su muerte.
·
José de San Juan (1685-1747),
maestro de capilla en Madrid, primero en la Capilla Real de
Madrid de 1708 a 1711 y después en el monasterio
de las Descalzas Reales de 1711 hasta su muerte.
·
Jaume Casellas (1690-1764), maestro de
capilla de la catedral
de Toledo de 1733 a 1762.
·
Juan Francés de
Iribarren (1699-1767), maestro de capilla de 1733 a 1766.
·
José Español (fallecido en 1758), maestro
de capilla en la iglesia
parroquial de Santo Tomás Apóstol, en Haro (La Rioja), de
1731 hasta su muerte.
·
Josep Mir i Llussà (nacido
hacia 1700 y fallecido en 1764), sucesivamente maestro de capilla en Segovia,
Valladolid y Madrid.
·
Joaquín García de
Antonio (1710-1779), maestro de capilla en la Capilla Real de
Madrid de 1735 hasta su muerte.
·
Domingo Terradellas (1713-1751),
maestro de capilla en Roma, en la iglesia
de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (en aquella época
denominada San Giacomo degli Spagnuoli : «iglesia de Santiago
de los Españoles»).
·
Antonio Cavallero (1728-1822), maestro de
capilla de la Capilla Real de
Granada de 1757 hasta su muerte.
·
Pablo Esteve (1730-1794) fue maestro de
capilla para la casa de los Duques de Osuna en
los años 1760.
·
Antonio Rodríguez
de Hita (1722-1787), sucesivamente maestro de capilla en
la catedral de Alcalá de Henares, en la catedral
de San Antolín de Palencia y en el Real
Monasterio de la Encarnación (Madrid).
·
Antonio Abadía (fallecido en Burgos en
1791), maestro de capilla de la catedral de Burgos de
1780 hasta su muerte.
·
Fabián García Pacheco (1725-1808),
maestro de capilla de 1756 a 1770 en la iglesia de la Paloma (sobrenombre
popular por la calle en que se ubica, la calle de La Paloma, en Madrid, pero
cuyo nombre oficial es « iglesia de la parroquia de San Pedro el
Real »). De 1770 hasta su muerte fue maestro de capilla en el convento
de Nuestra Señora de las Victorias, un convento situado en Madrid y
hoy en día desaparecido.
·
Francisco
Javier García Fajer (1731–1809), maestro de capilla de la catedral
de Zaragoza de 1756 hasta su muerte.
·
Francesc Queralt (1740-1825), maestro de
capilla de la catedral
de Barcelona de 1774 a 1815.
·
Carlos Baguer (1768-1808), maestro de
capilla de la catedral
de Barcelona.
·
Ramon
Aleix i Batlle (1784-1850), maestro de capilla de la basílica de
Santa María del Mar (en Barcelona) de 1819 hasta su muerte.
·
Mateo Ferrer (1788-1864),
maestro de capilla en la catedral
de Barcelona de 1830 hasta su muerte.
·
Ramón Vilanova (1801-1870), maestro de
capilla de la catedral
de Barcelona de 1830 a 1833.
·
Nicolau Manent (1827-1887), maestro de
capilla de la parroquia
de San Jaime de Barcelona de 1851 hasta su muerte.
·
Bonaventura Frigola (1829-1901),
maestro de capilla durante los años 1852 y 1853 en el monasterio
de San Esteban, en Bañolas. De 1854 a 1858 fue maestro de capilla
de nuevo, pero en la basílica de Santa María de Castellón de Ampurias,
que es la iglesia de Castellón de Ampurias,
su ciudad natal. Ocupó finalmente el mismo puesto en Barcelona, en la basílica
de la Merced, de 1881 hasta su muerte.
·
Ildefonso Jimeno
de Lerma (1842-1903) fue maestro de capilla en Santiago de Cuba en 1861 (por lo tanto,
antes de la independencia de Cuba) pero en la década de 1870 abandonó el puesto
para convertirse en el primer organista de la Colegiata de San
Isidro (en Madrid).
·
Antonio Félix
Lozano González (1853-1908), maestro de capilla de la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de
1883 hasta su muerte.
·
Vicente Ripollés (1867-1943),
sucesivamente maestro de capilla en la catedral de Tortosa,
en el Real
Colegio Seminario del Corpus Christi (en Valencia), en la catedral
de Santa María de Valencia y en la catedral
de Santa María de la Sede de Sevilla.
·
Eduardo Torres (1872-1934), sucesivamente
maestro de capilla en la catedral de Tortosa y
en la catedral
de Santa María de Valencia.
·
Rafael Salguero
Rodríguez (1875-1925), sucesivamente maestro de capilla en las
catedrales de Málaga y
de Granada.
·
Juan
Francisco Agüeras González (1876-1936) fue maestro de capilla
en la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza de
1903 hasta su muerte.
·
Antonio Massana (1890-1966) fue maestro
de capilla en la iglesia de los Jesuitas de Barcelona.
·
Norberto
Almandoz Mendizabal (1893-1970), sucesivamente maestro de
capilla de las catedrales de Orense y
de Sevilla.
·
Eduardo Soler (1895–1967), sucesivamente
maestro de capilla en la colegiata
de Santa María de Gandía, en el Real
Colegio Seminario del Corpus Christi (en Valencia) y en la catedral
de Santa María de Valencia.
·
Joaquín Broto (1921-2006), sucesivamente
maestro de capilla de la catedral
de Barcelona y de la catedral
de Santiago de Compostela. Lo fue también en Zaragoza, ciudad en la
que el puesto lo ocupó en dos templos: la catedral
del Salvador y la basílica de Nuestra Señora del Pilar.
·
Pedro Aizpurúa
Zalacaín (1924-2018), maestro de capilla de la catedral de Valladolid desde 1960 hasta
su fallecimiento.
·
Miguel
Ángel Roa Leal maestro de capilla y organista de la Iglesia de
Nuestra Señora de la Asunción de Villacarrillo, desde 1921 hasta 1962.
https://es.wikipedia.org/wiki/Maestro_de_capilla
LA
MISA DE BATALLA
DE
TOMÁS
LUÍS DE VICTORIA
De todas
las misas que compuso Tomás Luis de Victoria, hay una muy especial, la Missa
Pro Victoria a 9, también conocida como Misa de Batalla. Por
una parte, se trata de la única misa dentro de su obra escrita para nueve
voces, y, por otra, es la única que bebe de una fuente profana, pues se trata
de una parodia de la chanson La guerre de Clément
Janequin. Apareció publicada en un volumen que vio la luz en 1600, y, para
algunos críticos, contiene elementos protobarrocos, que denotan una evolución
en el estilo de este creador, contagiándose de la innovación musical que
protagonizó el cambio de siglo.
También se
dice que esta misa guerrera era muy apreciada por el joven monarca Felipe III,
y que Victoria probablemente la concibió expresamente para satisfacer sus
gustos y recibir su favor. La pieza tiene un aire bélico y, aunque está escrita
para voces y órgano, no sería de extrañar que en su ejecución estuviese
prevista la intervención de otros instrumentos para recrear el ambiente de una
batalla.
Tomás Luis
de Victoria volvió a España hacia 1585, después de una estancia en Roma que se
había extendido a lo largo de unos veinte años. Llegó a dicha ciudad para
continuar sus estudios en el Colegio Germánico, aunque es un periodo de su vida
del que no se disponen muchos datos. Algún autor defiende que ejerció como
cantor, y, posteriormente, como maestro de capilla. En 1565, fecha de la
llegada de Victoria, el colegio contaba con 200 alumnos, que estaban divididos
en dos grupos, una minoría de alemanes preparándose para ser misioneros, y la
gran mayoría a los que denominaban pensionistas (convittori).
Los mayores
benefactores del Collegium Germanicum fueron el rey Felipe II y el cardenal
arzobispo de Augsburgo, Otto van Truchsess van Waldburg, a quien Tomás Luis de
Victoria dedica su primer libro de motetes impreso en Venecia en 1572.Tras
desarrollar en Roma una carrera como compositor coronada por el éxito, como él
mismo expresa en una carta que envía a Felipe II en 1583 (“habiendo mucho
antes de ahora compuesto y hecho imprimir, obras que advertí fueron recibidas,
con aplauso”), decide volver a España para, en sus propias palabras,“gozar
de honesto descanso entregando el espíritu a la contemplación divina –como
cumple a un sacerdote”.
En Madrid,
Victoria asume una capellanía en el Monasterio de las Descalzas Reales, donde
sirve como maestro de capilla y como capellán de la emperatriz María, hija de
Carlos V y viuda de Maximiliano II, quien había llegado a España junto con su
hija Margarita en 1582. Allí permanecerá el compositor hasta su muerte en 1611,
escribiendo y publicando música, y gozando de la fama de ser uno de los músicos
más reputados del momento.
En 1600
Tomás Luis de Victoria publica su libro Missae, magnificat, motetca,
psalmi, et alia, y se la dedica a Felipe III, que acababa de subir el
trono, comparando en la dedicatoria al rey con figuras históricas como
Alejandro Magno, Homero, Aquiles o Plutarco. Y se ha llegado a insinuar que la
evolución del estilo que marca esta compilación pudo estar motivada por acercar
la música a los gustos del joven monarca, que diferían en gran medida de los de
su padre, para ganarse su favor.
La obra
introducía una innovación editorial pues el autor exige que se imprima “conforme
y del tamaño de los que se imprimen en Venecia”, como expresa en una carta.
Además, las piezas contenidas abundan en la influencia italiana, que desde el
decenio de 1580 venía sustituyendo a la tradición flamenca que había imperado
en la corte, a través de la práctica de la homofonía en un estilo policoral.
Una obra policoral está concebida para ser cantada por varios coros, por lo
menos, dos.
El libro de
1600 contiene misas, motetes y salmos, como indica su nombre, algunas piezas ya
publicadas en ediciones anteriores y otras completamente nuevas. En total
incluye cinco misas, cuatro antes no impresas Missa Alma redemptoris,
Missa Ave Regina, Missa Laetatus sum y Missa Pro Victoria,
y otra, Missa Salve Regina, que ya había sido publicada en el
volumen de 1592. Todas son misas parodia y cuatro de ellas tienen su fuente en
piezas del propio Victoria presentes en el libro. Solamente la Missa
Pro Victoria bebe de una fuente externa.
La pieza de
este volumen que nos ocupa, la Missa Pro Victoria a 9 voces, parece
ser que fue muy del agrado de Felipe III, pues el mismo Victoria comentaba al
respecto, en una de sus cartas, que era “una misa de batalla que dio
gran gusto al Rey nuestro señor”. Se trata de una parodia de la
canción para cuatro voces La guerre de Clément Janequin,
escrita en 1525 para conmemorar la Batalla de Marignano, y que apareció publicada
por primera vez en 1528. Fue una pieza que gozó de gran popularidad en España,
dado que, aparte de la misa de Tomás Luis de Victoria, inspiró otras a Juan
Esquivel, Francisco Guerrero y Cristóbal de Morales.
ES esta una
misa singular y nada típica, que bien podía salir del entorno catedralicio y
deleitar a otros públicos, como el rey y sus cortesanos, dado su “carácter
festivo”, como apunta Robert Stevenson (Estudio Biográfico y Estilístico
de Tomás Luis de Victoria, 1966). Está articulada en torno a un coro
de cinco voces y otro de cuatro, más un órgano que acompaña al primero.
Igualmente, podían intervenir ministriles en su ejecución.
La misa de
batalla es el género musical que une lo político y lo religioso. La pieza de
Victoria importa el aire bélico de la de Janequin, y reclama la interpretación
instrumental al sugerir de algún modo con su viveza los sonidos de la batalla.
De las cinco misas que aparecen en el libro de 1600, la Pro victoria es
sin duda la que ofrece más referencias a la pieza en la que está
inspirada.
http://www.musicaantigua.com/la-misa-de-batalla-de-tomas-luis-de-victoria/
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