domingo, 26 de diciembre de 2021

 

La realeza maya buscó desplazar a los dioses con su sello personal, revela estudio

Para solidificar su poder, los gobernantes de las tierras bajas mayas cambiarían estos complejos, instalarían su marca en el paisaje y cambiarían la forma en que la gente los recuerda, de acuerdo con una investigación de Dartmouth College publicado en Ancient Mesoamerica.


Las primeras ciudades mayas presentaban complejos monumentales, centrados en una forma compartida de religión, pero se transformaron radicalmente una vez que surgió la realeza en el 400 a. C.

Para solidificar su poder, los gobernantes de las tierras bajas mayas cambiarían estos complejos, instalarían su marca en el paisaje y cambiarían la forma en que la gente los recuerda, de acuerdo con un estudio de Dartmouth College publicado en Ancient Mesoamerica.

"Así como los líderes políticos de hoy en día a menudo buscan marcarse a sí mismos, también lo hicieron los primeros gobernantes mayas", dice Ryan H. Collins, becario postdoctoral en antropología en el Instituto Neukom de Ciencias Computacionales en Dartmouth. "Los gobernantes mayas parecían tener una angustia real por el mundo pasado y pensaban que podría interferir con su autoridad, por lo que intentaban modificarlo o incluso borrarlo por completo. Estos gobernantes se veían a sí mismos como la encarnación del dios sol maya y querían para poner su sello personal en la ciudad, por lo que los monumentos y la forma en que la gente experimentaba la ciudad se modificaron para reflejar los deseos de un gobernante durante su vida ".

Collins examinó datos del sitio maya Yaxuná, ubicado en el centro de Yucatán, México, y otros complejos de plazas piramidales o templos conocidos como grupos E en las tierras bajas mayas, incluidos San Bartolo, Tikal, Ceibal en Guatemala y Cahal Pech en Belice, que reflejaban alineaciones astronómicas con los equinoccios y solsticios.

En el grupo E, cada complejo monumental se construyó a lo largo de un eje este-oeste y se caracterizó por una pirámide al oeste y una plataforma larga al este. Investigaciones anteriores han encontrado que las alineaciones astronómicas de los complejos mayas probablemente eran una referencia al dios sol y al dios del maíz y los cambios anuales de la temporada agrícola.

Según datos arqueológicos de Yaxuná y los otros sitios, Collins descubrió que para el año 400 a.C., muchos complejos mayas del Grupo E se construyeron sobre templos existentes, se desmantelaron o se abandonaron por completo. En muchos casos, la nueva arquitectura se construiría justo encima de todo lo que había antes, donde podría haber cinco, seis o incluso siete pirámides conservadas en la última fase de construcción.

"Con el tiempo, estos templos se volvieron más sobre los gobernantes y menos sobre el ritual y la religión que una vez unieron a las comunidades en primer lugar", dice Collins. En Yaxuná, solo en el centro original de la ciudad, hubo 11 fases de construcción entre el 900 a. C. y 100 a. C.

Si bien se crearon nuevos monumentos dentro del Grupo E sobre los antiguos, algunos aspectos se mantuvieron a lo largo del tiempo. Por ejemplo, la estructura oriental original en Yaxuná contenía una base de piedra circular en el nivel ocho, que fue preservada y enfatizada por generaciones posteriores a través de una línea incisa circular en el piso del nivel seis. También se encontraron artículos preciosos almacenados en caché en los niveles siete y cuatro, incluido un fragmento de magnetita pulida y un recipiente de cerámica con cuentas verdes que probablemente se obtuvieron a través del comercio a larga distancia. "Los mayas retrocederían y marcarían espacios de importancia social generaciones más tarde, no siglos después, ilustrando cómo la gente realmente enfatizaba la memoria y la continuidad con cosas que pensaban que eran importantes", dice Collins.

Sin embargo, otras áreas del sitio de Yaxuná y otros sitios del Grupo E contenían evidencia de rituales de terminación. Estos rituales se usaban para destruir la energía o el alma asociada con un edificio, especialmente si era sagrado, como al esparcir la ceniza del incienso quemado sobre un área. En la estructura oriental de Yaxuná, se encontró ceniza cerca de una piedra de moler, lo que proporciona evidencia de que un antiguo espacio para rituales se utilizó para preparar alimentos en años posteriores.

"En arqueología, se ha asumido que la realeza maya representaba una continuidad con el pasado, pero a medida que los gobernantes mayas alteraron la experiencia de los pueblos sobre el lugar donde vivían, estos gobernantes en realidad se separaron de las tradiciones de construcción mesoamericanas y redefinieron la ciudad maya", dice Collins. "El primer milenio de la cultura maya para el Grupo E marca un período no solo para nuevos monumentos, sino también para el desarrollo de una arquitectura cívica masiva, ya que se construyeron carreteras a gran escala y comenzaron a surgir distritos. Estos cambios también pueden haber impulsado el cambio de la civilización maya de una sociedad igualitaria a una estructura más jerárquica”.

https://www.proceso.com.mx/cultura/2021/9/22/la-realeza-maya-busco-desplazar-los-dioses-con-su-sello-personal-revela-estudio-272500.html

 

Hallazgo arqueoastronómico: el regreso de Kukulkán

La antigua civilización maya sí fue capaz de capturar en su arquitectura el fenómeno astronómico que ocurre en las fechas en las cuales el día dura exactamente lo mismo que la noche. 


La controversia sobre el descenso de la serpiente emplumada durante los equinoccios, en relación a las pirámides mayas, parecía zanjada, tras el argumento de que no había intencionalidad. Pero ahora el arqueólogo Florentino García Cruz vuelve a la carga con una prueba: su descubrimiento en la zona de Santa Rosa Xtampac, Campeche, que le tomó seis años de estudios, expuestos aquí.

Hasta que los investigadores Pedro Francisco Sánchez Nava e Ivan Šprajc desmitificaron la teoría, se creía que el “descenso de Kukulkán” por El Castillo, la pirámide emblema de Chichén Itzá, en Yucatán, marcaba a los mayas los equinoccios. 

Ahora, tras su reciente descubrimiento de un espectáculo de luz y sombras similar en el Templo de la Serpiente Ciempiés, de la zona arqueológica Santa Rosa Xtampac, en Campeche, el arqueólogo Florentino García Cruz reformula la idea: esa antigua civilización sí fue capaz de capturar en su arquitectura el fenómeno astronómico que ocurre en las fechas en la cuales el día dura exactamente lo mismo que la noche. 

Santa Rosa Xtampac se localiza aproximadamente a 173 kilómetros de la capital campechana, en el ejido del mismo nombre, municipio de Hopelchén. Se trata de una ciudad-Estado que floreció en la región de Los Chenes, en “las tierras bajas mayas del norte”. Su ocupación data del período Clásico Tardío (600-900, d. C.) y se prolongó hasta el Clásico Terminal (900-1000, d. C.) En la actualidad es un sitio abierto al público.

En entrevista con Proceso, García Cruz, arqueólogo independiente que tiene entre sus descubrimientos previos las zonas arqueológicas de Nadzca’an y Balamkú, ambas en el municipio de Calakmul, así como el fenómeno arqueoastronómico del “descenso de Kinich Ahau” en las ruinas de Kankí, en Tenabo, los días 1, 2 y 3 de mayo, explica su reciente hallazgo en Santa Rosa Xtampac, el cual le tomó seis años de estudios y comprobaciones y cuyos resultados dio a conocer el pasado 10 de noviembre en el marco del 31 Encuentro Internacional de los Investigadores de la Cultura Maya, organizado por la Universidad Autónoma de Campeche (UAC).

El fenómeno que descubrió se presenta en un edificio anexo a la estructura 12 de la zona arqueológica. Es un templo dedicado a Kukulkán y uno de los cuatro que se tienen documentados hasta ahora en las tierras mayas bajas del norte: Chichén Itzá y Mayapán, en Yucatán; el tercero que según las crónicas de fray Diego de Landa hubo alguna vez en el islote de Champotón, pero del cual no quedan vestigios, y ahora éste de Xtampac, ambos en Campeche.

En su ensayo Astronomía en la arquitectura de Chichén Itzá: una reevaluación, publicado en Estudios de la Cultura Maya (vol. 41, marzo de 2013), Šprajc y Sánchez Nava se refieren a que año tras año en El Castillo de Chichén Itzá se reúnen miles de visitantes a observar el efecto de la luz y sombra que produce la puesta de Sol sobre la balaustrada norte de la pirámide.

Y recuerdan que los investigadores Anthony F. Aveni, Susan Milbrath y Carlos Peraza López destacan la repetición del fenómeno en Mayapán en la pirámide también conocida como El Castillo, pero alrededor del solsticio de invierno. Ellos “sugieren la intencionalidad de ambos fenómenos”, sin embargo Šprajc y Sánchez Nava la cuestionan, pues aunque hubiera existido “cuál era la fecha que los constructores habrían querido conmemorar; incluso para ellos habría sido imposible fijar cualquier fecha tan sólo mediante la observación de este fenómeno”.

Aclara García Cruz que en el caso de Santa Rosa el fenómeno ocurre en un edificio mucho más pequeño que el de Chichén Itzá, de 30 metros de altura, pero no por ello tiene menor relevancia. Por sus características arquitectónicas, la construcción de esa estructura está fechada entre el 800 al 850 d.C., es decir de 200 a 400 años previos a la construcción de la parte norte de El Castillo de Chichén Itzá.

Detalla que la estructura en cuestión, registrada como Estructura 12 o Templo de la Serpiente Ciempiés, es un basamento piramidal de estilo arquitectónico propio de la región centro yucateca, en donde los estilos Río Bec y Chenes comparten rasgos. Mide 9.50 m de este a oeste por 11.50 m de norte a sur, y aunque debido a su destrucción tiene una altura actual de 8 m, “en el pasado pudo alcanzar los 11.50 con todo y su santuario”.

En su fachada norte, el templo tiene al centro de su escalinata “restos de una serpiente emplumada en posición de descenso y a los lados vestigios de cinco cuerpos similares a las torres de la región de Río Bec, formados por cuerpos escalonados cuyo tamaño se va reduciendo al ascender”. La escalinata central mide 6.20 m de ancho y, de acuerdo con el arqueólogo, estuvo formada por 16 escalones de 25 centímetros de huella y 40 de peralte, de los que aún se conservan siete. Dichos escalones conducían a un descanso donde terminaba la cola del reptil.

Describe que “la Estructura 12 es un edificio con boca de serpiente y media bóveda, que el arqueólogo Paul Gendrop fechó del 700 al 800, d. C. Su frente mira al sur y consta de tres cuartos: uno central –cuya fachada está constituida por una portada zoomorfa integral– y dos laterales. En su lado norte hay un edificio anexo que fue excavado y restaurado por la arqueóloga Renée Zapata Peraza en 2002”.

Añade que ese anexo “conserva, como elementos decorativos en la parte central de su escalinata, restos de una monumental escultura zoomorfa de cuerpo alargado que porta en sus costados bajorrelieves achaflanados en forma de ganchos”. La arqueóloga Zapata Peraza los relacionó en su momento con la Serpiente Ciempiés, o “sak b’aak naah chapat”, por ello denominó así a la escultura y al edificio.

No obstante, explica el investigador, en su reciente estudio observó que los elementos de la escultura no corresponden a la del ciempiés, sino a una serpiente de cascabel, y los bajorrelieves de sus costados son plumas de quetzal. La figura zoomorfa, parcialmente conservada, posiblemente tuvo 9 metros de longitud desde la cabeza, situada en la base del edificio hasta la cola, que probablemente llegaba hasta la parte superior, donde al parecer estuvo el santuario.

Detalla que la posición del ofidio está en descenso, y sus fauces abiertas –en acción “de morder o tragar”– muestran dos colmillos frontales y dos adjuntos, “propios del sistema inoculador de veneno de las serpientes de cascabel”, y los bajorrelieves simbolizan las plumas de quetzal, “Un templo dedicado a Kukulkán”. 

Destaca que es en la alfarda de la escalinata de ese edificio donde cada año y sólo en las fechas 20 de marzo y 22 de septiembre se observa el evento arqueoastronómico: durante el equinoccio, que es cuando el día dura exactamente lo mismo que la noche, y el cenit, “momento en que el Sol pasa por lo más alto de la bóveda celeste y, por su posición, sus rayos al caer no producen sombras”.

Explica que los equinoccios de primavera y otoño están basados en el ecuador, la línea imaginaria que divide al planeta en dos hemisferios, y las tierras bajas mayas están en otras latitudes, arriba. En ese contexto, su hallazgo arqueoastronómico es la ocurrencia de equinoccios regionales. 

Sus estudios duraron seis años y además del trabajo en campo incluyeron la observación –a través de monitoreos en computadora de sistemas meteorológicos– de los horarios exactos de las salidas y puestas de Sol en diferentes puntos de la región.

Basado en sus resultados, el investigador concluye que los mayas sí conocieron el fenómeno y fueron capaces de medirlo, pero que en esta zona, debido a la inclinación de la Tierra, los equinoccios regionales ocurren en fechas diferentes a las de los equinoccios ecuatoriales. Asegura que también conocieron el cenit.

“En términos astronómicos, los equinoccios astronómicos son los momentos del año cuando el Sol se sitúa en el plano del ecuador celeste y sus rayos caen perpendiculares al eje de rotación de la Tierra formando un ángulo de 90 grados en el paralelo cero también llamado ecuador”, abunda. 

“La península de Yucatán está alejada del ecuador, es por ello que, en las tierras mayas o zonas intertropicales, los equinoccios regionales y el cenit no ocurren en las mismas fechas ni a la misma hora que en el ecuador”, explica y aclara que estudió ambos fenómenos por separado.


Serpiente de cascabel en descenso.

García Cruz recuerda que “los mayas practicaban una astronomía basada en los aparentes movimientos del Sol vistos desde la Tierra, a la que consideraban de forma cuadrangular y con tres niveles y cuatro rumbos”, y argumenta que por eso ellos “observaron las salidas y puestas del Sol en el horizonte este y el horizonte oeste, como un péndulo, como uno de sus métodos para medir el tiempo.

Eso les fue esencial para conocer el año trópico”, es decir, el tiempo que transcurre entre dos pasos consecutivos y reales de la Tierra o aparentes del Sol por el mismo equinoccio o el mismo solsticio. Consta de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 48 segundos. 

Señala que los mayas “notaron que en el solsticio, en que el Sol sale y se oculta lo más al sur (21 de diciembre), la duración de la noche es la mayor del año, y al irse alejando de ese punto camino hacia el norte, los días van variando de manera creciente hasta llegar al punto solsticial en que se da el día más largo del año (21 de junio)”. 

El investigador señala que además de los triángulos de luz y sombras que se proyectan en la escalinata de la Escultura 12 –a la que propuso renombrar como Templo de Kukulkán–, durante el fenómeno aparece también en el piso, como saliendo de las fauces de la serpiente emplumada, la sombra de una cabeza maya similar a la iconografía de la deidad del maíz. 

“Es como si la serpiente al descender se transformara en hombre”, e interpreta el simbolismo: “Es Kulkulkán descendiendo de la montaña sagrada a la tierra para transformarse en hombre”.

Señala que, además, esa escalinata mira hacia una aguada construida artificialmente en esos tiempos y en cuya orilla sur hay una plataforma ceremonial de piedra. 

“Kukulkán está relacionado también con la tierra y el agua”, y recuerda que en Chichén Itzá está el cenote. 

“Kukulkán debió ser para la región un símbolo sagrado vinculado a la creación, el aliento vivificador, la fertilidad, la luz, la oscuridad, el agua, el jade, el maíz, la vida, la muerte… el renacimiento”, concluye.   

https://www.proceso.com.mx/reportajes/2021/12/24/hallazgo-arqueoastronomico-el-regreso-de-kukulkan-278039.html

 

Descubren tercera pirámide dentro del edificio monumental de Kukulkán

La pirámide de Kukulkán, en Chichén Itzá, reveló otro de sus secretos: arqueólogos e ingenieros de la UNAM y el INAH descubrieron una tercera pirámide de 10 metros de altura dentro del edificio monumental, probablemente construida por los pobladores de la zona hace más de mil 300 años. Al igual que las muñecas rusas, “El Castillo” contiene en sus entrañas una pirámide de 20 metros de altura –descubierta en los años 30--, la cual a su vez contiene la tercera pirámide, conformada por una rampa, una escalinata y, probablemente un adoratorio. Su estudio a futuro permitiría saber más acerca de los primeros periodos de población del sitio, según un comunicado de la UNAM. El hallazgo reciente hace pensar que la pirámide original fue erigida durante la época de los “mayas puros”, comprendido entre los años 550 y 800. Durante el periodo de “transición” –cuando pobladores del centro de México llegaron a la Península de Yucatán, del año 800 al 1000-- se erigió una segunda pirámide encima de la primera. El edificio que ahora se erige en medio del segundo sitio arqueológico más visitado del país se construyó posteriormente, alrededor de la segunda pirámide. El equipo de universitarios “iluminó” las entrañas de la pirámide gracias a una tecnología “no invasiva y única en el mundo” llamada tomografía eléctrica tridimensional, informó la UNAM. Este método consiste en colocar detectores en distintos cuerpos de la pirámide y enviar corriente eléctrica al subsuelo. Al atravesar obstáculos, la corriente eléctrica se modifica y permite, mediante procesamiento de la información, reconstruir una imagen de los obstáculos atravesados. Gracias a la misma tecnología, el equipo descubrió que la pirámide de Kukulkán está construida sobre un cuerpo de agua.

https://www.proceso.com.mx/cultura/2016/11/16/descubren-tercera-piramide-dentro-del-edificio-monumental-de-kukulkan-173976.html

Cenote debajo de Kukulkán no es novedad, aclara investigador

 En Yucatán hay aproximadamente unos 10 mil cenotes, por lo cual al antropólogo e investigador del Centro INAH-Yucatán, Iván Franco Cáceres, consideró que el anuncio del hallazgo de uno de ellos debajo de la pirámide de Kukulkán, en Chichén Itza, no es una novedad. El también doctor en ciencias políticas explicó, vía telefónica desde Mérida: “Tengo entendido que antes del meteorito que chocó en la península de Yucatán, hace unos 76 millones de años, ya existían muchos cenotes, y a raíz de ese meteorito las ondas de ese choque crearon aún más, tan sólo en este estado hay un aproximado de 10 mil. “De hecho hay un cinturón de cenotes que es una franja delimitada por el impacto del meteoro y que de alguna forma siguieron la onda del choque.” Y es que hoy científicos del Instituto de Geofísica y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como del mismo INAH, dieron a conocer el hallazgo de un cenote debajo de la pirámide, mismo que se localizó a 20 metros de profundidad aproximadamente mediante tecnología no convencional desarrollada en la universidad. El agua, según destacaron, al no ser invasiva no daña el subsuelo de la pirámide, pues se ubica a un costado; incluso, para dar seguimiento al hallazgo, los científicos anunciaron para octubre una segunda fase --confirmada por el Consejo de Arqueología del INAH—con el fin de reconstruir el interior del edificio llamado también El Castillo. Sin embargo, según Franco, la importancia del descubrimiento radica en que el cenote se puede asociar no sólo a la población de Chichén Itza, sino a grupos de cazadores-recolectores que pudieron habitar la zona incluso dos o tres mil años antes de aquélla. “El principio fundamental para esas poblaciones, antes de construir ciudades en piedra, era tener un referente de agua que les servía primordialmente para la agricultura y sus diversos usos, y no es nada revelador que hubiera un asentamiento cercano a un cenote, porque eran las fuentes de agua primarias.” Y siguió: “Para que se dé una idea, en el área de Mérida existen alrededor de 200 cenotes, y estoy hablando del área urbana. Por ejemplo, a la vuelta de donde viven mis padres hay un cenote, y dos cuadras adelante se encuentra otro más, lo que pasa es que la creciente masa demográfica los ha minimizado.” --Entonces, ¿no le causa novedad este hallazgo? --No, por supuesto que no es novedoso, es más bien como noticia amarillista. “Incluso en Tamaulipas --y eso es algo que casi no se sabe--, hay también muchos cenotes que están asociados al impacto del meteorito.”

https://www.proceso.com.mx/cultura/2015/8/13/cenote-debajo-de-kukulkan-no-es-novedad-aclara-investigador-150911.html









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