5 especies de humanos que han
existido y que quizás no conocías
Estamos tan acostumbrados a la idea de ser las únicas personas en este
planeta que parece descabellado pensar que no hace tanto tiempo en nuestra
historia evolutiva, múltiples tipos de humanos ocuparon nuestras tierras.
Los entornos del Paleolítico o la Edad de Piedra, eran dinámicos. Las
poblaciones se movían, interactuaban y, a veces, incluso se mezclaban.
A medida que las metodologías arqueológicas y las tecnologías
disponibles se vuelven más sofisticadas, podemos "ver" las vidas de
estas poblaciones humanas con más y más matices, haciendo que el mundo del
Paleolítico se parezca más a un cuadro viviente que a una pieza de un museo.
Pero, ¿cuántos tipos diferentes de seres humanos han
existido? Esta es una gran pregunta y los antropólogos aún no se ponen de
acuerdo.
Una gran parte del debate es que hay muy pocos especímenes con los que
los antropólogos pueden trabajar.
Tómate un
momento y piensa en todo el espectro de tamaños y formas corporales de los
humanos modernos. Ahora imagínate tratando de recrear todo eso utilizando
los esqueletos de solo un pequeño grupo de individuos.
Los
investigadores han desenterrado fósiles de unos 6.000 homínidos en total. Solo
unos pocos han aportado alguna evidencia genética.
Entre otras
cosas, intentan averiguar cuáles representan especies nuevas, a veces a partir
de un solo cráneo o el hueso de un dedo.
El trabajo es
duro y puede causar polémica.
Cada nombre
científico tiene una designación de género, seguida por una de especie.
En el árbol
genealógico humano, el género Homo, se remonta unos 3 millones de años e
incluye más de una docena de especies de homínidos, incluidos los humanos
modernos: los Homo sapiens.
La familia
extensa de los homínidos, que incluye al género Ardipithecus, se remonta unos 6
millones de años.
Aquí te
describimos cinco homínidos que contribuyeron a la historia de la evolución
humana, con los que quizás estés menos familiarizado y que muestran cuán
diverso fue el paisaje humano antiguo.
1. Homo Rudolfensis
El Homo
rudolfensis es el ejemplo perfecto de los peligros de describir a una especie
basándose en pruebas fósiles limitadas.
La designación
se basa en un solo espécimen, un cráneo, también conocido como el KNM-ER 1470,
que data de hace aproximadamente 1,9 millones de años y
proviene de Koobi Fora, en lo que hoy es Kenia.
IMAGEN,GETTY IMAGES Reconstrucción del Homo Rudolfensis.
Originalmente,
el cráneo se le atribuyó a la especie Homo habilis, el miembro más antiguo que
se conoce del género humano.
Sin embargo,
hubo algunos problemas con esto: primero, la cavidad del cráneo era muy grande.
Los otros
especímenes de Homo habilis que habían tenían cerebros de alrededor de 500
centímetros cúbicos; el Homo rudolfensis tenía un cráneo que habría albergado
unos 700 centímetros cúbicos de cerebro.
El espécimen
de H. rudolfensis también tenía dientes más grandes y un borde
de cejas más pequeño que los cráneos de H. habilis.
Los
antropólogos finalmente concluyeron que era poco probable que la variación
dentro de una sola especie -incluso teniendo en cuenta las posibles diferencias
entre machos y hembras-, pudiera explicar estas diferencias físicas.
Por eso el
KNM-ER 1470 recibió una designación de especie separada en
1986.
2. Homo antecessor
La cueva Gran
Dolina en Atapuerca, España, es un sitio arqueológico gigante, con
depósitos que se extienden por casi 20 kilometros y datan de hace más de medio
millón de años.
LA IMAGEN,GETTY IMAGES Homo antecessor.
Todavía no se sabe con certeza cuando
los homininos colonizaron por primera vez el continente europeo. Se
han citado varios yacimientos en Francia e Italia, con dataciones que llegan
hasta 1,5 millones de años. Sin embargo, en estos lugares tan solo se han
encontrado algunas herramientas del Modo 1 y las dataciones no son definitivas.
En cambio, los yacimientos de Fuentenueva 3 y Barranco León, en la depresión de
Guadix-Baza (Granada), no solo han proporcionado una gran cantidad de
utensilios del Modo 1, sino que existen magníficos estudios de biocronología y
paleomagnetismo, que apuntan a una fecha de hace entre 1,2 y 1,4 millones de
años.
El fósil humano más antiguo encontrado en todo el
territorio del oeste de Europa fue hallado en 2007 en el yacimiento de la
cueva de la Sima del Elefante, en la sierra de Atapuerca (Burgos).
Ilustración del
resto mandibular ATE9-1 encontrado en el yacimiento de la cueva de la Sima del
Elefante de la sierra de Atapuerca (Burgos). Este fósil representa, por el
momento, el resto humano más antiguo conocido de Europa occidental, con una
antigüedad de 1,2 millones de años.
Se trata de un fragmento de la parte anterior de
una mandíbula, que tiene caracteres muy primitivos, junto a algunos rasgos, que
no se encuentran en las mandíbulas africanas de la misma época. La antigüedad
de esta mandíbula se ha realizado mediante estudios de biocronología,
paleomagnetismo y la aplicación del método de los núclidos cosmogénicos. La
cifra obtenida con este método es de aproximadamente 1,2 millones de años. Las
herramientas de sílex halladas junto a la mandíbula también tienen una
manufactura muy arcaica y se incluyen en el Modo 1.
Es muy posible que los
homininos recorrieran la península de Anatolia, quizá bordeando el sur del mar
Negro o las costas del mar Mediterráneo, poco después de la primera gran
expansión demográfica fuera de África. Aprovechando alguno de los descensos del
nivel del mar, no resultaría difícil atravesar a pie los estrechos del Bósforo
y Dardanelos que limitan el mar de Mármara. Por ese motivo, es muy posible que
más tarde o más temprano se encuentren restos humanos más antiguos de
1,2 millones de años en regiones del este de Europa. También es cierto que
aquellos homininos tan primitivos estaban adaptados a un clima subtropical y
que tan solo fueran capaces de vivir en el sur de Europa. Quizá se trató de
incursiones esporádicas e intermitentes y es por ello que los vestigios de su
presencia son muy escasos. O tal vez no se han realizado suficientes
excavaciones en países como Bulgaria, Macedonia, Grecia o Rumanía. El tiempo
nos dará una respuesta.
La ocupación de
Europa por homininos pudo suceder hace algo más de un millón y medio de años, muy
posiblemente a través de los estrechos del Bósforo y Dardanelos, que son
transitables a pie con moderados descensos del nivel del mar. Se han propuesto
colonizaciones a través de Sicilia y del estrecho de Gibraltar. Sin embargo, no
existen datos concluyentes que permitan aceptar o rechazar estas hipótesis.
Tampoco podemos olvidar que hace entre 1,3 y 1,1
millones de años, las condiciones climáticas en el hemisferio norte comenzaron
a empeorar durante las fases glaciales. En esa época ocurrieron hasta cuatro
épocas muy frías de larga duración, con interludios de mejoría en el clima. La
tecnología de los homininos no permitía llegar hasta latitudes demasiado
elevadas y, de hacerlo, las poblaciones podían llegar a extinguirse. El dominio
del fuego aún no había llegado.
*Hasta hace poco tiempo se consideraba
que la época geológica denominada Pleistoceno comenzó hace 1,8 millones de
años. Clásicamente, este periodo se ha subdividido en tres fases: Pleistoceno
Inferior (1,8-0,78 millones de años), Pleistoceno Medio (0,78-0,12 millones de
años), y Pleistoceno Superior (0,12-0,01 millones de años). En la actualidad,
se considera que el Pleistoceno comenzó hace 2,59 millones de años.
La ilustración
muestra un instante de la excavación del sondeo arqueológico de seis metros
cuadrados, realizado en la pared vista de la secuencia estratigráfica del
yacimiento de la cueva de la Gran Dolina en la sierra de Atapuerca. Durante la
campaña de 1994, se localizaron restos de homininos, industria lítica del Modo
1 y numerosos restos de vertebrados fósiles en el nivel TD6.
Hace en torno a 900.000 años, el hemisferio norte
tuvo una de las épocas más cálidas del Pleistoceno. Esta fecha coincide con la
presencia en la península ibérica de una población de homininos bien
establecida, que sin duda también colonizó el resto del sur de Europa. Sin
embargo, sus restos fósiles solo se han encontrado en el nivel 6 (TD6) del
yacimiento de la cueva de la Gran Dolina, de la sierra de Atapuerca. Los
primeros restos aparecieron en 1994, junto a una numerosa colección de
herramientas de sílex, caliza y cuarcita del Modo 1. Aquel hallazgo fue muy
importante, no solo por tratarse de los restos humanos más antiguos encontrados
en Europa hasta ese momento, sino por haber falsificado una hipótesis defendida
con ardor por los prehistoriadores europeos. Según la mayoría de los
especialistas, Europa había sido colonizada hacía tan solo medio millón de años
por la especie antecesora de los neandertales, que había traído consigo la
tecnología del Modo 2. Como es natural, esta hipótesis tuvo que ser abandonada
y fue sustituida por otras hipótesis alternativas.
Restos fósiles
craneales de uno de los homininos inmaduros hallado en el Estrato Aurora del
nivel TD6 del yacimiento de la cueva de Gran Dolina. Los restos pertenecen a un
adolescente de unos 10 años de edad, que en 2001 fue bautizado como «Chico de
la Gran Dolina».
En 1997, el autor de estas
líneas y sus compañeros del Equipo Investigador de Atapuerca publicaron una
nueva especie del género Homo, Homo antecessor, tras un riguroso estudio de los restos
fósiles humanos hallados en el nivel TD6. El vocablo antecesor significa en latín «explorador». Con este
nombre, queríamos reconocer el hecho de que estábamos ante los vestigios de los
primeros exploradores del continente europeo. Cuando en 2007 se encontró la
mandíbula ATE9-1 en el yacimiento de la Sima del Elefante sugerimos como
primera idea incluir este fósil en la especie Homo antecessor. Sin
embargo, esta mandíbula no permite obtener suficientes datos como para asegurar
que pertenece también a la especie nombrada en 1997. Así pues, no podemos
descartar por el momento que Europa fuera colonizada por una especie distinta.
Quizá en un futuro no muy lejano algunos yacimientos europeos proporcionen
fósiles de seres humanos anteriores a un millón de años. Solo entonces podremos
saber si Europa fue colonizada por Homo antecessor o
por otra especie, todavía desconocida para la ciencia.
Ilustración del
aspecto en vida del «Chico de la Gran Dolina». A pesar de que la especie Homo antecesor vivió hace casi un millón de años,
la morfología de su cara era sorprendentemente moderna
El nivel TD6 del yacimiento de
la Gran Dolina es uno de los mejores datados de Europa. Se ha utilizado la
biocronología, el paleomagnetismo y los métodos numéricos de la
termoluminiscencia y la resonancia de espín electrónico (ESR). La suma de todos
los datos apunta a una fecha de más de 900.000 años de antigüedad, coincidiendo
con una larga época de bonanza climática en el hemisferio norte. Los miembros
de Homo antecessor tenían una estatura tan elevada
como la nuestra, una gran fortaleza y un peso mayor. Como en todas las especies
de nuestra genealogía, la pelvis y el tronco de Homo
antecessor eran más anchos que los de las poblaciones modernas.
Aunque todavía no se ha encontrado un cráneo
completo, los restos craneales de Homo
antecessor sugieren que esta especie tenía un
cerebro mayor de 1.000 centímetros cúbicos. Sus restos esqueléticos aparecen
muy fragmentados y llenos de marcas de descarnado, golpes, etc., similares a
las encontradas en los restos de varias especies de mamíferos hallados junto a
los restos humanos. Es por ello que la acumulación de restos fósiles de esta
especie se ha interpretado como un caso de canibalismo. Gracias al hallazgo de
polen fosilizado de varias especies vegetales, y de varios miles de restos
fósiles de micro y macrovertebrados, se sabe con certeza que las condiciones
ambientales de la sierra de Atapuerca en aquella época eran muy favorables, un
verdadero vergel donde no faltaban el agua y el alimento. Por este motivo y por
el hecho de que los fósiles humanos no muestran signos evidentes de falta de
alimentación se puede descartar un canibalismo por hambruna. Más bien al
contrario, todo apunta a que los miembros de una tribu mataron y se comieron a
los de otro grupo rival por el control de los magníficos recursos que se encontraban
en los alrededores de la sierra de Atapuerca. Podemos así hablar de un
verdadero canibalismo territorial, practicado de manera recurrente por las
poblaciones de Homo antecessor. El canibalismo formaría parte del comportamiento cultural
de esta especie.
3. Homo floresiensis
Los únicos
fósiles conocidos de Homo floresiensis proceden de la cueva Liang Bua en la
isla de Flores, en Indonesia.
https://redhistoria.com/homo-floresiensis-hobbit-indonesio-no-esta-relacionado-homo-erectus/
Los
antropólogos también se refieren con cariño a la especie como
"hobbits" debido a su diminuto tamaño: habrían medido un poco más de
90cm.
Los primeros
restos de H. floresiensis se descubrieron en 2003.
Estos
parientes humanos tenían cerebros pequeños (alrededor de 400 centímetros
cúbicos), pero cazaban presas en la isla y sus herramientas eran muy similares
a las realizadas por el Homo erectus, una especie con cerebros más
grandes.
Una posible
explicación de la pequeña estatura de los hobbits es un fenómeno conocido como
enanismo insular.
En entornos
con recursos limitados, como una isla rodeada de océano abierto, las especies
que normalmente tendrían un cuerpo y un cerebro más grandes tienden a evolucionar hacia
una masa corporal y un cerebro más pequeños.
Una especie de
elefante pigmeo (ahora extinto) que una vez compartió la isla de Flores con los
H. floresiensis es un ejemplo del mismo proceso.
4. Homo luzonensis
Otra población
de homínidos que se descubrió recientemente es el Homo luzonensis, que vivió
en la isla de Luzón, en Filipinas, hace unos 50.000-60.000 años.
Fossil remains of H. luzonensis from Late Pleistocene sediments at
Callao Cave. Credit: Détroit, F. et al. Nature doi.org/10.1038/s41586-019-1067-9
(2019)E
https://nutcrackerman.com/2019/04/10/bienvenido-homo-luzonensis/
Casualmente, hace menos de 24 horas estaba
reflexionando con las dificultades para definir la especie de los denisovanos,
de la que conocemos 3 dientes, 1 fragmento de falange de dedo y 1 fragmento de
hueso parietal. Sin embargo, gracias a su material genético sabemos de este
grupo humano mucha más información que de otras cuantas especies de homininos.
De hecho, algunas de estas fueron definidas a partir de fósiles que tal vez no
eran demasiado representativos, o eran muy pocos (recordemos Homo heidelbergensis, definida a partir de la
famosa mandíbula de Mauer).
Hoy celebramos la propuesta de inclusión de
una nueva especie en el árbol evolutivo humano, Homo
luzonensis. Y tenemos al menos dos motivos para esta celebración: el
primero, porque no todos los días (ni meses, ni años) podemos ser testigos del
hallazgo de restos humanos tan distintos que lleven a la formulación de una
especie nueva; el segundo, porque en general ha despertado un conjunto notable
de opiniones a favor de que esta especie «ha venido para quedarse», tal vez no
tanto por lo diferente de sus fósiles (que también), sino por la causa probable
de tal diferenciación: el extremo aislamiento de aquellos humanos.
Conozcamos a Homo luzonensis
Luzón es la
mayor de las islas de Filipinas, situada a 3000 km de Flores (Indonesia).
Ambas han estado siempre aisladas en el océano, nunca han formado parte del
continente. En Flores, unos homininos posiblemente asociados a Homo erectus o incluso Homo habilis llegaron a la isla y durante
miles de años evolucionaron hacia formas enanas, junto con otra fauna del lugar
como los estegodontes. El resultado evolutivo fue Homo floresiensis, que vivió hace unos 60-100 ka.
Pero hay otros restos humanos (aún más pequeños) en otra localidad de la isla
(en Mata Menge) de hace 700 ka. Algo similar parece que ocurrió en Luzón.
Lo que hoy se ha presentado es un conjunto de 13 fósiles procedentes de
la cueva de Callao, al norte de la isla: dientes, huesos de las manos y los
pies, y un fragmento de fémur, que pertenecieron al menos a 3 individuos (2
adultos y 1 niño). Sus características son las siguientes:
- Datación: se han datado por series de uranio
un metatarsiano descubierto en 2007 en 67 ka, y un diente en 50 ka.
- 7 dientes poscaninos (premolares y molares)
del maxilar superior derecho, son muy pequeños, recuerdan a los de Homo floresiensis o humanos modernos en su
tamaño y estructura simple, pero recuerdan a dientes de australopitecos en
el esmalte y las raíces.
- 4 falanges de manos y pies y 1 tercer
metatarsiano: de aspecto primitivo, similares a los de los australopitecos,
falanges curvadas y la del pie presenta signos de fuertes inserciones
musculares para la flexión. Sugieren una adaptación a la vida arbórea: una reliquia, curiosa retención de rasgos de los
humanos de que descienden.
- 1 fragmento de fémur. Aunque se especula
con que Homo luzonensis pudo ser
de pequeña estatura, no se puede inferir directamente a partir de este
fragmento ni de los otros restos.
Premolar of H. luzonensis
compared to H. floresiensis (Liang Bua 1), H. sapiens, H. erectus (Sangiran 4)
and H. neanderthalensis (KRD 53). Credit: Détroit, F. et al. Nature
doi.org/10.1038/s41586-019-1067-9 (2019)
El apasionante sureste asiático
Es importante
poner en contexto la especie Homo luzonensis con otros hallazgos en el sureste
asiático:
- En el Valle Cagayan, al norte de Luzón,
se recuperaron evidencias de presencia humana con una formidable datación
de entre 631-777 ka: 400 huesos de rinoceronte
(13 con marcas de corte) y 57 herramientas líticas.
- En la isla de Sulawesi, Indonesia, se
han encontrado herramientas líticas en Talepu, al suroeste, de 85-120 ka
(algunas pueden corresponder a niveles de más de 200 ka), en Leang Burung
2 herrramientas de 50 ka, y pinturas rupestres en Leang Timpuseng al
sur de antigüedad correspondiente ya a Homo sapiens: entre 35,4 y 39 ka
(contemporáneas a las más antiguas de la cueva El Castillo, España). De
Sulawesi podría provenir un posible antepasado común de Homo floresiensis y Homo luzonensis, en opinión de Chris Stringer o
Matthew Tocheri.
Referencia: Détroit, F. et al. A new
species of Homo from the Late Pleistocene of the Philippines.Nature https://doi.org/10.1038/s41586-019-1067-9 (2019).
5. Homo Longi (hombre dragón)
Un
equipo liderado por científicos chinos dice que ha encontrado los restos de una
nueva especie humana que vivió en Asia hace al menos 146.000 años y que sería
el pariente evolutivo más cercano del Homo sapiens, nuestra
propia especie.
Los
investigadores lo han bautizado como Homo longi, hombre dragón, en
referencia al nombre de la región del noreste de China donde se halló el cráneo
fósil. El análisis de esta calavera apunta a que se trataba de un hombre de
unos 50 años, probablemente alto y fuerte. Este humano era una especie de frankenstein con
rasgos primitivos y modernos: una cabeza aplanada, gruesos arcos sobre las
cejas, una boca ancha y unos dientes bastante más grandes que los de cualquier
persona actual. Pero también tenía uno de los cráneos más grandes que se
conocen en el género humano y podía albergar un cerebro del mismo tamaño que el
nuestro.
“Este
fósil tiene características clave para entender el origen del género Homo y la
aparición de nuestra especie”, explica Quiang Ji, investigador de la
Universidad GEO de Hebei y coautor de los tres estudios que describen la nueva
especie y su datación, publicados en The Innovation.
La propuesta de estos científicos es un nuevo clavo en
el ataúd de esa teoría que ve en el Homo sapiens una especie
única y elegida, pues indica que hace unos 200.000 años había en la Tierra
siete especies humanas diferentes que en ocasiones compartían hábitat e incluso
tenían sexo e hijos. “Serían los sapiens, neandertales, Homo daliensis, Homo
erectus, el hombre de flores, el
de Luzón y esta nueva”, explica Chris Stringer, investigador del Museo
de Historia Natural de Londres y coautor de dos de los estudios sobre el hombre
dragón. Y a estas habría que sumar al Homo de Nesher Ramla, el posible ancestro
de los neandertales cuyos restos hallados en Israel fueron
presentados este jueves.
La
historia de este fósil es rocambolesca. En 2018, un campesino le llevó el
cráneo a Ji. El fósil lo halló un compañero de su abuelo en 1933 mientras
trabajaba en la construcción de un puente sobre el río Songhua en la ciudad de
Harbin, al noreste de China, según China Daily, un diario del Ministerio de Propaganda chino. El abuelo
escondió la calavera en un pozo para que no se la llevasen los japoneses
durante la guerra que enfrentó a ambos países. La calavera pasó de generación
en generación hasta llegar a las manos de ese campesino, que decidió donarlo a
la ciencia.
El
principal problema de esta historia es que se desconoce el entorno en el que se
halló el fósil. Y así es muy difícil datarlo. En los estudios publicados hoy,
los científicos chinos han analizado los compuestos químicos del sedimento que
el fósil tiene aún pegado en la cavidad nasal y lo han comparado con el de una
columna de tierra extraída de la orilla del Songhua donde supuestamente
apareció la calavera hace casi un siglo. Las edades coinciden y arrojan esa
antigüedad de al menos 146.000 años.
Desde
hace tiempo, los fósiles humanos encontrados en China plantean un enigma sin
resolver. En este país se han hallado cráneos y otros huesos de homínidos que
no encajan en ninguna de las especies conocidas. Tienen por un lado rasgos que
los acercan al Homo erectus, un homínido alto y corpulento que fue el
primer miembro de nuestro género que salió de África hace 1,9 millones de años
y se expandió por Asia. Por otro lado presentan características similares al Homo
sapiens, que llegó a esta zona del planeta hace unos 50.000 años.
Los
científicos responsables del estudio dicen ahora que todos esos fósiles son
de Homo longi. Sus estudios apuntan a que esta sería la especie más
cercana a la nuestra en la evolución, más que los neandertales, pues proponen
que la separación de estos y los sapiens se dio 400.000 años antes de lo que se
pensaba hasta ahora.
“El
fósil de Harbin y otros de China pertenecen a un tercer linaje de humanos que
coexistieron con neandertales y sapiens”, comenta Stringer. “Si
aceptamos que los neandertales son una especie distinta, también lo es esta”,
señala. Pero el paleontólogo británico prefiere adscribir el nuevo fósil
al Homo daliensis, uno de esos cráneos a medio camino entre
el erectus y el sapiens.
Hace
ya siete años, un grupo de científicos españoles propuso la existencia de una nueva
especie de humanos en China.
En aquel caso se basaban en los restos de un niño que vivió hace unos 60.000
años y que también tenía rasgos mezclados. Una de las autoras de la propuesta
era María Martinón-Torres, directora del Museo Nacional de
Investigación sobre Evolución Humana, que es muy escéptica sobre el nuevo
hallazgo chino. “Es un fósil espectacular, pero decir que es una nueva especie
va demasiado lejos, sobre todo porque no se conoce el contexto [el terreno] en
el que fue descubierto”, opina la paleoantropóloga.
Entre
los fósiles que los científicos chinos etiquetan como hombre dragón está la
mandíbula de Xiahe, hallada en plena meseta de Tíbet. En 2019, un equipo consiguió extraer proteínas del hueso y estas mostraron que se trataba de un denisovano, la especie hermana de los neandertales que
habitó Asia. “No se puede ser hermano de los neandertales y de los sapiens a
la vez. El análisis que han hecho tiene inconsistencias y yo opino que lo más
lógico es emparentar esta nueva especie con los neandertales”, añade
Martinón-Torres.
Antonio Rosas, experto en neandertales del CSIC cree que
“es un trabajo revolucionario”. Se refiere sobre todo al análisis morfológico
del cráneo y su comparación con el resto de fósiles humanos conocidos, una
tarea que tiene una importante componente de computación y que por eso mismo es
vulnerable, pues todo depende de la programación previa que se introduzca, por
ejemplo al elegir qué rasgos son primitivos y cuáles modernos. “Esta
aproximación es tan potente que puede rivalizar con la paleogenética”, asegura Rosas en referencia a la
disciplina que analiza genes y proteínas extraídas de los fósiles y que ha
aportado la mayoría de los grandes descubrimientos en evolución humana de los
últimos años, asegura Rosas. ”Este podría ser el primer cráneo conocido de un
denisovano, pero el análisis lo sitúa más cerca de los Homo sapiens.
Es una conclusión muy compleja que aún habrá que discutir mucho. Lo que queda
claro es que ya no estamos ante un paradigma unidireccional en el que los
ancestros humanos salen de África para ir al resto del planeta, sino que
posiblemente hubo viajes de vuelta de especies humanas desde Asia hacia
África”, resalta.
http://www.nocierreslosojos.com/atapuerca-homo-antecessor-primeros-europeos/
https://nutcrackerman.com/2019/04/10/bienvenido-homo-luzonensis/
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