lunes, 10 de enero de 2022

 

ETA. ORÍGEN E IDEOLOGÍA


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NACIÓN, NACIONALISMO Y PAÍS VASCO:

“EL HUEVO DE LA SERPIENTE”

El nacionalismo vasco surge en la década de 1890 en Vizcaya como reacción a los síntomas de modernización e industrialización que caracterizan a la España, y muy especialmente, al País Vasco, de fines del s. XIX. La masiva llegada de obreros inmigrantes a la emergente industria vizcaína se mezcló con el caldo de cultivo que el carlismo y el fuerismo venían, desde hacía varias décadas, alimentando.

Sin embargo, antes de entrar a profundizar en el análisis de los orígenes del nacionalismo vasco y en sus relaciones con el carlismo y el fuerismo, me parece conveniente realizar un breve apunte sobre el concepto de nacionalismo en sí. En primer lugar, soy partidario de considerar a la nación como a “una comunidad imaginada a la que es preciso construir desde el terreno simbólico, lo que presupone la invención de una tradición y una historia nacional que, transmutando el azahar en destino, convierten a una población en pueblo, dotándole de toda antigüedad que sea posible”1 . El nacionalismo surge, pues, a partir de la elaboración de unos planteamientos doctrinarios altamente subjetivos que tratan de movilizar a amplias capas de población en base de unos elementos fundamentalmente emocionales en busca de un fin, básicamente político.

En mi opinión, el precedente ideológico a la eclosión del nacionalismo en el País Vasco lo podemos encontrar en la deriva que tomó una rama del carlismo en las regiones vascas hacia el fuerismo. Con esto no intento identificar al carlismo como antecedente inmediato del nacionalismo vasco, pero hemos de recordar que Sabino Arana, el ideólogo de tal doctrina, procedía de las filas del carlismo. Y es que el carlismo y el resultante nacionalismo vasco,

“compartían una misma concepción religiosa del mundo y un mismo orden de valores. Procedían de la misma tradición antiliberal e integrista. La diferencia se reducía al marco de aplicación. La misma situación de partida: una nación esencial y providencialmente católica, sumida en un proceso de decadencia moral y religiosa por el contagio de ideas y costumbres corruptas extranjeras. También la fórmula salvadora era la misma: aislamiento para evitar el contagio, purificación de elementos impuros y recuperación de viejas esencias”2 .

Pero un elemento básico de ambas concepciones los separaba radicalmente, así, mientras que los carlistas decían luchar por la salvación de España, considerándose como los mayores “españolistas”; el nacionalismo vasco generó unas relaciones antagónicas entre la sociedad española y España con el pueblo y las tradiciones vascas, euzkaldunas.

Por otro lado, pese a que en las reivindicaciones principales del primer carlismo no encontremos alusión alguna al problema Foral de las provincias vascongadas, mediada la Primera Guerra Carlista si que aparece un sector carlista que en busca del apoyo de los notables locales si que comienza a incorporar los Fueros a la causa carlista. Estos notables locales, próximos al ala derecha del liberalismo moderado, nunca fueron carlistas. Configuraban más bien una élite social y económica que vio amenazados sus intereses ante la supresión de los Fueros con la Constitución progresista de 1837. Por ello, acabaron “barajando el proyecto de compatibilizar unos particularismos jurídicos y exenciones propias del Antiguo Régimen, con el nuevo Estado liberal”3 , por lo que relacionaron la paz directamente con el reconocimiento de los deseados Fueros.

El gobierno moderado y la Corona vieron en este sector fuerista un aliado contra el carlismo intransigente y, sobre todo, frente a las posibles consecuencias de una radicalización democrática del sistema ante lo que parecía una previsible victoria del general Espartero. Por ello mediante el Convenio de Vergara de octubre de 1839, la Corona le ofrecía a estos sectores fueristas una autonomía y un autogobierno para las provincias vascongadas que no habían disfrutado nunca, y, aún a costa de alimentar las perspectivas forales, este grupo se convirtió en un pilar fundamental para la monarquía isabelina.

Esta actuación de la Corona y del grupo moderado propició la evolución de aquel grupo fuerista de carácter moderado hacia otra facción mucho más radical. Los principios del fuerismo se fundamentaban en considerar a los Fueros como la ley natural ordenadora de la comunidad por encima de toda ley positiva, concibiendo al Fuero, dentro de la perspectiva romántica contemporánea, como el espíritu del pueblo. Por el momento, estos siguieron considerando que el espíritu vasco, sus tradiciones y su moralidad, conformaban la quintaesencia de lo español, pero de aquí hacia la ruptura sólo había un paso y la caída del régimen isabelino y la revolución democrática de 1868 no fueron sino un primer aliciente hacia esa escisión con la identidad española.

Tras la experiencia revolucionaria y al calor de la Segunda Guerra Carlista el grito de “'¡Abajo los Fueros!” se propagó entre la opinión pública como consecuencia de la interpretación gubernamental de la ruptura del Convenio de Vergara por el carlismo. Sin embargo, Cánovas del Castillo no se propuso abolir los Fueros, sino que los concilió con la Constitución de 1876 y con la igualdad de derechos y obligaciones entre los españoles. De esta forma, se fue consolidando una autonomía fiscal y administrativa que satisfizo al fuerismo moderado, pero que, por otro lado, despertó a otro grupo más intransigente, vinculado a “los antiguos notables desplazados del poder institucional por la supresión de las Juntas Generales y del poder social por la nueva burguesía de negocios”4, que comenzó a reclamar la devolución del Fuero íntegro bajo el lema “Dios y Fuero”.

Este movimiento fuerista fue acompañado, al calor de los planteamientos del contemporáneo Romanticismo, de una literatura que trataba de revalorizar y recuperar el euskera, apareciendo, así, “algunos poetas, sobre todo vascofranceses, como Iparaguirre, (…) que favoreció la fijación de un estereotipo de los vascos como un pueblo noble, rudo y antiquísimo (…) asentado de siempre en sus montañas, orgulloso de sus costumbres ancestrales, indomable y valeroso, y tenaz defensor de sus libertades y derechos, esto es, de sus Fueros”5 .

Ante tal precedente, de la defensa de los Fueros bajo tintes españolistas a la ruptura con la soberanía española sólo había ya un paso, el que dio Sabino Arana. Esta transformación del fuerismo hacia el nacionalismo fue provocada por la confluencia de una serie de factores interrelacionados que permitieron su éxito, “la debilidad del edificio nacional español, la sensación de privación política por la abolición foral de 1876, el auge del protonacionalismo cultural tras 1876, la decadencia del carlismo y la impotencia política del fuerismo, así como la velocidad y el radicalismo del profundo proceso de modernización socioeconómica sobre todo en Vizcaya”6 . Esta modernización, como ya se ha esbozado con anterioridad, provocó la masiva llegada de inmigrantes (maketos, para el posterior nacionalismo sabiniano) obreros desde otros puntos de la península, lo que generó una profunda conmoción en una buena parte de los colectivos sociales vascos más afincados en la cultura tradicional. Estos obreros no tardaron en sindicalizarse y en formar secciones de la UGT y el PSOE en Vizcaya, organizaciones marxistas anticlericales, consideradas peligrosas e inmorales por parte de la población católica vasca. Entre uno de esos vascos conmocionados por la “invasión” y por las transformaciones que Vizcaya estaba atravesando, se encontraba Sabino Arana Goiri (Vizcaya, 1865 – ídem, 1903).

Sabino, procedente de una familia burguesa vizcaína, católica y carlista, pronto experimentó una evolución en sus planteamientos, al parecer por influencia de su hermano Luis, sobre el problema vasco desde la óptica del fuerismo hacia un independentismo xenófobo de carácter radical. Se dedicó al estudio de la historia, la lengua y la cultura vasca, y creyó encontrar en esa “invasión” españolista todos los males por los que atravesaba la sociedad vasca.

Hacia 1892, como bien nos indica Antonio Elorza, el fundador del nacionalismo vasco difunde una serie de escritos que comienzan a plantear la legitimad del antagonismo entre España y el País Vasco, entre los que destaca “Bizcaya por su independencia, visto por sus seguidores como el libro despertador de la conciencia nacional vasca. Arana aspira a poner ante los ojos de los vizcaínos los elementos de una memoria histórica que resulta borrada por la presencia española”7 . Sin embargo, con este texto no buscaría elaborar el planteamiento ideológico del nacionalismo vasco, sino que se limita a presentar cuatro batallas históricas (Arriagorriaga, Gordexola, Otxandiano y Mungia) en las que los vizcaínos, según él, lucharían por su independencia frente a las agresiones castellanas y manifestando el heroísmo de los vascos. Arana considera haber descubierto que los vascos constituían una patria, una nación, incompatible con otro tipo de soberanía. Una patria primero limitada a Vizcaya, extendida luego al resto de las regiones vascongadas, incluida Navarra, acuñando el término Euskadi para definirla.

Para Sabino la nación vasca se fundamenta en una serie de caracteres: “primero, la raza; segundo, la lengua; tercero, el gobierno y las leyes; cuatro, el carácter y las costumbres, y quinto, la personalidad histórica”8, configurando, así, un nacionalismo de raíz herderiano fundamentado en la tradición, la raza y la religión. Arana elabora un imaginario doctrinal que se apoya en la pureza racial de los vascos, manifestada en la ausencia de corrupción de la raza ancestral euskalduna con respecto a otras etnias inferiores, como la judía o la mora; y en la pervivencia del euskera. De esta forma presenta un panorama en el que los puros, los vascos, se ven sometidos a la tiranía de los españoles, definidos como un pueblo inferior, degenerado y corrupto que ha traído la perdición a Vizcaya.

Debido a su fervor religioso, alimentado por una educación de raíz carlista e integrista, Arana desarrolla un “teocratismo que le lleva a considerar el amor a la patria y el amor a Dios como algo consustancial e inseparable”9. De esta manera, el político vasco vincula directamente la salvación religiosa con la causa vasca al entender “su proyecto político no sólo como la base de una liberación de Vizcaya (luego Euskadi) mediante la independencia recuperada frente a España, sino como una reconciliación de la sociedad vasca con Dios. Españolismo y liberalismo son males que alejan a los vascos de Dios”10.

Tenemos ya los principales elementos de este primer nacionalismo vasco, fundamentado en la pureza de la raza vasca, que Sabino identifica con el valor de los apellidos vascos y la religión. Se origina así, una confrontación directa entre Euskadi y España. Una nación vasca, ocupada y tiranizada por España, pueblo degenerado y corruptor. La salvación pasa por una vía, su independencia de todo tipo de influencia externa, tanto política como cultural, y

“la dureza de este enfrentamiento lleva de forma natural a la militarización. Los testimonios publicados posteriormente por distintos militantes del primer nacionalismo coinciden en que se veían a sí mismos como miembros de una partida carlista, pero luchaban por la independencia de Euzkadi contra España. Cuenta aquí el antecedente inmediato de las guerras carlistas (…). También interviene la intensa propaganda literaria que a lo largo del s. XIX habían asociado el ruralismo con las hazañas bélicas de los vascos de otros tiempos”11.

Esta llamada a la militarización, por el momento, no se manifestará en un levantamiento armado, sino que siguiendo los patrones jesuitas, de los que Sabino es claramente deudor, consistirá en cerrarse a toda influencia exterior configurándose un proyecto cultural que conseguirá identificar a este movimiento, que derivará en la formación de un partido político en julio de 1895, el Partido Nacionalista Vasco (PNV), con toda manifestación vascuence.

Sin embargo, ese antagonismo radical que exhibe este primer nacionalismo vasco sufrirá una transformación con la evolución ideológica del propio Sabino Arana, después de conseguir un escaño en la diputación provincial de Vizcaya en 1898, y ante la búsqueda del partido de alcanzar unas mayores cotas de atracción social.

El PNV logrará superar su escasa influencia social, puesto que la mayoría de sus partidarios procedían de medios carlistas de clase media, y, paradójicamente, los efectos de la industrialización se convirtieron en su mejor aliado. La burguesía industrial vizcaína se sentía cada vez más incómoda y amenazada ante el auge del movimiento obrero mientras que los partidos conservadores y tradicionales no parecían ofrecerles una solución, por ello una facción del grupo Euskalerria, dirigido por Ramón de la Sota, optó por apostar por el movimiento nacionalista y fusionarse con el PNV, lo que supondrá una moderación ideológica de éste. Sin embargo, pese a que el partido adopta, por influencia de este grupo burgués y ante una visión más práctica de su propio fundador, una política de carácter más posibilitista con el Estado español, llegando a aceptarse el autonomismo o el foralismo, las tesis radicales no son abolidas y el PNV pasa a convertirse en un heterogéneo movimiento nacionalista en el que consiguen tener cabida una gran cantidad de posturas y objetivos.

Esta evolución y atemperamiento de la radicalidad del primer nacionalismo vasco originó una serie de escisiones producidas ya en el primer tercio del siglo XX. En torno a 1916 aparece un sector radical caracterizado por su juventud y vinculado al semanario Aberri (Patria) que chocaba con las líneas intermedias que estaba adoptando, según ellos, el PNV (convertido en Comunión Nacionalista Vasca entre 1916 y 1930), defendiendo a ultranza la independencia de Euskadi. Vuelve así a aparecer la lucha de razas entre dos pueblos antagónicos. Este sector conseguirá configurar un partido político, PNV o Aberri, que llegará a adoptar los modelos del Sinn Fein irlandés hasta que el golpe de Estado del general Primo de Rivera, en septiembre de 1923, los lleve a la clandestinidad. Sin embargo, al término de la dictadura ambos partidos, Aberri y Comunión Nacionalista Vasca, se reunificarán adoptando de nuevo el nombre de Partido Nacionalista Vasco, con una base doctrinal que, pese a situarse en los principios sabinianos, se prestará a los objetivos autonomistas a lo largo de la II República.

NACIONALISMO VASCO: II REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL

            El Congreso de Vergara (noviembre de 1930) se presentaba como acto de reconciliación en el que los nacionalistas intransigentes volvían al redil del partido; sin embargo, lejos de conseguirse una consolidación de la unidad, supuso una ruptura. De tal acto procede la escisión del nacionalismo vasco entre dos tendencias: la tradicional, correspondiente al primitivo nacionalismo vasco, fundamentado en el discurso católico y clásico sabiniano que mantendrá el monopolio de influencia política y cultural; y un nuevo nacionalismo modernizador que configuró Acción Nacionalista Vasca, de carácter aconfesional y que evolucionó hacia una tendencia izquierdista y partidaria de establecer puentes con la administración española con el fin de lograr una vía, la autonómica, hacia la independencia de Euskadi.

El nacionalismo vasco hacía del euskera y de la vida rural tradicional uno de sus principales baluartes, mientras que Vizcaya y Guipúzcoa experimentaban un rápido proceso de industrialización. Esta modernización y la llegada de inmigrantes provocaba unos procesos sociales que tenían su mejor manifestación en la gran pluralidad política que se exterioriza a lo largo de la experiencia republicana con el ascenso de los partidos y los sindicatos socialistas.

            Poco hizo el nacionalismo vasco por apoyar el avance del republicanismo hacia 1930; de hecho, su marcado carácter católico y tradicional provocó el rechazo a la invitación de Indalecio Prieto de sumarse al Pacto de San Sebastián. Su programa tradicionalista, fundamentado en el catolicismo y en la defensa de la causa vasca, le situaban más próximo al carlismo que a cualquier tendencia republicana, por lo que concurrió con estos a las elecciones legislativas de 1931 y concertó con ellos un proyecto de autonomía vasca, el Estatuto de Estella, en el que se ponía especial énfasis en la autonomía religiosa de las provincias vascas. Sin embargo, pese a los recelos ideológicos que inspiraban los republicanos, los nacionalistas acabaron viendo en el sistema una vía de negociación por el que encauzar sus reivindicaciones. De esta forma, tras las tensiones iniciales que llevaron a los nacionalistas a no votar la Constitución (iniciándose así una tradición del nacionalismo vasco de no reconocer ningún texto constitucional que no admitiese sus derechos de autodeterminación), las relaciones entre el nacionalismo vasco y el republicanismo de izquierdas van normalizándose, hasta el punto de que aquél llega a romper con su aliado carlista con motivo del proyecto del Estatuto de Autonomía negociado entre Indalecio Prieto y José Antonio Aguirre (líder del PNV durante la experiencia republicana) que acabará reconociendo unas menores cotas de autogestión en materia religiosa a las demandadas en el Estatuto de Estella. Este acercamiento hacia la izquierda del PNV lo hemos de observar bajo los intereses prácticos del nacionalismo vasco tras percibir éste la gran animadversión que provocaban en las derechas (un aliado que ideológicamente parecía más afín) el problema de los nacionalismos periféricos. La izquierda le había ofrecido la autonomía a Cataluña, fruto del apoyo del nacionalismo catalán al proyecto republicano en San Sebastián.

Sin embargo, este posibilitismo del PNV vuelve a provocar una nueva escisión en sus filas, surgiendo otra vez una facción juvenil y radical que niega todo tipo de pacto o negociación con la “opresora” administración española. Este grupo, agrupado en torno al semanario bilbaíno Jagi-Jagi, no llegará, por su parte, a tener la suficiente fuerza como para constituir un partido político propio.

Cuando el 18 de julio de 1936 se subleva una parte de los mandos militares contra el gobierno republicano, el nacionalismo vasco todavía no había logrado el deseado Estatuto de Autonomía, por lo que se planteó en su seno una amarga contradicción. Los rebeldes, que habían triunfado en Navarra y Álava, se presentaban, entre otras cosas, como los guardianes de la fe católica pero defendían a ultranza la unidad territorial y administrativa del Estado, siendo la cuestión de las autonomías y los nacionalismos periféricos una de las puntas de lanza de su discurso. Por ello, el PNV, fuerza mayoritaria del nacionalismo vasco, se vio obligado a tomar partido en la contienda, aún a su pesar, como bien lodemuestran las reacciones de algunos de sus militantes como las del mismísimo hermano de Sabino Arana, Luis, quien más próximo a los radicalistas Jagi-Jagi, abogaba por la neutralidad. La alianza del nacionalismo vasco con la República se caracterizaba, pues, como una alianza “sin mucho entusiasmo”, como bien expresó Juan Ajuriaguerra12.

En la intervención del PNV en la contienda bélica atisbamos, pues, dos fases que se vinculan directamente con la aprobación del Estatuto de Autonomía (1 de octubre de 1936), puesto que con anterioridad al mismo, la intensidad del nacionalismo vasco en la organización de las tropas y en la propia intervención bélica puede considerarse como tibia. Con posterioridad, y en relación a la participación directa de algunos líderes del PNV en el gobierno republicano de Largo Caballero (Manuel Irujo), el nacionalismo vasco pasó a defender ya no la autonomía, sino la propia existencia de Euskadi, por lo que su involucración en el esfuerzo bélico aumentó más que considerablemente tras la constitución del gobierno autonómico vasco bajo el mando de Aguirre. La aplicación del mismo Estatuto de Autonomía llegó a superar su margen legal y el gobierno vasco administró las provincias vascas (Vizcaya y poco más a la altura ya de finales del 36, ante el avance de las tropas franquistas) como si de un Estado se tratase, no llegando ni siquiera a unificar los batallones del ejército vasco con los del Frente Popular para no perder su control.

Sin embargo, el Frente del Norte no pudo aguantar las embestidas de los rebeldes y tras la destrucción de Guernica (acontecimiento que, gracias a la obra de Picasso, consiguió dar alcance internacional a la causa vasca, ofreciendo gran cantidad de simpatías en otros países) la resistencia tocó su fin con la pérdida de Bilbao (19 de junio de 1937). Perdido su territorio y con él su autogobierno, el nacionalismo vasco cumplió el vaticinio que con anterioridad había expuesto Manuel Azaña, con la caída de Bilbao los nacionalistas vascos arrojaron las armas, puesto que estos no luchaban “por la causa de la República ni por la causa de España, a la que aborrecen, sino por su autonomía y semindependencia”13.

DE LA REPRESIÓN A LA ACCIÓN, EL SURGIMIENTO DE ETA

El pacto de Santoña (agosto de 1937), por el que el gobierno vasco acordó el fin de la resistencia con los mandos italianos, acabó en un estrepitoso fracaso. Según el acuerdo, el ejército vasco se retiraría bajo la condición de que se respetara la retirada de los gudaris (soldados vascos); sin embargo, esto no fue así, y las detenciones y los fusilamientos se fueron desarrollando como en el resto del territorio peninsular.

La represión se extendió al País Vasco siguiendo el modelo del resto de territorios ocupados por los rebeldes. Miles de nacionalistas murieron o fueron apresados. “El gobernador de San Sebastián decretó la prohibición del uso del euskera y hasta diecisiete sacerdotes afines al nacionalismo fueron ejecutados, cientos de ellos encarcelados, y muchos fueron trasladados a otras parroquias al no garantizar su lealtad a los nuevos gobernantes”14 .

Con la consolidación del régimen a partir de 1950, la represión fue disminuyendo su intensidad, sin embargo, la situación en la que había quedado ya el nacionalismo vasco era deprimente. La agresividad del régimen prácticamente impedía cualquier actividad interior, por lo que desde el fin de la guerra civil hasta la década de los años cincuenta, la principal labor de este nacionalismo vino de la mano del gobierno vasco en el exilio. Liderado todavía por Aguirre, y al calor del estallido de la contienda mundial, su principal estrategia se fundamentaba en entablar conversaciones con las potencias aliadas para que a la caída de Hitler le siguiera el derrocamiento del régimen franquista. Aguirre consideraba por ello vitales las relaciones con EE.UU, cuya causa, declaraba, era la del mundo entero. Esta aliadofilia fue compartida por la mayoría de la izquierda republicana, lo que permitió una reconciliación entre el PNV y el gobierno republicano en el exilio. El optimismo quedó manifestado en la preparación de la huelga general realizada en Bilbao en mayo de 1947, que contaba con el apoyo tanto del PNV como de las fuerzas republicanas y que supuso la amenaza más grave que sufrió el régimen desde que finalizó la contienda. Sin embargo, este tipo de actos no eran fáciles de secundar y defender para un tipo de movimiento como el nacionalismo vasco, en el que tenían cabida tanto patronos como obreros solidarizados con la causa vasca. Además, la represión que siguió a la huelga sumió al partido en una casi absoluta penumbra, y tras ella, la acción nacionalista se limitó a ciertos actos simbólicos.

La década de los años cincuenta fue sumamente importante tanto para el régimen franquista como para el nacionalismo vasco. Por un lado, el desarrollo de la Guerra Fría trajo el reconocimiento internacional del franquismo, mientras que el crecimiento económico y la represión sumieron a la sociedad española en un clima que mezclaba aceptación con resignación, por lo que a la consolidación internacional se le sumaba su afianzamiento interno.

El desarrollo industrial del País Vasco, especialmente de Vizcaya, incrementó la demanda de mano de obra y aumentó el flujo de inmigrantes en busca de trabajo desde otros puntos de España. Sin embargo, este no era un problema nuevo, puesto que, como ya hemos visto, el origen del nacionalismo vasco tuvo una vinculación especial con este fenómeno ante las inevitables tensiones culturales y sociales que provoca.

Nos encontramos, pues, ante los elementos que formulan un nuevo nacionalismo vasco que vuelve a mirar hacia aquellos primitivos principios radicales poniendo el acento en el antagonismo entre España y Euskadi. La masiva llegada de maketos (inmigrantes), la opresión de la dictadura que permite una percepción real de dicho antagonismo, la amenaza de la cultura y los principios tradicionalistas vascos, la crisis en la que se encuentra el propio nacionalismo vasco que, incapaz de ofrecer respuesta a estos problemas, ha tendido puentes con la “enemiga” administración española; el escepticismo de la generación que vivió la guerra civil, todo ello provoca el surgimiento de un grupo juvenil radical que, siguiendo los antecedentes de las facciones aberriana y jagi-jagi, se retrotrae a los primeros dogmas sabinianos y decide pasar a la acción.

Hacia 1952, un grupo de estudiantes universitarios, mayoritariamente procedentes de la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Deusto, entre los que se encuentran José María Benito del Valle, José Manuel Aguirre Bilbao, José Luis Álvarez Enparantza (“Txillardegi”), Julen Madariaga, Alfonso Irigoien, Iñaki Gainzarain, Rafael Albizu e Iñaki Larramendi, comenzarán a mantener reuniones semanales tratando temas fundamentalmente culturales. Algunos habían llegado a participar en la ilegalizada agrupación juvenil EIA (Eusko Ikasle Alkartasuna, Agrupación de Estudiantes Vascos), vinculada al PNV. Provenían casi todos de familias burguesas en las que predominaba el sentimiento nacionalista, del que tenían, sin embargo, una vaga concepción ideológica debido a la dificultad de obtener obras y acceder a publicaciones ante la férrea censura del régimen. Sin embargo, y pese a ello, consiguen hacerse con una colección de obras nacionalistas, la mayoría anteriores a la contienda civil, así como libros publicados por la editorial argentina EKIN, de la cual toman su denominación.

Al principio configuran un grupo cerrado dedicado a su formación intelectual, pero rápidamente acceden a tomar contacto con las grandes figuras del nacionalismo vasco para obtener así una mejor visión de la realidad vasca de los últimos años, a la vez que desarrollan una labor de captación de adeptos por medio de cursillos de formación. Esto hace que alrededor del año 1953 comiencen ya a producirse acercamientos entre este grupo y EGI (Eusko Gaztedi, Juventud Vasca), facción juvenil del PNV. De esta forma, el PNV va a facilitar al grupo EKIN las infraestructuras necesarias para desarrollar sus actividades (imprentas, tránsito por la frontera, etc.).

Estos primeros contactos provocarán las primeras desilusiones de este grupo estudiantil ante la situación de práctica inactividad en la que se encontraba el nacionalismo vasco, por lo que la fusión de EKIN y EGI en 1956 no empezó con buen pie. De hecho, tan sólo dos años después, esa frustración se manifestó en ruptura ante un incidente menor producido por la decisión de expulsar de la organización a uno de los fundadores de EKIN, Benito del Valle. Tras esta ruptura no encontramos

“ni incompatibilidades personales ni una lucha de poder, y ni tan siquiera una disputa por la ortodoxia nacionalista. Incluso la propia dualidad generacional constituye un factor tan sólo de segundo orden. Tampoco existen diferencias ideológicas de peso. Muy al contrario, los jóvenes que forman EKIN se nutren precisamente, de forma exclusiva y excluyente, del nacionalismo histórico vasco, entendiendo como tal ese movimiento patriótico renovador de orden sociopolítico y cultural surgido en el discurso de Sabino Arana. Todo el complejo pensamiento nacionalista representado por euskalerriakos y aberrianos, comunionistas y sabinianos, jagis-jagis y autonomistas, confesionales y aconfesionales; concepciones diferentes tras las cuales se perfilan los conflictos latentes entre algunas de las clases sociales del país o, en la mayor parte de los casos, entre las diversas fracciones de una misma clase social, la burguesía, todo ello, decimos, va a constituir el magma ideológico en el que se nutre la nueva generación”15.

No se trata pues de una ruptura ideológica, sino de una ruptura que tiene su base en la propia configuración de EKIN, “grupo surgido autónomamente, no acostumbrado a disciplina organizativa alguna, y con un nivel culturalmente alto”16, y que, por tanto, rechaza tanto la estrategia que viene adoptando el PNV, como la tutela y el control que este ejerce sobre todo el movimiento nacionalista. Se trata, pues, de una ruptura que tiene su raíz en la táctica, frente a la pasividad aparente del PNV y de sus organizaciones afines, el grupo EKIN propone la actividad, las ganas de luchar, como bien demuestra el propio nombre de la organización que expresa un fiel reflejo de su mentalidad, cuya traducción se corresponde con “hacer”.

EKIN, con “la superioridad intelectual y cultural de sus componentes; su contacto directo con la realidad vasca de finales de la década de 1950, tan lejana ya en muchos aspectos de la sociedad de la guerra civil; su no dependencia orgánica de ninguno de los partidos o grupos nacionalistas históricos, tan marcados por la experiencia de la guerra, y el posterior fracaso de su política”17 conseguirá mantener un importante campo de influencia, especialmente entre la juventud vasca, arrastrando consigo a gran parte de los militantes de EGI. Sin embargo, durante algo más de un año, estos grupos utilizarán ambas siglas hasta que en el seno de la original EKIN vaya tomando consistencia la necesidad de configurar un movimiento político propio. De esta forma, en una fecha especialmente significativa, el 31 de julio de 1959 (aniversario de la fundación del PNV y festividad de San Ignacio de Loyola) nace Euskadi ta Askatasuna (Euskadi y Libertad), ETA.

LA PRIMERA ETA

No parece, pese a todo, que esta ruptura en el seno del nacionalismo vasco fuera adoptada como una decisión unilateral. Según Jáuregui, ETA se siente incapaz de formar un nuevo camino político, por lo que su primera intención, más que una escisión definitiva, se fundamentaba en ofrecer al PNV una nueva presión para que reconsidere y reconduzca su estrategia. De hecho, este autor considera que la propia elección de la fecha de fundación de la nueva organización es, más que nada, una muestra de que la juventud nacionalista no necesita someterse a la disciplina del partido nacionalista hegemónico para dar continuidad a las doctrinas sabinianas. Sin embargo, el empeoramiento de las relaciones entre ambas organizaciones irá acentuándose a medida que ETA vaya incrementando su beligerancia y violencia, pasándose de unas relaciones que llegan incluso a la cordialidad, algo bien representado por el panegírico dedicado en Zutik (publicación regular de la organización que aparece hacia 1961) a la figura de José Antonio Aguirre, a la tensión extrema y la adopción de ETA de actitudes de hostilidad hacia el PNV y el gobierno vasco en el exilio.

ETA, como continuadora del proyecto culturalista EKIN, considera que su objetivo fundamental es el regreso a las esencias del nacionalismo histórico representado por el pensamiento de Sabino Arana, por lo que tratará de impulsar una importante labor de estudio e investigación de la historia vasca y del nacionalismo originario. De esta forma, durante estos primeros años de vida de la organización, predominará la labor formativa de sus militantes permitiéndole redescubrir los mitos tradicionalistas que asume sin complejos: “igualitarismo y nobleza universal de los vascos; independencia absoluta del País Vasco hasta la pérdida de los fueros; ocupación actual del país por parte de dos Estados extranjeros”18, sólo discrepándole las connotaciones raciales, sustituyéndolas por los principios de superioridad lingüístico-cultural, y el determinismo religioso al aceptar la libertad de culto y la estricta separación entre religión y política. ETA no se definirá como partido, sino que irá más allá asumiendo su labor como movimiento de liberación patriótica19 y proclamó sus principios políticos en su I Asamblea donde se caracterizó como “movimiento revolucionario vasco de liberación nacional”20.

Durante estos primeros años, hasta el verano de 1961 más concretamente, la organización no hará excesiva gala de sus iniciales reivindicaciones activistas, limitándose a efectuar un movimiento fundamentalmente cultural y propagandístico, como repartir insignias en actos festivos populares, pintadas callejeras o sabotajes a monumentos conmemorativos del alzamiento de julio de 1936. Una política, que a fin de cuentas, no divergía mucho de la llevada a cabo por el PNV. Para la consolidación de la organización, ante la férrea censura que imponía el régimen franquista, fue fundamental el hermetismo de la propia sociedad vasca, de forma que la cuadrilla (grupo de amigos) se convierte en casi una institución. Los militantes nunca aparecen como personajes aislados, sino que la lealtad al grupo y al líder principal se convierte en elemento básico de su supervivencia.

En esta labor cultural, el clero vasco se convertirá en un importante aliado para el nacionalismo euzkaldún. “La jerarquía eclesiástica nunca prestó apoyo a los intentos de obstaculizar el uso de la lengua vasca, o quebrantar las relaciones entre el clero y los fieles”21, y es que los sacerdotes vascos no hubieran podido llegar a una gran parte de la población que apenas conocía el castellano si hubiera seguido las directrices de la Iglesia. De esta forma, el clero vasco se convirtió en un elemento más de oposición al régimen, fomentando publicaciones y creando escuelas clandestinas (ikastolas) en las que se promovía el estudio del euskera. Ante tal oposición al régimen, y pese a los planteamientos laicistas de la organización, “ETA no sólo va a contar con el apoyo de numerosos sacerdotes sino que además un gran contingente de sus futuros militantes va a proceder de seminarios o casas religiosas e, incluso, se van a dar algunos casos de sacerdotes que militen en ETA”22

El 18 de julio de 1961 supondrá una fecha importante para ETA, puesto que ese día la organización, siguiendo su compromiso con la lucha armada, realizó su primer atentado terrorista al hacer descarrilar un tren que transportaba a veteranos de la guerra civil a un acto de homenaje con motivo del 25º aniversario del alzamiento. Las consecuencias para la organización de este acto fueron desastrosas, puesto que gran cantidad de sus militantes fueron detenidos y otros muchos se vieron obligados a tomar el camino del exilio. “Aunque en teoría ETA había adoptado un tipo de organización más cerrada que la de EGI o el PNV, no estaba preparada para una represión que la dejaría paralizada y desmantelada (...) (exhibía con esto) una pauta que se repetirá (…), una acción de tipo militar tendría consecuencias desastrosas para los miembros dedicados a la propaganda o a las labores culturales y educativas”23.

Esta fortísima represión provocó que el seno de ETA tomara conciencia de la necesidad de acometer una mayor organización del movimiento. De esta forma, tres años después de su nacimiento, ETA procede a la celebración de su I Asamblea (primavera de 1962) hecho que muestra la propia debilidad de la organización y la dificultad con la que se encuentra para romper definitivamente con el PNV. Sin embargo, el resultado final de la Asamblea puede ser considerado como altamente insatisfactorio, puesto que las conclusiones de la misma, definidas en la Declaración de Principios, más que aportar algo nuevo y constituir un cuerpo ideológico capaz de dar cohesión al movimiento, degeneró en una mera recapitulación de principios.

ETA, como ya hemos comentado anteriormente, se siente heredera del nacionalismo histórico e intransigente, sólo aportando salvedades en las cuestiones referidas a los principios étnicos y religiosos. No aporta un replanteamiento ideológico, puesto que incluso esos dos factores son trastocados más por causas prácticas que doctrinales. Da por sentado y demostrado la existencia de una nación y de una comunidad vasca, anunciando una práctica doctrinal que se hará común en ETA, “la sublimación de la praxis en perjuicio de la teoría”24. A la organización no le interesa tanto el legitimismo de sus acciones como la implementación de actuaciones en pro de sus reivindicaciones. El objetivo de ETA es la autodeterminación e independencia política de Euskadi, ya sea como Estado soberano o integrado en una Federación Europea25, como método de salvación de su cultura. Rechaza cualquier tipo de vía intermedia que implique negociación con los enemigos de la patria vasca, España y Francia. Por ello, y para ello, asume desde su nacimiento una rama militar en el seno de la organización, aunque hasta la I Asamblea no ofrece ninguna referencia a la práctica de los métodos de lucha, quizás debido a la cautela en la que se desenvuelve ante la represión dictatorial.

En esa I Asamblea, ETA toma conciencia de la debilidad en la que ha caído el nacionalismo vasco, correspondiéndole a ella la labor de recomponer y reavivar el espíritu nacionalista. No se va a definir a sí misma como partido sino como “Movimiento Revolucionario Vasco de Liberación Nacional, creado en la Resistencia patriótica”, puesto que su labor es más elevada, la de la reconstrucción nacional vasca. Es en éste término en el que hay que comprender la definición de “Revolucionario”, alejándose, por el momento, de posturas de reforma socioeconómica.

EVOLUCIÓN IDEOLÓGICA

Uno de los mayores puntos de discusión en el seno de ETA será su postura ante la inmigración en el País Vasco. Pese a que la organización había asumido prácticamente todo el mensaje del nacionalismo histórico, las antagónicas relaciones España-Euskadi o la amenaza de los maketos a las tradiciones y a la lengua vasca, y pese a que tras su nacimiento adopta una concepción de las relaciones económicas y sociales conservadora; no tardará en darse cuenta de la gran capacidad del, renacido en esta década, movimiento obrero como elemento de resistencia al régimen.

Después del desarrollo de los movimientos huelguísticos de mayo de 1962 en el norte de España y el decreto de estado de excepción por parte del régimen, ETA comenzará a descubrir la efectividad de la actuación de la clase trabajadora y empezará a establecer tomas de contacto con él, ofreciendo un progresivo alejamiento con las concepciones socio-económicas tradicionalistas del nacionalismo histórico y tomando conciencia de la necesidad de ligar la lucha nacionalista con la de la clase trabajadora. ETA comienza a experimentar su mayor renovación ideológica, y, en este sentido, se entiende la participación de la organización en la creación en 1963 del Comité de Coordinación Industrial de Bilbao que culminará con la manifestación en la capital vizcaína el 1 de mayo del año siguiente. Sin embargo, y pese a que tenemos que entender este acercamiento al mundo obrero como el primer paso hacia la deriva que tomará posteriormente ETA, este tránsito no fue nada fácil. La fuerte heterogeneidad de su composición dogmática provocará que esta tarea de vincular la liberación vasca con la lucha contra el capitalismo sea hartamente tortuosa, provocando debates, conflictos y escisiones en su seno.

Es en este sentido en el que hay que comprender la obra publicada en Buenos Aires de Federico Krutwig, Vasconia. Estudio dialéctico de una nacionalidad26, la cual ofrece una reformulación de los principios de la organización, actualizándolos y alejándolos de los principios racistas y confesionales sabinianos. Krutwig arremete contra el arcaico ideal pastoril y rural del nacionalismo histórico, buscando acercar el movimiento a las realidades socio-económicas del mundo urbano, hacerlo atractivo para las élites intelectuales y darle unas perspectivas futuristas ligándolo a las corrientes ideológicas progresistas y revolucionarias. Para Krutwig es necesario que el pueblo vasco recupere su propia historia, pero no se puede volver a lo pasado, sino que debe mirar al futuro, por lo que es necesario no sólo adaptarse a las ideas y concepciones ideológicas renovadoras, sino que hay que reconvertir al propio pueblo, haciendo del euskera una lengua útil que reciba influencias y mejoras externas. Rompe el tabú tradicional de la organización ante cuestiones relativas a la intervención estatal en materia económica y se acerca a las teorías marxistas (el camino de la liberación viene determinado por la revolución). Considera que la revolución industrial y sus consecuencias son irreversibles, y tras realizar un breve e ingenuo análisis de la sociedad y las clases sociales en Euskadi, llega a la conclusión de que el marxismo ofrece los mejores esquemas para la causa vasca, puesto que aporta soluciones de tipo universalista sin atacar a los pueblos minoritarios.

Krutwig ofrecerá a la organización una base ideológica y una metodología de lucha guerrillera que marcará el futuro de ETA. La verosimilitud de la propuesta de Vasconia de asimilar la lucha vasca con la “vía tercermundista” será favorecida por una serie de factores: por un lado, nos encontramos con la herencia del nacionalismo tradicional de concebir el problema vasco como una relación de opresión y sometimiento a un enemigo externo en un contexto en el que, además, el régimen dictatorial alimenta y parece convertir en realidad este espejismo; por otro lado, la postura intransigente de la organización (heredera de aquel nacionalismo radical de preguerra) y el contexto internacional marcado por la Guerra Fría y la descolonización. Pese a las evidentes diversidades entre la situación socioeconómica de Euskadi y la de las colonias que en esta década luchan por su liberación, Krutwig apuesta por identificar ambas luchas, llegando a la conclusión de que “la historia ha demostrado (…) que todo proceso de lucha nacional en favor de la independencia de un pueblo ha seguido siempre, y sin excepciones, la vía de la violencia y la lucha armada”27.

Vasconia aportará aparentemente a la organización una respuesta satisfactoria a sus dudas y contradicciones, por lo que será muy bien acogida por una buena parte de la organización. Sin embargo, no supondrá un replanteamiento definitivo de las tesis para ETA, puesto que, con ella, no superará sus ambigüedades intrínsecas. Krutwig pretende superar el racismo aranista y terminará por establecer una superioridad etnocultural de la etnia vasca sobre la población de inmigrantes. Pretende adecuar el nacionalismo vasco a las realidades sociopolíticas del país y termina estableciendo un nacionalismo tercermundista, haciendo abstracción del enorme potencial revolucionario del proletariado vasco. Pretende, en fin, que Euskadi se convierta en una entidad autónoma con identidad propia en el futuro de Europa y termina por propugnar una guerra de liberación28 . Sin embargo, será esa propia ambigüedad de la obra lo que hará que gane una gran aceptación en una organización profundamente heterogénea en la que conviven distintas concepciones y en la que, como ya hemos comentado, la práctica se superpone sobre cualquier concepción dogmática profunda.

 Tras una II Asamblea sin consecuencias relevantes se hace preciso reunir entre abril y mayo de 1964 la III Asamblea de ETA ante la gran represión que vuelve a sufrir la organización por su participación en la huelga de octubre del año anterior. Con las tesis de Krutwig todavía candentes, en esta reunión el avance de las teorías tercermundistas se manifiesta con la aprobación de un panfleto que trata de poner en práctica la vía revolucionaria, La insurrección en Euskadi. Este texto, con un tono misticista que trata de ensalzar la actuación casi martirizante de los militantes de ETA, marca las causas y las peculiaridades de la guerra revolucionaria frente al opresor Estado español. Sin embargo, las conclusiones de esta Asamblea pronto quedarán superadas ante las limitadas exposiciones prácticas del panfleto y se hará preciso reunir una IV Asamblea en la primavera de 1965. Siguiendo la línea del texto anterior, en esta Asamblea se aprueban dos ponencias y se procede a la organización estructural de la organización. En esta IV Asamblea se trata de realizar una adaptación de la estrategia tercermundista a la realidad de Euskadi, así, en Carta a los intelectuales se abordan todo tipo de cuestiones como la lengua y la cultura vascas, la religión, la educación, la familia, los trabajadores, la inmigración, etc, bajo una nueva visión que trata de vincular al pueblo vasco con la lucha por su liberación. Estas tendencias hicieron que el PNV calificara a ETA como “una organización comunista y subvencionada por el comunismo internacional”29. Su objetivo, tras analizar brevemente las estructuras socio-económicas de Euskadi, busca ligar “una estrategia tercermundista con la lucha de la clase trabajadora o, dicho de otro modo, un intento de aplicar una revolución de carácter tercermundista en una sociedad desarrollada y moderna”30. En el otro texto que se aprueba en la IV Asamblea, Bases teóricas de la guerra revolucionaria, se trata de aportarle una metodología a la lucha y de estructurar organizativamente la banda. Bajo esta ponencia, ETA establecerá su definitiva estrategia de violencia mediante los principios acción-represión-acción.

Los objetivos eran los siguientes: la organización acometería un acto de provocación contra el sistema, ante el cual el aparato estatal, desconcertado, procedería a una represión masiva sobre el pueblo vasco, el cual, a su vez, contestaría con una mezcla de pánico y rebeldía que acabará tendiendo hacia la concienciación del pueblo vasco de sumarse a la lucha armada. Se ve, por tanto, la vía revolucionaria como militar y psicológica. Para sus resultados es imprescindible la colaboración de toda la sociedad euskalduna, y su éxito también pasa por la actuación represiva del régimen, el cual caerá una y otra vez en la trampa, insuflándole vida a la estrategia y a la organización que ve como aumentan sus simpatías entre la comunidad vasca.

Otro elemento que estudió la IV Asamblea fue la configuración de una mayor organización interna de ETA, creándose una estructura, Oficina Política, de carácter ejecutivo tras el obligado exilio que tuvieron que tomar el grupo fundador de EKIN desde la primeras salidas de 1961. Se consolidaba, así, el liderazgo de un nuevo grupo en el interior de ETA, generalmente más joven e influenciado por el aumento de la organización de los grupos de oposición al régimen de carácter socialista. En esta Oficina Política destacarán personajes como Patxi Iturroiz, miembro fundador cuya influencia no se hará palpable hasta 1965, o Eugenio del Río, con un nivel intelectual más alto que la mayoría de los miembros de ETA. Estos llegaron a la conclusión de que Euskadi, como sociedad industrializada, tenía que prescindir de algunos de los elementos de confrontación característicos del nacionalismo histórico y pasar de una concepción de lucha guerrillera a la de clase: “Los dirigentes de la Oficina Política se vieron obligados a concluir que era imposible derrocar al régimen que oprimía al pueblo vasco sin una revolución en toda España. (…) La convicción de que la liberación de Euskadi pasaba por la destrucción del régimen franquista, implicaba la necesidad de aliarse con fuerzas españolas”31.

Zutik, comenzó, así, a publicarse en castellano y a llenarse de propaganda de corte socialista y artículos donde se defendía la lucha obrera. Sin embargo, esta adaptación ideológica chocaba con los principios chovinistas de la organización y del nacionalismo vasco tradicional, por un lado y con los recelos de las organizaciones obreras, por el otro.

Comenzó a gestarse así una problemática interna que concluirá con la escisión de la organización. Desde su exilio Txillardegi, observaba con creciente alarma la evolución interna que estaba siguiendo ETA desde la conclusión de la IV Asamblea y, rápidamente, comenzó a rechazar y a criticar las líneas que venía siguiendo la Oficina Política, la cual, según su opinión, estaba abandonando la preocupación por la cultura y la lengua vasca. “Zutik se ha convertido para Txillardegi en un órgano pseudo-izquierdista al servicio del imperialismo y del colonialismo político y cultural del Estado español”32, por ello, y ante la negativa del ejecutivo de publicar sus artículos, comienza a atacar directamente a la Oficina Política desde Branka, revista semi-oficial dirigida por él mismo, animando a otros militantes a sumarse a sus reclamaciones y a convocar una nueva Asamblea para solucionar el problema.

De esta forma, Txillardegi consiguió atraerse el apoyo de los antiguos fundadores de la organización, tratando de ofrecer una administración alternativa a ETA y publicando una versión de Zutik desde Venezuela. Pese a que su condición de exiliados dificultaba enormemente su consolidación y progreso, consiguieron entrar en contacto con un grupo de jóvenes asentados en Francia descontentos con la Oficina Política por el abandono de ésta del activismo y de la lucha armada, destacando entre ellos la figura de José María Escubi. Éste se aventuró a cruzar la frontera con el objetivo de crear una oposición a la dirección en el interior, entablando relaciones con los hermanos Etxabarrieta. De esta forma, Escubi consiguió crear un grupo de oposición que convocó una nueva Asamblea en diciembre de 1966, a espaldas de la Oficina Política.

El principal objetivo de esta V Asamblea era la expulsión de Iturroiz y la desarticulación de la Oficina Política. Cuando esta decisión se hizo pública en plena sesión, con la ausencia del propio afectado, la organización se escindió en dos grupos, uno minoritario defensor de Iturroiz y partidario de seguir la línea socializante del ejecutivo, y otro mayoritario, más cercano a las líneas de Txillardegi y Escubi. Aquella minoría adoptó el nombre de ETA-Berri (la nueva ETA) y persistió en sus esfuerzos de propaganda socialista, buscando conseguir la unidad de la clase trabajadora y enfrentada a los principios racistas y arcaizantes del tradicional nacionalismo vasco. Esta postura la llevaría a unirse con grupos marxistas del resto de España, entrando en conflicto con la patronal nacionalista y con el PNV y otros partidos centristas españoles. En agosto de 1968 anunciaba su cambio de denominación por el de Komunistak (Los Comunistas), iniciando así este grupo un periplo que le alejó definitivamente del nacionalismo vasco y le llevó a la fusión con otros grupos comunistas españoles bajo las siglas del MCE (Movimiento Comunista de España, 1972).

Por otro lado, el grupo etarra mayoritario de la V Asamblea pronto manifestará sus discrepancias. En un primer momento, a Tixardegi y a Escubi les unían sus profundas repulsas hacia Iturroiz y las líneas socializantes y españolistas que venía siguiendo la Oficina Política, pero derrocada ésta, sus diferenciasideológicas comenzaron a acentuarse. Txillardegi, con unas concepciones del problema vasco fundamentadas en conceptos etnolingüísticos, fue paulatinamente desplazado por la nueva cúpula que se estaba implantando, personificada en las figuras de Escubi y los hermanos Etxabarrieta, más influidos por las tendencias tercermundistas de Krutwig (quien a pesar de haberse sumado a la organización sólo meses antes de la V Asamblea, irá ganando cada vez un mayor peso).

La resolución de estas tensiones tendrá lugar con la celebración de la segunda parte de la V Asamblea (marzo de 1967), en la que la supremacía de las posturas tercermundistas va a resultar incontestable. Ante tal manifestación, Txillardegi optará directamente por abandonar la organización junto con algunos de sus históricos partidarios, Benito del Valle o Xabier Imaz, “Nosotros –afirmaba Txillardegi– éramos partidarios de una lucha mucho más política, mucho menos militar, que la de los que finalmente vencieron en la V Asamblea... La guerrilla urbana, y la guerrilla general, son quizás válidas como fuerza de apoyo, pero no como sistema de liberación de un país industrializado como España. Es válida en Vietnam, pero no aquí”33.

De esta forma, tras la celebración de la segunda parte de esta V Asamblea, el grupo partidario de la vía tercermundista se convierte en la heredera legítima de ETA. Se imponen, así, definitivamente las posiciones nacionalistas sobre el universalismo marxista. Sin embargo, se le da un amplio contenido social a ese nacionalismo, rompiendo ya radicalmente con las posturas del nacionalismo vasco tradicional, y acercándose a posiciones de los movimientos revolucionarios tercermundistas, especialmente al maoísmo. Para Jáuregui, esta decantación por la vía anticolonialista supone el fruto de una lógica evolución ideológica como causa de:

“a) la existencia de un precedente anticolonialista en el nacionalismo vasco, y más concretamente en el nacionalismo radical, principal fuente ideológica de ETA; b) el hecho de que en el momento del nacimiento de ETA, y salvo en el caso de Irlanda (fácilmente encuadrable, asimismo, en el ámbito del nacionalismo tercermundista, en lo que a sus métodos se refiere), no existe en Europa occidental un movimiento nacionalista radical con la suficiente entidad como para aportar experiencias de lucha de liberación nacional; c) el hecho de que, tanto el sentimiento anticolonialista como el propio proceso de descolonización se hallan, en el momento del nacimiento de ETA, en su fase más álgida; d) la aparente coincidencia entre la idea de ETA (Euskadi, como país ocupado) con la realidad ofrecida por el franquismo, que mantiene una política de opresión y ocupación real y efectiva del País Vasco” 34 .

Y supone, en definitiva, una aceptación y una preeminencia total de la solución armada y de los principios estratégicos acción-represión-acción frente a cualquier otro tipo de resistencia, animada y legitimada por la brutal represión que el régimen franquista emprende.

NOTAS

JAVATO GONZÁLEZ, Víctor Manuel, “ETA. Orígen e ideología”, en Ab Initio, Núm. 3 (2011), pp. 143-163, disponible en www.ab-initio.es

1 FERNÁNDEZ, J., GRANJA, J. L., “País Vasco: Génesis y evolución de su nacionalismo”, en DE BLAS, A. (Coord.), Enciclopedia del Nacionalismo, Madrid, (1997), p. 359.

2 CRUZ MINA, M., “Patria, religión y fueros”, en Historia 16, Núm. 271 (1998), p. 8.

3 Ibídem, p. 11.

4 CRUZ MINA, M., Opus cit., p. 17.

5 FUSI AIZPURUA, J. P., “Los nacionalismo y el Estado Español: siglo XX”, en Cuadernos de Historia Contemporánea, Núm. 22, Madrid, 2000, p. 24.

6 MEES, L., “La creación de Sabino Arana”, en Historia 16, Num. 271, Madrid, 1998, p. 18.

7 ELORZA, A., “El nacionalismo vasco: la invención de la memoria”, en Manuscrits: Revista d’història moderna, Núm. 12, Barcelona, 1994, p. 183.

8 JÁUREGUI, G., Ideología y estrategia política de ETA. Análisis de su evolución entre 1959 y 1968, Madrid, 1981, pp. 15-16.

9 JÁUREGUI, G., Ideología y estrategia política..., p. 19.

10 ELORZA, A., “Sabino Arana. El nacionalismo como religión”, en Historia 16, Núm. 235, Madrid, 1995, p.46.

11 Ibídem, p. 50.

12 Testimonio publicado en FRASER, Ronald, Recuerdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la Guerra civil española, Grijalbo, 1997. Citado en DE LA GRANJA SAINZ, J. L., “Entre el Pacto de San Sebastián y el de Santoña (1930-1937)”, en Historia 16, Núm. 271, Madrid, 1998, p. 39.

13 Cita extraída de “Cuaderno de la Pobleta”, anotación del 31 de mayo de 1937. Citado en DE LA GRANJA SAINZ, J. L., Opus cit., p. 43.

14 SULLIVAN, J., El nacionalismo vasco radical, 1959-1986, Madrid, 1988, p. 30.

15 JÁUREGUI, G., Ideología y estrategia política..., p. 82.

16 Ídem, “ETA: Causas de su nacimiento, génesis ideológica y evolución estratégico-política”, en TUSELL, J., ALTED, A., MATEO, A. (Coords.), La oposición al régimen de Franco. Estado de la cuestión y metodología de la investigación, Madrid, 1990, p. 354.

17 JÁUREGUI, G., Ideología y estrategia política..., pp. 81-82.

18 JÁUREGUI, G., “Del nacimiento de ETA a su primera Asamblea (1959-1962)”, en GARMENDIA J. M. (Coord.), Historia de ETA, Madrid, 2000, p. 201.

19 GONZÁLEZ CALLEJA, E., El terrorismo en Europa, Madrid, 2002, p. 58.

20 AVILÉS, J., El terrorismo en España: de ETA a Al Qaeda, Madrid, 2010, p. 15

21 SULLIVAN, J., Opus cit., p. 44.

22 JÁUREGUI, G., “Del nacimiento de ETA a su primera Asamblea...”, p. 201.

23 SULLIVAN, J., Opus cit., p. 46.

24 JÁUREGUI, G., “Del nacimiento de ETA a su primera Asamblea...”, p. 188.

25 AVILÉS, J., Opus cit., Madrid, 2010, p. 19.

26 KRUTWIG, F., Vasconia: estudio dialéctico de una nacionalidad, Buenos Aires, 1963.

27 JÁUREGUI, G., “Del nacionalismo sabiniano a la guerra revolucionaria (1963-1965)”, en GARMENDIA, J. M. (Coord.), Opus cit., p. 222.

28 Ibídem, p. 223.

29 AVILÉS, J., Opus cit., p. 24.

30 JÁUREGUI, G., “Del nacionalismo sabiniano...”, p. 231.

31 SULLIVAN, J., Opus cit., p. 61.

32 UNZUETA, P., Los nietos de la ira. Nacionalismo y violencia en el País Vasco, Madrid, 1988, p. 133.

33 JÁUREGUI, G., “La V Asamblea. El estallido de las diversas concepciones ideológicas (1965- 1968)”, en GARMENDIA, J. M. (Coord.), Opus cit., pp. 243-244.

34 JAUREGUI G, “Del nacionalismo sabiniano...”, p. 245.

 

 

Bibliografía

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Así nació la banda terrorista


Bilbao, 31 de julio de 1959. Un grupo de estudiantes radicales disidentes del colectivo EKIN –nacido en 1952 para reaccionar contra la pasividad y el acomodo que en su opinión padecía el PNV– funda Euskadi Ta Askatasuna (Euskadi y Libertad). Es el nacimiento de ETA, una alternativa ideológica a los postulados del PNV con cuatro pilares básicos: la defensa del euskara, el etnicismo (como fase superadora del racismo), el antiespañolismo y la independencia de los territorios que, según reivindican, pertenecen a Euskadi: Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra (en España), Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa (en Francia).

Su primera acción violenta se produce el 18 de julio de 1961: el intento fallido de descarrilamiento de un tren ocupado por voluntarios franquistas que se dirigían a San Sebastián para celebrar el Alzamiento.

En estos primeros años, la policía persigue a sus miembros, que se dedican a colocar pequeños artefactos sin apenas consecuencias, hacer pintadas de «Gora Euskadi» (Viva Euskadi) y colocar ikurriñas. Las bases de la organización se consolidan en mayo de 1962, en la celebración de su I Asamblea en el monasterio de Belloc (Bayona, Francia), donde se presenta como «Movimiento Revolucionario Vasco de Liberación Nacional». El grupo rechaza cualquier colaboración con partidos o asociación no nacionalista vasca y apuesto por una fuerte campaña proselitista. Es aquí cuando se autodefinen como una «organización clandestina revolucionaria» que defiende la lucha armada como el medio de conseguir la independencia de Euskadi.

Las primeras víctimas


07.06.1968. ETA asesina a José Pardines Arcay. (EFE)

 

A mediados de los 60, se inician los contactos con vascos exiliados en Francia y con grupos antifranquistas. El aumento del debate interno provoca los primeros enfrentamientos ideológicos: en la V Asamblea (1966-67) entra en escena «el nuevo nacionalismo revolucionario» del núcleo duro, que hace hincapié en que Euskadi es una «nación ocupada» militarmente por una potencia extranjera, España, y en la necesidad de utilizar la violencia para lograr la descolonización.


Su primera víctima mortal se produce el 7 de junio de 1968. El guardia civil José Pardines Arcay muere en un control de carretera, tiroteado por Txabi Etxebarrieta, que fue abatido durante la persecución posterior. En respuesta a la muerte del 'compañero perdido', el 2 de agosto la banda asesina al policía franquista Melitón Manzanas, jefe de la brigada político-social de Guipúzcoa, en la puerta de su casa. ETA proclama que ha «ejecutado una sentencia del pueblo».


La represión policial tras estos dos primeros atentados consigue neutralizar las actividades terroristas durante 1969. Y en diciembre de 1970, se celebra el Juicio de Burgos contra 16 miembros de la banda, entre huelgas y manifestaciones de solidaridad con los acusados, al mismo tiempo que ETA secuestraba al cónsul alemán Eugen Beihl.


Durante el juicio, los procesados reconocen su pertenencia a ETA, exponen sus planteamientos marxistas y obreros y culminan sus intervenciones entonando el «Eusko Gudariak», el himno del soldado vasco. Seis de los procesados fueron condenados a muerte y las penas impuestas al resto sumaban un total de 519 años de prisión. Ante la presión internacional, Franco conmutó las penas de muerte por reclusión mayor.

(*) Según datos el Ministerio del Interior. Algunas fuentes señalan que la primera víctima mortal de ETA fue la niña de 18 meses María Begoña Urroz Ibarrola, alcanzada por una bomba colocada el 28 de junio de 1960 en la estación de Amara, de San Sebastián.

Los años 70



20.12.1973. ETA asesina a Carrero. (AFP)

 

La banda terrorista logra su mayor golpe de efecto con el asesinato del almirante Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973, en un espectacular atentado en la calle Claudio Coello de Madrid. El primer atentado masivo se produjo al año siguiente: el 13 de septiembre de 1974, 12 civiles morían y otros 80 resultaban heridos en la explosión de un artefacto en la cafetería Rolando, en la calle Correo de Madrid, situada junto a la Dirección General de Seguridad.

El debate interno sobre este atentado masivo provoca la primera escisión importante en la organización: los «milis» de ETA militar, partidarios de la insurrección popular, se desmarcan de los «polimilis» de ETA político militar, que apuestan por la violencia selectiva.

La actividad terrorista no cesa con la muerte de Franco. A pesar de que las ilusiones democráticas renacen con la muerte del dictador, los últimos años de la década de los 70 fueron especialmente sangrientos, con atentados indiscriminados que se cobran la vida de más de un centenar de personas.

La amnistía decretada el 15 de octubre de 1977 afecta a los presos etarras encarcelados durante la dictadura franquista.

Los años 80


18.06.1987. Coche bomba en el parking de Hipercor en Barcelona. (Domenec Umbert)

 

En la década de los 80, ETA recrudece su ofensiva para forzar las negociaciones con el Gobierno y los atentados masivos e indiscriminados azotan a la sociedad española como no lo había hecho hasta entonces.

El 15 de julio de 1986, 12 agentes de la Guardia Civil mueren al explosionar un coche bomba en la Plaza de la República Dominicana de Madrid. Al año siguiente, el 18 de junio de 1987, otro coche bomba sembraba el terror en el parking del centro Hipercor de Barcelona, provocando 21 muertos y 45 heridos. El 11 de diciembre de ese mismo año, un coche bomba con 250 kilos de explosivos hacía explosión frente a la Casa Cuartel de Zaragoza, dejando un balance de 11 muertos y 40 heridos.

Antes, había desaparecido ETA político-militar (en 1982) y comenzado la «guerra sucia» de los GAL. El 23 de septiembre de 1984, Francia concede, por primera vez, la extradición de tres presuntos miembros de ETA a España, sentando precedente para futuras colaboraciones. Los partidos políticos también mueven pieza en su terreno. Se firman el Pacto de Madrid (1987), el Pacto de Ajuria Enea (1988) y el Pacto de Navarra (1988).

En esta década se produce uno de los episodios más destacados de las disidencias internas en el seno de la banda terrorista: Dolores González Cataraín 'Yoyes', que abandonó la organización en 1980 por su desacuerdo con la línea dura, fue asesinada el 10 de septiembre de 1986 mientras paseaba con su hijo. La reinsertada más significativa, uno de los miembros de ETA más buscados durante los años 70, se había instalado en San Sebastián en 1985 tras 11 años de exilio en México.

En 1989, ETA y el Gobierno intentan dialogar y acercar sus posturas en las conversaciones de Argel, tres meses de contactos que estuvieron acompañados de una tregua de la banda terrorista, que retomó las armas tras la ruptura del diálogo.

El golpe de Bidart

El 29 de marzo de 1992, pocos meses antes de la Expo' 92 y de los Juegos Olímpicos de Barcelona, se produjo una de las mayores operaciones contra ETA. Después de una minuciosa investigación llevada a cabo por la Guardia Civil, la policía francesa detuvo a la dirección de la banda terrorista, en un chalé de la localidad de Bidart. La cúpula etarra estaba integrada por José Luis Álvarez Santacristina 'Txelis', José Javier Zabaleta Elósegi 'Baldo', Francisco Múgica Garmendia 'Paquito' y José Arregi Erostarbe 'Fitti'.


Ignacio Gracia Arregui, 'Iñaki de Rentería'. (EFE)


Esta actuación policial provocó la mayor crisis registrada hasta entonces en el seno de la banda criminal. El golpe de Bidart obligó a ETA a recomponer su dirección, reorganizar su entramado civil y extremar las medidas de seguridad.


Ante esta situación, el 11 de julio de ese mismo año, la nueva dirección de ETA (Ignacio Gracia Arregi 'Iñaki de Rentería', Mikel Albizy 'Antza' y Feliz Alberto López de la Calle 'Mobutu') propuso una tregua de dos mesesComo condición para silenciar las armas, exigió que el entonces secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, se traladara a Santo Domingo para negociar con Eugenio Etxebeste 'Antxon', en un intento de recuperar las conversaciones de Argel. Pero el diálogo no se materializa y el 21 de junio de 1993 ETA vuelve a atentar contra seis militares en Madrid, cerrando la puerta a cualquier posible negociación.

En medio de la inestabilidad provocada por el descabezamiento de la banda, la violencia callejera se convirtió en su mejor arma. Se organizaron grupos violentos que actuaban en distintos niveles:

·         Grupos 'X', formados por jóvenes radicales encargados de realizar destrozos callejeros.

·         Grupos 'Y', compuestos por un máximo de cinco personas, se dedican a cometer pequeños atentados.

·         Grupos 'Z', integrados por miembros especializados, son los responsables de los coches bomba y de los asesinatos.

Los atentados más sangrientos

·         19.06.1987 Coche bomba en el parking del centro comercial Hipercor de Barcelona. 21 muertos y 45 heridos.


1987. Atentado en Barcelona. (Domenec-Umbert)

·         15.07.1986 Coche bomba en la Plaza de la República Dominicana de Madrid, al paso de un convoy de la Guardia Civil. Mueren 12 agentes.

·         13.09.1974 Explosión de un artefacto en la cafetería 'Rolando' de Madrid. Mueren 12 civiles.

·         11.12.1987 Coche bomba con 250 k. de explosivos contra la Casa Cuartel de Zaragoza. 11 muertos y 40 heridos.

·         29.05.1991 Coche bomba en el cuartel de la Guardia Civil en Vic (Barcelona). Mueren 10 personas.

·         29.07.1979 ETA coloca sendos artefactos en dos estaciones de trenes de Madrid. Mueren ocho personas: cinco civiles, un guardia civil y un miembro de la Policía Nacional.

·         11.12.1995 Estalla un coche bomba al paso de un furgón militar en Vallecas (Madrid).
Mueren seis civiles que trabajaban para la Armada.

·         21.06.1993 Explosión de un coche bomba al paso de una furgoneta militar en Madrid.
Siete muertos (seis militares y un civi) y 36 heridos.

Diez fugas y decenas de intentos frustrados

El 5 de enero de 1969, Izko de la Iglesia y Gregorio López Isasuegui eran detenidos en la prisión de Pamplona cuando intentaban liberar a Arantxa Arruti Odriozola, esposa de López Isasuegui. Desde entonces han sido numerosas las fugas e intentos de huida de miembros de esta organización terrorista de cárceles españolas y francesas.

La última fue la de Ibon Fernández Iradi, 'Susper', considerado jefe de comandos de ETA, que se escapó de una comisaría francesa apenas 48 horas después de su detención.


Ibon Fernández Iradi se fugó el 21 de diciembre de 2002. (EFE)

·         ESPAÑA

·         07.07.1985
Los miembros de ETA, Iñaki Picabea (ex diputado del Parlamento vasco por HB) y Joseba Sarrionaindía, condenados a más de 30 años de cárcel cada uno, se fugan de la prisión de Martutene (San Sebastián), escondidos en el interior de sendos bafles, aprovechando la actuación musical que ese día había ofrecido en el centro penitenciario el cantautor vasco Imanol Lárzabal.

·         20.01.1980
María Izaskun Machirena, Miguel Machirena y Jesús María Zalegui se fugan de la prisión guipuzcoana de Martutene. Los reclusos desarmaron a varios funcionarios y, con sus uniformes, salieron a punta de pistola del centro penitenciario. Dos vehículos estaban esperándoles para facilitar su huida.

·         20.12.1979
Miembros de ETA logran liberar a Antxon Carreras, que convalecía en la residencia sanitaria de San Sebastián de las heridas de bala producidas a consecuencia de un enfrentamiento con la policía.

·         27.09.1978
Un comando de ETA libera en el hospital civil de Basurto, en Bilbao, a Rubén Santamaría Pérez. El comando redujo a los dos policías que custodiaban al terrorista.

·         05.04.1976
Veintinueve presos, 24 pertenecientes a ETAconsiguen huir de la cárcel de Segovia construyendo un túnel que les condujo al colector. Tras dispersarse, la Guardia Civil localizó a varios fugados y en los enfrentamientos resultó herido uno de ellos. Aunque casi todos los evadidos fueron detenidos con posterioridad, cuatro miembros de ETA lograron llegar a Francia.

·         05.07.1974
Juan José Urcelay es liberado por cuatro de sus compañeros en el hospital de San Sebastián, en el que estaba internado.

·         11.12.1969
Diez terroristas y cinco reclusos comunes se fugan de la prisión provincial de Basauri (Vizcaya). Tres de los huidos (José Luis Riaño y Luis y Justo Gonzalez Huete), fueron detenidos el día 19.



“Mobutu” ex número 2 de ETA (EPA-AFP)

·         FRANCIA

·         21.12.2002
Se 
escapa de la comisaría de Bayona Ibon Fernández Iradi, supuesto jefe de comandos de ETA. Había sido detenido tres días antes.

·         17.08.2002
El presunto etarra Ismael Berasategui Escudero se fugó de la prisión parisiense de La Santé, tras ser reemplazado por su hermano José Antonio aprovechando una de las entrevistas regulares a las que tienen derecho los reclusos. 
La evasión fue revelada cinco días después por el hermano del fugado.

·         13.11.2000
El ex dirigente de ETA Félix Alberto López de Lacalle, 'Mobutu', se fugó de un hotel de Aubusson en el que estaba confinado a la espera de ser expulsado de Francia. 'Mobutu' protagonizó la fuga más espectacular de la historia de la banda: 
se descolgó con sábanas anudadas desde una ventana de la segunda planta y huyó en un automóvil que le esperaba. Al no estar detenido sino confinado, la fuga no es considerada por las autoridades francesas delito y sólo recibe una sanción administrativa.

36 etarras muertos por sus propias bombas

Desde 1969, 36 miembros de ETA han muerto mientras manipulaban artefactos explosivos con los que pretendían atentar. Esta es la relación de víctimas que las bombas de la banda terrorista han causado dentro de sus propias filas:

·         24.09.2002
Hodei Galarraga y Egoitz Gurrutxaga Gogorza mueren al estallar la dinamita que llevaban en una mochila cuando circulaban por el barrio bilbaíno de 
Basurto.

·         24.07.2001
Olaia Castresana fallece al explosionar diez kilos de dinamita, que estaba manipulando en un apartamento de la urbanización Puerto Romano de 
Torrevieja (Alicante). Otras 11 personas resultaron heridas.

·         07.08.2000
Patxi Rementeria, Ekain Ruiz Ibarguren, Zigor Aranbarri Garamendi y Urko Gerrikagoitia Agirre mueren en el barrio bilbaíno de Bolueta, al explotar el coche en el que circulaban y que se hallaba cargado con 25 kilos de explosivo.

·         29.03.1994
Jose María Igerategui Gilisagasti 'Ijitu', de 26 años, 'miembro liberado' del 'comando Donosti', fallece al explotar el artefacto que llevaba en una mochila por las inmediaciones de las sedes de los gobiernos civil y militar de Vitoria.

·         05.02.1993
José Bernardo Astiazarán Otamendi 'Indio', de 30 años, muere al estallarle la bomba que manipulaba en su coche y que pretendía colocar en un repetidor de televisión en Hernani (Guipúzcoa).

·         21.10.1992
El policía municipal de Baracaldo Josu Olabarría Santurtun, de 35 años, presuntamente vinculado con ETA, fallece al explotar el artefacto casero que manipulaba.

·         25.10.1991
Francisco Javier Goitia Elordi muere y Óscar Abad Palacios -miembro del comando 'Txalaparta'- resulta herido al explotar un artefacto que manipulaban en un piso de Bilbao.

·         21.08.1990
José María Aranzacistroki fallece cuando iba a colocar un artefacto en un hipermercado de Oyarzun (Guipúzcoa). Tras su muerte, el Ayuntamiento de Usurbil, gobernado por HB, le nombró hijo predilecto del municipio.

·         15.08.1987
María Teresa Pérez Ceber, de 25 años, y Rafael Etxebeste Garmendia, de 23, mueren en San Sebastián mientras manipulaban un artefacto dentro de un coche estacionado en los alrededores del río Urumea.

·         05.04.1987
Alfonso Yoldi Martínez y Emiliano Iturri Lizoaín, miembros del comando legal de ETA Militar, mueren en Tafalla al explosionar el artefacto que manipulaban.

·         13.12.1986
Juan Carlos Gallardo muere en Pamplona.

·         03.09.1985
Luis Isasa Lasa, de 25 años, miembro de ETA Militar, fallece en Pasajes (Guipúzcoa) al hacerle explosión una bomba que estaba colocando en el coche de un agente de la Policía Nacional.

·         13.07.1983
Muere en San Sebastián el etarra Antonio Tolosa González, al explotar el artefacto que manipulaba en una zona peatonal cercana a los lugares de celebración de las fiestas de la Semana Grande.

·         19.04.1983
Félix Badiola Etxaburu y José Gárate Askasibar fallecen en Mondragón (Guipúzcoa).

·         26.01.1983
Ángel María Fernández Ruiz muere y Alejandro Lacunza resulta gravemente herido en Vitoria (Álava).

·         13.05.1982
Juan José Valencia Lerga y José Javier Alemán Astiz mueren en Tafalla (Navarra).

·         17.03.1981
Mario Alvarez Peña, militante de ETA, fallece en Barrica (Vizcaya) al hacerle explosión un artefacto en circunstancias desconocidas.

·         29.01.1981
José Ricardo Barrós Ferreira, en Tudela (Navarra).

·         26.03.1980
Domingo Olagaray y Raimundo Arruiz, en Bayona (Francia).

·         26.07.1977
Jokín Zaizar Garaikoetxea, en Asteasu (Guipúzcoa).

·         13.06.1977
Jesús María Basana Jáuregui, en Barakaldo (Vizcaya).

·         16.12.1976
José María Izaguirre Laburu, en Zarautz (Guipúzcoa).

·         08.05.1976
Ángel Iruretagoyena Elorza, de 20 años, muere al explosionar un artefacto que pretendía colocar en el chalé de un industrial, a la salida de Zarautz (Guipúzcoa).

·         28.11.1973
José Etxebarría Sagastume y José Pagazaur Isudi, en Las Arenas (Vizcaya).

·         06.04.1969
Joaquín Artajo Barrios y Alberto Azurmendi Arana mueren de forma accidental en Urzama (Navarra) al explotarles la bomba que ambos preparaban.

·         MUERTOS DE OTRAS BANDAS TERRORISTAS

·         30.04.1991
María Rosa Díez Sáinz, María Soledad Múgica Areitio y Jesús Fernández Miguel, integrantes de Iraultza, próxima a ETA, mueren en la localidad vizcaína de Sestao al estallar el vehículo en que circulaban.

·         11.10.1987
Estalla una bomba en una discoteca de Santiago y mueren los terroristas del Exercito Guerrilleiro do Pobo Galego María Dolores Castro Lama y José Ignacio Villar, y otra persona.

·         06.07.1987
Christophe Istake, miembro de Iparretarrak (organización hermana de ETA en el sur de Francia), muere en la localidad francesa de Anglet.

·         26.03.1984
Muere José María Orberúa Sáenz y resulta herido José María Prieto Rodríguez, ambos miembros de la organización Iraultza, en Bilbao.

·         19.03.1984
Jean Pierre Cherid, miembro del GAL y antiguo miembro de la OAS, muere al explotar el artefacto que manipulaba en el interior de un vehículo, en Biarritz (Francia).

·         13.08.1983
Javier San Martín Goikoetxea y José Luis Segurola Mayoz, miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, en Usurbil (Guipúzcoa).

Los suicidios

El 27 de febrero de 2006, Igor Miguel Angulo Iturrate, de 32 años y miembro del 'comando Nafarroa', aparece muerto en la cárcel de Cuenca donde cumplía una condena de 34 años. Se había colgado con un cordón de una bota de la reja de la ventana de su celda.

Con su muerte, son 22 los miembros de ETA que han acabado voluntariamente con su vida, aunque en algunos casos el mundo 'abertzale' ha puesto en duda las tesis oficiales de suicidio.

·         31.10.2005José Ángel Alzuguren Perurena, alias 'Kotto', aparece ahorcado en su celda de la cárcel de Soria, donde cumplía condena por colaboración con ETA.

·         07.07.2004Olhane Errazkin Galdós, alias 'Brujilla', se ahorca en una cárcel de las afueras de París. Detenida en septiembre de 2001, estaba pendiente de juicio por pertenencia al aparato logístico de la banda terrorista.

·         16.10.2003Jon Solagurenbeascoa, condenado en 1993 a seis años de prisión por colaborar en el cobro del impuesto revolucionario, se ahorca en Oiartzun (Guipúzcoa).

·         23.11.2002Félix Ramón Gil Ostoaga aparece en la localidad guipuzcoana de Legazpia con un tiro en el pecho.

·         20.03.1999José Luis Geresta fue encontrado en Rentería con una bala en la sien y junto a una pistola. Las autoridades hablaron de suicidio y el entorno de ETA culpó a las Fuerzas de Seguridad del Estado.

·         20.07.1997Juan Carlos Hernando apareció ahorcado con un cordel de plástico suspendido del inodoro en su celda de la prisión albaceteña de La Torrecica.

·         27.03.1997. Fue localizado en Guipúzcoa el cadáver del etarra del 'comando Nafarroa' Josu Zabala, 'Basajuan'. El cuerpo estaba tendido boca arriba y tenía un disparo en el pecho y junto a él había una pistola.

·         07.02.1997José María Aranzamendi, 'Katxue', apareció colgado de un fular en los barrotes de su celda en Alcalá-Meco. Tenía los ojos tapados, los pies atados con cordones y las manos atadas con un pañuelo. Había escrito que se suicidaría.

·         23.01.1997. Aparece el cadáver ahorcado del teniente de la Gendarmería Jean-Luc Maillet, condenado por colaborar con la organización terrorista ETA.

·         20.01.1991. El bretón Jean Groix, preso por colaborar con ETA, fue hallado muerto en una cárcel francesa. Supuestamente se suicidó.

·         25.06.1990. Se encontraron en la Foz de Lubier (Navarra) los cuerpos de los presuntos miembros del 'comando Nafarroa' Susana Arregi y Juan María Lizarralde, 'Heavy', quienes según la versión oficial se quitaron la vida al verse rodeados, tras mantener un tiroteo con la Guardia Civil, en el que un sargento murió y otro resultó herido.

·         10.02.1989José Antonio Zabala murió arrollado por un tren en San Sebastián. Su muerte se consideró un suicidio.

·         04.09.1988. El ex colaborador del 'comando Madrid' Jesús Aramendía se quitó la vida tras asesinar a tres personas. Se sentía amenazado por ETA, padecía esquizofrenia y había sido uno de los primeros etarras en pedir la reinserción.

·         29.06.1988Mikel Arrastia, perteneciente al 'comando legal Bikote', se tiró de un tercer piso en Rentería cuando la Guardia Civil le había acorralado.

·         02.03.1988Miguel Lopetegui se ahorcó con una sábana retorcida colgada de la cisterna de su celda en Herrera de la Mancha, donde cumplía una condena de 30 años.

·         26.06.1985José Ramón Goikoetxea fue encontrado ahorcado en las duchas de la cárcel de máxima seguridad de Alcalá-Meco, en Madrid.

·         16.06.1982Miguel Angel Uriagereka se estranguló con el cinturón de seguridad del coche en el que la policía de EEUU le llevaba a San Francisco para extraditarle.

·         27.03.1981Jesús Urbien se suicidó disparándose un tiro en la boca al ser descubierto por la Guardia Civil en Madrid tras desertar de la mili.

·         30.05.1976. Hallado en Francia el cadáver de José Bidaola. Un mes antes se había enfrentado con la Guardia Civil, cuando su comando intentaba entrar en España.

·         18.03.1972Juan Goikoetxea supuestamente se disparó en la sien cuando estaba acorralado por la Guardia Civil en Navarra.

Extorsión y chantaje

Armas, municiones, explosivos, comandos... La maquinaria criminal de ETA requiere importantes cantidades de dinero para costear el material necesario para sus actividades, mantener su infraestructura y apoyar tanto a los etarras liberados como a sus miembros deportados, refugiados o huidos. Para ello, necesita 15 millones diarios y más de 5.400 anuales, según un informe confidencial de la Ertzaintza conocido en 1996.

En sus inicios, la banda terrorista consiguió financiarse mediante atracos a entidades bancarias, técnica que fue abandonando progresivamente para centrarse en los secuestros y la extorsión a empresarios a través del cobro del 'impuesto revolucionario', sus dos principales fuentes de financiación. Muchas actuaciones policiales han intentado desmantelar el entramado financiero que utiliza la banda para blanquear el dinero recaudado mediante prácticas mafiosas e ilegales.


Los secuestros


01.07.1997. La Liberación de Ortega Lara (Ant. 3)

A lo largo de su historia, ETA ha secuestrado a 77 personas, método utilizado como vía de financiación y medida de presión y chantaje frente al Gobierno. Algunas fueron liberadas tras el pago de los rescates o gracias a la intervención de la Fuerzas de Seguridad. Otras corrieron peor suerte y fueron asesinadas por los terroristas. La banda empezó a utilizar esta técnica el 1 de diciembre de 1970, con el secuestro del cónsul alemán Eugenio Behil, que duró 25 días. El secuestro más largo de ETA ha sido el del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Laraliberado el 1 de julio de 1997 por la Guardia Civil tras 532 días de cautiverio. Ese mismo día, la banda terrorista había puesto en libertad a Cosme Delclaux.

Pocos días después, ETA recurría una vez más al secuestro para demostrar su fuerza e intentar chantajear al Gobierno. El 12 de julioMiguel Ángel Blanco, diputado del PP en la localidad vizcaína de Ermua, apareció maniatado y gravemente herido en una zona rural de Lasarte, una vez cumplido el ultimátum de 48 horas dado por la banda terrorista al Gobierno para que cediera en su política de dispersión de presos y trasladara al País Vasco a los etarras repartidos en prisiones de todo el país. Blanco murió en el hospital, pocas horas después de ingresar en estado de muerte cerebral tras recibir dos disparos en la nuca.

En los últimos años, los responsables de la lucha antiterrorista han considerado que ETA no secuestra porque tiene sus necesidades financieras cubiertas con el cobro del 'impuesto revolucionario'.

·         LOS SECUESTROS MÁS LARGOS

·         JOSÉ ANTONIO ORTEGA LARA. 532 DÍAS. Funcionario de prisiones.
Secuestrado el 17.01.1996. 
[ + ]

·         JOSÉ MARÍA ALDAYA. 342 DÍAS. Empresario. Secuestrado el 08.05.1995

·         EMILIANO REVILLA. 249 DÍAS. Empresario. Secuestrado el 24.02.1988.

·         COSME DELCLAUX. 233 DÍAS. Empresario. Secuestrado el 11.11.1996. [ + ]

·         JULIO IGLESIAS ZAMORA. 116 DÍAS. Ingeniero. Secuestrado el 05.07.1993.

·         LUIS SÚÑER. 91 DÍAS. Empresario. Secuestrado el 13.01.1981.

·         ADOLFO VILLOSLADA. 85 DÍAS. Ingeniero. Secuestrado el 24.11.1989.

·         DIEGO PRADO Y COLÓN DE CARVAJAL. 73 DÍAS. Ingeniero. Secuestrado el 24.11.1989.


FIN 1a PARTE


https://www.elmundo.es/eta/historia/index.html

























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