viernes, 14 de enero de 2022

 

La turistificación como detonador de procesos urbanos en el centro de Oaxaca

En las últimas décadas, el turismo cultural ha cobrado importancia. La nostalgia es la motivación; los bienes históricos, la atracción. El patrimonio es el elemento que sintetiza una identidad y una cultura, y los turistas acaban siendo espectadores interesados en conocer algo auténtico con qué conectarse con el pasado, susceptible de ser valorado, disfrutado a través de su consumo. Por medio de la turistificación de sus centros históricos —ese proceso de desarrollo turístico organizado y voluntarista de un espacio y el resultado del mismo— las ciudades latinoamericanas parecen o creen poder encontrar una opción para superar la crisis económica que atraviesan. Al atraer turismo nacional y aprovechar los cambios observados a escala mundial en términos de preferencias turísticas, la cultura se vuelve motor de desarrollo.


Ilustración: Pablo García

La inserción de los centros históricos mexicanos en una lógica turística patrimonialista ha implicado que los gobiernos locales se enfoquen en intervenciones físicas y simbólicas para mejorar la imagen de sus ciudades. En ocasiones el sector privado ha acompañado a las instancias públicas en el desarrollo de proyectos específicos. Unas intervenciones consisten en renovaciones y rehabilitaciones de estructuras físicas o del espacio público, así como de mantenimiento de infraestructura y del equipamiento urbano; otras, en medidas de control y vigilancia de la sociedad local y de los visitantes a partir de diversas acciones represivas contra los sectores sociales más desfavorecidos, mejor conocidas como acciones de “higienización”.1 Expertos en urbanismo han cuestionado ambos tipos de intervenciones por los efectos que conllevan: transformaciones espaciales, impactos sociales, segregación urbana y expulsión de la población de bajos ingresos de los centros —la llamada “gentrificación”—, entre otros. Hasta la fecha, los estudios enfocados al desarrollo de la actividad turística en tales espacios evidencian también una baja revitalización económica, no compensada con la cantidad de recursos económicos que los gobiernos locales destinaron por décadas.2

En el caso del centro histórico de Oaxaca, el desarrollo de la actividad turística tiene una larga historia. El gobierno local, estatal y municipal tomó —y continúa haciéndolo— acciones encaminadas a su promoción. Para legitimar su actuar, elabora discursos y se hace acompañar de agentes empresariales en la ejecución de obras o en la aplicación de acciones.3 En lo que va del siglo, se pueden distinguir tres discursos para un mismo fin: apoyar la consolidación turística para la ciudad. El primero de ellos fue cuando se intentó poner las bases para su crecimiento; el segundo, cuando se propuso la actividad como motor de desarrollo, coincidentemente cuando el centro histórico de Oaxaca obtuvo la declaratoria patrimonial en 1987; y tercero, posterior a los conflictos sociales de 2006 y que hasta el año 2019 existía: recuperar un crecimiento que se vio afectado.

Después de décadas de fomento turístico a la ciudad, se observa el desarrollo de procesos morfológicos y socioespaciales, importantes de analizar por los posibles efectos que genera su reproducción. Desde el primero, se observa que la adaptación de la ciudad a las actividades comerciales o turísticas, provocan cambios físicos que en ocasiones vulneran su estructura arquitectónica. Los inmuebles ubicados en el primer cuadro de la ciudad son ejemplo de ello. Cuando se rehabilitó el exconvento San Pablo, se cuestionó el papel de las instituciones encargadas de resguardar el patrimonio —el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el gobierno municipal—, además de intelectuales como Francisco Toledo, por permitir y tolerar la sustitución de materiales y las modificaciones de interiores que efectuó la Fundación Alfredo Harp Helú (FAHHO).

Este hecho contrasta con lo que sucede en el lado habitacional, donde se observan tantos obstáculos en la obtención de una licencia para rehabilitar o adecuar inmuebles que los propietarios con frecuencia terminan desistiendo o infringiendo la normativa. Tenemos conocimiento de al menos dos casos en los que las solicitudes de obra fueron rechazadas: una porque debían emplear materiales originales y eso aumentaba los costos de construcción, difíciles de absorber para propietarios con recursos mínimos, y otra porque se tenía la intención de ampliar una cochera para facilitar el traslado de una persona de la tercera edad. En general, se percibe una ambivalencia reglamentaria: por un lado, hay poca flexibilidad en la adaptación de inmuebles con usos habitacionales, pero por el otro, hay una abierta disposición en adecuaciones para fines comerciales, sean turísticos o tradicionales. Este proceder puede afectar el sentido de centro histórico: de caracterizarse como centro patrimonial vivo se transformaría en un espacio marcado por la museificación, como lo advierte la literatura para otros espacios que experimentan avanzados procesos de despoblamiento. Es decir: se volvería un parque temático turístico.

La importancia de la conservación de inmuebles históricos no sólo radica en su atractivo turístico o incluso en la necesidad de preservar el estatuto de Patrimonio de la Humanidad, que le fue otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), sino también en el hecho de sintetizar parte de una identidad y cultura oaxaqueña. En ese nivel, cabe plantearse si la disyuntiva es determinar qué proceso tiene más peso, si una recuperación de inmuebles según intereses específicos o un abandono, lo cual aceleraría su deterioro.

A este fenómeno donde se presenta una conjugación de la aplicación de la normativa a conveniencias y otro de dependencia económica, como lo es actualmente la actividad turística, habría de sumar lo que ocasionan los sismos, fenómeno natural de ocurrencia periódica en la zona. La ausencia de políticas preventivas y de recursos para rescate y mantenimiento de inmuebles históricos, como se evidenció en septiembre de 2017, ponen en duda su existencia. En la actualidad son pocos los vestigios originales que aún quedan en estos inmuebles.

Desde el aspecto socioespacial, el desarrollo de la turistificación en el centro histórico de Oaxaca incentivó el despliegue de tres procesos urbanos: la expulsión de población tradicional residente, el reemplazo de población por nuevos ocupantes y, finalmente, la modificación en el uso del espacio público. Las variables de ubicación, valores de renta o venta de inmuebles en el perímetro de lo denominado centro histórico, permiten comprender el desenvolvimiento en dichos fenómenos en el entendido de que impactan de manera directa en el uso de suelo, sea este habitacional o comercial, y no sólo se queda a ese nivel, sino que también trasciende a la dinámica poblacional y económica del área. La existencia de un escaso mercado de suelo privado –correspondiente a un 30% del total municipal– para ofertar, detona en la elevación de los precios de los inmuebles por lo que no extraña a los promotores inmobiliarios que la ciudad registre los precios de venta en edificaciones más caras del país.4 Podría suponerse que los problemas sociales que atraviesa el estado, como el conflicto de 2006 —que una década después se reactivó mediante bloqueos, plantones, marchas, entre otras formas de protestas— revertirían la tendencia al alza de los precios inmobiliarios, pero los datos exponen sólo una desaceleración temporal en el crecimiento de las plusvalías, que normalmente oscila entre un 10 y 12% anual.

Entender la dinámica de precios de alquileres inmobiliarios en la ciudad implica realizar un comparativo de precios según usos —habitacional y comercial— para constatar la situación compleja que enfrenta la vivienda del centro. Se observa un diferencial en la ganancia que va de 50 a 100% cuando una edificación se destina a uso comercial; ello disuade a los propietarios de los inmuebles al uso habitacional y, en consecuencia, incita un proceso de expulsión poblacional.

De los inmuebles que aún cuentan con uso habitacional, su conservación depende de los objetivos de sus propietarios, de los posibles compradores, y de la ubicación del inmueble: si éste se encuentra cerca o sobre un corredor urbano, existe una alta probabilidad que se integre a un uso comercial. Los potenciales compradores son en su mayoría comerciantes cuya finalidad es invertir en el área o expandir su negocio. En menor medida los mismos residentes efectúan la compra con el propósito de permanecer en la zona y el tercer lugar lo ocupan los extranjeros y artistas. En el caso de estos últimos, el deseo de insertarse en el mercado del arte, actualmente en boga en Oaxaca, incita a un cambio de residencia. Por su parte, los extranjeros, a quienes les atrae el ambiente patrimonial y cultural de la ciudad, aunado a las ganancias obtenidas debido al cambio de divisas, se ven beneficiados al invertir en determinado bien. Este perfil lo integran principalmente personas de la tercera edad, jubilados, de nacionalidad estadounidense o canadiense. La inserción de nuevos residentes a la zona llama la atención de valuadores, no sólo por el tipo de población que llega al centro, también porque su actuar impacta en las plusvalías de la zona: no obedece a precios de mercado, compran al costo que oferta la población, en consecuencia, la compra resulta sobrevaluada, coartando las posibilidades de la población local en adquirir un bien. De continuar esta dinámica, se advierte un reemplazo de población tradicional por otra de nivel socioeconómico mayor, sin que hasta el momento se confirme la existencia de un vasto proceso de gentrificación. Cabe advertir que las movilizaciones sociales registradas en el área mitigan esta dinámica.

La distribución espacial que actualmente muestra el comercio en el centro histórico de Oaxaca obedece a la ejecución de políticas urbanas desarrolladas por los gobiernos estatal y municipal durante décadas. El énfasis en el mejoramiento de imagen de ciertos sectores y la definición de corredores urbanos, por mencionar algunas acciones, estimularon la producción de zonas comerciales delimitadas según sus funciones tradicionales o turísticas. Los valores de renta o venta de inmuebles no intervienen en su destino, en ambos usos los costos de oferta son equiparables.5 Por ejemplo, si se parte de la Alameda hacia el noreste el destino es netamente turístico; y del zócalo hacia el suroeste su ocupación es tradicional. Esta dinámica impacta la producción del espacio, definido por ofertas comerciales y gobierno. Población o residentes tenderán a recorrer áreas tradicionales para realizar sus actividades cotidianas; mientras que los turistas optarán por espacios destinados al entretenimiento y al ocio. Asimismo, debido a la sucesiva toma del zócalo por distintas organizaciones sociales, el gobierno recientemente modificó la ruta del desfile delegacional que abre las festividades de la Guelaguetza, lo que altera los recorridos turísticos tradicionales. Esta acción permite cuestionar el propio uso de los espacios que ahora se integran al desarrollo de ese tipo de celebraciones.

Como se advierte, no sólo la dinámica turística incide en el desarrollo de transformaciones morfológicas y socioespaciales en el centro histórico de Oaxaca, también lo hace el comercio tradicional, pero en menor medida. Quienes han modelado este proceso segregativo a través de obras y acciones desarrolladas durante décadas son los gobiernos estatal y municipal. Queda pendiente conocer la postura gubernamental sobre el desarrollo de estos procesos, pero principalmente indagar si las autoridades están conscientes que su actuar alimenta la reproducción de estos fenómenos. Cabe agregar que lo que ahí sucede, no es exclusivo del área, sino que pareciera ser un común denominador en las zonas patrimoniales mexicanas, aunque no todos muestren los mismos niveles de desarrollo o avance de los procesos aquí enunciados.

 

Mabel Yescas Sánchez
Doctora en geografía, UNAM. Maestra en Estudios Urbanos, El Colegio de México


1 Hiernaux-Nicolas, D., y González-Gómez, C. I. “Patrimonio y turismo en centros históricos de ciudades medias. ¿Imaginarios encontrados?”, URBS, 5(2), pp. 111-125, 2015.

2 González-Hernández, G. M. Circo sin pan. Regeneración y mercantilización en el Centro Histórico, Ciudad de México, Universidad Autónoma de Zacatecas/Miguel Ángel Porrúa, 2014.

3 Yescas-Sánchez, M. “La turistificación en el centro histórico de Oaxaca”, Estudios críticos del desarrollo, VIII(14), pp. 75-111, 2018.

4 Sánchez, V. “Oaxaca, con las casas más caras del país; incluso, más que frente al mar”, Noticias Voz e Imagen, 2017.

5 Yescas-Sánchez, M. “La turistificación en el centro histórico de Oaxaca”, Estudios críticos del desarrollo, VIII(14), pp. 75-111, 2018.

https://labrujula.nexos.com.mx/la-turistificacion-como-detonador-de-procesos-urbanos-en-el-centro-de-oaxaca/



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