Historia de los
Derechos Humanos 4
Totalitarismos y esclavitud durante
el siglo XX
A principios del siglo XX la esclavitud prácticamente había
dejado de existir. En unos pocos países continuaba siendo legal, mientras que la gran
mayoría ya la había abolido durante el siglo anterior. Como en la actualidad,
existían distintas formas y grados de relaciones de servidumbre, pero la
esclavitud tradicional, al margen de unos pequeños reductos, parecía que era ya
definitivamente un capítulo de la historia pasada.
No obstante, de forma inesperada en
distintos lugares y momentos emergió una nueva forma de trabajo esclavo, vinculada a las grandes convulsiones sociales de carácter bélico o
revolucionario que se produjeron. De forma paradójica, esto sucedió a veces en
el seno de sociedades extraordinariamente cultas, como en el caso de Alemania.
Tras su llegada al poder, el régimen
nazi organizó un metódico sistema de campos de trabajo forzado, alimentados primero con la represión interna y luego con
las deportaciones procedentes de los países invadidos (no nos ocuparemos ahora
de los campos estrictamente de exterminio, ya que a pesar de su estrecha
relación con los campos de trabajo su objetivo era ya de entrada obviamente
otro; en el complejo de Auschwitz, integrado por distintos campos, los
había de los dos tipos).
El modelo esclavista ideado por el
nazismo recoge características de modelos esclavistas anteriores: la esclavitud como derecho del más fuerte o de conquista, la
presunta inferioridad de las personas esclavizadas, el derecho absoluto sobre
el esclavo, incluso sobre su vida (no importa que el trabajador forzado muera,
ya que no hay ninguna dificultad en sustituirlo con nuevos deportados), su
justificación como necesidad económica y productiva de los proyectos de
desarrollo del Estado, etc.
"Después
de 1938, los nazis explotaron cada vez más el trabajo forzado de los 'enemigos
del estado', supuestos antisociales y presuntos criminales, para obtener
beneficio económico y cubrir la desesperante escasez de mano de obra. (...)
Cuando Alemania conquistó Polonia en el otoño de 1939 y estableció el
Generalgouvernement, las autoridades de ocupación alemanas exigieron que todos
los hombres judíos y polacos realizaran trabajos forzados no remunerado. (...)
A comienzos del verano de 1940, las SS regionales y las autoridades civiles de
la Polonia ocupada ya explotaban a los judíos en campos especiales de trabajos
forzados para judíos bajo la jurisdicción de las SS, las autoridades civiles o
militares alemanas. (...) A partir de 1940, las autoridades alemanas arrestaron
a civiles polacos, tanto hombres como mujeres, y los deportaron al Reich para
que realizaran trabajos forzados en fábricas y granjas alemanas. (...) De 1942
a 1944, los alemanes deportaron a casi tres millones de civiles soviéticos a
Alemania, Austria y Bohemia-Moravia para que realizaran trabajos forzados.
(...) Los alemanes también deportaron a civiles de otros países europeos
ocupados para que trabajaran en el Reich. En agosto de 1944, más de 7.500.000
de trabajadores no alemanes fueron registrados al servicio del Reich; la gran
mayoría eran personas que realizaban trabajos forzados."
Los trabajos forzados en profundidad.
Enciclopedia del Holocausto
www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10007788
(2010)
Japón también aplicó una política de trabajos forzados en
los territorios ocupados durante su expansión imperialista por el sureste
asiático,
obligando a sus habitantes a trabajar en condiciones de esclavitud en las
industrias necesarias para sus proyectos bélicos: la minería, las acerías, las
fábricas de armamento y las grandes construcciones.
Junto a las experiencias de Alemania y
Japón relacionadas con la explotación laboral en condiciones de esclavitud en
campos de concentración, ocupan un lugar principal, tanto por el volumen de
población afectada como por su duración, las experiencias de las dictaduras
socialistas: el gulag soviético, los laogai chinos y los campos de
reclusión de Corea del Norte. En el caso de la Unión Soviética,
Alexander Solzhenitsyn, condenado a ocho años de trabajos forzados por sus
opiniones antiestalinistas, nos dejó un testimonio descarnado de su experiencia
en "Archipiélago Gulag":
"¿Cómo se llega a este misterioso Archipiélago?
Continuamente vuelan hacia él aviones, navegan barcos, se arrastran
ruidosamente los trenes, pero no llevan ningún letrero que indique el lugar de
destino. (...) Y para los que van allí (...) hay una sola y obligatoria forma
de llegar: a través del arresto. (...) Ello también se debía a que la gente
desconocía el mecanismo de las epidemias de arrestos. Los 'Órganos" casi
nunca tenían sólidas razones para preferir el arresto de alguien en
concreto; lo que les importaba era alcanzar las cifras establecidas. (...) no
creo equivocarme al afirmar que la 'riada' del 37-38 no fue la única ni la
principal, aunque quizás una de las tres más importantes riadas que atascaron
las hediondas y tenebrosas tuberías de nuestro alcantarillado carcelario. Antes
de ella se produjo la riada de los años 29-30, un buen río Obi, que arrastró a
la tundra y a la taiga a unos millones de campesinos. (...) Y después hubo la
riada del 44-46, un buen Yenisei: las tuberías del alcantarillado arrastraron
'naciones' enteras y a millones y millones de prisioneros (...)."
Arcipiélago Gulag. Plaza & Janés.
Barcelona, 1974 (p. 13, 20, 31)
En el caso de China, los laogai empiezan a funcionar a gran
escala tras la Revolución Cultural de 1966. Desde entonces se calcula que han
pasado por ellos alrededor de cincuenta millones de personas. Al parecer, los
laogai (al igual que los campos de reclusión y trabajos forzados de Corea del
Norte), siguen existiendo en la actualidad, alimentados con millones de
personas, opositoras reales o imaginarias:
"En el mundo se conocen los campos de concentración
nazis y el gulag soviético, pero apenas se sabe nada sobre la articulada
complejidad del sistema de campos de trabajos forzados que habían mantenido, y
mantienen, encarcelados a millones de ciudadanos chinos en condiciones brutales
y deshumanizadoras, y en la mayoría de los casos, sin sentencia ni juicio
previo."
Harry Wu, entrevista de Yolanda Monge.
Con los juguetes chinos se compra sangre de presos. El País, 26-4-2008 (Harry
Wu es escritor y activista de los derechos humanos; estuvo encarcelado desde
los 23 hasta los 42 años)
A una escala mucho menor que las grandes redes de campos de
trabajos forzados que durante el siglo XX se organizaron en los países
mencionados, se pueden situar las colonias penales como las que durante el
siglo XIX el Reino Unido mantuvo en Australia y Francia en la Guyana
francesa. A los penales del siglo XIX se enviaba a los condenados por
distintos delitos, en teoría con la idea entonces bastante común de que el
trabajo forzado no era sólo una pena justa sino también una buena medida para
reeducar aquellas personas. Pero de la misma forma que entonces se podía llegar
a un penal por delitos objetivos, por ejemplo el asesinato, lo cierto es que
también era una vía para deshacerse de personas indeseables, como marginados
sociales, desempleados crónicos, alcohólicos, etc.
Durante el siglo XX los sistemas
dictatoriales de derechas y de izquierdas manejaron argumentos parecidos, pero
la logística que pusieron en marcha y las personas que resultaron afectadas se
movieron en una escala hasta entonces absolutamente desconocida: amplios
sectores de la sociedad, millones de personas (en ocasiones poblaciones o
regiones enteras), se vieron privadas de libertad y obligadas al trabajo
forzoso. Los motivos en muchos casos eran completamente arbitrarios, una
arbitrariedad que se disfrazará con la oportuna distorsión de las causas por
las que se efectuaban las detenciones, calificando a los detenidos según los
casos como subversivos, antisociales, criminales o lo que hiciera falta.
Los países que se han mencionado son
los más conocidos y el más significativo por el volumen de personas afectadas y
por la duración de sus sistemas de trabajo esclavo. Pero no son los únicos.
Desgraciadamente, dentro de esta categoría se pueden incluir las experiencias
de otros regímenes dictatoriales. Por ejemplo, con los mismos criterios de
productividad económica, castigo y desprecio de los condenados, tras la
Guerra Civil se organizó en España el Servicio de Colonias Penitenciarias
Militarizadas, nombre con el que se bautizó la red de campos de trabajo forzado
del franquismo:
"Se
trata de la explotación laboral sistemática de centenares de miles de
prisioneros políticos republicanos por parte de la dictadura, que les utilizó
de hecho como auténticos esclavos prácticamente hasta las mismas postrimerías
del franquismo, en concreto hasta el año 1970, cuando todavía algunas empresas
privadas españolas tenían a su servicio a presos políticos obligados a realizar
trabajos forzados para ver reducidas sus fuertes condenas de cárcel. (...) casi
siempre en unas condiciones laborales y de vida infrahumanas, constantemente
sometidos a todo tipo de vejaciones y malos tratos, y apenas sin recibir ningún
tipo de salario o contraprestación económica, sólo con la esperanza de poder
redimir parte de sus casi siempre muy largas condenas de prisión, impuestas
mediante el uso y abuso sistemático de la Ley de Responsabilidades Políticas, a
través de los trabajos forzados."
Jordi García Soler. Los esclavos del
franquismo. El Siglo, 25-3-2002
www.nodo50.org/foroporlamemoria/documentos/esclavos_franquismo.htm
(2010)
La esclavitud sexual en los conflictos armados
Decíamos al principio que durante el
siglo XX aparecieron renovadas formas de esclavitud. Una de ellas fue la
esclavitud sexual a gran escala que se organizó durante el expansionismo alemán
y japonés de la Segunda Guerra Mundial: con el objetivo de satisfacer a las
tropas, se calcula que alrededor de 34.000 mujeres europeas fueron
forzadas por los nazis a dedicarse a la prostitución. Los japoneses aplicaron
la misma política, tanto en China antes ya del inicio de la Segunda Guerra
Mundial como en los otros países que ocuparon:
"Hasta 200.000 mujeres y niñas fueron obligadas por
el ejército japonés a soportar situaciones de esclavitud sexual antes de la II
Guerra Mundial y en su transcurso. Las esclavizaron y las violaron
reiteradamente durante meses o años. Muchas fueron torturadas y maltratadas
?golpeadas, apuñaladas o quemadas con cigarrillos. La mayoría tenían menos de
20 años; algunas, sólo 12. Humilladas y avergonzadas, las sobrevivientes
(llamadas eufemísticamente "mujeres de solaz") guardaron silencio
durante decenios. Quedaron muy traumatizadas, y durante más de 50 años la
mayoría sufrieron aislamiento, vergüenza, problemas de salud mental y física y
pobreza. Un gran porcentaje de ellas no se casaron jamás. Muchas quedaron
incapacitadas para procrear debido a lesiones internas o a enfermedades de
transmisión sexual."
Amnistía Internacional. Todavía
esperando justicia, 22-2-2006
asiapacific.amnesty.org/library/Index/ESLASA220022006?open&of=ESL-JPN
(2010)
Este sometimiento humillante, nunca suficientemente
resaltado (las autoridades japonesas siempre han intentado minimizarlo, y
cuando se ha convertido en un hecho público e innegable han procurado limitar
sus responsabilidades, por ejemplo evitando las compensaciones en aquellos
casos en los que todavía era posible), forma parte del papel subordinado que
todas las sociedades han otorgado a la mujer, y que si en tiempos de paz ya las
sitúa en una posición de inferioridad y de dependencia, en tiempos de
conflictos armados las convierte, junto con la infancia, en la población más
vulnerable:
"Se
estima que cerca del 90% de las víctimas de guerra en la actualidad son
civiles, la mayoría de ellos mujeres y niños, en contraste con lo que sucedía
hace un siglo, cuando el 90% de los que perdían sus vidas era personal militar.
Aunque comunidades enteras sufren las consecuencias de los conflictos armados,
las mujeres y las niñas se ven particularmente afectadas debido a su condición
jurídica y social y su sexo. A menudo las partes en un conflicto violan a las
mujeres, y en ocasiones utilizan las violaciones sistemáticas de las mujeres
como una táctica de guerra."
Naciones Unidas. La mujer y los
conflictos armados, 2000
www.un.org/spanish/conferences/Beijing/fs5.htm
(2010)
Otras esclavitudes
Los campos de trabajos forzados y la
esclavitud sexual durante la Segunda Guerra Mundial no agotan, en absoluto, el
extenso catálogo de formas de esclavitud que se produjeron durante el siglo XX,
o que siguen vigentes en el siglo XXI. Siguen existiendo tanto formas atávicas
de esclavitud en algunos países árabes (Sudán, Mauritania), como en otros
países distintas formas de esclavitud por deudas (Pakistán, India), secuestros
de personas con el fin de someterlas al trabajo forzoso (Brasil), prostitución
forzada (en prácticamente todo el mundo, en muchos casos con niñas), etc. Los
ejemplos anteriores no son exhaustivos (haría falta una dedicación y un espacio
mucho mayores, algo así como una extensa enciclopedia de la esclavitud), de la
misma forma que tampoco son exhaustivos los ejemplos de los pocos países
reseñados; sólo se facilitan para dar una idea de las dimensiones del problema
https://www.amnistiacatalunya.org/edu/es/historia/inf-esclavitud-s20.html
El Holocausto
"Genocidio: Exterminio o eliminación sistemática
de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o
nacionalidad."
Diccionario de la Real Academia Española
Hitler es nombrado canciller de
Alemania en 1933. Los sectores, minoritarios, que entonces se oponen al
programa del partido que Hitler lidera, el Partido Nacionalsocialista Obrero
Alemán (NSDAP), son rápidamente desactivados: el primer campo de concentración
que se crea es Dachau, el mismo año, dos meses después de la llegada al poder
de Hitler, y su objetivo es la confinación de estos disidentes (básicamente,
comunistas y socialdemócratas).
Una de las características del
nazismo era el antisemitismo. En el programa fundacional de 1920 del NSDAP, ya
se incluía una referencia explícita a los judíos:
"Nadie, fuera de aquellos por cuyas venas circule
sangre alemana, sea cual sea su credo religioso, podrá ser miembro de la
Nación. Por consiguiente, ningún judío será miembro de la nación".
En su libro 'Mi lucha' (1925), Hitler también expone con
claridad (y de manera reiterada), su punto de vista sobre los judíos. Por
ejemplo:
"El judío es y será siempre el parásito típico,
un bicho que, como un microbio nocivo, cuando encuentra las condiciones
adecuadas se propaga cada vez más. Su acción vital se parece a la de los
parásitos de la Naturaleza. El pueblo que le hospeda será exterminado con mayor
o menor rapidez."
Cuando el partido
nazi llega al poder no es el único partido (alemán o de otros países), con
características antijudías en su programa. El antiguo antisemitismo religioso,
a partir del siglo XIX se transforma en presuntamente científico, y se difunde
en Europa a partir de ideas de pensadores como el Conde de Gobineau (Ensayo sobre la desigualdad de las razas
humanas, 1854). Esta labor "académica" va acompañada de la
difusión de bulos, como la atribución a los judíos de la autoría del libro
"Los protocolos de los sabios de Sión", según el cual existía una
conspiración internacional por parte de los judíos para hacerse los amos del
mundo. A pesar de que los argumentos de aquellos pensadores tenían muy poca
solidez (era sólo la excusa para el antisemitismo racista), y de que la
atribución de bulos era burda (sólo encubría un antisemitismo social, mediante
el cual se les podía acusar indistintamente de capitalistas y de bolcheviques),
a causa de los prejuicios existentes entre la gente, y de la intoxicación
propagandista, encontraban una parte de la sociedad que les daba crédito (la
primera publicación de los "Protocolos", a principios del siglo XX en
Rusia, inicialmente tenía el objetivo de justificar los ataques a judíos en la
Rusia zarista).
"El aspecto más asombroso de la historia de este
libro reside en que, aunque la falsificación fue rápidamente descubierta,
siguió expandiéndose como un virus imparable. (...) La historia más dramática
de los Protocolos comenzó a partir de los años 20, cuando fue recuperado por la
propaganda nazi para justificar el contenido antisemita de su ideología. (...)
Después de la llegada de los nazis al poder, el responsable de la propaganda,
Josef Goebbels, dio instrucciones de distribuir el libro y defender la tesis de
su autenticidad." Luisa Corradini, La Nación, 20/11/2005
A partir de 1933, los decretos para
ir marginando a los judíos de la vida pública alemana se irán sucediendo (como
la Ley para la Restauración de la Función Pública, del mismo año). El siguiente
hito importante son las Leyes de Nuremberg, en 1935, en las que a partir de
la discriminación racial se establecen nuevas restricciones para los judíos
(que permiten una escalada de los abusos contra ellos). No obstante, hasta este
momento, oficialmente el objetivo de los nazis, en cuanto a los judíos, se
limita a su expulsión de Alemania. Parte de este objetivo lo consiguen de forma
reactiva, tal como deseaban sus promotores: dado el acoso creciente que sufren
los judíos, las expropiaciones o destrozos de sus comercios, su expulsión de la
docencia, las humillaciones y hostilidades públicas, etc., muchos optan
entonces por marcharse de Alemania.
¿Por qué no marcharon entonces
todos los judíos, a pesar del creciente acoso que sufrían? Algunos no marcharon
porque pensaban que aquella etapa pasaría, y volvería la normalidad (nadie
imaginaba que se pudiera llegar a lo que se llegó luego). Otros no sabían cómo
hacerlo, teniendo en cuenta que marchar suponía abandonar prácticamente todas
sus propiedades y recursos, a causa de las nuevas disposiciones legales contra
ellos. Y finalmente hay que tener en cuenta que las cuotas para acoger
exiliados judíos alemanes en otros países fueron limitadas.
De la expulsión del
"parásito" del que hablaba Hitler en 1925, a su
"eliminación", sólo había un paso. Era cuestión de tiempo, y el
tiempo transcurría con rapidez. "La noche de los cristales rotos"
(1938), es otro momento clave: los violentos pogromos (ataques a judíos) que
entonces se producen, acompañados de la quema de sinagogas, son oficialmente
espontáneos, pero de hecho están auspiciados y son permitidos por los
dirigentes nazis (la policía no interviene en ningún momento para impedirlos, y
los bomberos no intentan apagar el fuego de las sinagogas, sólo vigilan que el
fuego no se propague a otros edificios). El acoso, los asesinatos y las
masacres de judíos se van normalizando, ya no son excepciones, y también
empieza a confinarse judíos en campos de concentración.
"En el Prater una muchedumbre descontrolada
obligó a un grupo de judíos a ponerse a cuatro patas y comer hierba como si
fueran vacas. Otras veces les hacían lamer las calles o limpiar los urinarios
públicos con los mantos de oración, mientras multitud de austríacos se agolpaba
alrededor para mofarse. (...) Se dice que en los primeros días del 'Anschluss'
[Anexión] se suicidaron unos quinientos judíos."
Alexander Waugh. Los hechos corresponden a los primeros
días de la anexión de Austria por parte de Alemania (marzo de 1938). 'La
familia Wittgenstein' (Lumen, 2009, p. 290).
Tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1/9/1939),
se agrava todavía más el acoso a los judíos, sobre todo a partir del inicio de
la Operación Barbaroja, la invasión de la Unión Soviética (22/5/1941).
Entonces, a medida que el ejército avanza, en la retaguardia empiezan a operar
los 'einsatzgruppen', unidades
policiales dedicadas a las ejecuciones masivas, principalmente de judíos,
gitanos, líderes comunistas y soldados soviéticos prisioneros.
Asimismo, a partir del inicio de la
guerra se empiezan a crear en la Polonia ocupada los guetos, zonas cerradas en las que se confina a los judíos y de las
cuales no pueden salir. Las condiciones de vida en los guetos son cada vez
peores, a causa de la masificación y la falta de recursos. Luego, cuando los
nazis decidan vaciar los guetos (a partir de 1942), al tener a los judíos ya
concentrados será más fácil su traslado a los campos de exterminio.
El punto de inflexión definitivo es
la adopción de la Solución Final (20/1/942, Conferencia de Wannsee): a partir
de este momento ya no se trata de conseguir la marcha o la expulsión de los judíos
de Alemania, sino su exterminio de forma masiva y sistemática, tanto de los
judíos residentes en Alemania como de los residentes en los países que los
alemanes van dominando como resultado de su expansionismo bélico, o
pertenecientes a los países que colaboran con Alemania (el grado de
colaboración en cada caso será distinto; por ejemplo, Croacia dará todas las
facilidades, la Francia de Vichy también contribuirá, mientras que países como
Dinamarca o Bulgaria se opondrán tanto como podrán; incluso la Italia fascista
de Mussolini inicialmente se opondrá a las deportaciones de judíos).
Se empiezan a crear los primeros
campos exclusivamente de exterminio: Chelmno (1941), Belzec, Sobibor, y
Treblinka (1942). Se inicia la construcción de las cámaras de gas (en las que
se utiliza tanto el monóxido de carbono como el Zyklon B, originalmente un
pesticida). En algunos campos los judíos son gaseados en camiones adaptados
para esta finalidad, con el monóxido de carbono del motor. A causa de las
cantidades crecientes de cadáveres que se generan en las cámaras, para
eliminarlos se inicia la construcción de los hornos crematorios.
Al mismo tiempo, campos de trabajo
ya existentes se amplían para incorporar su sección de exterminio (junto a
Auschwitz, operativo desde 1940, en 1943 se construye Auschwitz II, Birkenau).
El asesinato de judíos (y de gitanos), se lleva a cabo ya de forma masiva,
"industrializada" y perfectamente regulada: por la extensa red
ferroviaria europea circulan constantemente trenes cargados de deportados
judíos, con destino a los campos de exterminio.
"Las operaciones de gaseo en Belzec comenzaron a
mediados de marzo de 1942. Trenes con entre 40 y 60 vagones de carga, cada uno
de los cuales transportaba entre 80 y 100 personas hacinadas, llegaban a la estación
de ferrocarril de Belzec. (...) A los judíos se les obligaba a desnudarse y a
pasar a través del 'tubo', que conducía directamente a las cámaras de gas,
señalizadas falsamente como duchas. Una vez que las puertas de la cámara
estaban selladas, los guardias auxiliares de la policía encendían un motor
instalado en una caseta ubicada en el exterior del edificio. El monóxido de
carbono se dirigía a la cámara de gas, matando a todo el que estuviera dentro.
El proceso se repetía con los deportados de los siguientes 20 vagones de
carga."
Enciclopedia del Holocausto.
encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/belzec
Es obvio que pasar del rechazo inicial hacia los judíos,
a un proyecto de exterminio generalizado, tal como ocurrió en la Alemania nazi,
requiere una ámplia complicidad social, sin la cual sería impensable un
proyecto de semejantes dimensiones. Requiere un trabajo previo, sistemático, de
educación y propaganda.
"Nuestros niños y niñas deben aprender a conocer
al judío. Deben aprender que el judío es la seta venenosa más peligrosa que
existe. Así como las setas venenosas crecen en todas partes, el judío se
encuentra en todos los países del mundo. Así como las setas venenosas a menudo
conducen a las calamidades más espantosas, el judío es la causa de la miseria y
la angustia, la enfermedad y la muerte".
Fragmento del libro infantil de uso escolar 'Der
Giftpilz' (La seta venenosa), de Julius Streicher, publicado el 1938.
research.calvin.edu/german-propaganda-archive/thumb.htm
"En las escuelas, los maestros
no nacionalsocialistas fueron sustituidos por miembros del Partido Nazi (...)
No es casualidad que el ministro encargado de educación fuera el mismo que de
la propaganda: Joseph Goebbels. Así, en las escuelas aprendieron que la raza
aria era superior al resto de razas, que los judíos eran parásitos abominables
y que el destino de Alemania era el dominio del mundo." José Vicente Mestre. 'El mayor de los silencios', Ediciones
Carena, 2017 (p. 31)
"De 1933 a 1945, los jóvenes
alemanes fueron incorporados en masa a la trituradora ideológica y militar del
nazismo (...) Las JH (Juventudes Hitlerianas) se convirtieron en la única
organización juvenil en Alemania a partir de 1936, cuando fueron prohibidas
todas las demás. (...) el adoctrinamiento de las JH desempeñó un importante
papel en los crímenes de guerra de la Wehrmacht y las SS (...) Estos jóvenes
cometieron crímenes de guerra y fueron el precedente de los niños
soldado."
Jacinto Antón. 'La factoría de los
cachorros nazis', El País Semanal, 30/10/2016
La educación y la propaganda serán usadas por el nazismo
de forma muy efectiva a partir de 1933. En pocos años, bajo el liderazgo de
Hitler como excepcional orador, se consigue que la mayoría de la población del
país esté dispuesta a participar en los delirios de grandeza
nacionalsocialistas y supremacistas, en los proyectos bélicos expansivos y en
los objetivos genocidas. Unos lo harán con entusiasmo, fanatizados. Otros de
forma interesada. O de forma acrítica, obediente, "es lo que se nos ordena
hacer". Y otros sencillamente por miedo a oponerse (un miedo invalidante
que también era uno de los objetivos de la propaganda). Al final, el resultado
es que entre los alemanes, en conjunto, la oposición activa al programa nazi es
mínima.
"La deportación de los judíos
y la aniquilación en las cámaras de gas no habrá sido posible sin la colaboración
de una serie de personas: funcionarios para trabajar en la elaboración de
ficheros, distintas fuerzas del orden para arrestar a los judios, otros
funcionarios para organizar y vigilar los campos, hombres para conducir los
autobuses hasta las estaciones, otros para llevar los trenes a los centros de destrucción,
para configurar los horarios... (...) En principio no habían hecho nada malo;
solo se habían encargado meticulosamente de su trabajo."
Annette Wieviorka. 'Auschwitz
explicat a la meva filla', P?rtic/Edicions 62, 2000 .
El nazismo exalta la obediencia a
los superiores como virtud suprema, la lealtad absoluta a los principios del
nacionalsocialismo, y la sumisión a la figura de Hitler, el líder carismático
(Führer, "caudillo"), llamado a reparar las humillaciones históricas
pasadas (la derrota en la Primera Guerra Mundial y las duras condiciones
impuestas por los vencedores), y devolver a Alemania el papel que le
corresponde en la historia, incluido el derecho a la expansión colonial hacia
el este, derivado de su presunta superioridad racial (en definitiva, el mismo
derecho que se habían otorgado los países europeos en distintas partes del
mundo durante los siglos anteriores).
"El tratado de Versalles había
comportado para Alemania, además de las indemnizaciones en metálico y en
primeras materias a los vencedores, las pérdidas territoriales de Alsacia y
Lorena, el Sarre, zonas de Polonia (...) Los sentimientos de humillación y
derrota hacían también que una buena parte de la población estuviera
predispuesta a los mesianismos y los mensajes propagandísticos (...) las
consignas sencillas formaron una poderosa corriente ideológica que iba animando
impulsos de odio y cólera en millones de alemanes y austriacos."
Rosa Toran. Vida i mort dels republicans als camps
nazis. Proa, 2002 (p. 18)
La consideración de la obediencia
como virtud, una obediencia que no debe cuestionar jamás las órdenes recibidas
(por bárbaras que sean), se integrará tanto en todos los escalafones de la
sociedad que, al finalizar la guerra, durante los Juicios de Nuremberg (1945) a
los máximos dirigentes nazis (y luego en los juicios sucesivos contra
responsables de niveles inferiores), se utilizará de forma sistemática como
defensa: "Yo sólo cumplía órdenes", irán reiterando los acusados,
alegando con ello que no podían ser condenados por lo que hicieron.
Al final de la guerra, el resultado
de aquel programa genocida meticulosamente organizado era que habían muerto
asesinados alrededor de seis millones de judíos (y unos 500 mil gitanos),
hombres mujeres y niños, de todas las edades y de todas las condiciones
sociales. Muchos murieron en los campos de exterminio, solo llegar a ellos,
gaseados y luego incinerados. Otros, antes de llegar a los campos, murieron
asfixiados en vagones de transporte de ganado o mercancías, durante días
encerrados y amontonados, sin comer ni beber. O murieron en sus lugares de
residencia, fusilados, ametrallados, apaleados, quemados vivos. O exhaustos
tras largas marchas. O utilizados como cobayas de laboratorio en los campos de
exterminio. Hasta 1945, murieron de todas las formas posibles, incluso como
forma de entretenimiento.
"En Ravensbrük, como en otros campos, se moría de
'muerte natural' de mil maneras: a causa del tifus, la disentería, el hambre,
las torturas, las inyecciones de gasolina en el corazón o las venas (...)
fusiladas, destrozadas por los perros, ensartadas en layas, a golpes de látigo,
aplastadas por los vagones de mercancías o la apisonadora, o ahogadas en las letrinas."
Neus Català. 'Testimoni d'una supervivent'.
Primera Plana - El Periódico, 2007 (p. 86)
"El Convoy Z (...) fue un tren
que transportó 351 personas: hombres, mujeres, niños, niñas y bebés. (...)
Llegó a Auschwitz el 17 de enero [1944] (...) fueron registrados e internados
en el campo específico de familias gitanas, en Birkenau, donde las condiciones
eran incluso más execrables que en el propio Auschwitz: la mitad murió en los
siguientes 6 meses a causa de las enfermedades, las fatigas, el hambre, la
extenuación, el frío. (...) Cuando el 2 de agosto de 1944 (...) decidieron
liquidar el campo gitano (...), tan solo quedaban 16 de los 351 que llegaron en
el Convoy Z. Y fueron asesinados en la llamada 'Zigeunernach', la noche de los
gitanos, el 2 de agosto de 1944, en la que los malditos nazis asesinaron a 2897
hombres, mujeres, niñas y niños, gitanos y gitanas."
Nicolás Jiménez González.
'Gitanizando', 11/07/2017 (pretendemosgitanizarelmundo.com)
Judíos y gitanos no fueron las únicas víctimas del
supremacismo homicida nazi. Las personas con discapacidades físicas y mentales
(el primer colectivo gaseado), los homosexuales, o los Testigos de Jehová
(estos por negarse a incorporarse al ejército), también fueron considerados de
la misma forma, prescindibles o indeseables, y por lo tanto eliminables.
"El Estado creó equipos médicos especializados que
visitaron clínicas, hospitales y sanatorios de todo el país, donde debían
decidir, junto a los médicos de los propios pacientes, quiénes iban a ser
enviados a las seis instalaciones con cámaras de gas que se establecieron:
Bernburg, Brandenburgo, Grafeneck, Hadamar, Hartheim y Sonnenstein."
Ramon Espanyol. Breve historia del Holocausto.
Nowtilus, 2011 (p. 127)
La población de los territorios del este, ocupados
durante la guerra, era considerada también perteneciente a una raza inferior, y
fue tratada como mano de obra esclava (o masacrada directamente). De hecho, el principal
motivo del inicio de la guerra había sido este, la expansión territorial, algo
que ya anunciaba el NSDAP en su lista de 25 puntos de 1920: "Exigimos
espacio y territorio para la alimentación de nuestro pueblo y para establecer a
nuestro exceso de población".
"Nunca sabremos cuántos ciudadanos soviéticos
perecieron en la guerra. Pero su tributo de sangre fue inmenso. (...) La
invasión de la URSS no tendría nada que ver con la de Francia, donde ya ondeaba
la esvástica. El Führer no concedía valor alguno a la vida de los soviéticos.
Daba igual que fueran soldados o civiles."
Domingo Marchena, La Vanguardia, 12/09/2020
"De la poca ropa que traían
consigo, sólo pudieron conservar un calzón y una camisa. Hay que subrayar que
era el mes de noviembre. En Mauthausen hacía más de diez grados bajo cero.
(...) Se les hacía trabajar en condiciones espantosas (...) y al cabo de tres
meses, de 7.000 prisioneros de guerra rusos venidos de todas partes no quedaban
más de 30 supervivientes."
Francisco Boix, declaración como
testigo durante los Juicios de Nuremberg ('El Fotógrafo del Horror', Benito
Bermejo, RBA, 2015)
"Vino un transporte de
mujeres. Eran todas soviéticas. Llegaron al atardecer y las colocaron en
hileras, fuera. Estábamos en el punto más despiadado del invierno. Al día
siguiente por la mañana cuando fuimos al trabajo continuaban allí, de pie, en
hileras. Algunas habían caído, muertas, tal vez desmayadas, no lo sé. Prohibido
tocarlas. Cuando volvimos del trabajo, por la noche, las mujeres continuaban en
el mismo lugar, inmóviles, pero desnudas. Al día siguiente por la mañana casi
todas estaban muertas. Pero unas cuántas desgraciadas continuaban allí, todavía
de pie. ¡Aquellos ojos!... Cuando volvimos del trabajo la plaza estaba vacía.
¿Empiezas a comprender lo que es Ravensbrück?"
Lola García Etxevarrieta, testimonio recogido per Mercè Núñez,
superviviente de Ravensbrück, en 'El carretó dels gossos', Edicions 62, 2005
(p. 47)
Entre los millares de deportados de distintos países
que, por un motivo u otro, fueron llevados a los campos de concentración,
estaban también más de 9.000 republicanos españoles apresados en Francia, de
los cuales cerca del 60% murieron en estos campos (la gran mayoría en
Mauthausen).
"Me dieron un número. Mariano Constante había
dejado de existir. Allí, en Mauthausen, me llamaría: Spanier 4584. (...) Al
formar me fijé en que un grupo de 40 o 50 de los nuestros, enfermos y agotados,
habían sido separados, entrando los últimos en las duchas (...) no los volvimos
a ver más."
Mariano Constante. Los años rojos; españoles en los
campos nazis, Martínez Roca, 1974 (p. 111)
Quienes al llegar a los campos no
eran fusilados o gaseados de forma inmediata, eran condenados entonces (judíos,
gitanos, soviéticos y el resto de colectivos de deportados de distintas
nacionalidades e ideologías), a una pena de muerte diferida, mediante el
extenuante trabajo esclavo, agravado por la desnutrición, el frío extremo, la
falta de abrigo, las palizas y los castigos, la masificación, los parásitos y
la aparición de todo tipo de enfermedades.
"Las armas letales eran en
Belsen el hambre, las enfermedades y la debilitación física. (...) los campos
de concentración no estaban pensados como prisiones sino destinados a la aniquilación,
ya fuera inmediata o posterior."
Andrew Peters, miembro de las tropas británicas
que liberaron Belsen (fragmento del informe reproducido en 'He sobrevivido', de
Agnes Sasson, RBA, 2002)
Hacia el final de la guerra, a esta
forma de exterminio se le añadió las llamadas marchas de la muerte, las
columnas de deportados que eran trasladados a pie y bajo condiciones
climatológicas durísimas, sin ropa de abrigo ni calzado adecuado, sin comer, durante
días, hacia campos más alejados del frente, y durante las cuales muchos morían
de agotamiento y otros, desfallecidos, al no poder seguir andando, eran
ejecutados de un tiro.
Después de esta referencia a los
distintos colectivos víctimas de la política concentracionaria y genocida nazi,
hay que remarcar de nuevo, de manera muy especial, que judíos y gitanos son las
víctimas m?s claras y representativas de la voluntad explícita de exterminio de
todo un colectivo. Por ello han merecido una atención especial, y por ello
también su genocidio tiene nombres propios, Holocausto (o Shoa) en el caso de
los judíos, y Porrajmos (en romaní) en el caso de los gitanos. Sobre este
punto, también hay que señalar que, desde el final de la guerra y hasta la
actualidad, el genocidio gitano ha merecido siempre una atención mucho menor
que el judío, por parte de la comunidad internacional.
"Si hay dos palabras que han caracterizado hasta
ahora el estudio del Genocidio Romaní bajo el régimen alemán del Tercer Reich
son: silencio y olvido, estas son palabras que nos evocan tristeza y dolor,
palabras que han acompañado hasta hoy la memoria del terrible sufrimiento
padecido por el pueblo Romaní a manos de los nazis."
Juan Molleja Martínez.
porrajmostebisterdontumareanava.blogspot.com , 8/1/2011.
Uno de los objetivos nazis era
llevar a cabo "una obra perfecta", no dejar ningún rastro de su
política genocida, algo que habrían conseguido si hubieran ganado la guerra.
Dado que la perdieron, el testimonio de los supervivientes y los restos de los
campos de exterminio quedaron como pruebas irrefutables (a pesar de los
esfuerzos que hacia el final de la guerra los alemanes hicieron por destruir el
mayor número de pruebas posible).
"Por todo el recinto del
campo se quemaban en hogueras cadáveres y ropas y el hedor era indescriptible
(...) a fin de eliminar las pruebas antes de que llegaran los aliados."
Agnes Sasson. Superviviente de Dachau y
Bergen-Belsen; al ser liberada en 1945 tenía 12 años. 'He sobrevivido', RBA,
2002 (p. 62)
"Los hombres de las SS
tenían mucha prisa en retirarse y en eliminar pruebas de la matanza. Volaron
las cámaras de gas y los hornos crematorios de Birkenau (...) estaban muy
ocupados en destruir pruebas. Una labor ingente, imposible de culminar con el
Ejército Soviético lanzado a la ofensiva."
Miguel Salvatierra.
"Auschwitz, sobrevivir al olvido". Hoy.es, 25/01/2015
No obstante, a pesar de las muchas pruebas, existen algunos
historiadores que niegan el Holocausto y los otros genocidios nazis, ya sea
poniendo en duda la voluntad de exterminio nazi de los colectivos afectados
(sólo habrían existido campos de concentración, no campos de exterminio, ni las
cámaras de gas, ni las incineradoras, ni los fusilamientos masivos), o las
cifras de muertos (se habrían sobredimensionado de forma exagerada). Los
negacionistas principalmente están vinculados a ideologías de extrema derecha,
o a países árabes en conflicto con el estado de Israel.
Las consecuencias del Holocausto
Las dimensiones del Holocausto (y
de las otras actuaciones genocidas nazis dirigidas a otros colectivos), fueron
de tal envergadura que finalizada la guerra, tras la creación en 1945 de la
Organización de las Naciones Unidas, en 1948 se aprobó la Convención para la
Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (el 9 de diciembre, un día
antes que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el 10). Su
aprobación no estuvo exenta de dificultades, ya que durante el debate sobre
aquello que debía ser considerado genocidio, la Unión Soviética se opuso, y
consiguió, que no se incluyera como tipificación de genocidio los crímenes
masivos cometidos por motivos "políticos", una mención que sí se
recogía en la resolución previa "El crimen de genocidio", de 1946
(con la exclusión, la Unión Soviética evitaba la consideración como genocidio
de las deportaciones masivas, las hambrunas provocadas y las masacres
estalinistas).
En el año 2005 las Naciones Unidas
designaron el 27 de enero como 'Día Internacional en memoria de las víctimas
del Holocausto'. Y en 2015, designaron el 9 de diciembre como 'Día
Internacional para la Conmemoración y Dignificación de las Víctimas del Crimen
de Genocidio y para la Prevención de ese Crimen'.
La palabra "genocidio",
antes inexistente, fue creada en 1944 por el abogado polaco-judío Rafael Lemkin
(huido de Polonia cuando fue invadida por Alemania). Combinó el término griego
'geno', que significa raza o tribu, con el término latín 'cidio', que significa
matar. Al año siguiente, el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg acusó a
los principales responsables nazis de "crímenes contra la humanidad"
(la palabra "genocidio" se incluyó en las actas del juicio, pero como
un término descriptivo, no legal).
Los orígenes del antisemitismo
Los orígenes del antisemitismo son remotos y están
vinculados a la aparición del cristianismo. Para los cristianos, los judíos
eran "el pueblo deicida", el causante de la muerte de Jesús.
"Los judíos son los más despreciables de todos
los hombres. Ellos son los pérfidos asesinos de Cristo."
San Juan Crisóstomo (347-407), Patriarca de
Constantinopla. Citado por José Eugenio Cordero ('Holocausto. Guía didáctica',
Hebraica Ediciones, 2009)
La expansión del cristianismo, y sobre todo su llegada
al poder (el cristianismo es declarado religión oficial del Imperio Romano en
el año 380), dará lugar a que, a partir de entonces, en los territorios por los
que se expande y asienta el cristianismo la relación con los judíos sea complicada.
Y de una "tolerancia" inicial, con el paso del tiempo, en algunas
ocasiones la animadversión histórica se acabará convirtiendo en persecuciones y
matanzas.
Ya se produjeron persecuciones de
judíos en la Hispania visigoda tras la conversión al catolicismo, en el 587,
del rey Recaredo (antes arriano). A partir de ese momento, los sucesivos reyes
visigodos fueron acentuando su antijudaísmo y desplegando medidas contra ellos.
En el VIII Concilio de Toledo (653), decía el rey Recesvinto:
"Denuncio la vida y costumbres de los judíos,
cuya contagiosa pestilencia mancha las tierras de mis dominios, pues habiendo
el Dios omnipotente exterminado de raíz todas las herejías de este reino, se
sabe que sólo ha quedado esta vergüenza sacrílega, la cual se verá corregida
por los esfuerzos de vuestra devoción, o aniquilada por la venganza de nuestro
castigo."
Citado en 'El antisemitismo en España. La imagen del
judío (1812-2002)', Gonzalo Álvarez y Ricardo Izquierdo, Ed. Universidad de
Castilla-La Mancha, 2002.
El antijudaismo se propaga por toda la Europa cristiana.
Por ejemplo, en el 1096, a comienzos de la Primera Cruzada, padecen persecución
y matanzas los judíos de Spira, Worms, Maguncia y Colonia. O se producen
expulsiones masivas, como la de España, decretada en 1492 por los Reyes
Católicos (o la de Francia en 1182, de Inglaterra en 1290, de Portugal en 1497,
de Nápoles en 1541, etc.).
La Europa cristiana convirtió? a
los judíos, sobre todo en momentos de malestares y crisis sociales, en chivos
expiatorios fáciles de señalar y a los que atribuir los males de turno. El
resultado fue que, durante siglos, los pogromos se fueron repitiendo de manera cíclica.
Esta situación cambio durante el
siglo XIX, gracias a la expansión y la influencia del principio de igualdad de
la Revolución Francesa. Sin llegar a una verdadera igualdad de oportunidades,
pero con mayores cotas de libertad, los judíos entonces pudieron progresar
socialmente. Y este progreso, a su vez, genera nueva desconfianza y envidia,
sobre todo en parte de la sociedad alemana
A falta del antiguo estigma
religioso, para justificar "de manera razonada" aquella animadversión
latente, la reacción fue, como ya se ha dicho anteriormente, la emergencia, a
partir del mismo siglo XIX, de un nuevo antisemitismo, presuntamente científico
(cultivado principalmente en Alemania): mediante teorías imaginativas y pruebas
inconsistentes, se engendra? un nuevo estigma, de tipo racial, según el cual
los judíos pertenecían a una raza inferior, y por lo tanto no podan pretender tener
los mismos derechos que los arios. Las teorías académicas se popularizaron,
influyeron en la política, y se crearon partidos con nombres tan explícitos
como el Partido Alemán Antisemita.
La nueva religión laica de la
"pureza racial", ya en el siglo XX, la incorporar a su ideario el
NSDAP de Hitler. Y entonces, el resultado de aquellas ideas, junto a la sensación
de omnipotencia e impunidad de los dirigentes nazis a causa de sus victorias en
todos los frentes al principio de la Segunda Guerra Mundial, ser lo que les
llevará a la barbarie y la locura de la "Solución Final": al
Holocausto o Shoa (y al Porrajmos, el genocidio gitano, y a todos los otros
asesinatos y masacres llevados a cabo por el nazismo).
Los dirigentes nazis crearon aquel
infierno (obviamente con la complicidad activa imprescindible de una parte
importante de la sociedad alemana), sabiéndose protegidos por la "cortina
de humo" de la confusión, la desinformación, el terror y las urgencias
generados por los múltiples frentes bélicos activos. O dicho de otro modo: la
guerra fue un "requisito indispensable" para poder poner en marcha la
maquinaria genocida, ya que en caso contrario, en tiempos de paz, habrá sido
imposible pasar del rechazo, la discriminación y el acoso previos (incluso con asesinatos
esporádicos), al proyecto de exterminio total posterior.
Los riesgos de un resumen
Es imposible entender el Holocausto sin ubicarlo en el
contexto histórico en el que se produjo (social, económico, político, militar,
religioso...). A causa de la extrema complejidad y extensión de este contexto,
es imposible apuntar aquí todas las características, matices y episodios de lo
que ocurrió desde la llegada de los nazis al poder, en 1933, hasta su derrota
final, en 1945.
El texto anterior sólo pretende ser
un esquema, inevitablemente limitado (y por lo tanto con lagunas importantes,
de diferentes tipos), de lo que ocurrió entonces. Para una mayor comprensión de
lo que fue el Holocausto y sus causas (hay quien afirma que es imposible llegar
a comprender lo que ocurrió), es imprescindible ahondar en su estudio, intentar
encajar, en la medida de lo posible, las distintas piezas que dieron lugar a
este genocidio.
Sobre todo, para intentar evitar
que nada parecido vuelva a ocurrir.
"No podemos comprenderlo; pero
podemos y debemos comprender donde nace, y estar en guardia. Si comprender es
imposible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las
conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también."
Primo Levi. 'Si esto es un hombre'
(1947), apéndice final de 1976. El Aleph Editores, 2005 (p. 218)
"Un suceso estructuralmente
parecido al Holocausto se puede repetir. Si queremos reducir ese peligro,
deberemos tener en cuenta las complejas premisas del género humano y no creer
que los antisemitas de ayer fueron personas completamente distintas de
nosotros."
Jits Aly. 'Por qué? los alemanes? ?Por qué?
los judíos?' Critica, 2012 (p. 275)
"Debemos sostener la terrible verdad del
Holocausto contra aquellos que la niegan (...) a fin de asegurar que las
generaciones futuras puedan comprender las causas del Holocausto y reflexionar
acerca de sus consecuencias."
Declaración del Foro Internacional de Estocolmo sobre el
Holocausto, Estocolmo, 30/1/2000
Los
que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver
por la tarde,
La comida caliente y los rostros
amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un
panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana invernal
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la
calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan
el rostro.
Primo Levi. 'Si esto es un hombre' (1947). Ed. El Aleph,
1987.
--
Bibliografía principal:
José Vicente Mestre. Nazismo y Holocausto, reflexión y memoria. Ediciones
Carena, 2012
Ramon Espanyol. Breve historia del Holocausto. Nowtilus,
2011
Annette Wieviorka. Auschwitz explicat a la meva filla.
P?rtic/Edicions 62, 2000
Enciclopedia del Holocausto. encyclopedia.ushmm.org
Las citas tomadas de distintas páginas de Internet han
sido recogidas todas el 2020.
https://www.amnistiacatalunya.org/edu/es/historia/inf-holocausto.html
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