LA MUJER EN LA COLONIA ESPAÑOLA
Personajes como Manuela Beltrán, las comuneras
llaneras, Clara Tocarruncho o Policarpa Salavarrieta ... abren campo
en la historia de la Nueva Granada; pero
al considerar su papel en los sucesos patrios, habría
que hacer distinción entre las mujeres criollas, las indígenas y las
esclavas negras, pues cada grupo enmarca valores que
definen su participación dentro de las comunidades por
las diferencias étnicas y culturales y su influjo en la sociedad.
El papel femenino en Latinoamérica cambió de acuerdo con
la posición de la mujer en la sociedad, pues uno es el de las criollas, otro el
de las indígenas y muy diferente el de las descendientes afroamericanas.
El carácter de las criollas fue el calco de las mujeres españolas cuyas aspiraciones se limitaban a sostener una conversación que no avergonzara a los varones, estar calificadas para administrar el hogar y ser cristianas honestas, recatadas y sumisas al marido. La pedagogía colonial, diferencial y excluyente, alejaba la mujer de las aulas y se enfocaba primordialmente a prepararla para el matrimonio y la maternidad, tesis que defendió la iglesia cuyo jerarcas sostenían que “como la mujer es un ser flaco, inseguro y muy expuesto al engaño, como lo mostró Eva... no conviene que enseñe”
Para las criollas y españolas la soltería era un baldón y una desgracia para la familia; su destino forzoso era el matrimonio, pero no tenían derecho a elegir al pretendiente, pues los padres arreglaban la boda previa concertación de la dote y los bienes que aportara la doncella.
La mujer indígena no se preocupaba por dotes ni por
el matrimonio eclesiástico; se unía a quien quería con bendición o
sin ella y abandonaba al marido si le resultaba un tarambana o no llenaba sus
expectativas. Era el pilar de la familia en su mundo trágico y difícil,
donde era forzoso trabajar para sostener a los hijos y pagar los
tributos, pues el aporte de su compañero, mísero peón en minas y haciendas, era
insuficiente para asegurar la subsistencia.
En cuanto a las mujeres negras, su calidad de esclavas las convertía en un bien al servicio de los patronos. No disponían del presente ni del futuro de sus hijos, eran objetos sexuales del amo y ni siquiera podía escoger compañero, pues ello dependía de la conveniencia de sus propietarios Las negras libertas tenían condiciones similares a las mujeres nativas; trabajaban por su cuenta y constituían hogares donde a menudo ellas eran la cabeza de familia.
El mayor obstáculo que encontraron todas las mujeres en la época colonial fue el acceso al conocimiento. La idea de educar a las mujeres, independientemente de su clase social, surgió a fines del período colonial como un reflejo de la Ilustración que vino con la dinastía de los Borbones. En 1591 se fundó un colegio en Popayán para atender a las hijas de los conquistadores, pero fue un caso aislado. Solamente al empezar el siglo XVIII empezó a popularizarse la educación femenina: En Ciudad de México en el año de 1802 asistieron 3.100 niñas a la escuela y en vísperas de la Independencia Doña Clemencia de Caycedo y Vélez fundó un convento en Santa Fe de Bogotá para educar niñas de todos los estratos sociales.
Pese a todo, pese a los
obstáculos y a la discriminación de género, en la colonia surgieron
mujeres que marcaron hondas huellas en sus comunidades. Repasemos algunos
casos:
CATALINA ERAUSO: LA MONJA ALFÉREZ
https://www.ecured.cu/Catalina_de_Erauso
Alta, andrógina, con mínimos pechos, voz grave y
una vida errabunda, Catalina Erauso y Pérez y Galarraga fue un personaje
violento del siglo XVI, que continúa siendo fuente de inspiración en el cine y
en la literatura.
Catalina nació en 1585 en San Sebastián, Guipúzcoa,
España, en el hogar de un militar distinguido. Eran tiempos de caballeros,
piratas musulmanes, monasterios y leyendas. La vida de esta mujer con arrestos
varoniles corrió tormentosa entre conventos y campos de batalla, en medio de
aventuras lésbicas, duelos, muertos, el mar, mesones de mala muerte y mansiones
señoriales. Nunca usó su nombre de pila, pues en sus correrías por Europa y
América figuró como Pedro de Oribe, Alonso Díaz, Antonio Erauso y Francisco de Loyola.
A los cuatro años de edad los padres de Catalina la
internaron en un convento dominico junto con sus hermanas, a fin de educarlas,
según los criterios católicos, en labores propias de su sexo para que al llegar
a la edad de matrimonio fueran desposadas como “Dios manda”. Pero la vida
monástica y el hogar no serían el destino de la jovencita que consiguió ropa de
hombre, se cortó el cabello y a los quince años de edad escapó del convento
para empezar una existencia errabunda.
Catalina anduvo de pueblo en pueblo trabajando como
paje de grandes señores; una reyerta la llevó a la cárcel y tras un mes entre
rejas dirigió sus pasos al puerto de San Lucar de Barrameda, donde el lunes
Santo de 1603 se embarcó con rumbo a América.
En Punta de Aragua, Venezuela, recibió el bautismo
de fuego en un combate contra una nave pirata holandesa. En un buque de un
pariente, que no la reconoció con su traje masculino, Catalina llegó a
Cartagena y luego a Nombre de Dios, en las costas caribeñas, donde asesinó al
capitán del barco, se robó 500 pesos y huyó hacia el Perú como ayudante de Juan
Urquiza. Una tempestad hizo naufragar la nave cerca del puerto de Manta, y
milagrosamente Catalina se salvó con su amo, quien la nombró administradora de
una vasta estancia, donde además de recibir dinero y vivienda tenía tres
esclavos a su servicio. Otra pelea la llevó a la cárcel de donde salió gracias
a los oficios de Urquiza y del Obispo que intervino haciéndole prometer que se
casaría con una tía del sujeto a quien había cortado la cara
Para evitar el matrimonio que haría evidente
su condición de mujer, Catalina huyó a Trujillo, donde la encarcelaron tras una
riña y volvió a recobrar la libertad con el auxilio de Urquiza. Siempre entre
líos y embrollos siguió a Lima recomendada por su protector, pero perdió el
empleo al ser descubierta andando entre las piernas de una cuñada del amo Así
que sin oficio, ni dinero y con un prontuario delictivo, Catalina se alistó a
las órdenes del capitán Gonzalo Rodríguez y marchó con la tropa colonial a
combatir a los aguerridos indígenas mapuches.
En 1609 las fuerzas de los caciques Ainavilu,
Anagnamen, Pelantaru y Longoñongo vencieron en campo abierto a los españoles,
usando las armas de hierro y las cotas de malla que arrebataron en otros combates
y con escuadrones de caballería tan disciplinados y valientes que envidiarían
los hispanos en sus luchas en Europa. En este combate en Puren, pereció el
capitán, y Catalina valiente, osada y con desprecio total por la vida tomó el
mando y resistió las cargas de los mapuches. Por ello recibió el grado de
Alférez, aunque merecía el de capitán, perjudicada, tal vez, por su prontuario
violento y la crueldad extrema que mostró ante los enemigos.
En Chile, Miguel de Erauso se desempeñaba como
Secretario del gobernador; una noche en un mesón hubo un altercado por un
motivo trivial y Catalina en medio de las sombras mató a Miguel, a quien
posteriormente identificó como uno de sus hermanos. Por los servicios en la
guerra araucana no fue condenada a muerte, pero se le desterró a Paicabé y
luego se le trasladó a Concepción donde este personaje violento, con sexo de
mujer pero con arrestos y apetito de hombre, asesinó al auditor general del
puerto.
Esta vez no había quién pudiera salvarla del
cadalso y para conservar la vida, Catalina cruzó los Andes con destino al
virreinato del Rio de La Plata, atravesando alturas desiertas, llenas de nieve
y barridas por los vientos. Un lugareño la recogió agonizante en medio de la
escarcha y la llevó a Tucumán, donde Catalina enamoró y prometió matrimonio a
la hija de la viuda india que lo acogió durante su convalecencia, en
tanto al mismo tiempo seducía a la hija de un canónigo.
Cuando recobró la salud, Catalina tomó rumbo a
Potosí con el dinero y las joyas de la hija del canónigo y se alistó nuevamente
en las filas de las tropas coloniales, participando en la matanza de Chuncos,
donde asesinaron vilmente a niños, hombres y mujeres mapuches.
En el año 1623 al verse herida y sola, Catalina
confió al Obispo de Guamanga su condición de mujer. Unas matronas atestiguaron
que sí lo era y además estaba virgen. El alto prelado perdonó sus excesos, la
vistió de monja y la internó en un convento; era algo así como encerrar un gato
en la alacena o poner al diablo a fabricar las hostias.
Las aventuras de Catalina llegaron a oídos del rey
Felipe IV que le concedió una pensión y a los del Papa Urbano VIII, quien le
otorgó la facultad de seguir usando ropas masculinas y nombre de varón. Pero la
existencia llana y tranquila no estaba en la mente de este guerrero confinado
en el cuerpo de una mujer; así que la monja alférez se embarcó hacia Cartagena
de Indias y de allí pasó a la Nueva España donde estableció un negocio de
arriería entre México y Veracruz.
Además de haber sido soldado, Catalina traficó con
ganado, se asiló en las iglesias, escapó al patíbulo, enamoró mujeres casadas y
pervirtió doncellas, fue monja, ladrona, asesina y encontró protectores sin
conocer varón. En México se pierden las últimas huellas de Catalina cuya
memoria es mitad verdad y mitad leyenda. Vida extraña y turbulenta
la de este personaje, antítesis de todo lo que podría esperarse de una tierna
niña educada en un convento.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
https://www.mexicodesconocido.com.mx/11-datos-de-la-vida-de-sor-juana-ines-de-la-cruz.html
Nació en México en 1651. Desde sus tiernos años esta criolla, hija de
vascos, asistió a la escuela vestida de varoncito para poder aprender las
primeras letras. Quizás para desenvolverse en un mundo sin las ataduras
de un marido, tomó los hábitos y en el convento dio rienda suelta a su
producción literaria que abarcó pasiones y esperanzas, ecos de un pasado
y críticas a una sociedad pacata y discriminatoria. “Hombres necios que
acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que
culpáis” fue el grito contra el machismo y la cultura patriarcal.
11 datos sobre la vida de
Sor Juana Inés de la Cruz
1. La fecha del nacimiento y muerte de Sor Juana han sido
muy discutidos. No obstante, las fechas que se consideran más precisas son el 12 de noviembre de 1651 -en el Estado de
México- para el nacimiento y el 17 de abril de 1695 -en
la Ciudad de México- para su defunción.
2. Su verdadero nombre era Juana Ramírez de Asbaje,
sin embargo, era conocida en el ámbito religioso como sor Juana Inés de la
Cruz. También recibió dos famosos epítetos como monja jerónima: Fénix de México
y Décima Musa.
3.
Sus padres fueron el capitán Pedro Manuel de
Asbaje e Isabel Ramírez. Desafortunadamente, Pedro Manuel falleció cuando Sor
Juana era aun muy pequeña. Poco tiempo después del deceso, su madre volvió a
casarse y a tener más hijos por lo que mandó a Sor Juana a vivir con su abuelo
materno.
4. Cuando la Décima Musa tenía tan solo 3 años y a través de
una pequeña mentira, obligó a la maestra de su hermana mayor a darle clases.
Fue así como logró aprender a leer y escribir a una edad muy temprana.
5. Después de que el abuelo muriera, Isabel Ramírez envió a
vivir con su hermana a la Décima Musa. Ahí aprendió a realizar los quehaceres
que en ese entonces correspondían al género femenino. Además, según el padre
Callejas, aprendió latín en tan solo 20 lecciones.
6. Posteriormente, entró como dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio
Sebastián, a la Corte Virreinal. Debido al gran conocimiento que tanto Leonor
como Sor Juana poseían, se volvieron muy cercanas.
7. Un dato curioso es que, en su Respuesta a Sor Filotea de la Cruz,
el Fénix de México cuenta que, en cuanto escuchó que consumir queso volvía
tonta a la gente, se privó de él de inmediato. De esta manera, Sor Juana
demostró que prefería por mucho el conocimiento y la inteligencia antes que
cualquier cosa.
8. En la misma Respuesta, Sor Juana relata que,
por lo menos una de las razones que tuvo para dedicarse a la vida religiosa fue
porque no quería contraer matrimonio. Además, este
estilo de vida -según creía- le garantizaría el tiempo y el espacio suficiente
para dedicarse a lo que más amaba: la lectura y la escritura.
9. Gracias al investigador Augusto Vallejo de Villa, sabemos
que Sor Juana escribió su primer poema a los 8 años. Este
lleva el título de Loa satírica en la festividad de Corpus Christi y
está compuesto por 360 versos en náhuatl -pues estaba dirigido a los indígenas-
y en español.
10. De 1676 a 1691, Sor Juana se aventuró en una forma
poética particular y popular en su época conocida como villancico. Algunos de
los villancicos que
escribió fueron en honor a la Purísima Concepción de Nuestra Señora.
11. La Décima Musa falleció por tifus y fue sepultada en el coro debajo de la iglesia del templo de San Jerónimo que se convirtió en la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Para buscar las raíces ancestrales y rebatir la imagen que forjaron los
españoles del nativo irracional, inculto y de malas costumbres, Sor Juana
estudió el lenguaje nahuatl y mostró la grandeza de la cultura azteca. Ella ha
sido uno de los grandes valores en la historia cultural mejicana.
MICAELA BASTIDAS
https://www.parroquialcogorno.edu.pe/noticias/sacrificio-de-tupac-amaru-ii-y-micaela-bastidas
Descendiente de africanos e indígenas, esta notable mujer se casó a la edad de quince años con Juan Gabriel Condorcanqui, Tupac Amaru II, a quien acompañó en su lucha contra los españoles hasta los últimos instantes de su vida.
Micaela fue una dama de armas tomar, de notable inteligencia, don de mando y gran ilustración; fue el cerebro del movimiento rebelde de los incas, se desempeñó como Secretaria de guerra, Jefe del Cuartel General en Tungasura, reclutadora, encargada de la parte logística de la revolución, fue consejera y combatiente.
Micaela presidió el Consejo de los Cinco que fijó las estrategias de campaña. Cuando las tropas coloniales atacaron la retaguardia indígena, la brava mujer con el apoyo de los curakas o jefes indígenas contuvo la ofensiva de las tropas coloniales y venció al enemigo en el puente de Pilpinto.
Micaela propuso reiteradamente el ataque a Cuzco, pero no la escucharon y en esa forma, los alzados en armas perdieron la ventaja táctica al comprometerse en escaramuzas sin importancia estratégica
Tras sangriento combate, las tropas coloniales capturaron a Tupac
Amaru, a su esposa Micaela y a su hijo Hipólito; los españoles ejecutaron con
sevicia a Hipólito en presencia de sus padres y luego se ensañaron con Micaela
a quien cortaron la lengua, la estrangularon y la remataron a golpes y
finalmente, ejecutaron cruelmente a Tupac
LA QUINTRALA
Una de las escasas reproducciones que existen de Catalina
https://myblog-arnaiz.blogspot.com/2011/03/la-quintrala-catalina-de-los-rios-y.html
En la iglesia de San Agustín,
en Santiago de Chile, se venera un Cristo con
una corona de espinas que se deslizó hasta su cuello en
el terremoto de mayo de 1647. Nadie lo toca, nadie lo mueve, pues
dicen que al hacerlo la tierra temblará y dejará en
ruinas a todo el territorio.
Esta imagen colonial del Cristo de la Agonía está
ligada a la leyenda de Catalina de los Rios Lisperguer, una poderosa
estanciera del siglo XVII, cuya vida es fiel retrato de la sociedad
de ese tiempo: cruel, fanática e inmersa en la guerra.
Catalina era mala, muy mala,
manipuladora, criminal y abusiva. No era la excepción:
era similar a muchas mujeres solitarias de los primeros años de la
colonia española, que debieron sobrevivir en un territorio hostil y alejado,
lleno de peligros y acechanzas, tal como le sucedió a la
amante del conquistador Pedro de Valdivia, Inés de Suárez, que
decapitó a siete caciques prisioneros en el asalto dirigido por
Michinalco el 11 de septiembre de 1541
Ese tipo de mujeres sanguinarias y enigmáticas
surgieron entre el caos y la barbarie, rodeadas por la
servidumbre de negros e indígenas, presta al ataque aleve Fueron
mujeres convertidas en padres y madres mientras los maridos luchaban al sur del
río Bio Bio contra las tribus mapuches o hacían frente a los malones de los
nativos en el centro chileno. Eran capitanas y guerreras en un ambiente donde
la compasión era debilidad y la ternura un signo de cobardía.
Quizás lo anterior explique la conducta cruel de
Catalina de los Ríos, aunque no justifique sus actos reprobables que se
convirtieron en leyenda negra.
La Quintrala es una enredadera de flores
rojas; por eso le dieron ese nombre a Catalina, una bella mujer de tez blanca,
cabello pelirrojo, elevada estatura y ojos verdes. En lo físico era la
conjunción de sangre mapuche, con española y alemana y espiritualmente
fue un torbellino donde confluyó lo peor de Europa con lo más malo
del Nuevo Mundo. Ella fue, sin duda, la antítesis de las damas de mantón y
encajes que frecuentaban los templos y conventos de Lima, Santa Fe o Nueva España.
La Quintrala nació en 1601 del
matrimonio de un encumbrado terrateniente, General del Real Ejército
y de una dama, aficionada a la hechicería que asesinó a latigazos a
una hija bastarda de su marido e intentó matar al gobernador Alonso de Ribera.
La Quintrala jamás acató la autoridad paterna, quizás por
ello envenenó a su progenitor con un pollo que le preparó cuando estaba
enfermo; aunque se reportó el crimen y todos los indicios apuntaban a Catalina,
la muerte de Gonzalo de los Ríos quedó en la impunidad por falta de pruebas y
por la intervención de la familia que quiso encubrir el escándalo.
Al morir su hermana, la Quintrala se
convierte en la mujer más poderosa de Chile: hereda haciendas a un lado y otro
de los Andes, es ama de centenares de esclavos, y maneja encomiendas indígenas.
A los 22 años de edad contrae matrimonio con un soldado
de fortuna que se convierte en juguete de sus caprichos y en cómplice de sus
crímenes. Catalina juega con sus amantes como el gato con los ratones, asesina
por lo menos a dos de ellos y cuando un fraile denuncia sus abusos con los
indios también lo manda matar.
Bajo el influjo de una bruja mapuche, la Quintrala
practica la hechicería y sin ninguna humanidad explota a los negros
y a los indios de sus estancias y encomiendas a quienes maltrata, tortura y
elimina sin que nadie la detenga, porque teniendo muchísimo dinero
era pródiga con los jueces.
En el año 1660 la Real Audiencia inicia una
investigación oficial ante la magnitud de las denuncias y comienza
un proceso en su contra; se le acusa de 39 muertes y se le condena por
catorce de ellos; no se encarcela pero debe pagar mil pesos por cada
negro y quinientos pesos por cada uno de los indios
asesinados.
Un día azotó a una esclava y derramó mercurio
ardiente sobre los latigazos, entonces se desprendió el Cristo que pendía de
una pared y la Quintrala sintió su mirada de reproche.
- Yo
no permito que ningún hombre me mire con mala cara- dijo- y arrojó el Cristo a
la Calle donde lo recogieron unos religiosos y lo ubicaron en un altar de la
iglesia de San Agustín-
Cuando enferma sintió que se le iba la vida, la
Quintrala acudió al Cristo, por remordimiento, tal vez, o aterrada por la
inminencia del infierno. Se postró a sus pies e imploró su misericordia.
Para borrar las culpas y ganar el cielo la
Quintrala ordenó la celebración de veinte mil misas, entre ellas quinientas por
los nativos que fallecieron por sus malos tratos. Además estableció una
capellanía para sufragar una procesión anual en honor al Santísimo y donó
cuantiosos bienes a los jesuitas. La Quintrala falleció a la edad de 61
años. Sus funerales fueron fastuosos, se encendieron mil cirios y con hábito de
San Agustín se le sepultó en el templo.
Catalina de Los Ríos Lisperguer fue la
figura femenina de Chile en el siglo XVI; su historia permaneció por
siglos perdida en los archivos coloniales hasta que el historiador
Benjamín Vicuña M. los desempolvó, la imagen de la Quintrala saltó
al estrellato en escritos, cine y
televisión.
https://historiayregion.blogspot.com/2013/06/la-mujer-en-la-colonia-espanola_5.html
https://www.mexicodesconocido.com.mx/11-datos-de-la-vida-de-sor-juana-ines-de-la-cruz.html
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