miércoles, 11 de mayo de 2022

 

VIDA, CIENCIA Y PERSONAJES

DE AL-ÁNDALUS



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Manṣūr b. Abī-l-Buhlūl, el cantor judío que trajo a Ziryāb a Córdoba

 

[s. IX] Abū Naṣr Manṣūr b. Abī-l-Buhlūl, llamado el Cantor Judío, cantor en las cortes de al-Ḥakam I ʿAbd al-Raḥmān II.

A finales del gobierno de al-Ḥakam I, gran admirador del canto, había cuatro cantores que destacaban en su corte y cada uno de ellos recibía 10 dinares mensuales además de abundantes regalos y ropas: Abū Ya’qūb, Ḥasan al-Ḥillī, Ḥasan al-Qarawī y Manṣūr el judío.

Al-Ḥakam I se enteró de que el famoso cantor persa Ziryāb estaba exiliado en el Magreb, concretamente en Kairuán y le invitó a unirse a su corte. Para ello envió un mensaje por medio de Manṣūr el Cantor Judío. Una vez que Ziryāb accedió a venir a Córdoba, ambos cruzaron el estrecho de Gibraltar desembarcando en Algeciras, no sin padecer una fuerte tormenta en la travesía.

Sin embargo, allí se enteraron de la muerte de al-Ḥakam I (21 de mayo 822) y Ziryāb quiso volver al Magreb. Pero Manṣūr convenció a Ziryāb para que hablara con el nuevo emir ʿAbd al-Raḥmān II a quien consideraba incluso más culto que su padre y un mayor amante de la música.

Ziryāb, entonces, escribió una carta al nuevo emir dándole el pésame por su padre. Manṣūr fue con la carta a Córdoba y allí:

[…] se encontró con una expectación, una alegría y un contento por su llegada que doblaba a la que había sentido su padre. Contestó a Ziryāb con una respuesta amable en que le llamaba a su lado, le anunciaba lo que podía obtener y le urgía a venir junto a él.

Muqtabis II, fol. 149

Ya establecido en la corte, desde muharran del 207H (mayo/junio 822), Ziryāb causó la admiración de todos. Incluso los cantores ya citados pidieron a éste que les enseñara su modo de canto. Pero Ziryāb, celoso de su arte, solo se lo enseñó a Manṣūr el judío, con quien tenía una relación cercana

Era inteligente, sagaz, sediento de aprender de Ziryāb, y por él se transmitieron muchas de sus canciones en todos los estilos.

Muqtabis II, fol. 153


BibliografíaHistoria de Al-Andalus según las crónicas medievales, Tomo VII, El gobierno del emir Abd al-Rahman II, Ed. Fajardo El Bravo.

 

Basilio, primer obispo de Muñó

[? . d. 949] Primer obispo de Muñó (c. 932 – d. 949)

La primera mención de un posible obispo de Muñó (fortaleza y cabecera de un alfoz a orillas del Arlanzón) es del 26 de julio del 932¹. Si bien aparece únicamente firmando como Basilio ob. sin mencionar la sede.

Sus siguientes apariciones son en cuatro documentos que presentan alguna interpolación: uno es el 26 de julio del 935² cuando un Basiluis episcopus testifica en una donación de Muniadonna, la madre del conde Fernán González, al monasterio de San Pedro de Cardeña; otro del 23 de diciembre de 941³, también de Cardeña, donde firma como Basilius, Dei nutu episcopus; y otro perteneciente al Cartulario de Arlanza, del 15 de marzo de 9424; y por último un documento de Cardeña del 3de septiembre de 9455.

El único documento en el que Basilio aparece asociado al nombre de su sede episcopal es un psalterio del 23 de enero del 949 del monasterio de San Pedro de Arlanza6 donde dice Regnante serenissimo rege Ramiro in Legione et egregio comite Fredinando Gundesalvi in Castella, atque pontificatum gerente Basilio episcopo sedis Munnioni Castelli.

Luego en estas fechas es ya indudable que el obispado existe y que su radio de acción se encuentra en la parte central del condado de Castilla, dejando el norte y el oriente a los obispados de Valpuesta y de Oca.

El siguiente obispo conocido de esa sede es Martín.

1.      J. Rodríguez: Ramiro II, rey de León, Madrid 1972, doc. 2, págs. 599-600.

2.      Martínez Diez, Gonzalo: Colección documental del Monasterio de San Pedro de Cardeña, Burgos, 1998. Doc. 27, págs. 53-54.

3.      Colección documental del Monasterio de San Pedro de Cardeña, doc. 36, págs. 64-66.

4.      Serrano,  L.: Cartulario de San Pedro de Arlanza, doc. 16, págs. 45-47.

5.      Colección documental del Monasterio de San Pedro de Cardeña, doc. 53, pág. 85.

6.      Millares Carlo: Corpus de códices visigóticos, nº 220, 147. Citado por Martínez Díez en Los obispados de la Castilla Condal.

 

 

https://www.condadodecastilla.es/personajes/man%e1%b9%a3ur-b-abi-l-buhlul-el-cantor-judio-que-trajo-a-ziryab-a-cordoba/

https://www.condadodecastilla.es/personajes/basilio-primer-obispo-de-muno/

 

Muñó


La antigua localidad de Muñó es uno de los lugares de referencia en los orígenes de Castilla y punto importante en su desarrollo histórico por varias razones. En primer lugar es una fortaleza avanzada sobre el valle del río Arlanzón que protege el condado de incursiones por su flanco sur. Además es sede de un obispado activo entre los siglos X y XI.

Hoy en día no existe una localidad llamada Muñó pero queda toda una comarca, el Alfoz de Muñó o Can de Muñó como recuerdo de su importancia. El castillo de Muñó se localizaba en lo alto del cerro hoy llamado El Castillo (909 m.), donde aún se pude observar esa forma de mota característica de restos de castillos totalmente derruidos y de los que hay más ejemplos en la zona como en Cabia. A su pie se erigió posteriormente la ermita de Santa María de Muño, en estilo gótico.


Ermita de Santa María de Muñó

El núcleo habitacional de Muñó se erigió en las cercanías de una antigua ciudad turmoga y romana, cuyo yacimiento se encuentra en la falda meridional del cerro. A un kilómetro escaso del cerro del castillo de Muñó se encuentra la localidad de Villavieja de Muñó, que etimológicamente ya nos dice que es la localidad más antigua de la la zona. Es posible que en el solar de su actual iglesia románica de San Adrián estuviera el edificio de la sede episcopal de Muñó. Aún hoy en día se puede ver en su fachada norte una estela procedente, con mucha probabilidad, de esa época.

Incorporación al condado de Castilla (fines s. IX)

Muñó y su entorno fue incorporado al condado de Castilla entre los años 882/884 (momento en el que se ocupan Castrojeriz, Ubierna y  Burgos) y 912 (cuando se alcanza la línea del río Duero). Es muy posible que, dada la etimología de Muñó, fuera el conde Munio Núñez, conde de Castilla (c. 899-909) y repoblador de Castrojeriz y Roa de Duero. Una hipótesis muy plausible es que siendo un lugar intermedio entre sus posesiones (desde Brañosera al norte hasta Roa de Duero al sur), Munio Núñez hiciera de Muñó el centro de su poder territorial en un momento en el que Castilla está fragmentada en varios condados o señoríos: por esa época Gonzalo Fernández es conde en Burgos y Gonzalo Téllez conde en Lantarón y Cerezo.

Sobre la etimología, aunque se suele apuntar a su posible repoblador, Munio Múñez, también existe una teoría que remonta el origen del nombre a época prerromana o romana, ya que en los años setenta se encontró en un fragmento de teja una epigrafía romana que dice MUN · ARCIA.¹

Muñó se convirtió en uno de los puntos fuertes para vigilar el valle del río Arlanzón. Su fortaleza es testigo de ello. Además, su importancia se vio acrecentada al ser también sede obispal cuyo primer obispo pudo ser Basilio, citado en el 932. En el 934 es posible que la localidad sufriera el ataque que ʿAbd al-Raḥmān III hizo contra el centro del condado castellano asolando Burgos San Pedro de Cardeña.

La primera mención documental de Muñó procede del reinado de Ramiro II. Un documento de San Pedro de Cardeña referido a una donación de propiedades en Cabia, localidad que se dice situada en el alfoz de Muñó: «… deinde in uilla que nuncupant Cauia, que est sita in alfoz de Munno…» Aunque el documento está datado un domingo del año 922 es posible que en la trasncripción se haya perdido una X y se refiera al año 932, ya dentro del reinado de Ramiro II².

Muñó sería una importante plaza incluso después de perder su condición de sede episcopal una vez que Burgos fue desde el 1085 la única diócesis de la zona.


Ermita de Santa María y Villavieja de Muñó desde el castillo

1.      Valdivielso Ausín, Braulio: El Alfoz de Muñó. Una comarca surgida en la época de la repoblación. Ayuntamiento del Alfoz de Muñó, 2008, págs. 29-30

2.      Martínez Díez, Gonzalo: Colección documental del Monasterio de San Pedro de Cardeña. Ed. Caja de Ahorros del Círculo Católico de Burgos, 1998, doc. 21, págs. 47-48

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CIENCIA ANDALUSÍ

 Ibn Sayyid, matemático andalusí

[Játiva, med. s. XI – Valencia, fin. s. XI] Abū Zayd ʿAbd al-Raḥmān b. ʿAbd Allāh b. Sayyid al-Kalbī.

Matemático, astrónomo y repartidor de herencias (faradi). Junto a al-Mutamán, rey de Zaragoza, e Ibn Mu’adh de Jaén forma el grupo de los tres matemáticos mas insignes del siglo XI andalusí.

Según el Libro de las categorías de las naciones, escrito en 1068 por Saʿīd al-Andalusī, era uno de los matemáticos y geómetras residentes en Valencia. Y dice de él:

[…] es el mejor conocedor de ellos en la ordenación de los cuerpos celestes y los movimientos de las estrellas.

No conocemos su obra más que por citas de otros autores. Tuvo una escuela en Valencia y entre sus alumnos estuvo Avempace. Éste le escribió una carta y nos da informaciones precisas sobre los trabajos de Ibn Sayyid sobre el estudio de las cónicas (siguiendo las cónicas de Apolonio) y su uso para generar nuevas curvas planas, que habrían sido usadas para resolver dos generalizaciones de problemas clásicos: el de la determinación de n medias proporcionales entre dos magnitudes dadas (que generaliza el problema para dos medias, resuelto ya por los griegos) y el de la multisección de un ángulo (que generaliza el de la trisección).

El problema clásico que estudió fue el siguiente: dadas dos cantidades, encontrar otras dos cantidades tales que las cuatro estén en una proporción continua. El problema se traduce en una ecuación cúbica que los algebristas resolvían con la intersección de dos curvas cónicas. Ibn Sayyid logró generalizar el problema en una obra, hoy perdida, en la que estudiaba la intersección de una superficie no plana con una superficie cónica. El problema volvería a ser estudiado por Bernouilli ya en el siglo XVIII.

También desarrolló los números figurados, aquellos números naturales que al ser representados por un conjunto de puntos equidistantes, pueden formar una figura geométrica regular. Números figurados son, entre otros, los números triangulares, los números cuadrados, los números pentagonales, los números hexagonales, los números heptagonales, y los números octogonales. En época moderna serán estudiados por Fermat y Euler.

Ibn Sayyid aplicó las matemáticas a las reparticiones de herencia, disciplina sobre la que no hubo nadie posterior en al-Andalus que le igualara en conocimientos. Es mencionado por Abū Yafar b. al-Dallal, Ahmad b. Mun‘im y por Abū ʿUmar. b. ʿAbd al-Barr entre otros.

Bibliografía

·         Djebbar, J. (1993) ‘Deux mathématiciens peu connus de l’Espagne du XIe siècle: al-Mu’taman et Ibn Sayyid’ in M.Folkerts and J.P.Hogendijk (eds), Vestigia Mathematica. Studies in Medieval and Early Modern Mathematics in Honour of H.L.L.Busard, Amsterdam-Atlanta GA, pp. 79–91.

·         A. Djebbar, “Figurate numbers in the mathematical tradition of al-Andalus and the Maghrib”, Suhayl 1 (2000), pp. 57-70

 

Abd Allah b. Jalaf al-Istiyi, astrónomo andalusí

[s. XI] Astrónomo y astrólogo. Su nombre completo era Abū Marwān ʿUbayd Allāh/ʿAbd Allāh b. Jalaf al-Istiŷī.

Su gentilicio, al-Istiŷī, nos indica que su linaje estuvo relacionado con Écija (Sevilla). Residió en Toledo, donde formó parte de los astrónomos liderados por Saʿīd al-Andalusī, así como en Cuenca.

Esto es lo que este autor nos cuenta sobre ʿAbd Allāh b. Jalaf en su Libro de las categorías de las naciones, escrito en el 1068:

En nuestros días hay individuos jóvenes que sobresalen en el estudio de la filosofía, dotados de seguro entendimiento y propósitos elevados, que han adquirido conocimiento de la mayoría de sus partes. Entre los que de ellos moran en Toledo y sus distritos están: […] ‘Abd Allah b. Jalaf al-Istiŷī […]

Entre los jóvenes [astrólogos] de nuestro tiempo está Abū Marwān ʿAbd Allāh b. Jalaf al-Istiŷī, uno de los que han estudiado a fondo la astrología, de los que han leído las obras de los antiguos y de los modernos relativas a ello. No conozco a nadie en al-Andalus, en nuestro tiempo ni antes, que sepa [acerca] de los secretos de este arte y de sus maravillas lo que él sabe de ello. Tiene sobre las direcciones y las proyecciones de los rayos [de luz], y sobre la demostración de ciertos principios de esta ciencia, un opúsculo excelente, como nadie antes que él había escrito de ello. Me envió [dicho opúsculo] desde la ciudad de Cuenca.

En algún momento posterior de su vida se ocupó de asuntos distintos a los científicos ya que al-Baqqar de Fez se refiere a él como «el visir al-Istiŷī» lo que hace suponer que al-Istiŷī llegó a desempeñar tareas de gobierno, seguramente en la taifa de Toledo.

Obras de ʿAbd Allāh b. Jalaf al-Istiŷī

Dejando a parte la falsa atribución de El libro de las cruces, se conservan dos obras de ʿAbd Allāh b. Jalaf al-Istiŷī.

En Cuenca probablemente concluyó, no más tarde del 1068, su obra astrológica Risāla fī l-tasyīrāt wa-maṭāriḥ al-šuʿāʿāt o Tratado sobre prorrogaciones y proyecciones de rayos. La proyección de rayos buscaba conocer la influencia de un planeta en una zona de la eclíptica distinta del grado que ocupaba. Se realizaba mediante las distancias de los aspectos astrológicos de tal forma que la proyección del rayo del planeta caía en otro punto si este último se encontraba a una distancia de 60 (aspecto sextil), 90 (aspecto cuadratura), 120 (aspecto trino) y 180 grados (aspecto oposición) de la posición del planeta.

Esta técnica dio lugar a numerosos métodos con diferencias notables tanto por el círculo celeste escogido para la proyección, que podía ser el ecuador o la eclíptica, como por la mayor o menor complejidad en su formulación que variaba en la inclusión de círculos y coordenadas celestes.

Como sabemos, la posición de un cuerpo celeste se determina en base a dos coordenadas: su longitud y su latitud. En su Kitab al-adwar fi tasyir al-anwar (Libro de los ciclos para la prorrogación de los elementos celestes), al-Baqqar de Fez demuestra que, en el método de proyección de rayos sobre la eclíptica, la latitud del planeta es un valor despreciable ya que no afecta significativamente a las distancias de los aspectos astrológicos: por ejemplo, en caso de que la latitud del planeta fuera máxima, la distancia del aspecto sextil sería de 59,35 grados que, como se observa, supone una escasa diferencia respecto a 60 grados, la distancia fijada del aspecto.

Al-Baqqar refiere la opinión de al-Istiŷī en la que muestra su incomprensión sobre el cúmulo de operaciones artificiales que requiere la proyección de rayos sobre el ecuador. Este juicio tiene que ver con el hecho de que las influencias
celestes se observan en el círculo del zodiaco o círculo de la eclíptica, por lo que la proyección realizada en la eclíptica salvaba el problema de traspasar el punto en el que caía la proyección de un círculo celeste a otro, algo que era necesario si la proyección se realizaba en el ecuador. La proyección de rayos sobre la eclíptica obtenía resultados correctos prescindiendo de la latitud del planeta y de utilizar círculos celestes diferentes al de la eclíptica.

Sin embargo, no parece que su simplicidad fuera del agrado de todos los astrólogos porque, para defender este método, al-Baqqar no se contentó con probar mediante una tabla la insignificancia de la latitud del planeta, sino que creyó necesario añadir la opinión de al-Istiŷī, contraponiéndola a la práctica de Ibn Mu’adh de Jaén, quien realizó la proyección sobre el ecuador.

Otra de sus obras astronómicas es Risālat al-iqbāl wa-l-idbār, escrita en torno al 1050, en el que propone un modelo propio para explicar la trepidación, es decir, la relación entre el descenso de la oblicuidad de la eclíptica y los cambios aparentes en la velocidad de precesión en el transcurso de los años.


Bibliografía

·         Julio Samsó (2004). «Ibn Jalaf al-Istiyi, Abu Marwan», en Jorge Lirola Delgado y José Miguel Puerta Vílchez (ed.). Enciclopedia de la cultura andalusí: biblioteca de al-Ándalus. Almería: Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes, vol. 3, pp. 565-568;

·         Julio Samsó y Hamid Berrani (2005). «The Epistle on Tasyir and the projection of rays by Abu Marwan al-Istiji», Suhayl: Journal for the History of the Exact and Natural Sciences in Islamic Civilisation, 5, pp. 163-242 (véanse pp. 163-168)

 

Ibn Buqlaris, farmacólogo y botánico andalusí

[Zaragoza, med. s. XI – d. 1106] Yonah b. Isaac b. Buqlaris al-Israili fue un médico y botánico judío andalusí. También escrito como Ibn Buklaris e Ibn Biklaris.

Según Jacinto Bosch Vilá, la etimología del nombre de este autor (Ibn Biklaris) parece indicar que su familia era oriunda del nordeste de España si se relaciona con el monasterio de Biclaro —fundado en el siglo VI por el obispo de Gerona, San Juan— que está situado en las montañas de Tarragona, hoy la villa de Validara.

Tenemos pocos datos biográficos de Ibn Buqlaris. Nació en Zaragoza y gracias al mecenazgo de los hudíes zaragozanos pudo dedicarse al estudio de la farmacia y la botánica en esa ciudad. Fue uno de los profesores del literato Yehuda Halevi. Es posible que residiera en Almería un tiempo antes de establecerse definitivamente en la corte de Aḥmad II Al-Musta’in, quien gobernó la taifa de Zaragoza entre 1085 y 1110.

Se desconoce el momento de su fallecimiento.

Libro de Al-Musta’in

El Kitab al-Musta’in o Libro de Al-Musta’in, así llamado por estar dedicado al soberano zaragozano , fue redactado en 1106 (según Ibn Abi Usaybíc fue compuesta en Almería).

Es un tratado de farmacología sobre los medicamentos simples. En esta obra aparecen los términos de las especies medicinales en varios idiomas: griego, árabe, persa, siríaco, bereber y otras lenguas románicas hispánicas, por lo que este libro guarda un alto interés filológico, ya que da cuenta de que el romance andalusí (mal llamado mozárabe) era un conjunto muy numeroso y variado de lenguas dialectales con sustrato romance.

Ibn Buqlaris distingue un dialecto hispanoárabe romance zaragozano (ayamiyya saraqusta o aljamía romance popular zaragozana), del propiamente andalusí (ayamiyyat al-Andalus o romance de al-Ándalus) y de otros como el dialecto de zona oriental mediterranea o “Sarq al-Andalus” (ayamiyya sarqiyya). Es también una valiosa fuente para el estudio del primitivo romance aragonés, tanto por la cantidad de nombres populares de plantas, como por los términos médicos y creencias, que eran nombradas a menudo con expresiones metafóricas.

Epístola de la explicación y la reglamentación

Escribió asimismo la Risalat al-tabyin wa-l-tartil o Epístola de la explicación y la reglamentación, un tratado que clasificaba de modo jerárquico los alimentos donde desarrollaba un concepto de Galeno que hablaba de cuatro facultades existentes en la totalidad de los órganos del cuerpo humano: la fuerza aprehensiva, la fuerza retentiva, la fuerza digestiva y la fuerza expulsiva.

Bibliografía

·         Labarta Gómez, Ana María: «La farmacología de Ibn Buklaris: sus fuentes», Actas del IV coloquio Hispano-Tunecino, Madrid: Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1983, pp. 163-174.

·         Labarta Gómez, Ana María: «El prólogo de AI-Musta’in de Ibn Buklaris según los manuscritos de Madrid y Nápoles. Transcripción, traducción y estudio», tesina de licenciatura inédita, Barcelona, 1972, 221 pp.

·         Bosch Vilá, Jacinto, «El reino de taifas de Zaragoza: algunos aspectos de la cultura árabe en el Valle del Ebro», Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita, 10-11, 1960, págs. 7-67. ISSN 004-551794 (460-22).

·         Maíllo Salgado, Felipe, «Los judíos y la ciencia en la Península Ibérica en el medievo», Memoria de Sefarad, Toledo, Centro Cultural San Marcos, octubre de 2002 – enero de 2003, Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, pág. 286.

 

Ali b. Jalaf b. Ahmar as-Saydalani, el inventor de la lámina universal

[ ? – d. 1068] Astrónomo y matemático andalusí. Su nombre completo era Abū l-Ḥasan ʿAlī b. Jalaf b. Aḥmad/Aḥmar/Ajyar al-Ṣaydalānī (el boticario) al-Šaŷŷārī. En árabe علي بن خلف الأندلسي

El sobre nombre al-Ṣaydalānī significa, boticario y mercader de perfumes, luego es posible que además de matemático, se dedicara a estas labores. Desempeñó su labor en la ciudad de Toledo. Saʿīd al-Andalusī, en su obra Libro de las categorías de las naciones, escrito en el 1068, nos dice sobre él:

En nuestros días hay individuos jóvenes que sobresalen en el estudio de la filosofía, dotados de seguro entendimiento y propósitos elevados, que han adquirido conocimiento de la mayoría de sus partes. Entre los que de ellos moran en Toledo y sus distritos están: Abū l-Ḥasan ʿAlī b. Jalaf b. Ahmar as-Ṣaydalānī, […] Los más destacados de éstos en geometría son : ʿAlī b. Jalaf b. Ahmar as-Ṣaydalānī […]

Es probable que trabajara en colaboración con el astrónomo Azarquiel en Toledo para diseñar el astrolabio cósmico. En el manuscrito de la Biblioteca de la Universidad de Leiden nº 468 se le llama ʿAlī b. Jalaf Ahmar Ajyar. Esta fuente le atribuye la construcción de un instrumento llamado alasṭurlāb almaʾmūnī, un astrolabio dedicado a al-Ma’mūn de Toledo en el año 464H/1071.

También ha sido identificado con un cierto ‘An al-Shajjar que aparece en un listado de astrónomos del siglo XIII compuesto por Ibn Ishaq al-Tunisī (MS Hyderabad Andra Pradesh 298). De acuerdo con esta fuente, realizó la observación de la oblicuidad de la eclíptica en Toledo en el año 477H/1084-85 con la ayuda del médico, farmacólogo y botánico Ibn Wafid. Sin embargo, teniendo en cuenta que Ibn Wafid falleció en el año 1074, alguna fecha o dato debe estar erróneo.

Han llegado a nuestros días el nombre de dos de las obras de astronomía de Abū l-Ḥasan ʿAlī b. Jalaf b. Ahmar as-Ṣaydalānī:

·         Tratado sobre el uso de la lámina universal. El original árabe está perdido pero se conoce una traducción de época de Alfos X el Sabio en los Libros del Saber de Astronomía. El rey Alfonso ordenó su redacción a Rabiçag, ya que «el sabio que fizo esta lámina sobredicha non fizo libro de cuemo se deue fazer de nueuo» por más que en el prólogo de ʿAlī b. Jalaf -por tanto en la parte del texto alfonsí que suponemos traducción del árabe- el astrónomo toledano diga que «fiz este libro en que fabla de cuemo se deue fazer de nueuo» (?).

El astrolabio adolecía de dos grandes problemas: su escasa aproximación, dadas sus dimensiones, y su peso. ‘Alī b. Jalaf se ocupó de este segundo problema e inventó una proyección estereográfica sobre un plano normal a la eclíptica y que la corta según la linea Cáncer-Capricornio. Se trata de la lámina universal o, como se dice en el texto alfonsí, el orizon universal. De él debió tomar la idea Azarquiel el cual, a lo largo de su vida, elaboró dos versiones de su instrumento que dedicó a 
al-Ma’mūn de Toledo y a al-Mu’tamid b. ‘Abbād de Sevilla. Es probable que ambos astrónomos colaboraran en el descubrimiento.

·         Tratado sobre las diversas maneras de proyectar la esfera en un plano. En la traducción de la obra anterior se pone en boca de ʿAlī b. Jalaf que tiene intención de redactar, en el futuro, un tratado sobre la proyección de la esfera sobre un plano, que incluiría la descripción del sistema de proyección utilizado en su instrumento: «fata que ouiesse uagar de fazer un libro en que fable de quántas maneras se puede allanar la espera, con prueuas de geometría sobre cada uno, assí cuemo a mester, et en aquel libro fablaré de qué manera fue allanada la espera en este estrumento et de cuemo son las prueuas sobrél».


Bibliografía

·         Vernet, JuanLo que Europa debe al Islam de España, Ed. Acantilado, Barcelona, 2006, pp. 299-300

·         Millás Vallicrosa, J.M.: Estudios sobre Azarquiel, CSIC, 1943-1950, pp. 443-5;

·         Calvo, Emilia (1990). La lámina universal de ʿAlī b. Jalaf (s.XI) en la versión alfonsí y su evolución en instrumentos posteriores. En “Ochava espera” y “Astrofísica”: Textos y estudios sobre las fuentes árabes de la astronomía de Alfonso X, editado por Mercè Comes, Honorino Mielgo, y Julio Samsó, pp. 221–238. Barcelona: Instituto “Millás Vallicrosa” de Historia de la Ciencia Árabe.

·         Rico y Sinobas, Manuel (1864). Libros del saber de astronomía del rey D. Alfonso X de Castilla, copilados, anotados y comentados por Don Manuel Rico y Sinobas. Vol. 3, pp. 11–132. Madrid.

·         Puig, Roser: La versión simple del instrumento al-sarrayiyya: comentarios textuales y técnicos, Al-Qantara, XLI 1, 2020, pp.219-254

·         J. Samsó, “Sobre el tratado de la azalea y de la lámina universal: intervención de los colaboradores alfonsíes”, AQ VIII (1987), pp. 29-43.

·         Calco, Emilia et Puig Roser: The Universal Plate revisited, International Journal for the History of the Exact and Natural Sciences in Islamic Civilisation, 2006, Vol. 6, p. 113-57.

Ibn al-Waqqasi, polígrafo andalusí

[Huecas, Waqqaš (Toledo), 408H/1017 o 1018 – Denia (Valencia), 23 junio 1096] Abū l-Walīd Hišām b. Hišām b. Jālid al-Kinānī, llamado Ibn al-Waqqašī. En árabe هشام بن أحمد بن هشام بن خالد الكنانيّ، Llamado Alhuacaxí en la Primera Crónica General.

Alfaquí, gramático, historiador, matemático y poeta andalusí. Nacido en el pueblo de Waqqaš, en la cora de Toledo, actualmente Huecas, en el año 408H/1017. Ejerció pronto como cadí de la ciudad de Talavera y como maestro en la ciudad de Toledo.

Entre sus discípulos se encontraba Saʿīd al-Andalusī, quien lo conoció en Toledo en el año 1047. Este es el retrato que de él hizo en su obra Libro de las categorías de las naciones escrita en el año 1068:

Entre estos semejantes [sabios] está Abū l-Walīd Hišām b. Hišām b. Jālid al-Kinānī, conocido como Ibn al-Waqqašī, originario de Toledo, uno de los adelantados en las ciencias, con amplios conocimientos en todas sus ramas. Es persona de ideas válidas y de visión penetrante, posee a fondo las disciplinas de la geometría y de la lógica, domina la gramática, la lexicografía, la poesía, la elocuencia, las leyes, la jurisprudencia, la tradición y la teología. Además de eso es poeta de elocuente lengua, posee profundo saber en genealogía, historia y biografía, destaca en todas las ciencias. Lo hallé en Toledo en el año 438 [1047] y permanecí en su compañía largo tiempo, tomando sus lecciones y aprendiendo de él; encontré en él un mar de ciencia, una mina de rectitud, un recipiente conteniendo todos los méritos de una generosa moral y encerrando las [más] raras virtudes. Él vive [todavía] en nuestros días, aunque sobrepasa los cincuenta [años]. Me dijo que nació en el año 408 [1017] y que le fue conferido el cargo de cadí de las gentes de Talavera, [una de las ciudades] de la marca de Toledo, capital del dominio del emir al-Ma’mūn Yaḥyà b. az-Ẓāfir Ismāʿīl b. ‘Abd ar-Raḥmān b. Ismāʿīl b. ‘Āmir b. Muṭarrif b. Musa b. Ḏī-n-nūn.

Posteriormente se desplazó a Valencia, quizás cuando al-Ma’mūn se convirtió también en rey de la taifa de Valencia (1065) o bien con su hijo al-Qadir, quien fue rey de Valencia entre los años 1086 y 1092.

La cuestión es que Ibn al-Waqqašī, ya establecido en Valencia, será un testigo excepcional de la toma de Valencia por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid.

El sitio de Valencia por el Cid y el relato de Ibn al-Waqqašī

El Cid comenzó su último asedio contra Valencia en julio del 1093. Las negociaciones entre ambas partes condujeron a un principio de acuerdo para hacer evacuar a los almorávides presentes en el alcázar la ciudad, que se concretó en agosto de 1093, con la salida de los norteafricanos hacia Denia y el restablecimiento de la tutela castellana sobre la ciudad, que seguía bajo el mando Yaafar ben ʿAbd Allāh ben Yahhaf.

En diciembre de 1093, la proximidad de un fuerte ejército almorávide hizo que el bando partidario de apoyarlos, con los Banu Wayib a la cabeza, forzara a Yaafar a cerrar las puertas a los representantes castellanos y depuso a éste del poder, entregándolo a los Banu Wayib.

Pero la ayuda no llegó y el Cid estrechó el asedio de forma que, a comienzos del 1094, nadie podía entrar ni salir en la ciudad. Las calamidades que sufrieron la ciudad y sus habitantes: la hambruna y la peste se extendían, el incremento del precio de los alimentos… hizo que Ibn al-Waqqašī declamara desde la torre más alta de las murallas de Valencia su famosa Elegía por Valencia.

Las malas condiciones de vida y la falta de ayuda llevaron a los habitantes de la ciudad a deponer a los partidarios de los almorávides y a devolver el control de la ciudad a Ibn Yahhaf (febrero o marzo de 1094), quien aceptó una condición impuesta por el Campeador y expulsó a los más destacados partidarios de los almorávides de la ciudad, que fueron entregados al castellano.

Por su fama de honestidad y sabiduría, los valencianos eligieron a al-Waqqašī como representante y envió sus emisarios a Ibn Abduz, uno de los hombres de confianza del Cid, para negociar la entrega de la ciudad. La ciudad fue tomada por las tropas castellanas el 16 de junio de 1094.

Ibn al-Waqqašī, que había sido partidario de no oponer resistencia a las tropas del Cid, fue autorizado a permanecer en la ciudad por haberse mantenido neutral durante el conflicto, y obtuvo el cargo de cadí. Al ser preguntado por el Cid acerca del destino que debía darse a Yaafar, a quien acusaba de haber dado muerte a al-Qadir, este respondió que:

“Señor, según nuestra ley debe ser apedreado, pero vos, señor, haced lo que os parezca mejor; no obstante os pedimos gracia para su hijo, que es de corta edad, que lo pongáis en libertad, pues él no tienen ninguna culpa de lo que hizo su padre”.

Sin embargo, no mucho tiempo después renunciaba a su posición, habiendo nombrado alguacil a su sobrino Abenalfarax, y abandonaba Valencia, para instalarse en Denia, ciudad en la que falleció el lunes 27 de yumada II del 489H/23 de junio del 1096.

Según la Leyenda de Cardeña, Ibn al-Waqqašī se habría convertido al cristianismo tras la entrada del Cid a Valencia, pero no parece que fuera el caso.

Elegía por Valencia recogida en la Primera Crónica General

Este poema (qasīdah) fue escrito en árabe en el año 1094, durante el sitio que el Cid había pues­to a la Valencia musulmana. El texto original en árabe clásico se ha perdido, pero existe una versión embebida en las crónicas de los siglos XIII y XIV, en concreto en la versión sanchina de la Estoria de España (1289), en la versión del ms. F y heredada (sin el texto andalusí) y por la Crónica manuelina y la Crónica de Castilla. Se trata de una elegía derrotista, en la que el autor es llamado Alhuacaxí.1

Valencia, Valencia, vinieron sobre tí muchos quebrantos, é estás en hora de morir; pues si ventura fuere que tú escapes, esto será gran maravilla á quien quier que le viere. 
E si Dios fizo merced á algun logar, tenga por bien de lo facer á tí, ca fueste nombrada alegría é solaz en que todos los mozos folgaban, é habien sabor é placer. 
E si Dios quisier que de todo en todo le hayas de perder desta vez, será por los tus grandes pecados é por los tus grandes atrevimientos que hobiste con tu soberbia. 
Las primeras cuatro piedras, caudales sobre que tú fueste formada, quiérense, ayuntar por facer gran duelo por tí, é non pueden. 
El tu muy nobre muro, que sobre estas cuatro piedras fué levantado, ya se estremece todo, é quiere caer, ca perdido ha la fuerza que habie. 
Las tus muy altas torres é muy fermosas, que de lejos parescien é confortaban los corazones del puebro, poco á poco se van cayendo. 
Las tus brancas almenas, que de lejos muy bien relumbraban, perdido han la su lealtad con que bien parescien al rayo del sol. 
El tu muy nobre rio caudal Guadalaviar, con todas las otras aguas de que le tú muy bien servies, salido es de madre, é va onde non debe. 
Las tus acequias muy cralas, de gente mucho aprovechosas, retomaron torbias; é con la mengua de las limpiar van llenas de muy gran cieno. 
Las tus muy nobres é viciosas huertas que en deredor de tí son, el lobo rabioso les cavó las raíces, é non pueden dar fructo. 
Los tus muy nobres prados en que muy fermosas flores é muchas habie, con que tomaba el tu puebro, muy grande alegría, todos son ya secos. 
El muy nobre puerto de mar de que tú tomabas muy grande honra, ya es menguado de las nobrezas que por él le solien venir á menudo. 
El tu gran término, de que le tú llamabas señora, los fuegos lo han quemado, é á tí llegan los grandes fumos. 
A la tu gran enfermedad non le puedo fallar melecina, é los físicos son ya desesperados de te nunca poder sanar.
Valencia, Valencia, todas estas cosas que le he dichas de tí, con gran quebranto que yo tengo en el mi corazon las dixe é las razoné. 
Ya quiero departir en la mi voluntad que me lo non sepa ninguno, si non cuando fuere menester de lo departir.

Otras obras de Ibn al-Waqqašī

Son numerosas las obras atribuidas a Ibn al-Waqqašī. Según el registro de Historia de los Autores y Transmisores Andalusíes (HATA), son:

Título

Materia

Tanbīhāt ʿalà Abī Naṣr al-Kalābāḏī

Hadiz (Breves relatos en los que se cita palabras,

 se describe un acto o se expone alguna decisión del Profeta)

Šarḥ al-Muwaṭṭaʾ//Taʿlīq ʿalà Muwaṭṭaʾ Mālik (riwāya de Yaḥ. b. Yaḥ.)/al-Taʿlīq ʿalà Muwaṭṭaʾ fī tafsīr lugāti-hi wa-gawāmīḍ iʿrābī-hi wa-maʾānī-hi

Fiqh (Metodología para convertir en legislación

aplicable las normas del Corán y de la Sunna)

T. fī l-qadr wa-l-Qurʾān wa-gayr ḏālika min aqāwīl al-muʿtazila

Dogmática (Profesiones de fe, así como las obras

de teología)

al-Risāla al-muršida

Dogmática

Kitab tahḏīb al-Kunà li-Muslim//ʿAks al-rutba fī tahḏīb al-Kunà li-Muslim

Historia

Tahḏīb K. al-muʾtalif wa-l-mujtalif fī asmāʾ al-qabāʾil (li-M. b. Ḥabīb al-Bagdādī)//Mujtaṣar li-K. Ibn Ḥabīb fī l-qabāʾil

Historia

Tanbīhāt ʿala Mašāhid wa-sīrat Ibn Hišām

Historia

Tanbīhāt wa-rudūd ʿalà kibār al-taṣānīf al-taʾrījiyya

Historia

Tanbīhāt ʿala Taʾrīj Jalīfa b. Jayyāṭ

Historia

Kitab de al-Kalābāḏī

Historia

al-Kunà de Muslim

Historia

Kitab al-sīra

Historia

K. sīrat rasūl Allāh de Ibn Hišām (La vida de Muhammad de Ibn Ishaq anotada por Ibn Hisam)

Historia

Taʾrīj de Jalīfa b. Jayyāṭ

Historia

Tanbīhāt wa-rudūd ʿalà kibār al-taṣānīf al-adabiyya

Adab (Usos, costumbres y normas de conducta)

Nukat//Ḥawāšī//Šarḥ al-Kāmil li-l-Mubarrad//al-Ṭurar wa-l-ḥawāšī ʿalà l-Kāmil

Gramática

Ibn al-Waqqašī y el Poema de Mio Cid

La estudiosa Dolores Oliver Pérez considera a Ibn al-Waqqašī autor del Cantar de Mio Cid entre los años 1094 y 1095,​ aunque tal teoría fue rebatida por algunos especialistas en la obra, como Alberto Montaner. Su teoría puede leerse en el libro El Cantar de Mío Cid: génesis y autoría árabe.


1.      Editada por R. Menéndez Pidal, «Sobre Aluacaxí y la elegía árabe de Valencia», in: Homenaje a D. Francisco Codera, Zaragoza: M. Escar, 1904, p. 392-409, y Federico Corriente, «De nuevo sobre la elegía árabe de Valencia», Al-Qantara, 8, 1987, p. 331-46. Vid. Alberto Montaner, «De don Rodrigo Díaz al Cid: el surgimiento de un mito literario», in: El Cid: Historia, literatura y leyenda, Madrid: España Nuevo Milenio, 2001, p. 83-105.

 

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