lunes, 26 de diciembre de 2022


Aspecto primitivo, en los tiempos en que aún era La Cañada.

LA HISTORIA DE LA ALAMEDA DE LAS DELICIAS DE SANTIAGO, HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XX

 

 

El siguiente texto pertenece al destacado estudioso del folclore y costumbrismo nacional Oreste Plath, y fue publicado en la revista “En Viaje”, edición Nº 183 del mes de enero de 1949, en la sección “Guía Espiritual de Santiago”.

 

La Alameda fue lecho de un brazo del río Mapocho, delineada por un capitán y construida por los muchos prisioneros de Burgos. Su primer nombre fue Cañada. El tiempo transcurrió y por entre tapiales o cercas que fijaban el ancho de esta vía pública, envueltos en nubes de polvo, iban los viajeros montados en mulas, o circulaba la pequeña producción en carretas.

Aquí se levantó la primera casa de Dios y luego se convirtió en cierto sector “de la ciudad de Dios”, por los numerosos templos que se fueron disponiendo en su techo.

La Cañada era como un retablo lugareño y la cristiandad la merodeaba tanto por lo divino como por lo humano, ya que iba llamada por el oficio religioso, como por la necesidad gastronómica. El pueblo asistía al chocolate de las Monjas Claras y a las lentejas de los franciscanos.

En sus cequiones laterales se bañaban los chiquillos; los caballos y tropillas de burros se detenían a refrescarse en sus orillas.

Los herradores y barberos situaban sus bancos de labor bajo los árboles, en amistad con los “puesteros”. En 1800, la Cañada era una feria libre. No había comercio al por menor que no sentara sus reales. Los clientes de las sandías debían llevar sus cuchillos, las cáscaras se arrojaban a las acequias, cuya agua servía también de aguamanil y de lavabo para los que embadurnaban con el jugo de la fruta.

En 1809, se plantan los primeros álamos que llegan a Chile desde Mendoza, Argentina, traídos por un fraile franciscano.

En 1810, la Cañada vio pasar vencedores y vencidos; por ella pasó O’Higgins, humillado una vez y glorioso en otra.

En 1829, el álamo había fructificado muy bien y cuatro grandes hileras se extendían a lo largo de la Cañada.

Violentando la cronología, en 1860 la Cañada había ganado extensión y llegaba hasta una quinta que poseían los marqueses de la Pica Bravo de Saravia, desde donde tomó el nombre de Cañada de Saravia.

La abundancia de álamos hizo que a esta vía se la denominara Alameda. Sus calles laterales, adornadas de numerosos templos y de casas que ya comenzaban a destacar su gracia, hizo que se le llamara “Alameda de las Delicias”, porque junto a su belleza –no hay que olvidar que al fondo se destacaba maravillosa la cordillera de los Andes- se comenzaron a ubicar una serie de figurillas y también por sus quintas contiguas, que eran para gozar “de muchas delicias”.

Andando el tiempo, se destacaron las primeras estatuas y fuentes de agua (pilas) y era una verdadera delicia caminar por ella.

Las damas, caballeros y la juventud tenían a esta avenida como el mejor paseo para gozar de la “fresca”.

Los batallones cívicos hicieron aquí sus ejercicios y amenizaron con sus bandas muchas fiestas públicas.

La Alameda tuvo sus grandes noches de Navidad y Año Nuevo. En ambas ocasiones se erigían las bulliciosas “ramadas”, en las que se vendían duraznitos de la Virgen, las brevas, las peras tempraneras, los damascos y albaricoques. Abundaban las ventas de comida, donde se saboreaban las buenas cazuelas a la chilena, las empanadas, los “causeos”, el pescado frito con ensalada de cebolla a taja pluma, el chancho arrollado, lo que se regaba con buen vino. No faltaba tampoco la chicha baya y la horchata con “malicia”.

Y entre el olor a pólvora de los cohetes y petardos, estaban las “fondas”, sitios en que se bailaban cuecas, con su música de guitarras, armas, canciones y palmoteos.

Y así sigue la historia de esta calzada, que ha sufrido numerosas transformaciones. Baste saber que en ella se han desarrollado importantes ceremonias religiosas, especialmente la procesión del Santo Sepulcro; ha sido teatro de sangrientos sucesos; de formidables manifestaciones en masa. Los movimientos sociales chilenos están atados a este cordón verde, con sangre. El pueblo aquí ha encontrado sus armas, sus proyectiles, sacándolos de la pavimentación, de los escaños de madera, para atacar a la policía, por esta razón se cambiaron por asientos de cemento.

En un tiempo se le deseó bautizar con el nombre de Avenida Arturo Alessandri, en recuerdo del Presidente de este nombre, lo que no fue aceptado por el propio ex Presidente. Después se le ordenó llamarla Avenida Bernardo O'Higgins, pero todos la siguen denominando Alameda, Alameda de las Delicias, y se la seguirá llamando así quién sabe por cuántos años más.


Alameda en 1810. Imagen del artículo original de Plath (1949).


Imagen de la Alameda clásica, publicada en un trabajo de Eugenio Pereira Salas.


Otra aproximación a la ex Alameda de las Delicias en colores, por Orrego Luco.


Alameda con Carmen, hacia 1885. Desparecido templo del Carmen Alto.


Alameda con Londres, en 1930 (Fuente: Archivo fotográfico de Chilectra).

UN RESUMEN HISTÓRICO DE LA ALAMEDA DE LAS DELICIAS

·                     A la llegada de los españoles, lo que hoy es la Alameda Bernardo O'Higgins era por entonces la llamada Cañada de Santiago o Cañada de San Francisco (tras la instalación del convento), una suerte de hondonada que se prolongaba desde el sector de la actual Plaza Baquedano hacia el Poniente, formando un rústico sendero natural hasta un territorio que era llamado Chuchunco por los indígenas, más o menos en donde está ahora la Estación Central.

·                     El origen de La Cañada habría estado, como sucedió miles de años antes con la Cañadilla de la Independencia, en un brazo primitivo del río Mapocho que alguna vez corrió por allí, pero las opiniones están divididas: mientras autores como René León Echaíz aseguraron que este hilo de agua de La Cañada se extinguió entre 1560 y 1580, otros como Gonzalo Piwonka aseguran que nunca existió en forma natural y que es un error hablar del segundo brazo del Mapocho.

·                     La primera Alameda de Santiago no fue la de Las Delicias, sino la de los Tajamares, construida en el siglo XVIII como paseo junto a estas estructuras dispuestas para contener las embestidas del río Mapocho contra la ciudad, en las crecidas y turbiones. Esta vieja Alameda entró en decadencia y olvido cuando se habilitó la Alameda de las Delicias en La Cañada, llevándose hacia a ella a los paseantes y puesteros.

·                     Durante varias veces en ese siglo y el anterior, las crecidas del río Mapocho inundaron completamente La Cañada, avanzando por el sector del Cerro Santa Lucía y, según algunos, también desde el de la actual Plaza Baquedano, como si el río buscara su antiguo supuesto cause secundario por este lugar. El agua se desplazaba hacia el poniente, alcanzando un sector arrabalero y de chacras llamado Lo Chuchunco, en la periferia de la antigua ciudad.

·                     La Cañada fue convirtiéndose en un basural para la ciudad colonial, al igual que sucedía en el borde del río por el sector donde está ahora el Mercado Central. Las basuras de La Cañada llegaban a tal altura que “emparejaban el techo de las casas”, según el texto de las prohibiciones dictado en agosto de 1774. Esta terrible situación se mantenía aún hacia 1814, y alcanzó a ser vista por cronistas como Vicente Pérez Rosales y José Zapiola.

·                     Los primeros álamos que se vieron en La Cañada y que habían traído los franciscanos entre 1809 y 1810, estaban en la cuadra de su convento y dentro de los patios de los claustros, donde mismo están estos establecimientos ahora, y provenía de Mendoza, desde donde habían sido adquiridos. Originalmente eran 20 los ejemplares que se trajeron, pero uno murió en el camino.

·                     La primera iniciativa para convertirla en paseo sucede en la Patria Vieja, cuando el 14 de enero de 1813 "La Aurora de Chile" publicó un artículo de oficio firmado por el Presidente de la Junta Provisional de Gobierno, don José Miguel Carrera, donde se propone crear en La Cañada un paseo recreativo previa acción de limpieza y ornato de la misma, para lo cual se encargó al Regidor Antonio Hermida iniciar las obras. Sin embargo, la agitación política y el desastre de los patriotas en Rancagua, frustraron la consumación de este proyecto.

·                     La construcción del nuevo paseo en la Alameda de las Delicias en la ex Cañada de Santiago, se inicia en 1817 con la plantación de álamos y se concluye hacia 1820-1821, atrayendo toda la atención de los ciudadanos y del comercio. El propio Director Supremo don Bernardo O'Higgins trazó con su propia mano un bosquejo con la idea de cómo debía ser este paseo de la ciudad de acuerdo a las alamedas españolas que había conocido en Cádiz. Al parecer, prisioneros realistas fueron empleados para las labores de construcción del paseo.

·                     El primer nombre que O'Higgins quiso darle al paseo fue "Campo de la Libertad Civil". Sin embargo, concluidos los trabajos y entregadas ya las obras, el día 28 de julio de 1821, se la renombró como la Alameda de las Delicias, nombre que mantendría por cerca de 100 años y que imita el que recibe esta clase de paseos en algunas localidades españolas. Don Francisco de la Lastra formalizó este nombre hacia 1824.

·                     El marino inglés Richard Longeville Vowel confirma, hacia 1825, que ya existían en la Alameda de las Delicias cafés, mercaderes y bandas de regimientos, distinguiéndose tres secciones del paseo divididas por acequias enladrilladas que corrían por ellas, y entre las dos del centro estaba el paseo, con gravilla. Por su parte, el estadounidense W.S.W. Ruschenberg ve, en la década del 1830, que en el paseo reunía toda la sociedad en las tardes de verano.

·                     A principios de los años de vida independiente, comenzaron a hacerse famosas las ramadas, chinganas y cantones de días festivos, de Pascuas y de Fiestas Patrias en la Alameda de las Delicias, con presentaciones de artistas como "Las Petorquinas", que causaron sensación en Santiago hacia 1830. La circulación de carruajes era constante y la gente paseaba a pie por los senderos centrales, entre los álamos, viendo las ferias o las bandas de guerra que tocaban casi a diario.

·                     Grandes celebraciones navideñas comenzaron a realizarse en la Alameda de las Delicias, a partir de 1856. Ese mismo año, el Intendente Tocornal había inaugurado el alumbrado de gas en toda la vía del paseo, otorgándole un hermoso aspecto a la misma, además de extender su actividad en las noches, gracias a la seguridad que provocaba la nueva iluminación.

·                     Durante la Intendencia de don Benjamín Vicuña Mackenna, como parte de sus obras para hermosear Santiago entre 1872 y 1874, se instalaron monumentos y estatuas adquiridas principalmente a Francia, a lo largo de la Alameda de las Delicias, muchas de ellas destruidas en jornadas de protestas o de movilizaciones populares de inicios del siguiente siglo.

·                     En 1897, tras inaugurarse las nuevas y espléndidas instalaciones de la Estación Central de Ferrocarriles, la Alameda de las Delicias fue extendida hacia el poniente fusionándose con el Camino de Lo Chuchunco, convirtiéndose con esto en un importante centro de actividad no sólo del ferrocarril, sino también del tranvía, lo que llevó a adquirir mejores tecnologías eléctricas a principios de la centuria siguiente y ramales para el ferrocarril hacia otros puntos de la ciudad.

·                     Como vimos que informaba Plath, en 1925 grupos de la derecha alessandrista celebraron el flamante regreso del mandatario exigiendo que la Alameda de las Delicias fuera rebautizada Avenida Presidente Arturo Alessandri. Comprendiendo lo megalómano y exagerado de la propuesta, el mandatario se negó a la posibilidad pero, en su lugar, propuso y dictó el Decreto N° 432, publicado en el "Diario Oficial" el 27 de marzo de 1925, donde le cambia el nombre a Avenida Libertador Bernardo O'Higgins. Sin embargo, el uso popular siguió denominándola Alameda, todavía en nuestra época.

·                     El inicio de la Alameda de las Delicias estaba señalado por la Plaza Italia, así llamada por el monumento regalado por la colonia italiana y que instaló allí en las celebraciones del Primer Centenario de la Independencia. Sin embargo, en 1928 se instaló al centro el conjunto monumental del General Baquedano, obra del escultor Virginio Arias, pasando a llamarse este lugar como la Plaza Baquedano, hasta nuestros días. El nombre de "Plaza Italia" para este punto se ha mantenido, gracias a los itinerarios de la locomoción colectiva, que siguió denominándola así.

·                     Hasta los años 40, en el sector enfrente de la Iglesia de San Francisco, existió en la Alameda el llamado Parque Inglés, con jardines y arboledas, donde estaba la plaza con explanada y pileta de la Pérgola de las Flores, que debieron ser corridas de este sitio y cambiadas al Barrio Mapocho para la eliminación de los bandejones centrales y ampliación de las pistas, dado el crecimiento del parque vehicular circulante.

·                     La construcción del Metro subterráneo ocupó gran parte de la vida de la Alameda Bernardo O'Higgins, desde fines de los años 60 hasta inicios de los 80, provocando una época difícil para el tránsito vehicular, producto de estos trabajos. El Metro corre totalmente bajo tierra a lo largo de la Alameda, desde entonces. Además, en la década del 70, la avenida fue modificada dramáticamente para construir la Carretera Panamericana, en el sector donde cruza con esta ruta.

·                     Con el tiempo, la longitud de la Alameda desde el origen de avenida Providencia hacia el poniente por el antiguo Camino de Chuchunco, por cerca de 8 kilómetros, lo hace pasar por las comunas de Santiago, Estación Central y Lo Prado, con "ramales" hacia las avenidas Pajaritos, Las Rejas y la Ruta a Valparaíso. Sólo entre la avenida Ricardo Cumming y la calle Bandera, su bandejón central es un parque urbano, con la Plaza Argentina (que antes se situaba frente a la Estación Central) en el Barrio Cívico.

·                     La Alameda ha recibido muchos nombres a lo largo de su historia o en diferentes tramos de la misma. Después de la construcción de su paseo con álamos en la Patria Nueva, La Cañada comenzó a ser llamada Alameda de las Delicias, Calle de las Delicias o Alameda Pública de las Delicias sólo en su parte central, en donde estaban las arboledas. Hacia el oriente, entre el actual inicio de avenida Vicuña Mackenna y el Cerro Santa Lucía, era llamada Cañada o Alameda del Carmen, por la presencia del Monasterio del Carmen en donde comienza la calle del mismo nombre; y hacia el poniente de la Alameda, era llamada La Cañada a secas, aunque también se denominó como Camino Avenida Lo Chuchunco y Avenida Ruiz Tagle (denominaciones un tanto confusas, pues a veces se confundían con el Camino Lo Espejo y el Camino de los Pajaritos, primer tramo de lo que hoy es avenida Ecuador) al sector más al Oeste de la misma vía, hacia mediados del siglo XIX, y después, ya en tiempos del Primer Centenario, como Avenida Latorre, más o menos desde la Estación Central hacia la costa. En los días de la Intendencia de Vicuña Mackenna, toda la vía de entonces era denominada también Avenida de las Delicias. Como vimos, sólo en 1925 pasa a adoptar el nombre del Libertador O'Higgins.

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