¿ESTÁS? DIME
—El golpe de una puerta despierta mis sentidos, un
sordo estruendo en una sala desierta. Mi atuendo no es ni por lo más
remoto el más propicio, mi elección de hoy se caracteriza precisamente por la
ausencia de elegancia. Pero, debo ir… —el ascensor se encuentra ocupado en la
décima planta, del todo imposible la espera, tomaré la escalera. Corro, me
apresuro todo lo que puedo, cada escalón que desciendo hace precipitar mi
respiración en el anhelo de su umbral; por fin puedo sentir el viento frío de
la noche prender mi rosto.
—No te marches.
¿Dónde estás?
Una marea de personas se
dirige hacia mí, enfundada en abrigos cargantes, pesados, —parece sólo buscar
el regreso a la calidez de sus hogares, —yo, yo debo continuar, sigo corriendo…
no será ella quien detenga mi paso, ésta vez no. Sigo adelante
como salmón que el río asciende, contracorriente, aunque decidida, segura de
encontrarme en el camino correcto, el único posible.
—No te marches.
Un pensamiento sin cuadrante da hechura a mi
carrera; vuela incipiente en ésta noche de hielo concentrado como fino hilo de
vapor que escapa de mis labios medio cerrados, se dispersa… —mientras comienzan
a enrojecer, arder mis mejillas. Me falta el aliento, —lo cogí por los pelos,
subí al vagón segundos antes de que las puertas cerrasen. Respiro de nuevo, yo
misma empujaría éste tren si pudiera, rauda, veloz, sin aliento… —por favor
date prisa, solo tú puedes correr ahora.
—Olvidé mi reloj, como deseo, necesito saber qué
hora es. La apertura de las puertas me frena, soy la primera en descender, sin
embargo estoy desorientada, no sé dónde ir, ¿qué hacer? siento pánico.
—No te marches.
¿Dónde estás?
Aún más intensos son los gritos, superando el
tumulto de las voces, de los pasos, tacones, chirridos de ruedas que atormentan
mi pensamiento fijo también en el anuncio de vuelos apenas partidos, —bajad la
voz, os lo ruego, hacer todo lo que esté en vuestra mano para poder escuchar la
suya… haz realidad que sea tu voz la única que me guíe. —Vuelvo a correr y a mi
mente torna de nuevo la hora, tonta, no pregunté… —ni lo haré, soy consciente
de que apenas me queda tiempo. Tropiezo, topo de nuevo con un sinfín de personas
que seguramente piensan que estoy por perder mi vuelo, rozándolas con la
rapidez de mi cuerpo —sin de nuevo tiempo para apenas decir ‘lo siento’ ya
desde la lejanía y más cercana a ti…
—No te marches.
¿Dónde estás?
Tengo que detenerme, mis piernas protestan, me
dicen ‘atenta’… pero mi vista sigue intacta, en alerta, continúa corriendo tras
los rostros de la gente… encubiertas miradas. — ¿Cómo podré encontrarte,
reconocerte? Yo, que apenas tu rostro conozco.
(…) Después, y entre tantas y
tantas miradas, una se posa en mí, la única mirada que esperaba… estás ahí, frente a mí.
— ¡Estoy aquí! —Sonrío,
me sonríes… —pero, en el transcurso que apresuro mi primer paso en el intento
de llegar hasta ti, un nuevo vuelo viene anunciado y otra… —otra marea de gente
me arrastra, empuja, impide, te esconde, nos separa; mientras contemplo
paralizada y aterrada tus ojos alejarse. No soy capaz de abrirme paso ante ella, he perdido la dirección de mis sentidos,
mis piernas, tampoco mi vista responde a mis directrices…
—cuando por fin todo se
desvanece, tú ya no estás ahí, aquí.
Sigo inmóvil, inerme hasta aquel instante
inolvidable del rumor de motores impulsando mis sentidos. —Estabas ahí, lo sé.
—Corro y corro por la enésima vez, atraída por ese ruido estridente que me
acompaña hasta una enorme cristalera; no sé si es tu avión el que está por
despegar, o no, aunque puedes estar seguro, de que con mi más profunda mirada
te acompañaré al infinito.
Pinturas: 1. Liquid Serenity, pintura de Glenda Stevens 2. Placeres de la vida, pintura de Antonio Capel.
https://comienzodecero.wordpress.com/2022/08/23/estas-dime-2/
INTENTE SER MUJER
Intente ser mujer,
Con una navaja en el pecho
Las piernas abiertas
Y un arma apuntando la sien.
Intente ser mujer,
Costilla de Adán recitada
Hebra de estrella
Un simple sello sin aleteo
Ala sin viento
A tiro siempre y en libre caída.
Pruebe a ser mujer,
A estar como mueren las brácteas
Respirar como una hoja pisoteada
Ser un rastrojo perenne quemado.
Probar vosotros,
Nosotras estamos agotadas
De que nos sepulten día tras día
Aún mientras seguimos con vida.
Pintura de Christine Wu
No hay comentarios:
Publicar un comentario