Cofradías de españoles
en la
Ciudad de México*
Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu de
México. Colegio Vizcaínas
El estudio de las
instituciones de la sociedad civil, como las cofradías españolas en Nueva
España, son una veta histotiográfica sumamente rica, porque nos acerca a
conocer múltiples aspectos de la vida colonial, como la articulación de la
sociedad oligárquica dominante, que contribuyó sobremanera a forjar las
relaciones entre los poderes constituidos (autoridades civiles, Iglesia, etc.)
y la sociedad civil; los mecanismos económicos de circulación y acumulación de
capitales; la historia de las formas religiosas y los rituales, las expresiones
de la vida cotidiana, así como la formación de los primeros sistemas de
asistencia social y ayuda mutua en México.
Podemos decir, así, las pautas de comportamiento y sistema
de valores de los españoles a partir del análisis del funcionamiento, de las
metas y de los bienes de las cofradías.
En efecto, estas fueron un marco privilegiado de vida social
para todas las castas de la sociedad novohispana; desde los indios hasta los
españoles, pasando por los negros, cada
estamento socio-étnico tuvo su tipo peculiar de cofradía o asociación
cívico religiosa. Del mismo modo, cada oficio, gremio de artesanos, grupo de
negociantes, de altos funcionarios, etc., tenía también la suya. Las cofradías
expresaban así, a la vez, diferencias socio-étnicas y socio-económicas; cada categoría
socio-profesional y grupo económico remarcaba su especificidad y rivalizaba con
los demás por medio de las cofradías, lo que era perfectamente lógico en una
sociedad fuertemente segmentada y corporativista, en una cultura nutrida y
orientada por la religión como la de Nueva España.
Por esto nos hemos
centrado en desentrañar el funcionamiento de las cofradías y de sus
aparatos educativos, las características que adquirieron en Nueva España estas
organizaciones transplantadas de la metrópoli en una sociedad en formación,
donde se podía experimentar nuevos modelos y, sobre todo, mejorar los antiguos,
y hemos tratado de entender las ventajas que ofrecían para los grupos españoles
en la ciudad de México, en términos de cohesión interna y de defensa y
reproducción de sus privilegios, para poder explicar las causas del
extraordinario desarrollo de estas asociaciones, y de la autonomía e influencia
que lograon obtener durante la época colonial.
En efecto, la cofradía española fue una
asociación selecta donde las familias pudientes españolas y criollas de Nueva
España tejían alianzas matrimoniales, de parentesco biológico o político
(compadrazgo, hermano cofrade, etc.), establecían acuerdos políticos y
asociaciones de negocios, ampliando y diversificando sus estrategias familiares
de reproducción de sus capitales, en especial entre grupos oligárquicos
criollos ligados a la propiedad de la tierra o de las minas, y grupos de
negociantes españoles dueños del capital. Así, esta institución fue pieza clave
en la formación de grupos económicos poderosos, más allá de los grupos
familiares simples, y en la creación de redes de vínculos e influencias con los
círculos del poder político de Nueva España.
En fin, las cofradías contribuyeron notablemente a la
cohesión de un bloque dominante unificando los intereses de los ricos
negociantes peninsulares, de la alta administración virreinal y de la oligarquía criolla heredera de los
conquistadores.
Aquí tratamos de explicar de qué manera se establecieron las
cofradías en la ciudad de México, los diferentes tipos que existieron y la
importancia de cada uno de ellos. Para
señalar la importancia de las cofradías en Nueva España, quisimos
también dar una idea de lo que fueron las cofradías de indios sin profundizar
en su estudio.
El funcionamiento y la organización de estas asociaciones
tuvieron mucha importancia por las actividades de asistencia social que ellas
realizaron, actividades que contribuyeron a dar a la ciudad de México seguridad y tranquilidad.
Para poder realizar
estas actividades de carácter social, las cofradías se convirtieron en cautas
administradoras, y acumularon progresivamente importantes capitales que
pusieron en circulación con el fin de obtener buenos beneficios. Tampoco
podíamos olvidar las manifestaciones de las cofradías en la vida pública, que
fueron tan necesarias e importantes para el lucimiento de esta sociedad, sin
olvidar sus alianzas con la Iglesia, de la que ellas fueron las colaboradoras
más necesarias.
ANTECEDENTES EUROPEOS DE LAS COFRADÍAS
La historia de las
asociaciones comparables a las cofradías se remonta a la época anterior a las
altas culturas del Viejo Mundo. No se ha registrado mucha documentación sobra
las asociaciones ágrafas, pero la historiografía de las congregaciones de culto
religioso, las guildas de comerciantes, las asociaciones de auxilio mutuo etc.,
de los romanos es bastante detallada.
En la Roma antigua, estas grupaciones fueron llamadas collegia, fraternidad y sodalidades.
Los colegios comitalicios, cuya existencia ha
sido cuestionada, tuvieron a la cabeza a unos padres denominados curiones, la población plebeya y
servidores de Roma pertenecieron a estas asociaciones. Una vez al año se
celebraba la fiesta a los dioses lares.
Era un día de descanso y de alegría para toda la plebe que salía a la calle delante de sus dioses
para depositar ofrendas y hacer sacrificios. (1)
Las sodalidades se remontaron a los últimos
años de la República Romana: a sus miembros los reunía una solidaridad de
intereses y de simpatía qu constituía un
lazo especial distintyo a las relaciones de amistad que podían existir entre una parte de los socios.
Cada año, la elección de los cónsules y de los ediles ocasionaba ocasionaba
asambleas populares muy concurridas. A estas reuniones para los comicios que
tenían lugar en una época fija, se agregaban las convocatorias extraordinarias
obligatorias cuando una ley era sometida al pueblo o se tenía que legislar
sobre una acusación pública; para discutir sobre las funciones públicas o para
segurar la adopción de una ley; para detener o hacer triunfar una acusación:
entonces había que integrar un partido y unir los esfuerzos.
Se consideró que estos colegios y sodalidades constituyeron
un peligro para el poder, por lo cual fueron duramente atacadas hasta ser
abolidas por la Ley Julia aproximadamente entre 67 y 64 a.C., pero 5 años más
tarde fueron de nuevo autorizadas a formarse por la Ley Clodiux en el año 59
a.C. Poco después, con el poder personal restaurado dentro de Roma por César,
fueron abolidas por éste definitivamente en el año 56 a.C.
Con el
triunfo del cristianismo, muchas de estas asociaciones evolucionaroin hasta
formar agrupaciones de obediencia cristiana que tenían por oobjeto la práctica
de la caridad. Para que esta caridad fuera social no bastaba solamente con las
palabras: se debía plasmar en los actos.
Como lo dice muy bien
Santiago el Menor, si un hermano o una hermana están en la desnudez y no tienen
lo que necesitan cada día de alimento, y uno de vosotros les dice: Id en paz,
que te calientes y te sacies, sin darles lo que es necesario para sus cuerpos, ¿de qué sirve esto? Como la Fe, la
Caridad sin las obras es una caridad muerta. (2)
Aunados
a la práctica de la caridad surgieron los ágapes, banquetes rituales y
sociales que tenían una tradición antigua, al estilo de las viejas guildas*,
aquellas comidas en común en las que tomaban parte todos los cristianos en los
primeros años de esta religión y que llevaron a los apóstoles a crear el oficio
de diácono,
luego el de diaconisas, que no tardaron en extenderse a las otras Iglesias,
como ejemplo de sociedades de socorros mutuos.
Aparte
de las funciones litúrgicas, los deberes de los diáconos y de las diaconisas
para con sus hermanos de religión fueron:
-Incribir
en un registro el nombre de los indigentes para sistirlos.
-Ayudar
a los obispos en la administración de
los fondos que los fieles ricos ponían a su
disposición para los hermanos pobres.
-Recolectar en las asambleas convocadas por ellos,
limosnas para el socorro de viudas,
huérfanos y extranjeros.
-A
partir del siglo IV, estaban encargados de señalar al obispo los extranjeros
que no podían bastarse a sí mismos, y fueran albergados en la casa del obispo y
en las de los diáconos y diaconisas o de algunos fieles que se ofrecían a
ayudar al obispo. (3)
A partir del siglo II, las fraternidades cristianas
se estructuraron más sólidamente introduciendo en sus cultos reglamentos hechos
por clérigos y obispos, inspirados por el deseo de las personas de encontrar un
sostén durante la vida y un socorro espiritual después de la muerte. Pero no es
hasta el siglo VIII, con san Bonifacio, que la cofradía toma su fisonomía
propia de unión evangelizadora, de ayuda mutua y de caridad.
El
apóstol de Alemania, con el fin de asegurar sus esfuerzod e conquista espiritual, para que ésta fuera durable,
predicó en Alemania, Irlanda e Inglaterra, y no únicamente en diócesis, sino
también en monasterios. Graccias a su poderosa influencia, la idea de
asociación espiritual se impuso y se extendió. Después de las uniones entre
religiosos y miembros del clero; después, otras asociaciones reagruparon
únicamente a los curas seculares. Los simples fieles fueron finalmente ganados
por el mismo movimiento y terminaron después de haber roto sus relaciones con los
monasterios, por asociarse en cofradías independientes. Estas serían las cofradías
propiamente dichas. (4)
San
Bonifacio consideró que las fraternidades eran una ayuda para poder
predicar y extender el cristianismo, y con el fin de
orientarlas a estos objetivos específicos, les asignó tres funciones: a) vivir
una vida cristiana profunda y en grupo, b) practicar la ayuda mutua con obras
de caridad y c) la yuda debía prolongarse después de la muerte a través de los
rezos. Obispos y conventos, se unieron
en esta tarea, y la inquietud por la
fraternidad fue en aumento.
Enel
siglo VIII se establecieron las parroquias bajo el patronato de
un santo, loque reguló la vida religiosa y social. Las fraternidades o
cofradías (antes de esta fundación la única forma de organización religiosa
independiente), aunque funcionaron en iglesias y conventos, se fueron
convirtiendo poco a poco en organizaciones auxiliares de la parroquia y apoyo
al obispo, quien tenía por obligación auxiliar a todos los pobres de su
obispado. Inclusive en el concilio de Arles (813) se encomendó a los obispos
que visitaran sus diócesis una vez al año para observar si vivían oprimidos los
pobres (canon 17). (5)
En 806, Carlomagno prohibió a los files que diesen
limosna a hombres sanos que mendigaban por no querer trabajar. Las iglesias lo
ficieron mejor: para evitar abusos tomaron a su cargo a los pobres necesitados
y los inscribieron en una lista llamada matrícula; los pobres incluidos en
esta lista (matricularii, fratres,
Christi pauperes) fueron privilegiados, formaron una especie de cofradía,
con la obligación de cumplir en las iglesias ciertos oficios subalternos;
debían ser los guardianes del santuario: había 40 en la iglesia de Autum, 16 en
la de Mans, 4 en capillas pequeñas; pero en las grandes basílicas, el número
era mucho más considerable. Los matricularii
solían vivir en una casa al lado de la iglesia, y cada mañana se situaban a la
entrada de ella para pedir las limosnas de los fieles; con el tiempo se les
permitió tener propiedades raíces y recibir donativos y legados cuya propiedad
pertenecería a la Iglesia, pero las rentas les corresponderían a ellos.
Durante la Edad Media, estas
asociaciones tuvieron una gran difusión en toda Europa. Poco a poco tomaron
auge en los siglos X, XI y XII; su función socio-religiosa, los motivos de
fundación y las metas fueron, por lo general, muy variables. Casi no se puede
imaginar una actividad socio-religiosa que no fuera hecha por alguna cofradía,
desde las asociaciones de ágape, de caridad, de ayuda a los enfermos, a los
ñpobres y a los extranjeros, hasta el acompañamiento del cuerpo de los
difuntos. Hubo además cofradías dedicadas a la reparación de los templos, la
construcción de puentes, la recolección de medios económicos para las cruzadas,
el combate contra los herejes. Todas tenían determinada advocación: el Santo
Sepulcro, Cristo Crucificado, las almas del Purgatorio, el Espíritu Santo etc.,
como patrón y emblema de su cristianismo
y para diferenciarse según la actividad respectiva. Por todo lugar se exaltaba
el espíritu asociativo, y las carreras del político, del profesional y del
religioso.
A
partir del siglo IX, en que se empezaron a fundar hospicios, hospitales, casas
de expósitos, casas de ciegos, etc., los clérigos o seglares directores de las
casas hospitalarias fueron asistidos por personas caritativas de ambos sexos, a
quienes se les llamaba hermanos y hermanas. Estaban
encargados del cuidado de los enfermos y formaban una cofradía especial en el
establecimiento hospitalario al quer servían, y no se ligaban a ninguna orden
religiosa. Muchas cofradías subsistieron hasta el siglo XVIII, especialmente la
del Hotel-Dieu de Issoudum. (6)
Con la
progresiva consolidación de la formación económica y social europea de la Edad Media y de las
redacciones de producción feudales entraron también las cofradías en una nueva
fase, llamadas en España cofradía-gremio. Esta organización
se componía exclusivamente con miembros de una profesión específica, sobre todo
de comerciantes y artesanos, quienes formaron sus asociaciones de ayuda
socio-laboral y de piedad. (7)
Durante
toda la Edad Media y en la época moderna temprana, estas cofradías jugaron un
papel muy variable en la vida, no sólo religiosa sino también socio-política.
Por la creciente independencia desde su origen que fue la comunidad pequeña, luego por la diversificación de las
distintas profesiones de sus componentes, sus actividades múltiples y alejadas
de la vida religiosa, entraron en conflicto tanto con las autoridades
eclesiásticas como con las políticas. Las medidas de la Iglesia para
reglamentar y disciplinar las cofradías,
van desde la excomunión y supresión
hasta la prescripción o pprohibición de ciertas actitudes. No faltaron
autoridades de la Iglesia que vieron en
las cofradías “un obstáculo para la vida parroquial y para la unidad de la
Iglesia”. (8)
Desdse
Hinemar de Reims, en el siglo IX existió una lista de funciones que cada vez se
ampliaba hasta incluir “todas las buenas obras sociales y religiosas” que
figuran, por ejemplo, en los estatutos del arzobispado de Burdeos del año 1255:
mantenimiento de la iglesia y de todos
los objetos de culto, sepultura y otras actividades fúnebres, trabajos
públicos, atención a enfermos, defensa contra las calamidades, colectas”. (9) A partir de este siglo, los
concilios de Alemania y de Francia reglamentaron repetidas veces las
fundaciones de cofradías, las cuales deberían llevarse a cabo sólo previa
autorización de la Iglesia. Pero no es sino hasta 1604 en que la bula del papa
Clemente VIII presenta unos reglamentos que valen para todo el ámbito de las
cofradías.
LAS COFRADÍAS ESPAÑOLAS
Hemos encontrado pocos
indicios sobre las cofradías españolas antes del siglo XII. Estas son las
principales que se encontraron:
COFRADÍAS DEL
SIGLO XI
- Cofradía del
Santísimo Sacramento, Nuestra Señora de San Antolín y Señor Santiago de Zamora,
1072. Se debe su fundación, según la tradición, a la reina Doña Urraca
(1033-1101) en dicho año.
- Antigua, Ilustre
y Real Cofradía de la Santa Caridad de Toledo, 1085. Fundada en
tiempos del rey Alfonso VI (1047-1109) durante el asedio y toma
de Toledo. Según señala Linda Martz, los documentos más antiguos de la Santa
Caridad fueron destruidos por un incendio en 1525, pero de acuerdo con el
testimonio presentado por los hermanos en la Real Chancillería de Valladolid,
en 1557-58, la cofradía fue fundada en 1085.
COFRADÍAS DEL
SIGLO XII
A.- Cofradías con
fechas datables con exactitud:
- Cofradía de
Santa María y del Santo de Santo de Domingo de la Calzada (La Rioja),
1106.
- Cofradía de
Nuestra Señora de Roncesvalles (Navarra), 1127 (refundada).
- Cofradía de San Isidoro o Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del
Milagroso Pendón de San Isidoro de León, 1147. La primera referencia
documental, según José Sánchez Herrero, data del año 1280.
- Cofradía de la
Santísima Trinidad, Santa María y San Julián o de los Recueros de Atienza
(Guadalajara), primera "Caballada": Día de Pentecostés de
1162. Sus Ordenanzas fueron otorgadas por el rey Alfonso VIII (1155-1214).
- Cofradía de
Santa María del Puy de Estella (Navarra), 1174 (restablecida).
- Cofradía la
Santísima Cruz o de Santo Toribio de Liébana (Cantabria), 1181.
- Santa Cofradía
de San Miguel de Excelsis de Aralar (Navarra), teniendo sus orígenes a finales
del s. XI, será en 1191 cuando el Rey Sancho IV y el Obispo Pedro de París, dan
a la Cofradía rango legal.
B.- Cofradías que
se saben del Siglo XII:
- Cofradía de
Santa María de Caleruega o de las Candelas de Caleruega (Burgos), siglo XII.
- Cofradía de la
Vera Cruz, Disciplina y Penitencia de Zamora, aunque el primer documento
conservado date de 1508, hay autores que señalan su origen en el siglo XII.
- Hermandad de los
Apóstoles de Chinchilla de Montearagón (Albacete), siglo XII (refundada).
- Muy Ilustre Cabildo de Caballeros y Escuderos de Cuenca, fue instituido bajo
la advocación del Espíritu Santo y el apóstol Santiago en el siglo XII, en
fechas de la reconquista de la ciudad por Alfonso VIII de Castilla (1155-1214).
COFRADÍAS DEL
SIGLO XIII
A.- Cofradías con
fechas datables con exactitud:
-
Confraria de Sant Marc Evangelista de Barcelona, 1202.
- Cofradía de Nuestra Señora Santa María de Eunate (Navarra), su documento más
antiguo conservado data de 1219 (refundada).
- Real e Ilustre Cofradía Matriz de la Santísima Virgen de la Cabeza
de Andújar (Jaén), 1227. La cofradía se funda a los pocos días de la aparición
de la Sagrada Imagen, según la tradición.
- Real Cofradía de Santa Marta de Martos (Jaén), se funda poco tiempo después
de que la Villa de Martos fuera donada por Fernando III, en el año 1228, a la
Orden Militar de Calatrava, según señala Manuel López Molina.
- Antigua Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza. La Balesquida de
Oviedo, 1232. Anteriormente, y tal cual consta en la documentación, su nombre
era Cofradía de Nuestra Señora de la Balesquida.
- Pontificia, Real
y Primitiva Cofradía de Santa Lucía, Virgen y Mártir de Valencia, fundada al
poco de la conquista de la ciudad por Jaime I en 1238.
- Real Cofradía de Nuestra Señora la Virgen de Loreto y San Lorenzo de Huesca,
fue fundada entre 1205 y 1242, durante el período en que el infante D. Fernando,
hijo de Alfonso II de Aragón, fue de Abad de Montearagón, a quien pertenecía la
Iglesia de San Lorenzo de Loreto (refundada).
- Confraria de
Mestres Fusters de Barcelona, sus orígenes se remontan a 1257.
- Muy Devota, Venerable, Más Antigua y Pontificia Hermandad del Santísimo
Rosario de Nuestra Señora de la Paz y Virgen de la Aurora de Ronda (Málaga),
1269.
- Hermandad de la Virgen de Linares de Córdoba, su origen está en el año
1278, cuando el Obispo D. Pascual da reglas a los cofrades del Hospital de San
Cristóbal y la Magdalena, para que fueran todos los años en procesión al
templo de la Virgen de Linares.
- Muy Esclarecida y Antigua Archicofradía Real Orden Militar de Nuestra Señora
del Carmen de Molina de Aragón (Guadalajara), 1280.
- Muy Ilustre,
Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima de la Sangre de Nuestro Señor
Jesucristo de Zaragoza. En el año 1280 se reconoce la existencia de una
capilla de la Hermandad de la Sangre de Cristo, situada en el Convento de San
Francisco.
- Ilustre y
Venerable Cofradía del Santísimo Rosario de Viveiro (Lugo), 1282.
- Cofradía de San Lorenzo de Huesca, 1283. En 1962 se une a la Cofradía y
Hermandad General de devotos de San Lorenzo (siglo XVIII), dando lugar a la
actual Cofradía de Caballeros de San Lorenzo.
- Cofradía de las Huérfanas a Maridar de Valencia, 1293.
B.- Cofradías que
se saben del Siglo XIII:
- Muy Antigua,
Venerable y Dominica Cofradía Penitencial y Sacramental de la Santa Vera Cruz,
de Nuestra Señora Madre de la Iglesia, del Niño Jesús y de la Resurrección
de Cristo de Palencia, primer cuarto del siglo XIII (se funda por
influencia de la de Santo Toribio).
- Muy Ilustre y
Piadosa Hermandad de San Antonio Abad de Zaragoza, siglo XIII.
- Muy Ilustre y
Antiquísima Cofradía del Rosario (llamada de la Rosa) de Zaragoza, siglo XIII
(fundada posiblemente en 1219 por Santo Domingo de Guzmán).
- Hermandad de
Nuestra Señora de Villa Vieja y de la Sangre de Cristo de Teruel, mediados del
s. XIII (primera mención documental en 1312).
- Cofradía de la
Santa Cruz de Caravaca de la Cruz (Murcia), algunos estudiosos señalan posibles
orígenes en el siglo XIII.
- Real, Muy
Antigua e Ilustre Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefonso y San
Atilano de Zamora, siglo XIII (refundada).
- Real Hermandad de Infanzones de Nuestra Señora de la Caridad de la Imperial
Villa de Illescas, fundada probablemente en el siglo XIII.
- Antigua Cofradía
del Cristo de las Penas de Valencia, siglo XIII (refundada).
- Cofradía de la
Vera-Cruz de Plasencia, siglo XIII.
- Venerable Orden
Tercera Franciscana de Viveiro (Lugo), siglo XIII.
- Real, Muy
Ilustre y Primitiva Congregación de San Isidro, de Naturales de Madrid,
siglo XIII.
- Hermandad de la Vera-Cruz de Lebrija (Sevilla), último tercio del siglo XIII,
tras la reconquista de Lebrija por Alfonso X "El Sabio", el 20 de
Enero de 1265.
- Primitiva, Real, Muy Antigua y Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora de los
Reyes, Patrona de los Sastres, San Mateo Apóstol y Evangelista y San Fernando
Rey de Sevilla, siglo XIII.
COFRADÍAS
CONSIDERADAS DE DATACIÓN INMEMORIAL:
- Cofradía de los
Falifos o de Nuestra Señora de la Carballeda de Ríonegro del Puente
(Zamora). Es considerada como la cofradía más antigua del Camino de Santiago,
hay estudiosos que señalan sus orígenes fundacionales como probables en el
siglo X.
- Cofradía de
Ntra. Sra. del Llano de Aguilar de Campoo (Palencia). E. Llamas califica su
devoción de inmemorial, habiendo autores que sitúan el origen de la Cofradía en
la Orden del Temple.*
En España, tres tipos de cofradía se
definen a partir del siglo, y lograron su más alto grado de organización en los
siglos XIV y XV: la primera fue la cofradía religiosa de beneficencia, que
tenía como objetivo la caridad.
Eran
muy parecidas a las comunidades piadosas de los primeros siglos, y la
preocupación primordial era la de auxiliar al cofrade durante su muerte. La
cofradía aseguraba entonces a cada uno la mortaja, el cirio durante su
entierro, la velada fúnebre, la misa y la música con asistenvia de todos los
hermanos. Las limosnas, los derechos de admisión, las cotizaciones y las
multas, así como los dones y legadfos, alimentaban un fondo destinado a la
asistencia de los ancianos, viudas y huérfanos del grupo. Los cofrades se
reunían en la capilla de su santo patrón y sus principales manifestaciones
consistían en misas anuales, mensuales o dominicales. Finalizada la misa anual,
se elegía a las autoridades y, posteriormente, se celebraba un gran banquete.
En todas las ocasiones importantes: misas, recepciones, entierros, coronación
de príncipes, fiestas patronales etc., se reunía la cofradía en una gran
fiesta.
De estas cofradías tenemos varios ejemplos, como la de santa
Eulalia de Barcelona que existía desde 1197, pero la más importante en esta época
fue sin duda la cofradía de Tudela, cuya patrona era Santa Cristina, y que
estaba tan bien organizada que, si ocurría una desgracia a uno de sus cofrades,
podía prestar hasta 20 veces el salario el salario del afectado sin importar la
profesión que tuviera. (10) Estas prácticas caritativas
se prolongaron hasta el siglo XVI en donde encontramos cofradías sólidamente
organizadas, como la de Veracruz de Játiva (1381), Santo Domingo de Huesca
/1480), la del Espíritu Santo de Calatayud (1311), la de los ciegos de
Barcelona (1339), y la de los ciegos de Valencia (1329).
A partir del siglo XII empiezan a formarse las cofradías
gremiales compuestas por miembros de un mismo oficio, que necesitaban
agruparse para protegerse mutuamente en su vida social y profesional. Esta
segunda forma de cofradía es, en efecto, una sociación profesional en donde las
manifestaciones religiosas se acompañan de una función de ayuda mutua como un
mecanismo de socorro en el ejercicio de la profesión, en el caso de enfermedad,
en el caso de un accidente de trabajo, como seguro de vejez, e incluso como
asistencia en los momentos en que se perdía el trabajo, para evitar la ruina
del artesano. Entre todas estas cofradías, podemos citar la de los plateros de Toledo (1423), la de
los forjadores y barreros de Villafranca (1338), la de los zapateros de
Zaragoza (1336), la de los sastres y talabarteros de Gerona (1387), la de los
cirujanos de Barcelona (1436), la de los barqueros de Barcelona (1438).
El tercer grupo de cofradías fueron las del tipo militar
o caballeresco que se constituyeron en el siglo XII. A este grupo
perteneció la cofradía de Belchite, instituida por Alfonso I “El Batallador”
con el solo objetivo de defender la plaza de Zaragoza recientemente
reconnquistada. Esta cofradía era privilegiada en el aspecto jurídico y
económico y fue confirmada como la más importante por el concilio de Burgos en
1336. El mismo rey fundó la cofradía de Monreal en 1126. Muy importante también
fue la de Barbastro fundada por el obispo don Gaufredo el 5 de junio de 1138.
No podemos olvidar a las cofradías de disciplina,
en las cuales la principal manifestación fue el ascetismo y se hacían notar
durante la Semana Santa durante las procesiones. En el siglo XVI existieron
cuatro en Valladolid (la más antigua la de la Santísima Veracruz que se formó
en el siglo XV).
También
la de la Pasión fue muy importante y se constituyó en 1531. Estas cofradías se
reunían en los grandes monasterios de las ciudades y se organizaban durante la
Semana Santa en una gran procesión, haciendo partícipes a los asistentes de su
fervort y oración.
Para el siglo XVI en España encontramos a la cofradía
definida como una institución en la cual se podía expresar el sentimiento de
eficacia, al probar que establecía obras útiles ejerciendo una función muy
importante de asistencia social a través de la piedad:
La
constitución de una cofradía era la obra del grupo humano que intentaba
formarla, el cual redactaba sus ordenanzas, y recibía el juramento de todos los
cofrades, y la presentaba a la aprobación eclesiástica tras lo cual podía ya
funcionar. Los órganos de la misma eran unas autoridades superiores (prebostes,
mayordomos, priores, mayorales, etc., según regiones y lugares en número de
uno, dos o tres); unos asesores de los mismos a modo de junta de gobierno, y un cabildo general de
cofrades, con funciones deliberantes, inspectores y de elección de los
anteriores cargos. Unos amigables componedores velaban por la solución pacífica
de cuantos conflictos surfieran entre los cofrades. Los ingresos de la cofradía
consistían en las cotizaciones periódicas de los cofrades, en las derramadas
realizadas por las autoridades de la cofradía en caso de necesidad, y en las
multas impuestas por infracción de las ordenanzas. Celebraban la fiesta
patronal con una misa y un banquete, y
estaba obligados los cofrades a asistir a los enfermos, velando las
noches, cuidar de la recepción de los últimos sacramentos y casos de
fallecimiento, de todo lo relativo a exequias y sufragios. (11)
Es en
esta época que las cofradías pasaron a Nueva España y se fundaron en la
ciudad de México por los primeros conquistadores. Posteriormente se extendieron
en todo el territorio por donde pasaron los españoles, y las órdenes religiosas
pues consideraron que las cofradías eran sus mejores instrumentos para
implantar y difundir el catolicismo entre los indígenas y la mejor fórmula de
asociación en los pueblos, para consolidar fuertemente a la sociedad.
LA COFRADÍA COMO INSTITUCIÓN
Los españoles al transplantar sus instituciones a la Nueva España, y en
particular a la ciudad de México, pusieron todo su empeño en el buen
funcionamiento de éstas para asegurarse de que perdurarían de la mejor manera,
de acuerdo a sus costumbres, y para que sirvieran de ejemplo a las fundaciones
posteriores.
Una vez efectuada la
conquista y la colonización fueron estableciendo instituciones semejantes a las
que ya existían en España, y de ellas, ninguna, vino tan bien preparada para
una aculturación sistemática como la eclesiástica. La labor de cristianización
se encargó a las primeras órdenes que llegaron: franciscanos, dominicos y
agustinos, quienes evangelizaron y fomentaron la práctica del culto cristiano,
luchando siempre por aumentarlo.
Las órdenes religiosas que
se establecieron en América y particularmente en México, facilitaron
enormemente la labor de las prácticas piadosas y demostraon su amor al prójimo
por medio de actos de caridad y asistencia social. Así van a ser los religiosos
quienes se encargarían de fundar y promover a las primeras cofradías en la
Nueva España con base en permisos concedidos por los obispos. Estas
asociaciones se fueron multiplicando a través del tiempo, pero adquiriendo
ciertas características locales.
El principal objetivo de
una cofradía al inicio de la colonización era la fundación de hospitales y
colegios, o bien asegurar el entierro del cofrade. Bastaba que existiera por
principio este noble fin para que se autorizara de inmediato su fundación, aún
sin el permiso real o eclesiástico, y como en un principio era difícil
conseguir estos permisos por la falta de obispos autorizados para la creación
de la cofradía, tal requisito se fue pasando por alto de modo que muy pocas se
erigieron de acuerdo a lo que la Iglesia pedía. (12)
Esta falta del permiso eclesiástico, ocasionó durante
toda la época colonial grandes
problemas. Siempre que surgían diferencias en el seno de la cofradía, ya se tratara de acusaciones
al tesorero de malversaciónde fondos, o bien del permiso para el culto especial
al santo patrón, o algún problema referente a pleitos de tierras etc., el
obispo o el cabildo eclesiástico podían negarse a juzgar y a conocer de estas
cosas. A este respecto, las Leyes de Indias: ley 6, título 2, libro 1°, y ley 12
basándose en el canón 7 del Concilio de Arles (813) exigían para la legitimidad
del establecimiento de las cofradías licencia del rey y del obispo diocesano;
sin estos requisitos, las justicias de los pueblosdebían impedirlo bajo su
responsabilidad.
El papa Clemente VIII
publicó una bula el 3 de diciembre de 1604, por la que prohibió erigir ninguna
nueva cofradía, sin el permiso y autoridad del obispo, quien debía además
examinar y aprobar los estatutos respectivos. (13)
Además de la aprobación del obispo, era necesaria
la supervisión de las cofradías y sus juntas por un representante real o “a
quien para ello se dispute”, que diera constancia de la validez de las
decisiones tomadas. Todo ello se reglamentó en la Novísima Recopilación de
Indias: ley 25, título 4, libro 1.
Estos dos requisitos:la
autorización del obispo y la asistencia a las juntas de un representante real,
se pasaron por alto en la mayoría de las veces, por lo que se propagó en número
de cofradías ilegales en este aspecto, pero legales en la práctica porque
cumplían alguna con algún fin de asistencia social o de piedad, lo que les daba
cierta autonomía.
En la ciudad de México,
las cofradías gozaban de ambas autorizaciones y sin embargo nunca se subordinaron al
clero. Funcionaron de manera autónoma, tomando las decisiones de común acuerdo
y nombrando un cuerpo de gobierno elegido por los propios miembros, el cual
controlaba los asuntos de las cofradías con exclusión de clérigos o sacerdotes.
Las cofradías de la ciudad de México representaron verdaderamente los intereses
y las metas de sus miembros. Las cofradías del campo en cambio, siempre
estuvieron mucho más subordinadas a sus parroquias.
A
medida que se iba conformando la sociedad, cada cofradía iba tomando
características propias que respondieran a las necesidades de sus fundadores.
Así pronto se multiplicaron las cofradías o hermandades eclesiásticas,
asi llamadas para diferenciarlas de las cofradías gremiales, cuyos intereses y
constituciones eran sobre todo de carácter laboral, (14) se encargaron del buen
funcionamiento de los oratorios, las capillas de culto a los santos patrones, y
la asistencia y fundación de hospitales
y colegios. También surgieron las cofradías gremiales compuestas
exclusivamente por miembros de una profesión específica, sobre todo los
comerciantes y artesanos; nacieron igualmente las cofradías de negros y mulatos
todas ellas con el fin de proporcionar a sus miembros la seguridad que sus
estatutos exigían. En el campo y zonas rurales, casi todas las cofradías fueron
de indios.
Si
bien todos los reglamentos coincidían en algunos puntos, como era elecciones,
rectores, ceremonias religiosas, también establecieron ciertas diferencias como
era el número de cofrades, la finalidad, las dotaciones, etc.
A
algunas de las cofradías que lograron tempranamente por la promoción que les
dieron los particulares o religiosos gran popularidad y preferencia, se les
agregaron otras cofradías del mismo nombre y fin o hermandades o congregaciones
que estuvieran bajo la tutela espiritual del mismo santo, y les comunicaronn
sus privilegios, con los que se convirtieron en archicofradías. La agregación
debía ser perpetua. Una vez hecha la afregación, la cofradía agregada perdía
todas sus indulgencias papales y gozaba únicamente de las que le comunicaba la
archicofradía. Las cofradías no podían agregarse más que a una sola
archicofradía.
La
archicofradía más importante de la ciudad de Mexico por la cantidad de cofradías que le estaban agregadas fue la archicofradía
de la Santísima Trinidad, con
ocho cofradías agregadas. Una de éstas, la del Señor San Pedro, contó con todo el apoyo de la archicofradía y
hasta recibió como dotación el terreno donde la cofradía de San Pedro construyó
su hospital. (15)
No encontramos referencias
sobre cuál fue en realidad la primera cofradía de la ciudad de México o en la
Nueva España. Algunos autores coinciden en que fue la de Nuestra Señora de la Limpia
Concepción, fundada por los
conquistadores y mencionada por Hernán Cortés en sus ordenanzas de 1519, pero
en realidad lo que estas dicen es lo
siguiente:
Y lo mismo se entiende de Nuestra Señora y de
todos los otros santos, so pena que de
más de ser ejecutadas las penas establecidas por las leyes del reino contra los
blasfemos, pague quince castellanos de oro, la tercera parte para la cofradía
de Nuestra Señora que en estas partes se hiciere. (16)
Hernán Cortés dice “que se
hiciere”, lo que indica que aún no estaba fundada. Otro autor afirma que fue la
cofradía de la Purísima Concepción
que fundo el hospital de Nuestra Señora de la Concepción, más tarde llamado el Hospital de Jesús Nazareno. Sin embargo,
buscando el Archivo General de la Nación en el Ramo de Hospital de Jesús, no
encontramos ninguna referencia a una cofradía
así llamada. Sí existe la copia manuscrita de una bula del papa Clemente
VII del 16 de abril de 1529 que concede el patronato perpetuo del hospital de
Nuestra Señora de la Consepción a Hernán Cortés quien, según se ve en las
cláusulas de su testamento, fue quien le cede terrenos, material y la hacienda
necesaria para la manutención del mismo, por que considero que fue Hernán
Cortés en único fundador del hospital mismo que estaba funcionando en 1524. (17)
La
primera cofradía de la que tenemos noticia es la de Los Caballeros de la Cruz, también
conocida con el nombre de la archicofradía de los Nobles con sede
en la Iglesia de la santa Veracruz; fue fundada por Hernán Cortés en 1526, en
acción de gracias y memoria de haber llegado al puerto de Veracruz en viernes
santo; en este año se nombraron rectores y diputados y se hicieron
instituciones para su mejor gobierno. Fue aprobada por Fray Domingo de
Betanzos. (18)
Así es como suge esta
institución que con el paso del tiempo abarcó a todos los sectores de la
sociedad, pues la población pertenecía a alguna cofradía que dio a la vida
social de la ciudad de México y a la Nueva España un carácter marcadamente
religioso, acentuado por la diversidad de sus fines, según su composición
social, y con rasgos competitivos que influían en la vida de la cofradía misma.
La
cofradía, como dice Asunción Lavrin, “es quizás después de la iglesia
parroquial o la misión, el vehículo utilizado con mayor frecuencia por personas
de todos los niveles sociales para organizarse socialmente fuera de la
familia”. (19)
Las cofradías gremiales
Las cofradías habían
llegado a su completo desarrollo como instituciones benéfico-religiosas en
España en el siglo XVI y en general en todo el mundo occidental, y su
implantación en la Nueva España fue la de una institución al igual que los
gremios en pleno florecimiento.
En
México, los gremios se multiplicaron
durante los siglos XVI y XVII. Tuvieron preponderancia económica y social. Cada
gremio reclamaba para sí las labores que le correspondían, fijaba precios y
calidad, y la producción del artesano libre quedaba dentro de un área muy
relegada. Los gremios ascendieron a más de 200 y en su seno se encontraba casi
la totalidad de artesanos en sus diferentes oficios y jerarquías.
La
reglamentación de los gremios no podía faltar en una ciudad en la que los
artesanos principiaban a trabajar en los más diversos oficios y en donde tenían
que defender sus derechos dentro de la agrupación gremial. Fue así como el
Cabildo Metropolitano, reunido en la casa de Cortés en Coyoacán, expidió el 15
de marzo de 1524 (20) la ordenanza para los
herreros. Esta es la primera de una serie de reglamentaciones de los más
diversos oficios que fueron asentados en los libros de actas de cabildo de la
ciudad de México. En el compendio de estas ordenanzas, que hizo el licenciado
Francisco del Barrio Lorenzot en el siglo XVIII, (21) y de acuerdo con las fechas de su
confirmación o autorización por el virrey se expidieron 223 ordenanzas en
total, de las cuales 153 en el siglo XVI; 27 en el XVII y 19 en el XVIII, es
decir, fue en los primeros años de la época colonial cuando se reglamentan los
oficios más variados.
Los
obreros que se agrupaban por los reglamentos en gremios empezaron a fundar
cofradías para estar unidos también por la fe, considerando que la cofradía les
brindaba además toda una serie de beneficios.
No todos los gremios de la
ciudad de México fundaron cofradías. Muchos grupos de artesanos únicamente
fundaron devociones en los que honraban al santo patrón elegido por ellos; pues
las ganancias no eran suficientes si el número de personas que integraban la
cofradía era pequeño. En este caso encontramos a las bordadoras que tuvieron
por patrona a la Virgen de las Angustias con su sede en el hospital de san Andrés,
o al grupo de albañiles a los que en los primeros años en que no había
suficientes obreros mayores para tener una cofradía –puesto que los
trabajadores aprendices eran eran en su mayoría indígenas-, se les impidió
establecer la cofradía de la Santa Cruz. Sin embargo, en la ciudad de México y
en todo el territorio de la Nueva España se hizo costumbre que donde hubiera
una construcción, el 3 de mayo, día en que se festejaba el día de la Santa
Cruz, se erigía una cruz florida con ofrendas que se bendecía al mismo
tiempo que la construcción. Esta cofradía se fundó posteriormente en la Iglesia
de Santa María de la Redonda en 1674. En este caso la costumbre religiosa se
adelantó bastante a la institución de la cofradía y aún cuando esta se
disolvió, las festividades de la Santa Cruz han quedado fuertemente arraigadas en el espíritu de los albañiles que la siguen venerando en
su fiesta con grandes manifestaciones
populares como bailes, cohetes, comilonas, etc., y estas fiestas se celebran en
las construcciones y no en las iglesias.
A
diferencia de estas devociones, la cofradía gremial tuvo mucho más fuerza e
importancia, puesto que estableció sus propios estatutos y nombró a sus gobernantes, de acuerdo al espíritu cristiano
en que, al aceptar el reglamento de la cofradía, se aceptaba la doble
obligación ante Dios de proteger a los agremiados, que eran al mismo tiempo sus
hermanos de profesión y de religión.
Las
principales normas son preeminentemente de carácter social, y en ellas resaltan
parte de las generales para las demás cofradías:
1 Que no pudieran ser admitidos como aprendiz en el gremio
ni en la cofradía quien sea de mala raza, judío, o cristiano nuevo, ni otra
raíz infecta, ni tampoco los que hubieran sido condenados por el tribunal de la
Inquisición, ni los esclavos negros o hijos de esclavos. (22) Sin embargo, esta regla tuvo que pasarse por alto con
frecuencia debido a la falta de mano de obra. No fue así en lo que se refiere a
las cofradías que prohibían se admitieran en ella principalmente a los
indígenas.
2 En las arcas de la cofradía entraban las contribuciones
o cornadillos obligatorios (contribuir
con medios o diligencias para el logro de un fin) que eran, en la mayoría de
los casos ½ real por semana, 2 reales
por la obtención de la patente, 1 real para la fiesta titular. Otra entrada
muy importante eran las multas en el
caso de retraso en el trabajo, en las faltas injustificadas, cuando el artesano
se cambiaba de un taller a otro.
3 La cofradía gremial debía asegurar la asistencia del
artesano enfermo. En este caso, el enfermo reclamaba la ayuda del mayordomo de
su cofradía por mediación del celador, que era la persona encargada de
visitarlo en su casa, llevándole cierta cantidad de dinero de la caja común, para que pudiera atender la situación económica, tanto en él
como de su familia.
La visita del celador se
repetía durante toda la enfermedad. Si el cofrade moría, se pagaban los gastos
de entierro y misas de responsos, y si el difunto era maestro examinado, se
pagaban las dotes de sus hijas casaderas. Si el cofrade era de escasos recursos
económicos, se daba ayuda a la viuda durante su vida y a los hijos menores se
les convencía de lo necesario y conveniente que era que siguieran la profesión
del padre.
Cuando algún miembro
llegaba a una cierta edad en la cual le fuera ya imposible manejar las
herramientas pedía el dinero necesario para retirarse del taller y disfrutar
de su jubilación. Inclusive los casos de accidente estaban previstos
para que el artesano recibiera la yuda necesaria.
Las cofradías gremiales no
sostuvieron hospitales en la ciudad de México, pero sí disponían de una o dos
camas en los hospitales de la ciudad.
En lo que se refiere al
fomento del culto religioso para honra de sus santos patrones y la
participación en las solemnidadesceremoonias obligadas por la Iglesia, siempre
se distinguierony se caracterizaron por dos particularidades: una era que sus
procesiones tenían que salir de la Iglesia de santo Domingo y no de la
Catedral, (23) y la otra que debían
portar 22 ángeles que flanqueaban la procesión. Esta costumbre se observaba
desde 1582.
Las
cofradías gremiales más importantes de
la ciudad de México fueron: la de San Homobono de los satres y la del Santísimo
Cristo que englobaba tres gremios (cirujanos,
farmacéuticos y lobotomistas). Ambas cofradías estaban agregadas a la
archicofradía de la Santísima Trinidad con sede en la iglesia del mismo nombre.
La más rica fue la de Nuestra Señora de la Concepción del
gremio de los plateros, con una
capilla para su virgen en Catedral. Su sala de cabildos estuvo en la casa del
real Ensaye. Siempre se distinguió por poner el ejemplo del lujo conque se
debió honrar a los santos patrones. Hubo ocasiones en que otras cofradías se
disculpaban ante el Cabildo Eclesiástico de sacar a su santo en procesión
porque en sus arcas no había dinero suficiente para solventar los gastos de las
fiestas. (24) En cambio el gremio de los
plateros tenía a la Virgen de la Concepción hecha en plata con un peso de 243
marcos (1 marco= 230 gramos) y siempre la presentaba ricamente ataviada, y el
día de su fiesta, el 8 de diciembre, lo conmemoraba con con una misa solemne en
que todos los cofrades, y en especial los oficiales tenían que hacer derroche
de lujo. (25)
También
sobresalían en el adorno de la calle en donde tenían sus talleres y tiendas,
calle que llevaba el nombre de Plateros, por donde tenía que pasar la procesión. Para estas ocasiones la
arreglaban con altares, tapicerías y en sus aparadores se mostraban las alhajas
en competencia entre ellos mismos. (26)
Hemos
dicho que los gremios y las cofradías estuvieron muy unidos desde el comienzo
hasta su extinción.
El 17 de junio de
1778, don Francisco Antonio de Gallareta, contador de propios yu arbitrios,
denunció ante Bucareli una serie de irregularidades acerca de las cofradías en
donde alegaba que muy pocas de ellas estaban fundadas según lo establecido por
las Leyes de Indias. Esto dio lugar a una indagación sobre el número y ubicación de las cofradías en todas las
provincias de la Nueva España, pero la resistencia que opusieron los cofrades
hizo que muchas de ellas, aunque en mal estado, siguieran funcionando. Din
embargo, el empeño de las autoridades civiles para destruir las cofradías se
siguió repitiendo, como en 1804, pero no fue sino hasta que se reunieron las
Cortes de Cádiz en 1812, cuando se decretó la desaparición de las cofradías
gremiales.
Muchas de ellas se convirtieron en montepíos en cuya
creación la Nueva España se adelantó a España. Desde 1770 don Pedro Romero de
Terreros, un rico minero, había postulado la necesidad de la creación de un
montepío ofreciendo de su capital la cantidad de $ 300.000.00.
Pero no fue sino hasta 1772 en que
apoyado por todo el gremio de plateros (batihojas y tiradores de oro y plata),
encargó al renombrado platero don Juan Antonio de Écija, la redacción de unas
ordenanzas o estatutos y creó una corporación que denominó Montepío, para el socorro de individuos necesitados y
viudas, en veintiséis capítulos o artículos. El contador general del Consejo de Indias, Tomás Ortiz de
Landazuri informó favorablemente y el rey las aprobó en Madrid el 20 de julio
de 1777. Con modificaciones en parte del proyecto original, finalmente fueron
aprobadas por el virrey el 5 de junio de 1784. (27) También en España culminaba después de una
larga lucha contra los gremios la transformación de estos en montepíos, durante
el reinado de Carlos III.
El cuerpo legislativo de los montepíos, en lo que se refiere
a la asistencia social de viudas, proponía:
1.-
El derecho a la pensión de los familiares cuando hubiera sido cubierto por el
afiliado un año o más de descuentos. Con sus benefiaciarios. 2.-
Las viudas, cuando no tomaran nuevo estado. 3.-
Los hijos, cuando fueran del mismo matrimonio. 4.-
La viuda debía mantener a los hijos de su propio matrimonio y a los hijos de
su marido de otro matrimonio hasta la edad de 25 años. 5.-
Las hijas gozarían de la pensión en caso de fallecer la madre hasta que
cambiaran de estado. 6.-
Cuando la viuda tomase estado o muriese, los hijos gozarían de la pensión. 7.-
Cuando los beneficiarios vivieran fuera de los domicilios perderían la
pensión. |
A pesar de todas estas creaciones de montepíos, la costumbre
y las necesidades hicieron, que no obstante el cambio, muchas cofradías
gremiales continuasen existiendo aunque ya hubiera perdido su carácter
específico, lo que las hacía sumamente vulnerables. El 24 de octubre de 1809,
aparece en el Diario de México el
último intento por conservar las cofradías. Se proponía agrupar a todas en un
solo organismo, pretendiendo que ante el número, el gobierno colonial fuera más
respetuoso con los deseos de los trabajadores. Carrera Stampa nos explica en
los siguientes términos:
Interesante
resulta señalar, por sus alcances futuros, la visión que tuvo el escritor que
amparado bajo el pseudónimo de El Proyectista Pacífico (posiblemente Carlos
María de Bustamante), al señalar en un
artículo intitulado: “Economía Política. Gremios de Artesanos”, fechado el
martes 24 de octubre de 1809, la creación de una cofradía general que
centralizara las existentes.
Se
formara una hermandad general de artesanos, en que se refundirán las
particularidades que hay establecidas, arreglando la dirección, las funciones del culto de sus
santos patronos, para que se hafan como corresponden a sus verdaderos fines, y
se eviten los des+ordenes, que suelen haber a la sombra de las cosas santas, y
que se pierdan gastos imprudentes los mayordomos a los priostes. La hermandad
general será de socorro, para casos de enfermedad, de casamiento, de
habilitaciones y contratiempos. (28)
Así en
el siglo XIX, siglo de los grandes cambios en la historia del país, estas
cofradías gremiales que influyeroin notablemente en la vida y en la sociedad
artesanal de la Nueva España y que fueron muy útiles en la medida que
aseguraban el bienestar social del trabajador, desaparecieron. Mucho tiempo
después el trabajor encontraría un nuevo tipo de organización para protegerse y
defender sus derechos por medio de una asociación distinta.
Cofradías de negros y
mulatos
En la ciudad de México, aparte de las cofradías de
españoles, también existieron las cofradías de negros y mulatos. La más antigua
estuvo fundada en la iglesia de la Veracruz con el nombre de San
Nicolás Tolentino (1560) y posteriormente se estableció otra en la
iglesia de Santa María la Redonda con el título de Coronación de Nuestro Señor y San
Benito (1599), que más tarde se trasladó al convento de San Francisco por auto del provisor Luis
Sifuentes. Existía una tercera bajo el nombre de la Exaltación de la Cruz de los
Negros (1628). (29)
Estas
cofradías reuníana atoda la población negra y mulata de la ciudad de México y tuvieron cierta importancia a
finales del siglo XVI y principios del XVII; pero según iba disminuyendo la
población negra en la ciudad, así fueron decayendo hasta extinguirse.
Sabemos que en ciudades donde había una fuerte población
negra como en Veracruz, existían también
dos cofradías de negros y lo mismo en Valladolid; en el convento de San
Francisco estaba erigida la cofradía de los Mulatos que agrupaban a los
individuos de esta casta. En Pizándaro, la cofradía de la Soledad reunía a
los individuos negros y mulatos; su acta
de erección asentaba que sus
fundadores habían sido esclavos negros de la hacienda de Cuyo. (30)
Las terceras órdenes
En algunos
textosencontramos que a las órdenes terceras se les tomó por cofradías. En
Nueva España existieron cuatro órdenes terceras: Santo Domingo, San Francisco, San Agustín, y Nuestra Señora de las
Mercedes y Carmelitas descalzos; pero nunca se consideraron ellas mismas
como cofradías. Loos hermanos de la Tercera Orden Franciscana lo hacían valer
bajo este texto:
La
tercer orden, como su nombre lo indica y como lo declaró Benedicto XXIV por su
bula “paterna Sedis” de 10 de diciembre de 1725, reuniendo en su unidad a los
seglares esparcidos por la tierra, es una verdadera orden, distinta
perfectamente a toda otra cofradía, porque poseé una regla aprobada por la Santa Sede, tiene su noviciado, su
profesión y su hábito de color y forma determinados todo como las demás órdenes
religiosas militares. (31)
Esto
se confirma porque tuvieron su lugar
propio en las procesiones, porque toda vez que se les quiso imponer
cualquier ordenamiento de las cofradías siempre lo rechazaron alegando sus
derechos, y porque en el caso de las visitas obispales se negaron a caeptarlas
por ser un “cuerpo aparte”. (32)
Las cofradías de indios
La concepción del santo
patrón español en los pueblos indígenas fue ampliamente aceptada en las
comunidades, en las que de acuerdo a sus características y necesidades, lo
elegían y con los fondos de las cajas de comunidad, le costeaban una gran
fiesta que unía estrechamente a todos los habitantes en esta ocasión.
El clero fue el encargado de establecer las instituciones
eclesiásticas en los pueblos indígenas, y
rápidamente se dieron cuenta que así como las tierras comunales
aportaban con sus productos beneficios a la iglesia, también la cofradía era un
medio de asegurarse un ingreso y una alternativa de organización comunal, para
evitar rebeliones en una época en que las comunidades tradicionales sufrían
grandes pérdidas de población y los españoles se empeñaban por adueñarse de sus
tierra.
En todas las parroquias de los pueblos indígenas se
establecieron varias cofradías, generalmente compuestas por indígenas y algunas
veces mixta s en el caso de que ya hubiera españoles establecidos en los
pueblos. Su objeto principal, muy a pesar de los curas y párrocos, no fue la difusión del catolicismo sino la
fiesta del santo patrón que fue y sigue siendo un medio de cohesión en las
comunidades como lucha por la continuidad de sus tradiciones y costumbres.
Las cofradías indígenas tuvieron pronto bienes que
recibieron por herencia y que en general consistían en ganado menor y porciones
de tierra, que se cultivaban en forma comunal para beneficio de la parroquia.
En lo que sae refiere al ganado, éste era pastoreado la
mayoría de las veces en los terrenos de la comunidad, que en estos casos
recibieron el nombre de “tierra de
santos”, lo que ocasionaba una estrecha vinculación entre los bienes de las
cofradías y los bienes de comunidad, tanto que en algunas ocasiones llegaban a
confundirse, como en el caso de San Luís Potosí en que un censo hecho en 1704
sobre los bienes de las comunidades indígenas, los mayordomos encargados de la
administración informaron sobre los bienes de las cofradías. (33)
También hay que señalar que
hubo confradías indígenas muy ricas en ganado y productos agrícolas, con lo que
beneficiaban la iglesia o parroquia que les correspondía; en el obispado de
Oaxaca observamos que una cofradía muy difundida y que además contaba con ricos
bienes era la cofradía de Nuestra Señora del Rosario (34) o en Michoacán, donde las
cofradías más importantes y ricas eran
la del Santísimo Sacramento, Ánimas Benditas y Nuestra Señora del Rosario. (35) Tambien en esta provincia,
en algunos pueblos como Uruapan, los
cofrades de Nuestra Señora de la Concepción colaboraban con trabajo personal en los hospitales que
fueron creados por Vasco de Quiroga como una institución para indígenas y que
se arraigaron fuertemente en la región.
En el arzobispado de México, las cofradías indígenas se
propagaron rápidamente, y las principales fueron las más cercanas a la capital,
como la de Santiago en la parcialidad de Santiago Tlatelolco, o la
cofradía de la Veracruz en Xochimilco, o la del Santo Cristo de Burgos en
Culhuacan en el siglo XVI; pero durante
el el XVII se extendieron rápidamente por todo el territorio. Las cofradías de
españoles e indios llamadas mixtas fuera de la ciudad de México fueron las del Santísimo
Sacramento y las de las Ánimas Benditas. Esto se debe a que
según el criterio de los eclesiásticos de la época las dos cofradías más
importantes que debía haber en cada
iglesia eran las del Santísimo Sacramento y la de las Ánimas Benditas. (36) Otras cofradías muy
importantes entre los indígenas fue la
de Jesús
Nazareno, y la del Santo Cristo
del Entierro.
En cuanto a suponer que una de las cofradías indígenas más
importantes debió ser la de Nuestra Señora de Guadalupe
encontramos que en efecto a fines del siglo XVIII existen algunas pero no son
tan importantes como las que hemos mencionado, esto debido a que este culto es
ya tardío a partir de la segunda mitad del siglo XVVII. Esta cofradía se fundó
en 1675 en su colegiata. (37)
Durante
los años 1790-1794, se llevó a cabo un censo pedido por el virrey Revillagigedo
a los obispos, para que informaran sobre el estado de las cofradías. Los
obispos enviaron un visitador para que respondiera sobre el número de cofradías
existentes en la Nueva España.
Este vsitador encontró que sólo en el arzobispado de México
incluyendo la ciudad de México, existían
951 cofradías, congregaciones y hermandades y consideró que únicamente debían
quedar 429, debido al desorden con que se encontraban erigidas.
Consideró que las cofradías que debían subsistir todas
aquellas de contribución,es decir aquellas en que mesualmente los miembros colaboraron con 2
reales para segurar su entierroy donde
el párroco podía cobrar sus derechos que es lo único con que contaba para la
subsistencia de su parroquia. (38)
Para
hacer la reducción de las cofradías, el visitador adoptó los criterios
siguientes:
a.- Extinguir una cofradía cuando tenía algún bien fueran
tierras, ganados, granos etc., en poca cantidad, con pocos cofrades o que no
asitían al cuidado de estos bienes; en
este caso se les pasaban al mayordomo encargado de la administración de los
bienes de comunidad para que los administrara siempre y cuando se asistiera con
el producto de la fiesta del santo patrón. En todos los pueblos visitados se
cambiaban varias cofradías por mayordomías
como en el caso de Popotla en que se
tenían magueyales de las cofradías de Santa
Magdalena, Santiago, San Diego, San
Francisco, San Antonio, Santa Ana, Nuestra Señora de los Dolores; en
el caso de Huixquilucan, en donde
también se extinguió la cofradía de la Doctrina
Cristiana quedando como mayordomía porque tenía reses vacunas; en San
Pedro Ahuecatlán el visitador quiso integrar la cofradía de San
Pedro a la del Santo Entierro, pero losa indígenas
opusieron tal resistencia por ser San PPedro su santo patrón que la convirtió también en mayordomía; en San
Bartolo Naucalpan las cofradías de San Andrés, San Rafael, Santiago, San Mateo,
Santa Cruz, San Nicolás, San Luis Obispo, Santa María Nativitas, señor del
Tránsito y San Bartolomé, se convirtieron en mayordomías. (39)
b.- Cuando las cofradías tenían suficiente número de
cofrades que colaboraban con limosnas en efectivo y no tenían bienes se
agregaban a la cofradía del Santísimo Sacramento o a las de las Ánimas
Benditas, como en Tenancingo en que se extinnguieron las cofradías de Jesús
Nazareno, San Nicolás Tolentino, Santo
Cristo, Cordón de San Francisco y
todas pasaron a pertenecer a la del Santísimo Sacramennto.
c.- Finalmente las hermandades que no tenían bienes ni
permiso de fundación se convirtieron en
devociones, y se apercibió a los hermanos que si querían tener una cofradía
debían pedir los permisos necesarios. (40)
Como
era casi general que en las comunidades existiera una iglesia o parroquia, en
cada una de éstas sihuieron existiendo aparte de la cofradía del santísimo Sacramento y
de las Ánimas Benditas, dos o tres cofradías más, ycomo notamos
anteriormente, se redujo casi a la mitad el número de cofradías indígenas.
En algunos casos, los cofrades colaboraron en sus parroquias
con una parte de lo que vendían en los tienguis, como en el caso de la cofradía
del Santísimo Sacramento en Ixmiquilpan que anualmente recibía la cantidad de $
450.00 pesos. Y en San Pedrfo Tlaxquapa la parroquia recibía a través de la
cofradía de las änimas Benditas anualmente
la suma de $ 200.00 pesos.
Las cofradías indígenas raramente se beneficiaron de dotaciones considerables,
ya fuera en efectivo o en bienes, en los expedientes mencionados; la única
dotación que encontramos fue la que hizo Manuel de Borda a la cofradía de Nuestra Señora de Guadalupe en Cuernavaca por
$16,939.4 en alhajas y otras cosas, además dotó con $300.oo anuales un capellán
para dicha devoción. (41)
Otra
de las principales preocupaciones de las cofradías fue la educación. En varios
textos encontramos expresada la necesidad
de la educación para los indígenas en donde se ofrecía costear los
gastos del maestro de las utilidades de las cofradías. (42) En Cacalotenango, en la
cofradía de Nuestra Señora del Rosario los productos de unas tierras se
destinaron para mantener al maestro de la escuela.
La importancia de estas cofradías es que los indígenas las
tomaron y las incorporaron en sus vida y sus ritos que, aunque un tanto paganos como el caso de la música
popular en los entierros, o las borracheras durante las fiestas, fueron un
punto de cohesión para la comunidad.
LAS COFRADÍAS ECLESIÁSTICAS DE LA CIUDAD DE MÉXICO
Las cofradías de la
ciudad de México recibieron el nombre de
eclesiásticas únicamente porque sus estutos debían ser aprobados por la
autoridad eclesiástica, y también para
distinguirse de otras categorías de hermandades que deberían también obtener la
aceptación eclesiástica pero que muchas veces dejaban pasar por alto esta
autorización, tal fue el caso de las mayordomías
o devociones. Estas cofradías eclesiástivas fueron muy difundidas durante
el periodo colonial y se les llamaba así para
diferenciarlas de los gremios; pero en general, a las cofradías
eclesiásticas y gremialesd se les llamó simplemente cofradías.
Características
Las cofradías de españoles en la ciudad de México eligieron siempre a un
personaje celestial: virgen, santo,
ángel o mártir por patrón, quien las protegería, cuidaría y ayudaría en sus
penalidades durante en la vida y en la muerte; a cambio los cofrades aumentaron
su culto día a día y de la mejor manera posible. La elección del santo patrón
era de acuerdo a las necesidades de los socios, que fueran de una misma región
de España que querían mantener su identidad uniéndose bajo la advocación de un
santo venerado en su región natal (o de
la que eran descendientes); o con el fin de venerar al santo patrón del barrio
donde vivían y que coincidía con el santo abogado de su parroquia, o también porquedecidían hacer una obra de
caridad en conjunto y a nombre de algún santo.
Eran muy importantes las decisiones tomadas en las juntas
debido a que frecuentemente se trataban
asuntos de herencias, de préstamos, etc., donde la presencia de un ministro
real aseguraba y respaldaba las decisiones tomadas por los participantes. La
reglamentación se encuentra en la ley 25 t.4, Libro I de la Recopilación de
Indias y a través de la época colonial hasta 1791 se hizo hincapi´´e en el
requisito de la presencia de este ministro con especial encargo a los obispoos,
cabildos y virreyes.
Para el momento en que se empezó a legislar en la Nueva
España, las cofradías ya estaban prácticamente consolidadadas y reconocidas por
los curas parroquiales. La autoridad eclesiástica no era tan rígida en este aspecto pues consideraba
de una gran ayuda para las parroquias a las cofradías que cooperaban con
limosnas y gastos, además de que en la mayoría de los casos no se tenía cerca a
un obispo a quien pedir autorizaciones. En la ciudad de México, a finales del
siglo XVIII encontramos cofradías con
dos siglos de antigüedad sin cumplir con estos requisitos. En cuanto a la
presencia de un ministro real en las juntas tampoco se llevaba a
cabo. En una visita hecha a las parroquias en 1781 con el fin de conocer el estado de las
cofradías del obispo Alonso, responsable de la visita reconoció que no había
cofradía en todo el arzobispado
de México que estuviera fundada con
arreglo a la ley. El mismo, el 27 de mayo de 1780 había pedido al Real Consejo
de Indias que considerase la dificuktad de llevar a cabo esta
ley, y pidió al rey en nombre de las cofradías que las aprobara, y que
las que se funndasen
posteriormente ya observaran
puntualmente la ley. Sin embargo esta carta
nunca tuvo respuesta. (43)
Lugar en que debían erigirse las cofradías
Las cofradías debían
establecerse en una iglesia, oratorio público o semipúblico. “Y principalmente
aquellas que son de retribución conviene que estén en las parroquias poruqe
como los curas son interesados en su conservación
y aumento por su parroquia, cuidarían mejor que otros de su subsistencia” (44) y buen estado,
especialmente los de México, porque regularmente permanecían mucho tiempo en
sus curatos y por esta razón estarían más seguros sus fondos. En la ciudad de
México las cofradías estuvieron establecidas en las iglesias y conventos.
Poor otra parte, los
cofrades procuraban contar con lugares confortables y adecuados. La
mayoría de las veces tuvieron una capilla, o un lugar anexo a la iglesia para
su sala de cabildos y donde guardaban
sus estandartes, su arca de tres llaves y los libros de cuenta de la cofradía,
así como los ormanentos sagrados. Regularmente la sala tenía tenía dos o tres
llaves, una en poder del cura, otra en
manos del mayordomo tesorero y la tercera la guardaba el
rector. Esto causaba grandes
problemas puesto que los cofrades
querían guardarse para sí el derecho de
tener acceso libremente a su sala de juntas y nunca quisieron reconocer la
autoridad del cura, quien también exigía la autoridad dentro de la iglesia. (45)
La
mayoría de las veces tuvieron una capilla en la iglesia en donde tenían su
sede, capilla presidida por su santo patrón y cuyo arreglo estaba de acuerdo a
las posibilidades económicas de la
cofradía, procurando en lo posible de dotarla de los lementos necesarios
para el mayor lucimiento de sus oficios. Si por alguna razón la cofradía perdía
fondos, aunque no pudiera seguir
sosteniendo económicamente la capiilla,
no la abandonaba sino que la conservaba
de acuerdo a sus posibilidades.
En la ciudad de México hubo
capillas que llamaron la atención por su decoración y por su lujo. Ejemplo de ello fue la capilla de Nuestra
Señora del Rosario en la iglesia de Santo Domingo, las capillas de Santa
Veracruz, las capillas de las iglesias de San Francisco y la de la
iglesia de la Santísima Trinidad, en donde las cofradías fueron verdaderas
promootoras de obras de arte.(46)
Estatutos de la cofradía
La redacción de los
estatutos o constituciones era propia de cada cofradía. Sin embargo, como ya dijimos, al obispo se le concedíala facultad
de examinar, aprobar y corregir los estatutos, reglamentos etc., a no ser que
estuvieran confirmados por el papa. Por consiguiente, el obispo podía añadir o
quitar lo que considerara oportuno; pero no podía negar su aprobación a los
estatutos que estuvieran conformes con el derecho común, ni a los que contenían
privilegios legítimamente adquiridos por la cofradía.
Una vez aprobados los estatutos, constituían el derecho
especial por el que se regía la asociación, y a ellos debían acudir aún los
mismos tribunales para redimir las dudas y contienndas que pudieran suscitarse.
Las cofradías que tenían autorizados sus estatutos por el
pala, podían modificarlos según su acuerdo, como en el caso de la archicofradía
del Santísimo
Sacramento de la Catedral.
Aunque cada cofradía tenía sus constituciones propias, había muchos puntos
de común entre ellos. Los que coincidían en la mayoría de ellas fueron los
siguientes:
De los socios en general
Se consideraban socios de
la cofradía los que la fundaban ydaba sus cuotas establecidas. Estas cuotas, en
general consistían en un pago al ingresar
que variaba de 2 reales a $2.oo pesos, y ½ real por semana. A cambio del
pago de entrada se le entregaba al cofrade la patente, en donde quedaban
asentados sus derechos. La patente se
daba gratis algunas veces a cambio de algún servivio si el socio no tenía
dinero, como en el caso de los campaneros. Era
común que a los músicos que participaban en las festividades se les
diera patente a cambio de sus servicios.
La patente se puede considerar como la
carta de identidad del cofrade, que en caso de enfermedad se tenía que mostrar
en el hospital; en caso de fallecimiento, después del entierro los familiares
tenían que devolverla a la cofradía, una vez cumplida la obligación que tenía
la cofradía de enterrar al difunto.
Distinntivo del cofrade
Otra de las obligaciones
establecidas en los estatutos era la de entregar el distintivo de la cofradía, en el ingreso:
el escapulario en la cofradía de Nuestra Señora del Carmen, el
rosario en la cofradía de San Francisco, que se tenía que
conservar y usar en ocasiones solemnes
como símbolo de devoción. Por esto el socio debía cumplir todas sus
obligaciones de buen cofrade, honrando así a la insignia de su hermandad.
Nombramientos
Cuando un socio recibía un
nombramiento dentro de la institución, debía recibirlo y aceptarlo como un
compromiso moral y desempeñarlo de la mejor forma posible. Esto no siempre
oocurría de buen grado, pues si eran nombramientos menores, muchas personas se
negaban a aceptarlos, por lo que la cofradía imponía multas hasta de $10.00
pesos y amenazaba con no acompañar a los rebeldes a la hora de su muerte y de
su entierro.
Responsabilidad de los miembros
Todo cofrade debía acudir
de inmediato al ser llamado para auxiliar a alguna persona en el día o en la
noche.
Todo cofrade debía a compañar a la última morada a su
hermano.
Todo cofrade, aparte de las cuotas obligatorias debía
heredar en lo posible a la cofradía.
Los estatutos establecían la periodicidad de las reuniones y
si se llevaba a cabo junta extraordinaria se tenía que consultar al obispo y
avisar a los cofrades personalmente en sus domicilios para evitar su ausencia. Normalmente se celebraba una reunión por mes a una hora en que no se efectuara misa en
la parroquia. Si se convocaban a reunión para
decidir acuerdos importantes y si la mayoría de los cofrades faltaba, la
junta se suspendía hasta que hubiera mayoría; en igualdad de votos se le concedía doble voto al rector.
Y no debían faltar a las misas semanales en honor de su santo patrón. Una vez
por año debían colaborar y asisitir a la destividad de su patrono para mejor
lucimiento de la cofradía.
Los cofrades siempre trataron de observarlos lo mejor
posible, pues incurrir en cualquier faltaequivalía a la expulsión de la
cofradía.
Hubo un punto en que la cofradía fue inflexible y fue la
calidad de sus socios, o el número de
ellos. La mayoría de las cofradía eran de hombres y mujeres, siempre y cuando
tuvieran más de 17 años de edad, y se
admiitíann también a personas aunque tuviran más de 60 años. La cofradía que
llegó a tener el mayor número de socios, fue la de Nuestra Señora del Rosario
con sede en Santo Domingo. Para el año de 1722 registró en su libro de cofrades el número de 538, en
este mismo año murieron 18. (47)
Algunas
cofradías se mantuvieron iflexibles respecto al número de socios y no aceptaron
más de 33 que era el número de años que tenía Jesucristo cuando murió; en este
caso destacan las cofradías agregadas a la archicofradía de la Santísima Trinidad, la del Santísimo Sacramento, la
congregación de San Pedro en sus inicios; en la parroquia de San Miguel las cofradías de Santa
Catalina Mártir, Ánimas Benditas del Purgatorio y Acompañamiento del Santísimo
Sacramento restringieron su número de socios a 33; también durante más
de un siglo el número de colegiales sostenidas en el Colegio de la Caridad por
la cofradía del Santísimo Sacramento y Caridad
fue de 33. Los dirigentes consideraron que en esta forma podían administralas mejor y exigir una determinada calidad social.
Fueron, además, muy estrictas en la selección, a fin de obtener homogeneidad en
la clase social o los intereses para evitar fricciones internas. (48)
Las
personas que querían ingresar a la cofradía
hacían su solicitud y su admisión
se decidía en las reuniones mensuales.
Ocurrió muchas veces que los socios fueran cofrades de dos,
tres, cuatro o más cofradías al mismo tiempo, siempre y cuando estuvieran al
corriente del pago de sus cuotas. Esto funcionaba como un seguro de muerte, ya
que podían escoger cual cofradía los enterraría y las demás pagar en efectivo a sus deudos una cantidad que
variaba entre $20.00 y $25.00 por
cofradía.
Muchas cofradías urbannas rechazaron también de forma
explícita a miembros que no fueran
españoles marcando un exclusivismo socio-étnico. De la misma manera, muchas
cofradías rurales, la mayoría de
indígenas, trataron de excluir españoles como los indios del partido de San
Bartolomé en Tacuba, quienes llevarona a juicio al párroco en 1775 por haber
nombrado a un español como mayordomo de su cofradía, alegando que iba en contra
de sus reglas. (49) Una patente de la cofradía
de Purísima
Concepción de Nuestra Señora en Cuauhtitlán, “acuerda que en este
entierro sea exclusivamente con indios, y sin españoles, negos, mestizos,
mulatos, ni chinos”. (50)
Funcionarios
Dentro de la cofradía existía un variado número de funcionarios, de
acuerdo con las necesidades. Algunas sólo tenían uno o dos; otras hasta 50,
como fue el caso de la archicofradía de la Virgen del Rosario que en el siglo
XVIII llegó a tener tesoreros foráneos en un número de 20. (51)
Los
funcionarios fueron, en general los siguientes:
Rector (hermano mayor, prioste, masyordomo mayor). Era el que
dirigía la cofradía, y velaba porque se cumplieran fielmente sus estutos y
finalidades. Nodebía faltar a las reuniones, ni funciones, salvo estar
impedido. El rector era también el principal representante de la cofradía.
El secretario (muchas veces también el escribano) era el
encargado de asentar en el libro de
cabildos de la cofradía los acuerdos a que se llegaba en las juntas, que se
hacían en nombre de la cofradía. También tenía que hacer las citas a los
oficios y reuniones y tener al día el
registro de los cofrades con toda la información de su filiación.
Los mayordomos (muchas veces los tesoreros, claveros, etc.)
cumplían diversas funciones: era, en la mayoría de los casos, los
administradores de los bienes de la cofradía, los tesoreros tenían una llave
del arca de caudales. Se encargaban de los cobros de las rentas de la cofradía,
de recoger la limosna, de administrar las patentes, etc. Durante las procesiones eran quienes cargaban al
santo patrón.
Por egla general, había dos mayoordomos por cofradía cada uno de los cuales, a su
vez, podía nombrar a un ayudante que recibía el nombre de diputado. Debido a
lo complicado de la administración y
a que se tenían que dedicar
prácticamente a tiempo completo, tenían
un sueldo fijo: la mayoría de las veces de $300.00 pesos anuales. En otras
ocasiones cobraban además por sus servicios el 5% anual sobre la cantidad
recaudada por las remtas de la cofradía.
Hay que hacer notar que el puesto más codiciado por los
socios fue siempre el de mayordomo, qu no sólo daba prestigiosocial, sino que
permitía manejar fondos en efectivo, muchas veces utilizados deshonestamente lo
que ocasionó que muchas cofradías pidieran fianzas a los futuros mayordomos
para resguardar sus caudales. En el Archivo General de la Nación encontramos
varios casos de malversación de fondos que ocasiuonaron juicios en donde no
siempre se pudo recuperar el dinero. Dos ccasos muestran el interés que se
ponía en obtener estos puestos:
*En 1777 el rector de la cofradía del Augusto
Sacramento del Altar en Santa María La Redonda con sede en la iglesia
de Santa María La Redonda, don Juan Francisco Segura acusó a don José Maldonado
mayordomo tesorero de la misma cofradía de que no era apto para el empleo,
porque cuando desempeñño el cargo de
tesorero de la cofradía de la Santa Cruz, en la iglesia de la Vera
Cruz hizo un desfalco de más de $8,000.00. Francisco Segura piide al cabilldo
eclesiástico que investigue la conducta de José Maldonado porque en la cofradía
de El Augusto Sacramento del Altar se
puso un suledo anual de $500.00 pesos lo que le representaba un gasto muy
fuerte para la cofradía. El cabildo eclesiástico pide los libros de cuenta de
la cofradía para comprobar la
administración de Maldonado y se da
cuenta que faltan tres libros, además de que los recibos de patentes y limosnas
se hallan en un completo desorden; lo devuelven a la cofradía para que se pongan en orden y se presenten
los libros faltantes. Cuanndo se entregan finalmente al cabildo, siguen todos
desordenados y nombran a una persona para que se encargue de ordenarlos. En
todo este papeleo, pasa casi el año de la administración de Maldonado, y los
socios de la cofradía piden al cabildo que devuelva sus documentos para
efectuar sus nuevas elecciones en las cuales Maldonado es destituido. (52)
El otro caso es una petición en 1811 de
Francisco Elías vecino de Tepotzotlán que acudió al fiscal de lo civil para
acusar a la cofradíadel Santísimo
Sacramento que desde hacía aproximadamente tres años no llevaba a efecto las
elecciones. El se propuso para el cargo de mayordomo ofreciendo aumentar el culto divino. El rector de la
cofradía, vicerrector del Colegio de Tepotzotlán, tenía 14 años de estar en
funciones, pero Elías Sánchez se aprovechó de que estaba muy enfermo para poder
proponerse él. Sin embargo el fiscal de lo civil se negó porque comprobó que
Sánchez no era vecino de Tepotzotlán y que además había alterado su patente de
socio ya que aparecía la firma de un funcionario de la cofradía que había
muerto seis meses antes de la expedición de ésta. (53)
Para
evitar estos desfalcos a las cofradías, (54) los mayordomos, después de cada año de su
administración y antes de las elecciones debían presentar sus libros de cuentas
al cabildo eclesiástico, juzgado de capellanías y pbras pías para que se
aprobaran. En México esto se observó por todas las cofradías que tenían grandes
capitales, como la archicofradía del Rosario y la del Santísimo Sacramento de
Catedral, como una forma de asegurar
sus bienes.
Las elecciones se llevaban a cabo cada año regularmente al día siguiente
de las fiestas del santo patrón, o bien en la semana siguiente. Se tomaba
posesión de los puestos en misa solemne, la mayoría de las veces en domingo, y en ella los elegidos juraban cumplir
fielmente con las constituciones. Como era una elección democrática muchas
veces se confirmaba únicamente en sus puestos a la mesa del año anterior.
NOTAS
*.- BAZARTE MARTÍNEZ,
ALICIA, Las cofradías de españoles en
la Ciudad de México (1526-1869), México, UNAM, Unidad Azcapotzalco,
Division Ciencias Sociales y Humanidades, 1989. 1. - Etienne Martin Saint Leon, Histoire des corporations de métiers, París, Librairie Felix
Alcan, 1922, p. 8. 2.- Emile Chenon, El papel social de la Iglesia, México,
Editorial Jus, 1946, p. 449. *.-Guildas. Similares a los gremios, surgen también en
esta época las guildas, asociaciones a las que podemos considerar como
la antesala de las mutuas o de las compañías de seguros. Al igual que los
gremios, las guildas estaban formadas por artesanos, mercaderes o
comerciantes de una misma actividad 3.- Loc. Cit. 4.- Dictionnaire de spiritualité
ascetique et mystique, París, Beauchesne, 1953, vol. I, p. 1470. 5. - Emile Chenon, op. cit., p.
465. 6.- Ibid., pp. 489-490. 7.- Diccionario de Derecho Canónico, arreglado a la jurisprudencia
eclesiástica española antigua y moderna, París, Librería de Rosa y Bouret,
1854, p. 264. 8.- Loc, cit. 9.- Loc. Cit. *.- http://antiguascofradias.blogspot.com/2012/05/cronologia-de-algunas-de-las-cofradias.html 10.- A. Romeu de Armas, Historia de
la previsión social en España, Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado,
1942, p. 34. 11.- Olinda Celestino y Alberto
Reyes, Las cofradías en el Perú;
registro central, Frankfurt,
Verlag Klaus Dieter Vervuert, 1981, p. 57- 12.- José María Marroquí, La ciudad de México, Tipografía y Litografía La Europea de J. Aguilar Vera,
México, 1900-1903, t. I, pp. 312-313. 13.- Diccionario de Derecho Canónico, op. cit., p. 264. 14.- También el el siglo XV en España
“las cofradías confirman su nombre de hermandades eclesiásticas y así se
difeenciaban de las cofradías gremiales que gozaban de poca simpatía de la
Corona”. Pedro López González, Las
cofradías de Nayarit, México, Imprenta Venecia, 1980, p. 14. 15.- Asunción Lavrín, “La
Congregación de San Pedro: una cofradía urbana del México Colonial
1604-1730”, en Historia Mexicana, no.
116, México, El Colegio de México,
1980, p. 579. 16.- Mariano Cuevas, Historia de la Iglesia en México,
Tlalpan, Imprenta del Asilo de Patricio Sanz, 1924, t. I, pp. 111-112. 17.- Pablo Lorenzo Lagartua, Historia de la beneficencia española en
México, México, Editorial España en América, 1955, p. 28 18.- Gaceta de México, vol. 1, 1729, pp. 172-173. 19.- Asunción Lavrin, op. cit., p. 568 20.- M. Carrera Stampa, Los gremios mexicanos, México, Edit.
Ediapsa, 1954, p. 5. 21.- Francisaco del Barrio Lorenzot, Ordenanzas para gremios de la Nueva
España, compiladas por Genaro Estrada, México, Dirección de Talleres
Graficos, 1920, p. 28. 22.- M.Carrera Stampa, op. cit., p. 11. 23.- Gaceta de México, vol. 1, 1728, p. 141. 24.- Francisco Santiago Cruz, Las artesy los gremios en la Nueva España,
México, Editorial Jus, 1960, pp. 58-59. 25.- Gaceta de México, vol. 1,, año 1728, p. 141. 26.- Ibid., p. 136. 27.- M. Carrera Stampa, op. cit., p. 125. 28.- Ibid., p. 124. 29.- Agustín Vetancourt, Chronica de la Provincia del santo
Evangelio de los sucesos religiosos, copia facsímil de la Imprenta de
Doña Ma. Venavides, Vda. de Juan R., México, 1967, cap. IV, p. 36. 30.- Ma. Teresa Sepúlveda y H., Los cargos políticos y religiosos en la
región del Lago de Pátzcuaro, México,
INAH-SEP, 1974, p. 63. 31.- Juan B. Iguiñiz, Breve historia de la Tercera Orden
hasta nuestros días, México,
Editorial Patria, 1951, p. 11. 32.- AGN, Ramo Cofradías y Arrchicofradías, vol. 18, p.218. 33.- AGN, Ramo Indios, vol. 97, p. 291. 34.- AGN, Ramo Cofradías y Archicofradías,
vol. 18, exp. 3, pp. 111- 139. 35.- Ma. Teresa Sepúlveda, op. cit., pp. 62-63. 36.- AGN, Ramo Patronato Eclesiástico,
caja 5, 1790-1794. 37.- No confundirlacon la de
españoles fundada en Catedral en 1570, esta cofradía era la de la Virgen de Guadalupe en
Extremadura, y se había fundado con el fin de recolectar limosnas que se
enviarían a España. Se envió por medio
de su mayordomo en 1571, la cantidad de $ 2000.00, AHCM, Actas de Cabildo, 2517. 38.- “He vivido siempre firmemente
persuadido que las cofradías o hermandades en que los hermanos y cofrades contribuyen mensualmente en 2
reales, por asegurar para cuando fallecen los derechos de su entierro, su
mortaja y el sufragio que se les hace, son utilísimas no sólo la público sino
también a las parroquias: porque los miserables tienen en el socorro en la
mayor necesidad y aflicción y el párroco logra sus derechos que es lo único
que cuenta para la subsistencia de su
parroquia, que faltándole estos derechos no podría susbsistir vomo no tiene otro dote, que los
moderados obtenciones reguladas por el arancel, las que principalmente
consisten en los entierros; porque las otras son tan cortas que no puede
contarse con ellas, si no es como de un ligero auxilio para quien padece
mucha necesidad”. AGN, Ramo Patronato
Eclesiástico, sec. Cofradías y archicofradías, caja 5, 1790-1794. 39.- Loc. Cit. 40.- Loc. Cit. 41.- Loc. Cit. 42.- AGN, Ramo Cofradías y Archiicofradías, vol 10,exp. 4, fs. 94-101. 43.- AGN, Ramo Cofradías y Archicofradías, vol. 18, fs. 257-260 v. 44.- Ibid, f. 171. 45.- Muchos ejemplos tenemos de los conflictos entre los curas y las cofradías defendiendo su importancia y su autonomía, el más relevante es el que se
encuentra en AGN, Ramo Cofradías y
Arrchicofradías, vol. 19, exp. 1, 2, y 3, fs. 1-83 v. 46.- Existe un mmagnífico trabajo
sobre este aspecto: Cristina Montoya, La
iglesia de la Santísima Trinidad, México, UNAM, 1985. 47.- AGN, Ramo Patronato Eclesiástico, sec. Cofradias y Archicofradías, caja 1,
libro de registro de cofrades del año 1722. 48.- Un ejemplo lo tenemos en la
congregación de San Pedro, ques siempre se consideró que estaba integrada
“por personas de muchas prendas, letras, mérito y calidad y que no debían de mezclarse con personas de menor
cuantía”. Una solicitud se rechazó en 1678 por la cofradía debido al oficio de la aspirante que era
partera. Asunciión Lavrin, op. cit., p.
573. En este caso se encontraba la
cofradía de San Cosme y San Damián compuesta por cirujanos, farmacéuticos y
flebotomianos, que en un número de 33, tenían como agregados a seis chinos
barberos del portal de Mercaderes, quienes para que los dejaran ejercer su
empleo tenían que pagra a la cofradía ½ real semanal, pero no tenían derecho
a ninguna ventaja de a cofradía. 49.- AGN, Ramo, Bienes Nacionales, leg. 230, exp. 5. 50.- Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español (1519-1810), México,
Siglo XXI, 1980, p. 131. 51.- AGN, Ramo Patronato Eclesiástico, sec. Cofradías y Archicofradías, caja 19,
libro de 1826. 52.- AGN, Ramo Patronato Eclesiástico, sec. Cofradías y Archicofradías, caja 26, exp. De 1777. 53.- AGN, Ramo Cofradías y Archicofradías, vol. 15, fs. 126-129 v. 54.- Tenemos muchos casos de
desfalcos por parte de los mayordomos entre ellos: AGN, Ramo Cofradías y Archicofradías, vol. 2,
epx. 1, fs. 1-29, vol. 5, exp. 4, fs. 171-322. |
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