jueves, 8 de febrero de 2024

 

Cofradías de españoles

en la

Ciudad de México*

Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu de México. Colegio Vizcaínas

https://aboutbasquecountry.eus/2022/01/27/las-cofradias-de-arantzazu-en-las-capitales-virreinales-lima-y-mexico-una-vision-comparada/

El estudio de las instituciones de la sociedad civil, como las cofradías españolas en Nueva España, son una veta histotiográfica sumamente rica, porque nos acerca a conocer múltiples aspectos de la vida colonial, como la articulación de la sociedad oligárquica dominante, que contribuyó sobremanera a forjar las relaciones entre los poderes constituidos (autoridades civiles, Iglesia, etc.) y la sociedad civil; los mecanismos económicos de circulación y acumulación de capitales; la historia de las formas religiosas y los rituales, las expresiones de la vida cotidiana, así como la formación de los primeros sistemas de asistencia social y ayuda mutua en México.

         Podemos decir, así, las pautas de comportamiento y sistema de valores de los españoles a partir del análisis del funcionamiento, de las metas y de los bienes de las cofradías.

         En efecto, estas fueron un marco privilegiado de vida social para todas las castas de la sociedad novohispana; desde los indios hasta los españoles, pasando por los negros, cada  estamento socio-étnico tuvo su tipo peculiar de cofradía o asociación cívico religiosa. Del mismo modo, cada oficio, gremio de artesanos, grupo de negociantes, de altos funcionarios, etc., tenía también la suya. Las cofradías expresaban así, a la vez, diferencias socio-étnicas y  socio-económicas; cada categoría socio-profesional y grupo económico remarcaba su especificidad y rivalizaba con los demás por medio de las cofradías, lo que era perfectamente lógico en una sociedad fuertemente segmentada y corporativista, en una cultura nutrida y orientada por la religión como la de Nueva España.

         Por esto nos hemos  centrado en desentrañar el funcionamiento de las cofradías y de sus aparatos educativos, las características que adquirieron en Nueva España estas organizaciones transplantadas de la metrópoli en una sociedad en formación, donde se podía experimentar nuevos modelos y, sobre todo, mejorar los antiguos, y hemos tratado de entender las ventajas que ofrecían para los grupos españoles en la ciudad de México, en términos de cohesión interna y de defensa y reproducción de sus privilegios, para poder explicar las causas del extraordinario desarrollo de estas asociaciones, y de la autonomía e influencia que lograon obtener durante la época colonial.

         En efecto, la cofradía española fue una asociación selecta donde las familias pudientes españolas y criollas de Nueva España tejían alianzas matrimoniales, de parentesco biológico o político (compadrazgo, hermano cofrade, etc.), establecían acuerdos políticos y asociaciones de negocios, ampliando y diversificando sus estrategias familiares de reproducción de sus capitales, en especial entre grupos oligárquicos criollos ligados a la propiedad de la tierra o de las minas, y grupos de negociantes españoles dueños del capital. Así, esta institución fue pieza clave en la formación de grupos económicos poderosos, más allá de los grupos familiares simples, y en la creación de redes de vínculos e influencias con los círculos del poder político de Nueva España.

         En fin, las cofradías contribuyeron notablemente a la cohesión de un bloque dominante unificando los intereses de los ricos negociantes peninsulares, de la alta administración virreinal y  de la oligarquía criolla heredera de los conquistadores.

         Aquí tratamos de explicar de qué manera se establecieron las cofradías en la ciudad de México, los diferentes tipos que existieron y la importancia de cada uno de ellos. Para  señalar la importancia de las cofradías en Nueva España, quisimos también dar una idea de lo que fueron las cofradías de indios sin profundizar en su estudio.

         El funcionamiento y la organización de estas asociaciones tuvieron mucha importancia por las actividades de asistencia social que ellas realizaron, actividades que contribuyeron a dar a la ciudad  de México seguridad y tranquilidad.

         Para  poder realizar estas actividades de carácter social, las cofradías se convirtieron en cautas administradoras, y acumularon progresivamente importantes capitales que pusieron en circulación con el fin de obtener buenos beneficios. Tampoco podíamos olvidar las manifestaciones de las cofradías en la vida pública, que fueron tan necesarias e importantes para el lucimiento de esta sociedad, sin olvidar sus alianzas con la Iglesia, de la que ellas fueron las colaboradoras más necesarias.

 

ANTECEDENTES EUROPEOS DE LAS COFRADÍAS

La historia de las asociaciones comparables a las cofradías se remonta a la época anterior a las altas culturas del Viejo Mundo. No se ha registrado mucha documentación sobra las asociaciones ágrafas, pero la historiografía de las congregaciones de culto religioso, las guildas de comerciantes, las asociaciones de auxilio mutuo etc., de los romanos es bastante  detallada.

         En la Roma antigua, estas grupaciones fueron llamadas collegia, fraternidad y sodalidades.

         Los colegios comitalicios, cuya  existencia ha  sido cuestionada, tuvieron a la cabeza a unos padres denominados curiones, la población plebeya y servidores de Roma pertenecieron a estas asociaciones. Una vez al año se celebraba la fiesta a los dioses lares. Era un día de descanso y de alegría para toda la plebe  que salía a la calle delante de sus dioses para depositar ofrendas y hacer sacrificios. (1)

            Las sodalidades se remontaron a los últimos años de la República Romana: a sus miembros los reunía una solidaridad de intereses y de simpatía qu  constituía un lazo especial distintyo a las relaciones de amistad que  podían existir entre una parte de los socios. Cada año, la elección de los cónsules y de los ediles ocasionaba ocasionaba asambleas populares muy concurridas. A estas reuniones para los comicios que tenían lugar en una época fija, se agregaban las convocatorias extraordinarias obligatorias cuando una ley era sometida al pueblo o se tenía que legislar sobre una acusación pública; para discutir sobre las funciones públicas o para segurar la adopción de una ley; para detener o hacer triunfar una acusación: entonces había que integrar un partido y unir los esfuerzos.

         Se consideró que estos colegios y sodalidades constituyeron un peligro para el poder, por lo cual fueron duramente atacadas hasta ser abolidas por la Ley Julia aproximadamente entre 67 y 64 a.C., pero 5 años más tarde fueron de nuevo autorizadas a formarse por la Ley Clodiux en el año 59 a.C. Poco después, con el poder personal restaurado dentro de Roma por César, fueron abolidas por éste definitivamente en el año 56 a.C.

Con el triunfo del cristianismo, muchas de estas asociaciones evolucionaroin hasta formar agrupaciones de obediencia cristiana que tenían por oobjeto la práctica de la caridad. Para que esta caridad fuera social no bastaba solamente con las palabras: se debía plasmar en los actos.

Como lo dice muy bien Santiago el Menor, si un hermano o una hermana están en la desnudez y no tienen lo que necesitan cada día de alimento, y uno de vosotros les dice: Id en paz, que te calientes y te sacies, sin darles lo que es necesario para sus  cuerpos, ¿de qué sirve esto? Como la Fe, la Caridad sin las obras es una caridad muerta. (2)

Aunados a la práctica de la caridad surgieron los ágapes, banquetes rituales y sociales que tenían una tradición antigua, al estilo de las viejas guildas*, aquellas comidas en común en las que tomaban parte todos los cristianos en los primeros años de esta religión y que llevaron a los apóstoles a crear el oficio de diácono, luego el de diaconisas, que no tardaron en extenderse a las otras Iglesias, como ejemplo de sociedades de socorros mutuos.

Aparte de las funciones litúrgicas, los deberes de los diáconos y de las diaconisas para con sus hermanos de religión fueron:

-Incribir en un registro el nombre de los indigentes para sistirlos.

-Ayudar a  los obispos en la administración de los fondos que los fieles ricos ponían a su  disposición para los hermanos pobres.

-Recolectar  en las asambleas convocadas por ellos, limosnas para  el socorro de viudas, huérfanos y extranjeros.

-A partir del siglo IV, estaban encargados de señalar al obispo los extranjeros que no podían bastarse a sí mismos, y fueran albergados en la casa del obispo y en las de los diáconos y diaconisas o de algunos fieles que se ofrecían a ayudar al obispo. (3)

 A partir del siglo II, las fraternidades cristianas se estructuraron más sólidamente introduciendo en sus cultos reglamentos hechos por clérigos y obispos, inspirados por el deseo de las personas de encontrar un sostén durante la vida y un socorro espiritual después de la muerte. Pero no es hasta el siglo VIII, con san Bonifacio, que la cofradía toma su fisonomía propia de unión evangelizadora, de ayuda mutua y de caridad.

El apóstol de Alemania, con el fin de asegurar sus esfuerzod e conquista  espiritual, para que ésta fuera durable, predicó en Alemania, Irlanda e Inglaterra, y no únicamente en diócesis, sino también en monasterios. Graccias a su poderosa influencia, la idea de asociación espiritual se impuso y se extendió. Después de las uniones entre religiosos y miembros del clero; después, otras asociaciones reagruparon únicamente a los curas seculares. Los simples fieles fueron finalmente ganados por el mismo movimiento y terminaron  después de haber roto sus relaciones con los monasterios, por asociarse en cofradías independientes. Estas serían las cofradías propiamente dichas. (4)

San Bonifacio consideró que las fraternidades eran una ayuda para poder predicar  y  extender el cristianismo, y con el fin de orientarlas a estos objetivos específicos, les asignó tres funciones: a) vivir una vida cristiana profunda y en grupo, b) practicar la ayuda mutua con obras de caridad y c) la yuda debía prolongarse después de la muerte a través de los rezos. Obispos y  conventos, se unieron en esta  tarea, y la inquietud por la fraternidad fue en aumento.

Enel siglo VIII se establecieron las parroquias bajo el patronato de un santo, loque reguló la vida religiosa y social. Las fraternidades o cofradías (antes de esta fundación la única forma de organización religiosa independiente), aunque funcionaron en iglesias y conventos, se fueron convirtiendo poco a poco en organizaciones auxiliares de la parroquia y apoyo al obispo, quien tenía por obligación auxiliar a todos los pobres de su obispado. Inclusive en el concilio de Arles (813) se encomendó a los obispos que visitaran sus diócesis una vez al año para observar si vivían oprimidos los pobres (canon 17). (5)

            En 806, Carlomagno prohibió a los files que diesen limosna a hombres sanos que mendigaban por no querer trabajar. Las iglesias lo ficieron mejor: para evitar abusos tomaron a su cargo a los pobres necesitados y los inscribieron en una lista llamada matrícula; los pobres incluidos en esta lista (matricularii, fratres, Christi pauperes) fueron privilegiados, formaron una especie de cofradía, con la obligación de cumplir en las iglesias ciertos oficios subalternos; debían ser los guardianes del santuario: había 40 en la iglesia de Autum, 16 en la de Mans, 4 en capillas pequeñas; pero en las grandes basílicas, el número era mucho más considerable. Los matricularii solían vivir en una casa al lado de la iglesia, y cada mañana se situaban a la entrada de ella para pedir las limosnas de los fieles; con el tiempo se les permitió tener propiedades raíces y recibir donativos y legados cuya propiedad pertenecería a la Iglesia, pero las rentas les corresponderían a ellos.

         Durante la Edad Media, estas asociaciones tuvieron una gran difusión en toda Europa. Poco a poco tomaron auge en los siglos X, XI y XII; su función socio-religiosa, los motivos de fundación y las metas fueron, por lo general, muy variables. Casi no se puede imaginar una actividad socio-religiosa que no fuera hecha por alguna cofradía, desde las asociaciones de ágape, de caridad, de ayuda a los enfermos, a los ñpobres y a los extranjeros, hasta el acompañamiento del cuerpo de los difuntos. Hubo además cofradías dedicadas a la reparación de los templos, la construcción de puentes, la recolección de medios económicos para las cruzadas, el combate contra los herejes. Todas tenían determinada advocación: el Santo Sepulcro, Cristo Crucificado, las almas del Purgatorio, el Espíritu Santo etc., como patrón y  emblema de su cristianismo y para diferenciarse según la actividad respectiva. Por todo lugar se exaltaba el espíritu asociativo, y las carreras del político, del profesional y del religioso.

A partir del siglo IX, en que se empezaron a fundar hospicios, hospitales, casas de expósitos, casas de ciegos, etc., los clérigos o seglares directores de las casas hospitalarias fueron asistidos por personas caritativas de ambos sexos, a quienes se les llamaba hermanos y hermanas. Estaban encargados del cuidado de los enfermos y formaban una cofradía especial en el establecimiento hospitalario al quer servían, y no se ligaban a ninguna orden religiosa. Muchas cofradías subsistieron hasta el siglo XVIII, especialmente la del Hotel-Dieu de Issoudum. (6)

Con la progresiva consolidación de la formación económica y  social europea de la Edad Media y de las redacciones de producción feudales entraron también las cofradías en una nueva fase, llamadas en España cofradía-gremio. Esta organización se componía exclusivamente con miembros de una profesión específica, sobre todo de comerciantes y artesanos, quienes formaron sus asociaciones de ayuda socio-laboral y de piedad. (7)

Durante toda la Edad Media y en la época moderna temprana, estas cofradías jugaron un papel muy variable en la vida, no sólo religiosa sino también socio-política. Por la creciente independencia desde su origen que  fue la comunidad  pequeña, luego por la diversificación de las distintas profesiones de sus componentes, sus actividades múltiples y alejadas de la vida religiosa, entraron en conflicto tanto con las autoridades eclesiásticas como con las políticas. Las medidas de la Iglesia para reglamentar y  disciplinar las cofradías, van desde la excomunión y  supresión hasta la prescripción o pprohibición de ciertas actitudes. No faltaron autoridades de la Iglesia que  vieron en las cofradías “un obstáculo para la vida parroquial y para la unidad de la Iglesia”. (8)

Desdse Hinemar de Reims, en el siglo IX existió una lista de funciones que cada vez se ampliaba hasta incluir “todas las buenas obras sociales y religiosas” que figuran, por ejemplo, en los estatutos del arzobispado de Burdeos del año 1255: mantenimiento  de la iglesia y de todos los objetos de culto, sepultura y otras actividades fúnebres, trabajos públicos, atención a enfermos, defensa contra las calamidades, colectas”. (9) A partir de este siglo, los concilios de Alemania y de Francia reglamentaron repetidas veces las fundaciones de cofradías, las cuales deberían llevarse a cabo sólo previa autorización de la Iglesia. Pero no es sino hasta 1604 en que la bula del papa Clemente VIII presenta unos reglamentos que valen para todo el ámbito de las cofradías.

 

LAS COFRADÍAS ESPAÑOLAS

Hemos encontrado pocos indicios sobre las cofradías españolas antes del siglo XII. Estas son las principales que se encontraron:

COFRADÍAS DEL SIGLO XI

 

- Cofradía del Santísimo Sacramento, Nuestra Señora de San Antolín y Señor Santiago de Zamora, 1072. Se debe su fundación, según la tradición, a la reina Doña Urraca (1033-1101) en dicho año.

- Antigua, Ilustre y Real Cofradía de la Santa Caridad de Toledo, 1085. Fundada en tiempos del rey Alfonso VI (1047-1109) durante el asedio y toma de Toledo. Según señala Linda Martz, los documentos más antiguos de la Santa Caridad fueron destruidos por un incendio en 1525, pero de acuerdo con el testimonio presentado por los hermanos en la Real Chancillería de Valladolid, en 1557-58, la cofradía fue fundada en 1085.

 

 

COFRADÍAS DEL SIGLO XII

 

A.- Cofradías con fechas datables con exactitud:

- Cofradía de Santa María y del Santo de Santo de Domingo de la Calzada (La Rioja), 1106.

- Cofradía de Nuestra Señora de Roncesvalles (Navarra), 1127 (refundada).
- Cofradía de San Isidoro o Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro de León, 1147. La primera referencia documental, según José Sánchez Herrero, data del año 1280.

- Cofradía de la Santísima Trinidad, Santa María y San Julián o de los Recueros de Atienza (Guadalajara), primera "Caballada": Día de Pentecostés de 1162. Sus Ordenanzas fueron otorgadas por el rey Alfonso VIII (1155-1214).

- Cofradía de Santa María del Puy de Estella (Navarra), 1174 (restablecida).

- Cofradía la Santísima Cruz o de Santo Toribio de Liébana (Cantabria), 1181.

- Santa Cofradía de San Miguel de Excelsis de Aralar (Navarra), teniendo sus orígenes a finales del s. XI, será en 1191 cuando el Rey Sancho IV y el Obispo Pedro de París, dan a la Cofradía rango legal.

 

B.- Cofradías que se saben del Siglo XII:

- Cofradía de Santa María de Caleruega o de las Candelas de Caleruega (Burgos), siglo XII.

- Cofradía de la Vera Cruz, Disciplina y Penitencia de Zamora, aunque el primer documento conservado date de 1508, hay autores que señalan su origen en el siglo XII.

 

- Hermandad de los Apóstoles de Chinchilla de Montearagón (Albacete), siglo XII (refundada).
- Muy Ilustre Cabildo de Caballeros y Escuderos de Cuenca, fue instituido bajo la advocación del Espíritu Santo y el apóstol Santiago en el siglo XII, en fechas de la reconquista de la ciudad por Alfonso VIII de Castilla (1155-1214).

 

 

COFRADÍAS DEL SIGLO XIII

 

A.- Cofradías con fechas datables con exactitud:

- Confraria de Sant Marc Evangelista de Barcelona, 1202.


- Cofradía de Nuestra Señora Santa María de Eunate (Navarra), su documento más antiguo conservado data de 1219 (refundada).


- Real e Ilustre Cofradía Matriz de la Santísima Virgen de la Cabeza de Andújar (Jaén), 1227. La cofradía se funda a los pocos días de la aparición de la Sagrada Imagen, según la tradición.


- Real Cofradía de Santa Marta de Martos (Jaén), se funda poco tiempo después de que la Villa de Martos fuera donada por Fernando III, en el año 1228, a la Orden Militar de Calatrava, según señala Manuel López Molina.


- Antigua Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza. La Balesquida de Oviedo, 1232. Anteriormente, y tal cual consta en la documentación, su nombre era Cofradía de Nuestra Señora de la Balesquida.

- Pontificia, Real y Primitiva Cofradía de Santa Lucía, Virgen y Mártir de Valencia, fundada al poco de la conquista de la ciudad por Jaime I en 1238.


- Real Cofradía de Nuestra Señora la Virgen de Loreto y San Lorenzo de Huesca, fue fundada entre 1205 y 1242, durante el período en que el infante D. Fernando, hijo de Alfonso II de Aragón, fue de Abad de Montearagón, a quien pertenecía la Iglesia de San Lorenzo de Loreto (refundada).

 

- Confraria de Mestres Fusters de Barcelona, sus orígenes se remontan a 1257.


- Muy Devota, Venerable, Más Antigua y Pontificia Hermandad del Santísimo Rosario de Nuestra Señora de la Paz y Virgen de la Aurora de Ronda (Málaga), 1269.


- Hermandad de la Virgen de Linares de Córdoba, su origen está en el año 1278, cuando el Obispo D. Pascual da reglas a los cofrades del Hospital de San Cristóbal y la Magdalena, para que fueran todos los años en procesión al templo de la Virgen de Linares.
- Muy Esclarecida y Antigua Archicofradía Real Orden Militar de Nuestra Señora del Carmen de Molina de Aragón (Guadalajara), 1280.

 

- Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima de la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo de Zaragoza. En el año 1280 se reconoce la existencia de una capilla de la Hermandad de la Sangre de Cristo, situada en el Convento de San Francisco.

 

- Ilustre y Venerable Cofradía del Santísimo Rosario de Viveiro (Lugo), 1282.


- Cofradía de San Lorenzo de Huesca, 1283. En 1962 se une a la Cofradía y Hermandad General de devotos de San Lorenzo (siglo XVIII), dando lugar a la actual Cofradía de Caballeros de San Lorenzo.


- Cofradía de las Huérfanas a Maridar de Valencia, 1293.

 

B.- Cofradías que se saben del Siglo XIII:

 

- Muy Antigua, Venerable y Dominica Cofradía Penitencial y Sacramental de la Santa Vera Cruz, de Nuestra Señora Madre de la Iglesia, del Niño Jesús y de la Resurrección de Cristo de Palencia, primer cuarto del siglo XIII (se funda por influencia de la de Santo Toribio).

 

- Muy Ilustre y Piadosa Hermandad de San Antonio Abad de Zaragoza, siglo XIII.

 

- Muy Ilustre y Antiquísima Cofradía del Rosario (llamada de la Rosa) de Zaragoza, siglo XIII (fundada posiblemente en 1219 por Santo Domingo de Guzmán).

 

- Hermandad de Nuestra Señora de Villa Vieja y de la Sangre de Cristo de Teruel, mediados del s. XIII (primera mención documental en 1312).

 

- Cofradía de la Santa Cruz de Caravaca de la Cruz (Murcia), algunos estudiosos señalan posibles orígenes en el siglo XIII.

 

- Real, Muy Antigua e Ilustre Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefonso y San Atilano de Zamora, siglo XIII (refundada).


- Real Hermandad de Infanzones de Nuestra Señora de la Caridad de la Imperial Villa de Illescas, fundada probablemente en el siglo XIII.

 

- Antigua Cofradía del Cristo de las Penas de Valencia, siglo XIII (refundada).

 

- Cofradía de la Vera-Cruz de Plasencia, siglo XIII.

 

- Venerable Orden Tercera Franciscana de Viveiro (Lugo), siglo XIII.

 

- Real, Muy Ilustre y Primitiva Congregación de San Isidro, de Naturales de Madrid, siglo XIII.


- Hermandad de la Vera-Cruz de Lebrija (Sevilla), último tercio del siglo XIII, tras la reconquista de Lebrija por Alfonso X "El Sabio", el 20 de Enero de 1265.


- Primitiva, Real, Muy Antigua y Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora de los Reyes, Patrona de los Sastres, San Mateo Apóstol y Evangelista y San Fernando Rey de Sevilla, siglo XIII.

 

COFRADÍAS CONSIDERADAS DE DATACIÓN INMEMORIAL:

 

- Cofradía de los Falifos o de Nuestra Señora de la Carballeda de Ríonegro del Puente (Zamora). Es considerada como la cofradía más antigua del Camino de Santiago, hay estudiosos que señalan sus orígenes fundacionales como probables en el siglo X.

 

- Cofradía de Ntra. Sra. del Llano de Aguilar de Campoo (Palencia). E. Llamas califica su devoción de inmemorial, habiendo autores que sitúan el origen de la Cofradía en la Orden del Temple.*

 

         En España, tres tipos de cofradía se definen a partir del siglo, y lograron su más alto grado de organización en los siglos XIV y XV: la primera fue la cofradía religiosa de beneficencia, que tenía como objetivo la caridad.

 

         Eran muy parecidas a las comunidades piadosas de los primeros siglos, y la preocupación primordial era la de auxiliar al cofrade durante su muerte. La cofradía aseguraba entonces a cada uno la mortaja, el cirio durante su entierro, la velada fúnebre, la misa y la música con asistenvia de todos los hermanos. Las limosnas, los derechos de admisión, las cotizaciones y las multas, así como los dones y legadfos, alimentaban un fondo destinado a la asistencia de los ancianos, viudas y huérfanos del grupo. Los cofrades se reunían en la capilla de su santo patrón y sus principales manifestaciones consistían en misas anuales, mensuales o dominicales. Finalizada la misa anual, se elegía a las autoridades y, posteriormente, se celebraba un gran banquete. En todas las ocasiones importantes: misas, recepciones, entierros, coronación de príncipes, fiestas patronales etc., se reunía la cofradía en una gran fiesta.

         De estas cofradías tenemos varios ejemplos, como la de santa Eulalia de Barcelona que existía desde 1197, pero la más importante en esta época fue sin duda la cofradía de Tudela, cuya patrona era Santa Cristina, y que estaba tan bien organizada que, si ocurría una desgracia a uno de sus cofrades, podía prestar hasta 20 veces el salario el salario del afectado sin importar la profesión que tuviera. (10) Estas prácticas caritativas se prolongaron hasta el siglo XVI en donde encontramos cofradías sólidamente organizadas, como la de Veracruz de Játiva (1381), Santo Domingo de Huesca /1480), la del Espíritu Santo de Calatayud (1311), la de los ciegos de Barcelona (1339), y la de los ciegos de Valencia (1329).

         A partir del siglo XII empiezan a formarse las cofradías gremiales compuestas por miembros de un mismo oficio, que necesitaban agruparse para protegerse mutuamente en su vida social y profesional. Esta segunda forma de cofradía es, en efecto, una sociación profesional en donde las manifestaciones religiosas se acompañan de una función de ayuda mutua como un mecanismo de socorro en el ejercicio de la profesión, en el caso de enfermedad, en el caso de un accidente de trabajo, como seguro de vejez, e incluso como asistencia en los momentos en que se perdía el trabajo, para evitar la ruina del artesano. Entre todas estas cofradías, podemos citar  la de los plateros de Toledo (1423), la de los forjadores y barreros de Villafranca (1338), la de los zapateros de Zaragoza (1336), la de los sastres y talabarteros de Gerona (1387), la de los cirujanos de Barcelona (1436), la de los barqueros de Barcelona (1438).

         El tercer grupo de cofradías fueron las del tipo militar o caballeresco que se constituyeron en el siglo XII. A este grupo perteneció la cofradía de Belchite, instituida por Alfonso I “El Batallador” con el solo objetivo de defender la plaza de Zaragoza recientemente reconnquistada. Esta cofradía era privilegiada en el aspecto jurídico y económico y fue confirmada como la más importante por el concilio de Burgos en 1336. El mismo rey fundó la cofradía de Monreal en 1126. Muy importante también fue la de Barbastro fundada por el obispo don Gaufredo el 5 de junio de 1138.

         No podemos olvidar a las cofradías de disciplina, en las cuales la principal manifestación fue el ascetismo y se hacían notar durante la Semana Santa durante las procesiones. En el siglo XVI existieron cuatro en Valladolid (la más antigua la de la Santísima Veracruz que se formó en el siglo XV).

También la de la Pasión fue muy importante y se constituyó en 1531. Estas cofradías se reunían en los grandes monasterios de las ciudades y se organizaban durante la Semana Santa en una gran procesión, haciendo partícipes a los asistentes de su fervort y oración.

         Para el siglo XVI en España encontramos a la cofradía definida como una institución en la cual se podía expresar el sentimiento de eficacia, al probar que establecía obras útiles ejerciendo una función muy importante de asistencia social a través de la piedad:

         La constitución de una cofradía era la obra del grupo humano que intentaba formarla, el cual redactaba sus ordenanzas, y recibía el juramento de todos los cofrades, y la presentaba a la aprobación eclesiástica tras lo cual podía ya funcionar. Los órganos de la misma eran unas autoridades superiores (prebostes, mayordomos, priores, mayorales, etc., según regiones y lugares en número de uno, dos o tres); unos asesores de los mismos a modo  de junta de gobierno, y un cabildo general de cofrades, con funciones deliberantes, inspectores y de elección de los anteriores cargos. Unos amigables componedores velaban por la solución pacífica de cuantos conflictos surfieran entre los cofrades. Los ingresos de la cofradía consistían en las cotizaciones periódicas de los cofrades, en las derramadas realizadas por las autoridades de la cofradía en caso de necesidad, y en las multas impuestas por infracción de las ordenanzas. Celebraban  la fiesta  patronal con una misa y un banquete, y  estaba obligados los cofrades a asistir a los enfermos, velando las noches, cuidar de la recepción de los últimos sacramentos y casos de fallecimiento, de todo lo relativo a exequias y sufragios. (11)

            Es en esta época que las cofradías pasaron a Nueva España y se fundaron en la ciudad  de México por los primeros  conquistadores. Posteriormente se extendieron en todo el territorio por donde pasaron los españoles, y las órdenes religiosas pues consideraron que las cofradías eran sus mejores instrumentos para implantar y difundir el catolicismo entre los indígenas y la mejor fórmula de asociación en los pueblos, para consolidar fuertemente a la sociedad.

 

LA COFRADÍA COMO INSTITUCIÓN

 

Los españoles al transplantar sus instituciones a la Nueva España, y en particular a la ciudad de México, pusieron todo su empeño en el buen funcionamiento de éstas para asegurarse de que perdurarían de la mejor manera, de acuerdo a sus costumbres, y para que sirvieran de ejemplo a las fundaciones posteriores.

 

         Una vez efectuada la conquista y la colonización fueron estableciendo instituciones semejantes a las que ya existían en España, y de ellas, ninguna, vino tan bien preparada para una aculturación sistemática como la eclesiástica. La labor de cristianización se encargó a las primeras órdenes que llegaron: franciscanos, dominicos y agustinos, quienes evangelizaron y fomentaron la práctica del culto cristiano, luchando siempre por aumentarlo.

 

         Las órdenes religiosas que se establecieron en América y particularmente en México, facilitaron enormemente la labor de las prácticas piadosas y demostraon su amor al prójimo por medio de actos de caridad y asistencia social. Así van a ser los religiosos quienes se encargarían de fundar y promover a las primeras cofradías en la Nueva España con base en permisos concedidos por los obispos. Estas asociaciones se fueron multiplicando a través del tiempo, pero adquiriendo ciertas características locales.

 

         El principal objetivo de una cofradía al inicio de la colonización era la fundación de hospitales y colegios, o bien asegurar el entierro del cofrade. Bastaba que existiera por principio este noble fin para que se autorizara de inmediato su fundación, aún sin el permiso real o eclesiástico, y como en un principio era difícil conseguir estos permisos por la falta de obispos autorizados para la creación de la cofradía, tal requisito se fue pasando por alto de modo que muy pocas se erigieron de acuerdo a lo que la Iglesia pedía. (12)

 

            Esta falta del permiso eclesiástico, ocasionó  durante  toda  la época colonial grandes problemas. Siempre que surgían diferencias en el seno  de la cofradía, ya se tratara de acusaciones al tesorero de malversaciónde fondos, o bien del permiso para el culto especial al santo patrón, o algún problema referente a pleitos de tierras etc., el obispo o el cabildo eclesiástico podían negarse a juzgar y a conocer de estas cosas. A este respecto, las Leyes de Indias: ley 6, título 2, libro 1°, y ley 12 basándose en el canón 7 del Concilio de Arles (813) exigían para la legitimidad del establecimiento de las cofradías licencia del rey y del obispo diocesano; sin estos requisitos, las justicias de los pueblosdebían impedirlo bajo su responsabilidad.

 

         El papa Clemente VIII publicó una bula el 3 de diciembre de 1604, por la que prohibió erigir ninguna nueva cofradía, sin el permiso y autoridad del obispo, quien debía además examinar y aprobar los estatutos respectivos. (13)

 

            Además de la aprobación del obispo, era necesaria la supervisión de las cofradías y sus juntas por un representante real o “a quien para ello se dispute”, que diera constancia de la validez de las decisiones tomadas. Todo ello se reglamentó en la Novísima Recopilación de Indias: ley 25, título 4, libro 1.

 

         Estos dos requisitos:la autorización del obispo y la asistencia a las juntas de un representante real, se pasaron por alto en la mayoría de las veces, por lo que se propagó en número de cofradías ilegales en este aspecto, pero legales en la práctica porque cumplían alguna con algún fin de asistencia social o de piedad, lo que les daba cierta autonomía.

 

         En la ciudad de México, las cofradías gozaban de ambas autorizaciones y sin embargo nunca se subordinaron al clero. Funcionaron de manera autónoma, tomando las decisiones de común acuerdo y nombrando un cuerpo de gobierno elegido por los propios miembros, el cual controlaba los asuntos de las cofradías con exclusión de clérigos o sacerdotes. Las cofradías de la ciudad de México representaron verdaderamente los intereses y las metas de sus miembros. Las cofradías del campo en cambio, siempre estuvieron mucho más subordinadas a sus parroquias.

 

         A medida que se iba conformando la sociedad, cada cofradía iba tomando características propias que respondieran a las necesidades de sus fundadores. Así pronto se multiplicaron las cofradías o hermandades eclesiásticas, asi llamadas para diferenciarlas de las cofradías gremiales, cuyos intereses y constituciones eran sobre todo de carácter laboral, (14) se encargaron del buen funcionamiento de los oratorios, las capillas de culto a los santos patrones, y la asistencia y  fundación de hospitales y colegios. También surgieron las cofradías gremiales compuestas exclusivamente por miembros de una profesión específica, sobre todo los comerciantes y artesanos; nacieron igualmente las cofradías de negros y mulatos todas ellas con el fin de proporcionar a sus miembros la seguridad que sus estatutos exigían. En el campo y zonas rurales, casi todas las cofradías fueron de indios.

 

         Si bien todos los reglamentos coincidían en algunos puntos, como era elecciones, rectores, ceremonias religiosas, también establecieron ciertas diferencias como era el número de cofrades, la finalidad, las dotaciones, etc.

 

         A algunas de las cofradías que lograron tempranamente por la promoción que les dieron los particulares o religiosos gran popularidad y preferencia, se les agregaron otras cofradías del mismo nombre y fin o hermandades o congregaciones que estuvieran bajo la tutela espiritual del mismo santo, y les comunicaronn sus privilegios, con los que se convirtieron en archicofradías. La agregación debía ser perpetua. Una vez hecha la afregación, la cofradía agregada perdía todas sus indulgencias papales y gozaba únicamente de las que le comunicaba la archicofradía. Las cofradías no podían agregarse más que a una sola archicofradía.

 

         La archicofradía más importante de la ciudad de Mexico por la cantidad  de cofradías que le estaban agregadas fue la archicofradía de la Santísima Trinidad, con ocho cofradías agregadas. Una de éstas, la del Señor San Pedro, contó con todo el apoyo de la archicofradía y hasta recibió como dotación el terreno donde la cofradía de San Pedro construyó su hospital. (15)

 

            No encontramos referencias sobre cuál fue en realidad la primera cofradía de la ciudad de México o en la Nueva España. Algunos autores coinciden en que fue la de Nuestra Señora de la Limpia Concepción, fundada por los conquistadores y mencionada por Hernán Cortés en sus ordenanzas de 1519, pero en realidad  lo que estas dicen es lo siguiente:

 

         Y lo mismo se entiende de Nuestra Señora y de todos los otros santos, so pena  que de más de ser ejecutadas las penas establecidas por las leyes del reino contra los blasfemos, pague quince castellanos de oro, la tercera parte para la cofradía de Nuestra Señora que en estas partes se hiciere. (16)

 

            Hernán Cortés dice “que se hiciere”, lo que indica que aún no estaba fundada. Otro autor afirma que fue la cofradía de la Purísima Concepción que fundo el hospital de Nuestra Señora de la Concepción, más tarde llamado el Hospital de Jesús Nazareno. Sin embargo, buscando el Archivo General de la Nación en el Ramo de Hospital de Jesús, no encontramos ninguna referencia a una cofradía  así llamada. Sí existe la copia manuscrita de una bula del papa Clemente VII del 16 de abril de 1529 que concede el patronato perpetuo del hospital de Nuestra Señora de la Consepción a Hernán Cortés quien, según se ve en las cláusulas de su testamento, fue quien le cede terrenos, material y la hacienda necesaria para la manutención del mismo, por que considero que fue Hernán Cortés en único fundador del hospital mismo que estaba funcionando en 1524. (17)

 

         La primera cofradía de la que tenemos noticia es la de  Los Caballeros de la Cruz, también conocida con el nombre de la archicofradía de los Nobles con sede en la Iglesia de la santa Veracruz; fue fundada por Hernán Cortés en 1526, en acción de gracias y memoria de haber llegado al puerto de Veracruz en viernes santo; en este año se nombraron rectores y diputados y se hicieron instituciones para su mejor gobierno. Fue aprobada por Fray Domingo de Betanzos. (18)

            Así es como suge esta institución que con el paso del tiempo abarcó a todos los sectores de la sociedad, pues la población pertenecía a alguna cofradía que dio a la vida social de la ciudad de México y a la Nueva España un carácter marcadamente religioso, acentuado por la diversidad de sus fines, según su composición social, y con rasgos competitivos que influían en la vida de la cofradía misma.

 

         La cofradía, como dice Asunción Lavrin, “es quizás después de la iglesia parroquial o la misión, el vehículo utilizado con mayor frecuencia por personas de todos los niveles sociales para organizarse socialmente fuera de la familia”. (19)

 

Las cofradías gremiales

 

         Las cofradías habían llegado a su completo desarrollo como instituciones benéfico-religiosas en España en el siglo XVI y en general en todo el mundo occidental, y su implantación en la Nueva España fue la de una institución al igual que los gremios en pleno florecimiento.

 

         En México, los gremios se multiplicaron durante los siglos XVI y XVII. Tuvieron preponderancia económica y social. Cada gremio reclamaba para sí las labores que le correspondían, fijaba precios y calidad, y la producción del artesano libre quedaba dentro de un área muy relegada. Los gremios ascendieron a más de 200 y en su seno se encontraba casi la totalidad de artesanos en sus diferentes oficios y jerarquías.

 

         La reglamentación de los gremios no podía faltar en una ciudad en la que los artesanos principiaban a trabajar en los más diversos oficios y en donde tenían que defender sus derechos dentro de la agrupación gremial. Fue así como el Cabildo Metropolitano, reunido en la casa de Cortés en Coyoacán, expidió el 15 de marzo de 1524 (20) la ordenanza para los herreros. Esta es la primera de una serie de reglamentaciones de los más diversos oficios que fueron asentados en los libros de actas de cabildo de la ciudad de México. En el compendio de estas ordenanzas, que hizo el licenciado Francisco del Barrio Lorenzot en el siglo XVIII, (21) y de acuerdo con las fechas de su confirmación o autorización por el virrey se expidieron 223 ordenanzas en total, de las cuales 153 en el siglo XVI; 27 en el XVII y 19 en el XVIII, es decir, fue en los primeros años de la época colonial cuando se reglamentan los oficios más variados.

 

         Los obreros que se agrupaban por los reglamentos en gremios empezaron a fundar cofradías para estar unidos también por la fe, considerando que la cofradía les brindaba además toda una serie de beneficios.

 

No todos los gremios de la ciudad de México fundaron cofradías. Muchos grupos de artesanos únicamente fundaron devociones en los que honraban al santo patrón elegido por ellos; pues las ganancias no eran suficientes si el número de personas que integraban la cofradía era pequeño. En este caso encontramos a las bordadoras que tuvieron por patrona a la Virgen de las Angustias con su sede en el hospital de san Andrés, o al grupo de albañiles a los que en los primeros años en que no había suficientes obreros mayores para tener una cofradía –puesto que los trabajadores aprendices eran eran en su mayoría indígenas-, se les impidió establecer la cofradía de la Santa Cruz. Sin embargo, en la ciudad de México y en todo el territorio de la Nueva España se hizo costumbre que donde hubiera una construcción, el 3 de mayo, día en que se festejaba el día de la Santa Cruz, se erigía una cruz florida con ofrendas que se bendecía al mismo tiempo que la construcción. Esta cofradía se fundó posteriormente en la Iglesia de Santa María de la Redonda en 1674. En este caso la costumbre religiosa se adelantó bastante a la institución de la cofradía y aún cuando esta se disolvió, las festividades de la Santa Cruz han quedado fuertemente  arraigadas en el espíritu  de los albañiles que la siguen venerando en su  fiesta con grandes manifestaciones populares como bailes, cohetes, comilonas, etc., y estas fiestas se celebran en las construcciones y no en las iglesias.

 

         A diferencia de estas devociones, la cofradía gremial tuvo mucho más fuerza e importancia, puesto que estableció sus propios estatutos y nombró a sus  gobernantes, de acuerdo al espíritu cristiano en que, al aceptar el reglamento de la cofradía, se aceptaba la doble obligación ante Dios de proteger a los agremiados, que eran al mismo tiempo sus hermanos de profesión y  de religión.

 

         Las principales normas son preeminentemente de carácter social, y en ellas resaltan parte de las generales para las demás cofradías:

 

1 Que no pudieran ser admitidos como aprendiz en el gremio ni en la cofradía quien sea de mala raza, judío, o cristiano nuevo, ni otra raíz infecta, ni tampoco los que hubieran sido condenados por el tribunal de la Inquisición, ni los esclavos negros o hijos de esclavos. (22) Sin embargo, esta  regla tuvo que pasarse por alto con frecuencia debido a la falta de mano de obra. No fue así en lo que se refiere a las cofradías que prohibían se admitieran en ella principalmente a los indígenas.

2 En las arcas de la cofradía entraban las contribuciones o cornadillos obligatorios (contribuir con medios o diligencias para el logro de un fin) que eran, en la mayoría de los  casos ½ real por semana, 2 reales por la obtención de la patente, 1 real para la fiesta titular. Otra entrada muy  importante eran las multas en el caso de retraso en el trabajo, en las faltas injustificadas, cuando el artesano se cambiaba de un taller a otro.

3 La cofradía gremial debía asegurar la asistencia del artesano enfermo. En este caso, el enfermo reclamaba la ayuda del mayordomo de su cofradía por mediación del celador, que era la persona encargada de visitarlo en su casa, llevándole cierta cantidad de dinero  de la caja común, para que pudiera  atender la situación económica, tanto en él como de su familia.

La visita del celador se repetía durante toda la enfermedad. Si el cofrade moría, se pagaban los gastos de entierro y misas de responsos, y si el difunto era maestro examinado, se pagaban las dotes de sus hijas casaderas. Si el cofrade era de escasos recursos económicos, se daba ayuda a la viuda durante su vida y a los hijos menores se les convencía de lo necesario y conveniente que era que siguieran la profesión del padre.

 

Cuando algún miembro llegaba a una cierta edad en la cual le fuera ya imposible manejar las herramientas pedía el dinero necesario para retirarse del taller y  disfrutar  de su jubilación. Inclusive los casos de accidente estaban previstos para que el artesano recibiera la yuda necesaria.

 

Las cofradías gremiales no sostuvieron hospitales en la ciudad de México, pero sí disponían de una o dos camas en los hospitales de la ciudad.

En lo que se refiere al fomento del culto religioso para honra de sus santos patrones y la participación en las solemnidadesceremoonias obligadas por la Iglesia, siempre se distinguierony se caracterizaron por dos particularidades: una era que sus procesiones tenían que salir de la Iglesia de santo Domingo y no de la Catedral, (23) y la otra que debían portar 22 ángeles que flanqueaban la procesión. Esta costumbre se observaba desde 1582.

 

         Las cofradías gremiales más importantes  de la ciudad de México fueron: la de San Homobono de los satres y la del Santísimo Cristo que englobaba tres gremios (cirujanos, farmacéuticos y lobotomistas). Ambas cofradías estaban agregadas a la archicofradía de la Santísima Trinidad con sede en la iglesia del mismo nombre.

         La más rica fue la de Nuestra Señora de la Concepción del gremio de los plateros, con una capilla para su virgen en Catedral. Su sala de cabildos estuvo en la casa del real Ensaye. Siempre se distinguió por poner el ejemplo del lujo conque se debió honrar a los santos patrones. Hubo ocasiones en que otras cofradías se disculpaban ante el Cabildo Eclesiástico de sacar a su santo en procesión porque en sus arcas no había dinero suficiente para solventar los gastos de las fiestas. (24) En cambio el gremio de los plateros tenía a la Virgen de la Concepción hecha en plata con un peso de 243 marcos (1 marco= 230 gramos) y siempre la presentaba ricamente ataviada, y el día de su fiesta, el 8 de diciembre, lo conmemoraba con con una misa solemne en que todos los cofrades, y en especial los oficiales tenían que hacer derroche de lujo. (25)

            También sobresalían en el adorno de la calle en donde tenían sus talleres y tiendas, calle que llevaba el nombre de Plateros, por donde tenía que pasar  la procesión. Para estas ocasiones la arreglaban con altares, tapicerías y en sus aparadores se mostraban las alhajas en competencia entre ellos mismos. (26)

            Hemos dicho que los gremios y las cofradías estuvieron muy unidos desde el comienzo hasta su extinción.

         El 17  de junio de 1778, don Francisco Antonio de Gallareta, contador de propios yu arbitrios, denunció ante Bucareli una serie de irregularidades acerca de las cofradías en donde alegaba que muy pocas de ellas estaban fundadas según lo establecido por las Leyes de Indias. Esto dio lugar a una indagación sobre el número y  ubicación de las cofradías en todas las provincias de la Nueva España, pero la resistencia que opusieron los cofrades hizo que muchas de ellas, aunque en mal estado, siguieran funcionando. Din embargo, el empeño de las autoridades civiles para destruir las cofradías se siguió repitiendo, como en 1804, pero no fue sino hasta que se reunieron las Cortes de Cádiz en 1812, cuando se decretó la desaparición de las cofradías gremiales.

         Muchas de ellas se convirtieron en montepíos en cuya creación la Nueva España se adelantó a España. Desde 1770 don Pedro Romero de Terreros, un rico minero, había postulado la necesidad de la creación de un montepío ofreciendo  de su  capital la cantidad de $ 300.000.00. Pero  no fue sino hasta 1772 en que apoyado por todo el gremio de plateros (batihojas y tiradores de oro y plata), encargó al renombrado platero don Juan Antonio de Écija, la redacción de unas ordenanzas o estatutos y creó una corporación que denominó Montepío, para  el socorro de individuos necesitados y viudas, en veintiséis capítulos o artículos. El contador general  del Consejo de Indias, Tomás Ortiz de Landazuri informó favorablemente y el rey las aprobó en Madrid el 20 de julio de 1777. Con modificaciones en parte del proyecto original, finalmente fueron aprobadas por el virrey el 5 de junio de 1784. (27) También en España culminaba después de una larga lucha contra los gremios la transformación de estos en montepíos, durante el reinado de Carlos III.

         El cuerpo legislativo de los montepíos, en lo que se refiere a la asistencia social de viudas, proponía:

1.- El derecho a la pensión de los familiares cuando hubiera sido cubierto por el afiliado un año o más de descuentos. Con sus benefiaciarios.

2.- Las viudas, cuando no tomaran nuevo estado.

3.- Los hijos, cuando fueran del mismo matrimonio.

4.- La viuda debía mantener a los hijos de su propio matrimonio y a los hijos de su marido de otro matrimonio hasta la edad de 25 años.

5.- Las hijas gozarían de la pensión en caso de fallecer la madre hasta que cambiaran de estado.

6.- Cuando la viuda tomase estado o muriese, los hijos gozarían de la pensión.

7.- Cuando los beneficiarios vivieran fuera de los domicilios perderían la pensión.

 

         A pesar de todas estas creaciones de montepíos, la costumbre y las necesidades hicieron, que no obstante el cambio, muchas cofradías gremiales continuasen existiendo aunque ya hubiera perdido su carácter específico, lo que las hacía sumamente vulnerables. El 24 de octubre de 1809, aparece en el Diario de México el último intento por conservar las cofradías. Se proponía agrupar a todas en un solo organismo, pretendiendo que ante el número, el gobierno colonial fuera más respetuoso con los deseos de los trabajadores. Carrera Stampa nos explica en los siguientes términos:

         Interesante resulta señalar, por sus alcances futuros, la visión que tuvo el escritor que amparado bajo el pseudónimo de El Proyectista Pacífico (posiblemente Carlos María de  Bustamante), al señalar en un artículo intitulado: “Economía Política. Gremios de Artesanos”, fechado el martes 24 de octubre de 1809, la creación de una cofradía general que centralizara las existentes.

         Se formara una hermandad general de artesanos, en que se refundirán las particularidades que hay establecidas, arreglando  la dirección, las funciones del culto de sus santos patronos, para que se hafan como corresponden a sus verdaderos fines, y se eviten los des+ordenes, que suelen haber a la sombra de las cosas santas, y que se pierdan gastos imprudentes los mayordomos a los priostes. La hermandad general será de socorro, para casos de enfermedad, de casamiento, de habilitaciones y contratiempos. (28)

            Así en el siglo XIX, siglo de los grandes cambios en la historia del país, estas cofradías gremiales que influyeroin notablemente en la vida y en la sociedad artesanal de la Nueva España y que fueron muy útiles en la medida que aseguraban el bienestar social del trabajador, desaparecieron. Mucho tiempo después el trabajor encontraría un nuevo tipo de organización para protegerse y defender sus derechos por medio de una asociación distinta.

 

 

 

Cofradías de negros y mulatos

En la ciudad  de México, aparte de las cofradías de españoles, también existieron las cofradías de negros y mulatos. La más antigua estuvo fundada en la iglesia de la Veracruz con el nombre de San Nicolás Tolentino (1560) y posteriormente se estableció otra en la iglesia de Santa María la Redonda con el título de Coronación de Nuestro Señor y San Benito (1599), que más tarde se trasladó al convento  de San Francisco por auto del provisor Luis Sifuentes. Existía una tercera bajo el nombre de la Exaltación de la Cruz de los Negros (1628). (29)

            Estas cofradías reuníana atoda la población negra y mulata de la ciudad  de México y tuvieron cierta importancia a finales del siglo XVI y principios del XVII; pero según iba disminuyendo la población negra en la ciudad, así fueron decayendo hasta extinguirse.

         Sabemos que en ciudades donde había una fuerte población negra  como en Veracruz, existían también dos cofradías de negros y lo mismo en Valladolid; en el convento de San Francisco estaba erigida la cofradía de los Mulatos que agrupaban a los individuos de esta casta. En Pizándaro, la cofradía de la Soledad reunía a los individuos negros y mulatos; su acta  de erección asentaba que sus  fundadores habían sido esclavos negros de la hacienda de Cuyo. (30)

 

Las terceras órdenes

En algunos textosencontramos que a las órdenes terceras se les tomó por cofradías. En Nueva España existieron cuatro órdenes terceras: Santo Domingo, San Francisco, San Agustín, y Nuestra Señora de las Mercedes y Carmelitas descalzos; pero nunca se consideraron ellas mismas como cofradías. Loos hermanos de la Tercera Orden Franciscana lo hacían valer bajo este texto:

         La tercer orden, como su nombre lo indica y como lo declaró Benedicto XXIV por su bula “paterna Sedis” de 10 de diciembre de 1725, reuniendo en su unidad a los seglares esparcidos por la tierra, es una verdadera orden, distinta perfectamente a toda otra cofradía, porque poseé una regla aprobada  por la Santa Sede, tiene su noviciado, su profesión y su hábito de color y forma determinados todo como las demás órdenes religiosas militares. (31)

            Esto se confirma porque tuvieron su lugar  propio en las procesiones, porque toda vez que se les quiso imponer cualquier ordenamiento de las cofradías siempre lo rechazaron alegando sus derechos, y porque en el caso de las visitas obispales se negaron a caeptarlas por ser un “cuerpo aparte”. (32)

 

Las cofradías de indios

La concepción del santo patrón español en los pueblos indígenas fue ampliamente aceptada en las comunidades, en las que de acuerdo a sus características y necesidades, lo elegían y con los fondos de las cajas de comunidad, le costeaban una gran fiesta que unía estrechamente a todos los habitantes en esta ocasión.

         El clero fue el encargado de establecer las instituciones eclesiásticas en los pueblos indígenas, y  rápidamente se dieron cuenta que así como las tierras comunales aportaban con sus productos beneficios a la iglesia, también la cofradía era un medio de asegurarse un ingreso y una alternativa de organización comunal, para evitar rebeliones en una época en que las comunidades tradicionales sufrían grandes pérdidas de población y los españoles se empeñaban por adueñarse de sus tierra.

         En todas las parroquias de los pueblos indígenas se establecieron varias cofradías, generalmente compuestas por indígenas y algunas veces mixta s en el caso de que ya hubiera españoles establecidos en los pueblos. Su objeto principal, muy a pesar de los  curas y párrocos, no  fue la difusión del catolicismo sino la fiesta del santo patrón que fue y sigue siendo un medio de cohesión en las comunidades como lucha por la continuidad de sus tradiciones y costumbres.

         Las cofradías indígenas tuvieron pronto bienes que recibieron por herencia y que en general consistían en ganado menor y porciones de tierra, que se cultivaban en forma comunal para  beneficio de la parroquia.

         En lo que sae refiere al ganado, éste era pastoreado la mayoría de las veces en los terrenos de la comunidad, que en estos casos recibieron el nombre de “tierra de santos”, lo que ocasionaba una estrecha vinculación entre los bienes de las cofradías y los bienes de comunidad, tanto que en algunas ocasiones llegaban a confundirse, como en el caso de San Luís Potosí en que un censo hecho en 1704 sobre los bienes de las comunidades indígenas, los mayordomos encargados de la administración informaron sobre los bienes de las cofradías. (33)

         También hay que señalar que hubo confradías indígenas muy ricas en ganado y productos agrícolas, con lo que beneficiaban la iglesia o parroquia que les correspondía; en el obispado de Oaxaca observamos que una cofradía muy difundida y que además contaba con ricos bienes era la cofradía de Nuestra Señora del Rosario (34) o en Michoacán, donde las cofradías más importantes y  ricas eran la del Santísimo Sacramento, Ánimas Benditas y Nuestra Señora del Rosario. (35) Tambien en esta provincia, en algunos pueblos  como Uruapan, los cofrades de Nuestra Señora de la Concepción colaboraban  con trabajo personal en los hospitales que fueron creados por Vasco de Quiroga como una institución para indígenas y que se arraigaron fuertemente  en la región.

         En el arzobispado de México, las cofradías indígenas se propagaron rápidamente, y las principales fueron las más cercanas a la capital, como la de Santiago en la parcialidad de Santiago Tlatelolco, o la cofradía de la Veracruz en Xochimilco, o la del Santo Cristo de Burgos en Culhuacan en el siglo XVI; pero  durante el el XVII se extendieron rápidamente por todo el territorio. Las cofradías de españoles e indios llamadas mixtas fuera de la ciudad de México fueron las del Santísimo Sacramento y las de las Ánimas Benditas. Esto se debe a que según el criterio de los eclesiásticos de la época las dos cofradías más importantes que debía haber en  cada iglesia eran las del Santísimo Sacramento y la de las Ánimas Benditas. (36) Otras cofradías muy importantes entre  los indígenas fue la de Jesús Nazareno, y la del Santo Cristo del Entierro.

         En cuanto a suponer que una de las cofradías indígenas más importantes debió ser la de Nuestra Señora de Guadalupe encontramos que en efecto a fines del siglo XVIII existen algunas pero no son tan importantes como las que hemos mencionado, esto debido a que este culto es ya tardío a partir de la segunda mitad del siglo XVVII. Esta cofradía se fundó en 1675 en su colegiata. (37)

            Durante los años 1790-1794, se llevó a cabo un censo pedido por el virrey Revillagigedo a los obispos, para que informaran sobre el estado de las cofradías. Los obispos enviaron un visitador para que respondiera sobre el número de cofradías existentes en la Nueva España.

         Este vsitador encontró que sólo en el arzobispado de México incluyendo la ciudad  de México, existían 951 cofradías, congregaciones y hermandades y consideró que únicamente debían quedar 429, debido al desorden con que se encontraban erigidas.

         Consideró que las cofradías que debían subsistir todas aquellas de contribución,es decir aquellas en que  mesualmente los miembros colaboraron con 2 reales para segurar  su entierroy donde el párroco podía cobrar sus derechos que es lo único con que contaba para la subsistencia de su parroquia. (38)

            Para hacer la reducción de las cofradías, el visitador adoptó los criterios siguientes:

a.- Extinguir una cofradía cuando tenía algún bien fueran tierras, ganados, granos etc., en poca cantidad, con pocos cofrades o que no asitían al cuidado  de estos bienes; en este caso se les pasaban al mayordomo encargado de la administración de los bienes de comunidad para que los administrara siempre y cuando se asistiera con el producto de la fiesta del santo patrón. En todos los pueblos visitados se cambiaban varias cofradías por mayordomías como en el caso  de Popotla en que se tenían magueyales de las cofradías de Santa  Magdalena, Santiago, San Diego, San  Francisco, San Antonio, Santa Ana, Nuestra Señora de los Dolores; en el caso  de Huixquilucan, en donde también se extinguió la cofradía de la  Doctrina Cristiana quedando como mayordomía porque tenía reses vacunas; en San Pedro Ahuecatlán el visitador quiso integrar la cofradía de San Pedro a la del Santo Entierro, pero losa indígenas opusieron tal resistencia por ser San PPedro su santo patrón que la  convirtió también en mayordomía; en San Bartolo Naucalpan las cofradías de San Andrés, San Rafael, Santiago, San Mateo, Santa Cruz, San Nicolás, San Luis Obispo, Santa María Nativitas, señor del Tránsito y San Bartolomé, se convirtieron en mayordomías. (39)

b.- Cuando las cofradías tenían suficiente número de cofrades que colaboraban con limosnas en efectivo y no tenían bienes se agregaban a la cofradía del Santísimo Sacramento o a las de las Ánimas Benditas, como en Tenancingo en que se extinnguieron las cofradías de Jesús Nazareno, San  Nicolás Tolentino, Santo Cristo, Cordón de San Francisco y  todas pasaron a pertenecer a la del Santísimo Sacramennto.

c.- Finalmente las hermandades que no tenían bienes ni permiso  de fundación se convirtieron en devociones, y se apercibió a los hermanos que si querían tener una cofradía debían pedir los permisos necesarios. (40)

            Como era casi general que en las comunidades existiera una iglesia o parroquia, en cada una de éstas sihuieron existiendo aparte de la cofradía del santísimo  Sacramento y  de las Ánimas Benditas, dos o tres cofradías más, ycomo notamos anteriormente, se redujo casi a la mitad el número de cofradías indígenas.

         En algunos casos, los cofrades colaboraron en sus parroquias con una parte de lo que vendían en los tienguis, como en el caso de la cofradía del Santísimo Sacramento en Ixmiquilpan que anualmente recibía la cantidad de $ 450.00 pesos. Y en San Pedrfo Tlaxquapa la parroquia recibía a través de la cofradía de las änimas Benditas anualmente  la suma de $ 200.00 pesos.

         Las cofradías indígenas raramente  se beneficiaron de dotaciones considerables, ya fuera en efectivo o en bienes, en los expedientes mencionados; la única dotación que encontramos fue la que hizo Manuel de Borda a la cofradía de Nuestra  Señora de Guadalupe en Cuernavaca por $16,939.4 en alhajas y otras cosas, además dotó con $300.oo anuales un capellán para  dicha devoción. (41)

            Otra de las principales preocupaciones de las cofradías fue la educación. En varios textos encontramos expresada la necesidad  de la educación para los indígenas en donde se ofrecía costear los gastos del maestro de las utilidades de las cofradías. (42) En Cacalotenango, en la cofradía de Nuestra Señora del Rosario los productos de unas tierras se destinaron para mantener al maestro de la escuela.

         La importancia de estas cofradías es que los indígenas las tomaron y las incorporaron en sus vida y sus ritos que, aunque  un tanto paganos como el caso de la música popular en los entierros, o las borracheras durante las fiestas, fueron un punto de cohesión para la comunidad.

LAS COFRADÍAS ECLESIÁSTICAS DE LA CIUDAD DE MÉXICO

 

Las cofradías de la ciudad  de México recibieron el nombre de eclesiásticas únicamente porque sus estutos debían ser aprobados por la autoridad eclesiástica, y  también para distinguirse de otras categorías de hermandades que deberían también obtener la aceptación eclesiástica pero que muchas veces dejaban pasar por alto esta autorización, tal fue el caso de las mayordomías o devociones. Estas cofradías eclesiástivas fueron muy difundidas durante el periodo colonial y se les llamaba así para  diferenciarlas de los gremios; pero en general, a las cofradías eclesiásticas y gremialesd se les llamó simplemente cofradías.

 

Características

Las cofradías de españoles en la ciudad  de México eligieron siempre a un personaje  celestial: virgen, santo, ángel o mártir por patrón, quien las protegería, cuidaría y ayudaría en sus penalidades durante en la vida y en la muerte; a cambio los cofrades aumentaron su culto día a día y de la mejor manera posible. La elección del santo patrón era de acuerdo a las necesidades de los socios, que fueran de una misma región de España que querían mantener su identidad uniéndose bajo la advocación de un santo venerado en su  región natal (o de la que eran descendientes); o con el fin de venerar al santo patrón del barrio donde vivían y que coincidía con el santo abogado de su parroquia, o  también porquedecidían hacer una obra de caridad en conjunto y a nombre de algún santo.

         Eran muy importantes las decisiones tomadas en las juntas debido  a que frecuentemente se trataban asuntos de herencias, de préstamos, etc., donde la presencia de un ministro real aseguraba y respaldaba las decisiones tomadas por los participantes. La reglamentación se encuentra en la ley 25 t.4, Libro I de la Recopilación de Indias y a través de la época colonial hasta 1791 se hizo hincapi´´e en el requisito de la presencia de este ministro con especial encargo a los obispoos, cabildos y virreyes.

         Para el momento en que se empezó a legislar en la Nueva España, las cofradías ya estaban prácticamente consolidadadas y reconocidas por los curas parroquiales. La autoridad eclesiástica no  era tan rígida en este aspecto pues consideraba de una gran ayuda para las parroquias a las cofradías que cooperaban con limosnas y gastos, además de que en la mayoría de los casos no se tenía cerca a un obispo a quien pedir autorizaciones. En la ciudad de México, a finales del siglo XVIII encontramos  cofradías con dos siglos de antigüedad sin cumplir con estos requisitos. En cuanto a la presencia de un ministro real en las juntas tampoco se llevaba  a  cabo. En una visita hecha a las parroquias en 1781  con el fin de conocer el estado de las cofradías del obispo Alonso, responsable de la visita reconoció que  no había  cofradía en todo  el arzobispado de México que estuviera  fundada con arreglo a la ley. El mismo, el 27 de mayo de 1780 había pedido al Real Consejo de Indias que considerase la dificuktad de llevar  a cabo esta  ley, y pidió al rey en nombre de las cofradías que las aprobara, y  que  las que  se funndasen posteriormente ya  observaran puntualmente la ley. Sin embargo esta carta  nunca  tuvo  respuesta. (43)

Lugar en que debían erigirse las cofradías

Las cofradías debían establecerse en una iglesia, oratorio público o semipúblico. “Y principalmente aquellas que son de retribución conviene que estén en las parroquias poruqe como los curas son interesados en su  conservación y aumento por su parroquia, cuidarían mejor que otros de su subsistencia” (44) y buen estado, especialmente los de México, porque regularmente permanecían mucho tiempo en sus curatos y por esta razón estarían más seguros sus fondos. En la ciudad de México las cofradías estuvieron establecidas en las iglesias y conventos.

         Poor otra parte, los  cofrades procuraban contar con lugares confortables y adecuados. La mayoría de las veces tuvieron una capilla, o un lugar anexo a la iglesia para su  sala de cabildos y donde guardaban sus estandartes, su arca de tres llaves y los libros de cuenta de la cofradía, así como los ormanentos sagrados. Regularmente la sala tenía tenía dos o tres llaves, una en poder del cura, otra  en manos del mayordomo tesorero y la tercera la  guardaba el  rector. Esto  causaba grandes problemas puesto  que los cofrades querían guardarse para  sí el derecho de tener acceso libremente a su sala de juntas y nunca quisieron reconocer la autoridad del cura, quien también exigía la autoridad dentro de la iglesia. (45)

            La mayoría de las veces tuvieron una capilla en la iglesia en donde tenían su sede, capilla presidida por su santo patrón y cuyo arreglo estaba de acuerdo a las posibilidades económicas de la  cofradía, procurando en lo posible de dotarla de los lementos necesarios para el mayor lucimiento de sus oficios. Si por alguna razón la cofradía perdía fondos, aunque no pudiera  seguir sosteniendo  económicamente la capiilla, no la abandonaba sino que  la conservaba de acuerdo a sus  posibilidades.

         En la ciudad de México hubo  capillas que llamaron la atención por su decoración y por  su lujo. Ejemplo de ello fue la capilla de Nuestra Señora del Rosario en la iglesia de Santo Domingo, las capillas de Santa Veracruz, las capillas de las iglesias de San Francisco y la de la iglesia de la Santísima Trinidad, en donde las cofradías fueron verdaderas promootoras de obras de arte.(46)

Estatutos de la cofradía

La redacción de los estatutos o constituciones era propia de cada cofradía. Sin embargo, como ya  dijimos, al obispo se le concedíala facultad de examinar, aprobar y corregir los estatutos, reglamentos etc., a no ser que estuvieran confirmados por el papa. Por consiguiente, el obispo podía añadir o quitar lo que considerara oportuno; pero no podía negar su aprobación a los estatutos que estuvieran conformes con el derecho común, ni a los que contenían privilegios legítimamente adquiridos por la cofradía.

         Una vez aprobados los estatutos, constituían el derecho especial por el que se regía la asociación, y a ellos debían acudir aún los mismos tribunales para redimir las dudas y contienndas que pudieran suscitarse.

         Las cofradías que tenían autorizados sus estatutos por el pala, podían modificarlos según su acuerdo, como en el caso de la archicofradía del Santísimo Sacramento  de la Catedral.

         Aunque cada cofradía tenía sus  constituciones propias, había muchos puntos de común entre ellos. Los que coincidían en la mayoría de ellas fueron los siguientes:

De los socios en general

Se consideraban socios de la cofradía los que la fundaban ydaba sus cuotas establecidas. Estas cuotas, en general consistían en un pago al ingresar  que variaba de 2 reales a $2.oo pesos, y ½ real por semana. A cambio del pago de entrada se le entregaba al cofrade la patente, en donde quedaban asentados sus derechos.  La patente se daba gratis algunas veces a cambio de algún servivio si el socio no tenía dinero, como en el caso de los campaneros. Era  común que a los músicos que participaban en las festividades se les diera patente  a cambio de sus servicios. La patente  se puede considerar como la carta de identidad del cofrade, que en caso de enfermedad se tenía que mostrar en el hospital; en caso de fallecimiento, después del entierro los familiares tenían que devolverla a la cofradía, una vez cumplida la obligación que tenía la cofradía de enterrar al difunto.

Distinntivo del cofrade

Otra de las obligaciones establecidas en los estatutos era la de entregar  el distintivo de la cofradía, en el ingreso: el escapulario en la cofradía de Nuestra Señora del Carmen, el rosario en la cofradía de San Francisco, que se tenía que conservar y usar  en ocasiones solemnes como símbolo de devoción. Por esto el socio debía cumplir todas sus obligaciones de buen cofrade, honrando así a la insignia de su hermandad.

Nombramientos

Cuando un socio recibía un nombramiento dentro de la institución, debía recibirlo y aceptarlo como un compromiso moral y desempeñarlo de la mejor forma posible. Esto no siempre oocurría de buen grado, pues si eran nombramientos menores, muchas personas se negaban a aceptarlos, por lo que la cofradía imponía multas hasta de $10.00 pesos y amenazaba con no acompañar a los rebeldes a la hora de su muerte y de su entierro.

Responsabilidad de los miembros

Todo cofrade debía acudir de inmediato al ser llamado para auxiliar a alguna persona en el día o en la noche.

         Todo cofrade debía a compañar a la última morada a su hermano.

         Todo cofrade, aparte de las cuotas obligatorias debía heredar  en lo posible a la cofradía.

         Los estatutos establecían la periodicidad de las reuniones y si se llevaba a cabo junta extraordinaria se tenía que consultar al obispo y avisar a los cofrades personalmente en sus domicilios para evitar  su ausencia. Normalmente  se celebraba una reunión por  mes a una hora en que no se efectuara misa en la parroquia. Si se convocaban a reunión para  decidir acuerdos importantes y si la mayoría de los cofrades faltaba, la junta se suspendía hasta que hubiera mayoría; en igualdad  de votos se le concedía doble voto al rector. Y no debían faltar a las misas semanales en honor de su santo patrón. Una vez por año debían colaborar y asisitir a la destividad de su patrono para mejor lucimiento de la cofradía.

         Los cofrades siempre trataron de observarlos lo mejor posible, pues incurrir en cualquier faltaequivalía a la expulsión de la cofradía.

         Hubo un punto en que la cofradía fue inflexible y  fue  la calidad  de sus socios, o el número de ellos. La mayoría de las cofradía eran de hombres y mujeres, siempre y cuando tuvieran más de 17 años de edad, y  se admiitíann también a personas aunque tuviran más de 60 años. La cofradía que llegó a tener el mayor número de socios, fue la de Nuestra Señora del Rosario con sede en Santo Domingo. Para el año de 1722 registró  en su libro de cofrades el número de 538, en este mismo año murieron 18. (47)

            Algunas cofradías se mantuvieron iflexibles respecto al número de socios y no aceptaron más de 33 que era el número de años que tenía Jesucristo cuando murió; en este caso destacan las cofradías agregadas a la archicofradía de la Santísima  Trinidad, la del Santísimo Sacramento, la congregación de San Pedro en sus inicios; en la parroquia  de San Miguel las cofradías de Santa Catalina Mártir, Ánimas Benditas del Purgatorio y Acompañamiento del Santísimo Sacramento restringieron su número de socios a 33; también durante más de un siglo el número de colegiales sostenidas en el Colegio de la Caridad por la cofradía del Santísimo  Sacramento y Caridad fue de 33. Los dirigentes consideraron que en esta  forma podían administralas mejor y  exigir una determinada calidad social. Fueron, además, muy estrictas en la selección, a fin de obtener homogeneidad en la clase social o los intereses para evitar fricciones internas. (48)

            Las personas que querían ingresar a la cofradía  hacían su solicitud y  su admisión se decidía en las reuniones mensuales.

         Ocurrió muchas veces que los socios fueran cofrades de dos, tres, cuatro o más cofradías al mismo tiempo, siempre y cuando estuvieran al corriente del pago de sus cuotas. Esto funcionaba como un seguro de muerte, ya que podían escoger cual cofradía los enterraría y las demás pagar  en efectivo a sus deudos una cantidad que variaba entre  $20.00 y $25.00 por cofradía.

         Muchas cofradías urbannas rechazaron también de forma explícita  a miembros que no fueran españoles marcando un exclusivismo socio-étnico. De la misma manera, muchas cofradías rurales, la mayoría  de indígenas, trataron de excluir españoles como los indios del partido de San Bartolomé en Tacuba, quienes llevarona a juicio al párroco en 1775 por haber nombrado a un español como mayordomo de su cofradía, alegando que iba en contra de sus reglas. (49) Una patente de la cofradía de Purísima Concepción de Nuestra Señora en Cuauhtitlán, “acuerda que en este entierro sea exclusivamente con indios, y sin españoles, negos, mestizos, mulatos, ni chinos”. (50)

 

Funcionarios

Dentro de la cofradía  existía un variado número de funcionarios, de acuerdo con las necesidades. Algunas sólo tenían uno o dos; otras hasta 50, como fue el caso de la archicofradía de la Virgen del Rosario que en el siglo XVIII llegó a tener tesoreros foráneos en un número de 20. (51)

            Los funcionarios fueron, en general los siguientes:

         Rector (hermano mayor, prioste, masyordomo mayor). Era el que dirigía la cofradía, y velaba porque se cumplieran fielmente sus estutos y finalidades. Nodebía faltar a las reuniones, ni funciones, salvo estar impedido. El rector era también el principal representante de la cofradía.

         El secretario (muchas veces también el escribano) era el encargado de asentar  en el libro de cabildos de la cofradía los acuerdos a que se llegaba en las juntas, que se hacían en nombre de la cofradía. También tenía que hacer las citas a los oficios y  reuniones y tener al día el registro de los cofrades con toda la información de su filiación.

         Los mayordomos (muchas veces los tesoreros, claveros, etc.) cumplían diversas funciones: era, en la mayoría de los casos, los administradores de los bienes de la cofradía, los tesoreros tenían una llave del arca de caudales. Se encargaban de los cobros de las rentas de la cofradía, de recoger la limosna, de administrar las patentes, etc. Durante  las procesiones eran quienes cargaban al santo patrón.

         Por egla general, había dos mayoordomos por cofradía  cada uno de los cuales, a  su  vez, podía nombrar a un ayudante que recibía el  nombre de diputado. Debido a lo  complicado de la administración y a  que se tenían que dedicar prácticamente  a tiempo completo, tenían un sueldo fijo: la mayoría de las veces de $300.00 pesos anuales. En otras ocasiones cobraban además por sus servicios el 5% anual sobre la cantidad recaudada por las remtas de la cofradía.

         Hay que hacer notar que el puesto más codiciado por los socios fue siempre el de mayordomo, qu no sólo daba prestigiosocial, sino que permitía manejar fondos en efectivo, muchas veces utilizados deshonestamente lo que ocasionó que muchas cofradías pidieran fianzas a los futuros mayordomos para resguardar sus caudales. En el Archivo General de la Nación encontramos varios casos de malversación de fondos que ocasiuonaron juicios en donde no siempre se pudo recuperar el dinero. Dos ccasos muestran el interés que se ponía en obtener estos puestos:

*En 1777 el rector de la cofradía del Augusto Sacramento del Altar en Santa María La Redonda con sede en la iglesia de Santa María La Redonda, don Juan Francisco Segura acusó a don José Maldonado mayordomo tesorero de la misma cofradía de que no era apto para el empleo, porque cuando  desempeñño el cargo de tesorero de la cofradía de la Santa Cruz, en la iglesia de la Vera Cruz hizo un desfalco de más de $8,000.00. Francisco Segura piide al cabilldo eclesiástico que investigue la conducta de José Maldonado porque en la cofradía de El Augusto Sacramento  del Altar se puso un suledo anual de $500.00 pesos lo que le representaba un gasto muy fuerte para la cofradía. El cabildo eclesiástico pide los libros de cuenta de la cofradía para comprobar  la administración de Maldonado y  se da cuenta que faltan tres libros, además de que los recibos de patentes y limosnas se hallan en un completo desorden; lo devuelven a la cofradía  para que se pongan en orden y se presenten los libros faltantes. Cuanndo se entregan finalmente al cabildo, siguen todos desordenados y nombran a una persona para que se encargue de ordenarlos. En todo este papeleo, pasa casi el año de la administración de Maldonado, y los socios de la cofradía piden al cabildo que devuelva sus documentos para efectuar sus nuevas elecciones en las cuales Maldonado  es destituido. (52)

            El otro caso es una petición en 1811 de Francisco Elías vecino de Tepotzotlán que acudió al fiscal de lo civil para acusar a la  cofradíadel Santísimo Sacramento que desde hacía aproximadamente tres años no llevaba a efecto las elecciones. El se propuso para el cargo de mayordomo ofreciendo  aumentar el culto divino. El rector de la cofradía, vicerrector del Colegio de Tepotzotlán, tenía 14 años de estar en funciones, pero Elías Sánchez se aprovechó de que estaba muy enfermo para poder proponerse él. Sin embargo el fiscal de lo civil se negó porque comprobó que Sánchez no era vecino de Tepotzotlán y que además había alterado su patente de socio ya que aparecía la firma de un funcionario de la cofradía que había muerto seis meses antes de la expedición de ésta. (53)

Para evitar estos desfalcos a las cofradías, (54) los mayordomos, después de cada año de su administración y antes de las elecciones debían presentar sus libros de cuentas al cabildo eclesiástico, juzgado de capellanías y pbras pías para que se aprobaran. En México esto se observó por todas las cofradías que tenían grandes capitales, como la archicofradía del Rosario y la del Santísimo Sacramento de Catedral, como una forma de asegurar  sus  bienes.

         Las elecciones se llevaban  a cabo cada año regularmente al día siguiente de las fiestas del santo patrón, o bien en la semana siguiente. Se tomaba posesión de los puestos en misa solemne, la mayoría de las veces en domingo, y  en ella los elegidos juraban cumplir fielmente con las constituciones. Como era una elección democrática muchas veces se confirmaba únicamente en sus puestos a la mesa del año anterior.

 

 

NOTAS

*.- BAZARTE MARTÍNEZ, ALICIA, Las cofradías de españoles en la Ciudad de México (1526-1869), México, UNAM, Unidad Azcapotzalco, Division Ciencias Sociales y Humanidades, 1989.

1. - Etienne Martin Saint Leon, Histoire des corporations de métiers, París, Librairie Felix Alcan, 1922, p. 8.

2.- Emile Chenon, El papel social de la Iglesia, México, Editorial Jus, 1946, p. 449.

*.-Guildas. Similares a los gremios, surgen también en esta época las guildas, asociaciones a las que podemos considerar como la antesala de las mutuas o de las compañías de seguros. Al igual que los gremios, las guildas estaban formadas por artesanos, mercaderes o comerciantes de una misma actividad

3.- Loc. Cit.

4.- Dictionnaire de spiritualité ascetique et mystique, París, Beauchesne, 1953, vol. I, p. 1470.

5. - Emile Chenon, op. cit., p. 465.

6.- Ibid., pp. 489-490.

7.- Diccionario de Derecho Canónico, arreglado a la jurisprudencia eclesiástica española antigua y moderna, París, Librería de Rosa y Bouret, 1854, p. 264.

8.- Loc, cit.

9.- Loc. Cit.

*.-  http://antiguascofradias.blogspot.com/2012/05/cronologia-de-algunas-de-las-cofradias.html

10.- A. Romeu de Armas, Historia de la previsión social en España, Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado, 1942, p. 34.

11.- Olinda Celestino y Alberto Reyes, Las cofradías en el Perú; registro  central, Frankfurt, Verlag Klaus Dieter Vervuert, 1981, p. 57-

12.- José María Marroquí, La ciudad de México, Tipografía y  Litografía La Europea de J. Aguilar Vera, México, 1900-1903, t. I, pp. 312-313.

13.- Diccionario de Derecho Canónico, op. cit., p. 264.

14.- También el el siglo XV en España “las cofradías confirman su nombre de hermandades eclesiásticas y así se difeenciaban de las cofradías gremiales que gozaban de poca simpatía de la Corona”. Pedro López González, Las cofradías de Nayarit, México, Imprenta Venecia, 1980, p. 14.

15.- Asunción Lavrín, “La Congregación de San Pedro: una cofradía urbana del México Colonial 1604-1730”, en Historia Mexicana, no. 116, México, El Colegio  de México, 1980, p. 579.

16.- Mariano Cuevas, Historia de la Iglesia en México, Tlalpan, Imprenta del Asilo de Patricio Sanz, 1924, t. I, pp. 111-112.

17.- Pablo Lorenzo Lagartua, Historia de la beneficencia española en México, México, Editorial España en América, 1955, p. 28

18.- Gaceta de México, vol. 1, 1729, pp. 172-173.

19.- Asunción Lavrin, op. cit., p. 568

20.- M. Carrera Stampa, Los gremios mexicanos, México, Edit. Ediapsa, 1954, p. 5.

21.- Francisaco del Barrio Lorenzot, Ordenanzas para gremios de la Nueva España, compiladas por Genaro Estrada, México, Dirección de Talleres Graficos, 1920, p. 28.

22.- M.Carrera Stampa, op. cit., p. 11.

23.- Gaceta de México, vol. 1, 1728, p. 141.

24.- Francisco Santiago Cruz, Las artesy los gremios en la Nueva España, México, Editorial Jus, 1960, pp. 58-59.

25.- Gaceta de México, vol. 1,, año 1728, p. 141.

26.- Ibid., p. 136.

27.- M. Carrera Stampa, op. cit., p. 125.

28.- Ibid., p. 124.

29.- Agustín Vetancourt, Chronica de la Provincia del santo Evangelio de los sucesos religiosos, copia facsímil de la Imprenta de Doña Ma. Venavides, Vda. de Juan R., México, 1967, cap. IV, p. 36.

30.- Ma. Teresa Sepúlveda y H., Los cargos políticos y religiosos en la región del Lago  de Pátzcuaro, México, INAH-SEP, 1974, p. 63.

31.- Juan B. Iguiñiz, Breve historia de la Tercera Orden hasta  nuestros días, México, Editorial Patria, 1951, p. 11.

32.- AGN, Ramo Cofradías y Arrchicofradías, vol. 18, p.218.

33.- AGN, Ramo Indios, vol. 97, p. 291.

34.- AGN, Ramo Cofradías y  Archicofradías, vol. 18, exp. 3, pp. 111- 139.

35.- Ma. Teresa Sepúlveda, op. cit., pp. 62-63.

36.- AGN, Ramo Patronato  Eclesiástico, caja 5, 1790-1794.

37.- No confundirlacon la de españoles fundada en Catedral en 1570, esta cofradía  era la de la Virgen de Guadalupe en Extremadura, y se había fundado con el fin de recolectar limosnas que se enviarían a España. Se  envió por medio de su mayordomo en 1571, la cantidad de $ 2000.00, AHCM, Actas de Cabildo, 2517.

38.- “He vivido siempre firmemente persuadido que las cofradías o hermandades en que  los hermanos y  cofrades contribuyen mensualmente en 2 reales, por asegurar para cuando fallecen los derechos de su entierro, su mortaja y el sufragio que se les hace, son utilísimas no sólo la público sino también a las parroquias: porque los miserables tienen en el socorro en la mayor necesidad y aflicción y el párroco logra sus derechos que es lo único que cuenta para  la subsistencia de su parroquia, que  faltándole estos  derechos no podría  susbsistir vomo no tiene otro dote, que los moderados obtenciones reguladas por el arancel, las que principalmente consisten en los entierros; porque las otras son tan cortas que no puede contarse con ellas, si no es como de un ligero auxilio para quien padece mucha necesidad”. AGN, Ramo Patronato Eclesiástico, sec. Cofradías y archicofradías, caja 5, 1790-1794.

39.- Loc. Cit.

40.- Loc. Cit.

41.- Loc. Cit.

42.- AGN, Ramo Cofradías y Archiicofradías, vol 10,exp. 4, fs. 94-101.

43.- AGN, Ramo Cofradías y Archicofradías, vol. 18, fs. 257-260 v.

44.- Ibid, f. 171.

45.- Muchos ejemplos  tenemos de los conflictos entre  los curas y las cofradías defendiendo  su importancia y su  autonomía, el más relevante es el que se encuentra en AGN, Ramo Cofradías y Arrchicofradías, vol. 19, exp. 1, 2, y 3, fs. 1-83 v.

46.- Existe un mmagnífico trabajo sobre este aspecto: Cristina Montoya, La iglesia de la Santísima Trinidad, México, UNAM, 1985.

47.- AGN, Ramo Patronato Eclesiástico, sec. Cofradias y Archicofradías, caja 1, libro de registro de cofrades del año 1722.

48.- Un ejemplo lo tenemos en la congregación de San Pedro, ques siempre se consideró que estaba integrada “por personas de muchas prendas, letras, mérito y calidad y que no  debían de mezclarse con personas de menor cuantía”. Una solicitud se rechazó en 1678 por la cofradía  debido al oficio de la aspirante que era partera. Asunciión Lavrin, op. cit., p. 573.

En este caso se encontraba la cofradía de San Cosme y San Damián compuesta por cirujanos, farmacéuticos y flebotomianos, que en un número de 33, tenían como agregados a seis chinos barberos del portal de Mercaderes, quienes para que los dejaran ejercer su empleo tenían que pagra a la cofradía ½ real semanal, pero no tenían derecho a ninguna ventaja de a cofradía.

49.- AGN, Ramo, Bienes Nacionales, leg. 230, exp. 5.

50.- Charles Gibson, Los aztecas bajo el  dominio español (1519-1810), México, Siglo XXI, 1980, p. 131.

51.- AGN, Ramo Patronato Eclesiástico, sec. Cofradías y Archicofradías, caja 19, libro de 1826.

52.- AGN, Ramo Patronato Eclesiástico, sec. Cofradías y  Archicofradías, caja 26, exp. De 1777.

53.- AGN, Ramo Cofradías y Archicofradías, vol. 15, fs. 126-129 v.

54.- Tenemos muchos casos de desfalcos por parte de los mayordomos entre ellos: AGN, Ramo Cofradías y Archicofradías, vol. 2, epx. 1, fs. 1-29, vol. 5, exp. 4, fs. 171-322.

 

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