viernes, 5 de abril de 2024

 

LA MUY NOBLE Y LEAL

CIUDAD DE MÉXICO

 

El Cabildo de la ciudad deMéxico,

1524-1821

 

Parecería que los habitantes de la ciudad de México que nacieron después de 1928 carecen de una conciencia cívica municipal, lo que se explicaría, entre otras razones porque ese año se suprimió el Ayuntamiento de México para constituir el Departamento del Distrito Federal como el organismo dependiente del Ejecutivo destinado al gobierno y administración de la ciudad. Con esta determinación desapareció la participación ciudadana en el gobierno de la capital de México. Sin embargo, más de cuatro siglos de experiencia de los citadinos en regir los destinos de nuestra urbe no podían quedarse en el olvido. A seis décadas de la supresión del Ayuntamiento surgió la Asamblea de Representantes de la Ciudad de México como una instancia que pretende rescatar, mediante la participación democrática y el sufragio, los privilegios que desde tiempos remotos tuvieron los ciudadanos respecto del gobierno de su espacio vital.

         En este esfuerzo –que realizamos quienes habitamos, gozamos y padecemos la ciudad- por recuperar la participación en su gobierno, conviene remitirnos al pasado para dilucidar el origen y el funcionamiento de la institución que durante cuatrocientos años siguió su dinámica política, económica y social: el Ayuntamiento de México.

 

Antecedentes americanos

Las incursiones de Cristóbal Colón allende el océano Atlántico motivaron la emigración de múltiples españoles deseosos no sólo de explorar las tierras americanas, sino también de poblarlas y de hacer en ellas fortuna. Para ello, los monarcas españoles autorizaron, mediante capitulaciones, a los capitanes que presidieron las exploraciones y conquistas para que, elegidos los lugares más propicios, fundaran ciudades a la manera española. La institución que se utilizó para el gobierno de estas entidades fue el ayuntamiento o cabildo, conformado a la manera de los que funcionaban en los reinos de Castilla.


https://www.cultura.cdmx.gob.mx/comunicacion/nota/el-imaginario-de-la-ciudad-desde-el-cabildo

En su primer viaje, Colón, deseoso de poder regresar al territorio explorado una vez dado cuenta de su hallazgo a los reyes católicos, realizó la primera fundación en tierras americanas: el Fuerte de Navidad; sin embargo, ésta no duró mucho ni tuvo jamás el carácter de una villa. En efecto, al pisar tierras americanas en su segundo viaje, Colón encontró destruido dicho fuerte y muerto a sus habitantes. Por solicitud real en esta travesía, el 27 de noviembre de 1493 fundó la primera ciudad en tierras americanas, a la que denominó La Isabela; esto aconteció en la isla que nombró La Española. Se desconocen los documentos de esta fundación, pero, dado el carácter legalista español, debió procederse como era costumbre en Castilla y en la misma forma de la que nos dejaron noticia los cronistas de posteriores fundaciones de ciudades. En el nombre de Dios y del rey se elegía el sitio y se declaraba la fundación; un escribano levantaba un acta del suceso; el capitán de la expedición designaba, también a nombre del rey, a los primeros alcaldes y regidores. Asimismo, se ejecutaba la traza de la población, conforme al modelo renacentista, en retícula; se procedía a distribuir los solares entre los pobladores. Se asignaban los que quedaban alrededor de la plaza para el gobierno civil y para la Iglesia. Parece ser que, en el caso de La Isabela, como lo hicieron después también muchos conquistadores, Colón se reservó en un principio el gobierno para  sí. En 1496 fue fundada en la misma isla la ciudad de Santiago de los Caballeros. El almirante Col´+on procedió asimismo a la constitución de la ciudad de Concepción de la Vega.

         En el periodo de 1502 a 1509 se multiplicaron las villas y ciudades a instancias de Nicolás de Ovando. A él se deben las villas de Compostela de Azúa, San juan de Managua, Salvaleón de Higuey, el Cotiul y Santa Cruz del Seibo. Así también, el traslado de la Nueva Isabela a in sitio más propicio, asignándole en nombre de santo Domingo.

         Entre 1513 y 1519 el gobernador Diego Velázquez llevó a cabo la fundación de Nuestra Señora de la Asunción Baracoa; en 1513, la villa de Ballamo; en 1514, las villas del Espíritu santo, Trinidad y Santiago y Camagüey, hoy Puerto Principe. En 1515 fundó San Cristóbal de la Habana, trasladada en 1519 al sitio que hoy ocupa.

         Las islas de La Española y Cuba fueron los espacios donde los españoles que habrían de poblar el territorio mexicano se experimentaron en la fundación y manejo de los concejos o ayuntamientos para el gobierno y administración de las ciudades. Hicieron de ellos entidades que representaban los derechos de los pobladores ante el rey. Estos primeros ayuntamientos americanos habrían de experimentar mayor libertad de decisión que sus contrapartes en la metrópoli ya que, después de la rebelión de los comuneros, el rey Carlos I habría de insistir en limitar a los ayuntamientos de aquellas tierras a la administración de las ciudades.

         A las primeras ciudades que se crearon por iniciativa de Cortés en el territorio mexicano, les siguieron infinidad de fundaciones de los españoles, que incursionaron en los territorios dominados por los incas. (1)

            ¿Por qué este interés de multiplicar las fundaciones de villas y ciudades?

         1.- La tradición municipal castellana: se tenía aún presente la participación de las ciudades castellanas en la reconquista del territorio español en manos de los infieles musulmanes.

         2.-El interés del Estado en consolidar la posesión de los nuevos territorios mediante el estímulo de población, ofreciendo múltiples privilegios a quienes se animaran a participar en esta empresa.

         3.-Las ciudades constituirían la punta de lanza para la expansión y colonización en los nuevos territorios.

         4.- Las ciudades convenían a la defensa y comunicación en los territorios americanos. Habría que fundar ciudades en los sitios de tránsito, en los puertos, en las fronteras.

         5.-La ciudad habría de favorecer el gobierno de los pobladores europeos y de los conquistados, y la evangelización de los segundos.

         6.- Los individuos que participaron en las acciones de exploración y conquista vieron, en la fundación de ciudades y en el establecimiento de sus ayuntamientos, la fórmula eficaz de legitimar y defender sus derechos sobre las posesiones conquistadas, pro curando su presencia en estos organismos como regidores perpetuos.

         En la fundación de ciudades estuvo también presente la racionalidad económica: en efecto, pare ello se habrían de elegir sitios en tierras fértiles y cerca de asentamientos indígenas, junto a yacimientos minerales y en los puertos de acceso a los territorios americanos.

         En síntesis, después de Roma, España, en su expansión americana, logró la mayor fundación de ciudades. Aunque después de haber sometido a los comuneros en la batalla de Villalar, la corona, mediante sus ordenanzas, redujo poder a los municipios.No obstante, los ayuntamientos fueron los principales instrumentos para la defensa de los derechos de los vecinos y los conductos para llevar hasta el rey, por medio de sus procuradores, las propuestas de los habitantes. Cuando en España ya estaba prácticamente anulado el municipio como institución de gobierno, se estableció en América y adquirió fuerza, en particular en las primeras fundaciones. La amplia proliferación de ciudades, en las primeras décadas del siglo XVI, refleja el interés de los españoles por poblar y  mantenerse a perpetuidad en los nuevos territorios, así como el empeño en difundir la cristiandad en el espacio americano.

 

El Cabildo en México

El primer ayuntamiento o cabildo establecido en la América continental fue el de la Villa Rica de la Veracruz, fundado por Hernán Cortés el 22 de abril de 1519. De ellos nos dieron cuenta el propio cabildo en la carta que envió al rey (2) así como el cronista conquistador Bernal Díaz del Castillo, y Francisco López de Gómara, cronista del rey, quienes nos informan que primero los soldados que acompañaron a Cortés levantaron unas enramadas, enseguida se trazó la plaza, se erigió la picota y se instalo la horca, símbolos del poder y la justicia real. Fueron elegidos a continuación dos alcaldes ordinarios, cuatro regidores, un alguacil mayor, un capitán de entradas, un maestre de campo, dos con el cargo de alférez del rey, un escribano y un justicia mayor. (3) Es claro que la fundación de este ayuntamiento respondió a la necesidad de Hernán Cortés de legitimar sus incursiones al interior de lo que hoy es el territorio mexicano. El conquistador había salido de la isla de Cuba con autorización para rescatar metales preciosos, no para poblar, por lo que apeló al derecho del pueblo llano para que éste le facultase a explorar el territorio y poblarlo. Cabe advertir que Cortés, a diferencia de múltiples conquistadores, contaba con estudios en la Universidad de Salamanca y con una amplia experiencia jurídica. Había trabajado, en efecto, como ayudante de escribano en Valladolid, España. Ya en América, en la isla de Santo Domingo, participó en calidad de escribano del tesorero de la Real Hacienda y, más tarde de los ayuntamientos de Santiago de Baracoa y de Santiago de Cuba. Bien sabía que, una vez formado el cabildo con alcaldes y regidores designados en nombre del rey, éstos tendrían autoridad para nombrarle justicia mayor y capitán general, así como para autorizarle a conquistar tierras en servicio de su monarca y de su Dios.

         Dos años cuatro meses después, el día de San Hipólito, 13 de agosto de 1521, fue derrotada la gran Tenochtitlan, sede del poderío tenochca. Este acontecimiento en adelante dio motivo a solemnes y dispendiosos festejos organizados por los conquistadores y pobladores españoles una vez constituido el gobierno de la ciudad de México. Año con año, el alférez real del Ayuntamiento recorría las principales calles de la ciudad, enarbolando el pendón real, engalanado con sus más fastuosos ropajes de terciopelo y brocado.

         No tenemos noticia de la fecha precisa en que se llevó a cabo la fundación del Ayuntamiento o Cabildo de la ciudad de México. Tal acontecimiento debió tener lugar antes del 15 de mayo de 1522, fecha en que Cortés, en Coyoacán., signa su tercera Carta de Relación al rey (4). En ella dio noticia  de haberse decidido la fundación de la ciudad sobre las ruinas de la capital de los aztecas para habitación de los españoles conquistadores. Notificó que ya se había procedido a designar, a nombre del rey, a los regidores y alcaldes. Aunque carecemos de datos del acto de fundación del cabildo de México y de los nombres de los primeros alcaldes y regidores, contamos con referencias de cómo funcionaba en Coyoacán, mientras se llevaba a cabo la traza y construcción de la ciudad de México, y de cómo el 20 de diciembre de 1522, sus procuradores generales partieron rumbo a Castilla.

         Nos dice fray Agustín de Vetancurt, cronista de la orden franciscana, que en 1523 el rey Carlos V le concedió a la ciudad de México, como cabeza y corte del virreinato de la Nueva España, las armas “que tenían en tiempo de su gentilidad”, un castillo de tres torres, un águila sobre el nopal devorando la serpiente, éstos sobre el agua. A los lados dos leones y de remate una corona imperial.

Escudo dado al Ayuntamiento de la Ciudad de México por la monarquía española en 1534.

https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Escudo_del_Ayuntamiento_de_ciudad_de_M%C3%A9xico_%281521-1929%29.svg

El 4 de julio de 1523 le concedió por armas de la ciudad un escudo azul, símbolo de la laguna, un castillo dorado en medio y tres puentes de piedra que dan al castillo; en cada uno de éstos, un león levantado, con los pies en el puente y las manos en el castillo, como símbolo de la victoria de los españoles. Dentro de la orla del escudo, diez hojas del tunal, y de remate, la corona.

https://es.wikipedia.org/wiki/Escudo_de_la_Ciudad_de_M%C3%A9xico

En 1530, el monarca español determinó que la ciudad de México gozara de los mismos privilegios que en ese tiempo tenía la ciudad de Burgos, y el 4 de julio de 1548 el rey le otorgó el título de “muy noble, insigne y muy leal ciudad”. (5)

            El primer testimonio escrito de una reunión del cabildo de México es un acta en la que se registraron los acuerdos tomados en una sesión. Está fechada el 8 de marzo de 1524, ya en la “gran ciudad de Tenochtitlan”. (6) En ella se consignó la noticia de que sus alcaldes y regidores se encontraban “…viendo y platicando las cosas de ayuntamiento y cumplideras al bien público…” en las casas del gobernador y capitán general, Hernán Cortés, con la presencia del alcalde mayor, Francisco de las Casas, un alcalde ordinario, el bachiller Juan Ortega, y cinco regidores: Bernardino de Tapia, Gonzalo de Ocampo, Rodrigo de Paz, Juan Hinojosa y Alonso Xaramillo. A partir de entonces, quedaron registradas ininterrumpidamente todas las sesiones del Ayuntamiento de México, hasta 1928, en que habría de suprimirse.

 

Integración del Cabildo

 

Los cabildos americanos, a semejanza de los de Castilla desde épocas remotas, asumieron dos funciones: la impartición de justicia, a cargo de los alcaldes, y la administración de una vecindad, responsabilidad de los regidores. Desde el inicio de la colonización, la corona se reservó el derecho de nombrar a los regidores a perpetuidad. Permitió a los cabildos el nombramiento de interinos, en tanto que el rey otorgaba los nombramientos definitivos: El Cabildo de México no fue una excepción. En él, dos alcaldes se elegían anualmente entre los vecinos  letrados y de reconocido prestigio. El día 1 de enero de cada año, estos funcionarios recibían la vara de justicia y estaban comprometidos a velar por el cumplimiento de las disposiciones reales y del cabildo referente al gobierno de la ciudad. Reconocían, en primera instancia, las causas civiles y criminales que tenían lugar en su jurisdicción, la cual comprendía “quince leguas a la redonda” de la capital. El alcalde más antiguo (o de primer voto) presidía el cabildo en ausencia del corregidor y el del segundo voto suplía en las sesiones al del primer voto. Una vez que los alcaldes concluían su gestión de un año,se les nombraba alcalde Mesta; como tales, tenían a su cargo el fomento de la ganadería y el velar por la observancia de las ordenanzas de la Mesta. Como ya ha sido apuntado, a los regidores les correspondían las actividades administrativas y de policía. Su número variaba según la calidad de la ciudad. En las ciudades metropolitanas, como se consideró a la de México, podría haber, conforme a la ley, hasta doce regidores. Para 1529 las plazas de regidores ya estaban totalmente ocupadas en México por designaciones reales. El número de regidores se fue incrementando con el tiempo y, un siglo más tarde, llegó a haber hasta veinte. (7) Por reales disposiciones de 1766 y 1767 se pidió a los ayuntamientos la creación de nuevos oficios con la denominación de diputados del común para intervenir con los alcaldes y regidores en todos los asuntos de gobierno, administración, recaudación y distribución de los caudales públicos. En cumplimiento de ello, el Cabildo de México fue el primero en Nueva España que incorporó, a partir de 1770, seis diputados con el título de regidores honorarios, entre los que se habría de nombrar a uno como síndico del común. Éste habría de fungir como defensor de las causas públicas. Los primeros en ocupar tales cargos fueron:  Juan de Castañiza, quien en 1771 obtuvo el título de marqués; Ambrosio de Meave, uno de los tres fundadores del Colegio de las Vizcaínas; Jose mariano de la Cotera, segundo marqués de Rivascacho; Antonio Rodríguez de Soria y Pedroso, segundo conde de San Bartolomé de Jala, quien, al morir su esposa, habría de recibir el sacramento del orden sacerdotal y la asignación del curato de Santa Isabel; Jose Antonio de Gorráez y Malo, decimosegundo mariscal de Castilla y Francisco Sánchez de Tagle. Unos, peninsulares; otros, criollos; todos reconocidos miembros de la élite mercantil, minera y terrateniente de la Nueva España. Si durante el principio los regidores honorarios fueron elegidos por el virrey entre los vecinos más distinguidos, hacia 1775 el Cabildo logró obtener del rey la facultad de proponer sus candidatos. (8)

            Las autoridades representantes del rey, es decir, los gobernadores, alcaldes mayores y corregidores, intervenían en las deliberaciones y elecciones de los cabildos. En México, Hernán Cortés, en su carácter de gobernador, presidió las sesiones del Cabildo e intervino en las elecciones. Más tarde, cuando aparece el corregidor, representante de la justicia real, éste preside el Ayuntamiento. Felipe II instituyó ese cargo en 1573 para que, entre otras funciones, en su nombre presidiera y supervisara el ayuntamiento, en lugar de los alcaldes ordinarios que se nombraban cada año. El primer corregidor de México fue Rodrigo Sánchez de Obregón quien, el 21 de octubre de 1574, presentó su real provisión. (9) El Cabildo, no conforme con la injerencia de este funcionario, concluido en 1580 el periodo del primer corregidor y conocida la noticia de que quien le había de suplir había muerto en alta mar, encomendó el 14 de octubre a su procurador general que solicitara a la Audiencia no se les enviara nuevo corregidor. (10) A ésta siguieron múltiples solicitudes de supertesión del cargo, por considerarlos “contrario” al cabildo y a los alcaldes ordinarios, ya que tendría facultades para presidir el organismo, votar en caso de empate e imponer en las deliberaciones su parecer contra la opinión de los regidores.

         Como ya se dijo, varios de los cargos en el Ayuntamiento inicialmente se otorgaban por designación real. Sin embargo, el rey Felipe II, a fines del siglo XVI, instituyó la venta de los principales oficios con el propósito de superar la bancarrota de la Real Hacienda, propiciada entre otras causas, por las intensas luchas en defensa de la religión católica en Europa. El rey concedía, por ejemplo,  el cargo de regidor a perpetuidad al mejor postor. Su venta facultaba al poseedor para renunciar a él o heredarlo en favor de sus descendientes o a la persona que él deseara. Hubo casos en que dicho regimiento recayó en las viudas o hijas de los regidores, y éstas facultaron a sus parientes y allegados para que las supliesen en el desempeño de la función. Así pasó el 4 de diciembre de 1762, fecha en la que José de Cuevas y Aguirre renunció en favor de su hija Josefa Aguirre y Avendaño, y ella solicitó que se le diera el título y se aceptara como su representante a Francisco de Avendaño. (11) La venta de oficios favoreció el acceso de las oligarquías a esta instancia de gobierno. Dichas oligarquías se encontraban integradas por los descendientes de los conquistadores, quienes se habían enriquecido con las prácticas de la agricultura, el comercio y la minería, y se encontraban emparentados entre sí y vinculados en sus actividades económicas. Conformaban un grupo cerrado, con poder económico y prestigio social enormes. A estas oligarquías sólo habrían de incorporarse, en adelante, hidalgos procedentes de la península ibérica, que probasen ante el Cabildo de México su nobleza e hidalguía. En tal condición estarían la mayoría de los inmigrantes de las provincias del Norte de España, tales como Cantabria, Santander, Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y el reino de Navarra. En los trescientos años en que México estuvo vinculado al Estado español, las oligarquías representadas en el Ayuntamiento de México, procuraron la defensa de sus intereses y preeminencias ante el rey.

         El Cabildo de México era en verdad la cabeza del reino de la Nueva España y, como tal, representaba ante el rey y a todas las ciudades, y su funcionamiento servía de modelo a los cabildos de todo el reino. Para dicha representación contaba con procuradores generales que, desde 1526, tuvieron voz y voto en la corte de Castilla, donde defendían los intereses de los novohispanos.

         Entre los múltiples testimonios que hay al respecto, cabe aquí señalar el proceso negociador que la ciudad de México llevó a cabo con el rey, por las múltiples medidas fiscales que éste, desde 1591, pretendió imponer a los novohispanos con el objeto de obtener recursos para la construcción de una armada de barlovento. Ejemplo de esas gestiones, que no sólo favorecieron a los vecinos de la ciudad capital sino a todos los habitantes españoles que tenían un pedazo de tierra, fue el retraso de la aplicación de las reales cédulas por las que se exigía a dichos poseedores la revisión de sus títulos para su confirmación real y, en caso de defectos, su composición mediante el pago de una cuota. Por instancias de los procuradores generales de la ciudad en la corte, la aplicación general de estas disposiciones se llevó a cabo hasta 1643, ante la finalmente próxima construcción de la mencionada armada de barlovento.

 

¿Cómo funcionaba el Ayuntamiento de México?

 

De acuerdo con sus ordenanzas, los miembros del Cabildo de la ciudad de México se reunían al principio tres veces por semana. A partir del 16 de mayo de 1549 se determinó que se llevaran a cabo precisamente los días lunes y viernes, y en Cuaresma los lunes y jueves. (12) Había ocasiones en que tenían que efectuarse sesiones extraordinarias (llamadas “pelícanos), así como sesiones secretas. Las sesiones extraordinarias eran efectuadas para deliberar sobre un asunto urgente para el reino. Así sucedió, por ejemplo. Cuando llegó a la capital la disposición de Carlos III para la apertura de los puertos americanos al libre comercio. (13) Hubo ocasiones en que fue necesario sesionar hasta los domingos. En las sesiones secretas se trataban asuntos tales que las deliberaciones al respecto debían mantenerse confidenciales entre los regidores.

         Tenemos noticias de los sucesos y determinaciones que tuvieron lugar en las reuniones del cabildo porque el escribano tomaba nota de los asuntos tratados y de los acuerdos tomados, y redactaba un acta, cuyo contenido aprobaban los regidores con su firma o rúbrica. En el Cabildo se trataban todos los aspectos del gobierno y administración de la ciudad, así como múltiples asuntos que afectaban a todos los vecinos del reino de la Nueva España, pues como ya se ha apuntado, el Cabildo de México representaba en realidad a todos los novohispanos ante la corte. El día  2 de enero de cada año se reunían los regidores para distribuir las comisiones y oficios entre los regidores miembros y otros individuos. Estas comisiones y oficios variaron a lo largo de los trescientos años que duró la época virreinal. Lo que a este respecto acontecía hacia el fin de esta época puede apreciarse en el acta correspondiente a la sesión del 21 de agosto de 1818. (14) En esa ocasión, a solicitud del virrey, el cabildo dio cuenta de las comisiones que estaban vigentes y describió sus funciones: el alférez real, que era seleccionado cada año entre los regidores, tenía a su cargo, como ya hemos dicho, el paseo del pendón real, el 13 de agosto de cada año, en recuerdo del triunfo de los españoles sobre la gran Tenochtitlan. El procurador general representaba al Cabildo ante otros organismos y autoridades, defendía sus intereses y cuidaba de los reos. El comisionado de la cárcel tenía a su cargo la cárcel. El juez de escuelas velaba por la educación elemental; a él correspondía examinar a los maestros y la observancia del trato a los educandos. Otros funcionarios  eran el diputado de propios y de fiestas; el obrero mayor; el diputado de policía; el alcalde de la Alameda y juez de paseos; el juez de ríos, calzadas y caminos; el diputado de coches; el fiel ejecutor; el juez de aguas; el juez administrador del fiel contraste; el comisionado de milicias; el asistente de la real lotería; un archivero y un secretario de cartas y consultas. Era justamente por medio de estos oficios como el Cabildo ejercía sus funciones de gobierno y administración de la capital.

         Entre sus principales tareas se encontraba el ordenamiento urbano, la distribución de los solares a los vecinos. A este respecto conviene referir que, una vez hecha la traza de la ciudad, el Cabildo repartió a los conquistadores y pobladores los solares más cercanos a la plaza. También aquellos pedazos de tierra contiguos a la calzada de Tacuba, principal vía de acceso a tierra firme. Con el tiempo aumentó la población de la ciudad y, con ello, la demanda de solares, por lo que se incrementó el valor de la tierra; el Cabildo procedió entonces a la venta de solares a los particulares y sólo cedía  el terreno a aquellas instituciones de beneficio público, como fueron los colegios y los hospitales.

         Entre sus múltiples funciones económicas, cabe citar la de administrar sus propios y arbitrios a través del juez superintendente y conservador de propios, el tesorero y su contador. Los propios eran bienes rústicos y urbanos que la ciudad ofrecía en arrendamiento o en venta. Los ejidos de La Piedad, por ejemplo, los alquilaba a los dueños de ganado que surtían de carne a la ciudad. Los arbitrios eran aquellos impuestos y contribuciones que la ciudad imponía a sus vecinos. Los productos de las rentas de los propios formaban parte de los arbitrios.

         Al cabildo le correspondía la regulación de los precios de productos  básicos, como los cereales y la carne. A partir del 22 de mayo de 1582, fecha de la aprobación real de las ordenanzas sobre el pósito de trigo, harina y maíz, se determinó que cada 1 de enero se nombraran, entre los regidores, a los administradores y mayordomos del maíz, trigo y harina. (15) Éstos habrían de garantizar la compra, almacenamiento y abasto de esos cereales en beneficio de la población. En sesión de cabildo, se aprobaba en favor del mejor postor el remate del abasto de carne y, mediante los veedores, las pesas y medidas de las carnicerías.

         Al Ayuntamiento correspondía el registro de los vecinos de la ciudad, el reconocimiento de su nobleza e hidalguía, sus distinciones como familiares del santo Oficio, como caballeros de las órdenes de Santiago, Calatrava o Alcántara, o como recipiendarios (persona que es recibida solemnemente en una corporación para formar parte de ella) de la Cruz de Carlos III. El propósito de todo ello era garantizar la preeminencia de quienes la merecían en todos los actos públicos.

         El gobierno local era responsable de la policía de la ciudad; el regidor a cuyo cargo se encontraba tenía entre sus funciones el cuidado del orden público en la traza urbana, así como la limpieza, empedrado e iluminación de las calles, plazas y acequias de la ciudad. A principios del siglo XVII, el orden estaba bajo la responsabilidad de funcionarios del virrey, pero en 1616, a solicitud del Cabildo, el virrey en turno, marqués de Guadalcázar, le devolvió esa responsabilidad solicitándole que la ciudad no descuidara la atención a la misma y que, a este efecto, nombrara anualmente un regidor que, junto con el corregidor, habrían de fungir como jueces para la observancia y cumplimiento de las ordenanzas de policía. Cuando la complejidad de estos asuntos así lo requirió, se creó una junta de policía en la que llegó a haber hasta cuatro regidores. En la última década del siglo XVIII, a estos funcionarios les correspondería la ejecución de múltiples reformas urbanas ilustradas, tales como el empedrado de las calles y la instalación del alumbrado con aceite de nabo; la traza y aderezo de plazas públicas, etec. Obras que sin duda contribuyerón a su paso por la ciudad, el barón Von Humboldt la calificara como “la ciudad de los palacios”.

         El abasto de agua dulce y la extracción de aguas negras en la ciudad de México fueron una de las más complejas tareas para quienes gobernaban la ciudad. Hubo que traer el líquido de los manantiales de Chapultepec y de las Lomas de Santa Fé, para lo cual se construyeron dos magnas obras hidráulicas: los acueductos de Tacuba y Chapultepec. Éstos surtían las fuentes del Salto del Agua y de la Mariscala, a las que acudían los aguadores por el preciado líquido. Los vecinos principales, los conventos y los edificios públicos tenían garantizado el abasto del agua a través de cañerías. Acueductos, fuentes y cañerías requerían un constante mantenimiento a cargo del obrero mayor del agua y sus ayudantes: el maestro mayor, el veedor, los mayordomos de las obras de agua y los alarifes.

         La edificación de México en una isla motivó que las calles y las plantas bajas de las construcciones se inundaran con frecuencia. Hubo ocasiones, como ocurrió a consecuencia de la inundación de 1629, en que se desbordaron las aguas de la laguna, y la ciudad permaneció con el agua a más de un metro del nivel del piso durante algunos años. El Ayuntamiento, a lo largo de su historia, tuvo que realizar, de manera constante, múltiples acciones para salvar a sus vecinos de las incomodidades y peligros en tiempos de aguas. Así, la limpieza de los canales, la construcción y mantenimiento de los puentes, la atención a los embarcaderos, fueron parte de su rutina. Por las dimensiones y complejidad del desagüe de la ciudad capital, esta obra rebasó los recursos del Cabildo de México y fue asumida por la autoridad virreinal, quien se valió de los recursos de la Real Hacienda y del apoyo del Consulado de la ciudad. Sin embargo, los regidores representaron a la ciudad en las juntas en se decidían las labores correspondientes al desagüe. Como es posible constatarlo hoy día, cada temporada de lluvias, doscientos años después de concluida la  era virreinal, este problema no puede considerarse resuelto.

         Atención singular tuvieron los paseos públicos para la recreación de los vecinos. El más antiguo, la Alameda, realizado en 1542 (16) por instrucciones del segundo virrey, don Luis de Velasco, ocupó también la atención de los virreyes ilustrados: en 1769 el marqués de Croix dispuso su arreglo conforme a la moda francesa, su ampliación y la introducción del alumbrado público. Existían también los paseos de Bucareli y de Ixtacalco, en los que se organizaban verbenas y saraos a los que concurrían los vecinos de la ciudad los días festivos. Para su arreglo, el Ayuntamiento contaba con el alcalde de la Alameda y con el juez de paseos.

         Los habitantes de la urbe novohispana contaban con un amplio calendario de festividades: las que se celebraban anualmente y también las ocasionales; las correspondientes al reino temporal y las del reino espiritual. Su organización era de la competencia de los regidores,y de los propios y arbitrios de la ciudad se obtenían su financiamiento, bajo la coordinación del diputado de propios y fiestas. Entre las celebraciones civiles ocasionales se encontraban las correspondientes al nacimiento de un príncipe, la jura del rey, el feliz retorno de la flota a tierras hispanas, la derrota de los turcos por los ejércitos cristianos, etc. Año con año, ya hemos dicho, se turnaban los regidores el paseo del pendón para celebrar el 13 de agosto la caída de Tenochtitlan. Cuando se tenía noticia del arribo de un nuevo virrey, el Cabildo nombraba a dos de sus regidores para recibirle en la ciudad de Puebla, y acompañarle en su camino a la capital. El arquitecto de la ciudad  dirigía, a costa del cabildo, la construcción de un arco triunfal adornado con poemas, invención de los mejores poetas novohispanos. Ejemplos de estos arcos triunfales fue el ilustrado en 1680 por el sabio historiador don Carlos De Sigüenza y Góngora con motivo de la recepción al marqués de la Laguna en 1680, en el cual, haciendo a un lado los modelos clásicos, representó las efigies de los dioses y gobernantes aztecas, con frases que resaltaban las virtudes que habían de tener los gobernantes. (17) El arco triunfal de la ciudad era colocado siempre frente a la entrada poniente de la Catedral. Ahí se apeaba del caballo el virrey y expresaba su juramento de gobierno a la ciudad, a la vista de todas las autoridades y vecinos.

         Múltiples celebraciones religiosas en cuya organización participaba el Cabildo de la ciudad, tenían lugar cada año. Singulares eran las dedicadas a los santos patrones de ella, entre los que se hallaban san Felipe de Jesús, natural de ella, y san José, protector contra el chahuistle y los temblores. Costosa para el cabildo era la del Corpus Christi, en la que aparecían gigantes y cabezudos y múltiples enmascarados, que desfilaban por las calles de la capital. Ahí se confundían jóvenes y ancianos, nobles y plebeyos, indios, negros y mestizos, que daban vuelo a su imaginación para recrear personajes míticos y fantásticos. Responsabilidad del Ayuntamiento fueron también los santuarios marianos: el dedicado a la virgen de los Remedios y el de la  Guadalupana. La imagen del primero era trasladada de su santuario a la Catedral cuando escaseaban las lluvias, o estaban en peligro los ejércitos, la flota o la persona del rey por causa del enemigo inglés o del invasor francés. A la Guadalupana acudía el cabildo en caso de inundaciones y epidemias. Fastuosas fueron las celebraciones que organizó el Cabildo con motivo de la jura que en 1737 le hizo a la imagen de Guadalupe, como su principal patrona, en reconocimiento  a su auxilio a la ciudad durante la gran epidemia de matlazáhuatl. (18)

            Al Cabildo correspondía velar por la salud de sus habitantes.. No sólo tenía que asegurar el abasto de las provisiones a los pobres y menesterosos y velar por la limpieza de la ciudad; en caso de epidemia, se obligaba a procurar auxilio a los vecinos. Cuando esto tenía lugar, no sólo dictaba medidas preventivas sugeridas por  los médicos de la  ciudad sino también aplicaba remedios, ya de carácter espiritual, como fueron las rogativas, procesiones y novenarios, como aquellos de corte científico ilustrado, como lo fueron la inoculación, aplicada por primera vez a iniciativa del cabildo en la epidemia de viruela de 1778, y la organización de múltiples hospitales de emergencias que permitían aislar a los enfermod de cada uno de los cuarteles para su mejor atención por el médico y evitar el contagio de la población sana. Era compromiso del Cabildo también asegurar los camposantos para el entierro de los miles e vecinos que no sobrevivían a la peste o al cólera; con ello se procuraba evitar  que los cadáveres sirvieran de alimento a los perros en las calles.

         Competencia del gobierno local fue también la educación a la niñez. El Cabildo examinaba a los maestros de primeras letras y autorizaba las lecciones que las “amigas” impartían en sus casas. A su cargo estuvo la administración de los colegios de los jesuitas después de su expulsión. Tal suceso fue doloroso para los miembros del Ayuntamiento, pues no había regidor que no tuviera un hijo, un hermano, un tío un sobrino en la Compañía de Jesús. Con la esperanza de que alguna vez los hijos de san Ignacio retornaran a atender la educación de los jovenes de la capital, el Cabildo puso especial celo en la conservación de los que habían sido sus colegios: el de San Andrés, el Máximo de San Pedro y San Pablo, San Ildefonso y San Gregorio.

         La investigación científica ocupó la atención de los miembros del Ayuntamiento. De manera singular se aprecian las mentes ilustradas de sus regidores al apoyar con recursos las actividades científicas. Un ejemplo de ello tuvo lugar cuando el cabildo, en su sesión del 8 de mayo de 1769, encomendó a los sacerdotes científicos José Antonio Alzate y José Ignacio Bartolache, la observación del paso de Venus por el disco del sol. (19)

            El Cabildo no reparó en apoyar las letras; con frecuencia organizaba certámenes poéticos que tenían lugar en las principales fiestas patrocinadas por  la ciudad. Memorables fueron, para Bernardo de Balbuena, autor de La grandeza mexicana, el celebrado con motivo del Corpus en 1585, y los que tuvieron lugar para recibir a los virreyes Villamanrique y Luis de Velasco, pues en ellos fue premiado. (29)

            Uno de los testimonios más sobresalientes que tenemos del interés del Cabildo por consignar en letra impresa la historia, es la magnífica edición que en 1746 costeó el cabildo de la obra Escudo de armas de México, escrita por Cayetano de Cabrera y Quintero. (21) En ella el escritor barroco relató la historia de las epidemias padecidas por  los vecinos de la ciudad, los remedios temporales para contrarrestarlas y el auxilio espiritual de la Guadalupana, que mereció el que se le declarara patrona de la ciudad.

         Sesenta y cuatro años después, la misma imagen habría de proteger la causa de los insurgentes, dirigidos por el cura Hidalgo. El 13 de agosto de 1821 el Cabildo celebraría por última vez el paseo del pendón, sin saber que días más tarde, en su sesión del 1 de septiembre, el síndico segundo habría de informar sobre la capitulación del virrey O´Donojú con Iturbide, celebrada en la ciudad de Córdoba. Tal noticia habría de promover múltiples sesiones extraordinarias del Cabildo. En ellas se preparó la entrada triunfal del ejército trigarante para el día 27 de septiembre y la entrega a Iturbide, en la portada de San Francisco, de las llaves de la ciudad. Éste fue el último acto público del ayuntamiento virreinal. (22)

NOTAS

 

Torales P., María Cristina, “El Cabildo de la ciudad de México, 1524-1821”, en La muy noble y leal ciudad de México, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994, pp. 87-109.

1.- FUNDACIONES: En poco más de cincuenta años se erigieron en lo que hoy es Bolivia: Paria, por Diego de Almagro (1535); Charcas y Sucre por Pedro Anzúrez (1538); Potosí fundada por Juan de Villarroel en 1545; Nuestra Señora de la Paz, por Alonso de mendoza en 1548; a ésta siguieron las ciudades de La Trinidad en 1556; Santa Ceuz de la Sierra en 1557 y Oropeza en 1574, hoy Cochabamba. En el territorio de Colombia la primera población fue la ciudad de santa Marta, inciativa de Rodrigo de Bastidas en 1525; le siguen Cartagena por Pedro de Heredia en 1533; Popayán y Cali por Sebastián de Balcázar en 1536; Bogotá en 1538 por Gonzalo Jiménez de Quezada; en 1539, Pasto por Lorenzo de Aldana y Tunja por Hozalo Suárez Rendón; dos años más tarde, en 1541, Jorge Robledo funda Antioquia. En Costa Rica Francisco Fernández de Córdoba funda la villa de Bruselas en 1524; Juan de caballón, la ciudad de Castillo de Garcimuñoz en 1561 y Cartago el capitán Juan Vásquez de Coronado en 1564. En el hoy territorio de Chile, Pedro de Valdivia fundó Santiago del Nuevo Extremo en 1541, Chile en 1549, Valdivia en 1552 y Confines en 1553. En la actual república de Ecuador en 1534 Belalcázar y Diego de Almagro fundaron hacia 1534 San Francisco de Quito, y un año después Guayaquil, ciudad que, destruida dos veces por los indios, habría de volverla a fundar Francisco de Orellana en 1537. En El salvador, Diego de Alvarado estableció la villa de San Salvador en 1525, y Luis Moscoso, San Miguel de la frontera en 1525. En Guatemala, Pedro de Alvarado, habiendo participado en la conquista de México en 1524 fundó Santiago de los caballeros. En Honduras, en 1525 Hernán Cortés fundó la ciudad de Nuestra Señora, Pedro de Alvarado la de San Pedro Sula en 1536 y un año después Alonso de Cáceres dio lugar a la de Comayagua. El año de 1523 en el territorio de Nicaragua, Francisco Fernández de Córdoba fundó las ciudades de Granada y león. En Perú, el año de 1532 San Miguel de P¨lura, Cuzo en 1534. Francisco Pizarro fundó Lima en 1535. En Venezuela, Cumaná en 1521, Asunción en 1524, Santa Ana de Coro en 1527, Tocuyo en 1545, Nueva Segovia en 1552, Trujillo en 1557, Mérida en 1558, San Cristóbal en 1560, Santiago de León en 1567, Maracaibo en 1568 y Carora en 1569.

2.- Carlos Pereyra, Hernán Cortés, México, 1971, p. 31, citado en Guillermo Porras, El gobierno de la ciudad de México en el siglo XVI, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1982, p. 26..

3.- Bernal Díaz del castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, México, Alianza Editorial, 1991, cap. XLII, pp. 107-108, y Francisco López de Gómara, Historia general de las Indias “Hispania Vitrix” cuya segunda parte corresponde a la conquista de Méjico, Barcelona, Iberia, 1966, t. 2, pp. 77-787.

4.- Hernán Cortés, Cartas y documentos, México, Porrúa, 1963, p. 193.

5.- Agustín de Vetancurt, “Tratado de la ciudad de México, y las grandezas que la ilustran después que la fundaron españoles”, en Teatro mexicano. Descripción breve de los sucesos ejemplares históricos y religiosos del mundo de las Indias, México, Porrúa, 1ª. Ed. Facsimilar, 1971, cap. II, p. 5.

6.- Edmundo O´Gorman et al., Guía de las actas del cabildode la ciudad de México, siglo XVI, México, DDF/FCE, 1970, p. 9, y Guillermo Porras, op. cit., p. 30. Ambos remiten al libro primero de las Actas del cabildo de México.

7.- En la relación de miembros del Cabildo entre 1611 y 1620 se puede apreciar el incremento de regidores. MMaría Isabel Monnroy castillo, Guía de las actas de cabildo de la ciudad de México, 1611-1620, México, DDF/Universidad Iberoamericana, 1988.

8.- Maria Luisa Pazos y Catalina Pérez de Salazar, Guía de las actas de cabildo de la ciudad de México, 1761-1770, México, DDSF/Universidad Iberoamericana, 1988, p. 19. Las disposiciones reales para la institución de los regimientos honorarios aparecen aparecen citadas en Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, Historia de la fundación de la ciudad de Puebla de los Ángeles en la Nueva España. Su descripción y presente estado, 2 vls., Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, 1931 (ed. Facsimilar, 1990), t. 1, pp. 330-331.

9.- Edmundo O´Gorman et al., op. cit., , p. 514. Guillermo Porras, op. cit.,  p. 161. Aquí nos informa que en el título de corregidor y en el juramento de la Audiencia aparece como Lorenzo. En las actas del cabildo de 1574 a 1591 aparece mencionado con ambos nombres.

10.- Edmundo O´Gorman et al.,  p. 570.

11.- María Luisa Pazos y Catalina Pérez de Salazar, op. cit., p. 46.

12.- Edmundo O´Gorman, op. cit., p. 252.

13.- María Luisa Pazos y Catalina Pérez de Salazar, op. cit.

14.- María de Lourdes Vértiz Flores, “Estudio introductorio y guía de las actas del cabildo de la ciudad de México 1811-1820”, tesis de licenciatura en historia. México, Universidad Iberoamericana, 1991, p. 304.

15.- Edmundo O´Gorman, op. cit.,  pp. 947-949.

16.- El 14 de enero de 1592se notificó una orden del virrey don Luis de Velasco, para quese hiciera una Alkameda frente a tianguis de San Hipolito y debe su nombre a la costumbre de sembrar en parques álamos traídos de España y Marruecos. Durante el siglo XVI ostentó fuentes, estanques y peces. Entre 1770 y 1775 se redoseñó el trazo de sus paseos y se colocaron cinco fuentes talladas en cantera con temas mitológicos. Véase Edmundo O´Gorman et al. , p. 739.

 https://mexicocity.cdmx.gob.mx/venues/alameda-central/?lang=es#:~:text=Es%20considerada%20el%20parque%20p%C3%BAblico,ostent%C3%B3%20fuentes%2C%20estanques%20y%20peces.

17.- Carlos de Sigüenza y Góngora, Teatro de virtudes políticas, México, Vda.  de  Bernardo Calderón, 1680.

18.- Cayetano de Cabrera y Quintero, Escudo de armnas de México. Escrito por el presbítero […] para conmemorar el final de la funesta epidemia de msatazáhuatl que asoló a la Nueva España entre 1736 y 1738, ed. Facsimilar con nun estudio histórico y una cronología de Víctor M. Ruiz Naufal, México, IMSS, 1981.

19.- Maria Luisa Pazos y Catalina Pérez de Salazar, op.  cit., p. 158.

20.- Bernardo de Balbuena, La grandeza mexicana, México, Porrúa, s.f.

21.- Cayetano de Cabrera y Quintero, op.  cit.

22.- Adriana González Gallardo, “Estudio introductorio y guía de las actas de cabildo de la ciudad de México de los años 1821-1825”, tesis de licenciatura en historia, México, Universidad Iberoamericana, 1994.

 

 

Sugerencias bibliográficas

Altamira y Crevea, Rafael, et al. , Contribuciones a la historia municipal de América, México, Instituto Panamericano  de Geografía e Historia (Estudios de Historia, II), 1951.

Bayle, Constantino S.J., Los cabildos seculares en la América española, Madrid, Sapientia, 1952.

Díaz Rosiñol, Luisa María del Consuelo, Guía de las actas de cabildo de la ciudad de México, 1711-1720, México, DDF/Universidad Iberoamericana, 1988.

González Gallardo, Adriana, “Estudio introductorio y guía de las actas del cabildo de la ciudad de México  de los años 1821-1825”,  tesis de licenciatura en historia de México, México, Universidad Iberamericana, 1994.

Monroy Castillo, María Isabel, Guía de las actas de cabildo de la ciudad de México, 1601-1610, México, DDF/Universidad Iberoamericana, 1988.

         Guía de las actas de cabildo de la ciudad de México, 1611-1620, México, DDF/Universidad Iberoamericana, 1988. O´Gorman, Edmundo et al. , Guía de las catas del cabildo de la ciudad de México, siglo XVI, México, DDF/FCE, 1970.

Pazos, maría Luisa y Catalina Pérez de Salazar, Guía de las actas del cabildo  de la ciudad de México, 1761-1770, México, DDF/Universidad Iberoamericana, 1988.

Porras, Guillermo, El gobierno de la ciudad de México en el siglo XVI, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas,1982.

Tovar de Teresa, Isabel, “Estudio introductorio y guía de las actas de cabildo de la ciudad de México de losd años 1801-1810”, tesis de licenciatura en historia, México, Universidad Iberoamericana, 1991.

Vértiz Flores, María de Lourdes, “Estudio introductorio y guía de las actas de cabildo de la ciudad de México 1811-1820”, esis de licenciatura en historia, México, Universidad Iberoamericana, 1991.

 

Escudo de Hernán Cortés, fundador de los Ayuntamientos en América Central

Descripción del escudo:

Escudo de armas cuartelado en cruz con escudo en el todo, con bordadura de cadena de 7 cabezas coronadas. El timbre con yelmo, corona y bestia. Es un escudo de concesión o adopción, esto significa, que tiene en uno de sus cuarteles las armas reales (Águila), por los dominios adquiridos sobre tierras, señores y reinos.

Primer cuartel: Águila bicéfala en sable sobre campo de plata, (Armas de los Austrias).

Segundo cuartel: Tres coronas de oro sobre sable negro. Simbolizan los tres señores del Imperio Azteca: Moctezuma, Cuitláuac y Cuáhutemoc, que fueron derrotados por Cortés.

Tercer cuartel: León sobre campo rojo. Constancia y valor simbolizados por el león y el campo simboliza la sangre derramada en la lucha.

Cuarto cuartel: Ciudad de México sobre orlas de plata y azul. Representación material del imperio conquistado.

Bordadura de siete cabezas encadenadas. Simbolizan los 7 vasallos de Moctezuma, los cuales fueron conquistados al caer la Ciudad de México.

Timbre o remate superior del escudo está compuesto por tres elementos: Yelmo por ser caballero de la Orden de Santiago. Corona que simboliza la soberanía. Tigre que simboliza la fuerza, la astucia y la fiereza del conquistador al cual se le han agregado las alas que representan la fuerza del vuelo.

https://www.cervantesvirtual.com/portales/hernan_cortes/imagenes/imagen/imagenes_03a-escudo_de_armas_de_hernan_cortes_universidad_iberoamericana_mexico_01/

 

 

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