Las letras hispanoamericanas en el
siglo XIX
Prólogo
Inauguramos
una nueva colección de estudios iberoamericanos: Cuadernos de América sin nombre,
anejos por tanto de una revista que es un medio de presencia de la Unidad de
Investigación de la Universidad de Alicante «Recuperaciones del mundo precolombino y colonial en el siglo XX
hispanoamericano».
Lo
hacemos con un trabajo de Nelson Osorio Tejeda, cuyo interés inaugural tiene
que ver con una propuesta metodológica que asumimos: Las letras hispanoamericanas en el
siglo XIX es una breve y penetrante panorámica que, acompañada
por una amplia cronología, individualiza puntos centrales, momentos y autores a
través de su lectura en la historia de la literatura en América Latina durante
el siglo XIX. Lectura en la historia que quiere decir efectivamente eso: situar
el texto, el autor y las ideas [10] en una evolución de la sociedad
que tiene en el siglo de las independencias americanas, precisamente a través
de la literatura, un relevante sentido de marca cultural, imprescindible para
entender aquellas sociedades.
El
lector encontrará, entre otras cosas, una propuesta de revisión cronológica,
junto al valor como exponentes principales de algunos autores y el valor
cultural de unos textos que, en el período próximo a las independencias,
funcionaron más en una dimensión política que estética, recorriendo también la
continuidad de la dependencia política y la posterior autonomía social del
texto, aspectos que construyen tres módulos históricos que la literatura
densifica: la emancipación (1791-1830); la formación de los estados nacionales
(1830-1880) y la modernización dependiente (1881-1910) como contextos
explícitos de la formación de una nueva tradición literaria.
Podremos
pensar que algunas afirmaciones de las que encuentran aquí contradicen activa y
voluntariamente tendencias interpretativas que han ido emergiendo en los
últimos años: de nuevo, la interpretación social de modernismo, por ejemplo,
podrá sonarnos a la intención de seguir viendo todos los fenómenos a través de
la historia. En el caso del autor Nelson Osorio es un pecado de juventud -y en
el mío también- que determinadas posiciones y debates no hacen más que
acrecentar ya como pecado de madurez.
Se
podría decir que Osorio, que ha sido lector principal de las vanguardias
latinoamericanas, se ha vuelto hacia [11] el pasado con fuerza hace
ya a algunos años para sedimentar una tradición cultural en la Colonia y, en
este cuaderno, tras la Independencia. Como en los límites de lo que aquí se
plantea hay posiciones encontradas procedentes de métodos que se han expandido
en los últimos años que, a fin de cuentas, propugnan no sólo lecturas
descontextualizadas, sino reflexiones en las que el fin de la historia no es
tanto una referencia al fin de la modernidad, sino a los sistemas de
interpretación que hemos utilizado hasta aquí, asumo yo también las propuestas
de Nelson Osorio que, en todo caso, han ido surgiendo desde lo que el autor ha
llamado en otros trabajos una crítica e historiografía americana, es decir
fundada sobre un espacio cultural que, sin desconocer los otros, sin evitarlos,
sedimente un pensamiento crítico latinoamericano en la propia tradición
(también, por supuesto, en la nutrición europea del mismo durante la Colonia) y
en la propia originalidad.
José
Carlos Rovira
Universidad
de Alicante (España) [13]
|
Comprender el pasado es
dedicarse a definir los factores sociales, descubrir sus interacciones, sus
relaciones de fuerza, y a descubrir, tras los textos, los impulsos
(conscientes, inconscientes) que dictan los actos. (Pierre Vilar: Iniciación al vocabulario del análisis
histórico). |
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Noble deseo, pero grave error
cuando se quiere hacer historia, es el que pretende recordar a todos los
héroes. En la historia literaria el error lleva a la confusión [...] Hace
falta poner en circulación tablas de valores: nombres centrales y libros de
lectura indispensables. [...] La historia literaria de la América Española
debe escribirse alrededor de unos cuantos nombres centrales: Bello,
Sarmiento, Montalvo, Martí, Darío, Rodó. (Pedro Henríquez Ureña: «Caminos de
nuestra historia Literaria» [1925]) [15] |
|
Introducción
Al
estudiar la producción literaria de América Latina, la tendencia
historiográfica tradicional ha buscado explicar y comprender el proceso
literario fundamentalmente a partir del paradigma del proceso europeo (más
concretamente, de Europa occidental). Este procedimiento, de carácter
deductivo, aplica una serie esquemática de «periodos» (como neoclasicismo,
romanticismo, realismo, naturalismo) y de «escuelas» (como parnaso, simbolismo,
decadentismo), en función de las cuales implícitamente se sitúa la producción
literaria de nuestro continente como una especie de epifenómeno de las
manifestaciones artísticas que se originan en los grandes centros
metropolitanos.
Sin
desconocer ni negar la influencia que han ejercido en nuestro continente las
culturas de otras naciones, especialmente de Europa, si de estudiar la
literatura hispanoamericana [16] se trata, parece necesario colocar
el acento en las condiciones concretas en que surge y se desenvuelve el proceso
de la producción literaria en nuestro medio, en la medida en que ésta deba ser
estudiada históricamente como una de las dimensiones metafóricas del imaginario
social, como una respuesta a las condiciones en que se vive la realidad.
La
literatura puede considerarse como un registro metafórico, pero no tanto de la
realidad misma sino de la relación del hombre con la realidad. Y la historia de
la literatura es un estudio que busca organizar y comprender, desde una
perspectiva fundamentalmente diacrónica, el proceso de producción de textos
literarios dentro de una comunidad cultural. De lo que se trata, por
consiguiente, es de comprender dicho proceso en su articulación al conjunto de
la realidad histórica, porque es en función de ella y a partir de ella que el
hombre elabora proyectos y sueños, ideas, valores y normas de conducta.
Estudiar la producción literaria de un determinado periodo, y establecer los
cambios que en ella se producen, implica adentrarse en el diálogo que los
hombres mantienen con sus condiciones de vida, para conocerlas y superarlas. En
este sentido, la literatura no «refleja» la realidad, sino que es parte de
ella. En la literatura se registra el modo como los hombres viven y sueñan su
realidad histórica, social y cultural.
Desde
este punto de vista, y aunque su formulación pueda sonar a paradoja, en
literatura no puede hablarse propiamente de «progreso» (en el sentido en
que [17] se emplea el término referido al desarrollo social, político
o económico), puesto que en la medida en que una obra logre ser expresión
artística plena de los ideales y valores de su época, dentro de esta dimensión
histórico-literaria es una obra valiosa. En consecuencia, la valoración no
puede desentenderse del marco referencial que establece el horizonte de la
cultura en que una obra literaria surge y se proyecta.
De
esta manera, la producción literaria del periodo de la emancipación
hispanoamericana, o la que se escribe durante el proceso de formación de los
estados nacionales o durante el periodo de la modernización, debe ser leída, estudiada y valorada en
relación con los parámetros y valores de esos momentos, y no sería objetivo
juzgarlas a partir de los criterios, valores y exigencias de nuestros días.
Hacer esto último significaría, de una u otra manera, desentenderse de la perspectiva
histórica y sustituirla por criterios organicistas o teleológicos.
Por
otra parte, la literatura no es un simple conjunto empírico de obras ni su
historia puede resolverse como la ordenación más o menos cronológica de ellas.
La historia de la literatura se legitima como disciplina del conocimiento en la
medida en que logra sistematizar y exponer adecuadamente las líneas de fuerza
que organizan el proceso de producción de textos literarios. Los impulsos
inconscientes que se formalizan en el discurso literario responden, de alguna
manera, a las condiciones reales en que la actividad artística se manifiesta.
Sacar a luz estas [18] fuerzas e impulsos subyacentes, codificarlos y
sistematizarlos, es la tarea intelectual creativa que le corresponde asumir al
historiador de la cultura.
En
este predicamento, el panorama que a continuación se esboza del proceso de las
letras durante el siglo XIX no pretende ser un recuento de nombres y títulos de
obras. La ausencia de menciones a una gran cantidad de autores y obras, muchas
de ellas importantes en la configuración del conjunto, obedece a la búsqueda de
una síntesis comprensiva que permita seguir el desarrollo del proceso en sus
líneas fundamentales. Para completar la información incorporamos un anexo
cronológico que funciona como marco referencial de información empírica, y que
contiene los hechos históricos y culturales más destacados, en un recuento año
por año desde 1791 hasta 1910. [19]
Las Letras de la Emancipación (1791-1830)
A comienzos
del siglo XIX, las sociedades de América Latina se ven afectadas en su conjunto
por una serie de cambios que modifican sustancialmente su condición histórica,
abriendo paso a una etapa nueva. Este momento es el que se conoce
tradicionalmente como el periodo de la Emancipación.
El panorama
mundial en el cual se inscriben estos cambios está signado por los avances
revolucionarios de la creciente burguesía, cuyo fortalecimiento -favorecido por
el acelerado proceso de la llamada Revolución Industrial- se consolida con la
hegemonía política sobre la zona del Atlántico Norte -afianzada con la
Independencia de los Estados Unidos, en 1776-, y da lugar al surgimiento de las
bases definitivas de la Época Moderna (Carlos M. Rama: Historia,
17).
Para el caso
particular de la América española en esos años, a estas nuevas condiciones
generales que van cambiando [20] la fisonomía del mundo occidental,
habría que agregar el conjunto de acontecimientos políticos y militares que
afectan la vida de la península ibérica, centro del imperio español,
particularmente la invasión napoleónica y la consiguiente huida del rey
Fernando VII.
En ese
contexto y por esos años van adquiriendo expresión pública, primero en lo
político, y muy pronto también en lo militar, los anhelos de autodeterminación
y los esfuerzos por romper con la dependencia colonial. Son los años en que
comienzan a tomar forma en las posesiones españolas de América los primeros proyectos
para organizarse como una sociedad autónoma.
La fecha que
suele usarse para situar el inicio de este proceso de Emancipación es el año
1810, momento en que en la mayoría de las capitales coloniales del imperio
español se crean Juntas de Gobierno, con la finalidad declarada de asumir
provisoriamente la dirección de sus asuntos en nombre del rey Fernando VII. El
hecho de que la península ibérica estuviera invadida por las tropas francesas
justificaba esta medida; el mismo Fernando VII, antes de dejar el país, nombró
una Junta para que se encargara de sus intereses, y a su ejemplo se crearon
Juntas provinciales en Sevilla, Galicia, Asturias y otros lugares de España. En
las colonias americanas, apelando a su formal condición de Provincias de Ultramar,
las fuerzas criollas internas, apoyándose sobre todo en la institución de los
Cabildos, impulsan también la formación de Juntas de Gobierno similares a las
de la península. [21]
Dada la
situación de España, regida a partir de 1808 por José Bonaparte -hermano de
Napoleón-, tanto los españoles fieles a Fernando VII como los criollos
ilustrados parecían coincidir en la necesidad de crear instrumentos de gobierno
que impidieran la anexión de las colonias a Francia. Sólo que estos últimos
veían en las Juntas organismos mediante los cuales pudieran consolidarse
proyectos autonomistas que fueran más allá de una simple medida transitoria de
resguardo de los intereses de la Corona y el Imperio.
Después de
los intentos pronto sofocados que se dan en Chuquisaca, La Paz y Quito en 1809,
el movimiento se extiende a otras capitales en 1810 y se inicia una etapa en la
que los sectores criollos más radicalizados empiezan a imponer su proyecto a
los moderados españoles realistas.
La diferente
apreciación acerca del carácter, atribuciones y perspectivas que debían tener
las Juntas de Gobierno -diferencias no siempre explícitas en el momento- va
separando a los peninsulares realistas de los criollos ilustrados. Esta
diferencia no nace como producto de la contingencia inmediata que debían
afrontar, sino que tiene antecedentes previos. La gestación de una conciencia
criolla diferenciada se inicia en el mundo colonial desde muy temprano. Las
contradicciones de intereses entre peninsulares y coloniales (los llamados
indianos por unos, criollos o españoles americanos, por otros), unida a la
institucionalización de las desigualdades y discriminaciones impuesta por la
práctica del gobierno central español, [22] crean las condiciones
materiales para el surgimiento de esta conciencia crítica primero, y luego para
su transformación en proyectos autonomistas o independentistas. Y aunque el año
1810 ilustra las primeras manifestaciones políticas concretas de esta
conciencia, su expresión pública había empezado a mostrarse ya desde fines del
siglo anterior.
La
declaración de independencia de las colonias inglesas del Norte, en 1776, y la
revolución francesa en 1789 son hitos significativos de los cambios que se
producen en la situación mundial a fines del siglo XVIII, cuando la burguesía
toma el poder político y se empiezan a desarrollar las grandes transformaciones
que caracterizan la consolidación de la Época Moderna. El pensamiento ilustrado
es el fermento ideológico que justifica estos cambios y ayuda a cimentar una nueva
conciencia crítica, rompiendo el ceñidor del pensamiento escolástico que
legitimaba un sistema vertical y autoritario. Todo esto, unido a los conflictos
que afectaban a las grandes potencias imperiales de entonces, forma el marco de
condiciones externas que posibilitan en América la rápida eclosión de las
fuerzas revolucionarias internas que abren paso a la Emancipación.
Por eso es
posible encontrar mucho antes de 1810 hechos significativos que muestran el
desarrollo de la conciencia que se exterioriza en la crisis que estalla ese
año. Ya en 1790, el venezolano Francisco de Miranda hacía en Londres gestiones
con el Primer Ministro William Pitt [23] para interesarlo en la causa
de la independencia de la América española. Ese mismo año, un jesuita peruano
expulsado, (1) Juan Pablo Viscardo y Guzmán, el abate Viscardo, redacta un
«Proyecto para la independencia de la América española» (que presenta en marzo
del año siguiente en Londres, persiguiendo objetivos similares a los de
Miranda). Cabe señalar que en 1791 Viscardo redacta (en francés) su famosa
«Carta a los españoles americanos», que Miranda hace editar en 1799 y que
circula por toda América. (2) Por otra parte, en 1790, en Haití (Saint Domingue para
entonces) se producen los primeros brotes de una rebelión, que al año siguiente
estalla como insurrección de los esclavos, movimiento que finalmente triunfa,
haciendo de Haití la primera nación latinoamericana que declara formal y
públicamente su independencia (1º de enero de 1804).
Una
tradición historiográfica que ya se hace necesario revisar, acostumbra situar
cronológicamente el periodo de la Emancipación entre 1810 y 1824, es decir,
desde la creación [24] de las primeras Juntas de Gobierno hasta la
Batalla de Ayacucho. Si bien esta cronología es válida hasta cierto punto,
puesto que se ajusta a la parte político-militar del proceso, no permite situar
el vasto movimiento en su dimensión abarcadora, comprensiva. La historia no
puede seguir siendo limitada a la historia política, como ha sido
tradicional y sigue difundiéndose en los manuales, sino que debe mostrar los
procesos en su dimensión global, que incluye, además de los hechos políticos,
la historia de las ideas, los cambios sociales, económicos y culturales. Por
eso, parece más adecuado establecer que, en términos generales, el proceso de
emancipación colonial, como modificación del conjunto de la sociedad, se
desarrolla entre 1790 y 1830.
Este
periodo, que tiene su centro en el año 1810, comprende desde las primeras
manifestaciones abiertas y gestiones públicas por la independencia, hasta el
triunfo militar sobre los ejércitos españoles y el fin de la unidad política
que la lucha impone. En 1830 (el año de la muerte de Simón Bolívar) se produce
la disolución de la Gran Colombia, creada en 1819 y símbolo de alguna manera
del proyecto de integración política de las naciones liberadas y del espíritu
americanista que tuvo el proceso emancipador. A partir de ese momento puede
darse por cerrado el periodo de la Emancipación propiamente tal, y se inicia
una larga y conflictiva etapa de formación de las naciones-estados, cuya
consolidación da origen a la mayoría de las actuales repúblicas. [25]
En el
aspecto cultural, la producción intelectual, artística y literaria del periodo
de la Emancipación no sólo está contextualizada sino claramente marcada por el
proyecto revolucionario que orienta el quehacer social de esos años. Los
hombres que promueven y activan el proceso emancipador eran criollos
ilustrados, poseían, en general, una cultura filosófica y literaria; eran,
puede decirse, hombres de letras con un pensamiento amplio y avanzado. Pero el
cultivo de la literatura, en el sentido que hoy daríamos al término, no fue en
ese periodo una actividad autónoma sino que estuvo al servicio de la difusión
polémica de las nuevas ideas (Henríquez Ureña: Corrientes,
98-101). Esto se puede establecer tanto por las evidentes preferencias
temáticas en la literatura de esos años, como por la a menudo explícita
posición ideológica que asume la perspectiva de enunciación. Este carácter
programático y de servicio que asumen las letras de esos años explican no sólo
la virtual ausencia de una literatura concebida como expresión individual,
subjetiva, sino la utilización sistemática de las formas tradicionales que se
denominan «neoclásicas», puesto que su empleo facilitaba la recepción por parte
de un público formado en la sensibilidad y gustos del XVIII.
Una
consecuencia importante de este hecho es que la noción misma de «literatura»
(sobre todo si la tomamos en su acepción actual) adquiere en este periodo un
sentido sumamente lato y bastante ajeno a las cuestiones puramente artísticas o
estéticas, que pasaban más bien a cumplir [26] una función
complementaria o ancilar, como podría decir Alfonso Reyes.
Como hemos
señalado más arriba, en este periodo el ejercicio de las letras, y en general
el de toda actividad intelectual, se encuentra hondamente marcado (en uno u
otro sentido, en función de unos u otros intereses) por el proyecto
emancipador, liberador y contestatario que compromete el conjunto de la vida
social. Para el bando de los patriotas, sobre todo, las letras eran un
instrumento de difusión de las nuevas ideas, de formación de conciencias
críticas y libres, un medio para la «ilustración» de los ciudadanos, que debían
prepararse para el ejercicio de la libertad que se buscaba conquistar.
Las
condiciones materiales y políticas en que se daba el ejercicio de las letras
hacen que hasta el segundo decenio del siglo XIX el proyecto emancipador y
revolucionario no pudiera expresarse en el medio hispanoamericano de una manera
abierta. Porque si bien es cierto que la obra de sus intelectuales muestra,
sobre todo en la etapa inmediatamente anterior a 1810, diversos grados de
radicalización en sus planteamientos nacionalistas y emancipadores, es
necesario considerar que no siempre estas manifestaciones podían mostrar la
verdadera hondura de sus proyectos revolucionarios, habida cuenta de la
represión y vigilancia que ejercían sobre los escritos las autoridades
coloniales. Más libres, y por tanto más audaces y reveladoras, son las
expresiones escritas de los criollos en el exterior, particularmente
en [27] Europa, sobre todo después del triunfo de la Revolución
Francesa (1789).
La medida de
expulsión de los jesuitas, decretada por Carlos III en 1767, dio lugar a que
una significativa cantidad de miembros de la orden se dieran a la tarea de
difundir el conocimiento y de formar conciencia sobre la realidad americana en
los medios europeos. De hecho, como señala John Lynch, «la literatura de los
jesuitas exiliados pertenecía más a la cultura hispanoamericana que a la
española. Y, si no era aún una cultura 'nacional', contenía un ingrediente
esencial del nacionalismo, la conciencia del pasado histórico de la patria
(...). Los jesuitas eran simplemente los intérpretes de sentimientos
regionalistas que ya se habían arraigado en el espíritu criollo». (3)
Un ejemplo
significativo de esto lo encontramos en el ya mencionado abate Viscardo.
Peruano de nacimiento, exiliado a raíz de la expulsión de los jesuitas, vive en
Italia y en Inglaterra. En 1791 redacta su «Carta a los españoles americanos»,
que es editada por Francisco de Miranda en 1799. En este texto se hace
explícita la identidad del hispanoamericano como diferente del español
peninsular, al afirmar que
|
El Nuevo Mundo es nuestra patria, y su historia es la nuestra, y
en ella es que debemos examinar nuestra situación [28] presente
para determinarnos, por ella, a tomar el partido necesario a la conservación
de nuestros derechos propios y de nuestros sucesores. |
|
Esta
afirmación de identidad diferenciada es, para Viscardo, la necesaria toma de
conciencia de que «[no conocemos] otra patria que ésta [i. e. América] en la
cual está fundada nuestra subsistencia y la de nuestra posteridad», y en
consecuencia España debe ser vista como «un país que nos es extranjero, a quien
nada debemos, de quien no dependemos y del cual nada podemos esperar».
Esta idea de
que «la patria es América», como dirá más tarde Bolívar, es decisiva en la
formación de la conciencia emancipadora, y es fundamental tomarla en cuenta
para comprender globalmente el proceso de esos años, ya que es un sello
específico que marca tanto las acciones políticas y militares de todo ese periodo
como los proyectos intelectuales y literarios que entonces se plasman.
Porque es un
hecho evidente que en las letras de esos años prácticamente no se encuentran
preocupaciones «nacionales» a la manera como se desarrollan posteriormente (y
como todavía se entienden); es decir, no se postula una literatura -o una
cultura- que sea chilena, argentina, mexicana o venezolana, sino una que fuera
«americana», y este «americana» es un gentilicio de identificación nacional,
por oposición a «española». Los escritores se sienten «americanos» y por ello,
para quienes hoy escriben las historias de las literaturas nacionales, a
menudo [29] es difícil -y no muy legítimo- adscribir a muchos de
ellos a un país específico. (4)
Aparte de
esta idea de una identificación diferenciadora con respecto a la España
peninsular, es importante destacar en el texto de Viscardo la base política
libertaria e ilustrada que alimenta su conciencia emancipadora: la lucha de
América no tiene un sentido nacionalista estrecho, no es contra los españoles
en cuanto tales sino contra el despotismo y el absolutismo, razón por la cual
considera que «el español sabio y virtuoso, que gime en silencio la opresión de
su patria, aplaudirá en su corazón nuestra empresa». Porque una América libre
será también «asilo seguro para todos los españoles, que además de la
hospitalidad fraternal que siempre han hallado allí podrán respirar libremente
bajo las leyes de la razón y de la justicia».
La Carta de
Viscardo se publica (en francés) en 1799, un año después de su muerte; en 1801
se hace una edición en castellano, que circula en los medios patriotas de todo
el continente. El principal propagador del texto de Viscardo en esos años fue
Francisco de Miranda, y esto es significativo y revelador de su importancia
como síntesis del proyecto político-ideológico que impulsaba la conciencia criolla
en ascenso. [30]
Sin embargo,
como se ha dicho, pocos son los textos propiamente literarios que se registran
en ese periodo. El mismo año de la edición en castellano de la Carta de
Viscardo se da a conocer la «Oda al Paraná» de Manuel José de Lavardén
(1754-1809), en que los versos neoclásicos de elogio al paisaje y la tierra son
lenguaje discreto para anunciar las posibilidades de progreso basado en la
industria y el comercio, vagamente insinuado como «libre comercio».
Tal vez lo
más interesante y significativo de una nueva cultura emergente en esos años no
se encuentra en obras canónicamente consideradas literarias. Es interesante,
aunque ha sido soslayado en gran medida, el registro de una amplia producción
de textos que, desembarazándose de los ceñidores codificados de la
«literatura», dieron lugar a lo que bien pudiera considerarse como el «género»
más propio del periodo. No existe un nombre común para esta modalidad
expresiva, pero es evidente que bajo las diversas denominaciones con que se dan
a conocer estos textos -«Declaración», «Proclama», «Arenga», «Memorial»,
«Representación»... (5)- subyace una misma búsqueda [31] formal y expresiva. El
ejemplo más importante y donde alcanza su mayor nivel este «género» literario
propio del periodo de la emancipación, se encuentra en la «Carta de Jamaica»
(1815) de Simón Bolívar, verdadera pieza maestra en su tipo.
Por otra
parte, también es frecuente, sobre todo en los primeros años, que se utilicen,
cambiando su signo, formas canonizadas por la tradición literaria y cultural,
como los «Diálogos» y los «Catecismos». (6) Un estudio que parta del registro y examen de las
manifestaciones concretas que constituyen el mundo de las letras de la
emancipación, tendría que establecer la tipología discursiva básica, tanto
temática como formal, que predomina en la producción literaria de esos años. Y
en esta perspectiva sería posible ver que desde la Carta (1791)
de Viscardo hasta la «Alocución a la poesía» (1823) de Andrés Bello subyace un
mismo aliento, que busca formalizar literariamente el proyecto y el conflicto
político-ideológico que define la fisonomía de la sociedad de la época.
Como hemos
señalado, la mayor parte de la producción en la esfera de las letras de este
periodo no se encauza [32] por las vías tradicionales de la poesía o
la narrativa de ficción. Sin embargo esto no significa que no hayan tenido
cultivadores, y algunos de importancia y valor.
En la lírica,
aunque no desaparecen los motivos amorosos y sentimentales, el conjunto de la
producción está marcado también por las preocupaciones libertarias, patrióticas
y cívicas; si empleamos la nomenclatura tradicional, podríamos decir que estas
obras formalmente se ajustan a las modalidades neoclásicas, aunque se pueda
advertir la creciente presencia de los alientos románticos. (7) Los títulos mismos revelan las preferencias formales que más
se adecuan al impulso que las motiva: «Oda a la libertad» (1812) de Mariano
Melgar, «Oda a la victoria de Maipú» (1818) de Juan Cruz Valera, «Oda a los
habitantes de Anáhuac» (1822) de José María Heredia, la «Victoria de Junín.
Canto a Bolívar» (1825) de José Joaquín de Olmedo. Es interesante destacar,
dentro de todo esto, que surgen algunas expresiones que van mostrando la
presencia [33] y afirmación de una sensibilidad diferenciada respecto
de la europea y española peninsular. Por otra parte, aunque su presencia haya
sido en general soslayada por la historiografía literaria tradicional, circula
una vasta producción popular, y ésta llega incluso a permear el terreno de la
poesía ilustrada y escrita, entregando muestras originales y verdaderamente
renovadoras. Tal el caso, por ejemplo, de los «cielitos» de Hidalgo o de los
«yaravíes» de Melgar.
En lo que
respecta a textos teatrales, su producción es escasa, y abundan las
traducciones e imitaciones de obras clásicas y de autores franceses, la mayor
parte concebidas para la lectura y no para la representación. Dentro de los
parámetros formales de la tragedia neoclásica escribieron obras Juan de la Cruz
Varela, José Fernández Madrid y hasta el mismo José María Heredia; también se
dieron algunos casos de comedias a lo Moratín y de sainetes. (8) Uno de los ejemplos de la búsqueda de utilizar el teatro
para difundir las ideas nuevas y para servir al proyecto emancipador es el de
Camilo Henríquez, que escribe una obra dramática, La Camila, o la
patriota de Sud-América, mientras estaba exiliado en Buenos Aires, y
aunque [34] no consigue representarla se imprime en 1817. En esta
obra, mediante trazos fuertes y lenguaje enfático, aparecen los patriotas
perseguidos por el despotismo español, que encuentran refugio entre los indios,
presentados por contraste como idealizada muestra de sabiduría y de bondad.
La obra
narrativa que destaca en este periodo es, indudablemente, El
Periquillo Sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi. Lizardi
fue básicamente un publicista de ideas, dedicado al periodismo y a la polémica.
Utiliza la coyuntura del decreto de 1812 de las Cortes de Cádiz sobre la
libertad de imprenta, para fundar periódicos y desarrollar su actividad en
México. El regreso de Fernando VII y el inicio de la Reconquista o Restauración
Colonial imponen la censura y Lizardi opta por emplear la ficción narrativa
para expresar aquello que la censura le impedía en el periodismo. Es así como
en 1816 salen a luz los tres primeros volúmenes de El Periquillo Sarniento (el
4º y último sólo se imprime con la edición de 1830), obra en la que si bien no
hay una manifestación explícita de los ideales libertarios y emancipadores (las
condiciones tampoco lo permitían), se plasma como una clara propuesta crítica
que cuestiona, desde una perspectiva ilustrada y antiescolástica, la degradada
sociedad colonial y la deformación moral, cívica e intelectual que resultaba de
la colonia.
Un caso
especial y que amerita ser tomado en consideración en la narrativa de este
periodo es el de la novela [35] Jicotencal, (9) de autor desconocido, pero hispanoamericano, publicada en
Filadelfia en 1826. Es considerada como la primera novela histórica, dentro del
código romántico, anterior a la primera de esta índole en España (Ramiro,
conde de Lucena, de Rafael Húmara, publicada en 1828). Como señala Pedro
Henríquez Ureña, «en realidad, su aparición marcaría los comienzos del
romanticismo en la América española si no fuera porque se trató de una obra
aislada en la que casi nadie paró mientes y que no tuvo continuadores ni
influencia» (Corrientes, 123). En todo caso, el hecho es ilustrativo
de la creciente autonomía de las letras hispanoamericanas con respecto a las
españolas, lo que se verá corroborado poco más tarde con la publicación
de Elvira, o la novia del Plata (1832) de Esteban
Echeverría. [36]
El texto en que más claramente se expone
el sentido de la literatura en función de proponerse la emancipación literaria
y servir a la emancipación cultural de los americanos, es la «Alocución a la
poesía», de Andrés Bello. Publicada originalmente en 1823, en las páginas
iniciales de la Biblioteca Americana, la revista que Bello y Juan
García del Río (1794-1856) empiezan a editar en Londres, es, en opinión de José
Juan Arrom «un verdadero manifiesto poético» (Arrom: Esquema,
135; Henríquez Ureña: Corrientes, 100). El poema es presentado en
los siguientes términos: «Alocución a la Poesía, en que se introducen las
alabanzas de los pueblos e individuos americanos, que más se han distinguido en
la guerra de la independencia (Fragmento de un poema inédito, titulado
'América')». Escrito en la métrica de la silva (combinación libre de versos de
7 y 11 sílabas), comienza con una invocación a la poesía para que abandone
Europa («esta rejión de luz i de miseria») y venga a las tierras de América
(«del Sol joven esposa»), donde se encuentra abierta la naturaleza y todo
espera para encontrar su inspiración en ella:
|
Divina Poesía, |
|
|
tú de la soledad
habitadora, |
|||
a consultar tus
cantos enseñada |
|||
con el silencio de
la selva umbría, |
|||
tú a quien la verde
gruta fue morada, |
5 |
||
i el eco de los
montes compañía: |
|||
tiempo es que dejes
ya la culta Europa, |
|||
que tu nativa
rustiquez desama, [37] |
|||
i dirijas el vuelo
a donde te abre |
|||
el mundo de Colon
su grande escena. |
10 |
El carácter
programático de este poema de Bello está subrayado por el hecho de publicarse
encabezando el número inaugural de la revista, (10) que es explícitamente -como se puede leer en el «Prospecto»
que anuncia la salida de la revista- una empresa a la vez de emancipación y de
integración americanas. La clara conciencia que Bello tenía de la función
liberadora de la literatura, las artes y las ciencias es la que lo impulsa a
fundar la Biblioteca Americana (1823), tarea que luego
continúa con El Repertorio Americano (1826-1827). Ambas
revistas pueden considerarse como la más ambiciosa empresa cultural de ese periodo,
y son la mejor ilustración de los proyectos e ideales que caracterizan este
momento. Andrés Bello, cuya labor se prolonga, expande y profundiza en el
periodo siguiente, es, sin lugar a dudas, la personalidad intelectual de mayor
trascendencia en las letras hispanoamericanas del siglo XIX.
Existe
consenso generalizado de que la producción literaria en este periodo estuvo
profundamente imbricada con el proyecto de emancipación política. Eso explica
que [38] sus hombres de letras sean al mismo tiempo políticos y
hombres de acción. Por eso mismo, es difícil separar las múltiples funciones
que cada uno de ellos cumple en esos años. Pero si hubiera que resumir, en una
dimensión continental, los aportes más importantes de la vida cultural de este
periodo, sería posible hacerlo considerando la labor de Andrés Bello en el
campo intelectual y literario, la de Simón Rodríguez en la renovación de las
ideas educativas y la de Simón Bolívar en la reflexión y la acción
política. [39]
La Organización de los Estados Nacionales (1831-1880)
Hacia 1830,
el proceso de emancipación política de las antiguas colonias de España, salvo
Cuba y Puerto Rico, estaba terminado. Pero el proyecto integrador y unitario
que era consustancial al proceso también se diluye y comienza una etapa de
luchas caudillistas, guerras internas y conflictivos cambios de poder, buscando
formas de gobierno independiente del que no existían tradiciones ni
experiencias.
Los sectores
cuya insurgencia provocó la ruptura con la metrópoli buscan asegurar su
hegemonía en las nuevas repúblicas, y garantizar las condiciones de su
fortalecimiento como oligarquías criollas, agropecuarias fundamentalmente, y en
menor grado mineras. Una de las secuelas del régimen colonial fue la carencia
de una tradición gestionaria de administración y gobierno, lo que hizo que la
vida republicana en estos países se desarrollara a
bandazos, [40] entre la anarquía y el despotismo. Salvo en Chile y en
Brasil-por razones diferentes en ambos casos-, los años que van desde 1830 a
1850 aproximadamente, se caracterizan por la inestabilidad, tanto de los
gobiernos pretendidamente republicanos como de las naciones mismas que tratan
de constituirse como entidades autónomas a partir de las artificiales
divisiones político-administrativas establecidas en la colonia.
El proceso
de constitución y estabilización de las estructuras nacionales, abarca el
periodo que va desde 1830 (disolución de los proyectos de integración
continental o subregionales) hasta 1880, años más, años menos. Y en este largo
proceso pueden distinguirse dos momentos que, con algunos desfases, se cumplen
en casi todos los países. Los primeros veinte años, como se ha dicho, se
caracterizan por las guerras civiles, enfrentamientos de caudillos, anarquía y
desgobierno; pero hacia mediados de siglo, se empiezan a estabilizar las
sociedades bajo el control oligárquico, y una situación favorable del comercio
internacional permite un incremento de los ingresos de exportación y un
fortalecimiento económico. Como consecuencia de esto último, a partir de 1850,
la estabilización de los estados nacionales, afincada en el desarrollo de una
economía de cultivo y extractiva, profundamente dependiente del comercio
exterior, hizo que la anterior dependencia colonial se sustituyera por una
relativa independencia política y un creciente fortalecimiento de los lazos
económicos con Europa. [41]
Los
proyectos que marcan la vida intelectual de esos primeros años llevan el sello
dominante del liberalismo ideológico en lo político, y del romanticismo en lo
artístico y literario. Es significativo que Andrés Bello, en 1842, escribiera
que «en la literatura, los clásicos y románticos tienen cierta semejanza con lo
que son en la política los legitimistas y liberales».
Con pocas
excepciones, los hombres de letras conservan la tradición que surge en el
periodo de la emancipación, y en las nuevas repúblicas independientes se
mantienen estrechamente vinculados a la vida pública y a la acción política.
Como señala Pedro Henríquez Ureña, «en medio de la anarquía, los hombres de
letras estuvieron todos del lado de la justicia social, o al menos del lado de
la organización política contra las fuerzas del desorden» (Corrientes,
114).
Si bien es
cierto que el sello general de esos primeros decenios de este periodo de
formación de los estados nacionales se articula al romanticismo, no es menos
cierto que este romanticismo tiene características difícilmente reductibles sin
violencia al romanticismo europeo. En primer lugar, por la fuerte vinculación
con la vida pública y la política inmediata que mantenían sus hombres de
letras. Y en segundo lugar, porque no había en América una tradición clásica de
modelos que enfrentar y de normas que romper. De esta manera, el impulso
libertario del romanticismo hispanoamericano fue más inaugural que ruptural, y
tuvo un fuerte acento de identificación nacional y un [42] marcado
interés por los valores propios. Más que anti clásico fue anti español, sobre
todo en el sentido de anti despotismo.
Por ello, no
es tan extraño que surgieran en América obras románticas antes que en España, o
por lo menos, con autonomía respecto al proceso literario peninsular. Es el
caso ya mencionado de Jicotencal (1826); y en estos años, el
caso de Esteban Echeverría (1805-1851), que en 1832 publica Elvira, o
la novia del Plata. Si bien esta obra -como la otra, su antecesora en el
romanticismo- no tuvo una gran acogida en el público, abre camino al reconocimiento
de su autor, que en 1837 da a conocer su obra literaria más importante, el
relato en verso titulado La cautiva, en el que con la
incorporación del paisaje de la pampa -que llama «el desierto»-, el
enfrentamiento entre criollos e indios y la naturaleza salvaje, la temática
nacional se hace centro de la obra (a diferencia de Elvira, en
que estaba apenas formalmente insinuada). En Echeverría se ilustra con bastante
propiedad la manera nacional y específica en que el romanticismo se manifiesta
en América, especialmente si consideramos que en 1839 escribe su conocido
relato El matadero -que no se publica sino hasta 1871-, y
que también por esos años da a conocer, primero en forma esquemática -en el
periódico El Iniciador de Montevideo, enero de 1839-, el texto
doctrinario que se conoce como Dogma socialista (1846).
El interés
por lo nacional y por la realidad casi inédita que iba desplegándose en las
nuevas naciones de América [43] no es una preocupación puramente
especulativa; está profundamente relacionada con la necesidad de conocer,
comprender y organizar la sociedad civil. Y hasta las actividades más
tradicionalmente desvinculadas de la funcionalidad práctica (como la poesía,
por ejemplo) o las que obviamente parecieran destinadas al esparcimiento y
recreo (como la inauguración de teatros y salas de espectáculos), se
articulaban a este proyecto de formar al ciudadano, al agente civil y
civilizado de las nuevas repúblicas. No es pues extraño que en el mundo de las
letras, la producción propiamente literaria, del modo como en nuestros días se
entiende, fuera parte de una actividad mayor y englobante. Es así como el
hombre de letras, además de estar creando una incipiente literatura nacional,
reflexionaba y participaba activamente en la formulación de ideas y proyectos
constitucionales, legislativos, educacionales, etc., como otra manera de
contribuir a la construcción de las nuevas repúblicas.
Sobre todo
en la primera etapa de este periodo, la figura que mejor representa y resume en
su más alto grado la función plena del hombre de letras es Andrés Bello.
Después de un penoso aunque productivo exilio en Londres (desde 1810 hasta
1829), a mediados del año 29 vuelve a América, contratado por el gobierno de
Chile, país en el que permanece hasta su muerte (1865). Chile, que había vivido
una etapa confusa y anárquica en el decenio anterior, a partir de 1830 inicia
un proceso de estabilización política, apoyado en el sector
económico-social [44] de la oligarquía terrateniente y encabezado en
gran medida por Diego Portales. Se constituye así un gobierno fuerte,
centralizado, pero al mismo tiempo despersonalizado (no caudillista), en el que
se busca imponer la impersonalidad de las leyes y ordenanzas por sobre la
voluntad e interés de los gobernantes y directivos; (11) la Constitución de 1833, de prolongada vigencia, a la que se
agrega en 1856 el Código Civil, funciona como un marco regulador y
estabilizador de la vida ciudadana. Estas condiciones posibilitan la obra de un
hombre del potencial de Andrés Bello. Su obra, amplia, variada y compleja, lo
sitúan como uno de los intelectuales más importantes del siglo XIX, y ella
puede ilustrar en forma plena el proyecto que moviliza la vida cultural de ese
periodo; si hay un principio que pueda englobar este proyecto diríamos que todo
él está en función del autoconocimiento identificador y de la organización y
estabilización de la vida civil, en los planos de la administración, la
educación, las ciencias y las letras.
No deja de
ser significativo que las obras de Bello que en esos años tuvieron mayor
trascendencia americana hayan sido el Código Civil (iniciado
en 1831 y promulgado [45] en 1855) (12) y la Gramática de la lengua castellana para el uso
de los americanos (1847). (13) El primero, destinado a regular con nuevos criterios la
sociedad civil, sustituyendo la legislación española que seguía siendo
aplicada; y la segunda, con el objeto de legitimar y normalizar el uso de la
lengua común en las nuevas naciones.
Cabe señalar
que esta preocupación e interés por las cuestiones relativas al derecho, al
ordenamiento jurídico, y a la lengua y las modalidades del castellano en
América, no son privativos del singular talento y la visión de Bello. Si bien
alcanzan en él una realización plena y memorable, pueden considerarse como una
marca específica del quehacer de los intelectuales y hombres de letras de este
periodo. Sin pretender un recuento prolijo, y solamente de paso, pueden
recordarse obras como el Fragmento preliminar para el estudio del
derecho (1837) [46] y las Bases para la
Constitución de la República Argentina (1852) de Juan Bautista
Alberdi; el antes citado Código o Declaración de principios... (1838;
después Dogma socialista, 1946) de Esteban Echeverría; los Apuntamientos
para la introducción de las ciencias morales y políticas (1840) y
el Código de moral fundado en la naturaleza del hombre (1860)
de Justo Arosemena. Y en lo que respecta a la preocupación por la lengua,
aparte de la ya citada y otras numerosas obras de Bello, puede recordarse
el Diccionario provincial (...) de voces y frases cubanas (1836)
de Esteban Pichardo; el Prospecto del «Diccionario matriz de la lengua
castellana» (1850) y el Diccionario de galicismos (1855) de
Rafael María Baralt; las Apuntaciones críticas sobre el lenguaje
bogotano (1867-1872) de Rufino José Cuervo.
Un aspecto
importante y a menudo descuidado en el estudio de este periodo es el que
corresponde a la preocupación por organizar y difundir los primeros repertorios
literarios, tanto nacionales como de conjunto. En esos años se publican las
primeras antologías y los primeros esbozos de historias literarias. Se trata de
una tarea estrechamente vinculada con el proyecto general y englobante de
autoconocimiento y afirmación identificadora en la organización de las
repúblicas independientes.
En este
orden, el esfuerzo más señalado y valioso lo constituye la obra pionera,
prolija y erudita de Juan María Gutiérrez. Dentro de ella no puede dejar de
mencionarse [47] su América Poética, impresa en
Valparaíso en 1846. (14) Este volumen es el primer intento sistemático de reunir y
dar a conocer un muestrario significativo de la producción literaria (en verso)
de Hispanoamérica. Lleva a manera de pórtico, inmediatamente después de la nota
de presentación, el texto completo de la «Alocución a la poesía» de Andrés
Bello; como se ha señalado antes, este poema, de 1823, puede ser considerado un
verdadero manifiesto de emancipación y autonomía literaria, de manera que el
colocarlo en sitio tan especial y privilegiado en esta primera antología (15) es un indicio revelador del carácter y la función que se
pretende que ésta cumpla. La América Poética constituye uno
de los repertorios más interesantes y reveladores de las letras del siglo XIX;
el que no haya sido nunca reeditado y la dificultad de encontrar ejemplares de
esta obra puede [48] explicar el hecho de que no haya sido todavía
suficientemente valorada su importancia por la historiografía literaria. Aparte
de su valor como repertorio y como testimonio del pensamiento crítico literario
de la época, la obra presenta algunas características interesantes. Es
revelador, por ejemplo, que en la noticia inicial con que presenta a cada uno
de los 53 poetas, ordenados alfabéticamente por sus apellidos, no se use nunca
el gentilicio nacional (cubano, chileno, argentino, mexicano, etc.), sino que
simplemente se indique el lugar de nacimiento. También resulta interesante
observar que se incluyen en la muestra poetas de Cuba y Puerto Rico, a pesar de
que estos países eran todavía políticamente parte de la corona española. Por
último, es digno de atención el que en la presentación de «Los Editores» (p.
V-IX) se haga una reivindicación de la poesía en las culturas prehispánicas y aborígenes,
hecho singular y hasta novedoso en ese momento.
Además de
esta fundamental obra de Juan María Gutiérrez, en este periodo se publican en
diversos países (y con variados títulos también) las primeras recopilaciones y
antologías que buscan establecer los antecedentes y las bases iniciales de una
literatura nacional. (16) [49]
Los dos momentos que se pueden distinguir
en este periodo de organización de las repúblicas como estados nacionales
podrían ilustrarse también con dos obras que figuran entre las más importantes
publicadas en esos años. Me refiero al Facundo (1845) de
Domingo Faustino Sarmiento y al Martín Fierro (1872) de José
Hernández.
El primer
momento, en el que la anarquía y el caudillismo no son sino dos expresiones de
una misma realidad social confusa y desorientada, da origen a una obra que sin ser
estrictamente literaria en términos convencionales -mezcla de ensayo
antropológico y social, con descripción de ambientes y costumbres, reflexión
ideológica y exposición de tesis políticas y programáticas- se considera una
pieza magistral de las letras del siglo XIX. Nos referimos a Civilización
y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga -como se titula en su
primera edición-, conocida con el nombre abreviado de Facundo.
Expresión maestra de la ideología europeizante del liberalismo clasista y del
romanticismo, en Facundo se formaliza literariamente la
tesis, cara a la oligarquía ilustrada, de que la verdadera causa de los males
de América se define por un conflicto entre la civilización europea y la
barbarie americana. Y que los espacios en que se despliegan estos dos principios
antinómicos son la ciudad y el campo, respectivamente. Para Sarmiento, la
dicotomía se plantea en términos irreductibles, y las anheladas y necesarias
metas del progreso, en términos de orden social, desarrollo del comercio, la
industria y la educación, sólo serán posibles en la medida en
que [50] la «civilización» someta a la «barbarie». Esta tesis
esquemática y brutal de Sarmiento tuvo larga progenie, sobre todo por la
facilidad con que pudo ser asimilada por el positivismo, entonces todavía
incipiente, que pudo darle nuevos rasgos y argumentos y prolongar su vigencia
ideológica incluso hasta bien avanzado el siglo XX.
Al
publicarse el libro de Sarmiento, en pleno momento de una sociedad corroída por
luchas intestinas, los referentes precisos de carácter local eran los blancos e
ilustrados oligarcas de Buenos Aires, por una parte, y por otra, los caudillos
provincianos y los gauchos mestizos y montoneros. Con el proceso de
estabilización de la sociedad argentina, después de la derrota de Juan Manuel
de Rosas (1852) y especialmente a partir del triunfo de las tropas de Bartolomé
Mitre y el fin del conflicto entre la Confederación y Buenos Aires (1861), se
consolida y desarrolla el poder de la oligarquía agraria y ganadera. Bajo su
hegemonía se busca la unificación del país, y ya la dicotomía de Sarmiento no
puede plantearse en los mismos términos referenciales.
El segundo
momento de este periodo, en el que se concreta la estabilización de la vida
social, por el carácter de las economías en desarrollo induce a una
reconsideración de la visión negativa del campo y la provincia, ya que el nuevo
proyecto implica, para afianzar la unidad nacional, su integración al proceso,
y la superación de los prejuicios excluyentes. El gaucho, en el esquema de Sarmiento,
representaba literalmente la barbarie negativa que se oponía a la civilización,
al progreso, al orden. Pero en esta [51] nueva etapa consolidativa y
estabilizadora, su función era fundamental para el desarrollo de la producción,
sobre todo ganadera, una de las más fuertes bases de la economía nacional. Por
eso empieza a reajustarse el esquema, y, sin salirse del modelo maniqueo de
«civilización y barbarie», se le empieza a considerar como un agente de la
civilización, del progreso, del dominio sobre el campo y la tierra.
La obra en
que adquiere su dimensión metafórica este cambio, no de la antinomia sino de
sus referentes concretos, es El gaucho Martín Fierro (1872)
de José Hernández, uno de los libros más leídos y difundidos en esos años y que
se ha convertido en una verdadera epopeya nacional en Argentina. En esta obra,
Hernández, sin romper con el esquema de Sarmiento, coloca los términos
(civilización versus barbarie) en una dimensión referencial más coherente con
la nueva realidad. El gaucho, que es blanco o mestizo, empieza a vincularse a
los valores positivos (la «civilización», en términos de Sarmiento), y el
factor antagónico, la rémora y el atraso, pasa a ser el indio, tradicional
poseedor de las tierras que hay que civilizar. El Martín Fierro,
obra, por otra parte, de indudable maestría artística, cumple la función de
proyectar una imagen épica y heroica del gaucho, idealizado además como figura
noble y sencilla; es el hombre que hace producir el campo, sometiéndolo a la
civilización, a pesar de las adversidades, incomprensiones e injusticias. Esta
idealización del gaucho va a parejas con la satanización del indio, el
«bárbaro», reacio a la civilización, al cristianismo, a la cultura
y [52] leyes de los blancos. Como puede revelarlo una lectura atenta
de la obra, llama la atención que los mismos rasgos y expresiones que se
emplean para caracterizar la «barbarie» en el Facundo son
los que se emplean para caracterizar a los indios en el Martín Fierro.
Al entrar en
una etapa de estabilización las sociedades y al irse, en mayor o menor grado,
consolidando las repúblicas, la producción literaria empieza a desprenderse de
funciones contingentes inmediatas. Sobre todo a partir de mediados del siglo se
advierte la creciente presencia de obras en las que se reivindica cierta
autonomía de funcionamiento y la búsqueda de una condición más propiamente
literaria. El costumbrismo (artículos, cuadros y relatos) establece una especie
de zona de transición entre el entretenimiento y la crítica más o menos amable
de tipos y comportamientos sociales; incluso en el teatro ofrece una expresión
bastante lograda, en las obras, por ejemplo, de Manuel Ascencio Segura o de
Felipe Pardo. La prensa periódica posibilita también un tipo de literatura en
las que la función de entretener se va privilegiando; se fortalece en esos años
el folletín sentimental y de intriga (con un enorme desarrollo en México, por
ejemplo).
Ya en la
segunda mitad del siglo la novela sentimental y realista (los dos elementos
integrados) muestran una presencia madura del género, que se acrecienta con el
tiempo. De esos años destacan Martín Rivas (1862) de Alberto
Blest Gana, y María (1867) de Jorge Isaacs. Hacia fines de
este periodo se produce una especie de recuperación de la [53] temática
indígena, con obras cuya perspectiva sentimental e idealizada no entra en
contradicción con los criterios dominantes; ejemplos de esta propuesta pueden
verse en Cumandá, o los amores de dos salvajes (1871) de
Juan León Mera, y en Enriquillo (1878, 1882) de Manuel de
Jesús Galván.
Con todo, y
a pesar de las varias muestras de obras literarias que aún hoy conservan su
vigencia artística, no es sino hasta el periodo siguiente, después de 1880, que
la producción literaria empieza a tener un desarrollo relativamente autónomo, a
formularse su propio proyecto paralelo a los proyectos sociales, políticos y
reivindicativos que se plantean en las otras esferas de la vida
social. [55]
La Modernización Dependiente
(1881-1910)
Como se ha
señalado en el capítulo anterior, hacia 1880 el proceso de organización y
estabilización de los estados nacionales estaba en gran medida resuelto, sobre
la base de la hegemonía de la oligarquía liberal y dentro del marco de una
economía exportadora, orientada sobre todo a los mercados europeos.
El espacio
social en que se desenvuelve el mundo de las letras hispanoamericanas a finales
del siglo XIX está signado por un acelerado proceso de transformación interna
de las sociedades. Este proceso, que se conoce en los estudios
histórico-sociales como «modernización», puede situarse cronológicamente en los
últimos decenios del XIX y comienzos del XX (Romero: Latinoamérica,
247 y ss.). En esos años se produce el desplazamiento de lo que José Luis
Romero llama «el patriciado criollo», un crecimiento
acelerado [56] de las ciudades capitales -con paralelo estancamiento
de las provincias-, el afianzamiento de una nueva burguesía que buscaba
controlar tanto el mundo de los negocios como el de la política, etc. En
general, en América Latina este proceso implica un «ajuste de los lazos que la
vinculaban a los grandes países industrializados» (id., 250).
Esta modernización,
que significa el ingreso de América Latina a la «civilización industrial» (17) en condiciones de una nueva dependencia, es el marco
continental en el que surge y se desarrolla el movimiento literario que se
conoce como Modernismo hispanoamericano. (18) Hay consenso entre los historiadores político-sociales, como
Halperin Donghi, entre los historiadores de la economía, como Marcelo
Carmagnani, de las ideas, como José Luis Romero, de las relaciones
internacionales, como [57] Demetrio Boersner, y de la literatura,
como Gutiérrez Girardot o Ángel Rama, (19) para establecer que este periodo se ubica aproximadamente
entre 1880 y el segundo decenio del siglo XX.Como señala T. Halperin Donghi:
|
En 1880 -años más,
años menos- el avance en casi toda Hispanoamérica de una economía primaria y
exportadora significa la sustitución finalmente consumada del pacto colonial
impuesto por las metrópolis ibéricas por uno nuevo (Halperin Donghi, 200). |
|
El cierre de
este periodo se puede situar unos pocos lustros después, ya que, como apunta el
citado historiador, este orden neocolonial «nace (...) con los signos ya
visibles de agotamiento que llegará muy pronto» (id.). Y aunque en su opinión
el agotamiento pleno del nuevo orden se patentiza en 1930, es indudable que el
periodo 1910-1918 es un momento de crisis que marca una alteración en el nexo
de dependencia: pasa de las potencias europeo occidentales a los Estados
Unidos. (20) En América Latina, tres hechos de diferente índole pueden
servir como ilustración de esta crisis: la Revolución Mexicana iniciada en
1910, la [58] Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Reforma
Universitaria (iniciada en Córdoba, Argentina, en 1918, y que se extiende
prácticamente a todo el subcontinente).
Considerado
este periodo histórico en su conjunto, se puede establecer que en su etapa
consolidativa -a partir de 1880, aproximadamente, y hasta el término de la
Primera Guerra Mundial- se desarrolla en el mundo de las letras
hispanoamericanas lo que se conoce como el movimiento Modernista en su
expresión más plena y progresiva. La crisis que se registra hacia el segundo
decenio del siglo XX es el hito histórico en que se hace manifiesta la
declinación de la sensibilidad y de la producción Modernistas. En la etapa
final de este movimiento artístico se produce la entrada en escena de las propuestas
polémicas y experimentales del vanguardismo.
El
Modernismo literario, por consiguiente, puede considerarse como un proyecto
estético-ideológico que se articula al proceso de incorporación de América
Latina (en relaciones de dependencia, conviene recordarlo) al sistema de la
civilización industrial de Occidente, al capitalismo. (21)
La difusa
conciencia de desajuste y desencanto que impregna la visión del mundo que
caracteriza nuestro Modernismo literario, hace de la Belleza -así,
con [59] mayúsculas- la suprema si no la única finalidad del Arte
-también con mayúsculas-, y convierte a éste en una especie de bastión de
defensa, oponiendo sus logros y posibilidades a la inanidad de lo real y
cotidiano.
El «héroe
abúlico» de la narrativa modernista (22) se corresponde cabalmente con la tesitura del hablante
lírico de la poesía del mismo periodo, ambos directa o indirectamente marcados
por el tedium vitae y un aristocratizante testimonio de la
decadencia, que los lleva a concebir el arte y la poesía como únicos valores
incorruptibles en el naufragio de la realidad social inmediata.
Lo artístico
como asidero y refugio de valores frente a una realidad en descomposición, poco
a poco, sin embargo, devino en retórica y en un proceso de autoalimentación
preservativa: si la Belleza no estaba en lo real, era en el Arte donde había
que buscarla. Y de este modo, lo que en un momento pudo ser y fue bastión de
ataque para fustigar una realidad en proceso de degradación, se fue
convirtiendo en reducto de defensa y bastión de aislamiento. Pero esto último
ya corresponde a la etapa de comienzos del siglo XX, porque es necesario
recordar que el Modernismo, en su momento de auge y desarrollo orgánico,
representó un proyecto de altivo rechazo crítico a
la [60] degradación social. Cuando Darío declara: «más he aquí que
veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países
lejanos e imposibles», lo explica inmediatamente por su personal actitud ante
la realidad de su tiempo: «¡qué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que
me tocó nacer» («Palabras liminares» de Prosas profanas, 1896).
No está aquí simplemente eludiendo, negando la realidad: la está rechazando, la
está criticando, mostrándola como contraste negativo del ideal que encarna el
arte.
En este
sentido, la poética del Modernismo, sobre todo en su etapa inicial, mantiene
siempre una vinculación con la realidad social a través de esta actitud de rechazo.
La retorización vendrá después, cuando el «mundo del ensueño» deje de ser
función de este contacto crítico. Como ha señalado Ricardo Gullón,
|
en la época
modernista la protesta contra el orden burgués aparece con frecuencia en
formas escapistas. El artista rechaza la indeseable realidad (la realidad
social: no la natural), a la que ni puede ni quiere integrarse, y busca
caminos para la evasión. (23) |
|
Es
importante insistir en esta distinción respecto al rechazo de la realidad en el
Modernismo: el rechazo se [61] dirige hacia la realidad social, no a
la natural. Porque será en esta última -en la realidad «natural», en «lo
natural» más bien, en el sentido de lo no contaminado por la civilización
urbana e industrial- (24) donde se apoye el proceso que permita posteriormente pasar
de la negación a la afirmación, proceso que alimenta una de las tendencias más
interesantes de lo que Max Henríquez Ureña llama «una segunda etapa del
Modernismo». (25)
Dicho en
otros términos, la «evasión» en los Modernistas, más que como un proyecto
conscientemente afirmado, debe leerse como signo de rechazo a una realidad
degradada; pero este rechazo no engloba a «la realidad» en términos absolutos
(no es una postura filosófica), sino sólo a la realidad social. La realidad
natural, lo natural, no era negado; simplemente no entraba en el ámbito de sus
preocupaciones o intereses centrales en cuanto artistas.
En todo
caso, en la base de la poética de los primeros momentos orgánicos del
Modernismo se encuentra esta postulación disociativa entre el mundo del arte,
de la poesía, [62] y el de la realidad, de lo cotidiano. Y esto llega
a ser vivido -o vivenciado- casi como una escisión entre el hombre en cuanto
ciudadano y el hombre en cuanto artista. En Darío, por lo menos, esto parece
ser conscientemente asumido cuando declara: «Como hombre, he vivido en lo
cotidiano; como poeta, no he claudicado nunca, pues siempre he tendido a la
eternidad» («Dilucidaciones» de El canto errante, 1907).
Aparte de la
actitud que imprecisa y provisoriamente podemos denominar de «evasión»
-manifestada sobre todo en aspectos y preferencias de carácter temático-, el
modo característico en que se registra en la poética del Modernismo esta
escisión y esta relación de rechazo a la realidad social, a «la vida y el
tiempo en que les tocó nacer», se manifiesta en lo que Ángel Rama describe como
un proceso de transmutación de lo real en un código poético que busca
articularse a los universales arquetípicos del arte. (26) Lo real podía tener presencia en el arte en la medida en que
pudiera transmutarse y universalizarse mediante un código que permitía
quintaesenciar y ennoblecer artísticamente cualquier referente. Un presidente
puede ser cantado si es «con voz de la Biblia o verso de Walt Whitman»; una
ciudad nativa se rescata al sentirla como equivalente a las que se consideran
de prestigio cosmopolita: «Y León es hoy a mí como Roma o París»; y si se
recuerda [63] «allá en la casa familiar, dos enanos», estos son «como
los de Velásquez».
De este
procedimiento puede decirse que derivan tanto los méritos y aportes del Modernismo
como su propia caducidad.
Es
importante señalar que esta concepción de la belleza y el arte contribuye a
desarrollar la conciencia creciente de la literatura como una actividad
autónoma, así como la idea de la profesionalización del escritor y su
responsabilidad de dominio del oficio, conociéndolo a cabalidad, para
perfeccionarlo y renovarlo.
Todo esto
trajo ventajas y desventajas. Si, por una parte, se logra construir una lengua
verdaderamente literaria y explorar al máximo las potencialidades artísticas
del idioma, por otra parte, la acentuación unilateral del interés en el código
poético (unida al desligamiento de la realidad como vivencia generadora) devino
progresivamente -en los satélites primero, y en los epígonos después- en un proceso
de retorización y de pérdida de contacto con la realidad.
El proyecto
estético-ideológico del Modernismo, al irse diluyendo, evidencia su raigambre
romántica, pues romántica es la raíz de su altiva propuesta del arte como una
ilusión compensatoria de la realidad social. (27) Ilusión que la realidad, la vida misma, se encarga de aventar: [64]
|
La vida es dura. Amarga
y pesa. |
|
¡Ya no hay princesa que
cantar! |
escribe Darío en 1905. El mundo de la
Belleza y el Arte que los modernistas habían buscado construir como bastión de
superioridad crítica y de defensa, va revelando su inanidad frente al
arrollador avance de un pragmatismo depredador. La «modernización» del mundo
latinoamericano, es decir, su proceso de integración al mundo del capitalismo
industrial, se manifiesta como un nuevo proceso de dependencia, mediatizando
con el ángulo metropolitano (Europa primero, luego EE.UU.) la relación entre
producción y consumo; el París celeste del ensueño se cotidianiza al alcance de
cualquier rastacuero enriquecido, y se hace evidente que el proclamado cosmopolitismo
no iguala la condición de quienes transitan las mismas calles del mundo.
De esta
manera, hacia el final del periodo, se encuentra una especie de regreso a los
temas, motivos y valores del mundo americano, lo que, de alguna manera implica desarrollar
y jerarquizar algo que estaba presente en el proyecto global anterior, pues se
trata de un retorno a lo [65] «natural», a lo simple y sencillo, a lo
no contaminado por el avance de un mal entendido progreso burgués. En realidad,
esta «vuelta a la tierra», como suele decirse de la modificación que se observa
en la temática modernista, si bien registra un cambio de
acento no puede verse como una ruptura con el sistema
poético entonces hegemónico. Es importante insistir en el hecho de que en la
poética global del periodo de modernización, y en el mismo Darío -como ha sido
señalado, entre otros, por Torres Rioseco-, estaban presentes, aunque no
siempre en primer plano, casi todos los elementos de esta actitud. Una
consideración menos unilateral del Modernismo y menos tributaria de la lectura
que de él hicieron las buenas conciencias de sus receptores coetáneos, muestra
que su poética tiene una amplitud y complejidad que no calza con la imagen
reductora que proyectan los manuales de historia literaria. (28) Porque la crítica tradicional, tanto en el caso
del [66] Modernismo como en otros equivalentes (Romanticismo,
Realismo, Naturalismo) ha pretendido definir todo un movimiento
literario por las características de una escuela poética dentro
de él, reduciendo así el proceso global a uno solo de sus momentos, el que
corresponde a su etapa de «modernismo canónico», e incluso a lo que se suele
denominar -superficialmente- «rubendarismo». (29)
Si pensamos
el Modernismo no en términos de «escuela» poética sino en cuanto «movimiento» y
proceso, como el conjunto de la producción literaria articulada a un periodo
histórico-social (lo que se ha llamado la «modernización») que transcurre
aproximadamente entre 1880 y 1910, podremos verlo como una respuesta
estético-ideológica que ofrece una compleja (y aparentemente contradictoria)
fisonomía, en la cual el «rubendarismo» es sólo un aspecto parcial. (Y no sólo
un aspecto parcial del Modernismo así entendido, sino también de la misma
producción poética de Darío).
Max
Henríquez Ureña se refiere a la última etapa como «la hora crepuscular del
modernismo». Desarrollando esta imagen, bien podría comprenderse el conjunto
del movimiento modernista como un proceso en el que podrían distinguirse tres
momentos: uno auroral, en el que se sitúan los llamados
«precursores», entre los que se destacan [67] Julián del Casal
(1863-1893), Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895), José Asunción Silva (1865-1896)
y José Martí (1853-1895); un momento cenital, que cubre
plenamente la figura de Rubén Darío (1867-1916); y finalmente uno crepuscular,
en el que se sitúa la obra de poetas como Ramón López Velarde (1888-1921),
Baldomero Fernández Moreno (1886-1950), Carlos Pezoa Véliz (1879-1908), Abraham
Valdelomar (1888-1920) y otros.
Estos
últimos, es decir, los escritores que nacen y se forman durante los años de
plenitud del modernismo, y empiezan a escribir cuando la crisis de un proyecto
social de «modernización» se hace evidente y se evidencia también el proceso de
retorización de una propuesta estética que se desvincula cada vez más de lo
real, se plantean la búsqueda de una salida desde el interior mismo del sistema
poético hegemónico, desde sus propias premisas. Pero este intento de
recuperación no logra cristalizar en una ruptura alternativa, en una propuesta
poética de negación y ruptura, sino más bien en un readecuación, en una
«reforma» más que una «revolución» poéticas.
Su
propuesta, en líneas generales, puede resumirse en los rasgos que señala
Monguió:
|
Todos, por esos
mismos años, van a lo cotidiano, lo corriente, lo poco «poético», lo
nacional, lo provinciano, lo nimio, en busca de temas literarios que los
alejen de lo exquisito, lo raro, lo cosmopolita, lo exótico del modernismo,
lejos de las islas griegas y de los pabellones [68] de Versalles,
de las pagodas orientales, de marquesas y abates dieciochescos, de samurais y
de musmés, de Mimí Pinsons más o menos montparnasianas. Naturalmente no
siempre consiguen una ruptura completa con el modernismo -la tradición
literaria es demasiado fuerte- pero la tendencia no deja de ser general,
impresionante, simultánea. (30) |
|
Esto nos
revela que hacia finales de la vigencia del Modernismo surgen propuestas
poéticas que no podemos considerar como hechos aislados, y que entre ellas
existe una afinidad que sería necesario, a más de la constancia empírica,
precisar y sistematizar. Y en estos casos -como en otros que habría que agregar
al conjunto- nos encontramos con que se dan una serie de circunstancias y
condiciones externas que son relativamente comunes a estos escritores que se
incorporan a la actividad literaria a fines del primer decenio del siglo XX.
Por ejemplo,
la mayor parte de ellos proviene de la periferia de los centros hegemónicos de
la vida social, económica, política y cultural de sus respectivos países. Casi
todos son de provincia o de barrios suburbanos, y provienen de familias de las
capas medias de la población (hijos de profesionales, comerciantes o de
familias en descenso económico). Esta proveniencia de sectores periféricos
(capas medias y provincia) que encontramos en un alto [69] porcentaje
de los escritores de ese momento, pasa a ser significativa si se vincula el
hecho a los cambios producidos en la sociedad latinoamericana del XIX, que
hacia 1880 se encuentra en una nueva etapa de su evolución global. El
desarrollo del capitalismo en América Latina, aun dentro de su modalidad
dependiente, trajo, entre otras consecuencias, un proceso de democratización
relativa y un crecimiento necesario del sector social destinado a cumplir
funciones de servicio (las que corresponden al llamado «sector terciario de la
economía»). Esto, unido al incremento de los servicios educacionales (necesario
al propio proyecto de modernización de la economía y reforzado ideológicamente
por las creencias del positivismo), hizo surgir el mito de la educación y las
letras como vía de ascenso social y de acceso a posiciones espectables en los
centros de poder. (31)
Considerando
el periodo en conjunto, es fácil establecer que los escritores que nacen y se
forman dentro de su horizonte, es decir, durante la vigencia del sistema
poético del Modernismo, se diferencian obviamente de los que imponen esa misma
poética. Pero dado que aún siguen vigentes las condiciones socio-culturales en
función de las cuales esa propuesta poética global surge y se desarrolla, la [70] obra
de estos escritores no se diseña como una ruptura radical sino más bien como
una variable renovadora.
En otros
términos, la producción literaria de esta nueva promoción, por lo menos en su
primera etapa (la que se da en el segundo decenio de este siglo), se
encuentra dentro de la poética global del Modernismo; esta
promoción no presenta -en esta etapa- un proyecto estético-ideológico nuevo,
ruptural, sino una modificación interna del proyecto modernista, en la que se
jerarquizan de modo distinto -y aun inverso- las preferencias de sus
antecesores consagrados.
Para
diferenciarlos sobre todo del Modernismo canónico se les ha denominado postmodernistas (Federico
de Onís) o mundonovistas (Francisco Contreras, Torres
Rioseco); la denominación podría ser irrelevante si se establece en grado
adecuado su relación con el proceso evolutivo del Modernismo, dentro del cual
constituyen la etapa de clausura. Como señala Jaime Giordano:
|
la generación postmodernista o mundonovista (...) representa
una etapa crepuscular de la estética modernista;
representa un conflicto entre lo que la visión aristocrático-burguesa del
mundo considera como bello y lo que los nuevos sectores (notablemente la
pequeña burguesía) realmente conocen. (32) [71] |
|
Dentro de
este modernismo crepuscular habría que comprender, sin lugar
a dudas, la obra poética que en los primeros 20 años de este siglo escriben
autores como los anteriormente señalados y otros cuyos nombres pudiéramos
perfectamente agregar a ellos. (33) Si consideramos todo este amplio conjunto de autores cuya
producción inicial sobre todo se sitúa cronológicamente en la etapa final del
periodo de la «modernización» en América Latina, veremos que su poética, si
bien no corresponde al modernismo canónico, no puede considerarse desprendida
del impulso general y principios estéticos esenciales de la poética del
movimiento modernista, concebido éste como la literatura del periodo de la
modernización. (34) Es necesario observar, [72] sin embargo, que
muchos de ellos, especialmente si consideramos su producción posterior al
término de guerra, se alejan cada vez más del Modernismo, ajustándose de alguna
manera a las nuevas propuestas que surgen en el mundo contemporáneo. Nos
referimos a la irrupción polémica y experimental de la vanguardia.
Para
resumir. En una perspectiva histórico-literaria, el Modernismo hispanoamericano
sería el proceso por el cual nuestra literatura, articulándose al proceso
global de «modernización» de las sociedades latinoamericanas, se asume como
literatura de la edad moderna en la última etapa de consolidación de la
sociedad industrial-capitalista a nivel mundial.
Desde este
punto de vista, la producción literaria de dicho periodo no se articula al
inicio de una etapa histórica, sino que viene a cerrar un ciclo más amplio y
general: el de la Época Moderna. Como dice Raimundo Lazo:
|
...el Modernismo es
esencialmente literatura finisecular, en suma, culminación y crisis
dramática, en lo literario, de un siglo que se proyecta dos décadas casi en
la centuria siguiente. (35) |
|
Y a esto es
a lo que apunta Ángel Rama cuando sostiene que: [73]
|
aunque fueron ellos
[los Modernistas] quienes introdujeron la literatura latinoamericana en la
modernidad y por lo tanto inauguraron una época nueva de las letras locales,
no se encontraban, como se ha dicho, en el comienzo de un novedoso periodo
artístico universal sino en su finalización, a la que accedían
vertiginosamente y tardíamente. (36) |
|
Esta casi
paradójica condición -la de inaugurar una etapa (de universalización) de
las letras locales en circunstancias en que finaliza un
periodo del arte universal-, no ha sido considerada con todas sus
implicaciones en los estudios de nuestro Modernismo. Tal situación, unida a lo
anteriormente señalado, especialmente lo que se refiere a no ver el carácter de
proceso (de «movimiento» en su cabal sentido) literario vinculado a un proceso histórico-social,
ha llevado a un reduccionismo abstracto y a una taxonomía metafísica de pre y
post, que dificulta la comprensión del Modernismo en su globalidad. [75]
Bibliografía Selecta
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Cronología del siglo XIX
(1790-1910)
1790
Francisco de
Miranda en Londres: reuniones con William Pitt. || Se publica primer periódico cotidiano hispanoamericano: Diario
Erudito, Económico y Comercial de Lima (
1791
Insurrección
en Haití (agosto): la rebelión de Bouckman, Mackandal, Biassou. || Abolición del régimen de encomiendas en Chile (Ambrosio
O'Higgins). || Primera Biblioteca Pública de Quito,
dirigida por Eugenio de Santa Cruz y Espejo. || Cabildo de Caracas nombra a Simón Rodríguez maestro de
primeras letras. || Hipólito Unanue [80] edita
en Lima El Mercurio Peruano. || Posible fecha de redacción (en francés) de la Carta
a los Españoles Americanos, del abate Juan Pablo Viscardo (publicada en 1799).
1792
España:
comienza hegemonía del favorito Manuel de Godoy. || Francisco de Miranda se incorpora como brigadier-general al
ejército francés. || Eugenio de Santa Cruz y Espejo
publica el periódico Primicias de la Cultura de Quito (7
números, hasta su clausura). || Hipólito
Unanue: Decadencia y restauración del Perú.
1793
Francia:
Ejecución de Luis XVI.
1794
Abolición de
la esclavitud en las colonias francesas (febrero). || Antonio Nariño traduce e imprime la «Declaración de los
Derechos del Hombre», en Bogotá. || La
Gaceta de Guatemala (
1795
España: cede
a Francia parte de isla Santo Domingo (Haití), a Inglaterra isla Trinidad y
norte de California. || Toussaint Louverture nombrado
general en Haití. || Sublevación indígena en Saint
Vincent (deportación de los [81] indios a Honduras). || Sublevación de esclavos negros en Coro (Venezuela): José
Leonardo Chirinos y José Diego Ortiz. || Prisión
de Antonio Nariño: condena a 10 años y confiscación de bienes. || Prisión de Santa Cruz y Espejo: muere en prisión. || Prisión de Servando Teresa de Mier: deportado a España.
1796
Condena a
muerte de Leonardo Chirinos.
1797
Conspiración
de Gual y España en Venezuela. || Simón
Rodríguez abandona Venezuela.
1798
Francisco de
Miranda funda en Londres, con otros patriotas americanos, la sociedad secreta
«Logia Lautaro». || Muere en Londres Juan Pablo Viscardo
y sus papeles son entregados a Miranda.
1799
José María
España es ajusticiado en Caracas; Manuel Gual se ha exiliado en Trinidad. || Simón Bolívar viaja a España. || Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland obtienen permiso y
llegan a América. || Juan Pablo Viscardo y Guzmán: Lettre
aux espagnols américains par un de leurs compatriotes (Ed. en
Londres, con pie de imprenta en Filadelfia). [82]
1800
México: La
Inquisición investiga al cura Miguel Hidalgo y Costilla por sospecha de herejía
y «afrancesamiento». || En Trinidad es envenenado Manuel
Gual. || Buenaventura P. Ferrer publica El
Regañón de La Habana (Æ1802).
1801
España:
Godoy hace invadir Portugal. || Haití
dicta su Constitución (1º de julio) y Toussaint Louverture es nombrado
Gobernador vitalicio. || Humboldt y Bonpland en La Habana. || Encuentro de Fray Servando Teresa de Mier y Simón Rodríguez
en Bayona; colaboración y traducción de Atalá de
Chateaubriand. || Miranda es expulsado de Francia. || Manuel de Lavardén: «Oda al Paraná».
1802
El General
Leclerc invade Haití: prisión de Toussaint Louverture y restablecimiento de la
esclavitud. || Simón Bolívar regresa a Venezuela.
1803
Jean Jacques
Dessalines derrota a los franceses en Haití (septiembre 30). || T. Louverture muere en prisión en Francia. || Antonio Nariño regresa a Bogotá y es encarcelado. || Simón Bolívar vuelve a Europa. || Servando Teresa de Mier: prisión en España. [83]
1804
Haití: Se
proclama la Independencia (1º de enero). Dessalines proclamado emperador. || París: reencuentro de S. Bolívar con S. Rodríguez.
1805
Derrota
franco-española en Trafalgar. || Bolívar:
Juramento de Monte Sacro. || Miranda
visita Haití; entrevista con Dessalines. Miranda a Estados Unidos: entrevista
con Jefferson.
1806
Ocupación de
Buenos Aires por los ingleses; son rechazados. || Miranda intenta invadir Venezuela, por Coro (1º de agosto)
pero fracasa. || Haití: asesinato de Dessalines.
1807
Entrada de
tropas de Napoleón a España, para invadir Portugal (octubre). || Familia real portuguesa se embarca para Río de Janeiro
(noviembre 29; llegan a comienzos 1808). || Haití:
lucha entre Alexandre Pétion y Henri Christophe. || Bolívar regresa Venezuela. || Segunda invasión inglesa al Río de la Plata; son rechazados
en Montevideo. || Bolívar regresa a Caracas. || México: se reabre proceso de la Inquisición contra
Hidalgo. [84]
1808
Napoleón
ocupa España. || España: Batalla de Bailén (julio). || Gaspar Rodríguez de Francia, Alcalde de La Asunción. || Andrés Bello: «A la victoria de Bailén» (Soneto). || Se publica La Gaceta de Caracas (A. Bello
redactor). || Francisco José de Caldas: Semanario
de Nueva Granada.
1809
Movimiento
independentista en La Paz: creación de Junta de Defensa (julio-septiembre). Son
derrotados; ajusticiamiento de Pedro Domingo Morillo. || Junta Gubernamental en Quito (agosto). Sofocada por ejército
español. || Francisco de Miranda: «Declaración
sobre los derechos, libertades e independencia de América». || M. Rodríguez de Quiroga: «Proclama a los pueblos de
América». || Juan Pío de Montúfar, Marqués de
Selva Alegre (Ecuador: 1758-1818): «Arenga». || Mariano Moreno: «Representación de los hacendados». || Bernardo de Monteagudo: «Diálogo entre Atahualpa y Fernando
VII en los Campos Elíseos». || Camilo
Torres: «Memorial de agravios». || A.Bello
escribe su Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación
castellana (publicado en 1849).
1810
Haití: Henri
Christophe se proclama rey. || Se
reúnen las Cortes de Cádiz. || Estalla
la rebelión en las colonias hispano-americanas. Formación de las Juntas de
gobierno. [85] || Andrés Bello: Resumen de la Historia de
Venezuela. || A.Bello viaja en misión patriótica a
Londres (con Simón Bolívar y Luis López Méndez). || Miranda regresa de Londres (diciembre 11) y es nombrado
Teniente General de los ejércitos de Venezuela.
1811
Alzamiento
de José Gervasio Artigas en Uruguay. || José
Amor de la Patria (seud.): «Catecismo Político Cristiano» (circuló manuscrito
en Santiago; tal vez fecha anterior). || Camilo
Henríquez: «Proclama» (enero) (fdo. Querino Lemáchez).
1812
España:
Cortes de Cádiz promulgan Constitución liberal. || Cuba: Levantamiento de esclavos, dirigido por José Antonio
Aponte. || Prisión de Miranda (muere en 1816). || Mariano Melgar: «Oda a la libertad». || Camilo Henríquez: «Nociones fundamentales sobre los derechos
de los pueblos». || J. J. Fernández de Lizardi empieza a
editar periódico El Pensador Mexicano (
1813
Simón
Bolívar de los Andes a Caracas: la «Campaña Admirable»; es proclamado El
Libertador (agosto). || S. [86] Bolívar: Decreto
de Guerra a Muerte. || Se proclama la independencia del
Paraguay. || Fray Servando Teresa de Mier: Historia
de la Revolución de la Nueva España.
1814
España:
Fernando VII vuelve al poder. || Contraofensiva
de los ejércitos realistas en América. || Chile:
desastre de Rancagua y huida de los patriotas a Buenos Aires. || Paraguay: Gaspar Rodríguez de Francia se proclama dictador
perpetuo (
1815
Desembarco
de tropas realistas al mando de Pablo Morillo. || México: ejecutados Hidalgo y Morelos. || Bolívar se entrevista con Pétion en Haití. Bolívar se
refugia en Jamaica. || Derrotado ejército argentino en el
Alto Perú. || Brasil: Regencia proclama el Reino
Unido de Portugal y Brasil. || Simón
Bolívar: «Carta de Jamaica». || Muere
fusilado Mariano Melgar (1790-1815).
1816
España
retoma el control de casi todo el continente (excepto Río de la Plata). || Francisco de Miranda muere en prisión en Cádiz (julio). || José Mariano Beristain y Souza (1756-1817): Biblioteca
hispanoamericana septentrional (1er.
Tomo). || José Joaquín Fernández de
Lizardi: El Periquillo Sarniento (3 primeros vol.; el 4º en
la edición de 1830). [87]
1817
San Martín
cruza Los Andes con Ejército Libertador; B. O'Higgins Director Supremo. || Brasil: inicia guerra por posesión de Uruguay. Ocupación de
Montevideo: resistencia encabezada por Artigas. || Juan Germán Roscio: El triunfo de la libertad sobre
el despotismo (publ. en Filadelfia). || Camilo Henríquez: La Camila, o La Patriota de
Sud-América (impr. en Buenos Aires).
1818
Brasil:
coronación como rey de Juan VI. || Chile:
Triunfo del Ejército Libertador en Maipú (abril 5). || Venezuela: Unificación de las fuerzas de José Antonio Páez y
Simón Bolívar. || Fundación (por Bolívar) de El
Correo del Orinoco (dirigido por Francisco Antonio Zea). || Bernardo O'Higgins: «Proclama a los araucanos» (octubre). || Formación en Chile de la Escuadra Libertadora (comandada por
Lord Thomas A. Cochranne). || José
Joaquín Fernández de Lizardi: La Quijotita y su prima. || Bartolomé Hidalgo: «Cielito a la acción de Maipú». || Juan Cruz Varela: «Oda a la victoria de Maipú».
1819
Congreso de
Angostura. || S. Bolívar: Discurso de Angostura
(febrero 15). || Triunfo de Boyacá y toma de Bogotá. || Creación de la Gran Colombia. || Juan Egaña: Cartas pehuenches. [88]
1820
Haití: es
depuesto Henri Christophe. || España:
luchas liberales contra el absolutismo. Sublevación de las fuerzas
expedicionarias españolas en Cádiz. Alzamiento de Rafael de Riego: Fernando VII
es obligado a volver a la Constitución de 1812. || En América, las fuerzas patriotas avanzan desde el norte y
el sur hacia Perú. || Sustitución de Pablo Morillo por
Miguel de la Torre al mando de las fuerzas realistas. || El Ejército Libertador desembarca en Perú. || Simón Bolívar: «Decreto para restablecer a los indios en sus
derechos». || José María Heredia: «En el Teocalli
de Cholula».
1821
Batalla de
Carabobo (junio 24). || Bolívar prepara la Campaña del Sur,
a cargo de Antonio José de Sucre. || El
Ejército Libertador toma Lima (julio 19); José de San Martín es nombrado
Protector del Perú (julio 22). || Brasil:
Anexión de Uruguay. El rey Juan VI regresa a Portugal por petición de las
Cortes; su hijo don Pedro queda como regente. || Se funda la Universidad de Buenos Aires. || José Cecilio del Valle: Diálogos de diversos
muertos sobre la Independencia de América. || Fray Servando Teresa de Mier: Memoria político
instructiva. || Bartolomé Hidalgo: «Diálogos
patrióticos».
1822
México:
Agustín de Iturbide se proclama emperador. Fray Servando Teresa de Mier, José
Cecilio del Valle [89] y otros diputados son encarcelados.
Sublevación de Antonio López de Santa Anna. || Conferencia de Guayaquil, entre Bolívar y San Martín (julio
22-23). || EEUU reconoce la independencia de
Colombia. || Brasil: Don Pedro rompe con Portugal
y es proclamado emperador (septiembre 7). || José
María Heredia: «Oda a los habitantes de Anáhuac». || José Cecilio del Valle: «Soñaba el abad de San Pedro y yo
también sé soñar» (Proyecto de Confederación Americana).
1823
Tensiones
entre los patriotas en diversos países (esp. entre «federalistas» y
«centralistas»). || Derrota definitiva de los realistas
en Venezuela (Maracaibo y Puerto Cabello). || México: Iturbide obligado a renunciar, se proclama la
república. || Centroamérica: Congreso reunido en
Guatemala crea las Provincias Unidas de Centroamérica. || Andrés Bello (con Juan García del Río) en Londres publica la
revista Biblioteca Americana. Se edita allí su «Alocución a la
Poesía». || J. M. Heredia es desterrado de Cuba. || Simón Rodríguez regresa a América. || El presidente de EEUU en su Mensaje al Congreso (diciembre
2) proclama la llamada «Doctrina Monroe».
1824
Bolívar
libera Perú. Convoca al Congreso Anfictiónico de Panamá. || La Batalla de Ayacucho (diciembre 9) sella la etapa militar
de la independencia de la América [90] española. || EEUU reconoce a Brasil. || Francia reconoce la independencia de Haití. || José María Heredia: «El Niágara». || La Lira Argentina: primera antología poética
nacional.
1825
El Alto Perú
pasa a llamarse República Bolívar, después Bolivia. || Inglaterra reconoce la independencia de México, Colombia y
Chile. || Portugal reconoce la independencia
de Brasil. || León XII condena la independencia de
los países de Iberoamérica. || José
Joaquín de Olmedo: La Victoria de Junín. Canto a Bolívar. || José María Heredia: Poesías (publ. en
Nueva York).
1826
Disensiones
internas y conflictos en las nuevas repúblicas. || Congreso Anfictiónico de Panamá (junio 22). || Constitución centralista en Argentina: conflicto entre
«unitarios» y «federales»; Provincias: petitorio de Juan Manuel de Rosas y
resistencia de Facundo Quiroga. || Guerras
civiles en Centroamérica. || Conflictos
en la Gran Colombia. || Andrés Bello funda en Londres la
revista Repertorio Americano (
1827
Continúan
conflictos y disensiones en las nuevas repúblicas. || Guerra civil en Argentina. || Triunfo de Morazán en Honduras; reorganiza Federación
Centroamericana sobre bases liberales. || Juan
Cruz Varela: «Triunfo de Ituzaingó». || Se
funda diario El Mercurio (Valparaíso, Chile). || Muere Fray Servando Teresa de Mier. || Muere José Joaquín Fernández de Lizardi.
1828
Uruguay se
separa del Brasil y crea la República Oriental del Uruguay. || Simón Rodríguez: Sociedades Americanas en 1828.
1829
Triunfo de
Juan Manuel de Rosas en Argentina. || Francisco
Acuña de Figueroa: «Malambrunada». || Andrés
Bello llega a Chile.
1830
Disolución
de la Gran Colombia. || Es asesinado Antonio José de Sucre. || Se inicia en Chile la administración de Diego Portales
(presidencia de Joaquín Prieto). || Se
inician gobiernos autónomos en Ecuador (Juan José Flores), Uruguay (Fructuoso
Rivera). || Francisco de Morazán presidente de
la Confederación Centroamericana. || Se
crea la Universidad de San Andrés en Bolivia. || Simón Rodríguez: El Libertador del Mediodía de
América y sus [92] compañeros de armas defendidos por un
amigo de la causa social. || Muere
Simón Bolívar (diciembre 17).
1831
José Antonio
Páez presidente de Venezuela. || Brasil:
Pedro I obligado a abdicar en favor de su hijo Pedro II (Consejo de Regencia,
tutela de José Bonifacio de Andrada e Silva).
1832
Se
constituye la República de Nueva Granada. || Chile:
descubrimiento de las minas de plata de Chañarcillo. || Esteban Echeverría: Elvira, o la novia del Plata.
1833
Chile: nueva
Constitución (rige hasta 1925). || Argentina:
Rosas, Campaña del Desierto, contra los indios del sur. || Inglaterra se apodera de las islas Malvinas.
1834
Argentina:
concluye la llamada Campaña del Desierto (fueron muertos 6.000 indios). || Giuseppe Garibaldi se refugia en Brasil, huyendo de Italia. || José Eusebio Caro: Lara o los bucaneros. || Simón Rodríguez: Luces y virtudes sociales. || José Antonio Saco: «Justa defensa de la Academia Cubana de
Literatura» (es desterrado). || Muere
José Cecilio del Valle. [93]
1835
Argentina:
asesinato de Juan Facundo Quiroga. Se inicia dictadura de Rosas (
1836
España
reconoce independencia de México. || Andrés
de Santa Cruz proclama la Confederación Perú-Boliviana; Chile le declara la
guerra. || México: Santa Anna ataca a los
sublevados de Texas en El Álamo. || Esteban
Pichardo y Tapia: Diccionario provincial casi razonado de voces y
frases cubanas.
1837
Asesinato de
Portales en Chile. || Juan Bautista Alberdi: Fragmento
preliminar al estudio del derecho. || Esteban
Echeverría: Rimas (incluye La cautiva). || Mercedes Marín del Solar: «Canto Fúnebre a la Muerte de
Diego Portales».
1838
Argentina:
Flota francesa bloquea Buenos Aires. || R.Dominicana:
Juan Pablo Duarte funda sociedad independentista «La Trinitaria». || Esteban Echeverría redacta el Código o Declaración
de los principios que constituyen la creencia social de la República Argentina (
1839
Ejército
chileno derrota Confederación Perú-Boliviana en Yungay. || Se disuelve Confederación Centroamericana: Nicaragua, Costa
Rica, El Salvador, Honduras y Guatemala se constituyen como Estados
independientes. || Esteban Echeverría escribe «El
matadero» (publicado en 1871). || Cirilo
Villaverde: Cecilia Valdés (1ª versión). || Manuel Ascencio Segura: El Sargento Canuto (estreno
en teatro; publicado impreso en 1858). || Muere
José María Heredia.
1840
España
reconoce independencia de Ecuador. || Guerras
civiles en Argentina, Ecuador, Colombia, México. || Muere en Paraguay Gaspar Rodríguez de Francia. || D. F. Sarmiento desterrado a Chile. || Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel
López exiliados en Uruguay. || Justo
Arosemena: Apuntamientos para la introducción de las ciencias morales
y políticas. || Juan Francisco Manzano: Autobiografía
de un esclavo.
1841
Derrota de
Lavalle en Argentina. || Giuseppe Garibaldi se traslada a
Montevideo. || Santa Anna presidente de México. || Andrés Bello: «El incendio de la Compañía». || [95] Gertrudis Gómez de Avellaneda: Sab. || Manuel Ascencio Segura: La saya y el manto. || Rafael María Baralt: Resumen de la historia de
Venezuela.
1842
Fin de la
guerra civil en Colombia. || Fusilamiento
de Francisco Morazán en Costa Rica. || Chile:
se crea la Sociedad Literaria (Generación del 42). Se crea la Escuela Normal de
Preceptores (primera en Hispanoamérica, dirigida por Sarmiento). || Polémica Bello-Sarmiento. || Andrés Bello: Poesías. || Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido): El
veguero. || Salvador Sanfuentes: «El campanario». || Gertrudis Gómez de Avellaneda: Dos mujeres. || Juan Bautista Alberdi: «El gigante Amapolas».
1843
Chile ocupa
el Estrecho de Magallanes. || Sitio
de Montevideo (Manuel Oribe, apoyado por Rosas; hasta 1851). || Santo Domingo: levantamiento contra Haití. ||Fundación de la Universidad de Chile. A. Bello rector (
1844
España
reconoce independencia de Chile. || Se
crea la República Dominicana. || Santa
Anna es depuesto en México. || Puerto
Rico: Álbum Puertorriqueño (Antología). [96] || Juan Bautista Alberdi: Memoria
sobre la conveniencia de un Congreso General Americano. || José Victorino Lastarria: Investigaciones sobre la
influencia social de la conquista y el sistema colonial sobre la historia de la
República chilena. || Francisco Bilbao: Sociabilidad
chilena. || En La Habana es fusilado Gabriel de
la Concepción Valdés (Plácido).
1845
España reconoce
independencia de Venezuela. || EE.UU.
invade México y se anexa el territorio de Texas. || Domingo Faustino Sarmiento: Civilización y
barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga.
1846
EE.UU.
declara la guerra a México y ocupa Alta California y Nuevo México; invasión a
Veracruz. || Juan María Gutiérrez: América
Poética (en Valparaíso; primera antología hispanoamericana). || Gertrudis Gómez de Avellaneda: Guatimozín. || José Jacinto Milanés: Obras.
1847
España
reconoce independencia de Bolivia. || Continúa
invasión norteamericana a México: toma de la capital. || Descubrimiento de oro en California. || Inglaterra ocupa la costa de Mosquitia (Nicaragua). || Hegemonía de los hermanos Monagas en Venezuela (1847-1858). || Inglaterra levanta bloqueo a Buenos Aires. || José Mármol: El peregrino. [97] || Antonio José de Irisarri: El
cristiano errante. || Andrés Bello: Gramática de
la lengua castellana para uso de los americanos. || Muere José Joaquín Olmedo.
1848
Tratado de
Guadalupe Hidalgo: México debe ceder a EEUU la mitad de su territorio
(febrero). || Gobierno provisional de la Segunda
República francesa decreta abolición de la esclavitud en colonias del Caribe. || José Antonio Páez se asila en Colombia. || Manuel Isidoro Belzú asume gobierno en Bolivia. || Se levanta bloqueo francés a Buenos Aires. || Cirilo Villaverde encarcelado en Cuba. || J. J. Olmedo: Obras Poéticas (póstumo). || Narciso Aréstegui: El padre Horán. || Justo Arosemena: Principios de moral política.
1849
Venezuela:
Alzamiento de Páez; prisión. || Montevideo:
se funda la Universidad de la República. || Se
fundan las Academias de Bellas Artes en Santiago y en Caracas. || Fundación del Conservatorio Nacional de Música en Santiago. || Fermín Toro: «La Sibila de los Andes». || D. F. Sarmiento: De la educación popular. || Manuel A. Alonso: El jíbaro.
1850
Tratado
Clayton-Bulwer entre EE.UU. e Inglaterra sobre América Central y el Caribe. || Fundación de la Sociedad de la Igualdad en Santiago
(Clausurada por el [98] gobierno). || J. A. Páez expulsado de Venezuela llega a los EE.UU. || Chile: comienza colonización alemana en el sur. || Andrés Bello: Opúsculos literarios y críticos.
Tb. Compendio de la historia de la literatura. || Rafael María Baralt: «Diccionario matriz de la lengua
castellana» (prospecto). || Alejandro
Magariños Cervantes: Caramurú. || D. F. Sarmiento: Recuerdos de provincia.
1851
España
reconoce independencia de Nicaragua. || Fin
del bloqueo argentino contra Montevideo. || Abolición
de la esclavitud en Colombia, Ecuador, Bolivia. || Cuba: Narciso López declara la independencia y dicta
Constitución: es ejecutado. || Motines
de oposición liberal en Chile. Expulsión de Francisco Bilbao. || José Mármol: Amalia (
1852
Argentina:
derrota de Juan Manuel de Rosas, desterrado a Inglaterra. || Managua capital de Nicaragua. || Juan Bautista Alberdi: Bases para la Constitución
política de la República Argentina. || Manuel
Bilbao: El Inquisidor Mayor.
1853
EE.UU.
propone a España compra de Cuba y Puerto Rico. || Colombia: nueva Constitución. || Argentina: nueva [99] Constitución (inspirada en
ideas de J. B. Alberdi). || Santa
Anna dictador en México. || Alberto
Blest Gana: Una escena social. || Hilario Ascasubi: Trovas de Paulino Lucero. || Muere José Eusebio Caro.
1854
Abolición de
la esclavitud en Venezuela y Perú. ||Nueva
Constitución y creación de la República de Nicaragua.|| Bartolomé Mitre: Rimas. || Vicente Fidel López: La novia del hereje. || Muere Simón Rodríguez.
1855
Santa Anna
abandona México. || William Walker en Centroamérica. || Panamá se organiza como estado federal de Colombia. || Perú: Ramón Castilla presidente por 2º periodo; inicio de la
prosperidad del guano. || Chile: promulgación del Código
Civil, redactado por Andrés Bello. || Rafael
María Baralt: Diccionario de galicismos. || Manuel Ascensio Segura: El resignado (Teatro).
1856
Intervención
militar norteamericana en Panamá. ||Diversos
países: controversias entre el Estado y la Iglesia || William Walker se apodera de Nicaragua, instaura la
esclavitud. || Francisco Bilbao: Iniciativa
de América. Idea de un Congreso Federal de las Repúblicas Americanas. [100]
1857
Constitución
federal en México. Detención de Benito Juárez. || William Walker obligado a huir de Nicaragua. || Primera plantación de café en Guatemala. || Mariano Ospina presidente de Colombia. || Chile: ocupación de Mejillones en el litoral boliviano. || Primera Escuela Normal de Maestros en Cuba. || Teatro Municipal en Santiago y Teatro Colón en Buenos Aires. || Estanislao del Campo: Cartas de Anastasio el Pollo
sobre el beneficio de la señora La Grúa.
1858
España
reconoce independencia de Argentina. || México:
Guerra civil; Benito Juárez establece gobierno constitucional en Veracruz. || William Walker fracasa en invasión y es ejecutado en Costa
Rica. || Estalla Guerra Federal en Venezuela. || Juan León Mera: Poesías. || Alberto Blest Gana: El primer amor. || Eugenio Díaz: Manuela (por entregas,
incompleta, de dic. 1858-abril 1859. Ed. completa: 1866).
1859
España
reconoce independencia de Costa Rica. || Guerras
civiles en varios países. || México:
Leyes de Reforma dictadas por Benito Juárez desde Veracruz. || En Venezuela se proclama la Federación. || Justo Arosemena: Independencia del Istmo. [101]
1860
Triunfa la
Reforma en México; fin de la guerra civil. || Auge de la recolección cauchera. || Alberto Blest Gana: La aritmética en el amor. || Pablo Herrera: Ensayo sobre la historia de la
literatura ecuatoriana. || Manuel
Ascensio Segura: Ña Catita (Teatro). || Justo Arosemena: Código de moral fundado en la
naturaleza del hombre. || Ricardo
Palma: Anales de la Inquisición de Lima. || Juan Vicente González: Historia de Venezuela.
1861
Estalla la
Guerra de Secesión en los EE.UU. || México:
Benito Juárez presidente constitucional; suspensión del pago de la deuda y
coalición de España, Francia e Inglaterra; tropas desembarcan en Veracruz. || República Dominicana se reincorpora al imperio español
(Pedro Santana). || J. A. Páez, Jefe Supremo en
Venezuela. || Chile: presidencia de José Joaquín
Pérez; inicio del periodo liberal. || Orllie-Antoine
se proclama rey de la Araucanía y la Patagonia. || Triunfo militar de Bartolomé Mitre en Argentina y término
del conflicto entre Confederación y Buenos Aires.
1862
Invasiones
de potencias europeas en América Latina: México, Uruguay, Brasil. || México: se retiran España e Inglaterra; Francia intenta
conquistar el país; derrota en Puebla. || Bartolomé
Mitre elegido presidente de Argentina (por unanimidad). || Francisco Solano López sucede a [102] su padre en
Paraguay. || Alberto Blest Gana: Martín
Rivas. || Francisco Pimentel: Cuadro
descriptivo y comparativo de las lenguas indígenas de México (
1863
España
reconoce independencia de Guatemala. || México:
tropas francesas conquistan la capital; se ofrece la corona a Maximiliano de
Austria; B. Juárez organiza la resistencia en el norte. || R. Dominicana: sublevación contra dominación española. || Inicio del conflicto de Perú con España. || Fin de la guerra civil en Venezuela: Juan Crisóstomo Falcón
presidente. || Argentina: Sarmiento dicta decreto
de obligatoriedad de la enseñanza primaria. || José Hernández: Vida del Chacho. || Alberto Blest Gana: El ideal de un calavera. || Eugenio María de Hostos: Peregrinación de Bayoán. || Muere Antonio José de Irisarri. || Muere José Jacinto Milanés.
1864
Congreso de
Naciones Americanas (Lima), para tratar agresión de España a Perú (asisten
Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Venezuela). || Régimen militar de Mariano Melgarejo en Bolivia. Ruptura de
relaciones [103] con Chile. || Maximiliano
inicia su reinado en México (
1865
España
reconoce independencia del Perú y de El Salvador. || EE.UU.: Fin de la Guerra de Secesión (1861-1865). || Triple Alianza (Argentina, Brasil, Uruguay) declara la
guerra al Paraguay (
1866
España ataca
Valparaíso y El Callao. || Bolivia: Decreto de Melgarejo que
liquida comunidades indígenas (
1867
México:
Evacuación de las tropas francesas; Maximiliano es ejecutado; Benito Juárez
reelecto presidente. || Jorge Isaacs: María. || Rufino José Cuervo: Apuntaciones críticas sobre el
lenguaje bogotano (
1868
Estalla
guerra de independencia en Cuba y Puerto Rico. Cuba: Grito de Yara (Carlos
Manuel de Céspedes). Puerto Rico: Grito de Lares. || Triple Alianza ocupa Asunción. || Argentina: D. F. Sarmiento elegido presidente (
1869
Continúa
guerra de independencia en Cuba; derrotados patriotas en Puerto Rico. || Ignacio Manuel Altamirano: Clemencia. || Arresto de José Martí.
1870
Fin de la
guerra de la Triple Alianza: derrota de Paraguay (de 1.300.000 habitantes
quedan 300.000). || Bartolomé [105] Mitre
funda periódico La Nación. || Desarrollo
de la inmigración italiana en Argentina. || Venezuela:
Decreto de educación pública gratuita y obligatoria. || José Martí sentenciado a 6 años de presidio. || Estanislao del Campo: Poesías. || Lucio Vicente Mansilla: Una excursión a los indios
ranqueles. || Justo Arosemena: Constituciones
políticas de América Meridional.
1871
Perseguidos de la Comuna de París buscan
refugio en América Latina. || Brasil:
Ley de «libertad de vientres». || Bolivia:
depuesto Mariano Melgarejo, Agustín Morales decreta devolución de tierras a los
indios. || Costa Rica: Constitución liberal
(vigente hasta 1949). || Puerto Rico: Elecciones a Cortes: 14
liberales, 1 conservador. || Juan
León Mera: Cumandá. || Ricardo
Palma: Tradiciones Peruanas (
1872
Argentina:
se funda la primera sección latinoamericana de la Asociación Internacional de
Trabajadores. || Chile: Ley de imprenta (de carácter
liberal). || Muere Benito Juárez en México. || Antonio Lussich: Tres gauchos orientales.||
José Ramón Yépez: Anaida. || José
Hernández: El gaucho Martín Fierro. || Hilario Ascasubi: Santos Vega. || Juan [106] Montalvo: Capítulos que se le
olvidaron a Cervantes (publicado en 1895). || Manuel Zeno Gandía: Horas de Meditación.
1873
Tensiones
entre Perú, Bolivia y Chile. || Adolfo
Ballivián presidente de Bolivia. || Argentina:
aumenta corriente inmigratoria europea. Vicente Fidel López rector de la
Universidad de Buenos Aires. || Venezuela:
se establece matrimonio civil. Antonio Guzmán Blanco recibe título de «Ilustre
Americano». Muere José Antonio Páez (Nueva York). || Tratado de repúblicas centroamericanas para propugnar
principios liberales en sus territorios. || México:
enmiendas liberales a la Constitución. || Juan
de Dios Peza: Poesías. || Manuel
Acuña: Versos. || Juan
León Mera: Obras selectas de la célebre monja Sor Juana Inés de la
Cruz.
1874
Venezuela:
Guzmán Blanco cierra conventos y suprime fuero eclesiástico. || Chile: supresión de fuero eclesiástico. || México: presidente Sebastián Lerdo de Tejada en conflictos
por su política anticlerical. || José
Martí se gradúa en España, viaja a Francia. || Juan Clemente Zenea: Poesías Completas (póstumo). || José Castellanos: Lira de Quisqueya (antología
dominicana). [107]
1875
México:
estalla la rebelión yaqui en Sonora. || Ecuador:
reeleción de García Moreno provoca protestas; es asesinado. || José María Rojas: Biblioteca de escritores
venezolanos contemporáneos. || José
Victorino Lastarria: Lecciones de política positiva.
1876
Francia:
Ferdinand Lesseps funda sociedad para estudiar la construcción de un Canal en
Panamá. || México: Porfirio Díaz se apodera del
gobierno. || Ecuador: Ignacio de Veintemilla,
dictadura de corte liberal. || Colombia:
Aquileo Parra, presidente liberal. || Primer
Congreso Obrero Mexicano. || Argentina:
Primer envío de carne a Europa en vapor frigorífico.
1877
Argentina:
auge de la exportación de harina de trigo. Primera Exposición Nacional
Industrial en Buenos Aires. || México:
Porfirio Díaz impulsa programas de obras públicas. || Modernización económica en Uruguay.
1878
Cuba: Pacto
de Zanjón y fin de la Guerra de Diez Años. || Instalación de las empresas bananeras norteamericanas en
Honduras. || Colombia: se firma convenio con la
«Compagnie Universelle du Canal Interocéanique» de F.Lesseps para construir canal
en Panamá. || Brasil: se [108] funda la
Sociedad Positivista de Río de Janeiro. || Félix
Medina: Lira Nicaragüense. || Alejandro
Magariños Cervantes: Album de la poesía uruguaya. || Manuel de Jesús Galván: Enriquillo (
1879
Inicio de la
Guerra del Pacífico (Chile contra Perú y Bolivia). || Venezuela: Antonio Guzmán Blanco retorna a la presidencia. || EEUU: pronunciamientos oficiales contra la construcción del
Canal de Panamá por Lesseps. || José
Gautier Benítez: A Puerto Rico. || José Hernández: La vuelta de Martín Fierro. || José Zorrilla de San Martín: La leyenda patria.
1880
España
reconoce independencia de Paraguay. || Guerra
del Pacífico: desembarco chileno en costas peruanas. Campaña de Lima. || Argentina: Buenos Aires, capital federal y separada de la
provincia. Julio Roca es electo presidente. || Brasil: Joaquim Nabuco funda la Sociedad Contra la
Esclavitud. || Se inauguran trabajos de
construcción del Canal de Panamá. || Colombia:
comienza el auge del café. || José
Martí en Nueva York. || Florentino Ameghino: La antigüedad
del hombre en el Plata. || Manuel
José [109] Othón: Poesías. || Juan Antonio Pérez Bonalde: Ritmos (ed.
en Nueva York; contiene «El poema del Niágara»).
1881
España
reconoce independencia de Colombia. || Guerra
del Pacífico: ocupación de Lima por tropas chilenas (
1882
España
reconoce independencia de Uruguay. || R.
Dominicana: gobierno de Ulises Hereaux. || Argentina:
se funda La Plata como capital de la Provincia de Buenos Aires. Segunda
Exposición Industrial. Se instala el primer frigorífico. || José Martí: Ismaelillo.|| Vicente Pérez
Rosales: Recuerdos del pasado (como folletín; ed. rev.
aparte: 1886). || Eduardo Blanco: Zárate. || Cirilo Villaverde: Cecilia Valdés (edición
definitiva). || Miguel Luis Amunátegui: Vida
de don Andrés Bello.
1883
Fin de la
Guerra del Pacífico: Tratado de Ancón. || Argentina:
ocupación de territorios indígenas en el Chaco. || Chile: expropiación de territorios araucanos al sur. || Cuba: varios ingenios azucareros pasan a
empresarios [110] norteamericanos. || D. F. Sarmiento: Conflictos y armonías de las razas
en América. || Juan Antonio Pérez Bonalde: El
poema del Niágara (Prólogo de J. Martí).
1884
Argentina:
concluye la Campaña del desierto (desalojo de los indios; sometimiento del
cacique Namuncará). || Chile: Ley de sufragio universal
(sólo alfabetizados mayores de 25 años). || Ecuador:
alzamiento y derrota de Eloy Alfaro. || Colombia:
2º periodo de Rafael Núñez. || Lucio
Vicente López: La gran aldea. || Diego Barros Arana: Historia General de Chile (
1885
Conflictos
en Centroamérica. || Uruguay: Ley de matrimonio civil. || Martí: Amistad funesta. || Nataniel Aguirre: Juan de la Rosa; memorias del
último soldado de la independencia.
1886
Monarquía
española decreta abolición de la esclavitud (Cuba y Puerto Rico). || Venezuela: «Bienio» de Antonio Guzmán Blanco (3er. periodo
presidencial). || Chile: Presidencia de José Manuel
Balmaceda. || José Asunción Silva: Poesías. || Eustaquio Palacio: El Alférez Real. || Rufino José Cuervo: Diccionario de construcción y
régimen de la lengua castellana. || José
J. Podestá: Juan Moreira (Pantomima). [111] || Rubén Darío en Chile (
1887
Argentina:
Ley de matrimonio civil. || José
Martí nombrado Cónsul del Uruguay en EE.UU. || Rubén Darío: Abrojos. || Ramón Meza: Mi tío el empleado.
1888
Brasil:
Abolición de la esclavitud (Ley Aurea). || Se
declara la quiebra de la compañía constructora del Canal de Panamá. || México: reelección de Porfirio Díaz. || Eugenio María de Hostos en Chile (
1889
Brasil: es
depuesto el emperador Pedro II y se proclama la República. || Washington: Primera Conferencia de los Estados Americanos (
1890
Washington:
Finaliza Conferencia Panamericana y se crea la Oficina Internacional de
Repúblicas Americanas. || Brasil: Antonio Conselheiro funda
Canudos en el Estado de Bahía (
1891
Chile:
Alzamiento contra Balmaceda; suicidio. || José
Martí: «Nuestra América»; Versos Sencillos. || Julián Martel: La Bolsa.
1892
República
Dominicana: reelección de Ulises Hereaux. || México:
sublevación de taraumaras en Tomochic; masacre por el ejército. || Rubén Darío: «A Colón». || Marcelino Menéndez Pelayo: Antología de la Poesía
Hispanoamericana (
1893
Guerra civil
en Brasil. || Argentina: primer tranvía eléctrico
en América del Sur (La Plata-Ensenada). || Heriberto [113] Frías:
publica anónima, por entregas, la crónica de Tomochic (marzo-abril) [2ª ed. 1894.
3ª --con su nombre-- 1899; definitiva: 1906]. || Julián del Casal: Bustos y rimas (póstumo;
muere ese año). || Eduardo Acevedo Díaz: Grito
de gloria.
1894
España
reconoce independencia de Honduras. || José
Asunción Silva: «Nocturno III». || Manuel
Zeno Gandía: La charca. || Manuel
González Prada: Páginas libres. || Manuel Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz Dufoo fundan en México
la Revista Azul (
1895
Nueva guerra
de independencia en Cuba: desembarco de Martí; muerte en Dos Ríos (abril 19).
Invasión de Maceo. || Perú: Nicolás de Piérola presidente
constitucional. || Rubén Darío: «Marcha triunfal». || Venezuela: Primer Libro Venezolano de Literatura,
Ciencias y Bellas Artes (Colectivo; positivismo). || Juan Montalvo: Capítulos que se le olvidaron a
Cervantes (póstumo). || José
Martí: Manifiesto de Montecristi. [114]
1896
Cuba:
continúa guerra independentista; muerte de Maceo. || Insurrección independentista en Filipinas, orientada por
José Rizal, quien es ejecutado. || México:
4ª reelección de Porfirio Díaz. || Brasil:
Guerra de Canudos. || Primeras proyecciones de Cine en
América Latina (Río de Janeiro, Buenos Aires, Ciudad de México). || Rubén Darío: Prosas profanas y otros poemas.
Tb. Los raros [2ª ed. aumentada 1905]. || Amado Nervo: Perlas negras. || Manuel Gutiérrez Nájera: Poesías (póstumas). || Andrés Mata: Pentélicas. || José Santos Chocano: Azahares. || Manuel Díaz Rodríguez: Sensaciones de viaje. || Carlos Vaz Ferreira: Ideas sobre estética
revolucionaria. || Muere José Asunción Silva.
1897
Brasil:
aplastada sangrientamente rebelión de Canudos. En Río de Janeiro positivistas
inauguran el Templo de la Humanidad. || Ecuador:
Eloy Alfaro incorpora los indios a la ciudadanía. || Perú: descubrimiento de cobre en Cerro de Pasco. || Leopoldo Lugones: Las montañas de oro. || Fray Mocho: Memorias de un vigilante. || Alberto Blest Gana: Durante la Reconquista.
1898
Cuba:
explosión del Maine, EE.UU. declara guerra a España. Tratado de París: España
pierde Cuba, Puerto Rico y Filipinas. || Guatemala:
gobierno de Manuel Estrada Cabrera (
1899
Se crea el
Tribunal Internacional de La Haya. || Cuba:
evacuación española, inicio de administración norteamericana. || Puerto Rico: idem. || Centroamérica:
Se crea la United Fruit Company. || Venezuela:
campaña de Cipriano Castro y toma del poder. || Colombia: inicio de la «guerra de los dos mil días». || José Santos Chocano: La epopeya del Morro. || Guillermo Valencia: Anarkos. || Manuel Gutiérrez Nájera: Cuentos de color humo. || Manuel Díaz Rodríguez: Cuentos de color. || Enrique Gómez Carrillo: Bohemia sentimental. || José Enrique Rodó: Rubén Darío. || César Zumeta: El continente enfermo. || Ricardo Jaimes Freyre: Castalia
bárbara.
1900
México:
Porfirio Díaz se hace reelegir por 5ª vez. || Chile: se funda la Mancomunal Obrera de Iquique (obreros del
salitre). || José Enrique Rodó: Ariel. || José Santos Chocano: El canto del siglo. || Luis Orrego Luco: Un idilio nuevo. || Carlos Reyles: La raza de Caín. || J.M. Vargas Vila: Ibis.
1901
Cuba: Senado
norteamericano aprueba la Enmienda Platt (derecho a intervenir en Cuba). || Francisco Lazo [116] Martí: Silva criolla. || Horacio Quiroga: Los arrecifes de coral. || Manuel Díaz Rodríguez: Ídolos rotos. || Ignacio Manuel Altamirano: El Zarco (póstuma).
1902
Venezuela:
Bloqueo de las potencias europeas. || Centroamérica:
mayores concesiones bananeras a empresas norteamericanas en Costa Rica y
Honduras. || EEUU compra las acciones francesas
del Canal de Panamá. || Rubén Darío: «Salutación del
optimista». || José Santos Chocano: Poesías
Completas. || Manuel José Othón: Poemas
rústicos. || Julio Herrera y Reissig: Los
parques abandonados (
1903
Colombia: el
Senado rechaza concesión de la zona del Canal de Panamá a EEUU, que apoya
insurrección local y reconoce independencia de Panamá. || Represiones obreras en Chile y en Argentina. || México: Justo Sierra funda el Boletín de
Instrucción Pública. || Darío
cónsul de Nicaragua en París. || Rubén
Darío: «Oda a Roosevelt». || Federico
Gamboa: Santa. || Víctor
Pérez Petit: Los modernistas. || Florencio Sánchez: M'hijo el dotor.
1904
Estados
Unidos ocupa militarmente zona del Canal de Panamá. || Bolivia suscribe tratado de paz con Chile:
pérdida [117] del litoral. || México:
Porfirio Díaz se hace reelegir por 6ª vez. || Puerto Rico: Asamblea vota incorporación a EEUU. || Julio Herrera y Reissig: Los éxtasis de la montaña (
1905
Venezuela:
Cipriano Castro reelecto presidente; Juan Vicente Gómez vicepresidente. || R. Dominicana: tratado con EEUU para garantizar deuda
pública; hacienda pública bajo control norteamericano. || Rubén Darío: Cantos de vida y esperanza. || Leopoldo Lugones: Los crepúsculos del jardín. || Amado Nervo: Jardines interiores. || Manuel José Othón: Idilio salvaje. || Horacio Quiroga: Los perseguidos. || José de la Riva Agüero: Carácter de la literatura
del Perú independiente. || Pedro
Henríquez Ureña: Ensayos críticos. || Florencio Sánchez: Barranca abajo.
1906
Nueva
intervención militar de EE.UU. en Cuba. || Guatemala:
primeras concesiones a la United Fruit. || Ecuador:
insurrección de Eloy Alfaro, impone Constitución liberal. || Bolivia: comienza explotación del estaño.
|| [118] Rubén Darío: «Oda a Mitre». || José Santos Chocano: Alma América. || Almafuerte: Lamentaciones. || Leopoldo Lugones: Las fuerzas extrañas. || Roberto J. Payró: El casamiento de Laucha. || Fray Mocho: Cuentos. || Manuel Ugarte: Antología de la joven literatura
hispano-americana. || Gonzalo Picón Febres: La
literatura venezolana del siglo XIX. || José
Enrique Rodó: Liberalismo y jacobinismo. || Florencio Sánchez: El desalojo.
1907
R.
Dominicana: EE.UU. extiende por 50 años su control de las aduanas y finanzas. || Centroamérica: Conferencia Centroamericana en Washington a
instancias de EE.UU. || Chile: Huelga salitrera y masacre en
la escuela Santa María de Iquique (+ de 2.500 muertos). || Rubén Darío: El canto errante. || Enrique Banchs: Las barcas. || Delmira Agustini: El libro blanco. || José Santos Chocano: Los conquistadores. || Horacio Quiroga: «El almohadón de plumas». || Rufino Blanco Fombona: El hombre de hierro. || Alfonso Hernández Catá: Cuentos pasionales. || Enrique José Varona: Desde mi belvedere.
1908
México:
candidatura de Francisco I. Madero. || Venezuela:
Cipriano Castro, enfermo, parte a Europa; Juan Vicente Gómez asume el poder (
1909
Colombia
reconoce Panamá como estado, en tratado con EE.UU. || Uruguay: se suprime enseñanza religiosa en las escuelas. || México: se funda el Ateneo de la Juventud. || Leopoldo Lugones: Lunario sentimental. || José Herrera y Reissig: La torre de las esfinges. || Alberto Blest Gana: El loco Estero. || Pío Gil: El cabito. || Solón Argüello: El libro de los símbolos. || José Enrique Rodó: Motivos de Proteo. || Alcides Arguedas: Pueblo enfermo. || José Gil Fortoul: Historia constitucional de
Venezuela.
1910
Se celebra
el Centenario de la Independencia. || México:
8ª reelección de Porfirio Díaz; insurrección de Francisco I. Madero. Se inicia
la revolución mexicana. || Intervención militar de EE.UU. en
Nicaragua. || Argentina: Roque Sáenz Peña ocupa la
presidencia. || Se reúne la Conferencia Panamericana
en Buenos Aires. || Rubén Darío: Poemas del
Otoño y otros poemas. || Julio
Herrera y Reissig: Los peregrinos de piedra. || Delmira Agustini: [120] Cantos de la mañana. || Roberto J. Payró: Las divertidas aventuras de un
nieto de Juan Moreira. || Ventura
García Calderón: Del romanticismo al modernismo; prosistas y poetas
peruanos. || Carlos Vaz Ferreira: Lógica
viva. || Manuel Ugarte: El porvenir
de América Española.
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