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PATRIMONIO CULTURAL E
IDENTIDAD EN LAS UNIVERSIDADES
Introducción
El patrimonio expresa el vínculo de la
memoria histórica con la construcción real del presente que propicia la lectura
y apropiación social de los conocimientos y la cultura en correspondencia con
la identidad. Su conservación, constituye una disciplina de actualidad, urgida
aún de conceptos operacionales y procedimientos que requieren de enfoques
multidisciplinarios, en tanto va más allá de la escala de la naturaleza o lo
construido para asumir un alcance mayor que comprometa a toda la sociedad.
El
patrimonio se puede convertir en fuente de información o elemento para la
dinamización social, articulándose como un centro de interés para abordar
problemas sociales relevantes, entre los que se pueden destacar cuestiones como
la identidad cultural en el mundo globalizado, la gestión del territorio y el
desarrollo local. Dentro de este ámbito alcanzan vital importancia los
conceptos de gestión patrimonial e identidad universitaria para el desarrollo
sostenible sobre la base de la participación comunitaria y la responsabilidad
social. En esta dirección, los objetos, valores y lugares que constituyen el
patrimonio tienen como misión privilegiada servir a la conformación de la
identidad de los diferentes pueblos y comunidades:
“Preservar el patrimonio cultural es una
tarea prioritaria, como lo pone en evidencia el esfuerzo que se lleva a cabo
día a día en nuestra sociedad para que el capital simbólico heredado no se
dilapide o se olvide y para que las múltiples postergaciones de abandonos de
bienes de relevancia histórico/cultural deje ser un tema casi cotidiano de
conversación… esto nos plantea un desafío, un compromiso: el de rescatarlo y
revalorizarlo, significándolo como una instancia de la dinámica de una
sociedad, la cual deberá asumir que la apropiación critica de su memoria es una
condición indispensable para su crecimiento”. (Ponce, 2004, p.3)
El patrimonio cultural debe ser conocido,
valorado y comprendido en su integridad, dado que existe una relación constante
entre el territorio y las expresiones culturales del ser humano asociadas a
valores intangibles. Este vínculo contribuye a crear sentido de pertenencia,
arraigo y apropiación. Consecuentemente con este reto la universidad como
institución formadora debe asumir con el más alto sentido de responsabilidad su
deber de generar y divulgar conocimientos relacionados con la salvaguarda del
patrimonio de una nación.
Este
proceso sociocultural está sustentado en nociones científicas comunes a la
Pedagogía de la Educación Superior Cubana sobre la base de la interrelación del
aprendizaje con la educación, la vinculación de la teoría con la práctica y la
articulación de la universidad con la sociedad. En la Conferencia Inaugural del
Congreso Internacional de Educación Superior, Díaz-Canel (2012),
expresó:
“Para
garantizar el desarrollo sostenible, el patrimonio humano que debemos formar en
nuestras instituciones debe ser, ante todo, un patrimonio de ciudadanos plenos,
altamente calificados. La universidad ha de ser entendida como un entorno
político e intelectual de crucial importancia para la consolidación y fortalecimiento
de los valores humanos y de la responsabilidad ciudadana, como la mayor y
principal proveedora de oportunidades de aprendizaje y de generación de nuevos
conocimientos al más alto nivel científico, capaz de incrementar el impacto
social de la actividad de investigación-desarrollo-innovación y extensión que
acomete, vinculada a la sociedad, aprendiendo de ella y creciéndose para
influir en su perfeccionamiento y transformación. Sin esta visión de
participación consciente, activa e integral de la universidad, no parece
posible poder transitar por el camino de crecimiento y equidad con miras a un
desarrollo sostenible”. (p.6)
La
definición de la identidad de las instituciones de la educación superior y su
conservación, constituyen hoy una problemática que debe investigarse no solo en
el orden científico teórico, sino también práctico. La aludida identidad
comprendida en la praxis como
centro estratégico, y la imagen como proceso de gestión para la aceptación
social recomiendan socializar saberes y fortalecer valores humanos.
Es
preciso reflexionar entonces, acerca de la gestión de las universidades en la
formación y la preparación científica de los profesionales ante el compromiso
social para la preservación de la memoria histórica de la nación, contando como
antesala el rescate y la conservación del patrimonio y la identidad de las
universidades.
El
patrimonio y la identidad son objetos de la preservación de la memoria
histórica de cada pueblo y de sus vínculos culturales, debiéndose gestionar las
funciones para el enriquecimiento espiritual y material de la sociedad, en
particular los valores autóctonos de las diferentes regiones. Es parte del
patrimonio cultural su historicidad, lo perdurable, componente necesario e
imprescindible de su identidad, aquello que se ha mantenido en el tiempo a
pesar de los cambios sociales y que poseen un significado expresado mediante
signos y símbolos. De este modo, los mensajes proyectan la identidad como un
bien material o inmaterial que forma parte de las expresiones orales y
tradiciones culturales.
Este
culto que otorga reconocimiento a la labor del hombre que transforma
meritoriamente su medio contextual y geográfico, nos revela las interrogantes
de una sociedad en contradicciones. Una sociedad posmoderna y tecnologizada que
minimiza su pasado, a la vez, rememora y busca en la valoración de sus orígenes
los valores de sus ancestros.
Sin
embargo, como herencia colectiva el concepto de patrimonio ha ido en evolución
y puede decirse que más que un conjunto de bienes es considerado de acuerdo
con Prats (1997), una
construcción social. Porque es la sociedad, la que le da sentido y contenido,
al reconocer determinados edificios, lugares, objetos y costumbres como señas
de identidad colectiva. Como refiere Cuenca (2002), el
fenómeno identitario del patrimonio no solo puede referirse a su carácter
histórico, sino que los elementos patrimoniales del presente, o que se
encuentran activos en la actualidad (patrimonio etnológico, natural,
científico-tecnológico o diferentes manifestaciones artísticas) participan
plenamente en la determinación simbólica de las sociedades, lo cual constituye
una parte relevante de los referentes culturales identificativos de estas.
La noción
de patrimonio cultural se recoge en diversos programas y documentos de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO), extendiéndose desde los monumentos a los bienes culturales, desde los
objetos a las ideas, de lo material a lo intangible, desde lo histórico-artístico
a las formas de vida. Se considera el valor simbólico, es decir la capacidad de
representatividad de los distintos elementos patrimoniales como expresión de la
identidad, y esta como asunción de la tradición y una continuidad generacional
particular, la herencia cultural.
Un giro
en el concepto de patrimonio cultural ha excedido la visión monumentalista;
edificios célebres, obras de arte, para incorporar el llamado patrimonio
viviente (Hernández, 2002). A
su vez se ha puesto en discusión la distinción entre patrimonio material o
tangible, por un lado, e inmaterial o intangible por otro, que opone la
cualidad de materia sensible a la de valor simbólico. De acuerdo con varios
autores el patrimonio podría considerarse un capital simbólico vinculado a la
noción de identidad, en tal sentido el poder de los símbolos va a residir en su
capacidad de sintetizar una identidad para lo que pone en funcionamiento la
lógica práctica (Estepa & Cuenca, 2006; Bourdieu, 2007; López, 2014; Cuenca & López, 2014).
Es decir, debe ser protegido no tanto por sus valores estéticos y de
antigüedad, como por lo que significa y representa.
En este
sentido, el concepto de patrimonio debe ser abordado desde una perspectiva
sistémica, integradora y compleja, donde los referentes patrimoniales se
articulen de manera holística, por diversas manifestaciones de carácter
histórico, artístico, etnológico, científico-tecnológico y natural, que en
conjunción permiten el conocimiento integral de las diferentes sociedades tanto
del pasado como del presente, y dan lugar a estructuras de identidad que se
convierten en símbolos, en función de que la sociedad le haya otorgado un
valor.
Por
consiguiente, los bienes culturales forman parte de la identidad y son
expresión relevante de la cultura de un grupo humano. El patrimonio cultural de
una sociedad lo constituyen las formas de vida materiales e inmateriales,
pasadas o presentes, que poseen un valor relevante y son significativas
culturalmente para quienes las usan y las han creado. Es decir, los bienes
culturales a los que los individuos y la sociedad en su conjunto les confieren
una especial importancia.
De
manera, que el patrimonio remite a una realidad icónica (expresión material),
simbólica (más allá de la cosificación y la objetualidad) y colectiva
(expresión no particular, sino de la experiencia grupal); porque el patrimonio
cultural de una sociedad está constituido por el conjunto de bienes materiales,
sociales e ideacionales (tangibles e intangibles) que se transmiten de una
generación a otra e identifican a los individuos en relación con otras
realidades sociales.
El
patrimonio universitario es un proceso integral de interacción constante de los
públicos internos que la integran con sus objetos y que debe caracterizar su
origen y la base histórica que forma el conocimiento y el comportamiento que
desean proyectar, tanto hacia el interior como hacia el exterior. En ese afán,
la identidad de las universidades se debe distinguir por los atributos de
cientificidad, profesionalidad y competitividad para poder advertir las
tendencias de la globalización y el neoliberalismo que se ciernen sobre
Latinoamérica y que pueden afectar decisivamente las raíces culturales, para
suplantar lo que somos e infringir el legítimo derecho al desarrollo de las naciones
y al impulso de los intereses más nobles de las organizaciones educacionales.
Según Brull (2011), “la identidad siempre existe y lo
que ocurre en mayor o menor escala es el nivel de conciencia de su existencia,
de las cualidades intrínsecas del objeto, entonces es evidente que los públicos
pueden tener una perspectiva variada o fragmentada, incluyéndose en este rango
los comportamientos de aceptación, rechazo o acciones de fortalecimiento de la
identidad y favorecimiento de la imagen, incluso de las imágenes fabricadas”. (p.28)
Como
afirma la autora, la identidad de las organizaciones universitarias no es un
fenómeno de creación o destino, sino de determinación, de tal manera, el
patrimonio se convierte en el vínculo entre generaciones, en lo que caracteriza
e identifica la cultura de cada sociedad; en su memoria histórica y colectiva.
De ahí que puedan definirse las siguientes tesis para considerar la identidad:
·
La identidad es el reflejo de la riqueza
cultural de una organización, expresión de valores, fuente de programas y
estrategias de sostenibilidad e internacionalización.
·
Nadie puede adquirir identidad que no sea
fruto de la creación de sus públicos y fuera de la razón de ser de la
organización.
·
La identidad valorada de útil solo es posible
en el marco de la organización, por lo tanto una identidad no correspondida es
perjudicial.
·
La identidad manifiesta su movilidad a través
del desarrollo de la organización y en provecho de sus públicos.
·
La identidad es fruto de la evolución
histórica de la organización y de esta en la comunidad y la sociedad.
·
La identidad tiene un contenido propio en
cuanto a contenido y formas simbólicas.
·
La identidad alcanza un valor que va desde la
virtud, hasta lo trascendental, pero con autenticidad.
Cada
universidad, posee su identidad propia, su sistema de símbolos que se
representan en actividades socioculturales, servicios académicos, las acciones
de comunicación pública, plataformas online donde se resaltan
matices y pensamientos comunes alrededor de la institución formadora, pero no
existe una sistemacidad de estas relaciones patrimoniales en todos los
espacios, medios y soportes con fines estratégicos que incentiven el discurso
de lo auténtico.
En la
actualidad cinco universidades ostentan la categoría de Patrimonio de la
Humanidad:
·
1987: Monticello y Universidad de Virginia en
Charlottesville (Estados Unidos), valores culturales e influencia en
Norteamérica, valores arquitectónicos y urbanísticos.
·
1998: Universidad y recinto histórico de
Alcalá de Henares (España) valores culturales e influencia en los mundos
hispánicos, por su trascendencia en la conformación del castellano, valores
arquitectónicos y urbanísticos.
·
2000: Ciudad universitaria de Caracas
(Universidad Central de Venezuela), valores arquitectónicos y urbanísticos.
·
2007: Campus central
de la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México,
Valores arquitectónicos y urbanísticos.
·
2013: Universidad de Coimbra-Alta y Sofía
(Portugal) Valores culturales e influencia en los mundos hispánicos Por su
trascendencia en la conformación del castellano, valores arquitectónicos y urbanísticos.
En Cuba el patrimonio cultural
universitario lo forman la historia, los valores arquitectónicos, bibliotecas,
archivos, museos y su entorno. Asimismo, sus casas de altos estudios, poseen
una gran riqueza cultural, constituyen verdaderos paradigmas por el legado que
guardan y los desafíos que asumen cada día en pro de su cuestión integral. Dentro de
ellas se destacan la Universidad de La Habana, la más antigua de la isla,
Monumento Nacional desde 1978; la Universidad de Oriente, segundo centro de
educación superior fundado en el país y primero en la zona oriental; el
Instituto Superior Politécnico José
Antonio Echeverría, donde se destacan sitios de gran afectividad
como el parque Amper;
y el Instituto Superior de Arte, cuyo conjunto arquitectónico constituye un
ícono del patrimonio inmueble de la nación.
Las universidades participan
de manera activa en las transformaciones intelectuales, sociales y culturales
en sus respectivas sociedades, construyendo identidades y procesos de genuina
significación. Cada universidad tiene su forma peculiar de manifestarse y
proyectarse socialmente. Esa peculiaridad se relaciona con la historia, con la
formación de los profesionales, con los identificadores visuales e incide en la
relación entre los profesores, los grupos docentes, las formas del habla, las
expresiones gestuales y otras manifestaciones del comportamiento
organizacional. Esto indica analizar la identidad universitaria como un todo,
cuyas partes integrantes marcan la diferencia en el contenido y la forma como
se proyectan los rasgos tangibles e intangibles que conforman una institución
educacional.
La identidad universitaria es
inherente a todas las actividades socioculturales, los productos y servicios
académicos, las acciones de comunicación masiva y pública, en que se resaltan
ideologías comunes alrededor de la institución. Este argumento permite definir
la identidad universitaria como el conjunto de conceptos, atributos y rasgos
que singularizan una universidad, definen e identifican a la organización en el
entorno. Lo expresado permite presentar las manifestaciones concretan la
identidad universitaria (Brull,
2011):
·
La identidad fundacional (rasgos
que datan de los orígenes de la institución)
·
La identidad renovada (nuevos
rasgos que se desarrollan y crean en la organización a partir de la
introducción de diversos conceptos). Están implícitos los que se pierden o
mutan.
·
La identidad compartida (rasgos
comunes que son asimilados por los públicos internos, independientemente de las
generaciones).
·
La identidad conservada y percibida (según los públicos de cada generación, los cuales
expresan los rasgos fundacionales, rasgos actuales, nuevos rasgos y los datos
recientes que datan de tres o cuatro años).
·
La identidad actual (rasgos
que prevalecen a pesar de la antigüedad de la universidad, y los nuevos
adquiridos).
Paralelamente
a esta realidad se desarrolla un sentimiento hacia lo auténtico, para la
existencia y la evolución de las organizaciones universitarias, una búsqueda de
la identidad a partir del fortalecimiento de la cultura organizacional. Como
soporte fundamental de sus raíces la cultura universitaria se manifiesta en el
comportamiento organizacional sobre la base de un conjunto de valores
incorporados por todos (Tabla 1), de tal modo que
se convierta en una manera de tener vocación por el servicio docente, calidad
en la ejecución de las actividades que se programen, investigación y
creatividad.
Tabla 1 - El tránsito de los valores.
Valores
organizacionales que deben mejorar |
Valores
deseados |
Localidad |
Globalidad |
Parcialidad |
Totalidad |
Fragmentación |
Integración |
Especificidad |
Generalización |
Individualidad |
Universalidad |
Singularidad |
Pluralidad |
Incongruencia |
Congruencia |
Inmovilidad |
Dinamismo |
Desarticulación |
Articulación |
Regionalismo |
Nacionalismo |
Ilegalidad |
Legalidad |
Autoridad
formal |
Autoridad
moral |
Individualismo |
Colectivismo |
Espontaneidad |
Planificación |
Uniformidad |
Diversidad |
Notoriedad |
Prestigio |
Inconsistencia |
Seguridad |
Exigencia |
Motivación |
Reproductivo |
Creativo |
Empírico |
Científico |
Calidad |
Excelencia |
Como se
aprecia, los “valores que deben mejorar” son rasgos estructurales fuertemente
arraigados e incluso definitorios de su identidad actual y los valores deseados
son aquellos que en correspondencia con su idiosincrasia orgánica y funcional
deben caracterizar el nuevo paradigma de las universidades del siglo XXI en
correspondencia con la identidad cultural de las naciones.
De este
modo, se reafirman los valores de: cientificidad, solidaridad, humanismo y
patriotismo. Además, coexisten valores funcionales relacionados con
políticas y estrategias, valores científicos sustentados en la ciencia, valores
emocionales que son resortes del sentido de pertenencia a la organización y
valores que expresan simbolismo y principios. Se trata de que las
universidades puedan ofrecer a la sociedad una titulación integral a los
profesionales del futuro.
Actualmente
cada país promueve sus políticas para defender sus valores sociales,
patrimoniales, entre ellos los signos y símbolos mediante programas científicos
de identidad, estrategias académicas y proyectos de diversas manifestaciones
artísticas, asimismo, se registran como propiedad intelectual todos con los
derechos de autor y regulaciones necesarias para el uso y conservación de estos
elementos tangibles o no que forman parte del sagrado patrimonio e identidad de
las universidades.
La
elaboración de signos visuales orientados a través de tácticas premeditadas y
bien establecidas, contribuye a las definiciones de identidad institucional y a
desarrollar en los públicos sentido de pertenencia, la motivación y la
aceptación del colectivo organizacional e incluso, logran sustentar con solidez
y rapidez la imagen de una institución en cuanto a su misión, funcionamiento y
resultados científicos y docentes.
Los
elementos visuales influyen en que la comunicación de los públicos sea mayor y
eficiente, pues estos contribuyen a la permanencia de efectos en la mente de
los receptores en contacto con la organización. El propósito de solidificar la
identidad concebida o creada sobre la base de la planificación, actúa como un
requisito imprescindible para la proyección de la imagen de la universidad en
la sociedad.
Todas las
organizaciones cuentan con símbolos incontestables o no, pero las instituciones
más longevas y ricas en historia y valores como las universidades, poseen una
riqueza incontestable cuya aprehensión es indispensable para todo
universitario. El símbolo no se limita a equiparar; ha de revelar una parte
esencial del tema que se intenta comprender. Contiene el vasto ámbito de las
posibilidades en continua expansión y permite la percepción de las relaciones
fundamentales entre formas y aspectos aparentemente diversos.
Sin
embargo, hoy lamentablemente se viven momentos en que desde los centros
hegemónicos del poder y con una irradiación a escala global se han trivializado
los símbolos. En el contexto internacional de la globalización cultural, los
jóvenes que transitan la enseñanza superior concurren a sus centros de estudios
en disímiles ocasiones portando signos ajenos a sus naciones, lo cual se
evidencia a través de prendas de vestir, música, frases u otro tipo de consumo
cultural extranjero.
Refiriéndose
al tema el intelectual cubano Martínez (2016),
señaló que “la ley
debe servir, con claridad y sencillez, para defender lo que sería el hábito
externo del patriotismo, frente al avance galopante de la mercantilización que
está envileciendo tantas cosas, y para ayudar a hacer acertadas y efectivas las
expresiones populares y oficiales del patriotismo. Hay que sacarla de la fría
prosa y la convocatoria semestral de la Asamblea Nacional. Los medios de
comunicación y el sistema educacional deben divulgarla -insisto, divulgarla-, como
un auxiliar más del patriotismo, ayudándose con algunas narraciones emotivas y
unos cuantos datos que casi nadie conoce, que sean ajenos unas u otros a los
clichés tan repetidos que no mueven a nadie y provocan aburrimiento o rechazo”. (p.5)
La
identidad visual debe representar más que un identificador un símbolo de la
organización en su conjunto y dar una determinada personalidad al centro. El
objetivo de esta se materializa a través de una serie de representaciones
iconográficas, constantes y claras, que expresan la filosofía de la universidad
personificando a la institución, individualizándola y distinguiéndola de otras
identidades.
En la
formación de la identidad, las instituciones de enseñanza superior participan
activamente en las transformaciones sociales, intelectuales y culturales de su
entorno, e incluso muchas veces su influencia en tales procesos alcanza nivel
regional, nacional e internacional. Coincidiendo con la idea de que “la universidad es tangible y es al
mismo tiempo un estado de espíritu, es real y es imaginada, tiene un derrotero
propio mas también señala los derroteros de su entorno... Sobre estos pares se
articula el patrimonio universitario”. (Torres, 2015, p.74)
La
universidad, es en sí misma susceptible de protección en el escenario de la
teoría de la conservación patrimonial contemporánea. Un análisis de las
diferentes peculiaridades del patrimonio cultural, permiten plantearlo como sistémico
y multidisciplinario al tener en cuenta las diferentes ciencias y disciplinas
que deben incorporarse para investigar científicamente, definir, declarar,
preservarlo sobre la base de algunos indicadores perceptibles, tales como los
enunciados en la Tabla
2.
Tabla 2 - Indicadores para valorar el
comportamiento de la identidad cultural universitaria.
INDICADOR
A EVALUAR |
CRITERIO
DE EVALUACIÓN |
MÉTODOS
Y TÉCNICAS |
Sistema de valores. |
Valores compartidos. |
Cuestionario. |
Observación. |
||
Dinámica
de grupo. |
||
Comportamiento universitario |
Comportamientos
expresos, observables: lenguaje verbal y no verbal, entonación, normas
físicas, vestuario, gestos. |
Guía de
observación. |
Percepción
de las relaciones interpersonales. |
Análisis
de videos y fotografías. |
|
Evaluación
del conocimiento de los símbolos. |
Estudio
de los mensajes en las redes sociales. |
|
Motivaciones. |
||
Raíces culturales |
Ritos y
ceremonias. Tradiciones y costumbres. |
Entrevistas.
Observación. |
Leyendas,
Himnos. |
Sondeos
de opinión. |
|
Signos
lingüísticos, iconos y signos naturales. Signos sonoros. |
Testimonio
de los fundadores y líderes de procesos. |
|
Análisis
documental. |
||
Valoración
de la identidad en los mensajes protocolares y ceremoniales. |
||
Ética organizacional |
Reglas,
normas, reglamentos vigentes, moralidad e influencia personal. |
Guía de
observación. Análisis documental y de archivo. |
Sistema comunicacional |
Política
y estrategias de comunicación. Estructura y funciones del sistema. |
Guía de
observación. |
Entrevista. |
||
Auditoría
de Comunicación web. 2.0 |
||
Visibilidad |
Red de la
red de publicaciones reconocidas y premiadas. |
Estudio
de impacto de las revistas en la plataforma virtual. |
Identidad y patrimonio
universitario. |
Percepción
de la identidad cultural de los públicos universitarios. |
Entrevistas.
Observación. |
Conservación
y preservación del patrimonio universitario. |
Sondeos
de opinión. |
|
Historias
de vida. |
||
Análisis
documental. |
||
Estudio
del patrimonio universitario. |
||
Análisis
del discurso de los elementos patrimoniales. |
Soluciones
estratégicas.
El
patrimonio inmaterial por su propia especificidad posee gran vulnerabilidad. La
cultura oral e inmaterial, la más frágil forma de cultura, como depositaria de
la memoria colectiva de los pueblos tiene una serie de amenazas en los efectos
de la globalización económica, la imposición y estandarización de patrones y
pautas culturales, la urbanización, la aculturación industrial, el turismo, los
avances tecnológicos y en la transformación acelerada de los modos
tradicionales de vida. De ahí la necesidad de documentarla, someterla a
registro y de archivarla. Pero, ¿cómo salvaguardar este tipo de patrimonio?
Podría
hacerse referencia a dos propuestas estratégicas:
·
Transformar en formas tangibles su naturaleza intangible a fin de
transmitirlo a las generaciones venideras mediante soportes (informáticos,
sonoros, visuales, escritos, iconográficos).
·
Preservar los contextos originales, (las culturas locales).
Ahora
bien, ¿cómo se protegen, por ejemplo los rituales, los saberes, conocimientos,
entre otros elementos inmateriales?
Será
posible: documentarlos (la investigación y el trabajo de campo); utilizar
soporte físico (registros audiovisuales); legislarlos (medidas jurídicas para
su protección). También se contribuye a preservar y divulgar el patrimonio
inmaterial; se pueden elaborar programas y planes específicos para su
conservación (el sistema educativo), mediante el reconocimiento institucional y
la valoración social.
“Cuba
asciende como modelo ante el mundo, pues despunta por el trabajo de
conservación y restauración de monumentos y sitios con valor patrimonial, labor
que todavía hoy necesita ser reforzadaˮ. (Pérez,
Dávila & Madruga, 2019, p.214) Es
por ello que se precisa contribuir a la conservación del patrimonio e identidad
cultural universitaria a través de estrategias asumidas desde la concepción del
trabajo en proyectos multidisciplinarios. En tal sentido en la Figura
1 se propone un programa de conservación del
patrimonio e identidad cultural universitaria.
Fig. 1 - Esquema del programa de conservación
del patrimonio e identidad cultural universitaria.
En este
contexto, un nuevo flagelo pareciera intentar destruir los fundamentos de ese
rescate naciente de la identidad cultural. Las naciones se enfrentan a la
urgente necesidad de adquirir y fomentar el respeto y conocimiento de lo
propio; no para desdeñar lo ajeno, sino para estar en capacidad de distinguir
lo que es distintivo de lo extranjero, lo que no es natural de lo que resulta
impuesto. La idea del surgimiento de un solo mundo globalizado sin reconocer la
multiplicidad de valores culturales y el sentido de pertenencia de cada región,
tiende a desvalorizar la identidad cultural de las naciones y las
universidades.
El inconveniente
no está en la lucha entre lo moderno y lo viejo, entre lo naturalmente propio y
lo artificialmente adquirido, sino en el rechazo a la imposición cultural, más
aún cuando ella se apoya en la destrucción y menoscabo de la obra y
singularidad de los pueblos, sin permitir una legítima comunicación sino una
vulgar copia o trasplante artificial que rescata la forma externa sin asimilar
el contenido esencial. Desde esta perspectiva se señalan los siguientes
elementos:
·
El patrimonio y la identidad fundacional de
la universidad deben formar parte de la estrategia formativa de los estudiantes
universitarios.
·
El patrimonio y la identidad cultural deben
ser enriquecidos con los nuevos conocimientos y las transformaciones culturales
del propio sistema.
·
El patrimonio y la identidad cultural deben
ser compartidos independientemente de las generaciones.
·
La identidad y el patrimonio debe ser
conservados y percibidos por cada generación siendo portadora de sus
expresiones discursivas verbales y no verbales.
Este proceso
de asimilación de las identidades y el patrimonio cultural universitario no
solo se expresa en lo cognitivo o valorativo, sino también en los elementos
creativos que identifican visualmente a las instituciones superiores. En la
actualidad, algunas proyecciones universitarias desvinculan la identidad
universitaria del sentido de proteger los orígenes de todo lo que hoy es
compartido.
Afirmar
entonces que el patrimonio cultural es una realidad viva y en constante
evolución equivale a consolidar la identidad como la asimilación del legado y
el presente. La conservación del patrimonio cultural se convierte en una
necesidad para que la identidad tenga referentes vitales y auténticos; y sea
riqueza social que trascienda en el tiempo y para la historia.
Propuestas
de conexión entre educación patrimonial y participación ciudadana marcan el
objetivo de la socialización del patrimonio, a partir de su conocimiento como
referente de identidad, el desarrollo de técnicas y procedimientos
patrimoniales y el respeto y reconocimiento de su valor, al tiempo que se crean
vínculos sociales de integración cultural, de autoestima y de rentabilidad
social, más allá de los aspectos puramente económicos o culturales con los que
suele vincularse el patrimonio. La importancia de que los centros de educación
superior incorporen a su quehacer estos estudios, radica en su accesibilidad
para caracterizar la identidad universitaria en beneficio de su proyección
estratégica, de la comunicación y las Relaciones Internacionales.
Las
nuevas generaciones deben conocer los valores y símbolos universitarios con el
objetivo de que se sientan orgullosos de pertenecer a su institución
vinculándose necesariamente con su historia, exacerbando un sentido crítico en
cada integrante de la comunidad sin que por ello sean repetidores de fechas o
aspectos de memoria. Su dimensión cultural y social trasciende el recinto que
la acoge. El patrimonio y la identidad de las universidades les pertenece y son
únicos de quienes cultivan y extienden el bien cultural de todos.
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