martes, 19 de mayo de 2020


MUSEO  DEL  GRECO

 EXPOSICIONES  DE

PINTURA, ESCULTURA,  CERÁMICA, 

MOBILIARIOS, METALES, FOTOGRAFÍA

PINTURA

La colección pictórica del museo reúne un importante conjunto de obras del pintor cretense, todas ellas de excelente calidad y pertenecientes a su último periodo de actividad artística, entre 1600 y 1614. Entre ellas destacan Vista y plano de Toledo, la serie del Apostolado, los retratos de los hermanos Antonio y Diego de Covarrubias y el retablo de san Bernardino.

Las lágrimas de san Pedro, fechada en los años 80 del siglo XVI, es también un lienzo con una maestría insuperable y se considera una de las mejores versiones del tema.
Junto a las pinturas del Greco, el museo exhibe obras de Luis Tristán, su mejor continuador, de su hijo Jorge Manuel y de autores toledanos de la misma época, además de pintura de las escuelas madrileña y sevillana del siglo XVII. Estas obras se completan con las adquisiciones del Marqués que podemos ver en la Sala del Museo de Arte Español.
El Salvador. El Greco (1541-1614)
El Salvador encabeza la serie de los 12 apóstoles, realizados con maestría en un primer plano y atrapando al espectador con sus rostros desmaterializados y extremadamente expresivos.
La figura del Salvador se nos presenta frontal, a la manera de los antiguos iconos, bendiciendo a la manera griega y apoyando su mano izquierda en el globo del mundo. Esta figura es la única del Apostolado que mira directamente al espectador, al contrario que los apóstoles que se encuentran a ambos lados de él, quienes miran hacia la figura del Salvador y casi parecen conversar entre sí. La versión del Museo se considera la más majestuosa de las que se conservan y se encuentra firmada.
A lo largo del siglo XVI encontramos en Toledo interesantes representaciones pictóricas de los doce apóstoles. Estas creaciones se iniciaron con la predela del Retablo Mayor de la Iglesia de San Andrés, obra de Juan de Borgoña y Antonio de Comontes, en la que se representa a los apóstoles de medio cuerpo, en actitud de diálogo y situados sobre fondo dorado. En los años finales del Greco, el artista renovó el sentido de estas series hasta convertirlas en una producción novedosa que ya no estaba destinada a ocupar un lugar en los retablos. Concibió trece lienzos exentos con las imágenes de Cristo Salvador y los doce apóstoles, recortados sobre fondos neutros, dotados de monumental formal y de expresividad psicológica. Los apóstoles se cubren con túnica y manto y se acompañan de atributos identificativos de cada personaje. Además de esos atributos, el Greco concibió para cada apóstol unas combinaciones cromáticas para la vestimenta y una gestualidad propia que pasarían a convertirse en códigos de identificación de los personajes.

San Andrés
San Andrés, hermano de Pedro, tras la muerte y resurrección de Cristo predicó en Escitia, siendo crucificado en el Peloponeso en una cruz aspada. Esta cruz se convertirá en su atributo iconográfico y a partir del siglo XV será conocida como cruz de San Andrés y de Borgoña, al pasar a formar parte del escudo de este ducado.

San Bartolomé
San Bartolomé es una figura única dentro de este Apostolado, pues no aparece en ninguno de los otros Apostolados conservados (Catedral de Toledo, Museo Bellas Artes de Oviedo, Almadrones)
Podemos distinguir en su mano el cuchillo con que fue desollado y a sus pies, sujetado por una cadena, al demonio Astaroth cuyas tentaciones venció según la Leyenda dorada de Santiago de la Vorágine. También el rostro parece seguir la descripción de este santo que da de la Vorágine.

San Felipe
San Felipe sostiene la gran cruz en que fue crucificado, el travesaño queda cortado por el marco y la figura demuestra un gesto de comunicación hacia uno de sus compañeros situado a al izquierda de la imagen. La cruz suele ser su atributo más habitual. El santo fue, según la tradición, crucificado boca abajo como san Pedro y atado con cuerdas sin clavos.

San Juan Evangelista
San Juan, el más joven de los apóstoles y predilecto del Señor, es una de las figuras más bellas de este Apostolado. Sostiene un cáliz de oro del que sale una serpiente o un dragón. Según cuenta la Leyenda Dorada de Jacobo Della Vorágine el sacerdote Aristodemo quiso matarle ordenándole que bebiera un vino envenenado, pero a pesar de beber todo el vino San Juán no murió, provando así que el sacerdote estaba equivocado.
En este cuadro la serpiente/dragón representa el veneno, al que además señala mientras mira hacia otro de los apóstoles.

San Judas Tadeo
Un anciano San Judas Tadeo dirige su mirada al espectador mientras se apoya sobre una alabarda, elemento que la tradición figurativa identificó con su martirio. Según la tradición hagiográfica fue martirizado a golpes de maza a los pies de una estatua de Diana. Suele aparecer representado con una maza como instrumento de su martirio, aunque a veces, es sustituida por un hacha, una espada o una alabarda como en este caso.

San Mateo
San Mateo sostiene, como evangelista, el libro abierto y la pluma. La luz incide en la túnica azul y el manto carmín, convirtiendo las zonas más iluminadas en tonos casi blancos, siguiendo de esta manera las enseñanzas tanto de la escuela veneciana como del manierismo florentino.
Los estudios técnicos y el propio análisis de la obra permiten situarla, junto con las de San Andrés, San Judas Tadeo, San Felipe y San Simón, en un estado inicial de ejecución.

San Pablo
Es una de las imágenes más bellas de la serie y aparece firmada en la espada con el nombre completo del artista.
La espada representa el instrumento con que fue decapitado y con la que se asocia al santo desde el siglo XIII, y la carta, escrita en griego, contiene el principio de su Epístola a su discípulo Tito: "A tito primer obispo ordenado de la iglesia de los cretenses".
En todas sus series apostólicas el Greco incluye a Pablo que, pese a no ser uno de los apóstoles canónicos, se autoproclamó "Apóstol de los Gentiles".

San Pedro
Fue uno de los primeros apóstoles y de los más allegados a Cristo, siguiendo la tradición se representa con el cabello y la barba blanca y portando en su mano izquierda las llaves del cielo. La llave es el atributo más antiguo y más representado junto a san Pedro. A veces es única, pero generalmente hay dos: una de oro y otra de plata, representando las llaves del cielo y de la tierra y el poder de atar y desatar, de absolver y excomulgar.

San Simón
Esta representación es de difícil identificación al no aparecer un atributo claro, como podría haber sido la sierra con que fue martirizado San Simón. En cambio este santo aparece con un gran libro en cuya lectura se mantiene absorto.

Santiago el Mayor
El Apóstol que, según la tradición hispana fue enterrado en Santiago de Compostela, suele representarse con conchas, cayado y sombrero. Sin embargo en la pieza del museo porta un pequeño bastón, un símbolo no demasiado evidente de peregrino.

Santiago el Menor
Primo hermano de Cristo, Santiago el menor se convirtió en jefe de la iglesia Cristiana en Palestina tras la marcha de san Pedro a Roma, por lo que en ocasiones es representado con vestiduras episcopales y el báculo. También se le puede representar con la maza curva de su martirio, aunque en este caso es representado con un libro, lo que ha hecho más complicada su identificación.
Con la derecha realiza un gesto dialogante, mirando hacia el compañero de su diestra.

Santo Tomás
Las imágenes aisladas de santo Tomás son infrecuentes. Cuando aparece, habitualmente lo hace llevando como atributo el cinturón de la Virgen que alude a la incredulidad del santo sobre la Resurrección de María, la escuadra alusivo a un palacio celestial que construye, y la lanza, que porta en este cuadro, referido a su martirio por parte de sacerdotes hindúes.
Aparece como un hombre joven barbado con cuello alargado y un rostro cargado de expresividad.

San Bernardino de Siena
San Bernardino de Siena (1380-1444) fue un miembro destacado de la orden franciscana y notable predicador. Renunció a ser obispo de las ciudades de Siena, Ferrara y Urbino, hecho al que aluden las tres mitras que aparecen a los pies de la figura. El Greco añade al fondo dos edificios toledanos, ya desaparecidos, que los estudiosos han identificado como el convento de San Bartolomé de la Vega y la Capilla de Montero. Este uso de edificios y paisajes toledanos, incluso en figuras que nunca estuvieron en Toledo, se puede apreciar en diversas composiciones del Greco.
Esta obra es uno de los ejemplos más significativos de la producción final del Greco, caracterizada por las figuras desmesuradamente alargadas y potenciadas por una visión muy baja del horizonte. Los colores empleados -negro, azul, blanco, ocre y carmín- se aplicaron con especial precisión y maestría sobre la capa de preparación marrón que sirve de aglutinador cromático.
El retablo de San Bernardino fue encargado en 1603 por Juan Bravo de Acuña y Luis de Beluga para la capilla del antiguo Colegio Universitario de San Bernardino en Toledo, y es un buen ejemplo de la actividad retablista del Greco y su taller. La composición arquitectónica del retablo seguramente se deba al Greco y es de clara inspiración italiana; la ejecución del retablo seguramente fuese también realizado dentro del taller del Greco.

Vista y Plano de Toledo
Una de las obras más emblemáticas del museo, donde la grandeza de la Ciudad Imperial se hará eterna gracias a la imagen creada por el Greco. Esta obra es de especial relevancia y rareza, pues en España no existían este tipo de representaciones, salvo las estampas de tradición flamenca que el Greco pudo conocer. Con ella contribuye a la difusión de la nueva imagen de la ciudad, al representar las principales construcciones modernas de aquel momento: el Alcázar, la Puerta de Bisagra y, sobre todo, el Hospital Tavera, apareciendo sobre una nube, en referencia explícita al administrador del edificio, Pedro Salazar de Mendoza, amigo del pintor y probablemente autor del encargo de la obra.El pintor muestra una imagen múltiple de la ciudad: además de la vista en perspectiva de la misma, la pintura incluye un plano detallado del entramado urbano, ofrecido al espectador por un joven pintado con la factura deshecha característica de la época final de El Greco. La complejidad de la visión incluyó además una alegoría del río Tajo -la escultura dorada que vierte el agua y la prosperidad- y la imagen religiosa más significativa del lugar: la Virgen imponiendo la casulla a San Ildefonso. Es una de las Tres Vistas de Toledo mencionadas en el Inventario de 1614 redactado por Jorge Manuel a la muerte del Greco.
En el plano, además de la leyenda de edificios y zonas del plano hay escrito: "Ha sido forzoso poner el Hospital de don Juan Tavera en forma de modelo porque no sólo venía a cubrir la puerta de visagra mas subia el cimborrio o cupula de manera que sobrepujava la ciudad y así una vez puesto como modelo y movido de su lugar me pareció mostrar la haz antes que otra parte y en lo demas de como viene con la ciudad se vera en la planta" "También en la historia de nra. señora que trahe la casulla a San Ildefonso para su ornato y hazer las figuras fondes me he valido en cierta manera de ser cuerpos celestiales como vemos en las luces que vistas de lexos por pequeñas que sean parecen grandes"

Santo Domingo Penitente
Se trata de una representación de Santo Domingo de Guzmán como penitente, claramente realizado siguiendo la política católica tras el Concilio de Trento de promover aquellas ideas a las que las tesis protestantes se oponían, como la importancia de los santos como intercesores o la penitencia.
Es una obra de gran calidad firmada por el mejor discípulo del Greco, Luis Tristán. En ella, el artista aunó con gran acierto su conocimiento de las composiciones de su maestro y la honda impronta del naturalismo tenebrista de Caravaggio en Roma, ciudad a la que viajó para completar su formación. La disposición de la figura, así como su pequeña cabeza, recuerda a las concebidas por el Greco, pero difiere del estilo de éste los colores terrosos, la iluminación contrastada, la contundente definición de la musculatura del cuerpo del santo y la cuidada plasmación de los objetos de primer término, que le aportan un carácter menos místico y etéreo que en las obras del griego.
En este primer término aparecen varios objetos de carácter iconográfico, como la calavera y la cruz, símbolos de penitencia y meditación sobre dios y su sacrificio, o el perro, que simboliza tanto la orden domínica como al propio santo. Tiene su origen en una leyenda relacionada con el nacimiento de santo Domingo, según la cual, su madre estando embarazada habría visto en sueños a su hijo con una estrella sobre la frente, y un perro blanco y negro (los colores del hábito domínico) que tenía en sus fauces una antorcha encendida. Este perro fue interpretado como el propio santo que, como buen perro guardián, venía con su luz a defender la fe y la iglesia de las "tinieblas" de las herejías. Esta leyenda parece que tiene como origen un juego de palabras con domínico, perro del Señor (Domini canis) o Dominicus (Domini custos).

Coronación de Espinas
Recientemente esta obra se ha atribuído al círculo del llamado Maestro de la Sisla, que trabajó por tierras castellanas durante el último tercio del siglo XV. La tela procede de un monasterio toledano y fue adquirida por el Patronato del Museo en 1921, intentando crear ese Museo de arte español que enmarcase la obra del Greco.
La teatral violencia de los soldados, así como la composición y el modo de plegar los paños son características que enlazan con obras alemanas del siglo XV, conocidas seguramente por la difusión de estampas. Estas representaciones disfrutaron de relativo éxito entre los pintores castellanos y aragoneses quienes las utilizarían en múltiples ocasiones.
La escena, basada en los textos evangélicos, se desarrolla en el angosto interior en cuyo centro se observa a Cristo rodeado de unas figuras que se afanan en colocarle una corona de espinas y otras de hostigarle mientras le adoran de forma burlesca como rey de los judíos. En una composición abigarrada las figuras se amontonan en torno a Jesús llenando el primer plano con la riqueza cromática de las vestiduras en las que destacan los tonos claros de rojos, carmines, violetas y verdes así como de dorados en el nimbo de Cristo y en algunos detalles de los ropajes de escultóricos y geométricos plegados. El contraste entre la serenidad del reo y la excitación y brutalidad de los gestos, casi caricaturescos de los sayones acentúan aún más si cabe el dramatismo de la escena.

San Sebastián
Se trata de una pintura sobre tabla de aproximadamente la segunda mitad del siglo XV de la llamada escuela levantina, en la que se mezclan elementos del Gótico final con influencias flamencas e italianas del primer Renacimiento. Se trata de una representación medieval de San Sebastián ya que el santo nos muestra sus instrumentos martiriales, el arco y las flechas, y al mismo tiempo se nos presenta al santo como un modelo del caballero medieval. Destacan así los aspectos suntuarios, con ricos ropajes y una predisposición que parece hablarnos de un caballero a punto de salir de caza. Este tipo de representaciones de santos caballeros, comunes en este momento, y sobre todo en el Reino de Aragón, acaba prohibiéndose ya que se prefieren representaciones más religiosas en su composición. Por esta razón, y a partir del siglo XVI, la representación común de San Sebastián será un joven desnudo, atado a un árbol y aflecheado, aunque su muerte final será por la espada.
El escenario que lo rodea complementa la importancia del personaje, de la misma manera que marca un cierto avance temporal dentro de la pintura gótica, al demostrar interés por fingir la tercera dimensión. El suelo enlosado, con motivos propios de los alfares valencianos, supone un recurso constante en la pintura levantina y aragonesa. El empleo del oro en relieve de nimbos o adornos es normal en la escuela levantina. Los cipreses del fondo aparecen en sus obras, como el San Jorge y la princesa del Museo de Barcelona y las portezuelas de éste del Museo de Berlín.
Existen varios elementos que relacionan esta pintura con el círculo de Jaume de Huguet, como la indumentaria del santo, que es la misma que la de un personaje del retablo de San Antonio Abad, destruido en 1909, de este autor. Igualmente la técnica también se relaciona con el taller de Huguet, usando temple con toques y veladuras de óleo. Sin embargo el rostro no tiene el moldeado delicado y el color brillante y entonado del artista.

Retrato de doña Mariana de Austria. Juan Bautista Martínez del Mazo (1611-1667)
En este cuadro de Martínez del Mazo se representa a Doña Mariana como reina viuda y regente de la Monarquía, que ha de llevar los asuntos del gobierno. Por ello Doña Mariana va vestida con ropas de viuda, condición por la cual actúa de regente, y se la presenta sentada y con papeles en la mano, símbolos del ejercicio real del gobierno.
Estos elementos se pueden interpretar gracias a que siguen la tradición de los retratos cortesanos barrocos, siendo éste un buen ejemplo de esta tradición retratística. El pintor Martínez del Mazo, yerno de Velázquez, logra así una imagen de la reina menos amable, pero muy eficaz. El lienzo es igual que el retrato conservado en la National Gallery de Londres, también firmado y fechado el mismo año, 1666.
Al fondo se aprecia la sala Ochavada del Alcázar de Madrid, en donde el niño Carlos II se encuentra junto con su Aya, la Marquesa de los Vélez, dos sirvientas y dos enanos. Esta escena cortesana recuerda en su composición a las Meninas de Velázquez, queriendo ser también una escena cortesana desenfadada.
El estilo de Mazo deriva directamente del estilo de Velázquez, extremando su ligereza de pincel pero sin su sobria y difícil maestría. Parece indudable, que el esquema compositivo de los retratos de Doña Mariana por Carreño, posteriores a 1669, procede de Mazo, pero supo añadir la severa gravedad del escritorio, que subraya el carácter político de gobernadora que quiso dar a los retratos de la reina.

Retrato del Marqués de la Vega-Inclán. Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923)
Otro de los imprescindibles es sin duda el retrato que Joaquín Sorolla regaló a Don Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer, II marqués de la Vega-Inclán.
En la parte superior izquierda del lienzo, puede leerse la siguiente leyenda: “A Benigno Vega para su Museo de Toledo." J. Sorolla y Bastida 1910”.
Sorolla realizó el retrato de su amigo en un innovador formato apaisado, por influencia de la fotografía que conoció a través de su suegro Antonio García Peris. Sitúa la figura en primer plano sobre fondo neutro y utilizando la pincelada menuda y directa, con la intención de entroncar con los retratos del Greco. Lo pintó para ser expuesto en el Museo del Greco, de cuyo Patronato él mismo era miembro y Vega Inclán su fundador. Además de ser mecenas e impulsor de novedosos proyectos culturales, el Marqués también fue un activo marchante de arte, sobre todo de obras del Greco. Retrató a don Benigno varias veces, siendo una de ellas esta obra, que le regaló y donde le muestra a los cincuenta y dos años.

ESCULTURA
Los fondos escultóricos responden a la idea de coleccionismo que tenía el Marqués, quien aprovechaba cualquier ocasión para adquirir bienes que contribuyeran a crear en su casa un ambiente histórico a través de imágenes, retablos, tallas u otros elementos escultóricos que se conservan.
Talla “Dolorosa” 1500. Madera de Nogal. Talla
El tema de la "Mater Dolorosa" es una representación de la Virgen en solitario. Esta representación comienza a tener difusión a partir de la Edad Media destacando su desarrollo a partir del siglo XVI. Se trata de una composición en la que la Virgen aparece representada aisladamente, dolida, tras el enterramiento de Cristo. Junto al sufrimiento de María, estas composiciones sirven también para personificar a la Iglesia, que debe soportar ella sola los dolores del mundo tras la marcha de los discípulos. En la escultura española, este tema de la Virgen Dolorosa ocupó un lugar preeminente entre los siglos XVI al XIX.
Esta Dolorosa debió de formar parte de un Calvario monumental exento, seguramente situado en el remate de un retablo mayor, lo que era habitual en España. La calidad de la talla, la gran cantidad de plegados no excesivamente duros, la expresión facial muy lograda y la torsión de la voluminosa figura hace pensar en un origen flamenco-borgoñón.
Existen ejemplares del antiguo ducado de Borgoña que se aproximan al del Museo del Greco. Aunque se trate de una escultura realizada en Flandes hacia 1500, el marqués de la Vega Inclán no la adquirió en el extranjero, sino probablemente en alguna localidad cercana a Valladolid, en cuyos templos solía adquirir obras artísticas.

Busto relicario “Obispo relicario” (1576-1600)
Madera: Talla- Estofado - Pintado - Policromado – Dorado
Relicario con la representación de un santo, podría tratarse de san Gregorio por su similitud con uno de los ejemplares que pertenecen a la colección de relicarios de la capilla universitaria de la Universidad de Sevilla.
Este tipo de relicarios fueron comunes a partir de la segunda mitad del siglo XVI, sobre todo después de que se llenaran los armarios relicarios del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial con los numerosos bustos encargados por Felipe II a Juan de Arfe y su yerno Lesmes Fernández del Moral.
La moda persistió durante la primera mitad del siglo XVII y se hicieron gran cantidad de ellos para colocar en bancos o en nichos a lo largo y ancho de los retablos.

Talla “Cristo Crucificado”. Madera: Talla- Policromado
Talla que representa a Cristo en la cruz en el momento de su muerte, con la cabeza inclinada y el cuerpo desmayado sostenido por los clavos en manos y pies.
Esta figura de Cristo Crucificado presenta algunos de los aspectos habituales en estas representaciones de Cristo, como son los tres clavos habituales en el arte cristiano a partir del siglo XIII. Sin embargo, no aparecen otros elementos usuales en estas representaciones del crucificado como son: la falta de la cruz, estando suspendida esta talla sobre un paño de terciopelo rojo, la corona de espinas en su cabeza, la inscripción con las letras INRI y la calavera y la tibia a los pies de la cruz.

Relieve “Cristo atado a la columna” (1500-1540). Madera: Talla
En esta talla se representa la figura de Cristo después de ser flagelado, el llamado "Ecce Homo" tomado del pasaje del Nuevo Testamento: Juan 19: 4-6. "Aquí tenéis al hombre": palabras que pronunció Poncio Pilato, gobernador romano de Judea, a los judíos congregados fuera del lugar donde transcurría el juicio, después de que Cristo fuera flagelado y escarnecido por los soldados.
Los objetos que sostienen los ángeles son dos signos de la pasión: la columna, símbolo de la Flagelación y el madero; que alude a la cruz con la que tiene que cargar Cristo, hasta el Monte Carmelo y en la que será crucificado. Fue un tema escasamente representado en el arte cristiano antes del siglo XV. Este motivo iconográfico ha dado lugar a otro tipo de temas como "El Cristo de Piedad" y el "Varón de Dolores", o temas relacionados como la coronación de espinas y escarnio, que también ocurre en este momento de la Pasión.

Talla de una santa (1605-1615). Madera: Talla, estofado, policromado.
Figura femenina de cuerpo entero vestida con hábitos de monja. La mano derecha, que se encuentra abierta, debía sujetar un objeto, hoy desaparecido, mientras que la izquierda sostiene un libro cerrado que apoya contra su cadera.
La semejanza de esta representación de una Santa con la imagen de Santa Inés conservada también en este museo hace pensar que ambas procedan del mismo conjunto escultórico, un retablo de pequeño o mediano tamaño en el que las esculturas formarían parte de alguna calle lateral o banco.
La identificación de esta santa en concreto es compleja ya que parece haber perdido su atributo principal. Por la presencia del libro ha sido identificada como Santa Teresa, Santa Clara o Santa Catalina de Siena. El manto oscuro hace poco posible que se trate de Santa Teresa, quien vestía hábito de carmelita (manto blanco sobre túnica oscura). Por su parte Santa Clara, fundadora de las clarisas, es representada con manto y túnica oscuros, y Santa Catalina de Siena suele ser representada con hábito dominico (manto oscuro sobre túnica blanca). Por el estado de conservación del manto no es del todo claro su color, dependiendo de ésto la santa podría ser identificada con Santa Clara o Santa Catalina de Siena.
Tanto esta escultura como la de Santa Inés pertenecen a la escuela andaluza barroca, y han sido relacionadas o con el taller de Pablo de Rojas o con el taller de Alonso de Mena.

Santa Inés. Talla, Estofado, Policromado.
Esta imagen representa a Santa Inés una de las primeras mártires cristianas veneradas por la iglesia. Su nombre tomado del griego agné significa "pura" mientras que del latino agnus, significaría cordero, y entre sus principales atributos se encuentra de hecho este cordero blanco, aludiendo tanto a su nombre como a la visión que tuvieron sus padres, quienes, ocho días después de su muerte, vieron aparecer a su hija con un cordero.
La semejanza de esta representación con la imagen de una santa indeterminada conservada también en este museo hace pensar que ambas procedan del mismo conjunto escultórico, un retablo de pequeño o mediano tamaño en el que las esculturas formarían parte de alguna calle lateral o banco. Estas esculturas pertenecen a la escuela andaluza barroca, y han sido relacionadas o con el taller de Pablo de Rojas o con el taller de Alonso de Mena. En ese caso la destacable policromía podría deberse al taller de Pedro Raxis, colaborador habitual de ambos talleres escultóricos.

Talla “Santa Ana, la Virgen y el Niño”
Alto relieve que representa a Santa Ana y la Virgen María con Jesús niño sobre su regazo. Santa Ana sostiene un libro simbolizando, según señalan los evangelios apócrifos, que fue ella quien enseñó a leer a María durante su infancia.
A finales del siglo XIII, ciertos temas relacionados con santos fueron divulgados a través de la "Leyenda Dorada" de Santiago de la Vorágine, siendo de gran predicamento durante toda la Edad Media hasta el siglo XVI, cuando empezaron a disminuir por la censura aplicada por el Concilio de Trento.
Este grupo trinitario en el que se representan las tres generaciones de la Sagrada Familia, abuela, madre y niño, gozó de gran éxito entre los artistas del Norte de Europa, sobre todo en la Alemania de los siglos XV y XVI.
Aunque en este conjunto sólo podemos apreciar el libro, hay seis elementos que suelen aparecer generalmente en el grupo de Santa Ana, la Virgen y el Niño: La corona, relacionada con los atributos reales, ya que se quiere vestir a la Virgen, y en ocasiones también al niño de éste carácter real como reyes de toda la creación, el Libro, la Flor, atributo de María y en ocasiones de Santa Ana, el Fruto, que suele ser una manzana y se relaciona con la concepción de María como nueva Eva, ofreciendo el fruto de la Salvación, el Cetro, que además de atributo de realeza o majestad puede ser entendido también como símbolo de fertilidad, y el Globo del mundo.

Anunciación Preñada (ca. 1325)
Conjunto formado por dos esculturas policromadas que conforman un tema artístico y religioso específico: la Anunciación preñada. Este tema iconográfico es original de la Edad Media peninsular, y se trata de una variante iconográfica de la Anunciación unida a un episodio de la Encarnación. Así tendríamos en las inscripciones de las filacterias un saludo entre el arcángel y la Virgen típico de las anunciaciones: AVE MARIA GRATIA PLENA (Salve María llena eres de gracia) y ECCE ANCILLA DOMINI (He aquí la esclava del Señor) junto con la representación de la Virgen en estado de gravidez, remarcado por la mano de la Virgen sobre su tripa. Según Ibáñez Palomo, se trataría de una particularidad de la Península Ibérica que disfrutó de gran aceptación en la mitad norte de la Corona de Castilla y en el reino de Portugal desde la segunda mitad del siglo XIII hasta los siglos medievales, situándose en el XIV su época de mayor apogeo.
Se ha relacionado la creación de esta tipología con la fiesta del Expectatio Partus, que en el calendario litúrgico hispano, y tras el X Concilio de Toledo (656), se celebraba el 18 de diciembre junto con la Anunciación; así la iglesia hispana evitaba que la Anunciación se celebrase en Plena cuaresma el 25 de marzo. A pesar de ello, hay un espacio de varios siglos entre este X Concilio de Toledo (siglo VII) y las primeras apariciones de estas anunciaciones encinta (siglo XIII).
Tras Trento esta representación tan carnal de la Virgen, claramente embarazada, no se vio adecuada, por lo que esta iconografía desaparece. Cabe destacar que éste es uno de los pocos ejemplos en madera que se conservan, estando la gran mayoría de los ejemplos conservados realizados en piedra.

Niño Jesús en sillón
Esta pequeña escultura repite una iconografía de Jesús Niño con símbolos de la Pasión, habitual en el ámbito hispánico, pero en una versión especialmente antigua, que le muestra dormido, agotado por el esfuerzo de la meditación. Se conocen al menos cinco ejemplares semejantes, todos vestidos a la usanza del tiempo de Felipe II. El ejemplar del Museo del Greco responde plenamente a esta iconografía, aunque tiene alguna menor calidad.
Entre todos ellos se observan diferencias, centradas en los atributos que llevan en la mano, que pueden ser una cruz, una calavera o la esfera, y en las ropas que los cubren. El del Museo tiene un vestido cerrado de manga larga, pero no lleva encima el vaquero que llevan las imágenes arriba citadas, además parece haber perdido la cruz que llevaría en su mano izquierda. Además todos, menos el ejemplar del Museo del Greco, portan una cinta al cuello que sostiene algún tipo de colgante.
Estas imágenes pueden fecharse en el último tercio del siglo XVI. Por los lugares donde se custodian tres de estos ejemplares (Santo Domingo el Real, las Descalzas Reales y el convento de San Juan de Jerusalén de Zamora) debe pensarse en un origen cortesano, como producto de regalos hechos a mujeres de la familia real que profesaban en conventos. A partir de ellos, el tipo se difundió y se imitaría, sin duda, con resultado menos perfecto y de calidad algo inferior.

CERÁMICA
En lo relativo a cerámica, la colección es muy variada en cuanto a formas y decoración, con una cronología que va desde los siglos xvi al xx. El núcleo más importante es el formado por las cerámicas de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo, por las que el Marqués sentía especial predilección. Muchas de ellas proceden de las remociones en las cuevas del jardín y algunas, por su calidad, se expusieron en la cocina reflejando en este espacio la vida cotidiana y doméstica de la época.
Jarra (1500-1600). Vidriado Pintado/ Multicocción
Esta jarra talaverana con decoración en azul cobalto sobre blanco de motivos vegetales esquemáticos seguramente sea un ejemplo de las primeras series azules de este centro cerámico, realizadas en el siglo XVI. A diferencia de posteriores series azules de Talavera de la Reina, la decoración se realiza en un azul sin matices, y de gran esquematización, que recuerda a los motivos geométricos mudéjares aún muy vigentes en Toledo en el siglo XVI.
Es a partir de este momento que Talavera se consolida como un centro cerámico de importancia, realizando estas cerámicas azules sobre blanco por influencia de la porcelana china que llega a Europa. En concreto esta jarra vinatera serviría para escanciar vino, de forma similar a las contemporáneas jarras de Santiago

Jarra de Bola (1700-1800). Vidriado Pintado/ Multicocción
Jarra de bola blanca con decoración azul de Talavera de la Reina. Esta jarra se incluye dentro de la serie azul de heráldica barroca tan prolífica durante el siglo XVIII. Los conventos a partir del siglo XVI solicitaron gran variedad de productos a los alfareros talaveranos, unos con sentido utilitario y otros con carácter religioso-simbólico. Presentan elementos decorativos que la vinculan al ámbito religioso, como los escudos de la orden a la que pertenecen, lo que les confiere un valor documental añadido.
En este caso, sobre el escudo de la Orden de Santo Domingo aparece la inscripción "NOVIZo DE AJOFRÍN", es decir, perteneciente al Noviciado de Ajofrín (Toledo). Las hojas de acanto que rodean al escudo, con lóbulos en su perfil exterior, son comunes en el último tercio del XVIII.

Salvilla (1676-1725). Vidriado Pintado/ Multicocción
Se trata de una variante singular del tipo de salvilla tradicional, que se realizaba tanto en cerámica como en vidrio o plata. Este tipo de piezas se utilizaban en el servicio de mesa como bandeja en la que se situaban una o varios recipientes para bebida. Se conocen ejemplares similares pero carecen de agujeros, por lo que la salvilla que nos ocupa parece ser un avance en funcionalidad, en lo que respecta al permitir una mejor y más segura sujeción de los vasitos o jícaras. Las piezas de Talavera que presentan habitualmente cinco agujeros responden más a la función de vaseras o porta especieros, pero la forma general de esta pieza se acerca más a las salvillas.
Destaca el tratamiento paisajista del animal, dibujado sobre el suelo con matorrales, circundados de ramas. Las ramas y hojas alrededor de flores también aparecían en ciertas porcelanas chinas del último cuarto del siglo XVI y principios del siglo XVII con destino al mercado europeo. Los dibujos en espiga con tres ramas paralelas, y a cada lado una flor o fruto, es un motivo iconográfico autóctono consecuencia de una evolución e interpretación española de un diseño chino. Pertenece a la serie de los helechos, también denominada chinesca de golondrinas, que son piezas muy abundantes que se fabricaron durante el XVII y la primera mitad del XVIII siguiendo la moda de la porcelana china.

Cuenco (1701-1800). Loza. Esmaltado Pintado Torneado.
Cuenco con vidriado blanco lechoso y representaciones en color azul combinando dos tonalidades. En el interior se representa un jabalí corriendo entre un paisaje de árboles de copa y finos troncos. Un friso de roleos de acantos "alla Porcellana" recorre el borde inferior de la boca en esta zona interior.
En el exterior dos edificios de influencia asiática alternan con zancudas y árboles. Arbustos de grueso punteado y nubes completan el paisaje.
Este recipiente pertenece a la "serie azul" de Talavera y dentro de ésta, a la subserie de "árboles de pisos" propia del siglo XVIII e influenciado por la cerámica que en esos momentos se hacía en Savona (Italia). El tipo de edificios "pagoda" es común en los paisajes chinos que aparecen en la cerámica de Delft en azul y blanco.

Cuenco (1701-1750).
Este jarro talaverano pertenece a la llamada serie "claroscuro", "azul" o "chinescos" característica de los siglos XVII y XVIII. En ella se reproduce un ave, entre un paisaje vegetal, y al lado contrario el escudo del Real Monasterio de Guadalupe.
Las suaves ramas escalonadas de los árboles y el uso de los azules de distintas tonalidades caracterizan a esta serie, a la que suelen pertenecer numerosos albarelos de boticas monacales, así como jarrones, jarras y platos de temáticas evergéticas. Tiene influencias de centros cerámicos de Centro Europa, a la vez que recupera esas influencias (a través de centro Europa) de las porcelanas chinas que caracteriza a la cerámica de Talavera desde el XVI.

Plato (1576-1600).
Loza: Vidriado - Pintado - Multicocción – Modelado
Este plato de Talavera de la Reina pertenece a la llamada serie de punteados tricolor, del último tercio del XVI y principios del XVII. Esta serie se caracteriza por un lado por el uso del blanco-azul-naranja, y por otro por la aparición de punteados en las alas del plato.
Desde el siglo XVI las series talaveranas presentan influencias chinescas, sobre todo en el uso del azul y ciertas formas vegetales, pero en este momento las influencias flamencas se dejan sentir fuertemente en las series cerámicas. En este plato se observa el deseo de reproducir un entorno natural. Este naturalismo común en las cerámicas del siglo XVI y XVII evoluciona también a escenas cinegéticas muy del gusto de los altos estamentos del momento.
Benditera (1701-1750). Modelado – Pintado – Esmaltado
Benditera de Hellín (Albacete) con decoración en óxido de hierro, de cobalto y negro de manganeso sobre una cubierta de plomo y estaño.
Se clasifica en la serie otros motivos de la loza tricolor hellinera, que deriva de la serie talaverana del mismo nombre. La influencia de Talavera de la Reina en las cerámicas de Puente, Toledo y Hellín se aprecia durante los siglos XVII y XVIII.
En el centro de la benditera, entre las columnas, se representa la cruz de Caravaca, enmarcada por helechos cuya forma, conocida en las cerámicas hellineras, deriva de los helechos talaveranos.

Zócalo
Azulejo - Moldeado - Pintado - Multicocción - Vidriado – Arista
Zócalo de alicatado para revestimiento de pared. Está compuesto por cuatro franjas de azulejos cuadrados en técnica de arista con distinta composición. En la franja inferior, listones de color verde. En un segundo nivel, azulejos cuadrangulares de diseño geométrico que llevan rosas de ocho pétalos hendidos y círculo central.
Sobre éste, la franja central de mayor altura, presenta una composición de estilo árabe de cuatro azulejos que forman motivo estrellado de lacería. En el último nivel, encontramos dos tipos de azulejos; unos se componen de una cenefa con motivo central de flor de almendro y otros con decoración geométrica de cintas blancas que recuerda el alfabeto cúfico.
Todos estos azulejos se enmarcan cronológicamente entre principios del siglo XV y finales del XVI, aunque el zócalo no es el original pues debido al mal estado del mismo se optó por sanear los muros del patio arrancando los anteriores y colocando los actuales, para cuyo trabajo se contó con el asesoramiento y supervisión del ceramista toledano José Aguado.

MOBILIARIO
El mobiliario, tanto popular como culto, será uno de los elementos que mejor respondan al propósito de recrear los distintos ambientes de una casa del Renacimiento donde supuestamente vivió el Greco. Destacan piezas como escritorios, sillas de brazos, bufetillos, arquetas, tajuelas, mesas tocineras, sillas bajas o armarios decorados con casetones que se exponen en aquellas salas del Museo donde se ha pretendido recuperar su ambiente original, como en el Estudio o en la Cocina.
Rueca (1800-1900). Madera, Ensamblaje.
La rueca o torno de hilar es un instrumento que se usa para el proceso de hilado de la fibra, ya sea lino, cáñamo o lana. En este caso se trata de un torno de hilar de tipo castillo o vertical, ya que todas sus partes se encuentran colocadas verticalmente. La fibra sin hilar se colocaría en la parte superior, y accionando el pedal con el pie se iría hilando a través del movimiento de la rueda.
Este tipo de hilado en torno de hilar, en contraposición con el hilado a mano con huso y rueca, aparece en la India alrededor del 500 a.C. y llega a Europa sobre los siglos XIII-XIV. Hasta la revolución industrial conviven tanto en talleres como en hogares los distintos tipos de tornos de hilar e incluso el hilado manual. Como se ve en el cuadro "La familia del pintor" este tipo de actividad era comúnmente realizado en los hogares por las mujeres, muchas veces, si lo tenían, en el estrado femenino.

Papelera (1651-1700).
Madera de pino- Hierro- Hueso
Talla- Temple - Policromado- Terciopelo - Dorado- Ensamblaje- Forja- Fundido- Incisión
Papelera o escritorio descubierto al frente, distribuido en tres calles con varios cajones cerrados con llave. El frente de los cajones va decorado con dibujos geométricos en torno a los tiradores con piezas embutidas y policromadas, junto a la policromía del fondo.
Representa una evolución popularizada del escritorio dorado y policromado y deriva del tipo de escritorio de la serie "columnillas", el más popularizado como genuinamente español. Estos escritorios de columnillas proceden de los escritorios con decoraciones arquitectónicas del clasicismo severo de finales del XVI, que se van abigarrando y coloreando durante el primer tercio del XVII.
Aunque no se conocen exactamente los centros productores, tradicionalmente se consideran realizados en Salamanca.
Arquilla (1801-1900).
Madera de cedro- Hierro
Ensamblaje-Forja- Fundido-Talla
Arqueta sin tapa con dos cajones iguales en la parte superior y uno más grande debajo y tiradores en el frente en forma de tijera. Está completamente cubierta de tallas geométricas y círculos estrellados. Las rosetas del frente de los cajones se enmarcan por una cenefa de sogueado y otra de triángulos entrelazados. En los costados presenta un sol de radios curvos y abanicos en las esquinas.
En el siglo XVII se desarrolló una fuerte industria de producción de arquetas populares de tapa plana, generalmente sólo con tres cajones, dos superiores y uno más grande inferior. Tipológicamente deriva de las arquillas de taracea, incluyéndose dentro de los mueblecillos con un fin determinado como los costureros.
Sillón frailero renacentista. Madera de Nogal, Hierro y Cuero.
Ensamblaje/Talla/Troquelado/Calado
Silla de brazos con asiento y respaldo de cordobanes repujados con decoraciones geométricas, y chambrana calada. Este tipo de asiento, conocidos como "sillón frailero" desde el siglo XIX, eran anteriormente conocidos como "sillas de brazos".
Se trata de una tipología originada en Italia en el siglo XVI, y que pronto tuvo gran difusión en la península ibérica en los siglos XVI y XVII. En concreto este sillón parece ser de principios del siglo XVII.
La denominación de "sillón frailero" como dijimos se acuñó a principios del siglo XX aludiendo al sillón historicista que se crea en estos momentos y que imita las sillas de brazos del Renacimiento y del Barroco.
Armario (1801-1900). Madera de Pino. Pintado. Ensamblaje
Armario de un solo cuerpo en altura realizado en madera de pino. El frente se compone de dos puertas decoradas con casetones de distinto tamaño, policromados en tonos azul, blanco y ocre, que están dispuestos horizontal y verticalmente. En la parte superior está abierto por dos vanos de celosías caladas y pintadas en color azul.
Está rematado por una cornisa de crestería adornada con el escudo de la Santa Inquisición; en fondo rojo, una cruz latina sobre aguas, flanqueada a la derecha por una mano sujetando una espada y a la izquierda por una rama de olivo. El interior del mueble está dividido por cinco estantes apoyados en barrotes y en la parte central se observan tres cajones.
Tipológicamente reproduce modelos dieciochescos de armarios para farmacia o contenedores de libros como el conservado en la Catedral de Sigüenza.
Actualmente se encuentra cedido al Museo Sefardí, en donde se expone para apoyar la explicación sobre los conversos sefardíes y el papel de la Inquisición persiguiendo a los falsos conversos.
Arqueta (1801-1900)
Madera de nogal-Hierro-Hueso- Madera de boj
Ensamblaje- Forja- Fundido- Embutido
Arqueta prismática que presenta una tapa plana y asas en los costados para su fácil transporte. En el frente tiene decoración geométrica con rombillos y triángulos de hueso, ébano y boj dibujando hexágonos inscritos por una circunferencia y motivos florales en la tapa y los laterales, todos ellos realizados con la técnica de taracea.
Es una imitación de las arquetas mudéjares de taracea, que fue la producción más genuinamente española desde finales del siglo XV y que continúan haciéndose en siglos posteriores y en un ámbito más popular. Este tipo de taracea se caracterizaba por la combinación de pocos elementos decorativos pero repetidos, creando una sensación de riqueza decorativa. En concreto, este ejemplar es una versión simplificada de las arquetas que se hacen en Aragón en los siglos XVI y XVII.
Banco. Madera. Hierro
Asiento de una plaza con respaldo abatible mediante bisagras y decorado por una estrella inscrita en un círculo flanqueada por motivos hexagonales. Tipológicamente, lo podemos clasificar dentro de los bancos de zaguán, bancos simples de materiales rígidos, que en ocasiones ostentan las armas de los dueños en el respaldo.
Cofre (Renacimiento)
Madera de pino- Hierro- Cuero
Ensamblaje- Forja - Tapizado –Repujado
Cofre de Flandes enmarcado tipológica y estilísticamente en los siglos XV-XVI. Este tipo de mobiliario era muy habitual encontrarlo en el estrado, un espacio doméstico con entidad propia dentro de la vivienda cristiana. Tiene su origen en el mundo árabe, y en un principio fue utilizado indistintamente por hombres y mujeres, transformándose a partir del siglo XIII en un reducto femenino, reservado para la labor de aguja, la oración, la lectura o la tertulia.
Por la tipología y estilo podría pertenecer al siglo XV o XVI momento álgido de creación de este tipo de cofres, pero el mueble popular tiende a repetir modelos a lo largo del tiempo por lo que podría pertenecer a un siglo posterior.
Armario (1876-1925)
Madera de pino: Policromado – Estucado
Este armario de estructura tripartita, con decoración polícroma que cubre todo el exterior del mueble, es una interesante y peculiar pieza neogótica.
Podría pertenecer a una tipología de muebles con claras similitudes con los sagrarios o con los confesionarios y que posiblemente pertenecieran al mobiliario litúrgico, hecho que se ve reforzado por la presencia de la hornacina, con un fondo decorado a base de estrellas.
Dentro de los ejemplos de muebles históricos no faltan interpretaciones pintorescas ni imitaciones de muebles del Renacimiento, producto de una moda del primer cuarto del siglo XX, a los que se les da la apariencia de antigüedad, especialmente en la utilización de elementos ornamentales (torneados, tallas, aplicaciones de hierro o taraceas), como es este caso.
Arca de novia (1801-1900)
Madera de pino y de nogal
Ensamblaje –Talla
Esta arca historicista, seguramente creada en Cataluña, repite un modelo de arca de novia renacentista. Se trata de una interpretación española de las arcas de novia talladas del siglo XVI que formaban parte de la dote de la esposa en el momento del contrato matrimonial. Las más conocidas eran las fabricadas en Levante, especialmente en Cataluña y Baleares, desde el siglo XV. Por la decoración de florones y casetones que presenta la pieza, parece intentar imitar arcas del Renacimiento Español.
Hasta el siglo XVII/XVIII las arcas son el mobiliario de guardar más común, siendo luego relegado a entornos más pobres y rurales.
Una de las características principales de las arcas catalanas, que perdurará hasta el siglo XIX, es su sistema constructivo a base de cuatro paneles encajados y el albergar cajones en su interior. Estas arcas son similares a las kutxas del País Vasco.

METALES
Los metales están igualmente bien representados, con especial protagonismo en la cocina, donde se muestran las jarras de bronce, la chocolatera de cobre, el caldero de hierro, el candil o el trébedes.
Mortero. Bronce Fundido
Mortero compuesto por un recipiente de paredes y fondos gruesos, en forma de vaso, con relieve de balaustres, y una mano de mortero. Este utensilio de cocina sirve para machacar sustancias diversas.
Desde los inicios del Museo la recreación de la cocina fue una de las más cuidadas y llamativas, para ello el marqués adquirió toda una serie de cerámicas y otros elementos de cocina, como este llamativo mortero.
Trébede. Hierro Forja.
Trébede formado por un arco soldado sobre dos pies prolongados hacia el interior del arco para que el recipiente se asiente. En uno de sus extremos se sitúa un tercer pie que se prolonga lateralmente por medio de un vástago horizontal decorado con volutas.
A través del vástago se introduce una horquilla perpendicular y en sentido contrario para apoyar el mango de la sartén. Este tipo de pieza solía utilizarse en el ámbito popular para sujetar las sartenes expuestas al fuego en el suelo.

Lámpara votiva. Latón Fundido, Laminado y Moldeado
Las lámparas votivas son una tipología de piezas de ajuares litúrgicos cuya función era arder para iluminar, bien a una imagen de la que se sentía una fuerte devoción, bien al Santísimo Sacramento, con lo que eran frecuentes encontrarlas acompañando a los sagrarios de las capillas
La lámpara del Museo del Greco es de una pieza del siglo XIX de latón dorado, torneada y con aplicaciones de elementos de fundición. Carece de decoración, a excepción del borde que se ornamenta con una crestería de estructura calada de elementos geométricos.
La tipología de esta pieza es representativa del eclecticismo, tal como indican los motivos decorativos de cresterías caladas que están inspirados en los historicismos medievalistas.
Este tipo de piezas industrializadas del siglo XIX y concretamente las de latón, no suelen presentar el habitual sistema de marcaje de las de plata que identifican al artífice, a la ciudad y al fiel contraste. Hasta el momento, su procedencia es desconocida. Probablemente fuese una de las tantas compras que realizó Benigno Vega y Flaquert, marqués de la Vega-Inclán para sus fundaciones.
Chocolatera (1826-1925). Metal
Chocolatera de cuerpo globular que presenta un cuello muy alto y estrecho que podría servir de pico vertedor o para introducir un palo batidor.
Gracias a las nuevas tecnologías que se desarrollan a pricnipios del XIX, el consumo del chocolate se extiende por Europa, convirtiéndose en una bebida de consumo de la burguesía del momento. Es también en este momento cuando se extiende la utilización de intrumentos especializados para la creación del chocolate como son las chocolateras metálicas.
Otros elementos de ajuar relacionados con el consumo del chocolate, como las mancerinas, son anteriores, apareciendo ya en el siglo XVII.
Badila. Hierro Fundido
Badila formada por un vástago o varilla que se asemeja en su decoración a una rama y que sostiene en su extremo una placa circular.
Pala de metal con que se recogen las brasas de la chimenea y se llevan al brasero y con la que se remueven los rescoldos para avivarlos.
Jarra. Cobre Fundido
Jarra de metal de boca circular, alto cuello troncocónico y cuerpo bicónico que descansa sobre base de fondo plano y pie anular. Presenta amplia asa cintada del labio a mitad del cuerpo.
El bronce fue utilizado en la cocina en la cultura popular entre otras cosas por su buena conductividad del calor, distribuyendo la temperatura de forma uniforme por toda su superficie.
Morillo. Hierro Fundido
Morillo formado por dos cuerpos: un vástago vertical del que parten dos ganchos y remata en flor y un caballete, unido a la parte inferior del anterior, que sirve para sostener los troncos de leña en una chimenea. Esta pieza ha perdido el caballete quedando únicamente el elemento vertical.
Los morillos son elementos muebles que se colocan uno a cada lado del fuego y sirven para colocar pucheros sobre el fuego o para soportar la leña. La parte que sobresale del fuego, el elemento vertical que nos ha quedado, como en este caso solía tener formas complejas, formando así parte de la decoración de la sala.


FOTOGRAFÍA
La colección de fotografía antigua del Museo es limitada. Por una parte el archivo del fundador del Museo, Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer II marqués de la Vega-Inclán, se encuentra en el Museo del Romanticismo; pero además el mismo marqués donó más de veinte mil fotografías pertenecientes al archivo del Museo del Greco a la Hispanic Society en 1933. Muchas de las fotografías que el marqués donó fueron realizadas por Mariano Moreno, quien fotografió numerosísimas obras del patrimonio cultural español.

Fotografía del jardín bajo. Papel fotográfico.
Esta foto tomada desde el jardín bajo del Museo hacia las cuevas y los edificios ingresó en el Museo hacia 1920, por lo que debió ser tomada poco antes de esta fecha.
Aunque en el libro de registro no está consignado el autor, esta fotografía es idéntica a la conservada en el Archivo Moreno del IPCE con número de inventario 00221_C, por lo que atribuimos su autoría a Mariano Moreno.
Cabe destacar el diferente tamaño del jardín en este momento, ya que no se ampliará hasta 1962, y el concepto de jardín romántico con numerosas ruinas arqueológicas del marqués de la Vega-Inclán.

Fotografía desde el jardín alto.
Esta foto tomada desde el jardín alto del Museo hacia el techado y la vista de los cigarrales ingresó en el Museo hacia 1920, por lo que debió ser tomada poco antes de esta fecha.
Aunque en el libro de registro no está consignado el autor, esta fotografía es idéntica a la conservada en el Archivo Moreno del IPCE con número de inventario 00232_C, por lo que atribuimos su autoría a Mariano Moreno.
Hoy en día los árboles del mismo Museo y los del parque del Tránsito no permiten apreciar esta vista de los cigarrales toledanos.

Antigua entrada al museo
Esta foto tomada desde la actual calle de Samuel Leví hacia la entrada original del Museo, ingresó en la colección hacia 1920, por lo que debió ser tomada poco antes de esta fecha.
Aunque en el libro de registro no está consignado el autor, esta fotografía es idéntica a varias fotografías conservadas en el Archivo Moreno del IPCE, como la fotografía con número de inventario 00224_C, por lo que atribuimos su autoría a Mariano Moreno.



























































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