RUTA DE OTOÑO
LOS OCHO
MEJORES CASTILLOS
DE
CASTILLA Y LEON
Castilla León fue
igual de protagonista tanto de la conquista como de la reconquista, por lo que nos
la encontramos salpicada de enormes edificaciones defensivas
A modo de espejo, las dos Castillas se miran
una a otra separadas por el Sistema Central, y ambas encierran incontables
monumentos históricos de piedra tallada, así que hoy os traemos ocho de los mejores castillos que
puedes visitar, recogidos en una ruta de poco más de 500 km. Sabemos que muchos
se nos quedan fuera, pero ¡no podemos recogerlos todos!
Castillo de Peñafiel (Peñafiel,
Valladolid)
Tomaremos la localidad vallisoletana de
Peñafiel como punto de inicio de esta ruta con olor a forja y asado. El castillo de Peñafiel es
una fortificación de la que se tiene constancia ya en el siglo X antes de que
el árabe Almanzor se la arrebatase al rey León Ramiro II. La configuración que
llega hasta nuestros días (recinto amurallado, torre del homenaje, torreones
circulares y foso) data del siglo XV.
Guarda algunas peculiaridades que no
encontramos en otras edificaciones que ya hemos visto o vamos a ver. Para
empezar, al estar ubicado sobre una loma estrecha, su forma se asemeja a la de un
buque que se alza sobre una planta de 35 metros de ancho
por 210 metros de longitud. Su estructura guarda alguna diferencia con el
castillo de Almansa que vimos en la anterior entrega, pero el de Peñafiel es
considerablemente más grande.
A diferencia de muchos otros castillos, este
es propiedad del Ayuntamiento de Peñafien, que lo mantiene en riguroso estado
de revista para que puedas visitarlo a placer (de
martes a domingo y festivos a un precio de entre 1,70 y 6,60 euros) y, ya de
paso, aprovechar para conocer el Museo
Provincial del Vino que se guarda dentro de sus murallas.
Castillo
de Turégano (Turégano, Segovia)
Habiendo comenzado fuerte, las ganas por
conocer más fortificaciones nos inundan así que tomando la SG-211 en dirección
sur nos desplazamos 56 kilómetros hasta llegar a nuestra segunda parada en el
camino: Turégano.
La pequeña localidad segoviana de poco
más de 1.000 habitantes está vigilada de forma permanente por un imponente
castillo que se sitúa en el punto más alto del término municipal. Un castillo cuya
curiosidad principal es que la
iglesia de San Miguel que se halla en su interior forma parte del propio
castillo, adosada a la torre principal. Curiosamente, en un principio no era
una iglesia, hacía
las funciones de granero.
Su primera construcción se remonta hasta los
tiempos de los celtíberos y las torres de estilo romano que aún se resisten a
morir en el exterior pertenecen a una de sus primeras versiones, pero la forma
que aún hoy permanece se la dio el obisop Arias Dávila allá por el siglo XV, y
posteriormente en el siglo XVIII se le añadió un campanario. Las diferentes
etapas en la construcción saltan a la vista por el estado y el color de
las piedras utilizadas.
Pese a que su estado no es precisamente el
mejor que podría tener, es visitable y su
interior aún se utiliza para la realización de misas y conciertos de música
clásica.
Alcázar de Segovia (Segovia)
Volvemos a la carretera de nuevo y damos otro
pequeño paso en nuestra ruta para adentrarnos en la maravillosa ciudad de Segovia, una
ciudad con muchos más rincones por visitar que su representativo y manido
acueducto. Uno de esos que suele pasar desapercibido es el enorme alcázar que corona la ciudad desde su punto más alto.
Erigido sobre el cerro que marca el vértice
en la unión de los ríos Eresma y Clamores, este palacio-castillo se construyó bajo mandato del
rey Alí ibn Yúsuf en el siglo XII sobre los restos de una
fortificación romana que ya debía existir en los tiempos del acueducto.
Su perfecto estado de conservación le hace
postularse como visita obligada (y reiterada) cada vez que pares por la ciudad
de Segovia. No todos los días puedes disfrutar de pasear sobre un puente
levadizo para cruzar un profundo foso, subirte a la torre del homenaje con
remates en punta, perderte por las estancias interiores ambientadas de época o
visitar el Museo
del Real Colegio de Artillería.
El precio de la entrada va desde los 2,50 hasta los 8
euros, en función de los accesos. Doy fe de que las visitas
guiadas son totalmente recomendables, y sólo tienen 1 euro de suplemento por
entrada. Si prefieres ir a tu bola, tienes audioguías disponibles por 3 euros.
Castillo
de Coca (Coca, Segovia)
Algo menos de una hora nos separa de nuestro
próximo encuentro con la historia. Será viajando en dirección noroeste hasta
toparnos con la bella localidad de Coca, donde su imponente castillo se aleja
del inherente y sobrio aspecto medieval. El castillo de Coca es
uno de los mejores representantes (por no decir el mejor) del estilo
gótico-mudéjar aplicado a una fortaleza.
Levantado en el siglo XV al borde de un
meandro del río Voltoya, los constructores emplearon el ladrillo como elemento
decorativo además de constructivo. Su estructura destaca por contar con
un doble
recinto amurallado rodeado de un foso que sólo se puede
cruzar a través de un puente fijo.
Como en muchos otros casos, el desuso, la
avaricia y el pillaje dejaron a esta belleza arquitectónica en estado de ruina
tras la ocupación de las tropas napoleónicas y el afán de negocio de un
administrador de la Casa de Alba que vendió hasta columnas de mármol completas
del patio. Sólo después de ser declarado
Monumento Nacional en 1926 y Monumento Histórico Nacional cinco
años más tarde se plantearon las obras de restauración que finalmente se
acometieron entre 1956 y 1958.
En las dependencias del castillo de Coca el
Ministerio de Cultura lleva impartiendo clases desde 1958 para la Escuela de Capacitación
Forestal. Puedes imaginarte lo solicitados que están estos
servicios, no todos los días puedes formarte como profesional en las entrañas
de un edificio que es historia viva.
Esta majestuosa fortaleza se puede visitar durante todo el año en
horario de mañana o de tarde, salvo el primer martes de cada mes y todo el mes
de enero. El precio de la entrada general es de 2,70 euros.
Castillo de Arévalo (Arévalo, Ávila)
Por su estratégica posición elevada, antes
del siglo XII se levantó aquí una torre
de vigía que poco a poco fue cobrando importancia y
aumentando sus capacidades defensivas. En el siglo XII aquella torre se
fortificó dentro de lo que hoy sería la gran torre del homenaje fácilmente
visible a varios kilómetros a la redonda.
Fue en el siglo XV cuando el duque de Béjar,
Álvaro de Zúñiga (por ello también se le conoce como castillo de los Zúñiga),
encargó la construcción de esta fortaleza en la intersección entre los ríos
Arevalillo y Adaja. Ambos cursos hacen las veces de foso, por
lo que no hizo falta excavar el perímetro.
Tras pasar a manos de los Reyes Católicos, el
castillo de Arévalo se reformó en profundidad para ser usado durante años como
residencia y cárcel de personajes ilustres. Después, una historia de olvido y codicia casi
puso fin a este castillo, siendo utilizadas sus piedras incluso como cantera
para los pueblos cercanos.
Si pasas por la A-6 y vas con tiempo,
desviarte para hacer una visita no te
llevará demasiado tiempo. Podrás ver desde un baluarte encontrado enterrado
recientemente hasta estancias palaciegas, un museo del cereal y contemplar las
vistas desde lo alto de su azotea.
Castillo de La Mota (Medina del Campo, Valladolid)
Retomamos la A-6 en dirección A coruña y
detendremos nuestro camino a sólo 30 y algo kilómetros más adelante, al llegar
a la localidad de Medina del Campo. La próspera población
vallisoletana se deja proteger desde lo alto de un cerro por el Castillo
de La Mota, una edificación de estilo mudéjar que fue testigo y
protagonista de la reconquista.
Debido a la inestabilidad de la zona durante las
disputas entre árabes y cristianos, la población quedó casi totalmente
deshabitada, lo que necesito de un proceso de repoblación entre 1070 y 1080.
Para proteger a estos nuevos habitantes se fueron sucediendo varios recintos
amurallados al mismo tiempo que el propio castillo se fue alzando.
Poco a poco la estructura se fue mejorando, pero no
fue hasta que Juan II y su hijo Enrique IV levantaron la torre del homenaje y
el interior de la fortaleza. Posteriormente los Reyes Católicos encargaron
la gran muralla que hoy luce orgulloso.
Con el paso del tiempo se ha ido adaptando a cada
necesidad, pasando de ser un castillo artillero a archivo, prisión o último
hogar de Isabel la Católica, hasta el monumento y centro cultural que es hoy.
Es visitable durante todo el año y los siete días de la
semana.
Castillo de
Ampudia (Ampudia, Palencia)
Damos un salto en el camino y ponemos rumbo
90 kilómetros al norte hasta llegar a la localidad palentina de Ampudia.
Situado a las afueras de la población, esta fortaleza es un ejemplo claro del
estilo castillo señorial castellano, aunando propiedades como edificación
defensiva y palacio/residencia.
La construcción se realizó entre 1461 y 1488
y tras ser adquirido en 1960 por Eugenio
Fontaneda (sí, ese, el de las galletas) se restauró en
profundidad respetando los materiales y técnicas de la época para lucir tan
imponente como hoy puedes comprobar. En su interior guarda una extensa de arte
y antigüedades de la cuenca del Duero que el empresario ha ido recopilando con
el paso de los años.
Pese a haber sido un palacio habitado,
incluso objeto de disputa entre la mujer y el hijo de su constructor, don
García López de Ayala, no prescinde de grandes torreones en sus esquinas ni a
un considerable
foso que se sortea a través de un puente levadizo.
Lo puedes visitar siempre de manera guiada, y
podrás elegir entre visitar la Colección Eugenio Fontaneda (4
euros) o un recorrido por los lugares más secretos desde la torre del homenaje
a las mazmorras (20 euros).
Castillo de los Templarios (Ponferrada, León)
Para cerrar esta ruta nos tendremos que dar
un buen paseo, algo más de 200 kilómetros nos separan de nuestro punto final,
aunque no es más que un punto y seguido. Eso sí, te prometo que este último
recorrido hasta la provincia de León merece la pena.
El castillo de Ponferrada utilizó
las bases de un castro de los celtas para levantar un asentamiento romano
primero y visigodo después. Fue en 1178 cuando Fernando II de León dio luz
verde a los templarios para que se establecieran en la localidad, pero no fue
hasta el año 1187 cuando se data la primera fortificación en este enclave.
El conocido como Castillo Viejo se
construyó en el siglo XV, y a partir de 1850 esta preciosidad arquitectónica
fue pasto del mercadeo vendiendo sus piedras, sus muros y hasta permitiendo la
construcción de un campo
de fútbol en su interior. Nuevamente fue el nombramiento
como Monumento Nacional lo que evitó en 1924 que se siguiera deteriorando.
Las partes construidas en siglos diferentes aún
se diferencian: la del siglo XII al norte y el resto del siglo XV. Todo el
perímetro está rodeado por una muralla con torreones, destacando la del
Malvecino que en algún momento tuvo tres pisos.
La entrada al recinto a través de una puerta flanqueada por dos
torreones a la que se llega a través de una rampa lateral
es, como poco, de gran valor artístico. Cruzando su arco entramos a la torre
del homenaje, y de ahí a un patio cubierto ahora por escombros.
Este Monumento Nacional Histórico Artístico podría
estar mejor conservado, pero aun así es un lugar donde podrás perderte durante
horas de martes a domingo en horario de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:00, y ya
de paso, disfrutar de la magnífica gastronomía de El Bierzo.
https://www.motorpasion.com/otros/ruta-de-otono-ruta-por-los-ocho-mejores-castillos-de-castilla-leon
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