LA TOSCANA
Elegir entre tanta
arquitectura brillante, arte de primer orden, paisajes sublimes y buena mesa es
tarea casi imposible cuando se mira a los pueblos de la Toscana. Alrededor
de las magníficas Florencia y Siena se arremolinan un montón de
poblaciones que reproducen a pequeña escala los hitos de las grandes capitales
del medievo y del Renacimiento. Lugares donde es muy
sencillo soñar; donde el romanticismo bien entendido fluye por los poros
de quienes lo visitan y donde no es extraño que se establecieran decenas
de artistas en busca de la inspiración y la paz interior. Sus famosos paisajes
llenos de viñedos y atardeceres multicolores entre el verde de las llanuras, el
marrón de las rocas, el rojizo del ocaso del sol y el carmesí de los tejados,
llenan el imaginario de cualquiera que piense en Italia y la Toscana. Y todo ello en
pequeñas dosis, no vaya a ser que el famoso síndrome de Stendhal actúe cuando
menos se le espera...
MONTALCINO
Desde lo lejos se
vislumbra la portentosa fortificación, aupada sobre una colina, de Montalcino. En
esta localidad se producen algunos de los mejores vinos de Italia, los
Brunello, además del Rosso di Montalcino i Sant'Antimo El
pueblo se encuentra entre el monte Amiata y el mar, a unos 45 kilómetros de
Siena, en pleno Valle de Orcia y su origen se remonta al siglo XII. El paseo
por sus callejuelas empedradas cuenta con muchos alicientes, y uno de ellos,
sin duda, es sentarse en una de sus plazoletas para degustar una copa de
tinto.
PIENZA
Toda la esencia de
la Toscana se concentra en esta localidad y en sus
alrededores con leves colinas en las que zigzaguean hileras de cipreses. Pienza surge
del sueño del Papa Piccolomini que en el siglo XV emprendió la tarea de convertir un
pequeña aldea en una modélica ciudad renacentista. Todas
las calles llevan a la plaza principal donde emerge el maravillosos Duomo y
en cuyos alrededores se puede comprar y degustar el queso pecorino. No perderse
la vista desde el mirador con una espectacular panorámica al Valle di Orcia.
MONTEFIORALLE
En el valle de
Chianti, famoso sobre todo por sus vinos, despunta este
pequeño y encantador pueblo medieval de calles empedradas y flores en los
alféizares. Cada mes de septiembre se celebra aquí el festival Expo del
Chianti Clasico, que permite degustar los caldos de la región y conocer mejor
sus excelencias.
VOLTERRA
A pocos kilómetros
de San Gimignano se encuentra Volterra,
un espléndido compendio de la arquitectura y del arte de los distintos períodos
etruscos, romanos, medievales y renacentistas. El teatro romano y las sólidas
murallas que rodean un bello casco medieval son algunos de sus alicientes.
VOLTERRA
El palacio dei
Priori fue la primera sede del Museo Etrusco de la localidad, dedicado a esta
civilización prerromana. Se dice que sirvió de modelo para el palacio Vecchio
de Florencia.
MONTEPULCIANO
Al sur de Siena se
halla este pueblo de vinos deliciosos, como el Vino Nobile de Montepulciano, y
arquitectura excepcional. La Piazza Grande es su centro y
acumula un buen puñado de edificios como el Ayuntamiento, gótico y con una
torre elevada desde la que se contempla todo el alrededor. La Catedral y la
iglesia de San Agostino, junto con el santuario de la Madona del Biagio, en
las afueras, son de visita obligada.
SAN
GIMIGNANO
Cerca también
de Siena se
halla la ciudadela medieval mejor conservada de la región, que se erige sobre
una colina, a 324 metros sobre el nivel del mar, dominando el valle de Elsa.
Con sus catorce torres cuadrangulares asomando en el horizonte (en su origen
contaba con 71), la ciudad está repleta de monumentos de imprescindible visita
como la Collegiata, la catedral del siglo XII, con frescos renacentistas, el
Palazzo del Popolo del siglo XIII y la iglesia de San Agostino, otra joya del
románico toscano.
La plaza de la cisterna es el corazón de San Gimignano, el
ejemplo más notable de ciudad medieval en la toscana
PALACIO
VECCHIO DEL PODESTÀ
Su torre de la Rognosa es la más
antigua de San Gimigniano. Fue erigida hacia el año 1200 y tiene 51 metros de
altura.
Las torres cuadradas de los palacios nobles se erigen por
encima de los 40 metros. A su alrededor se extiende un paisaje de cultivos
centenarios.
MONTERIGGIONE
Las torres
medievales de esta localidad amurallada inspiraron a Dante su Infierno.
Tiene una bonita iglesia románica y tiendas de artesanía y de vino local.
MONTERIGGIONI
Entre Siena y Florencia se encuentra este pequeño pueblo amurallado y altas
torres medievales en el que el tiempo parece haberse detenido. El castillo fue
fundado a mediados del siglo XIII por la República de Siena para defenderse de
los florentinos, hasta que en el siglo XVI, ambas fueron anexionadas a
Florencia. Con varias puertas de entrada a la ciudad, conviene hacer el paseo
por las murallas para hacerse una idea exacta de cómo es la población y sus
alrededores.
CORTONA
Es uno de los más
antiguos asentamientos etruscos de la Toscana, fundada en el siglo V a.C.
Situada al sur de la región, Cortona se convirtió en centro de peregrinación
viajera hace unos años cuando el libro y la película Bajo el sol de
la Toscana pusieron en relieve su indudable encanto. Las
vistas de toda la Val di Chiana desde lo alto de la población son
impresionantes.
ANGHIARI
En la provincia
de Arezzo, destaca este pequeño pueblo de casas apiladas
que se asienta sobre un antiguo emplazamiento romano. El
monasterio de San Bartoleo y la iglesia de la Badia son sus dos
monumentos medievales más representativos, pero hay mucho más, palacios,
pequeños oratorios, patios que albergan agradables restaurantes que
se descubren en un paseo por sus calles empinadas y estrechas.
PITIGLIANO
Un conjunto de
serpenteantes, callejones adoquinados, elegantes arcos y pintorescas casas de
roca dan forma a este pueblo de origen etrusco que se convirtió en feudo de las
ricas familias Aldobrandeschi y Orsin. Éstos ampliaron la fortaleza, reforzaron
las murallas y construyeron el imponente acueducto. De aquella época queda
la Piazza Petruccioli y la Piazza Garibaldi, conectadas
entre sí. Visita imprescindible en Pitigliano es la Piccola
Gerusalemme, el antiguo gueto donde se estableció la
comunidad judía cuando el papa Pío IV los expulsó de Roma en el siglo XVI.
PISTOIA
Apartada de las
rutas turísticas más trilladas y situada a medio camino entre
Florencia y Lucca, aparece Pistoia,
con sus techos de tejas ocre que anuncian un núcleo toscano modelo. Esta ciudad
se reivindica como una excelente parada para conocer la auténtica Toscana,
cuyas raíces se asientan en la Edad Media. En la Piazza del
Duomo encontramos el conjunto de edificios de visita
imprescindible: la catedral, el baptisterio y el campanile. Para
los amantes del arte, el Museo Civico y
el Museo Marino Marini exponen la historia y el arte pistoiano. Y para los
más folclóricos, la Giostra dell’Orso, un viaje en el tiempo
que, cada año a finales de julio, transforma Pistoia en un escenario de
medieval.
MONTES
DE SIENA
La niebla matinal
cubre por unas horas las colinas toscanas. Este paisaje de pueblos amurallados
y templos románicos ha enamorado a artistas de épocas distintas.
CAMPO
DEI MIRACOLI DE PISA
La Torre (1350),
el Duomo (iniciado en 1063), el Baptisterio (1284) y el Camposanto (1278)
representan la época de mayor apogeo de Pisa.
PISA
El conjunto
románico de la plaza dei Miracoli encarna la época de esplendor de la ciudad
(siglos X y XIII), cuando era una república marítima rival de las poderosas
Venecia y Florencia.
RUTA
DEL CHIANTI CLASSICO
La viticultura es
el eje del itinerario que, siguiendo la carretera Chiantigiana, pasa por los
pueblos donde se elabora el vino Chianti Classico. Paradas ineludibles son
Monteriggioni, Radda in Chianti y el castillo Brolio, propiedad desde el siglo
XII de los barones de Ricasoli y lugar donde Bertolucci rodó Belleza robada en
1996.
CHIANTI
Las vides y los
olivos tapizan las colinas de esta comarca toscana. La carretera Chiantigiana
(SR222) la atraviesa de norte a sur a lo largo de cien kilómetros, desde
Florencia hasta Siena.
ENOTURISMO
La región cuenta
con catorce Strade del Vino señalizadas. Estas vías cruzan zonas vinícolas y
proponen paradas en enotecas, bodegas y casas de agroturismo.
SENDAS
MILENARIAS
Las colinas de
Siena apenas han variado desde que eran un lugar de paso para los peregrinos
que seguían la Via Francigena camino de Roma.
RECREACIÓN
HISTÓRICA
Dos veces al año,
los días 2 de julio y 16 de agosto, Siena retrocede en el tiempo y se convierte
en una ciudad medieval.
PIAZZA
DEL CAMPO
Este gran espacio
presidido por el Palazzo Pubblico se convierte en el escenario de la
espectacular carrera de caballos. Desde primeras horas de la mañana se llena a
rebosar.
EL
PALIO
Las distintas
zonas de la ciudad compiten año tras año desde el siglo XVI para ganar el honor
de ser el vencedor del Palio. La fiesta atrae a miles de visitantes y es una de
las citas más importantes del verano.
DIECISIETE
«CONTRADAS»
Siena se divide en
diecisiete secciones o contradas. Cada una de ellas se identifica con un color
y una bandera que exhiben con orgullo el día de la carrera.
EL PALIO DE SIENA
En la
monumental Piazza del Campo ya está todo a punto para que hoy
a las siete de la tarde se celebre la apasionante carrera de
caballos que tiene en vilo a toda la ciudad. Cada 16 de agosto, Siena retrocede en el tiempo, se viste con sus mejores
galas, se llena de pendones y banderas y engalana sus calles para convertirse
en el escenario de uno de los eventos más esperados del verano, el Palio.
UNA CARRERA COMO UN
SUSPIRO
En realidad, el
Palio tiene lugar dos veces al año, el 2 de julio y
el 16 de agosto, el primero está dedicado a la Virgen de Pronvenzano y el
segundo y más antigo, a la Asunción de la Virgen. Esta enloquecida carrera por
la Piazza del Campo dura apenas dos minutos. Los jinetes compiten
sobre un caballo que les ha tocado en suerte en un sorteo celebrado
cuatro días antes. Durante estas cuatro jornadas se celebran
distintas pruebas de la gran carrera, la última tiene lugar
el mismo 16 de agosto por la mañana. La música y la fiesta llenan las calles
de Siena hasta el día de la carrera cuando, desde
primeras horas, la gente ya se dirige a la plaza a ocupar sus lugares.
DIECISIETE CONTRADAS
Los seneses viven
con entusiasmo los preparativos del gran día. Banquetes vecinales, discusiones airadas,
apuestas, rivalidad apasionada, las diecisiete
secciones o contradas de la ciudad se
enfrentan en esta competición única en el mundo.
Es tal el arraigo de los habitantes de Siena con su sección
que antes que sentirse parte de la ciudad, se identifican con su pequeña zona a
la que defienden a ultranza. Cada una de las diecisiete contradas tiene escudo,
colores propios, lema, día festivo, sede y sitio
web.
CIUDAD MEDIEVAL
La carrera se
disputa, más o menos, en la forma actual y sin interrupciones desde el siglo
XVI, aunque hay quien sostiene que ya en el siglo XIII se celebraban carreras
de caballo alrededor de la ciudad. Siena vive con intensidad la fiesta del
Palio en la que sus habitantes recrean los fastos renacentistas, cuando era una
de las grandes potencias toscanas. No en vano fue declarada en 1995 Patrimonio
de la Humanidad por ser la perfecta encarnación de una ciudad medieval. Una
fiesta que atrae a miles de visitantes que recorren sus calles empedradas y
admiran su espléndida catedral gótica (siglo XII) y la espectacular Piazza del
Campo presidida por el Palazzo Pubblico y la Torre del Mangia. Con cerca de
60.000 habitantes, Siena se halla a 60 kilómetros en el sur de Florencia.
SIENA
Mangia (102 m de
alto) y el palacio Comunale o Pubblico son los edificios más relevantes de la
plaza del Campo.
La
popular Piazza del Campo, dominada por el Palazzo Pubblico y la Torre del
Mangia, es el centro del núcleo medieval, declarado Patrimonio de la Humanidad.
EL
DUOMO DE SIENA
La combinación de
mármol blanco y negro es lo primero que cautiva de esta catedral gótica
(1196-siglo XIV), aunque su gran tesoro es el suelo, con 56 paneles de mármol
historiados, y la Libreria Piccolomini, una sala con libros que fueron del papa
Pío II. El adyacente Museo dell’Opera exhibe retablos del siglo XIV.
RUTA
DE PISA A SIENA
1. Pisa. Además del conjunto catedralicio, vale la pena
pasear por la orilla del Arno para visitar palacios, museos de arte y el jardín
botánico más antiguo de Europa.
2. Valle de
Chianti. Comarca de larga tradición
vitivinícola, reúne pueblos y castillos medievales.
3. San Gimignano. Patrimonio de la Humanidad, conserva 13 de las
antiguas 72 torres que protegían las murallas.
4. Volterra. El Museo Etrusco y la fiesta medieval del verano
son las citas ineludibles en esta población.
5. Siena. En julio y agosto celebra la fiesta del Palio, una
carrera de caballos en la plaza del Campo. Su catedral, una de las más bellas
de Italia, tiene un museo excepcional.
Ningún otro lugar en el
mundo ha llegado a suscitar tan rendida admiración como esta comarca del norte
de Italia, de armoniosas ciudades antaño rivales,
colinas de vides y olivos dispuestos como jardines a la vera de cipreses
cortavientos. Patria del Renacimiento y cuna de la lengua
italiana –a través de Dante Alighieri, Petrarca y
Bocaccio–, la humanista Toscana lleva siglos cautivando a viajeros de medio
planeta. Y también enfermándolos del mal más sugerente, si nos atenemos al
llamado síndrome de Stendhal o «vértigo ante la belleza». Florencia, la magnífica capital toscana, no
eclipsa sin embargo al resto de una región monumental, que ha sabido
preservar sus ciudades medievales y esos inacabables campos fértiles que
decoran el fondo de las pinturas de Leonardo da Vinci (siglo
XV), uno de sus hijos más geniales.
El recorrido que
mejor muestra el paisaje toscano arranca en Pisa,
poseedora del mayor aeropuerto regional y mundialmente conocida por su torre
inclinada, construida en 1173 sobre suelo arenoso y reabierta al público en
2001 tras una labor que aseguró sus cimientos y frenó su inclinación. Esta
ciudad a orillas del Arno fue república independiente desde el siglo IX hasta
que, excomulgada en 1241, fue derrotada en 1406 por una Florencia seguidora del
papado.
UN MILAGRO DE MÁRMOL
Andar por el
espléndido casco histórico de Pisa descubre museos como el Nazionale de
San Matteo, que alberga esculturas de Donatello y de los
hermanos Nicola y Giovanni Pisano, un cuadro de Fra Angélico y pinturas de la
escuela toscana. Aunque su gran tesoro es la plaza dei
Miracoli, en cuyo blanco conjunto sobre césped se integran la torre,
la catedral románica de mármoles policromos, el baptisterio gótico y el
claustral camposanto medieval; los frescos de este último,
el Triunfo de la Muerte, inspiraron la música de Franz Liszt a
mediados del siglo XIX. Resulta emocionante ascender a lo alto de la
torre, de ocho plantas y con columnas de Carrara, donde el
pisano Galileo Galilei (1564-1642) dejó caer objetos para probar su teoría de
la relatividad. Luego habrá que entrar en la catedral para admirar los paneles
de bronce del Portale y el púlpito de Giovanni Pisano, y visitar el Museo
dell’Opera del Duomo.
El paseo
junto al río Arno es una sucesión de viejos palacetes y templos
El Orto Botanico
de la Via Luca Ghini, el jardín botánico más antiguo de Europa, de 1591, ofrece la oportunidad de relajarse entre
plantas exóticas y mediterráneas, a poco más de tres minutos de la famosa
torre. A continuación, en la plaza de la Vettovaglie, llega el
momento de saborear un aperitivo con crostini, pasta de aceitunas sobre pan
toscano, sin sal; y como plato fuerte, unos ravioli con salsa de liebre o una
menestra de fagioli bianchi o judías blancas.
Lord Byron, que
adoraba los muelles pisanos, terminó su Don Juan en
Pisa durante la estancia que en 1821 compartió con la también escritora
británica Mary Shelley. Hoy en día, el paseo junto al río Arno es una sucesión de
viejos palacetes y templos, como la pequeña iglesia de Santa María
delle Spine (siglo XIV), en el paseo Lungarno Gambacorti.
Más adelante aparecen dos instituciones de la ciudad: el Caffé Pasticceria
Salza, de 1898, y el Caffé dell Usero, abierto en 1775 en el palacio gótico
Agostini Venerosi y que era frecuentado por Antonio
Tabucchi, escritor pisano recientemente fallecido.
De Pisa a Gaiole
in Chianti, el núcleo más
activo de esta comarca vitivinícola de burgos medievales, castillos, iglesias
románicas y granjas de piedra, hay 149 kilómetros por la Strada Grande. Pese al
renombre de caldos vecinos, como los llamados Supertoscanos,
los Nobile di Montepulciano, Carmignano o el Brunello di Montalcino,
la mayor fama se la lleva el Chianti Classico cuya denominación de origen tiene
como símbolo un gallo negro. Miles de hectáreas de viñedos sangiovese
jalonan esta zona de olivares y bosques de robles y
castaños, que en septiembre celebra en el pueblo de Panzano su animado festival
«Vino al vino».
TIERRA DE CASTILLOS
Gaiole in Chianti,
en el valle del Arbia, se halla rodeado por castillos como el
de Spaltenna, reconvertido en lujoso hotel. En el de Meleto del
siglo XI, ocupado por tropas aragonesas en 1480, se pueden
adquirir botellas de vino tras su visita. Alrededor se esparcen aldeas
medievales que únicamente se pueden recorrer a pie, como
la intacta Borgo di Vertine. Otras commune (municipios) como Castellina in
Chianti y Montefioralle –además de ser el pueblo natal del
navegante Americo Vespuccio, Bocaccio lo cita en un poema– son perfectos para
descubrir la cocina toscana. Trufas y quesos pecorino, carnes braseadas de los
bueyes de raza chianina o estofados de jabalí, no sin dar antes cuenta de los imaginativos
antipasti, cuyo verdadero inventor fue Leonardo da Vinci (1452-1519).
El genio renacentista, tras regentar en su juventud una fracasada taberna
florentina a medias con Boticelli, recogió estos aperitivos en sus Notas de
cocina, donde escribió: «He estado pensando en tomar un trozo de carne y
colocarlo entre dos pedazos de pan. Mas, ¿cómo llamaré a este plato?».
A 37 kilómetros de
Gaiole aparece la amurallada y pequeña Monteriggioni.
Con sus catorce torres de 1260, tildadas de «gigantes sobre el abismo» por Dante
en su Divina Comedia, transporta de golpe al corazón mismo del medievo. Eso
sucede especialmente durante la fiesta medieval de julio, cuando sus habitantes
se visten de época y recuperan oficios tradicionales como el de juglar o el de herrero.
San Gimignano,
a 25 kilómetros de Monteriggioni, es también famosa por sus altísimas torres de
piedra clara y por su vino blanco seco, que divierte comprar en la
desacralizada iglesia románica de San Francesco.
Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1990, San Gimignano comenzó a levantar
sus 72 torres en 1150, que pronto se convertirían en estandartes del poder
nobiliario. La mayor es la del palacio del Podestà, en la plaza del Duomo,
que alcanza los 52 metros de altura y forma parte de las 13 que han sobrevivido
hasta la actualidad.
La antigua
catedral y posterior colegiata, cuyo interior exhibe frescos de los artistas di
Bartolo, Gozzoli y di Fredi, es la obra más monumental de su centro urbano. El
paseo intramuros discurre junto a iglesias
románicas, las bellas plazas del Duomo y de la Cisterna –no hay que dejar de probar en la Gelateria di
Piazza su original helado al vino blanco vernaccia– y numerosos palacios
medievales que ahora alojan museos. Entre los más interesantes hay que
mencionar el Museo Civico, con pinturas de maestros toscanos, el Archeologico de la Via Folgore, sito en un hospital medieval, y el Museo San Gimignano
1300, en la Via San Giovanni, que fue parte del milenario camino de
peregrinación entre Roma y el norte de Europa.
HERENCIA DE LOS ETRUSCOS
La misteriosa
Volterra, fundada por los etruscos hace tres mil años, dista apenas 30
kilómetros de San Gimignano. Conviene alojarse en la misma localidad para
descubrir sin prisas esta joya arqueológica y los ariscos parajes de su alrededor.
Emplazada junto a los riscos
Balze, aún conserva las canteras que los etruscos excavaron junto a las
murallas de la ciudad para extraer
alabastro, material trabajado desde siempre por los artesanos de la Via
Matteoti. De lengua no emparentada con ninguna otra indoeuropea pese al vínculo
de su alfabeto con el griego arcaico, los etruscos legaron a sus vencedores
romanos diez siglos de amor por los placeres de la vida, una sociedad de
mujeres emancipadas, refinadas técnicas escultóricas y el sistema numérico.
Siena
fue temible rival de Florencia hasta que la peste de 1348 redujo en dos tercios
su población
El Museo Etrusco Mario Guarnacci expone desde mediados del siglo XVIII una valiosa
colección de objetos votivos y de uso cotidiano de aquella evolucionada
civilización. Instalado en el palacio
Desideri Tangassi, posee dos símbolos de la ciudad: el sepulcro de los Esposos (Urna degli Sposi), del
siglo I a. C., y la estilizada figura de bronce del III a. C. Ombra della sera,
llamada así por Gabriele d’Anunzio. Después de esta visita apetece descansar en
los jardines del Parco Archeologico, que
alberga algunas tumbas etruscas y se halla
al pie de la fortaleza Medicea (siglo XIV). La feria medieval «Volterra AD 1398»,
la segunda quincena de agosto, es una buena oportunidad para ver la ciudad con
los ojos de un viajero medieval.
A 56 kilómetros y
elevada sobre tres colinas, surge la Siena de
rojos tejados. Fundada
legendariamente por Senio y Aschio, hijos de Remo, Siena fue temible rival de Florencia hasta que la peste de 1348
redujo en dos tercios su población.
La visita necesita varios días para apurar sus apasionadas señas de identidad.
La más temperamental sin duda es la fiesta ancestral del Palio, auténtico
ritual ecuestre con más de 700 años de existencia. Cada 2 de julio y 16 de
agosto, esta épica carrera de caballos alrededor de la plaza del Campo (il
Campo) enfrenta, al ritmo de los tambores y bajo el ondear de banderas de
colores, las 17 contrade o asociaciones parroquiales de distrito.
La medieval Torre Mangia, el campanario del palacio Comunale, en un costado de «il Campo», es un buen lugar para
adentrarse por las callejas de Siena y descubrir museos extraordinarios como
la Pinacoteca Nazionale o la Opera del
Duomo, los palacios Sansedoni y Elci, y el Archivio di Stato, que reúne manuscritos en su sede del palacio
Piccolomini. Detrás del palacio Comunale se abre la plaza del Mercato y el
antiguo barrio judío, construido en 1571 por orden del duque Cosme I de
Médicis. En el lado opuesto de la plaza, una calle estrecha comunica con
la Via dei Pellegrini, que conduce a la
catedral, al baptisterio y al museo de la Opera del Duomo. La Siena más apasionada hay que buscarla en las sedes
de las contrade, cada una con su iglesia, plaza y fuente pública. Andar de una
a otra sirve para palpar los rasgos que las diferencian y que, durante la
fiesta del Palio, se convierte en ancestral rivalidad.
El complemento
perfecto al paseo serán los placeres de la gastronomía sienesa, como la liebre
con almendras, frutas y piñones, y el dulce panforte, ideal para remojar en el
vino santo de los postres. La cocina como sello sagrado para unir el paisaje y
el arte de la Toscana.
PARA SABER MÁS
Documentación: DNI o pasaporte.
Idioma: italiano.
Moneda: euro.
Cómo llegar: El aeropuerto de Pisa recibe vuelos frecuentes de
ciudades españolas. El barco es una buena alternativa para viajar con coche
propio desde España; las líneas marítimas conectan Barcelona con Livorno, a 25
km de Pisa. Por carretera, Pisa dista 1.021 km de Barcelona, y 1.620 de Madrid.
Cómo moverse: El coche es imprescindible para conocer a fondo la
Toscana. La Strada Chiantigiana (SR222), entre Florencia y Siena, es la más
famosa de las rutas vinícolas señalizadas. Una línea de tren une Pisa,
Florencia y Siena. Pisa tiene abonos de transporte para un día. Hay líneas de
autobuses regionales.
Alojamiento: Los agriturismi son granjas o fincas históricas que cultivan al
menos un producto y que ofrecen desde habitaciones sencillas hasta suites de
lujo.
Más información:
LA
TOSCANA, DE SIENA A PISA
1 Siena. Sus monumentos principales son medievales.
2
Chianti. Es una región famosa por sus vinos.
3
Volterra. Ciudad de origen etrusco rodeada de campos.
4
San Gimigniano. Sus torres del s. XII miden más de 50 m.
5
Lucca. Con iglesias de estilo pisano y palacios
renacentistas.
6
Pisa. El conjunto del Campo dei Miracoli es inolvidable.
Es una de las
joyas artísticas de Italia. Profundamente
anclada en sus tradiciones e histórica rival de Florencia, tiene su corazón en
la Piazza del Campo, obra maestra del urbanismo medieval. Una gran concha que,
dos veces cada verano, se convierte en el escenario del Palio, la carrera de
caballos que enfrenta a los 17 barrios de la ciudad. Al fondo de la plaza surge
la fachada gótica del Palazzo Pubblico, sede del Museo Cívico, y al lado
levanta sus 87 metros la Torre del Mangia, el campanario. Son el mejor inicio
de un paseo por calles empedradas que culmina en uno de los templos más bellos
del medievo italiano: el Duomo dell’Assunta, de estilo románico-gótico, donde
trabajaron artistas como Giovanni y Nicola Pisano, Donatello, Pinturicchio y
Arnolfo di Cambio.
Siena, sin
embargo, está muy lejos de ser una ciudad museo pues posee un espíritu activo y
«bon vivant» que puede apreciarse a la mesa de cualquiera de sus restaurantes,
frente a un plato de crostini de hígado, pappardelle
con la lepre (pasta con salsa de
liebre), pici (especie
de espagueti) con trufas negras o un jugoso bistec de chianina, la ternera
blanca de la Toscana. Todo acompañado, eso sí, con una botella de chianti o de brunello de
Montalcino.
El vino es,
precisamente, el protagonista de la ruta al salir de Siena rumbo norte hacia
las colinas de la comarca de Chianti, corazón de la Toscana. El pueblo de
Gaiole es uno de los principales núcleos de producción de la denominación de
origen Chianti Classico y un punto de partida ideal para visitar sitios
encantadores como la Pieve di Spaltenna, una parroquia del siglo XII, o el
castillo de Brolio, de origen medieval y aspecto neogótico, desde el que se
distingue la silueta de Siena.
Retomamos nuestro
viaje hacia Pisa a través de la comarca de Chianti, dejando atrás pueblos de
tradición vinícola como Castellina in Chianti. En menos de una hora aparece
Monteriggione, amurallada y con 14 torres fortificadas que recuerdan su pasado
como frontera norte de Siena. La carretera de Colle di Val d’Elsa ofrece una
bonita vista del conjunto mientras nos dirigimos a otra ciudad medieval
imprescindible: Volterra.
Ciudad de viento y
piedra erigida sobre una colina, Volterra da la bienvenida a la provincia de
Pisa. De la mole de sus murallas, puertas, palacios y calles se desprende la
memoria de la Velhatri etrusca, la última ciudad en caer bajo el dominio de
Roma. Tal vez sea el recuerdo de aquella caída lo que provoca cierta sensación
de melancolía, simbolizada en la escultura La Ombra della sera,
la figura alargada de bronce que expone el Museo Etrusco Guarnacci, una visita
que se complementa con el paseo por la zona arqueológica. Después de conocer el
pasado etrusco llega la hora de contemplar el Palazzo dei Priori, de 1208, la
Fortezza renacentista, la Pinacoteca, el Duomo y el Ecomuseo dell’Alabastro,
donde los maestros escultores de Volterra exhiben sus creaciones talladas en
piedra blanca.
Desde lejos ya se
ven las torres que han dado a San Gimignano el fantasioso apodo de la «Nueva
York del Medievo». Encerrada entre murallas y atravesada por dos calles
principales que forman una cruz, su núcleo es la plaza de la Cisterna y la
adyacente plaza del Duomo. Allí se encuentran el Palazzo del Popolo, el del
Podestà y la Collegiata, donde destacan los frescos de Domenico Ghirlandaio,
del siglo XV.
Las torres, con más de 50 metros de alto, fueron erigidas por la aristocracia
mercantil del siglo XII, tan turbulenta que cuando una familia prevalecía sobre
otra destruía las torres de los adversarios: esto explica que solo queden 13 de
las 72 que llegaron a haber. La puesta del sol es el momento ideal para subir a
la Torre Grossa del Palazzo del Popolo y admirar un panorama que abarca desde
los Alpes Apuanos hasta la cordillera de Pratomagno. Y después regalarse una
cena con tagliatelle al ragú bianco di cinghiale (salsa de jabalí) y vernaccia de San
Gimignano, un vino blanco y seco.
Los 46 kilómetros
entre San Gimignano y Vinci, la cuna del gran Leonardo, atraviesan el Val
d’Elsa, un valle de colinas boscosas, viñedos y olivares. Después de un
almuerzo contundente, toca alimentar el alma con la visita al museo que la
ciudad ha dedicado al extraordinario pintor, inventor, arquitecto y científico
que nació el 15 de abril de 1452 en una casa de campo a tres kilómetros de
Vinci, y que estuvo al servicio de papas, duques y reyes de Italia y Francia.
El arte guía
nuestros pasos camino de Lucca, a 45 minutos de coche. La «ciudad de las cien
iglesias» conserva intacta su antigua estructura urbana, como se comprueba en
la plaza elíptica donde se hallaba el anfiteatro romano, en el foro junto a la
iglesia de San Miguel y en el esquema ortogonal de las calles del centro. Es
imprescindible entrar en el Duomo para admirar la tumba de Ilaria del Carretto,
obra de 1406 de Jacopo della Quercia, y después dar un paseo por la Via Fillungo,
donde se mezclan edificios medievales, tiendas de moda y talleres de
orfebrería, para acabar en el Museo del Fumetto, cómic en italiano.
Pisa, a 30
kilómetros, exhibe otro de los conjuntos artísticos más asombrosos de la
Toscana: la Piazza dei Miracoli, cuya armonía de mármoles blancos y de color
triunfa en la famosa Torre –empezó a inclinarse en 1274, al añadir el tercer
piso–, el Duomo, el Baptisterio y el Camposanto. Como Siena con su Piazza del
Campo y San Gimigniano con sus altísimas torres, Pisa nos recuerda con este
grupo arquitectónico el poder que ejercía entre los siglos XI y XIII en el
Mediterráneo y, de paso, confirma su lugar como una de las ciudades más bellas
del mundo.
MÁS INFORMACIÓN
Documentos: DNI.
Idiomas: italiano.
Moneda: euro.
Cómo llegar y
moverse: El aeropuerto de Pisa y el de Florencia reciben vuelos frecuentes de
España. La línea marítima Barcelona-Livorno (a 25 km de Pisa) es una buena
opción para viajar con coche propio. El coche permite perderse sin prisas por
los pueblos y valles toscanos. Una línea de tren conecta Pisa, Florencia y
Siena. También hay autobús regional.
LA ISLA DE ELBA, LA PERLA INSULAR DE LA TOSCANA
Pueblos de pescadores y fuertes medievales puntean esta pequeña
isla de la costa del norte de Italia.
PLAYA
DE VITICCIO
En la costa norte
de la isla, junto al cabo d'Énfola, se halla esta preciosa cala de aguas
turquesas.
GALERÍA
DEMIDOFF
En la villa de San
Martino, a 5 kilómetros de Portoferraio, fue la residencia estival
de Napoleón durante su exilio en la isla. Fue remodelada a mediados del siglo XIX por Anatolio Demidoff,
a quien debe su nombre, que le otorgó el aspecto neoclásico que luce
actualmente.
VILLA
DEL MULINI
Residencia oficial
de Napoleón en Elba, está ubicada en un promontorio de Portoferraio. Hoy en
día, la Palazzina dei Mulini es un Museo Nacional en el que se pueden visitar las
salas y habitaciones que habitó el emperador, con el mobiliario que recrea el ambiente de principios
del siglo XIX.
PORTOFERRAIO
Esta ciudad
fortificada es la capital y el municipio más poblado de la isla de Elba.
Fue fundada por Cosme I de Mèdicis a mitad del siglo XVI, desde entonces los fuertes
Stella, Falcone y Inglese protegen la entrada marítima a la ciudad.
Elba es, según el
mito, una de las perlas de la diadema que la diosa Venus perdió en el mar
Tirreno. Hoy pertenece al
Archipiélago Toscano, declarado parque natural por sus paisajes intactos. Portoferraio es la capital y el lugar al que llegan los
ferris desde el oeste de Italia. En su centro medieval se puede pasear entre el fuerte
Falcone y el faro Estella (s. XVI), y visitar una de las dos villas donde
vivió Napoleón durante su exilio en 1814; la otra se halla en San
Martino, a 5 kilómetro. El puerto es pintoresco, especialmente por la mañana cuando los pescadores venden sus capturas
desde las barcas, improvisando una lonja al aire libre.
La isla, de 30
kilómetros de largo y 19 de ancho, se
puede descubrir a ritmo lento, bordeando la costa en bicicleta o en moto, o
caminando por las llanuras del centro; muchas rutas culminan en el monte
Capanne, techo de Elba. Marciana Marina,
con casas de pescadores en tonos pastel, es la puerta al oeste, rocoso en el
cabo de Sant'Andrea y con miradores rodeados de viñas en Colle d’Orano. En el
sur destacan Marina di Campo, casi a ras de agua, y Capoliveri, sobre una
colina. Porto Azzurro domina el este, encajada entre sus excelentes playas y
bastiones del siglo XVII.
https://viajes.nationalgeographic.com.es/a/palio-siena_7553/5
https://viajes.nationalgeographic.com.es/a/pisa-a-siena-corazon-toscana_6343/11
https://viajes.nationalgeographic.com.es/a/10-pueblos-mas-bellos-toscana_9603/11
https://viajes.nationalgeographic.com.es/a/viaje-siena-a-pisa_8547/8
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