LAS
CABEZAS DE SANTOS DECAPITADOS EN LA HISTORIA DEL ARTE
Una de las iconografías más truculentas, a la par que atractivas, del
Barroco español fue el de las “Cabezas de
santos degollados”. El origen de este tipo de representaciones aconteció
durante la alta Edad Media con el hallazgo de la reliquia de la cabeza de San
Juan Bautista. A lo largo de los siglos decenas de iglesias, conventos y
catedrales repartidas por toda Europa, y parte de Asia, han querido probar que
la reliquia (el cráneo completo del santo) que ellos poseían era la verdadera,
sin embargo parece que las dos que cuentan con más probabilidades de ser las
auténticas son las de la iglesia de San Silvestro in Capite de Roma (se halla
allí desde el pontificado de Inocencio II en el siglo XII) y la de la catedral
de Amiens (desde 1206). La representación de la cabeza cortada del Bautista
como tema independiente surge durante la época bizantina y cobró un vigor
inusitado a finales de la Edad Media con infinitos ejemplares en Alemania,
Inglaterra y Países Bajos. Aunque durante el Renacimiento se siguió cultivando
esta temática, fue durante el Barroco cuando alcanzó nuevos bríos, pero esta
vez en Italia y España.
JUAN ALONSO VILLABRILLE Y RON. Cabeza de
San Pablo (1707). Museo Nacional de Escultura |
La motivación que llevó a un hombre medieval y a uno del
Barroco a representar la cabeza del Bautista fue distinta. Así, se piensa que
en la Edad Media se utilizó como ofrenda votiva, y se creía que su simple vista
ayudaba a paliar las enfermedades de cabeza y del cuello. Además a la propagación
de esta iconografía contribuyó el auge general del culto a las reliquias y
el debate existente por entonces acerca de la verdadera ubicación de la cabeza
del Bautista. También durante el Barroco la propagación de esta iconografía se
debió en buena parte al uso de las reliquias propugnado por el Concilio de
Trento (1545-1563), que también habló sobre la conveniencia de utilizar
imágenes como recurso para convertir, persuadir, conmover y estimular la
práctica de la piedad. Asimismo, desde la Contrarreforma, en España se buscó
acrecentar la piedad religiosa mediante la muestra de las escenas de la Pasión
de Cristo, y de los pasajes místicos y de los martirios de los santos, y,
además, de la manera más realistas posible, para de esta manera excitar las emociones
de los fieles y conmoverles.
Relicario de la cabeza de San Juan
Bautista. Catedral de Notre Dame. Amiens |
Esta iconografía de la cabeza de San Juan Bautista sobre
un plato, que como hemos visto comenzó a desarrollarse fundamentalmente en
Alemania, recibe el nombre de Johannesschüssel y se desarrolló
entre el siglo XIII y principios del siglo XVI, pasando posteriormente su
centro de acción, durante el Renacimiento y Barroco a Italia y España, países
en los que durante el Barroco, estas cabezas tomarían un significado diferente.
A pesar de los cientos de ejemplares de este tipo que se conservan en Alemania
y el norte d Europa, se piensa que el ejemplar más antiguo conservado es el que
posee la catedral de Naumburg (ca. 1210-1220). También, por su calidad, merece
ser reseñada la Cabeza de San Juan Bautista (1480)
atribuida al círculo de Niclaus Gerhaert van Leyden y conservada en el Central
Slovak Museum de Banská Bystrica (Eslovaquia).
ANÓNIMO. Johannesschüssel (ca. 1210-1220).
Catedral de Naumburg |
Ya durante el Barroco se amplió la nómina de santos
decapitados. Así, a la cabeza del Bautista se unió la de San Pablo, y también
la de otros santos menos comunes, como San Anastasio. Una modalidad diferente
presentan los llamados “Santos
Cefalóforos”, que son aquellos santos y mártires degollados o decapitados
que llevan su cabeza entre las manos. Quizás los más conocidos sean San
Dionisio de París, San Nicasio de Reims, San Lamberto de Zaragoza, la
portuguesa Santa Quiteria o el burgalés San Vítores.
REPRESENTACIONES
Como no puede ser de otra forma, las cabezas nos muestran
un semblante dramático en el que el sufrimiento del santo ha quedado
inmortalizado. El impacto emocional que provocaba en el espectador, y el
sentido de captación del instante hicieron de esta iconografía un tema
predilecto del Barroco. Por lo general estas cabezas, ya estuvieran realizadas
en madera o en barro cocido, van dispuestas sobre atriles dentro de
escaparates. La cercana contemplación a la que serían sometidas obligaba al escultor
a trabajar con minuciosidad para alcanzar un extremado realismo y
patetismo, que aún se verían incrementados por el uso de la policromía –se
utilizan colores verdosos o violáceos en el rostro para señalar el reciente
óbito del santo, y regueros de sangre por el cuello– y de determinados postizos
en dientes y ojos. Las carnes presentan un blando modelado que ofrece una
perfecta captación de la piel y sus sinuosidades. También están trazadas con
sumo virtuosismo las barbas y cabelleras. Suelen aparecer con las bocas
abiertas, estando en la mayor parte de las ocasiones completamente horadadas,
de suerte que el escultor ha tallado los dientes, la lengua, el paladar y casi
hasta la campanilla. El dramatismo, y el consiguiente dolor sufrido por el
santo en el momento del martirio, quedan patentes en la boca abierta, en los
ojos angustiados y en el entrecejo arrugado. Sin embargo, el detalle más
impactante es el cuello seccionado ya que se efigia con exacerbado realismo el
interior del cuello, simulando los músculos, la columna vertebral, la tráquea y
el esófago.
San Juan Bautista y San Pablo aparecen
claramente diferenciados. Así, el Precursor es efigiado con piel tersa y
amplias cabelleras castañas u oscuras que despliegan sus guedejas por la
bandeja sobre la que posa la cabeza, llegando en ocasiones a convertirse en la
versión sacra de la Medusa. Por su parte, San Pablo muestra una cara
alargada con una amplia calva en la frente, y pelo y barba de tonos grisáceos.
Asimismo, les diferenciará el lugar sobre el que asientan las cabezas, una
bandeja en el caso del Bautista y un fondo rocoso en el de San Pablo.
Escuela
castellana
En el área vallisoletana, el ejemplar más antiguo que
conservamos de esta tipología es la Cabeza de San Juan Bautista (ca.
1545. Museo Diocesano, Valladolid) que ejecutó Juan de Juni (1506-1577) para el
relicario de la Cartuja de Aniago. En ella el escultor francés copia la cabeza
del Cristo del Santo Entierro que él mismo había tallado para
el Convento de San Francisco de Valladolid. La cabeza no tiene bandeja, o la ha
perdido, aunque suple su función sustentadora las amplias masas rizadas de la
cabellera.
El siguiente ejemplar destacable, cronológicamente
hablando, es la cabeza que forma parte del “paso” procesional de la “Degollación
de San Juan Bautista” (1579. Monasterio de San Quirce, Valladolid) que la
Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de la Pasión encargó al escultor Andrés
de Rada. El motivo de este encargo es que la cofradía se encontraba bajo el
patronazgo del Precursor debido a que su fin primordial era la asistencia a los
condenados a muerte y su posterior entierro. Esta cabeza, que reposa sobre una
bandeja, posee la particularidad de que tiene tallado el cuerpo completo del
Precursor, que aparece arrodillado, con el cuello seccionado y las manos
orantes.
ANDRÉS DE RADA.
Degollación de San Juan Nautista (1579). Monasterio de San Quirce. Valladolid.
FELIPE ESPINABETE. Cabeza de San Pablo
(1778). Convento de San Pedro Mártir. Mayorga de Campos (Valladolid) |
Ya en el siglo XVIII nos encontramos con la
obra cumbre de esta temática, la Cabeza de San Pablo (1707.
Museo Nacional de Escultura, Valladolid) que esculpió Juan Alonso Villabrille y
Ron (1663-1732) para la capilla de las reliquias del Convento de San Pablo de
Valladolid; y con el escultor que hizo de esta iconografía uno de sus motivos
de ser. Se trata de Felipe Espinabete (1719-1799), a quien hemos llegado a
relacionar con, al menos, doce cabezas (ocho documentadas y cuatro atribuidas)
tanto de San Juan Bautista como de San Pablo. En todas sus cabezas Espinabete
acostumbraba a firmar, detalle que nos revela a un escultor seguro de su
talento. Estos encargos estuvieron motivados por la existencia, según Urrea, “de
una clientela que aspiraba a poseer réplicas originales de la espléndida y
espectacular cabeza de San Pablo”, realizada por Villabrille y Ron.
Espinabete comenzó con la Cabeza de San Pablo (1760.
Monasterio de Nuestra Señora de Prado, Valladolid) conservada en el Museo
Nacional de Escultura, que es una copia sin concesiones de la de Villabrille y
Ron, motivo que llevó a Martín González a tacharle de “secuaz del madrileño”.
A esta siguieron diversos ejemplares de la Cabeza de San Juan Bautista para
la iglesia de San Andrés de Valladolid (1773), para la parroquial de San Juan
Bautista de Santibáñez del Val (Burgos) (1774), y para el Monasterio de la
Santa Espina (1779). Asimismo, talló una pareja de Cabezas de San Juan
Bautista y San Pablo (1778) para el Convento de Nuestra Señora de la
Laura de Valladolid, tras el cierre del cual en la década de 1990 la primera
marchó al Monasterio de Sancti Spiritus de Toro (Zamora) y la segunda al
Convento de San Pedro Mártir de Mayorga de Campos (Valladolid). Otro par
de Cabezas de San Juan Bautista y San Pablo se conservan en el
Convento de las Mercedarias Descalzas de Toro (Zamora) (1778). Además, se le
atribuyen cuatro Cabezas de San Pablo en el Museo de San
Francisco de Medina de Rioseco (Valladolid), en la iglesia del Salvador de
Tiedra (Valladolid), en la parroquia de Fuente de Santa Cruz (Segovia), y en el
Monasterio de Santo Domingo el antiguo de Toledo; las dos primeras están
modeladas en barro cocido.
FELIPE ESPINABETE. Cabeza de San Juan Bautista (1773).
Iglesia de San Andrés. Valladolid.
Escuela
andaluza
El primer ejemplar importante conservado en
Sevilla, es la Cabeza de San Juan Bautista (1591. Museo de
Bellas Artes de Sevilla) que talló en terracota el escultor manierista abulense
Gaspar Núñez Delgado (1551-1617), maestro de Martínez Montañés, basándose en el
modelo juniano. Más inclinado al Naturalismo se nos muestra el genial Juan de
Mesa (1583-1627) en su Cabeza de San Juan Bautista (ca. 1625.
Catedral de Sevilla), en la cual realiza una versión dramática y de acusado
realismo. Una versión muy curiosa es la que nos ofrece el Ángel con la
cabeza de San Juan Bautista del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires
(Argentina), una obra realizada en barro cocido atribuida a Alonso Cano
(1601-1667), donde la cabeza aparece sobre un paño que porta un ángel lloroso.
Ya de finales de la centuria son las impresionantes Cabezas de San
Pablo y San Juan Bautista (finales del siglo XVII) que, atribuidas a
Luisa Roldán “La Roldana” (1652-1706), se custodian en la Hispanic Society of
America, de Nueva York (Estados Unidos).
LUISA ROLDÁN. Cabeza de San Juan Bautista
(finales del siglo XVII). Hispanic Society of America. Nueva York |
Por su parte, la otra gran escuela andaluza,
la granadina, cuenta con Torcuato Ruiz del Peral (1708-1773), uno de los
escultores más interesantes del tardo barroco y que elaboró, al menos,
dos Cabezas de San Juan Bautista para la catedral de Granada y
para la iglesia de San Felipe Neri de Cádiz. Además, se le atribuyen otras dos
en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, si bien una de ellas ha sido
recientemente puesta en el haber con Villabrille por Jesús Urrea.
TORCUATO RUIZ DEL PERAL. Cabeza de San Juan
Bautista (mediados del siglo XVIII). Museo Nacional de Escultura. Valladolid |
Escuela
madrileña
Sin duda el escultor más descollante del
Barroco madrileño fue el asturiano Juan Alonso Villabrille y Ron, de quien ya
hemos señalado la Cabeza de San Pablo (1707) del Museo
Nacional de Escultura de Valladolid. A este mismo artífice se atribuyen otros
cuatro ejemplares. Urrea le asigna la Cabeza de San Juan Bautista de
la iglesia parroquial de Aldeonte (Segovia) que ya había sido calificada como “de
las mejores cabezas del arte español”; una Cabeza de San Juan
Bautista del Museo Nacional de Escultura que se encontraba atribuida a
Torcuato Ruiz del Peral; y otra Cabeza de San Juan Bautista que
perteneció a la madrileña colección Peyronton. Finalmente, tendríamos la
desaparecida Cabeza de San Anastasio que Elías Tormo mencionó
detrás del tabernáculo de la capilla del Cristo de los Dolores de la V.O.T. de
Madrid. Esta última es una efigie ciertamente dramática en la que la cabeza va
cubierta con capucha y reposa sobre un fondo rocoso.
JUAN ALONSO DE VILLABRILLE Y RON. Cabeza de
San Anastasio. Desaparecida |
Resto de
España
Para finalizar, no podíamos acabar este
pequeño recorrido sin recordar las excelsas Cabezas degolladas de San
Juan Bautista y San Pablo (José Ramírez de Arellano, ca. 1766-1769),
de tamaño natural (30 cm) conservadas en la sacristía de la Virgen de la
Basílica del Pilar de Zaragoza, cada una dentro de su urna y acompañadas por
sus símbolos respectivos (cuchillo y espada).
JOSÉ RAMÍREZ DE ARELLANO. Cabeza de San
Pablo (ca. 1766-1769). Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Zaragoza.
Fotografía tomada de https://maravillasdeespana.blogspot.com/2015/06/el-pilar-de-zaragoza.html
|
Apéndice
Además de esculturas aisladas también
existieron otras, ya de bulto redondo ya de relieve, integradas física e
iconográficamente en retablos o en otro tipo de construcciones dedicadas al
Precursor. Así, podemos observar un relieve en piedra de la Cabeza de
San Juan Bautista sobre una bandeja en los muros exteriores de Nuestra
Señora de la Pasión de Valladolid (ca. 1577-1581). Ya de madera, y localizados
en Sevilla, contamos con otros tres ejemplares. Se trata de los situados en los
retablos dedicados al Bautista en los conventos de Santa Clara (Juan Martínez
Montañés, 1614-1617), de San Leandro (Juan Martínez Montañés, 1621) y de Santa
Paula (Felipe de Ribas, 1637). Finalmente, regresando a tierras castellanas, y
más concretamente a la iglesia de San Juan Bautista de Arévalo (Ávila),
observamos un relieve similar a los sevillanos, aunque de una calidad más
modesta, en la línea de imposta de la curiosa puerta de acceso a la sacristía,
en él la cabeza de San Juan Bautista (Anónimo, siglo XVIII)
reposa sobre una bandeja rodeada de cueros recortados.
FELIPE DE RIBAS. Cabeza de San Juan
Bautista (1637). Convento de Santa Paula. Sevilla |
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http://domuspucelae.blogspot.com/2013/08/theatrum-cabezas-cortadas-en-valladolid.html
http://artevalladolid.blogspot.com/2019/02/las-cabezas-de-santos-degollados-en-el.html
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