ORIGEN
DEL NOMBRE DE
CADA
CAPITAL DE PROVINCIA DE ESPAÑA
Íberos, visigodos, romanos, celtas,
árabes. Todos participaron en la denominación toponímica del territorio, aunque
el significado de alguna de ellas sigue siendo en la actualidad un absoluto
misterio.
ALBACETE
Albacete ha tenido muchos topónimos
durante su historia, algunos procedentes incluso de Asia Menor, como Celtide,
el nombre que le otorgaron los cilicios. Más tarde, los celtíberos la
nombraron como Alaba. Entre estos dos bautismos, los árabes que llegaron desde
Mauritania la denominaron como Albacen. Luego, el término evolucionaría, aunque su raíz seguiría siendo árabe.
Cambiaría entonces a Abula y lo haría una última vez hasta que finalmente
se denominara Al-Basit, que significa 'el llano' o 'la llanura'.
Aunque su
etimología está bien definida, se especula con que ese no fuera su nombre
completo, sino Madinat-al-Basit, es decir, ciudad del llano.
Una versión por la que muchos expertos se decantan ya que de ese modo
confirmaría que Albacete se construyó en el único punto no llano del
territorio, como demuestran los planos munipales de 1861.
ALICANTE
Según el diccionario griego-español
del instituto de filología hispánica, la palabra
alicante debe su origen al griego Akra Lefki, que significa 'promontorio blanco'. Probablemente
lo llamaran así por la fortaleza que sigue dominando la ciudad hoy en día, el
castillo de Santa Bárbara. Más tarde, el topónimo evolucionó a Lucentum o Leukante, una denominación
romana estrechamente relacionada con el Tossal de Manises,
hoy uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la Comunidad
Valenciana, situado a un par de kilómetros del centro actual. Se mantuvo intacta hasta la llegada de los árabes a la península,
que aunque mantuvieron el significado, tradujeron el nombre bautizándola así
como Al-Laqant. Lo mismo ocurrió más tarde. Tras la reconquista, se optó por
castellanizar el topónimo, siendo Alicante la última versión.
ALMERÍA
Como la gran mayoría de pueblos y
ciudades del sur de España, su etimología tiene una clara influencia árabe, y
el caso de Almería no es una excepción. La tesis más
compartida es la referente a la atalaya situada en lo más alto del Cerro
de la Alcazaba: Al-mariyyat Bayyana, o lo que es lo mismo, la atalaya de Pechina. No
obstante, la toponímia almeriense es rica en interpretaciones llegando a
recibir más de doce. Algunas de ellas son: 'la costa de la sal', 'el espejo del
mar' o 'la vistosa'.
ÁVILA
La etimología de Ávila es aún una
incógnita, sin embargo, existen muchas hipótesis sobre cuál puede ser su
origen. Se especula con que puede tener raíz hebrea, dando lugar a 'término o
confín'. También se cree que su origen se podría remontar a los pueblos íberos
que la bautizaron haciendo referencia al 'monte bajo y los matorrales'. Incluso
hay historiadores que la sitúan dentro del marco germánico recibiendo la
denominación de Awilô. Sin embargo, ninguna de ellas
está confirmada. La única denominación oficial fue la 'Ávila de los
Caballeros', que se mantuvo hasta el año 1877, cuando perdió esa designación y
pasó a conocerse simplemente como Ávila.
BADAJOZ
El topónimo apareció por primera vez
en un documento escrito que data del 932, y lo hacía bajo el nombre de
'Badaliaucu', que a su vez se cree que procede del sintagma latino vadum clausum. Este compuesto significa 'vado cerrado' y haría referencia al vado del río Guadiana,
alrededor del cual se fundó la ciudad extremeña en el año 875. Otra
posible interpretación determina que su toponímia procedería del árabe balad al yawz, es decir, tierra de nogales.
BARCELONA
BILBAO
Aunque su estructura y fonética se ha
mantenido intacta durante siglos, no existe una interpretación única que se dé
por válida. Una de ellas se retrotrae a la
costumbre vasca de definir las localizaciones según su ubicación, siendo Bilbao
la suma de las palabras euskéricas río y ensenada: Bil-Ibaia-Bao. Otra posible interpretación es que se trate
de una evolución de la locución bello vado, haciendo referencia al curso del
Nervión. Otra, la última de las más aceptadas derivas de los dos asentamientos
que existían a ambas orillas del río. Por un lado, Billa y por otro Vaho.
BURGOS
Tomando la etimología de varias
lenguas uno puede hacerse una idea de lo que es Burgos. Del griego pyrgos, significa “torre”, quizás por todas las
fortificaciones que durante la Edad Media se construían a lo ancho de Castilla
para mantener controlado el territorio. Del latín burgus, castillo pequeño. Del germánico, berg, que tiene dos acepciones, monte y castillo. Un carácter defensivo que se hace notar siguiendo la traducción de los
godos, que procede de baurgs, literalmente población fortificada.
CÁCERES
Aunque no existe consenso respecto la
etimología de Cáceres, por lo general se acepta su origen latino, deformado
posteriormente por el árabe y castellanizado en última instancia. Según esta
hipótesis, el nombre procedería de la colonia Norba Caesarina, en honor a la ciudad natal del general romano
Cayo Norbano y en memoria de Julio César.
CÁDIZ
La palabra Cádiz tiene su origen en
los fenicios que fundaron la ciudad. Procede del término Gádir que
siginifica 'castillo', 'fortaleza' o, en general, 'recinto murado' y es
muy frecuente en muchos topónimos del norte de África. Después, el nombre evolucionó al griego que la denominó Gádeira, tal como aparecen en las escrituras de Herodoto.
Finalmente los romanos la rebautizaron como Gades,
nombre que se mantendría hasta la época reciente que adoptaría el topónimo de
Cádiz.
CASTELLÓN DE LA
PLANA
Pocos topónimos tienen un origen tan
claro y tan inequívoco como el de Castellón de la plana. Con más de 800 años de
textos en latín donde se hace referencia, el nombre
tiene su origen en el ibérico Cartalias, Castalias, Castalium o Castellum, a los que se le aplico el sufijo diminutivo -one, produciendo así el
topónimo Castellone que significa ‘castillito’ o ‘castillo pequeño’.
Más tarde, evolucionó a Castellón y se le añadió de la plana para diferenciarlo
de otros lugares con el mismo nombre.
CEUTA
Los siete montes que dominan la
región fueron los protagonistas en la elección romana de bautizar la ciudad
autónoma. Tomando esa referencia, la llamaron Septem Frases, es decir ‘siete hermanos’. A
partir de ahí, los árabes tomarían únicamente la primera palabra y la traducirían
por Sebta, la cual evolucionaría hasta la
actual Ceuta.
CIUDAD REAL
Inicialmente apodada como Pozo
Seco de Don Gil, no fue hasta 1421 en que el rey Alfonso X le otorgara su
denominazión real, conociéndose a partir de entonces como villa real. Dos siglos después, otro monarca, en este caso
el Rey Juan II de Castilla elevaría le rango de villa a ciudad después de
que esta enviara cientos de soldados a la llamada de socorro del rey tras haber
sido secuestrado en el castillo de Montalbán.
CÓRDOBA
Como ocurre con otros topónimos, no
existe consenso en definir la etimología de la palabra Córdoba. La primera
referencia se remonta al siglo I a.C, momento de su fundación bajo el nombre de
'Colonia Patricia Corduba’. Sin embargo, el término sigue siendo objeto de
investigaciones, aunque algunas hipótesis apuntan que significa 'molino de
aceite'.
CUENCA
El nombre de la ciudad de las casas
colgantes procede del árabe Qūnka. Curiosamente, esta palabra
es una adaptación de otro topónimo anterior del que no se tiene constancia y
que a su vez, no tiene un significado propio en árabe. La significación vendría más tarde cuando se latinizó el topónimo
como Conca y Concha, es decir, 'valle profundo entre montes'.
GERONA
Los romanos fundaron la ciudad
en el siglo I a.C y la denominaron Gerunda. Hasta hace relativamente pocos
años no se tenía más información sobre el posible significado, sin embargo,
nuevas investigaciones revelan que anteriormente a los romanos, el área en la
que hoy se asienta Gerona estaba ocupada por los indigetes, un pueblo íbero que habría nombrado el lugar a partir de la
suma de ‘edad’ y ‘grande’ por lo que su significado podría ser ‘la vieja’.
GRANADA
En el siglo, la ciudad más
importante de la zona donde hoy se asienta Granada era
la Medina-Elvira. Posteriormente cambiaría su toponímia y pasaría a
llamarse Medina-Garnata. Es de esa denominación donde surge siglos más
tarde el nombre de Granada. Sin embargo, aunque el origen árabe
de la ciudad no se discute, sí existen varias interpretaciones de la palabra
Granata. Una de ellas toma como origen la palabra granatum, del latín, que se refiere al fruto del árbol de la
granada. Otra, en cambio, teoriza sobre el propio origen arabe y sitúa la
palabra en la conjunción gar-anat, es decir, colina de
peregrinos.
GUADALAJARA
La tesis más aceptada por los
historiadores indica que el topónimo proviene del árabe andalusí wād al-ḥaŷarah, que era el nombre que los árabes dieron al río Henares, el cual bordea la ciudad
por el oeste. De este modo, Guadalajara siginifcaría 'río de
piedras' debido al escaso caudal y la abundancia de guijarros y piedras de
cantos rodados a lo largo del curso del río. Sin embargo,
otras interpretaciones lo traducen como 'valle de los castillos' o 'valle
de las fortalezas'.
HUELVA
Su nombre original era Onuba, de
origen fenicio y que es el resultado de Onos Baal o Ono-Baal. Su nombre significa ‘Fortaleza de Baal’, que no
significa nada menos que fortaleza del sol y el fuego. Más tarde, los romanos le añadirían una referencia al río,
alrededor del cual se asentaba la ciudad, conociéndose entonces como Onuba Aestuaria. Esta denominación terminaría por
asentarse en el imaginario popular hasta el hecho de que a los habitantes se
les conoce como onubenses. El topónimo, sin embargo, fue mutando debido a la
llegada de los árabes, pasado a ser Awnaba, Gaelbah, Umba y Welba,
que finalmente se castellanizó hasta convertirse en Huelva.
HUESCA
Es en las antiguas monedas donde se
puede observar el nombre original de Huesca. Acuñadas en plata, recibía el nombre íbero de Bolskan, que más tarde se latinizaría a Osca, de ahí proviene su gentilicio: oscense. Sin
embargo, algunos historiadores apuntan que Osca deriva de los oscos, el antiguo
pueblo itálico, aunque no está confirmado. El nombre seguiría su curso y
cambiaría a wašqa, de origen árabe. Ya en la última
etapa, se retomaría la denominación latina para llamarse Huesca.
JAÉN
El topónimo de Jaén proviene del
latín Gaius, que hacía referencia a la villa de Gaius, un antiguo
jurista romano del siglo II d.C. Se
cree que los árabes lo interpretaron Gaien, traducido como Ŷaīyān, lo que
sería una deformación de su nombre original. Sin embargo, otras hipótesis
apuntan que no sería resultado de una mala interpretación sino que provendría
de la palabra hebrea Dayan, que significa «juez», que más tarde se
traduciría como Yayyan o Djayyan.
LA CORUÑA
Existen muchas teorías respecto el
origen del topónimo de La Coruña. Uno de ellos fue Crunia, que nació en el siglo XIII como sustitución a
la anterior denominación: Faro. Se cree que el nombre de Crunia tiene un origen literario que aparecía en la
Historia Turpini, referente al libro IV del Códice Calixtino.
LAS PALMAS DE GRAN
CANARIA
La ciudad de Las Palmas fue fundada
como campamento militar en el siglo XV conocido como El Real de Las
Palmas, en honor al palmeral que estaba situado justo al lado del barranco de
Guiniguada. Más tarde, el nombre se
completaría con el topónimo de la isla.
LEÓN
No, aunque parezca extraño, ningún
león tuvo nada que ver en el momento de bautizar la ciudad y la
provincia. Su nombre proviene del latín Legionem, en referencia a la Legión Séptima Gemela, el
cuerpo militar que fundó la ciudad. Esta palabra fue evolucionando y perdiendo
varias letras: desde Leyone, Leyón y el actual León.
LÉRIDA
La denominación de Lérida tiene su
origen en la íbera Iltirta, que luego sería Ilerda, para más tarde pasar a llamarse Larida e incluso Leyda. Una de los significados más extendidos es ciudad o 'tierra del lobo',
aunque también se cree que provenga del acrónimo ibérico que quiere decir
‘donde nace el agua’ haciendo referencia quizás a los ríos que bajan de los
pirineos.
LOGROÑO
La conexión de Logroño con la
naturaleza y la cultura celta es indudable. Su topónimo deriva de la raíz celta Gronio, que significa ‘vado’, en referencia a su
fundación junto al río Ebro.
LUGO
La versión más aceptada proviene del
campamento romano de Lucus Augusti, que
estableció el general Cayo Antistio Veto para controlar el noroeste
peninsular. Lucus Augusti significa ‘bosque sagrado de Augusto’, aunque su origen también
podría tener raíces celtas derivadas de la divinidad Lug.
MADRID
A pesar de no tener costa, Madrid
debe su nombre al agua. Tomando como referencia el posible origen
árabe, Madrid provendría de la palabra Mayra, que significa canalización. Posiblemente
relacionado con los canales que se construyeron para transportar agua desde los
viaductos hasta los huertos. No obstante, otra tesis
sugiere que su origen se encuentra en la lengua romance. En este caso, Madrid
procedería de Matrich, es decir 'matriz', que haría referencia igualmente a los
manantiales de agua y las construcciones para transportarla.
MÁLAGA
El nombre de Málaga proviene
indiscutiblemente de los fenicios que la bautizaron como Malaka. Luego evolucionaría al romano Malaca y al árabe Malaqa.
En un inicio, se pensaba que la palabra remitiría al concepto de ‘sal’ pero
existen dudas de que ese sea su verdadero significado. Sin embargo, las tenazas que aparecen en las monedas fenicias acuñadas en
Málaga hacen pensar que su etimología se refiera al ‘lugar en el que se trabaja
o retuerce el metal’, haciendo referencia a una posible fundición.
MELILLA
Los fenicios la llamaban Rusadir, un nombre que no mantuvieron los árabes durante su
colonización. En su lugar, la comenzaron a llamar Miliat, un término que procede del
vocablo beréber Tamlilt, que significa ‘la blanca’. No obstante, su
etimología no está confirmada por el momento.
MURCIA
El filósofo y politólogo romano Marco
Terencio Varrón dejó por escrito que el nombre provenía de Myrtea, una palabra derivada del latín Myrtus, en referencia al arbusto llamado así. Una
planta que por otra parte está íntimamente relacionado con la diosa
Venus. De hecho, esta especie vegetal contaba con su
propia divinidad, Myrtus, ahora Murcia.
ORENSE
La llegada de los romanos a la
península convirtió automáticamente a Ourense en una importante ciudad. La abundancia de oro hizo que los romanos la bautizaran como Auriense, es decir, ‘la ciudad del oro. Otra teoría deja de
lado la hipótesis del oro y sitúa su origen en la palabra latina aquea urente, que significa
‘aguas abrasadoras’.
OVIEDO
Quizás Oviedo sea el topónimo más
misterioso de todos. Por el momento, no solo no existe consenso sobre su
posible origen, sino que muchas de sus teorías han sido desestimadas. Una de las más conocidas sugería que el término provenía de la unión
de urbs y vetus, que en latín significa ‘ciudad vieja’. Otra
sugería la suma de ovis y etum, que significaría ‘lugar de ovejas’. Por
otro lado, también se propuso que quizás su significado real era ‘lugar donde
se venera a Jupiter’ debido a que el término iovetano es
adjetivo de iove, es decir, ‘Júpiter' en latín.
PALENCIA
El origen de Palencia se encuentra en
la raíz prerromana Palla que significa 'piedra' y el sufijo 'nt', del que se
sirve para formar una derivación. De este modo se construyó la
palabra Pallantia, equivalente a ‘la meseta’ o
‘cerro amesetado’.
PALMA
Los romanos fundaron la ciudad en el
año 123 a.C y la llamaron Palma. Tras la conquista musulmana, la ciudad pasó a
llamarse Madina Mayurca hasta que Jaime I reconquistó la isla y la llamó
Ciudad de Mallorca. No fue hasta principios del siglo
XVIII que se recuperó su nombre original, al que le añadieron el apellido de
Mallorca. Desde 2016, la ciudad ha recuperado su nombre fundacional.
PAMPLONA
El nombre apareció por primera vez en
una obra escrita del geógrafo griego Estrabón. En ella se refería a la ciudad
como Pompelón, el nombre que le dieron los romanos y que era la ciudad más importante
del pueblo de los vascones. EL topónimo significa ‘ciudad
de Pompeyo’ y durante siglos ha recibido varias declinaciones como Pampilona, Pampalona, Pampelone, Pampeluna, Pampilo o Pamplon.
PONTEVEDRA
El río Lérez y el Pontevedra fueron
los culpables de que esta ciudad del noroeste de la península se
llamase así. Los romanos construyeron un puente de piedra que
les permitía cruzar ambos cauces y a partir del cual fue creciendo la ciudad.
Es por eso que el nombre proviene de Pontem Veteram, es decir, 'puente viejo'.
SALAMANCA
Los griegos la llamaron Helmantike, que significa ‘tierra de adivinación’. Sin
embargo, existe una disputa por saber si este es su origen verdadero o si tiene
su raíz en el latín. Ptolomeo dejó escrito que su nombre verdadero
era Salmantica y provenía de una denominación prerromana, más específicamente, de
los vacceos, el pueblo que se asentó en la cuenca del Duero.
SAN SEBASTIÁN
Aunque su nombre oficial en euskera
es Donostia, en castellano recibe la denominación de San Sebastián. Al igual
que otros lugares del norte, la ciudad fue fundada por el rey navarro Sancho el
Sabio y su origen se debe al monasterio adjunto al Palacio de Miramar dedicado
a San Sebastián. El nombre, en primera instancia estaba
redactado en latín por lo que su origen es Sanctus
Sebastianus, que posteriormente evolucionó al romance hasta
terminar en su forma actual.
SANTA CRUZ DE TENERIFE
Antes que los europeos llegaran a las
costas de Tenerife, los isleños la llamaban Añaza,
que significa ‘lugar donde refugiarse’. Las disputas y tensiones por dominar la
isla entre españoles y británicos terminaron bautizando la isla. Fue el 25 de
julio de 1797, día de Santiago el Mayor, cuando las tropas del almirante
Horacio Néstor fueron derrotadas por los soldados españoles. En reconocimiento, se bautizó como Santa Cruz de Santiago de Tenerife.
Por su parte, Tenerife se compone de los vocablos tener, relativo a ‘monte’ e ife, que significa ‘blanco’.
SANTANDER
Santander recibe su nombre a la
Abadía de San Emeterio. Tal y como dejaban constancia los abades en sus
escritos, la ciudad adoptaba la denominación de Sancti Emetherii, que poco a poco fue transformando pasando
por Sant Meder, Sanct Emeter y Sanctander, que finalmente resultaría en su forma actual, Santander.
SEGOVIA
Antiguamente se creía que su origen
se remontaba al topónimo Segobriga hasta que se descubrió
una ciudad con ese nombre en Cuenca. En la
actualidad, su origen parece estar relacionado con la palabra celta Seghos, que significa ‘victoria’ y ha sido encontrada en varios
textos y monedas.
SEVILLA
Los fenicios fueron los primeros en
dar nombre a la capital hispalense. La llamaron Spal o Ispal, que significa 'tierra
llana', un término que los romanos adoptaron y lo hicieron evolucionar hasta
denominarla Hispalis. A su vez, los árabes sustituirían el sonido de la 'p' por
la 'b', dando lugar a la denominacion «Ishbiliya». FInalmente, como
ocurrió en muchos otros casos, el nombre se castellanizó como Sevilla.
SORIA
En el caso de Soria no hay
uniformidad en las explicaciones que intentan descifrar el origen del
topónimo. Al principio se creía que su nombre procedía
de Oria, el castillo
que fue propiedad de un caballero griego llamado Dórico, capitán de los dorios. Sin
embargo, no existen datos arqueológicos que constaten esta versión. Otra hipótesis dicta que Soria deriva de Dauria, que significa ‘Duero’. Sin
embargo, ninguna de estas teorías parece ser aceptadas por el momento.
TARRAGONA
Tarragona fue fundada en el 218 a.C
por los romanos y la bautizaron como Tarraco, donde parece ser que antes se
asentaba la antigua ciudad íbera de Cissis. El nombre se construye a partir de Tar (brava) Raco (línea de tierra) y Ona (más grande que). Por lo
tanto, según esta hipótesis, Tarragona podría definirse como ‘Costa Brava’ o
‘Tierra brava’.
TERUEL
El nombre de Teruel proviene de un
acrónimo ibérico formado por el vocablo Ter que
significa ‘límite’ y uel, que significa ‘huella’ o ‘línea’. Por tanto, el significado de Teruel
sería línea fronteriza. Una línea que separaría a
Teruel de los turboletas, tal y como se creía que se
denominaban a los habitantes de Teruel. Estos, en realidad eran los ‘otros’. De
hecho, de turbulenta se deciden varios significados como turba o perturbador.
TOLEDO
Su nombre original proviene del
latín Toletum y significa ‘tierra en alto’ o ‘ levantado, en lo
alto’. La palabra sufriría posteriormente
varios deformaciones Tollitu, Tollito, Tolleto y Tolledo hasta
llegar a la actual Toledo. Por su parte, los árabes la denominaron Tulaytulah, que significa ‘alegre’.
VALENCIA
Muchas de las ciudades fundadas por
los romanos llevaban en su toponimia nombres relacionados con la fuerza y el
vigor. Un ejemplo es el caso de Valencia que proviene del
latín Valentia, es decir, ‘valentía’. La ciudad fue el lugar
donde el cónsul Julio Bruto decidió asentar a varios soldados veternaos. Más tarde, los árabes mantuvieron el nombre de Balansia para el reino, mientras que la ciudad pasaría
a llamarse Madinat al-Turab, que significa 'ciudad de polvo'.
VALLADOLID
Tomando como referencia la raíz árabe, el nombre de la capital castellano leones provendría de la
palabra Balad al-Walid, en honor al califa omega Walid I y que significaría literalmente
‘pueblo de Walid’. Sin embargo, si se tiene en cuenta el origen latino y celta, Valladolid procedería de Vallas Tolitum, es
decir, ‘valle de aguas’.
VITORIA
El nombre original de la ciudad
era Gastehiz, aunque la llegada del rey
navarro Sancho el Sabio terminó con su nomenclatura y
la bautizó como Nova Victoria, aunque allí no aconteció ninguna guerra ni ningún hecho armado en
aquella época.
ZAMORA
A pesar de que su significado es
desconocido y su origen no está confirmado, existen multitud de hipótesis que
explican la etimología del nombre de Zamora. Para algunos historiadores, el nombre proviene de la época romana cuando
se bautizó bajo la denominación de Ocellum Duri, que significa ‘los ojos del Duero’.
Este, reconvertido en el acrónimo ‘ce-m-uri’ habría terminado siendo la actual
Zamora. Para otros historiadores en cambio, el origen se
encuentra en la etapa visigoda, citada como Semure, que luego pasaría a denominarse como Azemur y finalmente Samura por los árabes.
ZARAGOZA
El origen de Zaragoza es mucho más
simple que la etimología de muchas de las ciudades españolas. Su nombre es una deformación de la palabra Caesaraugusta, en honor al emperador romano César Augusto. El
topónimo fue evolucionando a través del árabe, pasando a llamarse Saraqusta y Medina Albaida (ciudad blanca).
Finalmente, tras la reconquista en 1118, la ciudad se llamó Saragoça, evolucionó a Çaragoça y
finalmente, terminó por convertirse en Zaragoza.
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