sábado, 13 de marzo de 2021

 

DE MÁLAGA

AL

CAMINITO DEL REY

Al este y al norte de la cosmopolita capital se despliega un paisaje de pueblos blancos, castillos y desfiladeros de vértigo.



MÁLAGA DESDE EL CASTILLO

Desde el castillo de Gibralfaro, frente a la ciudad y su bahía, en medio del silencio de los bosques que tapizan el cerro, Málaga aparenta una serenidad ficticia. La realidad es bien distinta. Lo que se extiende a los pies del viajero es una capital vibrante, culta, hecha de muchos acentos y que se niega a dormir.


LA REVOLUCIÓN COMANDADA POR PICASSO

La verdadera transformación de la capital de la Costa del Sol comenzó hace décadas, cuando se dio cuenta de que el arte era el mejor modo de situarse en el mapa de los grandes destinos internacionales. Todo comenzó con la inauguración del Museo Picasso en honor a su hijo predilecto. Las obras del genial artista cuelgan desde 2003 en el palacio de Buenavista, a un lado de la bulliciosa calle Granada y a un salto de la plaza de la Merced, donde se halla su casa natal. De niño Picasso jugó en el Teatro Romano, bajo los muros y los torreones de la Alcazaba, y aquellos sillares de piedra cúbica ordenados a modo de arco debieron de inspirar muchas de las formas que años después llevaría a sus lienzos. El Museo Picasso constituyó el pistoletazo de salida al impulso artístico de Málaga.


AL ABRIGO DEL GENIO CUBISTA

Luego llegaron el Museo Ruso, el Carmen Thyssen dedicado a la pintura española y el Centro Pompidou, abierto en Muelle Uno, frente al puerto, con su cubo de cristales de colores cuya luz tamiza el gran vestíbulo en torno al cual se exhibe el arte más moderno y temperamental.

Esta «primavera» museística cambió la fisonomía de Málaga sin destruir su esencia. Hay un paseo que comienza en la plaza de la Marina, en uno de los extremos de la Alameda Principal, y que encara la calle Larios hasta terminar en la plaza de la Constitución. En esos 500 metros está resumida el alma de la ciudad, su pasado burgués, su deliciosa arquitectura.



LA ÚNICA CUEVA DE ORIGEN SUBMARINO DE EUROPA

Málaga es un inmejorable punto de partida para descubrir una de las provincias más bellas (y desconocidas) del sur peninsular. La Costa del Sol y sus tentaciones han eclipsado el encanto de los pueblos blancos de adentro, el valor ecológico de sus parques naturales, la delicada armonía de sus ciudades barrocas o la feracidad de los barrancos y los desfiladeros allí donde el hombre tendió vías de tren o amansó las aguas con embalses a modo de mares interiores.

 

Málaga divide su costa en dos. El litoral occidental es el más conocido gracias a la fama ganada por ciudades como Torremolinos o Marbella. La costa oriental, en cambio, guarda un sesgo más familiar, en especial en ciudades próximas a la capital como Rincón de la Victoria, asomada al mar a través de un espigado paseo marítimo y un delicioso sendero entre roquedales.

 

En los pliegues próximos al mar se halla la Cueva del Tesoro. Los cantales son pequeños acantilados que se formaron en época jurásica y se asoman al Mediterráneo. De hecho, El Tesoro es una de las tres únicas cuevas de origen submarino que se conocen en el mundo. Las otras dos se localizan en Asia y en América Central.



LA OTRA GRAN CUEVA

Pero la cueva malagueña más conocida está en Nerja, próxima a los límites con la Costa Tropical de Granada. En verano sus inmensas salas acogen algunas actuaciones de un aclamado festival de música y danza; se diría que las composiciones clásicas que se interpretan en su interior parecen colgar de las estalactitas y las estalagmitas, un milagro de la geología iniciado hace cinco millones de años. Nerja, además, es uno de los pueblos más encantadores de la provincia de Málaga. Una mañana el rey Alfonso XII se asomó al mar por uno de sus extremos y dijo: «Este es un bonito balcón de Europa». Desde entonces el final del paseo más conocido de la localidad, el que une el Ayuntamiento con los acantilados azotados por las olas del Mediterráneo, recibe este nombre.



NERJA A CIELO ABIERTO

El Balcón de Europa es circular y está protegido por sendos cañones. Ningún pirata berberisco amenaza ya la costa y quizá por eso los nerjeños colocaron junto a las barandillas del mirador una escultura en bronce del rey que internacionalizó este lugar. Las calles y las plazas de Nerja son blancas, como un preámbulo de lo que el caminante hallará con solo comenzar a subir las sierras que se alzan frente a él. Hay una araucaria en la plaza del Carmen que algún indiano trajo de lejanos confines, mientras que en la plaza Cavana las casas señoriales asoman sus balcones de hierro sobre terrazas en los que la vida discurre sin prisas, bajo la sombra generosa de los plátanos de Indias, el perfume del jazmín y el color amoratado de las buganvillas.



NERJA Y EL MAR

Nerja se hizo famosa a principios de la década de los 80 gracias a Verano Azul, la serie que el cineasta Antonio Mercero rodó aquí. Aquel éxito televisivo marcó a una generación de españoles y, además del famoso barco de Chanquete, que sigue varado en un altozano a la entrada al pueblo, dio a conocer el encanto salvaje de las calas de Maro, las cascadas de agua dulce que caen hasta el mar y las caprichosas oquedades abiertas entre los acantilados.

De la playa de Burriana parten a diario grupos de piraguas que a golpe de remo alcanzan una de las últimas zonas salvajes de la costa mediterránea española. Es una excursión deliciosa que permite llegar hasta la denominada cueva del Lobo Marino, frecuentada hasta hace unos años por comunidades de focas monje. Algunos kayaks se acercan a la zona conocida como La Laguna, una lámina de mar en calma cuya profundidad es de apenas metro y medio y donde las olas se amansan y parecen quedar quietas.



FRIGILIANA: OTRO MUNDO

Solo cinco kilómetros separan Nerja de Frigiliana. Pero a pesar de la cercanía entre ambas sentimos habitar otro mundo. El bullicio de la costa desaparece y el pueblo con sus calles estrechas, sus plazas mínimas e irregulares, las cuestas y los miradores invita a ser recorrido sin prisas. Una colección de azulejos ilustra al visitante de la rebelión de los moriscos que se desató en la comarca de La Axarquía a mediados del siglo xvi.

El trazado urbano y la fisonomía de estos pueblos esparcidos como copos de nieve recién caídos se remonta a aquella época en que la última comunidad hispanomusulmana, expatriada del reino nazarí de Granada, plantó cara al dominio cristiano. Hay un ingenio azucarero a la entrada del pueblo, un conjunto de calles llenas de arriates y macetas de geranios, con una iglesia modesta consagrada San Antonio. Lo que rodea Frigiliana son los primeros montes que conforman el Parque Natural de las Sierras de Alhama, Tejeda y Almijara. El techo de la provincia de Málaga se encuentra dentro de esta reserva: La Maroma, que se eleva por encima de los 2060 m. Desde la cumbre, con solo mirar hacia el sur, el mar es una quieta lámina azul. Se divisan a lo lejos las cumbres blancas de Sierra Nevada, en la vecina Granada, y los pueblos que conforman La Axarquía, que en árabe significa «el oriente».



VÉLEZ-MÁLAGA Y EL QUIJOTE

Vélez-Málaga, la capital de la comarca, es una ciudad grande, pero no mira al mar sino hacia el interior, crecida en aquel tiempo en que las amenazas venían del Mediterráneo. Hace siglos lo que rodeaba la ciudad eran alquerías árabes y de ellas aún quedan las acequias y la sabiduría en el uso del agua y el riego. En El Quijote, Cervantes dejó escrito: «¡Gracias sean dadas a Dios, señores, que a tan buena parte nos ha conducido! Porque, si yo no me engaño, la tierra que pisamos es la de Vélez-Málaga» (Capítulo 41 de la Primera Parte). Hay un museo que recuerda la vinculación del manco de Lepanto con la ciudad, una alcazaba que rememora pasadas culturas, un puñado de notables iglesias barrocas y una fundación dedicada a la filósofa María Zambrano, nacida aquí en 1904, hija de maestro y autora de alguno de los más esclarecedores ensayos escritos en España en el siglo xx.



BLANCO SOBRE LA AXARQUÍA

La comarca de la Axarquía, de nombre evocador, sembrada de vides y olivos, de rugosa feracidad y arroyos de aguas limpias, fue pontificada a lo largo del siglo xix por los viajeros románticos. Comares es un pueblo encaramado a una inexpugnable peña desde cuyo mirador La Axarquía parece inabarcable. En Cómpeta los vecinos encalan sus casas en primavera y, a la caída de la tarde, las tabernas se llenan de lugareños que piden el vino de la tierra, hondo, bien graduado y en vaso corto. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es visible desde bien lejos porque su torre mudéjar destaca por encima del caserío como un faro que indica el camino a tomar.

A partir de aquí la carretera se arruga y los pueblos se hacen más íntimos y legendarios conforme se asciende. En Salares se alza el viejo alminar de época almohade que, erigido en ladrillo rojo y moldeado con paños de sebka, contrasta con la cal explícita del caserío. Los pueblos recostados en las faldas de las sierras de Tejeda, Alhama y Almijara exhiben en sus viejos campanarios la herencia del arte mudéjar. En Sedella y en Canillas de Aceituno las iglesias son humildes, de una sola nave y están abiertas a una plaza perfumada en primavera y a sendos miradores desde los que se divisa el mar a lo lejos.


PAISAJES MÁS RELAJADOS

Hacia el norte los pueblos de Periana, Alfarnate y Alfarnatejo establecen la frontera con otras comarcas y otros acentos malagueños. De repente el paisaje se templa, se vuelve dócil, los últimos escalones septentrionales de la cordillera Penibética se adormecen en anchos sembrados de cereales y los olivares, dispuestos como un ejército pacífico, preludian el paso natural que une Andalucía por su centro.


En uno de esos escasos cerros que salpican el norte de la provincia de Málaga, se acomoda la ciudad de Archidona. Su plaza barroca es octogonal y en el otero que corona el caserío abre sus puertas la ermita de la Virgen de Gracia, erigida sobre la antigua mezquita cuyas columnas perviven en el interior del templo.


ANTEQUERA AL COMPLETO

Antequera se extiende frente a la Peña de los Enamorados, síntesis del más desaforado romanticismo andaluz. Su leyenda cuenta que una princesa mora y un caballero cristiano prefirieron hallar juntos la muerte a verse obligados por sus familias a separarse. Barroca y señorial, altiva y distinguida, Antequera otea el centro geográfico de Andalucía desde la Alcazaba. Pero su historia comenzó mucho antes como atestiguan los inmensos dólmenes de Menga, Viera, El Romeral o El Alcalde, repartidos por las afueras de la ciudad y declarados Patrimonio Mundial.


UN MARAVILLOSO DELIRIO BARROCO

El templo más relevante es la Real Colegiata de Santa María la Mayor, junto a la Alcazaba árabe. Cuando «sale el sol por Antequera» los vecinos señalan la Puerta de los Gigantes, un magnífico pórtico que ejerce de entrada al conjunto monumental que corona la ciudad. Las calles del centro histórico de Antequera están exaltadas por las iglesias barrocas más valiosas de la provincia, consagradas a la Virgen del Carmen, San Juan, San Miguel y Santiago. Pero lo que convierte esta ciudad en un libro de historia es el palacio de Nájera, en una de cuyas salas se exhibe El Efebo, escultura de bronce, romana del siglo i d.C., al que los viajeros románticos consideraban «la pieza antigua más bella salida del suelo peninsular».


UNA MARAVILLA NATURAL INEXPLICABLE

Lo que se extiende al sur de Antequera es una ensoñación en piedra y cielo que recibe el nombre de El Torcal. Este paraje natural es uno de los más extraños caprichos que la naturaleza ha cincelado a lo largo del tiempo, una impresionante formación kárstica de rocas erosionadas que hace despertar la imaginación. El Torcal es una suma de columnas, órganos y oquedades labradas por el viento y el agua como único cincel que tiene en El Tornillo, la gran piedra erosionada con forma de espiral, una de sus más increíbles estructuras. Los tres senderos que se adentran por este laberinto descubren un paisaje que parece sacado de un sueño.


DE REPENTE, UN HUMEDAL

El norte de la provincia de Málaga está salpicado de espacios naturales únicos como la laguna de Fuente de Piedra, morada del flamenco rosa y de otras aves migratorias. Hay un centro de interpretación en uno de los extremos de la laguna con un inmenso ventanal desde donde se divisa la vida en este pequeño mar de agua dulce.



BIENVENIDOS AL VÉRTIGO

Pero si hay un lugar que anime a recorrerlo sin descanso y a sentir el peso de la naturaleza en su expresión más brutal ese es el Caminito del Rey, una extravagancia geológica, un paseo entre desfiladeros con paredes verticales de más de 300 m de altura que convocan al vértigo.

El Caminito del Rey se extiende entre las comarcas del Guadalteba y el Valle del Guadalhorce, donde Málaga custodia sus mayores reservas hídricas. El paseo completo mide 7,7 km y la puerta habitual de entrada es por el municipio de Ardales. El control de acceso se halla en la cabecera del pantano del Guadalhorce, entre un cerrado de pinos perfumados y colosales roquedales. El camino desciende paralelo al cauce del río Guadalhorce. El primero de los tramos discurre por el desfiladero de los Gaitanejos, un escenario de caídas verticales y violentos cortados. Lo más impactante es divisar desde lejos las pasarelas clavadas a la roca por estructuras de hierro y lamas de madera. El camino sube y desciende, trepa y cae acomodándose a las verticales. Los responsables del Caminito del Rey advierten: «No existe riesgo alguno, la seguridad está garantizada. Pero las personas propensas al vértigo han de abstenerse de recorrerlo».



EL SENDERO MÁS PELIGROSO DEL MUNDO

De repente el paisaje se templa. El senderista ha llegado al Valle del Hoyo, un lugar abierto y apacible. La serenidad es pasajera porque el plato fuerte aguarda en el desfiladero de los Gaitanes, un cañón brutal en el término municipal de Álora donde los boquetes de la roca caen hasta la orilla del río formando impresionantes caprichos geológicos. Hay un balcón colgante con un piso transparente reforzado donde el senderista puede sentirse víctima de una paralizadora sensación de vacío. El tramo final de los Gaitanes reserva como última sorpresa un puente colgante que salva el cañón y termina en el paraje de El Chorro. Hubo un tiempo en que el Caminito del Rey se consideraba uno de los senderos más peligrosos del mundo. Esta desalentadora calificación se mantuvo hasta el cierre del camino en 2001; el sendero se reabrió totalmente equipado en 2015.

https://viajes.nationalgeographic.com.es/a/malaga-caminito-rey-17-aventuras-naturales-y-culturales_16565/17

https://www.glosarioarquitectonico.com/wp-content/uploads/2015/12/ochavado4.jpg



































 

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