viernes, 30 de abril de 2021

 

LAS MISIONES EN MÉXICO

 

La tarea de hacer presentar el pasado resulta fácil a través de los testimonios materiales. Sin embargo, se llega a complicar cuando esos vestigios han desaparecido.

            Esos legados, esos legados que dieron vida a un ayer aparentemente olvidado, también nos acercan al pensamiento y sentir de nuestros antepasados, que contribuyeron a dar esencia a México.

            ¿Cuántas veces hemos estado rodeados del pasado sin darnos cuenta? ¿Cuántas otras hemos visitado estados, templos, o conventos llenos de historia sin siquiera saberlo?

            Para poder conocer, y gozar plenamente, un recorrido histórico por lo que fueron las misiones, nos hemos introducido a los primeros años de la Conquista, presentando los aspectos más relevantes de las diversas órdenes religiosas que se introdujeron en nuestro país.

            Los primeros frailes que llegaron a la Nueva España fueron los franciscanos. Los dominicos, agustinos y jesuitas les siguieron. El propósito, introducir la doctrina cristiana y otras formas de vida muy diferentes.

            La religión desempeñó un papel importante en la vida de aquellos tiempos. Pronto se levantaron construcciones que fueron decoradas por los frailes y por los artesanos indígenas, convirtiéndose en una mezcla europea, adaptada a la nativa.

            Las primeras fueron sencillas, se construyeron de adobe y vivían en ellas menos de ocho misioneros. Por el gran número de frailes, posteriormente, edificaban sus casas o conventos en grandes ciudades o poblaciones.

Introducción

La historia de las misiones en la Nueva España, comenzó tal vez con la llegada de los europeos a nuestro país. Para ello es preciso reconocer que en un sentido estricto, el término de misión alude a una labor que debe realizarse como parte de un compromiso o tarea asignada.

            En el vasto territorio mexicano, la misión de los frailes era bastante compleja: la conversión al cristianismo de miles de indígenas por vía de catequización, dentro de un programa que inicialmente permitió a las recién llegadas órdenes religiosas repartirse en las regiones donde era más urgente efectuar la tarea de evangelización. Para los frailes el territorio era inmenso, desconocido y en muchos casos agreste e inhóspito, amén de la resistencia de los grupos indígenas que se negaban a aceptarlos a ellos, a su doctrina y a los conquistadores por igual. A esto hay que agregar la enorme dificultad que tuvieron los sacerdotes para aprender la lengua de las diferentes regiones en las que debieron trabajar.

            Los primeros llegaron a tierras mexicanas en 1524, y en pocos años lograron la fundación de templos y conventos, consecuencia lógica del establecimiento de las primeras misiones en casi toda la parte central y porciones del sureste de la República, aunque luego debieron compartir parte de su territorio con los dominicos, quienes llegaron a la Nueva España en 1526, incursionando con su actividad religiosa en Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Michoacán y Morelos.

            Por su parte, los agustinos arribaron en 1553 y sus misiones abarcaron porciones de los actuales estados de México, Hidalgo, Guerrero y algunas zonas de la huasteca.

            La Compañía de Jesús hizo su aparición hacia fines de 1572; aunque desde un principio sus tareas se dedicaron a la educación, sobre todo de la niñez, no descuidaron la labor apostólica en los lugares donde apenas se iniciaba y que no habían sido cubiertos por las otras órdenes religiosas. Así llegaron con relativa rapidez a Guanajuato, San Luís Potosí y Coahuila, para después extenderse al norte llegando hasta Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Durango.

            Hacia fines del siglo XVII los franciscanos, con autorización de la Santa Sede, fundaron los colegios apostólicos de Propaganda Fide (o propagación de la fe), pretendiendo con ello dar un nuevo impulso a la evangelización preparando misioneros para redoblar esfuerzos en todo el territorio de la Nueva España. Así se abrieron los colegios de Querétaro, Zacatecas, México, Orizaba y Pachuca, junto con otros dos más tardíos en Zapopan y Cholula.

            Posteriormente, la expulsión de los jesuitas de tierras mexicanas en 1767, permitió que los franciscanos se hicieran cargo de sus fundaciones establecidas en el norte, y ocuparon la Alta California, además porciones de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Texas, Nuevo México y desde luego parte de la Sierra Gorda que, junto con la Baja California, compartían con los dominicos.

            En algunos lugares persistió la costumbre de seguir llamando misiones a aquellas fundaciones levantadas por los frailes en su larga y penosa labor evangelizadora. Muchas de ellas desaparecieron para dar paso a templos y conventos bien establecidos, que se usaban además como punto de partida para alcanzar nuevos lugares donde propagar la religión católica. Otras más quedaron abandonadas como mudos testimonios de sangrientas insurrecciones indígenas o como fieles recuerdos de la indómita geografía que mi la fe pudo doblegar.

            El lector encontrará un resabio de la historia, que a veces se entrelaza con lo legendario y aun lo heroico. Encontrará también los restos materiales de una titánica labor emprendida por un puñado de hombres, cuyo único objetivo fue el de enseñar su religión a otros tantos que no sabían cómo aprenderla; una tarea que críticos e historiadores han juzgado de muchas formas y desde muchos enfoques, aunque nadie podrá negar la enorme carga espiritual y artística que todos esos hombres dejaron a su paso por una tierra que aún recuerda sus nobles sentimientos.

Arturo Chairez Alfaro

 

  

ZONA NORTE

Tras la caída de Tenochtitlán, los españoles iniciaron una carrera de pacificación y conquista por todo el territorio de la Nueva España. Con ello la tarea de evangelización cobró gran importancia.

            Arribaron a las nuevas tierras diferentes frailes, que tras expanderse por toda la región se dirijieron al norte con el fin de establecer misiones para convertir, conservar y perfeccionar a los indios en la fe cristiana.

            La Orden de los Jesuitas fue la primera en fundar misiones en el noroeste de la Nueva España, en las cuales iniciaron su labor educativa y desde luego evangelizadora.

            Con la expulsión de los religiosos de la Compañía de Jesús en el año de 1767 retomaron la tarea los franciscanos, quienes llegaron a Loreto un año después y establecieron nuevas misiones procurando conservar las creadas por sus antecesores. Sin embargo, cuando notaron que el territorio de la entonces conocida como Antigua California era árido y poco poblado escribieron a la ciudad de México para proponer que la administración pasara a manos de la Orden de los Dominicos. Así en 1773 arribó a la Península Vicente Mora, el primer padre dominico.

Funcionamiento de las misiones

        Los religiosos que incursionaban en los territorios despoblados del norte de la Nueva España llevaban la idea de convertir a las naciones “bárbaras” al cristianismo y así integrarlos también a la vida política, para posteriormente fundar colegios y ciudades en las villas previamente establecidas por ellos

            Para lograr estos objetivos, los padres,  siempre acompañados de grupos armados, se acercaban a los gentiles y les ofrecían protección de la Iglesia y de la Corona Española a cambio de recibir educación cristiana. Los indígenas que aceptaban, se congregaban para edificar una misión, convirtiéndose ésta en un refugio para los indios y un lugar para aprender técnicas europeas de agricultura y otros oficios.

            Una vez que la pacificación se había completado, la misión se convertía en una incipiente población con una iglesia, mientras que los misioneros se trasladaban a otro lugar para reiniciar su tarea de evangelización. Este sistema era riesgoso, porque los indios del norte pusieron desde luego cierta resistencia, ya que eran más hostiles que los del centro, y huían hacia los montes.

            La conversión funcionaba a base de la premiación con tierras y protección para los indios a cambio de obediencia. Los que se oponían eran castigados, mientras los que organizaban rebeliones, eran ejecutados.

            Una vez congregada la tribu indígena se integraba un núcleo principal o cabecera, que constituía con varios pueblos y rancherías que les estaban sujetos. Los misioneros residían en las cabeceras y tenían a su cargo por lo menos dos pueblos de visita. Tres o más misioneros dependían de un rector y de un visitador local. Estos establecimientos juntos formaban una Provincia.

            Primeramente se erigía una iglesia hecha de piedra y a su alrededor, con adobe, se construían las casas para los frailes que iban a evangelizar, los soldados y las familias indígenas, y generalmente una escuela.

https://twitter.com/climachihuahua1/status/989697281371799554?lang=de

         En los establecimientos se encontraba lo que podríamos llamar una primitiva estructura económica. Tenían áreas de cultivo, sembrado de tierras, apertura de caminos y canales de riego; cría de ganado, vegetales y actividad artesanal. En las escuelas se enseñaba el catecismo, a leer, escribir y música.

            Al paso del tiempo algunas misiones quedaron al completo abandono por diversos acontecimientos, como la expulsión de los jesuitas en 1767, la expansión de enfermedades que trajeron los españoles, los ataques de los indios “bárbaros”, las condiciones climáticas y el poco dinero para mantenerlas. Unas se conservan en la actualidad como iglesias y otras conforman ahora poblaciones de gran importancia. Sin embargo, de algunas misiones sólo se conoce el sitio inicial de su localización y de otras únicamente quedan ruinas.

            Los jesuitas establecieron misiones en Baja California Norte y Sur, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Norte de Nayarit, parte de Durango y de Coahuila. Tras su salida, los dominicos se asentaron al Norte de la Baja California, mientras que los franciscanos evangelizaron Tamaulipas y Nuevo León y sustituyeron a los misioneros de la orden de Loyola en la parte sur de Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Nayarit, Durango y Coahuila. En el norcentro, después de la rebelión de los zacatecos, los indígenas se organizaban en conventos.

 

En 1563 el capitán Francisco de Ibarra recorrió el territorio que comprende el actual estado de Sinaloa y fundó algunas poblaciones. Sin embargo, éstas duraron poco tiempo y no fue hasta 1591 que por disposiciones del gobernador de la Nueva Vizcaya, se comisionó a los padres jesuitas Gonzalo de Tapia y Martín Pérez para evangelizar la región.

            Los religiosos franquearon la Sierra Madre Occidental en mayo de ese mismo año, entrando por Acaponeta, Nayarit, y pasando por Culiacán llegaron al sitio, en donde el 6 de junio de 1591 fundaron su primera edificación:

San Felipe de Sinaloa

https://wikisinaloa.org/sinaloa-fundacion-de-la-villa-de-san-felipe-y-santiago-de-sinaloa/

         Misión convertida más tarde en la Vice-Provincia de las misiones de Sinaloa y de los mayos y yaquis. Los padres Juan Bautista Velasco y Alonso Santiago auxiliaron con el trabajo de evangelización. Los indígenas mataron al padre Tapia y después de cinco años de revueltas llegaron nuevos misioneros, quienes fundaron a orillas de los ríos Mocorito, Petatlán o Sinaloa y Zuaque o Fuerte, 13 pueblos: Ocorini, Bamoa, Mocorito, Tamazula, Guasave, Bacoburito, Ahome (Asunción), Mochicahui (San Jerónimo), Chicorato (actualmente despoblado), Tehueco (Visitación), Yecorato, Toro (San José), Vaca o Baca (Concepción), además de San Felipe.

            El padre Hernando de Santarén organizó los rectorados del Norte o misión de Santa Cruz, que abarcaba la misión de Careteapa, las de San Juan Badiraguato, mientras que el rectorado del río Piaxtla contaba con las siguientes misiones: San Juan Bautista, San Ignacio y Santa Apolonia.

            Para el año de 1767, tras la expulsión de los jesuitas por los Borbones y para que los puestos misionales no cayeran en el abandono, se encomendó a seis frailes franciscanos la administración de las siguientes misiones: Soyaitia, Bampopa, Guatenipa, Morirato, Cariatupa, Alicama, Santa Cruz, Badiraguato, Yacobito, Comanito, Capirato, Navito, Milá, Alayá, Otamentol, Bachimeto, Navolato, San Pedro, Aguruato y Tepuche, con centro en Culiacán.

            Algunos de los grupos indígenas sometidos por los religiosos en esta región fueron los mayos, guasaves, tzoes, nebomes, sisiboris, tepehuanes, acaxees, xiximés, ahomes, zuaques, sinaloas y yaquis.

Misión de Magdalena de Kino, llamada anteriormente de Santa María Magdalena de Buqivaba. Se encuentra a 91 km al sur de Nogales, Sonora-

https://www.mexicoenfotos.com/mobile/photo.php?id=MX12182352486384

         Durante la Colonia, Sonora correspondía sólo a las vertientes de la Sierra Madre Occidental comprendidas en los límites de esa entidad. La región que iba del río Yaqui hacia el norte, incluido el Real de la Cieneguilla, recibía el nombre de Pimería Baja y la más septentrional desde ese Real hasta el río Colorado –ya en el actual estado norteamericano de Arizona-, se llamaba Pimería Alta.

            El actual territorio sonorense contempla también una comarca pequeña del suroeste de la entonces conocida Pimería, ubicada en el estado de Chihuahua y Ostimuri, lugar situado en las costas del Golfo de California, entre los ríos Mayo y Yaqui.

            En 1614 los misioneros Pérez de Rivas y Pedro Méndez cristianizaron a los mayos de la zona Ostimuri, dividiendo la misión en tres Distritos: Santa Cruz (en la desembocadura del Mayo), Navojoa y Tesia.

         Los tepahues se incorporaron junto con los cornicaris en 1620. El padre Miguel Godínez fundó las misones de San Andrés de Cornicari y Asunción de Tepahui. Ese mismo año se fundó el Rectorado de San Ignacio, que comprendía además de las cinco misiones anteriormente mencionadas las de Bacúm, Torín y Rahún, localizadas en la desembocadura del Yaqui. En 1617 los yaquis fueron convertidos por los padres Pérez de Rivas y Tomás Basilio. A pesar de padecer levantamientos, motines, tormentos y homicidios la conversión de Sonora fue más rápida y afianzada.

            Para el siglo XVII los jesuitas se expandieron y fundaron la misión de Maycoba y Yecora en la parte suroeste de lo que conocían como Chínipas.

            Las misiones comprendidas desde el río Yaqui hacia el norte se encontraban divididas en cuatro rectorados: el de San Borja agrupaba las misiones de: Cucumaripa y Tecoripa, fundadas en 1619; MOvas y Onovas, en 1622; Sahuaripa en 1627; Matape en 1629; Onapa en 1677;  y Arivechi en 1727. El Rectorado de los Tres Santos Mártires del Japón que comprendían  Batuco fundada en  1627, Oposura en 1640 y Bacadeguachi, Guazavas, Santa María Baceraca y San Miguel Babispe, fundadas en 1645. Y el Rectorado de San Javier que integraba a las misiones de Ures en 1636; Aconchi, Opodepe y Banámichio en 1639; Cucurpe y Arizpe, en 1648, y Cuaquiárachien 1655.

Misión de la Purísima Concepción, Caborca, Sonora

https://www.mexicoenfotos.com/estados/sonora/caborca/mision-de-la-purisima-concepcion-MX12182351945361

            En 1687 penetró a la Pimería Alta, el misionero Eusebio Francisco Kino y dio principio a las misiones del Rectorado de Nuestra Señora de los Dolores, fundando: Caborca, Atil, Tubutama, Nuestra Señora de los Dolores de Saric, Pitiquito, Ajil, Oquitoa, Magdalena, San Ignacio, Cocóspera e Imuris.

Misión de San José de Ímuris

http://southwestmissions.org/missions/imuris/

 

            Tras la expulsión de los jesuitas las misiones quedaron a cargo de los franciscanos, quienes no edificaron ninguna más y sólo se limitaron a tratar de conservar las ya existentes. Una vez que los jesuitas ya habían establecido asentamientos en Sinaloa y Sonora, dirigieron sus ojos hacia el territorio californiano.

Misión de Pitiquito

https://mapio.net/a/114589515/

            Durante los setenta años del periodo jesuita se fundaron un total de 18 misiones, las cuales fueron extendiéndose poco a poco hacia el extremo sur y hacia el norte.

            Para el mes de octubre de 1697 el padre José María de Salvatierra arribó a San Bruno acompañado de un grupo de soldados y estableció la que se consideraba la “madre de todas las misiones”, Nuestra Señora de Loreto, ubicada en la costa del Golfo de California, precisamente en la ciudad que hoy lleva su nombre. El establecimiento estaba conformado por una iglesia y otros edificios. Contaba con una fortaleza y un cuartel para los soldados españoles. En 1829 una tormenta tropical causó severos daños a la iglesia, la cual fue reconstruida lentamente, ocupándose casi un siglo en esta tarea. La reconstrucción alteró la arquitectura original de la iglesia, pero aún se conserva en uso. Su fachada es sencilla y de estilo muy austero. La torre que se localiza en el ala derecha, contiene campanas en ocho y en la cúpula un reloj. Junto a la construcción s encuentra el museo de las Misiones de California.

Fray José María Salvatierra.


Misión de Nuestra Señora de Loreto, considerada la “madre de todas las misiones”. Fundada por los jesuitas en 1697.

https://es.wikipedia.org/wiki/Misi%C3%B3n_Nuestra_Se%C3%B1ora_de_Loreto_Conch%C3%B3

https://rdougwicker.com/2015/05/13/mision-de-nuestra-senora-de-loreto-concho/

            Rumbo al oeste, a una distancia de 50 km se encuentra la misión de San José de Comundú, que se localiza en la comunidad del mismo nombre a 23 km al sureste de San Isidro. Fue fundada en 1708 por el padre Mayorga, pero la falta de agua produjo que se incorporara a la visita de San Miguel de Comundú, establecida previamente por el padre Juan de Ugarte. Su iglesia aún se conserva en uso.

https://paseopormexico.com/lugares/2314/la_misi%C3%B3n_de_san_jos%C3%A9_de_comond%C3%BA

            Continuando el camino por la carretera Núm. 1 se llega a la misión de San Francisco Javier Vigge Biaundó. Los restos de esta edificación se localizan en el ojo de agua de Biaundó, a 31 km al suroeste de la misión de Nuestra Señora de Loreto.

https://culturabcs.gob.mx/recinto/66

 

Misión de San Francisco Javier Vigge Biaundó. Se le considera "La joya de las misiones de Baja California", su fachada es de modesto estilo barroco, donde destacan la bella puerta de arco conopial, los ornamentos en la ventana del coro y los sencillos contrafuertes que la enmarcan. En su interior conserva un magnífico retablo de estilo barroco estípite, de madera tallada y dorada, dedicado a San Francisco Javier cuya imagen se acompaña de cinco excelentes óleos con imágenes religiosas.

Establecida como misión el 10 de marzo de (1699), la primera construcción fue una capilla de adobe con una casa adjunta para el padre residente Francisco María Píccolo. El sitio de la misión edificada en el Ojo de Agua de Biaundó, a treinta y un kilómetros al suroeste de Loreto, fue abandonada por ataque hecho por indígenas hostiles. En 1701 la misión fue restablecida en el sitio actual por el Padre Juan Ugarte, quien comenzó el cultivo de trigo, maíz, frijol, vid y árboles frutales por medio de la construcción de canales de riego y estanques para almacenar agua.

El edificio misional, construido de piedra sacada de las canteras del Arroyo de Santo Domingo, fue realizado por el misionero jesuita Padre Miguel del Barco en 1744, terminado y bendecido aproximadamente en abril de 1758.

Según Miguel del Barco, “por estar la iglesia antigua amenazando ruina, se comenzó a fabricar otra el año de 1744", aunque esta fabricación tuvo varias interrupciones de algunos años “por la dificultad de hallar maestro a satisfacción que quisiera venir a tierras remotas”. Es toda de cal y piedra con cimientos y paredes bien firmes, toda de buenas bóvedas con su crucero y media naranja bien hecha, con tres retablos en sus altares.

En la segunda ciudad más grande de Baja California Sur, capital del municipio de Comondú y llamada Ciudad Constitución se encuentra la misión de San Luís Gonzaga Chiriyaqui.

 

Se localiza a 42 km rumbo al sureste, tomando la desviación en el km 195 de la carretera Núm. 1 Fue fundada en 1740 por el padre Lambert Hostell y reconstruida en 1751. En ella se cultivaban higos, uvas, dátiles y caña de azúcar. En ese mismo año el padre Juan Jacobo Baegert edificó una iglesia, que se ha mantenido en uso gracias al mantenimiento que le proporcionan los habitantes del lugar.

            En el centro de la capital de Baja California, en la Bahía de La Paz, está la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz Airapí, edificada en 1720 por los padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo. Aunque dependía del servicio del Triunfo de la Cruz para abastecerse, la misión se extendió para incorporar las visitas de San Blas, Ángel de la Guarda y San Hilario. En septiembre de 1734 una rebelión general de los indios motivó el abandono de la misión y dos años después fue reestablecida. Desgraciadamente las epidemias traídas por los españoles provocaron su abandono en 1749.

https://culturabcs.gob.mx/recinto/36

La construcción del actual templo fue iniciado en 1861 por orden del Obispo Juan Francisco Escalante y Moreno, en el lugar donde la Orden de Frailes Jésuistes había fundado una misión durante el siglo XVIII, la Catedral de Nuestra Señora de La Paz es la sede de la Diócesis de La Paz. Está ubicada en el centro de la ciudad, en la intersección entre la calle Revolución de 1910 y 5 de Mayo calle, en frente del Jardín Velazco. Sus dos torres fueron erigidas respectivamente en 1910 y 1920. Su fachada es sencilla y en su interior se puede admirar una réplica del sagrario de la Basílica de San Pedro en Roma así como hermosos retablos que datan del siglo XVIII.

            Continuando por la carretera 1 con dirección al sur, se localiza la misión de Santiago de los Coras Aiñiní, Fue fundada originalmente en la hoy conocida “Ensenada de Las Palmas” sobre el Golfo de California, por el Padre Ignacio María Napolí, en 1721. Posteriormente, fue trasladada al interior de la Península, por el padre Jaime Bravo y el capitán Esteban Rodríguez en 1723. La hostilidad de los indios retardó el desarrollo de la misión, y la rebelión general de 1734 causó la destrucción de la misma y el martirio del padre Carranco. El último sitio de la misión fue San José de Caduaño, establecido en 1779, pero abandonado definitivamente en 1795 debido a la falta de población. La misión fue destruida, pero con la financiación del Marqués de Villapuente de la Peña, en el asentamiento que los nativos pericúes llamaban Aiñiní, a unos 40 kilómetros al norte de San José del Cabo, en Baja California Sur (México). La misión tomó su nombre de los coras, el pueblo nativo de la región. William C. Massey (1949) interpretaba las fuentes históricas de los jesuitas de modo que los coras aparecían como parte de la familia lingüística Guaycura, pero una re examinación de la evidencia parece apuntar a que el gentilicio Cora era un sinónimo de pericú (Laylander 1997).

https://culturabcs.gob.mx/recinto/80

La Misión de Santiago siempre estuvo inmersa en una historia violenta, tanto por las adversidades de los indígenas que enfrentó en la época de su fundación, cuanto por los fenómenos naturales que hasta nuestros días le han hecho padecer estragos, de tal manera que en 1947 los padres combonianos inician la construcción de una nueva iglesia, en que se distinguen por su trabajo los padres Luis Roggera y Mario Menchini, quienes remozaron al Santo Patrono “Santiago” así como restauraron las campana originales.

            En la punta sur de la Península de Baja California, se edificó la misión Estero de las Palmas de San José del Cabo. Fue la más sureña de las misiones jesuíticas que se establecieron durante el período colonial de la historia de México en el territorio de la Vieja California —correspondiente al actual estado de Baja California Sur—. La misión estaba dedicada a San José, y se construyó en el sitio que los pericúes llamaban Añuití.

Esta misión fue creada el 8 de abril de 1730 por el jesuita Nicolás Tamaral y padre visitador José Echeverría, originalmente la misión se estableció cerca de la playa, junto al estero del origen, cambiándose mucho después por considerar el sitio como insalubre.  La misión fue dotada por el gran benefactor de las misiones californianas, el Marqués de Villapuente. A cargo de la nueva fundación quedó el padre Tamaral, quien la inició con éxito ya que durante su primer año bautizó a 1034 pericúes.

Hacia fines de 1733 inició una rebelión Pericú la más fuerte que se dio en la Antigua California y que abarcó todas las misiones del extremo sur, incluyendo la de San José del Cabo. Ante esta rebelión los misioneros solicitaron ayuda al virrey de la Nueva España y al gobernador de Sinaloa, y aunque ésta les fue enviada con un importante contingente militar, la paz no llegó sino hasta 1737.

https://culturabcs.gob.mx/recinto/103

En 1750 se calculaba que la población indígena de esta misión consistía de cien individuos. Hacia 1762 era de 63 personas; 50 en 1769 y para 1800 alcanzó los 200. Este último incremento en la población indígena se debió al cierre de la misión de Santiago, cuyos habitantes fueron trasladados a San José del Cabo. Sin embargo a partir de tal año se agudizó la caída de la población, de tal manera que para 1840 la misión fue abandonada permanentemente por la desaparición de los pericú.

A pesar del estado de decadencia que la misión tuvo en el siglo XIX, en 1822 se logró rechazar el ataque del navío Independencia, que estaba al mando de insurgentes chilenos. Durante este ataque, el templo misional sufrió severos daños, lo que la dejó en muy mal estado. La iglesia actual fue construida en 1940, y de las construcciones anteriores ya no queda nada.

En la actualidad, forma parte de la localidad de San José del Cabo, en el bello Municipio de Los Cabos y como tradición, se realizan festejos por la fundación del lugar y en honor a este santo a mediados del mes de Marzo de cada año.

En dirección noroeste a 117 km de la misión de Nuestra Señora de Loreto, en el actual poblado de Mulegé, se encuentra la misión de Santa Rosalía de Mulegé.

https://culturabcs.gob.mx/recinto/37

            Esta edificación fue fundada en 1705 y en ella se cultivaban uvas, algodón y dátiles. En 1771 una inundación redujo la población de tal manera que fray Francisco Palou consideró el traslado del establecimiento a San José de Magdalena. Finalmente, la misión fue abandonada en 1828 por falta de población, conservándose para usos ocasionales la iglesia de piedra.

Fue restaurada en diferentes épocas; la más reciente es la que llevó a cabo el I.N.A.H., en los años de 1973, conservando sus características arquitectónicas exteriores, más no interiores.

Continuando hacia el norte por la carretera Núm. 1 está San Ignacio Kadakaamán. La Misión de San Ignacio de Kadá-Kaamán, asentada en un fértil oasis en medio del desierto, es hoy una de las mejores conservadas entre las antiguas edificaciones de la época.

El sitio llamado Kaddá-Kaddá, habitado por indígenas cochimíes se ubica en el arroyo El Carrizal y Sierra de San Ignacio, fue elegido por el misionero Francisco María Píccolo; se localiza en la población de San Ignacio, en la parte norte del estado. La misión fue fundada y financiada en 1728 por el padre jesuita Juan Luyando (mexicano); la construcción de la iglesia la inició el padre jesuita Fernando Consag y el Padre Juan Crisóstomo Gómez, fue el misionero dominico que concluyó dicha iglesia, aproximadamente en el año 1786.

Su fachada es hermosa, ornamentada con bajorrelieves y nichos con esculturas de santos. Fue construida con bloques de piedra volcánica de 120 centímetros de espesor, lo que le ha valido conservarse casi intacta. En su interior destaca el gran altar de madera labrada y chapada en oro, con siete óleos y una estatua de San Ignacio de Loyola, joya del arte religioso del siglo XVIII. La Misión de San Ignacio se localiza al norte de Baja California Sur, a 74 kilómetros al oeste de Santa Rosalía y a 149 kilómetros al sureste de Guerrero Negro.

https://culturabcs.gob.mx/recinto/35

Retablo dorado con óleos del siglo XVIII de San Ignacio.

Tras la expulsión de los jesuitas, los dominicos tomaron la misión a su cargo y dirigidos por el padre Juan Crisóstomo Gómez edificaron en 1786 una iglesia con paredes de piedra volcánica de 1.1 m de ancho. La construcción padeció como muchas otras, inundaciones y epidemias que diezmaron su población. Se redujo a tal grado, que la falta de gente provocó su abandono en el año de 1840. Tanto la iglesia como la misión se restauraron en 1976, manteniendo hasta hoy su arquitectura original. Aún se conservan una campana, una estatua de San Ignacio de Loyola, un púlpito de madera y un retablo dorado con siete óleos, todos del siglo XVIII.

Mapa de California y la costa occidental de la Nueva España (1772).

https://www.pinterest.nz/pin/122300946110648272/?send=true

            Recorriendo 89 km al norte se encuentra Santa Gertrudis la Magna de Candamán.

El día 4 de junio del año de 1773, fray Gregorio Amurrio, cumpliendo las órdenes del Padre Francisco Palou hizo “entrega voluntaria y gustosa dejación…” de la iglesia, sacristía, casa y campo de la Misión de Santa Gertrudis la Magna, además de “las alhajas y utensilios de iglesia y sacristía y todo lo demás que pertenece a esta misión”. En dicha entrega se incluirían los indios cochimíes que componían, no sólo la Misión propiamente dicha, sino las rancherías que se irían formando al cobijo de ésta. Dicha entrega de los cochimíes no se hacía como la de objetos o posesiones, sino como de seres que debían quedar bajo la protección de los frailes predicadores dominicos a cuyas manos pasaría toda la obra jesuítica después de su disolución. De esta manera quedaba concluída la grandiosa epopeya misional, iniciada en 1697 en Baja California, de la Compañía de Jesús.

La fundación de la que sería la Misión de Santa Gertrudis la Magna de Cadamán, como se le conocería, fue obra del padre Fernando Consag (Conskat).

Ferdinando Conskat había nacido en Varazadin, Croacia en 1703. Procedía de la Misión de San Ignacio Kadakaamán, fundada en 1728 por el Padre Juan Bautista Luyando; conocía bien la región, pues se había dedicado a explorar la Alta California y había navegado el Golfo de Cortés; además, había pasado un año aprendiendo la lengua cochimí antes de emprender su expedición que partiría desde la Misión de Loreto, en compañía del notable converso ciego Andrés Comanjil Sestiaga, quien fue su mayor apoyo en la nueva fundación. Habían sido el marqués de Villalpuente y su esposa doña Gertrudis de la Peña, los patrocinadores de dicha misión que tomaría el nombre de Santa Gertrudis la Magna en honor a su patrona.

Al fin, después de arduos días de caminata bajo el ardiente sol del desierto, en un bellísimo oasis rocoso, al pie de la gran sierra escarpada llamada Cadamán, entre la costa del Golfo y el paralelo 28 se encontró el sitio ideal para la fundación. Ya decidido el sitio, el Padre Consag -quien moriría poco tiempo después- dejó la misión a su sucesor, el jesuita alemán Jorge Retz. Retz, “alto, rubio y de ojos azules” había nacido en 1717 en Düseldorf. Como su antecesor, estudió la lengua cochimi. Ya el Padre Consag había dejado un buen número de neófitos cochimíes, un destacamento de soldados, caballos, mulas, chivos y gallinas a fin de establecer una misión en forma.

Ayudado por Andrés Comanji, Retz descubrió un ojo de agua y tallando tres kilómetros de roca, ayudado por los cochimíes, trajo el líquido necesario. A fin de alimentar a los futuros cristianos que llegaban de los alrededores, se removió la tierra para sembrar y necesitando vino para consagrar, Retz plantó las viñas cuyas cepas serían, entre otras, el origen de los magníficos viñedos bajacalifornianos. Cabe recordar que la Corona prohibía la siembra de viñedos y de olivos a fin de evitar la competencia, más los monasterios estaban exentos de dicha prohibición, pues el vino era indispensable en la misa.

Era almacenado en toscos recipientes tallados en rocas, cubiertos con rudas tablas y sellados con cuero y la savia de las pitahayas. Alguno de estos recipientes se conserva en el pequeño, pero sugestivo museo al aire libre creado por el entusiasta restaurador de la misión, el Padre Mario Menghini Pecci, quien además tiene a su cargo la Misión de San Francisco de Borja ¡El incansable misionero italiano tiene ante sí una ardua labor!

En 1752, el Padre Retz inició la construcción de la que sería una magnífica misión dedicada a la germana Santa Gertrudis, cosa muy del agrado del alemán Retz. El plano sería horizontal y en forma de ángulo a fin de alojar, en un extremo, la iglesia y sus dependencias y en el otro las habitaciones y los almacenes. Construida con bien labrados y pulidos sillares cincelados en la roca viva, como es posible constar en la primera fase de la restauración, conserva, como gran número de misiones bajacalifornianas, reminiscencias medievales, aunadas a los recuerdos arquitectónicos que de su país traían los misioneros. La puerta de acceso a la iglesia está flanqueda por columnas rematadas en obeliscos finamente decorados. Particularmente bellas son la puerta y la ventana en el ángulo que constituye la sección dedicada a alojamientos, terminadas ambas en arcos conopiales y que por cierto necesitan urgente restauración. La bóveda del presbiterio que amenazaba desplomarse, pero que ha sido restaurada en la primera fase, pues la anterior fue defectuosa, luce nervaduras góticas que convergen en un círculo con el emblema de los dominicos, herederos de la misión, está fechado en 1795. La espadaña, con sus campanas de la época -muy a menudo donadas por los reyes de España- está a unos cuantos pasos de la iglesia. De Santa Gertrudis dependían las rancherías -además de “la casa”- habitadas entre otras, por las familias Kian, Nebevania, Tapabé, Vuyavuagali, Dipavuvai, entre otras. Seguía la ranchería de Nuestra Señora de la Visitación o Calmanyi, con más familias, hasta hacer un total de 808 personas, todas ellas evangelizadas y bien preparadas, no únicamente en asuntos religiosos, sino en cultivos nuevos como lo serían el de la vid y el del trigo. En nuestros días, la misión está habitada por una sola familia que la tiene a su cargo; sin embargo, a ella acuden cientos de devotos de Santa Gertrudis la Magna que hacen su peregrinación, ardua de por sí, en agradecimientos y peticiones ancestrales, ante la grácil figura de la Santa, representada en un estofado, muy posiblemente guatemalteco, dieciochesco.

https://www.mexicodesconocido.com.mx/la-mision-de-santa-gertrudis-la-magna-en-baja-california.html

            Siguiendo en la misma dirección, a 25 km al este del valle de San Marcos en Ojá Cuñurr (que significa piedra pintada, se localiza la misión de Nuestra Señora de Guadalupe del Norte.  Su fundación estuvo a cargo del padre Féliz Caballero en 1834 y constituyó la última misión establecida en las dos Californias. Y en ella se cultivaron albaricoques y uvas. También tenía ganado, calculándose para el año de 1840 en 4,915 el número de reses. Fue la más numerosa de las misiones domionicas. En ella se concentraba las operaciones militares que se realizaban

            Ojá Coñúrr (Roca pintada) era el nombre indígena nativo para la ubicación de la misión final tanto en Baja como en Alta California. México había ganado su independencia de España en 1821. El Padre dominicano Félix Caballero nombró esta nueva misión en honor a la santa patrona de México, Nuestra Señora de Guadalupe. La fecha de fundación se ha dado como el 25 de junio de 1834. La misión a veces se llama Guadalupe del Norte para diferenciarla de la Misión Guadalupe fundada por los jesuitas (1720-1795), en el sur de Baja California.

El Padre Caballero llegó al norte de Baja California a fines de 1814. Los registros muestran que realizó un funeral en la Misión San Vicente el 15 de diciembre de ese año. En mayo de 1815, Caballero fue asignado a la Misión San Miguel para reemplazar al Padre Tomás Ahumada, quien había sido el misionero residente allí desde 1809. Caballero fue uno de los cinco misioneros en el norte de Baja California ese año. En 1819, dos dominicanos más llegaron a Baja California y Félix Caballero fue puesto a cargo de la Misión Santa Catalina de 1819 a 1822. 1822 fue un año de grandes acontecimientos para la gente de Baja California. Se enteraron de que España había perdido a México después de 11 años de guerra y debían jurar lealtad al nuevo Imperio Mexicano. También en 1822, barcos y soldados chilenos, liderados por el almirante inglés Thomas Cochrane, atacaron San José del Cabo, Todos Santos,

El nuevo emperador de México, Agustín de Iturbide, pronto fue desterrado por el general Santa Anna, y el joven país se convirtió en una república. Las misiones de California continuarían operando sin ninguna ayuda del gobierno, como lo habían hecho durante varios años durante la guerra. Los pocos padres misioneros que quedaban tenían que sobrevivir con lo que pudieran obtener o con el comercio de bienes con extranjeros. El Padre Caballero pudo triunfar en la Misión El Descanso, que volvió a fundar en 1830. Algunas tierras de cultivo potencialmente ricas estaban justo al sureste en un valle llamado San Marcos. Caballero estaba ansioso por desarrollar el valle. El jefe Jatiñil de Nejí, quien ayudó a Caballero a construir la nueva iglesia en El Descanso, también lo ayudó a construir otra nueva misión en este valle. Guadalupe, como la nueva iglesia de El Descanso, fue el proyecto personal de Caballero.

Según la investigación realizada por el Rev. Albert Nieser, OP, Caballero construyó la misión para los colonos recién llegados del continente, y no para los indios. El jefe Jatiñil ayudó a Caballero todos los años con la cosecha de cultivos y la construcción de los edificios de la misión de Caballero. Jatiñil también ayudó a Caballero a luchar contra otras tribus indígenas que atacaron la Misión Santa Catalina. El padre de Jatiñil le había dicho que la tierra pertenecería a la gente de razon o " gente de la razón" (blancos y mestizos), y el cacique había aceptado esta realidad.

La iglesia de la misión de Guadalupe tenía dos altares y un coro. El recinto de la misión tenía tiendas y una residencia para el sacerdote. Caballero convirtió a Guadalupe en el centro administrativo de las misiones del norte de la península. La misión se sentó en una pequeña meseta que dominaba el valle desde cerca del lado centro-oeste. Se construyeron dos millas de canales de riego a ambos lados del valle. Una parcela de seis acres, justo al norte de la misión, era donde se cultivaban frutas y verduras. El ganado parecía ser el producto principal con casi 4.915 cabezas reportadas en 1840, la mayor de todas las misiones dominicanas. Sin embargo, una carta a Caballero el 29 de mayo de ese año de Don Juan de Jesús Ozio afirma que el recuento fue de solo 1.915.

En 1836, unos 400 indios Yuma atacaron Guadalupe, pero la guarnición de soldados estacionados allí pudo salvar la misión. Llegaron más ataques hasta el final del propio seguidor de Caballero, el jefe Jatiñil. Se rebeló contra Caballero porque el cura seguía obligando a bautizar a los de su tribu y los hacía vivir en la misión. Se informó que un ataque en octubre de 1839 había saqueado la misión, pero un testigo ocular del ataque dio la fecha de febrero de 1840, registrada por Manuel Clemente Rojo. El objetivo de Jatiñil era matar al padre Caballero, pero el padre pudo persuadir a María Gracia, una india, de que lo escondiera en el coro de la misión. Caballero escapó de la muerte y salió del norte de Baja California hacia la Misión San Ignacio en la mitad sur de la península.

En la mañana del 3 de agosto de 1840, en la Misión San Ignacio, Caballero dijo misa y bebió su taza diaria de chocolate. Dolores agudos de estómago lo golpearon, como si estuviera envenenado. Félix Caballero murió pocas horas después. La extensa propiedad que tenía Caballero haría que los funcionarios del gobierno de Baja California desaprovecharan a los dominicanos que se quedaron. Las misiones estaban en declive, la mayoría de los indios se habían ido y las iglesias misioneras a menudo continuaban sirviendo a los recién llegados continentales. Los dominicanos fueron reemplazados por párrocos. La última misión de California en cerrar fue Santo Tomás, en 1849. Los últimos dominicanos salieron de Baja California, de La Paz, en 1855.

Para 1929 los muros de adobe de la Misión Guadalupe ya fueron destruidos por los buscadores de tesoros, pero algunos de los cimientos de piedra del muro estaban presentes y medían 60 yardas en un ángulo y 30 yardas en el otro. Trozos de baldosas rojas estaban dentro del ángulo. Se informó que amplios escalones conducían cuesta abajo desde la misión hasta dos tanques de agua de cemento alimentados por un manantial.

En los últimos años, el sitio de la misión se ha desarrollado como un parque histórico e incluye un museo. Está ubicado en Francisco Zarco (el nombre del gobierno para el pueblo de Guadalupe), aproximadamente a 1 milla de la carretera 3. Tome el camino lateral pavimentado que va al pueblo desde la estación de servicio. En aproximadamente una milla, gire a la izquierda en el cruce de calles (donde el camino de adelante se divide). La misión y el museo tienen vistas al valle del río.

Las misiones de Baja California son históricamente coloridas e intrigantes en cuanto a su existencia. El hecho de que se hiciera un esfuerzo tan grande en condiciones tan extremas ilustra el entusiasmo y el compromiso que los misioneros tenían por su trabajo en la península de California. Los indios nativos que sobrevivieron se mezclaron con los continentales y extranjeros que llegaron a la península. Las tribus del norte pudieron sobrevivir mejor a los cambios y hoy viven en aldeas en el delta del río Colorado y cerca de las misiones de Santa Catalina y Guadalupe.

Gracias por su interés en las antiguas misiones de Baja California y por favor vea fotos e información de misiones adicionales en nuestra página de

 Facebookfacebook.com/oldmissions y mi sitio web: vivabaja.com/bajamissons


https://www.elvigia.net/el-valle/2012/12/23/nuestra-seora-guadalupe-norte-102640.html

Foto de ruinas de la misión Guadalupe por Marquis McDonald, en 1949.

Foto de ruinas de la misión Guadalupe por David Kier, en 2012.

Foto de ruinas de la misión Guadalupe por David Kier, en 2012.

            Con la expulsión de la Compañía de Jesús de la Nueva España, el cuidado de las misiones de Baja California se encomendó primero a los franciscanos, quedando a su cargo San Fernando Rey de España de Velicatá, Nuestra Señora de los Dolores, La Purísima Concepción de Cadegomó, Santa María de los Ángeles, de las que hoy solamente se conservan las ruinas. Además, de la misión de Nuestra Señora de Guadalupe de Huasinapí y la de San Juan Bautista Malibat (Luiguí), de las cuales se conoce sólo el sitio donde estuvieron.

            En 1773 los dominicos recibieron algunas misiones muy empobrecidas, pues a raíz de la expulsión de los jesuitas fueron squeadas por la soldadesca. Los predicadores las mantuvieron hasta después de la Independencia y crearon nuevos puestos. A ellos se les atribuye los cuidados de las eduificaciones de Nuestra Señora del Rosario de Viñadaco, Santo Domingo de la Frontera, San Vicente Ferrer, San Miguel Arcángel de la Frontera, Santo Tomás de Aquino, localizándose sólo el sitio de su inicial ubicación se encuentran las misiones de San Pedro Mártir de Verona, Santa Catalina Virgen y Mártir y El Descanso.

         En el siglo XVII, el actual estado estaba constituido en su parte suroeste por loo que se conocía como la región de Chínipas, mientras que elresto del territorio se dividía entre la Tarahumara Alta y Baja.

            Los primeros intentos de evangelizar Chihuahua precedieron de los viajes realizdos por los jesuitas, previamente asentados en el estado de Sinaloa. La primera que se edificó en la región, fue la erigida por el padre Juan Castini en 1621 y conocida como misión de Chínipas.

            Los jesuitas trabajaron en la sierra entre los indios tepehuanes, guazaparas y tarahumaras, en la sierra, mientras que los franciscanos se desenvolvieron en los valles y planicies. El primer misionero estable en la región de Chínipas fue el padre jesuita Julio Pascual, martirizado en 1632 junto con el padre Manuel Martínez. Para 1680 fray Juan María Salvatierra dio un vigoroso impulso a la misión que fue afianzada en los años de 1690 y 1730. A mediados del siglo XVII las misiones jesuitas de Chínipas llegaron a ser de las mejor organizadas y adelantadas.

http://www.cronicadechihuahua.com/Chinipas-hasta-46o-C.html

            Al sur se ubicaba la de Nabogame en donde todavía se puede ver la iglesia, curato y casa de misión que levanto el padre Miguel Wiytz en 1744.

https://www.facebook.com/2610571422300150/posts/3404241912933093/

Misión de Nabogame

            En la misma zona se localizan Baborigame, Savetó que cobró nuevo vigor con la administración del padre Luís Martín, y Tubares, fundada en 1699 por el padre Manuel Ordaz y revivida por la administración del historiador Félix Sebastián. Esta última se consideraba una de las más comodadas en iglesia, casa, ganado y ranchos. En el centro se encuentran las misiones de Cerocahui, Guazapares, Chínipas, Santa Ana y en el norte Babarocos y Moris.

Misión de los Cinco Señores de Cusárare

https://www.mexicoenfotos.com/estados/chihuahua/cusarare/mision-de-los-cinco-senores-de-cusarare-MX12182402047014

Mision perdida de San Ángel Custodio de Satevó, Batopilas

Pareciera estar anclada a la eternidad, firme a seguir contando su historia, fue terminada a finales del año 1764 en calidad de monasterio.

Y se encuentra a 8 km del pueblo mágico de Batopilas. Esta misión es una de las obras arquitectónicas más impresionantes de las barrancas del Cobre y se le conoce como: Misión perdida de Satevó debido a que esta aislada del pueblo, rodeada de paisajes, barrancas que hacen de ella un lugar mágico e increíble

San Francisco Javier de Cerocahui.

https://www.tumgir.com/tag/Chihuahua%20M%C3%A9xico

https://www.trenbarrancasdelcobre.com/Destino.php?Destino=Cerocahui

https://www.mexicodesconocido.com.mx/escapadas/cerocahui-y-urique

            La zona de Tarahumara Baja fue primeramente evangelizada por el padre Juan Fonte, quien hizo su primera entrada en 1608. Para el año de 1639, el padre Jerónimo Figueroa edificó la misión de San Pablo Balleza y la de Huejotitán (San Jerónimo), mientras que al mismo tiempo el padre José Pascual edificaba San Felipe.

Dentro de la mis ma Tarahumara se localizan también La Joya, Santa María de las Cuevas y San Javier Satevó, esta última misión construida en 1640 por el padre Virgilio Máez.

            En cuanto al territorio de la Tarahumara Alta, que abarcaba el centro y norte de esta entidad, iniciaron el trabajo de evnagelización los padres Tardá, Guadalajara, Celada, Tarkay y Neuman. Las misiones comprendidas en esta región fueron: Tónachi, Notogachi, Nonoava, Narárachi, Sisoguichi, Carichi, San Borja, Temechí o Temeichi, Coyachi o Coyachic, Tomochi o Tomochic, Tutuaca o Tutuata, Papigochi, Santo Tomás, Matachi y Tesómachi. A mediados del siglo XVII la misión jesuita de Chihuahua llegó a ser la mejor organizada y administrada, si se exceptúa las de California.

            En el territorio chihuahuense también existió la obra misionera de los franciscanos. El objetivo de los religiosos era completar el enlace que ya existía en el norte de Zacatecas, para lo cual fundaron conventos en Chihuahua y Durango. Los conventos al igual que los jesuitas, debían cumplir con el objetivo de evangelizar a los indieles.

San Francisco Javier Satevó

http://www.cambio.gob.mx/cambio16/spip.php?article1049

Las edificiaciones realizadas fueron las de Nuestra Señora del Norte, que ahora es Ciudad Juárez, San Buenaventura de Atotonilco (Villa López), Santiago de Babonoyaba, Parral, Santa Isabel de tarahumara, San Pedro de los Conchos, Bachiniva o Bachínava (Nuestra Señora de Natividad), Namiquipa (Santa María de Gracia), Julimes, San Andrés, Nombre de Dios, San Felipe el Real de Chihuahua y Casas Grandes.

            El padre Juan Antonio Espinosa, después de varias excursiones apostólicas por la región de La Laguna, obtuvo el permiso del gobernador de la Nueva Vizcaya paras edificar en el año de 1598, el pueblo de Parras. Esta fundación tenía como objetivo el de congregar a los indios recién convertidos a la religión cristiana.

http://www.elclima.com.mx/gif/parras1.jpg

            Parras contaba con iglesia y escuelas, y pronto se transformó en el lugar de donde salían los misioneros que se dirigían hacía el norte. La fundación permitió el avance de los mismos por el territorio que comprende el actual estado de Durango, siendo edificadas varias misiones de la Sierra por parte de los jesuitas, mientras que los franciscanos se encargaron de evangelizar los valles.

            Tras una rebelión de los indios acaxees y su rendimientop en 1604, el padre Hernando de santarén organizo las misiones de Durango de tal manera, que en el sur se localizaban San Ildefonso (Remedios), San Ignacio (de Otitlán), Santa María (Otaiz), San Gregorio, San Andrés y en el norte se encontraba la misión de Tamazula.

 

Misión de Tamazula – Sinaloa

https://alcolonial.wordpress.com/2012/11/17/el-sistema-misional-imagenes/sinaloa-tamazula/

            Para el año de 1613 el mismo padre santarén estableció la misión de los indios “xiximes” que barcaba algunas del ahora estado de Sinaloa, mientras que las correspondientes a Durango fueron las de Yamoriba y San Pablo Hetasi.

            El territorio que correspondía a los “tepehuanes” fue evangelizado por el padre Jerónimo Ramírez en 1596 y porsteiormente organizadas por el padre Juan Fonte entre 1600 y 1616. Las edificaciones construidas es este periodo agrupan a las de Santiago Papasquiaro, San Andrés de Atotonilco, Santa Catarina, Zape, Tizonazo y Nazas.

Santiago Papasquiaro

https://www.mexicoenfotos.com/antiguas/durango/santiago-papasquiaro/2

 

Misión El Álamo de Coahuila

Para el año de 1630 se fundó la última misión de Durango en la parte norte del estado, que correspondía entonces  a la Tarahumara Baja, ahora Villa Ocampo, y esta fue San Miguel Bocas, ahora Villa Ocampo edificada por el padre Gabriel Díaz.

            La región conoció de los enfrentamientos entre tarahumaras y tepehuanos, manteniéndose aún durante la Colonia como zona de enfrentamientos e insurrección. En 1607 los jesuitas encabezados por Juan de Heredia y Juan de Barraza fundaron Villa Ocampo con un total de 400 personas; denominándole inicialmente San Miguel de las Bocas, tomando el nombre de "San Miguel" por ser adoración jesuita y "de las Bocas" por la desembocadura del arroyo del barro con el río Florido. Los indígenas le llamaban Bocas del río Florido.


La ausencia de minerales en la mayor parte de su territorio lo redujeron a una modesta misión, dependiente de la del Zape (Guanaceví), a cargo de la Compañía de Jesús.


A Bocas llegaron los tepehuanos huyendo del ejército español, en 1618, luego de haber asesinado a los padres encargados de la evangelización, dos años atrás, y ahí murió Oñate, su principal cabecilla. Sin embargo, no fue la única rebelión que conoció Villa Ocampo, pues en 1638 y 1645 se produjo el alzamiento de los tobosos, causando gran alarma.


Las incursiones de los apaches y la escasa actividad minera, propiciaron la decadencia de San Miguel de Bocas; que más bien servía como granero, centro productivo agrícola y ganadero que proveía junto con San Bartolomé hoy Valle de Allende a los fondos mineros de Santa Bárbara y San José del Parral. En 1731 atendía el ministerio el padre Bernardo Treviño, junto con otras seis poblaciones. Había 49 familias y sin autorización fundó San Gabriel, levantando un -santocalito- o capilla, poco visitada. Desde entonces se reconoce la calidad de sus tierras para la ganadería y labor.

Con la Independencia de México surgieron algunas dificultades entre Durango y Chihuahua, constituyentes de la antigua provincia de la Nueva Vizcaya, que vino a provocar la división de los mismos. Quiso el destino que las mismas aguas de los ríos Villa Ocampo y Canutillo, con origen en este municipio, separaran a ambas entidades, para continuar hasta el Bravo y separar también a México de los Estados Unidos. El decreto del 22 de mayo de 1824 tomó como línea de desunión la del río Florido, formado por los afluentes mencionados.


En ese mismo año se pensó en la conveniencia de formar el municipio de San Miguel de Bocas, pero perteneciente al partido de Indé, junto con Villa Hidalgo. Esta situación se mantuvo durante un siglo, hasta que la población aumentó lo suficiente como para sufragar los gastos de la municipalidad en forma autónoma.

            Cuando en 1652 el obispo les pidió entregar al clero diocesano sus propiedades, los jesuitas tenían, adempas de Parras, cionco cabeceras y 11 sitios más que visitaban periódicamente. Sólo retuvieron en la fundación primitiva una residencia con su iglesia no parroquial.

            Las fundaciones de conventos franciscanos se ubicaron en el sur del estado y son Milpillas, Atotonilco, Canatlán y Tapacolmes.

Misión de Parras

https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1213910.sorprende-sismo-a-parras-de-la-fuente.html

                Los padres Agustín de Espino y Francisco Arista fundaron las misiones que posteriormente fueron entregadas a la Diócesis de Durango en 1652, y éstas eran las de Parras, San Lorenzo, San Pedro de la Laguna y Santiago (cerca de Francisco I. .Madero).

 

            La carrera franciscana de establecimiento de misiones se debió al padre Juan de Larios, de la Provincia de Santiago de Jalisco. Las principales fundaciones que se realizaron son: San Francisco de Coahuila en 1675 (considerada como la sede), San Buenaventura de cuatro Ciénagas en 1676 y Santa Rosa de Viterbo de Nadadores en 1677. Tras una pausa de casi 10 años, durante la cual estas misiones padecieron mucho por la muerte de su fundador y las apostasías de algunos neófitos, fue posible entre los años 1682 y 1697 otra conversión en Valladares, llamado Santiago por unos y por otros San Felipe.

https://cristovivegp.wordpress.com/2011/12/15/225/

Vista aérea de la Misión de San Bernardo en Guerrero, Coahuila. 

https://www.gob.mx/sectur/articulos/guerrero-coahuila

Misión de San Pedro de la Laguna

https://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/686502.la-mision-de-san-pedro-de-la-laguna.html


https://eccechristianus.wordpress.com/2014/06/18/cuauhtemoc-y-el-aztequismo/


https://www.forumlibertas.com/hemeroteca/junipero-serra-la-evangelizacion-de-la-alta-california-ii/

En 1690 se establecieron las de San Bernardino de la Caldera y San Antonio de Padua de las Adjuntas. La llegada de un nuevo grupo de franciscanos en 1697 permitió la fundación de San Antonio Galindo de Moctezuma, Dulce Nombre de Peyotes y Valle de San Cristónal, llamado también de San Francisco Javier. Estas dos últimas en 1698 y en 1736 o 1737 la misión de San Francisco Vizarrón. En 1690 edificaron San Juan Bautista de Río Grande, San Francisco Solano en 1700 y San Bernardo, llamado también de Río Grande en 1703.

            La evangelización de los indios “coras” fue empezada en 1716 por el padre Miguel Solchaga, pero no fue sino hasta el año de 1721 que se comenzaron a fundar los primeros pueblos en esta zona por los padres Juan Téllez y Antonio Arias.

            Para 1738, tras algunas sublevaciones indígenas, las misiones se estabilizaron de la siguiente forma: en el río Santiago se edificó San Ignacio o Guyamota. Más tarde la de San Juan o Corapan, que posteriormente se convirtió en visita de Ixtacán. Misión de San Pedro o Ixtacán, con las visitas del Rosario, Maquiloyán y después Corapa. En la Mesa del Nayar se encontraba la misión de la Santísima Trinidad, Jesús María, Santa Rita o San Juan Peyotán se localizaban en los afluentes del río Santiago y finalmente un poco más al norte la de Santa Teresa.

         En la segunda mitad del siglo XVII sólo quedaban cuatro misones, mientras que para el año de 1777 se suprimieron casi todas y se creó un obispado con sede en San Felipe Linares.

Santa María de los Ángeles de Río Blanco (Aramberri)

https://mapio.net/pic/p-93665458/


La Iglesia de San Lorenzo data de 1680, año en que antiguos misioneros de Nuevo México fundaron el presidio de San Lorenzo.

Sus paredes cuentan grandes historias y leyendas, como la del bulto de San Lorenzo, que en 1774 los habitantes intentaron trasladar a una nueva misión, al levantarlo notaron que a medida que se alejaban del templo la imagen se volvía más pesada, al punto de no soportarla, de modo que decidieron regresarla, y entonces el peso se aligeró, lo que entendieron como el deseo del santo de permanecer en este sitio.

En 1680 los indígenas de Nuevo México se sublevaron, incendiando las iglesias de la región y asesinando a los misioneros. Los sobrevivientes se encimendaron a San Lorenzo, y debido a esto es que la misión lleva su nombre.

La Iglesia de San Lorenzo se localiza en Avenida San Lorenzo y Valle de Juárez, en Ciudad Juárez, Chihuahua.

En el centro de Arareko se encuentra la misión jesuita de San Ignacio.

Esta misión posee un sencillo templo, edificado a principios del siglo XX, en donde cada domingo se reúne la comunidad rarámuri y en Semana Santa se realizan coloridas festividades.

Alrededor de la Misión de San Ignacio se encuentran algunas escuelas, un albergue y un cementerio con sepulturas del siglo XVII.

San Pablo de Labradores (Galeana)

https://www.mexicoenfotos.com/estados/nuevo-leon/galeana/iglesia-san-pablo-apostol-MX12239141642188/1

            Los tres primeros conventos que se fundaron en Nuevo León debían servir como establecimientos de penetración: San José de Ríp Blanco (Zaragoza), Valle del Peñón (Montemorelos) y Cerralvo. El resto de las edificaciones debían formar una misión de enlace para preparar las de ocupación –San José de Cadereyta cuya primitiva fundación data de 1616 y su consolidación fue en 1660-, Santa María de los Ángeles de Río Blanco (Aramberri), San Cristóbal Hualahuises, Alamillo, San Nicolás de Agualeguas y San Pablo de Labradores (Galeana).

         Una de las misiones que aún se conserva hasta nuestros días, es la de Santa maría de los Dolores de la Punta de Lampazos. Se localiza en el municipio de Lampazos de Naranjo, en la plaza de la Corregidorra, y su construcción se debió a fray Diego de Salazar, quien en 1720 fue sepultado en ese mismo lugar. El 15 de diciembre de 1895 la edificación fue convertida en el Colegio de Niñas del Sagrado Corazón de Jesús y perduró como tal hasta 1913. Años más tarde fue ocupada por las fuerzas federales al mando del general Manuel Gómez y desde 1942 quedó abandonada, sufriendo el consecuente deterioro.

            El templo es de planta basilical y contiene arcadas laterales que rodean la nave central. El atrio fue utilizado como panteón y en sus muros interiores aún se conservan restos mínimos de pintura en el friso.

            Otros 12 conventos franciscanos se edificaron en los siglos XVI y XVII. En 1782 se pretendió eregir canónicamente esta Custodia, uniéndola con la de Parral, pero nop pudo hacerse. Buena parte de estras misiones continuaron prestando sus servicios hasta mediados del siglo XIX; más a partir de 1860, año de la secularización civil de las órdenes religiosas, prácticamente se fueron convirtiendo poco a poco en parroquias o en pueblos filiales de aquellas, bajo el cuidado del clero diocesano.

 

Cué Navarro, María Eugenia, Zona Norte, Agrestes y desoladas tierras, en México desconocido, Ruta de las Misiones, n. 17, 1994, pp. 14-33.

https://culturabcs.gob.mx/

https://www.mexicodesconocido.com.mx/la-mision-de-santa-gertrudis-la-magna-en-baja-california.html

https://www.discoverbaja.com/2014/09/23/spanish-missions-california-peninsula-27-nuestra-senora-de-guadalupe-1834-1840/

https://www.deviajeporchihuahua.com/batopilas-chihuahua/

Evangelización y educación religiosa en América Colonial (2020). Recuperado de Historia Universal. https://mihistoriauniversal.com/edad-moderna/evangelizacion-educacion-religiosa-america-colonial.

https://mihistoriauniversal.com/edad-moderna/evangelizacion-educacion-religiosa-america-colonial

http://www.inafed.gob.mx/work/enciclopedia/EMM10durango/municipios/10017a.html

https://www.turimexico.com/estados-de-la-republica-mexicana/chihuahua-mexico/iglesia-de-san-lorenzo-chihuahua/

https://www.turimexico.com/estados-de-la-republica-mexicana/chihuahua-mexico/mision-san-ignacio-chihuahua/



 
















































 























 






































No hay comentarios:

Publicar un comentario

  ¿Quiénes son los fascistas? Entrevista a Emilio Gentile   En un contexto político internacional en el que emergen extremas der...