LAS MISIONES EN MÉXICO
La tarea de hacer presentar el pasado resulta fácil a través de los
testimonios materiales. Sin embargo, se llega a complicar cuando esos vestigios
han desaparecido.
Esos legados, esos
legados que dieron vida a un ayer aparentemente olvidado, también nos acercan
al pensamiento y sentir de nuestros antepasados, que contribuyeron a dar
esencia a México.
¿Cuántas veces hemos
estado rodeados del pasado sin darnos cuenta? ¿Cuántas otras hemos visitado
estados, templos, o conventos llenos de historia sin siquiera saberlo?
Para poder conocer, y
gozar plenamente, un recorrido histórico por lo que fueron las misiones, nos
hemos introducido a los primeros años de la Conquista, presentando los aspectos
más relevantes de las diversas órdenes religiosas que se introdujeron en
nuestro país.
Los primeros frailes
que llegaron a la Nueva España fueron los franciscanos. Los dominicos,
agustinos y jesuitas les siguieron. El propósito, introducir la doctrina
cristiana y otras formas de vida muy diferentes.
La religión desempeñó
un papel importante en la vida de aquellos tiempos. Pronto se levantaron
construcciones que fueron decoradas por los frailes y por los artesanos
indígenas, convirtiéndose en una mezcla europea, adaptada a la nativa.
Las primeras fueron
sencillas, se construyeron de adobe y vivían en ellas menos de ocho misioneros.
Por el gran número de frailes, posteriormente, edificaban sus casas o conventos
en grandes ciudades o poblaciones.
Introducción
La historia de las misiones en la Nueva España, comenzó tal vez con la
llegada de los europeos a nuestro país. Para ello es preciso reconocer que en
un sentido estricto, el término de misión alude a una labor que debe realizarse
como parte de un compromiso o tarea asignada.
En el vasto territorio
mexicano, la misión de los frailes era bastante compleja: la conversión al
cristianismo de miles de indígenas por vía de catequización, dentro de un
programa que inicialmente permitió a las recién llegadas órdenes religiosas
repartirse en las regiones donde era más urgente efectuar la tarea de
evangelización. Para los frailes el territorio era inmenso, desconocido y en
muchos casos agreste e inhóspito, amén de la resistencia de los grupos
indígenas que se negaban a aceptarlos a ellos, a su doctrina y a los
conquistadores por igual. A esto hay que agregar la enorme dificultad que
tuvieron los sacerdotes para aprender la lengua de las diferentes regiones en
las que debieron trabajar.
Los primeros llegaron a
tierras mexicanas en 1524, y en pocos años lograron la fundación de templos y
conventos, consecuencia lógica del establecimiento de las primeras misiones en
casi toda la parte central y porciones del sureste de la República, aunque
luego debieron compartir parte de su territorio con los dominicos, quienes
llegaron a la Nueva España en 1526, incursionando con su actividad religiosa en
Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Michoacán y Morelos.
Por su parte, los
agustinos arribaron en 1553 y sus misiones abarcaron porciones de los actuales
estados de México, Hidalgo, Guerrero y algunas zonas de la huasteca.
La Compañía de Jesús
hizo su aparición hacia fines de 1572; aunque desde un principio sus tareas se
dedicaron a la educación, sobre todo de la niñez, no descuidaron la labor
apostólica en los lugares donde apenas se iniciaba y que no habían sido
cubiertos por las otras órdenes religiosas. Así llegaron con relativa rapidez a
Guanajuato, San Luís Potosí y Coahuila, para después extenderse al norte
llegando hasta Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Durango.
Hacia fines del siglo
XVII los franciscanos, con autorización de la Santa Sede, fundaron los colegios
apostólicos de Propaganda Fide (o propagación de la fe), pretendiendo con ello
dar un nuevo impulso a la evangelización preparando misioneros para redoblar
esfuerzos en todo el territorio de la Nueva España. Así se abrieron los
colegios de Querétaro, Zacatecas, México, Orizaba y Pachuca, junto con otros
dos más tardíos en Zapopan y Cholula.
Posteriormente, la
expulsión de los jesuitas de tierras mexicanas en 1767, permitió que los
franciscanos se hicieran cargo de sus fundaciones establecidas en el norte, y
ocuparon la Alta California, además porciones de Coahuila, Nuevo León,
Tamaulipas, Texas, Nuevo México y desde luego parte de la Sierra Gorda que,
junto con la Baja California, compartían con los dominicos.
En algunos lugares
persistió la costumbre de seguir llamando misiones a aquellas fundaciones
levantadas por los frailes en su larga y penosa labor evangelizadora. Muchas de
ellas desaparecieron para dar paso a templos y conventos bien establecidos, que
se usaban además como punto de partida para alcanzar nuevos lugares donde
propagar la religión católica. Otras más quedaron abandonadas como mudos
testimonios de sangrientas insurrecciones indígenas o como fieles recuerdos de
la indómita geografía que mi la fe pudo doblegar.
El lector encontrará un
resabio de la historia, que a veces se entrelaza con lo legendario y aun lo
heroico. Encontrará también los restos materiales de una titánica labor
emprendida por un puñado de hombres, cuyo único objetivo fue el de enseñar su
religión a otros tantos que no sabían cómo aprenderla; una tarea que críticos e
historiadores han juzgado de muchas formas y desde muchos enfoques, aunque
nadie podrá negar la enorme carga espiritual y artística que todos esos hombres
dejaron a su paso por una tierra que aún recuerda sus nobles sentimientos.
Arturo Chairez Alfaro
ZONA NORTE
Tras la caída de Tenochtitlán, los españoles iniciaron una carrera de pacificación
y conquista por todo el territorio de la Nueva España. Con ello la tarea de
evangelización cobró gran importancia.
Arribaron a las nuevas
tierras diferentes frailes, que tras expanderse por toda la región se
dirijieron al norte con el fin de establecer misiones para convertir, conservar
y perfeccionar a los indios en la fe cristiana.
La Orden de los
Jesuitas fue la primera en fundar misiones en el noroeste de la Nueva España,
en las cuales iniciaron su labor educativa y desde luego evangelizadora.
Con la expulsión de los
religiosos de la Compañía de Jesús en el año de 1767 retomaron la tarea los
franciscanos, quienes llegaron a Loreto un año después y establecieron nuevas
misiones procurando conservar las creadas por sus antecesores. Sin embargo,
cuando notaron que el territorio de la entonces conocida como Antigua
California era árido y poco poblado escribieron a la ciudad de México para
proponer que la administración pasara a manos de la Orden de los Dominicos. Así
en 1773 arribó a la Península Vicente Mora, el primer padre dominico.
Funcionamiento de las misiones
Los religiosos que incursionaban en los
territorios despoblados del norte de la Nueva España llevaban la idea de
convertir a las naciones “bárbaras” al cristianismo y así integrarlos también a
la vida política, para posteriormente fundar colegios y ciudades en las villas
previamente establecidas por ellos
Para lograr estos
objetivos, los padres, siempre
acompañados de grupos armados, se acercaban a los gentiles y les ofrecían protección
de la Iglesia y de la Corona Española a cambio de recibir educación cristiana.
Los indígenas que aceptaban, se congregaban para edificar una misión,
convirtiéndose ésta en un refugio para los indios y un lugar para aprender
técnicas europeas de agricultura y otros oficios.
Una vez que la
pacificación se había completado, la misión se convertía en una incipiente
población con una iglesia, mientras que los misioneros se trasladaban a otro
lugar para reiniciar su tarea de evangelización. Este sistema era riesgoso,
porque los indios del norte pusieron desde luego cierta resistencia, ya que
eran más hostiles que los del centro, y huían hacia los montes.
La conversión
funcionaba a base de la premiación con tierras y protección para los indios a
cambio de obediencia. Los que se oponían eran castigados, mientras los que
organizaban rebeliones, eran ejecutados.
Una vez congregada la
tribu indígena se integraba un núcleo principal o cabecera, que constituía con
varios pueblos y rancherías que les estaban sujetos. Los misioneros residían en
las cabeceras y tenían a su cargo por lo menos dos pueblos de visita. Tres o
más misioneros dependían de un rector y de un visitador local. Estos
establecimientos juntos formaban una Provincia.
Primeramente se erigía
una iglesia hecha de piedra y a su alrededor, con adobe, se construían las
casas para los frailes que iban a evangelizar, los soldados y las familias
indígenas, y generalmente una escuela.
https://twitter.com/climachihuahua1/status/989697281371799554?lang=de
En los establecimientos se encontraba lo que
podríamos llamar una primitiva estructura económica. Tenían áreas de cultivo,
sembrado de tierras, apertura de caminos y canales de riego; cría de ganado,
vegetales y actividad artesanal. En las escuelas se enseñaba el catecismo, a
leer, escribir y música.
Al paso del tiempo
algunas misiones quedaron al completo abandono por diversos acontecimientos,
como la expulsión de los jesuitas en 1767, la expansión de enfermedades que
trajeron los españoles, los ataques de los indios “bárbaros”, las condiciones
climáticas y el poco dinero para mantenerlas. Unas se conservan en la
actualidad como iglesias y otras conforman ahora poblaciones de gran
importancia. Sin embargo, de algunas misiones sólo se conoce el sitio inicial
de su localización y de otras únicamente quedan ruinas.
Los jesuitas
establecieron misiones en Baja California Norte y Sur, Sonora, Sinaloa,
Chihuahua, Norte de Nayarit, parte de Durango y de Coahuila. Tras su salida,
los dominicos se asentaron al Norte de la Baja California, mientras que los
franciscanos evangelizaron Tamaulipas y Nuevo León y sustituyeron a los
misioneros de la orden de Loyola en la parte sur de Baja California, Sonora,
Sinaloa, Chihuahua, Nayarit, Durango y Coahuila. En el norcentro, después de la
rebelión de los zacatecos, los indígenas se organizaban en conventos.
En 1563 el capitán Francisco de Ibarra
recorrió el territorio que comprende el actual estado de Sinaloa y fundó
algunas poblaciones. Sin embargo, éstas duraron poco tiempo y no fue hasta 1591
que por disposiciones del gobernador de la Nueva Vizcaya, se comisionó a los padres
jesuitas Gonzalo de Tapia y Martín Pérez para evangelizar la región.
Los religiosos
franquearon la Sierra Madre Occidental en mayo de ese mismo año, entrando por
Acaponeta, Nayarit, y pasando por Culiacán llegaron al sitio, en donde el 6 de
junio de 1591 fundaron su primera edificación:
San Felipe de Sinaloa
https://wikisinaloa.org/sinaloa-fundacion-de-la-villa-de-san-felipe-y-santiago-de-sinaloa/
Misión convertida más tarde en la
Vice-Provincia de las misiones de Sinaloa y de los mayos y yaquis. Los padres
Juan Bautista Velasco y Alonso Santiago auxiliaron con el trabajo de
evangelización. Los indígenas mataron al padre Tapia y después de cinco años de
revueltas llegaron nuevos misioneros, quienes fundaron a orillas de los ríos
Mocorito, Petatlán o Sinaloa y Zuaque o Fuerte, 13 pueblos: Ocorini, Bamoa,
Mocorito, Tamazula, Guasave, Bacoburito, Ahome (Asunción), Mochicahui (San
Jerónimo), Chicorato (actualmente despoblado), Tehueco (Visitación), Yecorato,
Toro (San José), Vaca o Baca (Concepción), además de San Felipe.
El padre Hernando de
Santarén organizó los rectorados del Norte o misión de Santa Cruz, que abarcaba la misión de Careteapa, las de San
Juan Badiraguato, mientras que el rectorado del río Piaxtla contaba con las
siguientes misiones: San Juan Bautista,
San Ignacio y Santa Apolonia.
Para el año de 1767,
tras la expulsión de los jesuitas por los Borbones y para que los puestos
misionales no cayeran en el abandono, se encomendó a seis frailes franciscanos
la administración de las siguientes misiones: Soyaitia, Bampopa, Guatenipa, Morirato, Cariatupa, Alicama, Santa Cruz,
Badiraguato, Yacobito, Comanito, Capirato, Navito, Milá, Alayá, Otamentol,
Bachimeto, Navolato, San Pedro, Aguruato y Tepuche, con centro en Culiacán.
Algunos de los grupos
indígenas sometidos por los religiosos en esta región fueron los mayos,
guasaves, tzoes, nebomes, sisiboris, tepehuanes, acaxees, xiximés, ahomes,
zuaques, sinaloas y yaquis.
Misión de Magdalena de Kino, llamada
anteriormente de Santa María Magdalena de Buqivaba. Se encuentra a 91 km al sur
de Nogales, Sonora-
https://www.mexicoenfotos.com/mobile/photo.php?id=MX12182352486384
Durante la Colonia, Sonora correspondía sólo
a las vertientes de la Sierra Madre Occidental comprendidas en los límites de
esa entidad. La región que iba del río Yaqui hacia el norte, incluido el Real
de la Cieneguilla, recibía el nombre de Pimería Baja y la más septentrional
desde ese Real hasta el río Colorado –ya en el actual estado norteamericano de
Arizona-, se llamaba Pimería Alta.
El actual territorio
sonorense contempla también una comarca pequeña del suroeste de la entonces
conocida Pimería, ubicada en el estado de Chihuahua y Ostimuri, lugar situado
en las costas del Golfo de California, entre los ríos Mayo y Yaqui.
En 1614 los misioneros
Pérez de Rivas y Pedro Méndez cristianizaron a los mayos de la zona Ostimuri,
dividiendo la misión en tres Distritos: Santa
Cruz (en la desembocadura del Mayo), Navojoa
y Tesia.
Los tepahues se incorporaron junto con los
cornicaris en 1620. El padre Miguel Godínez fundó las misones de San Andrés de Cornicari y Asunción de
Tepahui. Ese mismo año se fundó el Rectorado de San Ignacio, que comprendía
además de las cinco misiones anteriormente mencionadas las de Bacúm, Torín y Rahún, localizadas en la
desembocadura del Yaqui. En 1617 los yaquis fueron convertidos por los padres
Pérez de Rivas y Tomás Basilio. A pesar de padecer levantamientos, motines,
tormentos y homicidios la conversión de Sonora fue más rápida y afianzada.
Para el siglo XVII los
jesuitas se expandieron y fundaron la misión de Maycoba y Yecora en la parte suroeste de lo que conocían como Chínipas.
Las misiones
comprendidas desde el río Yaqui hacia el norte se encontraban divididas en
cuatro rectorados: el de San Borja agrupaba las misiones de: Cucumaripa y Tecoripa, fundadas en
1619; MOvas y Onovas, en 1622; Sahuaripa en 1627; Matape en 1629; Onapa en
1677; y Arivechi en 1727. El Rectorado de los Tres Santos Mártires del
Japón que comprendían Batuco fundada en 1627, Oposura en 1640 y Bacadeguachi, Guazavas, Santa María Baceraca y San Miguel Babispe,
fundadas en 1645. Y el Rectorado de San Javier que integraba a las misiones de Ures en 1636; Aconchi, Opodepe y Banámichio en 1639; Cucurpe y Arizpe, en 1648, y Cuaquiárachien
1655.
Misión de la Purísima Concepción, Caborca,
Sonora
En 1687 penetró a la
Pimería Alta, el misionero Eusebio Francisco Kino y dio principio a las
misiones del Rectorado de Nuestra Señora de los Dolores, fundando: Caborca, Atil, Tubutama, Nuestra Señora de
los Dolores de Saric, Pitiquito, Ajil, Oquitoa, Magdalena, San Ignacio,
Cocóspera e Imuris.
Misión de San José de Ímuris
http://southwestmissions.org/missions/imuris/
Tras la expulsión de
los jesuitas las misiones quedaron a cargo de los franciscanos, quienes no
edificaron ninguna más y sólo se limitaron a tratar de conservar las ya
existentes. Una vez que los jesuitas ya habían establecido asentamientos en
Sinaloa y Sonora, dirigieron sus ojos hacia el territorio californiano.
Misión de Pitiquito
https://mapio.net/a/114589515/
Durante los setenta
años del periodo jesuita se fundaron un total de 18 misiones, las cuales fueron
extendiéndose poco a poco hacia el extremo sur y hacia el norte.
Para el mes de octubre
de 1697 el padre José María de Salvatierra arribó a San Bruno acompañado de un
grupo de soldados y estableció la que se consideraba la “madre de todas las
misiones”, Nuestra Señora de Loreto,
ubicada en la costa del Golfo de California, precisamente en la ciudad que hoy
lleva su nombre. El establecimiento estaba conformado por una iglesia y otros
edificios. Contaba con una fortaleza y un cuartel para los soldados españoles.
En 1829 una tormenta tropical causó severos daños a la iglesia, la cual fue
reconstruida lentamente, ocupándose casi un siglo en esta tarea. La
reconstrucción alteró la arquitectura original de la iglesia, pero aún se
conserva en uso. Su fachada es sencilla y de estilo muy austero. La torre que
se localiza en el ala derecha, contiene campanas en ocho y en la cúpula un
reloj. Junto a la construcción s encuentra el museo de las Misiones de
California.
Fray José María Salvatierra.
Misión de Nuestra Señora de Loreto,
considerada la “madre de todas las misiones”. Fundada por los jesuitas en 1697.
https://rdougwicker.com/2015/05/13/mision-de-nuestra-senora-de-loreto-concho/
Rumbo al oeste, a una
distancia de 50 km se encuentra la misión de San José de Comundú, que se localiza en la comunidad del mismo
nombre a 23 km al sureste de San Isidro. Fue fundada en 1708 por el padre
Mayorga, pero la falta de agua produjo que se incorporara a la visita de San Miguel de Comundú, establecida
previamente por el padre Juan de Ugarte. Su iglesia aún se conserva en uso.
https://paseopormexico.com/lugares/2314/la_misi%C3%B3n_de_san_jos%C3%A9_de_comond%C3%BA
Continuando el camino
por la carretera Núm. 1 se llega a la misión de San Francisco Javier Vigge Biaundó. Los restos de esta edificación
se localizan en el ojo de agua de Biaundó, a 31 km al suroeste de la misión de Nuestra Señora de Loreto.
https://culturabcs.gob.mx/recinto/66
Misión de San Francisco Javier Vigge Biaundó.
Se le considera "La joya de las misiones de Baja
California", su fachada es de modesto estilo barroco, donde destacan la
bella puerta de arco conopial, los ornamentos en la ventana del coro y los
sencillos contrafuertes que la enmarcan. En su interior conserva un magnífico
retablo de estilo barroco estípite, de madera tallada y dorada, dedicado a San
Francisco Javier cuya imagen se acompaña de cinco excelentes óleos con imágenes
religiosas.
Establecida como misión el 10 de marzo de (1699), la primera
construcción fue una capilla de adobe con una casa adjunta para el padre
residente Francisco María Píccolo. El sitio de la misión edificada en el Ojo de
Agua de Biaundó, a treinta y un kilómetros al suroeste de Loreto, fue
abandonada por ataque hecho por indígenas hostiles. En 1701 la misión fue
restablecida en el sitio actual por el Padre Juan Ugarte, quien comenzó el
cultivo de trigo, maíz, frijol, vid y árboles frutales por medio de la
construcción de canales de riego y estanques para almacenar agua.
El edificio misional, construido de piedra
sacada de las canteras del Arroyo de Santo Domingo, fue realizado por el
misionero jesuita Padre Miguel del Barco en 1744, terminado y bendecido
aproximadamente en abril de 1758.
Según Miguel del Barco, “por estar la iglesia antigua amenazando
ruina, se comenzó a fabricar otra el año de 1744", aunque esta fabricación
tuvo varias interrupciones de algunos años “por la dificultad de hallar maestro
a satisfacción que quisiera venir a tierras remotas”. Es toda de cal y piedra
con cimientos y paredes bien firmes, toda de buenas bóvedas con su crucero y
media naranja bien hecha, con tres retablos en sus altares.
En la segunda ciudad más grande de Baja California Sur, capital del municipio
de Comondú y llamada Ciudad Constitución se encuentra la misión de San Luís Gonzaga Chiriyaqui.
Se localiza a 42 km rumbo al sureste, tomando la desviación en el km 195
de la carretera Núm. 1 Fue fundada en 1740 por el padre Lambert Hostell y
reconstruida en 1751. En ella se cultivaban higos, uvas, dátiles y caña de
azúcar. En ese mismo año el padre Juan Jacobo Baegert edificó una iglesia, que
se ha mantenido en uso gracias al mantenimiento que le proporcionan los
habitantes del lugar.
En el centro de la
capital de Baja California, en la Bahía de La Paz, está la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz Airapí,
edificada en 1720 por los padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo. Aunque dependía
del servicio del Triunfo de la Cruz para abastecerse, la misión se extendió
para incorporar las visitas de San Blas, Ángel de la Guarda y San Hilario. En
septiembre de 1734 una rebelión general de los indios motivó el abandono de la
misión y dos años después fue reestablecida. Desgraciadamente las epidemias
traídas por los españoles provocaron su abandono en 1749.
https://culturabcs.gob.mx/recinto/36
La
construcción del actual templo fue iniciado en 1861 por orden del Obispo Juan
Francisco Escalante y Moreno, en el lugar donde la Orden de Frailes Jésuistes
había fundado una misión durante el siglo XVIII, la Catedral de
Nuestra Señora de La Paz es la sede de la
Diócesis de La Paz. Está ubicada en el centro de la ciudad, en la intersección
entre la calle Revolución de 1910 y 5 de Mayo calle, en frente del Jardín
Velazco. Sus dos torres fueron erigidas respectivamente en 1910 y 1920. Su
fachada es sencilla y en su interior se puede admirar una réplica del sagrario
de la Basílica de San Pedro en Roma así como hermosos retablos que datan del
siglo XVIII.
Continuando por la carretera
1 con dirección al sur, se localiza la misión de Santiago de los Coras Aiñiní, Fue fundada originalmente
en la hoy conocida “Ensenada de Las Palmas” sobre el Golfo de California, por
el Padre Ignacio María Napolí, en 1721. Posteriormente, fue trasladada al
interior de la Península, por el padre Jaime Bravo y el capitán Esteban
Rodríguez en 1723. La hostilidad de los indios retardó el desarrollo de la
misión, y la rebelión general de 1734 causó la destrucción de la misma y el
martirio del padre Carranco. El último sitio de la misión fue San José de
Caduaño, establecido en 1779, pero abandonado definitivamente en 1795 debido a
la falta de población. La misión fue destruida, pero con la financiación del Marqués
de Villapuente de la Peña, en el asentamiento que los nativos pericúes llamaban
Aiñiní, a unos 40 kilómetros al norte de San José del Cabo, en Baja California
Sur (México). La misión tomó su nombre de los coras, el pueblo nativo de la
región. William C. Massey (1949) interpretaba las fuentes históricas de los
jesuitas de modo que los coras aparecían como parte de la familia lingüística
Guaycura, pero una re examinación de la evidencia parece apuntar a que el
gentilicio Cora era un sinónimo de pericú (Laylander 1997).
https://culturabcs.gob.mx/recinto/80
La Misión de
Santiago siempre estuvo inmersa en una historia
violenta, tanto por las adversidades de los indígenas que enfrentó en la época
de su fundación, cuanto por los fenómenos naturales que hasta nuestros días le
han hecho padecer estragos, de tal manera que en 1947 los padres combonianos
inician la construcción de una nueva iglesia, en que se distinguen por su
trabajo los padres Luis Roggera y Mario Menchini, quienes remozaron al Santo
Patrono “Santiago” así como restauraron las campana originales.
En
la punta sur de la Península de Baja California, se edificó la misión Estero de las Palmas de San José del Cabo. Fue la más sureña de las misiones
jesuíticas que se establecieron durante el período colonial de la historia de
México en el territorio de la Vieja California —correspondiente al actual
estado de Baja California Sur—. La misión estaba dedicada a San José, y se
construyó en el sitio que los pericúes llamaban Añuití.
Esta misión fue creada el 8 de abril de 1730 por el jesuita Nicolás
Tamaral y padre visitador José Echeverría, originalmente la misión se
estableció cerca de la playa, junto al estero del origen, cambiándose mucho
después por considerar el sitio como insalubre. La misión fue dotada
por el gran benefactor de las misiones californianas, el Marqués de
Villapuente. A cargo de la nueva fundación quedó el padre Tamaral, quien la
inició con éxito ya que durante su primer año bautizó a 1034 pericúes.
Hacia fines de 1733 inició una rebelión Pericú la más fuerte que se dio
en la Antigua California y que abarcó todas las misiones del extremo sur,
incluyendo la de San José del Cabo. Ante esta rebelión los misioneros
solicitaron ayuda al virrey de la Nueva España y al gobernador de Sinaloa, y
aunque ésta les fue enviada con un importante contingente militar, la paz no
llegó sino hasta 1737.
https://culturabcs.gob.mx/recinto/103
En 1750 se calculaba que la población indígena de esta misión consistía de cien individuos. Hacia 1762 era de 63 personas; 50 en 1769 y para 1800 alcanzó los 200. Este último incremento en la población indígena se debió al cierre de la misión de Santiago, cuyos habitantes fueron trasladados a San José del Cabo. Sin embargo a partir de tal año se agudizó la caída de la población, de tal manera que para 1840 la misión fue abandonada permanentemente por la desaparición de los pericú.
A pesar del estado de decadencia que la misión tuvo en el siglo XIX, en 1822 se logró rechazar el ataque del navío Independencia, que estaba al mando de insurgentes chilenos. Durante este ataque, el templo misional sufrió severos daños, lo que la dejó en muy mal estado. La iglesia actual fue construida en 1940, y de las construcciones anteriores ya no queda nada.
En la actualidad, forma parte de la localidad de San José del Cabo, en
el bello Municipio de Los Cabos y como tradición, se realizan festejos por la
fundación del lugar y en honor a este santo a mediados del mes de Marzo de cada
año.
En dirección noroeste a 117 km de la misión
de Nuestra Señora de Loreto, en el actual poblado de Mulegé, se encuentra la
misión de Santa Rosalía de Mulegé.
https://culturabcs.gob.mx/recinto/37
Esta
edificación fue fundada en 1705 y en ella se cultivaban uvas, algodón y
dátiles. En 1771 una inundación redujo la población de tal manera que fray
Francisco Palou consideró el traslado del establecimiento a San José de
Magdalena. Finalmente, la misión fue abandonada en 1828 por falta de población,
conservándose para usos ocasionales la iglesia de piedra.
Fue restaurada en
diferentes épocas; la más reciente es la que llevó a cabo el I.N.A.H., en los
años de 1973, conservando sus características arquitectónicas exteriores, más
no interiores.
Continuando hacia el norte por la carretera Núm. 1 está San Ignacio Kadakaamán. La Misión de San
Ignacio de Kadá-Kaamán, asentada en un fértil oasis en medio del desierto, es
hoy una de las mejores conservadas entre las antiguas edificaciones de la
época.
El sitio llamado Kaddá-Kaddá, habitado por indígenas cochimíes se ubica
en el arroyo El Carrizal y Sierra de San Ignacio, fue elegido por el misionero
Francisco María Píccolo; se localiza en la población de San Ignacio, en la
parte norte del estado. La misión fue fundada y financiada en 1728 por el padre
jesuita Juan Luyando (mexicano); la construcción de la iglesia la inició el
padre jesuita Fernando Consag y el Padre Juan Crisóstomo Gómez, fue el
misionero dominico que concluyó dicha iglesia, aproximadamente en el año 1786.
Su fachada es hermosa, ornamentada con bajorrelieves y nichos con
esculturas de santos. Fue construida con bloques de piedra volcánica de 120
centímetros de espesor, lo que le ha valido conservarse casi intacta. En su
interior destaca el gran altar de madera labrada y chapada en oro, con siete óleos
y una estatua de San Ignacio de Loyola, joya del arte religioso del siglo
XVIII. La Misión de San Ignacio se localiza al norte de Baja California Sur, a
74 kilómetros al oeste de Santa Rosalía y a 149 kilómetros al sureste de
Guerrero Negro.
https://culturabcs.gob.mx/recinto/35
Retablo dorado con óleos del siglo XVIII de
San Ignacio.
Tras la expulsión de los jesuitas, los
dominicos tomaron la misión a su cargo y dirigidos por el padre Juan Crisóstomo
Gómez edificaron en 1786 una iglesia con paredes de piedra volcánica de 1.1 m
de ancho. La construcción padeció como muchas otras, inundaciones y epidemias
que diezmaron su población. Se redujo a tal grado, que la falta de gente
provocó su abandono en el año de 1840. Tanto la iglesia como la misión se
restauraron en 1976, manteniendo hasta hoy su arquitectura original. Aún se
conservan una campana, una estatua de San Ignacio de Loyola, un púlpito de
madera y un retablo dorado con siete óleos, todos del siglo XVIII.
Mapa de California y la costa occidental de
la Nueva España (1772).
https://www.pinterest.nz/pin/122300946110648272/?send=true
Recorriendo 89 km al
norte se encuentra Santa Gertrudis la Magna de Candamán.
El día 4 de junio del año de 1773, fray Gregorio
Amurrio, cumpliendo las órdenes del Padre Francisco Palou hizo “entrega
voluntaria y gustosa dejación…” de la iglesia, sacristía, casa y campo de la
Misión de Santa Gertrudis la Magna, además de “las alhajas y utensilios de
iglesia y sacristía y todo lo demás que pertenece a esta misión”. En dicha
entrega se incluirían los indios cochimíes que componían, no sólo la Misión
propiamente dicha, sino las rancherías que se irían formando al cobijo de ésta.
Dicha entrega de los cochimíes no se hacía como la de objetos o posesiones,
sino como de seres que debían quedar bajo la protección de los frailes
predicadores dominicos a cuyas manos pasaría toda la obra jesuítica después de
su disolución. De esta manera quedaba concluída la grandiosa epopeya misional,
iniciada en 1697 en Baja California, de la Compañía de Jesús.
La fundación de la que sería la Misión de Santa
Gertrudis la Magna de Cadamán, como se le conocería, fue obra del padre
Fernando Consag (Conskat).
Ferdinando Conskat había nacido en Varazadin,
Croacia en 1703. Procedía de la Misión de San Ignacio Kadakaamán, fundada en
1728 por el Padre Juan Bautista Luyando; conocía bien la región, pues se había
dedicado a explorar la Alta California y había navegado el Golfo de Cortés;
además, había pasado un año aprendiendo la lengua cochimí antes de emprender su
expedición que partiría desde la Misión de Loreto, en compañía del notable
converso ciego Andrés Comanjil Sestiaga, quien fue su mayor apoyo en la nueva
fundación. Habían sido el marqués de Villalpuente y su esposa doña Gertrudis de
la Peña, los patrocinadores de dicha misión que tomaría el nombre de Santa
Gertrudis la Magna en honor a su patrona.
Al fin, después de arduos días de caminata bajo el
ardiente sol del desierto, en un bellísimo oasis rocoso, al pie de la gran
sierra escarpada llamada Cadamán, entre la costa del Golfo y el paralelo 28 se
encontró el sitio ideal para la fundación. Ya decidido el sitio, el Padre
Consag -quien moriría poco tiempo después- dejó la misión a su sucesor, el
jesuita alemán Jorge Retz. Retz, “alto, rubio y de ojos azules” había nacido en
1717 en Düseldorf. Como su antecesor, estudió la lengua cochimi. Ya el Padre
Consag había dejado un buen número de neófitos cochimíes, un destacamento de
soldados, caballos, mulas, chivos y gallinas a fin de establecer una misión en
forma.
Ayudado por Andrés Comanji, Retz descubrió un ojo
de agua y tallando tres kilómetros de roca, ayudado por los cochimíes, trajo el
líquido necesario. A fin de alimentar a los futuros cristianos que llegaban de
los alrededores, se removió la tierra para sembrar y necesitando vino para
consagrar, Retz plantó las viñas cuyas cepas serían, entre otras, el origen de
los magníficos viñedos bajacalifornianos. Cabe recordar que la Corona prohibía
la siembra de viñedos y de olivos a fin de evitar la competencia, más los monasterios
estaban exentos de dicha prohibición, pues el vino era indispensable en la
misa.
Era almacenado en toscos recipientes tallados en
rocas, cubiertos con rudas tablas y sellados con cuero y la savia de las
pitahayas. Alguno de estos recipientes se conserva en el pequeño, pero
sugestivo museo al aire libre creado por el entusiasta restaurador de la
misión, el Padre Mario Menghini Pecci, quien además tiene a su cargo la Misión
de San Francisco de Borja ¡El incansable misionero italiano tiene ante sí una
ardua labor!
En
1752, el Padre Retz inició la construcción de la que sería una magnífica misión
dedicada a la germana Santa Gertrudis, cosa muy del agrado del alemán Retz. El
plano sería horizontal y en forma de ángulo a fin de alojar, en un extremo, la
iglesia y sus dependencias y en el otro las habitaciones y los almacenes.
Construida con bien labrados y pulidos sillares cincelados en la roca viva,
como es posible constar en la primera fase de la restauración, conserva, como
gran número de misiones bajacalifornianas, reminiscencias medievales, aunadas a
los recuerdos arquitectónicos que de su país traían los misioneros. La puerta
de acceso a la iglesia está flanqueda por columnas rematadas en obeliscos
finamente decorados. Particularmente bellas son la puerta y la ventana en el
ángulo que constituye la sección dedicada a alojamientos, terminadas ambas en
arcos conopiales y que por cierto necesitan urgente restauración. La bóveda del
presbiterio que amenazaba desplomarse, pero que ha sido restaurada en la primera
fase, pues la anterior fue defectuosa, luce nervaduras góticas que convergen en
un círculo con el emblema de los dominicos, herederos de la misión, está
fechado en 1795. La espadaña, con sus campanas de la época -muy a menudo
donadas por los reyes de España- está a unos cuantos pasos de la iglesia. De
Santa Gertrudis dependían las rancherías -además de “la casa”- habitadas entre
otras, por las familias Kian, Nebevania, Tapabé, Vuyavuagali, Dipavuvai, entre
otras. Seguía la ranchería de Nuestra Señora de la Visitación o Calmanyi, con
más familias, hasta hacer un total de 808 personas, todas ellas evangelizadas y
bien preparadas, no únicamente en asuntos religiosos, sino en cultivos nuevos
como lo serían el de la vid y el del trigo. En nuestros días, la misión está
habitada por una sola familia que la tiene a su cargo; sin embargo, a ella
acuden cientos de devotos de Santa Gertrudis la Magna que hacen su
peregrinación, ardua de por sí, en agradecimientos y peticiones ancestrales,
ante la grácil figura de la Santa, representada en un estofado, muy
posiblemente guatemalteco, dieciochesco.
https://www.mexicodesconocido.com.mx/la-mision-de-santa-gertrudis-la-magna-en-baja-california.html
Siguiendo en la misma
dirección, a 25 km al este del valle de San Marcos en Ojá Cuñurr (que significa
piedra pintada, se localiza la misión de Nuestra
Señora de Guadalupe del Norte. Su
fundación estuvo a cargo del padre Féliz Caballero en 1834 y constituyó la
última misión establecida en las dos Californias. Y en ella se cultivaron
albaricoques y uvas. También tenía ganado, calculándose para el año de 1840 en
4,915 el número de reses. Fue la más numerosa de las misiones domionicas. En
ella se concentraba las operaciones militares que se realizaban
Ojá Coñúrr (Roca pintada) era el nombre indígena nativo
para la ubicación de la misión final tanto en Baja como en Alta
California. México había ganado su independencia de España en 1821. El
Padre dominicano Félix Caballero nombró esta nueva misión en honor a la santa
patrona de México, Nuestra Señora de Guadalupe. La fecha de fundación se
ha dado como el 25 de junio de 1834. La misión a veces se llama Guadalupe del
Norte para diferenciarla de la Misión Guadalupe fundada por los jesuitas
(1720-1795), en el sur de Baja California.
El Padre Caballero llegó al norte de
Baja California a fines de 1814. Los registros muestran que realizó un funeral
en la Misión San Vicente el 15 de diciembre de ese año. En mayo de 1815,
Caballero fue asignado a la Misión San Miguel para reemplazar al Padre Tomás
Ahumada, quien había sido el misionero residente allí desde 1809. Caballero fue
uno de los cinco misioneros en el norte de Baja California ese año. En
1819, dos dominicanos más llegaron a Baja California y Félix Caballero fue
puesto a cargo de la Misión Santa Catalina de 1819 a 1822. 1822 fue un año de
grandes acontecimientos para la gente de Baja California. Se enteraron de
que España había perdido a México después de 11 años de guerra y debían jurar
lealtad al nuevo Imperio Mexicano. También en 1822, barcos y soldados
chilenos, liderados por el almirante inglés Thomas Cochrane, atacaron San José
del Cabo, Todos Santos,
El nuevo emperador de México, Agustín
de Iturbide, pronto fue desterrado por el general Santa Anna, y el joven país
se convirtió en una república. Las misiones de California continuarían
operando sin ninguna ayuda del gobierno, como lo habían hecho durante varios
años durante la guerra. Los pocos padres misioneros que quedaban tenían
que sobrevivir con lo que pudieran obtener o con el comercio de bienes con
extranjeros. El Padre Caballero pudo triunfar en la Misión El Descanso,
que volvió a fundar en 1830. Algunas tierras de cultivo potencialmente ricas
estaban justo al sureste en un valle llamado San Marcos. Caballero estaba
ansioso por desarrollar el valle. El jefe Jatiñil de Nejí, quien ayudó a
Caballero a construir la nueva iglesia en El Descanso, también lo ayudó a
construir otra nueva misión en este valle. Guadalupe, como la nueva
iglesia de El Descanso, fue el proyecto personal de Caballero.
Según la investigación realizada por el
Rev. Albert Nieser, OP, Caballero construyó la misión para los colonos recién
llegados del continente, y no para los indios. El jefe Jatiñil ayudó a
Caballero todos los años con la cosecha de cultivos y la construcción de los
edificios de la misión de Caballero. Jatiñil también ayudó a Caballero a
luchar contra otras tribus indígenas que atacaron la Misión Santa
Catalina. El padre de Jatiñil le había dicho que la tierra pertenecería a
la gente de razon o " gente de la razón"
(blancos y mestizos), y el cacique había aceptado esta realidad.
La iglesia de la misión de Guadalupe
tenía dos altares y un coro. El recinto de la misión tenía tiendas y una
residencia para el sacerdote. Caballero convirtió a Guadalupe en el centro
administrativo de las misiones del norte de la península. La misión se
sentó en una pequeña meseta que dominaba el valle desde cerca del lado
centro-oeste. Se construyeron dos millas de canales de riego a ambos lados
del valle. Una parcela de seis acres, justo al norte de la misión, era
donde se cultivaban frutas y verduras. El ganado parecía ser el producto
principal con casi 4.915 cabezas reportadas en 1840, la mayor de todas las
misiones dominicanas. Sin embargo, una carta a Caballero el 29 de mayo de
ese año de Don Juan de Jesús Ozio afirma que el recuento fue de solo 1.915.
En 1836, unos 400 indios Yuma atacaron
Guadalupe, pero la guarnición de soldados estacionados allí pudo salvar la
misión. Llegaron más ataques hasta el final del propio seguidor de
Caballero, el jefe Jatiñil. Se rebeló contra Caballero porque el cura
seguía obligando a bautizar a los de su tribu y los hacía vivir en la
misión. Se informó que un ataque en octubre de 1839 había saqueado la
misión, pero un testigo ocular del ataque dio la fecha de febrero de 1840, registrada
por Manuel Clemente Rojo. El objetivo de Jatiñil era matar al padre
Caballero, pero el padre pudo persuadir a María Gracia, una india, de que lo
escondiera en el coro de la misión. Caballero escapó de la muerte y salió
del norte de Baja California hacia la Misión San Ignacio en la mitad sur de la
península.
En la mañana del 3 de agosto de 1840,
en la Misión San Ignacio, Caballero dijo misa y bebió su taza diaria de
chocolate. Dolores agudos de estómago lo golpearon, como si estuviera
envenenado. Félix Caballero murió pocas horas después. La extensa
propiedad que tenía Caballero haría que los funcionarios del gobierno de Baja
California desaprovecharan a los dominicanos que se quedaron. Las misiones
estaban en declive, la mayoría de los indios se habían ido y las iglesias
misioneras a menudo continuaban sirviendo a los recién llegados
continentales. Los dominicanos fueron reemplazados por párrocos. La
última misión de California en cerrar fue Santo Tomás, en 1849. Los últimos
dominicanos salieron de Baja California, de La Paz, en 1855.
Para 1929 los muros de adobe de la
Misión Guadalupe ya fueron destruidos por los buscadores de tesoros, pero
algunos de los cimientos de piedra del muro estaban presentes y medían 60
yardas en un ángulo y 30 yardas en el otro. Trozos de baldosas rojas
estaban dentro del ángulo. Se informó que amplios escalones conducían
cuesta abajo desde la misión hasta dos tanques de agua de cemento alimentados
por un manantial.
En los últimos años, el sitio de la
misión se ha desarrollado como un parque histórico e incluye un
museo. Está ubicado en Francisco Zarco (el nombre del gobierno para el
pueblo de Guadalupe), aproximadamente a 1 milla de la carretera 3. Tome el
camino lateral pavimentado que va al pueblo desde la estación de servicio. En
aproximadamente una milla, gire a la izquierda en el cruce de calles (donde el
camino de adelante se divide). La misión y el museo tienen vistas al valle
del río.
Las misiones de Baja California son
históricamente coloridas e intrigantes en cuanto a su existencia. El hecho
de que se hiciera un esfuerzo tan grande en condiciones tan extremas ilustra el
entusiasmo y el compromiso que los misioneros tenían por su trabajo en la
península de California. Los indios nativos que sobrevivieron se mezclaron
con los continentales y extranjeros que llegaron a la península. Las
tribus del norte pudieron sobrevivir mejor a los cambios y hoy viven en aldeas
en el delta del río Colorado y cerca de las misiones de Santa Catalina y
Guadalupe.
Gracias por su interés en las antiguas misiones de Baja California y por favor vea fotos e información de misiones adicionales en nuestra página de
Facebook: facebook.com/oldmissions y mi sitio web: vivabaja.com/bajamissons
https://www.elvigia.net/el-valle/2012/12/23/nuestra-seora-guadalupe-norte-102640.html
Foto
de ruinas de la misión Guadalupe por Marquis McDonald, en 1949.
Foto
de ruinas de la misión Guadalupe por David Kier, en 2012.
Foto de ruinas de la misión Guadalupe por David
Kier, en 2012.
Con la expulsión de la
Compañía de Jesús de la Nueva España, el cuidado de las misiones de Baja
California se encomendó primero a los franciscanos, quedando a su cargo San Fernando Rey de España de Velicatá,
Nuestra Señora de los Dolores, La Purísima Concepción de Cadegomó, Santa María
de los Ángeles, de las que hoy solamente se conservan las ruinas. Además,
de la misión de Nuestra Señora de
Guadalupe de Huasinapí y la de San
Juan Bautista Malibat (Luiguí), de las cuales se conoce sólo el sitio donde
estuvieron.
En 1773 los dominicos
recibieron algunas misiones muy empobrecidas, pues a raíz de la expulsión de
los jesuitas fueron squeadas por la soldadesca. Los predicadores las
mantuvieron hasta después de la Independencia y crearon nuevos puestos. A ellos
se les atribuye los cuidados de las eduificaciones de Nuestra Señora del Rosario de Viñadaco, Santo Domingo de la Frontera,
San Vicente Ferrer, San Miguel Arcángel de la Frontera, Santo Tomás de Aquino,
localizándose sólo el sitio de su inicial ubicación se encuentran las misiones
de San Pedro Mártir de Verona, Santa
Catalina Virgen y Mártir y El Descanso.
En el siglo XVII, el actual estado estaba
constituido en su parte suroeste por loo que se conocía como la región de
Chínipas, mientras que elresto del territorio se dividía entre la Tarahumara
Alta y Baja.
Los primeros intentos
de evangelizar Chihuahua precedieron de los viajes realizdos por los jesuitas,
previamente asentados en el estado de Sinaloa. La primera que se edificó en la
región, fue la erigida por el padre Juan Castini en 1621 y conocida como misión de Chínipas.
Los jesuitas trabajaron
en la sierra entre los indios tepehuanes, guazaparas y tarahumaras, en la
sierra, mientras que los franciscanos se desenvolvieron en los valles y
planicies. El primer misionero estable en la región de Chínipas fue el padre
jesuita Julio Pascual, martirizado en 1632 junto con el padre Manuel Martínez.
Para 1680 fray Juan María Salvatierra dio un vigoroso impulso a la misión que
fue afianzada en los años de 1690 y 1730. A mediados del siglo XVII las
misiones jesuitas de Chínipas llegaron a ser de las mejor organizadas y
adelantadas.
http://www.cronicadechihuahua.com/Chinipas-hasta-46o-C.html
Al sur se ubicaba la de
Nabogame en donde todavía se puede
ver la iglesia, curato y casa de misión que levanto el padre Miguel Wiytz en
1744.
https://www.facebook.com/2610571422300150/posts/3404241912933093/
Misión de Nabogame
En la misma zona se
localizan Baborigame, Savetó que
cobró nuevo vigor con la administración del padre Luís Martín, y Tubares, fundada en 1699 por el padre
Manuel Ordaz y revivida por la administración del historiador Félix Sebastián.
Esta última se consideraba una de las más comodadas en iglesia, casa, ganado y
ranchos. En el centro se encuentran las misiones de Cerocahui, Guazapares, Chínipas, Santa Ana y en el norte Babarocos y Moris.
Misión de los
Cinco Señores de Cusárare
Mision perdida de San Ángel Custodio de Satevó, Batopilas
Pareciera estar anclada a la eternidad, firme
a seguir contando su historia, fue terminada a finales del año 1764 en calidad
de monasterio.
Y se encuentra a 8 km del pueblo mágico de
Batopilas. Esta misión es una de las obras arquitectónicas más impresionantes
de las barrancas del Cobre y se le conoce como: Misión perdida de Satevó debido
a que esta aislada del pueblo, rodeada de paisajes, barrancas que hacen de ella
un lugar mágico e increíble
San Francisco Javier de Cerocahui.
https://www.tumgir.com/tag/Chihuahua%20M%C3%A9xico
https://www.trenbarrancasdelcobre.com/Destino.php?Destino=Cerocahui
https://www.mexicodesconocido.com.mx/escapadas/cerocahui-y-urique
La zona de Tarahumara
Baja fue primeramente evangelizada por el padre Juan Fonte, quien hizo su
primera entrada en 1608. Para el año de 1639, el padre Jerónimo Figueroa
edificó la misión de San Pablo Balleza y
la de Huejotitán (San Jerónimo),
mientras que al mismo tiempo el padre José Pascual edificaba San Felipe.
Dentro de la mis ma Tarahumara se localizan también La Joya, Santa María de las Cuevas y San Javier Satevó, esta
última misión construida en 1640 por el padre Virgilio Máez.
En cuanto al territorio
de la Tarahumara Alta, que abarcaba el centro y norte de esta entidad,
iniciaron el trabajo de evnagelización los padres Tardá, Guadalajara, Celada,
Tarkay y Neuman. Las misiones comprendidas en esta región fueron: Tónachi, Notogachi, Nonoava, Narárachi,
Sisoguichi, Carichi, San Borja, Temechí o Temeichi, Coyachi o Coyachic, Tomochi
o Tomochic, Tutuaca o Tutuata, Papigochi, Santo Tomás, Matachi y Tesómachi. A
mediados del siglo XVII la misión jesuita de Chihuahua llegó a ser la mejor
organizada y administrada, si se exceptúa las de California.
En el territorio chihuahuense
también existió la obra misionera de los franciscanos. El objetivo de los
religiosos era completar el enlace que ya existía en el norte de Zacatecas,
para lo cual fundaron conventos en Chihuahua y Durango. Los conventos al igual
que los jesuitas, debían cumplir con el objetivo de evangelizar a los indieles.
San Francisco Javier Satevó
http://www.cambio.gob.mx/cambio16/spip.php?article1049
Las edificiaciones realizadas fueron las de Nuestra Señora del Norte,
que ahora es Ciudad Juárez, San Buenaventura de Atotonilco (Villa López),
Santiago de Babonoyaba, Parral, Santa Isabel de tarahumara, San Pedro de los
Conchos, Bachiniva o Bachínava (Nuestra Señora de Natividad), Namiquipa (Santa
María de Gracia), Julimes, San Andrés, Nombre de Dios, San Felipe el Real de
Chihuahua y Casas Grandes.
El padre Juan Antonio
Espinosa, después de varias excursiones apostólicas por la región de La Laguna,
obtuvo el permiso del gobernador de la Nueva Vizcaya paras edificar en el año
de 1598, el pueblo de Parras. Esta fundación tenía como objetivo el de
congregar a los indios recién convertidos a la religión cristiana.
http://www.elclima.com.mx/gif/parras1.jpg
Parras contaba con
iglesia y escuelas, y pronto se transformó en el lugar de donde salían los
misioneros que se dirigían hacía el norte. La fundación permitió el avance de
los mismos por el territorio que comprende el actual estado de Durango, siendo
edificadas varias misiones de la Sierra por parte de los jesuitas, mientras que
los franciscanos se encargaron de evangelizar los valles.
Tras una rebelión de
los indios acaxees y su rendimientop en 1604, el padre Hernando de santarén
organizo las misiones de Durango de tal manera, que en el sur se localizaban San Ildefonso (Remedios), San Ignacio (de
Otitlán), Santa María (Otaiz), San Gregorio, San Andrés y en el norte se
encontraba la misión de Tamazula.
Misión de Tamazula – Sinaloa
https://alcolonial.wordpress.com/2012/11/17/el-sistema-misional-imagenes/sinaloa-tamazula/
Para el año de 1613 el
mismo padre santarén estableció la misión de los indios “xiximes” que barcaba
algunas del ahora estado de Sinaloa, mientras que las correspondientes a
Durango fueron las de Yamoriba y San
Pablo Hetasi.
El territorio que
correspondía a los “tepehuanes” fue evangelizado por el padre Jerónimo Ramírez
en 1596 y porsteiormente organizadas por el padre Juan Fonte entre 1600 y 1616.
Las edificaciones construidas es este periodo agrupan a las de Santiago Papasquiaro, San Andrés de
Atotonilco, Santa Catarina, Zape, Tizonazo y Nazas.
Santiago Papasquiaro
https://www.mexicoenfotos.com/antiguas/durango/santiago-papasquiaro/2
Misión El Álamo de Coahuila
Para el año de 1630 se fundó la última misión de Durango en la parte
norte del estado, que correspondía entonces
a la Tarahumara Baja, ahora Villa Ocampo, y esta fue San Miguel Bocas, ahora Villa Ocampo
edificada por el padre Gabriel Díaz.
La
región conoció de los enfrentamientos entre tarahumaras y tepehuanos,
manteniéndose aún durante la Colonia como zona de enfrentamientos e
insurrección. En 1607 los jesuitas encabezados por Juan de Heredia y Juan de
Barraza fundaron Villa Ocampo con un total de 400 personas; denominándole
inicialmente San Miguel de las Bocas, tomando el nombre de "San
Miguel" por ser adoración jesuita y "de las Bocas" por la
desembocadura del arroyo del barro con el río Florido. Los indígenas le
llamaban Bocas del río Florido.
La ausencia de minerales en la mayor parte de
su territorio lo redujeron a una modesta misión, dependiente de la del Zape
(Guanaceví), a cargo de la Compañía de Jesús.
A Bocas llegaron los tepehuanos huyendo del
ejército español, en 1618, luego de haber asesinado a los padres encargados de
la evangelización, dos años atrás, y ahí murió Oñate, su principal cabecilla.
Sin embargo, no fue la única rebelión que conoció Villa Ocampo, pues en 1638 y
1645 se produjo el alzamiento de los tobosos, causando gran alarma.
Las incursiones de los apaches y la escasa
actividad minera, propiciaron la decadencia de San Miguel de Bocas; que más
bien servía como granero, centro productivo agrícola y ganadero que proveía
junto con San Bartolomé hoy Valle de Allende a los fondos mineros de Santa
Bárbara y San José del Parral. En 1731 atendía el ministerio el padre Bernardo
Treviño, junto con otras seis poblaciones. Había 49 familias y sin autorización
fundó San Gabriel, levantando un -santocalito- o capilla, poco visitada. Desde
entonces se reconoce la calidad de sus tierras para la ganadería y labor.
Con la Independencia de México surgieron
algunas dificultades entre Durango y Chihuahua, constituyentes de la antigua
provincia de la Nueva Vizcaya, que vino a provocar la división de los mismos.
Quiso el destino que las mismas aguas de los ríos Villa Ocampo y Canutillo, con
origen en este municipio, separaran a ambas entidades, para continuar hasta el
Bravo y separar también a México de los Estados Unidos. El decreto del 22 de
mayo de 1824 tomó como línea de desunión la del río Florido, formado por los
afluentes mencionados.
En ese mismo año se pensó en la conveniencia
de formar el municipio de San Miguel de Bocas, pero perteneciente al partido de
Indé, junto con Villa Hidalgo. Esta situación se mantuvo durante un siglo,
hasta que la población aumentó lo suficiente como para sufragar los gastos de
la municipalidad en forma autónoma.
Cuando en 1652 el obispo les pidió entregar al clero
diocesano sus propiedades, los jesuitas tenían, adempas de Parras, cionco
cabeceras y 11 sitios más que visitaban periódicamente. Sólo retuvieron en la
fundación primitiva una residencia con su iglesia no parroquial.
Las fundaciones de conventos franciscanos se ubicaron en
el sur del estado y son Milpillas, Atotonilco, Canatlán y Tapacolmes.
Misión
de Parras
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1213910.sorprende-sismo-a-parras-de-la-fuente.html
Los padres Agustín de Espino y Francisco Arista fundaron
las misiones que posteriormente fueron entregadas a la Diócesis de Durango en
1652, y éstas eran las de Parras, San
Lorenzo, San Pedro de la Laguna y Santiago (cerca de Francisco I. .Madero).
La carrera
franciscana de establecimiento de misiones se debió al padre Juan de Larios, de
la Provincia de Santiago de Jalisco. Las principales fundaciones que se
realizaron son: San Francisco de
Coahuila en 1675 (considerada como la sede), San Buenaventura de cuatro Ciénagas en 1676 y Santa Rosa de Viterbo de Nadadores en 1677. Tras una pausa de casi
10 años, durante la cual estas misiones padecieron mucho por la muerte de su
fundador y las apostasías de algunos neófitos, fue posible entre los años 1682
y 1697 otra conversión en Valladares, llamado Santiago por unos y por otros San
Felipe.
https://cristovivegp.wordpress.com/2011/12/15/225/
Vista aérea de la Misión de San Bernardo en Guerrero, Coahuila.
https://www.gob.mx/sectur/articulos/guerrero-coahuila
Misión de San Pedro de la Laguna
https://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/686502.la-mision-de-san-pedro-de-la-laguna.html
https://eccechristianus.wordpress.com/2014/06/18/cuauhtemoc-y-el-aztequismo/
Misión de Santa María de los Dolores
https://www.forumlibertas.com/hemeroteca/junipero-serra-la-evangelizacion-de-la-alta-california-ii/
En 1690 se establecieron las de San
Bernardino de la Caldera y San Antonio de Padua de las Adjuntas. La llegada
de un nuevo grupo de franciscanos en 1697 permitió la fundación de San Antonio Galindo de Moctezuma, Dulce
Nombre de Peyotes y Valle de San Cristónal, llamado también de San Francisco Javier. Estas dos últimas
en 1698 y en 1736 o 1737 la misión de San
Francisco Vizarrón. En 1690 edificaron San
Juan Bautista de Río Grande, San Francisco Solano en 1700 y San Bernardo, llamado también de Río
Grande en 1703.
La evangelización de
los indios “coras” fue empezada en 1716 por el padre Miguel Solchaga, pero no
fue sino hasta el año de 1721 que se comenzaron a fundar los primeros pueblos
en esta zona por los padres Juan Téllez y Antonio Arias.
Para 1738, tras algunas
sublevaciones indígenas, las misiones se estabilizaron de la siguiente forma:
en el río Santiago se edificó San
Ignacio o Guyamota. Más tarde la de San
Juan o Corapan, que posteriormente se convirtió en visita de Ixtacán. Misión de San Pedro o Ixtacán, con las
visitas del Rosario, Maquiloyán y después Corapa. En la Mesa del Nayar se
encontraba la misión de la Santísima
Trinidad, Jesús María, Santa Rita o San Juan Peyotán se localizaban en los
afluentes del río Santiago y finalmente un poco más al norte la de Santa Teresa.
En la segunda mitad del siglo XVII sólo
quedaban cuatro misones, mientras que para el año de 1777 se suprimieron casi
todas y se creó un obispado con sede en San Felipe Linares.
Santa María de los Ángeles de Río Blanco
(Aramberri)
https://mapio.net/pic/p-93665458/
Templo de San Cristóbal, Hualahuises, N.L
La Iglesia de San Lorenzo data de 1680, año en que antiguos misioneros
de Nuevo México fundaron el presidio de San Lorenzo.
Sus paredes cuentan grandes historias y leyendas,
como la del bulto de San Lorenzo, que en 1774 los habitantes intentaron trasladar a
una nueva misión, al levantarlo notaron que a medida que se alejaban del templo
la imagen se volvía más pesada, al punto de no soportarla, de modo que
decidieron regresarla, y entonces el peso se aligeró, lo que entendieron como
el deseo del santo de permanecer en este sitio.
En 1680 los indígenas de Nuevo México se
sublevaron, incendiando las iglesias de la región y asesinando a los
misioneros. Los sobrevivientes se encimendaron a San Lorenzo, y debido a esto
es que la misión lleva su nombre.
La Iglesia de San Lorenzo se localiza en Avenida San Lorenzo y Valle de
Juárez, en Ciudad Juárez, Chihuahua.
En el centro de Arareko se
encuentra la misión jesuita de San Ignacio.
Esta misión posee un sencillo templo, edificado a
principios del siglo XX, en donde cada domingo se reúne la comunidad rarámuri y
en Semana Santa se realizan coloridas festividades.
Alrededor de la Misión de San Ignacio se encuentran algunas escuelas, un albergue y
un cementerio con sepulturas del siglo XVII.
San Pablo de Labradores (Galeana)
Los tres primeros
conventos que se fundaron en Nuevo León debían servir como establecimientos de
penetración: San José de Ríp Blanco (Zaragoza), Valle del Peñón (Montemorelos)
y Cerralvo. El resto de las edificaciones debían formar una misión de enlace
para preparar las de ocupación –San José
de Cadereyta cuya primitiva fundación data de 1616 y su consolidación fue
en 1660-, Santa María de los Ángeles de
Río Blanco (Aramberri), San Cristóbal Hualahuises, Alamillo, San Nicolás de
Agualeguas y San Pablo de Labradores (Galeana).
Una de las misiones que aún se conserva hasta
nuestros días, es la de Santa maría de
los Dolores de la Punta de Lampazos. Se localiza en el municipio de
Lampazos de Naranjo, en la plaza de la Corregidorra, y su construcción se debió
a fray Diego de Salazar, quien en 1720 fue sepultado en ese mismo lugar. El 15
de diciembre de 1895 la edificación fue convertida en el Colegio de Niñas del
Sagrado Corazón de Jesús y perduró como tal hasta 1913. Años más tarde fue
ocupada por las fuerzas federales al mando del general Manuel Gómez y desde
1942 quedó abandonada, sufriendo el consecuente deterioro.
El templo es de planta
basilical y contiene arcadas laterales que rodean la nave central. El atrio fue
utilizado como panteón y en sus muros interiores aún se conservan restos
mínimos de pintura en el friso.
Otros 12 conventos
franciscanos se edificaron en los siglos XVI y XVII. En 1782 se pretendió
eregir canónicamente esta Custodia, uniéndola con la de Parral, pero nop pudo
hacerse. Buena parte de estras misiones continuaron prestando sus servicios
hasta mediados del siglo XIX; más a partir de 1860, año de la secularización
civil de las órdenes religiosas, prácticamente se fueron convirtiendo poco a
poco en parroquias o en pueblos filiales de aquellas, bajo el cuidado del clero
diocesano.
Cué Navarro, María Eugenia, Zona
Norte, Agrestes y desoladas tierras, en México desconocido, Ruta de las
Misiones, n. 17, 1994, pp. 14-33.
https://www.mexicodesconocido.com.mx/la-mision-de-santa-gertrudis-la-magna-en-baja-california.html
https://www.deviajeporchihuahua.com/batopilas-chihuahua/
Evangelización y educación religiosa en
América Colonial (2020). Recuperado de Historia
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