jueves, 27 de enero de 2022

 

Así vivían los bufones en la Edad Media

Tanto los nobles como los reyes no organizaban banquetes diarios y, además, escuchar al mismo bufón todas las noches se habría vuelto tedioso, por lo que solo actuaban ocasionalmente, el resto del tiempo, realizaban otras tareas más hogareñas

 

Cuando imaginamos una fiesta medieval, la mayoría de nosotros nos imaginamos a un bufón corriendo entre los invitados haciendo malabarismos o contando chistes obscenos mientras los juglares tocan sus laúdes. Pero en los siglos XI y XII, el título de “minstrel”, que significa “pequeño sirviente”, era el nombre que se le daba a una amplia gama de artistas, incluidos cantantes, músicosmalabaristasacróbatasmagos bufones. En el siglo XII, el título de “follus” o “tonto” comenzó a mencionarse en los documentos al ser recompensados con tierras como pago por un servicio leal. Por ejemplo, un “tonto” llamado Roland le Pettour recibió 30 acres de tierra del rey Enrique II, probablemente cuando se jubiló, con la condición de que Roland regresara a la corte real todos los años el día de Navidad para “saltar, silbar y tirarse pedos”. Tanto los nobles como los reyes no organizaban banquetes diarios y, además, escuchar al mismo bufón todas las noches del año se habría vuelto tedioso, por lo que solo actuaban ocasionalmente. El resto del año, se esperaba que realizaran otras tareas en el hogar, como ser el cuidador de los perros o viajar a los mercados para comprar el ganado para alimentar a la familia, sus sirvientes y sus hombres de armas.


https://culturacolectiva.com/historia/como-era-la-vida-de-un-bufon-en-la-edad-media

 

Del medievo hacia atrás, el Bufón de Corte cumplió, en algunos casos, una función social, haciendo tomar consciencia al rey o la corte de algunos temas que podrían repercutir negativamente en la sociedad, pues eran los únicos a los que les estaba permitido cuestionar las leyes o incluso la palabra del rey. Tenían poder en ese entonces.

Para empezar, olvidémonos de la imagen que tenemos del bufón actual, con su sombrero de 3 puntas, su sonrisa sarcástica, sus zapatos puntiagudos, su cetro, etc. Esta imagen no nos sirve si la comparamos con el bufón real y no el del folklore que actualmente tenemos.

 


«El bufón Calabacillas», retrato pintado por Velázquez

https://www.artycultura.net/2015/05/el-arte-de-pintar-bufones.html

 

Tanto el rey Eduardo II como Eduardo III tuvieron una sucesión de bufones a los que llamaron “Robert”, independientemente de sus nombres reales. Sin embargo, en el siglo XIII, algunos bufones talentosos comenzaron a alcanzar el estatus de “superestrella”. A los que tenían la suerte de ser empleados por la realeza se les proporcionaba su propio caballo sirvientes. Aunque la mayoría no tuvieron la suerte de llamar la atención del rey. Por ejemplo, un viajero se quejó de que nadie le dio túnicas con adornos de conejo ni obsequios costosos, porque no podía tocar instrumentoscontar chistes e historiashacer malabarismosbailar tirarse pedos, lo que sugiere que se requería que los bufones tuvieran múltiples talentos. Pero ser seleccionado como el bufón personal de un rey o noble medieval a menudo requería que fueran al campo de batalla con sus amos para llevar mensajes entre los líderes de los ejércitos en guerra, exigiendo que una ciudad se rindiera ante un ejército sitiador o entregando términos para la liberación de rehenes. Desafortunadamente para los bufones, el enemigo a veces “mataba al mensajero” como un acto de desafío (especialmente si consideraban los términos que se ofrecían como un insulto) y algunos usaban una catapulta para lanzar al pobre mensajero, o su cabeza cortada.

 


https://wamms.com.mx/2021/01/17/nos-hacen-reir-llorar-pensar-o-hasta-odiar-antes-que-los-payasos-tenemos-a-los-bufones-famosos-en-la-edad-media-aqui-la-historia/

 

Aunque bufón y sabiduría parecen antitéticos, en esta época existía la noción del “tonto sabio”. Se pensaba que todos los bufones y tontos eran casos especiales a quien Dios había tocado con un regalo de locura infantil, o quizás una maldición. La gente mentalmente discapacitada a veces encontraba empleo brincando y comportándose de un modo divertido. En el mundo áspero de la Europa medieval, la gente que no podría ser capaz de sobrevivir cualquier otro camino así encontró un lugar social.

Sus orígenes eran modestos, incluso podrían ser un monje, erudito o aprendiz de comerciante. A menudo eran empleados por nobles y de allí pasaban a la corte si eran conocidos, por ello eran de los pocos que tenía movilidad social, ya que podían ascender en la rígida sociedad estamental del medievo, llegando incluso a ser figuras de renombre, y obteniendo títulos de nobleza o cualidades de hidalgo como favoritos de grandes y reyes. El bufón era un gemelo simbólico del rey.

Una de las técnicas más eficaces en los usos del bufón para indicar la estupidez de su maestro era permitir verla por si mismo. Más que contradecir al rey, el bufón estará de acuerdo con un esquema irreflexivo tan incondicionalmente que la sugerencia se lleva a un extremo lógico, destacando su estupidez. El rey puede decidir entonces para él mismo que tal vez esto no era una idea tan buena después de todo. El bufón está en cierto modo del lado de la regla.

Aunque el bufón muriera como institución de corte (si no como una función), sobre el siglo XVI o XVII en China y el XVIII temprano en Europa, hubo bolsillos resistentes a su fallecimiento. Las casas europeas menos magníficas que aquellos de príncipes, reyes y prelados abrigaron a bufones durante un siglo o dos más largo que las cortes. Se conoce de un bufón doméstico registrado en el Castillo Hilton en el condado Durham en el siglo XVIII y un bufón escocés, Shemus Anderson (m. 1833), en Castillo Murthley, Perthshire. La familia de la Reina Madre, el Bowes-Lyón, era “la última familia escocesa que mantuvo a un bufón a jornada completa”.

Bufones de guerra

Los bufones también tenían un papel vital que desempeñar en la batalla. A principios de la Edad Media, su trabajo consistía en librar una guerra psicológicaelevando la moral de su ejército la noche anterior con canciones historias. Cuando los dos ejércitos tomaban sus posiciones opuestas en preparación para la batalla, los bufones retozaban de un lado a otro a pie o a caballo entre ellos, calmando los nervios de sus propios hombres haciéndolos reír con bromas, cantando canciones obscenas o insultantes y burlándose de los abusos a sus enemigos para animar a sus propios soldados desmoralizar a la oposición, como ocurre hoy en día con los aficionados al fútbol antes de un partido. Algunos incluso hacían malabarismos con espadas lanzas frente al enemigo, provocándolos hostigándolos hasta que los más temperamentales rompían filas y cargaban prematuramente para vengar el insulto matar al bufón, lo que debilitaba su posición defensiva.


Anthony Van Dyck, Queen Henrietta Maria with Sir Jeffrey Hudson. Jeffrey Hudson sería uno de los bufones más prominentes de su época. / Foto: Wikimedia Commons.

https://culturacolectiva.com/historia/como-era-la-vida-de-un-bufon-en-la-edad-media

 

 

Los bufones de Velázquez son la documentación del artista sobre algunos de los residentes del palacio del poco avispado rey Felipe IV. Una curiosa tropa de bufones enanos o discapacitados psíquicos, cuya función principal en la Corte era distraer a los monarcas del tedio y la rutina de los asuntos del gobierno.

Eran en realidad funcionarios de la corona, y recibían por ello un sueldo más que digno. Más si tenemos en cuenta que el siglo de oro español, el mejor que vivió este país en las artes, fue bastante malo en lo que se refiere a que el pueblo se llevara un poco de pan a la boca.

Estos bufones animaban las jornadas contando chistes, haciendo tonterías o interpretando escenas teatrales y al parecer eran muy queridos por la familia real y el propio Velázquez, los retrata a todos con una apreciable dignidad (aparte de la evidente buena factura… Velázquez fue “el más grande pintor que jamás ha existido”, según Dalí…)

 

Se adelanta aquí el maestro al romanticismo, y además brinda a reyes y demás fauna palaciega un espejo, pues visten igual los nobles e infantas que los bufones y meninas. (De hecho en su obra maestra, «Las Meninas» mezcla a todos por igual).

Un retrato, quizás inconsciente, de la decadencia de España (en lo político, no en lo artístico…)


El inteligente enano Don Sebastian de Morra, sentado sobre el suelo.


Francisco Lezcano «El niño de Vallecas», pura inocencia.

D. Diego de Acedo, rodeado siempre de libros.


Don Antonio el Inglés, junto a esa enorme perra mastín casi de su tamaño.


El fanfarrón Don Cristóbal de Castañeda y Pernía, más conocido como Barbarroja…















 



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