lunes, 24 de enero de 2022

 

La Tierra se encuentra en el centro de una 'burbuja' vacía de 1.000 años luz de diámetro


La ilustración muestra la forma de la Burbuja Local, un vacío de 1.000 años luz que nos rodea y en cuyos bordes nacen nuevas estrellas - Leah Hustak (STScI)

 

La Tierra, junto con el Sol y los demás planetas de nuestro sistema, se encuentra justo en medio de una 'burbuja vacía' de cerca de 1.000 años luz de diámetro. Sobre la superficie de esa burbuja, densas nubes de gas están dando a luz a miles de nuevas estrellas. Durante décadas, los investigadores se han preguntado qué fue lo que pudo causar esta burbuja. Y ahora, un nuevo estudio publicado hace unos días en Nature y llevado a cabo por investigadores del Centro de Astrofísica Harvard Smithsonian, el Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial (STSci), el Observatorio de Múnich y las Universidades de Viena y Toronto sugiere que por lo menos 15 supernovas diferentes 'inflaron' este enorme vacío cósmico.

Conocida como 'Burbuja Local', los astrónomos la descubrieron en la década de 1970 al darse cuenta de que en su interior no se habían formado nuevas estrellas durante los últimos 14 millones de años.

Y que las únicas estrellas que hay dentro de ella o bien ya existían cuando ésta se formó, o bien nacieron fuera de ella y ahora la están atravesando. El Sol, sin ir más lejos, es uno de esos 'intrusos'.

Ya entonces se apuntó a varias supernovas como responsables de la creación de ese 'agujero' en el espacio. Las violentas explosiones estelares, propusieron los científicos, habrían arrojado los materiales necesarios para formar nuevas estrellas, como el hidrógeno, hasta el borde de un área enorme de espacio, dejando atrás un vacío (la Burbuja Local) rodeada por una frenética actividad de nacimiento de estrellas.

Un mapa en 3D

En el nuevo estudio, los investigadores hicieron un detallado mapa en 3D con las regiones de formación estelar que rodean a la Burbuja Local y, al hacerlo, calcularon también lo rápido que se está expandiendo. Lo cual permitió al equipo estimar con exactitud cuántas supernovas fueron necesarias para crear ese inmenso vacío cósmico y comprender mejor cómo surgen las regiones de formación estelar en la Vía Láctea.

"Al rastrear las posiciones y los movimientos de las estrellas jóvenes cercanas en los últimos milenios -explica Catherine Zucker, primera firmante del artículo-, hemos reconstruido la historia de nuestro vecindario galáctico".

A diferencia de otros vacíos observados en la galaxia, la Burbuja Local no es una esfera uniforme, ya que no se formó a causa de una sola explosión. Sus formas son irregulares, como una gota deformada y creada por explosiones múltiples.

"Las poderosas explosiones de supernova desencadenaron una onda de choque en expansión -prosigue Zucker- barriendo las nubes interestelares de gas y polvo hacia fuera y en una capa densa que ahora forma la superficie de la Burbuja Local”. La onda de choque continúa empujando la superficie hacia afuera, lo que hace que la burbuja se siga expandiendo en la actualidad, a 6,4 km por segundo.

Según explica la investigadora, "descubrimos que se requerían 15 supernovas para impulsar la expansión dado el impulso actual del 'caparazón' exterior, lo que coincide con estimaciones anteriores realizadas por estudios similares. Estas supernovas probablemente se originaron a partir de dos cúmulos estelares separados y a lo largo de un período de varios millones de años. Los astrónomos han teorizado durante muchas décadas que las supernovas pueden impulsar gas hasta las densas nubes que finalmente forman nuevas estrellas, pero nuestro trabajo proporciona la evidencia observacional más sólida hasta la fecha que respalda esta teoría".

La Tierra, en el centro de la burbuja

En estos momentos, la Tierra se encuentra justo en el corazón de la Burbuja Local, pero eso no significa que tenga una ubicación especial. En palabras de Zucker, "es una casualidad que el Sol está centrado dentro de la burbuja. El sol estaba a unos 1.000 años luz de distancia cuando la burbuja comenzó a formarse y entró en ella hace solo 5 millones de años. Creemos que hay muchas burbujas, y que están interactuando entre sí, con regiones de formación estelar en las intersecciones".

Nuestro Sistema Solar, además, no estará siempre dentro de la burbuja, Según escriben los investigadores, "debería salir de ella dentro de unos 8 millones de años. Y en ese momento puede que la burbuja ya no exista. La Burbuja Local, de hecho, se encuentra en las últimas etapas de su vida y no continuará expandiéndose para siempre. En realidad se ha estancado en términos de su velocidad de expansión".

La Vía Láctea, como un queso de gruyere

Debido a la existencia de tales burbujas vacías, la Vía Láctea se parece a un queso suizo lleno de agujeros, creados por explosiones de supernovas. Y alrededor de esos agujeros, donde la materia es llevada por las ondas expansivas, se pueden formar muchas otras estrellas.

Por eso, localizar esas burbujas y estudiar cómo se relacionan entre sí permitirá a los astrónomos comprender el papel que desempeñan las estrellas moribundas en el nacimiento de otras nuevas. Ese será, precisamente, el objetivo de las próximas investigaciones de Zucker y su equipo. En palabras de la investigadora: " ¿Dónde se tocan estas burbujas? ¿Cómo interactúan entre sí? ¿Cómo impulsan las super burbujas el nacimiento de estrellas como nuestro Sol en la Vía Láctea? Preguntas, todas, que pronto tendrán una respuesta.

https://www.abc.es/ciencia/abci-tierra-encuentra-centro-burbuja-vacia-1000-anos-diametro-202201160845_noticia.html

 

Hallan pruebas de una segunda 'superluna' fuera del Sistema Solar

Aunque sabemos que los exoplanetas son comunes, aún no existen pruebas concluyentes de que sea usual que también les acompañen otros satélites, por lo que este hallazgo podría reforzar dicha hipótesis


Ilustración de un exoplaneta junto a su exoluna - Helena Valenzuela Widerström

 

Desde que se descubriera el primer exoplaneta en 1995, hasta la fecha se ha confirmado la existencia de 4.884 mundos fuera de nuestro Sistema Solar -según el recuento de la NASA-, si bien hay más de 5.000 candidatos a engrosar la lista. Estas apabullantes cifras han hecho coincidir a toda la comunidad científica en que nuestro vecindario cósmico no es una excepción, y que muy diferentes y numerosos planetas orbitan otras estrellas como ocurre aquí. Cosa distinta son las lunas: de momento, solo se han hallado pruebas de un solo satélite que orbita al exoplaneta Kepler-1625b, un mundo gaseoso de tamaño comparable a Júpiter y situado a 8.000 años luz de nosotros. Pero ahora, el mismo equipo de astrónomos dirigido por David Kipping, de la Universidad de Columbia, ha encontrado evidencias de una segunda exoluna.

¿Esto quiere decir que estos satélites naturales son muy habituales en el universo? Ellos creen que, en efecto, así es.

Sin embargo, esta afirmación no está exenta de polémica. La primera exoluna encontrada, la de Kepler-1625b, aún está pendiente de confirmación. Y verificar si esta nueva candidata es realmente un satélite podría ser igual un camino igual de largo y controvertido que está siendo el anterior. De momento, el grupo publica su hallazgo en la revista ' Nature Astronomy', donde exponen que se trataría de una 'superluna' gigante un tercio más pequeña que Neptuno (también más pequeña que la de Kepler-1625b) y que orbita el planeta Kepler 1708b, un mundo a 5.500 años luz de la Tierra.

¿En un principio fueron planetas?

Según afirma el equipo, ambas candidatos probablemente estén constituidas de gas que se ha acumulado bajo la atracción gravitacional causada por su enorme tamaño. Si su hipótesis es correcta, las lunas pueden incluso pudieron ser en origen planetas que fueron arrastrados hacia la órbita de un mundo más grande que ellas, como Kepler 1625b o 1708b.

Además, las dos comparten otro rasgo: su ubicación está lejos de su estrella anfitriona, donde hay menos gravedad para 'tirar' de los planetas y 'arrancarles' sus satélites. De hecho, los investigadores buscaron planetas gaseosos gigantes y fríos en órbitas amplias en su búsqueda de exolunas precisamente porque el análogo en nuestro propio sistema solar, Júpiter Saturno, tienen más de cien lunas entre ellos.

En lo que sí concuerda el equipo es que si existen otras lunas, serán más pequeñas y, por tanto, más difíciles de detectar. «Las primeras detecciones en cualquier lista generalmente serán los 'bichos raros' -afirma Kipping-. Las más grandes son, simplemente, las más fáciles de detectar con nuestra sensibilidad limitada». Es decir, que millones de exolunas pueden estar esperándonos, pero nuestra tecnología aún no es capaz de detectarlas.

Rebuscando en 'viejos' datos

Los investigadores observaron una muestra de los planetas gigantes gaseosos más fríos capturados por el telescopio espacial Kepler (que si bien dejó de funcionar en 2018, su base de datos aún puede revelar mucha información 'oculta'). Después de escanear 70 planetas en profundidad, encontraron solo un candidato, Kepler 1708b, con una señal similar a la luna. Sin embargo, esta hipótesis deberá ser respaldada por observaciones de otros telescopios espaciales, como el Hubble o el recién lanzado James Webb.

De momento, la polémica ya ha empezado. Eric Agol, profesor de astronomía en la Universidad de Washington, señala que duda de que esta señal proceda, de verdad, de una exoluna. «Podría ser solo una fluctuación en los datos, ya sea debido a la estrella o al ruido instrumental», señala. Sin embargo, otros son más optimistas. «Estoy muy emocionado de ver un segundo candidato a exoluna, aunque es lamentable que solo se hayan observado dos tránsitos» afirma Michael Hippke, astrónomo alemán. Más datos serían geniales».

 

https://www.abc.es/ciencia/abci-hallan-pruebas-segunda-superluna-fuera-sistema-solar-202201140024_noticia.html

 

Cuidado: los géiseres de Encélado podrían no venir de un océano subterráneo

Los grandes chorros de agua salada hallados en el polo sur podrían surgir de bolsas húmedas en el interior de la propia cubierta helada de la luna de Saturno



Esta imagen tomada en 2005 por la sonda Cassini muestra grandes géiseres de vapor de agua surgiendo del polo sur de Encélado - Kevin M. Gill, JPL-Caltech/NASA, SSI

 

Desde que en 2005 una serie de sobrevuelos de la sonda Cassini revelaron la existencia de géiseres de vapor de agua en el polo sur de Encélado, los investigadores creen que se deben a la presencia de un gran océano que se extiende bajo la superficie helada de esa luna de Saturno. Ahora, sin embargo, una serie de simulaciones llevadas a cabo por un equipo de investigadores del Dartmouth College, en Hanover, y de las universidades de California en Santa Cruz, Oxford y Nueva York, sugieren otra posible fuente para los géiseres: bolsas húmedas en la propia corteza helada de Encélado. La idea fue propuesta durante la reunión que la Unión Geofísica Estadounidense (AGU) celebró en Nueva Orleans entre el 13 y el 17 de diciembre.

Según el científico planetario Jacob Buffo, uno de los autores, «quizá aún no hemos logrado que la 'pajita' atravesara la capa de hielo hasta el océano. Puede que solo hayamos llegado hasta este extraño embolsamiento». El investigador considera el hallazgo como una advertencia. De hecho, el océano subterráneo de Encélado es uno de los mejores lugares para buscar vida en el Sistema Solar, y los diseños de las futuras misiones que lo visitarán se basan en la idea de que las muestras tomadas de los géiseres probarían directamente el contenido del océano, sin necesidad de perforar o derretir el hielo.

Pero si Buffo y sus colegas están en lo cierto, los datos recogidos por esas misiones no serían los del océano subterráneo, sino que podrían proceder de estas áreas húmedas en la propia corteza helada. «Las simulaciones -explica el investigador- sugieren que se podría estar muestreando esta región fangosa en medio de las capas de hielo, y esa podría no ser la misma química que hay más abajo, en el océano».

Ideal para buscar vida

Encélado lleva cautivando la imaginación de los científicos planetarios desde que en 2005 la nave espacial Cassini de la NASA reveló espectaculares columnas de agua surgiendo de su polo sur. En aquél momento, los investigadores ya se preguntaron si esos chorros de vapor podían originarse en la propia superficie helada de Encélado, donde la fricción causada por los terremotos podría derretir el hielo y dejarlo escapar como vapor de agua pura al espacio. Pero la evidencia posterior recopilada por Cassini convenció a la mayoría de los científicos de que los géiseres proceden de fracturas en el caparazón helado que llegan hasta un gran mar subterráneo salado.

Una de las pruebas más convincentes fue, según el físico Colin Meyer, coautor de la investigación, el hecho de que los géiseres contienen sales, y las primeras versiones de la idea de los terremotos no podían explicar la presencia de esas sales.

Pero Meyer, que ha estudiado la física del hielo marino en la Tierra, se dio cuenta de que las bolsas de agua de deshielo en la propia capa helada de Encélado podrían concentrar sales y otros compuestos. Él, Buffo y sus colegas aplicaron simulaciones por computadora desarrolladas para el hielo marino en la Tierra a las condiciones heladas observadas en la luna de Saturno. Y el equipo descubrió que Encélado podría generar fácilmente bolsas de esta 'papilla helada' dentro de su corteza de hielo y ventilar el contenido de esa papilla al espacio, con sales y todo.

Por supuesto, aclara Meyer, eso no significa que Encélado no tenga un océano. Al contrario, es prácticamente seguro que lo tiene. Y tampoco significa que el océano no sea habitable.

A pesar de ello, las implicaciones de este estudio «son enormes», especialmente para las futuras misiones de búsqueda de vida en esta luna de Saturno. Porque si esos géiseres no proceden del océano sino de la propia cubierta de hielo, nuestras ideas sobre la información que nos revelan sobre el interior de la luna tendrán que cambiar radicalmente. Y eso puede llegar a ser un gran problema a la hora de planificar las futuras misiones de exploración.

https://www.abc.es/ciencia/abci-cuidado-geiseres-encelado-podrian-no-venir-oceano-subterraneo-202201090127_noticia.html







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