23-F: La
invasión marciana en el bar del Congreso
23 de febrero de 1981, en lo alto del Monumento a Colón de
Barcelona. El Buitre Buitaker , la ave rapaz más
facha, fanfarrona y politoxicómana del cómic patri, espera las órdenes
telefónicas de Antonio Tejero para sacar los tanques
a la calle, coger el subfusil y planear hasta la «Generalidá» para detener a
« Chordi Pujol ». La historieta venía de la pluma de Miguel
Gallardo ,
el irreverente autor y dibujante que esta semana ha dejado huérfanos a Makoki,
Tío Emo, Niñato, Pepito Megafesa, Perro Nick y tantos otros personajes
referenciales del tebeo de línea chunga de los años ochenta ( así como el autor de volúmenes
autobiográficos más recientes como Maria y yo oAlgo extraño me pasó camino de casa ), y apareció publicada
en Toda la verdad sobre el golpe , el número especial
que la revista El Víbora sacó a toda prisa pocos días después de
que «un torero» asaltase el parlamento español, como informó un periodista
sueco, confundiendo el benemérito tricornio del teniente coronel con la montera de un matador.
En las páginas de la misma publicación, aparecieron otras dos
colaboraciones del gran muñeco leridano, ambas de alto voltaje gastronómico,
que es lo que en esta sección nos ocupa. El bar (Gallardo y Simónides) es
una gran ilustración panorámica a doble página que caricaturiza uno de los
episodios más olvidados del golpe de estado: el monumental simpa a
mano armada de los guardias civiles en el bar del Congreso. A lo largo de las
cerca de dieciocho horas que duró el secuestro, los agentes de la benemérita
saquearon, ojo al dato, cuatro botellas de Moët
Chandon, 19 de cava, 16 cajas de cerveza, 19 botellas de vermú, 22 de whisky,
18 de ginebra, 4 de ron, 3 de vodka, 40 de vino de aperitivo, 24 de brandy, 2
de coñac francés, 24 botellas de vino tinto, 9 de blanco y 14 de rosado, 19 de
vermut, 12 de licores, anís, tónicas y coca-colas para los cubatas ... y así hasta contar
bebidas por valor de 106.672 pesetas de la época. Habría que añadir en la
minuta 93.349 luciérnagas más por valor de un buen número de latas de
espárragos, mermelada y bonito, así como de chorizos, jamones, frutas, ternera,
café y muchas otras viandas, a las que se añaden 54.800 en tabaco. El honor se mi divisa, debían de decirle al
camarero al sacar la cuenta. No dejaron ni el bote de las propinas, que
también se lo llevaron. Dicen que la moral empezó a decaer entre los
amotinados al tiempo que se acababa la comida y la bebida, y que ésta, y no la
intervención del rey, es la principal razón por la que fracasó el golpe.
¡Todo el mundo en el bar! Foto: El Víbora .
En Los marcianos (Gallardo y Simónides), la historieta que viene a
continuación, una flota de naves espaciales con forma de tricornio aterriza en
un caótico planeta a fin de poner orden. Los marcianos acabarán celebrando
el éxito de su asona en el restaurante Don Benemérito, especialidades: « rojo en la
plancha con salsa verde, parlamentario en el ajillo, masón grillé, judio
rustido... » . Ni que decir tiene que los
extraterrestres tricornudos tendrán dificultades para tragarse al
correteoso Santiago Carrillo. El dirigente comunista, como ustedes sabrán, fue el único
que plantó cara a los hombrecillos verdes asaltadores de bares y hemiciclos,
junto con el vicepresidente primero, Gutiérrez Mellado, y Adolfo
Suárez,
el dimitido presidente del gobierno. Quizás porque este último, como
enseguida verán, no era la primera vez que veía marcianos.
"A Adolfo Suárez le apodaban "el Chuletón de Ávila", por
chulo y presumido, siempre bien afeitado, con sus trajes de corte italiano, y
no por afición al filete."
«1980 – 25 de febrero. Noche. Desde avión del 401
Escuadrón en vuelo Alemania-Madrid, junto al presidente Suárez a bordo,
observada luz extraña por los pilotos y pasajeros». Este fragmento figura
en el expediente, desclasificado a mediados de los años noventa, de un
incidente vivido desde el avión presidencial y documentado por el Ejército del
Aire como parte de sus Expedientes OVNI . Según el
documento, este fenómeno se registró desde la base aérea de Torrejón de
Ardoz (Madrid),
una de las cuatro grandes bases militares que los americanos instalaron sobre
la piel de toro a consecuencia de los Pactos de Madrid, en 1953, entre Estados
Unidos de Eisenhower y España Una de Franco; por aquel entonces (1980, en
plena transición democrática) todavía gestionada por la Fuerza Aérea de Estados
Unidos. A Adolfo Suárez, además de decirle « el Kennedy
español »
por su carisma y peines de galante cinematográfico, también le apodaban « el Chuletón
de Ávila »,
por chulo y presumido, siempre bien afeitado, con sus trajes de corte italiano,
y no por afición al filete. Por el contrario, debido a un problema en las
encías, el líder de UCD no podía clavar los dientes
en las suculentas carnes bovinas de su tierra. Es bien sabido que comía
muy poco, y limitaba su dieta a « tabaco negro, café a granel y
tortilla francesa », plato que cenaba día sí, día también. Retengan estos
datos: bases americanas, Adolfo Suárez, extraterrestres y truchas. Sobre
todo truchas.
“Saquen sus propias conclusiones, sin embargo, parafraseando la famosa
cuña del expresidente español, «puedo prometer y prometo» que Transición,
ufología y truitología van de la mano.»
Los sedientos hombrecillos verdes. Foto: El Víbora.
El Día de la Tortilla Pandimensional
A pocos kilómetros de Torrejón de Ardoz se encontraba la Estación
Espacial de Fresnedillas de la Oliva, un conjunto de antenas instaladas por la NASA para ayudar en las
comunicaciones aeroespaciales del programa Apollo. La antena de Fresnedillas
fue desmontada años después y reubicada en la Estación Espacial de Robledo de
Chavela ,
el Madrid Deep Space Communications Complex o MDSCC , hoy en día la única
instalación de la NASA en España, en colaboración con el INTA(Instituto Nacional de
Técnica Aeroespacial Esteve Terradas). En las proximidades de estas
gigantescas antenas, así como en las inmediaciones de la base militar de
Torrejón, son numerosísimos los avistamientos de platillos voladores que se han
ido sucediendo a lo largo de los años. De estos misterios dan cuenta tanto
los archivos del Ministerio de Defensa español, como los documentos que desclasificaron
EE.UU. en 2014, conocidos como Project Blue Book: Torrejón de Ardoz y Robledo
de Chavela son estaciones terrestres diseñadas para mantener telecomunicaciones
extraplanetarias con naves espaciales. Pero el patrimonio que une a los
dos pueblos no termina aquí. Desde tiempos inmemoriales, las dos
localidades madrileñas celebran el tradicional Día de la
Tortilla,
festividad que consiste en ir a comer truchas al campo, acompañadas con vinos
de la tierra. En algunos municipios, la celebración coincide con el
comienzo del carnaval (o el inicio de la Cuaresma cristiana), por lo que
tiene su origen en la necesidad de gastar alimentos grasos y calóricos como los
huevos, la leche o el azúcar antes de el inicio del ayuno litúrgico, es decir,
con el jueves gordo. De ahí que esta fiesta esté emparentada con la
costumbre catalana de comer butifarra de huevo, y
tortilla de butifarra de huevo, el mismo día. Es en la misma fecha que los calendarios de
la Commonwealth señalan el Shrove Tuesday (jueves de ceniza) o el Pancake Day, la festividad anual que los
anglohablantes dedican al panqueque, una especie de
coqueta. En De re coquinaria, el recetario latino
atribuido a Marc Gavi Apici , gastrónomo romano que gozó de forma epicúrea del s. Y
d. C., aparece una receta titulada Ova spongia ex lacto (tortilla de huevos con
leche), para cuya preparación, explica, hay que darle la vuelta. La trucha y el panqueque provienen así de la
receta latina torcida : volteada.
De acuerdo. Viajamos ahora por el espacio-tiempo. Wisconsin, EE.UU., la mañana del 18 de
abril de 1961, cuando el granjero Joe Simonton interrumpe su desayuno
al oír un sonido en su porche, donde encuentra un platillo volador suspendido a
ras del suelo. Salen del vehículo tres hombrecillos de piel de color de oliva
y elegantes trajes de diseño avanzado, que Simonton describiría a la prensa
como «bien afeitados y de apariencia italiana». Le extiende, uno de ellos,
un « botijo extraño », haciéndole un gesto para que lo llene. Solícito, el
hombre entra en la casa y escucha, mientras vierte el agua, el sonido de algo
cocinándose en la nave. De vuelta, los extraterrestres le corresponden con
tres panqueques(o truchas), vuelven al
platillo, despegan y desaparecen rápidamente dibujando una parábola de luz en
el cielo. A continuación, Simonton mordisquea la tortilla sideral y
resuelve que sabe «de cartón quemado». Este curioso intercambio de comida
fue bautizado por la prensa de la época como el Eagle River Close Encounter. La exhaustiva búsqueda
de la que fue objeto este inopinado desayuno, en la que llegaron a intervenir
los eminentes astrónomos dr. J. Allen Hynek y Jaques Vallée, fue archivada como
«inexplicable», pero llevaría a Vallée a formular la «Hipótesis
interdimensional» en su vademécum ufológico Pasaporte en
Magonia (1969). En
este texto, Vallée especula con la posibilidad de que los platillos voladores
pueden explicarse a través de entidades multidimensionales que coexisten con
nosotros más allá del espacio-tiempo, llegando a manifestarse de distintas
formas.
Llegados a este punto, recapitulemos:
·
Adolfo Suárez, cuya imagen asociamos a la del galán meridional:
rostro color de oliva, bien afeitado, vestido de corte italiano, etc.,
sobrevuela, una noche de febrero de 1980, el espacio aéreo de las bases
americanas en suelo español mientras, cabe suponer, cena lo
mismo de cada noche: trucha . Durante la cena a bordo, el avión presidencial es
asediado por unas intensas luces de origen desconocido.
·
Las bases de Torrejón de Ardoz y las antenas de la NASA, en
Robledo de Chavela, conectan a la capital del Estado con el espacio profundo.
·
Según opinan muchos teóricos y estudiosos del fenómeno OVNI, los
contactos con entidades extraterrestres pueden explicarse a través de seres
pandimensionales que viajan en el espacio -tiempo.
·
La festividad popular y gastronómica más destacable tanto en la
localidad de Torrejón de Ardoz como en Robledo de Chavela es el Día de la
Tortilla.
·
El Día de la Tortilla encuentra su homónimo anglohablante en
el Pancake Day.
·
Joe Simonton define a los tripulantes/cocineros que aterrizan en
su patio como «de piel color de oliva, bien afeitados, con trajes de diseño de
color azul oscuro o negro, y de apariencia italiana»: una definición que
encaja, sorprendentemente, con la de Adolfo Suárez el truitófago presidente del
gobierno español, y obsequian al granjero con su plato favorito: la
tortilla/ pancake.
·
Los alienígenas le dan a Simonton un «extraño botijo», quien sabe
si uno de esos horribles botijos de Tejero, con los cojones
desmesurados y la porra bien templada, que parecen llamar el orden: « Se me
hidratan, ¡coño! »
¿Se abrió durante el 25 de febrero de 1980 un vórtice
espaciotemporal que conectó el avión de Suárez con el patio de Joe Simonton en
1961? ¿Fue el presidente español quien le ofreció la tortilla? Saquen
sus propias conclusiones, sin embargo, parafraseando la famosa cuña del
expresidente español, «puedo prometer y prometo»
que Transición, ufología y truitología van de la mano . Tal vez esto
también explique por qué un año después, el 23 de febrero de 1981, Suárez no se
acoquinara y permaneciera sentado en su escaño, mientras las balas silbaban a
su alrededor, durante la invasión del Congreso por
parte de unos hombrecillos verdes, en una efeméride curiosa: el avistamiento de un OVNI desde el
avión presidencial fue el 25 de febrero del año anterior. El golpe de
Tejero resistió hasta el mediodía del 24, pero hay que tener en cuenta que 1980
fue año bisiesto: por tanto, en la misma noche en que el avistamiento de Suárez
cumplía un año, él se encontraba retenido durante el asalto
al bar del Congreso que tan bien caricaturizó a Miguel
Gallardo en
las páginas de El Víbora .
Adolfo Suárez pone junto
a su plato favorito. Foto: Archivo RTVE.
https://www.elnacional.cat/ca/gastronomia/23-f-invasio-marciana-bar-congres_717186_102.html
https://www.elnacional.cat/ca/gastronomia.html
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