sábado, 23 de abril de 2022

 

23-F: La invasión marciana en el bar del Congreso

23 de febrero de 1981, en lo alto del Monumento a Colón de Barcelona. El Buitre Buitaker , la ave rapaz más facha, fanfarrona y politoxicómana del cómic patri, espera las órdenes telefónicas de Antonio Tejero para sacar los tanques a la calle, coger el subfusil y planear hasta la «Generalidá» para detener a « Chordi Pujol ». La historieta venía de la pluma de Miguel Gallardo , el irreverente autor y dibujante que esta semana ha dejado huérfanos a Makoki, Tío Emo, Niñato, Pepito Megafesa, Perro Nick y tantos otros personajes referenciales del tebeo de línea chunga de los años ochenta ( así como el autor de volúmenes autobiográficos más recientes como Maria y yo oAlgo extraño me pasó camino de casa ), y apareció publicada en Toda la verdad sobre el golpe , el número especial que la revista El Víbora sacó a toda prisa pocos días después de que «un torero» asaltase el parlamento español, como informó un periodista sueco, confundiendo el benemérito tricornio del teniente coronel con la montera de un matador.

En las páginas de la misma publicación, aparecieron otras dos colaboraciones del gran muñeco leridano, ambas de alto voltaje gastronómico, que es lo que en esta sección nos ocupa. El bar (Gallardo y Simónides) es una gran ilustración panorámica a doble página que caricaturiza uno de los episodios más olvidados del golpe de estado: el monumental simpa a mano armada de los guardias civiles en el bar del Congreso. A lo largo de las cerca de dieciocho horas que duró el secuestro, los agentes de la benemérita saquearon, ojo al dato, cuatro botellas de Moët Chandon, 19 de cava, 16 cajas de cerveza, 19 botellas de vermú, 22 de whisky, 18 de ginebra, 4 de ron, 3 de vodka, 40 de vino de aperitivo, 24 de brandy, 2 de coñac francés, 24 botellas de vino tinto, 9 de blanco y 14 de rosado, 19 de vermut, 12 de licores, anís, tónicas y coca-colas para los cubatas ... y así hasta contar bebidas por valor de 106.672 pesetas de la época. Habría que añadir en la minuta 93.349 luciérnagas más por valor de un buen número de latas de espárragos, mermelada y bonito, así como de chorizos, jamones, frutas, ternera, café y muchas otras viandas, a las que se añaden 54.800 en tabaco. El honor se mi divisa, debían de decirle al camarero al sacar la cuenta. No dejaron ni el bote de las propinas, que también se lo llevaron. Dicen que la moral empezó a decaer entre los amotinados al tiempo que se acababa la comida y la bebida, y que ésta, y no la intervención del rey, es la principal razón por la que fracasó el golpe.


¡Todo el mundo en el bar! Foto: El Víbora .

En Los marcianos (Gallardo y Simónides), la historieta que viene a continuación, una flota de naves espaciales con forma de tricornio aterriza en un caótico planeta a fin de poner orden. Los marcianos acabarán celebrando el éxito de su asona en el restaurante Don Benemérito, especialidades: « rojo en la plancha con salsa verde, parlamentario en el ajillo, masón grillé, judio rustido... » . Ni que decir tiene que los extraterrestres tricornudos tendrán dificultades para tragarse al correteoso Santiago Carrillo. El dirigente comunista, como ustedes sabrán, fue el único que plantó cara a los hombrecillos verdes asaltadores de bares y hemiciclos, junto con el vicepresidente primero, Gutiérrez Mellado, y Adolfo Suárez, el dimitido presidente del gobierno. Quizás porque este último, como enseguida verán, no era la primera vez que veía marcianos.

"A Adolfo Suárez le apodaban "el Chuletón de Ávila", por chulo y presumido, siempre bien afeitado, con sus trajes de corte italiano, y no por afición al filete."

 

«1980 – 25 de febrero. Noche. Desde avión del 401 Escuadrón en vuelo Alemania-Madrid, junto al presidente Suárez a bordo, observada luz extraña por los pilotos y pasajeros». Este fragmento figura en el expediente, desclasificado a mediados de los años noventa, de un incidente vivido desde el avión presidencial y documentado por el Ejército del Aire como parte de sus Expedientes OVNI . Según el documento, este fenómeno se registró desde la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), una de las cuatro grandes bases militares que los americanos instalaron sobre la piel de toro a consecuencia de los Pactos de Madrid, en 1953, entre Estados Unidos de Eisenhower y España Una de Franco; por aquel entonces (1980, en plena transición democrática) todavía gestionada por la Fuerza Aérea de Estados Unidos. A Adolfo Suárez, además de decirle « el Kennedy español » por su carisma y peines de galante cinematográfico, también le apodaban « el Chuletón de Ávila », por chulo y presumido, siempre bien afeitado, con sus trajes de corte italiano, y no por afición al filete. Por el contrario, debido a un problema en las encías, el líder de UCD no podía clavar los dientes en las suculentas carnes bovinas de su tierra. Es bien sabido que comía muy poco, y limitaba su dieta a « tabaco negro, café a granel y tortilla francesa », plato que cenaba día sí, día también. Retengan estos datos: bases americanas, Adolfo Suárez, extraterrestres y truchas. Sobre todo truchas.

“Saquen sus propias conclusiones, sin embargo, parafraseando la famosa cuña del expresidente español, «puedo prometer y prometo» que Transición, ufología y truitología van de la mano.»



Los sedientos hombrecillos verdes. Foto: El Víbora.

El Día de la Tortilla Pandimensional

A pocos kilómetros de Torrejón de Ardoz se encontraba la Estación Espacial de Fresnedillas de la Oliva, un conjunto de antenas instaladas por la NASA para ayudar en las comunicaciones aeroespaciales del programa Apollo. La antena de Fresnedillas fue desmontada años después y reubicada en la Estación Espacial de Robledo de Chavela , el Madrid Deep Space Communications Complex o MDSCC , hoy en día la única instalación de la NASA en España, en colaboración con el INTA(Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial Esteve Terradas). En las proximidades de estas gigantescas antenas, así como en las inmediaciones de la base militar de Torrejón, son numerosísimos los avistamientos de platillos voladores que se han ido sucediendo a lo largo de los años. De estos misterios dan cuenta tanto los archivos del Ministerio de Defensa español, como los documentos que desclasificaron EE.UU. en 2014, conocidos como Project Blue Book: Torrejón de Ardoz y Robledo de Chavela son estaciones terrestres diseñadas para mantener telecomunicaciones extraplanetarias con naves espaciales. Pero el patrimonio que une a los dos pueblos no termina aquí. Desde tiempos inmemoriales, las dos localidades madrileñas celebran el tradicional Día de la Tortilla, festividad que consiste en ir a comer truchas al campo, acompañadas con vinos de la tierra. En algunos municipios, la celebración coincide con el comienzo del carnaval (o el inicio de la Cuaresma cristiana), por lo que tiene su origen en la necesidad de gastar alimentos grasos y calóricos como los huevos, la leche o el azúcar antes de el inicio del ayuno litúrgico, es decir, con el jueves gordo. De ahí que esta fiesta esté emparentada con la costumbre catalana de comer butifarra de huevo, y tortilla de butifarra de huevo, el mismo día. Es en la misma fecha que los calendarios de la Commonwealth señalan el Shrove Tuesday (jueves de ceniza) o el Pancake Day, la festividad anual que los anglohablantes dedican al panqueque, una especie de coqueta. En De re coquinaria, el recetario latino atribuido a Marc Gavi Apici , gastrónomo romano que gozó de forma epicúrea del s. Y d. C., aparece una receta titulada Ova spongia ex lacto (tortilla de huevos con leche), para cuya preparación, explica, hay que darle la vuelta. La trucha y el panqueque provienen así de la receta latina torcida : volteada.

De acuerdo. Viajamos ahora por el espacio-tiempo. Wisconsin, EE.UU., la mañana del 18 de abril de 1961, cuando el granjero Joe Simonton interrumpe su desayuno al oír un sonido en su porche, donde encuentra un platillo volador suspendido a ras del suelo. Salen del vehículo tres hombrecillos de piel de color de oliva y elegantes trajes de diseño avanzado, que Simonton describiría a la prensa como «bien afeitados y de apariencia italiana». Le extiende, uno de ellos, un « botijo extraño », haciéndole un gesto para que lo llene. Solícito, el hombre entra en la casa y escucha, mientras vierte el agua, el sonido de algo cocinándose en la nave. De vuelta, los extraterrestres le corresponden con tres panqueques(o truchas), vuelven al platillo, despegan y desaparecen rápidamente dibujando una parábola de luz en el cielo. A continuación, Simonton mordisquea la tortilla sideral y resuelve que sabe «de cartón quemado». Este curioso intercambio de comida fue bautizado por la prensa de la época como el Eagle River Close Encounter. La exhaustiva búsqueda de la que fue objeto este inopinado desayuno, en la que llegaron a intervenir los eminentes astrónomos dr. J. Allen Hynek y Jaques Vallée, fue archivada como «inexplicable», pero llevaría a Vallée a formular la «Hipótesis interdimensional» en su vademécum ufológico Pasaporte en Magonia (1969). En este texto, Vallée especula con la posibilidad de que los platillos voladores pueden explicarse a través de entidades multidimensionales que coexisten con nosotros más allá del espacio-tiempo, llegando a manifestarse de distintas formas.

Llegados a este punto, recapitulemos:

·         Adolfo Suárez, cuya imagen asociamos a la del galán meridional: rostro color de oliva, bien afeitado, vestido de corte italiano, etc., sobrevuela, una noche de febrero de 1980, el espacio aéreo de las bases americanas en suelo español mientras, cabe suponer, cena lo mismo de cada noche: trucha . Durante la cena a bordo, el avión presidencial es asediado por unas intensas luces de origen desconocido.

·         Las bases de Torrejón de Ardoz y las antenas de la NASA, en Robledo de Chavela, conectan a la capital del Estado con el espacio profundo.

·         Según opinan muchos teóricos y estudiosos del fenómeno OVNI, los contactos con entidades extraterrestres pueden explicarse a través de seres pandimensionales que viajan en el espacio -tiempo.

·         La festividad popular y gastronómica más destacable tanto en la localidad de Torrejón de Ardoz como en Robledo de Chavela es el Día de la Tortilla.

·         El Día de la Tortilla encuentra su homónimo anglohablante en el Pancake Day.

·         Joe Simonton define a los tripulantes/cocineros que aterrizan en su patio como «de piel color de oliva, bien afeitados, con trajes de diseño de color azul oscuro o negro, y de apariencia italiana»: una definición que encaja, sorprendentemente, con la de Adolfo Suárez el truitófago presidente del gobierno español, y obsequian al granjero con su plato favorito: la tortilla/ pancake.

·         Los alienígenas le dan a Simonton un «extraño botijo», quien sabe si uno de esos horribles botijos de Tejero, con los cojones desmesurados y la porra bien templada, que parecen llamar el orden: « Se me hidratan, ¡coño! » 

¿Se abrió durante el 25 de febrero de 1980 un vórtice espaciotemporal que conectó el avión de Suárez con el patio de Joe Simonton en 1961? ¿Fue el presidente español quien le ofreció la tortilla? Saquen sus propias conclusiones, sin embargo, parafraseando la famosa cuña del expresidente español, «puedo prometer y prometo» que Transición, ufología y truitología van de la mano . Tal vez esto también explique por qué un año después, el 23 de febrero de 1981, Suárez no se acoquinara y permaneciera sentado en su escaño, mientras las balas silbaban a su alrededor, durante la invasión del Congreso por parte de unos hombrecillos verdes, en una efeméride curiosa: el avistamiento de un OVNI desde el avión presidencial fue el 25 de febrero del año anterior. El golpe de Tejero resistió hasta el mediodía del 24, pero hay que tener en cuenta que 1980 fue año bisiesto: por tanto, en la misma noche en que el avistamiento de Suárez cumplía un año, él se encontraba retenido durante el asalto al bar del Congreso que tan bien caricaturizó a Miguel Gallardo en las páginas de El Víbora .


Adolfo Suárez pone junto a su plato favorito. Foto: Archivo RTVE.








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