miércoles, 31 de agosto de 2022

 

LA HISTORIA DEL CÓMIC EN ESPAÑA

Todos hemos leído cómics. O, mejor dicho, todos hemos leído tebeos, que era como se llamaba antes a las historietas. Esta es la historia del noveno arte en nuestro país


Ya seamos de la época de El Capitán Trueno o de la de Mortadelo y Filemón, esta forma de arte tan especial nos ha acompañado en la infancia, en la juventud y también en la madurez.

El origen del cómic en España puede remontarse muy atrás en el tiempo. Como en casi todos los países europeos, existe un debate sobre el primer cómic autóctono. En España se llega a citar las Cantigas de Santa María, unas 420 composiciones de la segunda mitad del siglo XIII en honor a la Virgen. En cualquier caso, y en forma de una tradición ininterrumpida que llega hasta nuestros días, el cómic español parte de mediados del siglo XIX y gozó de sus años dorados en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, además de un boom entre finales de los 70 y mediados de los 80 del mismo.

Primeras historietas en prensa (1857-1909)


La historieta española, o cómic, nace como en toda Europa en la prensa periódica del siglo XIX, muchas veces ligada a las convulsiones políticas del siglo. Los principales soportes editoriales del nuevo humor gráfico y de la historieta serán las revistas satíricas, las revistas de humor, y las revistas ilustradas y familiares que surgen a partir de la Revolución de 1868 y de la Restauración, en el momento en que la burguesía asciende a posiciones de poder político.

En esta prensa aparecen a partir de 1873 y durante los años siguientes las primeras historietas españolas, obra de dibujantes innovadores, auténticos creadores del lenguaje del nuevo medio, como son por ejemplo Pellicer, Apeles Mestres y Mecachis y otros autores de los años ochenta.

Inicialmente, durante sus primeros lustros de vida, la historieta cumple en la prensa una función similar a la de la caricatura o el chiste: la de simple material complementario de los abundantes textos que forman el contenido de las revistas.

Periódicos para la infancia y tebeos

Todo lo anterior va a cambiar radicalmente en el período comprendido entre finales de siglo, los primeros años de 1900 y sobre todo a partir de 1914. Momento en que la historieta española se va a orientar si no exclusiva sí mayoritariamente hacia los lectores infantiles.

Estaban surgiendo entonces multitud de revistas infantiles, sobre todo TBO, la primera que gozó de gran difusión (220.000 ejemplares en 1935) y que, a la postre, generó el nombre con el que se ha conocido al medio en España. Una revista de historietas española de periodicidad semanal que apareció en 1917 y se publicó, con interrupciones, hasta 1998. Casi desde sus inicios, y hasta 1983, fue editada por los socios Buigas, Estivill y Viña; en 1986 por Editorial Bruguera, y entre 1988 y 1998 por Ediciones B.

La España del tebeo (1938-1967)


https://www.condadodecastilla.es/blog/el-comic-espanol-titulos-que-triunfan-en-todo-el-mundo/?utm_medium=notifications&utm_source=notification

Durante la posguerra, la historieta española se convierte en el medio más popular del país, era entonces una lectura barata, que incluso llegaba a alquilarse por diez céntimos en los barrios. En general, el desarrollo del medio en esta época tiene cuatro vertientes bien diferenciadas:

1.- El tebeo de aventuras: La Editorial Valenciana implanta el cuaderno de aventuras con series tan populares como Roberto Alcázar y Pedrín (1940), de Eduardo Vañó, y El Guerrero del Antifaz (1944) de Manuel Gago. La editorial  Toray, con  Hazañas Bélicas (1948) de Boixcar. Ya en los 50, logran un gran éxito El Cachorro (1951) de Iranzo;  y, sobre todo, El Capitán Trueno (1956) de Mora/Ambrós, que llega a vender hasta 350 000 tebeos semanales .

2.-El tebeo humorístico: Las series humorísticas, por el contrario, son autoconclusivas y siempre en formato vertical. Van apareciendo otros semanarios, organizados en torno, fundamentalmente, a tres escuelas: a) El sempiterno TBO (1941) de la Editorial Buigas, Estivill y Viña popularizó en esta época La familia Ulises de Benejam. Siendo Josep Coll otro gran autor de esta publicación. b) Jaimito (1943) y Pumby (1955) de Editorial Valenciana, representada por autores como Karpa, Jesús Liceras, Nin, Palop, Rojas, José Sanchis y Serafín, y c) Pulgarcito (1947), El DDT (1951), Tío Vivo (1957) y Din Dan (1965) de Editorial Bruguera, con autores como Peñarroya, Cifré, Jorge, Escobar, Conti, Vázquez, Martz Schmidt, Enrich, Ibáñez, Segura, Nené Estivill o Alfons Figueras.

3.- El tebeo para niñas: El más popular de todos estos tebeos de hadas fue el cuaderno Azucena (1946-71) de Toray, mientras que Cliper se dirigía a la nueva clase ascendente con Florita (1949). A finales de los 50, tuvo lugar un boom del tebeo femenino, cuando nuevas revistas empezaron a presentar historietas sentimentales más contemporáneas, Rosas Blancas y Sissi en 1958 y Claro de Luna en 1959. Se impusieron nuevos autores como María Pascual y Gómez Esteban. A partir de 1960, Ibero Mundial lanzó series sobre profesionales femeninas como Mary Noticias, de Carmen Barbará.

El “boom” del cómic adulto (1967-1986)

Tras la muerte de Franco, se legalizan los partidos políticos, se celebran elecciones generales y se elabora una Constitución que sucede a la de 1931. Este cambio de decorado será el motor que acelere la evolución global de la sociedad española, lo que provoca el que también evolucionen los productos culturales y con ellos el cómic y los tebeos.

Efectivamente, el panorama editorial español cambia y lo hace mucho más radicalmente que en años anteriores. Los protagonistas del cambio editorial van a ser editores nuevos, dispuestos a disputarle el mercado a las editoriales clásicas, Bruguera, Toray, Valenciana, etc., que se lanzan a la publicación de todo tipo de cómics, desde el material extranjero que durante años había quedado detenido en la frontera, el llamado cómic de autor, el underground domesticado, el cómic erótico y el pornográfico, los grandes clásicos del cómic norteamericano, el humor más satírico y ácido, los grandes personajes del cómic francobelga y después, masivamente, los superhéroes norteamericanos y el manga japonés.



El Víbora, Cairo y Madriz, tres cabeceras emblemáticas del cómic español de los 80

El momento de máximo esplendor del cómic para adultos (el llamado «boom») tendrá lugar gracias a la labor de editores como Roberto Rocca, José María Berenguer, Luis García, Josep Maria Beà, Rafael Martínez, Joan Navarro y sobre todo Josep Toutain, responsables de un auténtico aluvión de revistas: Totem, Blue Jeans, El Jueves y Trocha, todas de 1977; Bumerang y 1984, ambas de 1978; Creepy y El Víbora, en 1979; Comix internacional, Delta y Bésame Mucho, en 1980; Cairo, Cimoc, Sargento Kirk, Metal Hurlant y Rambla (la cual proponía publicar solo a jóvenes autores y dibujantes españoles para así potenciar aún más el futuro de la industria), todas de 1981, y Makoki y Vértigo, en 1982. En los 80 se distinguía una «línea chunga» representada por El Víbora y Makoki, y la «línea clara» de Cairo, lo que dio pie a agrias polémicas.

Las revistas de contenido satírico, ilustradas por autores como Ivà, Ja, José Luis Martín u OPS, se arriesgaron a represalias como el atentado que el 20 de septiembre de 1977 sufrió la redacción de El Papus.

Tal variedad de autores y tendencias legó series tan conocidas y diferentes como Paracuellos (1976); Makoki y ¡Dios mío!, ambas de 1977; Makinavaja, Anarcoma y Grouñidos en el desierto, de 1979; Zora y los hibernautas e Historias de taberna galáctica (1980); El Mercenario, Nova-2, Bogey, Frank Cappa y Torpedo 1936 (1981), Cleopatra, Maese Espada y Taxista en 1982; Peter Pank y Roco Vargas en 1983; Hombre (1984) y Las aventuras de Dieter Lumpen (1985).

Declive 

La saturación del mercado fue ya evidente en 1983, con la breve vida de las revistas de Ediciones Metropol (Metropol, Mocambo y K.O. Comics), pronto agravada por una recesión económica internacional que encareció el precio del papel y el auge de nuevos medios de entretenimiento, como los videojuegos.

También se achaca esta crisis a la «falta de planificación, inexistencia de profesionalidad en los editores, y excesivo triunfalismo de todos. Ya que pese a los logros editoriales (el principal haber normalizado la edición en España de los cómics de todo tipo, condición, color y procedencia) y a la euforia que por un momento disfrutaron muchos dibujantes españoles creyendo en una nueva edad de oro, la realidad es que esto y la autocomplacencia de los editores y el brillo de sus éxitos circunstanciales, sólo sirvieron para ocultar que en general nada eficaz se había hecho para resolver los problemas profundos de la industria editorial del cómic, y en concreto para evitar la caída en barrena del cómic español.

A pesar de la proliferación del tebeo subvencionado a partir de 1984 con Madriz, donde destacaron Federico del Barrio o Ana Juan, la mayoría de las revistas de cómic adulto fueron cerrando, Cairo y Creepy en 1985, El Papus en 1987 o Dossier Negro en 1988, además de la Editorial Bruguera (1986). Para entonces, ya se había publicado el primer manga, Candy Candy (1985). En los años siguientes, la situación no fue mucho mejor, cerrando «Cairo» (1991), «Creepy» (1992), «Zona 84» (1992) y «Cimoc» (1995).

Se produjo un auge de los superhéroes y el manga de importación, con lo que las influencias se internacionalizaron, además de editarse material franco-belga por parte de Norma Editorial.

En contraposición se extendieron también las librerías especializadas y las revistas de información: Dentro de la viñeta, La Guía del Cómic, Krazy Comics, Nemo, Urich, Volumen. Surgiendo gran cantidad de fanzines: Amaníaco, El Batracio Amarillo, La Comictiva, Crétino, Kovalski Fly, Kristal, Paté de Marrano, Nosotros Somos Los Muertos, TMEO y pequeñas editoriales: Dude, MegaMultimedia, Under Cómic, 7 Monos.

El presente del cómic español

En 1998, empezaron a surgir editoriales independientes más estables, como De Ponent (1998), Sinsentido (1998), Astiberri (2001), Dolmen (2001), Dibbuks (2005) y Diábolo Ediciones (2006), que se centran en la producción de álbumes y novelas gráficas. Aunque la revista El Víbora desapareció en 2005, BD Banda, Cthulhu o El Manglar se sumaron a las ya establecidas Amaníaco, TMEO o El Jueves. Esta se renovó de la mano de Manel Fontdevila y Albert Monteys, quienes dieron paso a autores como Darío Adanti, Mauro Entrialgo, Pedro Vera o Paco Alcázar.



Paco Roca dibuja ‘Los Cuatro Fantásticos’.

Poco a poco, y tras el éxito del portal Dreamers (1996) de Nacho Carmona, las antiguas revistas de información en papel son sustituidas por publicaciones electrónicas, como Guía del Cómic (2000) de José A. Serrano y las colectivas Zona Negativa (1999), Tebeosfera (2001) y Entrecomics (2006), así como por multitud de blogs, entre los que destacan La cárcel de papel (2003) de Álvaro Pons y Mandorla (2009) de Santiago García. Hay que destacar webcomics como ¡Eh, tío!, El joven Lovecraft, El Listo61 o el cómic digital ¡Universo!62.

Muchos autores españoles trabajan, sin embargo, para otros mercados, en los que varios de ellos han destacado muy significativamente.

En el mercado estadounidense: Daniel Acuña, Gabriel Hernández Walta (ganador de un premio Eisner por su trabajo en The Vision), Marcos Martín (ganador de varios premios Eisner por The Private Eye o Daredevil), David Aja (ganador de varios premios Eisner por varios de sus trabajos para Marvel), Ramón F. Bachs, David López, Emma Ríos, Juan José RyP, El Torres, Kano, Javier Pulido, Salva Espín, Natacha Bustos, Paco Díaz, etc.

En el mercado franco-belga: Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido (autores de Blacksad, obra galardonada con varios premios Eisner), Sergio Bleda, Tirso Cons, Esdras Cristóbal, Enrique Fernández, José Fonollosa, Sergio García, Mateo Guerrero, Raule y Roger Ibáñez (Jazz Maynard), José Luis Munuera, Rubén del Rincón, José Robledo y Marcial Toledano (Ken Games), Kenny Ruiz, Alfonso Zapico, etc.

https://deverdaddigital.com/la-historia-del-comic-en-espana/#:~:text=El%20origen%20del%20c%C3%B3mic%20en,en%20honor%20a%20la%20Virgen.

 

LA INDUSTRIA DE LOS TEBEOS, ESPAÑA 1977-2000


Recientemente (La Coruña, agosto de 2002) se me ha pedido que recoja en una Exposición y en una conferencia la panorámica de la industria editorial de tebeos española entre los años 1977 y 2000.

Y lo he hecho, pero con la plena consciencia de que pretender resumir así la evolución e historia de los tebeos españoles, desde la transición política hasta el nuevo futuro que el medio contempla al iniciar el siglo XXI, es simplemente utópico. Tanto por la necesidad de analizar los procesos sociales y culturales, desde los que tebeos, comic books, revistas y álbumes de historietas se han editado durante este casi cuarto de siglo, como por la importancia que tiene la reflexión sobre los profundos cambios profesionales y económicos, estructurales en suma,  por los que ha atravesado la industria editorial española del cómic entre el año 1977 y el inicio del nuevo siglo.

No es sólo la necesidad de esquematizar temas y períodos para poder acercarnos a la ingente y muy diversa producción editorial. Hay que contar también con que esos veintitrés años, que van desde que se inicia la Transición hasta prácticamente nuestros días, cuando la democracia formal española se enfrenta a difíciles pruebas, están entre los más importantes de la historia española y son materia tan amplia que se abre en varias etapas, que exigirían varias exposiciones, muchas lecciones y conferencias  y más de un libro de investigación.

Una nueva etapa editorial de la industria de los tebeos

Ante todo, en principio son los años en los que va a evolucionar radicalmente la sociedad española. La muerte del general Franco abre muchas  puertas cerradas durante cuarenta años. Ha finalizado una etapa histórica y se inicia otra, insegura, multiforme, turbulenta, de cambio acelerado. Entre 1977 y el año 2000 van a sucederse muchos cambios pero no programados, demasiados pero no asumidos.

No habrá ruptura con el pasado sino transición, lo que permite subsistir a antiguos cargos, grupos ideológicos e incluso estructuras de poder procedentes del franquismo. Y si bien es poco parece suficiente, ya que la sociedad española va a evolucionar aceleradamente y al hacerlo también evolucionan todos los productos culturales fruto de esta sociedad. Lógicamente también la historieta y los tebeos. En 1977 se cierra toda una etapa de la historia del cómic español. Y se cierra definitivamente. Aunque los editores de siempre, Bruguera, Toray, Valenciana, Rollán, Don Bosco, Vértice, etc., ni se enteren.

Se inicia entonces una nueva etapa para la historieta española, para los profesionales y también para los lectores. Si bien primero se deberá superar el pasado...   ya que se viene de los años del casi monopolio del quiosco por la Editorial Bruguera y del adocenamiento del tebeo español; de la casi hegemonía del cómic infantil, a costa del manoseo de la sensibilidad de los niños; de la constante repetición de fórmulas y clichés caducados mucho antes; de la explotación de los autores y los lectores por un sistema industrial anticuado, escasamente estructurado y con una deficiente financiación; de una normativa oficial que censura y al mismo tiempo protege a los editores frente a  la competencia extranjera; de la negación de la existencia de un grupo lector de historietas adulto; de la inexistencia de soportes dignos y de calidad para una historieta española nueva.

Pero en 1977 también venimos de las brillantes individualidades que se han formado en la historieta española, a pesar de las editoriales y las agencias, dando lugar a un pequeño pero duro y resistente

 

 

núcleo de dibujantes; de los llamativos aunque escasos logros de la gente de el Rrollo, que no logrará ser underground pero contribuirá a sentar las bases de la contracultura; de la existencia de un grupo de dibujantes que reivindican sus derechos, como primer paso en su exigencia del valor del cómic como medio; de la utilización de la historieta para transmitir mensajes políticos de oposición, llevada a cabo por una minoría de autores; del “resistencialismo” de los escasos investigadores de los años sesenta, y del nacimiento de una crítica titubeante, que mayoritariamente se malogrará; del creciente número de adultos que quieren leer cómics, cada vez con menos reparos y vergüenza...  Y especialmente venimos de la exigencia de cambio que por entonces es común a muchos españoles y a muchas gentes de la historieta.


Una de tantas crisis y las soluciones industriales de recambio

El panorama editorial español cambia efectivamente. Pero la evolución del medio, casi revolución en algún momento, no es selectiva y responde prioritariamente a los intereses de la industria, lo que se refleja dramáticamente en la historieta española y tiene a medio plazo un alto coste para los profesionales y para el propio medio.

Primero por la subsistencia durante muchos años aún de los viejos dinosaurios, que no saben adecuarse al cambio pero ocupan espacio, sobre todo Bruguera y sus continuadores. Después, por la invasión casi a la par del cómic pornográfico, el material extranjero teóricamente más adulto, el llamado cómic de autor, y la historieta política más satírica y sangrienta... Es el momento de las muchas grandes revistas de cómics, que originan un teórico boom del cómic de calidad, proclamado por algunos editores y los críticos a su servicio. Al mismo tiempo, varios colectivos de profesionales intentan la aventura de convertirse en empresa, una vez más con mala fortuna.

Y comienza una larga, circunstancial e inútil utilización de la historieta para poner en imágenes las ideas y proclamas de los recién legalizados partidos políticos y / o para cantar la excelencia de Autonomías, regiones, ciudades y hasta pueblos. También se edita y reedita continuamente, pero sin método, el material clásico americano y comienza la operación nostalgia española  —que aún no ha finalizado—  a base de “facsimilar” los viejos tebeos históricos.

En la primera mitad de los años ochenta se agota la línea ascendente de la efervescencia editora y el boom del “cómic de calidad para adultos” comienza a declinar, pese a que ello pase casi inadvertido en aquel  momento. Continúa el trasvase televisión / cómic y se realizan los primeros tanteos para convertir en historieta algunas series japonesas de televisión.

Pero desde 1983 el hecho más importante es la introducción sistemática en el mercado español de los comic books de superhéroes norteamericanos, con ediciones coherentes y bien trabajadas editorialmente, que a la larga mejoran las originales, y que provocarán un nuevo cambio del mercado. Mayor cuanto que los comic books vienen a sustituir a los clásicos cuadernos de historietas de aventuras de décadas anteriores, pero con mayor exotismo, mayor paroxismo de los argumentos y la puesta en página, y con menores costes para las empresas que compran los derechos de edición.

Aún continúa la edición de títulos de género dedicados a las chicas lectoras. Aparecen revistas de cómics subvencionadas, selectas y experimentales o al menos rompedoras con la estética al uso. Y hay nuevos y fallidos intentos de revistas comerciales de calidad... Vistos con la perspectiva que da el tiempo, el resto de los años ochenta va a estar dominado por los comic books que publican nuevas y viejas editoriales y todavía por la forma brugueriana de hacer.  Y se está iniciando, sin que los profesionales lo advirtamos, el cambio desde el concepto del cómic como medio —o incluso como recreo— a su consideración en el seno del entertainment  global, en el que cómic, televisión, animación y merchandising acabarán por formar, progresivamente, a lo largo de los noventa, un todo.

Son muchos cambios, alternativas, reflujos y nuevos intentos que hay que reflejar. Pero la nueva década va a significar mucho más, tanto que los años ochenta quedan atrás aceleradamente, convertidos en historia, debido a la rápida evolución de los medios. Sobre todo a partir de la introducción del PC y del Mac, cuando éstos caen en manos de los más jóvenes fanzinistas y dibujantes.

La lenta agonía del cómic industrial y las opciones renovadoras

Por supuesto continuará explotándose el negocio del comic book norteamericano, pero ya no es tanto negocio. Y los editores se miran con atención, no exenta de extrañeza y desconfianza, el manga japonés. El fenómeno Dragon Ball va a acabar con los recelos y hasta los editores que poco antes decían pestes del manga acabarán apuntándose a la nueva línea de edición, que hoy aún continúa e incluso constituye la base del éxito y el beneficio de algunas pequeñas y medianas empresas. Y siguen el underground domesticado, los intentos de hacer revistas / revistas, el humor, las reediciones de clásicos y no tan clásicos,  y el erotismo y a veces el porno. Y como propina la continuidad de la revista de humor, que lo largo de toda la historia del medio ha sido uno de los mejores y a veces más libres soportes para la historieta; hasta el punto de que en algunos momentos entre 1977 y 2000 la revista humorística es más bien un gran tebeo. Todo bien mezclado, tiene lugar en un mercado en el que disminuyen año por año los lectores de cómics y el medio se convierte en una especialidad, casi en objeto de culto, lejos ya de la potente industria editorial que fue hasta los años sesenta del siglo XX.


Justamente en paralelo a la lenta y casi inapreciable caída del cómic publicado por las empresas industriales, cuyas ventas decrecen tebeo a tebeo, surge desde los primeros años noventa un nuevo tipo de cómic de autor que muchas veces se presenta unido a la autoedición y, alternativamente, a la edición llevada a cabo por editores minúsculos. Es el triunfo de la especialización, acorde con la desaparición del lector / público de masas, ya que este nuevo tipo de tebeo conecta bien con los grupúsculos y los pequeños núcleos de lectores que ahora constituyen la base del mercado. Ello supone uno de los mayores cambios, casi una revolución, que en la segunda mitad de los años noventa experimenta el cómic en España.

Y ante ello, los editores industriales, los grandes grupos editoriales, intentarán hacer negocio con el tipo de cómic que hasta entonces habían rechazado. Desde el intento de editar a nuevos jóvenes autores, a la “recuperación” de autores y obras de los sesenta y los setenta, ya convertidos en clásicos, hasta la opción del cómic “serio”, con contenidos dirigidos a lectores intelectualmente maduros.

Todo ello y mucho más, bien revuelto cierra el período 1997-2000 del cómic editado en España.

Del año 2000 hacia el futuro...

Hoy el mercado español de los editores industriales de tebeos, o lo que queda de él, se basa en los comic books, el manga, el erotismo (más el porno, que la sutilidad no es muy fuerte por estas tierras), la edición de clásicos, unas gotas de material francobelga, a veces escrito y dibujado por españoles, un poco de experimentación y búsqueda de nuevas formas expresivas, algo de cómic serio comprado a otros países, bastantes refritos aún de cómic tradicional...  En conjunto la tendencia es hacia la edición vinculada al entertainment, en las manos de grupos financieros con intereses múltiples en el universo de la comunicación global.

Mientras que, alternativamente, muy poco a poco, crece el número de los pequeños y pequeñísimos editores, que imprimen muchos títulos con tiradas muy bajas. Y comienzan a configurar un posible nuevo camino para el futuro de la historieta, que apunta más hacia su consideración como medio de comunicación (aunque sea solo para expresar los sentimientos, opiniones y tomas de posición de sus jóvenes autores) antes que la de simple y exclusivo producto recreativo.

Pero que nadie pregunte qué se ha hecho de los cientos de profesionales españoles de la historieta que existían y trabajaban en décadas anteriores... Su sentencia se firmó el día en que las empresas españolas se dedicaron a comprar baratos y en cantidad los derechos editoriales de los cómics de otros países...

https://www.tebeosfera.com/1/Documento/Articulo/Industria/Espana/1977a2000.htm

 

 

Cómic y ajedrez

El ajedrez aparece en numerosos cómics, historietas y tiras diarias de humor. Son numerosos los personajes ficticios que aparecen jugando al ajedrez o relacionados con el juego de forma directa o indirecta y pueden provocar una situación hilarante. Hacer un recorrido por la coincidencia entre ambas artes siempre contará con omisiones y olvidos no deseados y, sin ningún ánimo de cerrar el tema sino abrirlo, sí se puede hacer un recorrido, no extremadamente exhaustivo, en España y fuera de ella.

Portada de la aventura Un ajedrez siniestro del Capitán Trueno.

Dos personajes históricos de la historieta española cuentan con un capítulo en que aparece específicamente el ajedrez. Se trata de la serie más exitosa del cómic español (llegó a alcanzar los 350.000 ejemplares semanales). El Capitán Trueno, creado en 1956 por el guionista Víctor Mora (1931-2016) y el dibujante Ambrós (1913-1992), que en el número 122 de octubre de 1971 con la aventura ‘Un ajedrez siniestro’ donde las piezas cobran vida y de hecho, en la portada el Capitán se enfrenta a una reina de metal.

Del mismo modo, en el transcurso de sus múltiples aventuras aparece el Capitán Trueno jugando una partida nada menos que con Ricardo Corazón de León mientras que en otra viñeta también se observa un tablero en el que juegan Crispín con Goliath.

Otro conocido personaje, Roberto Alcázar y Pedrín, la serie más longeva del cómic español ya que se prolongó de 1941 a 1976, en uno de sus últimos años, en 1975, contempla el capítulo, ‘El juego de ajedrez’.


Portada de Superhumor de Mortadelo relacionado con el ajedrez.

Nuestro cómic más querido, Mortadelo y Filemón, nacido de la mano de Francisco Ibáñez, y que en 2018 cumplirá las seis décadas desde su creación, ha tenido más de 200 aventuras largas aunque ninguna específica referida al ajedrez. Sí se pueden citar dos portadas que hacen alusión al juego, -aunque no hay continuación en el interior, tan solo la referencia de portada-, una del Mortadelo Extra 37 cuando se ve al personaje disfrazado de peón y otra, en la colección SuperHumor 31 de 2001, donde se observa a Mortadelo ‘terminando’ una partida con el superintendente

Pero sin duda, uno de los personajes de historieta más relacionado con el ajedrez es la conocida Mafalda, obra del hispanoargentino, Quino, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014 y catedrático honorífico de humor de la Universidad de Alcalá en el 2000, entre otros muchos reconocimientos que posee.

Hay varias tiras relacionadas, incluso cronológicas y muy recomendables, con una alusión incluso al gran maestro Miguel Najdorf (1910-1997). Desde la inicial cuando Felipe le enseña el movimiento de las piezas a Mafalda, con el guiño de la niña que acusa de socialista el juego al estar los peones delante del Rey, hasta el mal jugar y perder de Susanita.


Lucky Luke juega con Jolly Jumper.

Hay que aclarar algo obvio, no hablamos de caricaturistas que realizan su tira gráfica diaria en prensa, ya que son incontables los que han hecho referencia al tablero de los 64 escaques, muchos jugando con la metáfora de la guerra y un tablero. En este sentido, cito a uno de los más destacados, Forges, donde en una viñeta, aparecen dos ajedrecistas y uno de ellos dice solamente “¡Gol!” lo que evoca a una tira de Mafalda con la misma reacción de Manolito en el juego.

También numerosos guionistas y dibujantes son grandes aficionados al juego, en este sentido, podemos citar un ejemplo, el creador de ‘Torpedo 1936’ y colaborador de El Jueves y Makoki, el guionista Enrique Sánchez Abulí, gran premio del Salón de Comic de Barcelona 2015, gran aficionado.

Portada de Superlópez alusiva al ajedrez.

Otro conocido personaje que aparece en viñetas frente al tablero es Superlopez de Jan –autor también del excelente y recuperado Don Talarico-, quien aparece ante Karpov, haciendo un guiño, en 1987, debido a la celebración en Sevilla del campeonato del mundo entre los dos entonces soviéticos, el citado Karpov y Kasparov. También mencionar al entrañable personaje de Sir Tim O’ Theo, creado por Raf (1928-1997).

Un cómic poco conocido en que se aborda de forma indirecta el ajedrez que evoca a la película ‘El séptimo sello’ de Ingmar Bergman, al jugar el personaje con la muerte, es ‘El fin del mundo’ según Mortimer –Juan A. Martinez Sarrión- realizado en 2012. Actualmente colabora con El Jueves.

Fuera del ámbito hispano, jugando al más que milenario juego se encuentran dos personajes nacidos inicialmente de la imaginación del francés René Goscinny (1926-1977), -el mismo que Astérix-. El primero es el conocido vaquero Lucky Luke dibujado por Morris (1923-2011) en el álbum ‘Jesse James’ donde juega contra su caballo Jully Jumper y como no podía ser de otra manera le come el caballo –página 40- y ‘La ciudad fantasma’ donde juega contra una persona, el viejo Powell –páginas 37 y 38-.

El otro personaje es Iznogoud, que quería ser califa en lugar de califa, con dibujo de Jean Tabary (1930-2011) quien luego siguió también con los guiones. En la historieta corta ‘La isla de los gigantes’ el personaje termina como un trebejo sobre un tablero.


El gato Garfield ante un tablero.El general Alcázar juega con Tintín.

Otro caso el conocido Tintín de Hergé (1907-1983) que jugaba contra el general Alcázar en ‘Tintín y los pícaros’ y con el capitán Haddock en ‘Tintín en el Tibet’. Por cierto, en una de las viñetas aparece mal colocadas las piezas y es que Hergé no sabía jugar al ajedrez. Los superhéroes estadounidenses también aparecen jugando al ajedrez, según algunas viñetas, desde Los Vengadores hasta Batman y Spiderman.

El inefable gato Garfield de Jim Davis –la tira cómica de prensa con mayor difusión en el mundo, 220 millones de lectores- también aparece ante un tablero.

Por último, no hay que olvidar dos facetas, por un lado, los cómics infantiles, en forma de historieta, para enseñar a los más pequeños a jugar, donde uno se encuentra desde piezas que cobran vida hasta referencias a la historia del juego. Se puede citar, como un ejemplo entre decenas dirigidos a los más pequeños, ‘Erase una vez el ajedrez’ de Pablo Aguilera.

Por otro lado, citar los numerosos personajes de cómics o tiras cómicas que se convierten en piezas de ajedrez, desde Mortadelo y Filemón hasta Astérix, Tintín pasando por los superhéroes como el Capitán América siguiendo con los Simpsons, todos, con personajes secundarios incluidos, se pueden encontrar convertidos en reyes, reinas, alfiles, torres, caballos y peones en los cinco continentes.

https://periodistas-es.com/comic-y-ajedrez-79597

























 

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