Nuestra
Señora de la Almudena
Advocación mariana, patrona de la
Archidiócesis de Madrid
Santa María de la Almudena, o Nuestra Señora de la Almudena es
una advocación mariana de la Virgen María. Es la patrona de la ciudad de Madrid
y de la Archidiócesis de Madrid, siendo venerada en la Catedral de Santa María
de la Almudena. Su festividad se celebra el 9 de noviembre.
La Virgen María es la clave de la historia
universal por ser la Madre del Redentor, Jesucristo nuestro Señor. Su cuidado
maternal nunca nos falta y se hace particularmente prodigioso en momentos de
crisis. La Virgen ha sido el instrumento divino para proteger a sus hijos
cuando humanamente parecía que estaban perdidos. Así fue en España en tiempos
de la ocupación musulmana.
En el año 712 el español rey godo Don
Rodrigo fue derrotado en la batalla de Guadalete. Los capitanes musulmanes Muza
y Tariks establecieron su dominación sobre Toledo y casi toda la Península tras
una rápida conquista. Solo quedaban algunos reductos de resistencia en el norte
y estos parecían estar perdidos.
Madrid, la actual capital de España y la que
llegara a ser capital del gran imperio español, era en el siglo VIII una
insignificante villa. Ni siquiera se conoce su antiguo nombre: Mantua, Miacum,
Ursaría.
Pero los musulmanes entendieron que Madrid era un
lugar estratégico y decidieron establecer allí una gran fortaleza. Grande fue
la consternación de los cristianos de aquel lugar al saber del inminente ataque
musulmán. Fue así que pensaron en como salvar a la venerada imagen de la Virgen
María, que según la tradición, había sido traída a esta villa por un discípulo
del Apóstol Santiago en el año 38 de nuestra Era. Recordemos que dicho apóstol
evangelizó la península, se le apareció la Virgen en Zaragoza y sus restos
mortales se encuentran en Santiago de Compostela. Todo el pueblo se reunió en
la iglesia para pedir la protección de la Virgen, dispuestos a defender su
querida y venerada imagen contra todos los infieles.
Un venerable sacerdote subió al altar,
y con gran emoción, habló así a los madrileños:
Hijos míos: Los enemigos de nuestra fe
han invadido todas las ciudades, villas y aldeas de España. ¡Es inútil la
resistencia! ¡Dios así lo quiere! Es preciso que acatemos su santa voluntad,
pidiendo de rodillas perdón por nuestras culpas. El que se encuentre con
fuerzas para pelear, que pelee hasta morir en defensa de nuestra sacrosanta
religión. Y aquel que sobreviva al duro combate, en el que sin duda seremos
vencidos, que corra hacia las montañas donde se reúnen las huestes de los
soldados de la Cruz, al mando de don Pelayo, para hostigar cuanto puedan a los
invasores y trabajar por la libertad de la Patria. (Ver: Virgen de Covadonga)
Muza está en Toledo; conquistada esta ciudad,
pronto el infiel caudillo se hallará delante de nuestros muros; antes de que
esto suceda, antes de que Madrid caiga en sus manos, es preciso que pensemos en
salvar los objetos que nos son más queridos. La Virgen Santísima, a quien tanto
veneramos, que siempre ha sido nuestra abogada y protectora, que siempre ha
oído clemente nuestras preces, no ha de caer en manos de nuestros enemigos, no
hemos de permitir que su preciosa imagen sea profanada por los infieles.
Ocultémosla, mientras peleamos contra ellos, en el cubo de esta muralla
contigua a este santo templo. Si vencemos, todos sabemos dónde la hallaremos
para darle gracias por la victoria, y si, por desgracia, somos vencidos,
líbrese, oculta en la muralla, del furor de los mahometanos».
El pueblo escuchó con religioso silencio la
emocionante plática del anciano sacerdote y quedó aprobada en el mismo instante
su proposición. (La Virgen de Guadalupe fue ocultada por las mismas razones).
Fue bajada la imagen del camarín y conducida en procesión hasta la muralla
donde se le construyó un nicho en el que fue colocada, «dejando dos luces para
que la alumbrasen». Acto seguido, se tapió el nicho y se dejó el muro en la
misma forma que estaba. Más de tres siglos y medio sufrió Madrid, que recibió
el nombre de «Magerit», el yugo de los árabes. No fue sino en el 1085, tres
siglos después de que la Virgen fuese escondida, que llegó el añorado día de la
liberación de «Magerit». Don Alfonso VI de Castilla, llamado «El Bravo»,
reconquistó Toledo, y poco tiempo después el estandarte de Cruz hondeaba sobre
las torres de Madrid.
Don Alfonso en seguida dispuso la purificación del
antiguo templo dedicado a la Virgen María que los infieles habían profanado al
convertirlo en mezquita. Sabedor de que se había ocultado la imagen de la
Virgen para protegerla, mandó realizar pesquisas para averiguar el sitio donde
se encontraba. Pero ya no quedaba nadie que supiese su paradero. Ordenó
entonces Don Alfonso que se hicieran rogativas por espacio de nueve días para
que el Cielo les concediese el tesoro que se hallaba oculto; para que la misma
Virgen María los iluminase y encaminase sus pasos hacia el lugar donde se
encontrara su sagrada imagen.
La Virgen escuchó sus ruegos: el día 9
de noviembre de 1085, último del novenario, organizóse una solemne procesión,
después de la misa celebrada en el templo de Santa María, que recorrió todos
los lugares donde se creyó que pudiera esconderse la imagen de la Señora. Cuentan las crónicas que en
esta procesión iban, además de don Alfonso VI de Castilla, el rey don Sancho de
Aragón y de Navarra, el infante don Fernando y el famoso Cid Campeador, don
Rodrigo Díaz de Vivar.
Al llegar la comitiva al sitio denominado hoy
Cuesta de la Vega, y al pasar por delante de un trozo de la vieja muralla que
por dicha parte de la villa se levantaba, permitió Dios que se produjera uno de
los muchos prodigios con que el Todopoderoso muestra a los mortales su infinito
poder y su bondad sin límites… Ante el asombro de todos los presentes, se
derrumbó por sí mismo el trozo de muralla donde estaba la hornacina en la que
ocultaron la sagrada imagen de María, apareciendo ésta, a la vista de los
fieles, en la misma forma en que fue colocada, incluso con las dos velas
encendidas que, para alumbrarla, habíanla puesto aquellos fervorosos
cristianos, un día del año 712. Habían transcurrido trescientos setenta y tres
años.
Ante el milagro, cayeron todos de rodillas,
prorrumpiendo en exclamaciones de júbilo, y no quedó una persona en la villa
que no pasase por aquel lugar para venerar con respeto filial a la Santísima
Virgen María, que, de modo tan ostensible, había demostrado su amor a los
madrileños. Al otro día fue trasladada la milagrosa imagen con gran pompa a su
primitiva mansión, en cuyo camarín fue colocada con el título de la Virgen de
la Almudena, por haber estado oculta en el lugar llamado por los moros
«Almudín», o depósito del trigo.
Desde entonces la Virgen de la Almudena
es considerada Patrona de Madrid. La iglesia parroquial de Santa María,
venerable por su antigüedad e historia, era un templo mezquino en su forma y
dimensiones, y se asegura que en él se predicó por primera vez el Evangelio en
Madrid. Albergó el culto de la Patrona y tuvo la categoría de catedral, siendo
colegiata de canónigos seglares en tiempos del conquistador, el piadoso rey don
Alfonso VI. Luego pasó a la categoría de parroquia, hasta su demolición, a
fines del año 1870, pasando la milagrosa imagen a la iglesia del Sacramento, de
donde fue trasladada a la cripta de la Catedral. Después pasó al Altar Mayor de
la referida iglesia del Sacramento.
El día 9 de noviembre de 1941,
tras la devastadora Guerra Civil Española, inauguró solemnemente el ilustrísimo
señor Obispo de Madrid-Alcalá, una imagen de la Virgen de la Almudena,
esculpida en piedra, en el mismo sitio de la Cuesta de la Vega donde se supone
que apareció el año 1085. A ambos lados de la hornacina, dos monumentales
faroles de hierro y cristales alumbraban la imagen, en recuerdo de
aquellas milagrosas velas que lucieron durante trescientos setenta y cinco
años, en honor a la Virgen María… El 8 de septiembre de 1945 se otorga a la
Imagen de la Almudena la Medalla de oro de la ciudad de Madrid. El 10 de
noviembre de 1948 se efectúa en la Plaza de la Armería del Palacio Real de
Madrid, la coronación canónica.
El 2 de febrero de 1954 la imagen de la Virgen fue
trasladada desde la Iglesia del Sacramento, a un altar de la Catedral de
Madrid-Alcalá, que por entonces era el Templo de San Isidro. Allí permaneció
hasta junio 1993, en que en una solemne procesión (después de una acertada
restauración de la imagen) fue trasladada a la nueva Catedral de Santa María la
Real de la Almudena, donde desde entonces permanece en un magnifico altar
gótico, en el lado derecho del Altar Mayor. Al día siguiente S. S. Juan Pablo
II consagro la nueva Catedral Metropolitana de Madrid, siendo la única catedral
española consagrada por un pontífice.
HIMNO A NUESTRA SEÑORA DE LA ALMUDENA (F. Palazón)
Salve,
Señora de tez morena
Virgen y Madre del Redentor
Santa
María de la Almudena
Reina del Cielo, Madre de amor.
Santa María de la Almudena,
Reina del Cielo, Madre de amor.
Tú que estuviste
oculta en los muros
de
este querido y viejo Madrid,
hoy resplandeces ante tu pueblo
que te venera
y espera en tí.
Salve, Señora de
tez morena
Virgen
y Madre del Redentor
Santa
María de la Almudena
Reina del Cielo, Madre de amor.
Santa María de la Almudena,
Reina del Cielo, Madre de amor.
Bajo tu manto,
Virgen sencilla,
buscan
tus hijos la protección.
Tú eres patrona de nuestra villa,
Madre amorosa,
Templo de Dios.
Salve, Señora de
tez morena
Virgen
y Madre del Redentor
Santa
María de la Almudena
Reina del Cielo, Madre de amor.
Santa María de la Almudena,
Reina del Cielo, Madre de amor.
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