FRANCISCANOS. HAGIOGRAFÍA.
Uno de
los símbolos con los que se identifica a un Franciscano, es el escudo de la
Orden, el mismo que ha sido difundido por los mismos Frailes como una señal de
su presencia.
Este
consiste en "Los brazos cruzados de Cristo y Francisco" como
expresión del ideal máximo de San Francisco de Asís, quien se puso como meta
"seguir las huellas de Cristo pobre y Crucificado".
El
significado del escudo de los Franciscanos es la conformidad de San Francisco
con Cristo: El crucificado de Gólgota. La difusión del Escudo Franciscano de
los brazos cruzados de Cristo y de San Francisco se lleva a cabo durante el
generalato de Francisco Sanson (1475-1499), quien a través de las muchas obras
de arte que encarga y dona a las iglesias de Asís, Padua, Florencia, Brescia,
etc. , hace que se convierta en el escudo propio de la Orden Franciscana.
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La peculiar
espiritualidad (v. III) de S. Francisco cautivó las voluntades y operó una
honda influencia en los pueblos de la Edad Media. Innumerable multitud de almas
decidieron seguirle como modelo. Entre los testimonios que lo confirman valga
el del obispo Jacobo de Vitry, quien escribía en su Historia Orientalis, en 1221: «De tal manera se han multiplicado en
poco tiempo que no hay Provincia en toda la Cristiandad en la cual no haya
algunos de sus frailes». Aquella influencia f. llegó a todos los rincones.
Incluso, de los claustros monacales salían no pocos para incorporarse a la
nueva Fraternidad.
Pero lo notable de la hagiografía f. ha sido su
exuberante variedad de formas, hasta el punto que el Santoral cristiano ha ido llenando
sus páginas de nombres y de figuras originales, adornados de una santidad de
matices también originales. La Iglesia tiene ratificada oficialmente la
santidad de casi cien santos y admitida la de unos 250 beatos, en proceso de
canonización muchos de ellos.
Figuras
destacadas. El solo nombre de S. Francisco llenaría un periodo. Otros son
S. Antonio de Padua (1195-1231; v.) llamado el santo de todo el mundo y el
santo de los milagros, canonizado a los once meses de su muerte; S.
Buenaventura (1221-74; v.), uno de los más grandes pensadores cristianos; S.
Clara (1194-1253; v.); S. Inés de Asís (1198-1253; v. CLARISAS); S. Bernardino
de Siena (1380-1444, v.), el gran apóstol de Italia; S. Juan de Capistrano
(1385-1456; v.), capitán de los ejércitos cristianos contra los turcos; S.
Coleta (1381-1447; v. CLARISAS), insigne reformadora, canonizada por Pío VII
(24 mayo 1807); S. Pedro Regalado (1390-1456; v.), alma de la Reforma en
España; S. Jacobo de la Marca (13911476), gran predicador, canonizado por
Benedicto XIII (10 dic. 1726); S. Diego de Alcalá (1400-63; v.); S. Ángela de
Merici (1470-1540; v.), insigne fundadora; S. Pedro de Alcántara (1499-1562;
v.), propulsor de una gran corriente de reforma y milagro de penitencia; S.
Félix de Cantalicio (1513-87), canonizado por Clemente XI (22 mayo 1712); S.
Salvador de Horta (1520-67), canonizado por Pío XI (17 abr. 1938); S. Pascual
Bailón (1540-92; v.), nombrado Patrono de las Asociaciones eucarísticas por
León XIII (28 nov. 1897); S. Francisco Solano (1549-1610; v.), uno de los más
grandes misioneros del cristianismo llamado el «Apóstol de Hispanoamérica»; S.
Lorenzo de Brindisi (1559-1619; v.), uno de los hombres de mayor talento en su
siglo, nombrado Doctor de la Iglesia por Juan XXIII (19 nov. 1959); S. Fidel de
Sigmaringa (1577-1622; v.), protomártir de Propaganda Fide (v.); S. Pedro
Bautista, primer embajador del rey de España en el Japón y mártir en 1597,
canonizado junto con sus 25 compañeros por Pío IX (18 jun. 1862); S. José de
Cupertino (1603-63; v.); S. Mariana de Jesús de Paredes (1618-45; v.), llamada
la «Azucena de Quito»; S. Leonardo de Porto Maurizio (1676-1751), misionero
entre los misioneros de su siglo, canonizado por Pío IX (29 jun. 1867); beato
Diego José de Cádiz (1780-1842; v.), misionero que recorrió toda España,
beatificado por León XIII (10 abr. 1894); S. José Benito Cottolengo (1786-1842;
v.); S. Francisca Javiera Cabrini (1850-1917; v.), insigne fundadora y
misionera; beato Contardo Ferrini (1859-1902; v.), terciario y uno de los
mejores profesores universitarios de su tiempo; beata María Asunta (1878-1905),
hija del Instituto de Misioneras Franciscanas de María, muerta santamente en
China y beatificada por Pío XII (7 nov. 1955).
Al lado de estas figuras señeras en santidad debemos
colocar otras pertenecientes a la Tercera Orden de Penitencia. Baste citar los
nombres de S. Fernando, rey de España (1199-1252; v.); S. Isabel, reina de
Hungría (1207-31; v.), S. Luis, rey de Francia (1215-70; v.); S. Zita (1218-78;
v.), patrona del servicio doméstico; S. Margarita de Cortona (1247-97; v.); S.
Isabel, reina de Portugal (1271-1336; v.); beato Raimundo Lulio (12321315; v.);
etc.
En la corta lista que dejamos hecha únicamente
hemos colocado los nombres de los santos que nos han parecido más destacados.
El resto, enmarcados en una casi interminable enumeración de beatos, en curso
de canonización muchos de ellos, iremos colocándolos en los apartados
siguientes de este trabajo, agrupados según las distintas modalidades de
espiritualidad franciscana.
Vía
ordinaria. La forma de vida establecida por S. Francisco para sus
seguidores era, de por sí, un camino perfecto de santidad. Y, siguiéndolo, han
sido muchas las almas que lograron las metas de la perfección. Ya el santo fundador
se vio en sus mismos días rodeado de muchas de tales almas. Destacaremos a los
beatos Cristóbal de Romandíola (1172-1272); Gil de Asís (m. 1262); Bentivoglio
de Bonis (1188-1232); Bienvenido de Gubbio (m. 1232); Peregrino de Falerone (m.
1232); Ricerio de Mucci (m. 1236); Rogerio de Todi (m. 1237). Para ser exactos
sería preciso citar todos aquellos compañeros de S. Francisco cuyos nombres
tienen olor de florecilla, tales como fray León, Bernardo de Quintaval, Rufino,
Junípero, Maseo y otros muchos que no han entrado de forma solemne y oficial en
las páginas del santoral.
En tiempos posteriores siguieron destacando S.
Bienvenido, obispo de Osimo (m. 1282); S. Luis de Anjou, sobrino de S. Luis de
Francia y obispo de Tolosa (127497); Juan de Parma (1209-99); Conrado de Offida
(12411306); Francisco Fabriano (1252-1322); S. Eleazario (1285-1323),
canonizado por Urbano V (15 abr. 1369); Rainerio de Areso (m. 1304); Santos de
Montefabro (1342-90); Gabriel de Ancona (1385-1456); Cristóbal de Milán (1415-85);
Vicente de Áquila (1430-1504); Timoteo de Montecchio (1444-1504); Mateo de
Agrigento (m. 1451), discípulo y preclaro compañero de S. Bernardino de Siena
en su obra de apostolado; Simón de Lipnica (m. 1482); Francisco Calderola (m.
1507); Sebastián de Aparicio (1502-1600), evangelizador de la Nueva España;
Nicolás Factor (1520-83); Bernardo de Offida (1604-94); Bernardo de Corleón
(1605-67); S. Carlos de Sezze (161370), eximio autor de libros de mística,
canonizado por Juan XXIII (12 abr. 1959); S. Pacífico de San Severino
(1653-1721), canonizado por Gregorio XVI (26 mayo 1839); S. Juan José de la
Cruz (1654-1734), canonizado por Gregorio XVI (26 mayo 1839); Crispín de
Viterbo (16681750); S. Ignacio de Láconi (1701-81), canonizado por Pío XII (21
oct. 1951); Félix de Nicosia (1710-81); Gil María de San José (1729-1812); S.
Francisco María de Camporroso (1804-86), canonizado por Juan XXIII (9 dic.
1962); S. Conrado de Parzham (1818-94), canonizado por Pío XI (20 mayo 1934).
Santos
ermitaños. Tal vez ésta haya sido una de las formas de mayor relevancia
dentro de la espiritualidad franciscana. Al menos fue la que abrazó en primer
lugar y luego en forma preferente el santo fundador. Y aquella su predilección
fue secundada por muchas almas que, a lo largo de los siglos, han buscado el
retiro para hallar en él a Dios. Entre los muchos seguidores del santo que han
seguido este género de vida solamente queremos destacar algunos de los
principales: Viridiana de Castelfiorentino (1182-1242), terciaria; Torello de
Poppi (120282), terciario; Bienvenido de Gubbio; Gerardo de Villamagna
(1160-1242), terciario; Vivaldo de San Geminiano (1250-1320), terciario; Juan
de Alvernia (1259-1322); Francisco de Pesaro (1270-1350), terciario; Gerardo de
Lunel (1275-99), terciario; Gandolfo de Binasco (120060); Gerardo Cagnoli
(1268-1343); S. Conrado de Plasencia (1290-1351), terciario canonizado por
Urbano VIII (12 sept. 1625); Guillermo Scicli (1309-1404), terciario; Nicolás
de Forca Palena (1349-1449), terciario y fundador; Antonio de Stroncone
(1381-1461); S. Pedro Regalado; Arcángel de Calatafimo (1390-1460); Vital de
Bastia (m. 1491), terciario; S. Pedro de Alcántara; S. Pacífico de S. Severino;
S. Teófilo de Corte (1676-1740), canonizado por Pío XI (29 jun. 1930); Tomás de
Core (1665-1729).
Santos
mártires y misioneros. El 16 enero. 1220 fueron martirizados en Marruecos,
Berardo, Otón, Pedro, Acursio y Adjuto, canonizados por Sixto IV (14 abr.
1482). En pos de estos protomártires de la Orden franciscana vinieron otros muchos.
En 1227 fueron martirizados en Ceuta, Daniel, Ángel, Donno, Hugolino y Nicolás
a quienes canonizó León X en el año 1516. En 1231 fueron martirizados Juan de
Perusa y Pedro de Sassoferrato y en 1242, Esteban de Narbona y Raimundo de
Carbona; en 1315, el beato Raimundo Lulio; en 1331, Tomás de Tolentino en
China; en 1397, Juan de Cetina y Pedro de Dueñas en Granada; en 1597, S. Pedro
Bautista y sus 25 compañeros en Japón; en 1622, S. Fidel de Sigmaringa; Juan de
Prado en 1631; Agatángelo de Vendome y Casiano de Nantes, misioneros de Egipto
y Siria en 1638; Apolinar Franco y compañeros mártires de Japón en 1632;
Apolinar Posat, Juan Francisco Burté en 1792; Juan de Triora en China en 1816;
Manuel Ruiz, Carmelo Volta, Engelberto Killand, Nicanor Ascanio, Nicolás
Alberca, Pedro Nolasco Soler, Francisco Pinazo y Juan Jacobo Fernández en
Damasco, en 1860. Finalmente tenemos en este mismo s. XX los mártires de China
en 1900, de los cuales 26 han sido beatificados por Pío XII (24 nov. 1946).
Al lado de ellos se desarrolló la vida de otros
a quienes tocó luchar sin el apetecido premio del martirio. Algunos quedan
citados ya atrás. Pero añadiremos algunos más: Andrés de Spello (1194-1252);
Odorico de Pordenone, misionero en Persia, Armenia, Caldea, India, Malabar,
Sumatra, Java, Ceilán, Filipinas, Japón, China, Tartaria y Tibet (1285-1331);
Pedro de Treya (m. 1304); Tomás de Florencia (1370-1447); Antonio de Ferrara,
misionero del Asia (1400-82); Ángel Clavasio (1411-95); Pedro de Moliano
(1420-90); Bernardino de Fossa (1420-1503); Baltasar de Clavasio, apóstol de
Italia (1420-92); Pacífico de Cerano (1424-82); Bernardino de Feltre, uno de
los mayores predicadores de todos los tiempos (1439-94; v.); Benito de Urbino,
compañero durante años de S. Lorenzo de Brindisi (1560-1625; v.); S. José de
Leonisa, salvado milagrosamente del martirio por un ángel (15561612);
Buenaventura de Potenza (1651-1711); Ángel de Acrio (1669-1739).
Santos
terciarios. Entre los terciarios de sangre real ya se ha hecho alusión a
los nombres de S. Fernando de Castilla, S. Luis de Francia, S. Isabel de
Portugal y S. Isabel de Hungría, a los que podemos añadir los de S. Brígida de
Suecia (1302-1373; v.); beato Enrique de Dinamarca (m. 1418); S. Juana de
Valois, reina de Francia (1464-1505), canonizada por Pío XII (28 mayo 1950).
Una de las canteras ricas en santos terciarios
ha sido el sacerdocio secular. En
los mismos días de S. Francisco se cuenta el caso de no pocos sacerdotes que se
acogieron a su espíritu. Entre los que la Iglesia ha considerado dignos de ser
inscritos en el catálogo de los santos baste citar a Bartolomé de San Geminiano
(1222-1300); S. Ivo, abogado de los pobres (1253-1303), canonizado por Clemente
VI (19 mayo 1347), patrono de Bretaña, de los jueces y de los abogados; S. Juan
María Bautista Vianney (1786-1859; v.); S. José Cafasso (1811-60; v.),
canonizado por Pío XII (22 jun. 1947); S. Pío X (1835-1914; v.).
De la Orden
Tercera han brotado otros muchos institutos religiosos. Se destacan los
nombres de algunos de esos fundadores cuya santidad ha sido reconocida: Juan de
Pisa (1353-1433) fundó una cofradía de flagelantes; S. Ángela de Merici fundó
las religiosas Ursulinas de la enseñanza; Hipólito Galantino (1565-1619) fundó
la Asociación de la Doctrina Cristiana de S. Francisco de Asís para niños
pobres; S. María Magdalena Postel (17561846), canonizada por Pío XI (24 mayo
1952), fundó las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia; S.
José Benito Cottolengo fundó el Pío Instituto de la Divina Providencia; S.
María Josefa Rosello (1811-46), canonizada por Pío XII (12 jun. 1949), fundó el
Instituto de Nuestra Señora de la Misericordia para niñas abandonadas; Pedro
Julián Eymard (1811-68; v.) fundó las Siervas del Santísimo; S. Vicenta Gerosa (1784-1847),
canonizada por Pío XII (18 mayo 1950), fundó la Congregación de la Caridad; S.
Francisca Javiera Cabrini fundó el Instituto de Misioneras del Sagrado Corazón
de Jesús. Aparte de los enumerados, existen varios cientos de fundadores o
fundadoras de Congregaciones religiosas terciarias cuya pausa de beatificación
está en fase de tramitación.
Muchos f. de la Tercera Orden secular testimoniaron con su sangre la fe que
profesaban. Así, Raimundo Lulio; Jacobo Castel, muerto en 1304 en defensa de
los pobres; Tomás Moro (1480-1535; v.), muerto en defensa de la fe romana; los
20 terciarios compañeros de S. Pedro Bautista, entre los cuales destaca la nota
infantil de los niños S. Luis Ibaraki, S. Antonio de Nagasaki y S. Pablo
Ibaraki, muertos todos ellos en la Colina Santa de Nagasaki en 1597; los 26
mártires japoneses compañeros de Apolinar Franco en 1632; Severino Girault,
muerto en 1792 con la Revolución francesa. Y modernamente podrían citarse los
mártires terciarios de las persecuciones de China en 1900.
Para completar la lista de terciarios beatos o santos, además de los ya mencionados en otros
apartados, hay que citar los nombres de Luquesio, el primer terciario admitido
por S. Francisco (1181-1241); Novelone de Faenza (1200-80); Humiliana de Cerchi
(1219-46); S. Rosa de Viterbo (1235-52; v.); Juan de Urbino (1240-1304); Juan
de Signa (1244-1307); Ángela de Foligno (1248-1309; v.); Clara de Rímini
(1262-1326); S. Roque (1295-1327; v.), apóstol de los apestados; Micaelina de
Pesaro (130056); Hugolino de Magalotti (m. 1373); Juana María de Maille
(1332-1414); Angelina de Marsciano (1377-1435); S. Francisca Romana (1384-1440;
v.); S. Catalina de Génova (1447-1510; v.), escritora mística; Luisa Alberton¡
(1474-1533); Paula Gámbara Costa (m. 1505); S. Lacinta de Mariscotti
(1583-1640), penitente canonizada por Pío VII (24 mayo 1807); S. María
Francisca (1715-91), canonizada por Pío IX (29 jun. 1867); y S. Benito José de
Labre (1748-84; v.), mendigo errante por amor de Dios.
V. t.: FRANCISCO DE ASÍS, SAN; CLARISAS II;
CAPUCHINOS.
BIBL.: ARTURUS A MONASTERIO, Martyrologium, París 1638, 1653, Venecia 1879, Roma 1939; B. MAZZARA, Leggendario francescano, 12 vol., Venecia 1721-22; P. LEÓN DE CLARY, L'aureola Seraphica, París 1882; ÍD, Vies des Saintes des trois Ordres..., París 1910'; P. L. CHERANCÉ, Nos martyrs, 1789-99, París 1908; P. ANTONIO DE VENECIA, Giardino Seráfico istórico, Venecia 1740; G. DE CóRDOBA, Del solar franciscano, Madrid 1957; L. M. FERNANDEz ESPINOSA, Año seráfico o sea Santoral de la primera orden Franciscana, 2 vol., Barcelona 1932; Bibl. Sanct. (abundante bibl. de cada personaje).
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