jueves, 13 de abril de 2023

 

Miguel Servet,

un intelectual fuera de su tiempo


El filósofo Marian Hillar dice “Servet fue el más radical pensador antiinquisitorial de todos los tiempos”.

Miguel Serveto y Conesa era su auténtico nombre pero también fue llamado Miguel de Villanueva. Nace en Villanueva de Sijena en la provincia de Huesca, el veintinueve de septiembre del año 1509.



Fue hijo de Antón Serveto, noble infanzón y notario del monasterio de Sijena, y su madre era Catalina Conesa, que por línea materna descendía de la familia judeo conversa de los Zapota. Tenía dos hermanos menores, Pedro, quien continuó con la notaría paterna, y Juan, que fue ordenado sacerdote.

La familia Serveto utilizaba un apodo, “Revés”, que es un aparente anagrama de su apellido, cuyo origen podría deberse a que un miembro de una familia de Villanueva, probablemente antigua y distinguida, de apellido Revés emparentase con los Serveto, conservándose así ambos nombres en posteriores generaciones.

Miguel Servet era un joven con dotes sobresalientes para las letras y gran conocedor del latín, griego y hebreo. Miguel abandonó su población de origen para ampliar estudios, quizá en el castillo de Montearagón.

Miguel Servet con diecisiete años se desplaza a la universidad de Toulouse, que era la universidad más moderna en aquellos tiempos históricos. Descubre la teología y se obsesiona con el concepto de la Trinidad como obstáculo para el entendimiento de las tres grandes religiones, cristiana, hebrea y musulmana.

Estudia en profundidad la Biblia y es consciente en que en ningún momento se menciona la Trinidad en ella. Realiza en dicha universidad los estudios de Derecho, donde entra por primera vez en contacto con círculos próximos a la Reforma.

Miguel es aceptado como pupilo por fray Juan de Quintana, que llegaría a ser confesor de Carlos I. Viaja con Quintana por Italia y Alemania como parte del séquito imperial.

Miguel Servet forma parte del séquito que acompañara a Carlos V en su coronación como emperador de Roma. La Corte de Carlos V tenía un marcado carácter humanista y estaba inspirado en Erasmo de Rotterdam y seguía adoleciendo a criterio de Servet de una excesiva adoración por el Papa.

Presencia la coronación de Carlos V como emperador en Bolonia en el año 1530. La opulencia del clero de Roma disgustó profundamente a Miguel Servet y decide trasladarse a Suiza para conocer las propuestas protestantes.

Abandona a su mentor Juan de Quintana e inicia un periplo por varias ciudades de Centroeuropa afines al naciente protestantismo. Establece una relación cada vez más difícil y polémica con algunos líderes reformadores, como Ecolampadio [1] de Basilea, y se dirige más tarde a la ciudad de Estraburgo, donde se relaciona con Bucer [2] y posteriormente va a Hagenaus, ciudad alsaciana entonces perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico.

Publicó, en el año 1531, la obra “De los errores acerca de la Trinidad”, que produjo un gran escándalo entre los reformadores alemanes. Esta obra tampoco fue bien recibida en España. Servet envió una copia al obispo de Zaragoza, quien no tardó en solicitar la intervención de la Inquisición.

Publicó, en el año 1532, “Diálogos sobre la Trinidad”, acompañado de una obra suplementaria, “Sobre la Justicia del Reino de Dios”. Otra obra atribuida a Servet, aunque de datación imprecisa, junto con la “Declaración de Jesucristo Hijo de Dios”, también conocido como “Manuscrito de Stuttgart”.

“De los errores acerca de la Trinidad”

En esta obra, dividida en siete libros o capítulos, Servet argumenta que el dogma de la Trinidad carece de base bíblica, ya que no se halla en las Escrituras, sino que es fruto posterior de elucubraciones de filósofos.

Basándose en abundantes citas de la Biblia, Servet concluye que Jesús es hombre en tanto que nacido de mujer, por más que su nacimiento fuese milagroso. A su vez, Jesús es también hijo de Dios, en tanto que su nacimiento es el fruto de la fecundación de la Virgen María por el Logos divino.

Niega Miguel Servet, que el Hijo sea eterno, ya que fue engendrado como tal en la encarnación, aunque es divino por gracia de Dios, su Padre. Tampoco es, pues, una Persona de la Trinidad, cuya existencia niega vehementemente definiéndola como “tres fantasmas” “Perro Cerbero de tres cabezas”.

Califica a los que creen en tal doctrina como “ateos, es decir, sin Dios” o “triteístas”. A su vez, el Espíritu Santo no sería una tercera Persona trinitaria, sino la fuerza o manifestación del espíritu de Dios tal como actúa en el mundo a través de los hombres.

La casa donde nació en Villanueva de Sijena

“Diálogos sobre la Trinidad”

Es una obra de tamaño y ambición inferiores a “De los errores acerca de la Trinidad”. “Diálogos sobre la Trinidad” está estructurada en dos libros como una conversación ficticia entre dos personajes, Miguel Servet y un tal Petrucho.

Migue Servet escribe para despejar las dudas e inquietudes sembradas por su obra anterior, que a su juicio se deben “a mi propia impericia y a la negligencia del tipógrafo”.

A diferencia de lo afirmado en la anterior obra, Servet dice que Jesús no es solo divino por gracia, sino también por naturaleza, aunque aclara que solo en tanto que participa de la sustancia divina de su Padre.

A su vez, en su parte final, llamado “De la Justicia del Reino de Dios” incluido al final, explica entre otras cosas la complementariedad entre fe y caridad, pues, aunque la justificación del creyente es solo por la fe, la caridad y las buenas obras son encomiables y complacen a Dios, aspecto en el que se diferencia claramente de Lutero y otros reformadores protestantes.

 

Al final, se encuentra uno de los textos por los que Servet es considerado como adalid de la tolerancia y la libertad de conciencia, ya que afirma:

“…. Ni con estos ni con aquellos estoy de acuerdo en todos los puntos, ni tampoco en desacuerdo. Me parece que todos tienen parte de verdad y parte de error y que cada uno ve el error del otro, más nadie el suyo… Fácil sería decidir todas las cuestiones si a todos les estuviera permitido hablar pacíficamente en la iglesia contendiendo en deseo de profetizar”.

Tras una estancia breve en París, donde un encuentro previsto, pero finalmente no efectuado, con Calvino se transformó en el inicio de una relación epistolar entre ambos. Tuvo que huir de París y establecerse con un nombre falso, Michel de Villeneuve. Sin embargo, sus ideas chocan con los protestantes de Basilea, que se niegan a aceptar la negación de la Trinidad.

Decide Servet marchar a la tolerante ciudad de Estrasburgo, donde publicará su primera obra teológica. Servet se encuentra con que es condenado por la iglesia protestante y a la vez perseguido por la Inquisición católica.

Posteriormente llegó a Lyon con una nueva identidad, supuestamente originario de Tudela de Navarra, para evitar las persecuciones de la Inquisición.

Estuvo empleado en una imprenta, primero como corrector de pruebas. Le encargaron la publicación y anotación de “la Geografía” de Claudio Ptolomeo en el año 1535, lo que llevó a cabo dando pruebas de su gran erudición. En Lyon fue la etapa más feliz de su vida.

Conoció al médico Symphorien Champier [3], quien le animó a estudiar medicina y acabó volviendo a París. Por entonces, publicó sobre Medicina un tratado contra el médico alemán Leonhardt Fuchs en la que también atacaba a otros médicos antiarabistas, y poco después también “un tratado sobre el uso de los jarabes”.

En el primero rebate la doctrina luterana de que la salvación se obtenga solo por la fe sin obras, que la escamonea de los griegos era la misma que la de los árabes, y que la sífilis no era la afección llamada lichen o impétigo por los antiguos.

Sin embargo, pronto se encontró en dificultades, puesto que dictó un curso de astrología, en el que defendió la influencia de las estrellas en los eventos futuros, lo cual, junto con un opúsculo en el que describió el uso de jarabes para administrar los remedios de la época, le enfrentó con la comunidad universitaria.

Dejó de nuevo París y residió en diversas localidades de Francia, hasta que en Lyon se encontró con el arzobispo de Vienne del Delfinato, Pedro Palmier, al que había conocido previamente en París. De esta forma entró a su servicio como médico personal en el año 1541.

Servet se dedica a proseguir sus estudios y publicaciones en Vienne de Isére y prepara en secreto la que será su obra cumbre. Prosigue su correspondencia con Calvino, a quien envía una primera versión de su libro, “Restitución del Cristianismo” del año 1546, de carácter fundamentalmente teológico, en espera de sus comentarios.

En este libro demostraba, sobre la base de las Escrituras, que Cristo era solamente humano. El concepto de cristianismo ahí expuesto es cercano al panteísmo. En el libro “Cristo está en todas las cosas. El mundo está lleno con él” se muestra contrario al bautismo de los niños, puesto que el bautismo debe ser un acto maduro y consciente del cristiano, lo que le acerca a las posiciones anabaptista [4].

Sobre la edad adecuada para recibir el bautismo, sugirió seguir el ejemplo de Jesús: “Jesucristo fue él mismo bautizado cerca de los treinta años”.


Escultura de Miguel Servet en el paraninfo de la universidad de Zaragoza

Este libro pasaría a la posteridad por contener en él la primera exposición en el Occidente cristiano de la función de la circulación pulmonar o menor. Para Miguel Servet la sangre es transmitida por la arteria pulmonar a la vena pulmonar por un paso prolongado a través de los pulmones, en cuyo curso se torna de color rojo y se libera “de los vapores fuliginosos por el acto de la espiración”.

Servet sostenía que el alma era una emanación de la Divinidad y que tenía como sede a la sangre. Gracias a la sangre, el alma podía estar diseminada por todo el cuerpo, pudiendo asumir así el hombre su condición divina. Por tanto, los descubrimientos relativos a la circulación de la sangre tenían un impulso más religioso que científico.


De ahí, que la descripción de la circulación pulmonar esté dentro de una obra de teología y no de una de fisiología. Para Servet no había diferencia entre ambos ámbitos, dado que todo obedecía a un mismo gran designio divino.

Calvino le invita y le conmina a leer su propio libro “Institución de la Religión Cristiana”, publicado en el año 1536. Miguel Servet leyó el libro de Calvino e hizo anotaciones muy críticas en los márgenes del libro, devolviéndole la copia corregida, lo que desagradó enormemente al reformador, quien avisó que si Servet ponía los pies en Ginebra “no saldría vivo de ella”.

Miguel Servet escribió “Christianismi Restitutio” que es publicado anónimamente a principios del año 1553, de nuevo produce un gran escándalo. Esta contenía indagaciones sobre medicina, ya que para él la fisiología revelaba la conexión divina del ser humano y decía “quien realmente comprende cómo funciona la respiración del hombre ya ha sentido la respiración de Dios y por tanto salvado su alma”.

Un calvinista de Ginebra escribe a un amigo católico revelándole que el autor del libro es el hereje Miguel Servet, oculto bajo la falsa identidad de Villeneuve.

Se sospecha que detrás de esta denuncia podría estar el propio Calvino, quien había tenido acceso al texto gracias al mismo Servet. La Inquisición de Lyon recibe parte de la correspondencia intercambiada entre ellos, tras lo cual Servet es detenido, interrogado y encarcelado en Vienne. El siete de abril, sin embargo, logra evadirse y el diecisiete de junio es sentenciado a muerte in absentia, siendo quemado en efigie.

MIGUEL SERVET Y LA MEDICINA

Como hemos visto, Miguel Servet se matriculó en la Universidad de París en el año 1537 para estudiar medicina. Allí estudió junto a los grandes médicos de la época, enseñando matemáticas y medicina en la Universidad.


Heredó del famoso anatomista Andrés Vesalio el puesto de ayudante de disección. Vesalio es el padre de la anatomía moderna. En aquellos momentos históricos la medicina seguía dominada por las antiguas enseñanzas del griego Galeno. Empezaron a surgir voces discrepantes con el pensamiento de Galeno, que exigían la necesidad de experimentar.

Vesalio junto a Miguel Servet diseccionó cadáveres y realizó descubrimientos interesantes que no dejaría por escrito hasta tiempos posteriores. Servet fue el primer autor occidental que comprendió la respiración. Primaba en aquellos tiempos la teoría de Galeno, según la cual el aire viajaba al corazón por la vena pulmonar para mezclarse con la sangre, pero después cruzaba de un ventrículo a otro a través de poros para distribuirse por el organismo.

Servet comenzó a ser famoso y descubrió que la oxigenación de la sangre se realizaba en los pulmones y no en el corazón.

Servet propuso en cambio que la arteria pulmonar llevaba la sangre a los pulmones no solo para nutrir estos órganos, sino para recoger el aire a través de capilares, y que después regresaba por la vena pulmonar al corazón. No existía comunicación entre los ventrículos, sino que la sangre pasaba de uno a otro únicamente previa circulación por los pulmones para su aireación.

Miguel Servet cometió el error de unir la medicina con la astrología, lo que provocó que fuera expulsado de la universidad. Creía que todo era un gran designio divino, por lo que dicha descripción, al estar incluida dentro de una obra teológica y no en una de fisiología, no tuvo un gran impacto científico en su momento.

JUICIO EN GINEBRA

Servet, probablemente de camino hacia Italia, hizo escala en Ginebra, donde fue reconocido en la iglesia donde predicaba el propio Calvino el trece de agosto. La ciudad se regía por los principios de la Reforma tal como Calvino los había definido en sus “Ordenanzas eclesiásticas”, basadas en su obra magna, “Institución de la religión cristiana”.


Servet fue detenido y juzgado por herejía, por su negación de la Trinidad y por su defensa del bautismo a la edad adulta.

Servet sufrió grandes penalidades durante su cautiverio, como atestigua su carta al Consejo de Ginebra de quince de septiembre del año 1553. Durante el juicio, sostuvo diversos debates de carácter teológico.

El veintidós de septiembre, Servet escribe una última alegación en la que culpa a Calvino de hacer acusaciones falsas de herejía contra él y solicita que también sea detenido e interrogado como él, y concluye: “Estaré contento de morir si no le convenzo tanto de esto como de otras cosas de que le acuso más abajo. Os pido Justicia, Señores, Justicia, Justicia, Justicia”.

Finalizado el proceso, fueron consultadas las iglesias reformadas de los cantones de Zúrich, Schaffhausen, Berna y Basilea, tras lo cual el acusado fue condenado y sentenciado a morir en la hoguera el veintisiete de octubre del año 1553.

 

En una carta fechada el día anterior, Calvino comentaba a Farel que Servet iba a ser condenado sin discusión y conducido al suplicio, y aseguraba que él había intentado cambiar la forma de su ejecución, aunque inútilmente.

La sentencia dictada en su contra por el Consejo de Ginebra dice:

“Contra Miguel Servet del Reino de Aragón, en España: Porque su libro llama a la Trinidad demonio y monstruo de tres cabezas; porque contraría a las Escrituras decir que Jesús Cristo es un hijo de David; y por decir que el bautismo de los pequeños infantes es una obra de la brujería, y por muchos otro puntos y artículos y execrables blasfemias con las que el libro está así dirigido contra Dios y la sagrada doctrina evangélica, para seducir y defraudar a los pobres ignorantes”.

Por estas razones te condenamos, Miguel Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus día para que quedes como ejemplo para otros que quieran cometer los mismos pecados.

El propio Calvino trató de conmutar su pena por otra más piadosa, la decapitación, el veintisiete de octubre del año 1553, el Tribunal dictó sentencia: “Te condenamos a ser atado y llevado a la colina de Champel. Allí serás atado a una estaca y quemado vivo junto con tus manuscritos y tus libros impresos hasta que tu cuerpo se convierta en cenizas”.

Servet se desplomó, y le gritó:

¡Misericordia, misericordia!
¡Jesús, salva mi alma!
¡Ten piedad de mí!

Servet fue atado a la picota junto con una cadena de hierro donde colgaron sus libros.

A sus pies colocaron leña verde y húmeda para que la pira ardiera más despacio, lo que ha sido interpretado como un gesto de compasión por parte de alguno de sus verdugos. Le colocaron en el cuello una argolla impregnada de azufre para que el humo de la sustancia acelerase su muerte por asfixia

Servet gritó de rabia y miedo cuando la antorcha prendió la leña. La brisa disipó poco a poco el humo de azufre, y el suplicio, que duró más de una hora, terminó con la vida del médico aragonés.

Servet sería quemado una tercera vez en el año 1942 por parte del gobierno colaboracionista de Vichy durante la ocupación nazi de Francia, que consideró que la escultura dedicada a él en Annemasse, junto a Ginebra, era un monumento al pensamiento libre. La estatua fue retirada y fundida al fuego. Se restituyó en el año 1960.

Independientemente de la importancia de sus descubrimientos fisiológicos o de su labor como polemista religioso, los sucesos que acarrearon el juicio y muerte de Miguel Servet se han considerado como punto de arranque de la discusión que condujo al reconocimiento de la libertad de pensamiento y de expresión de las ideas.

Asimismo, las iglesias unitarias, surgidas de los movimientos antitrinitarios del siglo xvi y posteriores, consideran a Servet su pionero y primer mártir.

La ejecución de Servet escandalizó a muchos pensadores de toda Europa, principalmente en el ámbito protestante, que se oponían a que se matara a las personas por razones de fe.

Estatua de Miguel Servet maniatado a la estaca de la hoguera, en la plaza Aspirant Dunand de París

El anabaptista David Joris escribió, por ejemplo, que “la verdadera iglesia no es la que persigue, sino la perseguida”. David Joris falleció en el año 1556, tres años después se descubrió su teología anabaptista y su defensa secreta de Servet, por lo que su cuerpo fue exhumado y quemado en Basilea por los protestantes.

Destaca particularmente la defensa de Servet que realizó Sebastián Castellion que dijo: “Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un hombre”.

La filósofa y teóloga. Marian Millar decía: “Miguel Servet fue uno de los primeros pensadores cristianos de los tiempos modernos que abogó por el derecho de cada individuo a seguir su propia conciencia y expresar sus propias convicciones. Fue el primero en expresar la idea de que era un crimen perseguir y matar por las ideas”.


Desde mediados del siglo XIX y principios del XX, Servet comenzó a ser reivindicado por partidarios del librepensamiento, que veían en su ejecución una prueba de los peligros que conlleva el fanatismo religioso, aunque a menudo como resultado de un análisis superficial y sin tener en cuenta la obra y conceptos teológicos del propio Servet.

Marian Hillar, estudioso polaco-norteamericano de la obra de Servet, hizo la siguiente evaluación sobre el impacto perdurable que tuvo la ejecución del erudito español: “Fue el punto de inflexión en la ideología y mentalidad dominantes desde el siglo IV d. C.…Históricamente hablando, con la muerte de Servet, la libertad de conciencia acabó convirtiéndose en un derecho civil en la sociedad”.


CONCLUSIÓN

Miguel Servet participó en la reforma protestante y desarrolló una cristología contraria a la Trinidad. Repudiado tanto por los católicos como por los protestantes, fue arrestado en la ciudad de Ginebra, sometido a juicio y condenado a morir en la hoguera por orden del Consejo de la ciudad y las iglesias Reformadas de los cantones, cuando en ella predominaba la influencia de Juan Calvino.

La muerte en la hoguera ha sido un método popular de ejecución en la historia de la humanidad, por lo que el caso del español Miguel Servet no sería inusual más allá de lo destacado del personaje, descubridor de la circulación sanguínea pulmonar. Servet fue tan perseguido por sus ideas.

«Cada cual es como Dios lo ha hecho, pero llega a ser como él mismo se hace» 
Miguel Servet


BIBLIOGRAFÍA

Alcalá, A. “Los dos grandes legados de Servet: el radicalismo como método intelectual y el derecho a la libertad de conciencia”. 2003. Turia. Teruel.
Barón, José. “Miguel Servet: Su vida y su obra”. 1989. Austral. Madrid.
Gómez Rabal, Ana. “Vida de Miguel Servet”. 2003. Turia. Teruel.
Gracia, Diego. “Servet, médico”. 2003. Turia. Teruel.
Martínez Laínez, F. (2003). “Miguel Servet: Historia de un fugitivo”. 2003. Temas de Hoy.
Palacios Sánchez, Juan Manuel. “A propósito del lugar de nacimiento y origen familiar de Miguel Servet”. 1979. Instituto de Estudios Altoaragoneses. Huesca.
Servet, Miguel. “Escritos médicos: Apología contra Leonhart Fuchs. Doctrina completa de los jarabes. Introducción, edición crítica, traducción y notas a cargo de Mª Teresa Santamaría Hernández”. 2011. Universidad de Castilla-La Mancha. Cuenca.


[1] Fue un reformador religioso suizo-alemán, cuyo verdadero nombre era Hussgen o Heussgen. Después cambió su nombre por Hausschein (que significa “faro”) y luego a su equivalente en griego Œcolampadius. No fue un gran teólogo como Lutero, Zuinglio o Juan Calvino, aunque sí fue un líder religioso confiable. Junto con Zuinglio representó a Suiza en la Disputa de Marburgo. Sus posturas sobre la Eucaristía sostenían la interpretación alegórica sobre la interpretación literal de la palabra “cuerpo”, así como la participación de los creyentes en el sacramento más por la salvación de otros que por la propia, aunque luego enfatizó esto como uno de los significados de la gracia en la vida cristiana.
[2] Fue un teólogo alemán involucrado en la Reforma protestante en Estrasburgo y que influyó en las doctrinas y prácticas luteranas, calvinistas y anglicanas. Originalmente era miembro de la Orden de Predicadores, pero después de conocer a Martín Lutero en 1518 hizo arreglos para anular sus votos monásticos. Seguido a esto, comenzó a trabajar para la Reforma con el apoyo de Franz von Sickingen, caballero del Sacro Imperio.
[3] Doctor en medicina de Montpellier, aunque también estudió en la Universidad de París, fue el primer médico del duque de Lorena. Después de algunos años en Italia, Suiza, Lorena y el norte de Francia, fijó su residencia en Lyon. Cultivó el arte de la medicina junto a François Rabelais, creando entre ellos el Colegio de médicos de Lyon. Inspiró e impulsó a Miguel Servet para que se dedicara a la medicina.
[4] Dicho nombre les fue impuesto a los anabaptistas por sus detractores, pues los primeros consideran inválido el bautismo infantil. Los anabaptistas abogan por el bautismo de creyentes adultos (de acuerdo con su interpretación de Marcos 16:16), pues por una parte consideran que los niños son salvos (según Mateo 18:2-4), y por otra parte consideran el bautismo como símbolo de fe, la cual no manifiesta un bebé.

 

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