Isidro Fabela:
Humanismo y antiimperialismo
Introducción
Este
documento tiene el propósito de presentar la ideología de Isidro Fabela como
pensador latinoamericano del siglo XX ante la condición humana. Encontramos que
en su carácter de revolucionario, político, diplomático, gobernante y escritor,
destaca un pensamiento humanista y profundo, cuyo eje central es la oposición
al imperialismo especialmente norteamericano y su hilo conductor la justicia
social. En este sentido, es tarea de las ciencias sociales y humanas, rescatar
su ideología, analizando sus documentos, literarios, periodísticos, jurídicos y
diplomáticos.
Para tal fin
en este estudio se manifiesta parte del análisis que Fabela hace de las
relaciones entre los Estados Unidos y los países latinoamericanos. En estas
relaciones juega un papel de primer orden la penetración imperialista en
América Latina. Por lo tanto, los problemas a los que se pretende dar respuesta
son fundamentalmente dos, primero, ¿dónde radica el humanismo del autor?,
segundo, ¿cuál es la concepción del imperialismo de Isidro Fabela?
En virtud de
que el autor no realiza propiamente una labor de teorización sobre los aspectos
mencionados, es necesario explorar en su obra para rescatar la esencia de su
ideología.
El área de
conocimiento en que se ubica este análisis es el de la filosofía política; que
considera entre sus objetivos más importantes; plantear las condiciones de una
sociedad justa, por lo tanto, hace énfasis en la ruptura entre el orden
existente y el orden al que se aspira. En general esta disciplina se encarga de
reflexionar sobre los grandes objetivos de la humanidad; como la libertad, el
gobierno, y los lineamientos de la justicia social.
En la primera
parte se presenta la postura de Fabela, en los puestos públicos que desempeñó y
en los que destaca un pensamiento humanista, tanto en el discurso como en la
acción.
La segunda
parte hace referencia a la concepción de Fabela sobre el imperialismo, que se
plantea con base en el análisis del intervencionismo político, militar y
financiero de los Estados Unidos en los países latinoamericanos, justificada
con la llamada política panamericanista, cuya aplicación se manifiesta en
países de América como México, Centroamérica y las Antillas, ante los cuales se
manifiesta su postura contra las imposiciones del intervencionismo extranjero.
Ante el
fenómeno imperialista la respuesta del autor; consiste en la búsqueda de la
unidad nacional y latinoamericana que él denomina Hispanoamericanismo, como
defensa de los pueblos latinoamericano ante el poder extranjero. Considera que
sólo existen dos alternativas: aceptar el panamericanismo (América para los
norteamericanos) o establecer el hispanoamericanismo o latinoamericanismo
(América para los latinoamericanos).
Finalmente la
importancia de esta investigación radica en conocer y difundir la ideología de
Fabela, nada lejana del contexto latinoamericano actual. Así como sustentar la
hipótesis principal del proyecto de investigación internacional: el
pensamiento latinoamericano del siglo xx ante la condición humana:
Los más
valiosos representantes de la producción intelectual latinoamericana del siglo
XX han dado continuidad y enriquecido la tendencia humanista y desalienadora
que ha caracterizado en general a la historia del pensamiento en Latinoamérica,
manifestada por múltiples vías de expresión cultural y en especial a través de
la práctica educativa, política e intelectual.
Seguimos en
el empeño de rescatar al ser humano, al sujeto objetualizado por el
imperialismo cultural, socio-económico y político; en una palabra, empeñados en
reflexionar sobre su libertad. Al respecto, las palabras de Fabela son
estimulantes cuando señala: “La libertad no es un regalo que se obtiene al
azar, es una meta que se conquista (Colín, 1946: 149).
Isidro
Fabela humanismo y acción
Si partimos
de que a los seres humanos se les conoce por sus acciones y sus virtudes y
sometemos a esta premisa los hechos que protagonizó Fabela, estaremos en posición
de comprender la congruencia entre la palabra y el acto, entre el discurso y la
práctica, con base en el testimonio de la historia.
Fabela el
revolucionario
Hacia 1910,
Fabela se une al movimiento revolucionario maderista, a través del Club Liberal
Progresista y del Ateneo de la Juventud, que fue cuna de filósofos,
comentaristas, juristas y poetas, quienes esencialmente se pronunciaron contra
el positivismo, reaccionando contra los efectos del desarrollo capitalista en
México. Los ateneístas representaron un papel considerable en el desarrollo de
la burguesía nacional, aunque su meta no era tanto el desarrollo político sino
cultural. Algunos nombres distinguidos de quienes lo integraron son: Antonio
Caso, Pablo Henríquez Ureña, José Vasconcelos e Isidro Fabela.
Durante la
Decena Trágica, donde son asesinados el Presidente y Vicepresidente Madero y
Pino Suárez. Considerando que el Gobierno de Huerta era de usurpación, se une
al grupo liberador e insta a sus compañeros de Legislatura “a que no den con su
presencia en la Cámara, apariencia de legalidad al gobierno de Huerta y los
invita a incorporarse con el defensor de la Constitución Venustiano Carranza” (Ibíd.:
25).
Fabela
convencido de los derechos de libertad y justicia, se adhiere al movimiento
obrero, cuyo desarrollo fue facilitado por la Revolución y el triunfo
maderista. Así en 1911 se efectuó en la cuidad de México la primera
manifestación del primero de mayo y en 1912 se fundó la Casa del Obrero
Mundial. Sus dirigentes eran en gran parte anarquistas, sin embargo, en las
numerosas conferencias organizadas por la Casa tomaban parte no pocos
intelectuales liberales.
El primero de
mayo de 1913, Fabela como vocero de la Casa del Obrero Mundial pronuncia un
discurso, en algunos de cuyos párrafos se puede destacar su humanismo:
Ellos, los
trabajadores, son los que concurren con sus manos incansables a la eterna
algarada del mundo; ellos son los productores pacientes y constantes de la
riqueza, ellos son los que agotando su juventud viven laborando la felicidad
ajena.
Ellos
construyen palacios que adornan los bulevares para ostentación de los ricos,
ellos fabrican los carruajes que se deslizan por las brillantes avenidas, donde
los burgueses se abandonan al amor y placidez, víctimas de su aburrida pereza,
ellos son los que llevan el confort a los salones, la elegancia a los atavíos,
la suntuosidad a los banquetes, el esplendor a los teatros y el lujo a las
mansiones regias.
Ellos son lo
que tienen que acatar en el taller, tantas veces en silencio el vocablo altisonante
de los patrones que tienen bajo su férula el estómago de los obreros. (Guillén,
1985: 15).
Fabela el
diplomatico
Un hecho
sobresaliente durante su gestión como secretario de Relaciones Exteriores se
advierte cuando los norteamericanos ocuparon el Puerto de Veracruz para
castigar a Huerta. Fabela exige con diplomacia la desocupación de este Puerto
señalando que la ofensa no es a Huerta sino al pueblo mexicano y no acepta
ninguna condición del invasor.
Fabela se
niega, en nombre de México a aceptar cualquier clase de condiciones que
pretendían imponer los invasores para dejar su presa, porque esas condiciones
como condonación de impuestos y salvaguardia de determinadas personas,
afectarían la soberanía interior de la República (Tejera, 1957: 24).
La actitud de
Fabela ante este asunto fue recordar a los Estados Unidos los sentimientos de
amistad, apoyo y solidaridad que habían manifestado hacia México en reiteradas
ocasiones. Por fin el 23 de septiembre de 1914, los norteamericanos desocuparon
el Puerto de Veracruz, sin lesionar los intereses de México.
Cuando la
guerra mundial se encontraba en plena efervescencia Fabela fungía como Enviado
Extraordinario y Ministerio Plenipotenciario de México en Europa;
México se declaró en estricta neutralidad.
Fabela supo
penetrar en la sensibilidad de las Repúblicas sudamericanas, regidas en su
mayoría por gobiernos oligárquicos sujetos al imperialismo, propagando en su
política exterior la Doctrina Carranza, que en su contenido señala:
Todos los Estados son iguales ante el Derecho ningún país tiene derecho
a intervenir en los asuntos internos o externos de otros; nacionales o
extranjeros deben ser iguales ante la soberanía del Estado en que se
encuentren; la diplomacia debe velar por los interese generales de la civilización
pero no debe servir para la protección de intereses particulares (Fabela, 1920:
10).
En su
obra Los Estados Unidos contra la libertad, manifiesta sus
objeciones hacia el imperialismo; refiriéndose concretamente a la intervención
norteamericana en Cuba, Panamá, Filipinas, Nicaragua y Santo Domingo. En la que
expresa:
Los Estados Unidos, cuna de libertades son hoy -1918- una de las
naciones más imperialistas del mundo. En contra del parecer de una gran masa de
ciudadanos estadounidenses, antiimperialistas sinceros, se ha realizado este
cambio porque las palabras de muchos representantes de este gran pueblo
norteamericano, son palabras libertarias, pero sus hechos son liberticidas (Ibíd.:
21).
Cuando
Carranza fue asesinado, su sustituto se dirigió a Fabela para comunicarle que
debía obedecer sus órdenes, a lo cual éste le contestó: “Es usted un soldado
rebelde que ha hecho con el presidente Carranza lo mismo que hiciera el traidor
Huerta con el presidente Madero. Absténgase de darme órdenes que no acataré”
(Tejera, 1957: 220).
Fabela si
bien renunció al cargo de Ministro Plenipotenciario de México ante el gobierno
alemán, siguió trabajando contra el imperialismo a través de la pluma,
publicando la revista Acción Iberoamericana, que pugnaba por
combatir las tiranías y propiciar la unidad latinoamericana. En uno de sus
artículos suscribe:
Mientras en un congreso panamericano no se discuta y se resuelva en qué
consiste y qué pretende la mal llamada doctrina Monroe, ésta seguirá siendo lo
que ha sido, un úkase obstruso, elástico y peligroso para la
América Hispana, porque entraña una intimidación para Europa y una protección
forzosa para nosotros que jamás pedimos, que cuando hemos pedido o solicitado,
no ha venido en nuestra ayuda (Loc. cit.).
Como Representante
de México en la Liga de la Naciones, concretamente en el caso de España,
apoya al Presidente Constitucional Manuel Azaña contra las agresiones de Hitler
y Mussolini. Protesta enérgicamente por la invasión japonesa a China; defiende
el caso de Etiopía, cuando los polacos pretendían que se le expulsara de la
Liga de la Naciones. Da a México la distinción de haber sido el único país que
defendió Austria cuando fue ocupada por los nazis. Ante este último hecho
Fabela dirigió una nota al Secretario General de la Sociedad de las Naciones
que contenía lo siguiente:
En virtud de la supresión de Austria como territorio independiente por
obra de una intervención militar extranjera y teniendo en cuenta que hasta la
presente fecha no ha sido convocado el Consejo de la Liga de las Naciones para
los efectos del artículo diez del Pacto que establece la obligación de
representar y mantener contra toda agresión exterior la integridad territorial
e independencia política de todos los miembros por instrucciones del Gobierno
Mexicano declaro… Austria ha dejado de existir como Estado independiente por
obra de una agresión extranjera que viola flagrantemente nuestro Pacto así como
los Tratados de Versalles y San Germán que consagran la
independencia de Austria como inalienable (Ibíd.: 228).
A su regreso
a México, Fabela es reconocido por la labor realizada en al Liga de la
Naciones.
Posteriormente
representa a México ante la Organización Internacional del Trabajo, y poco más
tarde es nombrado Presidente de la Primera Conferencia del Caribe que
tuvo lugar en Haití. Los Gobiernos de Cuba y Haití, lo designan para elaborar
el proyecto de reglamento de dicha conferencia y el discurso de apertura en el
que señala: “Honremos la amistad internacional haciéndola oportuna, pues así
como la justicia administrativa a destiempo no es justicia, así la amistad
tardía deja de serlo” (Colín, 1946: 31).
El reglamento
que elaboró fue aprobado por todos los representantes de la Conferencia, pero
no sucedió lo mismo con el Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos,
quien negó su aprobación, hasta no ser presentado a la Unión Panamericana, ante
este hecho Fabela señaló que dicha Unión no tenía que inmiscuirse en la Conferencia
del Caribe, pues con ello se coartaba la libertad de los pueblos latinoamericanos.
Cuando se le pidió que rectificara su conducta, el internaconalista contestó:
La Conferencia ya terminó, siendo yo el que pronunció el último
discurso, en nombre de todos los Delegados Centroamericanos; para agradecer al
Gobierno de Haití su hospitalidad durante la Conferencia. Por lo demás no estoy
dispuesto a hacer declaraciones contrarias a la protesta que ya hice en contra
del Gobierno Norteamericano por haber hecho fracasar la Conferencia. Sírvase
decirme si está de acuerdo con la política que he seguido aquí, a fin de tomar
en consecuencia la resolución que corresponde a mi responsabilidad histórica (Ibíd.:
33).
Fabela
gobernante
En 1942 por
condiciones históricas específicas, la Legislatura Local designó a Fabela
Gobernador Interino del Estado de México; su período gubernamental se
caracterizó por una administración y una política que sentaron las bases para
el crecimiento económico de la entidad (Colín, 1962: 56).
Sin embargo,
no olvidó que en una sociedad que pretende ser justa; humanismo y educación son
conceptos inseparables, en este sentido Fabela, empieza por otorgar al
magisterio mejores salarios y la oportunidad de superarse, al fundar la Escuela
Normal para Maestros no Titulados. Asimismo impulsó la Campaña de
Alfabetización.
En 1943
Fabela presenta a la XXXVI Legislatura un proyecto de Ley que fue aprobado y en
el se concedía al Instituto Científico y Literario hoy Universidad Autónoma del
Estado de México, su plena autonomía. Fabela expresó:
Inspiró el proyecto del gobierno la convicción que sustentamos de que
sólo al amparo de la libertad es posible que la cultura nazca, se desarrolle y
progrese, y por eso quisimos consagrar en forma de Ley esa autonomía para que
sus efectos sean firmes y perdurables (Ibíd.: 44).
Fabela señala
que fue anhelo desde su juventud independizar esta institución del Gobierno
para entregarla a sus propios méritos.
Su convicción
humanista lo conduce a interesarse por difundir el arte y la cultura y funda en
Toluca e1 Museo de Arte Popular, el de Pintura Colonial y el de la Charrería,
el monumento que encierra las ruinas de la casa en que nació Sor Juana Inés de
la Cruz en San Miguel Nepantla. Hizo inscribir en los frontispicios de algunas
escuelas, monumentos y edificios públicos, los nombres de hombres ilustres
como: José María Velasco, José Antonio Alzate, Justo Sierra, Antonio Caso, Juan
de Dios Peza, Manuel Gutiérrez Nájera, del intelectual de la Revolución
Mexicana Luis Cabrera y del expresidente Venustiano Carranza.
Al despedirse
de sus colaboradores, en 1945 Fabela expresa:
Cuando fui atacado dura e impíamente y lo fui muchas veces, jamás pensé
en corresponder a la injuria con la injuria, a la violencia con la violencia,
porque así hubiera encadenado uno con otro los actos violentos, violando la Ley
y manchándome de sangre las manos; y no eso no podía hacerlo; pues como dije en
Atlacomulco, yo salgo de aquí, amigos míos, sin una gota de sangre en mis manos
y sin un peso mal habido en mis bolsillos.
¿Cómo no había yo de proceder así con limpia conducta y con fe ciega en
mí mismo si había recibido las enseñanzas de Madero para amar la libertad? ¿Y
cómo no había yo de proceder así si mi mejor maestro en la vida pública, me
enseñó a amar a la patria a su manera y su manera de amar a la patria era
excelsa? (Ibíd.: 55-56).
Fabela el
escritor
La obra
literaria de Fabela se ubica en las modalidades de la literatura hispánica
denominadas regionalismo y costumbrismo, muestra de ello, es su primer libro de
cuentos, en el que se encuentra su escrito En el establo con el que
obtuvo el primer lugar de los Cuentos regionales en 1906.
Sin duda, el
juicio de escritores y humanistas reconocidos nos habla de su calidad. Antonio
Caso decía refiriéndose a él: “Pocas veces el hombre pensante ve unidas a las
cualidades inherentes al pensamiento, las cualidades activas del político: la
acción apasionada (los hechos) en casi perfecto paralelismo y congruencia con
la serena reflexión (las ideas)” (Colín, 1946: 15).Con relación a otros de sus
textos, Amado Nervo expresaba: “He leído La Tristeza del amo, con
creciente atención, complaciéndome en el ambiente mexicano que satura muchas de
sus páginas y que ha hecho revivir en mi memoria bondades de recuerdos amables”
(Ibíd.: 172).
Los
temas centrales que en los escritos de Fabela, giraron en torno a principios
humanistas: libertad, justicia social, explotación del hombre por el hombre,
respeto al derecho ajeno y superación y unificación de su raza. Su obra está
presente y abierta, especialmente para el contexto latinoamericano. Ermilo Abreu
Gómez comentaba sobre Fabela: “Es, en efecto, mejor escritor de lo que la gente
supone, en sus escritos el estilo se desliza manso y ceñido al propósito de su
materia. Nunca el estilo se desmaya ni se alza hacia lugares impropios. Allá
está en su lugar. Parece que la palabra es siempre la justa, la pertinente es
siempre aquella que dice exactamente lo que su autor quiere decir” (Ibíd.:
169).
Fabela
sostiene que el idioma es el vínculo que más une a los hombres entre sí; los
acerca, los junta, los hermana. Los pueblos que hablan la misma lengua se
sienten atraídos unos a otros, porque el habla es esencia del espíritu, es su
irradiación, es “su verbo”, según lo sostuvo en su intervención en el Primer
Congreso de Academias (México, 1951).
Concepción
antiimperialista
Aludir a los
conceptos antiimperialistas de Isidro Fabela, es reflexionar y repensar sobre
las relaciones de México con Estados Unidos; nuestra vecindad con ellos, puede
calificarse de Buena y mala vecindad como lo señala el autor
en su obra del mismo nombre. Por eso es importante para las ciencias sociales y
humanas reconocer la obra de Fabela como testimonio fehaciente de las
relaciones Estados Unidos-América Latina. Al respecto es importante manifestar
lo que ha señalado Krauze: Lo que estaba en juego no era sólo un problema de
interés académico, sino la suerte de veinticuatro millones de mexicanos que
viven “del otro lado” (nueve de ellos nacidos en México) y de cinco millones de
hogares que dependen de sus millonarias remesas (Krauze, 2003).
La
complejidad de los vínculos de México con la mega-potencia como
la llama Vargas Llosa, nos lleva más que hablar de vecindad, a hablar de
interconexión; de compenetración, puesto que nuestras relaciones con ella son
económicas y empresariales, políticas y diplomáticas, sociales y demográficas.
Sin olvidar que el imperialismo cultural norteamericano permea día con día las
diferentes esferas sociales de nuestro país.
Panamericanismo
e hispanoamericanismo
La obra de
Fabela corresponde a un determinado momento histórico, sin embargo sigue viva;
puesto que la hegemonía imperial a través de la globalización, fenómeno
económico, político y social bueno y malo como seguramente la calificaría
Fabela, sigue lesionando los intereses de los “otros” en tanto que promueve el
libre intercambio de bienes, pero impide el libre intercambio de personas,
refiriéndonos al trato deshumanizado de nuestros vecinos hacia los inmigrantes
mexicanos.
En su tiempo
Fabela expresa que América Latina ha sido uno de los puntos claves de la
expansión política y económica de los Estados Unidos, desde el siglo pasado.
Esa expresión se ha llevado a cabo en etapas, por vías diplomáticas, militares,
comerciales, financieras y culturales. Es decir, el país del norte es uno de
los representantes más característicos del imperialismo que es concebido como
“... un sistema político-económico de relaciones de dominación, que implica
principalmente el excedente económico producido por los pueblos dependientes”
(Ianni, 1981: 95).
Siguiendo
esta línea Fabela explica que los Estados Unidos se han constituido en dueños
de la América Central, dominan política y financieramente a Nicaragua, se
apoderaron del canal de Panamá, para mantener su hegemonía total en
Centroamérica y el Caribe. Dominan Honduras, Costa Rica y Guatemala a través de
la diplomacia del dólar, conquistaron por las armas a República Dominicana y
Haití, la soberanía mexicana fue quebrantada por ellos en varias ocasiones.
Fabela señala: “¿En qué consiste el imperialismo? Sencillamente en dominar o
conquistar. Dominar a los gobiernos por medio de sus agentes comerciales, de
sus agentes de prensa; a los congresos y a los presidentes; y a
veces también a los magistrados que imparten justicia, pero principalmente por
la infiltración de préstamos más o menos forzados, de lo cual se encarga
la Dollar Diplomacy” (Fabela, 1958: 85) que “consiste en
prestar por las buenas o por las malas, para cobrar por las malas o por las
buenas, pero en todo caso con réditos acumuladas” (Loc. cit.).
Principalmente
esta política fue usada en Santo Domingo en 1905, en Panamá en 1902, en la
guerra hispano-norteamericana para ayudar a Cuba a obtener su independencia y
en todos los países que dependen económicamente de la gran potencia.
Todo lo
anterior se realizaba, bajo la “protectora” doctrina de Monroe y en función del
panamericanismo, que paradójicamente era símbolo de fraternidad continental,
pero que no sirvió más que para tener sometidas a las naciones pobres. Escribe el autor:
Nuestro ideal es el Hispanoamericanismo en contraposición al
panamericanismo, pues lo declaramos francamente, la política panamericanista
nada práctico ha realizado en nuestro beneficio y sí en cambio, con sus
reclamos nutridos y ampulosos de mutua y cariñosa estima, ha hecho creer a
muchos que la unión panamericana de Washington y los Congresos panamericanos
son la expresión genuina de una fraternidad continental que no existe (Ibíd.:
150).
El
panamericanismo es un concepto forjado en Estados Unidos en 1889, que resultó
de la llamada Conferencia Internacional Americana, la prensa adoptó el término
Pan América cuando se refería a dicha reunión, posteriormente la Conferencia
pasó a llamarse “Panamericana”. La IV Conferencia se celebró en Buenos Aires y
se le dio el nombre de “Unión Panamericana” a la oficina instalada en
Washington como resultado de la 1ª Conferencia. El 14 de abril de 1890 se
aprobó la creación de la “Oficina Comercial y las Repúblicas Americanas” con
tal motivo el mencionado día se ha consagrado como el “Día de las Américas”.
Para Ardao,
el movimiento panamericanista tuvo como origen las perentorias necesidades
comerciales de los Estados Unidos, que sentían la urgencia de vender el
excedente de sus productos en mercados exteriores: esa política en una
modalidad nueva, era la que creían especialmente necesaria las fuerzas
industriales y financieras del país; para llevarla a cabo, el programa
principalmente comercial con que desde el principio fue presentado el congreso
hemisférico venía a ofrecer el instrumento ideal (Zea, 1986: 159).
La unión
panamericana era manejada por el Secretario de Estado James G. Blaine,
considerado como padre del panamericanismo, quien “con toda asiduidad cimentó
una alianza corrompida entre política y negocios... los negocios dirigían la
política, y la política era una rama de los negocios” (Ibíd.: 159).
Fabela
comenta que las Conferencias Panamericanas con su estéril historia han sido
inútiles respecto al fin inicial que perseguían, “no toleran abordar
precisamente los problemas políticos y palpitantes de nuestra América, ni
cualquier asunto que en lo más mínimo moleste a las tendencias políticas de
Washington” (Fabela, 1958: 151).
Ante
estos hechos, Fabela y otros hispanoamericanistas fundaron en México una
Asociación Internacional con la que, ramificándose en todas las repúblicas
hermanas, trabajaron en común en la llamada “Acción Iberoamericana”, por el
engrandecimiento de la raza y para establecer una defensa colectiva ante el
poder yanqui. Esta unión hoy es recordada en el “Día de la Raza”. Acción Iberoamericana,
“rechaza en absoluto la doctrina de Monroe, y trabajará, dice Fabela -porque
las juventudes hispanoamericanas la desestimen y la proscriban de su ideología
internacional, porque ella no existe para nuestro beneficio sino para nuestro
daño” (Ibíd.: 158).
El
autor es partidario de buscar la forma de unir a las repúblicas de habla
hispana alienadas por el imperialismo norteamericano, si están unidas por el
mismo mal sería prudente estrechar esa relación para encontrar puntos de apoyo
válidos y enfrentarse al enemigo común. “Después de cien años queremos reanimar
el empeño de Bolívar: Constituir una saciedad de naciones hermanas, separadas
por ahora en el ejercicio de su soberanía y por el curso de los acontecimientos
humanos, pero unidas, fuertes y poderosas para sostenerse contra las agresiones
del poder extranjero” (Ibíd.: 150), piensa que la salvación de los
pueblos hispanoamericanos es formar una liga de naciones, sólidamente
estructurada, que proporcione impulso a los intereses comunes de los Estados
Americanos.
En
consecuencia “Acción Iberoamericana” se encaminó a manifestar la inutilidad de
las Conferencias Panamericanas y de la Pan-American Union propone que “dichas
asambleas sean sustituidas por Congresos Hispanoamericanos de historia, de política,
de educación, de trabajo, de comunicaciones, de comercio, de vinculación
espiritual, en la seguridad de que ellos darán positivo provecho a las
sociedades de ese gran Estado hispanoamericano que soñó el genio incomparable
de Bolívar” (Loc. cit.).
Fabela
utiliza el concepto de hispanoamericanismo para hablar de la unidad de una gran
patria que comprende a los pueblos americanos conquistados por España y
Portugal, de aquí, la denominación de “Acción Iberoamericana”, a su empeño por
combatir el panamericanismo. Se inclina también por el término
latinoamericanismo, ya que desde sus orígenes se utilizó en contraposición a la
política panamericanista. Torres Caicedo comenta: Congresos para la Unión
Latinoamericana, todos los que se quiera: la idea de Unión será un día un hecho
histórico; pero que esos Congresos tengan lugar en el territorio
latinoamericano, a fin de buscar los medios de resistir, de unirnos y de hacer
frente a todos aquellos europeos y africanos que tengan la pretensión de
subyugarnos (Zea, 1986: 170).
Panamericanismo
y conquista
Los Estados
Unidos con maquiavélica diplomacia en los Congresos Panamericanos han sabido
soslayar las cuestiones políticas centrales, girando todo en torno de problemas
secundarios. La crítica que presenta Fabela reprueba esta situación y plantea
la cuestión. ¿El panamericanismo debe ser reemplazado por el
latinoamericanismo? La América Latina ha perdido varias de sus unidades y está
expuesta a perder otras más si una acción conjunta e inmediata de todos sus
Gobiernos no lo impide. Todos lo sabemos pero parece que todos lo olvidamos
(Fabela, 1958: 170).
El criterio
de Fabela es perseguir una unión latinoamericana sólida; cimentada en
circunstancias semejantes como: la raza, el lenguaje, la educación y las
costumbres, que constituyan la defensa de nuestra identidad El ejemplo de
Puerto Rico es ilustrativo cuando se proscribió el castellano como lengua
oficial.
A partir de
1933, la nueva modalidad del panamericanismo fue la política del Buen
Vecino, puesta en práctica por Franklin D. Roosevelt; con ella se quiso
fortalecer el panamericanismo decadente, si bien no se logró este objetivo,
señala Bayhaut, “por lo menos se evitaron las intervenciones y se procuró
mejorar el nivel de las relaciones interamericanas. Precisamente en la época de
Roosevelt, México bajo la presidencia de Cárdenas, nacionalizó el petróleo y,
pese a las presiones ejercidas, pudo salir adelante” (Beyhaut, 1985: 169). Al
respecto dice Fabela, la Dollar Diplomacy fue proscrita para
sustituirse por la del Buen Vecino, “que se instauró en forma
elocuente y práctica retirando las tropas yanquis de ocupación que todavía
intervenían en algunas de nuestras Repúblicas; devolviendo a Cuba la Isla de
Pinos y la Bahía de Guantánamo y derogando la Enmienda Platt” (Fabela, 1958:
60).
Sin
embargo, no se aseguraba que el dominio de los Estados Unidos hubiera
disminuido, “sino que se manifiesta aquí y allá, no en la forma grosera y
ostensible de antaño, sino con otra apariencia, mejorada en la forma, pero
vigente siempre y manifestada en sus reales propósitos cada vez que así
conviene a los designios políticos de la Casa Blanca... El imperialismo
norteamericano está en pie pues el guante blanco disimula el guante de hierro,
no lo suprime” (Loc. cit.).
Hispanoamericanismo
contra panamericanismo
La serie de
intervenciones de los Estados Unidos en los países latinoamericanos dieron
lugar, a que Fabela escribiera artículos en relación a la actitud
que asumió este país frente a la tesis panamericanista y la doctrina de Monroe,
basándose en los sucesos que se llevaron a cabo en países como Nicaragua,
República Dominicana y otros más. En atención a ello, propone que sean
resueltos en los Congresos Panamericanos cuestiones como las siguientes:
·
Primero.- ¿Es
compatible el panamericanismo con las intervenciones efectuadas por los Estados
Unidos en algunas naciones del continente?.
·
Segundo.-
¿Cuál es la definición de la doctrina de Monroe y cuál es su enlace?
·
Tercero.- ¿La
doctrina Monroe conviene y obliga a los latinoamericanos?
·
Cuarto.- El
panamericanismo debe subsistir o debe ser reemplazado por el
latinoamericanismo?
·
Quinto.-
Frente a una probable denegación de justicia de los Estados Unidos respecto a
las naciones fraternas que tiene sojuzgadas, ¿cuál debe ser la actitud de
Iberoamérica? (Ibíd.: 168).
Manifiesta:
es a los delegados latinoamericanos a quienes toca denunciar los atentados del
panamericanismo, defender a los pueblos que se encuentran intervenidos por la
Unión Americana en nombre del panamericanismo que ha resultado incompatible con
la soberanía de los Estados latinoamericanos.
En su
artículo El hispanoamericanismo con las alas rotas, sugiere a los
delegados y gobiernos latinoamericanos lo que podrían hacer para dar vigencia
al hispanoamericano tomando como ejemplo el caso de Nicaragua en 1917.
Primero: Los
congresos de todos los países latinoamericanos deberían declarar ante el mundo
que la intervención de los Estados Unidos en Nicaragua es contraria a la
fraternidad continental, proclamada por el panamericanismo.
Segundo: Los
Gobiernos sudamericanos, para dar pruebas de respeto a la justicia
internacional, deberían reconocer inmediatamente al Gobierno Constitucional del
Presidente Sacasa. Así desaprobarían la conducta de Washington, que para
favorecer la diplomacia del dólar reconoció a un llamado gobierno espurio y
venal.
Tercero: La
Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, especialmente son los países de más
influencia internacional, deben hacer suya la causa de Nicaragua. ¿De qué
manera?, protestando por la intervención armada en un país hermano: invocando
reglas elementales de Derecho Internacional, contrarias a la intervención de
todo Estado soberano por pequeño y débil que sea (Ibíd.: 174).
Prácticamente
la tesis unionista de Fabela es formar una Confederación Hispanoamericana, en
la que se finquen los cimientos que integren las secciones diseminadas de
América.
Es importante
señalar que el panamericanismo hizo crisis desde el primer cuarto del siglo XX,
la quinta y última conferencia panamericana celebrada en Santiago de Chile, dio
muestras de la ausencia de varios países entre ellos México. Para Gómez Robledo
“La verdadera crisis del panamericanismo se planteó propiamente en la histórica
conferencia de La Habana (1928), pues allí por primera vez pudo discutirse el
principio sin el cual el panamericanismo no sería sino un mero nombre, o peor
aún, una realidad ominosa, es decir, el principio de no intervención” (Zea,
1986: 167).
El
panamericanismo se desprestigiaba en el seno de las propias conferencias
panamericanas, nunca logró crear la unidad ideal del conjunto de las naciones
del hemisferio americano porque no nació con ese espíritu. El proceso de crisis
del concepto panamericanismo se ha dado también dentro del pensamiento crítico
de América Latina.
Fabela
sugiere que sean los países más representativos de Hispanoamérica los que se
avoquen a protestar con energía, apoyándose en el derecho internacional,
invocando sus elementales reglas. Propone un hispanoamericanismo auténtico que
constituya una base sólida contra el imperialismo.
Respecto a
México Fabela expresa:
La salvación de nuestro porvenir está en la libertad económica y
política de México. Primero la económica porque si el extranjero lograra
dominar con su capital nuestros intereses financieros, nuestras industrias,
nuestras riquezas naturales, como lo desea ávidamente, entonces nuestra
libertad política sería un mito y nuestra independencia exterior se presentaría
en quiebra ante el acreedor omnipotente (Fabela, 1958: 327).
Fabela
rechaza el capitalismo imperialista pero no se pronuncia partidario del
comunismo: “no por sus principios, sino por sus procedimientos de dominio que
han arrebatado su independencia a varios países por el aislamiento en que los
tiene y por una violencia inexcusable que ha llegado hasta el terror” (Loc.
cit.).
La propuesta
del autor para lograr la libertad de Latinoamérica es concreta: formar un haz
compacto de todas las naciones que por su raza, lengua, costumbres y
tradiciones se unan para hacer frente al expansionismo, intervencionismo y acciones
imperialistas de los países extranjeros.
Consideración
final
La pregunta
que surge es ¿qué importancia revisten los conceptos de Isidro Fabela ante las
relaciones bilaterales Estados Unidos-América Latina?
En principio,
los conceptos y la postura que sostuvo Fabela, ante los conflictos domésticos y
de política exterior de los pueblos latinoamericanos la mayoría de las veces
acrecentados por el intervencionismo norteamericano, es hoy de primera
importancia porque forma parte de los antecedentes históricos de la hegemonía
de la llamada mega-potencia.
Por otra
parte, la perspectiva fabeliana de unión e integración de América Latina es hoy
por hoy, una vía que no se ha soslayado, aunque sí ha sido mediatizada. Sin
embargo, la situación es evidente: convivimos y conviviremos con nuestro
poderoso vecino y el mejor camino para hacerlo es como lo sostiene Fabela a
través de la diplomacia; en este sentido no sólo debemos analizar cómo son
nuestras relaciones con el gobierno de Washington, sino reflexionar cómo
deseamos que sean; para lo cual es indispensable mantenerlas en el centro del
debate.
Para
algunos analistas el papel de México es clave, puesto que la frontera entre
este país y Estados Unidos, es también la frontera entre Estados Unidos y
América Latina. Por lo tanto, entre más estrechemos nuestra relación con otras
países, más fuerza tendremos. Dice Fuentes: “Hemos jugado una carta solitaria
que ha sido muy resentida, por los demás latinoamericanos, pero es hora de
mirar al sur” (Fuentes, 2003).
Por lo
tanto la problemática que trató Fabela sigue teniendo importancia de primer
orden. Hoy podemos decir que se traduce en combate al narcotráfico, tratados
comerciales, acuerdos respecto a energéticos y de manera especial inmigración.
Al
respecto, es importante tener presente que ante los desafíos y oportunidades de
América Latina en sus relaciones con Estados Unidos, hace falta liderazgo,
visión y compromiso.
Asimismo, la
unión de países latinoamericanos se ha dejado de nombrar hispanoamericanismos,
pero se habla de la integración países latinoamericanos, así como de la
construcción de una Comunidad Económica de América Latina. En las cumbres de
países latinoamericanos, como la reciente Celebrada en Perú, subyace el sentido
de esa identidad que representa la unida del ser de Latinoamérica; respetando
las diferencias que guarda cada pueblo, pero salvaguardando sus semejanzas que
indudablemente son más.
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Indirecta
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- Zea,
L. (1986). América Latina en sus ideas. Siglo XXI Editores.
México.
*La versión impresa apareció en el libro: Alberto
Saladino García (compilador), Humanismo mexicano del siglo XX, Toluca,
Universidad Autónoma del Estado de México, 2004, Tomo I, págs. 199-219.
Graciela Vélez Bautista
Universidad Autónoma del Estado de México
Julio 2006
https://www.ensayistas.org/critica/generales/C-H/mexico/fabela.htm
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