Las cinco oraciones islámicas diarias (ṣalawāt) en las fuentes latinas medievales
Los autores medievales1 que hacen referencias al islam, casi siempre para
la refutación, reconocían unos mínimos puntos en común con la doctrina
cristiana1. Los musulmanes, a los que casi siempre referían como
«sarracenos», fueron primeramente considerados herejes y, más tarde, desde
mediados del siglo xii,
infieles. Las diferencias doctrinales entre ambas religiones descansaban, pues,
en análisis de tipo teológico a los que sólo alcanzaban un reducido número de
lectores. Sin embargo, para cualquiera, aun siendo analfabeto, las diferencias
entre cristianos y sarracenos se reconocían plausiblemente por medio de la
percepción de los diversos modos litúrgicos, es decir, por la percepción de una
gestualidad diferente en las veneraciones, celebraciones y oraciones. Frente al
discurso intelectual de la teología, restringido a unos pocos, las diferencias
entre las religiones eran comprendidas por la mayoría, aun de manera sesgada, a
través de la observación de los rituales. En suma, para la mayoría el rito
marca la diferencia entre confesiones o religiones de manera mucho más
plausible que los análisis producidos en los textos o los discursos, para los
que se requiere una cierta predisposición, atención y tiempo.
2Como ocurriría con otros
ritos, la celebración de las cinco oraciones islámicas (ṣalawāt) ponía de manifiesto,
ante cristianos de toda condición social y nivel cultural, que el islam usaba
de costumbres muy distintas de las del cristianismo, y, por reducción, que el
islam era otra religión (secta) diferente a la
cristiana. Lo más señalado no es, pues, sólo la diferencia en el modo de
practicar la oración, sino también el hecho de que esta diferencia se percibía
cotidiana y públicamente. Ante el ritual islámico, el creyente cristiano,
dispuesto a la denostación del islam, podía constatar al menos cinco veces al
día sus diferencias con aquel otro al que solía referir como sarraceno o, algo
más tarde, como moro. ¿Qué información ofrecen las fuentes latinas medievales
al respecto de las oraciones litúrgicas de los sarracenos? Veamos, cuanto menos,
algunos ejemplos, después de hacer una breve presentación de la ṣalāt y del modo de
celebración de este ritual islámico.
El ritual: explicación de
las cinco imprecaciones u oraciones diarias
3No puede olvidarse que
el pronunciamiento de las oraciones rituales diarias (ṣalawāt) es el segundo de los
cinco pilares del islam. Este pilar: «significa la sumisión del creyente ante
Dios y sirve como evidencia pública de la adhesión del creyente al islam2». Desde el principio hay que distinguir las oraciones
rituales (ṣalawāt), celebración que forma parte de las obligaciones del
musulmán y que está regulada por ley y por tradición3, de otros tipos de plegarias, como las de petición (du‘ā’), la rememoración de
los nombres divinos (ḏikr) o de otros tipos de letanías (awrād, sing. wird)4. Las palabras derivadas de la raíz *ṣlw, de la que
procede ṣalāt (de origen siriaco ṣelōtā, adoptada en árabe en
época preislámica5) aparecen 83 veces en el Corán, con la
significación de «azalá», «bendición», «oración» y «plegaria»6.
4La sinceridad del
pronunciamiento de las oraciones requiere olvidar todo aquello que no es Dios,
y conlleva la humildad, la inclinación y la genuflexión ante la potestad divina
y su compasión infinita, por lo tanto, debidamente orientada hacia La Meca.
Para ellas, el cuerpo debe estar preparado mediante una purificación, que
implica el ritual de alcance de la pureza legal mediante la ablución (ṭahāra), que puede hacerse
parcial (wuḍū’) o total (gusl)7. Para que la oración esté correctamente pronunciada,
además de la disposición, el orante debe formular el takbīr que consiste en
repetir la fórmula Allāhu akbar («Dios es el más
grande»), y la profesión de fe (šahāda) «No hay más dios que
Dios y Muḥammad es su Profeta»,
además de efectuar repetidamente el conjunto de posturas litúrgicas
(genuflexiones, inclinaciones y salutaciones: rak‘a,
pl. rak‘āt)8. La sura I del Corán (al-fātiḥa) puede pronunciarse a
cada rak‘a9.
5A diferencia de
cualquier otra plegaria personal o invocación no sometida a ningún ritual
especial, las cinco oraciones canónicas (ṣalāt, pl. ṣalawāt), que deben efectuarse
en público o en privado, aportan homogeneidad y uniformidad a la liturgia, que
pasa a ser comunitaria y universal, puesto que deben efectuarla todos los
creyentes. El islam consigue ser dirariamente, pues, «un conjunto humano,
unificado y solidario en la adoración del mismo Dios10», a las mismas horas, en todo lugar, con el cuerpo
purificado y con una intención (niyya, es decir, una
predisposición anterior a la plegaria) y fervor idénticos.
6Por lo tanto, el estudio
de la oración diaria debe ponerse en relación con la llamada a la oración, las
abluciones previas que permiten la purificación, la orientación de la plegaria
y el pronunciamiento de las oraciones y fórmulas de imprecación divina y de
profesión de fe.
Las cinco oraciones canónicas diarias
7La fijación de los
horarios para las oraciones litúrgicas viene dada por las tradiciones jurídicas
a partir del siglo iii/ix, aunque se aprecian varios matices de
diferencia entre las diversas escuelas, de acuerdo con las interpretaciones del
Corán y de los hadices11, en cuanto a lo esencial de la misma, su
institucionalización (es decir, los orígenes), su carácter obligatorio, su
pronunciamiento en lengua árabe, el llamamiento a la oración, las
genuflexiones, la importancia de la plegaria común, el imán (imām), la vocalización de la
oración (ŷahr) o su silencio y la calma o estado espiritual (ṭumā’nīna)12.
8En resumen, las cinco
oraciones canónicas del día son las siguientes:
1.
— al principio de
la noche (ṣalāt al-‘išā’). Es de 4 rak‘āt. Requiere la
pronunciación de la fātiḥa y del Corán en voz
alta (ŷahr). Por ejemplo, la hora
para el miércoles 24 de marzo de 2010 (8rabī‘ II 1431) en
Barcelona es a las 20h3713;
2.
— oración de la mañana (ṣalāt al-ṣubḥ) o del alba (ṣalāt al-faŷr). Es de 2rak‘āt. Requiere la
pronunciación de la fātiḥa y del Corán en voz
alta (ŷahr). Para el
miércoles 24 de marzo de 2010 (8 rabī‘ II 1431) en
Barcelona, a las 6h47;
3.
— al mediodía, en el momento en que el sol inicia la
declinación de su zénit (ṣalāt al-ẓuhr): esta segunda plegaria el viernes adquiere un sentido
comunitario y tiene carácter de oficio solemne. Es de 4 rak‘āt. Requiere la pronunciación
de la fātiḥa y del Corán en voz baja. Para el
miércoles 24 de marzo de 2010 (8 rabī‘ II 1431) en
Barcelona, a las 12h58;
4.
— en medio de la tarde (ṣalāt al-‘aṣr). Es de 4 rak‘āt. Requiere la
pronunciación de la fātiḥa y del Corán en voz
baja. Para el miércoles 24 de marzo de 2010 (8 rabī‘ II 1431) en
Barcelona, a las 16h27.
5.
— en el crepúsculo (ṣalāt al-magrib). Es de 3 rak‘āt. Requiere la
pronunciación de la fātiḥa y del Corán en voz
alta (ŷahr). Para el miércoles
24 de marzo de 2010 (8 rabī‘ II 1431) en
Barcelona, a las 19h15.
9Los chiítas concentran
las cinco oraciones en tres momentos del día: la del mediodía y la de la tarde
se rezan juntas, y también las del crepúsculo y la de la noche. Según la
tradición, el Profeta consideraba lícita esta práctica14.
Las oraciones litúrgicas musulmanas en la tradición latina
10Esta liturgia de las
oraciones es antropológicamente comparable a la regularidad y ordenación de
culto a la que tienden las religiones por medio de la fijación de los tiempos y
de los modos de oración. Así, el judaísmo rabínico, en el interior de toda
una liturgia principalmente sinagogal, ya comportaba tres plegarias cotidianas
que el fiel debía pronunciar, aunque fuera en soledad: al alba (šaḥarit), al medio día (minḥāh) y por la tarde (arvit)15. La regularización de la oración en la vida monástica
cristiana hace una función semejante: así, puede percibirse, en la regula
monachorum de San Benito16, en donde queda regulada la oración de noche durante el
invierno y el verano (cap. viii: de
officiis diuinis in noctibus; cap. ix: quanti psalmi dicendi sunt
nocturnis horis; cap. x: qualiter
aestatis tempore agatur nocturna laus), durante el día (cap. xiii: priuatis
diebus qualiter agantur matutini), cuántos salmos hay que
pronunciar durante las horas litúrgicas del día (cap. xvii: quot psalmi
per easdem horas canendi sunt), la actitud durante la salmodia
(cap. xix: de
disciplina psallendi), etc.17.
11Como veremos en este
panorama sobre las fuentes medievales, la tradición latina cristiana llegó a
manejar con cierto detalle de información lo referente a las oraciones
litúrgicas islámicas. Las alusiones que se encuentran, sobre todo a partir del
siglo xii, suelen referirse a
las oraciones islámicas con cierta aprobación, aunque no faltarán
malversaciones en la presentación de la información sobre esta liturgia
musulmana. Así, por ejemplo, una fuente relativamente temprana pero
extraordinariamente bien informada sobre las oraciones islámicas se encuentra
en la traducción latina de las cartas de al-Kindī, aparecidas en latín a mediados del siglo xii:
[Oraciones y liturgia de la
oración] Por este motivo te insto a hacer cinco oraciones, y quien las cumpla
no saldrá defraudado de su petición ni habrá de tener miedo de ningún daño y
será digno de elogio tanto en este mundo como en el futuro18.
12En esta, como en otras
referencias, el alto grado de objetividad en la información se explica por la
influencia directa de fuentes árabes, es decir, por ser textos latinos que
traducen fuentes islámicas de forma directa. No obstante, quizá debemos esperar
al racionalismo que aplican Pedro Alfonso y el corpus
islamolatinum (a. 1142-1143)19 para encontrar este grado de objetividad sobre el
islam, aunque en fuentes anteriores tampoco faltan referencias que provienen
del mundo árabe, entonces casi siempre malversadas. Así en el Tultusceptru
de libro domini Metobii (ms. del siglo xi):
Y le impuso el nombre
[de Mohomad] aquel ángel que se presentó a él, y
le comenzó a decir que crean que «Allah es grande, Allah es grande, oración
sobre Él [?], y Mohamet es su profeta». Aquel monje [Mahoma] no sabía que
invocaba a los diablos, porque cada invocación «Allah es grande» es el demonio,
ya que su corazón había sido corrompido por el inmundo espíritu, y había dejado
en el olvido las palabras que el Señor le había dicho a través de su doctor20.
13Autores posteriores al
siglo xii, sobre todo
aquellos que tienen contacto directo con el islam, como Ramon Llull (véase
pp. 45-53 de este volumen) o Riccoldo da Montecroce, serán capaces de
reconocer muy positivamente la devoción que aplican los sarracenos en sus
oraciones. Así, por ejemplo, Riccoldo en el Itinerarium,
es capaz de recopilar una serie de aspectos positivos que primero recoge a modo
de índice y que luego ampliará en su tratado Itinerarium:
[2] Obras de la perfección de
los sarracenos: referiremos brevemente algunas obras de perfección de los
sarracenos más bien destinadas a la confusión de los cristianos que a la
inclinación de los sarracenos. ¿Quién no se sorprenderá si considera
adecuadamente cuán grande es la entrega de aquellos sarracenos al estudio, su
devoción en la oración, su misericordia con los pobres, su reverencia al nombre
de Dios y a los profetas y lugares santos, su rigor en las costumbres, su
afabilidad con los extraños, la concordia y amor hacia los suyos?
[4]
En cuanto a la oración que hacen, ¿qué puedo decir? Tanta es la preocupación
por la oración y tanta su devoción que quedé sorpendido cuando pude verlo y
comprobarlo por mi propia experiencia. Yo estuve durante tres meses y medio
continuamente con los camelleros de los sarracenos en el desierto de Arabia y
de los Persas, y jamás, por ninguna obligación ni por ninguna contravenencia,
dejaron los árabes camelleros de averiguar a qué horas debían orar, ni de día
ni de noche, por la mañana y por la tarde. Alcanzan tanta devoción en la
oración que lo dejan todo por completo y algunos de ellos cambian de repente el
color natural de su cara por otro pajizo, parecen poseídos y algunos caen,
otros saltan, cambian la voz y dejan caer la cabeza, de manera que algunos
parecen poseídos y otros alienados. En la oración observan una limpieza de
cuerpo tal, que no osan rezar si primero no han lavado sus nalgas y zonas
pudendas, después las manos, la cara y, por último, las plantas de los pies, y
así rezan21.
14Como era de esperar,
visto el tono general de la literatura de refutación del islam, las oraciones,
así como la obligación de la limosna, aparecen con un cierto reconocimiento positivo,
en medio, eso sí, de una mezcla que resulta monstruosa de interpretaciones
desviadas de la tradición judeocrisitiana y de lo que se consideraba propio de
la idiosincrasia de los árabes. Así, por ejemplo, en Pedro el Venerable:
Además, [Mahoma] obligó
a hacerse la circuncisión, como la que fue aceptada por Ismael, padre de aquel
pueblo. Sobre todo ello, aflojó los frenos de la gula y del deseo para poder,
con más facilidad, incitar a su favor los sentimientos carnales de los hombres.
Él mismo, teniendo dieciocho mujeres a la vez y pervirtiendo a las mujeres de
muchos otros como si le viniera dado por orden divina [por ejemplo, Corán,
XXXIII, 37, sobre Zaynab], aumentó el número de perdidos como si siguiera el
ejemplo profético. Y, para no ser considerado completamente deshonesto,
establece la obligación de la limosna y de hacer algunas obras de misericordia,
y elogia las oraciones. Así, resultando por ello monstruoso, junta «a la cabeza
de un hombre el cuello de un caballo y las plumas» de las aves, como dice aquel
[Horacio, Poetica, vv. 1-5]22.
La Llamada a la oración
De acuerdo con la tesis
de Norman Daniel23, la combinación de información sobre el islam de manera
básicamente correcta con su presentación de denostación es el tono común en las
fuentes latinas: también ocurre esto en cuanto al tema de las oraciones de los
musulmanes. Así, por ejemplo, en referencia al tema del ejercicio de la oración24, si, por un lado, Marcos de Toledo atribuye en el
prólogo a su traducción latina del Corán (ca. 1210) a Muḥammad la imposición de
las doctrinas islámicas25, por otro lado ésta está bien referida:
Les exhortó a orar en el
templo o en casa cinco veces al día, pero ordenó que se purificaran con agua
antes de entrar en el templo. […]. Les convenció y exhortó a que fueran hasta
La Meca para la oración26.
16En el mismo prólogo,
Marcos de Toledo, con un lenguaje ciertamente violento, narra cómo ha devenido
en territorio hispánico de manera intolerable la suplantación de las iglesias
por mezquitas, y la sustitución de los santos oficios con el llamamiento con la
campana por el ruido ensordecedor de los llamamientos a la oración con prophana
preconia27:
Sus secuaces, a través
de la traición, ocuparon estas tierras de Hispania, y allí donde antes
numerosos sacerdotes daban divino obsequio a Dios, ahora hombres criminales
consagran súplicas exsecrables a Mahoma; y las iglesias que antaño habían sido
consagradas por manos de los obispos, ahora se han convertido en templos
profanos. […] Porque ciertamente en los lugares donde los pontífices ofrecían
los santos oficios a Jesucristo, ahora se exhalta el nombre del pseudoprofeta,
y en las torres de las iglesias en las que antes consolaban las campanas, ahora
profanas proclamas ensordecen los oídos de los fieles28.
Genuflexiones, prosternaciones (Rak‘āt) y la orientación de la oración
17Quiero resaltar las
alusiones a las genuflexiones y prosternaciones con el análisis de un ejemplo
que me parece especialmente significativo, pues no siempre ha sido bien
interpretado. Me refiero al sarraceno que abre el Libro IV del Llibre
del gentil e dels tres savis de Ramon Llull29:
Con lo sarraý viu
que ora e tems era que ell parlás, adoncs se·n aná a la
ffont e llavá·s ses mans, e sa cara, e ses
oreilles, e son nas, e sa boca; e
enaprés se llavá sos peus e alcuns altres locs de sa perssona, a
signifficanssa de l’original peccat e de nedeetat de coratje. Enaprés estés
son capsó en la terra, e ajenolá·s .iii. vegades, posant
son cab en terra e besant la terra, e levant son cor e ses mans
e sos ulls al cel, dient aquestes paraules. |
Cum Saracenus
uidit quod tempus erat et hora quod ipse loqueretur, tunc
ipse uadit ad fontem et lauat suas manus et faciem et aures, nasum
atque os; post modum abluit suos pedes atque aliqua membra alia
sui corporis in significatione originalis peccati et munditiae sui cordis.
Post hoc autem, extenso in solo capite, flexis
genibus, osculans terram, in ipsa tribus uicibus
posuit suum caput, et erigens ad coelum suum cor, suas
manus atque oculos, protulit ista uerba. |
18Los comentarios de
Norman Daniel30 al respecto resultan bastante acertados, aunque
pueden ser corregidos, sobre todo en cuanto a la genuflexión. En su
conclusión sobre este pasaje, quizá exagerada, señala:
El beso [besant
la terra], la frente, y no la boca [son capsó en
la terra], toca en tierra, las manos y los ojos elevados hacia el
cielo [levant son cor e ses mans e sos ulls al cel]
constituyen una interpretación puramente cristiana dada al ritual por el
observador cristiano: no hay nada de islámico31.
19Creemos que no es
correcto. La expresión extenso in solo capite (catalán
«estés son capsó en la terra») no puede
querer decir que «extiende su cabeza en el suelo», tal como N. Daniel y
otros han interpretado32. El capite (caput,
catalán capsó) de este lugar no es la «cabeza» del
sarraceno, sino la tela que utilizan los musulmanes liada a la cabeza, tela que
utilizan de forma varia, tanto como abrigo para la cabeza, como manta de viaje,
o como tapiz para practicar la oración, incluso como casco en la guerrra, como
puede verse en el Tirant lo Blanc33. Es lo que define Du Cange34: «Capitis tegumen, pileus,
Gallico: Bonnet». Por ejemplo, en el epílogo del
Libro III, aparece este «capçó», que fue
traducido en latín como panno, sobre el que no
hay dudas35. En el pasaje del Libro IV, la misma palabra
catalana capsó ha sido correctamente traducida
por caput, aunque ciertos testimonios
manuscritos corrigen por mantili.
20Por lo tanto, lo que
hace el sarraceno del Libro del gentil no
es «extender su cabeza en el suelo», como han dicho, sino «extender su manta en
el suelo», para poder celebrar el ritual de la oración.
21No creo, por otra parte,
que sea necesario interpretar la expresión erigens ad
coelum suum cor, suas manus atque oculos como
una forma incorrecta de orientación de la oración, no hacia la Ka‘ba,
sino hacia el cielo. Quizá sea aplicar sobre el texto demasiado rigor.
Efectivamente, la orientación de la oración hacia la qibla (la Ka‘ba de
La Meca) no es completamente ignorado por la tradición latina. En la Chronica
mendosa, Robert de Ketton traduce correctamente del árabe el
momento en el que el Profeta Muḥammad corrige, por ordenación divina, la orientación de
las oraciones hacia La Meca, y no hacia Jerusalén, como estaba haciendo:
Allí [en Yatrib],
reunido durante 17 meses con una muchedumbre de hombres buenos
convertidos por él, dedicó sus oraciones no hacia otros lugares que hacia el
centro de Jerusalem. Pero entonces, una vez recriminado por Dios mismo, dirigía
en sus oraciones su cara hacia la Ka‘ba36.
22Esta información, como
suele ocurrir con la que transmite la Chronica mendosa, puede
corroborarse por algunos hadices de la tradición islámica. Así, por ejemplo:
Sa‘īd b. al-Musayyib
explica: «A su llegada a Medina, el Enviado de Dios hizo la plegaria durante
dieciséis meses dirigiendo su cara hacia Jerusalén, pero dos meses antes del
día de Badr, la qibla fue
orientada hacia [la Ka‘ba]»37.
23La Chronica
mendosa transmite que quien fijó el pronunciamiento de las
oraciones en los templos y la lectura del Corán durante el mes de ramadán fue
el segundo califa, ‘Umar:
Éste [‘Umar] mandó
primero hacer oraciones en determinados templos durante el mes de ramadán, y
ordenó que durante el mes completo se leyera el Corán completo38.
24Pero, finalmente, en el
mismo Ramon Llull hay constancia de la correcta orientación del orante
musulmán. Ocurre, sin embargo, que, tal como se corresponde con la
tradición de al-Andalus, éste dirige sus oraciones hacia el sur, y no hacia el
este (que es la dirección de La Meca desde cualquier lugar de la Península
Ibérica). En el Llibre del gentil e dels tres savis39 aparece así:
Dix lo sarraý al
gentil: |
Inquit Saracenus
gentili: |
«Nos creem que con l’ome es mort e
es soterrat, que .ii. angels de Deu li demanen .v. coses, so
es a saber: (1) qui es Deu; (2) sa lig de
qui es; (3) qual es sa lig; (4) si Mafumet es
proffeta; (5) si Meca es a migjorn. E si Deus li dona la
gracia que respona que (1) Deus es son creador; e
que (2) sa lig es de Deu; e que (3) sa
lig es l’Alcorá; e que (4) Maffumet es
misatge de Deu; e qe (5) atorch que Meca es
a migjorn». |
«Nos credimus quod, cum
homo moritur et sepelitur, duo angeli Dei sibi quinque faciunt
quaestiones, uidelicet (1) quid est Deus;
(2) de quo est sua lex; (3) quae est sua lex;
(4) si Machometus est propheta; (5) si Meca est in
meridie. Et si Deus sibi dat gratiam respondendi quod (1) Deus
est suus creator; et quod (2) sua lex est de
Deo; et quod (3) sua lex est Alcora; et
quod (4) Machometus est Dei nuntius et propheta; et
quod (5) concedit Mecam in meridie situari». |
25Esta referencia sobre la
orientación de la oración hacia el sur (meridies, migjorn)
documentaría, al menos teóricamente, la naturaleza hispánica de la información
en las fuentes latinas, como ocurre también en el Pseudo
Turpin: faciem tenens versus meridiem («orientando
la cara hacia el sur»); y en Jacques de Vitry:
Y como los cristianos suelen
rezar hacia el este y los judíos hacia el oeste, éste [Muḥammad], no queriendo ser
acusado de imitador de los demás, de manera que su autoridad prevaleciera de
manera única también sobre los demás, halló una nueva forma de rezar, esto es:
hacia el sur40.
26Texto este último que
parece haber servido de fuente para el epítome de Iacopo da Varazze sobre Magumethi en
su Legenda Aurea:
El mencionado Sergio,
como era monje, quiso que los Sarracenos usaran el hábito monacal, es decir, la
túnica sin capucha, y que, como los monjes, hicieran muchas y secuenciadas
genuflexiones, y que rezaran muy ordenadamente. Y, puesto que los judíos
rezaban hacia el oeste y los cristianos hacia el este, quiso que los suyos
rezaran hacia el sur41.
La tradición del establecimiento en cinco de las
oraciones diarias: «El Regateo»
27Otro aspecto de la
tradición islámica bastande difundido en las fuentes cristianas medievales es
el del establecimiento en cinco de las oraciones litúrgicas. El pasaje se
conoce habitualmente por «el regateo». Se puede también asegurar en diversos
hadices42, de los que se pueden
localizar traducciones bastante literales en la tradición cristiana medieval,
aunque con ciertas variantes significativas:
Liber scalae Mahometi43
Ce cest le deuisement du LChapitre |
Distinctio L
capituli |
Pvis que notre sires diex mot dit ces
paroles et reempli de sa grace, sicom ie uos ai conte, il me conta
vnquor plus en icel maniere. Sachez, Mahomet, que
ie aim ton peuple plus que nul autre por amor de toi; et, por
ce que uuoil quil saprocent plus de moi que les autres, ie lor
doign et ad toi comant que tu lor dies, de par moi, quil
facent cinquante foiz, chasqun iour, oreisons, et
quil iunent LX iours en lan; et, se il font ces
ieuns et ces oreisons a toz lor proiers, sicom il se conuient, ie
lor sui obligies de ci en auant que ie lor donrei paradis. Et, quant
ie Mahomet oi ce, por le grant amour, qe ie auoie
a nostre segnour, et por la gran dotte de li, ie
ne losoie prier tu tot quil ma legiast des ieuns, por quil ne
semblast conuoitise de mangier; mes de oreisons li prie ie quil
les me deust allegier. Dom il me respondi et dist: Mahomet, les
L. oreisons, que ie tua uoie enchargiez que tu feisses faire a
ton peuple chasque iour, ie les alliege por amour de toi, et
les retorn en V., et quil enfacent les trois de iour, et
les deus de nuit, asez ores assegnies, et a toz
lor proiers et lor enclinemenz, com il conuient ad elles; et
les halmohadens, qui sunt celx, quant il crierunt, si
mettant lor dois la, ou il se conuient; et, quant
il feront ces oreisons, et lor donrei paradis, sicom
ie tai dist, et penrei les V. oreisons en leu de les L. Et, se
auqun de ton peuple fera auqun bien, ie le conteroi por dis; et, se
il fera auqun pechie, ie ne le conterei que por un; et, se
il endemandera pardon, si ie le quitterei du tot, quil
ne men souendra de rien; quar ie sui li piteus et le
misericordieus. Et, quant ie Mahomet ui la grant merci et la
grace, que nostre sires me fesoit, si ei honte de
lui plus requerre ne demander; an pris congie de lui et men
uign. |
Postquam deus dixit michi hec uerba, et me, prout
uobis narraui, sua repleuit gracia, nichilominus
ipse plus michi in hanc maneriem est loqutus: Scias, Machomete, quod
ego populum tuum magis diligo amore tui quam aliquem alium; et, quia
uolo quod ipsi propinquiores sint michi quam alii, dono eis et
eciam tibi precipio ex parte mea ipsis iniungere quod quinquaginta uicibus, die
quolibet, oraciones faciant, et sexaginta diebus
in anno ieiunent; et, dum ieiunia hec et
oraciones faciant cum suis rogaminibus, prout decet, ego
ex nunc in antea ipsis obligor quod eis paradisum donabo. Et cum ego
Machometus hoc audiui, pre maximo amore, quem
habebam erga deum et eciam pre timore ipsius, non ausus sum
rogare eundem ut ex toto prenotata michi alleuiaret ieiunia, ne
forte uideretur gulosias aut cupiditas comedendi; de
oracionibus tantum rogaui eum ut michi alleuiare deberet easdem. Ipse quoque
respondens dixit: Machomete, illas L. oraciones, quas
iniunxeram tibi facere fieri a populo tuo die quolibet, ego
amore tui alleuio et ea in quinque reduco, et quod ex eis
faciant tres in die et duas de nocte, horis suis deputatis et
cum rogaminibus et inclinacionibus, ut conuenit ad easdem; almohaden
autem, illi, scilicet, qui ad
oraciones uocant, cum uocauerint, mittant suos
digitos, ubi decet; et cum ipsi oraciones istas
fecerint, dabo eis paradisum, prout tibi iam dixi; accipiam
namque illas quinque oraciones loco dictarum quinquaginta. Et, si
aliquis ex populo tuo fecerit bonum aliquid, illuc pro decem
eciam computabo; si uero malum unum non computabo nisi pro uno; et
si ueniam inde pecierit, quitabo ipsum ex toto, nec
reducam ad memoriam inde quicquam; quia ego sum pius, et
misericors, uenieque largitor. Et quando ego Machometus uidi
pietatem et graciam magnam, quam michi dominus faciebat, uerecundatus
sum ultra ipsum requirere aut ab eo amplius postulare; ymo
pecii ab eo licenciam et recessi. |
28En otras versiones de
este hadiz, la reclamación de Muḥammad a Dios de reducción de las cincuenta oraciones
diarias viene interpelada por los consejos de Moisés. Esta variante aparece
incluso en otras versiones árabes del mismo Libro de la
escala, como recoje en su traducción del árabe Fernando Cisneros44. Pero se encuentra
también en otros testimonios del relato:
29En la Contrarietas
alfolica:
Me dijo Dios: «Te he
impuesto a tí y a tu pueblo cincuenta oraciones». Cuando descendí al cuarto
cielo me aconsejó Moisés que remontara para aliviarlas, porque mi pueblo no
podría tanto. Y en la primera vuelta obtuve el perdón de diez hasta la cuarta
vez, pero desde la quinta hasta la séptima vuelta sólo quedaron en cinco
oraciones. Y cuando Moisés dijo que no podrían, yo no subí más, por temor a la
confusión de tanto ascenso; sino que volviendo a Alboraq, cabalgué hasta mi
casa de La Meca. El tiempo de todo esto fue menor que la décima parte de la
noche45.
30En el Liber
de doctrina Mahumet:
Cinco son las oraciones
de Dios que Dios me dió a mí y a mi pueblo, por delante de los demás profetas
de este mundo y cualquiera del futuro46.
31En la Historia
Arabum de Jiménez de Rada:
Me ordenó que cada día
pronunciara cincuenta oraciones. Pero yo, dirigiéndome hacia mi excelente amigo
Moisés, le dije de qué manera Dios me había ordenado que cada día pronunciara cincuenta
oraciones; pero que tantas oraciones serían pesadas de pronunciar, ya que un
pueblo recién convertido no podría soportar cada día tanta carga. Y Moisés,
dirigiéndose a Dios, consiguió que rebajara diez oraciones, y nuevamente, por
mis ruegos, obtuvo que rebajara otras diez, y así descendiendo progresivamente,
las quitó todas menos cinco, de manera que quien hiciera cada día cinco
oraciones será remunerado como si hubiera pronunciado cincuenta47.
32O en la Disputatio
Abutalib48, 5.3, tomado de alguna
versión del Liber scalae Mahometi:
Enpero el mismo
Mahomad, con todos los que estavan aí, rogaron a Dios que qualquier de
nosotros tan solamente diga cinco oraciones e aya tanto mérito como si
cinquenta dixese. Lo qual inpetró e ganó entonce de Dios. |
Et tunc ipse
Mahomet rogauit Deum, cum ibidem astantibus, quod
obtinuit, quod quilibet nostrum solum dicat quinque orationes
et habeat tantum meritum sicut per quinquaginta. |
La profesión de fe del islam (al-šahāda) como oración
33Pedro Alfonso, en su
resumen de los pilares del islam, hace alusión a las cinco oraciones diarias
con las abluciones correspondientes, y a la invocación de la profesión de fe
islámica (al-šahāda), redactada de un modo
que parece identificable con la sura CXII:
Prueba de ello es que
les mandó orar sólo cinco veces al día con la obligación de que se preparen
para la oración con una limpieza perfecta, lavándose cuidadosamente las nalgas,
las partes sexuales, manos, brazos, boca, narices, oídos, ojos y cabellos.
Después de hacer eso, proclaman en voz alta que creen en un solo Dios que no
tiene par ni semejante y que Mahoma es su Profeta49.
34La šahāda viene también
formulada de forma exacta y con transcripción árabe en la Chronica
mendosa et ridicula Sarracenorum:
Tras la muerte de Adán,
Set, por mandato de Gabriel, formuló 95 oraciones. Ya que actualmente
se mantienen cinco en el rezo, hay que saber que cinco oraciones habían sido
hechas por causa de Adán, y 90 por causa de su Padre y jefe de todas
las naciones. Fue y sigue siendo el inicio de toda oración Allāhu akbar, es decir, «Dios es el
más grande»50.
La sura I como oración
35Como hemos recordado
antes, el pronunciamiento de la sura I (ṣūrat al-fātiḥa) acompaña repetidamente
el ritual de las oraciones diarias. Así como no es seguro que, en época
coránica, las genuflexiones y prostraciones acompañaran a la oración, parece
manifiesto y capital que para la oración se utilizaba la lectura pública del
Corán51. Como explicó Míkel de
Epalza en uno de los estudios que acompañan a su traducción del Corán al
catalán:
El Corán forma parte,
pues, de todas las formas de oraciones litúrgicas y devocionales, individuales
y colectivas, y su musicalidad acompaña a menudo la vida diaria de los
musulmanes. Las suras más cortas de los últimos capítulos del Corán son las más
reproducidas con motivo de los actos obligatorios colectivos y son las más
conocidas por los musulmanes52.
36Efectivamente, antes
hemos visto la formulación de la šahāda que presenta Pedro
Alfonso por mediación probablemente de la sura CXII. Pero las traducciones
latinas del Corán suelen mostrar la evidencia de que la sura primera fue
considerada mayoritariamente como una oración53. No en vano, el título
àrabe al-fātiḥa, traducido por
«apertura», y su uso frecuente en las oraciones litúrgicas, llevó a ser
considerada por los traductores latinos como una especie de himno
introductorio, más que como propiamente la primera sura del Corán. Así,
para Robert de Ketton, la sura primera se utiliza como inicio y final de todas
las oraciones islámicas54:
Llaman a esta oración
colocada al inicio del libro «madre del Corán», porque es el principio y final
de todas sus oraciones. Son palabras de Mahoma, pues durante todo el libro no
le atribuyen a nadie ninguna palabra sino únicamente a Dios dirigiéndose a
Mahoma55.
37Este valor del sura
primero como oración queda asegurado nuevamente en el pasaje de Ramon Llull
del Liber de gentili et tribus sapientibus, que
hemos comentado anteriormente. Se trata del uso de la sura I como oración que
proclama el sarraceno antes de emprender su diálogo con el gentil en defensa
del islam como la religión verdadera56:
En nom de Deu
misericordiós, misericordiejant, al qual sia
donada laor, cor es senyor del mon; en ell aor e
en ell me confiy, cor ell es endresament de la dreturera
carrera de salut. |
In nomine summi
opificis, misericordiosi, cui laus
tribuatur et honor, quoniam ipse est mundi Dominus, ipsum
adoro et in ipso confido, quoniam ipse est ueritatis directio
et salutis. |
38En la combinación de
información básicamente correcta sobre el islam con su presentación
denigratoria, el tema de las oraciones islámicas suele ser visto positivamente
en las fuentes cristianas. Sorprendía no sólo la devoción de su
pronunciamiento, sino su puntual cumplimiento cotidiano a ciertas horas del día
y de la noche. La tradición latina medieval ofrece noticias aisladas sobre la
celebración de las oraciones litúrgicas islámicas, en ocasiones relacionándolas
con el pronunciamiento de alguna sura del Corán. Las referencias a la
celebración de las oraciones, de las que la tradición cristiana demuestra
conocer el origen por varias fuentes que se refieren a la leyenda del «regateo»,
vienen reconocidas positivamente, junto con la limosna, aunque, no obstante,
las fuentes se ocupan de mencionar a renglón seguido el conjunto de
obscenidades o errores que mantienen los sarracenos, quedando así anulado un
rasgo positivo de devoción como es la oración litúrgica en medio de muchos más
dignos de denigración.
NOTAS
1 Recordemos que la tradición latina tenía que
admitir que parte del contenido del Corán era doctrinalmente aceptable, en
tanto que aparecía expresado de igual modo que en la tradición cristiana. Por citar sólo un
lugar: Iacopo da Varazze, Vita
Magumethi, en Legenda Aurea, ed. G.
P. Maggioni, vol. 2, cap. clxxvii:
«De sancto Pelagio Papa», p. 1416, lin. 104: «Predictus
igitur Sergius Magumethum de nouo et ueteri testamento, ut
tradunt, plura edocuit», es
decir, «El mencionado Sergio enseñó muchas cosas a Mahoma del Nuevo y Antiguo
Testamento, como dicen».
2 The Oxford Dictionary
of Islam,
p. 247 («Pilars of Islam»).
3 Véase Ibn Abī Zayd al-Qayrawānī, La
risala, pp. 89-191 y Mālik Ibn Anas, Al-Muwaṭṭa’: synthèse pratique, pp. 55-155.
4 Esta tradición ritual también se basa en el
Corán mismo. Véase G. Monnot,
«Ṣalāt», cols. 956b-967a. Véase
también G. Böwering, «Prayer»; y
J. -Y. L’Hopital, «Prayer
Formulas».
5 G. Monnot,
«Ṣalāt», col. 956b.
6 H. E. Kassis y
K. I. Kobbervig, Las
concordancias del Corán, p. 562, con la relación de suras del
Corán en las que aparecen las palabras de la raíz *ṣlw.
7 H. Boubakeur, Traité
moderne de théologie islamique, p. 246.
8 F. Maíllo Salgado, Diccionario
de derecho islámico, en «ṣalāt», pp. 345-346; G. Monnot,
«Ṣalāt», cols.961a-b.
9 Ibid., col. 957a.
10 Corán, III, 110.
11 G. Monnot, «Ṣalāt», col. 958b.
12 Para estos aspectos de la oración,
véase ibid., cols. 959a-b.
13 Las indicaciones sobre las horas exactas para
el ejemplo del día 24 de marzo de 2010 están extraídas de la
información ofrecida por el Centro Cultural Islámico Camino de la Paz,
<http://www.minhajspain.org/cas/index.php?feed=7> [consulta:
el 1 de agosto de 2013].
14 «Existen, además de las cinco oraciones
litúrgicas, otras oraciones especiales en el islam: la oración en común y
oficial se hace al mediodía del viernes en la mezquita [ṣalāt al-ŷumu‘a]; los demás días de la
semana, la presencia en la misma es meramente facultativa» (F. Maíllo Salgado, Diccionario de derecho islámico,
p. 345 [«Ṣalāt»]). Las cinco plegarias
canónicas pueden ir precedidas o seguidas de otras plegarias tradicionales con
un número de prosternaciones que varía según las escuelas. Así, por ejemplo,
durante el mes de Ramadán la oración de la noche (la primera, ṣalāt al-‘išā’) es seguida de
plegarias especiales llamadas tarāwīḥ, que comprenden diez
prosternaciones dobles separadas por fórmulas de salutación, de alabanza y de
gracias. Las dos fiestas canónicas (‘īd), que marcan una (‘īd al-fiṭr) la ruptura del ayuno
del mes de Ramadán y la otra (‘īd al-aḍḥá, «fiesta del
sacrificio») el final del peregrinaje, conllevan también sermones apropiados y
el pronunciamiento de fórmulas tradicionales de glorificación de Dios y de
salutación dirigidos al Profeta. Además, hay oraciones especiales y fijas o
tradicionales para rituales habituales, como los entierrros (ṣalāt al-ŷanāza), o por un pariente
fallecido hace tiempo, plegarias por los eclipses (ṣalāt al-kusūf), fórmulas
propiciatorias para un asunto importante o el emprendimiento de un viaje (ṣalāt al-musāfir), etc. En cualquier
momento del día pueden pronunciarse otros tipos de oraciones, invocaciones o peticiones
no canónicas y no obligatorias. Para todas ellas, véase G. Monnot, «Ṣalāt», cols. 961b-963b.
15 Ibid., col. 963b.
16 Leemos la regla benedictina en la edición
bilingüe latín-catalán de I. M. Fossas (dir.), Sant
Benet de Núrsia.
17 Más ejemplos de oraciones para las horas
litúrgicas cristianas se encuentran editados en la antología de S. Priococo y M. Simonetti, La
preghiera dei christiani.
18 «[Orationes et liturgia orationis] Quapropter
inuito te ad quinque orationes, quas
quicumque impleuerit, petitione sua non fraudabitur, nec
dampnum aliquod pertimescet, eritque tam
in hoc seculo quam in futuro laudandus» (Al-Hāšimī, Exposición
y refutación del islam, p. 10 [H. 12], l. 1-11).
19 Llamamos corpus
islamolatinum al mismo corpus al que M. T. d’Alverny refirió
como Collectio Toletana, es decir la primera
traducción latina del Corán: la Chronica mendosa et ridicula Sarracenorum;
el Liber de generatione Mahumet; el Liber
de doctrina Mahumet; la Apologia de
al-Kindī; y los textos de Pedro
el Venerable: Summa totius haeresis Sarracenorum;
el Liber contra sectam siue haeresim Sarracenorum;
y la Epistula ad Bernardum Claraevallis (véase
M. T. d’Alverny, «Deux traductions
latines du Coran» e Id., «Quelques
manuscrits de la “Collectio Toletana”«).
20 «Et illi imposuit nomen angelus qui
se illi ostendit et praecepit illi dicere ut credant: «alla
occuber alla occuber †situle ilacitus est† mohamet razulille» [a
saber la oración llamada takbirat al-iḥrām]. Et
non sciebat ille monachus quia daemones inuocabat, quia
omnis «alla occuber» aduocatio
daemonum est, quia iam cor eius praeuaricatus
fuerat ab inmundo spiritu et uerba quae ei dominus narrauerat per doctorem suum
obliuioni traditum fuerat» (Tultusceptru de libro domini
Metobii, ed. M. C. Díaz y Díaz, pp. 163-164).
21 [2] «Opera perfectionis Sarracenorum:
Referemus igitur hic breuiter quedam opera perfectionis Sarracenorum magis ad
confusionem Christianorum quam ad commendationem Sarracenorum. Quis non
obstupescat si diligenter consideret quanta est ipsis Sarracenis sollicitudo ad
studium —deuotio in oratione— misericordia ad
pauperes —reuerentia ad nomen Dei et prophetas et loca
sancta— grauitas in moribus —affabilitas ad extraneos— concordia
et amor ad suos?» [4] «De oratione uero eorum quid dicam?
Nam tanta est in eis sollicitudo in oratione et tanta deuotio quod stupui cum
per experientiam et uidi et probaui. Nam et ego iui tribus mensibus et dimidio
continue et fui cum camelariis sarracenis in deserto Arabie et Persarum nec
unquam propter aliquem laborem nec propter aliqua discriminia dimiserunt arabes
camelarii quin statutis horis orarent et de die et de nocte, et
precipue mane et sero. Deuotionem autem tantam in oratione pretendunt quod
omnia alia totaliter dimittunt et aliqui eorum pristinum faciei colorem subito
in pallorem mutant, et uidentur rapi et aliqui cadunt
et aliqui saltant et uocem uariant et caput demittunt, ut
aliqui ex eis uidentur rapi et aliqui arrepticii. In oratione uero maxime
obseruant quandam munditiam corporalem ut nullo modo audeant orare nisi prius
lauent culum et ueretrum, postea manus, deinde
faciem, ad ultimum plantas pedum, et
sic orant» [el texto continúa sobre las técnicas para las
abluciones previas a la oración] (Riccoldo
da Montecroce, Pérégrination
en Terre sainte, pp. 160 y 162.
22 «Circumcisionem insuper velut ab
Ismaele gentis illius patre sumptam tenendam esse decrevit, et
super haec omnia, quo magis sibi allicere carnales
mentes hominum posset, gulae ac libidini frena daxavit, et
ipse simul decem et octo uxores habens atque multorum aliorum uxores velut ex
responso divino adulterans maiorem sibi velut exemplo prophetico numerum
perditorum adiunxit. Et ne ex toto inhonestus proderetur, studium
eleemosynarum et quaedam misericordiae opera commendat, orationes
collaudat, et sic undique monstruosus, ut
ille ait, «humano capiti cervicem equinam et
plumas» avium copulat» (Pedro el Venerable, Summa Totius Haeresis Saracenorum,
§ 10).
23 N. Daniel, Islam and
the West.
24 Ibn Abī Zayd al-Qayrawānī, La
risala, p. 89: «el primer aḏān o anuncio del
comienzo del momento de oración, y el segundo iqāma o anuncio del
comienzo inmediato de la oración».
25 N. Daniel, Islam et Occident,
trad. francesa de A. Spiess,
p. 282.
26 Liber Alchorani, ed. y
trad. de N. Petrus Pons, p. 7, l. 108-120: «Monuit
orare in templo siue in domo quinquies in die, sed
priusquam ad templum ingrederentur mandauit ut aqua abluerentur. […] Et
persuasit eis et monuit ut ad templum Meche causa oracionis accederent».
27 Para un análisis de este lugar, véase
J. Martínez Gázquez, «Les traductions latines du
Coran», especialmente p. 105.
28 «Verum etiam quasdam partes Yspanie
per prodicionem sequaces eius occuparunt et in quibus olim multi sacerdotes
diuinum Deo prestabant obsequium, nunc
scelerati uiri exsecrabiles Mafometo supplicaciones impendunt et ecclesie que
condam per manus episcoporum fuerant consecrate, nunc
in templa sunt redacte profana. […] Quoniam
quidem in locis ubi suffraganei pontifices sacrificia santa Ihesu Christo
quondam offerebant, nunc pseudoprophete nomine
extollitur, et in turribus ecclesiarum in
quibus olim tintinabula releuabant, nunc
quedam prophana preconia fidelium aures insurdant» (Liber
Alchorani, ed. y trad. de N. Petrus Pons, pp. 8-9, l. 155-168).
29 Citamos bilingüe el Llibre
del gentil de Ramon Llull, porque fue una obra escrita
originariamente en catalán y muy pronto (hacia 1280) traducida al
latín. Para la versión catalana, usamos la ed. de A. Bonner (Ramon Llull, Llibre
del gentil, p. 159, l. 3-9); para la latina, usamos nuestra ed.,
actualmente en prensa (Id., Liber
de gentili et tribus sapientibus).
30 «La description faite par Lulle du
musulman qui prie avant de commencer une tâche importante est en fait une
description peu rigoureuse d’un rak‘an (= génuflexion) dans
son ensemble. Les seuls mots qu’il est capable de
citer sont ceux de la fatihah (Coran, sura I); il
avait sans aucun doute vu la salat assez
souvent, mais ne semble pas en avoir parlé
avec un musulman, malgré les nombreuses occasions qui
s’étaient présentées à lui; ce qui n’empêche pas le rituel
d’avoir été mieux observé que chez d’autres» (N. Daniel, Islam et
Occident, trad. francesa de A. Spiess,
p. 282).
31 Ibid., nota 42. La
identificación de las abluciones con el bautismo se encuentra también en otros
lugares, como en Jacques de Vitry, Historia
Orientalis, cap. vi,
p. 22: «Et quoniam in Euangelio Iesu Christi ipsum Christum a
beato Ioanne baptizatum audierunt Saraceni, ipsum
beatum Ioannem in magna reuerentia habentes, loco
baptismi post omnes immundicias, quas
turpiter operantur, et maxime quando ad oratorium
debent accedere, corpus suum aqua simplici abluendo
ab immundiciis suis hoc modo se aestimant purificari» («Y como los
sarracenos oyeron que en el Evangelio de Jesucristo este mismo Cristo fue
bautizado por San Juan, teniendo a este San Juan en gran reverencia, en lugar
del bautismo —después de todas las inmundicias que vergonzosamente
hacen— y sobre todo cuando deben entran en el lugar de oración, creen que
purifican su cuerpo con simple agua lavándolo de tal manera de sus
inmundicias»).
32 Así, por ejemplo, en la ed. catalana de G. Rosselló de Ramon Llull, Llibre
del gentil, p. 299: «Enapres estes son cap en la terra».
Y, más recientemente, en la ed. y trad. castellana de M. Conde Salazar: Id., Libro
del gentil y los tres sabios, p. 405: «A continuación tendió su
cabeza en el suelo».
33 J. Martorell y
M. J. de Galba, Tirant
lo Blanch, ed. M. D. Cabanes,
cap. xix, p. 68: «Com
lo rey hermita ague tirada la lança, prestament
mes mans a l’espasa e acostas tant com pogue a ell, e
dona li un gran colp sobre lo cap, empero no
li feu gran mal, tantes eren les tovalloles que
portava».
34 C. Du F. Du Cange, Glossarium
ad scriptores, vol. 2, col. 151b («caput»),
nota 4.
35 Véase J. Coromines, Diccionari
etimològic, vol. 2, p. 512b («capçó») [c.
1275 Llull]: «en la beyla font lavà ses mans e sa
cara, per rahó de les làgremes que havia
gitades, e axugà·s en un blanc capçó que
portava, en lo qual havia custuma de axugar
los ulls cant ploraven»; para la trad. latina, véase nuestra ed. (Ramon Llull, Liber de gentili et tribus
sapientibus): «tergit se uno panno albo».
36 «Vbi [scilicet
Iethrib] bonorum multitudine conuersorum per
eum constipatus .xvii. mensibus, non alias
quam uersus centrum Ierusalem orationes fudit. Deinceps autem ab ipso Deo
castigatus, orando uersus Alkaba faciem suam
uertebat» (Chronica mendosa et ridicula
Sarracenorum, §. 28).
37 «Sa‘īd
b. al-Musayyib a rapporté: “À son arrivée à Médine, l’Envoyé de Dieu fit la prière
durant seize mois en dirigeant sa face vers Jérusalem mais deux mois avant le
jour de Badr, la kibla/qibla fut
orientée vers (la Ka‘ba)» (Mālik Ibn Anas, Al-Muwaṭṭa’: synthèse pratique, n° 459, p. 154 [la traducción del francés es
mía]). La
orientación hacia la Ka‘ba de La Meca aparece fuertemente afirmado en el Corán
(II, 142-150), en donde se impone a los creyentes el abandono de la qibla anterior,
sobre la que todos los testimonios extracoránicos indican que se trataba de
Jerusalén (G. Monnot, «Ṣalāt», cols. 958a-b), como
también recoge la Chronica mendosa et
ridicula Sarracenorum en la nota anterior. La noticia del
cambio de orientación hacia la Ka‘ba también se halla, aunque por una
explicación distinta, en la Historia Arabum de
Rodrigo Jiménez de Rada, cap. ii,
p. 87: «Viri autem seniores et populus reparatam ecclesiam iuxta
dignitatem pristinam ornauerunt, et tunc
Mahomat suasit eis ut semper uersus illam ecclesiam [scilicet Alcahaba] adorarent»
(«Entonces los hombres más notables y el pueblo ornaron la iglesia restaurada
con la misma dignidad de antaño, y entonces Mahoma los persuadió para que
oraran mirando siempre hacia aquella iglesia»).
38 «Ipse rursus primo singulis templis
orationes sic in mense romadan fieri precepit, et
ordinauit ut mense completo totus Alkoran perlegeretur» (Chronica
mendosa et ridicula Sarracenorum, p. 53).
39 Ramon Llull, Llibre del
gentil, IV, 5, ed. catalana A. Bonner (Ramon Llull, Llibre del gentil), p.
170, l. 4-9; ed. latina Ó. de la Cruz Palma (Id., Liber de gentili et tribus
sapientibus).
40 «Quoniam autem Christiani uersus
Orientem solent orare, Iudaei autem ad Occidentem, ipse
nolens aliorum imitator reputari, ut
singulariter et super alios eius auctoritas praemineret, nouum
modum orandi inuenit, scilicet uersus Meridiem»
(Jacques de Vitry, Historia
Orientalis, cap. vi,
p. 28).
41 Predictus igitur Sergius cum
monachus esset uoluit ut Saraceni monachali habitu uterentur, scilicet
cuculla sine capucio, et ut instar monachorum multas et
ordinatas genuflexiones facerent et ordinate ualde orarent et, quia
Iudei uersus occidentem et christiani uersus orientem orabant, uoluit
ut sui uersus meridiem orarent (Iacopo da Varazze, Legenda
Aurea, vol. 2, p. 114).
42 Así, por ejemplo, en al-Bujārī, Saḥīḥ al-Bujārī, trad. inglesa de M.
M. Khan, vol. 1, Libro 8,
nota 345: «Then I passed by Abraham and he
said, “Welcome! O pious Prophet and
pious son”. I asked Gabriel, “Who is he?” Gabriel replied, “He
is Abraham. The Prophet added, “Then
Gabriel ascended with me to a place where I heard the creaking of the pens”.
Ibn Hazm and Anas bin Malik said: The Prophet said, “Then
Allah enjoined fifty prayers on my followers when I returned with this order of
Allah, I passed by Moses who asked me, “What
has Allah enjoined on your followers?” I replied, “He
has enjoined fifty prayers on them”. Moses said, “Go
back to your Lord (and appeal for reduction) for your followers will not be
able to bear it”. (So I went back to Allah and requested for reduction) and He
reduced it to half. When I passed by Moses again and informed him about it, he
said, “Go back to your Lord as your
followers will not be able to bear it”. So I returned to Allah and requested
for further reduction and half of it was reduced. I again passed by Moses and
he said to me: “Return to your Lord, for
your followers will not be able to bear it. So I returned to Allah” and He said, “These
are five prayers and they are all (equal to) fifty (in reward) for My Word does
not change”. I returned to Moses and he told me to go back once again. I
replied, “Now I feel shy of asking my Lord
again”. Then Gabriel took me till we reached Sidrat- il-Muntaha (Lote tree of; the
utmost boundry) which was shrouded in colors, indescribable.
Then I was admitted into Paradise where I found small (tents or) walls (made)
of pearls and its earth was of musk».
43 Capítullo L, pp. 394-396 de la edición de
José Muñoz Sendino.
44 «E invoqué: “— ¡Oh, Señor: mi pueblo es
débil, y no podrá cumplir con cincuenta oraciones!” — dijo (Dios lo
bendiga y salude)—. Y redujo cinco para mí y mi nación, pero no dejé de
reclamar al Señor (majestuoso, omnipotente), aconsejado por Mûsà, hasta que
cedió en cuarenta y cinco, decreando cinco oraciones para mí y mi comunidad.
Mûsà continuaba: “— ¡Pídele una rebaja!”. Pero repuse: “—Mi hermano; me da
vergüenza con el Señor, pues me ha dicho: —Muhammad, las hemos
transformado en cinco como obra, mas serán cincuenta sobre la balanza. Cada
oración valdrá por diez, y mi palabra no cambiará. La plegaria bien realizada
decuplicará su valor, mientras al que realice cualquier acto se le habrá de
registrar como tal”. Así dijo» (Liber scale Machometi,
trad. de F. Cisneros, p. 114).
45 Dixitque mihi Deus: «Imposui
tibi et plebi tue quinquaginta orationes». Cumque
descendissem ad quartum celum <Dic
elegantius: consilium mihi dedit Moises ut rursus ascenderem numerumque precum
minui curarem, mg.> consuluit
mihi Moises quod reascenderem ad alleuiandum, quia
populus meus [ad] tantum non posset. Et primo reditu obtinui
remissionem [de] decem
usque ad quartam uicem. Et quinto reditu a quarto usque septimum non remanserunt nisi
quinque orationes. Cumque Moises dixisset neque hoc poterunt, ego pre confusione totiens ascendi
non plus ascendi; sed redinens ad Elberak equitaui
rediens [ad] domum
in Mesque <Habitatio pseudoprophetae, mg.>.
[et] tempus <autem, s.l.> omnium
istorum minus quam decima pars noctis (T. E. Burman [ed.], Religious
Polemic, pp. 380-381).
46 «Quinque sunt orationes Dei, quas
mihi Deus et populo meo nulli prae caeteris saeculi prophetarum datas, neque
futuri cuiquam» (Liber de doctrina Mahumet).
47 «Et mandauit michi ut quolibet die
dicerem L orationes. Ego autem conuersus ad Moysen amicum meum optimum dixi ei
qualiter Deus michi mandauerat ut quolibet die dicerem L orationes, set
tot orationes graues essent ad dicendum, cum
gens conuersa nouiter non posset tantum honus cotidie tolerare. Et Moyses
conuersus ad Deum optinuit ut X orationes relaxarentur; et
iterum a me rogatus optinuit alias X, et
sic paulatim descendens omnes abstulit preter quinque, ita
quod quicumque quolibet die V orationes fecerit remunerabitur quasi pro
quinquaginta» (Rodrigo Jiménez de Rada, Historia Arabum,
cap. v, p. 89).
48 Alfonso Buenhombre, Disputatio
Abutalib, p. 80.
49 «Signum est, quod
quinquies tantum in die orare eos precepit, quin
etiam semper antequam orent, ut
perfectam munditiam habeant, culum, ueretrum, manus, brachia, os, nares, aures, oculos, capillos
decentissime ad ultimum pedes lauant. Hoc facto publica uoce preconantur unum
confitentes deum, qui
nullum uel similem habeat uel aequalem [Corán, CXII, 4], eiusque
Mahomam esse prophetam» (Pedro Alfonso de Huesca, Diálogo contra los judíos,
pp. 91-92).
50 «Super Adam defunctum, Seth, Gabriele
iubente, .xcv. orationes fudit. Cum dies
autem hodierna numerum orando quinarium seruat, sciendum
est orationes .v. factas fuisse propter Adam hominem, .xc.
uero propter ipsum patrem et ducem omnium gentium. Fuit quidem et est omnis
orationis initium Alla wa akbar, id est, “Deus
et omnium maximus”«(Chronica mendosa et ridicula
Sarracenorum).
51 G. Monnot,
«Ṣalāt», col. 958b, en relación con Corán, VII, 204-206; XVII,
78; XVIII, 27 sqq.; XXIX, 45; XXXV, 29;
LXXIII, 20).
52 M. de Epalza,
«L’Alcorà i la vida religiosa dels musulmans», p. 1019 (trad. castellana
propia).
53 Para la consideración de la sura primera como
oración, véase M. Castells Criballés, «Alguns aspectes formals».
54 Ya advirtió sobre ello N. Daniel, Islam et
Occident, trad. francesa de A. Spiess,
p. 282.
55 «Hanc orationem in initio libri
premissam matrem Alchoram uocant, pro eo quod
principium est et finis orationum omnium eorum. Et hec sunt uerba Mahumeti, nam
per totum librum nullum cuiquam uerbum ascribitur nisi soli Deo coloquenti
Mahumeto» (Alcoran latinus, trad.
latina de Robert de Ketton et alii,
ed. José
Martinez Gázquez).
56 Ramon Llull, Llibre del
gentil, libro IV, prólogo, ed. catalana A. Bonner, p. 159, l. 9-12; ed. latina Ó. de la Cruz Palma (Id., Liber
de gentili et tribus sapientibus).
NOTAS FINALES
1 Este trabajo ha sido elaborado en el marco
del Proyecto de investigación «La percepción del Islam en la Europa cristiana.
Traducciones latinas del Corán y controversias islamo-cristianas»,
FFI2008-06919-C02-02/FILO del SPGPI-MICINN y del Projecte de recerca consolidat
SG 00824 de la AGAUR-Generalitat de Catalunya, dirigidos por el Dr. José
Martínez Gázquez.
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