viernes, 7 de febrero de 2025

Cholollan o Cholula tenía cerca de diez nombres diferentes, entre los que estaban “el lugar del tule blanco” o Iztactollin (a), y el de “sauce blanco” o Iztacuéxotl (b y b); aquí aparecen los juncos o carrizos (a) brotando de un canal o río que tal vez sea el Atoyac, el cual está rodeado por plantas acuáticas y tiene a ambos lados uno de los sauces (b y b). Este río contiene dos corrientes, una de agua (c) y otra de fuego (d), que al presentarse combinadas simbolizan el conflicto, ya que no pueden coexistir juntas, lo que se expresa mediante el término atl tlachinolli, “el agua quemada o incendiada”, que quiere decir, la guerra. Historia Tolteca-Chichimeca, lám. 16v. Foto: Biblioteca Nacional de Francia, Proyecto Amoxcalli.

 

Icxicoátl, “Pie-Serpiente”, y Quetzaltehuéyac, “Pluma-Rígida”. Historia Tolteca-Chichimeca, lám. 2r. Foto: Biblioteca Nacional de Francia, Proyecto Amoxcalli.

Una pareja de campesinos frente al templo de Querzalcóatl. Historia Tolteca-Chichimeca, lám. 39r.

 

Historia Tolteca-Chichimeca

Contenido

Se trata del relato de los siete pueblos chichimecas que fueron guiados por los toltecas para conquistar y llegar a merecer sus tierras y su gobierno. Su lugar de origen estaba en Chicomóztoc, “siete cuevas”, situado en algún paraje de la llanura o el desierto conocido como “la tierra divina o peligrosa”, la Teotlalli. Esos pueblos chichimecas eran parte de los nómadas del Norte de México. Entre éstos estaban los tolteca-chichimecas, que al parecer salieron del noroeste, pasaron por Colhuacatépec, “cerro curvo o el lugar de los ancestros”, cruzaron por el Bajío y llegaron a un pequeño asentamiento otomí junto a un río, en el estado de Hidalgo, que convirtieron en su capital y lo renombraron como Tollan, en su lengua, el náhuatl, que quiere decir “entre los juncos y carrizos”, y es ahí donde este grupo tomó el nombre de toltecas, habitantes de Tollan. Esta gran ciudad estaba formada por 20 pueblos entre los que destacaban los nonoalcas, quienes compartieron el gobierno con los toltecas, hasta que surgieron conflictos entre ellos que los obligaron a abandonar la ciudad en la tercera década del siglo XII, para dirigirse hacia el sur y establecerse en el área de Tehuacán. Quince años más tarde, los toltecas partieron guiados por el sacerdote Couenan y sus cuatro líderes: Icxicóuatl, Quetzalteuéyac, Tezcauítzil y Tololouítzil, pasaron por varios sitios en Hidalgo, Tlaxcala y Puebla, en los que se quedaron algún tiempo, en una migración que duró 36 años. Finalmente se instalan en el señorío olmeca-xicalanca de Chalchiuhtepéc, “cerro del jade”, llamado así porque ahí había caído una joya de este material, con forma de rana, que estaba asociada al dios de la lluvia. Esa importante capital comercial y uno de los centros ceremoniales más grandes de Mesoamérica, tuvo muchos nombres; los recién llegados la llamaron Cholollan Tlachiualtépetl, “el lugar cerca de la caída de agua y de la montaña hecha a mano”, o sea, la Gran Pirámide. Habían llegado aquí, ya que su sacerdote había estado antes para hacer penitencia en el Templo de Quetzalcóatl y había visto que era un buen lugar para quedarse. Pidieron tierras a los olmeca-xicalancas y convivieron con ellos en una situación desventajosa, hasta que después de cinco años trataron de tomar la ciudad, pero los pueblos aliados de la región de Xochimilco, Ayapanco y otros someten a estos extranjeros.

Los toltecas solicitaron ayuda a su dios creador, Tezcatlipoca, Tezcatlanextia, que les indicó que debían regresar a Chicomóztoc para pedir apoyo a los demás grupos chichimecas, a cambio de entregarles la estera y el asiento, es decir, el señorío y el gobierno. El sacerdote y los líderes para convencerlos hablan con Couatzin, el intérprete entre el náhuatl y el otomí, lengua de los siete pueblos, quien a su vez se lo comunica a Moquíhuix, el principal caudillo de los chichimecas. Finalmente éstos acceden y realizan una serie de cantos y rituales de partida, entre los que están los adivinatorios y los ayunos. Por su parte, los toltecas imponen a los chichimecas la nariguera que les confiere el cargo de teuhctli o señores, y les dan de comer maíz, con lo que empiezan a hablar el náhuatl. Regresan con los siete grupos, que se convierten en su “escudo- flecha”, y conquistan a los aliados de los olmeca-xicalancas por medio del agua divina y el fuego, es decir, la guerra. Llevan a los prisioneros a sacrificar al Tlachiualtépetl, donde los reciben los toltecas con música y cantos; se erigen en soberanos de la ciudad, y a los nobles chichimecas les entregan mujeres y los proveen de tierras y trabajadores.

Tomando a Cholollan como el centro, distribuyen a los grupos: los quauhtinchantlacas se encaminan al oriente, hacia Quauhtinchan; los tlaxcaltecas van al norte, a Tlaxcallan; los acolchichimecas parten al occidente, a Huexotzinco, los totomihuaques se dirigen a Totomihuacan, hacia el sur. Al parecer, los demás fueron a establecerse al noreste, los zacatecas en Zacatlan, los tzauhtecas en Zautlan y los malpantlacas en Malpan. A cada uno se le dio el gobierno frente a su agua y su cerro, o sea, su pueblo, señalando los linderos en ese vasto territorio conocido como Coatlalli, “la tierra de la serpiente”, donde también habitaban chocho-popolocas y mixtecos, a los que se llamaba pinomes, lo cual quedó asentado en los mapas que están intercalados con los textos del códice.

A continuación, se presenta la lista de los señores de Quauhtinchan y aquellos que los sucedieron durante más de 200 años y que continuaron las conquistas sobre ciudades vecinas, hasta que comenzaron los tiempos de conflictos y guerras, lo que provocó movimientos de población, así como tensiones y enemistades entre los distintos grupos chichimecas. En el siglo XV, los pinomes pidieron la ayuda del señor de Tlaltelolco para que realizara una avanzada sobre Quauhtinchan y colocara en el poder a un señor mixteca-popoloca que gobernó por poco más de 40 años, hasta que comenzó otro conflicto con Tepeyácac, el cual terminó con la llegada del ejército mexica, que sometió a Tepeaca y construyó allí una guarnición militar. Esto fue aprovechado por los habitantes de Tepeaca, que solicitaron que se repartieran las tierras de Cuauhtinchan. Así, fueron enviados cinco mexicas para dividir el señorío en cinco partes: Quauhtinchan, Tepeaca, Tecalco o Tecalli, Tecamachalco y Quechóllac, aunque no todos los linderos fueron respetados, lo que siguió causando problemas. En la segunda década del siglo XVI llegaron los españoles, que fueron acogidos por los tlaxcaltecas, destruyeron Cholollan y otras poblaciones de la región, instalándose en Tepeaca, y poco después arribaron los frailes franciscanos. Pero como los pleitos con Totomihuacan y Tepeaca continuaban, se enviaron jueces de la Audiencia de México en dos ocasiones, y los litigios se cerraron y abrieron varias veces hasta que en 1532 y en 1547 ambos pueblos tuvieron que aceptar restituir las tierras que habían tomado de Quauhtinchan.

 

Cecilia Rossell. Pasante del doctorado en antropología por la UNAM. Investigadora del ciesas-DF. Especialista en historia, iconografía y epigrafía de manuscritos pictográficos o códices de tradición mixteca y nahua.

Rossell, Cecilia, “Historia Tolteca-Chichimeca”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 54, pp. 18-23.

https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/historia-tolteca-chichimeca-0

El tule y el sauce blancos, justo al costado derecho del Tlachihualtépetl, la montaña hecha a mano. Historia Tolteca Chichimeca, ff. 9v-10r (detalle).

Las razones de la Historia Tolteca Chichimeca

Elaboración de esta historia

La Historia Tolteca Chichimeca fue elaborada para responder a un litigio por tierras entre los pueblos de Quauhtinchan y Tepeaca, ahora en el estado de Puebla. Es por ello que consideramos que el primer acopio de sus relatos pudo corresponder a la década de 1530 y los últimos registros a la de 1540, si bien el proceso judicial del conflicto se prolongó más allá de 1550.

Se atribuye a los descendientes de Moquíuix, uno de los linajes de Quauhtinchan, el haber mandado confeccionar la historia para presentarla a las autoridades novohispanas, a fin de demostrar los antiguos derechos que el pueblo de Quauhtinchan reclamaba tener sobre el territorio que los mexicas tenochcas habían fraccionado a partir de su conquista hacia 1466.

Sin duda, en su manufactura hubo muchas motivaciones e intereses, tanto individuales como colectivos, que ameritan un estudio y discusión a fondo, que la brevedad de esta presentación impide abordar. Lo que es cierto es que se trata de un relato marcadamente parcial a favor de la historia de este pueblo y de la cabecera de Tezcacóac tecpan, donde regían los moquiuixcas.

El documento consta de 52 fojas en papel europeo con dos faltantes, una de las cuales es la última. La versión que conocemos es un texto fragmentario e inconcluso. Es posible que ni siquiera haya sido el original entregado a la Audiencia a mediados del siglo XVI, sino una copia resguardada en Quauhtinchan. El diseño manifiesta los diversos procesos involucrados en su elaboración. Uno de ellos es que los tlacuiloque, “pintores”, y escribanos trabajaron los materiales por separado. Al parecer, primero se redactó la parte en náhuatl y luego se insertaron las pictografías. Esto lo suponemos por los espacios vacíos que quedaron en algunos folios para colocar las imágenes correspondientes.

Como señala Luis Reyes, el códice es producto de la unión de diferentes tipos de fuentes y estilos narrativos, como anales, mapas y genealogías. Algunas partes incluyen gráfica náhuatl tradicional de forma sistemática y en otras sólo hay escritura alfabética. También es notorio que es el producto de la mano de por lo menos tres tlacuiloque y dos escribanos.

Para la elaboración de la Historia Tolteca Chichimeca, los tlacuiloque y escribanos seleccionaron fragmentos de una serie de relatos históricos compartidos a lo largo de varios siglos por grupos chichimecas que se asentaron en el valle poblano-tlaxcalteca. Ello explica las diferencias en cada relato y los pasajes en los cuales podemos observar el énfasis con el que se realzan algunos de los eventos y episodios históricos que se mencionan repetidamente. Es por ello que es posible distinguir en la narrativa al menos tres versiones del origen y la migración desde Chicomóztoc por parte de los grupos nonoalcas, de los toltecas y de los que la fuente llama tepilhuas, “hidalgos” o “hijos de buen linaje”.

Los tres grupos se califican con el título de chichimecas y de los últimos, de los tepilhuas, es de donde derivan las familias gobernantes de Quauhtinchan y de Totomiuacan, no así de Tepeaca. Cada uno de los relatos que se pueden distinguir presenta una unidad relativa y articulada a la narración general con el objetivo práctico de demostrar un pasado glorioso. Fundando la legitimidad de sus reclamos en él, los quauhtinchantlacas se presentaron como los herederos de los antiguos señores que conquistaron el valle.

Sin embargo, difieren en su especificidad, pues cada relato construye una perspectiva de la distribución de los pueblos para diversas regiones y épocas. Se trata, en suma, no de uno sino de varios códices que están insertos en este manuscrito y de los cuales tenemos fragmentos con los que se nos proporcionan realidades heterogéneas que no resultan fáciles de comprender. La fragmentación de las narraciones impide entender la lógica de cada discurso, pues en cada parte se establece una relación distinta entre la escritura indígena y la alfabética y no siempre se encuentra la concordancia en los datos. Hay pasajes que ofrecen grandes diferencias y parecen ser narraciones que corren por separado donde la iconografía tiene un lugar y peso especiales.

Imagen: El tlacuilo se esmeró en dejar un registro iconográfico muy detallado de cada señorío, con una precisa localización espacial en torno a la capital olmeca xicalanca, y esta última representada en el centro de los dos folios mostrando las dos especies de plantas emblemáticas que integraron el símbolo sagrado de la ciudad, es decir, el tule y el sauce blancos, justo al costado derecho del Tlachihualtépetl, la montaña hecha a mano. Historia Tolteca Chichimeca, ff. 9v-10r (detalle). Reprografía: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.

Tlacuiloque

Tlacuilo o Tlahcuilo (plural tlacuiloque) es una palabra derivada del náhuatl tlahcuilō o tlacuihcuilō que significa ‘el que labra la piedra o la madera’ y que más tarde pasó a designar a lo que hoy llamamos escriba, pintor, escritor o sabio. También se les conocía como ‘el que escribe pintando’. Los tlahcuilos eran hombres y mujeres hábiles en el dibujo, a quienes desde niños se les adiestraba en el conocimiento profundo de su lengua, cultura, costumbres, religión, política, arte, etc. ya que tenían que tener un vasto conocimiento de la vida de su sociedad para poder escribirlo con dibujos. La labor del tlacuilo se asocia, por lo tanto, con diferentes actividades, no sólo con la pictografía. El tlacuilo pintaba los códices y los murales en Mesoamérica. Conocía las diversas formas de representación, así como la mitología. Llevaban registros de la diversidad biológica. Podía trabajar en mercados y templos, según el tipo de actividad para la que se le necesitara.

https://steamau5.wordpress.com/disenistica-heteronoos/linea-de-tiempo/

Francisco González Hermosillo Adams. Dirección de Estudios Históricos, INAH.

Hildeberto Martínez. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

Norma Angélica Castillo Palma. Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.

Carmen Herrera Meza. Dirección de Lingüística, INAH.

Tomás Jalpa Flores. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, INAH.

Margarita Menegus Bornemann. Instituto de Investigaciones Sobre la Universidad y la Educación, UNAM.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

González Hermosillo Adams, Francisco et al., “Historia Tolteca Chichimeca. Parte 1 (edición facsimilar) Introducción”, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 107, pp. 8-15.

https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/las-razones-de-la-historia-tolteca-chichimeca

 

Cholula, ciudad santuario de Mesoamérica

Altépetl en Historia Tolteca-Chichimeca o Anales de Cuauhtinchán Fo 14 r. Ms 54-58 p. 40. Mediados del siglo XVI

Códice Tolteca-Chichimeca – Recinto Ceremonial de Tollan-Chollolan

Cholula Sitio Arqueológico/INAH

 

La ciudad de Cholula, una de las más antiguas y prestigiosas de Mesoamérica, era considerada por los pueblos nahuas, otomíes, popolocas y mixtecos del centro y sur de México en la época posclásica (900-1521 d.C.) como un inmenso santuario al cual acudían mercaderes, sacerdotes y gobernantes con la intención de intercambiar mercancías y conocimientos y con el fin de establecer alianzas o legitimar su poder político. Aunque la ciudad era mucho más antigua y sus orígenes pueden ser rastreados arqueológicamente hasta el período clásico (100-900 d.C.), Cholula representaba en el imaginario mesoamericano del posclásico, una urbe prototípica, heredera de Tula e irradiadora de la cultura tolteca fundada por el gobernante-sacerdote Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl.

En crónicas del período colonial temprano, como la espléndida Historia tolteca-chichimeca, se cuenta como un grupo de toltecas huyó de Tula después de su caída y, luego de una larga migración, logró establecerse en Cholula, que para ese entonces todavía no se llamaba así (su antiguo glifo pictográfico representaba una rana arriba de un cerro, pero el topónimo náhuatl Cholollan deriva del verbo choloa, “huir”, quizás haciendo alusión a la huida de los toltecas). A la llegada de los toltecas, la ciudad estaba gobernada por los olmecas xicalancas, un grupo étnico muy antiguo y para nosotros todavía envuelto en el misterio (no sabemos si hablaban náhuatl, alguna lengua otomangue o mixe-zoque). En la primera mitad del posclásico (900-1200 d.C.) los olmecas xicalancas se extendían desde las costas de Veracruz y Tabasco -de donde tomaron su nombres de olmecas, “hombres del hule”, y xicalancas, “hombres de Xicalanco”, el emporio más importante de Mesoamérica en la Laguna de Términos- a las estribaciones occidentales del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl (como reporta el historiador chalca Domingo Chimalpáin). El poder de los olmecas-xicalancas, gobernantes de Cholula en aquel entonces, era inmenso y los toltecas tuvieron que someterse y sufrir acosos y burlas, hasta que decidieron pedir ayuda de los chichimecas que había quedado en la región norteña y semidesértica de Tula, de la cual habían huido. Gracias a esta alianza, los grupos toltecas y los chichimecas toltequizados se hicieron con el poder en Cholula y durante varios siglos convirtieron a la ciudad en el impresionante santuario que vieron los españoles en 1519.

El templo principal de Cholula, conocido en náhuatl como tlachihualtépetl, “cerro hecho a mano”, era el más grande de Mesoamérica, rebasando en tamaño y altura a la Pirámide de Sol en Teotihuacán. Los pobladores de Cholula contaban que se trataba de un inmenso tzacualli, “repositorio”, o Tlalocan, “morada de Tláloc”, repleto de todas las riquezas acuáticas. Como si fuera una especie de dique, existía el peligro de que si se abría alguna grieta en la construcción, la ciudad y sus alrededores se inundarían, rebasando tempestuosamente toda el agua contenida en el cerro. En caso de ataque por parte de enemigos, uno de los últimos recursos de los cholultecas hubiera sido abrir alguna hendidura en la pirámide, para anegar a todos los agresores en un inmenso diluvio.

En la época prehispánica nadie se atrevía a atacar la ciudad santuario, dado que ésta era un lugar sagrado y representaba un foro de intercambio y un cruce de culturas, centro difusor de la toltecáyotl en Mesoamérica. Ni siquiera los soberbios mexicas, que encabezaban la Triple Alianza entre Tenochtitlan, Tetzcoco y Tlacopan, tenían planes para avasallar a Cholula, destruir sus templos, robarse sus dioses e imponerle tributo, como al contrario intentaban hacer constantemente con las ciudades vecinas de Huejotzingo y Tlaxcala. Es por esta razón que la cruel matanza de Cholula, perpetrada por las huestes de Cortés y sus aliados indígenas de Cempoala y Tlaxcala, representó un acto inaudito, cuya gravedad fue percibida por los cuatro rincones de Mesoamérica y que infundió a los mexicas -en particular en su jefe Moteuczoma- un temor que los convenció de la necesidad de negociar con los españoles y les hizo ver la imposibilidad de aniquilar fácilmente a los invasores, acompañados de un sinnúmero de indígenas rebeldes.

Para citar: Gabriel Kruell, Cholula, ciudad santuario de Mesoamérica, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1753/1753. Visto el 07/02/2025  

Historia Tolteca-Chichimeca o Anales de Cuauhtinchan, Fo 28r Ms-46-50-p-15. Siglo XVI

 

Historia Tolteca-Chichimeca o Anales de Cuauhtinchan, Fo42v-Ms-46-50-p-42. Siglo XVI

 

Templo de Quetzalcóatl Anales de Cuauhtinchán Fo26v Ms.46-50 p-12

 

La Historia Tolteca Chichimeca -también llamada Anales de Cuauhtinchan o Libro de Conquista- es un códice colonial probablemente a pedido de una familia de nobles indígenas del antiguo señorío de Cuauhtinchan, para reclamar sus derechos a la Corona.

El códice cuenta la historia de los siete pueblos que salieron de Chicomoztoc ("Siete cuevas"). Los tolteca-chichimeca fueron los primeros en tomar el camino, pasaron por Colhuacatepec, el Cerro Curvo o el Lugar de los Ancestros, hasta llegar a un pequeño asentamiento otomí junto a un río, que convierten en su centro llamándolo Tollan (Tula, "entre los juncos o carrizos").

Templo de Quetzalcóatl Anales de Cuauhtinchán Fo26v Ms.46-50 p-12

La Historia Tolteca Chichimeca se conoce también como Anales de Cuauhtinchan o Libro de Conquista,  que permite reconstruir la historia de esta región, desde el siglo XII d.C. hasta principios del periodo Colonial Temprano.

En el Folio 26  está representado el Templo de Quetzalcóatl.

Historia Tolteca Chichimeca INAH-CISINAH-SEP Paul Kirchhoff, Lina Odena Güemes, Luis Reyes García México, 1976. Colección Particular

 

En Paul Kirchhoff, Lina Odena Güemes, Luis Reyes García, Historia Tolteca Chichimeca INAH-CISINAH-SEP México, 1976. Colección Particular. Ubicación: Biblioteca Nacional de Francia, Fondo de Manuscritos Mexicanos

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