Cholollan
o Cholula tenía cerca de diez nombres diferentes, entre los que estaban “el
lugar del tule blanco” o Iztactollin (a), y el de “sauce blanco” o Iztacuéxotl
(b y b); aquí aparecen los juncos o carrizos (a) brotando de un canal o río que
tal vez sea el Atoyac, el cual está rodeado por plantas acuáticas y tiene a
ambos lados uno de los sauces (b y b). Este río contiene dos corrientes, una de
agua (c) y otra de fuego (d), que al presentarse combinadas simbolizan el
conflicto, ya que no pueden coexistir juntas, lo que se expresa mediante el
término atl tlachinolli,
“el agua quemada o incendiada”, que quiere decir, la guerra. Historia Tolteca-Chichimeca, lám.
16v. Foto: Biblioteca Nacional de Francia, Proyecto Amoxcalli.
Icxicoátl, “Pie-Serpiente”, y Quetzaltehuéyac, “Pluma-Rígida”. Historia Tolteca-Chichimeca, lám. 2r. Foto: Biblioteca Nacional de Francia, Proyecto Amoxcalli.
Una pareja de campesinos frente al
templo de Querzalcóatl. Historia
Tolteca-Chichimeca, lám. 39r.
Historia Tolteca-Chichimeca
Contenido
Se
trata del relato de los siete pueblos chichimecas que fueron guiados por los
toltecas para conquistar y llegar a merecer sus tierras y su gobierno. Su lugar
de origen estaba en Chicomóztoc, “siete cuevas”, situado en algún paraje de la
llanura o el desierto conocido como “la tierra divina o peligrosa”, la
Teotlalli. Esos pueblos chichimecas eran parte de los nómadas del Norte de
México. Entre éstos estaban los tolteca-chichimecas, que al parecer salieron
del noroeste, pasaron por Colhuacatépec, “cerro curvo o el lugar de los
ancestros”, cruzaron por el Bajío y llegaron a un pequeño asentamiento otomí
junto a un río, en el estado de Hidalgo, que convirtieron en su capital y lo
renombraron como Tollan, en su lengua, el náhuatl, que quiere decir “entre los
juncos y carrizos”, y es ahí donde este grupo tomó el nombre de toltecas,
habitantes de Tollan. Esta gran ciudad estaba formada por 20 pueblos entre los
que destacaban los nonoalcas, quienes compartieron el gobierno con los
toltecas, hasta que surgieron conflictos entre ellos que los obligaron a
abandonar la ciudad en la tercera década del siglo XII, para dirigirse hacia el
sur y establecerse en el área de Tehuacán. Quince años más tarde, los toltecas
partieron guiados por el sacerdote Couenan y sus cuatro líderes: Icxicóuatl,
Quetzalteuéyac, Tezcauítzil y Tololouítzil, pasaron por varios sitios en
Hidalgo, Tlaxcala y Puebla, en los que se quedaron algún tiempo, en una
migración que duró 36 años. Finalmente se instalan en el señorío
olmeca-xicalanca de Chalchiuhtepéc, “cerro del jade”, llamado así porque ahí
había caído una joya de este material, con forma de rana, que estaba asociada
al dios de la lluvia. Esa importante capital comercial y uno de los centros
ceremoniales más grandes de Mesoamérica, tuvo muchos nombres; los recién
llegados la llamaron Cholollan Tlachiualtépetl, “el lugar cerca de la caída de
agua y de la montaña hecha a mano”, o sea, la Gran Pirámide. Habían llegado
aquí, ya que su sacerdote había estado antes para hacer penitencia en el Templo
de Quetzalcóatl y había visto que era un buen lugar para quedarse. Pidieron
tierras a los olmeca-xicalancas y convivieron con ellos en una situación
desventajosa, hasta que después de cinco años trataron de tomar la ciudad, pero
los pueblos aliados de la región de Xochimilco, Ayapanco y otros someten a
estos extranjeros.
Los
toltecas solicitaron ayuda a su dios creador, Tezcatlipoca, Tezcatlanextia, que
les indicó que debían regresar a Chicomóztoc para pedir apoyo a los demás
grupos chichimecas, a cambio de entregarles la estera y el asiento, es decir,
el señorío y el gobierno. El sacerdote y los líderes para convencerlos hablan
con Couatzin, el intérprete entre el náhuatl y el otomí, lengua de los siete
pueblos, quien a su vez se lo comunica a Moquíhuix, el principal caudillo de
los chichimecas. Finalmente éstos acceden y realizan una serie de cantos y
rituales de partida, entre los que están los adivinatorios y los ayunos. Por su
parte, los toltecas imponen a los chichimecas la nariguera que les confiere el
cargo de teuhctli
o señores, y les dan de comer maíz, con lo que empiezan a hablar el náhuatl.
Regresan con los siete grupos, que se convierten en su “escudo- flecha”, y
conquistan a los aliados de los olmeca-xicalancas por medio del agua divina y
el fuego, es decir, la guerra. Llevan a los prisioneros a sacrificar al
Tlachiualtépetl, donde los reciben los toltecas con música y cantos; se erigen
en soberanos de la ciudad, y a los nobles chichimecas les entregan mujeres y
los proveen de tierras y trabajadores.
Tomando
a Cholollan como el centro, distribuyen a los grupos: los quauhtinchantlacas se
encaminan al oriente, hacia Quauhtinchan; los tlaxcaltecas van al norte, a
Tlaxcallan; los acolchichimecas parten al occidente, a Huexotzinco, los
totomihuaques se dirigen a Totomihuacan, hacia el sur. Al parecer, los demás
fueron a establecerse al noreste, los zacatecas en Zacatlan, los tzauhtecas en
Zautlan y los malpantlacas en Malpan. A cada uno se le dio el gobierno frente a
su agua y su cerro, o sea, su pueblo, señalando los linderos en ese vasto
territorio conocido como Coatlalli, “la tierra de la serpiente”, donde también
habitaban chocho-popolocas y mixtecos, a los que se llamaba pinomes, lo cual
quedó asentado en los mapas que están intercalados con los textos del códice.
A
continuación, se presenta la lista de los señores de Quauhtinchan y aquellos
que los sucedieron durante más de 200 años y que continuaron las conquistas
sobre ciudades vecinas, hasta que comenzaron los tiempos de conflictos y
guerras, lo que provocó movimientos de población, así como tensiones y
enemistades entre los distintos grupos chichimecas. En el siglo XV, los pinomes
pidieron la ayuda del señor de Tlaltelolco para que realizara una avanzada
sobre Quauhtinchan y colocara en el poder a un señor mixteca-popoloca que
gobernó por poco más de 40 años, hasta que comenzó otro conflicto con
Tepeyácac, el cual terminó con la llegada del ejército mexica, que sometió a
Tepeaca y construyó allí una guarnición militar. Esto fue aprovechado por los
habitantes de Tepeaca, que solicitaron que se repartieran las tierras de
Cuauhtinchan. Así, fueron enviados cinco mexicas para dividir el señorío en
cinco partes: Quauhtinchan, Tepeaca, Tecalco o Tecalli, Tecamachalco y
Quechóllac, aunque no todos los linderos fueron respetados, lo que siguió
causando problemas. En la segunda década del siglo XVI llegaron los españoles,
que fueron acogidos por los tlaxcaltecas, destruyeron Cholollan y otras
poblaciones de la región, instalándose en Tepeaca, y poco después arribaron los
frailes franciscanos. Pero como los pleitos con Totomihuacan y Tepeaca
continuaban, se enviaron jueces de la Audiencia de México en dos ocasiones, y
los litigios se cerraron y abrieron varias veces hasta que en 1532 y en 1547
ambos pueblos tuvieron que aceptar restituir las tierras que habían tomado de
Quauhtinchan.
Cecilia Rossell. Pasante del doctorado en antropología por la UNAM.
Investigadora del ciesas-DF. Especialista en historia, iconografía y epigrafía
de manuscritos pictográficos o códices de tradición mixteca y nahua.
Rossell, Cecilia, “Historia Tolteca-Chichimeca”, Arqueología Mexicana,
edición especial, núm. 54, pp. 18-23.
https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/historia-tolteca-chichimeca-0
El tule y el sauce blancos, justo al
costado derecho del Tlachihualtépetl, la montaña hecha a mano. Historia Tolteca
Chichimeca,
ff. 9v-10r (detalle).
Las razones de la Historia
Tolteca Chichimeca
Elaboración de esta
historia
La
Historia Tolteca Chichimeca
fue elaborada para responder a un litigio por tierras entre los pueblos de
Quauhtinchan y Tepeaca, ahora en el estado de Puebla. Es por ello que
consideramos que el primer acopio de sus relatos pudo corresponder a la década
de 1530 y los últimos registros a la de 1540, si bien el proceso judicial del
conflicto se prolongó más allá de 1550.
Se
atribuye a los descendientes de Moquíuix, uno de los linajes de Quauhtinchan,
el haber mandado confeccionar la historia para presentarla a las autoridades
novohispanas, a fin de demostrar los antiguos derechos que el pueblo de
Quauhtinchan reclamaba tener sobre el territorio que los mexicas tenochcas
habían fraccionado a partir de su conquista hacia 1466.
Sin
duda, en su manufactura hubo muchas motivaciones e intereses, tanto
individuales como colectivos, que ameritan un estudio y discusión a fondo, que
la brevedad de esta presentación impide abordar. Lo que es cierto es que se
trata de un relato marcadamente parcial a favor de la historia de este pueblo y
de la cabecera de Tezcacóac tecpan,
donde regían los moquiuixcas.
El
documento consta de 52 fojas en papel europeo con dos faltantes, una de las
cuales es la última. La versión que conocemos es un texto fragmentario e
inconcluso. Es posible que ni siquiera haya sido el original entregado a la
Audiencia a mediados del siglo XVI, sino una copia resguardada en Quauhtinchan.
El diseño manifiesta los diversos procesos involucrados en su elaboración. Uno
de ellos es que los tlacuiloque,
“pintores”, y escribanos trabajaron los materiales por separado. Al parecer,
primero se redactó la parte en náhuatl y luego se insertaron las pictografías.
Esto lo suponemos por los espacios vacíos que quedaron en algunos folios para
colocar las imágenes correspondientes.
Como
señala Luis Reyes, el códice es producto de la unión de diferentes tipos de
fuentes y estilos narrativos, como anales, mapas y genealogías. Algunas partes
incluyen gráfica náhuatl tradicional de forma sistemática y en otras sólo hay
escritura alfabética. También es notorio que es el producto de la mano de por
lo menos tres tlacuiloque
y dos escribanos.
Para
la elaboración de la Historia
Tolteca Chichimeca, los tlacuiloque
y escribanos seleccionaron fragmentos de una serie de relatos históricos
compartidos a lo largo de varios siglos por grupos chichimecas que se asentaron
en el valle poblano-tlaxcalteca. Ello explica las diferencias en cada relato y
los pasajes en los cuales podemos observar el énfasis con el que se realzan
algunos de los eventos y episodios históricos que se mencionan repetidamente.
Es por ello que es posible distinguir en la narrativa al menos tres versiones
del origen y la migración desde Chicomóztoc por parte de los grupos nonoalcas,
de los toltecas y de los que la fuente llama tepilhuas, “hidalgos” o “hijos de
buen linaje”.
Los
tres grupos se califican con el título de chichimecas y de los últimos, de los
tepilhuas, es de donde derivan las familias gobernantes de Quauhtinchan y de
Totomiuacan, no así de Tepeaca. Cada uno de los relatos que se pueden distinguir
presenta una unidad relativa y articulada a la narración general con el
objetivo práctico de demostrar un pasado glorioso. Fundando la legitimidad de
sus reclamos en él, los quauhtinchantlacas se presentaron como los herederos de
los antiguos señores que conquistaron el valle.
Sin
embargo, difieren en su especificidad, pues cada relato construye una
perspectiva de la distribución de los pueblos para diversas regiones y épocas.
Se trata, en suma, no de uno sino de varios códices que están insertos en este
manuscrito y de los cuales tenemos fragmentos con los que se nos proporcionan
realidades heterogéneas que no resultan fáciles de comprender. La fragmentación
de las narraciones impide entender la lógica de cada discurso, pues en cada
parte se establece una relación distinta entre la escritura indígena y la
alfabética y no siempre se encuentra la concordancia en los datos. Hay pasajes
que ofrecen grandes diferencias y parecen ser narraciones que corren por
separado donde la iconografía tiene un lugar y peso especiales.
Imagen: El tlacuilo
se esmeró en dejar un registro iconográfico muy detallado de cada señorío, con
una precisa localización espacial en torno a la capital olmeca xicalanca, y
esta última representada en el centro de los dos folios mostrando las dos
especies de plantas emblemáticas que integraron el símbolo sagrado de la
ciudad, es decir, el tule y el sauce blancos, justo al costado derecho del
Tlachihualtépetl, la montaña hecha a mano. Historia
Tolteca Chichimeca, ff. 9v-10r (detalle). Reprografía: Biblioteca
Nacional de Antropología e Historia.
Tlacuiloque
Tlacuilo o Tlahcuilo (plural tlacuiloque) es una
palabra derivada del náhuatl tlahcuilō o tlacuihcuilō que
significa ‘el que labra la piedra o la madera’ y que más tarde pasó a designar
a lo que hoy llamamos escriba, pintor, escritor o sabio. También se les conocía
como ‘el que escribe pintando’. Los tlahcuilos eran hombres y mujeres hábiles
en el dibujo, a quienes desde niños se les adiestraba en el conocimiento
profundo de su lengua, cultura, costumbres, religión, política, arte, etc. ya
que tenían que tener un vasto conocimiento de la vida de su sociedad para poder
escribirlo con dibujos. La labor del tlacuilo se asocia, por lo tanto, con
diferentes actividades, no sólo con la pictografía. El tlacuilo pintaba los
códices y los murales en Mesoamérica. Conocía las diversas formas de
representación, así como la mitología. Llevaban registros de la diversidad
biológica. Podía trabajar en mercados y templos, según el tipo de actividad
para la que se le necesitara.
https://steamau5.wordpress.com/disenistica-heteronoos/linea-de-tiempo/
Francisco González Hermosillo Adams. Dirección de Estudios Históricos, INAH.
Hildeberto Martínez. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social.
Norma Angélica Castillo Palma. Universidad Autónoma
Metropolitana-Iztapalapa.
Carmen Herrera Meza. Dirección de Lingüística, INAH.
Tomás Jalpa Flores. Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, INAH.
Margarita Menegus Bornemann. Instituto de Investigaciones Sobre la
Universidad y la Educación, UNAM.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se
consigne la fuente de la forma siguiente:
González Hermosillo Adams, Francisco et al., “Historia Tolteca
Chichimeca. Parte 1 (edición facsimilar) Introducción”, Arqueología
Mexicana, Edición especial, núm. 107, pp. 8-15.
https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/las-razones-de-la-historia-tolteca-chichimeca
Cholula, ciudad santuario de Mesoamérica
Altépetl en Historia Tolteca-Chichimeca o Anales de Cuauhtinchán Fo 14 r.
Ms 54-58 p. 40. Mediados del siglo XVI
Códice Tolteca-Chichimeca – Recinto Ceremonial de Tollan-Chollolan
Cholula Sitio Arqueológico/INAH
La ciudad de Cholula, una de las más antiguas y
prestigiosas de Mesoamérica, era considerada por los pueblos nahuas, otomíes,
popolocas y mixtecos del centro y sur de México en la época posclásica
(900-1521 d.C.) como un inmenso santuario al cual acudían mercaderes,
sacerdotes y gobernantes con la intención de intercambiar mercancías y
conocimientos y con el fin de establecer alianzas o legitimar su poder
político. Aunque la ciudad era mucho más antigua y sus orígenes pueden ser
rastreados arqueológicamente hasta el período clásico (100-900 d.C.), Cholula
representaba en el imaginario mesoamericano del posclásico, una urbe
prototípica, heredera de Tula e irradiadora de la cultura tolteca fundada por
el gobernante-sacerdote Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl.
En crónicas del período colonial temprano, como la
espléndida Historia tolteca-chichimeca, se cuenta como un grupo de
toltecas huyó de Tula después de su caída y, luego de una larga migración,
logró establecerse en Cholula, que para ese entonces todavía no se llamaba así
(su antiguo glifo pictográfico representaba una rana arriba de un cerro, pero
el topónimo náhuatl Cholollan deriva del verbo choloa, “huir”, quizás
haciendo alusión a la huida de los toltecas). A la llegada de los toltecas, la
ciudad estaba gobernada por los olmecas xicalancas, un grupo étnico muy antiguo
y para nosotros todavía envuelto en el misterio (no sabemos si hablaban
náhuatl, alguna lengua otomangue o mixe-zoque). En la primera mitad del
posclásico (900-1200 d.C.) los olmecas xicalancas se extendían desde las costas
de Veracruz y Tabasco -de donde tomaron su nombres de olmecas, “hombres del
hule”, y xicalancas, “hombres de Xicalanco”, el emporio más importante de
Mesoamérica en la Laguna de Términos- a las estribaciones occidentales del
Popocatépetl y el Iztaccíhuatl (como reporta el historiador chalca Domingo
Chimalpáin). El poder de los olmecas-xicalancas, gobernantes de Cholula en
aquel entonces, era inmenso y los toltecas tuvieron que someterse y sufrir
acosos y burlas, hasta que decidieron pedir ayuda de los chichimecas que había
quedado en la región norteña y semidesértica de Tula, de la cual habían huido.
Gracias a esta alianza, los grupos toltecas y los chichimecas toltequizados se
hicieron con el poder en Cholula y durante varios siglos convirtieron a la
ciudad en el impresionante santuario que vieron los españoles en 1519.
El templo principal de Cholula, conocido en náhuatl
como tlachihualtépetl, “cerro hecho a mano”, era el más grande de
Mesoamérica, rebasando en tamaño y altura a la Pirámide de Sol en Teotihuacán.
Los pobladores de Cholula contaban que se trataba de un inmenso tzacualli,
“repositorio”, o Tlalocan, “morada de Tláloc”, repleto de todas las riquezas
acuáticas. Como si fuera una especie de dique, existía el peligro de que si se
abría alguna grieta en la construcción, la ciudad y sus alrededores se
inundarían, rebasando tempestuosamente toda el agua contenida en el cerro. En
caso de ataque por parte de enemigos, uno de los últimos recursos de los
cholultecas hubiera sido abrir alguna hendidura en la pirámide, para anegar a
todos los agresores en un inmenso diluvio.
En la época prehispánica nadie se atrevía a atacar
la ciudad santuario, dado que ésta era un lugar sagrado y representaba un foro
de intercambio y un cruce de culturas, centro difusor de la toltecáyotl
en Mesoamérica. Ni siquiera los soberbios mexicas, que encabezaban la Triple
Alianza entre Tenochtitlan, Tetzcoco y Tlacopan, tenían planes para avasallar a
Cholula, destruir sus templos, robarse sus dioses e imponerle tributo, como al
contrario intentaban hacer constantemente con las ciudades vecinas de
Huejotzingo y Tlaxcala. Es por esta razón que la cruel matanza de Cholula,
perpetrada por las huestes de Cortés y sus aliados indígenas de Cempoala y Tlaxcala,
representó un acto inaudito, cuya gravedad fue percibida por los cuatro
rincones de Mesoamérica y que infundió a los mexicas -en particular en su jefe
Moteuczoma- un temor que los convenció de la necesidad de negociar con los
españoles y les hizo ver la imposibilidad de aniquilar fácilmente a los
invasores, acompañados de un sinnúmero de indígenas rebeldes.
Para
citar: Gabriel Kruell, Cholula, ciudad santuario de Mesoamérica, México, Noticonquista,
http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1753/1753.
Visto el 07/02/2025
Historia
Tolteca-Chichimeca o Anales de Cuauhtinchan, Fo 28r Ms-46-50-p-15. Siglo XVI
Historia Tolteca-Chichimeca o Anales
de Cuauhtinchan, Fo42v-Ms-46-50-p-42. Siglo XVI
Templo de Quetzalcóatl Anales de Cuauhtinchán Fo26v Ms.46-50 p-12
La Historia Tolteca Chichimeca -también llamada
Anales de Cuauhtinchan o Libro de Conquista- es un códice colonial
probablemente a pedido de una familia de nobles indígenas del antiguo señorío
de Cuauhtinchan, para reclamar sus derechos a la Corona.
El códice cuenta la historia de los siete pueblos
que salieron de Chicomoztoc ("Siete cuevas"). Los
tolteca-chichimeca fueron los primeros en tomar el camino, pasaron por
Colhuacatepec, el Cerro Curvo o el Lugar de los Ancestros, hasta llegar a un
pequeño asentamiento otomí junto a un río, que convierten en su centro
llamándolo Tollan (Tula, "entre los juncos o carrizos").
Templo de Quetzalcóatl Anales de Cuauhtinchán Fo26v
Ms.46-50 p-12
La Historia Tolteca Chichimeca se conoce también
como Anales de Cuauhtinchan o Libro de Conquista, que permite reconstruir
la historia de esta región, desde el siglo XII d.C. hasta principios del
periodo Colonial Temprano.
En el Folio 26 está representado el Templo de
Quetzalcóatl.
Historia Tolteca Chichimeca INAH-CISINAH-SEP Paul
Kirchhoff, Lina Odena Güemes, Luis Reyes García México, 1976. Colección
Particular
En Paul Kirchhoff, Lina Odena Güemes, Luis Reyes
García, Historia Tolteca Chichimeca INAH-CISINAH-SEP México, 1976. Colección
Particular. Ubicación: Biblioteca Nacional de Francia, Fondo de Manuscritos
Mexicanos
https://www.noticonquista.unam.mx/imagen-popup/1595
https://www.noticonquista.unam.mx/imagen-popup/1596
https://www.noticonquista.unam.mx/imagen-popup/1244
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