La extrema
derecha como amenaza para la gobernanza mundial
El ascenso al poder de líderes autoritarios
de derecha y la creciente influencia política de los movimientos de
extrema derecha y supremacistas en un número cada vez mayor de países
representan una amenaza existencial no solo para la democracia a escala
nacional, sino también para la gobernanza global y el futuro del sistema multilateral,
es decir, la red de organizaciones e instituciones internacionales interconectadas
desarrollada por la Organización de las Naciones Unidas y en torno de ella
después de 1945.
El discurso y la práctica de los
actores de extrema derecha en todo el mundo revelan un profundo desprecio por
el sistema multilateral y sus valores fundamentales. Lo consideran una realidad
lejana y artificial, dominada por elites autocentradas y responsable solo ante
ellas mismas. La agenda enfocada en el desarrollo y basada en los derechos que
el sistema multilateral defiende es vista como cosmopolita, globalizadora e
irrespetuosa con las tradiciones e identidades locales. En la opinión de la
extrema derecha, las elites mundiales ejercen una influencia extranjera
indebida a través de instituciones multilaterales y organizaciones
internacionales (el sistema de la Organización de las Naciones Unidas [onu] y la Unión Europea, pero también el Foro Económico
Mundial o entidades financiadas con fondos privados, como la Fundación Bill y
Melissa Gates y las Open Society Foundations), que forman parte de un proceso
más amplio de globalización que amenaza la soberanía nacional, las tradiciones
culturales y los valores tradicionales. En resumen, el proceso multilateral y
su ethos compartido son considerados como una amenaza
para la comunidad nacional homogénea deseada por la extrema derecha.
Las fuertes conexiones entre el
proyecto multilateral y la democracia liberal –en particular, el apego a los
derechos humanos, las imágenes plurales de la sociedad y el concepto liberal de
progreso– alimentan el conflicto entre las organizaciones multilaterales y los
gobiernos y actores de extrema derecha y autoritarios1. La expansión de la agenda de las organizaciones
multilaterales, en especial desde el fin de la Guerra Fría, ha puesto de
manifiesto un fuerte contraste con la visión del mundo que defiende la extrema
derecha. En términos generales, la agenda multilateral es cosmopolita y
socialmente progresista; apoya la promoción de la igualdad de género, los
derechos sexuales y reproductivos, los derechos lgbti+, la movilidad humana global, el desarrollo
sostenible y una transición económica verde para combatir la crisis climática.
Inevitablemente, la idea de progreso en términos de desarrollo, libertades,
pluralidad y democracia choca con un proyecto de retorno a una imaginaria edad
de oro, de claras jerarquías sociales, raciales y geográficas y de dominación
patriarcal incontestada, con la familia tradicional y la religión como piedras
angulares de los proyectos nacionales (y nacionalistas).
En las últimas décadas, el
sistema de la onu ha reaccionado
a las críticas (justificadas) por tener una visión del mundo excesivamente anglosajona
y eurocéntrica abriéndose a otros puntos de vista y aprendiendo (o al menos
intentándolo) a tratar con respeto e interés las experiencias culturales,
sociales y políticas del Sur global. Al mismo tiempo, los actores de extrema
derecha y autoritaria han unido sus fuerzas para promover un enfoque
conservador, centrado en la necesidad de imponer valores tradicionalistas, ya
sean «judeocristianos» y «occidentales» o una versión oscurantista del islam o
el hinduismo. Un ejemplo clásico de esta dinámica es la agresiva campaña contra
la Agenda 2030 de la onu llevada a cabo
desde 2021 por el partido español de extrema derecha Vox, tercera fuerza
política de su país, que ha sido reproducida y amplificada por partidos y
movimientos afines en toda América Latina. Según el líder de Vox, Santiago
Abascal, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ods) forman parte de «agendas globalistas que buscan
destruir a la clase media, liquidar la soberanía de las naciones y atacar la
familia, la vida y las raíces comunes de Occidente»2. Argumentamos que existen dos fuentes principales
de tensión inevitable entre los actores de extrema derecha y el sistema
multilateral: (a) la concepción de la soberanía estatal y (b) el papel de las
políticas públicas en los niveles nacional e internacional. Para los actores de
extrema derecha, la soberanía estatal es absoluta, innegociable e irreductible.
El funcionamiento del sistema multilateral, en cambio, supone que las
relaciones de poder y las normas de interacción pueden institucionalizarse
internacionalmente, que los mecanismos de cooperación y el desarrollo de normas
internacionales se construyen y reconstruyen3, y que los principios generalizados de conducta,
indivisibilidad y reciprocidad difusa caracterizan la lógica de la interacción.
El modus operandi multilateral se opone
intrínsecamente al concepto de Estado-nación por encima de cualquier otra
estructura de gobierno y a una idea de mando basada en un Estado cuya misión
principal es proteger la esencia de la nación, considerada como una comunidad
homogénea.
La segunda fuente de tensión
subyacente se refiere al papel de las políticas públicas en la producción de
sociedades inclusivas y más plurales. La progresiva ampliación de la agenda de
la onu, más allá de la
estrecha misión inicial del mantenimiento de la paz –«preservar a las
generaciones venideras del flagelo de la guerra»– y la expansión de las
instituciones multilaterales, ha creado un fuerte contraste entre la práctica
del multilateralismo (es decir, la búsqueda de soluciones para abordar
cuestiones que conciernen a varios Estados y grupos de interés mediante el
diálogo diplomático y de acuerdo con principios y códigos de conducta
generalizados) y la imagen de sociedades ideales y la acción unilateral que
persiguen los actores de extrema derecha. Especialmente desde el final de la
Guerra Fría, el sistema multilateral ha funcionado sobre la base de los
supuestos de que los proyectos de justicia social pueden debatirse, negociarse
y decidirse en las esferas nacional e internacional, y de que estas normas
pueden al menos contribuir a compensar, corregir o superar los resultados de la
competencia neoliberal del mercado abierto (aunque, en términos concretos,
estas aspiraciones a menudo no se han cumplido). Sin embargo, el concepto de libertad
de la extrema derecha (libertad económica sin normas, controles ni injerencias
públicas) no ofrece margen para la negociación política. En opinión de la
extrema derecha, las normas multilaterales son amenazas inherentes a la
libertad personal y al orden natural.
En consecuencia, el papel de
la onu y la ue en la creación o el fortalecimiento de
instituciones nacionales e internacionales (incluidas las operaciones de
mantenimiento de la paz) y en el impulso de la adopción de normas basadas en
valores universales se opone a la opinión de que los mercados no regulados y la
familia tradicional son las únicas instituciones que merece la pena preservar.
A diferencia del fascismo italiano y del nazismo alemán de las décadas de 1920
y 1930, la extrema derecha contemporánea no defiende el dirigismo económico del
Estado ni la necesidad de asegurar el pleno empleo para garantizar la paz
social; al contrario, defiende una concepción ultraneoliberal del darwinismo
social, según la cual la desigualdad es natural y el Estado no tiene el deber
de proteger ni ayudar a los necesitados, ya sea por pobreza, enfermedad,
discapacidad o incapacidad para encontrar trabajo. Los derechos sociales y
económicos universales recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos
contradicen esta visión.
Incluso en el pasado reciente, el
impacto y las implicaciones de la llegada al poder de líderes autoritarios y de
extrema derecha fueron a menudo minimizados por políticos, diplomáticos y
expertos de los medios de comunicación tradicionales que asumían que, una vez
en el cargo, los nuevos actores políticos empezarían a actuar dentro de los
límites esperados y establecidos desde hace tiempo de la política tradicional,
tanto nacional como internacional. Pero la experiencia concreta ha demostrado
lo contrario. Los líderes de extrema derecha y autoritarios –como Donald Trump,
Javier Milei, Jair Bolsonaro, Nahrendra Modi, Benjamin Netanyahu y otros–
tienden a mostrarse hostiles ante la cooperación con otros países y menos
proclives a apoyar acuerdos de gobernanza supranacionales4. Esta tendencia tiene implicaciones peligrosas
para el futuro de la democracia. Supone una amenaza existencial sin precedentes
para organizaciones internacionales como la onu y organizaciones no gubernamentales que defienden
una agenda de desarrollo basada en derechos5. Los líderes autoritarios y de extrema derecha
suelen nombrar a funcionarios sin experiencia en política exterior, elegidos a
menudo por lealtad y afinidad ideológica más que por trayectoria. Esto produce
un aparato de política exterior «voluble e ineficaz, especialmente en las
crisis»6.
Por otra parte, su feroz retórica
atrapa a los líderes de extrema derecha en un círculo vicioso, lo que les
dificulta aceptar cualquier compromiso sobre cuestiones complejas que tienen un
valor simbólico para su núcleo duro de seguidores. En contraste con la cultura
institucional de las Naciones Unidas de limitar el uso de la violencia mediante
el control de armas, las normas de desarme, la mediación y los mecanismos de
resolución o gestión de conflictos, observamos una afirmación del uso de la
violencia y las armas por parte de Estados, grupos e individuos. Además, como
las disputas fronterizas suelen revestirse de términos ontológicos (como es el
caso de los conflictos en que están envueltos Israel, Rusia, la India y
Turquía), la mediación y la resolución de conflictos tienen poco o ningún margen
de éxito.
Como sostienen Steven Levitsky y
Daniel Ziblatt, la paradoja de la vía electoral hacia el autoritarismo es que
los enemigos de la democracia utilizan las propias instituciones democráticas
para destruirla progresiva y legalmente desde dentro7. Del mismo modo, cuando ascienden al poder, los
líderes autoritarios de extrema derecha suelen intentar cambiar, erosionar o
bloquear unilateralmente los términos de los acuerdos, tratados y
procedimientos vigentes de las organizaciones internacionales de las que sus
países son miembros. Es un proceso que Stefanie Walter ha definido agudamente
como «desintegración basada en las masas» (mass-based disintegration):
«desintegración» porque pretende retirarse de las normas acordadas de las
instituciones internacionales, parcial o totalmente; y «basada en las masas»
porque este proceso suele sostenerse en un fuerte apoyo interno, expresado a
través del voto en un referéndum (como el Brexit) o en el apoyo social al
discurso de un líder político8. Así pues, la desintegración basada en las masas
es un proceso que comienza en el nivel nacional pero que tiene implicaciones
internacionales en cuanto un gobierno, para satisfacer a su electorado interno,
presiona a otros Estados miembros para que cambien las normas de una determinada
organización multilateral o se retiren de normas (o instituciones) específicas.
Estados Unidos, bajo la
presidencia de Donald Trump, ha sido un ejemplo de cómo un proceso de
desintegración puede poner en peligro la existencia misma del sistema multilateral.
Trump, que durante la campaña electoral de 2016 no ocultó su desdén por
la onu («Solo es un
club para que la gente se reúna, hable y se divierta»), fue consecuente con su
discurso tras ser elegido. Además de recortar la financiación estadounidense a
varias agencias del sistema de la onu sobre
la base de criterios ideológicos9 y de retrasar el pago de las contribuciones
obligatorias debidas al Secretariado de la onu,
su gobierno también retiró a eeuu de
la Organización Mundial de la Salud (oms)
(en 2020, en plena pandemia de covid-19), del Acuerdo de París sobre Cambio
Climático, del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular y
del Consejo de Derechos Humanos de la onu (Joe
Biden revirtió más tarde todas las decisiones, pero el regreso de Trump a la
Casa Blanca enciende nuevamente las alarmas).
En el hemisferio sur, tras la
elección de Jair Bolsonaro, Brasil se retiró de la mayoría de las
organizaciones regionales latinoamericanas creadas por gobiernos progresistas
anteriores, como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)10. Antes y después de su elección, Bolsonaro fue un
ácido crítico de los derechos humanos (que definió como «el estiércol de la
haraganería») y de la onu («solo un lugar
de encuentro para comunistas»)11. Poco después de asumir el cargo, anunció que
Brasil renunciaba a acoger la Conferencia sobre Cambio Climático cop25, prevista para noviembre de 2019. El país también se
retiró del mencionado pacto mundial sobre migraciones y Bolsonaro vetó la
inclusión de la Agenda 2030 entre las directrices del Plan Plurianual de su
gobierno para 2020-202312. Promotor de una irresponsable política pública
antivacunación durante la crisis del covid-19 (que contribuyó a que Brasil
sufriera más de 700.000 muertes), Bolsonaro atacó las directrices de la oms para contener la pandemia, acusando a la
organización de fomentar la masturbación y la homosexualidad en los niños. Las
acciones de la diplomacia brasileña durante la presidencia de Bolsonaro fueron
coherentes con su visión oscurantista; una demostración ejemplar de los
peligros que el ascenso de actores estatales de extrema derecha supone para el
sistema multilateral13. Brasil –que durante décadas fue un firme pilar
del multilateralismo, incluso durante la dictadura militar de 1964-1985–
comenzó, bajo el bolsonarismo, a promover una agenda muy regresiva en relación
con los derechos humanos en los foros de la onu, con un fuerte énfasis en los derechos sexuales y
reproductivos, la migración y el cambio climático14. El gobierno de Bolsonaro apoyó a organizaciones
conservadoras como socios nacionales, regionales e internacionales, en
detrimento de las organizaciones progresistas de derechos humanos. Las
instituciones evangélicas fundamentalistas se convirtieron en actores claves en
la definición de la política exterior e interior brasileña15. El gobierno de Bolsonaro también patrocinó
coaliciones con otros actores estatales y no estatales autoritarios y de
extrema derecha para promover contradiscursos e influir en el sistema de
la onu16. Por ejemplo, Brasil unió fuerzas con el gobierno
de Trump para lanzar el llamado Consenso de Ginebra, un grupo de más de 30
gobiernos que apoyaban posturas agresivas antiabortistas y antifeministas17.
Las feministas y el
activismo lgbti+ se han convertido
en un enemigo central y un objetivo unificador para los actores de extrema derecha,
autoritarios y conservadores de todo el mundo. Las políticas antiaborto son un
pilar de la estrategia tradicionalista para transformar el régimen de derechos
humanos18. Además del Consenso de Ginebra, la articulación
de los conservadores dentro de las organizaciones internacionales es fácilmente
observable en otras redes multinacionales, como la Alianza Internacional para
la Libertad Religiosa o de Creencias (irfba,
por sus siglas en inglés). Los orígenes ideológicos de este movimiento se
remontan a finales de la década de 1980. El concepto negativo de «ideología de
género», utilizado por los actores de la derecha para combatir los derechos
sexuales y reproductivos, se utilizó por primera vez en 1988 en un documento
elaborado por la Comisión de la Mujer de la Conferencia Episcopal Peruana
titulado «La ideología de género: sus peligros y alcances»19. Posteriormente, en la Conferencia Internacional
sobre Población y Desarrollo de las Naciones Unidas celebrada en El Cairo en
1994, se incluyó por primera vez el término «género» en un documento resultante
de una negociación intergubernamental. Como consecuencia directa, se forjó una
alianza conservadora entre el Vaticano y los países islámicos con el objetivo
de impedir avances sustanciales en cuestiones de igualdad de género y derechos
reproductivos20.
Además de estas cuestiones, otros
dos temas marcan la convergencia de la acción de los actores de extrema derecha
en la escena internacional: el negacionismo-reduccionismo sobre la crisis
climática y la hostilidad a cualquier intento de tratar la migración masiva
como algo distinto de una cuestión de seguridad fronteriza. En el caso del Pacto
Mundial sobre Migración –un acuerdo intergubernamental no vinculante promovido
por la onu para «facilitar
una migración segura, ordenada y regular, reduciendo al mismo tiempo la
incidencia y el impacto negativo de la migración irregular»–, el debate comenzó
en septiembre de 2016, semanas antes de la elección de Trump. En aquel momento,
los 193 Estados miembros de la onu estuvieron
de acuerdo. Tras la elección de Trump, eeuu anunció
que no participaría en el Pacto, por ser incoherente con los principios
migratorios del nuevo gobierno e incompatible con la soberanía estadounidense.
Durante el proceso de negociación, el acuerdo se convirtió en el blanco de una
feroz retórica antiinmigración por parte de líderes de extrema derecha de todo
el mundo, que desataron una virulenta campaña en su contra, describiéndolo como
una insidiosa conspiración globalista. En Francia, por ejemplo, Marine Le Pen
tuiteó que «el objetivo del Pacto Mundial sobre Migración de la onu es organizar una inmigración aún más masiva que la
que estamos experimentando: Francia debe oponerse. Debemos negarnos a
firmarlo». Jörg Meuthen, de Alternativa para Alemania (afd, por sus siglas en
alemán) dijo: «Ya es hora de que los miembros de la ue despierten. Es hora de detener el demencial pacto migratorio
de Merkel». Santiago Abascal, de Vox, aplaudió la retirada de eeuu e instó a España a hacer lo mismo: «Ya está bien
de que nuestras fronteras sean un coladero y de que progresistas locales y
oligarcas internacionales nos digan que las puertas de nuestra casa deben estar
abiertas para quien las llame o para quien las derribe». Y Matteo Salvini,
ministro del Interior de Italia en ese momento (actualmente es viceprimer
ministro del país), anunció triunfalmente: «Italia no firmará la propuesta del Pacto
Mundial de la onu sobre
inmigración». Como muestra Julia Himmrich, la acción coordinada de los partidos
de extrema derecha en el gobierno en Austria, Hungría, Italia y Polonia en ese
momento fue capaz de disminuir el papel de la ue en la discusión del Pacto y socavar la credibilidad
de todo el proceso de negociación21. Cuando la Asamblea General de la onu adoptó oficialmente el Pacto Mundial sobre
Migración en diciembre de 2018, cinco países votaron en contra (eeuu, Hungría, Polonia, República Checa e Israel) y 12 se
abstuvieron (Argelia, Australia, Austria, Bulgaria, Chile, Italia, Letonia,
Libia, Liechtenstein, Rumanía, Singapur y Suiza). Como se ha dicho, Brasil votó
a favor, pero se retiró tras la elección de Bolsonaro. Según el entonces
ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo, «la migración no debe ser
tratada como una cuestión global, sino de acuerdo con la realidad y la
soberanía de cada país»22.
De eeuu a Chile, de Gran Bretaña a España, Italia o
Alemania, el tema de la migración masiva, transformado en pánico por la
propaganda política y el periodismo sensacionalista, es clave para definir la
identidad y el atractivo electoral de la extrema derecha y está cambiando todo
el centro de gravedad de la política. Para un ejemplo reciente, en diciembre de
2023 el gobierno de centroderecha del presidente Emmanuel Macron en Francia
impulsó la aprobación de una ley de migración sin precedentes que, entre otras
medidas, reduce las garantías del ius soli para los hijos de migrantes nacidos en
Francia, da prioridad a los ciudadanos franceses para obtener prestaciones
sociales y endurece las normas para los solicitantes de asilo, así como para
los estudiantes internacionales no comunitarios. La reforma adoptó muchas de
las ideas xenófobas tradicionales de la extrema derecha francesa (como la
«preferencia nacional» en relación con la protección social). Fue aprobada con
los votos decisivos de Reagrupamiento Nacional, el partido de extrema derecha
de Marine Le Pen, ya que varios de los aliados centristas de Macron se
opusieron a la nueva ley, junto con todos los partidos de izquierda. Marine Le
Pen celebró el resultado: «Nadie puede reprocharnos que defendamos la prioridad
nacional, ni siquiera el presidente de la República, ya que su principio queda
ahora validado en esta ley. Tendremos la oportunidad de hacer mucho más, y
mucho más eficazmente, cuando lleguemos al poder»23.
Francia ha sido hasta ahora el
último país en sucumbir a la retórica xenófoba de la extrema derecha en materia
migratoria, pero dista mucho de ser un caso aislado. En toda Europa, gobiernos
centristas o de centroizquierda han adoptado en las últimas décadas leyes cada
vez más duras para frenar los flujos migratorios, con la esperanza de reducir
el atractivo electoral de los actores políticos más extremistas. La realidad ha
demostrado lo contrario. Según un estudio de las tendencias electorales en 12
naciones de Europa occidental entre 1976 y 201724, no hay «ninguna prueba de que las estrategias
acomodaticias reduzcan el apoyo a la derecha radical»25. Al contrario, el electorado suele apreciar a la
extrema derecha por defender posturas drásticas en el debate político. «Al
legitimar un encuadre asociado a la derecha radical, los políticos
tradicionales pueden acabar contribuyendo a su éxito», explicaron los autores
del estudio en un artículo para The Guardian26. En otras palabras, el fortalecimiento de la
extrema derecha conduce a un giro hacia el conservadurismo en el discurso y las
prácticas en todo el espectro político, transformando posiciones antes
consideradas extremistas o inaceptables en la nueva normalidad dominante. Las
consecuencias para la democracia, los derechos humanos y la gobernanza
internacional podrían ser desastrosas.
La estrategia del avestruz
El fortalecimiento global de la
extrema derecha, como hemos visto, está teniendo un impacto negativo directo en
el sistema multilateral y, en particular, en la onu, que encarna el conjunto de principios, reglas y normas
que se han acordado lenta y laboriosamente desde 1945 y que ahora están en el
punto de mira. El sistema de la onu ha
asistido a esta tendencia con preocupación, pero en silencio y evitando
cualquier reacción firme o reforma de sus procesos excesivamente cautelosos.
Después de 2016, el año del
referéndum del Brexit en el Reino Unido y de la elección de Trump en eeuu, la onu parece
haber entrado en un estado de negación de la nueva realidad global. Los
dirigentes de la organización, tanto en Nueva York como sobre el terreno, han
evitado criticar cualquier acto de los gobiernos de extrema derecha o apoyar
firmemente los movimientos democráticos de la sociedad civil que intentan
resistir a la ofensiva reaccionaria. El secretario general António Guterres,
que asumió el cargo el 1 de enero de 2017, tuvo que navegar por un terreno desconocido:
cómo tratar con el gobierno estadounidense más abiertamente derechista,
antimultilateralista y aislacionista desde la creación de la onu. Guterres se cuidó de no enfrentarse a Trump. «Tenemos
que mantener los nervios templados» era la instrucción del secretario general a
sus ayudantes más cercanos cada vez que el presidente estadounidense atacaba a
la organización27. Así, por ejemplo, cuando Trump anunció en junio
de 2017 que eeuu se retiraría
del Acuerdo de París sobre cambio climático, Guterres reaccionó con dos tuits
en tono suave: «La acción climática no es solo lo correcto, es lo inteligente»
y «Es esencial que el mundo implemente el Acuerdo de París y cumpla con este
deber con mayor ambición». En abril de 2020, cuando Trump anunció la retirada
de eeuu de la oms en plena pandemia de covid-19, la reacción pública
de Guterres fue un lacónico tuit: «Ahora no es el momento de reducir los
recursos para las operaciones de la Organización Mundial de la Salud o de
cualquier otra organización humanitaria en la lucha contra el virus».
El exceso de cautela de los
dirigentes de la onu también se
tradujo en la prohibición de que el personal de Nueva York participara en las
manifestaciones de Black Lives Matter tras el asesinato de George Floyd en
junio de 2020 –Guterres acabó dando marcha atrás después de que la información
se filtrara a la prensa28–. Un episodio aún más revelador ocurrió poco
después de las elecciones presidenciales estadounidenses del 3 de noviembre de
2020. Trump se negó a admitir su derrota, pero el 8 de noviembre la mayoría de
los líderes mundiales (con la notable excepción del brasileño Bolsonaro)
llamaron a Joe Biden para felicitarlo. El 9 de noviembre, la oficina del
portavoz de Guterres distribuyó un breve comunicado felicitando «al presidente
electo y al vicepresidente electo» sin nombrarlos, lo que fue ampliamente
considerado por el personal de la onu y
los diplomáticos como una forma de no tomar partido en la violenta lucha por
los resultados electorales. Dos meses después, el 6 de enero de 2021, cuando
una turba de partidarios de Trump atacó el Capitolio de Washington en un
intento fallido de golpe de Estado para impedir que Biden tomara posesión de su
cargo, la oficina del portavoz de Guterres distribuyó una nota a los
periodistas en la que decía que «el secretario general está entristecido por
los sucesos en el Capitolio de eeuu»
y que «es importante que los líderes políticos inculquen a sus seguidores la
necesidad de abstenerse de la violencia, así como de respetar los procesos democráticos
y el Estado de derecho».
Para una organización
multilateral como la onu, que debe rendir
cuentas a sus Estados miembros, adoptar posiciones precisas sobre cuestiones de
política interna es siempre complejo. Según la Carta de la onu (artículo 2.7), la organización debe ser imparcial
y no puede «intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción
interna de los Estados». En la práctica, sin embargo, el secretario general y
los altos cargos están a menudo dispuestos a interferir en lo que ocurre en
países políticamente poco influyentes o que no cuentan con el apoyo de uno o
varios de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, los llamados
p5 (eeuu, Reino Unido, Francia, Rusia y
China). Por ejemplo, en julio de 2023, tras el golpe militar en Níger, Guterres
se apresuró a condenar «en los términos más enérgicos cualquier intento de
tomar el poder por la fuerza y socavar la gobernanza democrática, la paz y la
estabilidad». Al mismo tiempo, la reforma del sistema de desarrollo de la onu promovida por Guterres e implementada desde 2018
ha dado a los gobiernos de las naciones en desarrollo mucho más poder para
determinar las prioridades –y, por tanto, los límites– del trabajo de los
Equipos de País, es decir, las agencias, fondos y programas de la onu que operan en cada Estado para implementar la
Agenda 203029.
La reforma del sistema de
desarrollo de la onu ha sido
contraproducente porque ha aumentado la influencia directa de los gobiernos en
el trabajo de la organización en un momento en el que, en muchos países, el eje
político se está desplazando hacia la extrema derecha o, más en general, hacia
posiciones autoritarias. Al mismo tiempo, la reforma no ha acelerado ni
facilitado la aplicación de la Agenda 2030. Como lo resumió sin rodeos un alto
funcionario de la onu: «Estamos a mitad de
camino hacia 2030 y aún no estamos cerca de alcanzar los ods [Objetivos de Desarrollo Sostenible]»30. En el caso concreto de Brasil, después de
que el gobierno de Bolsonaro vetara la Agenda 2030, el equipo de la onu en el país minimizó la cooperación con las
autoridades nacionales y evitó cualquier declaración o acción pública que
pudiera crear problemas. Como resumió el ex-jefe de una importante agencia de
la onu en Brasilia,
«empezamos a ejecutar proyectos más pequeños con los gobiernos locales, más o
menos fuera del radar, básicamente poniendo la cabeza bajo la arena, esperando
a que pasara la ventisca y a que alguien con quien pudiéramos trabajar volviera
al gobierno»31.
En el caso de Brasil, la
estrategia del avestruz funcionó, y el 1 de enero de 2023, un multilateralista
convencido como Luiz Inácio Lula da Silva volvió a la Presidencia. Una semana
después, se enfrentó a un intento de golpe de Estado al estilo del atentado en
el Capitolio y lo derrotó. En este caso, Guterres reaccionó con palabras más
contundentes y «condenó el ataque a las instituciones democráticas de Brasil,
subrayando que la voluntad del pueblo brasileño y las instituciones del país
deben ser respetadas»32. En la vecina Argentina, el agravamiento de la
crisis económica y la explosión de la inflación llevaron a la Presidencia a
un outsider de extrema derecha, Javier Milei,
economista con amplia presencia en los talk shows televisivos
y estrella de las redes sociales, cuyo grito de guerra es «¡Viva la libertad,
carajo!». Fue elegido por una amplia mayoría el 19 de noviembre de 2023, con
una plataforma radical de desmantelamiento del Estado y del gasto público (el
símbolo de su campaña fue una motosierra). Milei sigue el manual de la ultraderecha
mundial, y Bolsonaro y Trump fueron los primeros en llamarlo para celebrar su
elección. Los discursos de Milei sobre política internacional han sido
superficiales, pero reflejan la visión de un mundo dividido entre amigos y
enemigos (tildados de comunistas o «zurdos», izquierdistas), con desprecio por
instituciones internacionales como el Mercado Común del Sur (Mercosur, el
acuerdo comercial entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), negacionismo
del cambio climático, desdén por los derechos humanos, recelo sobre la Agenda
2030 y oposición al aborto. En la onu,
el nuevo gobierno argentino se apresuró a condenar la invasión rusa de Ucrania
pero, a diferencia de la mayor parte de Sudamérica, se abstuvo en la votación
de la Asamblea General que pedía un alto el fuego en los ataques de Israel
contra Gaza. Luego Argentina votó en soledad en contra de varias iniciativas,
como por ejemplo, contra la violencia sexista33.
El primer viaje internacional de
Milei como presidente fue al Foro Económico Mundial 2024 de Davos (Suiza). Ante
una audiencia de empresarios mundiales de alto calibre, consejeros delegados,
líderes políticos y ejecutivos de organizaciones internacionales, pronunció un
furibundo discurso contra «los peligros del socialismo» (usó las palabras
«socialismo» o «socialista» 14 veces en 25 minutos), la intervención del Estado
en la economía y el propio concepto de justicia social («es una idea
intrínsecamente injusta porque es violenta, es injusta porque el Estado se
financia con impuestos y los impuestos se recaudan de forma coercitiva»). El
nuevo presidente argentino repitió sus habituales discursos contra el «feminismo
radical» y la protección del medio ambiente, pero también atacó frontalmente el
multilateralismo. Según Milei, «los neomarxistas han sabido cooptar el sentido
común de Occidente. Lograron esto gracias a la apropiación de los medios de
comunicación, de la cultura, de las universidades, y sí, también de los
organismos internacionales»34. Su discurso le valió los elogios entusiastas de
Donald Trump, Elon Musk y varios sitios web de extrema derecha en eeuu, que consideran el Foro Económico Mundial como uno de
los pilares del globalismo que hay que combatir. Más desconcertante fue la
reacción de Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario
Internacional (fmi), que no se limitó a
mantener un encuentro protocolario con el nuevo presidente argentino, sino que
se hizo selfies abrazando sonriente a Milei.
La mayoría de los estudios sobre
la crisis del multilateralismo y las perspectivas de la gobernanza mundial
suelen centrarse en la necesidad de reformar el Consejo de Seguridad de
la onu, cuya obsoleta
composición es una reliquia de la época de la Segunda Guerra Mundial que guarda
poca relación con la situación geopolítica actual, tras el fin de la solitaria
hegemonía estadounidense que configuró el mundo durante dos décadas con el fin
de la Guerra Fría y la emergencia del Sur global como una fuerza poderosa,
aunque todavía amorfa. Por el contrario, hasta ahora se han dedicado muy pocos
estudios y reflexiones a la ruptura que representa el nuevo protagonismo de la
extrema derecha en los asuntos internacionales. Varias espadas penden ahora
sobre el sistema de gobernanza mundial. ¿Qué ocurrirá con la onu y el multilateralismo con Trump sentado nuevamente
en la Casa Blanca? ¿Y cómo cambiaría el equilibrio mundial si Marine Le Pen se
convirtiera en presidenta de Francia en 2027?
Si los cuatro años de la primera
gestión de Trump (2017-2021) sirven como posible ejemplo, es probable que los
gobiernos de extrema derecha de los países miembros permanentes del Consejo de
Seguridad se aferren al poder de veto como herramienta para preservar sus
intereses nacionales, imposibilitando el debate sobre cualquier posible reforma
de este órgano crucial. Al mismo tiempo, confirmando el peligro de una
desintegración masiva del sistema multilateral, estos países podrían acelerar
su distanciamiento de las responsabilidades globales del Consejo de Seguridad y
de la estructura de seguridad colectiva de la Carta de la onu a la que sirve. Según este escenario, algunos
estudiosos sugieren que estos Estados podrían preferir realinearse con vecinos
afines y/o regionales para cooperar35, haciendo que el sistema de la onu resulte ineficaz e irrelevante en cuestiones de
paz y seguridad mundial y acelerando así su pérdida de legitimidad social e
institucional global.
La onu es un sistema de docenas de burocracias
internacionales diferentes que abarcan desde sedes en Nueva York, Nairobi,
Ginebra, Viena, Bangkok, Santiago, París y Roma hasta operaciones de
mantenimiento de la paz, humanitarias y de desarrollo en todo el mundo, con un
presupuesto anual total de alrededor de 56.000 millones de dólares y más de
110.000 empleados36. Algunas agencias especializadas de la onu, como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Refugiados (acnur), el Programa
Mundial de Alimentos (pma) y el Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), son reconocidas por su gran eficacia
a la hora de hacer frente a emergencias humanitarias. Sin embargo, la agencia
política de la organización se concentra en el Secretariado y su sede en Nueva
York, donde la influencia de los países p5 es más directa y a menudo de mano
dura. Durante décadas, los departamentos más poderosos e influyentes del
Secretariado de la onu han estado
controlados por los países occidentales del p5 (el jefe del Departamento de
Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz es tradicionalmente un
diplomático estadounidense, el jefe del Departamento de Operaciones de Paz es
francés y el jefe de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios es
británico), que también se encuentran entre los mayores contribuyentes al
presupuesto ordinario de la institución (solo eeuu es responsable de alrededor de 22%, aunque este
país no ha pagado su contribución íntegra y puntualmente desde 1980). China,
por su parte, ha controlado habitualmente el menos estratégico Departamento de
Asuntos Económicos y Sociales (daes),
mientras que Rusia hace tiempo que perdió toda influencia significativa en la
burocracia principal de la organización.
No es fácil imaginar cómo
la onu podría intentar
reducir el peligro que representa la extrema derecha. La organización no puede
actuar abiertamente para impedir el ascenso al poder de líderes de extrema
derecha, aun sabiendo que más tarde podrían intentar socavar los propios
pilares del orden mundial multilateral. Sin embargo, lo que quizá sí podría
hacer es utilizar su poder blando (soft power) de forma
mucho más agresiva y poner en marcha una estrategia de comunicación eficaz
dirigida a tres objetivos convergentes: (a) refutar y desacreditar las noticias
falsas y manipulaciones difundidas por líderes y movimientos de extrema
derecha; (b) apoyar a las entidades nacionales y regionales que luchan por la
democratización del espacio digital, actualmente en manos de grandes
multinacionales que actúan con muy poca transparencia37; y (c) difundir contenidos personalizados sobre
temas claves (derechos humanos, oposición al nacionalismo y la xenofobia,
cambio climático, igualdad de género, derechos sexuales y reproductivos, etc.)
para contribuir a la validación de actores y agendas políticas nacionales en
países cruciales que puedan oponerse al ascenso de partidos y líderes de
extrema derecha38.
A pesar de todas las
deficiencias, ineficiencias y excesiva burocracia de la onu, la organización aún puede contar con una legitimidad
social razonablemente sólida. Diversas encuestas globales, como las realizadas
cada año por el Pew Research Center y por Edelman, la mayor empresa de
relaciones públicas del mundo, siguen mostrando que la mayoría de la población
mundial tiene una opinión favorable de la onu.
Por ejemplo, el Barómetro de Confianza Edelman 2023 muestra que, aunque está
disminuyendo la confianza media mundial en la organización, esta sigue siendo
superior a la confianza en los gobiernos nacionales (59% frente a 50%)39. Podrían formarse también alianzas con los países
democráticos, la sociedad civil mundial, las principales fundaciones
internacionales y parte del sector privado para crear las condiciones políticas
y financieras que permitan resistir las presiones destructivas de la extrema
derecha. Aunque el resultado de tales acciones dista mucho de ser seguro,
tampoco está claro si los dirigentes de la onu,
tanto en Nueva York como sobre el terreno, son capaces o están dispuestos a
«pensar fuera de la caja», como se dice en la jerga interna, y cambiar su curso
de acción.
Nota: una versión más extensa de este artículo se
publicó en G. Summa y M. Herz (eds.): Multilateralismo na mira. A direita radical no
Brasil e na América Latina, Hucitec Editora / Editora
puc Rio, San Pablo-Río de Janeiro, 2024.
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1.
Oliver P. Richmond: The Grand Design: The Evolution of the International Peace
Architecture, Oxford UP, Oxford, 2022.
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2.
«Decálogo
de Vox contra la ‘Agenda 2030’: igualdad, unidad, producción nacional, familia
y España rural» en Europa Press, 10/10/2021.
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John G. Ruggie:
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Frank A.
Stengel, David B. MacDonald y Dirk Nabers (eds): Populism and World Politics: Exploring Inter- and Transnational
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Nick Galasso, Gianandrea
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disponible en oxfamamerica.org.
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6.
Catherine Kane y Caitlin
McCulloch: «Populism and Foreign Policy: Deepening Divisions and Decreasing
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7.
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Levitsky y D. Ziblatt: Cómo mueren las democracias,
Ariel, Ciudad de México, 2018.
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8.
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presentada en la Conferencia PEIO, Salzburgo, 2019, disponible en
www.peio.me/wp-content/uploads/2019/01/peio12_paper_26.pdf.
·
9.
En abril
de 2017, por ejemplo, la administración Trump anunció un recorte de las
contribuciones voluntarias de EEUU al Fondo de Población de las Naciones Unidas
(UNFPA, por sus siglas en inglés), la agencia responsable de la planificación
familiar y de acabar con las muertes en el parto, acusándola de favorecer
políticas proabortistas. En agosto de 2018, el Departamento de Estado anunció
que recortaba toda la financiación (1.100 millones de dólares anuales) a la
Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA, por sus
siglas en inglés), el principal programa de ayuda a los refugiados palestinos
–una acción que el gobierno israelí llevaba años pidiendo–.
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10.
Alejandro
Frenkel y Diego Azzi: «Jair Bolsonaro e a desintegração da América do Sul: um
parêntese?» en Nueva Sociedad especial em
português, 9/2020, disponible en www.nuso.org.
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11.
Anna
Virginia Balloussier: «Brasil sairá da ‘onu comunista’ se eu for eleito, diz
Bolsonaro» en Folha de S. Paulo, 18/8/2018.
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12.
Cristiano
Zaia: «Bolsonaro veta agenda 2030 da ONU em plano plurianual» en Valor Econômico, 30/12/2019.
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Foreign Policy for Brazil» en Latin American Policy vol.
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14.
Matheus
de Carvalho Hernandez: «A política externa em direitos humanos do governo
Bolsonaro e a crise da ONU: o backlash é também verde e amarelo» en Jefferson
Rodrigues Barbosa y Oscar A. Piñera Hernández (eds.): Extremismos políticos e direitas: Bolsonaro, Trump e a crise das
«democracias», Cultura Acadêmica / Oficina Universitária, San
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15.
Déborah Silva do Monte
Matheus de Carvalho Hernandez: «Human Rights Foreign Policy under Bolsonaro:
Pleasing the Conservative Constituency» en Revista Videre vol.
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16.
Shruti Rana: «The Populist
Backlash to Gender Equality in International Fora: Analyzing Resistance &
Response at the United Nations» en Maryland Journal of
International Law No 35, 2020; Jamil Chade: «País faz
diplomacia paralela com extrema-direita, Opus Dei e negacionistas» en UOL, 29/9/2021.
·
17.
El
Consenso de Ginebra sobre la Promoción de la Salud de la Mujer y el
Fortalecimiento de la Familia es una declaración política dirigida a socavar la
salud y los derechos sexuales y reproductivos –en particular, el acceso a servicios
de atención segura del aborto– en países de todo el mundo. Fue copatrocinada
originalmente por los gobiernos de Brasil, EEUU, Egipto, Hungría, Indonesia y
Uganda y firmada por 34 países el 22 de octubre de 2020. Brasil, EEUU y
Colombia abandonaron el Consenso tras la elección de presidentes progresistas.
·
18.
Sonia
Corrêa: «Gender Ideology: Tracking its Origins and Meanings in Current Gender
Politics» en Blog lse, 11/12/2017, disponible en
https://blogs.lse.ac.uk/; Maria Regina Soares de Lima y Marianna Albuquerque:
«O estilo Bolsonaro de governar e a política externa» en Boletim Opsa No 4, 2019.
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19.
Flávia
Biroli, Juan Marco Vaggione y Maria das Dores Campos Machado: Gênero, neoconservadorismo e democracia, Boitempo, San
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20.
S.
Corrêa: «A política do gênero: um comentário genealógico» en Cadernos Pagu No 53, 2018.
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21.
J. Himmrich: «The Foreign
Policy of the Radical Right: Targeting the eu’s Multilateralism», Dahrendorf Forum Working Paper No 14, 2019.
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22.
J. Chade:
«Bolsonaro retira Brasil de Pacto de Migração e ONU teme reviravolta» en Estadão, 8/1/2019.
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23.
Tuit, 19/12/2023,
disponible en x.com/mlp_officiel/status/1737131589916594447.
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24.
Alemania,
Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Italia, Noruega, Países Bajos,
Reino Unido, Suecia y Suiza.
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25.
Werner Krause, Denis Cohen
y Tarik Abou-Chadi: «Does Accommodation Work? Mainstream Party Strategies and
the Success of Radical Right Parties» en Political Science Research and
Methods vol. 11 No 1, 2022.
·
26.
W. Krause, D. Cohen y T. Abou-Chadi:
«Copying the Far Right Doesn’t Help Mainstream Parties. But It Can Boost the
Far Right» en The Guardian, 13/4/2022.
·
27.
Comunicación
personal con un asistente cercano de Guterres en la Oficina Ejecutiva del
Secretario General que pidió mantener el anonimato, 3/6/2019.
·
28.
Colum Lynch: «un Reverses
Ban on Staff Participation in Anti-Racism Protests» en Foreign Policy, 8/6/2020.
·
29.
Lesley Connolly y Jimena
Leiva Roesch: «Unpacking the un’s Development System Reform» en International Pace Institute, 7/2020, p. 10.
·
30.
«Halfway to 2030, World
‘Nowhere Near’ reaching Global Goals, un Warns» en un News, 17/7/2023, disponible en
https://news.un.org/en/story/2023/07/1138777.
·
31.
Comunicación
telefónica personal con un alto funcionario de la onu que pidió no ser
identificado, 3/3/2023.
·
32.
«Highlights of the Noon
Briefing by Stéphane Dujarric, Spokesperson For Secretary-General António
Guterres. Monday, 9 January 2023», 9/1/2023, disponible en
www.un.org/sg/en/content/highlight/2023-01-09.html.
·
33.
«Argentina,
único país en la ONU que vota contra resolución de condena a violencia
machista» en SWI, 15/11/2024.
·
34.
V.
discurso completo en «Javier Milei en Davos: ‘el socialismo es un fenómeno
empobrecedor que fracasó’» en canal de YouTube de La Voz, 17/1/2024, disponible en
www.youtube.com/watch?v=rfmicwbabei.
·
35.
Jeremy Farrall: «The
Populist Challenge and the Future of the United Nations Security Council»
en Maryland Journal of International Law vol. 35 No
1, 2021, p. 84.
·
36.
Svanhildur
Thorvaldsdottir, Ronny Patz y Steffen Eckhard: «International
Bureaucracy and the United Nations System: Introduction» en International Review of Administrative Sciences vol.
87 No 4, 2021.
·
37.
Un primer
paso en esta dirección fue, a finales de 2023, la adopción por la Unesco de las
Directrices para la Gobernanza de las Plataformas Digitales. V.
www.unesco.org/en/internet-trust/guidelines.
·
38.
G. Summa: «‘We the People’
in the Twitter Age: Digital Diplomacy and the Social Legitimacy of the United
Nations», Media@lse Working Paper Series, London School of Economics and
Political Science, 2020, p. 24.
·
39.
Edelman Trust Barometer
2023 Global Report, pp. 43 y 51.
https://www.nuso.org/articulo/315-la-extrema-derecha-como-amenaza-para-la-gobernanza-mundial/
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